Este documento describe los métodos utilizados en la antropología sociocultural, incluyendo la observación participante, las técnicas de campo como las notas de campo, y el método comparativo. Explica que la antropología sigue un método científico riguroso que incluye la observación, formulación de hipótesis, verificación y conclusión, y que sus resultados, aunque flexibles, tienen un grado aceptable de verosimilitud.
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Este documento describe los métodos utilizados en la antropología sociocultural, incluyendo la observación participante, las técnicas de campo como las notas de campo, y el método comparativo. Explica que la antropología sigue un método científico riguroso que incluye la observación, formulación de hipótesis, verificación y conclusión, y que sus resultados, aunque flexibles, tienen un grado aceptable de verosimilitud.
Este documento describe los métodos utilizados en la antropología sociocultural, incluyendo la observación participante, las técnicas de campo como las notas de campo, y el método comparativo. Explica que la antropología sigue un método científico riguroso que incluye la observación, formulación de hipótesis, verificación y conclusión, y que sus resultados, aunque flexibles, tienen un grado aceptable de verosimilitud.
Este documento describe los métodos utilizados en la antropología sociocultural, incluyendo la observación participante, las técnicas de campo como las notas de campo, y el método comparativo. Explica que la antropología sigue un método científico riguroso que incluye la observación, formulación de hipótesis, verificación y conclusión, y que sus resultados, aunque flexibles, tienen un grado aceptable de verosimilitud.
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La antropología socio
cultural y sus métodos
CURSO DE ANTROPOLOGIA FILOSOFICA Y SOCIAL CONTEMPORANEA DE LA SALUD 2019 EPG UNHEVAL saqui3000@gmail.com Dibujos de grupos humanos. Diccionario Enciclopédico Brockhaus and Efron, Moscú. (1890‐1907). Licencia: Dominio Público El método en antropología
Desde el punto de vista epistemológico, la
antropología sociocultural es la disciplina encargada del estudio de la cultura y se halla integrada, a su vez, en el sistema de las ciencias humanas y sociales. Para construir el conocimiento la antropología social y cultural se sirve de una metodología que se ha ido perfeccionando desde el siglo XIX. El método de la antropología sigue los procedimientos del método científico general, es decir, del inaugurado por la física, consistente en observar, elaborar hipótesis, verificar y concluir. La antropología es una ciencia social y la verificación se realiza mediante el trabajo de campo, a partir de una observación que sea lo más participante posible, para llegar a una conclusión basada en la comparación sistemática. La metodología de la antropología es dependiente del propósito comparativo y cualitativo que No hace falta señalar Sin embargo, dado que, a pesar de su rigor, que la observación se los resultados no son de refiere a fenómenos la misma precisión que los de las ciencias que son experimentales. relativamente estables y Son, forzosamente, más constantes, las flexibles. conclusiones tienen un aceptable grado de verosimilitud. Ha pasado alrededor de un siglo y medio desde que naciera científica y académicamente la antropología, y tenemos la certeza de que la metodología se ha perfeccionado hasta el extremo de ofrecer conclusiones contrastables en sus trabajos. Otras ciencias sociales, como la sociología, han recorrido caminos similares. El resultado final es que las ciencias sociales se han constituido en auténticas ciencias, un tanto alejadas de la especulación filosófica de los fenómenos humanos, aunque esta última sea la fuente de muchas de las hipótesis constituidas en la investigación antropológica. Cualquiera de estas ciencias sociales, con metodologías diferentes entre sí, al menos en lo fundamental, está en condiciones de anticipar lo que puede suceder en el seno de los grupos humanos, cuando se dan determinadas circunstancias, de forma razonablemente flexible, sin duda debido al rigor que albergan sus métodos. Por otro lado, muchos de los grandes problemas de nuestro tiempo son culturales o sociales, de lo que se deduce la aplicabilidad de dichas ciencias. La utilización del método comparativo en antropología se halla íntimamente unida a la evolución de la disciplina. La