Presentacion Doctrina Social de La Iglesia 1

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Doctrina Social De La Iglesia

(UCADE)

Presentación
Integrantes:
Jael mateo(2018-6153)
Nicol Jimenez(2019-6717)
Branly (2019-6677)
Mabelyn Cordero(2019-6622)
LOS PRINCIPIOS DE LA DOCTRINA SOCIAL
DE LA IGLESIA
I. SIGNIFICADO Y UNIDAD

Los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia  341 constituyen los


verdaderos y propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica : se trata del
principio de la dignidad de la persona humana —ya tratado en el capítulo precedente—
en el que cualquier otro principio y contenido de la doctrina social encuentra
fundamento,342 del bien común, de la subsidiaridad y de la solidaridad. 
 Estos principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la
realidad social en su conjunto: desde las relaciones interpersonales caracterizadas por la
proximidad y la inmediatez, hasta aquellas mediadas por la política, por la economía y
por el derecho; desde las relaciones entre comunidades o grupos hasta las relaciones
entre los pueblos y las Naciones.

 Los principios de la doctrina social deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación . Esta exigencia radica en el
significado, que la Iglesia misma da a la propia doctrina social, de « corpus » doctrinal unitario que interpreta las realidades
sociales de modo orgánico.
 Los principios de la doctrina social, en su conjunto, constituyen la primera articulación de la verdad de la sociedad, que
interpela toda conciencia y la invita a interactuar libremente con las demás, en plena corresponsabilidad con todos y respecto
de todos. En efecto, el hombre no puede evadir la cuestión de la verdad y del sentido de la vida social, ya que la sociedad no
es una realidad extraña a su misma existencia.
Estos principios tienen un significado profundamente moral porque remiten a los fundamentos últimos y ordenadores de la vida
social. Para su plena comprensión, es necesario actuar en la dirección que señalan, por la vía que indican para el desarrollo de
una vida digna del hombre.
II. EL PRINCIPIO
DEL BIEN COMÚN Significado y aplicaciones principales
 De la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el principio
del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de
sentido. Según una primera y vasta acepción, por bien común se entiende « el conjunto de
condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus
miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección ». 346
que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano es aquella que
se propone como meta prioritaria el bien común, en cuanto bien de todos los hombres y de
todo el hombre.347 La persona no puede encontrar realización sólo en sí misma, es decir,
prescindir de su ser « con » y « para » los demás.

 La responsabilidad de todos por el bien común


Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la
promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales. Tales exigencias atañen, ante todo, al compromiso por la paz, a la
correcta organización de los poderes del Estado, a un sólido ordenamiento jurídico, a la salvaguardia del ambiente, a la prestación de
los servicios esenciales para las personas, algunos de los cuales son, al mismo tiempo, derechos del hombre: alimentación, habitación,
trabajo, educación y acceso a la cultura, transporte, salud, libre circulación de las informaciones y tutela de la libertad religiosa.
 La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las personas particulares, también al Estado, porque el bien común
es la razón de ser de la autoridad política. El Estado, en efecto, debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la
que es expresión, de modo que se pueda lograr el bien común con la contribución de todos los ciudadanos.
El bien común de la sociedad no es un fin autárquico; tiene valor sólo en relación al logro de los fines últimos de la persona y al bien
común de toda la creación. Dios es el fin último de sus criaturas y por ningún motivo puede privarse al bien común de su dimensión
trascendente, que excede y, al mismo tiempo, da cumplimiento a la dimensión histórica.
EL DESTINO UNIVERSAL DE LOS BIENES

Origen y significado
Entre las múltiples implicaciones del bien común, adquiere inmediato relieve el principio del destino
universal de los bienes: Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y
pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la
justicia y con la compañía de la caridad.
Destino universal de los bienes y propiedad privada
Mediante el trabajo, el hombre, usando su inteligencia, logra dominar la tierra y hacerla su digna
morada: De este modo se apropia una parte de la tierra, la que se ha conquistado con su trabajo: he ahí el
origen de la propiedad individual .

