HISTORIA BLOQUE 3
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§ Desarrollo de la guerra
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La guerra tuvo en sus comienzos un carácter de levantamiento popular contra la invasión militar
francesa y la usurpación del trono español por parte de Napoleón.
En los territorios donde triunfaron los rebeldes antifranceses se destituyó a las autoridades
existentes y se crearon juntas locales, nuevos órganos de poder que en la mayoría de los casos
estaban integrados por miembros de los viejos grupos dominantes (nobleza y clero), aunque con
nuevos compromisos políticos. A su vez, las juntas locales se agruparon en juntas supremas
provinciales, que ejercían el gobierno en sus respetivas provincias; y ante la necesidad de
coordinación entre ellas, se creó una Junta Suprema Central, que dirigió la guerra contra los
franceses y asumió el gobierno del país en las zonas no ocupadas.
En 1810, la Junta Suprema Central traspasó sus poderes a un Consejo de Regencia, que actuaba
en nombre de Fernando VII y se estableció en Cádiz, la zona más segura de la Península.
En la guerra de Independencia española podemos distinguir las siguientes fases:
1. Ocupación y levantamiento (hasta noviembre de 1808). Fue la etapa de euforia y protagonismo
de la resistencia española. Se obliga a Francia a desistir de una rápida conquista por la reacción
popular y resistencia urbana (sitios de Zaragoza y Gerona) y por la derrota francesa en la batalla
de Bailén (1808) bajo el mando del general Castaños. La victoria en esta batalla impidió la
ocupación francesa de Andalucía en esta primera fase y creó tal alarma que José I Bonaparte
abandonó Madrid para establecerse en Vitoria.
2. Predominio Francés (desde 1808 hasta 1812). Fue una fase de claro dominio del ejército francés.
Napoleón en persona decidió dirigir las campañas militares en España, donde permaneció unos
meses, antes de regresar a París. Durante 1809 se produce una ofensiva francesa y capitulan
Zaragoza y Madrid junto a la derrota en Ocaña. A comienzos de 1810, el territorio peninsular está
prácticamente ocupado (en ciudades, no en zonas rurales), salvo Cádiz. La táctica de guerrillas
adquiere importancia, destacando Francisco Espoz y Mina, el Empecinado y el cura Merino. De
esta manera, aprovechando el mejor conocimiento del terreno y el rechazo de la mayoría de la
población hacia los franceses, los guerrilleros atacaban por sorpresa al enemigo y huían,
manteniéndose escondidos, gracias al apoyo popular.
3. Desde 1812 hasta 1814. Ofensiva hispano-inglesa desde Portugal coincidiendo con la
campaña de Napoleón en Rusia y la retirada de efectivos militares. Junto a las guerrillas será vital la
participación militar de Inglaterra (enemigo de Napoleón) en la contienda con personajes tan
destacados como el duque de Wellington. Las tropas aliadas empujan a los franceses en su huida. Tras
los éxitos de batallas como La Albuera (1811), Arapiles (1812), Vitoria (1813) y San Marcial (1813),
precisamente en 1813, entran, incluso, en territorio francés. A finales de 1813 se firmó el Tratado de
Valençay, por el que Napoleón reconocía a Fernando VII como rey de España, pero todavía quedaron
tropas francesas en España hasta 1814 en que finaliza la guerra.
Mientras gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas a Napoleón en el marco de
la Guerra de la Independencia (1808-1814), en la España no ocupada a partir de 1810 se pretendió
sentar las bases jurídicas necesarias para la modernización del país. Después de cien años en los que
los Borbones habían reinado sin reunirlas, las Cortes inauguraron sus reuniones en septiembre de
1810, con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación española, y prolongaron
su actividad hasta la primavera de 1814. Su deseo de transformación y reformas se plasma en un
conjunto de decretos y sobre todo, en la Constitución de 1812.