teoría antropológica se elabora inductivamente, aunque complementariamente la deducción resulte imprescindible, a partir de unos hechos etnográficos observables, al amparo de la comparación intercultural. Esta relación deberá establecerse forzosamente entre hechos comparables, intentando que exista una cierta homogeneidad, pero contando con que esta última no existe en términos absolutos, por lo que su resultado es siempre discutible. Pero el antropólogo social se ve obligado a efectuar comparaciones desde los mismos inicios de la investigación, cuando establece analogías entre las conductas individuales o entre los hechos sociales. La comparación intercultural es el último eslabón de una larga cadena que permite al antropólogo elevar la particularidad inicial de su observación a la condición de generalidad, que es justamente el objetivo último del método comparativo. Por tanto, la comparación permite, por un lado, el establecimiento de correlaciones en el interior de una cultura y, por otro lado, la elaboración de correlaciones entre culturas distintas. Las segundas, las interculturales, contribuyen a definir la gama de variaciones de algunos fenómenos, o a demostrar las relaciones existentes entre diferentes aspectos de la organización social o cultural. Ha sido un debate duradero el que se refiere a la legitimidad de las comparaciones interculturales, por cuanto el antropólogo social realiza generalizaciones en un nivel superior al de su propia investigación por las razones que se han señalado. Ciertamente, esto que es así, no es distinto de lo que sucede en otras ciencias, las cuales procede de manera análoga, como explica T. Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas, 1962. La generalización más sencilla se obtiene describiendo una pauta o regularidad entre un grupo de personas que puede ser muy reducido, esto es, una manifestación no fortuita en el contexto sociocultural de la experiencia humana. Por el contrario, el nivel más complejo es el que se alcanza cuando se comparan sociedades correspondientes a tradiciones culturales distintas, en cuyo caso la comparación se aleja relativamente de la que se efectúa en las ciencias naturales. En este último caso, la comparación debe realizarse con las precauciones debidas, las cuales han de estar incluidas en el rigor del método. La comparación transcultural es útil cuando se utiliza en virtud de observaciones operacionalmente equivalentes. En resumen, la homogeneidad de la comparación se halla limitada por la heterogeneidad de la diversidad cultural. Sin embargo, y a pesar de estas dificultades, los frutos de la aplicación del método comparativo en antropología social resultan indiscutibles y explican el avance que se ha producido en el conocimiento de las instituciones de la vida social a nivel general. La observación participante Los primerizos trabajos de campo serían llevados a cabo por los antropólogos que estaban contestando los postulados evolucionistas. No sería casualidad que los primeros observadores sistemáticos de los hechos sociales que estudiaban, y que se hallaban en las filas del particularismo histórico y del difusionismo, provinieran de los campos de las ciencias naturales o de las ciencias experimentales. Con B. Malinowski y A. R. Radcliffe‐Brown, en la década de los años veinte, cristaliza un proceso que se había iniciado décadas atrás, de modo que a partir de este momento la técnica se hará operativa. Frente a la relación breve, casi fugaz en ocasiones, que se produce en el resto de las ciencias sociales entre el entrevistador y el entrevistado, la observación participante introduce al investigador plenamente en el seno del grupo humano que estudia. Esta introducción permite, por un lado, la observación directa y, por otro, la convivencia que lleva al investigador a participar de la actividad cotidiana de los estudiados. Con la observación participante, el investigador se inviste de la doble condición de observador y actor, como estrategia más adecuada para penetrar en la alteridad que constituye su objeto de investigación. Su éxito radica en que la observación participante logre la captación del objeto de estudio con la mayor fidelidad. Se trata de una observación sistemática y estructurada que permite una minuciosa exploración de los acontecimientos que persigue. Y se trata de una observación continuada que se halla incardinada en la teoría, en tanto que es ésta la que proporciona los