Mecánica Cuántica
Mecánica Cuántica
Mecánica Cuántica
La mecánica cuántica surge tímidamente en los inicios del siglo XX dentro de las
tradiciones más profundas de la física para dar una solución a problemas para los
que las teorías conocidas hasta el momento habían agotado su capacidad de explicar,
como la llamada catástrofe ultravioleta en la radiación de cuerpo negro predicha
por la física estadística clásica y la inestabilidad de los átomos en el modelo
atómico de Rutherford. La primera propuesta de un principio propiamente cuántico se
debe a Max Planck en 1900, para resolver el problema de la radiación de cuerpo
negro, que fue duramente cuestionado, hasta que Albert Einstein lo convierte en el
principio que exitosamente pueda explicar el efecto fotoeléctrico. Las primeras
formulaciones matemáticas completas de la mecánica cuántica no se alcanzan hasta
mediados de la década de 1920, sin que hasta el día de hoy se tenga una
interpretación coherente de la teoría, en particular del problema de la medición.
Contexto histórico
La mecánica cuántica es, cronológicamente hablando, la última de las grandes ramas
de la física. Se formuló a principios del siglo XX, casi al mismo tiempo que la
teoría de la relatividad, aunque el grueso de la mecánica cuántica se desarrolló a
partir de 1920 (siendo la teoría de la relatividad especial de 1905 y la teoría
general de la relatividad de 1915).
Radiación electromagnética
El problema de la radiación electromagnética de un cuerpo negro fue uno de los
primeros problemas resueltos en el seno de la mecánica cuántica. Es en el seno de
la mecánica estadística donde surgen por primera vez las ideas cuánticas en 1900.
Al físico alemán Max Planck se le ocurrió un artificio matemático: si en el proceso
aritmético se sustituía la integral de esas frecuencias por una suma no continua
(discreta), se dejaba de obtener infinito como resultado, con lo que se eliminaba
el problema; además, el resultado obtenido concordaba con lo que después era
medido.
La idea de Planck habría permanecido muchos años solo como hipótesis sin verificar
por completo si Albert Einstein no la hubiera retomado, proponiendo que la luz, en
ciertas circunstancias, se comporta como partículas de energía (los cuantos de luz
o fotones) en su explicación del efecto fotoeléctrico. Fue Albert Einstein quien
completó en 1905 las correspondientes leyes del movimiento su teoría especial de la
relatividad, demostrando que el electromagnetismo era una teoría esencialmente no
mecánica. Culminaba así lo que se ha dado en llamar física clásica, es decir, la
física no-cuántica.
Usó este punto de vista llamado por él «heurístico», para desarrollar su teoría del
efecto fotoeléctrico, publicando esta hipótesis en 1905, lo que le valió el Premio
Nobel de Física de 1921. Esta hipótesis fue aplicada también para proponer una
teoría sobre el calor específico, es decir, la que resuelve cuál es la cantidad de
calor necesaria para aumentar en una unidad la temperatura de la unidad de masa de
un cuerpo.
El siguiente paso importante se dio hacia 1925, cuando Louis De Broglie propuso que
cada partícula material tiene una longitud de onda asociada, inversamente
proporcional a su masa, y a su velocidad. Así quedaba establecida la dualidad
onda/materia. Poco tiempo después Erwin Schrödinger formuló una ecuación de
movimiento para las «ondas de materia», cuya existencia había propuesto De Broglie
y varios experimentos sugerían que eran reales.
μ
=
m
e
m
p
m
e
+
m
p
≈
0
,
999
m
e
{\displaystyle \mu \,=\,{\frac {m_{e}m_{p}}{m_{e}+m_{p}}}\approx 0,999m_{e}}
Siendo
m
p
{\displaystyle \scriptstyle m_{p}} la masa del protón y
m
e
{\displaystyle \scriptstyle m_{e}} la masa del electrón. En ese caso el problema
del átomo de hidrógeno parece admitir una solución simple en la que el electrón se
moviera en órbitas elípticas alrededor del núcleo atómico. Sin embargo, existe un
problema con la solución clásica, de acuerdo con las predicciones del
electromagnetismo una partícula eléctrica que sigue un movimiento acelerado, como
sucedería al describir una elipse debería emitir radiación electromagnética, y por
tanto perder energía cinética, la cantidad de energía radiada sería de hecho:
d
E
r
d
t
=
e
2
a
2
γ
4
6
π
ϵ
0
c
3
≈
π
96
e
14
m
e
2
γ
4
ϵ
0
7
h
8
c
3
≥
5
,
1
⋅
10
−
8
watt
{\displaystyle {\frac {dE_{r}}{dt}}={\frac {e^{2}a^{2}\gamma ^{4}}{6\pi \epsilon
_{0}c^{3}}}\approx {\frac {\pi }{96}}{\frac {e^{14}m_{e}^{2}\gamma ^{4}}{\epsilon
_{0}^{7}h^{8}c^{3}}}\geq 5,1\cdot 10^{-8}{\mbox{watt}}}
Ese proceso acabaría con el colapso del átomo sobre el núcleo en un tiempo muy
corto dadas las grandes aceleraciones existentes. A partir de los datos de la
ecuación anterior el tiempo de colapso sería de 10-8 s, es decir, de acuerdo con la
física clásica los átomos de hidrógeno no serían estables y no podrían existir más
de una cienmillonésima de segundo.
