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INSTITUTO DE CIENCIAS Y ESTUDIOS SUPERIORES

DE TAMAULIPAS, A.C.

ANTOLOGÍA
CÁLCULO DIETÉTICO II

1
ÍNDICE
OBJETIVO GENERAL DE LA ANTOLOGÍA 3
UNIDAD I.- CÁLCULO ALIMENTARIO EN LA DIABETES MELLITUS
Objetivo de la unidad 4
1.1 Hidratos de carbono simples y complejos para el diabético 4
1.2 Índice glucémico 6
1.3 Carga glucémica 9
1.4 Cálculo del índice glucémico en personas con diabetes mellitus 10
1.5 Ingesta modificada en lípidos en personas con diabetes mellitus 12

UNIDAD II.- LEY ALIMENTARIA, MACRONUTRIENTES Y


MICRONUTRIENTES EN PACIENTES DIABÉTICOS
Objetivo de la unidad 16
2.1 Importancia de la alimentación en la diabetes mellitus 16
2.2 Ley alimentaria en las personas diabéticas 18
2.3 Alternativas de nutrición en pacientes diabéticos 20
2.4 Cálculo de macronutrientes y micronutrientes en personas diabéticas 26

UNIDAD III.- ORIENTACIÓN Y ASESORÍA EN LA DIABETES MELLITUS


Objetivo de la unidad 29
3.1 Orientación y asesoría en la diabetes mellitus, cambios alimentarios 29
3.2 Actividad física 34
3.3 Medicación 36
3.4 Importancia del cumplimiento del tratamiento 36
3.5 Autocuidados en la DM 38

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS 39

2
OBJETIVO GENERAL DE LA ANTOLOGÍA

En el marco de su misión, el INSTITUTO DE CIENCIAS Y ESTUDIOS SUPERIORES DE


TAMAULIPAS, A.C., (ICEST) procura la formación de sus estudiantes con los más altos
estándares de calidad, por lo que la presente antología se enfoca en el desarrollo y
formación de conocimientos sobre el CÁLCULO DIETÉTICO II para estudiantes de la
LICENCIATURA EN NUTRICIÓN. Los temas se presentan de forma sencilla y atractiva
para el alumno, con la finalidad de que crezca su interés por el estudio de esta ciencia.
Por lo que se sugiere su conservación para su consulta y lectura.

3
UNIDAD I
CÁLCULO ALIMENTARIO EN LA DIABETES MELLITUS

Objetivo de la unidad: analiza la alimentación adecuada y las necesidades de los


pacientes con Diabetes Mellitus, aplicando la lista de equivalentes y raciones.

1.1 Hidratos de carbono simples y complejos para el diabético

Aunque en la diabetes exista exceso de azúcar, los hidratos de carbono (denominados


también como "azúcares") deben constituir un elemento imprescindible en la alimentación
del diabético. Los hidratos de carbono tienen una función fundamental y es la de aportar
la energía inmediata que necesitamos.

En el individuo con diabetes, el 50% (puede oscilar entre el 40% y el 60%) de la energía
total diaria debe provenir de los hidratos de carbono. Pero la mayoría (80-90%) deben ser
hidratos de carbono complejos. Los porcentajes son idénticos a los que debe tomar un
individuo no diabético. Lo que sí es diferente para el diabético es la necesidad de repartir
estos hidratos de carbono a lo largo del día y de realizar un número de ingestas algo
superior (entre 3 y 5 al día); además, habrá que sincronizar su ingesta con la insulina y
con el ejercicio para evitar hiperglucemias o hipoglucemias. (Félix & Blasco, 2016)

Existen dos tipos de hidratos de carbono en los alimentos:

• Simples: Son los azúcares que hay en la miel, en la leche, en las frutas, en el
azúcar que usamos para endulzar el café o la leche, o el que hay en los productos
de bollería, helados, etc. Tienen un sabor dulce y son de muy rápida absorción
intestinal, lo que produce picos de azúcar en sangre muy elevados y también
aumento de los triglicéridos en sangre. Los azúcares simples no deben
representar más del 10% del total energético.

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• Complejos: Son los azúcares de los cereales, los frutos secos, las legumbres, etc.
Tienen un sabor poco dulce y su absorción intestinal es lenta. Por ello, no
producen picos de azúcar ni hacen aumentar los triglicéridos. El almidón es el más
abundante y quizás el más conocido; lo encontramos en frutas, verduras, cereales
y legumbres.

En el diabético, los hidratos de carbono simples no están totalmente contraindicados;


pueden consumirse, por ejemplo, el azúcar contenido en las frutas, aunque siempre con
moderación. Pero sí que deben eliminarse los productos de bollería y los productos
industriales porque los azúcares se acompañan de grasas saturadas y grasas trans, que
son extraordinariamente dañinas para el diabético. Además, los hidratos de carbono que
contienen las frutas son adecuados porque las frutas que comemos contienen fibra,
vitaminas y antioxidantes, que son útiles para mejorar la salud cardiovascular de los
pacientes diabéticos.

La fibra aportada por los hidratos de carbono complejos es importante. La fibra es aquella
parte de las plantas que no es digerida por las enzimas que sí digieren en el intestino el
resto de los alimentos. La fibra se encuentra en cereales integrales, arroz integral, frutas,
legumbres y verduras. Los beneficios de la fibra en el diabético son su poder de producir
saciedad, lo que ayudará a perder peso, disminuye los picos de azúcar durante la ingesta,
y también aumenta el tiempo de tránsito intestinal, con lo que se evitará el estreñimiento.
(Félix & Blasco, 2016)

En el diabético se recomienda un aporte de fibra de 30-40 g/día, es decir, unos 25 g/1000


kcal consumidas.