 Destino universal de los bienes y opción preferencial por los pobres


El principio del destino universal de los bienes exige que se vele con particular solicitud por los pobres, por aquellos que se encuentran en situaciones
de marginación y, en cualquier caso, por las personas cuyas condiciones de vida les impiden un crecimiento adecuado. Se refiere a la vida de cada
cristiano, en cuanto imitador de la vida de Cristo, pero se aplica igualmente a nuestras responsabilidades sociales y, consiguientemente, a nuestro
modo de vivir y a las decisiones que se deben tomar coherentemente sobre la propiedad y el uso de los bienes. Pero hoy, vista la dimensión
mundial que ha adquirido la cuestión social, este amor preferencial, con las decisiones que nos inspira, no puede dejar de abarcar a las inmensas
muchedumbres de hambrientos, mendigos, sin techo, sin cuidados médicos y, sobre todo, sin esperanza de un futuro mejor.
El amor de la Iglesia por los pobres se inspira en el Evangelio de las bienaventuranzas, en la pobreza de Jesús y en su atención por los pobres. Este
amor se refiere a la pobreza material y también a las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa. La Iglesia desde los orígenes, y a pesar de
los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras
de beneficencia, que siempre y en todo lugar continúan siendo indispensables .
EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIDAD

Origen y significado
La subsidiaridad está entre las directrices más constantes y características de la doctrina social de la Iglesia ,
presente desde la primera gran encíclica social. Es imposible promover la dignidad de la persona si no se
cuidan la familia, los grupos, las asociaciones, las realidades territoriales locales, en definitiva, aquellas
expresiones agregativas de tipo económico, social, cultural, deportivo, recreativo, profesional, político, a las
que las personas dan vida espontáneamente y que hacen posible su efectivo crecimiento social. Es éste el
ámbito de la sociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre
sociedades intermedias, que se realizan en forma originaria y gracias a la « subjetividad creativa del
ciudadano .

El principio de subsidiaridad protege a las personas de los abusos de las instancias sociales superiores e insta a estas últimas a ayudar a
los particulares y a los cuerpos intermedios a desarrollar sus tareas. Este principio se impone porque toda persona, familia y cuerpo
intermedio tiene algo de original que ofrecer a la comunidad. La experiencia constata que la negación de la subsidiaridad, o su limitación
en nombre de una pretendida democratización o igualdad de todos en la sociedad, limita y a veces también anula, el espíritu de libertad
y de iniciativa.
Con el principio de subsidiaridad contrastan las formas de centralización, de burocratización, de asistencialismo, de presencia
injustificada y excesiva del Estado y del aparato público: Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado
asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por las lógicas
burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos . La ausencia o el inadecuado
reconocimiento de la iniciativa privada, incluso económica, y de su función pública, así como también los monopolios, contribuyen a
dañar gravemente el principio de subsidiaridad.
LA PARTICIPACIÓN

 Significado y valor
Consecuencia característica de la subsidiaridad es la participación, que se expresa, esencialmente, en una serie de actividades
mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes,
contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.403 La participación es un deber
que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común.
Participación y democracia
La participación en la vida comunitaria no es solamente una de las mayores aspiraciones del ciudadano, llamado a ejercitar libre
y responsablemente el propio papel cívico con y para los demás, sino también uno de los pilares de todos los ordenamientos
democráticos, además de una de las mejores garantías de permanencia de la democracia. El gobierno democrático, en efecto, se
define a partir de la atribución, por parte del pueblo, de poderes y funciones, que deben ejercitarse en su nombre, por su
cuenta y a su favor; es evidente, pues, que toda democracia debe ser participativa.
EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD

Significado y valor
La solidaridad confiere particular relieve a la intrínseca sociabilidad de la persona humana, a la igualdad
de todos en dignidad y derechos, al camino común de los hombres y de los pueblos hacia una unidad
cada vez más convencida. Nunca como hoy ha existido una conciencia tan difundida del vínculo de
interdependencia entre los hombres y entre los pueblos, que se manifiesta a todos los niveles.

La solidaridad como principio social y como virtud moral


Las nuevas relaciones de interdependencia entre hombres y pueblos, que son, de hecho, formas de
solidaridad, deben transformarse en relaciones que tiendan hacia una verdadera y propia solidaridad
ético-social, que es la exigencia moral ínsita en todas las relaciones humanas.

