Diálogos Arquitectónicos entre J.Ruskin y Le Corbusier

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Diálogos Arquitectónicos entre J.

Ruskin y Le Corbusier
- “Las siete Lámparas de la arquitectura”, John Ruskin
- “Hacia una Arquitectura”, Le Corbusier

Clara Calvera Casademunt

Curso 2023-2024

1
INTRODUCCIÓN:

Cierto es que la obra de John Ruskin y de Le Corbusier podrían aparentemente parecer opuestas.
Ruskin como el romántico visionario del siglo XIX frente a Le Corbusier como el innovador
modernista del siglo XX. Lo cierto es que estos dos teóricos convergen en el intercambio de ideas
que trascienden tanto el tiempo como las percepciones. El siguiente ensayo pretende adentrarse
en los diálogos de carácter arquitectónico entre estas dos mentes tan distintas. Por ello se
plantean diferentes puntos de debate que, de hecho, ya han sido objeto de reflexión por
numerosos teóricos y críticos de arte.

En primer lugar, se establece el diálogo entre arte, arquitectura y sociedad. La arquitectura es


una respuesta a los acontecimientos que suceden a lo largo de la historia. Arte arquitectura y
sociedad son conceptos que inevitablemente se entrelazan, es imposible explicar la arquitectura
sin explicar el marco histórico, pues no es independiente, es fruto del intelecto humano y por lo
tanto fruto de los acontecimientos de estos. Este diálogo es un viaje continuo que examina cómo
las perspectivas de los artistas son impactadas por las corrientes culturales, políticas y
económicas.

En segundo lugar, se hablará de naturaleza y arquitectura, un diálogo persistente a lo largo de la


historia. Desde los inicios de la arquitectura, las formas, proporciones y armonías han servido de
inspiración. Vitruvio, en la época de la antigua Roma, ya sentó las bases al reconocer la gran
importancia de imitación de la naturaleza para alcanzar los cánones de la belleza. Hasta
movimientos como el de Arts and Crafts y figuras como Morris. Es un debate que trasciende
estilos y épocas, relacionando la creación humana y el mundo natural que nos rodea. Un diálogo
que incluso perdura a día de hoy, donde arquitectos contemporáneos exploran nuevas maneras
de integrar la naturaleza en el entorno que se construye.

Por último, se expondrán los distintos puntos de vista sobre el eterno debate entre ornamento
y funcionalidad. Se hablará desde los intrincados detalles ornamentales de la arquitectura
templaria hasta la simplicidad funcional del movimiento moderno. A lo largo de la historia
grandes teóricos han planteado grandes cuestiones sobre la esencia de la forma y su propósito
como Louis Sullivan quien afirmó “la forma sigue a la función” y Wright, quien apunta a encontrar
un equilibrio entre ornamentación orgánica y funcionalidad. Incluso Adolf Loos quien se desnuda
por completo del ornamento y contrapone afirmando que es la función la que dicta la forma.
Claramente, el enfrentamiento entre ornamentación y funcionalidad es un debate que puede
generar, y que de hecho ya lo hacho, gran controversia entre las grandes mentes del mundo
arquitectónico.

Los escritores se ven influenciados por el contexto social, cultural e histórico vivido, es por ello,
que es esencial conocerlo con tal de entender su visión:

Nos situamos en la Inglaterra del siglo XIX. Por aquel entonces surgió una rápida transición de
una sociedad agraria a una industrial impulsada por la producción. La gran Revolución Industrial
llevó a cabo una gran expansión urbana. Por otro lado, se caracterizó por la creciente brecha
entre clases sociales y unas condiciones laborales precarias. En este contexto, el ritmo de vida
de la sociedad aceleró de manera vertiginosa. Frente a este marco histórico John Ruskin
responde a esta nueva realidad oponiéndose a ella. La producción masiva a la que llevó la
industrialización creó una sociedad deshumanizada y desconectada de la naturaleza. Ruskin
2
apreciaba el valor de la calidad artesanal y la atención a los detalles, lo cual contrastaba con la
velocidad y uniformidad que se había impuesto tras la Revolución Industrial. Es por ello que el
autor, a través de la arquitectura trata de expresar su visión aportando resistencia a la pérdida
de autenticidad.

