INSTITUCIONES PROCESALES CIVILES

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE

UCAYALI
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS
ESCUELA ACADÉMICA PROFESIONAL DE DERECHO

MONOGRAFÍA
Instituciones Procesales Civiles
ASIGNATURA: TEORÍA DEL DERECHO
PROCESAL

DOCENTE : Mg. Moisés N. Paz Panduro.

CICLO : IV SECCIÓN: “B”

ESTUDIANTE :
 Mendoza Baneo, Katty Milagros.

Pucallpa – Perú

2024
1
Dedicatoria

A mi querida madre, por haberme brindado, dentro de sus posibilidades,

la oportunidad de formarme académicamente.

A mi docente, el Dr. Moisés N. Paz Panduro, por sus vastos conocimientos

compartidos en cada clase.

2
Índice

DEDICATORIA ............................................................................................................................2

ÍNDICE .........................................................................................................................................3

INTRODUCCIÓN .........................................................................................................................5

INSTITUCIONES PROCESALES CIVILES .................................................................................7

1. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN .................................................................................7

1.1. En el ámbito internacional ........................................................................................7

1.1.1. Influencia del Derecho Romano. .................................................................................. 7

1.1.2. Código Civil Francés de 1804. ..................................................................................... 7

1.1.3. Derecho Comparado y Sistemas de Common Law. ..................................................... 7

1.1.4. Convenciones Internacionales y Derechos Humanos. .................................................. 8

1.2. En el ámbito nacional ...............................................................................................8

1.3. En el ámbito local .....................................................................................................9

2. BASES TEÓRICAS..............................................................................................................13

2.1. Introducción a las Instituciones Procesales Civiles.................................................13

2.1.1. Evolución del Proceso Civil en el Perú. ...................................................................... 13

2.1.2. Definición y concepto de Instituciones Procesales. .................................................... 17

2.1.3. Importancia en el Derecho Procesal Civil. .................................................................. 19

2.2. La Acción en el Derecho Procesal Civil ..................................................................20

2.2.1. Concepto de Acción. ................................................................................................. 22

2.2.2. Elementos y Clasificación de la Acción. ..................................................................... 23

2.2.3. Condiciones de la Acción: Interés y Legitimidad para Obrar. ...................................... 29

2.3. La Pretensión y el Petitorio .....................................................................................31

2.3.1. Definición de Pretensión en el Proceso Civil. ............................................................. 33

2.3.2. Elementos de la pretensión: Objeto y Razón.............................................................. 35

2.3.3. Clasificación de la Pretensión. ................................................................................... 38

2.3.4. Diferencias entre Acción y Pretensión........................................................................ 40

2.4. La Jurisdicción y la Competencia ...........................................................................40

2.4.1. Concepto de Jurisdicción en el Derecho Procesal. ..................................................... 42

2.4.2. Naturaleza y Finalidad de la Jurisdicción. .................................................................. 44

3
2.5. Sujetos Procesales en el Proceso Civil ..................................................................46

2.5.1. El Demandante y el Demandado: Derechos y Obligaciones. ...................................... 47

2.5.2. El Juez. ..................................................................................................................... 49

2.6. Sujetos Procesales Secundarios ................................................................................50

2.7. Los Órganos de Auxilio Judicial ..............................................................................50

2.8. La Teoría de la Prueba ...........................................................................................51

2.8.1. Concepto y Finalidad de la Prueba. ........................................................................... 51

2.8.2. Principios del Derecho Probatorio. ............................................................................. 53

2.8.3. Tipos de Prueba: Documental, Testimonial y Pericial. ................................................ 54

2.8.4. Sistemas de Valoración de la Prueba (tarifa legal y libre apreciación). ....................... 62

2.8.5. Carga de la Prueba y la Prueba de Oficio. ................................................................. 64

2.8.6. Prueba Prohibida....................................................................................................... 68

2.9. La Sentencia y la Cosa Juzgada ............................................................................71

2.9.1. Concepto y Naturaleza de la Sentencia. .................................................................... 71

2.9.2. Tipos de Sentencia (declarativas, constitutivas y de condena). .................................. 73

2.9.3. El Principio de Cosa Juzgada: Naturaleza y Finalidad. ............................................... 76

2.10. La Impugnación ..................................................................................................78

2.10.1. Concepto y Clases de Medios de Impugnación. ......................................................... 82

2.10.2. Clasificación de los Recursos. ................................................................................... 82

CONCLUSIÓN ...........................................................................................................................91

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS ..........................................................................................94

ANEXOS ....................................................................................................................................95

ILUSTRACIÓN 1: MAPA CONCEPTUAL DE LAS INSTITUCIONES GENERALES DEL DERECHO PROCESAL CIVIL. 95

ILUSTRACIÓN 2: CUADRO COMPARATIVO ENTRE ACCIÓN, JURISDICCIÓN Y COMPETENCIA. ......................96

ILUSTRACIÓN 3: CUADRO COMPARATIVO ENTRE EL SISTEMA PROCESAL DISPOSITIVO, INQUISITIVO Y MIXTO.97

ILUSTRACIÓN 4: CUADRO COMPARATIVO DE LOS PRINCIPALES RECURSOS IMPUGNATORIOS ESTABLECIDOS EN

EL CÓDIGO PROCESAL CIVIL. .......................................................................................................99

ILUSTRACIÓN 5: CUADRO COMPARATIVO DE LOS SUJETOS PROCESALES CIVILES. ..................................100

4
Introducción

Con las limitaciones que surgen del escaso conocimiento que aún hoy se

tiene de la historia jurídica antiquísima, es factible afirmar que en un principio

todo conflicto intersubjetivo de intereses terminaba – como no podía ser de otra

forma – por la fuerza que un sujeto ejercía sobre otro más débil.

Así era que, frente a la existencia de un conflicto (recordar que se presenta

en el plano de la realidad social cuando en ella coexisten una pretensión y una

resistencia acerca de un mismo bien de la vida), la solución solo se lograba con

la realización de un acto de fuerza.

De tal manera que, si atendemos a la obvia desigualdad natural existente

entre los diferentes hombres que integran un conglomerado social, la estructura

de todo conflicto puede sintetizarse en dos antagónicos desiguales (pretendiente

y resistente), en que uno está sobre otro.

Como resultado de ello – después de un proceso evolutivo social, claro

está – erigió la figura de Heterocomposición como un medio de solución de

conflictos, en la cual, interviene un tercero con facultades legítimas. Una de las

formas de Heterocomposición, es justamente la que se va a dilucidar mediante

la presente, en el extremo de sus instituciones jurídicas; esto es, el proceso

judicial. En cuanto a la doctrina se refiere, tenemos que existen tres sistemas

procesales: el sistema dispositivo, el sistema inquisitivo y el sistema mixto.

Dícese sistema dispositivo, porque sus protagonistas son los titulares de

los derechos en juego, los que, como tales, pueden “disponer” de ellos, conforme

sea su interés; este sistema fue por largo tiempo la forma de resolver el conflicto

5
intersubjetivo en el mundo occidental, hasta la aparición de un sistema de

juzgamiento completamente diferente, denominado “inquisitivo”.

El sistema inquisitivo tuvo su origen en la inquisición medieval, que se

organizó a comienzos del siglo XIII para la investigación y represión de

determinados delitos contra la religión, especialmente la herejía. De este modo,

de un debate oral y público frente a jueces populares se giró ciento ochenta

grados hacia la concepción opuesta: una investigación cumplida por un

inquisidor en secreto y por escrito, transformándose el acusado de un sujeto del

procedimiento, que enfrentaba al acusador en un plano de igualdad, a

constituirse en un objeto de la investigación que se practicaba.

De la comparación efectuada puede inferirse con facilidad que los

sistemas dispositivo e inquisitivo son absolutamente antagónicos, que simulan

no pocas veces, que hasta pueden llegar a convivir pacíficamente. Tanto es así,

que es habitual que indiquen que “es predominantemente dispositivo con

algunas pautas inquisitivas” o, por lo contrario, que es “fundamentalmente

inquisitivo, con algunos rasgos dispositivos”. De allí que abunden los centristas,

embarcados en la tarea de lograr un adecuado equilibrio entre estas posiciones

antagónicas, denominado sistema mixto.

Siendo así, seguidamente pasamos a presentar un compilado informativo

acerca de las instituciones jurídicas que conforman nuestro sistema procesal

civil; mismo que, como sabemos, está influenciado por figuras jurídicas

originarios de otros lugares.

6
Instituciones Procesales Civiles

1. Antecedentes de la Investigación

1.1. En el ámbito internacional

1.1.1. Influencia del Derecho Romano.

Las raíces del derecho procesal civil peruano se encuentran en el Derecho

Romano. Como señala Juan M. Monroy Gálvez en su artículo “El proceso civil

en el Perú: origen y destino”, el Derecho Romano proporcionó los principios

fundamentales del proceso, como la adversarialidad, la oralidad y la publicidad

de los juicios. Estos principios, aunque adaptados y transformados a lo largo del

tiempo, siguen siendo pilares del proceso civil.

1.1.2. Código Civil Francés de 1804.

La codificación del derecho civil, iniciada con el Código Civil francés de

1804, tuvo una profunda influencia en la organización de los sistemas jurídicos

de numerosos países, incluido el nuestro. Este código estableció un modelo de

codificación que fue adoptado por muchos otros países y que sentó las bases

para la regulación de las instituciones procesales civiles.

1.1.3. Derecho Comparado y Sistemas de Common Law.

El derecho comparado ha jugado un papel fundamental en la evolución

del proceso civil peruano. La influencia de los sistemas de common law,

especialmente en materia de derecho probatorio y procedimientos especiales,

es evidente en nuestra legislación. Como señala Monroy Gálvez, la ausencia de

una tradición jurídica propia en el Perú durante la época colonial y republicana

7
temprana llevó a la adopción de modelos extranjeros, entre ellos los del common

law1.

1.1.4. Convenciones Internacionales y Derechos Humanos.

Las convenciones internacionales de derechos humanos, como la

Convención Americana sobre Derechos Humanos, han influido

significativamente en el desarrollo de nuestras instituciones procesales civiles,

ya que establecen garantías procesales fundamentales que limitan el poder del

Estado y protegen los derechos de las partes en un proceso judicial.

1.2. En el ámbito nacional

Las instituciones procesales como la apelación y el doble grado de

jurisdicción (entendido como la posibilidad de que una sentencia emitida en

primera instancia sea revisada por un tribunal superior), se han consolidado

como un principio esencial dentro de nuestro sistema de justicia.

Esto debido a que la Constitución Política del Perú de 1979, así como la

de 1993, han reconocido el derecho al doble grado de jurisdicción de forma

explícita, lo que le otorga un rango especial dentro de las garantías procesales

e implica que cualquier proceso puede someterse a revisión en una segunda

instancia, con la intención de fortalecer las garantías de defensa y justicia para

los ciudadanos.

Como expone Stefano Liva en su análisis, este enfoque subraya un

compromiso con el derecho a la revisión judicial en múltiples instancias,

1
En un sentido más amplio se habla de Common Law para referirse a aquel sistema legal
basado, primordialmente, en las decisiones adoptadas por los tribunales.

8
promoviendo un mecanismo de control y garantía que apoya la transparencia y

equidad en los procesos judiciales:

“En concreto, creo que puede ser de notable interés analizar el

procedimiento de apelación disciplinado por el Código Procesal Civil de Perú de

1993. La elección no es casual, ya que la Constitución peruana de 1979, con una

norma acogida también en la Constitución de 1993, al final de un complejo

recorrido histórico bien descrito en un trabajo de Giovanni Priori, 'establece la

instancia plural como un derecho constitucional, estableciendo un mínimo y no

un máximo de instancias'. Esto ha hecho que dicha Constitución, en contra de la

tendencia con respecto a la orientación más restrictiva dominante en los países

latinoamericanos, sea la única que prevé en su texto el derecho al doble grado

de jurisdicción como derecho constitucional aplicable a cualquier tipo de

proceso”.

1.3. En el ámbito local

En el departamento de Ucayali, la propiedad de la tierra y los derechos

derivados de actos de transferencia, como la compraventa, han sido foco de

conflictos frecuentes. La importancia de instituciones procesales civiles, como la

valoración probatoria y la protección de la buena fe registral, adquiere relevancia

en los procesos de regularización de propiedad y en la defensa de los derechos

adquiridos. Sin embargo, estos principios no siempre se aplican de manera

uniforme, generando incertidumbre en torno a la titularidad y protección de los

derechos patrimoniales.

Uno de los casos que evidencia esta problemática es el de Vilma Lizarbe

Cuya, en el cual se pone a prueba la actuación de las instituciones procesales

9
civiles para proteger los derechos de los adquirentes en el marco de los

procedimientos de nulidad de actos jurídicos. En este caso, la Sala Superior de

Ucayali emitió la Casación N° 18716-2018 Ucayali, el cual , en su considerando

Noveno, concluye:

“La sentencia de vista emitida por la Sala Superior, incurre en infracción

normativa de los artículos 197, 233, 275 y 276 del Código Procesal Civil e inciso

3 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú, así como de los de los

artículos 140 inciso 2, 219 incisos 1, 3 y 5 y 2014 del Código Civil, por lo que al

haber estimado las causales invocadas corresponde declarar fundado el recurso

de casación, casar la sentencia de vista; y, actuando en sede de instancia,

confirmar la sentencia apelada que declaró fundada la demanda” (Corte

Suprema de Justicia de la República, 2019, p. 17).

Misma en la que se evidencian varias instituciones jurídicas, esenciales

para garantizar el acceso a la justicia y la resolución de conflictos, tales como:

a) Debido proceso y tutela jurisdiccional efectiva.- Esta institución

garantiza que los procesos judiciales se desarrollen bajo condiciones justas y

respetuosas de los derechos procesales de las partes, conforme a lo establecido

en el artículo 139 de la Constitución Política del Perú. Implica que los jueces

deben valorar las pruebas de manera razonada y emitir sentencias fundadas.

En este caso, la Corte Suprema observa que la Sala Superior vulneró el

derecho al debido proceso al no valorar las pruebas de manera conjunta, lo que

afectó la justicia y objetividad del fallo.

10
b) Valoración de la prueba.- El principio de valoración de la prueba es

regulado por el artículo 197 del Código Procesal Civil, el cual establece que el

juez debe considerar todas las pruebas en su conjunto y de manera razonada.

La Corte Suprema señaló que la Sala Superior falló en aplicar este

principio al desestimar ciertos medios probatorios relevantes, como documentos

y testimonios que respaldaban los derechos de propiedad de la demandante,

afectando así la integridad de la decisión judicial.

c) Pruebas indiciarias y sucedáneos probatorios.- Los sucedáneos

probatorios son auxilios que ayudan al juez a obtener certeza sobre hechos

controvertidos cuando las pruebas directas son insuficientes. Están regulados

por los artículos 275 y 276 del Código Procesal Civil.

En el caso, la Corte Suprema identificó que la Sala Superior no tomó en

cuenta pruebas indiciarias que reforzaban la veracidad de la compraventa inicial

de la demandante. Esto afectó la resolución del caso, ya que estas pruebas, en

conjunto, podían haber confirmado la titularidad de la demandante.

d) Buena fe pública registral.- La buena fe registral es una institución

del derecho civil peruano recogida en el artículo 2014 del Código Civil. Protege

a quienes adquieren derechos de personas registradas como titulares, siempre

que el adquirente actúe de buena fe y confíe en la información que aparece en

el registro público.

En este proceso, la Corte Suprema analizó si los demandados habían

actuado de buena fe al adquirir el predio. Determinó que no se podía presumir

esta buena fe, pues existían indicios suficientes que debieron alertarlos sobre

11
problemas en la titularidad. La buena fe pública registral no protegió a los

adquirentes, ya que la titularidad del predio estaba previamente en disputa.

e) Requisitos de validez de los actos jurídicos.- Los actos jurídicos

deben cumplir ciertos requisitos para ser válidos, según el artículo 140 del

Código Civil, entre ellos tener un objeto posible y contar con la voluntad válida

de los intervinientes. Los artículos 219, incisos 1, 3 y 5, del Código Civil regulan

las causas de nulidad, incluyendo la ausencia de voluntad y la simulación.

La Corte Suprema determinó que el acto de compraventa realizado entre

los vendedores y los demandados era inválido, ya que los vendedores habían

perdido su titularidad sobre el predio y, por lo tanto, no podían transferirlo

legítimamente. La compraventa también se consideró simulada, pues no se

evidenció la intención genuina de celebrar el acto ni la existencia de pago.

f) Tracto sucesivo.- El principio de tracto sucesivo se refiere a la

continuidad en la cadena de transferencias de propiedad, indispensable en el

derecho registral. Este principio asegura que solo quien tiene título válido y

registrado puede transferir un derecho.

En el caso, se evidenció que los vendedores ya habían transferido el

predio a la demandante, rompiendo así la cadena de titularidad al realizar una

segunda compraventa a favor de los demandados. Esta situación violaba el

principio de tracto sucesivo y afectaba la seguridad jurídica del registro de

propiedad.

g) Nulidad de actos jurídicos.- La nulidad de actos jurídicos es una

institución que protege el orden jurídico cuando se celebran actos que no

12
cumplen los requisitos de validez. Según el artículo 219 del Código Civil, los

actos son nulos si carecen de objeto posible, voluntad válida o si son simulados.

La Corte Suprema, al analizar este caso, consideró que la compraventa

entre los vendedores y los demandados era nula, tanto por la falta de titularidad

de los vendedores como por la simulación, lo cual fue suficiente para anular el

acto jurídico.

h) Propiedad y derechos reales.- En el ámbito civil, la propiedad es el

derecho que otorga al titular el dominio sobre un bien. El artículo 949 del Código

Civil señala que el contrato de compraventa, incluso si no está registrado, puede

hacer al comprador propietario en términos jurídicos.

En el caso, se determinó que la demandante adquirió la propiedad del

bien en virtud de un contrato de compraventa previo, aunque no hubiera sido

inscrito, y por tanto los vendedores ya no tenían el derecho a transferirlo.

2. Bases Teóricas

2.1. Introducción a las Instituciones Procesales Civiles

2.1.1. Evolución del Proceso Civil en el Perú.

Los textos históricos nos enseñan que, hace poco más de un siglo y

medio, los países de América Latina alcanzaron su independencia política, un

logro resultado de una larga y sacrificada lucha. Sin embargo, lo que esos textos

no mencionan es que esa lucha fue tan absorbente que la inteligencia nacional

de la época solo tuvo espacio para desarrollar y difundir los principios de la

ideología liberadora que se requería en ese momento. Esta orientación

determinó que, una vez lograda la independencia, no existieran las condiciones

13
para fundar las bases filosóficas e ideológicas de una nación. Este vacío es

nuestro primer drama republicano: hoy, más de 200 años después, muchas

veces sentimos que somos solo un grupo social unido por símbolos, más que

una nación; un conjunto de habitantes más que una organización de ciudadanos.

Esta falta de bases ideológicas también afectó al ámbito jurídico. Implicó,

por ejemplo, que no quedara más opción que aceptar que las instituciones

fundamentales del Estado provinieran de otros contextos, lo que resultó en la

persistencia de instituciones coloniales que seguían vigentes a pesar del cambio

histórico.