conceptos y la trama de referencia, como explica R. Sanmartín en Observar, escuchar, comparar, escribir. La práctica de la investigación cualitativa, 1983. Es importante señalar que la observación participante, con ser una técnica minuciosa desarrollada por la antropología social, no está exenta de la crítica del empirismo positivista, ante el recelo que le produce cualquier acercamiento hermeneútico del observador a los actores. Se puede replicar que la integración del antropólogo durante la observación participante no debe implicar la pérdida de una necesaria distancia del objeto, tanto en su conjunto como individualmente, a fin de alcanzar una neutralidad y una libertad que velen por la precisión de las observaciones. Por supuesto, el antropólogo social es un científico que observa, contrasta y verifica los datos repetidamente, de lo que se sigue la fiabilidad de la estrategia que le suministra la observación participante en aras del rigor científico que persigue. Pero, además, el antropólogo social dispone de otras técnicas de campo que aseguran el principio del acercamiento holístico al objeto. Las técnicas de observación Para lograr sus propósitos, la antropología social cuenta con unas técnicas de observación, similares o comparables a las que son propias de otras ciencias sociales. Por supuesto, predominan las técnicas que se hallan al servicio de la investigación cualitativa, lo cual marca una cierta diferencia con otras ciencias sociales. No obstante, las técnicas propias de la investigación cuantitativa también forman parte del repertorio utilizado en la investigación antropológica. Para el antropólogo resulta fundamental la consulta de la cartografía existente del lugar o lugares que pretende estudiar, porque a través de la misma va a conocer la distribución de las comunidades humanas en el medio natural, el carácter del poblamiento, los espacios de la interacción humana, las vías de comunicación que unen a las comunidades, etc. La primera técnica propiamente antropológica se resume en las notas de campo recogidas por el antropólogo. Al tratarse de una observación realizada básicamente de forma directa, las notas de campo adquieren una gran importancia. El antropólogo debe recoger en las mismas todas las impresiones y experiencias que surgen de la interacción con la comunidad que estudia, y lo debe hacer de la manera más precisa posible. En su quehacer el antropólogo se vale de medios audiovisuales, empezando por la fotografía, los instrumentos de grabación sonora, el vídeo, etc. Todos ellos le proporcionan visiones temporalmente localizadas, que contienen una abundante información personal y colectiva. Aunque se trata de fragmentos de la cultura de la sociedad que se estudia, éstos son de gran utilidad práctica para el antropólogo. Los antropólogos usan con gran destreza la técnica del estudio de casos, es decir, el análisis de hechos o acontecimientos que resultan claves para entender la vida de la comunidad que se estudia, una vez que van siendo localizados en el transcurso del trabajo de campo. Esta técnica del estudio de casos trata de focalizar el acontecimiento completo con la mayor minuciosidad posible. Otra de estas técnicas indispensables es la que conocemos con el nombre "historia de vida". Ahora el foco se dirige a un individuo que, de alguna manera, resume las actitudes culturales de la sociedad que se estudia. Su vida se constituye en una especie de muestra de todo lo que ha acontecido en la comunidad. No se trata de casos excepcionales sino, al contrario, de casos significativos, referenciales o típicos. El cambio en la etnografía Los primeros tiempos de la construcción etnográfica se caracterizan por estar disociados del trabajo de campo. Ello es bien evidente en el evolucionismo. Aunque con algunos de los antropólogos evolucionistas se inicia el trabajo de campo, la antropología que construyen es más bien de gabinete, profundamente especulativa. Cuando leemos las monografías de los evolucionistas descubrimos una insuficiente base empírica y, por el contrario, un gran contenido destinado a filosofar acerca de sus hipótesis. Se imaginan sociedades en evolución y concluyen explicando cuál ha podido ser el mecanismo de la evolución. En la segunda década del siglo XX se produce un nuevo cambio, y es el que se lleva a cabo cuando Malinowski y otros, siguiendo en alguna medida la senda abierta por sus maestros ingleses, proporciona un profundo contenido