Recomendaciones útiles son las siguientes:

• Uno de los factores que más influye en los niveles de glucosa es la cantidad de
hidratos de carbono que se consume en cada ingesta. Si cada día se consumen
diferentes cantidades, la glucosa también oscilará. Por eso en cada comida el
diabético siempre debe comer la misma cantidad de hidratos de carbono (lo que
no significa comer el mismo alimento todos los días).

5
• No comprar alimentos que se publicitan como «alimentos sin azúcar» o
«especiales para diabéticos» cuando la «versión» natural o no modificada de los
mismos lleva azúcar.

• Un consejo para que las personas que tienen diabetes puedan tomar
ocasionalmente algún helado es tomar siempre el helado después de la comida, y
que la comida incluya legumbres, verduras o alimentos que contengan abundante
fibra.

• Como sustitutos del azúcar de mesa se pueden utilizar edulcorantes con


moderación, por ejemplo, sacarina. (Félix & Blasco, 2016)

1.2 Índice glucémico

Actualmente los avances en la ciencia han revelado que no todos los alimentos se
comportan de igual forma dentro del organismo, aunque sean de un mismo grupo. Se ha
comprobado que la velocidad y la cantidad de glucosa que entra en la sangre después de
consumir los alimentos varían dependiendo del alimento; a este comportamiento se le ha
dado el nombre de índice glucémico (IG).

El IG mide la velocidad con que un alimento que contiene hidratos de carbono eleva los
niveles de glucosa en sangre.

El IG de los alimentos fue desarrollado para comparar la respuesta posprandial a


cantidades constantes de diferentes alimentos que contienen hidratos de carbono,
representando el incremento sobre los niveles de glucosa sanguínea preprandiales.

La determinación del IG se realiza midiendo la glucemia posprandial durante un lapso de


dos horas después de haber consumido un alimento cuya porción contenga 50 g de
hidratos de carbono. El área bajo la curva glucemia/tiempo de cada alimento se compara
con la curva de referencia que resulta posterior a la ingesta de 50 g de glucosa y que
tiene un valor de 100, es decir, la respuesta de los alimentos está dada como un

6
porcentaje del índice obtenido por la glucosa o por un alimento de referencia, que
usualmente es pan o azúcar.

En consecuencia, los alimentos se clasifican según su comparación con el alimento de


referencia. Si el IG es igual o mayor a 70 se considera que el alimento tiene un IG alto; si
se encuentra entre 56 y 69 el IG es moderado; si el valor es de 55 o menos se dice que el
alimento tiene un IG bajo. Un alimento con un IG alto eleva más el nivel de glucosa en la
sangre que un alimento con un IG medio o bajo. (Álvarez, 2012)

Respuesta glucémica originada por el alimento


x 100
Respuesta glucémica que origina el alimento de referencia

Este índice refleja la velocidad de digestión y absorción de cada uno de los alimentos
estudiados. Es una medición que sólo ha sido utilizada en alimentos que contienen
hidratos de carbono, por su notoria responsabilidad en la elevación de la glucosa.

En personas con diabetes tipos 1 y 2 algunos estudios han reportado mejoras en el


control glucémico después de incorporar alimentos de bajo IG en la dieta; sin embargo,
otros estudios no han confirmado dicho efecto, ya que no han reportado diferencias a
largo plazo en el control glucémico o en los requerimientos de insulina de una dieta
basada únicamente en la inclusión de alimentos con IG bajo. Los efectos totales de una
dieta con IG bajo son mínimos al compararlos con los de una dieta con índice glucémico
alto.

Planificar las comidas con el IG implica elegir alimentos que tengan un IG bajo o medio. Si
se consume un alimento con un IG alto, puede combinarse con alimentos con un IG bajo
para ayudar a equilibrar el nivel de glucosa en sangre. Factores que afectan el índice
glucémico de un alimento:

• Cocer: algunos alimentos pueden cambiar su IG al cocerlos, procesarlos o


someterlos al calor, ya que cambia la composición de sus moléculas. En muchos
casos las moléculas se separan dando origen a otras de menor tamaño; de esta

7
forma les es más fácil llegar a la sangre, por lo que al cocer una manzana se eleva
su índice glucémico y aporta una mayor cantidad de azúcar a la sangre.

• Moler, picar, licuar: algunos alimentos pueden aumentar su IG si los molemos para
convertirlos en purés, papillas o jugos, ya que al triturar el alimento también se
reduce el tamaño de las moléculas que los conforman permitiendo el paso rápido
de éstas hacia la sangre; por ejemplo, al hacer un puré de jitomate se reduce el
tamaño de sus partículas y penetra más rápido en la sangre.

• Colar: al colar el alimento se le está quitando la fibra, por lo que se puede


modificar desfavorablemente su IG haciéndolo mayor al original, ya que la fibra
ayuda a retrasar el paso de las moléculas de glucosa a la sangre, de tal forma que
si comemos una naranja en gajos entra lentamente en la sangre, ya que la fibra de
los gajos disminuye el IG, mientras que con el jugo se aumenta el IG, ya que al
colarlo se le quita totalmente la fibra, por lo que es equivalente a tomar agua con
azúcar.

• Combinar: al combinar ciertos alimentos se puede lograr retrasar la liberación de


su glucosa a la sangre, lo que de alguna manera resulta en un menor IG; por
ejemplo, si combinamos un alimento que contiene proteínas y grasas (como las
carnes) con uno que contiene hidratos de carbono (tortilla), se retrasa la entrada
del azúcar de la última.

• Contenido de hidratos de carbono y tipos: glucosa, fructosa, sacarosa y lactosa. La


presencia de fructosa o lactosa disminuye el IG.