Este contexto no solo contribuye a entender la identidad nacional, sino

que también explica por qué ciertas instituciones no responden a las demandas

de la sociedad actual. Un ejemplo de ello es la Administración de Justicia.

2.1.1.1. Crisis en la Administración de Justicia.

La crisis en la Administración de Justicia tiene su origen estructural en el

hecho de que las instituciones fundamentales del Estado fueron adoptadas por

una necesidad urgente, más que por una reflexión profunda.

En otras palabras, la administración judicial en el Perú llegó como una

obligación. Esta situación se asemeja a la visión expresada por Goethe a través

de Mefistófeles en su Fausto: “Hemos heredado el Derecho y las leyes como un

mal eterno”.

Existen muchos aspectos que podrían analizarse sobre la crisis de la

Administración de Justicia. Un ejemplo es el presupuesto insuficiente, que refleja

cómo, para los políticos de hoy, la Justicia es un valor intermedio.

14
2.1.1.2. El Proceso Civil y la Sociedad.

El proceso civil es fundamentalmente un fenómeno social. Más allá de su

aproximación científica o técnica, es un conjunto de reglas que regulan el

comportamiento de los individuos dentro del ámbito judicial. Un análisis de

cualquier ordenamiento procesal civil vigente en un momento histórico puede

revelar mucho sobre la organización social de esa época. Por ejemplo, en la

Edad Media en España, el Espéculo2 legal regía las normas procesales, como

las de la prueba testimonial, reflejando la desigualdad social de la época.

El proceso civil también tiene una función instrumental: no es un fin en sí

mismo, sino que tiene como objetivo hacer efectivo el Derecho civil y, en algunos

casos, el Derecho comercial. Si el Derecho civil de una sociedad tiene como

objetivo perpetuar el sistema social, el proceso civil correspondiente también

cumplirá ese rol, asegurando que dicho sistema se mantenga intacto.

Por lo tanto, para que el proceso civil cumpla una función transformadora,

es necesario reconocer su naturaleza social y su rol instrumental.

2.1.1.3. El Proceso Civil Peruano.

El proceso civil peruano no está exento de una base ideológica. Está

profundamente enraizado en los principios de la Filosofía Individualista, propia

del liberalismo surgido tras la Revolución Francesa. Esto se traduce en un

sistema que valora la libertad y la igualdad, principios esenciales de la

Revolución, aunque su vigencia actual no necesariamente sea un mérito.

2
El Espéculo es un cuerpo legal compuesto por cinco libros, en los que se alude a leyes de otros
posteriores que no conocemos. Cabe así pensar que, sobre un plan inicial de nueve libros, el
código no llegó a ser concluido, o bien simplemente que se extraviaron los libros siguientes.

15
Estos conceptos fueron revolucionarios en su época, pero si no se

adaptan al cambio social, pueden terminar perpetuando un sistema anacrónico.

El proceso civil en el Perú refleja un liberalismo a ultranza que, en la práctica,

favorece a los individuos con más recursos, ya que los procesos tienden a

favorecer a quienes tienen mayores posibilidades económicas.

El sistema procesal es privatista: las partes controlan el proceso, y el juez

actúa como un espectador marginal. Además, es igualitario solo en teoría, ya

que en la práctica, los ricos tienen mejores condiciones para litigar que los

pobres, quienes enfrentan grandes desventajas en cuanto a acceso a la justicia.

Siendo así, el proceso civil peruano es un reflejo de un sistema ideológico

que, aunque basado en principios de libertad e igualdad, en la práctica contribuye

a consolidar las desigualdades sociales.

2.1.1.4. Hacia un Nuevo Proceso Civil.

Para superar los problemas del actual proceso civil, es necesario empezar

con una reforma en la enseñanza del Derecho. La concepción exegética que

predominó en el pasado, centrada en la interpretación de normas, sigue vigente

en la enseñanza del proceso civil. Esta visión es insuficiente y debe ser

reemplazada por un enfoque que estudie las instituciones procesales, su origen,

naturaleza y contexto histórico.

Es fundamental también integrar la teoría con la práctica. El conocimiento

práctico y teórico del proceso civil debe ser complementario, ya que la

experiencia práctica es esencial para comprender y mejorar la teoría del proceso.

Finalmente, una reforma exitosa debe ser precedida por un esfuerzo de

difusión masiva del conocimiento sobre el proceso civil, especialmente en áreas

16
fuera de los centros urbanos. Este trabajo de difusión permitirá que,

eventualmente, se logre una reforma verdadera del sistema procesal.

2.1.1.5. Proceso Civil y Realidad Actual.

El proceso civil refleja una transición de la “acción directa” (justicia por

mano propia) a la “acción civil” (delegación del conflicto a una tercera parte). Sin

embargo, si el proceso civil se convierte en una herramienta ineficaz, la acción

directa podría reinstalarse, como muestra la violencia creciente en la sociedad

peruana. Esto sugiere que, si el sistema judicial sigue fallando, la justicia por

mano propia podría volver a prevalecer, lo que es un signo de la crisis en la

Administración de Justicia.

2.1.2. Definición y concepto de Instituciones Procesales.

Con el término de institución jurídica se individualiza al conjunto de

normas jurídicas que en forma abstracta y orgánica, regula una especie de

relación o situación jurídica3 prevista por el legislador como típica.

La noción parte de pensar al fenómeno jurídico con dos caras, una suerte

de doble realidad, la faceta sociológica, que acontece en la vida de las personas

concretas, en su existencia fenomenológica, y la normativa, el conjunto de las

previsiones contenidas en el ordenamiento jurídico.

Como el ordenamiento sustenta estas previsiones normativas en lo que

sucede habitualmente, considera a la conducta humana en base a una idea de

3
La mayoría de los autores concibe a la relación jurídica como una relación social trabada entre
personas, que es regulada por el ordenamiento jurídico que, en aras de tutelar intereses que
considera valiosos, la disciplina orgánicamente mediante el reconocimiento de un cúmulo de
derechos y deberes jurídicos. Mientras que la situación jurídica puede entonces ser definida
como un modo de estar de la persona, frente al derecho con respecto a determinados bienes o
en relación con ciertas personas.

17
regularidad, sus normas están construidas como una previsión abstracta de lo

que sucede con cierto grado de reiteración en la realidad social. El conjunto de

orgánico de normas destinado a regir una relación social que es concebida

típicamente por el ordenamiento jurídico, constituye una institución en sentido

jurídico.

La institución jurídica es entonces el resultado de efectuar un

seccionamiento ideal del ordenamiento, para agrupar una serie de conjuntos de

reglas que, en cada caso, tipifican un cierto modo de relacionarse en sociedad.

En esa misma línea, una institución jurídica procesal civil, es un conjunto

de normas jurídicas que regulan, de manera abstracta y orgánica, un tipo

específico de relación jurídica procesal en el ámbito civil. Estas instituciones

procesales estructuran y organizan las reglas que regulan el proceso judicial civil,

permitiendo la administración de justicia en las disputas entre particulares o entre

particulares y el Estado.

Es decir, una institución jurídica procesal civil cumple una función

normativa específica en el marco del proceso civil. Su objetivo es ordenar y

regular la actividad procesal y el desarrollo del juicio, de acuerdo con los

principios y fines de la justicia civil, garantizando la protección de derechos, la

resolución de conflictos y la seguridad jurídica en las relaciones sociales.

Algunas de las instituciones jurídicas fundamentales incluyen lo siguiente:

2.1.2.1. Jurisdicción.

Define la facultad de los jueces para resolver controversias y aplicar la

justicia en el ámbito civil.

18
2.1.2.2. Competencia.

Establece los límites y criterios para que cada juez conozca un caso

determinado (ya sea por el tipo de materia, el territorio, la cuantía, etc.).

2.1.2.3. Acción.

Constituye el derecho de las personas para acudir al sistema de justicia

en busca de una resolución judicial a sus conflictos civiles.

2.1.2.4. Proceso.

Es el conjunto ordenado de actos realizados por las partes y el juez,

destinado a resolver una disputa a través de un juicio.

2.1.2.5. Prueba.

Regula los medios y formas de acreditación de los hechos en el proceso

civil, permitiendo que el juez valore los elementos presentados y tome una

decisión fundada.

Cada una de estas instituciones procesales civiles constituye un

“seccionamiento ideal” del ordenamiento jurídico procesal, ya que agrupa una

serie de normas destinadas a regular aspectos específicos del desarrollo de los

procesos civiles, organizándolos para que respondan a la necesidad de justicia

y a la estabilidad en las relaciones jurídicas.

2.1.3. Importancia en el Derecho Procesal Civil.

Las instituciones procesales son los pilares fundamentales sobre los

cuales se edifica el derecho procesal civil. Son los mecanismos y herramientas

que el ordenamiento jurídico pone a disposición de los particulares para hacer

19
valer sus derechos y resolver los conflictos que surjan en la vida civil. Son el

cauce a través del cual se materializan las garantías del debido proceso, como

el derecho a la defensa, la igualdad de las partes, la publicidad de los actos

procesales, la contradicción y la motivación de las resoluciones judiciales.

Asimismo, facilitan el acceso a la justicia, permitiendo a las personas

resolver sus controversias de manera pacífica y ordenada; contribuyen a la

seguridad jurídica, al establecer reglas claras y precisas sobre cómo se deben

resolver los conflictos, lo que genera certidumbre y confianza en el sistema

jurídico.

Por último, permiten que el sistema judicial funcione de manera eficiente,

resolviendo los asuntos en un plazo razonable y con la menor carga procesal

posible.

2.2. La Acción en el Derecho Procesal Civil

El Estado no sólo tiene el poder y derecho de someter a su jurisdicción a

quienes necesiten obtener la composición de un litigio o la declaración de un

derecho, sino también la obligación de actuar mediante su órgano jurisdiccional

para la realización o verificación de los derechos, cuando un particular o un

funcionario público se lo solicita con las formalidades legales. Tiene también el

Estado el poder y el derecho de someter a su jurisdicción a quienes aparezcan

como posibles autores, cómplices o encubridores de ilícitos penales, o

representen una situación de peligrosidad social como posible fuente de ilícitos

penales, sea actuando sus jueces de oficio o a petición de un particular o de otro

funcionario.

20
En materia civil, laboral y contencioso-administrativa esa petición es

necesaria para que el Estado ponga en funcionamiento la jurisdicción; de ahí el

clásico principio: nenio iudex sine actore; ne procedat iudex ex officio4.

En materia penal rige igual concepto y principio, en los sistemas de tipo

acusatorio que exigen el ejercicio de la acción por el ministerio público o por el

perjudicado con el delito, para que se inicie el proceso; pero no cuando, como

ocurre en muchos países, se permite e incluso se ordena al juez iniciar

oficiosamente el proceso al recibir por cualquier fuente la notitia criminis, pues

en este caso no existe acción que se ejercite por alguien.

Ha regido como principio general, en materia penal, la iniciación de oficio

(o sea, sin petición de nadie y por tanto sin ejercicio por nadie de la “acción

procesal”) tanto de la investigación previa o del sumario, como del juicio o

proceso propiamente dicho que se inicia con el auto de proceder o con el que

dispone el enjuiciamiento.

Esa petición, que pone en movimiento la función jurisdiccional del Estado

(en su sentido estricto), es el medio para el ejercicio de la acción y se la conoce

como demanda (en lo civil laboral o contencioso-administrativo) y como denuncia

o querella (en lo penal); pero debe tenerse cuidado de no confundirlas, porque

si bien la acción se ejercita mediante la demanda, en ésta se encuentra también

la pretensión, que es el objetivo concreto perseguido por el demandante en cada

proceso, y los fundamentos de hecho y de derecho que constituyen su causa;

también en la querella y en algunas denuncias penales, se contiene la acción

4
Nemo iudex sine actore ne procedat ex officio es una locución latina, que puede traducirse en
español como "No hay juicio sin actor, ni el juez puede iniciarlo de oficio" o "No hay juicio sin
parte que lo promueva", utilizada en el ámbito del Derecho Procesal como aplicación del principio
dispositivo.

21
que pone en movimiento la jurisdicción, y la pretensión punitiva para que se

declare la responsabilidad y se aplique una pena o una medida de seguridad; la

segunda si se señala a un responsable y se pide que se le aplique la

correspondiente sanción o medida de seguridad.

Mucho se ha discutido acerca de la naturaleza, del fin y del fundamento

de la acción. No obstante, la doctrina puede clasificarse en dos grupos:

1) Teorías que consideran la acción como un elemento del derecho

sustancial o material subjetivo o como este derecho mismo en ejercicio o

movimiento;

2) Teorías que sostienen que la acción es autónoma y diferente del

derecho sustancial o material subjetivo.

Pero dentro del segundo grupo existen numerosas subdivisiones, pues

los autores se separan en cuanto a la verdadera naturaleza de la acción, a sus

fundamentos y a sus fines.

2.2.1. Concepto de Acción.

Según Devis Echandía, “Acción es el derecho público, cívico, subjetivo,

abstracto y autónomo, que tiene toda persona natural o jurídica, para obtener la

aplicación de la jurisdicción del Estado a un caso concreto mediante una

sentencia, a través de un proceso, o para pedir que se inicie la investigación

penal previa al proceso.”

De otro lado, Couture instituye su definición de la siguiente manera:

“Poder Jurídico que tiene todo sujeto de derecho, de acudir a los órganos

jurisdiccionales para reclamar la satisfacción de una pretensión”.

22
Ahora bien, tenemos que las definiciones de Devis Echandía y Couture

sobre el concepto de “acción” reconocen la capacidad de cualquier persona de

acudir al sistema de justicia para obtener una respuesta a sus pretensiones y la

consideran como un instrumento para activar la jurisdicción del Estado, que

permite que los tribunales conozcan y resuelvan un caso.

Sin embargo, Echandía ve la acción como un derecho abstracto e

inherente a las personas, independiente de la pretensión concreta. Su enfoque

es más amplio y general, pues considera que la acción existe por el solo hecho

de poder pedir la intervención del sistema de justicia, ya sea para resolver un

conflicto o investigar un posible delito.

Mientras que Couture, en cambio, considera la acción como un poder

jurídico vinculado a la satisfacción de una pretensión. Esto implica que la acción

está condicionada por la existencia de un derecho sustantivo que el actor desea

proteger o hacer valer ante los tribunales.

2.2.2. Elementos y Clasificación de la Acción.

2.2.2.1. Elementos de la Acción.

Puede decirse que hay acuerdo de que los elementos de la acción son los

sujetos, su objeto y su causa. Pero al determinar qué se entiende por cada uno

de éstos, surgen diferentes opiniones.

a) Los sujetos del derecho de acción, son el actor y el juez en

representación del Estado; aquél como sujeto activo y éste como sujeto pasivo.

Sujeto activo de la acción puede ser cualquier persona, natural o jurídica por un

solo acto de voluntad al impetrar la iniciación del proceso con cualquier fin. Otra

23
cosa es que la ley exija determinados requisitos para que la demanda sea

admitida y se inicie el proceso (presupuestos procesales) y para que la sentencia

pueda resolver sobre el fondo de la pretensión contenida en esa demanda

(presupuestos materiales o sustanciales).

b) Objeto del derecho de acción, es la sentencia, favorable o

desfavorable.

c) La causa del derecho de acción, se relaciona con el interés que

justifica el ejercicio de la acción para promover ese proceso y obtener la

sentencia (en cualquier sentido), sea que exista o no realmente aquella relación

sustancial y que se tenga o no el derecho pretendido; interés público que existe

siempre que se necesite recurrir al proceso para cualquier fin contencioso o de

jurisdicción voluntaria.

Toda acción tiene los tres elementos, pero para que el proceso pueda

iniciarse y adelantarse válidamente, sin defectos que lo vicien y que produzcan

su nulidad, hasta terminar con la sentencia cualquiera que sea su contenido y

alcance, se requiere el cumplimiento de los presupuestos procesales; y para que

esa sentencia, sea de fondo o mérito, llegue a resultar favorable al demandante,

se deben reunir los presupuestos materiales o sustanciales.

2.2.2.2. Clasificación de la Acción.

a) Sentido material o sustancial incorrecto.- Es casi imposible

prescindir del uso del término acción en sentido material, para identificar el

derecho sustancial que se quiere proteger, seguido a veces del nombre de ese

derecho y otras de calificativos que en el derecho civil o comercial tienen su

significado consagrado; así, se habla de acción de estado civil, de filiación

24
natural, de perjuicios contractuales o extracontractuales, de resolución o

rescisión de contratos, de deslinde de inmuebles, de simulación, etc., y de acción

reivindicatoria, posesoria, pauliana, restitutoria, negatoria o creditoria, etc.; pero

se trata de calificar los respectivos derechos sustanciales. Se usa igualmente

para distinguir la clase de bien o derecho subjetivo sustancial, cuando se habla

de acción real o personal o mixta, mueble o inmueble, renunciable o

irrenunciable, caducable o no caducable, prescriptible o imprescriptible, cesible

o incesible, transmisible por causa de muerte o intransmisible; pero es el bien o

el derecho sustancial lo que tiene esa calidad jurídica.

Como se comprende fácilmente, ese significado del término acción nada

tiene que ver con la noción procesal que hemos estudiado, en el sentido de que

es un derecho subjetivo público y cívico a la obtención de una sentencia

mediante un proceso. En el sentido material se mira a la pretensión que tiene el

demandante considerando el caso concreto y por lo tanto su demanda, o la tutela

que el derecho objetivo le otorga a determinado derecho sustancial en abstracto

(como cuando se habla en general de acción reivindicatoria o posesoria o de

indemnización de perjuicios); pero refiriéndose siempre al derecho sustancial o

la relación jurídica material. En el sentido procesal, se contempla sólo el objeto

y fin de la acción como acto jurídico procesal; la actividad jurisdiccional que se

pone en movimiento para obtener la sentencia. El demandante persigue en el

proceso una determinada pretensión, y es ésta la que tiene aquellas

clasificaciones.

La clasificación de las acciones en sentido material, en cuanto se refiere

al derecho sustancial que se protege, es tan fecunda como lo es el derecho

25
objetivo sustancial en el otorgamiento de derechos subjetivos: acción de

dominio, posesoria, de filiación, de divorcio, etc.

Ningún problema se presentaría al abolir el uso del término acción para

todos esos casos y al decir, por ejemplo, que el propietario tiene el derecho a

reivindicar su bien cuando otra persona lo ha privado de su posesión, o que la

reivindicación es el “derecho que tiene el dueño de una cosa singular, de que no

está en posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla”. Y

se aclararían los conceptos. Pero contemplamos el ejercicio ante el juez del

derecho sustancial de propiedad, de crédito, etc., y no un derecho adicional de

aquél como erróneamente ha entendido nuestro amigo y eminente civilista Arturo

Valencia Zea. Es decir, en estos casos se está en presencia del ius persequendi

in iudicio y no de la acción.

