Kristijonas Donelaitis - Las estaciones del año
Kristijonas Donelaitis - Las estaciones del año
Kristijonas Donelaitis - Las estaciones del año
RENACIMIENTO
Colección Poesía universal
Introducción
serie menor
Director: Manuel Aragón
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para siempre. Y se la dio justamente en lituano, uno de tiempos modernos fue un paso particularmente impor-
los dos idiomas bálticos que han pervivido hasta aho- tante y fructífero en esta región de Europa, que permi-
ra. Así, en el siglo XVIII, en una Prusia ya fuertemente tió que las culturas nacionales reunidas en el estado se
germanizada, se dejó clara constancia de la identidad desarrollaran con éxito a la luz de las ideas renacentis-
báltica de sus antepasados. tas. La prosperidad cultural del Ducado que comenzó
Prusia, el territorio de tribus bálticas –en primer en el siglo XVI, la clara consolidación de la conciencia
lugar prusianos, pero también escalvianos, curonios ciudadana, fueron consecuencia de la sabia política in-
y otros pueblos– conquistado en la Edad Media (siglo terior del Duque Albrecht. Era este un gobernante de
XIII) por la orden alemana de los Cruzados, fue trans- origen alemán y báltico. Su madre, Sofía, hija de Ca-
formada en el siglo XVI en un estado secular. En 1525 simiro, Gran Duque de Lituania y Rey de Polonia, era
Albrecht von Brandenburg (1490-1568), el que fuera su miembro de la dinastía de Gediminas; y su padre era
Gran Maestro, disolvió la orden militar, que había per- Friedrich, Conde de la comarca de Ansbach. El Du-
dido ya su misión de cristianización, y creó el Ducado cado no era totalmente independiente, pues pertenecía
de Prusia. El hecho de dar el nombre de Prusia a un es- por derecho de vasallaje al Rey de Polonia y Gran Du-
tado regido por Alemania, era un signo del respeto a la que de Lituania; por tanto, su historia y cultura estaban
historia, propio de la época del Renacimiento. Los pru- particularmente ligadas a estos estados vecinos.
sianos constituían un grupo báltico legendario, que ha- En el siglo XVI la gran mayoría de los habitantes de
bía sido el más difícil de conquistar en este territorio y la región de la capital Karaliaučius, situada en la parte
que se había sublevado más de una vez contra la Orden oriental de Prusia, eran lituanos. Ese territorio limitaba
durante la Edad Media. En el siglo XVI era aún una con el Gran Ducado de Lituania, con el cual mantenía
nación viva, que había producido ya los primeros libros intensas relaciones sociales, culturales y económicas. El
en prusiano, pero se encontraba en vías de extinción. idioma lituano se convirtió en uno de los principales
A pesar de los muchos y dolorosos dramas históricos, de Prusia, y no solo la lengua hablada, sino también la
la creación del Ducado de Prusia en los albores de los escrita. Con el tiempo este territorio habitado por litua-
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nos vino a recibir los nombres históricos de la «Lituania (Stanislaus Rapagelanus)– se convirtieron en los prin-
Prusiana» y la «Lituania Menor». Los lituanos de Prusia cipales fundadores y primeros catedráticos de la Uni-
se distinguían de la mayoría lituana del Gran Ducado versidad luterana de Karaliaučius (1544). Los disidentes
de Lituania no solo por vivir en el estado de Prusia, lituanos de Prusia hicieron posible la redacción y publi-
sino por su confesión religiosa. La decisión del Duque cación de los primeros libros lituanos; así, en 1547 se pu-
Albrecht de acoger la confesión reformada de Martín blicó en Karaliaučius el primero: el Catecismo luterano
Lutero y Philipp Melanchton constituyó un aspecto de- de Martín Mažvydas. El propio duque Albrecht impul-
cisivo de la fundación de su estado secular, por lo cual só y patrocinó estas publicaciones lituanas. Desde ese
desde el principio de la creación del Ducado de Pru- año la historia de la literatura y el libro lituanos se desa-
sia el luteranismo se consolidó con una rapidez y éxito rrolló en Karaliaučius sin interrupción hasta el mismo
particulares. Prusia se convirtió en uno de los primeros siglo XX. Ahí se editaron los primeros cantorales, ser-
estado luteranos de Europa; ahí maduró asimismo una monarios y devocionarios lituanos; y al final del siglo
rama original de un luteranismo de cultura lituana. XVI Jonas Bretkūnas tradujo por primera vez la Biblia
La consolidación del protestantismo en Prusia im- en Prusia. Aunque el lituano no era lengua oficial de
pulsó los procesos activos de emigración de los lituanos Prusia, en la región oriental era –junto al alemán– la
que confesaban el protestantismo en el Gran Ducado lengua principal, no solo en la vida diaria de los campe-
de Lituania, donde en su época temprana la Reforma sinos sino también en la social (iglesia, educación).
estaba prohibida. Prusia se convirtió así en el foco cen- Desde 1618 empezó en Prusia el periodo del gobier-
tral de la cultura y prensa luteranas en lituano. Cuan- no de la dinastía Hohenzollern, por lo que Berlín fue
do el Duque Albrecht comenzó los preparativos para la adquiriendo un papel cada vez más prominente como
apertura de la universidad, dos lituanos famosos de la centro político de Prusia. Tras la crisis acaecida a mitad
primera generación de exiliados –el doctor en Derecho del siglo XVII (las guerras con Suecia y Moscú), el es-
Civil y Canónico Abraomas Kulvietis (Abraham Cul- tado de Lituania-Polonia se vio obligado a renunciar a
vensis) y el doctor en Teología Stanislovas Rapolionis la soberanía de Prusia, y el Duque Friedrich Wilhelm
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(1640-1688) anexionó Prusia a Brandemburgo. En 1701, su tesoro para libros lituanos, pero la falta de prensa li-
para subrayar la autonomía de Prusia, Friedrich III se tuana que se empezó a sentir con rapidez obligó a poner
hizo coronar rey y así Prusia se convirtió en una mo- medios para renovar la actividad organizada. En 1653
narquía. Más adelante, durante los siglos XVII-XIX, en Danielius Kleinas, oriundo de Tilžė, publicó la prime-
Prusia Oriental se fue formando la llamada identidad ra gramática lituana; en 1654, un manual de lituano,
«prusiana». Su originalidad estribaba en que las gene- escrito en alemán. En el siglo XVII se prepararon dic-
raciones que nacían y crecían en Prusia usaban el ale- cionarios lituano-alemán, pero el primero, de Friedrich
mán, el polaco y el lituano, pero eran ciudadanos de Wilhelm Haack, no se editó hasta 1740.
Prusia y no asociaban su identidad a Alemania, Polonia En la Prusia de la primera mitad del siglo XVIII y en
o el Gran Ducado de Lituania. Por otra parte, los ci- la universidad de Karaliaučius, se desarrollaron inten-
mientos de la identidad prusiana resultaron de la fusión samente las ideas de la Ilustración. La personalidad más
de elementos étnicos diversos. Los alemanes –el grupo eminente de Prusia y de la Universidad de Karaliaučius,
gobernante de la sociedad prusiana– determinaron la uno de los más grandes filósofos del mundo, Immanuel
progresiva germanización de Prusia, que los lituanos se Kant (1724-1804), se ha convertido en el símbolo de es-
resistían a aceptar, haciendo todo lo posible para defen- tas ideas. Kant comenzó sus estudios en la universidad
der los derechos de su propio idioma en la región. Esta de Karaliaučius en 1740, al mismo tiempo que Kris-
defensa de la lengua, costumbres e identidad étnica du- tijonas Donelaitis terminaba los suyos. El filósofo de
rante los siglos XVII-XVIII, constituyó un impulso de Karaliaučius que, ya famoso, nunca abandonó su pa-
una labor activa de los intelectuales y eruditos lituanos: tria, creó la teoría del conocimiento y del poder de la
publicación de diccionarios y gramáticas, ampliación razón humana, los principios filosóficos de la ética y la
de los derechos del lituano en las escuelas primarias de religión de los nuevos tiempos, mostró la importancia
los pueblos y en las iglesias, obras controvertidas sobre de la autonomía del hombre y de la educación de la so-
el origen del lituano y sus derechos. A principios del ciedad, planteada por la Ilustración, subrayando que es
siglo XVII, el estado de Prusia redujo la subvención de la «valentía de usar la propia razón sin la guía de otro».
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Kant prestó atención a las cuestiones nacionales de por Ludwig Rhesa (Rhesa, 1776-1840); fue este también
Prusia y al destino de las lenguas: en 1800 escribió un el iniciador de la historia de la traducción de Donelai-
prólogo para uno de los diccionarios lituano-alemán, tis a otras lenguas. Rhesa publicó Las estaciones junto
en el que invitaba a conservar el idioma lituano como con su propia traducción al alemán (Das Jahr in vier
«el medio más importante de la formación y conserva- Gesängen). Ya entonces podía apreciarse que, pintan-
ción del carácter nacional». do la vida cotidiana de los campesinos lituanos, Do-
La obra de Kristijonas Donelaitis Las estaciones del nelaitis había creado una narración única, a la altura
año, que vio la luz en la Prusia de la época de la Ilustra- de los más grandes poemas épicos; un mito cósmico,
ción, ocupa un lugar prominente en la historia de la li- emblema metafísico del tiempo y la eternidad. Rhesa
teratura lituana. Es la obra más conocida y, desde prin- denominó Las estaciones, con particular acierto, «una
cipios del siglo XIX, la que más claramente representa obra nacional excepcional», «un monumento al idio-
a la nación y la literatura de ese país báltico. Aunque la ma, las costumbres, la cultura espiritual y el carácter
historia de la literatura lituana de Prusia empezó a mi- nacional» lituanos. Como seguidor de la teoría estética
tad del siglo XVI, sólo Donelaitis convirtió el lituano de J. Herder, Rhesa describió el género de Las estaciones
en la lengua de una gran obra. Todos los textos lituanos de Donelaitis como «epopeya didáctica». Uno de los
de cierta entidad creados hasta Donelaitis surgieron por más grandes lingüistas del siglo XIX, August Schleicher
motivos didácticos o con el fin de consolidar las dife- (1821-1868), tras leer Las estaciones de Donelaitis, afirmó
rentes confesiones. que, por la perfección de la forma del idioma lituano,
Donelaitis –pastor luterano evangélico– no persi- el poema bien podría competir con obras griegas y ro-
guió ni experimentó gloria literaria alguna en vida. El manas, con las escritas en indio antiguo, y acometió la
poema escrito por Donelaitis en la provincia de Prusia segunda edición de Las estaciones, que vio la luz en 1865
Oriental, tras la muerte del autor permaneció en for- en San Petersburgo, Rusia. Esta publicación, en la cual
ma de manuscrito, conocido solo por algunos amigos, se incluyeron no solo Las estaciones, sino también otras
y fue publicado por primera vez en Königsberg en 1818 obras del autor, acompañadas de comentarios lingüís-
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ticos, fue la primera edición crítica de las obras de Do- desaparecido de la región de Karaliaučius, cercano a
nelaitis. En el siglo XIX otro lingüista alemán, Georg Gumbine (hoy Gusev), en una familia lituana nume-
Heinrich Ferdinand Nesselmann (1811-1881), publicó rosa (los padres del poeta tuvieron cuatro hijos y tres
en Königsberg (1869) otra edición crítica importante de hijas) de campesinos libres. Según las estadísticas, en
los escritos de Donelaitis con traducción al alemán. En 1701 había en Prusia Oriental más de 8000 fincas agrí-
el siglo XX en Lituania aparecieron varias ediciones de colas de campesinos libres y unas 54.000 de siervos. Al-
Las estaciones, y las obras completas de Donelaitis se rededor de 1731 Donelaitis empezó a asistir a la escuela
publicaron en 1914 y 1977. Las estaciones es asimismo secundaria de la Catedral de Karaliaučius, la Escuela
uno de los textos de la literatura lituana más traduci- Latina de Kneiphof (la parte central de la ciudad), y en
dos y difundidos por el mundo. En nuestros días se co- los años 1736-1740 estudió en la facultad de Teología
nocen traducciones a doce lenguas (en alguna de ellas de la universidad de Karaliaučius, donde cursó teolo-
hay varias traducciones). Además del alemán, existen gía, idiomas, poética, literatura, teoría y práctica de la
traducciones al armenio, bielorruso, checo, georgiano, música; asistió al seminario de lituano. Königsberg era
húngaro, inglés, letón, polaco, ruso, sueco y ucraniano. a la sazón un importante centro comercial y contaba
Algunos fragmentos de Las estaciones y otras obras de con unos 50.000 habitantes. La ciudad luterana esta-
Donelaitis se han traducido al esperanto, estonio, fran- ba orgullosa de su universidad, su castillo y sus die-
cés, hebreo, italiano, japonés, latín, serbio. En 1977 la ciocho iglesias (entre ellas había tres reformadas y una
obra de Donelaitis Las estaciones se incluyó en la lista de católica). Estaba situada en la costa báltica, por el río
obras maestras de la literatura europea de la UNESCO. Pregolia navegaban hasta la ciudad barcos mercantes
La traducción de Las estaciones al castellano es la pri- y pesqueros.
mera traducción completa de este poema a una lengua Al finalizar sus estudios, además del lituano, su
románica. idioma nativo, y el alemán, la lengua oficial, Donelaitis
Kristijonas Donelaitis (Donalitius, 1 de enero 1714 sabía latín, griego, hebreo y francés. La vida posterior
– 18 de febrero 1780) nació en Lazdyneliai, pueblo ya de Donelaitis fue sedentaria y tranquila. En 1740-1743
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ocupó el puesto de cantor (maestro de música eclesiás- nelaitis le interesaba mucho la música; él mismo hizo
tica) en Stalupėnai (en alemán Stallupönen, hoy Neste- algunas composiciones, tocaba y arreglaba clavecines y
rov). Se piensa que ahí escribió sus primeras composi- pianos. Era laborioso y dotado para muchos oficios: le
ciones poéticas en lituano, de las que se han conservado gustaba la jardinería, se le conocía por los alrededores
seis fábulas. Desde 1743 hasta su muerte, trabajó como como un hábil mecánico: hacía relojes, barómetros, ter-
pastor luterano en Tolminkiemis (en alemán Tollmi- mómetros, pulía cristales ópticos. Murió con 66 años,
gkemen, hoy Čistyje Prudy, región de Nesterov). Ahí el 18 de febrero de 1780, y fue sepultado en la iglesia de
se casó en 1744 con la viuda Anna Regina Ohlefant; Tolminkiemis, que permanece hasta ahora. Donelaitis
el matrimonio no tuvo hijos. La parroquia de Tolmin- era un sacerdote especialmente responsable, disciplina-
kiemis, que en Las estaciones representa el modelo del do y de una profunda fe en el poder de la justicia divina.
mundo entero, fue el mundo de la vida personal de Sus opiniones personales quedan claramente reflejadas
Donelaitis, en el cual ejerció su ministerio y vivió de- en el registro de bautismos de la iglesia (1725-1754), que
dicándose también a la literatura, la música, algunos llevaba en alemán, y que ha llegado hasta nuestros días;
oficios y la agricultura. Se piensa que durante los 37 en él dejó muchas observaciones sobre la vida, la moral
años de su vida en Tolminkiemis, salió de su comarca de los parroquianos y su propio ministerio. Entre ellos,
sólo una vez, para participar en un bautizo de la fami- el siguiente consejo para el futuro sacerdote: «Herma-
lia de su hermano Firiedrich. Entregó toda su vida a la no mío, mi sucesor, acuérdate de mí cuando leas esto.
parroquia: se ocupaba de sus cinco escuelas, oficiaba el Procura ser honrado y fiel en todo. Nos veremos en ese
servicio en lituano y alemán, promovió la construcción gran día». Después de su muerte un amigo suyo apuntó
de una nueva iglesia de piedra, de la casa parroquial y que Donelaitis era un hombre noble, que había vivi-
de un hogar de viudas anejo; se ocupó también de la do «no según las modas mundanas». Verdaderamente
construcción de una nueva escuela y de su actividad. el mismo Donelaitis en su vida soñaba con un mundo
Le correspondía el deber de cuidar toda la gran finca ideal, y más de una vez comentó sobre la moral deca-
(unas 40 hectáreas), perteneciente a la parroquia. A Do- dente de sus tiempos con una cierta amargura: «en mis
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tiempos ya ha aparecido una generación que busca solo los campesinos de Prusia, sino de la minoría lituana,
las lanas, y no las ovejas». concentrada en la zona de Karaliaučius. El paradigma
Tras su muerte, su esposa Anna Regina conservó excepcional de la problemática social de Las estaciones
sus manuscritos, que más tarde entregó a su antiguo está relacionado con la preocupación por la conserva-
amigo Johannes Gottfried Jordan (1753-1822), pastor de ción de la identidad lituana en Prusia.
Valtarkiemis. No es posible establecer la fecha exacta Donelaitis maduró y vivió después de la gran peste
de composición de Las estaciones, pues su creación fue acaecida en Prusia Oriental en 1709, durante la cual
un largo proceso, una parte de la vida del mismo Do- pereció más de la mitad de los habitantes del territo-
nelaitis. El poeta lo escribió por fragmentos, que iba rio. Acabada la plaga, las autoridades pusieron medios
añadiendo a unidades más extensas. Sin embargo, el para repoblar los territorios vacíos con nuevos habitan-
periodo aproximado de composición de Las estaciones tes. Solamente en la primera etapa de colonización de
podría ser la segunda mitad de la vida de Donelaitis: Prusia Oriental (1710-1713), en la Lituania Menor se es-
los años 1765-1775, transcurridos en Tolminkiemis. Se tablecieron unos 25.000 nuevos habitantes. La gran ma-
cree que las otras composiciones poéticas de Donelaitis yoría procedía de diferentes localidades de Alemania.
(fábulas) fueron escritas antes. Los manuscritos de las También fueron invitados a residir en Prusia Oriental
partes de Las estaciones que han llegado hasta nosotros los reformados suizos, perseguidos en esa época. En
y sus copias no tenían un título común; tampoco su or- 1724 afluyeron también unas tres mil personas de habla
den estaba claro. Precisamente Rhesa dio a este poema francesa, a las que se habían dado facilidades para esta-
el título Las estaciones y dispuso el orden de sus partes, blecerse en la Lituania Menor; de aquí procede la ima-
comenzando la obra con «Los gozos de la primavera». gen del «francés» en Las estaciones. En 1731 llegaron al
Para dar forma a sus ideas y visión del mundo, Do- territorio muchos reformados desterrados del norte de
nelaitis eligió un modo único en el contexto de la litera- los Alpes, de Salzburgo. Precisamente entonces cambió
tura europea del siglo XVIII: la vida de una comunidad esencialmente la composición demográfica de la Prusia
de campesinos. No se trataba ni siquiera de la vida de Oriental, la política germanizante se agudizó. En la co-
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marca de Tolminkiemis, donde más tarde Donelaitis nes de Donelaitis entre tales obras de la Europa del siglo
ejercería su ministerio, junto a las 55 familias lituanas XVIII como el poema The Seasons (1726-1730), del poeta
se establecieron unas 100 familias de forasteros. Se cree inglés John Thomson, Les saisons (1769), del francés J.
que en los tiempos del ministerio de Donelaitis en toda Saint-Lambert, u otras obras. Sin embargo, en ninguna
la parroquia de Tolminkiemis los lituanos constituían de ellas los campesinos, la cultura popular y la natura-
apenas la mitad de los habitantes. El tema de las identi- leza, se habían convertido en el principio constructivo
dades nacionales y de la convivencia de pueblos queda de la creación de la visión artística. La inmortalización
reflejado de una forma especialmente viva en el poema de la cultura campesina y del ciclo de la naturaleza,
de Donelaitis. junto con la inesperada y excepcional lengua lituana,
Después de la peste y con la intención de aumentar que evitaba totalmente el sentimentalismo propio de la
las fuentes de ingresos, el estado empezó a utilizar las literatura de occidente de esa época, el esteticismo y la
tierras reales para fundar fincas, que alquilaba a perso- ornamentación, componen la integridad de contenido
nas interesadas que se llamaban «amtmonai» (del ale- y forma de Las estaciones de Donelaitis. En la literatura
mán amtmann). La finca real descrita en Las estaciones occidental del siglo XVIII los campesinos se describen
fue fundada en Tolminkiemis en 1732. Sus campos se como criaturas estilizadas de la naturaleza; en Las esta-
iban agrandando continuamente, por lo que los cam- ciones se distinguen más bien por ser miembros de una
pesinos que tenían tierras en sus proximidades, eran comunidad y por sus cualidades realistas.
desplazados. A Donelaitis le dolía la injusticia de los Ha habido diversos intentos de explicar el secreto de
señores para con los campesinos y sentía el deber de la originalidad de Las estaciones. Sin embargo, la gran
interceder por ellos; él mismo pleiteó gran parte de su mayoría está de acuerdo con que se trata de una obra
vida con los administradores de la finca para defender única, inexplicable según ciertas influencias o conforme
la tierra perteneciente a la iglesia. a la evolución de la tradición poética. Tampoco podría
Si examinamos el contexto poético de la época de la «justificarse» la aparición de Las estaciones en el contexto
Ilustración de Europa, se puede mencionar Las estacio- del desarrollo de la tradición del lituano poético. Hasta
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Donelaitis los ejemplos de poesía lituana eran solo him- nizada del siglo XVIII ya se había convertido en una
nos religiosos; por tanto, un lituano poético de tal cali- preocupación viva. En el siglo XVIII empezaron a apa-
bre y madurez simplemente no existía. recer en Prusia obras que intentaban llamar la atención
A pesar de que la poética y el sistema de imágenes sobre el idioma lituano y explicar su origen, relacionarlo
de Las estaciones son únicos y vienen determinados por con el griego y el latín, fundamentar sus derechos y las
detalles de la naturaleza de Prusia y de la forma de vida posibilidades de crear en esa lengua obras elevadas. Sin
de los campesinos lituanos, existe una relación entre embargo, Donelaitis fue el primero que, al componer
la literatura clásica y Donelaitis. Y la primera prueba la obra más famosa hasta ahora en lituano, la escribió
directa de esta relación es que su obra está escrita en en hexámetro antiguo, elevando así el idioma lituano y
hexámetro clásico. Se trata de una de las primeras obras dándole el estatus de lengua de la gloriosa antigüedad y
poéticas de Europa compuestas en hexámetros en una de lengua poética. Resulta de interés que el hexámetro
lengua nacional. En Alemania en los siglos XVII-XVIII de Donelaitis está basado no solo en el contraste de síla-
se discutió mucho sobre la adecuación del hexámetro a bas acentuadas-no acentuadas, sino en la cantidad de las
la lengua alemana, y es imposible adaptar el hexámetro sílabas. Por tanto, el metro de Las estaciones en lituano
a muchas lenguas nacionales. no es sólo tónico (cualitativo), sino métrico (cuantitati-
Donelaitis se vio inspirado a reavivar el metro de los vo); el hexámetro del poema se ha llamado una síntesis
tiempos de Homero de una forma tan poco usual (no orgánica de hexámetro tónico y métrico.
para describir héroes míticos, sino la vida de los labra- El género de Las estaciones se ha descrito de diversas
dores) y en una lengua en la que hasta ese momento no maneras, pero es obvio que esta obra tiene característi-
se había creado ninguna poesía profana, en primer lu- cas tanto de un poema moderno como de la épica clá-
gar porque comprendió que lo permiten las posibilida- sica. Con esta última Las estaciones tiene en común la
des del lituano, lengua indoeuropea que ha mantenido representación de la sabiduría colectiva, de la universa-
unas estructuras particularmente arcaicas. La defensa lidad, la revelación del significado filosófico y religioso
de los derechos del idioma lituano en la Prusia germa- de la vida rural. Las estaciones tiene elementos propios
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de la epopeya heroica así como de la epopeya didáctica cia de la cultura popular, sino en una visión bíblica del
clásica. La enumeración de realidades de la naturaleza mundo y en la ética luterana. Los signos religiosos de
y del mundo campesino, el intento de universalidad, Las estaciones no son evidentes; el poema está creado
la hiperbolización, los elementos homéricos del siste- según el principio poético luterano de la «teología ocul-
ma de epítetos fijos, el intento de crear una imagen ta», que se empezó a extender en el siglo XVII. Sin em-
no del individuo sino de la comunidad, los diálogos bargo, siguiendo el cambio de las estaciones y el ritmo
de los personajes: todo ello tiene una estrecha relación de los trabajos campesinos, el lector entiende que está
con las epopeyas de la antigüedad. La elevación del siguiendo también un hilo interno metafísico sobre la
trabajo de la agricultura y de los campesinos recuerda salvación. Desde el siglo XVI, en la mentalidad protes-
los motivos de la obra de Virgilio, algunos elementos tante, a diferencia de la católica, hubo un rechazo de la
de la poética de Las estaciones se pueden hallar en los noción de Purgatorio, y prevaleció la idea de que unos
poemas épicos de Homero. De otra parte, la obra de se salvarían y otros se condenarían. En la ética calvinis-
Donelaitis se diferencia de las epopeyas antiguas por ta esta idea se convirtió en la llamada predestinación ya
su narrador particularmente activo, que en Las esta- en la tierra, por decisión de la voluntad divina. El elegi-
ciones tiene múltiples funciones: es narrador, maestro do en la vida cotidiana daba señales de estar predestina-
y miembro de la comunidad. A pesar de las evidentes do por su honradez y por la firmeza en la fe, signo de la
coincidencias de forma, metro y poética con la litera- gracia divina ya en la tierra. En Las estaciones de Done-
tura de la Antigüedad, el poema de Donelaitis es una laitis también vemos una división entre los «honrados»
obra poética única de los tiempos modernos, en la que y los «malvados». Se trata sin duda de los esquemas de
se fundieron la sabiduría del protestantismo luterano y valoración de la mentalidad protestante, que nos llevan
la cultura rural lituana. a considerar el drama de los que se salvan y los que se
Dibujando la vida de los campesinos en el cambio condenan, la acción del demonio; los luteranos no du-
de estaciones, Donelaitis creó una narración cosmogó- daban de su perversidad y de su acción cada vez más
nica cuyas raíces se esconden no solo en la experien- fuerte en la tierra («Los bienes del otoño», vv. 867-868).