Saltando a la década de los años 20, París fue núcleo de una convergencia de eventos históricos,
sociales y económicos que derivaron en una transformación profunda y dinámica. Marcada por
la posguerra de la Primera Guerra Mundial, un periodo de reconstrucción. La ciudad se esforzaba
por recuperar su esplendor y adaptarse a la nueva época. La Revolución Industrial, ya más
consolidada, después de su impulso en las décadas anteriores seguía dejando huella en la
sociedad parisina. La mecanización, la sistematización y la producción en masa eran los nuevos
fenómenos, base de la vida cotidiana. Las fábricas eran el nuevo templo y símbolo del cambio,
transformando por completo el paisaje urbano y generando una migración de las zonas rurales
a la ciudad, lo que derivó en una problemática densificación. A nivel cultural, frente los avances
tecnológicos de la fotografía y el cine surge una revolución artística conocida como “Años Locos”,
reflejada en la música, moda, literatura y artes visuales… Época en la que surgen las vanguardias.
En este contexto de cambio acelerado, la arquitectura también experimentaba una revolución.
La búsqueda de nuevas soluciones urbanísticas y arquitectónicas se volvía esencial para
adaptarse a las demandas de una sociedad en transformación. La planificación urbana se
convirtió en un tema crucial, y figuras como Le Corbusier emergieron como pioneros que
abogaban por un enfoque más racional y funcional en el diseño arquitectónico.

ARTE, ARQUITECTURA Y SOCIEDAD

En un supuesto diálogo entre John Ruskin y Le Corbusier, enfrentando el romanticismo y el


modernismo, compartirían distintas inquietudes que resuenan a través de la historia de la
arquitectura. El arte y la arquitectura entrelazados formando un lienzo que expone las
complejidades de la sociedad. Distintas épocas, distintas opiniones sociales y distintas
preocupaciones y enfoques.

Nos situamos en la Inglaterra de mediados de siglo diecinueve, una prospera época para la
nación y enmarcada por la revolución social, muchos cambios a nivel político, económico y sobre
todo social. Para los críticos del arte era imposible no establecer sus bases en relación a los
presentes del momento, en lo que veían y ocurría a su alrededor. Como dijo Ruskin: “toda forma
noble de arquitectura es en cierto modo la encarnación de la política, de la vida, de la historia y
de la religión de los pueblos”1. Podría considerarse que John Ruskin fue una de las principales
figuras en impulsar una corriente de juzgar una obra de arte según la moralidad de su artista.
¿Por qué? Los valores de la sociedad estaban cambiando a medida que la revolución industrial
se hacía con el dominio completo de la producción. La sociedad consumista se iba consolidando
poco a poco mientras que en algunos pocos el miedo por perder las artes y la cultura del oficio
inundaba sus preocupaciones. John Ruskin abogaba por la integridad moral en la arquitectura.
Un romántico que pone la verdad y la honestidad por encima de todo. Le interesaba la

1
John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura (Valladolid: Maxtor 2015), 257.
3
sinceridad, una arquitectura honrada sin disimulo ni falsedad. Por ello lo estudiaba desde tres
puntos de vista, las mentiras de la construcción, las falsedades de la superficie y los adornos
realizados con maquina en vez de a mano. Mediante estos enfoques sostiene que la arquitectura
debe ser una expresión auténtica y completamente transparente en su propósito. En contra del
engaño deben emplearse materiales honestos y técnicas que respeten la certeza intrínseca de la
construcción. Ruskin afirma que, en cuanto a la falsa representación de materiales, toda
imitación es vil o inadmisible2. Por otra parte, como bien se ha argumentado es inevitable
relacionar arquitectura y sociedad. La arquitectura es recuerdo y memoria. Ruskin enfatiza la
capacidad de influir en las emociones y el comportamiento humano. Fomenta una arquitectura
paciente y caritativa. En la arquitectura privada que estimule el respeto entre las generaciones
futuras y en las obras públicas apuesta por una arquitectura que conecte con la sociedad. Según
su crítica, debe expresar literalmente o simbólicamente lo que es digno de ser conocido de los
sentimientos o de los hechos nacionales. Una postura de preservación cultural y de transmisión
de valores. Una arquitectura claramente moral.