Cuando se usa el término acción en sentido material, para clasificar o

identificar las pretensiones aducidas en la demanda, se suele decir por autores

y jueces que en un determinado proceso se ha ejercitado una acción de nulidad,

de simulación, de resolución de un contrato, de indemnización de perjuicios

contractuales o extracontractuales, etc., con el fin de precisar cuál es el debate

sustancial que en el proceso se ha planteado y, por lo tanto, el alcance de la

sentencia de fondo o mérito que debe dictarse. Pero se comprende sin dificultad

que en todos esos casos lo adecuado es hablar de pretensión y no de acción.

Lo mismo ocurre cuando se dice que en una demanda se pueden formular

o acumular diversas acciones, como sucedía en nuestro anterior Código de

Procedimiento Civil. O cuando se habla de prescripción de la acción de nulidad

o de petición de herencia, etc., pues prescribe el derecho material y no la acción;

26
en cambio ésta caduca cuando su ejercicio en proceso especial está sujeto a un

término. (C. de P. colombiano, art. 85).

Igualmente, cuando se habla de que la acción es renunciable o

irrenunciable, cesible o no, en realidad se está diciendo que el derecho sustancial

lo es. Lo mismo ocurre cuando se dice que la acción, es decir el derecho material,

puede ser irrenunciable y, sin embargo, prescriptible, como sucede en materia

de estado civil de las personas y en derecho laboral.

b) Clasificación procesal de las acciones.- Pasemos ahora a examinar

la clasificación desde un punto de vista rigurosamente procesal. Entendemos por

tal la que mira a la clase de jurisdicción, al tipo de proceso (ordinario o especial)

y a los fines para los cuales se impetra la decisión del juez por el aspecto de su

naturaleza procesal; es decir: fines declarativos, constitutivos, de condena,

ejecutivos, cautelares, que son las varias maneras de obtener la declaración o la

realización del derecho objetivo mediante la sentencia y las diversas clases de

procesos.

Por lo tanto, no obstante que en sentido estricto la acción es única, y por

tanto sobra toda clasificación, puede aceptarse con criterio amplio el distinguir

procesalmente las acciones civiles, penales, laborales, contencioso-

administrativas, militares, eclesiásticas, fiscales, según la jurisdicción a que

pertenezcan.

Y pueden distinguirse las acciones ordinarias, cuando inician un proceso

ordinario, y las acciones especiales, cuando ocasionan un procedimiento

especial. Estas se sub clasifican en tantos procesos especiales existan.

27
Puede hablarse de acción pública y privada, según que la ley la otorgue

a todo el mundo, porque protegen a la comunidad, como ocurre en materias

penales, constitucionales (acción pública ante la Corte Suprema, para que se

juzgue la exequibilidad de leyes y decretos con fuerza de ley) y contencioso-

administrativas, o solamente a ciertas personas como en los procesos penales

por delitos no perseguibles de oficio y en la mayoría de los civiles.

Y es pertinente hablar de acción arbitral cuando tenga por fin un proceso

ante árbitros, es decir, particulares que adquieran para el caso concreto la

facultad de administrar justicia cuando se formula petición para que se le inicie

el proceso arbitral.

También es aceptable la clasificación procesal de acción represiva o

preventiva, singular o colectiva, contenciosa o de jurisdicción voluntaria, según

la clase de proceso de que se trate.

Pero la clasificación más importante es la que se refiere a los fines para

los cuales se impetra la decisión o sentencia, por el aspecto de su naturaleza

procesal. Entonces podemos hablar de acción de juzgamiento o conocimiento y

de acción ejecutiva, y subdividir aquella en dispositiva y declarativa, de condena

y de declaración constitutiva; en el mismo sentido puede hablarse de acción

cautelar. Se identifica entonces esta clasificación con la de los procesos (véanse

núms. 76-88).

c) Acciones de naturaleza mixta.- Puede suceder y es muy frecuente

que el proceso requerido por el actor sea mixto, es decir, declarativo y de

condena; de declaración constitutiva y de condena; declarativo y de declaración

constitutiva y de condena; cautelar y de declaración constitutiva o declarativo.

28
Parece que entonces se ejercitaran varias acciones, una para cada clase

de peticiones, pero esto es un error, ya que la acción que inicia un proceso es

siempre una. Lo que puede ser múltiple es la pretensión.

Para ver claramente la verdad de esta afirmación, basta recordar que toda

acción conduce a la sentencia mediante el proceso; por lo tanto, una es

jurídicamente suficiente.

Puede decirse en estos casos que la acción es de naturaleza mixta, ya

que persigue una actividad compleja y mixta del juez. Pero jamás puede hablarse

de ejercicio de varias acciones en una demanda, en sentido procesal; a no ser

que se use el término en sentido material, para referirse a los distintos derechos

materiales objeto de la demanda o a las diversas pretensiones que de ellos

quiere deducirse.

2.2.3. Condiciones de la Acción: Interés y Legitimidad para

Obrar.

2.2.3.1. Interés para obrar.

El problema comienza con la denominación misma de ese interés, pues

Ugo Rocco puso de moda la de interés para obrar, expresión que en su sentido

literal parece referirse al interés que permita el ejercicio válido de la acción o del

derecho de contradicción, por lo cual la consideramos inconveniente. Se trata de

tener interés sustancial (no procesal) en la sentencia de fondo o de mérito que

resuelva sobre las peticiones de la demanda o la imputación formulada al

sindicado o imputado y sobre las excepciones o simples defensas que puedan

oponérsele; es decir que exista verdadero y real interés sustancial en las

pretensiones aducidas por el demandante y en la oposición del demandado y el

29
imputado. Por consiguiente, es mejor eliminar la denominación de interés para

obrar y sustituirla por la de interés en la pretensión u oposición, para la sentencia

de fondo o mérito.

En materia civil, laboral y contencioso-administrativa, se refiere al interés

jurídico sustancial particular o concreto que induce, al demandante, a reclamar

la intervención del órgano jurisdiccional del Estado, a fin de que mediante

sentencia resuelva sobre las pretensiones invocadas en la demanda, y al

demandado, a contradecir esas pretensiones, si no se halla conforme con ellas;

y a los terceros que intervengan luego en el proceso, a coadyuvar las

pretensiones del primero o la defensa del segundo, o a hacer valer una

pretensión propia. Es decir, este interés hace referencia a la causa privada y

subjetiva que tiene el demandante para instaurar la demanda, el demandado

para contradecirla y el tercero para intervenir en el proceso.

De lo expuesto podemos construir la siguiente definición: Es el interés

sustancial subjetivo, concreto, serio y actual, que deben tener el demandante, el

demandado y los intervinientes (en los procesos civiles, laborales, contencioso-

administrativos y fiscales), el imputado y procesado, el querellante o denunciante

y la parte civil, e inclusive el ministerio público (en los procesos penales), para

ser titular del derecho procesal a exigir del juez una sentencia de fondo o mérito

que resuelva sobre las pretensiones u oposiciones o sobre las imputaciones y

defensas formuladas en cualquier proceso y también en el sumario o etapa de

investigación previa al proceso penal.

30
2.2.3.2. Legitimidad para obrar.

Tener legitimación en la causa consiste en ser la persona que, de

conformidad con la ley sustancial, puede formular o contradecir las pretensiones

contenidas en la demanda o en la imputación penal, por ser el sujeto activo o

pasivo de la relación jurídica sustancial pretendida o del ilícito penal imputado,

que deben ser objeto de la decisión del juez, en el supuesto de que aquélla o

éste existan; o en ser el sujeto activo o pasivo de una relación jurídica sustancial

que autorice para intervenir en el proceso ya iniciado. Se deja así bien en claro

que no se trata de la titularidad del derecho o la obligación sustancial, porque

puede que éstos no existan, y que basta con que se pretenda su existencia; por

eso puede ser perfecta la legitimación en la causa y, sin embargo, declararse en

la sentencia que dicho derecho y tal obligación o el ilícito penal alegados o

imputados no existen realmente.

2.3. La Pretensión y el Petitorio

La demanda contiene una pretensión del actor y distinguirla de la acción

no implica dificultad alguna, como lo vimos anteriormente. Es conveniente

estudiar la naturaleza y el objeto de la pretensión, ya que esta noción interviene

en el estudio de institutos procesales tan importantes como los de la demanda,

cosa juzgada, litis pendentia, excepción, congruencia, acumulación de procesos

y de peticiones en una misma demanda.

Si el actor no tuviera una pretensión por satisfacer mediante el proceso,

seguramente no ejercitaría la demanda para iniciarlo, ya que él persigue siempre

un fin concreto en su interés y no una declaración abstracta y teórica acerca de

contenido de la ley material. Como ese fin que persigue el actor no es el fin de la

31
acción, puede resultar fallido el primero por serle desfavorable la sentencia, no

obstante que el segundo se satisface a cabalidad al culminar el proceso con ella.

Pero cuando contemplamos la demanda en su entidad propia, aparece

inevitablemente la pretensión como el fin concreto que el demandante persigue,

es decir, las declaraciones que pretende se hagan en la sentencia; esa

pretensión es, por lo tanto, el petitum de la demanda, lo que se pide en ella que

sea reconocido o declarado en la sentencia a favor del demandante. Desde este

punto de vista puede hablarse de pretensión, en sentido lato, tanto en procesos

contenciosos como en los de jurisdicción voluntaria; pero existe una diferencia

fundamental en los dos casos, porque mientras en los primeros esa pretensión

va encaminada a obtener la satisfacción de un interés propio mediante la

supeditación de un interés ajeno (el del demandado), en los segundos se

persigue tan sólo el requisito de la declaración para delimitar o ejercitar o

satisfacer el interés personal, con prescindencia de vincular con ella la voluntad

o el interés de otra persona.

Téngase bien en cuenta que la acción debe ser ejercida por el

demandante para poder hacer valer la pretensión en el proceso; pero ésta no es

fundamento, ni la causa de aquella, ni forma parte de ella. Las dos nociones se

distinguen radicalmente. También en lo penal opera esta noción (véase número

siguiente).

Puede definirse la pretensión así: el efecto jurídico concreto que el

demandante (en los procesos civiles, laborales y contencioso-administrativos) o

el querellante o denunciante y el Estado a través del juez o del fiscal, según el

sistema vigente (en los procesos penales), persiguen con el proceso, efecto al

cual se quiere vincular al demandado (si lo hay) o al imputado y luego procesado.

32
2.3.1. Definición de Pretensión en el Proceso Civil.

En un sentido restrictivo, la noción de pretensión está vinculada en estos

procesos a la demanda contenciosa, como declaración de voluntad del

demandante para que se sujete o vincule al demandado en determinado sentido

y para ciertos efectos jurídicos concretos mediante una sentencia. Pero también

en el proceso de jurisdicción voluntaria se formula una pretensión, puesto que

se persigue un efecto jurídico determinado. El contenido y alcance de esta

declaración de voluntad varían, en primer término, según la clase de acción y de

proceso (declarativo puro, de declaración constitutiva, de condena, de ejecución,

mixto) y en segundo lugar, según la múltiple variedad del objeto y del contenido

de la declaración que en cada uno de esos tipos de proceso puede conseguirse.

En ese doble sentido puede elaborarse una clasificación de las pretensiones,

como luego veremos.

Esa pretensión está dirigida siempre a la contraparte o demandado, para

que frente a él se reconozca y declare. En las demandas de condena y en las

ejecutivas puede decirse que la pretensión va dirigida contra el demandado,

porque se trata de imponerle o de hacerle cumplir una prestación; pero en las

declarativas y de declaración constitutiva se persigue vincularlo a los efectos

jurídicos de la pretensión, sin imponerle prestación alguna, y por esto es más

apropiado decir que la pretensión se formule frente al demandado y no contra él

(además puede estar de acuerdo con ella).

Se trata, por tanto, de una declaración o manifestación de voluntad del

demandante, para perseguir un efecto jurídico a su favor; pero sin que esto

signifique que éste pretenda someter a su voluntad al demandado, porque la

33
sujeción de éste y la obligación emanan de la sentencia, esto es, de la

declaración del juez, como representante del Estado.

Objeto de la pretensión es lo que se pide en la demanda que en los

procesos contenciosos se identifica con el objeto de litigio, que no es la cosa

material sobre que versa, sino la relación jurídica o el derecho material que se

persigue y que puede variar respecto de una misma cosa (por ejemplo, puede

ser el dominio, o la simple tenencia).

La pretensión comprende el objeto de litigio (la cosa o el bien y el derecho

que se reclama o persigue) y la causa jurídica que sirve de fundamento a esta

petición. Si cambian aquéllos o ésta, la pretensión varía necesariamente, lo que

es fundamental para la determinación del contenido de la cosa juzgada, de la

sentencia congruente y de la litis pendentia. De este modo, en un sentido

procesal riguroso, el objeto litigioso no se confunde con la pretensión, sino que

es el objeto de ésta, y es un error identificar los dos términos, porque sobre un

mismo objeto litigioso pueden existir pretensiones diversas o análogas, pero con

distinto fundamento o causa, y esto las diferencia claramente (por ejemplo, se

puede pretender el dominio de una cosa por haberla comprado, prescripto o

heredado, etc., o su sola tenencia).

Muy diferente es la llamada pretensión civil extraprocesal, que consiste en

reclamar directamente de una persona una cosa o la ejecución de un acto o el

reconocimiento de una situación o relación jurídica.

Al paso que la pretensión procesal se formula frente al demandado o

contra él mismo, pero por conducto del juez, quien la debe examinar, calificar y

declarar o rechazar, según el caso, la pretensión civil extraprocesal se formula

34
directamente al particular. Por eso mismo el objeto de la pretensión procesal no

se identifica con el objeto del derecho material que el demandante declara tener,

porque intencional o erradamente se puede reclamar algo distinto a lo que se

tiene derecho, que no corresponde al derecho material que pueda tenerse bien

sea en cantidad, bien en calidad e inclusive en identidad física o jurídica. Por

ejemplo, el derecho material puede tener por objeto una suma de pesos o una

prestación determinada o una cosa o cuerpo cierto, y el demandante pretende

mayor cantidad u otra prestación o cosa distinta, casos en los cuales la sentencia

le será adversa parcial o totalmente.

Por consiguiente, la pretensión procesal puede estar respaldada o no por

un derecho, lo que significa que pueden existir pretensiones fundadas e

infundadas. Igualmente, puede existir un derecho en cabeza de alguien y estar

vulnerado o desconocido y, sin embargo, su titular puede no pretender su

eficacia o ejercicio, por indiferencia o ignorancia; lo que demuestra que también

puede existir un derecho sin pretensión. Así, pues, la pretensión no es un

derecho, sino un simple acto de voluntad, para el cual no se requiere más que

su manifestación o exteriorización mediante la demanda, en la cual se ejercita,

además, el derecho de acción.

2.3.2. Elementos de la pretensión: Objeto y Razón.

La pretensión tiene dos elementos esenciales: su objeto y su razón; es

decir, lo que se persigue con ella, y la afirmación de que lo reclamado se deduce

de ciertos hechos que coinciden con los presupuestos tácticos de la norma

jurídica cuya actuación se pide para obtener esos efectos jurídicos. De ahí que

en la demanda se exige indicar lo que se pide y los fundamentos de hecho y de

35
derecho de la petición, y que la imputación penal debe fundarse también en los

hechos constitutivos de responsabilidad.

Es decir: el objeto de la pretensión lo constituye el determinado efecto

jurídico perseguido (el derecho o relación jurídica que se pretende o la

responsabilidad que se imputa al sindicado), y por lo tanto, la tutela jurídica que

se reclama; la razón de la pretensión es el fundamento que se le da, y se

distingue en razón de hecho y de derecho, o sea, el conjunto de hechos que

constituyen el relato histórico de las circunstancias de donde se cree deducir lo

que se pretende y la afirmación de su conformidad con el derecho en virtud de

determinadas normas de derecho material o sustancial (en lo civil, comercial,

laboral y contencioso administrativo) o el hecho ilícito que ha lesionado tanto el

orden jurídico como los derechos subjetivos de la víctima y de sus

causahabientes (en lo penal).

La razón de la pretensión se identifica con la causa petendi de la

demanda, y con los hechos en que se basa la imputación formulada al sindicado,

o sea, a la causa imputandi.

El juez debe resolver sobre ambos elementos, sea para acceder a lo

pretendido o para rechazarlo. Si encuentra que existe la conformidad que se

reclama entre los hechos, el derecho material y el objeto pretendido, reconoce o

declara las consecuencias jurídicas que en las peticiones o imputaciones se

precisan; o las niega, en la hipótesis contraria. Esas consecuencias o

conclusiones no son el fundamento de la pretensión, sino su objeto, de la misma

manera que los hechos constituyen su fundamento y no su objeto.

36
Entre el fundamento o razón de hecho y de derecho existe una diferencia

fundamental en los procesos civiles, laborales y contencioso-administrativos; al

paso que el primero debe ser formulado necesariamente por el demandante y

vincula al juez (con las limitaciones y requisitos que veremos al estudiar los

hechos de la demanda), el segundo puede y debe ser aplicado por el juez

oficiosamente y por eso su variación no significa la de la pretensión misma ni la

del objeto litigioso, por lo cual para que la pretensión prospere basta que el juez

encuentre la conformidad entre su fundamento de hecho y el ordenamiento

jurídico, sin que importe que ello se deba a las normas materiales citadas por el

demandante o a otras que aquél conoce y aplica oficiosamente. En lo penal, los

fundamentos de hecho pueden ser afirmados por el juez y por el fiscal (según el

sistema legal), de oficio, lo mismo que los fundamentos de derecho; existe esta

otra diferencia en materia penal.

De lo anterior se deduce que el problema de la identidad de las

pretensiones procesales, para efectos de la litis pendentia y la cosa juzgada, lo

mismo que para la determinación de la congruencia de la sentencia, se vincula

a las peticiones u objeto de la pretensión y a los fundamentos o la razón de hecho

o causa petendi o imputandi, y no a las normas jurídicas materiales invocadas

en la demanda y en la denuncia o la acusación penal.

La pretensión puede tener como fundamento hechos que constituyan no

sólo relaciones jurídicas sustanciales, sino también procesales, pero en el

sentido de que puede tener por objeto satisfacer un derecho otorgado en un

proceso anterior, como el pago de costas judiciales o de honorarios de peritos,

etc.

37
Como toda demanda contiene una pretensión (inclusive la que inicia un

proceso de jurisdicción voluntaria), siempre aparece en ella una razón para

sustentarla. Pero esto no significa que la razón tenga que ser cierta y eficaz,

pues de lo contrario la sentencia tendría que resultar en todos los casos favorable

al demandante. Esto nos lleva a la necesidad de distinguir dos clases de razones

de la pretensión: razón cierta y eficaz, y razón aparente e ineficaz. Por eso puede

aparecer en la demanda debidamente enunciada la causa petendi, en sus

respectivos fundamentos de hecho, aunque la pretensión no esté de acuerdo

con el derecho, y por eso la sentencia resultará desfavorable al demandante.

Además, como regla general, para que los hechos sean ciertos en el proceso,

no basta que estén de acuerdo con la realidad, sino que es indispensable su

prueba.

Igual ocurre en la pretensión penal: los hechos que le sirven de

fundamento, pueden ser o no ser ciertos y en el segundo caso su razón resultará

aparente o ineficaz, por lo cual deberá absolverse al procesado u ordenarse

cesar el procedimiento sin llegar a la acusación del fiscal en el nuevo sistema o

al auto de proceder o procesamiento del sistema anterior.