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De todas formas, a diferencia de la extendida doctrina vida cotidiana, ha quedado reflejada en la vida y obra
calvinista de la predestinación, el luteranismo no se li- de Donelaitis.
bera con el conocimiento de que los predestinados es- Aun palpando en Las estaciones las huellas de la cul-
tán señalados. Para los luteranos la misteriosa decisión tura étnica lituana, de la tradición clásica y bíblica, de
divina causaba inquietud y temor de Dios, que en la la mentalidad luterana de Prusia, de la estética de la
comunidad impulsaba a mantenerse unidos y no juz- Ilustración, seguimos sin explicar la causa de la grande-
gar a los compañeros de viaje de la vida terrena. Por no za de esta obra. No podemos más que estar de acuerdo
conocer la decisión divina, era importante reconocer con las palabras del destacado poeta de finales del si-
la acción del diablo y mantenerse lo más lejos posible, glo XX, Sigitas Geda, que ha descrito así la originalidad
adoctrinando también a otros. De ahí el didactismo de de Las estaciones y el lugar de excepción del mismo Do-
Donelaitis, sacerdote, y su manifiesta fidelidad a las en- nelaitis en la historia de la literatura lituana: «Esta obra
señanzas luteranas. Aunque en «Los bienes del otoño» no es literatura. Es la cuenta que un misionero rinde a
se afirma que en este mundo «es más pequeño el núme- su Señor».
ro de justos que el número creciente de malvados» (vv.
856-858), en «Los afanes del invierno» encontramos una Prof. Dainora Pociūtė-Abukevičienė
advertencia: «Cada tonto posee su tontera» (v. 543). Los Departamento de Literatura Lituana
puntos de vista e ideas de Donelaitis se formaron en Universidad de Vilnius (Lituania)
un momento en que en la universidad de Karaliaučius
y entre los sacerdotes e intelectuales de Prusia cundían
las ideas pietistas. El pietismo fue un movimiento que
se extendió en el seno del luteranismo y que proclama-
ba ideales de renovación religiosa. La ética pietista, que
fomentaba los valores de la sobriedad, la disciplina, la
templanza, la laboriosidad y la piedad personal en la
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Nota de la traductora
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mejor representa la cultura de este país báltico y las po- la profusión de detalles, colores, etc., así como los fuer-
sibilidades expresivas de su lengua, a pesar de la distan- tes contrastes en las expresiones relativas a la vida de
cia (también lingüística) de 300 años que lo separa de los campesinos: agotamiento/alegría, cansancio/reposo,
la Lituania actual. Es bien sabido que la traducción es trabajo arduo/gozo… Ya otros traductores se han referi-
un puente entre culturas y espero que el texto sirva para do a la dificultad que entraña la traducción a otros idio-
abrir a los lectores una ventana a este querido país. mas de los abundantes sufijos diminutivos, tan propios
La obra se compuso en una situación histórica muy del idioma lituano. Se ha intentado transmitir la rique-
concreta, pero Las estaciones representan todo un uni- za emotiva que estos sufijos proporcionan al lenguaje,
verso. En los cuatro cantos que componen el poema, unas veces respetándolos; otras, recurriendo a alguna
uno por cada estación, la indudable intención didáctica forma de compensación.
del autor no merma su interés por recrearse en la belle- Este trabajo ha mostrado que el proceso de traduc-
za del lenguaje y por explotar todas sus posibilidades ción constituye también un puente entre personas. En
expresivas. Manteniéndose dentro del patrón del hexá- primer lugar hay que mencionar la valiosa colaboración
metro clásico, el autor se sirve del idioma propio de los de la Doctora en Literatura y poeta Rocío Arana Ca-
campesinos, con toda su vivacidad y riqueza; el lengua- ballero, que se ha implicado totalmente en el proyec-
je resulta, en ocasiones, incluso grosero, pero repleto de to y ha realizado la redacción poética, escuchando con
imágenes. paciencia mis sugerencias a lo largo de todo el proce-
Tanto en sus descripciones de la naturaleza con los so. Los profesores José Domínguez Caparrós y Clara I.
cambios propios de las estaciones, como en las de la Martínez Cantón han aportado sus inestimables conse-
vida los campesinos (trabajos, celebraciones, repetidas jos sobre métrica. No quiero dejar de agradecer la cola-
condenas de sus vicios, etc.), el autor recurre a una gran boración de mis padres, que –además de darme la bella
cantidad de sinónimos, hipérboles, sinécdoques, perso- lengua castellana– han colaborado con gusto y entu-
nificaciones, efectos aliterativos, etc. Se ha procurado siasmo en la elección de algunos términos relacionados
mantener en la medida de lo posible las enumeraciones, con el ámbito rural. En estos años ha sido un verdadero
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estímulo contar también con las observaciones y pala-
bras de ánimo de tantos amigos y de personas que se
han interesado por esta tarea y han dado sugerencias o
algún tipo de consejo. Deseo agradecer particularmen-
te el apoyo y aliento de mis amigas y profesionales de la LAS ESTACIONES DEL AÑO
traducción Irena Balčiūnienė, Birutė Jonuškaitė y Au-
relija Leonavičienė, y la inspiración que me ha propor-
cionado la hispanista y traductora Birutė Cipljauskaitė.
Asimismo, quiero expresar mi agradecimiento al Mi-
nistro de Cultura, Sr. D. Arūnas Gelūnas, que ha se-
guido el proyecto con auténtico interés.
Se ha utilizado el texto de la edición de las Obras
Completas de K. Donelaitis (Kristijonas Donelaitis,
Raštai. Vilnius, Vaga, 1977). La mayoría de las expli-
caciones del contexto histórico y cultural que se han
incluido en las notas a pie de página se han tomado de
esa edición.
Esta obra no se habría podido publicar sin las ayu-
das concedidas por el Ministerio de Cultura de la Re-
pública de Lituania.
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Los gozos de la primavera
E l dulce sol asciende, despierta al universo,
y ríe al destruir el trabajo invernal.
Se esfuman las industrias de la gélida
1
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o durmieron felices bajo un tronco: ¡Qué prodigio!: ni uno de esa gran multitud
ahora todos salen en tropel recibiendo al verano. regresa a visitarnos con suspiros o llantos;
Emergen de sus fríos escondrijos las ratas, no han venido a llorar, sino a regocijarse, pues no
los hurones. queda
Los cuervos, las cornejas, las urracas, huella de los trabajos del invierno. 30
los búhos, los ratones y los topos aclaman el calor 15 A los campos llegó la primavera
junto a sus crías. y rezuma la vida por doquier.
Una nube de moscas y un rebaño de pulgas se Con el grito feliz de las bandadas se levanta un
reúnen rumor.
en bandadas con chinches y mosquitos para Hay pájaros que trisan con voz tenue, y otros
acosar a todos: cantan más alto,
disponen su aguijón para nobles y siervos. con alegre jolgorio a las nubes ascienden; 35
Libre la abeja reina del letargo invernal, despierta y alguno alaba a Dios brincando por las ramas:
a su familia, no se queja ninguno de la exigua comida,
enviando a sus súbditos a ganarse el sustento1. 20 de la raída ropa del invierno.
Y brotan, al momento, por rendijas saliendo los Más de uno traía la cresta remendada
enjambres: y alimento en los campos apenas encontró, 40
ya zumban con sus pífanos sonoros. y sin embargo nadie se lamenta:
Las arañas fabrican su hilo en los rincones, todos a una saltan con júbilo sonoro.
subiendo silenciosas, bajando laboriosas, tejen La cigüeña regresa, cual patrón, a su hogar.
redes de caza. Golpea la techumbre con su pico
Hasta osos y lobos dan saltos de alegría, 25 y, para su contento, allí está ya su amada, 45
y en silencio se acercan a la linde del bosque a que emerge de la fría cáscara del invierno.
por la suculenta presa. Se saludan, gozosos.
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Encuentran destrozada la techumbre También las golondrinas participan del travieso
y su nueva morada, construida hace apenas dos festín:
años, con sus alas ligeras se elevan hasta el cielo, y 70
hallaron derrengada en todas sus esquinas. 50 zumban por el aire como balas.
Celosías, paredes, aleros y el tejado Y toman su alimento sin aderezo alguno,
volaron en las alas del viento furibundo. para seguir después con su alboroto.
Las puertas y ventanas y el umbral desgajados, La grulla vuela hacia las negras nubes,
enterita la casa derruida encontraron2. rasga los aires con gemidos negros.
Como buenos patrones, a una sola voz, 55 No son gemidos, no; son gritos de poder: 75
a arreglar se disponen de nuevo su morada: el poder infinito de Dios, manifestado
el marido recoge las ramas necesarias en el terrible canto de las aves.
y con ellas la esposa remienda los boquetes. Y se oye musitar a los gorriones, y a sus crías decir:
Tras la dura faena y trabajo, los dos juntos «también nuestra familia sabe alabar a Dios».
vuelan a alguna charca a pescar su pitanza; 60 El dulce ruiseñor permanece escondido, 80
y tras comer felices dos ranas y tres sapos, esperando el final de los cantos sonoros.
contentos con su vida, le dan gracias a Dios por Es por esta razón el último en cantar todas las
el banquete recibido. primaveras;
Tú también, ¡hombre fútil!, aprende a de noche cuando todos reposan ya tranquilos,
contentarte: vela en la oscuridad alabando a su Dios,
saciado de alimento, no olvides a tu Dios. y al alba, cuando nos levantamos del lecho, 85
Los árboles del bosque se llenan de canciones, 65 nos despierta cantando y nos alegra.
y campos y praderas resuenan por doquier. Los designios de Dios son pura maravilla:
Los cucos y zorzales corriendo juntos juegan en el invierno, mientras en torno al fuego cálido,
y alaban a su Dios con alborozo. apiñados y ocultos resollamos,
44 45
querido ruiseñor, ya no estás con nosotros, 90 de la tarde y nosotros, ya vencidos, 110
y en apartado abrigo te escabulles en el lecho caemos, eres el rey nocturno de las
soñando con las bobas y suculentas moscas. aves,
Y, sin embargo, ahora, cuando la primavera nos deshilvanas tu canto cada vez más glorioso.
reúne, Mas cuando alguna vez vemos tu atuendo,
alegres y dispuestos a trabajar los campos, nos pareces humilde gorrión, pobre y desnudo.
entonces tú, afinando tu sonoro instrumento, 95 Los sayos señoriales, ricamente adornados, 115
con voces de coral y dulces melodías desprecias, los tocados ampulosos
alivias el trabajo que comienza, suavizas la fatiga desdeñas, y ataviado cual modesto campesino,
y el cansancio. sencillo y bello cantas.
Pero dinos, amigo, ¿por qué siempre te Cuántas veces sucede lo mismo entre los hombres
ocultas, y en este mundo vemos maravillas.
y tan sólo de noche tu dulce canto entonas? Benito, tan gran necio, engreído en la ciudad, 120
¿Por qué siempre escondido, con tu cuento, estás? 100 se viste cada día con ropajes brillantes,
Pues todo el mundo, pobres y ricos opulentos, mostrando su ostentosa cresta, como si fuese un
los niños de pañales y los viejos decrépitos, ídolo villano.
admiran todos tu precioso canto, Pero cuando escuchamos su voz torpe y oscura,
arrobados escuchan las historias de pájaros felices incluso un campesino se admira y, entre asombros,
que compones. escupe: más aún cuando blasfema el que viste y 125
Superas el sonido del órgano y los címbalos, 105 sonríe
y violines y cítaras se cubren como todo un señor, mostrando su torpeza.
de un intenso rubor cuando te escuchan Y cuántas veces Crisas4, calzado con abarcas,
y despiertas a Jorge para que los caballos aderece3. vestido con su ropa campesina,
Cuando oculto comienzas a reírte bajo su humilde techo canta cual ruiseñor,
46 47
y alaba a Dios con alegría recia. 130 mas ni una sola ocupa su tiempo en lamentarse. 150
Tú, simple pajarito, no te sacias como un Hombre, a ti el buen Dios te regaló
señor orondo y altanero: mucho más; ¿y te quejas todavía?,
nuestro graso tocino nunca fue de tu agrado, ¿refunfuñas en tiempo de escasez?,
ni salchichas ni fritos apeteces, ¿rebañas el potaje disgustado y hambriento?
y muy poco te importan nuestros bollos. Riendo estaban todos cuando sonó un rumor, 155
No ansías los brebajes exquisitos ni el pastel que 135 y un águila majestuosa mandó
deleita a los señores: callar a las bandadas: «cesad el gran estruendo,
tú buscas lo sencillo, solo deseas agua. y oíd con atención lo que os quiero decir».
Pero, amigo, no olvides comer después del canto, Oyendo la llamada, las aves afluyeron
y sin temor atrapa los insectos desde cada rincón para escucharla. 160
que zumban por la tarde: devora escarabajos, «¡Aquí estamos tus siervos!» –repetían, y también:
ricas moscas, cigarras estupendas, 140 «¿qué deseas?».
hormigas y sus crías, aun en larvas. «Nos –respondió la reina de los pájaros– averiguar
Recuérdanos, te pido, al llegar al umbral queremos
del bosque a celebrar la primavera, cómo pasaron todos el invierno terrible:
diciendo: «Jor, Jor, Jorge, ¡engancha los caballos y ¿Habéis sufrido mucho? ¿Alguno de vosotros
corre, corre, corre!» falleció?
Hombre fútil, aprende de él a contentarte 145 ¿Algún hurón feroz os hizo presa? 165
con lo que la fortuna te depare: ¿Os asustó quizás un fiero búho,
¡Mira las aves! Esta mastica un mal gusano o el enemigo humano prendió fuego en alguno,
y aquella ramonea una hierbita. y como un asesino dispuso en la sartén
También ellas se encuentran con la flaca y al pobre desgraciado para hartarse?
hambrienta primavera, Indagaba así el águila, cuando la fiel cigüeña, 170
48 49
instalada en su nido igual que un gran señor, y en sus redes atrapa al cándido animal
hizo una reverencia y dio un gracioso brinco, que se atrevió a picar, y a tiros lo destruye.
diciendo: «cuando Dios inventó nuestro mundo, También entre las aves hay bribones impíos, 195
hizo muchas criaturas diferentes, que matan a un igual para comer:
y a cada uno dio su alimento y vivienda. 175 el desalmado halcón, el fiero búho, que es su
Dispuso que vivieran algunos en las aguas, consejero;
y a otros les dio alas para surcar los aires. los cuervos y cornejas y la urraca
Algunos seres vivos en los bosques matan, ya lo sabemos, a muchos desgraciados.
debajo de los árboles se ocultan. Pero no hay asesino entre nosotros 200
Y cuántos corretean por los campos, 180 como el hombre, que nunca parece satisfecho».
aletean o zumban en corrales. No había terminado de hablar cuando una
A todos el buen Dios regala su alimento. voz
A veces acontecen tiempos de carestía, desgarradora grita: «¡Socorredme!,
cuando por todas partes el viento se desata, ¡auxilio, por favor!» –clamaba sin cesar.
y a la gente castiga el Creador por sus muchas 185 Se apoderó el temor de las bandadas, 205
maldades. tanto que ni siquiera el águila podía menearse.
Otras veces el hombre nos asusta Tan sólo el búho gris y su amigo, el murciélago,
con el fuego enemigo, y despedaza osaron escaparse de sus lóbregos
a los que más queremos: escondrijos, y averiguar así qué terrible desgracia
separa a los hijitos de sus padres, sucedía.
o roba una familia de pájaros trepando por un 190 Había un caballero, ricamente vestido (qué 210
árbol. vergüenza me daba recordarlo),
O finge ser amigo y echa grano, ahíto de comida y noble al parecer,
invitando a comer a algunos infelices, ebrio de todo tipo de vinos extranjeros.
50 51
Bramando blasfemaba y revolcándose por el y se arañó la cara con uñas retorcidas.
suelo, ridículo, Pero esto no fue todo; tomando su dinero,
renegando de Dios, de tal manera comenzó a derribó con los pies las viandas y la mesa,
invocar y al momento cien perros salieron de mil sitios
a todos los demonios del infierno 215 distintos a lamer los caros guisos, 235
que el averno todito se asustaba los suculentos platos derramados.
y entre humo se abrieron sus abismos. Pero aún no bastó: desesperado,
Pues ya todos sabemos cómo gritan los ceñudos tomó un cuchillo grande para cortarse el cuello.
señores, maldiciendo; De la visión atroz tuvo miedo el murciélago:
aunque también los simples campesinos van se quedaron inmóviles sus alas membranosas. 240
aprendiendo de ellos a bramar. El búho, aterrado, regresó hasta su nido
«¿Qué te sucede, hombre desdichado?» 220 y desde entonces llora por el pobre infeliz,
–le preguntó el murciélago al señor, observándole. y este raro suceso relata suspirando
«¿Te duele la barriga del lote de caviar? en las oscuras noches de tormenta.
¿Rebosan los filetes de tu estómago? «Escucha –dijo Lauro, apoyado en su bastón–, 245
Pues tu tío y tus primos, como tú, ese tonto de Bláber sólo dice bobadas:
el año antepasado se dieron tal banquete que se 225 como si cada día estuviera saciándose el señor,
torcían todos de dolor, holgando en la ciudad sin inquietud alguna;
y explotando murieron del atracón horrible». los tontos, cuando ven mansiones opulentas
Afligido por este reproche el barrigudo, y oyen el traqueteo de flamantes carrozas, 250
perdió toda razón y se hinchó como un pavo, suponen que el señor, vestido con ropajes
cometiendo catorce mil locuras: llamativos,
del cráneo se arrancaba manojos de cabellos, se alegra cada día cual ángel en el cielo.
después se descuajó la mitad de la barba 230 ¡Ay, amigo! Los listos filósofos lituanos
52 53
no parlotean tanto cuando guisan sus sabrosos ¡Aprende ya, mocoso, a encender la candela
potajes y a dejar relucientes las botas del patrón!
ni cuando están tejiendo sus abarcas para ir de 255 Bien sabes que te tiene por imbécil, 275
visita. que con bastón te mide las costillas.
Tamaña estupidez, cuando el criado de Ni el “té” sabes hacer, ni a preparar “café” siquiera
Gaspar, ese Milcus con pinta de señor, has aprendido:
se inclina ante cualquiera, y a los simples ¡cálzate las abarcas y vuelve a tu lugar!
campesinos los tiene por ceba de los puercos. Oye cómo las cabras de Bláber, tan hambrientas,
¿Por qué levantas la nariz, inútil? ¿Olvidas que mirando entre rendijas gritan tristes, pidiendo su 280
pastor eras el año forraje.
pasado, cuando echabas de comer a los cerdos de 260 Dinos, ¿por qué dejaste la piara de los cerdos?
Bláber ¿No recibías todo lo que necesitabas?
y hacías con abarcas las tareas serviles? ¿No eran generosas las manos de tu dueño?
¿Olvidaste que cuando tú gradar no querías, Te recogió en su casa cuando tú no tenías ropa
con un látigo Frico, como un buen caporal, con qué vestirte, ¿lo recuerdas?
te calentaba bien las posaderas? Hasta limpió tu pelo de piojos, y te enseñó a 285
¿Recuerdas cuántas veces tu padre, que cosía 265 servir, a alimentar marranos.
zapatos, golpeaba tu espalda con la horma, Y cuánto sufrimiento y lágrimas vertidas
y tu madre enojada te daba bofetones? hasta que te atreviste a sacar por la cerca
Y ahora como un gallo presumes y te enfadas a su cerdo manchado con las cinco cochinas.
si pasa el campesino por tu lado Y ahora, ¿te avergüenzas de su casa,
y, al ver tu reluciente espada nueva, 270 imbécil, y desdeñas un nombre tan honrado? 290
no se quita el sombrero con silencio asombrado ¡Silencio, petimetre!; dentro de poco puede
o no quiere inclinarse como a ti te parece. cambiar tu suerte y, cuando esto ocurra,
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cuando Dios te castigue, ¡mendigarás llorando!». Y los ricos golpean a sus hijos con una vara igual
Entonces habló Frico: a la del pobre
«Un jovenzuelo, haciendo el tonto, salta como el 295 cuando, como otros niños, se mean en el lecho.
mercurio en un cristal, tan ágil; El otro día fui a casa de Gaspar:
pero termina por hacerse daño por culpa de sus junto a su verja nueva, descubierto, 315
juegos insensatos. aguardé para ser presentado al señor.
Así nosotros, cuando éramos unos críos, De pronto vi que una mujer pasaba con pies
hicimos toda suerte de bobadas. veloces y ademán cansado.