 Solidaridad y crecimiento común de los hombres


El mensaje de la doctrina social acerca de la solidaridad pone en evidencia el hecho de que existen vínculos estrechos entre solidaridad y bien común,
solidaridad y destino universal de los bienes, solidaridad e igualdad entre los hombres y los pueblos, solidaridad y paz en el mundo. El término
solidaridad , ampliamente empleado por el Magisterio, expresa en síntesis la exigencia de reconocer en el conjunto de los vínculos que unen a los
hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertad humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos.
La solidaridad en la vida y en el mensaje de Jesucristo
La cumbre insuperable de la perspectiva indicada es la vida de Jesús de Nazaret, el Hombre nuevo, solidario con la humanidad hasta la « muerte de cruz
: en Él es posible reconocer el signo viviente del amor inconmensurable y trascendente del Dios con nosotros, que se hace cargo de las enfermedades
de su pueblo, camina con él, lo salva y lo constituye en la unidad. En Él, y gracias a Él, también la vida social puede ser nuevamente descubierta, aun
con todas sus contradicciones y ambigüedades, como lugar de vida y de esperanza, en cuanto signo de una Gracia que continuamente se ofrece a
LOS VALORES FUNDAMENTALES
DE LA VIDA SOCIAL

Relación entre principios y valores


La doctrina social de la Iglesia, además de los principios que deben presidir la edificación de una sociedad digna del hombre, indica también valores fundamentales. La
relación entre principios y valores es indudablemente de reciprocidad, en cuanto que los valores sociales expresan el aprecio que se debe atribuir a aquellos determinados
aspectos del bien moral que los principios se proponen conseguir, ofreciéndose como puntos de referencia para la estructuración oportuna y la conducción ordenada de la
vida social.
La verdad
Los hombres tienen una especial obligación de tender continuamente hacia la verdad, respetarla y atestiguarla responsablemente.
La libertad
La libertad es, en el hombre, signo eminente de la imagen divina y, como consecuencia, signo de la sublime dignidad de cada persona humana:   La libertad se ejercita en las
relaciones entre los seres humanos. Toda persona humana, creada a imagen de Dios, tiene el derecho natural de ser reconocida como un ser libre y responsable.
 La justicia
La justicia es un valor que acompaña al ejercicio de la correspondiente virtud moral cardinal. Según su formulación más clásica, « consiste en la constante y firme voluntad de
dar a Dios y al prójimo lo que les es debido . Desde el punto de vista subjetivo, la justicia se traduce en la actitud determinada por la voluntad de reconocer al otro como
persona, mientras que desde el punto de vista objetivo, constituye el criterio determinante de la moralidad en el ámbito intersubjetivo y social.
LA VÍA DE LA CARIDAD

Entre las virtudes en su conjunto y, especialmente entre las virtudes, los valores sociales y la caridad, existe un
vínculo profundo que debe ser reconocido cada vez más profundamente. La caridad, a menudo limitada al
ámbito de las relaciones de proximidad, o circunscrita únicamente a los aspectos meramente subjetivos de la
actuación en favor del otro, debe ser reconsiderada en su auténtico valor de criterio supremo y universal de toda
la ética social. De todas las vías, incluidas las que se buscan y recorren para afrontar las formas siempre nuevas
de la actual cuestión social, la « más excelente » (1 Co 12,31) es la vía trazada por la caridad.

 Los valores de la verdad, de la justicia y de la libertad, nacen y se desarrollan de la fuente interior de la caridad : la convivencia humana
resulta ordenada, fecunda en el bien y apropiada a la dignidad del hombre, cuando se funda en la verdad; cuando se realiza según la justicia,
es decir, en el efectivo respeto de los derechos y en el leal cumplimiento de los respectivos deberes; cuando es realizada en la libertad que
corresponde a la dignidad de los hombres, impulsados por su misma naturaleza racional a asumir la responsabilidad de sus propias acciones;
cuando es vivificada por el amor, que hace sentir como propias las necesidades y las exigencias de los demás e intensifica cada vez más la
comunión en los valores espirituales y la solicitud por las necesidades materiales.