Lo anterior conduce a que, como ya dijimos, la pretensión pueda ser

fundada o infundada; ésta si la razón es aparente o ineficaz, o si no se prueban

los hechos en que se basa.

2.3.3. Clasificación de la Pretensión.

Las pretensiones pueden clasificarse, lo mismo que los procesos y las

acciones, en declarativas puras, de declaración constitutiva, de condena,

ejecutivas, cautelares y mixtas. Dentro de cada clase pueden, a su vez,

38
distinguirse según el derecho material que se pretende o ejercita y así, en

materia civil, puede hablarse de pretensiones reivindicatorias, de estado civil,

posesorias, de herencia, de ejecución para obligaciones de hacer o dar o

entregar o no hacer, divisorias, de alimentos, etc., y en materia penal pueden

distinguirse pretensiones punitivas de privación de la libertad o de la vida o de

imponer otras penas o medidas de seguridad.

Como dijimos al estudiar la clasificación de las acciones, es frecuente

utilizar indebidamente este término para identificar el derecho material que se

quiere proteger, seguido a veces del nombre de ese derecho o de calificativos

que en el derecho material tienen un significado propio (así se habla de acción

reivindicatoria, de estado civil, de perjuicios, de resolución o rescisión de

contratos, etc.); o para distinguir la naturaleza de ese derecho material (así se

habla de acciones reales o personales, muebles o inmuebles, renunciables o

irrenunciables, cesibles y transmisibles o no); o para referirse a la actitud del

demandante frente a la cuestión discutida (entonces se dice que la acción es

afirmativa o negativa, confirmatoria o negatoria, defensiva o persecutiva). Pues

bien, en todos estos casos se trata de la clasificación de las pretensiones.

Siempre que se usa el término acción en un sentido material o no procesal, se

hace referencia a la pretensión que en la demanda se contiene, como en el

número citado lo explicamos.

De este modo, la clasificación de las pretensiones en materia civil, laboral

y contencioso-administrativa, puede ser tan fecunda como lo es el derecho

objetivo material en el otorgamiento de derechos subjetivos.

39
También se clasifican las pretensiones según los diversos procedimientos

que en el Código Procesal se consagran, como cuando se habla de pretensión

de lanzamiento o posesoria o ejecutiva, etc.

2.3.4. Diferencias entre Acción y Pretensión.

Cuadro comparativo de las diferencias entre Acción y Pretensión:

Característica Acción Pretensión


Definición Facultad del sujeto activo Derecho que se quiere hacer
para acudir a los órganos valer ante el juez.
judiciales.
Naturaleza Derecho subjetivo Derecho subjetivo privado.
público.
Sujetos El Actor y el Juez. Demandante y Demandado.
Objeto Acceso a la justicia. Reconocimiento del interés
jurídico.
Ejercicio Se ejerce mediante la Se formula en la demanda.
demanda.
Relación con la La acción es el La pretensión es el contenido
demanda fundamento de la de la demanda.
demanda.
Ejemplo El derecho a demandar La solicitud de pago de una
por incumplimiento de suma de dinero por
contrato. incumplimiento de contrato.

2.4. La Jurisdicción y la Competencia

Si bien la jurisdicción, como facultad de administrar justicia, incumbe a

todos los jueces y magistrados, es indispensable reglamentar su ejercicio para

distribuirla, en cada rama jurisdiccional, entre los diversos jueces. Y es ésta la

función que desempeña la competencia.

La competencia es, por lo tanto, la facultad que cada juez o magistrado

de una rama jurisdiccional tiene para ejercer la jurisdicción en determinados

asuntos y dentro de cierto territorio.

40
La jurisdicción es el género y la competencia es la especie, ya que por

ésta se le otorga a cada juez el poder de conocer de determinada porción de

asuntos, mientras que la jurisdicción corresponde a todos los jueces de la

respectiva rama, en conjunto, y comprende todos los asuntos adscritos a ésta

(civiles, penales, laborales, contencioso-administrativos, fiscales, militares,

eclesiásticos, respectivamente). Entre ellas hay una diferencia cuantitativa y no

cualitativa.

Por eso podemos considerar la competencia desde un doble aspecto: el

objetivo, como el conjunto de asuntos o causas en que, con arreglo a la ley,

puede el juez ejercer su jurisdicción; y el subjetivo, como la facultad conferida a

cada juez para ejercer la jurisdicción dentro de los límites en que le es atribuida.

Si bien esos límites tienen diversa importancia, en ellos se tratará siempre de

distribución de jurisdicción entre los jueces de una misma rama jurisdiccional.

En otras palabras, un juez es competente para un asunto, cuando le

corresponde su conocimiento con prescindencia de los demás que ejercen igual

jurisdicción, en el mismo territorio o en territorio distinto.

Un juez puede tener jurisdicción con relación a un negocio, o mejor, a la

clase de negocios de que se trata, por ejemplo, por corresponder a la jurisdicción

civil y ser él de la misma rama, pero carecer de competencia para él. Y

naturalmente, si no tiene jurisdicción para el caso, menos le corresponde la

competencia.

Por lo tanto, lo primero que debe hacer un juez cuando se pide que

conozca de un asunto, es ver si corresponde a su jurisdicción. Una vez que

concluya afirmativamente, procederá a estudiar si tiene competencia para él.

41
La distribución de los negocios judiciales opera no sólo entre los distintos

despachos de la respectiva rama civil, penal, laboral, etc., sino entre los varios

jueces o magistrados de un mismo despacho, cuando es plural (como los

tribunales y la Corte) y cuando son varios del mismo grado y territorio (como los

varios jueces civiles del circuito de Bogotá). En el primer caso se trata de

competencia externa y en el segundo de interna. Cuando es la ley la que fija la

competencia, se dice que existe competencia legal; cuando es un funcionario

superior o de igual categoría quien envía el negocio a otro en comisión, hay

competencias por delegación. Esta se limita a la práctica de diligencias y

pruebas. Lo mismo ocurre en los cambios de radicación de procesos penales.

2.4.1. Concepto de Jurisdicción en el Derecho Procesal.

La jurisdicción, en un sentido amplio, mira a la función de fuente formal

del derecho, y entonces se tiene que la ley, la costumbre y la jurisprudencia son

manifestaciones de ella. Por lo tanto, no debe ni puede confundirse la

jurisdicción, en su sentido general, y el proceso; porque no solamente declara el

derecho el juez al decidir en un proceso, sino que también lo hace el legislador

al dictar la ley y el gobierno cuando promulga un decreto con fuerza de ley. En

sentido estricto, por jurisdicción se entiende la función pública de administrar

justicia, emanada de la soberanía del Estado y ejercida por un órgano especial.

Tiene por fin la realización o declaración del derecho y la tutela de la libertad

individual y del orden jurídico, mediante la aplicación de la ley en los casos

concretos, para obtener la armonía y la paz sociales; el fin de la jurisdicción se

confunde con el del proceso en general, pero éste contempla casos

determinados y aquélla todos en general 26 Por lo tanto, es la potestad de

42
administrar justicia, función de uno de los órganos del Estado, y ella emerge de

su soberanía, como lo consagran las constituciones. Ejercen permanentemente

la facultad de administrar justicia los funcionarios judiciales, de acuerdo con la

Constitución y las leyes; que en casos especiales se ejerce por el Congreso y

por funcionarios administrativos (alcaldes, inspectores de policía, funcionarios

que atienden los problemas de aguas públicas, baldíos y otros); los jurados y los

árbitros ejercen ocasionalmente funciones jurisdiccionales.

A la palabra jurisdicción se le dan a menudo diversos significados

jurídicos, y así se usa como sinónima de competencia, lo cual es un error; en

ciertas ocasiones se la emplea para indicar el conjunto de poderes o atribuciones

de un órgano del poder público, bien sea el legislativo, el ejecutivo o el judicial;

se la usa también para precisar el ámbito territorial en donde el Estado ejerce su

soberanía o el territorio en que el juez cumple sus funciones; y finalmente, en un

sentido objetivo se dice que es el conjunto de asuntos sometidos al conocimiento

del juez. Estas acepciones son impropias y erradas, especialmente la primera y

la última. Tampoco debe confundirse la jurisdicción con las funciones de los

jueces, porque algunas de éstas son administrativas y no jurisdiccionales, como

la de nombrar empleados, reglamentar sus funciones en lo que la ley no lo haga,

cobrar sus sueldos, cumplir el horario de trabajo, nombrar otros jueces, elaborar

listas de personas que pueden ser nombradas, y otros. El fin principal de la

función jurisdiccional es satisfacer el interés público del Estado en la realización

del derecho y la garantía del orden jurídico y de la vida, la dignidad y la libertad

individual, en los casos concretos y mediante decisiones que obliguen a las

partes del respectivo proceso, para que haya paz y armonía social; su fin

secundario es satisfacer el interés privado en la composición de los litigios y en

43
el juzgamiento de quienes resulten imputados de ilícitos penales, mediante el

proceso, o en obtener el fin concreto especial que los interesados persigan con

éste (porque no siempre existe litigio en el proceso).

Desde un punto de vista funcional y general, pero en sentido estricto,

podemos definir la jurisdicción como la soberanía del Estado, aplicada por

conducto del órgano especial a la función de administrar justicia, principalmente

para la realización o garantía del derecho objetivo y de la libertad y de la dignidad

humanas, y secundariamente para la composición de los litigios o para dar

certeza jurídica a los derechos subjetivos, o para investigar y sancionar los

delitos e ilícitos de toda clase o adoptar medidas de seguridad ante ellos,

mediante la aplicación de la ley a casos concretos, de acuerdo con determinados

procedimientos y mediante decisiones obligatorias.

De esta manera se comprenden todos los elementos de la noción. Se

establece el fin de la jurisdicción en su doble aspecto: principal y secundario; se

precisa su ejercicio para casos particulares, puesto que los jueces no pueden

proveer por vía general; se les señala que deben actuar a través del

procedimiento y no de manera caprichosa, como una garantía importante para

la libertad y la seguridad de las personas, y por último se precisa el carácter

obligatorio de las decisiones judiciales.

2.4.2. Naturaleza y Finalidad de la Jurisdicción.

De lo expuesto se deduce que así como el Estado tiene la obligación de

actuar mediante su órgano jurisdiccional para la realización o la certeza de los

derechos y para la tutela del orden jurídico, cuando el particular o una entidad

pública se lo solicita con las formalidades legales, o cuando ocurre un hecho

44
ilícito penal, así también el Estado tiene el poder de someter a su jurisdicción a

quienes necesiten obtener la composición de un litigio o la realización de un

derecho o hayan incurrido en un ilícito penal. De ahí que la jurisdicción pueda

ser considerada por un doble aspecto: a) como un derecho público del Estado y

su correlativa obligación para los particulares, y b) como una obligación jurídica

del derecho público del Estado de prestar sus servicios para esos fines, de la

cual se deduce el derecho subjetivo público de toda persona de recurrir ante él,

a fin de poner en movimiento su jurisdicción mediante el ejercicio de la acción,

para que se tramite un proceso o se adelante la investigación previa o sumarial

por un juez.

Esa obligación del Estado se encuentra consagrada directamente por la

norma legislativa o el derecho objetivo que la regula y delimita, y de ahí que la

misma ley sancione al juez que con cualquier pretexto deniegue justicia. “Los

jueces o magistrados que rehusaren juzgar pretextando silencio, oscuridad o

insuficiencia de la ley, incurrirán en responsabilidad por denegación de justicia”.

Luego incurren en ese ilícito, con mayor razón, si lo rehúsan por cualquier otro

pretexto.

El derecho subjetivo de jurisdicción del Estado tiene su fundamento en su

soberanía, que es su causa última. El sujeto activo es el Estado, que tiene poder

supremo dentro de su territorio, con capacidad de querer y de obrar como un

todo único, para la consecución de sus fines, que son el bien e interés colectivos

y a los cuales deben estar sometidos los intereses individuales. Sujetos pasivos

de este derecho son la totalidad de los súbditos, inclusive aquellos que lo sean

transitoriamente, como los extranjeros que vivan en su territorio, y los que de

paso por él pretendan deducir algún interés o realizar un derecho, porque la

45
simple permanencia de hecho en el territorio es suficiente para soportar esa

obligación. La obligación surgida de ello es negativa, en cuanto significa

someterse a la jurisdicción del Estado, respetando así el derecho de éste para

resolver el litigio, o dar certeza jurídica al derecho mediante el sistema procesal,

absteniéndose de intentar hacerse justicia por su propia mano; pero si se

considera la jurisdicción por su primer aspecto, esto es, como un derecho del

Estado, corresponde al particular como tal la obligación o deber jurídico positivo

de obrar de conformidad con las normas del derecho procesal objetivo que

regulan el ejercicio de la actividad jurisdiccional del Estado.

2.5. Sujetos Procesales en el Proceso Civil

En el proceso civil, en efecto, intervienen una serie de sujetos, dentro de

los cuales el Juez es el sujeto central, pues él representa al Poder Judicial,

encargado de resolver el litigio. Tienen también vital importancia en el proceso

la intervención del sujeto demandante y la del sujeto demandado, como

contrincantes del derecho en disputa.

El Juez, el demandante y el demandado son los sujetos principales y

necesarios. Intervienen, asimismo, los abogados defensores de las partes en el

proceso, que pueden actuar simplemente como tales o como defensores y

representantes del demandante o del demandado. También tienen intervención

los denominados auxiliares jurisdiccionales (como son los secretarios de

Juzgado, los relatores, los secretarios de Sala) y los auxiliares judiciales (como

los peritos, la policía judicial, los traductores, los intérpretes, los martille ros

públicos, etc.). Tiene también injerencia en el proceso el representante del

Ministerio Público (unas veces como parte y otras como ilustrador del Juez, en

46
los que dictamina). El propio Estado interviene en muchos litigios como parte en

el proceso, el que lo hace mediante los procuradores públicos, quienes ofician

como sus representantes en los procesos judiciales. Finalmente, tienen

intervención en determinados procesos los denominados terceros, que no son

parte formal en el momento de constituirse la relación procesal, pero que al ser

incorporados adquieren la calidad de terceros legitimados.

2.5.1. El Demandante y el Demandado: Derechos y

Obligaciones.

En líneas generales, se dice que el demandante, es la persona física o

jurídica que inicia el proceso judicial, presentando una demanda ante el juez

competente para que se declare la existencia de un derecho y se condene al

demandado a cumplir con una determinada obligación. El demandante tiene el

derecho de presentar pruebas para sustentar sus alegaciones, y la obligación de

comparecer a las audiencias y diligencias procesales.

Mientras que el demandado, es la persona física o jurídica contra la cual

se dirige la demanda, quien debe responder a las pretensiones del

demandante. El demandado tiene el derecho de oponerse a las pretensiones del

demandante, presentar pruebas en su defensa, y comparecer a las audiencias y

diligencias procesales.

Ahora bien, cuando se trata de proceso de jurisdicción voluntaria existe

sólo una parte, que puede denominarse demandante en un sentido genérico,

pero a la que es mejor llamar interesada, peticionaria o solicitante. En cambio,

en los contenciosos existen dos partes enfrentadas, conocidas en todos los

47
procedimientos (civiles, laborales, contencioso-administrativos para el

restablecimiento del derecho y la indemnización), con los nombres de

demandante y demandado, aun cuando puedan perseguir el mismo resultado.

Demandante es quien formula la demanda personalmente o por conducto

de un apoderado o representante; demandado es la persona contra quien se

dirigen las pretensiones de la demanda o frente a quien se formulan. En los

procesos ejecutivos y de condena puede decirse que la demanda se dirige contra

el demandado, en cuanto contra éste se dirigen las pretensiones contenidas en

ella. En los demás es más apropiado decir que se formula “frente” a él.

Suele entenderse por actor, en sentido lato, no sólo el demandante que

promueve el proceso, sino también a quien promueve la segunda instancia

mediante el recurso de apelación; entonces, en ésta sería actor el demandado

cuando, por haberle sido desfavorable la sentencia del juez inferior, apela ante

el superior. Pero es mejor denominarlo recurrente. Técnicamente, actor es sólo

quien formula la demanda y con ella ejercita la acción para promover el proceso.

Opositor es el que sostiene puntos de vista contrarios al demandante en

la casación. En las dos últimas, puede ser opositor el demandante y el recurrente

en la apelación o casación. En las dos últimas puede ser opositor el demandante.

Si la segunda instancia se surte por consulta, es opositora la parte contraria a

aquella en cuyo favor se surte; si ambas partes apelan o interponen casación,

cada una es recurrente y opositora del recurso de la otra, pero es mejor hablar

de recurrente-demandante y recurrente-demandado.

48
2.5.2. El Juez.

El Juez, ya sea en forma unipersonal como en forma colegiada, es el que

ejerce la función jurisdiccional, esto es, resuelve las controversias de derecho o

dilucida las incertidumbres jurídicas que se le proponen. La función de

administrar justicia, en efecto, se ejerce por personas naturales o físicas, a

quienes el Estado les confiere la potestad de resolver los conflictos que se le

someten para su decisión. Cabe aclarar que si bien la función jurisdiccional en

rigor es desarrollada por personas naturales, empero, el Estado, para el

cumplimiento de su aludida función, ha estructurado los denominados

organismos jurisdiccionales (los Juzgados y los Tribunales), conformado por un

solo Juez o por varios Jueces colegiados.

Por ello es que la persona del Juez adquiere una importancia tal que a él

se le confía la tutela del honor, de la libertad, de la vida, de la propiedad de los

ciudadanos, razón por la cual se le exige una serie de requisitos especiales para

su nombramiento, se le rodea de un sin número de garantías para su ejercicio

funcional y, eventualmente, se le impone sanciones cuando incurre en

inconducta funcional. La autonomía y la independencia como garantías de la

administración de justicia se ha establecido en función de la persona del Juez.

El Juez natural es aquel que ha sido nombrado de acuerdo con la

Constitución Política del Estado y las leyes pertinentes y que se le asigna un

determinado cargo en función a su nombramiento, con el carácter de

permanente, de modo que los usuarios de la administración de justicia tengan

conocimiento pleno de quienes son sus jueces con antelación al planteamiento

de alguna demanda y que el demandado conozca en igual forma al Juez ante

49
quien ha sido emplazado. Concluimos reiterando que el Juez es el sujeto central

y principal del proceso.

2.6. Sujetos Procesales Secundarios

En los procesos civiles también tienen intervención los llamados – tanto

por el Código Procesal Civil como por la Ley Orgánica del Poder Judicial –

auxiliares jurisdiccionales. Los auxiliares de la jurisdicción civil están integrados

por los Secretarios y Relatores de las Salas Jurisdiccionales, por los Secretarios

de Juzgado, los Oficiales Auxiliares de Justicia y los Órganos de Auxilio Judicial

(Art. 542 CPC; Arts. 2492 y ss. LOPJ). Los deberes, las obligaciones y las

responsabilidades que tienen estos auxiliares en las actuaciones y diligencias

judiciales están determinados por la Ley Orgánica del Poder Judicial y en las

normas procesales respectivas (Art. 562 CPC).