De niños, reunidos a montones en las calles “Oye, Greta –le dije–, ¿qué te ocurre? ¿Adónde
jugábamos tramando mil diabluras. vas tan apurada?” “¡Ay!,
Por este lado un grupo, cabalgando en un corcel 300 es nuestro amable señorito”, dijo
cosido de bastones, sin dejar de correr hacia el arroyo, 320
volando como tontos saltaba por el barro, donde lavó deprisa sus manchados calzones.
y otros zumban sus látigos de entrelazado Yo, todavía abochornado, vi
esparto, a Crisas encogido. Joven –le pregunté–,
corriendo aquí y allá, casi desnudos. ¿es que nuestros golfillos no cometen esas
Y las niñas, apenas levantaban un palmo, mismas diabluras?
y ya se fabricaban muñecas de colores 305 Las pobres aldeanas a sus bebés envuelven 325
y mecían sus rorros en los brazos cruzados. con andrajos
Pues ya sabemos cómo disfrutan el verano y en pañales los meten en un rincón oscuro;
los niños: en sus juegos se confunden ya sabes cómo crían los siervos a sus vástagos.
los hijos de señores y los simples Las señoras adornan a sus nenes con mimo,
campesinos, que ruedan por el suelo mezclados 310 en almohadones de seda los acuestan.
y comparten un mismo lodazal. Y, sin embargo, cuando algo malo sucede, 330
56 57
vociferan sus hijos con horror, al igual que los hasta que ya aprendimos a jugar y a correr. 350
nuestros. Luego fuimos creciendo, y empezaron
Es así en todas partes: desde que existen niños en trabajillos y penas a labrar nuestra vida,
el mundo, y nuestros caballitos y muñecas fueron quedando
su ocupación primera fue llorar y penar. atrás. Así ocurrió.
Ni uno solo ha salido de la cuna Es otra cosa cuando, con atuendo
sin haber derramado alguna lágrima. 335 de pastor, hacia el prado conduces el rebaño, 355
Ahora ya de nuevo, con la ayuda de Dios, o cuando tantas lluvias torrenciales calan tus
sentimos que regresa el cálido verano. pobres hombros.
Contempla cómo viste su desnudez la tierra, Y cuando luego tienes que gradar
cómo se regocija cada cosa. y rehúyen tus órdenes los bueyes: el berrendo no
Los pájaros del cielo, reunidos 340 quiere trabajar, y el careto tampoco,
en bandadas, se alegran y ríen todos juntos. puedes imaginarte lo que sufre tu alma.
Y algunos de ellos ponen huevitos y los cuentan. Y cuando luego llegan los bebés, 360
Pero veréis cuando los huevos puestos y se llena tu mente de bobas inquietudes…
empiecen a gorjear y ya al crecer no os den descanso Sabes ya cómo pesa cuando tienes a tu cargo un
y se marchen del nido con gratitud escasa por 345 buen lote de tiernas criaturas.
todas vuestras penas. ¡Oh, Adán!, primer hombre en este mundo
A ellos les sucede lo mismo que a nosotros; caprichoso, con Eva causaste grandes males
ni uno solo se libra del llanto en este mundo. al probar a escondidas los prohibidos 365
Pues nosotros también, cuando aún no frutos, en la primera primavera.
sabíamos Tu Dios te reprendió, maldiciendo la tierra
ni pronunciar las letras, ya causamos a nuestros te expulsó del jardín por ese crimen
padres múltiples congojas y te ordenó comer el pan con el sudor
58 59
de tu frente. Desde ese aciago día, 370 apenas vislumbramos este mundo,
envuelto en pieles, corres por los campos desde la cuna hasta la tumba acecha.
de la terrible oscuridad huyendo. Pero entonces, ¿qué haremos? Contentarnos
También cuando pecamos nosotros es horrible, con lo que nuestro Creador disponga. 395
también nos ocultamos y corremos de un lado No siempre hay que penar; hay también unos días
para otro. en que, tras agotarnos, nos llega la alegría.
A ti, nuestro primer padre, tus descendientes 375 El rigor del invierno ya se aleja
trajeron maravillas, pero también desgracias: y se abrevia el rumor oscuro de las noches:
como nuestros golfillos, te volvían contempla el solecito: sube y seca los campos, 400
loco, pero de aquellas criaturas crecieron animando a las hierbas a emerger con su brillo.
multitudes. Dentro de poco brotarán las flores y su perfume
Eva y tú no teníais aún idea gozaremos todos
de cómo vuestra raza poblaría 380 celebrando la hermosa primavera.
el mundo y cuántas penas os iban a causar. Pero el trabajo amargo nos cansará de nuevo:
¿Qué pensaría Eva cuando oyó ¡Cuánta dura faena nos aguarda! 405
los primeros vagidos de su hijo, ¡Cuántos silos tendremos que llenar
o la primera vez que le limpió el culito con lo que no ha brotado aún en el granero;
y malamente envuelto lo metió en un camastro? 385 y cuán larga la espera para el rico potaje!
Pero poca alegría habréis sentido Sin embargo, ¡adelante!, sin temor,
cuando vuestro retoño apareció en el campo, y contemplando la divina mano, 410
se irritó, y un hermano mató al otro por odio. ¡vamos a prepararnos poco a poco
¡Adán!, por transgredir la ley de Dios, a acometer nuestros trabajos, sin asustarnos de
sobre todos los hombres derramaste penurias. 390 lluvias torrenciales,
A nosotros también, como a ti, la desgracia, y sin que nos alarmen toda clase de vientos!
60 61
¡Vamos raudos a hacer nuestras labores! que por girar deprisa con frecuencia se rompe. 435
La arada quiere goldes y teleras y rejas; 415 Hasta un flojo rocín, pasito a paso,
y al trillo le hacen falta mulos alimentados. soporta muchas veces una pesada carga
Pues los caballos deben desmenuzar aquello que y la lleva más lejos que un ligero corcel, que trota
los bueyes roturan». y salta,
«Al menos otra vez y termina, por eso, lastimándose.
–el Poltrón fue diciendo– con la ayuda de Dios Y el vendedor de brea su género reparte 440
pudimos descansar y dar reposo a nuestros 420 yendo por los cortijos en su chirriante carro, y
pobres huesos doloridos. todavía gana buen dinero.
¡Y cuántas veces, ay, sin recordar pesares, ¡De qué sirve que un tonto campesino, corriendo
roncaba yo tendido y tapadito junto al fogón desde el alba al ocaso se fatigue!
caliente! Nunca mi padre Cobo se comportó con
¡Ojalá se alargaran las noches del invierno esta estupidez;
o dormir fuera siempre nuestro oficio! y a él su propio padre Esteban le enseñaba: 445
Pero, Dios nos ayude, nos aguarda el verano: 425 “¡Niños!” –gritar solía, tumbado en una estera,
montones de trabajo nos afligen. tapado con un saco basto y medio borracho,
¡Ay de mí! Triste llanto me anega ya los ojos; como un siervo.
y esta mujer –ya sabes cómo son las mujeres– “Niños, ¡mucho cuidado con las nuevas ideas!
está mohína y llora, frotándose las manos. Seguid viviendo como vuestros padres
Gimiendo y lamentando la desgracia, 430 han vivido: prudentes, no corráis, 450
yo le digo: Querida, por una vez intenta aprended a cuidaros en vuestra juventud;
no llorar; pues hay tiempo para hacer las faenas. así tendréis reservas en las horas aciagas”.
La vieja rueda gira lentamente El buen consejo de mi padre sigo,
pero funciona y dura mucho más que la nueva, y siempre sus palabras honraré, mientras viva».
62 63
Cuando los campesinos hubieron escuchado 455 su inocencia primera, ganaban el sustento
semejantes dislates, de él se avergonzaron, trabajando.
pero Frico, valiente, replicó: Y Dios nunca nos dijo: “sin esfuerzo comed”:
«Escarabajo, ¡vete con los otros insectos! en este mundo no hay lugar para los vagos. 475
Que ensuciando tu casa cada año, Cuando la panza hambrienta desea comer rico,
te has causado a ti mismo y a todos los lituanos 460 hemos de menear antes el cuerpo entero.
tal vergüenza. Agarremos, por tanto, cada cual nuestro
Yo, cuando el buen señor me ordenó pedir buey,
cuentas, y tras engalanarlo5, hagamos que obedezca
sabes que calenté tus posaderas, nuestras órdenes:
tanto que tus andrajos quedaron inservibles. todo lo que pensó durante el frío invierno, 480
Y cuántas veces casi te desuella entero el durmiendo en el establo nos tiene que narrar
comisario, y apenas te arrastrabas. cuando vuelve el verano.
Inútil desgraciado, tú solo te atiborras hasta 465 Y tú, bobo Tinico, ¿de qué te estás mofando?
hartarte, ¿Acaso tiene gracia que los siervos tengan que
¡devoraste tu tierra, tus cercas y tu casa, prepararse para el duro trabajo?
y no te da vergüenza arruinar a tus hijos! Ya veo que no sabes todavía lo arduo que es un
De vosotros, en cambio, honrados buey pinto cuando se obceca,
campesinos, o si el hosco retinto apenas si se arrastra. 485
ni vuestras laboriosas mujercitas ni yo tenemos Pero ya aprenderás cuando el apoderado
nunca descargue buenos gritos y desate su lengua
que avergonzarnos cuando en los cansados 470 viperina.
trabajos removamos el estiércol. Y tú, Puquis, inepto, apercíbete bien
Pues los Primeros Padres, tras perder al arar la besana de Gaspar.
64 65
Pues como un asesino cada año atormentas 490 úncele la coyunda por los cuernos:
a la res y, bellaco, la extenúas. castígalo, que tiene que obedecer, pues come
Es de lástima ver, si el mayoral de tu forraje y bebe en el estanque.
saca al prado tus bueyes, cómo gimen: Pero no lo golpees sin motivo: 515
uno apenas sostiene el cuerno que le queda, si lo haces, la bestia serás tú.
y el otro, sin el rabo, se arrastra a duras penas. 495 Es manso y, si lo azuzas, por un magro forraje
Un día el comisario quiso ajustar las cuentas, bajará la cabeza y arrastrará el arado,
y preguntó enojado: “¿qué sucede tanto que su rosada lengua cálida
con estos pobres bueyes?” “Puquis los hizo colgará de su boca como tripas. 520
polvo”, Pánfilo respondió. El buey con mucho esfuerzo se gana su
Canalla, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo? forraje
¿Es que te faltan sesos para portarte así? 500 y en tiempos de escasez con ruegos lo consigue.
¿Cómo te sentirías si un día tu buey pinto Lo mismo nos ocurre a nosotros, amigos:
te obligara a arrastrarte y a tirar del arado cuando el duro trabajo nos abate,
y, una vez que te hubiera ya agotado, hemos de contentarnos con comer algo apenas, 525
te diera de comer una sola gavilla y bebemos el agua de la charca
y al final te llevara al matarife? 505 donde insectos y ranas retozan a su antojo.
¿Cómo te sentirías si, enganchado Pero no te preocupes, no llores ni te aflijas:
tal como un animal, tuvieras que arrastrar el arado? tanto da con qué sacies tu barriga de pobre
Agradécele a Dios que tus dos bueyes, si te regala Dios buena salud. 530
colorado y lucero, te ayuden trabajando, Por lo tanto, traguemos un bocado peor,
y que los mulos no se te resistan. 510 hasta que en el otoño podamos disfrutar
Cuando el retinto vago no quiera arar la comida más sabrosa.
tierra, Mira: los becerritos brincan en la pradera;
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lechones y corderos maman pataleando. 535 en invierno termina de acabarse. 555
Las cluecas cacarean en sus nidos al poner tantos Nuestros buenos graneros, donde estaban
huevos. almacenados todos esos ricos tesoros, yacen hoy
Aguarda un poco y pronto los pollitos desiertos, desprovistos
coloreados aparecerán, de alimentos. Barriles rebosantes
porque están cloqueando las gallinas. de gachas6 para hacer un guiso había,
Mira: ya los gansitos salen del cascarón, 540 y ya no queda nada: 560
se regocija el ganso mirando a sus retoños. rincones donde nabos y patatas
Todo tipo de carnes y manjares sabrosos estaban reservados, hoy vacíos están.
aparecen de pronto por todos los rincones. Ya no sabemos qué guisar tampoco,
¡Procuremos arar los campos con tesón, ni cómo silenciar nuestro apetito.
amigos y vecinos! Y sembrar las semillas del 545 ¡Oh jamones, salchichas y tocino!: 565
verano: lloramos recordando vuestras muchas bondades».
no es bueno alimentarse de grasa solamente, «Chitón –replicó Frico, diciéndole en
también necesitamos rebanadas de pan lituano–:
cuando alegres freímos el tocino. Necio, te quejas siempre por no tener comida.
Y mientras celebramos así la primavera Y el culpable, ¿quién es? ¿Y por qué en el otoño
no olvidemos el año que espera agazapado: 550 engulles tus reservas de comida de forma tan 570
que cada día, al consumir su pan, salvaje que ni un cerdo
procure recordar las jornadas que siguen». te queda cuando llega San Martín?
Habló Morcón: «Es cierto que lo que Ahorra, desgraciado, mientras guisas una cazuela
cosechamos en el año pasado grasa,
y dejamos, gozosos, reservado en una esquina y no tendrás que hacértela magra cuando regrese
para el uso diario, el verano.
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Vuelve de nuevo al tajo, ganando tu comida, Y siembra tanto lino como desee Greta,
faena con tesón para los días grises del otoño. 575 no te sulfures contra las mujeres:
Da a la tierra lo suyo si quieres beneficios, sabes que necesitan el lino para hilar».
el campo no da fruto si no recibe nada. No censures, te ruego, sus costumbres:
Pues sin necesidad de nuestra ayuda crecen ¿no es siempre una delicia escuchar el jaleo de las 600
la cizaña y el cardo, las ortigas y zarzas, ruecas
sin embargo el granito nunca crece si no lo 580 de las amas de casa en el invierno?
siembras tú. Cuando Greta, después de hilar, blanquea
Solo abres la boca para hartarte de carne, los lienzos, contemplarla es todo un gozo,
desdeñas remolachas o la sopa de coles. y ver cómo separa lo tejido,
Por eso cada año, después de devorar y guarda algún retal para hacer paños. 605
tus reservas te arrastras enfermo y medio muerto. Si todas las mujeres fueran tan hacendosas,
Ve, necio y siembra todo 585 no veríamos pobres en las calles
lo que puedas sembrar: desnudos, pues los siervos se vestirían siempre
cebada y alforfón, y buen grano de avena, como un señor y no repararían en sentarse junto
pues esperas tus gachas, y tus mulos su pienso. a los alemanes,
Siembra una buena haza de guisantes, ni los mismos franceses nos toserían nunca. 610
que darán buen sabor a tu cazuela 590 «Lo dicho es verdadero –siguió Frico.
y proveerán sustento durante todo el año. Yo, como caporal, cuando cabalgo
Al cáñamo destina una pequeña parte; en los cortijos veo a las amas de casa,
no te arrepentirás, pues es muy necesario. cuando en el gris invierno se reúnen en torno a la
¿No encuentras agradable trenzar tu propia labor, y juntas hilan7.
cuerda y sé que muchas de ellas apenas se sonrojan si la 615
y guardar tu dinero en el bolsillo? 595 rueca
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abandonan por culpa de sus charlas. traquetea temprano en primavera; cuando la 635
Hablan sin detenerse cuando deben hilar, lanzadera y el carrete dan golpes al saltar.
y se olvida la mano de devanar el copo. Honradas sois si todos los tejidos
Con la risa, los pies cesan de darle vueltas a la hechos por vuestras manos relucen como nieve,
rueca, nieve de primavera sobre los verdes prados.
y entre chanzas transcurre el frío invierno; 620 Pero no os olvidéis de las otras faenas,
llega la primavera, tras ella el veranito, pues las hazas aguardan en los huertos.
y encuentran los trabajos sin hacer. Así que abandonad el trajín de las ruecas 640
Entonces, Jeque y Femi se disponen a preparar la y apartad los telares a una esquina.
urdimbre, Asid los azadones con vuestra grácil mano.
pero ¿con qué tejer si nunca hilaron? Mirad cómo los topos ya remueven la tierra,
La casa entera sin un hilo está, 625 os urgen a sembrar el huerto de verduras.
los niños corretean por las calles, desnudos, Pues tiene la barriga varias necesidades 645
y el marido no tiene calzón para cubrirse». y no desea solo ser vestida por fuera:
¡Ah, mujeres inútiles! Para vosotras lanzo también por dentro quiere disfrutar.
estas palabras. Las desnudas barrigas os harán reverencia
Mas vosotras, amigas, buenas amas de casa, porque no escatimasteis esfuerzos en vestirlas
no debéis sonrojaros por lo que aquí se ha dicho; 630 y habéis tejido blusas, camisas y calzones. 650
dejad que las mujeres holgazanas se cubran de Pero honrarán aún más vuestra bondad
vergüenza. cuando, sentados todos a la mesa con sus nuevos
Honradas sois vosotras: vuestra rápida rueca, con atuendos,
su alegre girar disfruten de la olla y el tocino.
devana el rudo copo de la estopa y el lino. Sembrad, pues, toda clase de semillas:
Honradas sois cuando el telar viajero plantad en abundancia coles y zanahorias, 655
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chirivías y nabos, remolachas y rábanos.
¡No olvidéis cultivar, sembrar ni escardar
suculentas patatas y deliciosas berzas!
Y faenando así, disfrutaréis la alegre primavera,
hasta que el cálido verano llegue y os reclame 660 Las labores del verano
con otros mil trabajos.
Basta.
74
«¡ S alud, hermoso mundo, que terminas de
celebrar la alegre primavera!
1
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y, tras ella, también el alegre verano». Y es que nosotros, pobres lituanos con
Palabras de saludo que profería Frico un poco 10 abarcas,
antes de Pentecostés, no podemos medirnos con los grandes señores, 30
convocando a los siervos a la dura tarea. pero tampoco estamos obligados a padecer sus
Un cuerpo vigoroso, que emprende sus males.
trabajos Pues ¡cuántos en sus casas solariegas sollozan
contento y ágil, es un don de Dios. ahora que el verano nos visita!
El que, tras ardua brega y agotado, Uno sufre de gota, gritando como estúpido,
toma sus breves viandas con placer 15 y el otro llama al médico, llorando. 35
dando gracias a Dios con júbilo sincero, ¡Ay! ¿Por qué las dolencias atormentan
y alegre, sano y fuerte, duerme toda la noche, a los señores tanto? La Pelona, impaciente, los
es mejor que ese otro, acicalado, reclama.
pero lleno de achaques, que agarra la cuchara Se burlan del trabajo campesino,
resoplando. su alimento es pereza cada día.
¿Qué importa si Miguel, mostrando al mundo 20 Y nosotros, labriegos, tenidos en muy poco; 40
su abultada barriga, hinchado cual burbuja, nosotros, que sorbemos solo suero de leche,
cual canalla se inquieta por afanes de polvo, alegres y esforzados, corremos a buen paso.
pero luego se asusta, como Caín, del cielo? Y cuando algunas veces una lasca
Si Benito, desnudo junto al arcón repleto, de tocino lituano endulza nuestra boca,
de rodillas, gimiendo, ¡alaba sus tesoros!, 25 entonces el trabajo nos va de maravilla. 45
mas luego como un pobre que no saca del cofre Dijo Lauro, apoyado sobre el bastón torcido:
ni una sola monedita, «Dios quiso regalarnos salud en primavera,
sorbe su desabrido guiso insulso y todos vigorosos llegamos al verano.
y a diario se presenta con harapos, ¿qué importa? ¡Mirad el solecito, cómo frena su ascenso,
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y hace rodar su rueda candente hasta lo alto, 50 Cada hombre al nacer es como un tierno
cómo juega sentado sobre el límpido cielo1! brote del cual emerge la pobre florecilla,
Mira su resplandor, alimentando llamas, y después, marchitándose y perdiendo sus pétalos, 75
cómo agosta las flores de la tierra, da su fruto y termina así sus días.
y en pasto ya convierte su espléndida belleza. Ese es nuestro destino, humildes criaturas.
Nuestras pobres hierbitas se han marchitado tanto 55 El señor como el siervo, berreando en la cuna,
que se doblan, vencidas como caduca anciana. muestran tan solo un pobre capullo de la vida
Y cuántas, arrancadas por la mano del hombre, venidera.
apenas disfrutadas, perdieron su belleza Y cuando llega el tiempo de florecer, jugamos 80
y fueron arrojadas, inútiles y mustias. tontamente gastando nuestros días alegres.
Y lo mismo sucede a nuestras aves: 60 El señorito danza con gesto señorial,
los alegres gorjeos del ruiseñor y el cuco y el rudo campesino faenando;
y el travieso vaivén de las alondras, pero cuando comienza a despuntar la barba,
todo llega a su fin o ha terminado ya. y hay que asumir tareas exigentes, 85
Y muchas criaturitas nacidas en el nido, desaparece pronto la pueril diversión.
vacío lo dejaron y se alimentan solas, 65 Y cuántas veces, cuando aún saltan los niños,
y pían emulando los cantos de sus padres. se presenta la Parca para herirlos
Un mundo nuevo surge en breve tiempo. con fiebres o viruelas agresivas.
Viendo esas maravillas, igual que un Para mozos y mozas afila su guadaña, 90
hombre viejo, sin conmoverse al ver su joven rostro,
exhalando un suspiro, exclamo acongojado: y sesga ciegamente las trenzas y sombreros,
¡Qué despreciable es la edad del hombre! 70 y toda su belleza en nada se convierte.
Lo dijo el Rey David: ¡somos tan débiles! Mira cómo la breve vida humana,
Como el heno del campo florecemos. tal como las hierbitas, apenas brota, muere». 95
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Ya en las últimas sílabas, vieron al comisario, Y después, maldiciendo así toda su casa,
que vino a maldecir con bruscos aspavientos, con iras infernales apremia a trabajar. 120
tan grandes que temblaba el mundo entero. Y su mesa a la hora de comer
«¡Por todos los demonios!» ¡Considéralo, hombre!: la maldice en lugar de bendecir,
¿Por qué profieres tales juramentos? 100 agarra el pan y sorbe mal el guiso.
¿El mismo Satanás te ha llenado de rabia? Con los diablos trabaja desde el amanecer,
¿Por qué truenas, bellaco? ¿Qué mal te sucedió? y con ellos se arrastra hasta la piltra cuando llega 125
Mas la furia crecía y llegó a tal extremo la noche.
que se turbaron todas las aves bajo el cielo. Que un gordo petimetre profiera maldiciones
Corría el zorro astuto, el rabo entre las patas; 105 no es de extrañar, pues se ha vendido al diablo,
y al conejo faltó tiempo para esconderse, y del cielo se mofa, y se avergüenza
alzando las orejas temblorosas. de nuestros rezos: como cualquier bestia
Hasta sapos y ranas se alarmaron la diña, revolcándose en el lodo. 130
tanto que con sus crías hacia el agua saltaban. Un palurdo, que apenas come suero
Los ratones y búhos, desmayados, 110 y se arrastra abatido del cansancio…
ante tales horrores se escondían; que emprenda sus trabajos maldiciendo:
y del techo caían los gorriones. es tal horror que me estremezco todo,
Oíd: así maldijo ese malvado. con los pelos de punta, y así sucede siempre». 135
Dijo Salmas: «Ya existen demasiados impíos Así se maravilla, cuando cruje la puerta
en el mundo, y Frico, el caporal, hace su entrada.
en cuyas lenguas, ¡ay!, danzan todos los diablos. 115 Leyendo con premura una orden, exclama:
Al despuntar el sol, ese cretino «He aquí que mañana nos envía el patrón
ya no sabe o no quiere rezar sus oraciones, y ordena que deprisa el estiércol saquemos de sus 140
y despierta asediado por diablos y demonios. cuadras.
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Prepare cada cual su carro; venid presto y por las malas hay a veces que moverlo
con horcas y con ganchos, siervos, a trabajar. y lograr que trabaje como le corresponde?
