POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 3

POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

LAS CÁRCELES
Las cárceles se arrastran por la humedad del mundo,
van por la tenebrosa vía de los juzgados:
buscan a un hombre, buscan a un pueblo, lo persiguen,
lo absorben, se lo tragan.

No se ve, que se escucha la pena de metal,


el sollozo del hierro que atropellan y escupen:
el llanto de la espada puesta sobre los jueces
de cemento fangoso.

Allí, bajo la cárcel, la fábrica del llanto,


el telar de la lágrima que no ha de ser estéril,
el casco de los odios y de las esperanzas,
fabrican, tejen, hunden.

Cuando están las perdices más roncas y acopladas,


y el azul amoroso de las fuerzas expansivas,
un hombre hace memoria de la luz, de la tierra,
húmedamente negro.

Se da contra las piedras la libertad, el día,


el paso galopante de un hombre, la cabeza,
la boca con espuma, con decisión de espuma,
la libertad, un hombre.

Un hombre que cosecha y arroja todo el viento


desde su corazón donde crece un plumaje:
un hombre que es el mismo dentro de cada frío,
de cada calabozo.

Un hombre que ha soñado con las aguas del mar,


y destroza sus alas como un rayo amarrado,
y estremece las rejas, y se clava los dientes
en los dientes del trueno.
Niño yuntero con una ambición de muerte
Carne de yugo, ha nacido despedaza un pan reñido.
más humillado que bello,
con el cuello perseguido Cada nuevo día es
por el yugo para el cuello. más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
Nace, como la herramienta, la voz de la sepultura.
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta Y como raíz se hunde
y un insatisfecho arado. en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
Entre estiércol puro y vivo de paz y panes su frente.
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo Me duele este niño hambriento
vieja ya y encallecida. como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
Empieza a vivir, y empieza resuelve mi alma de encina.
a morir de punta a punta
levantando la corteza Lo veo arar los rastrojos,
de su madre con la yunta. y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
Empieza a sentir, y siente que por qué es carne de yugo.
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente Me da su arado en el pecho,
en los huesos de la tierra. y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
Contar sus años no sabe, tan grande bajo su planta.
y ya sabe que el sudor
es una corona grave ¿Quién salvará a este chiquillo
de sal para el labrador. menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
Trabaja, y mientras trabaja verdugo de esta cadena?
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja Que salga del corazón
de carne de cementerio. de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
A fuerza de golpes, fuerte, y han sido niños yunteros.
y a fuerza de sol, bruñido,
Elegía No perdono a la muerte enamorada,
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se no perdono a la vida desatenta,
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, no perdono a la tierra ni a la nada.
con quien tanto quería.)
En mis manos levanto una tormenta
Yo quiero ser llorando el hortelano de piedras, rayos y hachas estridentes
de la tierra que ocupas y estercolas, sedienta de catástrofes y hambrienta.
compañero del alma, tan temprano.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
Alimentando lluvias, caracolas quiero apartar la tierra parte a parte
y órganos mi dolor sin instrumento, a dentelladas secas y calientes.
a las desalentadas amapolas
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
daré tu corazón por alimento. y besarte la noble calavera
Tanto dolor se agrupa en mi costado, y desamordazarte y regresarte.
que por doler me duele hasta el aliento.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
Un manotazo duro, un golpe helado, por los altos andamios de las flores
un hachazo invisible y homicida, pajareará tu alma colmenera
un empujón brutal te ha derribado.
de angelicales ceras y labores.
No hay extensión más grande que mi herida, Volverás al arrullo de las rejas
lloro mi desventura y sus conjuntos de los enamorados labradores.
y siento más tu muerte que mi vida.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
Ando sobre rastrojos de difuntos, y tu sangre se irán a cada lado
y sin calor de nadie y sin consuelo disputando tu novia y las abejas.
voy de mi corazón a mis asuntos.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
Temprano levantó la muerte el vuelo, llama a un campo de almendras espumosas
temprano madrugó la madrugada, mi avariciosa voz de enamorado.
temprano estás rodando por el suelo.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

También podría gustarte