Cabe agregar que algunas de las normas relacionadas a dichos auxiliares

han quedado temporalmente suspendidas y que en tanto no sean derogadas o

modificadas por una disposición de igual rango que la aludida ley, seguirán

vigentes después que quede sin efecto la suspensión.

2.7. Los Órganos de Auxilio Judicial

En los procesos, como se ha indicado, tienen injerencia los denominados

Órganos de Auxilio Judicial que colaboran con los distintos organismos

jurisdiccionales en el ejercicio de sus funciones. Estos órganos están

conformados por los peritos en las distintas materias que requieren

conocimientos especiales de naturaleza científica, tecnológica, artística u otra

análoga, así como por el depositario, el interventor, el martillero público, el

50
curador procesal, la policía y los otros órganos que determine la ley (Art. 552

CPC).

La Ley Orgánica del Poder judicial señala que son también Órganos de Auxilio

judicial el cuerpo médico forense, el cuerpo de traducción e intérpretes, además

de los precisados por el Código Procesal Civil (Art. 281 LOPJ).

2.8. La Teoría de la Prueba

La prueba nos permite demostrar la verdad y con ello el Juez puede emitir

una sentencia más justa. Es así que Cafferata Nores refiere que “son las

pruebas, no los jueces, los que condenan”, por lo que con las pruebas se evitan

los abusos en los fallos judiciales. En ese sentido, “la sentencia que ha de versar

sobre la verdad de los hechos de la acusación, tiene por base la prueba”. Es así

que “mientras en juicio de acusación pondera la seriedad y, por lo tanto, el

fundamento, lo que hace más formal las sospechas los indicios que recaen sobre

la conducta del acusado, la presunción de inocencia obliga a considerarlo no

culpable, en tanto, por medio de las pruebas practicadas en el juicio oral no se

llegue a forjar una convicción de culpabilidad”.

2.8.1. Concepto y Finalidad de la Prueba.

Para el maestro peruano Mixán Máss la prueba debe ser conceptuada

integralmente, es decir, como una actividad finalista, con resultado y

consecuencia jurídicas, que le son inherentes; y que procesalmente, “la prueba

consiste en una actividad cognoscitiva metódica, selectiva, jurídicamente

regulada, legítima y conducida por el funcionario con potestad para descubrir la

verdad concreta sobre la imputación o, en su caso, descubrir la falsedad o el

51
error al respecto, que permita un ejercicio correcto y legítimo de la potestad

jurisdiccional penal”. En tal sentido, para Velez Mariconde la prueba es “todo

elemento (o dato objetivo) que se introduzca legalmente en el proceso y sea

susceptible de producir en el ánimo de los sujetos procesales un conocimiento

cierto o probable acerca de los extremos fácticos imputación delictiva”.

En consecuencia, como enseña Ortells Ramos, la prueba es una actividad

procesal de las partes, dirigida por el Juzgador con fin de la formación de su

convicción psicológica sobre los datos (fundamentales) de hecho probados, la

misma que debe estar sometida a una ordenación, que supone establecer

limitaciones y condicionamientos, y también la posibilidad de valoraciones

positivas o negativas sobre la eficacia jurídica de la actividad realizada, sin que

importen solamente unos efectos de mero hecho de haber contribuido a la

formación de la convicción.

La finalidad de prueba radica en que permite formar la “convicción” del

tribunal acerca de la existencia o no del hecho punible y de la participación de

su autor. Por ello, la prueba exige la intervención de un órgano jurisdiccional

imparcial e institucionalmente dotado de independencia. Desde el punto de vista

de la elaboración de una teoría del caso y la litigación estratégica, podemos

entender que la finalidad de la prueba es lograr la convicción del juez acerca de

la validez o, -por decirlo mejor,- verdad de las afirmaciones que sobre los hechos

hace cada parte, esto es, importa en la medida que, en función de la prueba, el

Juez asume como cierta nuestra teoría del caso.

52
2.8.2. Principios del Derecho Probatorio.

Los Principios Fundamentales sobre la prueba tienen su fundamento en

la Constitución y los Tratados Internacionales. Entre los principios más

importantes en materia de prueba tenemos los siguientes:

a. Legitimidad de la prueba.- Significa que la obtención de la prueba

debe realizarse conforme a ley. Es decir, por ejemplo, está prohibido obtener la

confesión del imputado mediante el uso de la violencia física y quien la emplea

incurre en responsabilidad.

b. La libertad de la prueba.- “La libertad de la prueba se sustenta en la

regla de que todo se puede probar y por cualquier medio, salvo las prohibiciones

y limitaciones que nacen de la Constitución y el respeto a los derechos de la

persona que se consagran. En tal sentido, el fiscal y los defensores están en las

condiciones de pedir u ofrecer las actuaciones de pruebas que favorezcan sus

pretensiones.

c. La inmediación.- Significa el conocimiento inmediato de la prueba por

el juez con intervención de los sujetos procesales. La inmediación, la oralidad y

concentración de la actividad probatoria dinamizan el nuevo proceso penal, lo

hacen más ágil y permiten mayor seguridad al juzgador.

d. La publicidad del debate.- La prueba se analiza y se discute en el

juicio de manera pública, salvo los casos exceptuados la propia ley empero,

siempre será pública cuando se trate del juzgamiento de un funcionario público.

e. La pertinencia de la prueba.- Significa que las pruebas que se

soliciten o se ofrezcan o se actúen en el proceso penal deben guardar pertinencia

53
con los fines del proceso y en especial, con lo que es objeto de prueba. Las

pruebas deben de conducir a establecer la verdad sobre los hechos investigados.

f. La comunidad de la prueba.- El esclarecimiento de la verdad en el

proceso penal exige que todos los elementos de prueba existentes en la causa

penal, sin atender a que sujeto procesal los propuso u ofreció, debe ser de

conocimiento común de todos los sujetos procesales8 . Esto quiere decir, que

las pruebas ofrecidas por el abogado defensor del imputado, o el Fiscal, no son

de conocimiento exclusivo del Juez, sino también de los que no lo han ofrecido.

g.- Actuación de prueba de oficio como caso excepcional.- La

actividad probatoria la realiza el Fiscal y las partes que participan en el proceso

penal. El Juez evalúa las pruebas para decidir y se admite por excepción, las

pruebas de oficio, es decir, las ordenadas por el Juez. Esta facultad de ordenar

pruebas de oficio tiene como fin el esclarecer los hechos delictivos. Algunos

autores consideran que es un rezago del sistema procesal penal anterior.

2.8.3. Tipos de Prueba: Documental, Testimonial y Pericial.

2.8.3.1. La Prueba Documental.

Para Carnelutti el documento constituye una prueba histórica, esto es, un

hecho representativo de otro hecho. Agrega, “si el testigo es una persona, que

nana una experiencia, el documento puede ser definido como una cosa, por la

cual una experiencia es representada; aquí el objeto de investigación debe ser

la diferencia entre la representación personal y la representación real”.

El documento es todo aquel medio que contiene con el carácter de

permanente una representación actual, pasada o futura, del pensamiento o

54
conocimiento o de una aptitud artística o de un acto o de un estado afectivo o de

un suceso o estado de la naturaleza, de la sociedad o de los valores económicos,

financieros, etc., cuya significación es identificable, entendible de inmediato y de

manera inequívoca por el sujeto cognoscente.

El documento no sólo se identifica con algún acto escrito, sino comprende

a todas aquellas manifestaciones de hechos, como las llamadas instrumentales,

(cinta magnetofónica, vídeo, disquetes, slides. las fotografías, caricaturas,

planos, representaciones pictóricas, pentagramas, estampillas, cartas, fax,

telegrama, códigos de comunicación, fórmulas, etc.). En materia civil se

establece que documento es todo escrito u objeto que sirve para acreditar un

hecho (art. 233°).

El documento como objeto y medio de prueba

El documento puede ser considerado como objeto de prueba pues para

su incorporación al proceso y valoración posterior requieren de previa

observación, identificación y análisis. Debe de existir una relación directa o

indirecta entre en hecho que se investiga con el documento que se pretende

considerar dentro del proceso. Por ejemplo, carta extorsionadora, el dibujo de la

escena de crimen, en el delito de secuestro o robo; la carta del imputado o del

testigo, etc. De tal manera que, el documento como objeto de prueba nos permite

identificar los hechos que se relacionan con la imputación misma y que es el

centro de la investigación.

El documento como medio de prueba aparece cuando su contenido se

apoya en declaraciones o en informes de personas dentro del proceso judicial;

son aquellos documentos que forman parte del proceso y que por sí mismos

55
merecen valor en tanto se relacionen con el sujeto a investigación: declaración

del imputado, testimonial, pericia etc. En tal sentido, el documento como medio

de prueba se relaciona necesariamente con el órgano de prueba. El artículo 184

de la nuestro procesal establece que se podrá incorporar al proceso todo

documento que pueda servir como medio de prueba. Quien lo tenga en su está

obligado a presentarlo, exhibirlo o permitir su conocimiento.

Como se puede apreciar, el documento tiene naturaleza representativa,

pero además, tiene la singularidad de ser un medio de comunicación pues la

relación entre el sujeto cognoscente y la prueba se manifiesta a través del

contenido del documento; también tiene naturaleza permanente pues su

existencia es por tiempo indeterminado, en tanto el documento no sufra algún

deterioro, adulteración o desaparezca. También tiene carácter objetivo dado que

existe real e independientemente de la persona de su autor.

De lo que se afirma, también podemos sostener que el documento tiene

la finalidad de preservar de la forma fidedigna y fiel aquello que representa. Y

dentro de dicha finalidad genérica, se establecen dos finalidades específicas: la

finalidad ad probationem, cuando el documento es hecho con la finalidad de

demostrar posteriormente la autenticidad de lo representado. La finalidad ad

substanciam, cuando por mandato legal, la documentación escrita del acto

jurídico es indispensable para la existencia de este; de tal manera que

el.documento es considerado elemento constitutivo del acto jurídico y también el

medio que sirve para probarlo.

56
2.8.3.2. La Prueba Testimonial.

La prueba testimonial constituye uno de los medios probatorios de suma

importancia y de mayor empleo en el proceso penal. La naturaleza del delito o

las circunstancias en que ocurrió, muchas que no permiten encontrar suficientes

elementos probatorios, por lo que acude generalmente a la búsqueda de

elementos indiciarios por el procesado, si se encuentra presente en el proceso,

empero, si fuera así, la declaración de las personas que presenciaron los hechos

de las víctimas del delito, resultan de trascendental importancia de su contenido,

igualmente, se podrán obtener los elementos de prueba que se requieren en el

proceso para alcanzar sus objetivos.

En la actualidad, la prueba testimonial constituye una de las pruebas de

mayor recurrencia en el proceso y, por cierto, la base probatoria que puede

decidir un caso penal. Para Ramos Méndez, uno de los momentos típicos de la

investigación en el proceso penal es recurrir a las declaraciones de las personas

que en una u otra forma puedan tener conocimiento de los hechos o puedan

aportar datos de utilidad para la instrucción de la causa.

La prueba testimonial significa la puesta en conocimiento ante la autoridad

fiscal o jurisdiccional de los hechos o circunstancias relacionadas con el delito, o

la información que guarde relación con el presunto autor, o con los medios

utilizados o los efectos del delito.

La declaración del testigo debe recibirse con cautela y bajo criterios

relativos al objeto de prueba y de quien lo propone; debe ser verificada y

analizada; se exige que sea fidedigna, con coherencia, objetiva y con ausencia

57
de subjetividad. Debe recibirse lo más pronto posible a fin de evitar el olvido de

los detalles o circunstancias del delito por parte del testigo.

El testimonio

El testimonio, en sentido amplio, aparece como una manifestación

humana de un conocimiento pretérito y el término se emplea para dar razón de

un hecho percibido a través de los sentidos. Puede ser histórico, político,

científico, religioso, social o judicial. Este último es el que nos interesa por cuanto

es aquel que se presta ante un órgano judicial con fines probatorios.

El testimonio judicial es la declaración que una persona llamada testigo

hace ante la autoridad judicial respecto de un hecho que ha tenido conocimiento.

El testimonio permite informar al Juez sobre determinados hechos que

desconoce.

El testigo es la persona física que se encuentra presente al momento de

la comisión del delito y que es llamada al proceso penal para que declare sobre

lo que conoce de los hechos que se investigan. Como lo afirma Carnelutti, “los

testigos se encuentran en el ambiente del delito y el juez, por el contrario, en el

ambiente del juicio”. Es la persona llamada a referir su declaración sobre todo lo

que ha visto, oído o palpado o, en fin, de todo aquello que ha llegado a él por

medio de los sentidos, de un hecho pasado presumible punible y objeto de

averiguación.

El testigo es pues la persona que se encuentra presente al momento del

delito, que puede conocer de otros elementos de prueba o ser fuente de prueba,

pero que adquiere singular importancia cuando ante la autoridad judicial expresa

lo que ha visto, oído o percibido del mismo. Por ello su declaración debe ser

58
objetiva y concreta, no admitiéndose que exprese opiniones o conceptos que de

manera personal tenga respecto de los hechos que relata, salvo que se trate de

un testigo técnico (art. 166.3).

En cuanto a la valoración del testimonio, la misma ley procesal establece

la posibilidad de verificar la idoneidad física o psíquica del testigo, en cuyo caso

se realizarán las indagaciones necesarias e incluso, la realización de las pericias

que correspondan, facultándose al juez a decidirla de oficio (art. 162.2).

Clases de testigos

En doctrina se admite la siguiente clasificación de testigos:

a) Testigos directos o presenciales.- Son aquellos que tienen una

percepción directa sobre el delito y que se manifiesta a través de la vista

principalmente, o de los demás sentidos; así por ejemplo el testigo que escuchó

el diálogo entre el imputado y la víctima, o los gritos de dolor del agraviado o el

ruido de los instrumentos empleados en el delito o percibió un olor a quemado

en lugar próximo a la escena del crimen, etc.

b) Testigos indirectos o de referencia.- También se les llama testigos

de oídos, que son aquellos que expresan conocimiento del hecho por datos

suministrados por otras personas o información captadas de medios de

comunicación social, de los comentarios de la gente, de la películas, etc. Es el

llamado testigo referencial que se encuentra regulado expresamente por la Ley.

En efecto, el art. 166.2 establece que en estos casos, el testigo “debe señalar el

momento, lugar, las personas y medios por los cuales lo obtuvo”, incluso se

podrá actuar de oficio en el caso de las personas indicadas por el testigo de

59
referencia como fuente de conocimiento; si ello no se produce, no podrá utilizarse

dicho testimonio.

c) Testigos de conducta, que son aquellos que acuden ante la autoridad

judicial, generalmente a pedido del imputado, a fin de aportar elementos de juicio

sobre la honorabilidad o buena conducta del imputado.

d) Testigos instrumentales, que son aquellos que acuden al despacho

judicial para dar fe de algún documento o del contenido del mismo o de la firma

que allí aparece.

2.8.3.3. La Prueba Pericial.

En todo proceso con hechos controvertidos, las partes para poder lograr

su pretensión ofrecen diferentes medios de prueba, contemplados en la ley y los

códigos de procedimientos, como armas para conseguir convencer al juez del

litigio. Un efectivo acceso a la justicia está dado por procurar una igualdad de

armas entre los litigantes. Por tanto, el ¨acceso¨ no significa, únicamente,

reconocer cada vez en mayor medida los derechos sociales fundamentales, sino

que constituye la columna vertebral de todo el derecho procesal civil de hoy en

día (Capelletti, 1983:21).

Es decir, que en la indagación de los hechos controvertidos, la prueba es

un aspecto esencial de la función jurisdiccional, y de la vida del proceso.

Dentro de los medios de prueba receptados por nuestros códigos de rito,

para poder lograr una apreciación consciente y razonable de los hechos por parte

del juzgador es casi imposible sin la aplicación de algún conocimiento técnico o

científico. Y la forma más común de acercar este conocimiento al órgano

jurisdiccional es a través de la prueba pericial. Es por ello que los sistemas

60
procesales contemplen la participación de profesionales o técnicos, conocedores

y estudiosos en profundidad de un tema, que pueda aportar su saber al órgano

judicial para establecer una verdad (idealmente objetiva), ya sea por el uso de

pruebas técnicas o por medio de la experiencia, que determinan un hecho.

A través de la doctrina se ha señalado que el peritaje es la actividad

realizada por personas especialmente calificadas, distintas e independientes de

las partes y del juez del proceso, por sus conocimientos técnicos, artísticos o

científicos, mediante el cual se suministra al juez argumentos o razones para la

formación de su convencimiento respecto de ciertos hechos cuya percepción o

entendimiento escapa a las del común de las gentes. Es una prueba ilustrativa

sobre alguna materia técnica, que escapa al conocimiento del magistrado

(Falcón, 2003:4).

El perito es el tercero, calificado y capacitado técnicamente idóneo, quien

es llamado a dar su opinión y dictamen fundado en un proceso, acerca de la

comprobación de hechos cuyo esclarecimiento requiere conocimientos

especiales sobre determinada actividad, técnica o arte, del cual es ajeno el juez.

El rol del perito

La cuestión del rol que desempeña un perito en el marco de un proceso,

se radica en que los mismos proporcionan sus conocimientos técnicos como

consecuencia de su preparación profesional, ellos no han presenciado el suceso

ni tienen referencias de ello, sino que son meros portadores de un conocimiento

científico o artístico puestos al servicio de la justicia, no tiene que transcribir

observaciones concretas del suceso objeto de investigación.

61
Es por esto que los peritos deben ser titulados, es decir, deben poseer un

título oficial habilitante, que corresponda a la materia objeto del dictamen y a la

naturaleza de éste. Sólo cuando la pericia se refiera a materias no comprendidas

en títulos profesionales oficiales se admite el informe de peritos no titulados, que

habrán de ser nombrados entre “personas entendidas” en la materia de que se

trate. Lo dicho es relevante, porque a la prueba de peritos están asociados una

serie de problemas que no se presentan cuando se trata de la aplicación de otros

medios de prueba y a los que debe buscarse solución siempre considerando el

objetivo final de la institución, su valoración.

Carnelutti (1990) hacía alusión a la importancia que revestía el hecho de

distinguir los peritos de los testigos, estableciendo que el testigo solo relata,

refiere, narra hechos; en tanto que el perito expresa juicios debido a algún

conocimiento propio de su profesión y que el juzgador desconoce, considerando

además que “el perito es un sujeto, el testigo es un objeto del proceso; el uno y

el otro proporcionan al juez noticias, pero el origen de estas es diverso: la ciencia

del perito se forma en el proceso, y la ciencia del testigo fuera del proceso, en el

sentido de que el primero actúa para lograrla en cumplimiento de un encargo del

juez y el segundo sin encargo alguno.”

2.8.4. Sistemas de Valoración de la Prueba (tarifa legal y libre

apreciación).

Para administrar justicia, en cualquiera de sus ramas (civil, penal,

contencioso-administrativo, militar, laboral, fiscal), es necesaria la apreciación de

los medios o elementos probatorios que se lleven al proceso. No se trata de

saber si el juez puede perseguir la prueba de los hechos con iniciativa propia, o

62
si debe ser un espectador del debate probatorio, sino de determinar cuáles son

los principios que debe tener en cuenta para apreciar esas pruebas aportadas al

proceso de una u otra manera, y cuáles los efectos que puede sacar de cada

uno de los medios de prueba.