Pues ya todos sabéis qué significa No hay que maravillarse, pues el dueño 165
sacar la bosta, y cuál es la obrada asignada a cada que estaba al cargo de este territorio
uno. era justo y honrado, y al recordarlo aún
Estaré entre vosotros, si Dios quiere, 145 lloran todos, pues ya murió el año pasado.
y no solo por ver que sacáis la majada, Recordar cada día su bondad, añorarle,
sino para enseñaros si es preciso». es justo, y su memoria será siempre llorada. 170
Dicho eso, salió, cual rayo, por la puerta; Difícil hallar otro como él en este mundo,
montando su caballo de cuatro años, raudo, pues era un caballero: considera
quiso mostrar la orden a los demás vecinos. 150 cómo amaba a los suyos y todos le querían.
El día señalado, tras el amanecer, Hay muchos petimetres que, al ver a un campesino,
una gran multitud de campesinos hubo. escupen cual si un perro contemplaran, 175
El uno con su gancho reluciente y el otro con su un hombrecillo indigno de sus altas miradas.
horca nuevecita; El difunto señor no se portaba así con sus criados:
marchan todos, alegres y veloces. al pobre defendía como un padre.
Albas, con los adrales recién puestos al carro, 155 Ni una maldición osó manchar su boca;
y Tinico, que estrena lindas botas, si alguna vez oía maldecir, 180
traquetean con todos al trabajo. sabía reprender al siervo malhablado.
Los mozos que han trenzado abarcas nuevas De «tú» no nos hablaba, siempre decía «usted»;
y se hicieron polainas de paño, deslumbrantes, ni siquiera al reñir olvidó su costumbre,
corren adelantándose, prestos a la faena. 160 pues en lengua alemana solía reprender.
Es una maravilla, no suele ser así: Pero cuando alababa a alguno de sus siervos, 185
¿no se dice que el siervo se arrastra a su labor en idioma lituano dispensaba ese honor.
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Te contaré, amigo, aún más, Y ¿con qué puede el pobre campesino entretener
pues sabes, como yo, cómo la servidumbre abate sus tripas,
al hombre. si solo requesón y cortezas posee?
Cómo el pobre, paciente y postrado cada día, Tras masticar apenas su bocado tan seco, 210
bajo las duras cargas de la brega respira. 190 sediento, se le antoja beber un buen traguito.
¡Quién pudiera contar todas nuestras desgracias! Y si nadie le ofrece una bebida, ¿cómo
Pues sabes cómo apenas llega el rudo verano, remediará su sed? Se dirige a un estanque,
cualquier imbécil puede forzar al campesino. cansado y jadeante sorbe el agua
Alzando todo ufano su cresta en la cabeza, en la que toda suerte de ranas salta y bulle; 215
intimida Gaspar cual gallo persiguiendo a las 195 y hete aquí que Benito encima lo aporrea.
gallinas. ¡Ay, nuestro buen patrón! ¿Por qué te nos
Y peor se comporta su criado Benito marchaste?
cuando queriendo, vil, parecer un señor, ¡Se acabaron contigo todas nuestras delicias!
le da por maldecir entre los siervos; Todos te recordamos a diario, padrecito,
pues él quiere mostrarse más sagaz que su dueño: y lloramos con tal triste congoja, 220
figúrate, pretende ser más alto que él. 200 que los ojos se ajan, la cabeza vacila:
¿Es acaso decente? ¿Es digno maltratar así al señor? los pobres ya no logran
Y si ese mentecato se mofa de su amo, trabajar como deben, recordándote.
¿tiene algo de extraño que al criado machaque? Tú también apremiabas al trabajo
Ya conoces, amigo, lo terrible del sol y castigabas, justo, la pereza, 225
cuando te abrasa, pues todo campesino debe acatar las órdenes
y el sudor te chorrea por la espalda 205 y emprender sus labores cada día.
y la mala barriga empieza a protestar, Pero no eras capaz de despreciar al siervo:
pidiendo su ración de comida y consuelo. cuántas veces llorabas mirando nuestras penas;
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y aún cuando Benito tanto nos hostigaba, 230 Cuántas veces salté del lecho, sofocado por
tú fuiste como un padre cariñoso. fantasmas,
Al llegar el momento de cosechar el grano, que con cuernos brillantes me asaltaban
cuando nos convocaban las faenas del campo, en la noche, tragándose mi alma;
a todos desvelaba tu desvelo, tanto, que me compré una escopeta grande 255
y no pegabas ojo por las noches 235 para que protegiera mis sueños, bien cargada.
desgranando en tus sueños nuestras penas. Y desde entonces ya no se atreven conmigo los
Y hasta rica bebida te preocupaba darnos, fantasmas,
y ordenabas hacer mucha cerveza floja2; dejaron de acosarme y dejé de chillar.
y cuando, fatigados, gimiendo faenábamos, Y basta ya de historias de ranas y de búhos,
mandabas al criado traernos un barril. 240 de ratas y gorriones; 260
Ay, buen señor, ¿por qué? ¿Por qué te nos dejemos maravillas y penurias
marchaste? allí donde reposan las gallinas,
«Cállate –dijo Frico–, dejad esas monsergas; y saquemos veloces el estiércol
tened vergüenza al menos de esos llantos del establo. Después recogeremos
indignos. el fiemo que la fiel naturaleza nos quiera regalar. 265
Con lloros y gemidos no se consigue nada; ¿De qué te ríes, bobo? ¿De mi elegante frase?
pues después, desquiciados y ciegos, no podréis 245 ¿No sabes que el labriego, si quiere ver buen grano,
trabajar ni criar a vuestros hijos. debe esparcir primero un buen montón de mierda?
Es cierto que murió de repente, muy joven, También a la cazuela, cuando guisas,
en la flor de la vida nuestro patrón querido, hay que añadir la sal y algunos aderezos. 270
y su muerte causó sinceras lágrimas. Sin sal ni condimentos no te tomas la sopa;
Es verdad que no pude yo tampoco 250 ¿ríes al ver al siervo remover la majada
dormir, y que las lágrimas surcaron mis mejillas. y aderezar así el campo extenuado?
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¡Agarra los aperos para esa tu labor ¿Y te atreves a hacerles un burlesco ademán?
y recoge contento tu oloroso tesoro! 275 ¿No temes que por eso te desnuquen,
Porque la maravilla nace de cosas viles, te agarren por los pelos, de una viga te cuelguen?
y el apestoso fiemo se convierte en una bendición. El mundo está repleto de tontos y de inútiles,
Algún señoritingo miserable se ríe de los y no se encuentran solo bajo andrajos: 300
siervos: a veces ríe el bobo revestido de sedas.
sonriendo el patoso desprecia sus trabajos, Que no te asombre oír que un elegante
como si él pudiera vivir sin la labranza, 280 lelo dice sandeces: tan necio no sería
disfrutar sus pasteles de no ser por el fiemo. si le hubieran mostrado el esforzado camino del
¡Ah! ¿cómo vivirían los señores sin nosotros, sus trabajo.
siervos?, Y basta ya de bromas con el hediondo 305
¿cómo, sin el estiércol que le da el campesino? estiércol;
Apartad el temor, si al sacar la boñiga hay algo que decir de los prados y campos.
tenéis que estornudar por culpa del hedor, 285 Hijos, apresuraos, la tarde ya se acerca;
o gemís faenando en el establo. mañana las guadañas habrá que preparar.
La nariz melindrosa del amo se horroriza ¿Oís? La codorniz llama a la siega
y levantada al cielo con orgullo se mofa; y ordena amontonar en el almiar la paja. 310
mas tú verás qué rápido se abajaría si Mañana la gran fiesta de San Juan
tuviera, como un pobre, que llevarse a la boca 290 celebraremos todos, como sabes;
una insulsa sopita y un puré chamuscado: y al poco emprenderemos la labor en los campos.
si fuera con nosotros a bregar en los campos». «Ay –dijo Crisas–, veo gran cansancio
Frico, ¿pero qué dices? ¿Así hablas del señor? para finalizar nuestras faenas. 315
¿No sabes que nosotros, viendo al señor de lejos, Dios mío, ¿por ventura puede un pobre patrón
debemos descubrirnos con una reverencia? 295 salir a flote sin la servidumbre?
90 91
Escucha, hermano… Yo, yo que ya peino canas, Yo, siendo todavía un niño bobo, 340
y además tengo harta experiencia en el mundo, me admiré con frecuencia de que un rico patrón
maravillas y nuevas pudiera relatar. 320 ofreciera a los mozos por jornal todo un tálero.
Porque Crisas, mi padre, falleció dejándome Los mozos presumían de que su buen señor
pequeño; a veces añadía seis centavos;
y por eso mi madre tuvo que mendigar o de que prometiera regalar abarcas y calzones, 345
para darme comida; y yo, pobre indigente, y por tanto favor mucho le agradecían.
tuve que apacentar los cochinos de Bláber. Mas después el orgullo hizo presa en los
Tras servir a conciencia por un tiempo, 325 hombres;
agotado de hedores y de horrores, lituanos y alemanes se han mezclado
después quise trillar y tirar del arado. perdiendo todo rastro de decoro:
Y siendo un torpe crío, ya mostré mi valía, ahora no soportan las abarcas bien hechas, 350
y a los hombres con canas superé de zagal. ni a las mozas les gustan las faldas estampadas.
Y así, apenas miraba cualquier suerte de aperos, 330 Ya los mozos se visten como los señoritos,
sabía ya tallarlos con tanta maestría con estupendas botas, y las niñas
que algún viejo gañán se sintió muy turbado se arreglan, sin sonrojo, igual que señoritas.
y evitó aparecer ante mí por vergüenza. Y nuestra dignidad hemos perdido así5. 355
Es feo y vergonzoso para quien peina canas Hasta nuestras comidas de tradición lituana
que un mozo le supere trabajando; 335 algún ingrato inútil se atreve a despreciar.
y por ende pretende todo un tálero3 Nuestros sensatos padres,
y exige su parcela de tierra4 sin rubor. cociendo ricas gachas con leche, deleitaban
Ay, ¿qué fue de los buenos tiempos en los que el y daban a los suyos gran contento. 360
siervo ¡Cuántas veces el amo guisaba un buen potaje
obedecía en Prusia por un exiguo sueldo? espeso, y añadía algún tajito
92 93
de tocino, mas cómo le alababan los mozos Anteayer maté un buey para que coman
satisfechos! y de él quedan los cuernos solamente,
Ahora, cada cual buscando carne, los huesos y la piel, vergüenza da decirlo. 385
devorando comida como un perro, agotan al 365 Están aún ahítos y ya se les antoja la ternera,
señor. y me exigen que pronto les prometa
Escucha, hermano, en qué lance me sacrificar el último y único becerro.
encuentro. Con el jornal lo mismo sucede cada año.
Llevo cincuenta años, sin ahorrarme esfuerzos, Un mico apenas sabe ni llevar los calzones 390
gobernando mi casa honestamente: y muchas veces sin abochornarse,
sabía complacer a siervos y señores, como un desvergonzado –no te asombre–,
pero a mi servidumbre no acerté a contentar. 370 empapa cada noche su lecho con orín…
Pues la tacañería tengo por mezquindad, y ni cinco cerdos sabe criar, y pide un tálero
cuando guiso, si le ofrezco un empleo medio en broma. 395
preparo grandes ollas, corto gruesos pedazos. Y entre los mozos hay algún que otro haragán
Así, no es de extrañar que no logre pagar que no distingue el trillo del arado
el tributo bendito algunas veces, y no se atreve a asir los cuernos retorcidos al
y me riña furioso el cruel apoderado; 375 becerro;
es lo que me ha ocurrido. ¡Ay, dichosa gabela! y si algún toro empieza a mugir fuerte,
Pero ¿cómo pagar al señor lo debido del miedo que le entra le tiembla el cuerpo entero… 400
cuando mis viles siervos todo lo devoraron? y ese bobo presume con frecuencia
Será ya menester el mendigar. de sus trabajos pícaros y sucias travesuras,
Pues una gran manada de vacas y de ovejas 380 y si no le prometes el jornal que desea,
llevo descuartizada junto a bueyes y puercos: se enfada aún. ¡Intenta tú ofrecerle
¡ni sus pellejos sé dónde colgar! diez táleros al año, con generosidad…! 405
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Exige todavía su sembrado, tras beberse una pinta de coñac en Jomarkas,
lo escucharás después, ese creído. de rabia casi me despluma el cráneo.
Pero cuando hay faena, ocurren maravillas. Después el asesino me pegó tal paliza 430
Ya devora el ladrón jugosa carne que me dejó postrado: tan grande fue la tunda
y trinca en abundancia la más dulce cerveza, 410 que trabajar no pude en dos semanas.
y puedes contemplarlo tumbado tras la cerca Estas cosas te ponen los cabellos de punta».
o desplomado bajo el cobertizo. De repente un tropel interrumpió las quejas
A veces los ruines se ocultan de tal forma de Crisas: «corre, salta, rastrilla y acarrea». 435
que hallarlos es tarea inabarcable. Los campos empezaron a bullir,
Y ya puedes gritar vociferando: 415 y patrones y mozos esforzados se pisaban,
“Jacobo, Hansen, Juan, es tarde, ¿dónde estáis? segando, los talones.
Anochece y no habéis pegado golpe. El mundo, reunido en la batalla,
Ya todos se congregan igual que un hormiguero parecía llevar sus espadas y sables a los prados.
corriendo cada cual a su faena; Por doquier la guadaña hacía estragos 440
y vosotros, granujas, ¿entregados 420 causando un gran lamento por los campos,
a la simple pereza? ¿Qué será de nosotros?” pues aquello fue el fin de muchas flores
Si esperas que al oír tu voz den un gran salto que apenas se mostraron en capullo.
y respondan veloces al patrón, Muchas aún jugaban como niños pequeños,
¡ni lo pienses!, que siguen tumbados y se ríen los mas otras ya con barbas canas temblequeaban. 445
canallas. A todas la guadaña rasuró, vaciando
Y si les amenazas, con motivo, discuten 425 los prados de los pobres campesinos;
maldiciendo. solo seguía intacto el campo de Plauchunas.
Hasta te pegarían, si pudieran. Ya sabes Plauchunas, el inútil, en el año pasado en
cómo el año pasado un vagabundo casa de Gaspar
96 97
después de la faena6, tragó tanto 450 Asombrándome así, se presentó el criado
que luego, dando tumbos por la noche, de Gaspar, que venía con cerdos de los pastos.
perdió su afiladera nueva y una guadaña, «¿Qué hay? –le pregunté–, ¿de quién son esos 475
y a casa llegó apenas cuando ya amanecía. puercos?».
Después durante el día durmió como un tunante –«Son de Gaspar –me dijo–, pero ¡calla!,
y de hallar lo perdido ni pensamiento tuvo, 455 y de Plauchunas es el centeno marchito.
hasta que fue llamado para la nueva siega. Golpea con la hoz, ese holgazán
Entonces echó en falta su guadaña, que se arrastra y pulula como un escarabajo».
y en su busca marchó gimiendo y maldiciendo; Ay, si el mismo patrón nos da tan mal ejemplo, 480
como no la encontraba, aquel cretino arrastrándose cual piojo satisfecho,
descargó su mal genio en su familia. 460 ¿qué no harán los criados?
Después, horriblemente enfurecido, «Amigo –dijo Pánfilo– mozo del culto
a Königsberg marchó, embridando a su penco de Bláber,
una oreja, no pienses que son solo nuestros amos
para comprar una guadaña nueva. quienes sin trabajar acuden a las fiestas 485
Y en la ciudad, saltando de alegría, y como cubas causan bochorno al campesino;
embobado por tantas maravillas, 465 porque ya muchos siervos se comparan con ellos;
se olvidó de comprar los aparejos y lo que los señores admiran, ellos copian,
y, vendiendo el jamelgo en la taberna, teniendo sus monsergas por grandísimo ingenio.
llegó tras dos semanas a casa derrotado, Muchos señoritingos cada día, altaneros, 490
y su asqueroso prado trabajó engullen toda suerte de ranas extranjeras;
con una hoz, a gatas y gimiendo. 470 y saturados luego de buen vino,
Los vecinos ya habían recogido el centeno, se deshonran timándose con cartas y mil trampas.
cocían ricas tortas y comían. Pero también los siervos aprenden a engañar,
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y ríen cuando Crisas miente a Crisas»7. 495 Lauro y Martín tiraron las mozas al estanque,
«Basta de desatinos» –le dije con firmeza, y la mujer de Lauro con la de Paculís
me espantaba el furor de sus palabras. empapaban a hombres y a niños con colodras9.
Dicen en la ciudad que tienen poco seso los Bañándose en el cieno como puercos,
labriegos, se despertó el furor de una pelea. 520
y que de sus trabajos y sus viviendas rústicas Calado hasta los huesos, Lauro agarró una vara;
pena sienten al verlos. Pero el que así farfulla no 500 su mujer y la amiga tomaron sendas palas,
conoce dispuestas a zurrarse. Apareció Plauchunas,
de cerca al campesino. oportuno,
Creedme; más de uno calzado con abarcas acallando ridículos enfados
en cabeza y bondad supera a su señor, y la pendencia toda con lascas de embutido. 525
solo que por vergüenza calla más de lo que debería. Tras haber convidado ya a la casa,
Así decía yo cuando de pronto 505 tras haber reunido a los vecinos,
un rumor que mugía como una gran manada se dio tan asquerosa panzada, que acabó
se levantó, pues hete aquí que unos rapaces cayendo bajo el banco junto a los invitados.
traían la guirnalda8 de Plauchunas. «Así están nuestros tiempos, se lamentaba 530
Sabéis que los lituanos, recogido el centeno, Salmas:
celebrado Santiago, el suizo y el francés han tomado Lituania.
«¡con guirnalda venimos!» danzando vociferan. 510 También entre lituanos se encuentra algún cochino
Los críos de Plauchunas a su papá gritaban, que, aunque en su propio idioma desdeña a los
haciéndole el honor con gavillas de paja; suizos,
pues los granos del campo al viento se esparcían así como uno de ellos se comporta.
y quedaba el rastrojo para echar al estiércol. Antaño nuestras gentes, todavía paganas, 535
Urdieron, además, una gran travesura. 515 con trozos de madera fabricaban fetiches,
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que colgados de cuerdas en los árboles Así que hemos perdido tontamente las gachas,
eran idolatrados; pues no tenían Dios como y apenas probaremos el maíz ni la avena. 560
nosotros Os urgí con razón a recoger el grano,
y por no conocerle hacían cosas zafias. y todos como sordos os negasteis:
Y nosotros, que somos ya cristianos, 540 ahora despedíos de las gachas.
¡no nos avergonzamos de darnos semejantes ¿Qué será de nosotros cuando haya
atracones, que preparar la barcia y el grano para el pienso? 565
que hasta los alemanes se horrorizan!». ¿Llevaremos al campo nuestras cestas vacías
De repente dio un grito el capataz: y, no teniendo grano que dar a nuestras reses,
«¿Qué miráis abobados? Parece que hay ciclón, les daremos forraje sin aderezo alguno?
y los haces de luz rompen las nubes. 545 Y vosotras, mujeres, ¿qué os detiene?
¿Qué se nos da Plauchunas? Nosotros, a lo nuestro. ¿A qué esperáis para arrancar el lino? 570
Vamos, sin detenernos, a recoger el grano. ¿No tenéis, pues, vergüenza cuando veis
Pues blanquean los campos y el verano termina. las hacendosas amas alemanas sacando fuera el
Las mieses nos alientan a disponer las hoces. lino ya cardado,
Los guisantes se arrugan y maduran las habas; 550 cómo se maravillan al ver vuestra pereza?
comienza a desprenderse el fruto de las vainas. ¡Ah, mujeres lituanas!, ¿es que no os abochorna
Y estos regalitos de Dios, por los que tanto y no sentís horror ni orgullo herido 575
sufrimos trabajando… hombre, ¿no es un delito, al ver cómo trabajan mujeres extranjeras?
no es un pecado atroz que se pierdan ahora? Cuando se acerque el tiempo de hilar y de tejer,
¿Qué será de nosotros, sin guisantes, 555 y no tengamos lino, ¿qué será de nosotros?
cuando se nos antoje comer en el invierno? ¿Qué ha sido de los buenos, viejos tiempos,
La avena y el maíz han comido los pájaros cuando no se vestían las lituanas a la guisa 580
y lo que queda ya lo arrancaron los cerdos. germana
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y ninguna palabra de esa lengua sabían? han recogido tantas corriendo por los bosques
Adornadas ahora como alemanas, quieren que a Königsberg con setas
hablar varios idiomas, incluido el francés10. se marcharon algunas para vender los frutos 605
Así, chapurreando, dejan de trabajar. y así comprarse algo para ellas, guardando lo
¿Cómo callan los hombres ante tal 585 sobrante de reserva.
desenfreno? Con lo cual, a nosotros ¿qué nos queda?
¿Cómo podéis vivir permitiendo a las mozas tal Solo las venenosas. ¿Y qué vamos a hacer cuando
desidia? un rico potaje
¿Queréis aparecer ante los alemanes queramos en la olla guisar, y no encontremos
desnudos y ridículos en sus grandes banquetes? aderezo?
Pero ¡qué mentecatos! ¿No entendéis Pues sabes que la seta, si la cocinas bien, 610
que nos haréis pasar a todos un mal trago 590 sazona cualquier guiso, cualquier sopa de avena.
cuando mal remendados calzones os cobijen ¡Ay! Lo mismo sucede con las nueces.
y os dirijáis a misa con harapos mugrientos? Pues barriles enteros han llenado
¡Al menos sonrojaos de pasar tal vergüenza: las laboriosas amas alemanas, vendiendo lo que
forzad a vuestras damas a recoger el lino sobra.
como Dios manda! Pues aún una parcela 595 Nuestras mujeres, ni una nuececilla, 615
no han hozado los cerdos: dará para polainas, ni una, ni siquiera una minúscula
ya que para calzones y enaguas va a faltar. tomaron las inútiles: así no gozarán en el
Ay, que Dios nos asista: ni setas comeremos, invierno.
pues dicen que las amas alemanas Los hombres no apetecen esos bienes:
no cesan de meterlas en el horno. 600 aunque la casa apesten, el tabaco
Colibias, rebichuelos, migueles, robellones, es el manjar más dulce para ellos. 620
lleterolas, cabrillas, pimenteros y níscalos: A las viejas sin dientes no debes ofrecerlas:
104 105
cuidado con tentarlas con algo que no pueden ¿Qué cantilena es esa? ¿Por qué gritáis así?
masticar. ¡Hombres! ¿Queréis, sin duda, amargarnos la
Según dicen, los dientes de los viejos vida?
ya no pueden morder esta delicia. ¿Qué os importa a vosotros nuestra rueca?
Mas no por eso hay que despreciar esa cosa 625 ¡Procurad el forraje del invierno!
pequeña. Se acerca ya la fiesta del Arcángel 645
Pues mozas y mancebos jovencitos San Miguel, y con ella, la humedad del otoño;
florecen en elogios al masticar el fruto. y en los campos el grano está sin recoger,
Cuando Catrina teje adormilada y el cáñamo se dobla, herido por los vientos».
en invierno, su dulce chasquido la despierta; Disputaban así cuando llegaron
y cuando Jeque y Femi parlotean, 630 el Chispo, el capataz y el comisario. 650
un buen montón de nueces metidas en la boca Los campesinos, viendo tan horroroso trío,
acallan de una vez para siempre su cháchara. olvidaron al punto sus riñas con el susto.