• Madurez y tiempo de almacenamiento: cuanto más madura esté una fruta o más
maduro un vegetal, mayor será su IG.

• Contenido de fibra: un alimento con buen aporte de fibra puede tener menor IG.
(Álvarez, 2012)

8
1.3 Carga glucémica

Es un concepto derivado del IG y de la cantidad de hidratos de carbono que se creó para


representar el efecto glucémico global de una dieta donde se toma en cuenta el tamaño
habitual de la ración. Así, los alimentos con una carga glucémica igual o menor a 10 se
consideran alimentos con una carga glucémica baja, los alimentos con una carga
glucémica entre 10 y 20 se considera que tienen una carga glucémica moderada, y
aquellos con una carga glucémica igual o mayor a 20 se considera que tienen una carga
glucémica alta.

• Ninguna investigación ha demostrado que entre los métodos para evaluar la


relación entre ingesta de hidratos de carbono y respuesta en la glucosa sanguínea
alguno sea mejor que otro.

• El valor del IG no indica la cantidad de hidratos de carbono que se ingieren


habitualmente.

• El tamaño de las raciones de alimentos sigue siendo importante para controlar el


nivel de glucosa en la sangre y para reducción de peso o para mantenerlo.

• El contenido de fibra, fructosa, lactosa y grasa son factores dietarios que tienden a
disminuir la respuesta glucémica.

• Muchos alimentos nutritivos tienen un IG más alto que otros alimentos con escaso
valor nutritivo. Por ejemplo, la harina de avena tiene un IG más alto que el
chocolate, por lo que es necesario equilibrar el uso del IG con los principios
básicos de nutrición en cuanto a la elección de alimentos saludables.

• Al parecer, la mayoría de las personas consumen dietas con un moderado IG.

• La respuesta glucémica es siempre impredecible y variable, y existen muchos


factores que pueden determinarla. (Álvarez, 2012)

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Esta se calcula multiplicando el índice glucémico de un alimento dado por la cantidad de
hidratos de carbono asimilables contenidos en una porción de ese mismo producto. El
índice glucémico del pan blanco oscila entre 70 y 90, según diversas publicaciones (el
más aceptado es de 70); por lo tanto, la carga glucémica producida por 100 gramos de un
bolillo o baguette será:

57(g de hidratos de carbono) x70(índice glucémico más aceptado) /100 = 39.90 unidades

Mientras que, por definición, el índice glucémico se mantiene constante para un alimento
determinado, la carga glucémica depende del tamaño de la porción. Hay que hacer notar
que a pesar de que en términos generales existe una adecuada asociación entre el índice
glucémico y la carga glucémica, se requiere generar indicadores que evalúen en forma
adecuada el efecto glucémico de dietas completas.

De acuerdo con la asociación estadounidense de diabetes y la norma oficial mexicana


para la prevención, tratamiento y control de la diabetes, la cantidad total de energía
consumida a expensas de hidratos de carbono es más relevante que el tipo (almidón o
azúcar). De esta manera, se recomienda que la dieta del paciente con diabetes contenga
hidratos de carbono simples (hasta 38% del total de los hidratos de carbono).
(Casanueva, Kaufer, Pérez, & Arroyo, 2008)

1.4 Cálculo del índice glucémico en personas con diabetes mellitus

El índice glicémico se calcula con el incremento del área bajo la curva de la respuesta
glicémica. El área se determina por la suma de las áreas de triángulos y rectángulos.

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Imagen No. 1.- “Cálculo del área bajo la curva para la determinación del índice glicémico”. (Torres y Torres,
Palacios, Noriega, & Tovar, 2006)

Los valores de las áreas bajo la curva se utilizan para calcular el IG por medio de la
siguiente ecuación:

𝑉𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝐴𝐵𝐶 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑟𝑢𝑒𝑏𝑎


𝐼𝐺 = 𝑥 100
𝑉𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝐴𝐵𝐶 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑟𝑒𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎

Donde IG es el índice glicémico y ABC es el área bajo la curva. El alimento de referencia


es la glucosa. (Torres y Torres, Palacios, Noriega, & Tovar, 2006)

El índice glicémico (IG) es un número que muestra el efecto que produce la ingestión de
hidratos de carbono en los niveles de glucosa de la sangre. Es importante conocer el
índice glicémico de los alimentos que se van a comer porque mientras más alto sea más
subirá el nivel de glucosa y más se estimulará la secreción de insulina circulando por la
sangre hay mayor sensación de hambre. Los índices glicémicos se clasifican en 4 grupos.

IG muy bajo = 39 o menos


IG bajo = 40 a 54
IG moderado= 55 a 69
IG alto= 70 o más

Para calcular el índice glicémico de un alimento se ha aplicado un método de


comparación: se evalúa a un grupo de voluntarios a través de una muestra de sangre,

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para ver la respuesta de su organismo después de comer un determinado alimento. Los
voluntarios se presentan en ayunas y comen 50gr de hidratos de carbono provenientes de
diferentes alimentos individuales, por ejemplo, una papa. Se les mide el nivel en la sangre
antes de comerla, se esperan 2 horas y se vuelve a medir, para evaluar cuanto subió el
nivel de glucosa en la sangre con la ingesta de ese alimento. Esto se compara con una
comida que se ha determinado como patrón; el pan blanco o la glucosa, a los cuales se
les asigna un número arbitrario de 100. Mientras más se acerque un determinado
alimento a 100, más alto es su índice glicémico. Al hacer ese cálculo comparativo en base
a una misma cantidad de hidratos de carbono para todos los alimentos, se crea una tabla
de índices glicémicos, tal como existen tablas de calorías, de gramos de fibra, etc. (Majlis
& Cooper, 2005)

1.5 Ingesta modificada en lípidos en personas con diabetes mellitus

Los requerimientos de grasa en las personas con peso y lípidos normales deben ser de
30% del valor energético total, con predominio de grasas monoinsaturadas.

