Adoración

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Adoración

MOMENTO I: POR TUS SANTÍSIMAS LLAGAS

Oración al Espíritu Santo


Canción del Espíritu Santo

Acto de Reparación escrita por Pio XI


¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los
ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar,
para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las
injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la
cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas
vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros
propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y
obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando
las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.
Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la
deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las
almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra
vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal,
las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del
amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y
al magisterio de la Iglesia por vos fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto,
como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen
vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos
mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en
nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el
auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las
almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la
observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos
esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para
que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os
suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles
a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la
perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del
Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

Canto:

7 Minutos de silencio y contemplación


Acto de constricción
Padre nuestro
Ave María
Plegarias de los Samueles y Emausianos al Santísimo Sacramento del altar (espacio para
dar gracias, pero también pedir perdón por todas las ofensas y sacrilegios a su nombre)

Inicio de la coronilla de la Misericordia (Cantada)


7 Minutos de silencio y contemplación

INICIO II MOMENTO: AQUEL REDENTOR

Santa Isabel, la Reina de Hungría, con Santa Matilda y Santa Brígida, tuvieron el
mismo deseo de saber algo tocante a la Pasión de Jesucristo. Con este fin, rezaron
fervientemente, ofreciendo oraciones especiales. Después de cierto tiempo, Nuestro
Señor Jesucristo se les apareció hablándoles en la siguiente manera:
“Es de saber que los soldados armados que me acompañaron al Calvario fueron 150,
los que me siguieron cuando fui atado fueron 23. Los ejecutores de la justicia fueron
83. Golpes recibidos en la cabeza fueron 150, golpes en el estómago 108; patadas en
los hombros, 80; 24 veces me arrastraron y ataron mis cabellos con cuerdas. Me
escupieron en la cara 180 veces y Me golpearon el cuerpo 6,666 veces. En la cabeza me
golpearon 110 veces. A las doce de la noche fui empujado bruscamente. Enseguida me
alzaron por los cabellos y Me punzaron con espinas, Me jalaron la barba 23 veces.
Recibí 20 heridas en la cabeza, luego Me punzaron 72 veces con arbustos espinosos.
Me dieron 110 picaduras de espinas en la cabeza, y tres heridas mortales en la frente.
Después me azotaron y fui vestido como Rey de Mofa. Recibí 1000 Llagas en Mi
Cuerpo; los soldados que me dirigieron al Calvario fueron 608, y los que me vigilaron
hasta el fin eran 3. Los que se burlaron de Mi fueron 1008 personas. Las gotas de
Sangre derramadas durante Mi Pasión fueron en total 28,430.
Hermano, Hermana… ¿No te suena familiar ésta historia? Son las palabras de aquel
redentor que vino a liberarnos, sí… Nos liberó estando atado a una cruz pesada, nos liberó
teniendo una corona de espinas que le hacía sangrar la frente, nos liberó aún así nosotros
siendo esas 1008 personas burlándonos de él, cada vez que tomamos su nombre en vano,
formamos parte de ese número, cada vez que mentimos, cada vez que cometemos una
infidelidad, cada vez que contribuimos en todas esas faltas de respeto a su nombre, cada
vez que actuamos como si no nos importara su pasión, cada vez que somos irreverentes en
la eucaristía, esas son las veces que nos burlamos de él. Ahí está aquel redentor, que vino a
amarnos, aquel redentor que no le importa que seamos esas 1008 personas que nos
burlamos de él, esos 608 soldados que con nuestros pecados, lo dirigimos al calvario una y
otra vez, ese redentor, que está en el altar, es aquel hombre que nos ama aún en medio de
nuestras miserias, aún en medio de esas 1000 llagas que le causamos con tantas blasfemias
y herejías. Aquel redentor, que vino a padecer por amor a nosotros así pequemos tanto
como para sobrepasar esos 6.666 golpes a su glorioso cuerpo, así ignoremos su amor en
tantas ocasiones, así rechacemos su mano extendida y simplemente hagamos el papel de
escupirle en la cara 180 veces cada vez que somos tan insensibles con aquel que quiere que
resucitemos con él. Aquel redentor, que nos trae su misericordia para curar nuestras
miserias, nuestras heridas. Te pregunto hoy en esta asamblea ¿Nos lo merecemos?
¿Merecemos que ese humilde carpintero, siendo el Rey del universo, hijo legítimo del
padre, nos perdone por todas esas veces que le fallamos? Hermanito, nosotros en nuestra
limitada forma de amar responderemos que no. Pero el nos ama tanto que volvería a pasar
por ese calvario 70 veces 7, simplemente para reparar esas heridas que le hacemos a él. Nos
ama tanto, que siempre que sea necesario volvería a derramar esas 28.430 gotas de sangre.
Hoy es el día del cambio, no sigamos hiriendo a aquel redentor, que con una dulce sonrisa
te dice que te ama, y que lo que más le duele, no son los 150 golpes en la cabeza, ni los 39
latigazos, ni sus Gloriosas manos y adorados pies sean traspasados por esos filosos clavos,
el mayor dolor que siente aquel redentor, es el dolor de nuestra indiferencia a él.