¿Qué será de nosotros cuando nuestras mujeres Agarrando una vara el comisario,
comiencen a tejer junto al fogón bramando horriblemente, comenzó a hablar así:
y, no teniendo nueces que mascar, 635 «Oigan bien, campesinos, lo que voy a decir; 655
detengan su trabajo, rechinando los dientes que callen las mujeres y las mozas.
y en silencio la rueca no devane las hebras de Porque Nos, capataces, dueños vuestros,
buen cáñamo? en el fin del verano y de todas las faenas,
Terminará el invierno y nosotros desnudos queremos enseñaros con amor paternal.
quedaremos». Pues Dios omnipotente, que creó el mundo entero 660
«Chitón –impuso Jeque, defendiendo con y al hombre le dotó de inteligencia
fuerza a sus vecinas. y voluntad, cual Padre cariñoso,
¿Vamos a consentir esos insultos? 640 ha mostrado otra vez su generoso amor,
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y nos ha regalado pan al hombre y al ganado su te dieron su tesoro, y el regalo de Dios
pasto. lo has acopiado todo en un rincón
Porque todos sabéis qué mal andábamos 665 y lo consumirás mientras hibernas.
de provisiones cuando el verano llegó, ¿No es menester ahora mirar hacia lo alto 690
cuando acudimos todos a trabajar los campos. y adorar muchas veces cada día
Los jamones y quesos, el tocino, a Aquel que te ha colmado de dádivas? ¡Vecinos!
se habían agotado y, guisando bocados desabridos, Esa es vuestra apremiante obligación
echábamos de menos la suculenta carne; 670 y dar lo que se debe a los gentiles amos
pero de nuestras mesas faltaban el sabroso y lo que se tributa a las iglesias, 695
potaje, las salchichas y las gachas. y lo que hay que pagarme a mí cuando a caballo
Y cuando tras los hielos sentimos el calor empiece a visitaros exigiendo el tributo.
y Dios trajo a la tierra otra vez el verano, Pues sabéis que es horrible cuando los comisarios
hubo de nuevo buena comida, y ya tuvimos 675 reprenden a los siervos con roncos juramentos.
con qué hacernos un plato suculento, Cuidad de preparar las bolsas a buen tiempo, 700
y todas las despensas estuvieron repletas y así podréis sacar a manos llenas
y una vez más guisamos grandes trozos. lo que es preciso dar a cada uno.
Conque ahora, cuando finaliza el verano, Pues nos envía nuestro honorable señor,
cada cual sus cazuelas y sartenes 680 y ordena que salude a todos los vecinos,
hace sonar y así, entre tantas fatigas rogando muy de veras que os avise 705
alivia el corazón y se solaza… para que los groseros azotes no hagan falta:
Pero, hombre, no eches en olvido a Aquél pues una enorme pena le causan los castigos.
que, mientras tú bregabas en los campos, Ya dije lo que vine a decir, y deseo
te ayudó a trajinar con celestial cuidado. 685 que cuando se celebre el pingüe otoño,
Las rebosantes huertas, los alegres jardines vuestras mercedes tengan alegría. 710
109
Solo que no se olviden de mí ni de mi casa
cuando gocen felices en un banquete, pido.
Basta por esta vez: el verano termina,
trabajad con ahínco de cara al buen otoño».
Los bienes del otoño
Basta.
110
D e nuevo el solecito rodando se separa de
nosotros,
nos deja en su veloz descenso hacia el crepúsculo.
1
113
Ya la tierra anegada llora en todos sus Todo el que celebró el verano corriendo entre 30
rincones mojados, nosotros
si arañan nuestras ruedas su espalda empapada. o aleteó brincando feliz sobre los campos,
¡Con qué facilidad tiraban antes dos pencos de la todo el que se elevaba hasta las nubes en
carga, ondulante vuelo
y ahora ni con cuatro caballos conseguimos 15 y se alegró comiendo granitos o un insecto:
avanzar! todos nos han dejado con presteza, y se esconden.
Con gran dificultad gira la rueda crujiendo sobre Los campos, enlutados se nos quedaron, lúgubres, 35
el eje, sus encantos parecen una marchita tumba.
chapotea la tierra enfangada y salpica de barro. La Parca se apodera de los árboles y los
Las hazas de los campos se empapan y se ahogan, alegres bosques,
la lluvia a todos cala hasta los tuétanos. los fieros vendavales arruinan su belleza.
Las abarcas rezuman, y los pobres zapatos 20 Las ramas que albergaron avecillas nacidas en sus
al pisar reblandecen el lodo como masa. hojas
¡Ay!, ¿qué fue de vosotros, días claros, y el nidito cual cuna, en el que ya piaron y lloraron, 40
cuando por vez primera abrimos las ventanas y después empezaron a brincar entre risas,
notando la caricia del rayo del sol tibio en cubiertas ya de plumas,
primavera? y a atrapar su alimento volando sin la ayuda de
Como sueño que vemos al dormir 25 mamá…
y al despertar es solo ya un recuerdo: esos dulces lugares hoy yacen tan desnudos
así se desvanece la alegría con el fin del verano. que al mecerse crepitan como leña.
Y ahora barrizales, revueltos por abarcas, Donde sorbía el oso la miel entre los troncos 45
como las chamuscadas gachas chisporrotean en y allí donde la osa amamantaba a todos sus
el fuego. oseznos;
114 115
allí donde los alces se aterraban de los Y no penséis que son vuestros cantos hermosos
sangrientos lobos, los que os ganan comida en los corrales;
y enseñaban los lobos a sus crías a aullar, solo por vuestra carne suculenta vuestro timbre
allí donde el halcón devoraba gallinas, alabamos.
y cuervos en bandadas robaban los gansitos, 50 Es maravilla ver a las mujeres afilar los
allí las alegrías, mirad, se han acabado de tal guisa, cuchillos,
que solo los terribles cuervos adoran este y asombra escuchar cómo las viejas golpetean las 70
horrendo otoño; cazuelas.
hasta los pajaritos están acurrucados sin cantar, Buscan un pedernal dentado Greta y Femi,
y duermen sin cuidado soñando fríos sueños. y Salmita hace yesca de unos trapos.
¡Ay, belleza de huertos y hierbitas! 55 También Catrine y Brida refrotan la sartén
¡Ay, tiernas flores, gloria de tantas primaveras! y, para que arda el fuego debajo del caldero,
¡Qué fue de vuestros ricos aromas y esplendores! no dejan de soplar con los labios hinchados. 75
Lo que las huertas dieran, floreciendo, Jeque y Magda trocean un tronco desecado,
lo que brindó el verano con sus frutos, después, y Hansen mientras tanto trae un brazado de
todos sus beneficios pusimos a recaudo en un 60 leñita seca.
rincón, Pero el inútil de Dochís se para junto al fogón
y ya lo cocinamos en sartenes y gozamos caliente, amodorrado,
comiéndolo. y espera, relamiéndose, una buena tajada;
Balbuceantes patos y gansos, id al agua pues la hacendosa Aste guisa para el almuerzo un 80
antes de que los ríos se congelen. gran capón
Y vosotros, gallinas y gallos, que jugáis en el y ya mete en el horno varias tortas de trigo.
estiércol, Así se regodea Dochís con fruición, cuando
corred, picotead al menos otra vez. 65 de pronto
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ven llegar a caballo al buen convidador, todas se compusieron al estilo lituano.
ricamente vestido1, Ya sabes cómo visten nuestras lituanas cuando
rogando que asistieran a unas bodas en la casa de quieren ir de visita o a unas nupcias.
Crisas. Las casadas se adornan con cofia, pañoleta y 105
Descubriéndose al punto cada uno de los 85 toca, mientras que
afortunados invitados la corona con trenzas es prenda de las mozas2.
agradece el honor sobremanera, Viejas, no se os antojen coronas juveniles;
y prometen honrar a Crisas acudiendo al festín. y mozas, ¡no queráis las cofias de casada!
Pasados ocho días tras esta invitación, Como lo estáis oyendo, una gran multitud
se engalanaron todos los vecinos para los de diversas maneras ataviada
desposorios. con un gran alborozo a la casa de Crisas puso 110
Esteban y Martín compraron botas nuevas, 90 rumbo.
Juan y Lauro trenzaron para sus pies abarcas, Y Crisas saludó a cada uno con una reverencia,
y todos embridaron los caballos para ir a la fiesta. invitando, cortés, a todos a pasar a su casita,
Aseó, sobre todo, Hansen a su tordillo les ofreció al momento una botella de dorado
y enganchó en sus costados los estribos. coñac para el convite
Engalanado así el lomo del rocín, 95 y animó a los alegres invitados a tomar un
se ciñó el jovenzuelo su nuevo cinturón traguito.
y se calzó las botas de boda, relucientes. La madre de la novia les trajo todo tipo de tortas 115
Como treinta mujeres se ofrecieron a asistir al y pasteles,
convite, y tan pródigamente agasajó a aquellos que había
pues el convidador las había invitado; convidado,
por eso se vistieron como deben, 100 que varios ya gastaban pullas rústicas,
pero no a la alemana, como algunas han hecho: y, sentado a la mesa, alguno profería guarrerías.
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Probando alegremente los primeros confites y los acompañaron a la casa para el rico agasajo.
de la boda, Los padres de la novia, viejitos arrugados,
se armó tal algazara nupcial por todas partes 120 no escondían su júbilo sencillo por la boda de su
que hasta los flacos pencos relinchando triscaban. hija.
Apareció de nuevo el mal convidador Pues era Isabelita la pequeña,
y profiriendo gritos pateaba los lomos de una y desposaba al caporal de El Lardo3. 140
yegua. Por eso reunieron a toda la gozosa parentela,
Tú, granuja, ¿por qué maltratas el costado de tu y sin escatimar en gastos ni en esfuerzos.
potro? Descuartizaron tres vacas estériles y dos bueyes,
¿Es que acaso no bastan al pobre las labores que 125 también;
lo dejan molido? y no pudo contar el carnicero cuántos cerdos y
¿Y todavía aumentas su fatiga castigando su ovejas;
cuerpo con espuelas? de gansos y gallinas, no quedó ya ninguna en el 145
¡Cabalga despacito, sin picar neciamente al rocín! corral.
Pues mira que mañana habrás de ir al bosque, El cocinero asó para las bodas
y pasado mañana tú deberás montar a un tantas carnes trinchadas de diversas maneras
gordinflón. que en las calles surgió gran alboroto
Mientras él castigaba toscamente al caballo, 130 y el vecino Pablito se dio un susto de muerte.
como oís, Extrayendo las viandas guisadas del caldero, 150
los novios en la verja fueron vistos: sacando los asados del horno con los pinchos,
sus bodas acababa de bendecir el santo el cocinero Pedro se dispuso a animar a servirse
obispo de estas tierras, al pie del santo altar. a todos los hambrientos invitados.
Parientes y vecinos acudieron Dorita se encargó de traer con premura los
todos a dar al novio y a la novia sinceros parabienes, 135 manteles
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y vistió una gran mesa nupcial como Dios manda. 155 Tenían para sí que el campesino en la casa de
Luego los servidores tendieron los manjares, Crisas
y con su mano ágil ofrecieron ternera, cerdo y no tiene obligación de hacer finuras de gente 175
ganso, principal.
un sinfín de embuchados y sabrosos riñones. Estando todos hartos y en rústico jolgorio,
Tras recitar, devotos, un largo padrenuestro, Crisas gritó y al punto vinieron los criados
sentados a la mesa como buenos cristianos, 160 y trajeron consigo un barril de cerveza,
animó el anfitrión a comer, cortésmente y los acompañantes del novio se lanzaron con sus
les conminó a saciarse y solazarse. jarras de bodas
En un instante Hansen, sacando un gran cuchillo, echándose al coleto tragos y tragos de cerveza 180
se ofreció a repartir las sazonadas carnes. espesa.
Mas, como no sabía trinchar como lo hacen los 165 Pues la cerveza fuerte, empapando el gaznate en
señores, abundancia,
agarró cual villano los cachos de tocino con las sacia, densa, con tragos veloces la barriga.
uñas Así los invitados, todos, alimentados con
y los iba lanzando en cada plato; deleite
pues estaba bebido y no sabía comportarse con y habiendo ya tomado unos buenos traguitos,
buena educación. olvidaron rezar sus oraciones como deben 185
Algunos invitados ya habían empinado bien el hacerlo los cristianos:
codo cual cerdos de cortijo –vergüenza da decirlo–
y no podían ver esos buenos pedazos; 170 rompieron a cantar canciones puercas.
y otros, ya embriagados, no teniendo cuchillos Esteban inventó dos mil mentiras sobre sus
embaulaban la carne con las manos, gordos potros,
y chorreaba pringue por sus barbas. y Hansen alabó sus bueyes señoriales,
122 123
y rieron gastando tontas bromas. 190 Y por eso empezaron a soltar obscenas ocurrencias,
Lauro tocaba el birimbao soplando, sacando los colores a las otras vecinas.
y Jacobo, templando las cuerdas, el violín hizo Barbe y Femi entonaban las canciones del lino, 210
sonar. y el gallo alababan las esposas de Lauro y Paculís.
Mas Dochís, empachado y bien borracho, Pero había patronas que, demasiado alegres,
como un saco polaco, bajo el banco se derrumbó presumían de asuntos domésticos, charlando sin
con ruido cesar.
amorfo que asustó a los invitados, 195 Bien elogiaba Daque sus gansos, y sus grandes
y lo portaron fuera, medio muerto, tendido en patos Jeque,
unas andas. triplicando virtudes, cantando maravillas. 215
Tampoco las mujeres dejaron de trazar Sabes que las mujeres no pueden evitar el parloteo
divertimentos si en los banquetes charlan de cosas de la casa.
ágiles, pues sus tretas arteras y veloces De pronto aparecieron unos músicos,
saben burlar al mozo más sagaz. tomaron sus rústicos instrumentos e incitaron al
Las esposas de Lauro y Paculís, sentadas a la 200 baile.
mesa con decoro, Pliscus tocaba el címbalo, Cobo el violín tañía, 220
no querían ni mirar el coñac; y el Bisojo, tensando bien los labios, hizo sonar
y mucho se asombraron, pues la mujer de Crisas la flauta.
ofrecía a las mozas tan impropia bebida. En un decir amén reunió Hansen
Figúrate tú, hermano, lo que ocurrió por tanta a las mozas, mandándoles bailar con los gañanes.
algarabía. Calzado el Patizambo con horribles zapatos, a
En un rincón oscuro se metieron, las viles, 205 Femi agarró por la cintura;
y entera vaciaron, de unos tragos, y Zurdillo, con botas, a Dorita tomó, 225
una enorme botella de coñac escondida. danzando a la lituana alegremente.
124 125
Pero otros, ataviados con abarcas adrede4, bajo el banco cayeron escondidos, tomando sus
o descalzos incluso y mal vestidos, gastaban sonoros instrumentos;
necias bromas. y todo el que bailaba alegremente y chillaba de
Ya sabes que el alegre campesino que ha bebido gozo,
de más al punto se detuvo y dejó de gritar.
en el banquete inventa estúpidos dislates. 230 Las canciones de gallos, gallinas y gansitos,
Mas seguid escuchando lo que allí aconteció, y los cuentos de lobos, de oseznos y de bueyes, 250
pues fueron a la boda dos vecinos que no eran por ese horror al punto se esfumaron.
convidados: Todos los invitados se rascaban la cabeza en
el Poltrón y el Lechuzo, así se los llamaba. silencio
Crisas maldijo al verlos, insolente pareja; sin que se les pasara por la mente cómo salir de
y turbada su vieja comenzó 235 semejante aprieto…
a gemir con punzadas de barriga. Incluso tuvo Hansen que empuñar
Pues no está bien que alguien se cuele en una boda una vara: midiendo las costillas al Poltrón y al 255
donde no fue invitado, donde festejan solo los Lechuzo,
amigos. y feroz, agarrando por los pelos a los dos
Pues vela en este entierro, ¿quién te dio? camorristas, fuera los arrojó.
Calla y aguarda, necio, el mensaje de Crisas 240 Pero no os admiréis oyendo estos relatos.
convocándote Pues también los señores tras los grandes
si acaso te convida, generoso. banquetes, ya borrachos,
Por eso se turbaron los vecinos, ríen groseramente y hacen rústicas pullas, lo
tanto que no podían ni fumar, mismo que los siervos.
y del susto soltaron las pipas de las manos. Nosotros, campesinos, solemos comportarnos 260
Los músicos, por ese gran temor, 245 rudamente,
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porque siempre hay un necio en los convites que y enseñando la cresta como amigo, nada temo de
deshonra cristianos amos ni señores.
con desmandada lengua. Allí aparecieron ante mí tres gruesos cocineros:
No pensemos que cada señor, tan engreído, un guarro destripaba un halcón negro, 280
por esa rica boca solo suelta cosas serias y santas, y abriendo con las uñas un conejo, el segundo
porque –bien ajumado– el señor borrachín 265 sacaba nidos de lombrices vivas.
tampoco se avergüenza de gastar bastos chistes. El tercero lanzaba horribles sapos
«Ay –dijo Frico–, en todos estos años, desde un feo cacharro a un ancho cuenco;
mirando y escuchando, he reparado bien los señores se pirran por tan puercos manjares. 285
en el comportamiento de los amos y sus feos Estando así mirando, comencé a vomitar
modales. saliendo por la puerta con las tripas revueltas.
El otro día tuve que entregar a caballo 270 La primera papilla arrojé, más no dije
una carta del amo al consejero, qué me había pasado cuando de nuevo estuve
y en su casa se había reunido un buen montón de junto a ellos.
rudos bebedores. Pues ya todos sabéis cómo los señoritos se ríen de 290
Yo, como corresponde a un servidor, quitándome los siervos,
el sombrero saludé, y a lo peor me habrían santiguado a golpes y
haciendo una grotesca reverencia, y le mostré la patadas.
carta. Y por eso en silencio pude ver escondido
Habiéndola entregado, me deslicé a escondidas 275 cómo nuestros señores se divierten.
en la cocina abierta, pues quería saber qué Cocineros sirviendo los nuevos alimentos
refinados guisos preparaban. extendían su tufo por toda la mansión. 295
Estoy acostumbrado a codearme con gente A la sazón llegaron presurosos los refinados
principal, siervos señoriales,
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y, poniendo en la mesa todo lo necesario, pero solo por eso cada día damos gracias a Dios.
sirvieron los cocidos alimentos. A vosotros, taimados, suculentos bocados os
Yo, juntando mis rústicas manos como Dios sustentan
manda, y buenos vinos riegan vuestro cuerpo:
espero los devotos rezos de los señores, 300 ¿y os olvidáis del cielo y sus bondades?
pero veo de pronto que todos se disponen a sentarse ¿No temes un mal trago cuando el caviar engulles, 320
y, olvidados del cielo, agarran la cuchara o que tu poderosa casa un rayo parta?
y charlando se meten las viandas en la boca. Tras estos pensamientos y al terminar mi encargo,
Yo, que nunca en mi vida esa vileza vi, apocado, asustado, estremecido,
quedé tan confundido que poco me faltó para 305 por la puerta salí y cabalgué hasta casa».
chillar. «Nuestros tiempos perversos –dijo Salmas–, 325
Pero, claro, pensé que el lugar apropiado no era ay, tropiezan en toda variedad de desmanes.
ese, Señor y siervo no hacen otra cosa que abocarse a
y escondido maldije por lo bajo la puerta del infierno.
de forma que los perros se pusieron a aullar: Aquel, fatuo y altivo como si fuera dueño
¡barrigudos impíos arrogantes!, de todo, se avergüenza de mencionar a Dios.
¿acaso os avergüenza juntar devotamente 310 Y este, para adularle, desprecia lo divino. 330
vuestras manos El señor, ciego, avanza hacia el infierno,
y mirar hacia arriba cuando sois bendecidos con y enseña a sus criados a perderse.
manjares? Y Dios y su palabra, nuestras bellas iglesias,
Nosotros, desgraciados campesinos de abarcas, la hermosura ancestral de nuestros himnos,
traídos y llevados de un sitio para otro con fatiga, para aquellos granujas apestan como hedor de la 335
nos llenamos la tripa con apenas cortezas majada.
y una pobre cerveza nos alivia, 315 Los naipes y comedias han cegado al señor,
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y sus siervos se ríen sin disciplina alguna. Mas no penséis, oyendo semejante discurso,
¡Qué fue de la decencia de nuestros tiempos! ¡Ay!» que fue dicho de broma, desdichados 355
Estando en estos cuentos, terminaron las de nosotros, que estamos agotados de trabajar los
bodas, campos;
y apareció el criado de Bláber en abarcas: 340 pues, como corresponde a todo campesino,
«¡Albricias!, exclamó, ¡hay un nuevo convite! partimos a servir
Oíd cómo degüella el ganso Benedicto, y a acarrear estiércol, y a echarlo por la tierra y a
y Pánfilo ya mata, remangado, el cordero. esparcir el generoso grano
Sacrifica el Roncero el buey de un solo cuerno, deprisa, y a segar el heno, rastrillarlo, guardarlo
y en el corral Miguel chamusca tanto al guarro 345 en el altillo,
que el humo se ha elevado como nube y llevar los productos a los silos. 360
y en una milla oscurece al sol, a las estrellas y a la ¡Hemos bregado, ay, de tal manera para acabar
fría luna. tantas faenas duras!
Hallaremos ahora toda suerte de sabrosas La lluvia muchas veces los huesos nos caló,
salchichas para hartarnos, y alguna que otra tórrida canícula nos abrasó la
pues ya pende en la casa de los siervos una gran nuca.
cantidad Nosotros, resignados, a veces malcomiendo,
de jamón y tocino para ahumar de cara al largo 350 mascamos cereal sin aderezo y unas pobres 365
invierno; cortezas.
y el anfitrión no para de meter carne en la En la cruel calorina calmábamos la sed con vil
chimenea. cerveza
De modo que ahora, con banquetes al estilo o tragando algún sorbo del estanque.
lituano, Nos chorreaba tanto sudor de nuestras caras
olvidando el trabajo, podremos recobrarnos». que se nos hizo río la nariz.
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¡Ay, pobres de nosotros, que así nos agotamos! 370 no olvides los riñones al hacer el sabroso
Y ahora, liberados de las penosas cargas, obispillo,
gocemos del banquete al menos esta vez. pues eso te será de buen avío.
Para eso el dadivoso cielo nos colma de soberbios La primavera es breve, ya lo sabes.
frutos: ¿No es bueno cuando en época de estercolar aún 390
para que, fatigados tras la dura faena que nos toca, fríes unos ricos torreznos,
con sabrosos bocados recobremos las fuerzas. 375 y durante la siega del centeno, corriendo a la
Se precisa el trabajo, pues así Dios quiso que bendita servidumbre
comiéramos; o atareado aún con las hazañas domésticas, te
se precisa alimento, para que en la labor no nos cueces jamoncito?
falten los bríos. A esto dijo Lauro: «Bueno es moderar
Por tanto, no dejemos de matar, carnear y afanes y fatigas.
trinchar los animales. Es menester sentido común en la matanza del
Degüella sin reparos el ternero cebado; otoño,
mata varias ovejas, hijo, y no escatimes el carnero; 380 y cuando hartarte puedas, hártate con cabeza. 395
echa los gansos, patos y gallinas en la humeante ¿Es prudente que alguno, al llegar el otoño,
olla; coma sin ningún freno, con risas y canciones,
sacrifica lechones, mata el cerdo sainado; y en la taberna beba cada tarde, trincando sin
y come a tu salud buenas morcillas, porque tú las medida?
hiciste de tu grano. Ya sabéis que Dochís, bailando atiborrado cada
Tras cortar el mondongo, embute longanizas. día,
Y si no basta aún, agarra una gran tripa, 385 torpemente borracho, el desgraciado, 400
mete sin miedo bofe, sin temer que se raje al terminó cual mendigo. Hijo, tú
hincharse, pórtate con mesura cuando comas y bebas.