Los ácidos grasos poliinsaturados se encuentran principalmente en los aceites vegetales


(maíz, cártamo, semilla de algodón y soya) y en los productos marinos. Cuando con ellos
se sustituyen las grasas saturadas por ácidos grasos monoinsaturados (omega– 6) y
poliinsaturados (omega– 3), existe una disminución de triglicéridos y de colesterol,
particularmente del colesterol LDL. El aceite de pescado contiene estos ácidos en forma
de ácidos grasos omega– 3. Se ha encontrado que los ácidos grasos omega– 3 reducen
específicamente los triglicéridos y disminuyen la agregación plaquetaria. Los pescados
que contienen un mayor contenido de omega– 3 son el salmón, el atún, la macarela y el
arenque.

La grasa saturada de la dieta debe proporcionar < 7% de las calorías totales. Se ha


demostrado que la grasa saturada es altamente aterogénica y tiene un mayor impacto en
el colesterol total y el colesterol LDL que el que tiene el colesterol de la alimentación. Las
grasas saturadas se derivan principalmente de fuentes animales, pero varían entre las
distintas especies. (Castro, Méndez, & Suverza, 2009)

12
Los aceites de palma y coco también son ácidos grasos saturados y deben evitarse.
Existe controversia acerca de si las barras de margarina son un buen sustituto de la
mantequilla, porque los ácidos grasos trans que se forman con la hidrogenación de los
aceites vegetales pueden ser doblemente aterogénicos, ya que se ha demostrado la
elevación de colesterol LDL y la disminución del colesterol HDL. Las margarinas suaves y
líquidas contienen muy pocas cantidades de ácidos grasos trans, por lo que constituyen
una buena elección.

El consumo de colesterol debe limitarse a < 300 mg/día. Todos los productos animales
contienen colesterol, incluidos la carne roja, la carne de aves, los mariscos, los huevos, la
leche y el queso. Sin embargo, las grasas totales y saturadas son muy bajas en la carne
de aves y de pescado, por lo que deben preferirse en las dietas antiaterogénicas.

Está bien documentado que las cantidades grandes de grasa en la alimentación


contribuyen al desarrollo y mantenimiento de la obesidad. La grasa no sólo contiene más
del doble de calorías que los hidratos de carbono y las proteínas (9, 4 y 4 kcal/g,
respectivamente), sino que se convierte más fácilmente en grasa corporal. Dado que la
mayoría de los pacientes con DM2 son obesos, un objetivo nutricional es la restricción del
consumo de grasas en la alimentación. (Castro, Méndez, & Suverza, 2009)

No hay consenso en cuanto a la forma de distribuir los carbohidratos y las grasas


(monoinsaturadas y polinsaturadas) de los alimentos.

El porcentaje de calorías procedentes de grasas en la dieta dependen de los objetivos


deseados en cuanto a glucemia, lipidemia y peso corporal. Si aumentan los niveles del
colesterol-LDL se recomiendan mayores restricciones de grasas saturadas de modo que
comprendan un 7% de las calorías totales y el colesterol de los alimentos a menos de 200
mg/día. Si el objetivo es el descenso de triglicéridos y VLDL, cabría probar un incremento
moderado en la ingestión de grasas monoinsaturadas con una ingestión < 10% de las
calorías provenientes de grasas saturadas y una ingesta moderada de carbohidratos.

Los últimos estudios sugieren que una dieta con una cantidad moderada de grasa (incluso
un 40% de las calorías) mejora la lipemia en la misma forma, o quizá mayor, que la

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restricción de grasas, a condición de que la grasa adicional sea predominantemente
compuesta de ácidos grasos monoinsaturados. (Canóvas, Koning, Muñoz, & Vázquez,
2001)

La suplementación con grasas poliinsaturadas de la serie Ω (procedentes del pescado y


otros productos marítimos) no se recomiendan en pacientes diabéticos por sus dudosos
efectos nocivos sobre las LDL colesterol y el control glucémico, sin embargo, moderadas
ingestas pueden ser recomendables para reducir la ingesta de grasas saturadas y por su
efecto hipotrigliceremiante y antiagregante.

Ácidos grasos monoinsaturados (MUFA): dietas con grasas monoinsaturadas en una


proporción del 10-18% en pacientes no diabéticos han demostrado descender de forma
significativa los niveles de colesterol, mientras que otro estudio en diabéticos tipo 2 mostró
mejoría de los niveles de triglicéridos y HDL.

Otros efectos serían la mejoría en la sensibilidad a la insulina y en el control glucémico, el


descenso de la TA, descenso del factor de von Willebrand. Además, mejora la
palatibilidad de los alimentos y estudios a corto plazo no muestran mayor ganancia de
peso en dietas isocalóricas ricas en MUFA. Las fuentes principales de MUFA son: el
aceite de oliva, los cacahuetes y las nueces.

Ácidos grasos saturados: un descenso en la ingesta de ácidos grasos saturados


disminuye los niveles de LDL y LDL-colesterol. Evidencias epidemiológicas reflejan que
poblaciones con baja ingesta en estos ácidos grasos tienen una mortalidad y morbilidad
reducidas.

Ácidos grasos poliinsaturados (PUFA): el incremento de la ingesta de PUFA ayuda a


descender los niveles de LDL colesterol. Sin embargo, una ingesta elevada puede llevar a
un descenso de HDL-colesterol.

La ingesta de colesterol en alimentos debe ser menor de 300 mg/día.