Si saltamos a la Francia de los años veinte nos encontramos en un contexto histórico marcado
por las transformaciones sociales, económicas y sobre todo tecnológicas fruto de la
consolidación de la revolución industrial. La eficiencia, la racionalidad y la simplicidad eran el
nuevo lenguaje. Los avances tecnológicos impulsaban a romper con los precedentes
constructivos y buscar la innovación. La arquitectura, sin embargo, no había avanzado al mismo
ritmo. Se encontraba estancada, era reflejo de una sociedad ya pasada. Los elementos de la
arquitectura ya no respondían a las necesidades de la sociedad3. De esta manera el modernista
Charles-Édouard Jeanneret-Gris entendía la arquitectura como instrumento de transformación
social. Una arquitectura que se adaptara a las nuevas necesidades. ¿cómo? Para Le Corbusier la
máquina y las nuevas tecnologías, como los aviones o el automóvil, eran fuente de inspiración.
Por eso refleja las bases del proceso constructivo de las nuevas tecnologías y estimula a aplicarlas
en la arquitectura. La sistematización, la eficiencia, la simplicidad… A diferencia de otros
precedentes se centra en la casa, la máquina de habitar. Plantea un manual que sigue los
principios de la eficiencia y la simplicidad. Similar a Ruskin, aunque de manera más clara, la
función es una prioridad, aunque el enfoque en Le Corbusier es distinto. La habitabilidad y la
satisfacción de las necesidades sociales son el objetivo. Se desprende de lo ornamental para
potenciar la simplicidad y busca una arquitectura universal que trascienda los limites culturales
y nacionales. Su voluntad por crear comunidades más eficientes y saludables con el objetivo de
mejorar la calidad de vida de los ciudadanos se ve reflejada en los distintos planeamientos
urbanísticos propuestos. A diferencia de Ruskin, la memoria y el recuerdo no son dos aspectos
sumamente importantes y por ello puede llegar a plantearse la destrucción de distintos centros
históricos, cosa que crea controversia entre la sociedad del momento.

A la hora de relacionar estas visiones, surge un diálogo donde la tradición y la modernidad se


enfrentan cara a cara. Ruskin presta especial atención al patrimonio cultural y la integridad
moral, mientras que Le Corbusier enfatiza en la eficiencia de la era industrial y la universalidad.
Sin embargo, ambos comparten una preocupación por el impacto social de la arquitectura y el

2
John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura (Valladolid: Maxtor 2015), 66.
3
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 83.
4
arte. La confluencia entre Ruskin y Le Corbusier reside en la idea de que la creación artística y
arquitectónica no es un acto aislado y apartado, sino que tiene un propósito social y ético. Pese
a visiones tan opuestas puede resultar sorprendente que ambos abogan por la autenticidad, ya
sea a través de la verdad en la elección de materiales de Ruskin o la sinceridad funcional de Le
Corbusier. Tanto la visión de Ruskin como la de Le Corbusier ofrecen distintos puntos de vista
sobre la intersección entre arte, arquitectura y sociedad. A través de sus principios éticos,
estéticos y funcionales, ambos influyen en la forma en que creamos entornos que impactan
directamente en la experiencia humana y en la evolución de la sociedad a lo largo del tiempo.