Canto: Dime Padre

ORACIONES DE DESAGRAVIO
Por tanto que se ofende a Dios, hagamos reparación y desagravio.
Pidamos perdón y misericordia.
Acto de desagravio
(Después de cada invocación se responde:
"te rogamos, escúchanos")
Señor perdona todos los sacrilegios eucarísticos.
Señor perdona todas las santas comuniones indignamente recibidas.
Señor perdona todas las profanaciones al santísimo sacramento del altar.
Señor perdona todas las irreverencias en la Iglesia.
Señor perdona todas las profanaciones, desprecios y abandono de los
sagrarios.
Señor perdona todos los que han abandonado la iglesia.
Señor perdona todo desprecio de los objetos sagrados.
Señor perdona todos los que pasaron a las filas de tus enemigos
Señor perdona todos los pecados del ateísmo
Señor perdona todos los insultos a tu santo nombre.
Señor perdona toda la frialdad e indiferencia contra tu amor de redentor
Señor perdona todas las irreverencias y calumnias contra el Santo Padre
Señor perdona todo desprecio de los obispos y sacerdotes.
Señor perdona todo desprecio hacia la santidad de la familia.
Señor perdona todo desprecio a la vida humana.

Canto:
Lectura del libro del Profeta Isaías 61, 1-3
¡El Espíritu del Señor Yavé está sobre mí! sepan que Yavé me ha
ungido. Me ha enviado con un buen mensaje para los humildes, para
sanar los corazones heridos, para anunciar a los desterrados su
liberación, y a los presos su vuelta a la luz.
Para publicar un año feliz lleno de los favores de Yavé, y el día del
desquite de nuestro Dios. Me envió para consolar a los que lloran
3 y darles (a todos los afligidos de Sión) una corona en vez de
ceniza, el aceite de los días alegres, en lugar de ropa de luto, cantos
de felicidad, en vez de pesimismo. Les pondrán el sobrenombre de
'Encinas de Justicia', 'los que Yavé plantó para su gloria'. Palabra del
Señor.
Reflexión: Rafael Cabrera
Canto:

MOMENTO III: LUZ EN TINIEBLAS


Samueles: Quiero ser luz Inicio: Jesús Pérez
( Coro tocar cualquier instrumental de ambientación)
En este momento cada Samuel va a llevar una vela y la encenderán con
un cirio que esté en la ambientación, y dirán “Quiero ser la luz para
opacar…” y así diciendo cada agravio al Señor y así uno por uno..

Rafael Cabrera. Cierre épico: Oración espontánea acerca de la


Santidad, bendiciendo toda la iglesia, unirnos como feligresía que tiene un
mismo objetivo, ser santos, disgustados ante todas las abominaciones que
ocurren ese día, y que somos llamados a ser luz del mundo.
Canto de cierre: Noche-Hakuna: Encargada Angela Cabrera

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