134 135
Pues el año contiene muchos días, hasta que se También entre nosotros se halla algún malandrín 425
termina todo él, que, bailando y hablando cual lituano,
y cada día quiere saciarse de bocados nos abochorna como auténtico alemán.
abundantes. Muchos entre nosotros, torpemente empachados,
A diario el desayuno, el almuerzo y la cena 405 comienzan a cantar canciones alemanas,
apaciguan y calman la barriga; maldiciendo:
mas también la merienda espera su ración como los alemanes, corren a la taberna cada día5. 430
pues en la tarde aumenta la faena en los campos. Por eso más de un necio, así engullendo,
Conque ¡no despilfarres a diario, como si para risa de todos, termina hecho harapos y
gozaras de una boda o un bautizo! 410 arrastrándose.
Ni alegres cada día la panza con manjares, Escuchadme, glotones: ¿para eso nos regala el
ni malgastes, rapaz, el aderezo: buen Dios
acabarás tragando vituallas sin sazón. sus beneficios tan copiosamente?:
Nabos y chirivías, zanahorias y rábanos, ¿para embucharlos como sucios cerdos? 435
coles escabechadas en potaje 415 Cada día tenemos que dar gusto a la barriga,
y guisantes también, cocidos con alubias, pero con cabeza,
y el puré de cebada delicioso, y hemos de procurar también lo necesario para
gachas aderezadas poder cubrirla».
o platos cocinados de patatas, «Eso es cierto y verdad –ceceó Buzas–;
y las setas de miel, bien sazonadas: 420 en cueros vivos nace un gran señor
buen avío te harán estos bocados y un pobre con abarcas, lo sabemos; 440
si comes cada día con templanza, tanto el emperador como sus siervos,
si no olvidas los días venideros. tanto el mendigo como el ladino señor, nacen
¡No te enfades, amigo, por estas mis razones! igual de torpes;
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al uno como al otro le alimenta la teta de una y ningún campesino nació con el arado bajo el 460
madre. brazo,
El señor entre sedas, y entre pajas el siervo ni tan siquiera un diente para el trillo.
lloriquea escondido, El señor, altanero de su alcurnia,
hasta que adquieren ambos el uso de razón. 445 se eleva cual la grasa del tocino en el agua
Al campesino como al señorito, el culo hay que caliente;
limpiar y el pobre campesino, quitándose el sombrero ya
con un trozo de paño, y en el agua raído,
es menester lavar los manchados pañales. tiembla junto al hogar, amedrentado, 465
Y no te asombres, ay, de mis razones; haciendo desde lejos humilde reverencia.
pues sabes que lo dicho es verdad pura y dura. 450 Y, sin embargo, Dios dispuso su lugar a cada uno:
Apenas cada hombre comienza a abrir la aquel muestra su cresta cual altivo vizconde,
boca cuando pasa y este chapotea por el fango removiendo el
desde la oscuridad a la luz de este mundo, estiércol.
y después en la cuna soñando pide ayuda; Hay bastantes canallas que, por mal corazón, 470
el uno como el otro nace frágil. tienen al campesino por palurdo ignorante,
Cuando a los señoritos los ponen en un lecho 455 y ellos mismos a veces se portan como lerdos.
respetable, Pero ¿quién, por ventura, prepara a esos bribones
y a los simples criados los tienden entre pajas en la sabrosa comida y la dulce bebida?
un rincón oscuro, ¿Quién arará las tierras, sembrará y segará?, 475
sobre una miserable estera entre pañales, ¿quién les trillará el abundante grano,
¿cuántos tesoros traen ellos consigo? de no ser el buen Lauro o el fiel Crisas?
Piénsalo, pues ni un solo señor al mundo vino Pues ya sabemos cómo el mal señor
con espada, en otoño y a falta de sabrosos pasteles,
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necesitado, ofrece al campesino unas cuantas 480 no dolería tanto ni sería tan arduo.
monedas Pero tan deshonrado quedé, que en todas partes
y adulándole ruega que le haga la merced. hasta los niños vienen a mofarse de mí. 500
Y cómo se permite maltratar, El otro día, haciendo la ronda en mi caballo,
arrogante y rabioso, al campesino, castigué como debo a Poltrón, perezoso.
o desdeña con sorna su sencilla morada». Pero él se lanzó a pegarme y sacudirme,
«Puedo decir que muchas, muchas veces –el 485 diciendo: “¿Qué te crees? ¡Mocoso! ¿Olvidaste
buen Frico repuso–, la tunda que te dio tu buen señor?” 505
cuando era caporal del pueblo y cabalgaba, Harto asustado yo, ante tales palabras,
el vil apoderado me maldijo: ¡se me eriza el ya no supe qué hacer,
cabello de pensarlo! pues los otros criados se reían de mí con
Y me ponía a caldo delante de los siervos. cancioncitas.
El señor, reprendiéndome, holgazán me llamaba A eso hemos llegado. Todo se ha ido al traste.
cada día. Como la blanda nieve en primavera 510
¡Pobre, si no cumplía alguna orden! Pues de tal 490 no deja al derretirse lugar para los hielos:
bofetada que me daba así me ha sucedido con los honores todos.
se saltaban los mocos de mi pobre nariz. Mira, cuando era joven (¡ay, qué fue de esos
Sus despreciables modos son una gran infamia, mis días mozos!)…
sobre todo si el siervo a reírse comienza Ay, cuando yo era joven, me elogiaban toditos los
y termina perdiendo el miedo al caporal zagales.
y, escupiendo, lo tiene por una yegua tonta. 495 Fuera señor o siervo, fuera un mozo o fuera ya la 515
Si el dueño en un rincón oscuro me tirase de los última criada,
pelos, y niños sin calzones y aún lactantes:
pero a la luz del día me halagara, todos y por doquier halagaban a Frico.
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Y ahora todos burlan a este viejo canoso; como luna gibosa yace ya,
el señor como el siervo deprecian al anciano como el horrible pico retorcido de un halcón, mi
caporal. cuchillo.
Embridé tantas veces al jamelgo pelón 520 Lo veo y me recuerda la tenebrosa Parca,
que, cuando veo ahora su crin blanca, tal y como la pinta la mano del artista,
con resuellos contemplo yo mi propia vejez. horrorizando al mundo con su corva guadaña. 540
Y cuando en el otoño cabalgo por el fango a la Ay, hermano… de este machete mocho
labor, tanta pena me da que de llorar no ceso.
cuando apenas avanza mi penco a paso lento, Pues son ya trece años que, cortando salchichas,
hasta ríos de lágrimas recorren mis mejillas, 525 tajando finamente pedazos de tocino en los
porque me veo muy vituperado, y hasta el llanto banquetes,
chorrea por mi rostro. como terrible fuego saltaba por la carne endurecida 545
Así me compadezco de mi ajado rocín: y como fuerte hacha quebraba hasta los huesos;
durante trece años, cabalgando al galope, y de ello son testigos Lauro, Miguel y Juan.
me llevó hacia los campos sentadito en su lomo. Pero no basta aún, pues todavía tengo algo
Y de mí, servidor pelón y pobre, 530 más que contaros.
nadie se compadece, bendito sea Dios». Cuando yo… –oye, hermano, lo que me aconteció
Hansen le dijo: «¡Ay! –mostrando un gran y cómo le sucede al pobre siervo muchas veces al 550
cuchillo–, año
querido amigo mío, ¿de qué te quejas tan cuando quiere trenzarse sus abarcas6
enfurruñado? o desea cazar y hacerse un rico guiso.
Igual me ha sucedido a mí. Contempla este De muchacho, veloz y sigiloso, yo me iba a robar
cuchillo que, forjado en yunque frío, tiene puño 535 árboles a un rincón apartado del bosque en la
de cuerno: penumbra.
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Cierto que muchas veces me pilló el guardabosques 555 y si regresa a casa cargado de madera sin ser
en esa vil faena: vapuleado por los guardas,
salvaje, me azotó como a ladrón, de buena gana añado una tercera.
como a horrible bandido arrebató mi hacha, Y a falta de salchichas, dos generosos quesos.
más nunca me quitó ningún arreo propio. Así que, cuando hemos hurtado un buen montón,
Pues no birlaba yo como un lelo cualquiera, vamos a la ciudad más cercana a venderlo 580
que quiere en el invierno talar algo, 560 y, con los buenos cuartos que sacamos,
hurtando sólo robles y arces de dura leña, pagamos el tributo cada año.
y luego en la ciudad se dispone a venderlos Hasta para robar árboles hay que ser bien
y derrocha la paga en bebida y bailes. avispado, amigo mío.
Yo, cuando alguna vez tuve que robar algo, No es de extrañar, por eso, que algunos
nunca me sonrojé de alargar bien la mano, 565 mentecatos
pues no estaba sisando para mí, sino para señores yendo al bosque a robar o con tabaco, 585
respetables. se provoquen desdichas vergonzosas.
Ya sabes que tenemos que pagar Algún que otro zopenco entre los campesinos
el pecho cada año cuando mandan la orden, después de devorar sus ricos alimentos,
y que los comisarios nos lo sacan a palos. y en lugar de cerveza buena sorbiendo agua,
Ay, hermano querido, te ruego, no te admires; 570 por la necesidad tima como un judío. 590
no le digas al guarda que mi mozo En mi morada viven, a mi lado,
se dispone a robar árboles o madera cada otoño. dos tunantes sin honra ni cabeza.
Yo me alegro en extremo de ver ese su celo; Al primero los siervos han llamado Lechuzo,
cuando en invierno ensilla los jamelgos para ir a y el segundo responde al mote de Poltrón7.
birlar, Suelen los campesinos ingeniar toda suerte de 595
dos sabrosas salchichas le preparo; 575 bromas
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sobre todo en las bodas, ya bien atiborrados, ¡Y no les avergüenza ni tener a los cerdos vagando
cuando chancean como sucios puercos. por su choza,
Hace apenas un año que vivo en este pago; y cuando muestras pasmo, encima se enfurecen!
por eso no conozco, como recién llegado, la Una vez me encontré con el Lechuzo
conducta y traté de decirle algo sobre su inmunda guarrería;
de todos mis vecinos ni sus pillos modales. 600 quise, como vecino, darle alguna lección. 620
Pero lo que relatan los vecinos del Poltrón y el “¿Qué haces, puerco? ¿No te da vergüenza?
Lechuzo Pues como escarabajo pelotero estás, en el estiércol.
tanto me horrorizó que me tiemblan las piernas. ¿Oyes? Tú mismo apestas ya como escarabajo
Escucha las hazañas que yo te contaré, entre la mierda.
se te pondrán de punta los canosos cabellos. Yo, pasando anteayer por tu horrible vivienda,
Las chozas de esos puercos, si reparas en ellas, 605 aposta la miré para fijarme bien. 625
mires por donde mires parecen sucias cuadras. Yo estaba boquiabierto, relinchó mi caballo,
Si hacia arriba diriges tu mirada, encontrarás el al momento cayó una viga del techo
techo destrozado: y se agujerearon tus ventanas.
en el aire se agitan sus desgajados trozos, En ese instante –oye muy bien lo que te digo–,
de acá o allá se sueltan pedazos del tejado. tres cochinos manchados salieron disparados de 630
Las vigas ya podridas penden del roto techo, 610 tu casa
y llueven por doquier cachos de tablas, con sus lechones que, también manchados,
ya sin clavos, colgadas con esparto o con hojas de lanzaron un horrísono alarido.
sauce. Yo, que en mi vida había visto tan rara cosa,
Si miras hacia abajo a sus horribles casas, tanto me sorprendí que se me puso todo el pelo
todas se te figuran como establos, de punta.
como pocilgas, porque llenas están de estiércol. 615 Tú, malvado andrajoso, y el vago de Poltrón, 635
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¿es que no os abochorna exhibiros así ante los y se rompieron, otros, los brazos y las piernas.
demás? Y todo sucedió por una nimiedad:
No servís ni siquiera para dar de comer a los eran Dochís y algunos trilladores, que, trillando
marranos guisantes,
y os presentáis encima pretendiendo quebrantaban los tallos con tal saña, con el rudo
los puestos destacados en las bodas, mayal,
queriendo devorar la comida y bebida. 640 que ni crujir osaban bajo el heno los menudos 660
¡Ojalá los señores nos hicieran ratones,
el favor de largaros pronto de nuestra aldea! y así la mayoría de los huéspedes algún daño se
¡Empezamos a heder por vuestra culpa!” hizo.
Y cuando terminé, con una vara, Mas no os pasméis oyendo estas historias;
como cruel asesino se vino contra mí, 645 pues Dochís cada año, llegado el graso otoño,
y, de no ser por Salmas, que rápido acudió, y trillando su grano, nos da un susto de muerte8.
me habría dado muerte en un momento. Ay, ¡mas cuántas viviendas ha troncado su furia, 665
Conque ya ves, amigo, cómo surgen absurdos cuántos bosques y montes arrasó en el pasado año!
altercados Era horrible escuchar a Lauro las desgracias,
cuando corriges por su bien a un necio penas y sobresaltos cuando nos los narraba.
y osas reprenderle tal y como merece». 650 Apenas le quedó la zahúrda derecha, y el granero,
Estando en estos diálogos y acabando la y su casa parece ya una ruina. 670
boda, Ese horrible trabajo que acomete Dochís
la tierra y todo lo que en ella hay tembló. ha causado discordias y disputas.
Todos los convidados, espantados, Porque, ¡cuántos vecinos han tenido que
en tropel escaparon de la rústica sala, abandonar su casa
tanto que unos perdieron sus dos ojitos sanos 655 y en otoño se empapan vagando por los campos,
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o haciendo sus hatillos tienen que mendigar! 675 Ya en el año pasado sucedió que Gaspar, el 695
Numerosos honrados patrones denunciaron criado de Bláber, se marchó
sus horribles excesos a los jueces de Königsberg, con Dochís de visita a casa de Plauchunas;
pero nunca ganaron ningún pleito. y Lauro fue también, junto con Crisas.
Pues este nuestro tiempo, por desgracia, Plauchunas los había invitado a un bautizo
pisa con su sonrisa malvada nuestras lágrimas. 680 y prometió atender a todos, generoso.
¿Acaso no sabéis aún por qué Dochís así se Allí se reunió una gran multitud de convidados, 700
afana mas también acudieron vecinos no invitados.
y por qué cada año con el mayal arrea así la mies? Y Gaspar saludó al pródigo Crisas con una
Murmura mucha gente que con él tiene trato reverencia,
que Dochís hace polvo su granero infeliz pero llegó también Dochís al gran banquete
con el fin de sacar algo para beber; 685 cual engreído consejero gordo, derrochando
mientras golpea el hórreo después de San Miguel9, indecencias por la boca.
relamiéndose mira la taberna, pensando en Pues de nuevo se había atiborrado antes de San 705
divertirse. Martín,
Y después, tras trillar varias hileras, y venía dispuesto a hartarse, relamiéndose.
se apresura a aventar la parva y, cuando tiene tres En el acto Plauchunas ordenó que sirvieran
cestos ya repletos, hogazas de pan, bollos y alimentos asados,
se dispone a tragar en la taberna. 690 y sentados los huéspedes en variopintas filas
Y su esposa a su vez coge algunas madejas comían celebrando la sopa y el buen cerdo del 710
de lino, y a hurtadillas las vende por lograr su patrón.
diversión. Estando así comiendo y en feliz regocijo,
Mas no basta con eso, pues se lleva a los niños: un gruñido rompió tanta armonía. Eran Lauro y
dejándolos al padre, despreocupada trinca. Dochís, que peleaban:
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por las zahúrdas rotas, derribadas, El campesino convidado pierde la cabeza en
armaron una bronca muy grosera. las fiestas,
Calla, infame, ¿es acaso prudente en un 715 y así pierde también toda decencia.
banquete enemistarse Hasta el mismo Plauchunas, anfitrión del
y nombrar las inmundas pocilgas mientras banquete, terminó
comes? con tal tajada de cerveza fuerte
Pero mirad aún lo que ocurrió que, temblando en la luz, la luz ya no veía. 735
y lo que nos contó el anciano Crisas. ¿Es de extrañar entonces, que ningún invitado
Pues Plauchunas había comprado tres agasajado
barriles de cerveza atinara a trabar razones de un decente campesino?
ordenó a los criados que llevaran la bebida al 720 Mas no basta con eso. Oíd lo que pasó.
salón. Cobo y Lauro, el yerno de Gaspar, respetable,
Y jarras esmaltadas trajo un siervo y Miguel, capataz nombrado de estos pagos, 740
y muchas más vasijas ricamente pintadas. se lanzaron con furia sobre Dochís, y todos,
Así los invitados, tras echarse un barril al coleto, como mechón de pelo torpemente enredado,
trazaron puercas charlas y rústicas canciones. por el suelo rodaron magullándose:
Ya sabes cómo un lerdo campesino, habiendo ya 725 uno quedó sin boca, el otro sin orejas para oír.
trincado demasiado, Sobre todo a Dochís lo brumaron de forma tan 745
no se avergüenza nunca de lanzar desatinos. brutal
Los otros se enfrascaron de nuevo en una riña que sus hijos apenas si lograron llevarlo a casa vivo.
por las sucias pocilgas malogradas y por los Corrió su esposa Femi, alarmada por ello,
cerdos muertos. a cuidar al marido medio muerto, llorando,
Por las puercas palabras enseguida lavando su cogote magullado.
se organizó en la mesa una pugna infernal. 730 Acudieron veloces todas las convecinas, 750
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trayendo de sus casas todo tipo de pócimas. al canalla, bramando enfurecido, tras derribar las 770
Énula trajo Greta, y ojo de caballo; pócimas
Salmita y Brida, ungüentos que hicieron ellas muy poco le faltó para matar a sus queridos hijos,
mismas, que le habían limpiado toda la suciedad.
para aliviar al pobre y curar sus heridas. «¡Termina –dijo Salmas– de una vez ya tu
Mezclando tantas hierbas fuertes en un mortero 755 cuento!,
–Jeque añadió también brea polaca que de tantas historias nos duelen las orejas.
y romero silvestre–, por la vivienda se corrió un Ah, ¡qué fue de vosotros, buenos tiempos lituanos, 775
tufillo, cuando nada sabían de alemán los prusianos
y Dochís poco a poco comenzó a dar señales. y aún no conocían ni zapatos ni botas,
Grande fue la alegría de su esposa, sino que se preciaban de llevar las abarcas tan
y todas acudieron a curar y vendar 760 propias de labriegos!
las heridas del pobre Dochís con los ungüentos Porque entonces no daban los honrados vecinos
preparados; motivo de censura, ni rubor provocaban. 780
se puso una comadre a conjurarlo con sus Ahora, por desgracia, causa sonrojo ver
hechicerías. a los siervos lituanos en los grandes banquetes
Al olor de las fuertes unturas, el enfermo, del otoño,
horrorizado por la magia de las viejas, calzados con zapatos alemanes.
saltó del lecho como fuerte rayo 765 Los zuecos, que llamamos con término
y, de rabia, agarrando un gran garrote, alemán10,
echó de la apestada vivienda, casi a palos, de los lituanos nunca han sido propios; 785
a las viejas con todos sus ungüentos. y los padres de nuestros buenos padres tampoco
Y al cabo de romper la mayoría de los enseres de los usaban;
la pobre casa, pues bochorno les daba mencionar
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esas botas de fábrica francesa, Vomitan salpicando la taberna,
hasta que los franceses se llegaron a nuestra con tal horror que a mí se me erizan los pelos al
buena tierra oírlo.
y sus modas quisieron enseñarnos. 790 Pero no basta aún. Pues ajumados
Nuestros antepasados, sin escuelas, de tal forma, los padres a los hijos arrastran, 810
ni cartillas leían, ni aún los catecismos11. y aficionan así al inocente pequeñuelo a trincar;
Y solo de memoria podían estudiar los rudimentos y más tarde delante de sus hijos pelean,
de nuestra fe cristiana, que hasta manojos de cabellos vuelan, arrancados,
pero con mucho más fervor rezaban alabando al por toda la taberna.
Señor, ¡Ay, bellacos e impíos, despreciables!
y presurosos iban a la iglesia en los días festivos. 795 ¿No teméis que se abran los infiernos 815
Ahora, por desgracia, vergüenza da mirar y acaben con vosotros por guardar con tal horror
cuando algunos lituanos, vestidos a las modas las fiestas?
extranjeras, ¿No os da temor aparecer así ante buenos
asoman el oído para oír y no escuchan, cristianos?
y al cabo corren todos a algún bar, a jugar y Cuando los sacerdotes animan a enviar a los
bailar, despreocupados12. colegios
Y después, como cubas, muchos de ellos 800 a vuestros hijos y hay que soltar unas pocas
rústica y puercamente disparatan, moneditas13,
olvidan las palabras oídas en la iglesia se forman toda clase de murmullos estúpidos; 820
y se ríen gastando bastas pullas. y luego, cuando los apoderados ya tienen su
Borrachos, inventando peleas por sandeces, trabajo por hacer
se agarran la cabeza el uno al otro 805 y mandan comisarios que exigen lo debido,
y como dos matones por el suelo se tiran. entonces viejos locos salen de todas partes
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y como si se desplomara el cielo, braman y Para unos el maestro es joven e ignorante,
braman todos. y el mismo profesor se les antoja a otros viejo y
Y cuando los maestros, pobres y desgraciados, 825 frágil.
piden lo que les pertenece, riñen Según este, el maestro chilla mucho al cantar,
inventando mentiras, ¡impíos indecentes! y aquel piensa que el mismo la voz muy floja tiene. 845
El inculto Pardillo, que apenas si conoce el Uno dice que lento, y el otro que ligero.
Padrenuestro, Así sucede siempre con los clérigos
murmura con su primo, que no sabe leer: cuando aquellos peleles se presentan borrachos
se atreven a insultar a los maestros. 830 en los días festivos, y comienzan
Maravilla escuchar los desvaríos que ensartan los a proferir dislates sobre curas y escuelas. 850
dos juntos. Pero tampoco falta gente honrada:
El que cría a los hijos como imbéciles, aún entre lituanos hoy existen los patrones
consintiéndoles todos los regalos, decentes,
disputa con maestros, los injuria y padres hay que aman a Dios en nuestros días.
porque a veces calienten el trasero de alguno de 835 No solo se comportan de modo santo y justo,
esos pillos; también cuidan su casa como es menester. 855
y el otro, que ya se lo lleva el diablo En este mundo, como nos revela la Biblia,
y no quiere mandar a sus torpes hijitos al colegio, es más pequeño el número de justos
se propone en verdad criarlos como bestias14. que el número creciente de malvados.
A Pardillo le irrita la lluvia, y al Roncero el Y así va a seguir siendo hasta que el mundo
limpio claro. como loco se ciegue, fluyendo desbocado hacia el 860
Para uno hay mucha luz, para otro luz no basta; 840 infierno.
este desdeña la instrucción y aquel juzga mala la Pues dicen las palabras de los santos
escuela. y el mismo Cristo dijo, y sus discípulos,
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que antes del fin del mundo habrá tal confusión, ¡Ay, hermanos del alma! ¡Ay, lituanos! 885
que proliferarán horrores infernales; No nos midamos con los ciegos, los impíos de
y tanto entre señores como entre campesinos, 865 este mundo,
veremos solo engaños y perfidia. y no temamos que esos grandes necios
Reinando en todas partes ya vemos al Maligno, al mirarnos sonrían y se burlen urdiendo torpes
enmarañando greñas de malvados. mofas.