NATURALEZA Y ARQUITECTURA

La relación intrínseca entre la naturaleza y la arquitectura ha sido un gran tema de reflexión a lo


largo de la historia, des de principios de los tiempos la arquitectura consistía en la mimesis de la
naturaleza. No hablamos de una mimesis literal sino de orden, proporciones, formas y
geometría. Sin ir más lejos el Partenón es un claro ejemplo de una arquitectura basada en la
proporción aurea, una proporción matemática intrínseca de la naturaleza que lo convierte en
una referencia universal. El dominio de las matemáticas y la geometría consigue armonía y
equilibrio, lo que deriva en una arquitectura icónica indiscutiblemente bella y estética. Pese a
que Ruskin y Le Corbusier tienen enfoques muy distintos sobre la arquitectura puede resultar
sorprendente que sus visiones se entrelacen en el contexto de la influencia que la naturaleza
ejerce sobre la creación humana. En esta exploración, se desentrañarán las perspectivas únicas
de estos dos maestros de la arquitectura, y se aborda cómo sus ideas convergen y divergen en
el diálogo entre naturaleza y arquitectura.

Es evidente que para los defensores del romanticismo la naturaleza es la guía fundamental no
solo para la práctica de la arquitectura sino también para establecer las bases éticas y morales.
Así lo era para Ruskin, una maestra ineludible cuyas lecciones deben ser aplicadas en la
arquitectura. Maestra y guía. Incluso cuando hablábamos de sinceridad y valorábamos la verdad
inherente a los materiales y la ética de la construcción, son bases que tienen sus raíces en la
observación detallada de la naturaleza. Ruskin promueve la utilización de elementos naturales
en su estado más puro con el objetivo de buscar una arquitectura que imitara la armonía del
entorno. Para ello era necesario comprender las formas y los procesos naturales, respetarlos y
aplicarlos a al ahora de construir. Guiar la arquitectura hacia los valores de la autenticidad y la
integridad. Según su enfoque, la conexión entre el hombre y la naturaleza no solo es una musa
estética sino también una guía moral y ética. Considera que la observación detallada de la
naturaleza enseña lecciones de paciencia, humildad y respeto. En este sentido, Ruskin no solo
intercede por la imitación visual de la naturaleza, sino también por la interiorización de sus
principios en la construcción. El arte debe poner en práctica la ley de vida misma. La naturaleza,
cuando se entiende y se respeta, puede enriquecer no solo la estética de la arquitectura, sino
también su alma y propósito.

5
“La arquitectura es la primera manifestación del hombre que crea su universo, que lo crea a
imagen de la naturaleza, sometiéndose a las leyes de la naturaleza”4. A pesar de que ambos
autores comparten la base de la naturaleza, el enfoque es distinto. Le Corbusier contrasta con
una perspectiva más funcionalista, propia del movimiento moderno. Si bien comparte la
admiración por la eficiencia de los procesos naturales, su enfoque está en cómo la naturaleza
puede inspirar la funcionalidad y la estructura de las edificaciones. A diferencia de Ruskin, la
naturaleza no solo es fuente de inspiración estética, sino también un modelo para la eficiencia y
la funcionalidad en el diseño arquitectónico. La "máquina para habitar" de Le Corbusier era una
manifestación de esta visión, donde la arquitectura debe cumplir funciones específicas de
manera eficiente. “Ordenación, idea única, audacia y unidad de construcción, empleo de los
prismas rectangulares” 5. Su admiración por la naturaleza no se limita a la estética de las formas
orgánicas que acaricia la luz, sino que también se extiende a la eficiencia intrínseca de los
procesos naturales. Por ello busca el trazado y el plan regulador, lo que es un seguro contra la
arbitrariedad y, por tanto: “una satisfacción de orden espiritual que conduce a la búsqueda de
relaciones ingeniosas y de relaciones armoniosas. Confiere euritmia a la obra” 6. Se inspira en la
geometría como hacía la ingeniería y la maquinaria, emergentes en la época, busca aplicar
principios funcionales como la armonía el rigor y el módulo, directos a la creación de espacios
habitables7. A través de la planificación urbana, también buscó integrar espacios verdes en las
ciudades, considerando la importancia de la naturaleza en el entorno construido. Promueve la
integración de espacios verdes en entornos urbanos, reconociendo la importancia de la
naturaleza para mejorar la calidad de vida de las personas. Como su enfoque es funcionalista Le
Corbusier veía la naturaleza como un modelo de eficiencia y adaptabilidad que influye en la
forma en que se concibe la organización del entorno construido más próximos. Plantea en sus
planes urbanísticos como el plan Voisin la integridad de la naturaleza. En este planeamiento
urbanístico, un tanto radical, que propone Le Corbusier hacia los años 20 tiene la intención de
reorganizar el corazón de París. Como ya se había mencionado anteriormente, su propuesta
implica la demolición de gran parte del centro histórico de la ciudad para la creación de
rascacielos modernos y amplias vías que articulen la ciudad. De este modo se soluciona la
densificación y se libera espacio para amplias áreas verdes. El plan Voisin refleja un claro deseo
por integrar la naturaleza directamente en el tejido urbano, ofreciendo espacios verdes
generosos con tal de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Concluyentemente, aunque ambos autores reconocen y enfatizan en la importancia del dialogo


