Faltábales poco menos de cincuenta metros para llegar á la siniestra falda cuando, á una cuadra de altura, resonaron gritos dados por otro oficial chileno:— ¡Eh!
Pero sólo el patrón pudo entender lo que decía y lo miró de pies a cabeza, como si quisiera medirle encima del cuerpo la siniestra intención de aquel comentario.
-exclamó revolviéndose iracundo, con el semblante lívido y contraído, siniestra la mirada, y amenazadora la actitud, contra el tío Capachos el barbero del Altozano.
Quizá mañana mismo, cuando en mi lecho muera, cuando la ardiente sangre se cuaje entre mis venas y mis ojos se enturbien, tú, alimaña siniestra, bajarás silenciosa y en mi obscura melena formarás otro asilo, sólo por perseguirme ¡hasta en la misma huesa!
Y la siniestra multitud continuaba arrastrándose, lenta, dolorosa, en una lúgubre pantomima, bajando la pendiente como un hormigueo de escarabajos negros, sin hacer jamás el menor ruido, en un silencio profundo, absoluto.
Pero lo más raro de todo era el colorido, que no correspondía a ninguno de los matices que el ojo humano había visto hasta entonces. Plantas y arbustos se convirtieron en una siniestra amenaza, creciendo insolentemente en su cromática perversión.
Va en un carro tirada de leones, de torres coronada, en su pulida diestra una argentada llave, y unos cordones en la siniestra de las riendas tiene con que el ardor del animal contiene.
Esa conquista del trabajo de muchos años, ese fruto de las lágrimas de nuestras mujeres y de la sangre de nuestros conciudadanos, ese premio de la energía y de la perseverancia de nuestros políticos y del pueblo, esa base de nuestras instituciones, del buen gobierno y del orden público, es mercancía que se compra y que se vende, materia que se falsifica, tema de una burda y siniestra comedia.
¡Ven, antropófaga y diestra, Escorpiona y Clitemnestra! ¡Pasa sobre mis arrobos como un huracán de lobos en una noche
siniestra! ¡Yo te excomulgo, Ananké!
Julio Herrera y Reissig
—Probemos, dijo Matasiete y empezó sonriendo a pasar el filo de su daga por la garganta del caído, mientras con la rodilla izquierda le comprimía el pecho y con la
siniestra mano le sujetaba por los cabellos.
Esteban Echeverría
Y todas sus mil memorias De riñas y seducciones, En negras apariciones Mostrándose por doquier, Veníansele acercando En muchedumbre siniestra Con el puñal en la diestra Su impía sangre verter.
¿Con este nombre, emperador único, estuviste en la última isla de occidente, para que esta vuestra rejodida méntula doscientos mil se comiese o trescientos mil? ¿Qué otra cosa es que siniestra liberalidad?