Dos sistemas existen al respecto: el de la tarifa legal de pruebas,

generalmente llamado sistema legal, y que consiste en imponer al juez una

cerrada y preestablecida valoración de la prueba, en forma que la ley le ordena

si debe darse por convencido o no ante ella; y el segundo, denominado de la

libre apreciación, que otorga al juez la facultad de apreciar el valor o fuerza de

convicción de las pruebas, fundado en una sana crítica. Es lo mismo hablar de

libre valoración que de valoración de acuerdo con la sana crítica.

En el proceso penal, desde la Revolución Francesa se le dio acogida al

segundo con escasas excepciones de códigos obsoletos. En cambio, en el

proceso civil perduró hasta hace unos treinta años la tarifa legal en Europa e

Iberoamérica, con raras excepciones. Pero así como no se justifica actualmente

que al juez civil, laboral o penal se le aten las manos en materia de investigación

de la verdad de los hechos afirmados por las partes, tampoco se justifica la

supervivencia del antiguo sistema de la tarifa legal de pruebas.

Con excepción de las pruebas solemnes que la ley material exija como

requisitos ad substontiam actus o para la existencia o validez del acto o contrato,

creemos que es ya hora de que en el proceso civil de todos los países y con

mayor razón en el laboral, el contencioso-administrativo y el penal, se consagre

el principio de la apreciación subjetiva y razonada por el juez de acuerdo con las

reglas de la sana crítica, del valor de convicción de las pruebas sin que esto

signifique una libertad arbitraria, puesto que estaría sujeto a las reglas de la
63
lógica, de la psicología y de la experiencia, con obligación de motivar su

conclusión o de explicar las razones que lo condujeron a negarle mérito de

convicción a unas pruebas y otorgárselo a otras. La libertad de apreciación de la

prueba existió relativamente en la antigua Grecia y en el período republicano de

las legis actionis de la Roma antigua; fue aplicado siglos después en la Europa

del Medievo por los scabinos, pero desde entonces quedó olvidado durante

mucho tiempo, inclusive para el proceso penal, y fue restablecido, en cuanto a

éste se refiere, por la Revolución Francesa en 1791, habiéndose generalizado

en Europa en esta rama, y últimamente ha sido incorporado a todos los códigos

de procedimiento civil de Europa y Norteamérica, y en los del Brasil, la Argentina,

México y Colombia.

La tarifa legal tuvo razón de ser en la Edad Media y durante los primeros

siglos de la moderna, y representó en su momento histórico un notable avance

para la justicia, pues contribuyó a terminar con las pruebas bárbaras o basadas

en fanatismo religioso y con el tormento; pero hace un siglo que no se justifica.

La doctrina moderna reclama unánimemente la libre apreciación de la prueba

por el juez, en toda clase de procesos.

2.8.5. Carga de la Prueba y la Prueba de Oficio.

Como una medida indispensable para que pueda haber sentencia de

fondo o mérito, que decida el litigio civil, laboral o contencioso-administrativo, y

absuelva o condene al sindicado o imputado, se consagra el principio de la carga

de la prueba que indica al juez que cuando falte la prueba o esta sea insuficiente,

sobre los hechos en que debe basar su sentencia, debe resolver a favor de la

parte contraria a la que tenía dicha carga.

64
La carga de la prueba y la prueba de oficio son dos instituciones del

derecho procesal que no han tenido el desarrollo que merecen y, por tanto, no

han sido entendidos en su adecuada dimensión.

2.8.5.1. La Carga de Prueba.

La carga de la prueba (onus probandi) representa el gravamen que recae

sobre las partes de facilitar el material probatorio necesario al juez para formar

su convicción sobre los hechos alegados por las mismas.

Este gravamen, en relación con el Ministerio Público, no constituye,

realmente, una carga, sino una obligación, de la que no se puede lícitamente

desatender, dados los motivos de su intervención en el proceso.

La carga de la prueba no constituye una obligación jurídica; en el proceso

civil moderno no cabe hablar de obligación de probar, sino de interés en probar.

La carga de la prueba se concreta en la necesidad de observar una determinada

diligencia en el proceso para evitar una resolución desfavorable. Constituye una

facultad de las partes, que ejercitan en su propio interés, y no un deber.

Algunos procesalistas consideran esta carga como una necesidad que

tiene su origen, no en una obligación legal sino en la consideración de tipo

realista de que quien quiera eludir el riesgo de que la sentencia judicial le sea

desfavorable ha de observar la máxima diligencia en la aportación de todos los

elementos de prueba conducentes a formar la convicción del juez sobre los

hechos oportunamente alegados.

La diferencia entre carga y obligación se funda sobre la diversa sanción

que en uno u otro caso amenaza a quienes no cumplen un determinado acto:

obligación existe cuando la inactividad da lugar a una sanción jurídica; si, por el

65
contrario, la abstención en relación con un acto determinado, hace perder

solamente los efectos útiles del acto mismo, nos encontramos frente a la figura

de la carga.

Para Augenti, la falta de prueba impone al juez la obligación de sujetar al

actor a una responsabilidad objetiva procesal, que consiste en no considerar

existentes los hechos no demostrados.

El efecto inmediato inevitable -dice el autor citado- que se desprende de

la falta de la actividad de la parte encaminada a probar, es, precisamente, la

consideración negativa a la cual se conforma el pronunciamiento del juez, la

pérdida de la litis, la cual permitirá que nazca una obligación de parte del vencido

en juicio, dependiente de la aplicación de una norma de derecho material; pero

el resultado característico de la inercia en el proceso es la responsabilidad

objetiva anteriormente aludida, a la cual el juez sujeta a la parte.

La carga de la prueba, en opinión de Carnelutti, debe traducirse en la

obligación del juez de considerar un hecho existente o inexistente, según. que la

parte presente o no la demostración de su existencia o de su inexistencia.

En conclusión, podemos decir que la carga de la prueba tiene que

entenderse no como un deber u obligación de las partes sino como una regla de

juicio subsidiaria que servirá de utilidad a los jueces cuando deban resolver

controversias en las que ninguna de las premisas alcanzó un grado máximo de

convencimiento respecto de las otras.

2.8.5.2. La Prueba de Oficio.

En palabras de Canelo Rabanal (2017), la prueba de oficio otorga al Juez

la facultad de aportar pruebas en el proceso, solo en situaciones en las cuales

66
las pruebas ofrecidas por las partes no producen certeza; y en vista de que el

Juez tiene la obligación de resolver conflictos, el sistema jurídico procesal otorga

al Juez la facultad de actuar pruebas de oficio (p. 276).

El límite a esta facultad del Juez es la motivación de la resolución,

mediante ésta el Juzgador tiene que fundamentar la razón por la cual solicitó las

pruebas de oficio. El punto negativo es que la resolución en la cual se solicitan

las pruebas de oficio es inimpugnable. Esto, en algunos casos, llevaría a que el

Juez se parcialice con una de las partes sin que el afectado con este acto pueda

impugnar la decisión.

Es pertinente mencionar que la doctrina clásica califica dos tipos de

sistemas procesales antagónicos: el sistema dispositivo (llamado también

garantista, acusatorio o privatístico) y el sistema inquisitivo o publicístico,

mientras que a la yuxtaposición de ambos se denomina el sistema mixto.

En ese sentido, en el sistema dispositivo se les asigna a las partes la

iniciativa del proceso, las partes (demandante o demandado) son quienes puede

ejercer y renunciar a los actos procesales, es decir, el impulso del proceso única

y exclusivamente les corresponde a las partes. Pues, esto acarrea que el Juez

debe resolver con lo que las partes han aportado al proceso (medios de prueba).

Muy por el contrario, en el sistema publicístico, el impulso del proceso

(después de iniciado) le corresponde al Juez, pues se considera que el interés

de resolver el conflicto no sólo obedece a las partes sino también al público de

conocer la administración de justicia.

67
2.8.6. Prueba Prohibida.

La prueba para que sea válidamente incorporada y valorada en el proceso

penal debe ser lícita, obtenida de acuerdo con la Constitución y las leyes y

merecedora del valor que la autoridad jurisdiccional le asigne y de allí que bajo

el marco del rigor constitucional, se repute de válida en cualquier ordenamiento

jurídico, ya que partimos de la idea básica que la finalidad del proceso penal,

conformada por búsqueda de la verdad, no es un fin absoluto, sino que posee

un límite: el respeto de los derechos fundamentales de la persona.

En la doctrina no es uniforme la definición de prueba prohibida. Se suelen

plantear diferencias entre prueba prohibida, prueba ilícita, prueba irregular,

dependiendo del tipo de derecho afectado y el grado de vulneración al derecho,

entre otros criterios. Sin embargo la idea central de la definición de la prueba

prohibida, de conformidad con el Artículo VIII del Título Preliminar del Nuevo

Código Procesal Penal, es aquella que se obtiene con violación al contenido

esencial de los derechos fundamentales, ya sea directa o indirectamente y la

sanción que establece el mismo código es su ineficacia, es decir, carecen de

efecto legal. Además el artículo 157 establece que “no pueden ser utilizados, aún

con el consentimiento del interesado, métodos o técnicas idóneas para influir

sobre su libertad de autodeterminación o para alterar la capacidad de recordar o

valorar los hechos”. Están prohibidos entonces los maltratos, el narcoanálisis o

suero de la verdad, la hipnosis, el detector de mentiras. En el mismo sentido, se

prescribe que el juez “no podrá utilizar, directa o indirectamente las fuentes o

medios de prueba obtenidos con vulneración del contenido esencial de los

derechos fundamentales de la persona” (Art. 159).

68
Sin embargo, tal como se encuentra redactado el NCPP, nos crea dos

grandes interrogantes ¿Cuándo estamos frente a la vulneración del contenido

esencial de los derechos fundamentales?, y ¿Existe alguna excepción a la

valoración de la prueba ilícitamente obtenida? En cuanto a la primera

interrogante, el término, contenido esencial de los derechos fundamentales es

un concepto impreciso, que no puede establecerse de modo general, de manera

tal que debe ser determinado en relación a cada derecho fundamental.

Con referencia al segundo punto, en principio debemos distinguir entre

obtención e incorporación de la prueba, vinculándolo con las diferencias que

existen entre fuente y medio de prueba. La obtención de fuentes de prueba se

asocia con la labor investigadora, fiscal o previa e independiente al inicio del

proceso, mientras que la incorporación del medio de prueba se encuentra

relacionada con el proceso penal en sí mismo. Cuando existe alguna vulneración

a una norma de carácter constitucional, en la obtención de la fuente de prueba,

tiene como general, la prohibición de su valoración, mientras que en el segundo

cuando se produce una violación a una norma de carácter procesal en la

incorporación de determinado medio probatorio, esta prueba puede ser valorada,

siempre y cuando el defecto sea subsanado, de lo contrario, tendrá el mismo

efecto que en el primer caso; estamos ante el supuesto de la prueba irregular o

defectuosa.

La regla general en materia de prueba prohibida es su exclusión monto

de la prueba directa (ej. cuando una confesión se obtiene mediante torturas)

como de la prueba derivada (ej. cuando producto de una intervención telefónica

se logra incautar droga), la primera a través de la reglas de exclusión y en el

segundo caso, por medio de la teoría del fruto del árbol envenenado. El

69
fundamento para la prohibición de la prueba derivada es que, siendo el

procedimiento inicial violatorio de garantías constitucionales, tal ilegalidad se

proyecta a todos aquellos actos que son su consecuencia y que se ven así

alcanzados o teñidos por la misma ilegalidad. “De tal manera, no sólo resultan

inadmisibles en contra de los titulares de aquellas garantías las pruebas

directamente obtenidas del procedimiento inicial, sino además todas aquellas

otras evidencias que son ‘fruto’ de la ilegalidad originaria”.

La doctrina jurisprudencial estadounidense en el caso Weeks vs. US, en

1914 introdujo contundentemente la denominada exclusionary hule o reglas de

exclusión, según la cual la evidencia obtenida, en violación a la Constitución

Política de los Estados Unidos, es inadmisible ante el Tribunal en un proceso

criminal. Dicha regla se configuró con el fin de desincentivar la obtención prueba

en contravención con la cuarta y quinta enmienda de la Bill of Rights (protección

en relación a las pesquisas y aprehensiones poco razonables y el derecho de la

no autoincriminación). Además, una prueba obtenida ilegalmente y utilizada

dentro de un proceso judicial para sustentar una sentencia de culpabilidad,

resulta lesivo al principio del debido proceso.

Sin embargo esta regla, de carácter absoluto en un inicio, fue perdiendo

fuerza y fue objeto de fuertes cuestionamientos en torno al favorecimiento de la

impunidad de los delitos, al considerarse que entorpece la acción de la justicia

cuando se declara inadmisible algunas pruebas que son determinantes en la

responsabilidad de los agentes y la misma jurisprudencia norteamericana se

encargó de instaurar las llamadas excepciones a las reglas de exclusión.

70
2.9. La Sentencia y la Cosa Juzgada

2.9.1. Concepto y Naturaleza de la Sentencia.

La sentencia es el acto por el cual el juez cumple la obligación

jurisdiccional derivada de la acción y del derecho de contradicción, de resolver

sobre las pretensiones del demandante y las excepciones de mérito o fondo del

demandado.

Mediante la sentencia se convierte, para cada caso, en voluntad concreta

la voluntad abstracta del legislador que la ley contiene. Toda sentencia es una

decisión y el resultado de un razonamiento o juicio del juez, en el cual existen las

premisas y la conclusión. Pero al mismo tiempo contiene un mandato, pues tiene

fuerza impositiva, ya que vincula y obliga. Es, por lo tanto, el instrumento para

convertir la regla general contenida en la ley en mandato concreto para el caso

determinado. Pero no es por sí misma un mandato, ya que se limita a aplicar el

que contiene la ley.

Las sentencias pueden declarativas, constitutiva o de condena; represivas

o preventivas; singulares o colectivas; contenciosas o de jurisdicción voluntaria.

Dos tesis se han formulado sobre la naturaleza de la sentencia: una

sostiene que es un juicio lógico y otra que es un acto de voluntad. En realidad,

las dos tesis contemplan aspectos diversos de la sentencia y lejos de excluirse

se complementan.

Pero no se trata de un acto de voluntad del juez, sino del Estado a través

de aquél. Nosotros consideramos la sentencia como un mandato y juicio lógico

71
del juez para la declaración de la voluntad del Estado, contenida en la norma

legal que aplica en el caso concreto.

El juez no crea el derecho, sino que lo declara o reconoce, de acuerdo

con los hechos de donde se origina y con la norma legal que lo regula, o la

costumbre cuando es aplicable.

En los procesos de única instancia existe una sola sentencia; en los de

dos instancias (que son la gran mayoría si se apela de la de primera o existe

consulta forzosa ante el superior), habrá dos sentencias, una en cada instancia;

además, en algunos procesos existe recurso extraordinario de casación y

entonces para resolverlo se dicta una tercera sentencia; también se resuelve por

sentencia el recurso extraordinario de revisión, pero es un trámite separado y

posterior a la terminación del proceso. Cuando se anula una sentencia o la parte

del proceso que la contenga, es necesario repetirla.

Por regla general, con la sentencia concluye la instancia, pues en nuestro

sistema no se le otorga ese nombre sino a las providencias que resuelven sobre

la demanda y excepciones de mérito. Sin embargo, existen tres procesos civiles

en los que se pronuncian sentencias que no ponen fin a la instancia y por ello

posteriormente dentro de la misma se produce otra.

72
2.9.2. Tipos de Sentencia (declarativas, constitutivas y de

condena).

2.9.2.1. Sentencias Declarativas.

Para Chiovenda, la sentencia declarativa “(…) actúa mediante la

declaración de una preexistencia de la voluntad de la ley (la voluntad de que se

produzca un cambio jurídico); es, por tanto, idéntica en esto a las obras (sic)

sentencias (de condena y de declaración), y no tiene nada de excepcional. Pero

en cuanto la ley se refiere o condiciona el cambio futuro a la declaración misma,

esta es el hecho jurídico que causa aquel efecto jurídico por virtud de la ley. No

ya que el cambio jurídico sea producido por la voluntad del juez; la voluntad del

juez, aún en este caso, no pretende sino formular la voluntad de la ley”.

“La pronunciada en causa donde se ha planteado una acción declarativa.

La que establece la existencia o inexistencia de un derecho, sin condenar o

absolver además a las partes. Entre ellas tenemos la prescripción”.

Conforme se aprecia, a través de este tipo de sentencias se solicita la

simple declaración de una situación jurídica que ya existía con anterioridad a la

decisión judicial, el objeto es en este supuesto la búsqueda de la certeza. En tal

sentido, el derecho que hasta antes de la resolución judicial final se presentaba

incierto, adquiere certidumbre mediante la sentencia, y la norma abstracta se

convierte así en disposición concreta.

Se trata de una mera constatación, fijación o expresión judicial de una

situación jurídica ya existente. Tenemos como ejemplos de este tipo de

sentencias la que declara la nulidad de un título valor, la declaración de

propiedad por prescripción, falsedad de un acto jurídico, el reconocimiento de la

73
paternidad, la inexistencia de una situación jurídica (nulidad de un contrato, de

un matrimonio o de cualquier acto jurídico en general).

2.9.2.2. Sentencias Constitutivas.

Para Cabanellas, este tipo de sentencias es aquella sobre “la que recae

la acción constitutiva interpuesta, a fin de crear, modificar o extinguir una relación

jurídica, sin limitarse a la declaración de derecho y sin obligar a una prestación;

tales son las dictadas en juicios de divorcio, de reconocimiento de filiación, de

separación de cuerpos (…)”.

Igualmente Monroy Palacios[8] señala que: “Acudimos a este tipo de

sentencia en supuestos que se encuentran expresamente previstos por el

derecho objetivo y caracterizados por suponer; a través de la expedición y la

sucesiva adquisición de la autoridad de cosa juzgada por parte de la sentencia,

una modificación jurídica, es decir, la conformación de una situación jurídica

nueva” (el proceso de divorcio y la nulidad del contrato).

Las sentencias constitutivas, al igual que lo que sucede con las meras

declarativas, no requieren de actos materiales posteriores (ejecución forzada)

para la satisfacción del interés de la parte favorecida. Son sentencias de

actuación inmediata.

En tal sentido, se debe tener en cuenta que, cuando lo que se solicita ante

el órgano jurisdiccional es la creación, modificación o extinción de una situación

jurídica, se configura la pretensión de un estado jurídico que antes no existía; la

sentencia en una pretensión constitutiva, a diferencia de la declarativa, rige hacia

el futuro, con ella nace una nueva situación jurídica que determina, por

consiguiente, la aplicación de nuevas normas de derecho.

74
2.9.2.3. Sentencias de Condena.

Para Cabanellas, “es aquella que acepta en todo o en parte las

pretensiones del actor manifestadas en la demanda, (…) la cual se traduce en

una prestación”. Debe tenerse en cuenta que las pretensiones de las partes son

aquellas que surgen como consecuencia del incumplimiento de la norma y que

al ser puesta en conocimiento del órgano jurisdiccional, este ha de traducir la

aplicación de la norma en la sentencia.