“naturaleza” y “arquitectura”, las perspectivas de enfoque y objetivo difieren. Por un lado,
encontramos la imitación y la búsqueda de la estética y la moralidad de la naturaleza mientras
que, por el otro, el objetivo se enfoca en la eficiencia y la funcionalidad propias del modernismo.
Sin embargo, ambos crees en la naturaleza como fuente de inspiración y reconocen las
proporciones, el orden y las geometrías que esta conlleva. Claro está que se trata de un

4
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 56.
5
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 128.
6
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 57.
7
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 53-64.
6
enriquecedor dialogo que permanecerá y se entablará para seguir desafiando a los arquitectos
y críticos para reflexionar sobre el hombre y su entorno.

ORNAMENTACIÓN Y FUNCIONALIDAD

Así como el diálogo entre naturaleza y arquitectura es un tema muy debatido en la teoría, la
dualidad entre ornamentación y funcionalidad es otro de los temas más debatidos a lo largo de
los siglos. Los órdenes clásicos ya eran un ejemplo canónico de la ornamentación y éstos a lo
largo de la historia han sido más reconocidos o menos. Si se realiza una mirada al pasado pueden
observarse distintas épocas y movimientos que potencian el ornamento teniendo su máximo
esplendor en el gótico. Para un romántico como Ruskin se encuentra en el ornamento el motivo
de emoción, el sacrificio y la ofrenda, mientras que para un moderno como Le Corbusier se
despoja de los elementos ineficaces para quedarse con la sencillez y simplicidad, una visión
pragmática.

Para Ruskin, la ornamentación va más allá de lo estético; es un eco de la moralidad en la


arquitectura. Pues, su visión romántica de la arquitectura se basa en el concepto de “no se trata
de saber cuánto debemos hacer, sino cómo se debe esto hacer; No se trata de hacer más, sino
de hacer mejor”8. Se valora el trabajo paciente y concienzudo, la adoración y el sacrificio.
Manifiesta la importancia del trabajo en la arquitectura y reconoce el ornamento como símbolo
del sacrificio, pero este trabajo debe ser consciente. Elogia así el gótico del norte. Un trabajo
consciente, más desarrollado en la zona inferior cuando se encuentra al alcance del ojo humano,
y por lo contrario no es necesario malgastar trabajo en adornos excesivos de una zona superior.
Podría claramente decirse que reivindica la importancia del trabajo en la arquitectura frente a
una sociedad en la que el trabajo manufacturado se pierde frente a la sistematización de las
maquinas. Se trata de recuperar el don humilde de los arquitectos. Ruskin imagina cada detalle
ornamental como un cuentacuentos, transmitiendo significados más profundos y contribuyendo
a la riqueza visual y espiritual del edificio. La "verdad de los materiales", donde la ornamentación
auténtica respeta la esencia primitiva de los materiales que emplea. Para Ruskin, cada adorno
no es solo una joya estética, sino un vínculo espiritual con la divinidad y la naturaleza que lo
rodea. Un ejemplo que ilustra la perspectiva de Ruskin es la Catedral de Notre-Dame en
Estrasburgo. Estudiando su ornamentación gótica, Ruskin la elogia como un himno sublime a la
verdad y la sinceridad en el arte. Cada adorno, según él, es como una línea en la partitura de una
sinfonía espiritual.