14
M. M. Humphreys, tras la revisión de estudios como el Eurodiab Study, observa una
ingesta de lípidos en los pacientes diabéticos superior a la recomendada con un 14% de
grasas saturadas. (Canóvas, Koning, Muñoz, & Vázquez, 2001)

La ingesta de grasa saturada es la principal responsable de la elevación del colesterol y


su potencial capacidad para producir aterogénesis depende del tipo y la cantidad de grasa
que contenga el alimento consumido. Hoy por hoy, no existe evidencia suficiente para
desaconsejar el consumo de huevos o marisco en los pacientes diabéticos.

En lo que respecta a las grasas trans, estudios observacionales sugieren que su elevado
consumo se asocia a mayor riesgo de desarrollar DM2 y, en los sujetos obesos con DM2,
producen un aumento de la insulina postprandial. Sobre el perfil lipídico, las grasas trans
se asocian a incremento de las cifras de LDLc, reducciones de HDLc y, por tanto,
empeoran el perfil de riesgo CV. Están claramente desaconsejadas.

Las RD (recomendaciones dietéticas) para pacientes con diabetes en lo que respecta a la


ingesta de grasas han sufrido modificaciones, al igual que los HC, a lo largo de la historia.
El porcentaje del VCT reservado a las grasas no es estanco, y se ajustará en función de
los objetivos deseados, de forma que la suma de HC y lípidos no supere el 80% del VCT.
Se restringen las grasas saturadas por su potencial aterogénico a < 10% del VCT los AGP
se permiten hasta el 10% y el resto se recomiendan en forma de AGM. (Gómez & Palma,
s/f)

15
UNIDAD II
LEY ALIMENTARIA, MACRONUTRIENTES Y MICRONUTRIENTES EN
PACIENTES DIABÉTICOS

Objetivo de la unidad: establece los requerimientos de ingesta recomendada en


pacientes diabéticos, como los con los macronutrimentos (hidratos de carbono, proteínas,
lípidos) y micronutrimentos (vitaminas y nutrimentos inorgánicos).

2.1 Importancia de la alimentación en la diabetes mellitus

El tratamiento dietético es un componente integral en el manejo y la educación del


paciente diabético. Hoy en día existen recomendaciones nutricionales basadas en un
sinnúmero de estudios; sin embargo, siempre es importante tomar en cuenta las
circunstancias y las preferencias étnicas y culturales de cada persona. Debido a la
complejidad del tratamiento dietético, es importante involucrar a un nutriólogo capacitado
en la alimentación del diabético como parte del equipo médico.

Los objetivos principales del tratamiento nutricional incluyen en primer lugar mantener los
siguientes resultados metabólicos:

• Glucemia lo más cercana al rango normal o dentro de éste para prevenir o


retardar la aparición de complicaciones.

• Perfil de lípidos y lipoproteínas que disminuya el riesgo de enfermedades


macrovasculares.

• Niveles de presión arterial que disminuyan el riesgo de enfermedad vascular.

En segundo lugar, es necesario prevenir y tratar las complicaciones crónicas de la


diabetes. Hay que modificar el consumo de energía y el estilo de manera que apoye el

16
tratamiento o el control de la obesidad, la dislipidemia, las enfermedades
cardiovasculares, la hipertensión y la neuropatía.

En tercer lugar, hay que mejorar el estado general de la salud a través de una
alimentación adecuada y una rutina de ejercicio regular que permitan lograr o mantener
un peso corporal saludable.

Por último, se debe implementar un plan alimenticio tomando en cuenta y respetando en


lo posible las consideraciones personales, culturales, gustos y preferencias del individuo,
así como su actitud y deseos para mejorar su propia alimentación. (Islas & Revilla, 2005)

Situaciones específicas

En los niños con diabetes tipo 1, el consumo de energía debe asegurar el crecimiento y
desarrollo adecuados. Asimismo, debe integrar el régimen de alimentación y la rutina de
ejercicios con las tomas de insulina.

En los niños con diabetes tipo 2 se deben establecer hábitos alimenticios adecuados para
disminuir la resistencia a la insulina y mejorar el estado metabólico.

En las mujeres embarazadas y los lactantes se debe cubrir la necesidad de energía y


nutrimentos para obtener resultados óptimos.

En los adultos mayores, el tratamiento debe cubrir las necesidades nutricionales y


psicológicas de esta etapa.

En los pacientes insulinodependientes hay que proveer la orientación necesaria para un


automanejo que favorezca la prevención y el tratamiento de la hipoglucemia, así como los
problemas con la glucosa relacionados con la actividad física.

En las personas con riesgo de diabetes es necesario disminuir dicho riesgo al fomentar
una rutina de ejercicio regular y tomar las decisiones adecuadas en cuanto a la
alimentación para lograr o mantener un peso corporal saludable. (Islas & Revilla, 2005)

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2.2 Ley alimentaria en las personas diabéticas

Norma oficial mexicana NOM-015-SSA2-2010, para la prevención, tratamiento y control


de la diabetes mellitus.

La epidemia de la diabetes mellitus (DM) es reconocida por la Organización Mundial de la


Salud (OMS) como una amenaza mundial. Se calcula que en el mundo existen más de
180 millones de personas con diabetes y es probable que esta cifra aumente a más del
doble para 2030. En 2005 se registraron 1.1 millones de muertes debidas a la diabetes,
de las cuales alrededor de 80% ocurrieron en países de ingresos bajos o medios, que en
su mayoría se encuentran menos preparados para enfrentar esta epidemia.

De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2000 (ENSA), la


prevalencia nacional de diabetes mellitus en hombres y mujeres adultos de más de 20
años fue de 7.5% (IC95% 7.1-7.9), lo que representa 3.6 millones de casos prevalentes,
de los cuales 77% contaba con diagnóstico médico previo. La prevalencia fue ligeramente
mayor en mujeres (7.8%) respecto de los hombres (7.2%).