 La caridad social y política no se agota en las relaciones entre las personas, sino que se despliega en la red en la que estas relaciones se
insertan, que es precisamente la comunidad social y política, e interviene sobre ésta, procurando el bien posible para la comunidad en su
conjunto. En muchos aspectos, el prójimo que tenemos que amar se presenta « en sociedad », de modo que amarlo realmente, socorrer su
necesidad o su indigencia, puede significar algo distinto del bien que se le puede desear en el plano puramente individual: amarlo en el
plano social significa, según las situaciones, servirse de las mediaciones sociales para mejorar su vida, o bien eliminar los factores sociales
que causan su indigencia.
CAPÍTULO NOVENO
ASPECTOS BÍBLICOS
LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

 La unidad de la familia humana Jesucristo prototipo y fundamento La vocación universal del cristianismo
Las narraciones bíblicas sobre los orígenes muestran la de la nueva humanidad El mensaje cristiano ofrece una visión universal de
unidad del género humano y enseñan que el Dios de El Señor Jesús es el prototipo y el la vida de los hombres y de los pueblos sobre la
Israel es el Señor de la historia y del cosmos: su acción fundamento de la nueva tierra, que hace comprender la unidad de la familia
abarca todo el mundo y la entera familia humana, a la humanidad. En Él, verdadera « humana. Esta unidad no se construye con la fuerza
cual está destinada la obra de la creación. La decisión imagen de Dios » (2 Co 4,4), de las armas, del terror o de la prepotencia; es más
de Dios de hacer al hombre a su imagen y semejanza encuentra su plenitud el hombre bien el resultado de aquel « supremo modelo de
confiere a la criatura humana una dignidad única, que creado por Dios a su imagen. En el unidad, reflejo de la vida íntima de Dios, Uno en
tres personas... que los cristianos expresamos con
se extiende a todas las generaciones y sobre toda la testimonio definitivo de amor que
la palabra “comunión” » y una conquista de
tierra . El libro del Génesis muestra, además, que el ser Dios ha manifestado en la Cruz de
la fuerza moral y cultural de la libertad. El mensaje
humano no ha sido creado aislado, sino dentro de un Cristo, todas las barreras de cristiano ha sido decisivo para hacer entender a la
contexto del cual son parte integrante el espacio vital, enemistad han sido derribadas humanidad que los pueblos tienden a unirse no
que le asegura la libertad la disponibilidad de alimentos (cf. Ef 2,12-18) y para cuantos viven sólo en razón de formas de organización, de
el trabajo Dios quiere garantizar al hombre los bienes la vida nueva en Cristo, las vicisitudes políticas, de proyectos económicos o en
necesarios para su crecimiento, la posibilidad de diferencias raciales y culturales no nombre de un internacionalismo abstracto e
expresarse libremente, el resultado positivo del trabajo, son ya motivo de división ideológico, sino porque libremente se orientan
la riqueza de relaciones entre seres semejantes. (cf. Rm 10,12; Ga 3,26-28; Col 3,11). hacia la cooperación, conscientes de « pertenecer
como miembros vivos a la gran comunidad mundial
».
LAS REGLAS FUNDAMENTALES
DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

Comunidad Internacional y valores Relaciones fundadas sobre la armonía entre el orden