Podemos ordenar el análisis de este proceso en las siguientes partes:
§ TENDENCIAS
De inmediato surgieron dos grandes tendencias en la cámara gaditana. Los liberales – por vez
primera se emplea este término como etiqueta política- eran partidarios de reformas revolucionarias,
mientras que los absolutistas, pretendían mantener el viejo orden monárquico. La prensa de Cádiz,
en su mayoría, estuvo del lado de los liberales, que siempre dominaron los debates de las Cortes,
manteniéndose, en cambio, los púlpitos de las iglesias al servicio de la ideología absolutista. No
obstante, algunos clérigos apoyaron con fuerza las reformas políticas de Cádiz, entre ellos Diego
Muñoz Torrero, presidente de la comisión redactora de la Constitución y una de las personalidades
más relevantes dentro de la familia liberal.
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Todo ello quedó plasmado en una serie de reformas legislativas, llevadas a cabo
mediante decretos de abolición del antiguo régimen:
El día de San José de 1812 (19 de marzo), los diputados de Cádiz aprobaron una
Constitución, la primera de la historia de España, que resumía su labor legisladora y
establecía las ideas y el lenguaje del liberalismo español. “La Pepa”, como es conocida
popularmente, se impregna de los principios y valores propios del liberalismo. Es un texto
muy extenso ya que los legisladores regularon hasta el detalle todas las cuestiones
relacionadas con la vida política y los derechos de los ciudadanos. Aquí hallamos todo el
ideario liberal de la época, con ideas como la soberanía nacional, la afirmación de los
derechos individuales y colectivos, la afirmación de la igualdad de los ciudadanos (que
ponía fin a las exenciones y privilegios del Antiguo Régimen), atribuía a las Cortes una
sola Cámara, elegida por sufragio universal masculino, etc. En suma, observamos
principios y valores muy avanzados para la época, que convertirían a España en una
Monarquía Constitucional, pues se reconocía a Fernando VII como rey de España, pero
no como rey absoluto sino constitucional. A pesar de lo avanzado de todas estas ideas,
hay que señalar también que esta Constitución reflejaba el influjo de la religión y la
nobleza a través de la definición de un Estado confesional y el reconocimiento de las
propiedades de los grupos privilegiados.
A la Constitución de Cádiz ni la guerra ni Fernando VII le dieron tiempo para implantar
sus reformas. No obstante, años después, otros textos, inspirados en ella, se encargarían de
hacer avanzar la sociedad española en la conquista de sus derechos individuales y
colectivos. Como símbolo del deseo de libertad de los españoles, la Constitución de 1812
seguirá viva en el recuerdo a lo largo del siglo, prolongándose, también, en el ideario de
los liberales de América del Sur y de Europa.
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3. DETALLA LAS FASES DEL CONFLICTO ENTRE LIBERALES Y
ABSOLUTISTAS DURANTE EL REINADO DE FERNANDO VII
El Tratado de Valençay (1813) firmado por Fernando VII con Napoleón supone el fin
de la guerra con Francia y devuelve la corona a Fernando VII quien regresó a España en
un clima de entusiasmo popular. Desde ese mismo momento los partidarios del
absolutismo le incitaron a restaurar el viejo orden de cosas. En este sentido el monarca
recibió un documento de manos de los absolutistas conocido como Manifiesto de los
Persas, en el que se animaba al monarca a restaurar la monarquía absoluta.
La primera medida de Fernando VII fue el Decreto de 4 de mayo de 1814, por el cual
abolió la Constitución de 1812. Se vuelve por tanto al Antiguo Régimen. Esta
restauración absolutista suponía, al mismo tiempo, la condena de los políticos liberales
y el restablecimiento de las instituciones y privilegios, tales como la Inquisición o el
absolutismo, ambos recuperados, y la abolición de la Desamortización, entre otros.
Además, Fernando VII inició las persecuciones contra los liberales, lo que le obligó a
pasar a la clandestinidad y a formar sociedades secretas siempre dispuestas a la
conspiración. Durante estos seis años, la característica común en la labor de gobierno fue
la permanente inestabilidad debido a los continuos pronunciamientos militares
protagonizados por los liberales, destacando los golpes fallidos de Díaz Porlier en La
Coruña (1815) y el del general Lacy en Cataluña (1817) y uno triunfante a cargo del oficial
Rafael del Riego en Sevilla (1820). El protagonismo de los militares como árbitros de la
vida política compensaba el escaso desarrollo y la debilidad de la burguesía en España,
que por sí sola carecía de fuerza para defender sus pretensiones políticas y económicas
por vías legales. El pronunciamiento de Riego del 1 enero de 1820 triunfó. Ante esta
situación, Fernando VII se ve obligado a aceptar la Constitución.