De conformidad con la información de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2006


(ENSANUT) la prevalencia aumentó a 14%, lo que representa un total de 8 millones de
personas con diabetes; en la población urbana, la prevalencia fue significativamente
mayor.

En México, la DM ocupa el primer lugar en número de defunciones por año, tanto en


hombres como en mujeres las tasas de mortalidad muestran una tendencia ascendente
en ambos sexos con más de 70 mil muertes y 400,000 casos nuevos anuales cabe
señalar que según la Dirección General de Información en Salud en el 2007 hubo un
número mayor de defunciones en el grupo de las mujeres (37,202 muertes) comparado
con el de los hombres (33,310), con una tasa 69.2 por 100,000 habitantes en mujeres y
de 64 en hombres, diferencias importantes a considerar en las acciones preventivas, de
detección, diagnóstico y tratamiento de este padecimiento. La diabetes no es un factor de
riesgo cardiovascular. Es un equivalente de enfermedad cardiovascular debido a que el

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riesgo de sufrir un desenlace cardiovascular es igual al de la cardiopatía isquémica.
(dof.gob.mx, s/f)

La DM es un padecimiento complejo que lleva implícito una serie de situaciones que


comprometen el control en los pacientes, lo cual favorece el desarrollo de complicaciones,
con los consecuentes trastornos en la calidad de vida, muertes prematuras e incremento
en los costos de atención y tasas de hospitalización. Al igual que otros países, México
enfrenta problemas diversos que limitan la eficacia de los programas institucionales para
la contención de esta enfermedad. Destacan por su importancia el insuficiente abasto de
medicamentos, equipo inadecuado y obsoleto en las unidades de salud, la inaccesibilidad
a exámenes de laboratorio, deficiencias en el sistema de referencia y contrarreferencia de
pacientes, limitaciones de los servicios de apoyo psicológico, nutricional, nula promoción
de actividad física, automonitoreo y escasa supervisión de los servicios para alcanzar la
adherencia terapéutica.

El descontrol metabólico y las consecuentes complicaciones se agravan cuando en los


servicios de salud no se realiza una eficiente y oportuna detección y seguimiento de
grupos con factores de riesgo, aunado a que en la población hay una percepción
inadecuada y desconocimiento del riesgo para desarrollar diabetes. Lo anterior da lugar a
que no se realice un diagnóstico oportuno y a que no se dé la pronta incorporación de los
pacientes detectados al tratamiento.

Por consiguiente, se debe señalar la asociación de altas tasas de comorbilidad que


inciden en la gravedad de la diabetes y la presencia cada vez mayor de complicaciones
micro y macro vasculares por la falta de diagnóstico y tratamiento oportunos y de
seguimiento a los pacientes. La escasa utilización de intervenciones eficaces deriva en
que hasta el momento no se ha utilizado la evidencia científica disponible en la materia
como base para una mejor atención. La insuficiencia de recursos es otro de los factores
que inciden en la magnitud de la diabetes en México y en el cumplimiento de los objetivos
de los programas estatales. (dof.gob.mx, s/f)

19
La aplicación de la Norma Oficial Mexicana (NOM-015-SSA2-2010) contribuirá a reducir la
elevada incidencia de la enfermedad, a evitar o retrasar sus complicaciones y a disminuir
la mortalidad asociada a esta causa.

La aplicación de esta Norma Oficial Mexicana contribuirá a reducir la elevada incidencia


de la enfermedad, a evitar o retrasar sus complicaciones y a disminuir la mortalidad
asociada a esta causa.

Objetivo y campo de aplicación

• Esta Norma Oficial Mexicana tiene por objeto establecer los procedimientos para la
prevención, tratamiento, control de la diabetes y la prevención médica de sus
complicaciones.

• Esta Norma Oficial Mexicana es de observancia obligatoria en el territorio nacional


para los establecimientos y profesionales de la salud de los sectores público, social
y privado que presten servicios de atención a la diabetes en el Sistema Nacional de
Salud. (dof.gob.mx, s/f)

2.3 Alternativas de nutrición en pacientes diabéticos

La dieta es un componente esencial para el tratamiento de la diabetes tipo 2 (DM2) y para


su prevención.

Los objetivos de la terapia nutricional en el paciente con DM2 son:

• Conseguir y mantener un peso objetivo.

• Conseguir el objetivo individualizado de glucemia, tensión arterial y lípidos.

• Prevenir o retrasar las complicaciones de la diabetes.

20
• Mantener el placer de comer aportándole mensajes acerca de la elección de los
alimentos. (www.redgdps.org, 2018)

Distribución de macronutrientes

No hay una distribución de calorías ideales entres carbohidratos, grasas y proteínas.


Debemos adecuar la dieta a las creencias, las preferencias, el nivel sociocultural y las
habilidades y barreras para el cambio de nuestros pacientes y teniendo en cuenta
nuestros objetivos metabólicos:

• Pérdida de peso.
• Evitar hipoglucemias.
• Tratamiento con insulina a dosis fijas o variables, otros fármacos.
• Alteración de colesterol LDL, HDL o triglicéridos.
• Esteatosis hepática no alcohólica.
• Comorbilidades.

Recomendaciones sobre el contenido calórico

• La reducción de la ingesta calórica y la pérdida de peso moderado (5-7 %)


mejoran la resistencia a la insulina y la glucemia a corto plazo.

• No hay evidencias de que esta pérdida de peso disminuya la mortalidad ni los


eventos cardiovasculares.