En el sentido completamente práctico de Le Corbusier la ornamentación es innecesaria.


Argumenta que la arquitectura es cosa de plástica, no de romanticismo9. Enfatiza la simplicidad
y claridad de diseño. Creía que el ornamento estaba vinculado a estilos históricos y del pasado y
que en la sociedad moderna que se encontraban éste quedaba desconectado de las necesidades
y tecnologías modernas. Al despojar la arquitectura de estos elementos decorativos, hay una
búsqueda de liberación con el pasado y una voluntad de hacer frente a las demandas cambiantes

8
John Ruskin, Las siete lámparas de la arquitectura (Valladolid: Maxtor 2015), 33-34.
9
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 198.
7
de la sociedad del momento. La ornamentación superficial que tanto admiraba Ruskin era, para
Le Corbusier, una capa que ocultaba la verdadera función de la estructura. Al eliminarla, las líneas
limpias y la geometría precisa se convertían en la forma más pura de adornar una construcción:
“se ha depurado y afinado la sensación, se ha eliminado el decorado y conquistado la proporción
y la medida; se ha avanzado pasando de las satisfacciones primarias (decorado) a las
satisfacciones superiores (matemática)”10. Desde su punto de vista el decorado es de orden
sensorial, lo que agrada al hombre del pasado, el campesino. En cambio, la armonía y la
proporción, que quedan acentuadas al despojarse del ornamento, pertenecen al orden
intelectual, el que solicita el intelecto y que detiene al hombre culto y civilizado. Cada elemento,
cada detalle, estaba destinado a contribuir a la satisfacción racional del espíritu. Por ello
establece el concepto de “ordenación” y el del “eje” como la primera manifestación humana y
afirma que “en arquitectura, es preciso que el eje tenga un objetivo”11. De este modo busca la
casa-herramienta, la casa en serie que es más sana que la antigua que hacía un mal uso del
espacio. Mediante el módulo y proporción plantea distintas villas que responden a las
necesidades de la sociedad del momento como: casa “Domino”, casa “Citrohan”, “Villas-
inmuebles”…

Podría llegar a decirse que, a pesar de tener opiniones tan exageradamente opuestas, coincidían
en que cada elemento debería tener un propósito. La divergencia se encuentra en el propósito,
para Ruskin debería ser estético porque el ornamento es el lienzo del duro trabajo artesanal
como muestra de sacrificio y ofrenda, que estimula y comunica, que te detiene. Una visión
sumamente romántica que Le Corbusier cree necesaria desprenderse. Por contrario, abraza la
simplicidad como una forma de elegancia. Una perspectiva que, aunque en su momento fue
criticada por prevalecer de fría y deshumanizada, es de influencia innegable en la percepción de
concebir los espacios a día de hoy donde la forma y la función siguen siendo protagonistas de
nuestro fascinante mundo arquitectónico.