Fernando VII declaró nulos todos los actos del Gobierno durante el Trienio Liberal. El
retorno al absolutismo da lugar a una durísima represión contra los liberales y a una oleada
de emigración de éstos hacia Francia e Inglaterra, donde los exiliados conspiran y
mantienen contactos con el liberalismo europeo. Ahora bien, desde 1826 se advierte en
la actitud del rey una cierta suavización respecto a los liberales más moderados debido a
la necesidad de buscar apoyos en el problema de la sucesión al trono. Ello produce una
reacción entre los absolutistas que da lugar a la formación de los "apostólicos" o
"realistas puros", facción ultraabsolutista que aglutina sus fuerzas en torno al infante don
Carlos, hermano de Fernando VII, de ahí que se los conozca también con el nombre de
carlistas.
En definitiva, el reinado de Fernando VII supone, dentro de la historia de España, la
transición entre el Antiguo Régimen y el Liberalismo.
En el primer tercio del siglo XIX, con la independencia de casi todas sus colonias
americanas, el Imperio español conoció su fin y España dejó de ser definitivamente una
potencia mundial. Como hemos anticipado, las causas que movieron a las colonias a
independizarse fueron muy complejas, ya que no solamente eran internas, sino
ideológicas procedentes del exterior:
• Causas Internas: Con respecto a España hay que destacar la difícil situación
creada por la invasión francesa, que supuso la ruptura del contacto directo con
América, y el vacío de poder que creó la retención de los reyes españoles en
Francia. Con respecto a las colonias, hay que destacar, por un lado, el
descontento de los criollos (descendientes de españoles nacidos en América) por
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quedar apartados del gobierno de sus países y por el mantenimiento del monopolio
comercial español, y, por otro, la fuerte tensión social en que vivían los indios,
negros y mestizos, muy explotados por los blancos.
• Causas externas: Hay que destacar la influencia de las ideas ilustradas, los
ejemplos de la independencia norteamericana y de la Revolución Francesa, y,
además, la ayuda de Gran Bretaña y EE.UU., países interesados en desplazar a
España del comercio americano.
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reconocidos casi inmediatamente por Inglaterra y Estados Unidos.
Los países que surgieron tras la emancipación adquirieron la independencia política,
pero no organizaron unas instituciones políticas, económicas y sociales estables. Dentro
de esta segunda fase destacamos:
1. La independencia de Chile (1818), lograda por José de San Martín, apoyado por
el general O’Higgins, venció a los españoles es en Chacabuco (1817).
2. La independencia de Perú (1821). San Martín con un ejército apoyado por EEUU
e Inglaterra, tomó Lima y proclamó la independencia. Los españoles recuperaron
la mitad sur de Perú, por lo que San Martín y Simón Bolívar tuvieron que unir
fuerzas.
3. Paralelamente se produjo la independencia de la Gran Colombia (Colombia,
Venezuela y Ecuador), protagonizada en este caso por Simón Bolívar, de quien
destacamos su victoria en Boyacá (1819). En 1821, Bolívar consiguió la
independencia de Venezuela tras la victoria de Carabobo.
4. La independencia de Ecuador (1822) fue lograda por Simón Bolívar y su
lugarteniente, Antonio José Sucre.
5. Tras la entrevista entre Bolívar y San Martín de Guayaquil, se finaliza la conquista
de Perú y Bolivia, con batallas tan destacadas como la de Ayacucho (1824).
Surgen dos nuevos países: Perú y la República Bolívar.
6. En la zona del actual Uruguay, Artigas, jefe de la resistencia uruguaya, trata de
conseguir su independencia de Argentina que lo consideraba como provincia suya.
En 1828 se convirtió en estado independiente.
7. Tras la sublevación de Riego (1820) se produce un nuevo movimiento
independentista en México encabezado por el general Agustín de Iturbide. En
1821 México consigue independizarse. Tras la independencia de México, se
produjo la independencia de América Central.
Cuando acabó el reinado de Fernando VII, el inmenso imperio colonial había quedado
reducido a prácticamente Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El desastre no sólo fue militar,
sino fundamentalmente económico:
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