• Cuando consideremos agotada toda posibilidad de pérdida de peso nos


centraremos e intentaremos que el paciente asuma un patrón dietético adecuado.
(www.redgdps.org, 2018)

21
Recomendaciones sobre la ingesta de hidratos de carbono

No existe una proporción ideal de carbohidratos para el paciente con DM2:

• Evitar los carbohidratos refinados y alimentos con azúcares añadidos, como


precocinados, pastelería y bollería.

• En esta misma línea, evitar también los zumos de frutas y los refrescos tanto
azucarados como edulcorados.

• Aunque los estudios no son concluyentes, es preferible ingerir hidratos de carbono


con índice glucémico bajo.

• Se basará sobre todo en el consumo de cereales integrales, legumbres, vegetales


y frutas.

• Los pacientes con suplementos de insulina rápida antes de las comidas deben
aprender a calcular las raciones de hidratos de carbono.

• En los pacientes con insulina a dosis fija debemos enseñarles un reparto de


hidratos de carbono relativamente fijo en tiempo y cantidades.

• Para muchos pacientes (ancianos, pacientes con alteración cognitiva o aquellos


con nivel cultural bajo) el método del plato puede ser una buena alternativa.
(www.redgdps.org, 2018)

22
Recomendaciones sobre la ingesta de proteínas

No hay evidencias de que una proporción determinada de proteínas en la dieta en


pacientes con DM2 sin enfermedad renal sea más adecuada:

• En aquellos pacientes que no tengan enfermedad renal y en los que deseemos


una pérdida de peso pueden ser más útiles dietas con alto contenido en proteínas
(20-30 % de la ingesta calórica).

• En pacientes con insuficiencia renal o proteinuria, debemos aconsejar una ingesta


proteica de 0,8 gr/kg de peso corporal.

• Son preferibles proteínas de origen vegetal o procedentes de lácteos desnatados.

Recomendaciones sobre la ingesta de grasas

No hay una proporción adecuada de grasas en la dieta para los pacientes con DM2:

• Es más importante la calidad de las grasas que la cantidad: una dieta


mediterránea alta en grasas (alrededor del 40 % de las calorías en forma de
grasas), pero rica en grasas monoinsaturadas mejora tanto el control de la
glucemia como los eventos cardiovasculares en comparación con una dieta baja
en grasas.

• Se recomienda la ingesta de ácidos grasos omega 3, provenientes del pescado,


frutos secos o semillas para prevenir la enfermedad CV. Esto se consigue con dos
o tres raciones de pescado a la semana siendo al menos una de ellas de pescado
azul.

• No se recomiendan suplementos de ácidos grasos omega 3.

23
• Los ácidos grasos trans e industriales no empeoran el control de la glucemia, pero
sí de los otros factores de riesgo cardiovascular y del riesgo cardiovascular.
(www.redgdps.org, 2018)

Recomendaciones sobre la ingesta de fibra

• La fibra no soluble, presente sobre todo en frutas y verduras, disminuye los niveles
de colesterol en sangre.

• Una dieta rica en fibra disminuye la probabilidad de eventos cardiovasculares.

• Se recomienda una dieta con una ingesta entre 25 y 30 gr de fibra.

Recomendaciones sobre la ingesta de sal

• Debemos aconsejar una ingesta moderada de sodio, 2,3 mg/d, y mayor restricción
en los pacientes que además tengan hipertensión arterial.

Recomendaciones sobre la ingesta de suplementos vitamínicos

• No hay evidencias de que suplementos vitamínicos, especias, hierbas o minerales


mejoren el control en pacientes con DM2.

• Se recomienda añadir suplementos de aquellos micronutrientes deficitarios en los


pacientes con dietas vegetarianas. (www.redgdps.org, 2018)

Recomendaciones sobre el consumo de algunos alimentos

• Los frutos secos parecen tener un efecto neutro en el control de la glucemia, pero
podrían tener un efecto beneficioso en la disminución de eventos
cardiovasculares. Un consumo de 30 gr entre 3 y 7 días por semana de nueces,
avellanas o almendras podría ser adecuado.

24
• Los huevos, fuente barata de proteínas de alta calidad, también parecen tener un
efecto neutro en el control de la glucemia y, en cantidad moderada (unos 4 a la
semana), no parecen tener efecto perjudicial en eventos cardiovasculares en
pacientes con DM2. No es preciso prohibir el consumo moderado de huevos.

• Las legumbres son alimentos ricos en proteínas vegetales, fibra y de una gran
variedad de micronutrientes, teniendo además un bajo índice glucémico. El
consumo recomendado es de una taza o un cazo tres veces por semana.

Recomendaciones sobre patrones dietéticos

Aconsejar un patrón dietético en lugar de nutrientes o alimentos por separado:

• El patrón de dieta mediterránea, la dieta DASH y una dieta basada en vegetales


han demostrado una disminución de las complicaciones cardiovasculares.

• La elección de la dieta se basará en las preferencias y características del paciente.

• Se estudiará la alimentación previa del paciente, reforzando los hábitos saludables


y proponiendo alternativa a los menos recomendados.

• La dieta mediterránea es la que más evidencias tiene en estos momentos en la


prevención de eventos cardiovasculares en diabéticos.

• La dieta mediterránea puede aportar una mayor adherencia a la dieta por sus
características organolépticas. (www.redgdps.org, 2018)

25
2.4 Cálculo de macronutrientes y micronutrientes en personas diabéticas

Reparto de macronutrientes

• Proteínas

Las raciones necesarias de proteína en sujetos con DM no complicada son similares a las
recomendadas en población sana: de 0.8-1 g/ kg/día, comprendiendo entre un 10-20% del
total de calorías consumidas.

