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Brujería y sus consecuencias
A veces cuando alguien no puede resolver sus problemas acude de
manera equivocada donde una bruja o brujo. Lo correcto es asistir a un profesional en psicología, psiquiatría u orientador familiar. ¿Existe o no la brujería? Es la pregunta que algunas personas se hacen en cualquier parte del mundo. Y creer o no depende del tipo de experiencias que se tengan en relación con esta.Para descubrirlo, algunos acuden a sitios donde se encuentran con los supuestos brujos o brujas –dotados de ciertas habilidades mágicas– y en ocasiones salen muy sorprendidos de la consulta por el ingenio que estos han tenido para dar respuestas que pueden ser aquellas que uno desea escuchar o son simples coincidencias. También existen personas que los consultan con la esperanza de que les resuelvan sus problemas, pero salen estresadas o asustadas por las desgracias que les anunciaron y de que, de no hacer algo urgente para solucionarlo, lo negativo se cumpla. Las recomendaciones –dependiendo del caso y a cambio de dinero– que suelen hacer los brujos o brujas son innumerables: desde un endulzamiento con manzana para lograr afecto, una limpia con montes amargos o dulces para eliminar las energías negativas o envidias, hasta lectura de cartas o cigarros, entre otros. El psicoanalista Juan de Althaus Guarderas dice que existen individuos obsesionados por las brujerías, porque estamos en una época en que las grandes soluciones políticas, económicas y personales que antes había han perdido credibilidad. En parte, las grandes religiones también han sido afectadas. Entonces hay un debilitamiento del sentido general de la vida. Muchos buscan algún significado alternativo a sus existencias en las llamadas brujerías o el esoterismo, porque antes eran prohibidos. Hoy el mercado mundial oferta abiertamente estas opciones, pues están a la mano.Pero ¿cuáles son las consecuencias? Según la médica Sonia Toledo López, quien además estudió psiquiatría y psicología clínica, hay pacientes con conflictos emocionales, conyugales, laborales, entre otros, que han acudido por desesperación donde brujas o brujos para que los ayuden a solucionarlos. Sin embargo, cuando se dan cuenta de que no les han funcionado las recetas mágicas que les dieron han tocado fondo o gastado mucho dinero, buscan consejo espiritual o profesional con un psiquiatra, psicólogo u orientador familiar. “La desesperación que sienten por los conflictos hace que entren en el mundo de las brujerías. Esto puede conducir a la obsesión y a terminar trastornados, más aún cuando los brujos dan malos consejos o sustancias a beber que hacen alucinar”, dice Toledo. Además les aseguran que conseguirán sus objetivos. Por ejemplo, que regresará a su lado la mujer o el enamorado que los abandonó, que tendrán trabajo cuando lo han perdido, que con seguridad botarán a su compañero de labores para que él ocupe su lugar o que su jefe malhumorado se calmará si pone su foto en el congelador, entre otras. Ahora un mal consejo en una persona frágil mentalmente puede causar mucho daño. Es el caso de Juan, de 35 años. Él trabajaba como conserje en un colegio de Guayaquil. Su mujer lo abandonó por otro y al verse desesperado porque deseaba que regresara, buscó ayuda donde una bruja, quien le había afirmado con toda seguridad que ella volvería si él se hacía unos baños.Juan llegó a convencerse de que así sería y no le importaba quedarse sin dinero con tal de pagar el “trabajo”. El resultado fue que su esposa nunca regresó, mientras que él en pocos meses había bajado de peso, perdió su trabajo y fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce por desequilibrio mental. Recibió terapia por poco tiempo y logró sobreponerse. “Algunas personas terminan locas. Por su estado de psicosis comienzan a imaginar cosas y a convencerse de que estas son reales”, dice Toledo, quien indica que hasta algunos sacerdotes les envían a fieles para que los ayude en su problema. La psíquica Shirley Barahona asegura que la gente con una personalidad débil siempre echa la culpa de sus problemas a los demás; y la responsabilidad con estas es hacerles comprender que deben resolver sus problemas por sí mismos con la ayuda de Dios. Que deben autoanalizarse y ver en qué tipos de cosas están fallando para remediarlas. Es la única forma de que todo mejore. “Ninguna brujería lo va a hacer, aunque existan personas dedicadas a esta actividad que se lo afirmen”. Objetividad y respetar creenciasCuando alguien tiene conflictos lo mejor que pueden hacer es acudir donde un guía espiritual o un profesional adecuado. “Muchas veces la solución está en la punta de nuestras narices y no la vemos”, dice Toledo.El profesional, quien es objetivo, ayudará a que el propio paciente vea los problemas desde todos los ángulos posibles y los resuelva. Deben comprender que todas las personas van en busca de la felicidad, pero esta no existe, solo son momentos. Como, por ejemplo, cuando uno culmina una maestría y está feliz en ese instante o cuando se casa con la persona que ama. Pero qué es más importante, ¿la felicidad que son momentos o vivir en paz? De Althaus considera que se debe respetar la libertad de creencias de las personas. Uno puede decir que es preferible una “ayuda profesional”, pero si la persona quiere ir donde un brujo-a, lo menos que se puede esperar es que le sirva de algo. Los mismos chamanes dicen que hay de los malos y de los buenos.Es conveniente siempre mantener cierta independencia de criterio, cierta crítica, preguntarse un poco. La cuestión es que a veces es difícil porque el que va a consultar a un brujo-a es porque le supone un saber y se establece un cierto vínculo afectivo. Pero el afecto tiende a cegar y, por otro lado, este vínculo puede usarse con propósitos cuestionables. En otros casos, agrega, ese tipo de relación puede ser de alguna manera un sostenimiento para el sujeto que acude, un vínculo social mínimo que lo ayuda a sobrevivir para no caer en el vacío. En suma, se debe analizar caso por caso. Charlatanes o negociantesSegún de Althaus, hay que saber diferenciar entre los llamados brujos o brujas charlatanes y negociantes de aquellos que han asumido en serio una cosmovisión mítica o alguna “sabiduría” ancestral, como el chamanismo, por ejemplo. El término peyorativo brujo-a fue establecido por la Inquisición de la Iglesia católica en la Edad Media tardía, para eliminar las creencias llamadas heréticas, diferentes al cristianismo, incluyendo su ajusticiamiento en la hoguera. Ese significado condenatorio y despectivo del término aún subsiste. Pero desde la antigüedad en Europa había los “sabios” locales, o las “pitonisas” y “oráculos” griegos, que eran consultados y tenían una función social importante. Lo mismo sucede hoy día con los chamanes andinos, por ejemplo, que son rezagos de esas culturas precolombinas. Su sabiduría médica y psíquica tiene efectos interesantes en el contexto cultural al que pertenecen. Ellos usan de manera muy particular la sugestión sobre aquellos que les piden ayuda y tienen un gran conocimiento de las propiedades curativas de las plantas, particularmente.