-Como que es un león, pero que un león pa el trabajo; como que entoavía andaban por los cielos de parranda las últimas estrellas y ya estaba mi niña en el lebrillo.
Tu escuchas al posar tu planta junto a mí la voz de mi esperanza suspirar. Las flores que semejan de los cielos el tapiz no tienen de tus labios el aroma ni el matiz...
540 sin crédito, sin honor, sin consuelo, sin descanso, sin aliento, sin alivio, y finalmente esperando la ejecución de mi muerte en la sentencia de Carlos. Ana: (Aparte). (¡Cielos! ¿qué es esto que escucho?
Y había visto algo que se alzaba débilmente para hundirse de nuevo en el lugar desde el cual el informe horror había salido disparado hacia el cielo. Era solamente un color..., aunque no era ningún color de nuestra tierra ni de los cielos.
Por temor de que su dulce alma, en su alegría religiosa, pudiera captar las notas, cuando flotan hacia arriba, desde la tierra maldita, hacia los amigos de arriba, desde los amigos de abajo, escapa el espíritu indignado, huyendo del infierno, hacia el cielo, dejando los lamentos y los llantos, por un trono dorado, al lado del Rey de los cielos." Nota: Otra versión: "Y deja que el rito fúnebre se lea - la canción funesta se cante - un himno fúnebre para la muerta más hermosa que muriese alguna vez tan jóven!
La azotea, la blanquísima azotea, cegaba con el blancor de sus bien enjalbegados muros y con los espléndidos tonos de las flores, que en numerosas macetas adornaban el murete corno una greca florida, a los ardientes rayos del sol que parecía querer incendiar el zafir de los cielos y el cristal purísimo del espacio.
No, él no podía continuar más tiempo sin ver a Rosalía; él había esperado que ésta, al enterarse de que él no podía ir a verla, hubiera ido en su busca, y si no lo había hecho ya, era seguramente porque algo muy grande se lo impedía; porque estaba peor, sin duda, y si ella estaba peor... ¡Dios de los cielos!
El murmullo que producían las diversas conversaciones se agrandaban en estruendoso impulso, como si hubiera deseado desgarrar los techos y escapar hasta los
cielos en súplica dolorida, en sollozante desconsuelo, en lastimero ruego...
Antonio Domínguez Hidalgo
Y el uno fue el sol, el otro la luna, e iluminaron la bóveda del cielo, la faz de la tierra. Habitan en los cielos. Entonces también subieron los cuatrocientos jóvenes matados por Sabio Pez-Tierra.
¡Si todos los hombres del mundo...! ¡Si todos fueran así!¡Nuestro fuera el reino de los
cielos! Alguien había dicho en una película de Hollywood).
Antonio Domínguez Hidalgo
Sucedió, pues, que entre muchos que de mi fama incitados contestar con mi persona intentaban mis aplausos llegó acaso a verme —¡Ay cielos!, ¿cómo permitís tiranos..
Verte pisar conmigo un mismo suelo Alivio un tanto mi melancolía: En los momentos de la noche oscura De mi amargura Supe aliviarme Con acercarme A tu morada. Mi Silvia amada, Y hoy muere aun este alivio tan pequeño Lejos me voy ¡Hay! Lejos de mi dueño ¿Que haré cielos? ¿Que haré?