Ay, hermanitos, ay, despertemos mirando Pues ya veis que os instruyo como persona
cómo se rasgan todos los abismos 870 honrada,
y cómo el infernal asesino pervierte y no como francés o alemán os adulo, 890
nuestra edad con diabólicas creencias. sino que a la manera campesina, como amigo
Pues hurtar, engañar, expoliar y usurpar; que soy,
fornicar despreciando a nuestro Dios os digo llanamente lo que tanto me preocupa,
y en tropel toda clase de excesos emprender: 875 lituanos.
ese parece el credo de esta nefanda era. Pasada la gran fiesta de San Martín, amigos,
Ay, Señor, ¡dónde ha ido a parar nuestro tiempo! el Adviento se acerca.
Nosotros, los lituanos, antes de conocer el Mirad cómo los vientos del oscuro poniente 895
ancho mundo, de nuevo con su furia se desplazan hacia norte y
pensábamos que el suizo y el francés oriente,
sabían confundir con su doctrina extranjera a la 880 y nos traen a Lituania los fríos del invierno.
gente, Ya veloces corramos a calentar la casa;
y que los alemanes robaban blasfemando. como buenos patrones, preparemos establos,
Pero es que entre lituanos ya sucede lo mismo, no se muera de frío ni siquiera un lechón. 900
y alguno que otro indecoroso y réprobo Pues cada animalito, con la primera helada, se
causa infamia a su tierra y a su gente. confía
160 161
a nuestras buenas manos cuidadosas,
y, con los ojos puestos en nosotros, aguarda su
alimento.
Nos toca repartirlo con medida;
pues ignoramos cuán largo será el invierno 905 Los afanes del invierno
venidero
y no sabemos cuánto quedará hasta la Pascua.
¿No es bueno cuando, habiendo pasado con
penurias el invierno,
vemos la gran reserva que aún nos queda?
Ea, pues, ¡por ahora dejemos el palique!
Concédenos, Señor, que después de las fiestas, 910
santamente dichosos, entrado el año nuevo,
como amigos podamos reunirnos y celebrar tus
dones».
162
R egresan los airados furores del invierno,
y a turbarnos el viento del norte se apresura.
De nuevo por doquier sobre los lagos se forman
1
ventanales,
como si los hubiera encristalado el vidriero del
pueblo.
El hogar de los peces y ahí donde se holgaran las 5
ranas en verano,
se cubre en el invierno como con armadura
y condena a dormir en plena oscuridad a cualquier
animal.
Asustó el septentrión con su saña a los campos,
y hasta las mismas ciénagas empiezan a arrugarse.
Los lodazales cesan ya de chapotear. 10
El camino retruena por el hielo
165
con el latir de ruedas que rebotan como tenso El invierno, sacando la cabeza de entre todas las
timbal; nubes,
el eco nos retumba en la cabeza. cual fiera disputó con el otoño, combatiendo sus 30
Una vez más el mundo recibe al frío invierno. cienos,
¡Ah!, por fin es llegado el tiempo de las 15 con fríos acabó destruyendo sus húmedos trabajos;
fiestas navideñas. y después de barrer las inmundicias que el otoño
El Adviento termina ya pasado mañana. dejó,
Como un torpe elefante, el otoño, sacudiéndose sobre los lodazales trazó un breve camino,
el agua, nos enseñó a volar de nuevo en los trineos,
revolcándose en cieno, nos acabó cansando. deslizándonos.
Al calzar las abarcas y al meterse los zuecos, cada Ahí donde la alegre primavera 35
uno de nosotros celebramos con flores de colores,
denostó sus trabajos y su líquido lodo. 20 acabando después con el estío las alegrías cálidas,
Incluso los señores, volando en sus espléndidos ahí se arremolinan montes blancos de nieve,
corceles y el tiempo se ha trenzado invernales guirnaldas.
y ataviados a diario con sus finos atuendos, Maravilla mirar los pinares barbados, 40
empapados de fango maldecían esa sucia estación. cómo aparecen por doquier con sus crespos
Por eso todo el mundo, mirando para el norte, mechones,
se quejaba esperando el seco invierno. 25 y se yerguen altivos tal como señoritos empolvados.
Cuando ya proferíamos lamentos, el cielo se En cambio, acurrucados entre ellos, los ramajos
tiñó de un arrebol, desnudos
y con eso los vientos, desatándose, tiemblan cual campesinos debajo de sus techos,
enviaron las lluvias hacia el sur, donde duerme la se doblan lamentándose cuando soplan los 45
cigüeña. vientos.
166 167
Y se turban también los desgajados árboles, sus nos solemos meter en un lugar templado, y en
troncos, ese oculto cobijo,
siempre que el septentrión su fuerte fuelle agita, sin temer la amenaza del invierno,
y cierne y desparrama la nieve como con un gran tomamos un caldito para entrar en calor.
tamiz. Pobrecitos, vosotros desgraciados desnudos,
Todos los animales de los bosques escondidos haga frío o calor, sea el tiempo que sea, 65
están por esta causa, las mismas ropas cubren vuestros cuerpos.
porque vientos airados rivalizan unos con otros 50 Nosotros, si es que el sol nos hiere las espaldas
sin ceder jamás: demasiado,
aquí en su madriguera, calentito, uno se oculta y nos ponemos camisas y chalecos más frescos;
vive como puede, y luego, cuando el viento del norte nos empieza a
y aquel otro de allá dormita en una rama. atormentar,
Queridos pajarillos, igual nos ocurrió a todos; veloces agarramos un vellón o unas pieles 70
como a nosotros, los crujientes fríos os llenan de y en el templado lecho nos metemos para estar
temor. calentitos ya de veras.
A vosotros el frío del invierno os expulsó a los 55 En estas reflexiones, los lobos se agruparon
bosques, en manadas
y a nosotros faenas y rigores invernales nos y, como es su costumbre, bramaron con sus
mandan a la choza aullidos en plena oscuridad.
junto al grato fogón a calentarnos. Ay, malvados, ¿andáis buscando carne?
Vuestra gélida casa, donde roncáis durmiendo, ¿Está vuestra barriga sin alimento alguno? 75
no os puede proteger cuando arrecian los fríos. Venga, terrible viento del norte, ¡atiza el lomo a
Nosotros, cuando el viento del norte nos 60 esos desgraciados!
violenta, Hiérelos con heladas, de modo que perezcan.
168 169
Pues es horrible ver cómo cada verano bien poco caso hacen: apenas si se apartan a la 95
corriendo por los campos matan como si fueran linde del bosque
carniceros. despedazando lo que se han llevado.
Y si una alegre piara atacan en la linde de algún 80 Viento del norte, ven: ten a bien poner orden.
bosque, Pues poco falta para quedarnos ya sin reses,
no miran si la cerda está flaca u oronda, y los lobos después querrán descuartizarnos
y les da igual tragarse un lechoncillo, a nosotros y a nuestros familiares, a mujeres y 100
ni temen despiezar un gran verraco. niños.
Así esos asesinos, atiborrados ya de la carne de Y vosotros, loberos; vosotros, cazadores
cerdo, adiestrados,
insaciables desean probar la de ternera, 85 ¿por qué no los matáis a tiros como es vuestro
matan vacas estériles y novillas preñadas. deber?
Ni con eso les basta; todavía siguen abriendo sus ¿Acaso no sabéis que ningún soberano justo se
horribles fauces atrevería
y sin pudor destripan los bueyes de seis años. a reprochar jamás a quien los mate?
Ay, ¡cuántos bueyes pintos y cuántos colorados ¿En vano se os ha dado municiones y pólvora? 105
engullen esos monstruos! ¿Y por qué colocaron en la linde del bosque
Merodeando siempre por los campos, asustan 90 astutos guardas
al berrendo cebado y al retinto, así como al y les dieron fanegas para poder vivir
lucero. holgadamente?
Y ni ante el toro negro se detienen, ¡Mas cuántos campesinos que roban en el bosque
mas saltan al rebaño para matar y hartarse. a hurtadillas les llevan jamón en una cesta
Y cuando los espantan mayoral y pastores con y con jarras les mojan el gaznate para que así, 110
sus gritos, borrachos, nada vean!
170 171
Mas vileza cometen, pues cuando está bebido el Uno tan sólo mira boquiabierto para acá y para
guardabosques, allá,
su juramento olvida, o lleva toda suerte de simplezas y cuentos a su
y mientras él da tumbos, los ladronzuelos hurtan amigo;
tilos prohibidos, pinos, madera fuerte y noble, y el otro sólo mete tabaco en la pipa
o cazan clandestinamente un alce1 y lo llevan a 115 o quiere darse lumbre como un tonto, y prende
casa, así la yesca;
y allí se hartan de reír los pillos mientras lo asan el tercero se aparta para robar en un buen 130
al fuego y se lo comen. escondite,
«Sí –dijo Frico, mientras convidaba a todos y de cestas ajenas de forma vil y artera
los villanos a tabaco, como perro voraz se traga los pedazos sustraídos,
como acostumbra, y luego de mirar a Cobo de causando así deshonra a los otros labriegos.
soslayo–, Que algún torpe polaco, que un judío,
vuestras mercedes saben ya muy bien timen de una manera tan horrible… 135
que un campesino digno nunca roba. 120 o que un mal alemán, con sus argucias típicas,
Y yo, que soy el yerno del instruido Bláber… yo, pretenda embaucar a señores y a siervos,
vuestro caporal, ya no me maravilla, pues su naturaleza les empuja.
muchos fraudes he visto cuando la ronda hacía Pero ¿qué pensaréis cuando aparece un puerco
montado en mi caballo. que en idioma lituano roba y miente 140
Y al menos esta vez voy a deciros algunas palabrillas. y le da igual que Crisas time a Crisas?2
Más de uno, compañeros, llega a la servidumbre Qué escándalo y vergüenza, que honrados
con esfuerzo vigilantes
y con dificultad se arrastra apenas a la hora del 125 y fieles guardabosques por nosotros se quejen
trabajo. resollando.
172 173
Qué horrible oír que algunos campesinos, pero corre veloz a la taberna, bebe y arma
cargados de coñac en los convites, 145 trifulcas,
narran unos a otros sus tretas y sus fraudes, tanto que el lunes sigue todavía tocándose el
y de graves pecados se glorían. sangriento morro».
Un bellaco se jacta de haber burlado al guarda, «Ay –le repuso Hansen, sentado junto a 165
y un bribón alardea de haber timado al digno Crisas–,
vigilante. Frico, tú juzgas demasiado duro a nuestra pobre
Este, como una cuba, no puede caminar de la 150 gente;
tajada; ¿por qué diantres destrozas al lituano
y aquel, ya desplomado bajo el banco… de esa forma, narrando todas sus fechorías?
aún se regodean en esos viles robos. ¿No te das cuenta de que toda la gente llana se
¡Ay, santo Dios, qué tiempos vemos con comporta tan mal?
nuestros ojos! Ya sueco, ya polaco, ya ruso, ya judío: todos 170
¡Tinieblas han cegado nuestro mundo! hacen lo mismo;
Pues señor y criado se despeñan veloces al 155 y el alemán, diciendo “oui” al francés,
infierno. sabe embaucarlo como si fuera su paisano.
Un canalla se ríe teniendo a Dios en nada, Y cuando tú, mi amigo, no eras caporal,
y otro quiere halagar al señor, y desprecia bien que te recreabas con otros compañeros.
también a Dios, el ruin. ¡Y cuántas veces nos acompañaste al interior del 175
Uno, sorbiendo suero y masticando sémola, bosque
cada día postrado gime bajo la carga de sus penas a robar, en trineo, como hacíamos todos, muchos
y ¡se atreve a burlarse de Dios ese mezquino! 160 fresnos!
Se lamenta el malvado de cómo los señores Hábilmente, por cierto, sabías hurtar tú;
sacan la última gota de sangre a los villanos; y por eso los guardas no te agarraron nunca.
174 175
A nosotros, en cambio, desgraciados y torpes, así los extranjeros sin vergüenza podrán alabar
vergüenza da decir nuestros actos.
con qué rigor castiga el guardabosques… 180 Bien sabemos que Dios, al darnos el decálogo, 195
tanto que ya va siendo hora de abandonar los nos ha prohibido toda falacia, todo engaño,
viles robos». y no nos dio la facultad de hurtar de ninguna
«En verdad –dijo Salmas–, nadie timar manera.
debiera, Cuando Dochís o Juan le quitan el machete a un
y mucho menos es digno de los lituanos. compañero;
Pues todos sabéis cómo encomian nuestro pueblo: cuando Jeque, cargada de malas intenciones,
cómo muchos extraños, para vernos, 185 a Catrina sustrae la escoba a hurtadillas: 200
han acudido ya de todos los rincones de este eso es un gran pecado, pues codiciar así nunca
mundo. debemos.
No solo los prusianos han venido a conocer a Si eso ya es una falta, ¡qué pecado será cuando
nuestra buena gente, este, aquel o el otro
también muchos franceses para admirarnos se tala un tronco inmenso y se pone a partirlo,
vienen; o cuando torpemente destroza grandes robles
e incluso toman ya nuestras comidas y en lituano y en el fogón los mete para cocer el pan! 205
las nombran, ¿No podría servir para ese menester un tronco
y a vestirse comienzan con atuendos muy 190 desgajado?
nuestros, ¿No podría servir una gavilla seca?»
aunque aún no se atrevan a ponerse las prendas «¡Basta, buenos vecinos! –Frico vociferó–,
estampadas3. dicho queda lo malo que es robar,
Conque olvidemos ya nuestra fea conducta, y hemos de referir muy brevemente lo que es 210
vamos a comportarnos con decencia; menester en el invierno.
176 177
Todos sabéis que el fuego que prendemos o que reposes, hombre, tranquilito, junto al
es necesario y útil, pero puede también hacer fogón caliente,
gran daño. no dejes de dar gracias a Aquél que te dio el 230
Cuando lo enciendes y el potaje guisas, fuego y el calor.
o cuando te asas algo suculento al amor de la Pero no os enojéis conmigo porque yo, el
lumbre, caporal,
los más duros bocados se ablandan al calor. 215 me alargue un poco más tratando de estas cosas.
¿No es, por dicha, un gran alivio cuando, La belleza del fuego que alumbra nuestra casa
fatigado y hambriento, y cocina en la olla la sabrosa comida
calado por la nieve o por la lluvia, te arrimas o, cuando se precisa, calienta el buen fogón… 235
junto al cálido fogón Esa llama –escuchad–, si somos descuidados,
y gozando de él poco a poco te duermes? puede hacer mucho, mucho, mucho daño;
¿No es por suerte el buen fuego un regalo de Dios? pues su fuerza veloz, al levantarse,
Pero también se necesita leña para guardar 220 no solo quema nuestras chozas rústicas:
la casa bien caliente, en pavesas convierte las casas señoriales. 240
o si quieres guisarte unas albóndigas. Habéis oído lo que sucedió por dos veces al
Piensa, pues, qué sería de nosotros si para cocinar magnífico Königsberg4
no encontráramos leña en ninguna región: por su depravación y sus graves pecados.
tendría que bastarnos la bazofia de los cerdos, ¿Acaso no habéis visto ya a muchos desgraciados
comida deleznable. que mendigan, que fueron quemados por las
¿Y qué haríamos si, ateridos de frío, 225 llamas?
un fogón calentito no encontráramos, Uno encendió el fogón sin ningún juicio, 245
y cual fieras tuviéramos que recorrer los campos? y el otro calcinó su casa por freír un poco de
Por tanto, cada vez que te hagas un guiso tocino.
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Cuántas veces un déspota necio y vil (¡da dolor!), Dochís, despreocupado, tras encender su pipa
deambula entre paja con la pipa encendida como dije
y –que Dios nos asista– quema el patio y echarse a dormitar, quemó de noche
hasta quedar apenas un pedazo de valla. 250 la diminuta casa de este hombre en el año pasado,
Y habiendo ya causado semejante destrozo ese y no quedó siquiera alguna estaca cuando el gallo
malvado, cantó.
como horrible asesino vaga inquieto ¡Ay, vecinitos míos, mis queridos hermanos! 270
por el mundo corriendo de un lado para otro, Por el amor de Dios: no os olvidéis de Crisas;
buscando un escondrijo. y cuando mendigando, os haga reverencia,
Y cómo vas a pleitear con él, pues eres un mendigo. os ruego no riais mirando sus harapos,
¿Es que no habéis oído cómo al querido 255 y cuando pordiosee, no reprendáis al pobre6.
Crisas5 Pues lo que sucedió de noche a Crisas, 275
el bribón de Dochís le abrasó todo? puede bien ocurrirnos a nosotros a plena luz del
Ese honrado lituano, siendo vecino nuestro, día,
como buen ciudadano quería a cada uno. si es que como alemanes, despreciamos a Dios
Por encima de todo, a su amada servidumbre; y no dejamos pronto de engañar y robar.
no escatimó cuidados, como a su propio cuerpo 260 Aprende a tiempo tú, querido hombre,
los amó. a comportarte bien en la cruda estación. 280
Ni a uno de ellos cargaba con faenas temibles, No podrás, cuando hiele, vivir sin el fogón,
y tras un arduo día de trabajo, como debe obrar y no querrás comer heladas sopas.
un buen patrón, Tendrás que prender fuego con frecuencia
exquisitos bocados fritos y hervidos daba. y colocar cazuelas en la lumbre.
Maravilla escuchar a Lauro, cómo alaba Al encender la llama, por favor, 285
las despensas de Crisas, nuestro buen mayoral. 265 y al cocinar un suculento guiso,
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no hagas daño ni a ti ni a tus otros amigos. que algunos se cayeron desplomados, con horrible 305
Pues ya has oído cómo el insensato desmayo bajo el banco;
Dochís le causó a Crisas desgracias y aflicciones. otros con mejor juicio
No te olvides, por tanto, de mirar la ardiente 290 salieron como balas de la choza de Plauchunas
chimenea cada día y hallaron a Patiño malparado en el patio.
y raspar a conciencia si se forma el hollín. Resulta que a Dochís se le había antojado comer
No amontones virutas de madera sobre el fogón carne de cuervo
en casa, y para hartarse dio una escopeta al torpe 310
no quieras escurrir ni un vil palito en él. desdichado,
Pues las órdenes todos conocéis ya de sobra: mandando que matara doce cuervos.
que las autoridades pretenden ahorcar 295 Patiño, crío y necio, por dar gusto al patrón,
al que como un rebelde ignore al capataz7. salió veloz con la escopeta al hombro para cazar
Y tampoco está bien que a veces, al echar en falta los cuervos.
algo, Divisó en el tejado uno enorme
por la noche te pongas a buscarlo en esquinas y a disparar se puso como un loco, incendiando 315
oscuras con la tea encendida, el granero
y no cuides tus niños como haría un buen padre». y quemando las chozas de todos los vecinos;
Habiendo dicho esto a los villanos, como 300 mas la escopeta al explotar también hirió al
buen caporal, propio Patiño.
se escuchó de repente tal estruendo en la calle, Sucedido el desastre –¡ay, que Dios nos
que la tierra tronó, y en la cabaña proteja!–,
saltaron los cristales recién puestos. se presentó el señor con sus criados
Al oír semejante descarga, fue tan grande el y quiso averiguar con mil preguntas el origen del 320
sobresalto, fuego.
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Cada uno, con fuertes lágrimas y suspiros, Pero Dochís –fijaos–, con los brazos en jarras, 340
mencionaba al malvado Dochís, sus doce cuervos. para los magistrados no tuvo ni una sola frase
El señor y sus hombres, escuchando semejantes amable.
historias, «¿Y qué se les da a ustedes –expuso–, señorías,
maldiciendo a Dochís escupían de asombro. si se me antoja a mí freír carne de cuervo,
Mas no basta con eso: el delito ha de ser castigado, 325 y para mi comida mato un par de negros
y por eso lo ataron muy fuerte con cadenas cuervecitos?
y preso lo llevaron en trineo para que lo ¿No permite quizás matarlos nuestro rey? 345
juzgaran. Hay algunos villanos melindrosos
Se reunió el tribunal en cinco días, y mozos muchos hay entre lituanos que hacen
que convocó a una gran cantidad de testigos. ascos al cuervo;
Con lo que al punto Milcus y el buen yerno de 330 a mí tanto me da con tal de hartarme.
Bláber, ¿Y ustedes me reprochan que tome ese bocado?
Lauro con su mujer, Hansen y Jeque, ¿No basta con que traiga las patas de los cuervos 350
fueron a declarar contra Dochís. y que, como debemos hacer los campesinos, cace
Y así, cuando se hubieron congregado, doce gorriones
los jueces ordenaron que el acusado entrara. y cada año lleve sus cabezas?8
Este compareció con enormes suspiros. 335 Al menos esta vez tengan piedad de mí,
Le interrogaron ellos, como suelen hacer sus pues por necesidad, para aliviarme,
señorías hago matar algunos de esos cuervos. 355
cuando quieren hacer justicia como deben; Ustedes nos han puesto a los siervos en un brete,
y todos los testigos llamados a la causa y habremos de comer lechuzas, ratas…».
tan a conciencia dieron su testimonio que los Los amigos de Bláber, Frico y los caporales
jueces lo encomiaron. harto se sorprendieron de oír tales dislates.
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«Ay –dijo uno de ellos–, así son nuestros 360 y a Königsberg mandó que todo caporal viajara 380
tiempos: al punto.
los rebeldes, quebrando mandatos de señores, Entonces el panzudo Próspero, el capataz,
se causan daño a sí y al desdichado prójimo. se descubrió trazando reverencias,
¿Acaso el buen señor, como padre que enseña, como debe un criado, prometiendo cumplir.
no advirtió los peligros de usar las escopetas en Y luego dio a los doce caporales
las casas? orden de presentarse pasados cinco días. 385
¡Y cuántas reprimendas nos dieron los pastores 365 A toda la comarca del Alborgal9 en danza así
por no acatar las órdenes del amo! pusieron,
Pues contempláis ahora lo que nos ha ocurrido. tanto que los labriegos reunidos de todos los
Ay, Dochís, ay, Dochís, ¡que no quisiste oírnos rincones
cuando te reprendíamos con serias advertencias! por doquier pululaban como un gran hormiguero.
Nuestros buenos señores, por desgracia, 370 Así deben servir todos los súbditos
abusan del labriego, esquilándole lana. y acatar los mandatos del señor, diligentes. 390
Y que Dochís se cace otro par de cuervitos «Ay –intervino Lauro, dando nobles
y guise en la cazuela aquella inmunda carne, razones–,
resulta repugnante y deshonroso para todo villano. ¡adónde fue a parar nuestro tiempo nefasto!
Mas ¿qué ha de hacer un hombre medio muerto 375 Pues un necio cualquiera, que hace polvo a
de hambre? cualquier infeliz,
Cuando hay necesidad, cualquier cosa sucede. siquiera se avergüenza de dárselas de grande.
Lo que no es de recibo es incendiar Gaspar –bien conocéis todos al fiero 395
la casa del vecino disparando a lo loco». de Gaspar–, ese imbécil, altivo cual señor,
Mientras se lamentaban, apareció de pronto aterra como un ogro al pobre campesino;
el comisario y Lenguaraz, su inútil consejero,
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grita y se pavonea como un gallo. Pues la tacañería de ese amo era más que insaciable,
¡Entre los gobernantes hay bien pocos 400 y cuando alguna vez daba a un pobre un ardite,
que sean compasivos y se acuerden de Dios!» se llevaba por eso cuatro noches en vela.
«Tú –le replica Frico–, guárdate de meterte Y ya al amanecer tal llanto derramaba 420
con Gaspar, que criadas y mozos se alarmaban.
y si su consejero te abofetea, calla. Su siervo el Achispado y la moza Patrañera
Que el fuelle es cosa útil para avivar el fuego, arguyen que por eso huye de los mendigos,
pero contra los vientos nada puede, 405 para que por las noches las lágrimas no acudan a
ni logra detener el paso tan ligero de las nubes. sus ojos;
¿O puede por ventura compararse un gorrión pues un chelín que da se le aparece en sueños 425
con un águila? y aterra al desdichado hasta que llega el día.
