Y dejando de guardia junto a una rueda a sus dos acompañantes, que, inmóviles bajo el capuchón caído, crepitaban de lluvia, Subercasaux fue espinándose hasta el fondo de la picada, donde halló a su caballo naturalmente enredado en las
riendas.
Horacio Quiroga
Y a ti vinieron los siete caballos y entraron los siete por tus siete estrellas y tus siete heridas se te iluminaron cuando detuviste tu carrera, porque un hombre triste se aferró a tu lomo, y sentiste sus manos fuertes como dos riendas y marchaste con el hombre triste que te pesaba como un mundo...
Con los hábitos monárquicos, y el Sol por pecho, se echaron a levantar pueblos los venezolanos por el Norte y los argentinos por el Sur. Cuando los dos héroes chocaron, y el continente iba a temblar, uno, que no fue el menos grande, volvió riendas.
Su mensaje era dirigido a todos los monarcas de su tiempo, pero se ha abierto paso a través de las edades y llega a los gobernantes absolutos de nuestros días, que no tienen empacho en seguir el consejo maquiavélico, hayan o no leído a Maquiavelo, Para los gobernantes que aceptan que su primer deber es gobernar nada les interesa ni nada respetan ni ante nada se detienen si con ello conservan en sus manos las riendas del poder, representan un extremo de las posibilidades de gobierno.
Y cual peñon que elevase altanero En medio da las ondas borrascosas Al bramar del huracán y noto fiero, Desprecia su furor y olas furiosas, Que fatigadas del horror primero Se retiran en calma temerosas; Tal es el que sabia educación dirige Las
riendas de la patria invicto rige.
José Rizal
No hay más que ella sola. ¿Manda ella dejando sueltas las riendas a las pasiones o resistiéndose a éstas? Por ejemplo, cuando el cuerpo tiene sed, ¿no le impide el alma beber o comer cuando tiene hambre y otras mil cosas análogas donde vemos la manera manifiesta que el alma combate las pasiones del cuerpo?
Lo mismo has de hacer tú, mostrando el rostro disímil del ánimo; y si pudieres acabarlo contigo, debes desechar de todo punto el dolor, y si no pudieres, enciérralo al menos en lo interior, encarcelándolo, para que no se deje ver; procura que te imiten tus hermanos, porque ellos tendrán por justo todo lo que vieren haces, y formarán su ánimo de tu rostro, y habiéndoles de ser el consuelo y el consolador, no podrás impedirles su dolor si dieres largas riendas al tuyo.
Si en mi carrera por el mundo he logrado conservar para España esa esperanza de gloria, muero satisfecho, y cúmpleme decir con legítimo orgullo que en el destierro, en la desgracia, en la persecución, he gobernado a mi Patria más propiamente que los que se han ido pasando las riendas del Poder.
Al montar eché mi brazo tan de menos que sentí un profundo desconsuelo, y buscando el bálsamo de aquellos, ojos aterciopelados miré a las ventanas, pero las angostas ventanas de montante donde temblaba el sol de la mañana, permanecieron cerradas. Requerí las riendas, y sumido en desengañados pensamientos cabalgué al frente de mis lanzas.
En los cristales de una ventana vi temblar el reflejo de muchas luces, y el presentimiento de aquella desgracia que las monjas habían querido ocultar, cruzó por mi alma con un vuelo sombrío de murciélago. Abandoné las riendas sobre el borren, y me cubrí los ojos con la mano, para que mis soldados no me viesen llorar.
Se alzó a este tiempo el rastrillo, y en el patio tuvo entrada; un paje tomó el corcel por las riendas plateadas, y el gallardo trovador por los salones se entraba.
Si no estás listo pa’l ardimiento, echa pie a tierra, no sirves para esta caballería, podrás servir para muchas otra cosas, y muy bueno, pero para esto, para tomar las riendas de ese caballo, de este caballo de Maisanta, (risa), el que quiera montarse ahí es un ardimiento, es un ardimiento.