Nada está bien. Todo está mal. De un momento a otro, pasamos del milagro al malogro mexicano. ¡Basta ya! no persistamos en la aberración de negar lo más puro de nuestra historia.
Subsiguientemente me impongo de que me dice usted: «Tal y tal /(y copiaba aquí cerca de una carilla de la carta de su corresponsal).» A lo que respondo refiriéndome a la mía del tantos, en que decía que: «Esto y lo otro ( y reproducía íntegro un párrafo de su carta citada ).» El mercado de caldos sigue encalmado, si bien las aceites arribaron ayer a una poca de estima, motivado a que, como era día de correo, se supo que la cosecha de aceituna en el literal de Sevilla amagaba de malogro.
Otros, en mi lugar, lejos de confundirse transformarían, como hace la verdadera destreza, los obstáculos en medios, hollarían los estorbos, y aun los procurarían para complacerse en superarlos; en fin, yo titubeé en medio de las mayores dificultades, temiendo el empezar, y ansiando el acabar, excitado por mi adhesión a la Patria, contenido por los escrúpulos y agitado entre la esperanza del éxito y el temor del malogro.
En amenidad inútil, ¿qué importa al florido campo, si no halla fruto el otoño, que ostente flores el mayo? ¿De qué sirve al ingenio el producir muchos partos, si a la multitud se sigue el
malogro de abortarlos?
Sor Juana Inés de la Cruz