Desarrollo histórico
Artículo principal: Historia de la mecánica cuántica
La teoría cuántica fue desarrollada en su forma básica a lo largo de la primera
mitad del siglo XX. El hecho de que la energía se intercambie de forma discreta se
puso de relieve por hechos experimentales como los siguientes, inexplicables con
las herramientas teóricas anteriores de la mecánica clásica o la electrodinámica:
Estas funciones de onda pueden variar con el transcurso del tiempo. Esta evolución
es determinista si sobre el sistema no se realiza ninguna medida aunque esta
evolución es estocástica y se produce mediante colapso de la función de onda cuando
se realiza una medida sobre el sistema (Postulado IV de la MC). Por ejemplo, una
partícula moviéndose sin interferencia en el espacio vacío puede ser descrita
mediante una función de onda que es un paquete de ondas centrado alrededor de
alguna posición media. Según pasa el tiempo, el centro del paquete puede
trasladarse, cambiar, de modo que la partícula parece estar localizada más
precisamente en otro lugar. La evolución temporal determinista de las funciones de
onda es descrita por la ecuación de Schrödinger.
Formulación matemática
Artículos principales: Postulados de la mecánica cuántica y Notación braket.
En la formulación matemática rigurosa, desarrollada por Dirac y von Neumann, los
estados posibles de un sistema cuántico están representados por vectores unitarios
(llamados estados) que pertenecen a un Espacio de Hilbert complejo separable
(llamado el espacio de estados). Qué tipo de espacio de Hilbert es necesario en
cada caso depende del sistema; por ejemplo, el espacio de estados para los estados
de posición y momento es el espacio de funciones de cuadrado integrable
L
2
(
R
3
)
{\displaystyle \scriptstyle L^{2}(\mathbb {R} ^{3})}, mientras que la descripción
de un sistema sin traslación pero con un espín
n
ℏ
{\displaystyle \scriptstyle n\hbar } es el espacio
C
2
n
+
1
{\displaystyle \scriptstyle \mathbb {C} ^{2n+1}}. La evolución temporal de un
estado cuántico queda descrita por la ecuación de Schrödinger, en la que el
hamiltoniano, el operador correspondiente a la energía total del sistema, tiene un
papel central.
Principio de Incertidumbre
Una de las consecuencias del formalismo cuántico es el principio de incertidumbre.
En su forma más familiar, establece que ninguna medición de una partícula cuántica
puede implicar simultáneamente predicciones precisas para la medición de su
posición y la medición de su momento.34 Tanto posición como momento son
observables, esto significa que son representados por operadores hermíticos. El
operador posición
X
^
{\displaystyle {\hat {X}}} y el operador momento
P
^
{\displaystyle {\hat {P}}} no conmutan, pero satisfacen la relación de conmutación
canónica:
[
X
^
,
P
^
]
=
i
ℏ
.
{\displaystyle [{\hat {X}},{\hat {P}}]=i\hbar .}
Dado un estado cuántico, la regla de Born nos permite encontrar valores para
X
{\displaystyle X} y
P
{\displaystyle P}, así como sus cuadrados. Definiendo la incertidumbre para un
observable usando desviación estándar, obteniendo
σ
X
=
⟨
X
2
⟩
−
⟨
X
⟩
2
,
{\displaystyle \sigma _{X}={\sqrt {\langle {X}^{2}\rangle -\langle {X}\rangle
^{2}}},}
y de la misma manera para el momento:
σ
P
=
⟨
P
2
⟩
−
⟨
P
⟩
2
.
{\displaystyle \sigma _{P}={\sqrt {\langle {P}^{2}\rangle -\langle {P}\rangle
^{2}}}.}
El principio de incertidumbre establece que
σ
X
σ
P
≥
ℏ
2
.
{\displaystyle \sigma _{X}\sigma _{P}\geq {\frac {\hbar }{2}}.}
En principio, cualquiera de las desviaciones estándar puede hacerse arbitrariamente
pequeña, pero no ambas simultáneamente .5 Esta desigualdad se generaliza a pares
arbitrarios de operadores autoadjuntos
A
{\displaystyle A} y
B
{\displaystyle B}. El conmutador de estos dos operadores es
[
A
,
B
]
=
A
B
−
B
A
,
{\displaystyle [A,B]=AB-BA,}
y proporciona el límite inferior en el producto de las desviaciones estándar:
σ
A
σ
B
≥
1
2
|
⟨
[
A
,
B
]
⟩
|
.
{\displaystyle \sigma _{A}\sigma _{B}\geq {\frac {1}{2}}\left|\langle [A,B]\
rangle \right|.}
Otra consecuencia de la relación de conmutación canónica es que los operadores
posición y momento son la transformada de Fourier del otro, de modo que una
descripción de un objeto según su momento es la transformada de Fourier de su
descripción según su posición. El hecho de que la dependencia en cantidad de
movimiento sea la transformada de Fourier de la dependencia en posición significa
que el operador de cantidad de movimiento es equivalente (hasta un factor de
i
/
ℏ
{\displaystyle i/\hbar }) al derivar respecto a su posición, ya que en análisis de
Fourier la derivación corresponde a la multiplicación en el espacio dual. Esta es
la razón por la que en las ecuaciones cuánticas en el espacio de posición, el
momento
p
i
{\displaystyle p_{i}} es reemplazado por
−
i
ℏ
∂
∂
x
{\displaystyle -i\hbar {\frac {\partial }{\partial x}}}, y en particular en la
Ecuación de Schrödinger no relativista en el espacio de posiciones el momento al
cuadrado es reemplazado por el laplaciano al cuadrado
−
ℏ
2
{\displaystyle -\hbar ^{2}}.3