La centralidad de la persona humana y la natural tendencia de las personas y
jurídico y el orden moral
Para realizar y consolidar un orden internacional que
de los pueblos a estrechar relaciones entre sí, son los elementos fundamentales
garantice eficazmente la pacífica convivencia entre los
para construir una verdadera Comunidad Internacional, cuya organización
pueblos, la misma ley moral que rige la vida de los hombres
debe orientarse al efectivo bien común universal. A pesar de que esté
debe regular también las relaciones entre los Estados: « Ley
ampliamente difundida la aspiración hacia una auténtica comunidad moral, cuya observancia debe ser inculcada y promovida por
internacional, la unidad de la familia humana no encuentra todavía realización, la opinión pública de todas las Naciones y de todos los
puesto que se ve obstaculizada por ideologías materialistas y nacionalistas que Estados con tal unanimidad de voz y de fuerza, que ninguno
niegan los valores propios de la persona considerada integralmente, en todas pueda osar ponerla en duda o atenuar su vínculo obligante .
sus dimensiones, material y espiritual, individual y comunitaria. La reflexión jurídica y teológica, vinculada al derecho natural,
La convivencia entre las Naciones se funda en los mismos valores que deben ha formulado « principios universales que son anteriores y
orientar la de los seres humanos entre sí: la verdad, la justicia, la solidaridad y superiores al derecho interno de los Estados »,como son la
la libertad. El derecho se presenta como instrumento de garantía del orden unidad del género humano, la igual dignidad de todos los
pueblos, el rechazo de la guerra para superar las
internacional, es decir, de la convivencia entre comunidades políticas que
controversias, la obligación de cooperar al bien común, la
individualmente buscan el bien común de sus ciudadanos y que
exigencia de mantener los acuerdos suscritos (« pacta sunt
colectivamente deben tender al de todos los pueblos, con la convicción de que
servanda »). Este último principio se debe subrayar
el bien común de una Nación es inseparable del bien de toda la familia especialmente a fin de evitar « la tentación de apelar
humana. al derecho de la fuerza más que a la fuerza del derecho ».
LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL
PARA EL DESARROLLO

Colaboración para garantizar el derecho al desarrollo


La solución al problema del desarrollo requiere la cooperación entre las comunidades políticas particulares: « Las Naciones, al hallarse necesitadas las unas de ayudas complementarias
y las otras de ulteriores perfeccionamientos, sólo podrán atender a su propia utilidad mirando simultáneamente al provecho de los demás. Por lo cual es de todo punto preciso que los
Estados se entiendan bien y se presten ayuda mutua ». El subdesarrollo parece una situación imposible de eliminar, casi una condena fatal, si se considera que éste no es sólo fruto de
decisiones humanas equivocadas, sino también resultado de « mecanismos económicos, financieros y sociales » 926 y de « estructuras de pecado »  que impiden el pleno desarrollo de
los hombres y de los pueblos.
La doctrina social induce a formas de cooperación capaces de incentivar el acceso al mercado internacional de los países marcados por la pobreza y el subdesarrollo: « En años recientes
se ha afirmado que el desarrollo de los países más pobres dependía del aislamiento del mercado mundial, así como de su confianza exclusiva en las propias fuerzas. La historia reciente
ha puesto de manifiesto que los países que se han marginado han experimentado un estancamiento y retroceso; en cambio, han experimentado un desarrollo los países que han
logrado introducirse en la interrelación general de las actividades económicas a nivel internacional.
Lucha contra la pobreza
Al comienzo del nuevo milenio, la pobreza de miles de millones de hombres y mujeres es « la cuestión que, más que cualquier otra, interpela nuestra conciencia humana y cristiana
».935 La pobreza manifiesta un dramático problema de justicia: la pobreza, en sus diversas formas y consecuencias, se caracteriza por un crecimiento desigual y no reconoce a cada
pueblo el « igual derecho a “sentarse a la mesa del banquete común” ». Esta pobreza hace imposible la realización de aquel humanismo pleno que la Iglesia auspicia y propone, a fin de
que las personas y los pueblos puedan « ser más »  y vivir en « condiciones más humanas ».
La lucha contra la pobreza encuentra una fuerte motivación en la opción o amor preferencial de la Iglesia por los pobres. En toda su enseñanza social, la Iglesia no se cansa de confirmar
también otros principios fundamentales: primero entre todos.
El derecho al desarrollo debe tenerse en cuenta en las cuestiones vinculadas a la crisis deudora de muchos países pobres. Esta crisis tiene en su origen causas complejas de naturaleza
diversa, tanto de carácter internacional —fluctuación de los cambios, especulación financiera, neocolonialismo económico— como internas a los países endeudados —corrupción,
mala gestión del dinero público, utilización distorsionada de los préstamos recibidos—. Los mayores sufrimientos, atribuibles a cuestiones estructurales pero también a
comportamientos personales, recaen sobre la población de los países endeudados y pobres, que no tiene culpa alguna. La comunidad internacional no puede desentenderse de
semejante situación: incluso reafirmando el principio de que la deuda adquirida debe ser saldada, es necesario encontrar los caminos para no comprometer el « derecho fundamental
de los pueblos a la subsistencia y al progreso ».

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