Un ángel de alas color de rosa cruza los canteros, se detiene ante la verja del Paraíso, y con los brazos abiertos los recibe al «Justo», un hombre de pueblo, con sombrero abollado, larga barba y garrote. ¿Comprenden ustedes
pillos, profesionales, cínicos y eximios?
Roberto Arlt
Ya que lo quieres así, consiento, no soy muy escrupuloso en cuanto a la muerte de una muchacha. —Durcet —dijo el obispo—, si no mandas a estos dos pillos a que descarguen, esta noche habrá alboroto.
Lo que no quiere decir, claro está, que los pillos y los tontos no enloquezcan.» «Lo que he hecho con Rosario –prosiguió pensando– ha sido ridículo, sencillamente ridículo.
Si no fueran arriba y abajo todos unos pillos, yo acudiría al juez y a la Audencia por mis trescientas pesetas; pero el pobre en todas partes se escachifolla y se repudre...
Y a veces pedía uno con la certeza de que aquel a quien le pedía dinero se quedaba pensando que uno era un pillo, que lo que quería era lucrar con la Revolución; porque había habido muchos pillos.
SABASTIÁN, esterero, confidente de todos. Comparsas de verduleras, aguadores,
pillos y muchachos. La escena es en Madrid, y en medio de la calle ancha de Lavapiés, para que la vea todo el mundo.
Ramón de la Cruz
Dempués que del Palacio de Provincia en público salí con la cadena, rodeado del ejército de
pillos, a ocupar de los moros las fronteras, en bien penosas y contadas marchas, sulcando ríos y pisando tierras, llegamos a Algeciras, dende donde, llenas de aire las tripas y las velas, del viento protegido y de las ondas, los muros saludé de la gran Ceuta.
Ramón de la Cruz
¿Cómo a la vista de este feroz ejército no tiemblas? (Señala a los
pillos.) MEDIODIENTE Nunca el pájaro grande retrocede por ver los espantajos en la higuera.
Ramón de la Cruz
«A espaldas vueltas me dieron ::el usado centenar», dice otro pícaro sin vergüenza. ¡Y la pena de los rufianes, los alcahuetes y los pillos al dechado del pundonor y la hidalguía, a don Quijote de la Mancha!
Creyó a su esposa mujer honrada, y ha resultado que no lo era. Tenía el pobre sus ahorrillos; pero es tan bueno, tan inocente, que unos vecinos ¡valientes
pillos!
Vital Aza
Y esto sin fatuidad, que el hombre era humilde como las piedras de la calle, y por sólo el gusto de hacer el bien. Pero el naufragio de un buque que con valioso cargamento le venía de Cádiz, y la quiebra de algunos
pillos a quienes el buen D.
Ricardo Palma
Llega al extremo de citar a Bayle entre los partidarios de la intolerancia: la cosa es sabia y hábil; y del hecho de que Bayle reconozca que hay que castigar a los facciosos y a los
pillos, nuestro hombre saca la consecuencia de que hay que perseguir a sangre y fuego a las gentes de buena fe que son pacíficas.
Voltaire