¿Acaso una miserable rana podría enfrentarse a Mas su ayuda de cámara –el que le arregla el
un gran león? cuarto
Por tanto, cuídate de chancear con el señor altivo y cada noche, cuando todos acurrucados
y cierra el pico, amigo, no vaya a ser que yerre». 410 duermen plácidos,
Estas claras razones dijo Frico en presencia tiene que vigilar los tesoros del amo con velas
de todos, encendidas–
metiéndose en su abrigo de piel vuelta, comenta que a menudo su señor, con temblores 430
y luego se dispuso sin demora, con otros por el cuerpo,
respetables caporales, despavorido salta del lecho mucho antes de que
a acarrear a Königsberg la cosecha de grano del algún gallo cante.
señor. Porque antes del alba se aparece un fantasma en
Pero había ordenado patrón a comisario 415 su pieza,
que se ocuparan él y Frico del dinero. y arrastra hacia el fogón su cofre de tesoros.
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Y así cada mañana, con los primeros rayos de sol, Al ver tres bolsas llenas de monedas,
como un ridículo, cesaron los suspiros del señor.
no hace otra cosa que rezar de hinojos 435 Pero cuando sus siervos se pusieron a contar, ¡qué
por la conservación de su caudal. desgracia!,
Y desde que salieron para Königsberg en le faltaba un chelín.
medio de la nieve Por semejante pérdida el amo se alarmó 455
los caporales a vender el grano, tanto que no pegó ojo en toda la noche,
cada día lloraba, y por la noche no lograba y al alba vareó a Frico de tal guisa
calmarse. que tres días escasos vivió el pobre.
Espantaba a sus hijos con horribles maldiciones 440 Y al comisario tales puñetazos
a veces; le dio, que también él tuvo que guardar cama 460
mas otras, recitando las plegarias de sus cinco días.
devocionarios, Y azotar ordenó a todos los villanos
dando grandes suspiros, miraba hacia los cielos. que el grano acarrearon, por llegar con demora,
Estando así, quejándose de penas y fatigas, causándole por eso tan pesada congoja.
se presentó ante él un campesino que regresaba Hermanitos, ¡es este el favor que recibe el
a casa campesino!
y, haciendo reverencia como deben los siervos, 445 Es nuestra recompensa por cumplir el deber. 465
le transmitió un despacho de Miguel, Ahora todo aquel a quien le viene en gana
comerciante. vapulea al villano como a un inútil perro.
Cuando estaba leyendo las misivas, «Chitón –les dijo Salmas–, ¡no vamos a
de Königsberg volvieron todos los caporales; llorar en exceso por ello!
y Frico apareció jadeante, achacoso, Pues en el mundo nada sucede sin que lo permita
porque ya peina canas. 450 Dios.
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Si no es su voluntad, ni los señores pueden 470 y un sable te entregó para a los malos castigar
dominar esta tierra, como debes;
ni nosotros, labriegos, lo podemos sufrir. mas no te dio poder para cebarte en justos y
Debemos contentarnos con lo que Dios ha dado hombres buenos.
a cada uno. Ten cuidado, te digo, al levantar tu espada;
Aquel que tras nacer pudo sentarse alto como no hieras con su filo al desdichado que te sirve,
persona principal, obediente.
debe considerar que es el buen Dios quien así lo Y veo que te tapas los ojos, pues te aterra 490
dispuso; saberte contemplado por Dios en todas partes,
o aquel que vino al mundo cual villano, 475 y advertir que una vez descubrirá todo tu
no debe abochornarse de sus rudas abarcas, desenfreno.
siempre que cumpla como debe hacerlo un Aguarda y ya verás que viene el Juez de todo el
campesino, universo
y más si teme a Dios de todo corazón. y a juicio llamará a siervos y a señores,
Déspota barrigudo y arrogante, y dará a cada cual su recompensa. 495
que llenas de temor al campesino con esa furia 480 ¡Vosotros, miserables, desgraciados de abarcas!
que relampaguea, Vosotros, siervos, mozos, pastores de rebaños,
¿acaso no naciste, asimismo, indigente? y todos los demás, abatidos y pobres,
¿Mamá no te lavaba el culo, como al villano su ¡contened esas lágrimas y dejad de llorar!
madre? Pues ya sabemos todos que en el año pasado 500
¿Quién te manda afligir al pobre desdichado? nuestro afable patrón que en paz descanse,
¿Quién alegrarte cuando gime y tiembla? nos causó una gran pena muriendo de repente.
Dios te dio por asiento un noble trono, 485 Ay, señor, ay, ¿por qué te nos marchaste?
Ya sabéis que de tanto, tantísimo penar,
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Dios nos valga, caímos tremendamente 505 Pronto podréis hartaros de yantar. 525
enfermos; Porque sabemos cómo tenemos que saciar al
y muchos, ya tan roncos, no podían ni hablar. rebañito,
Y ahora, si de nuevo se hacen fuentes cuántas veces al día debemos abrevarlo».
nuestros ojos, y con terrible angustia gemimos «Es así –dijo Lauro–, como han de vivir
todos juntos, nuestros patrones,
se pudrirán los ojos y el cuerpo será ruina. si quieren ser prudentes y cuidar sus haciendas.
¿Y qué sucederá si estamos medio muertos 510 Los alemanes tienen al lituano por necio, 530
y no podemos ni servir al rey? los franchutes se burlan al mirarlo.
Nos quitarán la hacienda y seremos mendigos. Sonríen, pero adoran nuestro estupendo pan,
No nos mofemos, pues, si los señores muestran la y con ansia devoran embutidos ahumados.
cresta, altivos, Mas luego de atracarse de tocino lituano
e invocan cada día a los demonios con y después de tragar con avidez toda nuestra 535
maldiciones viles. cerveza,
Pues nuestro Dios dará su merecido 515 no les causa sonrojo denostar a lituanos
a cada uno, como prometió. honrados.
¡Por esta vez ya basta de gemidos! Tú, suizo gordinflón, y tú, francés imbécil,
Vayámonos a casa, no olvidemos el viaje. y todos los que vienen a maltratar Lituania,
Oíd cómo nos riñen las mujeres, decidme: ¿quién os manda despreciarnos?
y que los niños chillan corriendo por las calles. 520 ¿No podíais quedaros allí donde os parieron, 540
Bueyes y vacas gimen por su alimento ya: donde os han enseñado a comer sucias ranas?»
las cochinas preñadas, las ovejas hambrientas «Te excedes –dijo Salmas–, con los
y otras bestias sollozan al mirarnos. franceses, ¡ay!
Ya volvemos a casa para aliviaros; ¡esperad un poco! Sabes que cada tonto posee su tontera.
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Nosotros los lituanos celebramos la suculenta comen con gran placer, brincan alegremente.
sopa de verdura Pero cuando el otoño y el invierno a enfadarse
y el sabroso puchero con el rico tocino; 545 comienzan
y nunca nos hartamos de las buenas salchichas y todos, aterrados por tamaños horrores,
hechas a nuestro modo: no nos cansamos de ellas, se ocultan y a escondidas mastican sus escasas 565
sino que deseamos más y más. provisiones,
Si el franchute después de comer grasos sapos, entonces ya no es tiempo de guardar,
o el lituano, saciado de tocino y guisantes, 550 y lo que Dios provee debemos dar por bueno.
de su Dios dadivoso no se acuerdan, Sabemos y hemos visto muchas veces
ninguno de los dos es digno de roer ni una sola cómo los seres vivos, cuando arrecian los vientos,
corteza. se esconden y alimentan la barriga con exigua 570
Porque el buey colorado y el retinto, el ración.
cárdeno y el pinto, Ranas, peces, cangrejos y sus crías;
mugen al ver, hambrientos, un manojo de paja; los que duermen viviendo bajo el hielo,
y cuando tú les echas la gavilla, 555 o aquellos que se agotan campeando a lo largo
con la lengua la meten en su boca del bosque:
y trituran la paja sin dejar de mirarnos. encuentran su alimento en tiempos del invierno,
Ay, si pudieran pronunciar lituano, porque cual padre generoso Dios sabe cómo 575
por este obsequio nos darían gracias todos en el saciar a cada uno,
establo. pero no prometió hartar a manos llenas a sus hijos.
Y cuando las hierbitas resurgen en los prados, en 560 No nos desanimemos si nuestras provisiones
verano, merman con rapidez y en los campos se acaban.
todas las criaturas, masticando su pasto al aire No será la primera vez que todos penamos
libre, en la vida,
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y en otras ocasiones guisamos un potaje. 580 sin otras cuitas crece y emerge cada día del capullo.
En muchas primaveras nos faltó el alimento, Pero la florecilla no aparece en un día: 600
¡toda suerte de otoños y veranos hambrientos muchos más necesita para abrirse el pimpollo
hemos visto! y para desplegar su dormida belleza.
Imberbes, preguntad a los sabios ancianos, Y apenas si comienzan a florecer las tiernas
y os narrarán las mil tribulaciones. criaturas,
Aún, niños ingenuos, desconocéis el mundo, 585 empieza ya a abatirlas toda tribulación.
y como lechoncillos brincáis en estos campos. Pues bien sabemos cómo nos ocurrió a nosotros, 605
Pero los días crudos llegarán a vosotros cómo jugamos, siendo aún unos ingenuos.
cuando, dejando a un lado caballitos y preciosas ¡Qué ha sido de vosotros, días de juventud!
muñecas, El invierno arruinó vuestros encantos
por ganaros la vida tengáis que trabajar. y a nosotros los viejos nos ha trenzado ya una
Pues nosotros, decrépitos ancianos, 590 cana guirnalda10.
también como vosotros, brincamos en las calles, Ved, hermanitos, hemos despedido de nuevo el 610
y también celebramos nuestro joven verano. año viejo
¿Creíamos acaso, cuando llegó el otoño, y nos han sacudido sus mil penalidades.
molestándonos, Y lo que nos depara el nuevo año y el sol que una
que con tal rapidez íbamos a menguar? vez más en el cielo se eleva,
¡Con qué fugacidad pasan los días del hombre en 595 y qué nos ha dispuesto nuestro Dios, si vivimos,
esta tierra! conocer no podemos y tampoco intuimos hasta
Cada hombre, ya sea señor, o ya villano, ahora.
al venir a este mundo con penas, muestra sólo un Los campos fríos, cuya blanda espalda 615
capullito, surcamos en verano, donde echamos el grano
y mama con disfrute la leche de su madre, faenando,
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duermen aún tapados con los hielos y nieves, ¡Ay, vacuas alegrías del cálido verano!, 635
sin mostrar lo que el pródigo, buen Dios ha ¡hierbitas refulgentes con toda su belleza!,
prometido ¡alegres pajarillos de dulces vocecillas!
y previsto ya antes de que el hombre naciera. y los que con nosotros gozasteis del estío,
Dios mediante, veremos que de nuevo 620 no debéis preocuparos, llegados hasta aquí,
regresará el estío, otra vez sentiremos su calor. por lo que comeréis, ni dónde construir vuestras 640
Mas hace falta tiempo, aguardemos la hora con viviendas;
paciencia y no tenéis que arar ni sembrar ni segar,
y, hasta que los sembrados den su fruto, no nos pues Dios no concibió para vosotros esas arduas
cansemos nunca de esperar. tareas,
¡Oh Tú, Dios bondadoso, celestial bienhechor! sino que sin cuidados prometió manteneros.
Tú, antes de los siglos, cuando aún no podíamos 625 Nosotros, indigentes y pobres pecadores,
pensar, de vuestra libertad disfrutar no podemos, 645
concebiste que un día naceríamos, pues desde la niñez nos atormentan dolorosas
y calculaste ya lo que sería menester en la vida. desgracias;
Nos regalaste todos los sentidos, no cesan nuestras almas de sufrir hasta el último
y todas nuestras cosas dispusiste. aliento.
Nos asignaste días de llantos y alegrías, 630 Así, como sabemos, durante el año que termina ya,
y a cada uno diste días determinados. pronto comenzaremos a bregar, después de
Los tiempos de la caduca estación Pascua, por el alimento,
y toda suerte de pesares y penurias, se esfumaron y luego en el verano bendito, faenando, 650
de nuevo riadas de sudor nos limpiaremos del chorreante
con tu ayuda, después de causarnos tristezas rostro,
miserables. hasta que las cosechas encerremos.
200 201
Ahora que termina el otoño con sus bodas Tú nos has mantenido durante todo el tiempo
y que decentemente nos hemos divertido, transcurrido,
vamos a administrar las reservas que quedan; 655 y nos has prometido tu auxilio para siempre.
y, al freír o guisarnos un suculento plato, No podemos prever qué nos deparará el cálido 675
vamos a recordar el día de mañana. estío,
Un largo trecho falta hasta el estío pero Tú ya conoces nuestras necesidades.
cuando nuestras cazuelas podamos alegrar con Nosotros, ignorantes, desconocemos todos tus
alimentos frescos. caminos;
Así pues, me despido, y que Dios nos ayude, 660 insondables abismos nos parecen tus grandes
vamos a disponer nuestros aperos; pensamientos,
pues el buen solecito a las nieves asusta ya de cuando a veces osamos mirar a lo profundo.
nuevo Sigue pues asistiéndonos, buen Padre, en 680
y pían las alondras volando alegremente. nuestros menesteres
El veranito, mira, poco a poco se acerca con paternal cuidado cuando vuelva el verano
y promete ofrecernos todo lo que nos sea menester. 665 y otra vez nos cansemos faenando los campos».
Mas sin Ti, nuestro Padre celestial,
nada alcanzar podemos, nada de lo que ofrece el
buen verano.
¿Qué son los aparejos, qué son nuestros afanes?
¿Y qué si hemos comprado cestas y rejas nuevas,
y qué si ya sembramos el granito tal y como se 670
debe?
Todo lo que emprendamos será en balde
si es que tu tierna mano no quiere bendecirnos.
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Notas
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que recuerdan las labores que hay que realizar en la estación. 2. Cerveza floja, en lituano skinkis o gira, bebida suave, ela-
Se aprecia una vez más esa íntima compenetración de los borada a base de pan de centeno fermentado. Se solía tomar en
seres vivos con la vida del hombre y sus trabajos. vez de agua para calmar la sed durante las faenas del campo.
4. El nombre de Crisas (Krizas en lituano, de Kristijonas) 3. Antigua moneda alemana de plata.
se refiere en la obra al campesino en general: ver también, por 4. Se refiere a una parcela que el señor podía ceder tem-
ejemplo, el v. 495 de «Las labores del verano» o el v. 141 de «Los poralmente a un jornalero –o bien a un hijo mayor, nuera
afanes del invierno». o yerno, que trabajaban sin jornal– para que la utilizara en
5. Era costumbre enjaezar los bueyes con guirnaldas y pago parcial por su trabajo. Ver también v. 406.
cintas la primera vez que salían al campo a arar después del 5. Quedan muchos testimonios de la destreza de las
invierno. lituanas para tejer y coser sus propias prendas. Como el
6. Se trata de un plato llamado en lituano kisielius, un idioma, también las prendas tradicionales iban desapare-
puré o papilla hecha de harina de avena fermentada, que se ciendo y eran sustituidas por telas compradas en la ciudad.
tomaba fría o caliente, a veces con leche magra. El autor lamenta que los lituanos imiten a los alemanes y
7. Como en muchos lugares, en las aldeas era costum- pierdan sus propias costumbres. En «Los bienes del otoño»
bre que en las tardes de invierno las mujeres se reunieran (vv. 105-106) describirá con más detalle el atuendo tradi-
a hilar en las viviendas de las vecinas por turno o bien en cional femenino.
alguna casa más espaciosa. De esta forma se ahorraba com- 6. Era costumbre muy extendida que en la época de la
bustible y se hacía la labor acompañándose de canciones, siega los vecinos ayudaran unos otros sin recibir remune-
cuentos, etc. ración. Los que acababan antes su propia faena, acudían a
asistir a los vecinos, y la labor se acababa con un agasajo.
7. Ver nota 4 de «Los gozos de la primavera». Aquí de nue-
Las labores del ver ano vo el nombre de Crisas se emplea con un sentido general; o
sea, cuando los campesinos hacen las mismas tretas que los
1. El camino que el sol traza en el cielo va dictando el cam- señores.
bio de las estaciones, el lugar del hombre en las distintas épocas 8. Guirnalda trenzada con espigas y flores silvestres. Se
del año y el desarrollo de sus labores. En algunos cantos fol- le ponía en la cabeza al mejor atador de gavillas; luego toda
clóricos se hace referencia al sol como una rueda. Ver también la partida de segadores lo acompañaba a su casa, entre can-
«Los bienes del otoño», v. 1. ciones alusivas al final de la siega. Esta guirnalda se colocaba
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en la estancia hasta la siega del año siguiente. Los de la casa 3. En el original el pueblo recibe el nombre de Taukiai,
«refrescaban» a los segadores con agua. de taukai, que significa grasa animal, tocino, y que caracte-
9. El autor no condena esta antigua costumbre del final de riza ese pueblo como un lugar en que hay abundancia. El
la siega, pero no ve con buenos ojos las peleas y disputas que adjetivo taukus significa abundante o gordo, graso.
surgían con esta ocasión. 4. Por orden del rey de Prusia (1724) se prohibió termi-
10. Los lituanos aprendieron algunas palabras y dichos nantemente a los campesinos que calzaran abarcas. Estaban
de los colonizadores franceses. Las familias francesas des- obligados a sustituirlas por calzado de cuero. Por eso presen-
aparecieron o bien se germanizaron, por lo que del francés tarse en una boda con abarcas era una provocación.
quedó apenas alguna expresión. 5. Se refiere aquí el autor a los soldados alemanes que se
habían dado a la bebida, y a los vagabundos de distinta ín-
dole que difundían malas costumbres e inmoralidades. Sus
Los bienes del otoño groserías y cancioncillas de taberna escandalizaban a la gen-
te, cuyos oídos estaban acostumbrados a los púdicos cantos
1. El «convidador» a las bodas solía ser un pariente de la populares.
novia que iba montado en el mejor caballo, adornado con 6. Estaba prohibido arrancar la corteza de los árboles
cintas y flores de ruda; él mismo iba engalanado con guirlan- para hacerse abarcas, pues se dañaban árboles jóvenes.
das y ramilletes de flores. Era una antigua costumbre incluso 7. Se hace alusión a la costumbre de las zonas rurales de
entrar en la vivienda sin desmontar del caballo, saludar a los poner motes o apodos para denotar buenas o malas cualidades
amos en nombre de los novios y de sus padres, e invitarlos a de las personas. Con frecuencia estos motes sustituían con el
la ceremonia y banquete nupciales. tiempo a los verdaderos nombres. El propio autor hace uso de
2. Aquí se mencionan las prendas tradicionales femeninas. esta costumbre y pone a sus personajes nombres que los carac-
La cofia o papalina era de lienzo fino y encaje, e iba fijada a una terizan. Se ha visto conveniente traducir estos nombres para no
diadema. La toca era un pañuelo ancho y largo. La pañoleta cu- perder esa connotación.
bría los hombros y llegaba hasta las rodillas; en un principio se 8. Se refiere a la costumbre de que el primer labriego que
ponía bajo la toca, luego la sustituyó. La corona era un adorno empezaba a quebrantar la mies, lo hacía con el mayor ruido
femenino para la cabeza, una especie de gorro alto de terciope- posible para dar un susto a los vecinos. Hay en este caso una
lo, de forma cilíndrica, bordado con flores y al que se fijaba una clara hipérbole en la descripción del proceso, de la que se
trenza de flores de ruda. sirve el autor para condenar también el vicio de la bebida.
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9. Normalmente la trilla se comenzaba bastante más tar- Los afanes del invierno
de y se acababa antes de Navidad. Dochís empezaba cuanto
antes para tener grano que vender y poder gastarse los bene- 1. Solo los señores tenían licencia para cazar alces.
ficios en la taberna. 2. Ver nota 7 de «Las labores del verano».
10. Los zuecos de madera llegaron a Prusia Oriental con 3. Después de la Peste del 1708-1710 el Rey Federico Gui-
los colonizadores de origen francés y alemán. Este calzado llermo I invitó a Prusia Oriental a colonos alemanes proceden-
no era del gusto de los lituanos. Además, las leyes de protec- tes de Salzburgo. Por orden del Rey (1732), los administradores
ción de los bosques prohibían su fabricación. tenían el deber de asegurarse de que los colonos de Salzburgo
11. Se hace referencia a la reforma de la educación en vistieran al estilo alemán y no imitaran los atuendos lituanos.
Prusia Oriental en tiempos del rey Federico Guillermo I Donelaitis se alegra de que hicieran caso omiso de esta orden.
(1713-1740), gracias a la cual se construyeron unas 1.700 es- 4. Se hace referencia a dos incendios sucedidos en la
cuelas primarias. La cartilla escolar lituana apareció en Kö- ciudad de Königsberg. De acuerdo con esta mención, se ha
nigsberg en 1708; el catecismo, en 1694. intentado establecer la fecha de composición de la obra de
12. Los colonizadores alemanes, dueños de las tabernas, Donelaitis, o al menos de «Los afanes del invierno». No es
acostumbraron a los lituanos a emborracharse. En los pueblos tarea fácil, ya que hubo bastantes incendios, pero es proba-
todos los que podían acudían a la iglesia el domingo, y después ble que aquí se refiera el autor a dos de los más importantes,
del almuerzo había quien se reunía para seguir meditando lo los de 1764 y 1769. Sin embargo, también en 1656 hubo un
oído en el sermón. Esos días las tabernas estaban atestadas de incendio devastador, por lo que no hay absoluta claridad de
campesinos. a cuáles se refiere.
13. Los padres de los alumnos se encargaban de mantener a 5. Aquí se comprueba que el nombre de Crisas se usa
los maestros de las escuelas parroquiales. para aludir al campesino en general, no a un personaje con-
14. Se trata de una nota autobiográfica. El mismo Do- creto. De lo contrario, no se entendería cómo Crisas, al que
nelatis hizo todo lo posible por convencer a los padres más incendiaron su hogar y propiedades, pudiera hablar de su
reacios a escolarizar a sus hijos. bien llevada hacienda («Las labores del verano», vv. 366-433)
o celebrar las bodas de su hija («Los bienes del otoño», vv.
134-145).
6. Las autoridades prusianas habían prohibido termi-
nantemente la mendicidad en 1748. A los mendigos se les
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debía asistir con unos fondos especiales. Aquí el autor aboga
por la caridad y le da prioridad sobre la letra de la ley.
7. Las normas contra incendios (prohibición de trillar con
un candil, secar grano o leña sobre el fogón, obligación de ocu-
parse del prójimo, etc.) estaban recogidas en decretos especiales,
en los que también se prohibía, por ejemplo, tener en casa un Índice
horno de pan (1724), lanzar tiros al aire durante las bodas (1728),
etc. Los superiores de cada pueblo tenían la responsabilidad de
la proclamación y ejecución de estas normas.
8. Las autoridades prusianas habían proporcionado a los
campesinos escopetas para que mataran cuervos y gorrio-
nes, que se consideraban perjudiciales para la agricultura.
Se exigía a los campesinos que entregaran como prueba al
menos doce cabezas de gorrión y una cierta cantidad, hasta
24, de patas de cuervos. Dado que las armas de fuego cau-
saron también desgracias como la que se relata, más tarde se
revocó esa ley.
9. En el original, Vyžlaukis (vyžų laukas o campo de abar-
cas o alborgas), topónimo inventado por el autor para indicar
tierra de campesinos pobres.
10. Ver nota 2 de «Los gozos de la primavera».
212
introducción
L A S E S TACION E S DEL A ÑO
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205