CONCLUSIONES:

Frente al marco de perspectivas de Ruskin y Le Corbusier, surge un diálogo que trasciende épocas
y despierta reflexiones profundas y características del arte y la arquitectura. Comenzando en una
Inglaterra enfocada a la revolución industrial hasta una Francia vanguardista, refleja una
arquitectura testigo de la evolución tanto social como tecnológica. El punto de vista de Ruskin
que resuena como un eco a la necesidad contemporánea de preservación de la identidad cultural
y nacional, la preservación de una sociedad que se estaba perdiendo a causa de la revolución
industrial. Por otro lado, el enfoque visionario y pragmático de Le Corbusier, precursor de la
simplicidad y la eficiencia. Dos respuestas muy distintas a una misma causa: La revolución
industrial. Ambos puntos de vista surgen a causa de este momento de la historia. El de Ruskin a

10
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 110.
11
Le Corbusier, Hacia una arquitectura (Barcelona: Apostrofe, 1998), 151.
8
causa de la negación de esta y la de Le Corbusier que es posterior y por lo que la revolución
industrial ya estaba consolidada, surge a causa de la aceptación.

Se encuentran diferentes visiones de la función de la arquitectura, la que narra la historia y los


valores de la sociedad frente a la que responde las necesidades de la sociedad moderna. La que
rememora el pasado con una mirada poética y la que busca una respuesta a la insatisfacción de
una sociedad en una acelerada transformación.

Respecto la dualidad con la naturaleza es interesante observar que ambos autores explicitan la
importancia de esta. Ambos la tienen como una base para la arquitectura, aunque lo cierto es
que el enfoque es distinto. Para Ruskin la naturaleza es la guía e incluso la musa, para la forma
de vida, los valores. La posición de Le Corbusier es más distinta, la mantiene como base como
fruto de ordenación y de los principios. No traduce la naturaleza de manera literaria en la
arquitectura, busca en ella los principios básicos geométricos propios de la armonía y
proporción.

El debate de la ornamentación frente a la función es un debate que realmente ha perdurado a


lo largo de los años. ¿Hasta qué punto necesitamos el ornamento para hacer de las cosas algo
bello y hasta qué punto es poco pragmático? Cierto es que este diálogo, en mi opinión se
encuentra alejado de la controversia que generaría a día de hoy, puesto que el ornamento que
enfatiza Ruskin es un ornamento templario que no realizaríamos a día de hoy pero que si
prevalecemos como patrimonio arquitectónico y cultural. Le Corbusier anticipó la simplificación
característica del diseño contemporáneo.

El diálogo que establecen ambas figuras arquitectónicas supone no solo un enfrentamiento entre
estilos sino también como un flujo continuo de ideas propias del mundo arquitectónico que han
influido a lo largo de la historia. Encontramos diversas lecciones y reflexiones que esculpen el
paisaje arquitectónico y que continúan inspirando las nuevas perspectivas contemporáneas.

9
PREGUNTA A CHAT GPT:

Establece un supuesto diálogo entre J.Ruskin y Le Corbusier basándote en los conocimientos


de los libros: “Hacia una arquitectura” y “Las siete lámparas de la arquitectura”.

John Ruskin (J.R.): Buenas tardes, Le Corbusier. Es un honor tener la oportunidad de discutir
sobre arquitectura contigo.

Le Corbusier (LC): El honor es mío, Ruskin. Tu obra "Las Siete lámparas de la arquitectura" ha
sido una fuente de inspiración para muchos. ¿En qué aspectos específicos de la arquitectura te
gustaría profundizar hoy?

J.R.: Aprecio tu interés. En "Las Siete lámparas de la arquitectura", exploro conceptos como la
verdad, la belleza y la durabilidad en la arquitectura. ¿Cómo ves estos principios en relación
con tu obra y tus ideas?

LC: Me atrae la idea de la verdad en la arquitectura. Creo que la función debe ser la guía
principal en el diseño arquitectónico. En mi manifiesto "Hacia una arquitectura", abogo por la
eficiencia funcional y la eliminación de la ornamentación innecesaria. ¿No crees que la verdad
arquitectónica también reside en la función?

J.R.: Ciertamente, la función es crucial. Sin embargo, creo que la verdad arquitectónica va más
allá de la funcionalidad pura. La arquitectura debe reflejar la verdad en su relación con la
naturaleza y la humanidad. ¿Cómo reconcilias la eficiencia funcional con la conexión emocional
que la arquitectura puede tener con las personas?