Respecto del término condena referido a este tipo de actos procesales,

Chiovenda señala que “la condena no es verdaderamente, respecto a la parte

derrotada, un acto autónomo de voluntad del juez, no es un mandato del juez;

es la formulación de un mandato contenido en la ley, y es un acto de voluntad

del juez sólo en ese sentido, que el juez quiere formular el mandato de la ley.

Por lo tanto, cuando se ve en la parte dispositiva de la sentencia un acto de

voluntad, un mandato, se da a entender que el mandato de la ley adquiere en la

sentencia un nuevo vigor de hecho, una mayor fuerza obligatoria, y que la

sentencia como acto de autoridad, tiene virtud de mandato paralelamente a la

ley”. Esta tipología surge de la propia norma, pues es la consecuencia natural de

la aplicación de la misma por parte del juez al expedir la resolución que pone fin

a la instancia.

Devis Echandia[11], “toda sentencia de condena sirve de título ejecutivo,

pues no se concibe una que imponga la prestación de sanción sin que pueda

hacerse cumplir. La ejecución es resultado necesario del incumplimiento de la

prestación impuesta en la condena”. No basta la existencia de una resolución

judicial que ordena o impone una obligación al demandado, sino que esta deba

materializarse, concretarse, efectivizarse.


75
A través de este tipo de sentencias lo que se busca es que se le imponga

una situación jurídica al demandado, es decir, se le imponga a este una

obligación. El demandante persigue una sentencia que condene al demandado

a una determinada prestación (dar, hacer o no hacer). Debemos tener en cuenta

que, toda sentencia, aun la condenatoria, es declarativa, mas la de condena

requiere un hecho contrario al derecho, y por eso este tipo de sentencias tiene

una doble función ya que no solamente declara el derecho; sino que además

prepara la vía para obtener, aún contra la voluntad del obligado, el cumplimiento

de una prestación.

Por el contrario, la sentencia meramente declarativa, como hemos visto,

no requiere un estado de hecho contrario a derecho, sino que basta un estado

de incertidumbre sobre el derecho, y por eso no obliga a nada, sino que se limita

a declarar o negar la existencia de una situación jurídica, es decir que no es

susceptible de ejecución porque la declaración judicial basta para satisfacer el

interés del pretensor.

2.9.3. El Principio de Cosa Juzgada: Naturaleza y Finalidad.

No es la cosa juzgada un efecto general de toda sentencia, sino uno

especial, o mejor dicho, una calidad especial que la ley les asigna a ciertas

sentencias, en virtud del poder de jurisdicción del Estado.

La naturaleza de la cosa juzgada es la misma de la sentencia que la

contiene. En toda sentencia ejecutoriada se contiene un mandato singular y

76
concreto, que es imperativo y obligatorio, no por emanar de la voluntad del juez,

sino por voluntad de la ley. Pero la cosa juzgada le agrega una calidad especial:

la inmutabilidad y la definitividad, que son los efectos propios de ella.

Cuando a la sentencia se le otorga el valor de cosa juzgada, no será

posible revisar su decisión, ni pronunciarse sobre su contenido, así sea en el

mismo sentido, en proceso posterior. En presencia de tal sentencia, el juez del

nuevo proceso civil, laboral o contencioso-administrativo, debe abstenerse de

fallar en el fondo, si encuentra que hay identidad entre lo pretendido en la nueva

demanda o en las imputaciones penales formuladas al proceso y lo resuelto en

esa sentencia. Pero cuando se trate de procesos penales, no debe dictarse en

ese caso (ni en ningún otro) sentencia inhibitoria, como veremos en el punto d.

Tiene, pues, la cosa juzgada una naturaleza estrictamente procesal, porque es

una consecuencia del proceso y la emanación de la voluntad del Estado

manifestada en la ley procesal. Pero sus efectos jurídicos se extienden también

indirectamente fuera del proceso y sobre las relaciones jurídicas sustanciales,

como una consecuencia de la inmutabilidad de la decisión, que es su efecto

directo, produciendo así la definitividad de la certeza jurídica de aquéllas. Ambos

son efectos jurídicos de la cosa juzgada; directo y procesal, la inmutabilidad de

la decisión; indirecto y sustancial, la definitividad de la certeza jurídica del

derecho sustancial declarado o de su rechazado o negación.

Se trata de una institución de derecho público y de orden público, como lo

son las de la acción, el derecho de contradicción y la jurisdicción, de las cuales

es su resultado. La voluntad de las partes y del juez no influye para nada en la

formación de la cosa juzgada ni en sus efectos. Es la voluntad del Estado,

mediante la regulación legal, la que crea e impone la cosa juzgada como una

77
calidad de ciertas sentencias, generalmente las proferidas en procesos

contenciosos (los penales siempre lo son), pero con las excepciones que la

misma ley establece. Así, pues, definimos la cosa juzgada como la calidad de

inmutable y definitiva que la ley otorga a la sentencia y a algunas otras

providencias que sustituyen aquélla, en cuanto declara la voluntad del Estado

contenida en la norma legal que aplica, en el caso concreto.

2.10. La Impugnación

La impugnación se sustenta en la necesidad de disminuir la posibilidad de

injusticia basada, principalmente, en el error judicial, el mismo que si no es

denunciado, origina una situación irregular e ilegal, que causa agravio al

interesado. Precisa que, la revisión de los actos que se encuentran afectados de

vicio o error aparece a consecuencia de un perjuicio inferido al impugnante

surgido como consecuencia de la inobservancia de las reglas procesales o de

una errónea apreciación al resolver, así como en el caso que exista una decisión

arbitraria o una conducta dolosa. En tal sentido y con la finalidad de garantizar

una resolución justa y la estricta aplicación de la ley resulta indiscutiblemente

necesaria la impugnación de los actos procesales y la instancia plural.

Lo que se buscaría a través de esta institución seria la perfección de las

decisiones judiciales en atención que ante la advertencia de un error o vicio

puesta en conocimiento por alguna de las partes en el proceso, sea el órgano de

segundo grado o superior que logre corregir la resolución del A quo y por ende

lograr que los actos del Juez sean decisiones válidas. En tal sentido el

fundamento de la impugnación se sustenta en el hecho de que este constituye

un acto humano y por tanto factible de error, por ello se otorga la posibilidad a

78
los justiciables de utilizar determinado mecanismo a fin de que puedan ser

revisadas tales decisiones y en caso de que se encuentre un error, o vicio se

declare su nulidad o revocación, buscando de esta manera que las decisiones

del órgano jurisdiccional sean lo más justas posibles.

En tal sentido el profesor Priori, ha cuestionado tal fundamento de la

impugnación indicando que: “El problema que enfrenta el instituto de la

impugnación (y del cual no puede salir) es quien revisa la resolución es un ser

humano y, como tal, es también falible. Si el error es entonces el gran

fundamento de la impugnación habría también que permitir que la decisión de

quien revisa sea revisada, pues ella es también susceptible de error. El gran

problema es que quien va a revisar siempre va a ser un ser humano y su juicio

va a ser siempre pasible de error, con lo cual si admitimos que las decisiones

jurisdiccionales sean siempre revisadas porque siempre existe la posibilidad de

error, jamás tendremos una decisión jurisdiccional definitiva; es decir, una

decisión judicial jamás podrá obtener la calidad de cosa juzgada, impidiendo con

ello que la función jurisdiccional pueda cumplir su cometido, con la terrible

consecuencia de no poder lograr la paz social en justicia”. Resulta válido el

planteamiento si este fuera el único fundamento en materia impugnatoria y por

tanto no habría certeza jurídica de las decisiones judiciales, pero felizmente ello

no es así, y aún cuando cuestionable en nuestro sistema, constituye una

“garantía” para los justiciables la existencia de un órgano superior que pueda

revisar lo resuelto por el a quo con la finalidad de corregir el error o vicio en el

que pueda haber cometido el cual fuera advertido por una de las partes o

terceros legitimados en el proceso.

79
Más, se debe tener en cuenta que cuando nos referimos al tema de los

medios impugnatorios y lo relacionamos con el debido proceso inmediatamente

sale a luz lo regulado por nuestra norma constitucional, la cual en su artículo

139° inciso 6 reconoce el derecho a la pluralidad de instancia, el mismo que

según el Tribunal Constitucional, constituye “una garantía consustancial del

derecho al debido proceso, mediante el cual se persigue que lo resuelto por un

juez de primera instancia pueda ser revisado por un órgano funcionalmente

superior, y de esa manera se permita que lo resuelto por aquél, cuando menos,

sea objeto de un doble pronunciamiento jurisdiccional”. En tal sentido la

profesora Ariano, señala que: “Y como el paso de una ‘instancia’ (la primera) a

otra (la segunda) no es por ‘generación espontánea’, sino por un acto de parte,

y en concreto a través de lo que solemos llamar un ‘medio de impugnación’,

resulta inevitable que por derecho a la ‘pluralidad de la instancia’ se termine

entendiendo como el derecho a los recursos (o más general, a las

impugnaciones) que tal ´pluralidad´ promueven.”

En tal sentido al constituir también una garantía constitucional, esta no

puede quedar limitada por ejemplo en el supuesto que el letrado no se encuentre

al día en sus cotizaciones ante el Colegio al que pertenece, ya que dicha

situación no debe perjudicar a las partes en el proceso, al respecto, reiteradas

ejecutorias se ha señalado que: “(…) Si el Abogado que autorizó el recurso de

apelación no estuvo habilitado para el patrocinio judicial por falta de cuotas

gremiales, ello no es razón suficiente para anular el acto procesal y los efectos

que de él hayan derivado (…) resulta de mayor interés considerar que la parte

procesal o patrocinado (sea actor o demandado) no se veas perjudicada en su

derecho a la doble instancia por la irregularidad administrativa anotada, pues, el

80
objeto o fin del medio impugnatorio referido es que el juez (Colegiado) superior

revise el fallo apelado, pues pese a que el recurso es defectuoso al estar

autorizado por el letrado inhabilitado, ha cumplido con satisfacer la vigencia o

tutela del derecho a impugnar las resoluciones judiciales consagrado en la

Constitución Política del Estado como principio del debido proceso (…)”.

Finalmente, podemos señalar que es fundamental en el procedimiento

que todo acto del Juez que pueda ocasionar alguna lesión los intereses o

derechos de una de los litigantes, o que sirva para impulsar el proceso y

conducirlo a sus distintas etapas preclusivas, sea impugnable; es decir, que

exista algún mecanismo para atacarlo, con el objeto que se enmienden los

errores o vicios en que se haya incurrido.

No podría concebirse un sistema judicial en la que los actos del órgano

jurisdiccional no sean objeto de impugnación. En tal sentido existe gran variedad

de medios impugnatorios que la norma procesal concede a las partes, según la

naturaleza del acto procesal.

Más, tal posibilidad no puede hacerse uso indiscriminadamente, sino en los

términos y condiciones que la norma procesal señala; y no es indiferente que se

use de ellos, en cada caso concreto, pero cualquiera de las partes, sino, por el

contrario, es que ella en cuyo favor los consagra la norma quien debe y puede

ejercitarlos. De tal manera, corresponde únicamente a la parte perjudicada con

la decisión judicial la posibilidad de interponer reposición, apelación o casación

contra ella. Ante la existencia de un defecto o vicio procesal.

81
2.10.1. Concepto y Clases de Medios de Impugnación.

2.10.1.1. Concepto.

Los medios impugnatorios son mecanismos que la ley concede a las

partes y terceros legitimados para solicitar al órgano jurisdiccional que se realice

un nuevo examen, por el mismo Juez o por otro de jerarquía superior, de un acto

procesal con el que no se está conforme o porque se presume que está afectado

por vicio o error, a fin de que se anule o revoque, total o parcialmente. Los medios

impugnatorios son actos procesales de la parte que se estima agraviada por un

acto de resolución del juez o tribunal, por lo que acude al mismo o a otro superior,

pidiendo que revoque o anule el o los actos gravosos, siguiendo el procedimiento

previsto en las leyes. El fundamento de la impugnación se encuentra en la

posibilidad de injusticia, por la existencia de un error, que puede ser corregido o

anulado por el mismo órgano jurisdiccional o superior, brindando de esa forma

la debida garantía al justiciable.

2.10.2. Clasificación de los Recursos.

Tradicionalmente, al menos en el sistema iberoamericano se suele

identificar los conceptos de “medios de impugnación” y de “recursos”, como si

ambas expresiones fueran sinónimas. Sin embargo, la doctrina considera que

los recursos sólo son una especie de los medios de impugnación, que vienen a

ser el género, como sostiene Devis Echandia.

Por recurso se entiende la petición formulada por una de las partes, y en

su caso por terceros, para que el mismo juez que expidió una resolución o su

82
Superior la revise, con el fin de corregir los errores de fondo o de procedimiento

que en ella se hayan cometido.

El recurso es sólo uno de los distintos medios de impugnación, aunque el

más importante. Pero además de los recursos existen otras especies, entre las

cuales podemos citar los “remedios”, a los que se refiere el Art. 356 del nuevo

Código Procesal y que pueden ser utilizados por quien se considere agraviado

por actos procesales no contenidos en resoluciones, como por ejemplo la

oposición incidental a determinados actos.

Prieto Castro, en el Tomo I de su tratado de Derecho Procesal, emplea la

denominación “remedios” para referirse a las impugnaciones que deban ser

resueltas por el mismo juez que la expidió, tal entre nosotros la reposición que

está tratada como recurso.

Perla Velaochaga llama “recurso” a los medios que la ley otorga a las

partes en ciertos casos para reclamar de las resoluciones judiciales y están

determinados y regulados por la ley.

No cabe duda que el recurso es el medio de impugnación más importante,

al que Guasp define como una pretensión de reforma de una resolución judicial,

mediante la cual las partes o quienes tengan legitimación para actuar, solicitan

su revisión dentro del mismo proceso en que dicha resolución ha sido dictada. Y

es que los recursos se caracterizan por ser medios de impugnación que se

plantean y se resuelven dentro del mismo proceso; combaten resoluciones

dictadas en el curso de éste, o bien impugnan la sentencia definitiva, cuando

todavía no es firme, abriendo una segunda instancia dentro del mismo proceso.

Como expresa Niceto Alcala Zamora y Castillo, no inician un nuevo proceso, sino

83
sólo continúa el que ya existe, llevándolo a una nueva instancia, a un nuevo

grado de conocimiento. No plantean un nuevo litigio ni establecen una nueva

relación procesal, sólo implican la revisión, el nuevo examen de la resolución

recurrida. Las partes, el conflicto y la relación siguen siendo las mismas.

Para Couture, recurso significa literalmente, regreso al punto de partida;

es un “recorrer” de nuevo el camino ya hecho.

Dentro del proceso dispositivo los recursos constituyen un derecho

individual para reclamar contra los vicios del proceso en busca de su

perfeccionamiento (satisfacción de pretensiones).

Como también, según la finalidad pública del proceso, constituirán una

mejor manera de lograr la recta aplicación del Derecho o la activación de la ley.

Con brillantez decía Carnelutti, que el peligro del error judicial es como

una gran nube que oscurece el cielo del Derecho Procesal; y que la protesta de

justicia se llama impugnación.

2.10.2.1. Recurso de Apelación.

Es el medio por el cual el legitimado pretende el acceso del proceso a la

instancia superior, con el objeto de que modifique o revoque a su favor la

sentencia de la instancia anterior que le es desfavorable. Es el más conocido de

todos los recursos, tan es así que muchas personas utilizan la palabra

impugnación como sinónimo de medio impugnatorio. El régimen del recurso de

apelación en el nuevo Código Procesal Civil mantiene los principios

fundamentales del sistema de apelación existente en el Código derogado, pero

se introducen algunos aspectos muy interesantes, producto de la elaboración

84
científico-procesal de los últimos años en Latinoamérica y que han sido

hábilmente recogidos por sus autores.

Se precisa que ella tiene por objeto que el órgano jurisdiccional superior

examine, a solicitud de parte o de terceros legitimados, la resolución que les

produzca agravio, con el propósito que sea revocada, reformada o anulada, total

o parcialmente. (Art. 364).

El principio adoptado por nuestra actual Constitución y la Ley Orgánica

del Poder Judicial de doble grado de competencia funcional, consiste en que el

proceso pueda pasar para su pleno conocimiento por dos instancias sucesivas.

Por ello la apelación, también llamada “alzada”, es el más importante y usual de

los recursos, máxime cuando a través de ella se puede alegar cualquier vicio de

la resolución impugnada. Mediante la apelación, el proceso decidido por el Juez

inferior es llevado a un Tribunal Superior para que revoque o reforme una

resolución que se estima errónea en la aplicación del derecho o en la apreciación

de los hechos.

El principio adoptado por nuestra actual Constitución y la Ley Orgánica

del Poder Judicial de doble grado de competencia funcional, consiste en que el

proceso pueda pasar para su pleno conocimiento por dos instancias sucesivas.

Por ello la apelación, también llamada “alzada”, es el más importante y usual de

los recursos, máxime cuando a través de ella se puede alegar cualquier vicio de

la resolución impugnada. Mediante la apelación, el proceso decidido por el Juez

inferior es llevado a un Tribunal Superior para que revoque o reforme una

resolución que se estima errónea en la aplicación del derecho o en la apreciación

de los hechos.

85
Por la forma en que está redactado el Art. 364 somos del parecer que el

nuevo Código unifica los recursos de apelación y de nulidad, (entendido éste en

su estricto sentido de reclamación contra vicios del procedimiento), que en varias

legislaciones aparece con carácter autónomo, de tal modo que el ámbito de

aplicación de la apelación queda ampliado, comprendiendo no sólo la

impugnación de la resolución en razón de mérito, sino también la impugnación

basada en la nulidad por incumplimiento de un requisito del que se deriva tal

efecto. Ello sigue las elaboraciones de la moderna ciencia procesal y resulta más

eficaz. El Art. 382 corrobora la opinión señalada.

2.10.2.2. Recurso de Casación.

La casación es un medio de impugnación para obtener, en ciertas

condiciones, el reexamen desde el punto de vista de su corrección jurídica de las

sentencias de vista expedidas por las Cortes Superiores y de los autos que, en

revisión ponen fin al proceso.

Estimo lógicamente, “casar” es traducción del francés “casser”, que quiere

decir romper o, metafóricamente abrogar, derogar, dejar sin efecto o desprovisto

de valor. Casar es dejar desprovisto de todo valor a un fallo.

En el régimen del nuevo Código es un recurso ordinario dado que el Art.

398 establece que su interposición suspende la ejecución de la sentencia, es

decir que la cosa juzgada se opera, o bien transcurrido el plazo para su

interposición sin que ésta se haya efectuado, o una vez que el recurso haya sido

resuelto definitivamente.

La casación no es una tercera instancia, sino que se distingue nítidamente

de ella en que en la tercera instancia la Corte Suprema está facultada para

86
revisar el proceso en plenitud, en cambio, en la casación dicho Tribunal no

reconsidera ni revalora los hechos.