científico a la observación participante (sustituyendo a la realizada mediante informantes previamente escogidos). El antropólogo pasará un largo tiempo con la comunidad estudiada, conociendo su lengua, sus normas, sus creencias y sus valores. El ejemplo de su trabajo en las Islas Trobiand ilustra cuanto se acaba de decir. Los argonautas del Pacífico occidental (1922) contiene una minuciosa descripción de la técnica antropológica del trabajo de campo. La etnografía de los funcionalistas es profundamente sincrónica, sin apenas contemplaciones diacrónicas. Eso explica que la redacción esté realizada en lo que se denomina presente etnográfico. Las obras rezuman intemporalidad, lo cual se explica, en parte, porque las estudiadas son “sociedades frías”, siguiendo con la denominación que emplearía Lévi‐Strauss para referirse a las sociedades “arcaicas”. Las obras de los funcionalistas, en las cuales a menudo la cultura se disuelve en parte en la estructura social, son minuciosas monografías que han pasado a formar parte de uno de los modelos clásicos de la antropología. Ahora el modelo paradigmático de la metodología etnográfica, el propio del realismo etnográfico, es tildado de romántico. El antropólogo ha dejado de creer en la existencia de islas culturales, en aquéllas que todavía, en alguna medida, existían en los tiempos de Malinowski. Un mundo cada vez más globalizado ha hecho que todas las culturas estén interconectadas, si es que, ya con anterioridad, no lo estaban en buen grado. La antropología aplicada La antropología aplicada es el resultado del uso de los contenidos teóricos de la antropología y de su metodología a la resolución de problemas sociales y culturales. Aunque la antropología sociocultural comporta implícitamente su aplicación, al igual que sucede con otras ciencias sociales, esta otra antropología defiende una aplicación explícita. Es, por tanto, una antropología práctica que, no en vano, se denomina tanto aplicada como práctica. Quizá los primeros ejemplos de la existencia de una antropología aplicada los encontramos en los años treinta del siglo XX en Estados Unidos, cuando el Bureau of Indian Affairs solicitó distintos informes antropológicos sobre la situación de algunas minorías. También el Department of Agriculture hizo lo propio a propósito de los programas que estaba implantando. Un caso singular en la antropología aplicada lo encontramos en un proyecto puesto en marcha fuera de los Estados Unidos, en Perú, por parte de la Universidad de Cornell en 1952. A sugerencia de los antropólogos, esta universidad americana procedió al arrendamiento de la hacienda Vicos, con la propuesta de forzar un cambio social y cultural que beneficiase a una población local de 373 familias que vivían un oneroso régimen de servidumbre. Para hacer realidad el propósito, la Universidad de Cornell creó diversas líneas de intervención, muy favorables para las poblaciones locales, que afectaban a la educación, la salud, la sanidad, etc. y que, en última instancia, perseguían un rápido desarrollo. Los antropólogos se comprometieron con los objetivos de lograr una sociedad lo más igualitaria y democrática posible. Se trató que la población local tuviera una participación intensa y que conociera todos y cada uno de los propósitos predeterminados. La dirección del proyecto Vicos corrió a cargo del antropólogo Allen Holmberg. El caso de la hacienda Vicos, sin embargo, no dejó de ser el de una intervención participativa que suscitó discusiones y recelos en la antropología. Ni la intervención exterior ni la elección de una comunidad, entre otras, se justifican fácilmente, como tampoco la creación de una isla cultural en un panorama desolador. La antropología sociocultural ha perfeccionado su teoría y su método en el transcurso del tiempo y es éste progreso el que guía el avance de la antropología aplicada. El hecho de que estemos ante una ciencia holista y comparativa comporta la mejor garantía de las posibles aplicaciones. En cualquier caso, es fácil advertir que muchos de los grandes problemas humanos son, antes que nada, sociales o culturales, de modo que son las ciencias sociales en general, y la antropología en particular, las que tienen en sus manos algunas de las posibles soluciones, si bien teniendo en cuenta que la aplicación no ha de ser necesariamente explícita, sino que se halla implícita en el contenido de la antropología sociocultural y de otras ciencias sociales.