LC: Entiendo tu punto. Creo que la verdad funcional no excluye la expresión emocional. De
hecho, busco una síntesis entre la función y la poesía. En "Hacia una arquitectura", abogo por
la máquina como inspiración, pero también reconozco la necesidad de humanizar esos
espacios. La eficiencia y la emoción pueden coexistir.

J.R.: Interesante perspectiva. En "Las Siete lámparas de la arquitectura", también destaco la


importancia de la belleza. ¿Cómo abordas este concepto en tu trabajo?

LC: La belleza, para mí, está en la proporción y la armonía. Busco la belleza en la eficiencia y la
simplicidad. Creo que la arquitectura debe ser clara, ordenada y responder a las necesidades
fundamentales. La belleza, en mi opinión, emana de la función bien ejecutada.

J.R.: Comprendo. Mi visión de la belleza incluye la conexión espiritual y emocional con el


entorno. ¿Crees que la arquitectura moderna puede lograr esa conexión más allá de la función
y la eficiencia?

LC: Creo que la arquitectura moderna puede evocar emociones a través de la pureza de sus
formas y la eficiencia de su diseño. La conexión espiritual puede lograrse mediante la creación
de espacios que mejoren la calidad de vida. ¿No crees que la funcionalidad bien ejecutada
puede ser espiritual en sí misma?

10
J.R.: Es un punto interesante. La conexión entre la funcionalidad y la espiritualidad es compleja.
Tal vez, en nuestra discusión, podamos encontrar una síntesis entre la verdad, la belleza y la
función en la arquitectura moderna.

LC: Estoy de acuerdo. Aunque nuestras perspectivas difieren, creo que ambas buscan la
excelencia en la arquitectura. Esta conversación ha sido enriquecedora, Ruskin.

RESPUESTA Y ANALISIS:

Este diálogo contextualiza y reconcilia diferentes perspectivas para abordar la complejidad de


distintos campos teóricos.

La diferencia de opiniones en los principios arquitectónicos fundamentales es evidente. Como


se ha comentado anteriormente, uno relaciona la importancia de la verdad en relación con la
naturaleza y la humanidad mientras que el otro se centra en detallar la importancia
fundamental de la funcionalidad y la eficiencia.

Según el diálogo ambos convergen en el tema de la función en la arquitectura, aunque a ser


verdad, Ruskin se refiere a una función de conexión con la espiritualidad y los sentimientos y
recuerdos de la sociedad mas que una funcionalidad pragmática a la que se refiere Le
Corbusier.

Es evidente que el diálogo refleja las tendencias y las preocupaciones propias de las épocas en
la que vivieron cada uno de ellos. A pesar de sus diferencias, ambos expresan la voluntad de
buscar una síntesis en sus perspectivas. El desafío de encontrar el equilibrio perfecto entre la
función, la belleza y la verdad arquitectónica para así comprender y dominar la riqueza y
complejidad de la arquitectura.

REFERENECIAS:

1. Dr. Lic. Prof. Gastòn Español, "John Ruskin: todas las razones para amar lo medieval,"
MásdeArte, [13/10/2018], https://masdearte.com/especiales/john-ruskin-todas-las-
razones-para-amar-lo-medieval/.
2. Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno, y otros.
"Biografía de John Ruskin."[1/01/2023].
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/1681/John%20Ruskin.
3. Le Corbusier. Hacia una arquitectura. Apostrofe, [31/01/2013]
4. Víctor Moreno, María E. Ramírez, Cristian de la Oliva, Estrella Moreno, y otros.
"Biografía de Le Corbusier." [6/10/2023]
https://www.buscabiografias.com/biografia/verDetalle/5004/Le%20Corbusier
5. Valencia Corrales, Horacio. De la naturaleza a la arquitectura moderna: Una búsqueda
objetiva de la forma en la primera obra de Le Corbusier. Medellín, Colombia:
Universidad Nacional de Colombia, [2013].
https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/12275

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