En cuanto a la finalidad perseguida con la consagración del recurso de

casación, ella tiene como objetivo asegurar el exacto, uniforme e igualitario

cumplimiento de las normas jurídicas. Couture sostenía que este recurso tiene

por objeto “la justa aplicación de la ley y la unidad de la jurisprudencia”.

a) La justa aplicación de la ley, en defensa del derecho objetivo, para

preservar del modo más exacto posible los valores que el legislador hubiere

querido proteger.

b) Unidad de la jurisprudencia, aspiración de indudable importancia para

obtener la certeza jurídica necesaria para aquellos que, al no lograr la

satisfacción pacífica de sus intereses, deban someter sus diferencias a la

resolución de los tribunales de justicia.

Estos fines de la casación son los que han inspirado la norma contenida

en el Art. 384 del nuevo Código, según el cual el recurso de casación tiene por

fines esenciales la correcta aplicación e interpretación del derecho objetivo y la

unificación de la jurisprudencia nacional por la Corte Suprema de la República.

Vieja aspiración del sistema de justicia nacional, la casación fue

incorporada en nuestro ordenamiento legal por la Constitución Política de 1979,

y de allí en adelante ha sido legislada en la parte pertinente por la Ley Orgánica

del Poder Judicial actualmente en vigencia, correspondiendo su regulación a los

Códigos Procesales Civil y Penal.

El tema de la casación resulta de por si interesante y polémico, bastando

al respecto recordar que en la doctrina argentina existe discrepancia respecto de

87
los recursos que pueden denominarse con propiedad “casación” pues existen

algunos que a pesar de denominarse como tales no son realmente casación, y

existen otros, como el de inconstitucionalidad que bien puede merecer dicho

nombre.

El origen de la casación, según la mayoría de autores, se encuentra en el

antiguo derecho francés, como un recurso instituido por el rey o príncipe con el

fin de someter a su control las decisiones de los tribunales judiciales.

Como ya se ha dicho antes, la casación no da lugar a una instancia, como

sucede con las apelaciones de las sentencias u otras resoluciones, pues

precisamente existe contra las sentencias (de vista) dictadas por los tribunales

superiores y que reúnan determinados requisitos, y ya sabemos que ningún

proceso puede tener más de dos instancias, (Art. 11 de la Ley Orgánica del

Poder Judicial). Se trata de un “recurso extraordinario”, razón por la cual está

limitada a los casos en que la importancia o la naturaleza del asunto lo justifica.

2.10.2.3. Recurso de Queja.

La aplicación concreta de las normas en materia procesal, al igual que las

de otra naturaleza jurídica, manifiestan en muchos casos la verdad de la

reiterada observación de que el ejercicio real de ciertos derechos y el empleo de

determinados procedimientos dista mucho del que, al tenor de los textos legales,

es el correspondiente.

Todos los procesalistas se muestran de acuerdo en que el recurso de

queja, en el orden jurisdiccional civil, y consecuentemente en el social, es un

recurso que se da en función de otro: apelación o casación en civil y suplicación

o casación en el orden social.

88
Fairén entiende que el recurso de queja se dirige contra una resolución

judicial de inferior categoría (auto o providencia) que deniega la admisión de un

recurso ordinario o extraordinario, destacando que tales recursos se interponen

ante el tribual “a quo” y no ante el tribunal “ad quem” competente para

resolverlos; por lo que una resolución de aquel, corta radicalmente la vía del

recurso de apelación o casación. Para evitar que el proceso muera aquí, sin que

el tribunal “ad quem” llegue ni siquiera a conocer del mismo; contra resoluciones

de los “a quo”, se concede el recurso de queja.

Montero Aroca, en la misma línea, destaca que la queja existe siempre en

relación con otro recurso, el de suplicación o casación. Si estos recursos se

preparan directamente ante los Tribunales Superiores de Justicia y Supremo

respectivamente, el que queja no existiría. Existen porque los Juzgados de los

Social (Suplicación) o las Salas de los T.S.J. o de la Audiencia Nacional

(Casación), pueden negarse a admitir estos recursos y su decisión, que significa

la imposibilidad de que el recurrente pueda acceder a los tribunales “ad quem”,

ha de poder ser revisada por estos.

Por tanto, el recurso de queja, es un recurso accesorio que se da siempre

en función de otro principal, y su único objeto es la decisión sobre la admisibilidad

o inadmisibilidad del recurso principal, y será en estos donde, en su caso, habrán

de resolverse las cuestiones de fondo discutidas.

2.10.2.4. Recurso de Reposición.

Este recurso conocido por algunos también con el nombre de

“revocatoria” o “reconsideración” constituye un medio impugnativo horizontal por

89
el cual se solicita que el mismo órgano que dictó una providencia mere-

interlocutoria (decreto) o de trámite la revoque por contrario imperio.

Es decir, es aquel acto mediante el que solicitamos a un órgano de la

Administración Pública que modifique la resolución adoptada. Es potestativo, es

decir, voluntario. El interesado decide si lo interpone o recurre directamente a la

vía contencioso-administrativa, es decir, a la vía judicial.

Al ser un recurso de naturaleza administrativa, implica que su

interposición es ante el mismo órgano que dictó la notificación, interpretándose

como una segunda oportunidad para que resuelva, esta vez, a nuestro favor o

buen interés. De este modo, su interposición irá mediante modelo ante la misma

Administración y no ante el Juzgado.

Está tratado por los Arts. 362 y siguientes, y tiende a obtener que en la

misma instancia se subsanen los agravios que pueda inferir el decreto

impugnado y por el mismo órgano que lo ha pronunciado. De allí que cualquiera

de las tres designaciones resulta apropiada.

Este medio impugnatorio mantiene la fisonomía que ostenta en el viejo

Código, aun cuando amplía a tres días el plazo para interponerlo, pues el de un

sólo día era absurdo. Está regulado en forma más o menos similar en todos los

Códigos Procesales latinoamericanos, debiendo anotarse que lo que el juez

resuelva ya no es atacable por ningún otro medio impugnatorio.

90
Conclusión

No está de más señalar que, las instituciones jurídicas son sustanciales

para el adecuado funcionamiento de la administración de justicia,

consolidándose como la base sobre la cual se erigen los mecanismos de

resolución de conflictos en el ámbito civil y demás especialidades del derecho.

Su relevancia se manifiesta no solo en la garantía de una justicia imparcial

y equitativa, sino en la preservación del orden social y en el respeto de nuestros

derechos tanto sustantivos, como adjetivos, entre los que se destacan el derecho

de acceso a la justicia, la defensa, la igualdad ante la ley y el debido proceso. Al

proporcionar una estructura clara y regulada, estas instituciones aseguran que

el proceso se desarrolle conforme a los principios procesales básicos, como la

contradicción y la publicidad, brindando a las partes la certeza de que sus

derechos serán respetados y defendidos.

Las instituciones jurídicas también cumplen una función preventiva al

establecer precedentes y normativas que regulan las relaciones civiles. La

existencia de normas claras y de procedimientos estructurados disuade la

conducta ilícita y fomenta el cumplimiento voluntario de obligaciones legales. La

predictibilidad en el proceso judicial actúa como un disuasivo contra conductas

que puedan derivar en conflictos, creando un entorno donde se respeta el orden

jurídico y se fortalecen las relaciones sociales.

Es decir, no solo resguardan los derechos de las partes, sino que también

actúan como garantes de un proceso justo, equilibrado y eficiente. Su influencia

91
permite que el sistema judicial cumpla con su rol de resolver los conflictos de

manera pacífica y conforme a derecho, promoviendo la paz social.

Ahora bien, de las figuras que conforman nuestro sistema, podemos

advertir que aunque el proceso es mayormente dispositivo; sin embargo, el juez

tiene un rol activo en la dirección del proceso y en la búsqueda de la verdad, lo

cual introduce elementos inquisitivos. Lo cual se manifiesta, por ejemplo, en la

facultad que tiene el juez para ordenar la actuación de pruebas de oficio cuando

lo considera necesario para esclarecer los hechos, incluso si las partes no lo han

solicitado. Este equilibrio busca asegurar que el proceso sea justo y llegue a una

verdad material, evitando que se dependa exclusivamente de la iniciativa de las

partes, lo cual podría ser injusto en casos de desigualdad de recursos o

conocimientos entre ellas. Aquello constituye el principio de paridad de armas,

que permite que ambas partes tengan las mismas oportunidades para presentar

y probar sus argumentos.

Siendo así, tal enfoque atiende a la necesidad de balancear la autonomía

de las partes con la intervención judicial, promoviendo un proceso en el que, sin

llegar a la rigidez del sistema inquisitivo, el juez puede actuar para evitar abusos

o carencias que perjudiquen la justicia del resultado.

Por todo ello podríamos decir que, nuestro sistema procesal civil se

enmarca principalmente dentro de un sistema mixto, toda vez que predominan

características del sistema dispositivo, con ciertas incorporaciones de elementos

inquisitivos; esto es, que presenta una estructurada en que las partes poseen

una significativa autonomía para iniciar y orientar el proceso, lo que es

característico del sistema dispositivo; además que tienen, en gran medida, el

92
control de sus derechos e intereses dentro del proceso judicial, lo que se refleja

en su capacidad para decidir sobre la presentación de pruebas, el impulso del

proceso y la disposición sobre la acción.

En conclusión, nuestra legislación ha adoptado en su sistema procesal

civil un modelo predominantemente mixto, con fuerte inclinación hacia el

sistema dispositivo pero complementado con funciones judiciales de

intervención. Este modelo busca responder a las exigencias de justicia, celeridad

y equidad en el proceso, aprovechando las ventajas tanto del sistema dispositivo

como del inquisitivo, adaptándolos a una realidad en la que el Estado tiene una

función garantista frente a los derechos de los ciudadanos.

93
Referencias bibliográficas

Carnelutti, F. (S/f). Instituciones del Proceso Civil. Wordpress.com. Recuperado el 21


de noviembre de 2024, de https://andrescusi.wordpress.com/wp-
content/uploads/2020/05/instituciones-del-proceso-civil-carnelutti-tomo-iii.pdf

Echandia, D. (S/f). Teoría General del Proceso. Wordpress.com. Recuperado el 21 de


noviembre de 2024, de https://andrescusi.wordpress.com/wp-
content/uploads/2020/06/teoria-general-del-proceso-devis-echandia.pdf

MPFN (S/f). Teoría de la Prueba. Gob.pe. Recuperado el 21 de noviembre de 2024, de


https://www.mpfn.gob.pe/escuela/contenido/actividades/docs/2060_teoria_de_la
_prueba_ii.pdf

Universidad Autónoma de México. (s/f). La Teoría General de la Prueba. Unam.mx.


Recuperado el 21 de noviembre de 2024, de
https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3842/4.pdf

White, O. (s/f). TEORÍA GENERAL DEL PROCESO. Com.ar. Recuperado el 21 de


noviembre de 2024, de
https://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2014/12/doctrina40381.pdf

94
Anexos

Ilustración 1: Mapa conceptual de las Instituciones Generales del Derecho


Procesal Civil.

95
Ilustración 2: Cuadro comparativo entre Acción, Jurisdicción y Competencia.

Finalidad Importancia Características


Acción Es el derecho que Es el punto de Subjetiva:
tiene una persona partida del proceso, Corresponde a
para acudir a los sin acción no hay una persona
tribunales y proceso. Define el concreta.
solicitar la tutela objeto del litigio y Objetiva: Se
jurisdiccional para determina los dirige a la
hacer valer un límites de la satisfacción de un
derecho subjetivo o pretensión del interés.
interés legítimo que actor. Procesal: Se
considera ejerce a través del
vulnerado. proceso.
Jurisdicción Es la potestad del Es el fundamento Potestad estatal:
Estado para de la actividad Ejercida por el
administrar justicia judicial y garantiza Estado.
a través de los la protección de los Indelegable: No
órganos judiciales. derechos de los puede ser
ciudadanos. transferida a otros
órganos.
Exclusiva:
Corresponde
únicamente al
Poder Judicial.
Competencia Es la aptitud de un Determina qué juez Legal:
órgano es el adecuado Establecida por la
jurisdiccional para para conocer un ley.
conocer y resolver caso concreto, Irrenunciable: No
un determinado evitando dilaciones pueden las partes
asunto. y asegurando una pactar un juez
correcta distinto al
administración de competente.
justicia. Relativa: Puede
variar según el
tipo de asunto y
las circunstancias
del caso.

96
Ilustración 3: Cuadro comparativo entre el sistema procesal dispositivo, inquisitivo
y mixto.

Etapa del Sistema Sistema Inquisitivo Sistema Mixto


Proceso Dispositivo
Inicio del Las partes tienen El proceso puede Inicia a solicitud
Proceso plena autonomía iniciarse de oficio por de parte, pero el
para iniciar el el juez o autoridad juez puede instar
proceso. La competente, en de oficio en
demanda y su especial en interés ciertos casos
contenido de la justicia pública. para preservar la
dependen de la equidad.
iniciativa del actor.
Impulso Las partes El juez es Predominan el
Procesal impulsan el responsable del impulso de las
proceso; el juez impulso procesal y partes, pero el
actúa solo a tiene control sobre el juez puede
solicitud. desarrollo del intervenir para
proceso. evitar dilaciones
o abusos.
Producción Las pruebas son El juez tiene amplia Las partes
de Pruebas aportadas por las facultad para presentan las
partes, quienes ordenar y recaudar pruebas, pero el
deciden cuáles pruebas, incluso sin juez puede
presentar. solicitud de las ordenar pruebas
partes. de oficio en aras
de la verdad
material.
Audiencia y Predomina la La audiencia y el Se desarrolla un
Debate oralidad y el debate suelen ser contradictorio
contradictorio menos participativos; donde el juez
entre las partes; el el juez dirige la puede interrogar
juez interviene investigación y el y dirigir,
como moderador. análisis probatorio. manteniendo
equilibrio entre
partes.
Resolución La resolución se El juez tiene un rol La resolución
del Conflicto basa en las activo en la atiende al
pruebas y alegatos investigación y principio
de las partes; el puede resolver dispositivo, pero
juez resuelve sin según su convicción el juez considera
mayor basada en el material las pruebas
intervención. probatorio.

97
recabadas de
oficio.
Recursos y Las partes tienen El juez de instancia La apelación
Apelaciones libertad para superior puede mantiene un
recurrir; el rol del revisar balance entre la
juez de segunda exhaustivamente el revisión del fallo y
instancia es proceso e, incluso, la posibilidad de
principalmente recabar nuevas profundizar en
revisional. pruebas. aspectos
probatorios.
Ejecución La ejecución es El juez puede actuar La ejecución
de la promovida y de oficio para combina la
Sentencia gestionada por las asegurar la iniciativa de las
partes interesadas, ejecución, en partes con
bajo supervisión especial cuando hay facultades del
mínima del juez. interés público o juez para
vulnerabilidad. asegurar el
cumplimiento
efectivo.

98
Ilustración 4: Cuadro comparativo de los principales recursos impugnatorios
establecidos en el Código Procesal Civil.

Recurso Características Efecto Órgano Causas de


que admisión
conoce
Reposición Ordinario, sin Corrige vicios Juez que Vicios formales
efecto formales en dictó la en la resolución.
devolutivo. resoluciones resolución.
judiciales.
Apelación Ordinario, con Revisa el Juez Cuestionamiento
efecto fondo del superior. de fondo de la
devolutivo. asunto. resolución.
Casación Extraordinario, Corrige Corte Violación de la
con efecto errores de Suprema. ley, error de
devolutivo. interpretación procedimiento
o aplicación de que haya
la ley. causado
indefensión.
Queja Extraordinario, Protege Juez que Vulneración de
sin efecto derechos dictó la derechos
devolutivo. fundamentales resolución fundamentales.
vulnerados en o superior
el proceso. jerárquico.

99
Ilustración 5: Cuadro comparativo de los sujetos procesales civiles.

Sujeto Definición Funciones Derechos Obligacion


Procesal Principales es
Demandante Persona Interponer la Derecho a ser Comparecer
(Actor) natural o demanda, oído, a en el
jurídica que presentar presentar proceso,
interpone la pruebas, pruebas, a aportar
demanda formular recibir una pruebas
para hacer peticiones resolución justa pertinentes y
valer sus ante el juez, e y en tiempo seguir las
derechos o impulsar el adecuado. disposicione
intereses en proceso. s
el proceso procesales.
civil.
Demandado Persona Contestar la Derecho a la Responder
natural o demanda, defensa, a la demanda,
jurídica presentar presentar comparecer
contra quien excepciones y pruebas, a en el
se dirige la defensas, y conocer el proceso,
demanda y aportar contenido del cumplir las
que está pruebas. proceso y ser resoluciones
llamada a notificado emitidas.
contestar y adecuadament
defender sus e.
derechos.
Juez Autoridad Conducir el Derecho a Dirigir el
judicial proceso, solicitar proceso de
encargada dictar peritajes, manera
de dirigir el resoluciones, pruebas imparcial,
proceso, interpretar la adicionales, y a respetar los
impartir ley, y velar por emitir medidas derechos de
justicia y el debido correctivas las partes,
resolver el proceso. cuando sea emitir
conflicto. necesario. resoluciones
en los
plazos
establecidos
.
Ministerio Representan Intervenir en Derecho a Defender el
Público te del interés procesos en participar en interés
público o que esté los procesos social,
social que comprometid que lo participar de
interviene en o el interés requieren, a manera
ciertos público o presentar imparcial, y
procesos derechos de pruebas y asistir a
cuando es personas hacer audiencias
necesario incapaces. observaciones. cuando se
proteger a requiera.
personas

100
vulnerables o
el interés del
Estado.
Perito Profesional o Emitir un Derecho a Emitir un
experto en dictamen percibir informe
un área técnico o honorarios, a objetivo y
técnica que científico en exponer y claro,
es llamado a su área de defender su cumplir con
emitir un conocimiento pericia de los plazos, y
informe para manera comparecer
pericial. esclarecer profesional. en
aspectos audiencias
específicos si es
del proceso. necesario.
Testigo Persona que Declarar bajo Derecho a Declarar la
tiene juramento protección y a verdad,
conocimiento sobre los no presentarse
sobre hechos hechos que autoincriminars en el
relevantes al conoce y que e, a recibir las proceso
proceso y son facilidades cuando sea
que es relevantes necesarias citado y
llamada a para el para asistir a responder a
declarar. proceso. declarar. las
preguntas
con
veracidad.
Abogado o Profesional Presentar Derecho a Representar
Defensor encargado demandas, actuar en con ética a
de contestacione representación su cliente,
representar s, del cliente, a respetar las
legalmente a excepciones y presentar disposicione
una de las recursos, pruebas y a s procesales
partes en el asesorar al conocer el y cumplir
proceso, cliente, y expediente con las
brindándole actuar en las completo. normas del
asesoría y audiencias. tribunal.
defensa.
Auxiliares Funcionarios Notificar Derecho a Cumplir con
de Justicia que resoluciones, desempeñar las
(Secretario colaboran certificar sus funciones funciones
Judicial, con el juez escritos, con respeto y asignadas
Notificadore en la registrar y seguridad, de forma
s, etc.) tramitación y custodiar recibir diligente,
ejecución de documentos instrucciones acatar las
actuaciones del proceso. claras del juez. órdenes
procesales. judiciales, y
velar por la
transparenci
a procesal.

101

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