7 Tiempo de La Historia y Del Relato
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7º B
Érase una vez una niña que era muy querida por su abuelita, a la que visitaba
con frecuencia aunque vivía al otro lado del bosque. Su madre que sabía
coser muy bien le había hecha una bonita caperuza roja que la niña nunca se
quitaba, por lo que todos la llamaban Caperucita roja.
Una tarde la madre la mandó a casa de la abuelita que se encontraba muy
enferma, para que le llevara unos pasteles recién horneados, una cesta de
pan y mantequilla.
– “Caperucita anda a ver cómo sigue tu abuelita y llévale esta cesta que le he
preparado”, –le dijo. Además le advirtió: –“No te apartes del camino ni
hables con extraños, que puede ser peligroso”.
Caperucita que siempre era obediente asintió y le contestó a su mamá: – “No
te preocupes que tendré cuidado”. Tomó la cesta, se despidió cariñosamente
y emprendió el camino hacia casa de su abuelita, cantando y bailando como
acostumbraba.
No había llegado demasiado lejos cuando se encontró con un lobo que le
preguntó: – “Caperucita, caperucita ¿a dónde vas con tantas prisas?”
• Caperucita lo miró y pensó en lo que le había pedido su mamá antes
de salir, pero como no sintió temor alguno le contestó sin recelo. – “A
casa de mi abuelita, que está muy enfermita”.
• A lo que el lobo replicó: – “¿Y d ó nde vive tu abuelita?”.
• – “Más allá de donde termina el bosque, en un claro rodeado de
grandes robles”. – Respondió Caperucita sin sospechar que ya el lobo
se deleitaba pensando en lo bien que sabría.
• El lobo que ya había decidido comerse a Caperucita, pensó que era
mejor si primero tomaba a la abuelita como aperitivo. – “No debe
estar tan jugosa y tierna, pero igual servirá”, – se dijo mientras ideaba
un plan.
• Mientras acompañaba a esta por el camino, astutamente le sugirió: – “¿Sabes
qué haría realmente feliz a tu abuelita? Si les llevas algunas de las flores que
crecen en el bosque”.
• Caperucita también pensó que era una buena idea, pero recordó nuevamente las
palabras de su mamá. – “Es que mi mamá me dijo que no me apartara del
camino”. A lo que el lobo le contestó: – “¿Ves ese camino que está a lo lejos? Es
un atajo con el que llegarás más rápido a casa de tu abuelita”.
• Sin imaginar que el lobo la había engañado, esta aceptó y se despidió de él. El
lobo sin perder tiempo alguno se dirigió a la casa de la abuela, a la que engañó
haciéndole creer que era su nieta Caperucita. Luego de devorar a la abuela se
puso su gorro, su camisón y se metió en la cama a esperar a que llegase el plato
principal de su comida.
• A los pocos minutos llegó Caperucita roja, quien alegremente llamó a la puerta y
al ver que nadie respondía entró. La niña se acercó lentamente a la cama, donde
se encontraba tumbada su abuelita con un aspecto irreconocible.
• – “Abuelita, que ojos más grandes tienes”, – dijo con extrañeza.
• – “Son para verte mejor”, – dijo el lobo imitando con mucho esfuerzo la voz de la
abuelita.
• – “Abuelita, pero que orejas tan grandes tienes” – dijo Caperucita aún sin
entender por qué su abuela lucía tan cambiada.
• – “Son para oírte mejor”, – volvió a decir el lobo.
• – “Y que boca tan grande tienes”.
• – “Para comerte mejooooooooor”, – chilló el lobo que diciendo esto se abalanzó
sobre Caperucita, a quien se comió de un solo bocado, igual que había hecho
antes con la abuelita.
• En el momento en que esto sucedía pasaba un cazador cerca de allí, que oyó lo
que parecía ser el grito de una niña pequeña. Le tomó algunos minutos llegar
hasta la cabaña, en la que para su sorpresa encontró al lobo durmiendo una
siesta, con la panza enorme de lo harto que estaba.
• El cazador dudó si disparar al malvado lobo con su escopeta, pero luego
pensó que era mejor usar su cuchillo de caza y abrir su panza, para ver a
quién se había comido el bribón. Y así fue como con tan solo dos cortes
logró sacar a Caperucita y a su abuelita, quienes aún estaban vivas en el
interior del lobo.
• Entre todos decidieron darle un escarmiento al lobo, por lo que le llenaron
la barriga de piedras y luego la volvieron a coser. Al despertarse este sintió
una terrible sed y lo que pensó que había sido una mala digestión. Con
mucho trabajo llegó al arroyo más cercano y cuando se acercó a la orilla, se
tambaleó y cayó al agua, donde se ahogó por el peso de las piedras.
• Caperucita roja aprendió la lección y pidió perdón a su madre por
desobedecerla. En lo adelante nunca más volvería a conversar con extraños
o a entretenerse en el bosque.
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