Aunque las proteínas estimulen la secreción de insulina no parecen influir en la


concentración de glucemia en la DM bien controlada, como indica la ADA (American
Diabetes Association) con un grado de evidencia B. Sólo si el control glucémico no es
adecuado, los requerimientos podrían ser mayores que las RDA (Recommended Dietary
Allowance), pero no mayores que la ingesta habitual.

No existe evidencia para recomendar el uso de dietas altas en proteínas (>20%) y bajas
en carbohidratos. A pesar que hay estudios que refieren que podrían reducir el apetito y
aumentar la saciedad, mejorando el control glucémico, sus efectos a largo plazo no han
sido estudiados de forma adecuada. (De Luis, Bellido, & García, 2010)

• Carbohidratos

Tanto en personas sanas como en diabéticos se recomienda la ingesta abundante de


carbohidratos (45-55%). Cereales, verduras y frutas son fuentes adecuadas de vitaminas,
minerales y fibra vegetal. El efecto glucémico de los carbohidratos en alimentos es
variable y difícil de predecir.

Diversos hidratos de carbono tienen respuestas diferentes en la glucemia, pero desde una
perspectiva clínica hay que prestar prioridad absoluta a la cantidad total de carbohidratos
consumida y no a sus fuentes.

26
M. M. Humphreys, tras la revisión de diversos estudios, demuestra una ingesta de
carbohidratos por debajo de lo normal en pacientes diabéticos con una ingesta media del
39-43% del total de calorías. (Canóvas, Koning, Muñoz, & Vázquez, 2001)

Reparto de micronutrientes

• Vitaminas

No existe justificación para la prescripción rutinaria de suplementos vitamínicos y


minerales en la mayoría de los diabéticos. Sin embargo, es aconsejable monitorizar sus
niveles cada dos o tres años y hacer encuestas acerca de la dieta para detectar
precozmente el posible déficit, así como proporcionar consejos dietéticos para evitarlos.

Vitaminas y micronutrientes antioxidantes (tocoferol, vitamina C, carotenoides y


flavonoides): está en fase de investigación la utilidad de estos antioxidantes, de los cuales
el más estudiado es el de la vitamina E. El fin de estos antioxidantes es reducir el estrés
oxidativo asociado a hipeglucemia y relacionado con las complicaciones macrovasculares.

Se recomienda en la población general y en especial en los diabéticos la ingesta de


alimentos que contengan de forma natural cantidades significativas de antioxidantes como
la fruta y la verdura. Sin embargo, no existe justificación actualmente para su
suplementación farmacológica de rutina.

Otras vitaminas: la respuesta a los suplementos vitamínicos depende en gran medida del
estado nutricional de la persona, respondiendo positivamente solo aquellos con déficit de
micronutrientes. (Canóvas, Koning, Muñoz, & Vázquez, 2001)

• Minerales

Cromo

La deficiencia de cromo en modelos animales se acompaña de hiperglucemia,


hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia. Sin embargo, es poco probable que la mayoría

27
de los diabéticos muestren deficiencia de dicho mineral, tres estudios doble ciego con
esquemas cruzados sobre suplementación con cromo, no mostraron ninguna mejoría en
el control de la glucemia. En individuos con menor tolerancia a la glucosa que
consumieron una dieta con deficiencia de cromo durante cuatro semanas, la
suplementación con el mineral mejoró la tolerancia a la glucosa.

Magnesio

La diabetes mellitus es una de las enfermedades crónicas más frecuentemente asociada


a la deficiencia de magnesio. Esta deficiencia puede estar relacionada con el defecto
tubular renal que puede aparecer en la diabetes, que junto a la diuresis osmótica
producen una importante pérdida de Mg. La hipomagnesemia ocurre en un 25-38% de los
pacientes con DM, habiéndose sugerido una asociación entre pérdida de magnesio,
resistencia insulínica y disminución de la secreción de insulina. La suplementación con
dosis < 45 mmol/día de magnesio parecen eficaces y seguras. Sólo está indicado valorar
niveles de Mg en pacientes con alto riesgo de deficiencia de dicho mineral.

Zinc

Los pacientes con diabetes mellitus tienen alterado el manejo del zinc con baja cinquemia
incremento de la excreción urinaria del mismo. Los niveles de Zn deben determinarse y
suplementarse en caso de déficit, siendo necesarios niveles de zinc constantes para
mantener una secreción de insulina normal. (Canóvas, Koning, Muñoz, & Vázquez, 2001)

28
UNIDAD III
ORIENTACIÓN Y ASESORÍA EN LA DIABETES MELLITUS

Objetivo de la unidad: reconoce los cambios que deben realizar las personas que
presentan Diabetes Mellitus en su alimentación satisfaciendo sus necesidades de los
macronutrimentos y micronutrimentos.

3.1 Orientación y asesoría en la diabetes mellitus, cambios alimentarios

Para conseguir un control correcto de la diabetes es determinante que el paciente se


implique y tome un papel activo en el autocuidado de su enfermedad. La Diabetes Mellitus
es una patología crónica, cuyo control requiere una atención y cuidados simples pero
frecuentes. Por tanto, no hay nadie mejor que el propio paciente, entrenado y motivado,
para llevarlos a cabo, pues es quien convive con la diabetes las 24 horas del día.

Por ello, la persona con Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2) debe estar informada sobre los
siguientes aspectos:

• Qué es la DM2 y cuál es su evolución (complicaciones a corto y a largo plazo).

• La medicación que debe tomar, cómo y cuándo la debe tomar.

• La necesidad de hacer una dieta adecuada y ejercicio físico regular.

• Los autocuidados que son necesarios, cómo llevarlos a cabo y su periodicidad.

• Los controles médicos que requiere y su periodicidad.

• Y por supuesto, las consecuencias de no seguir o seguir incorrectamente un


tratamiento y los beneficios de llevarlo a cabo cuanto antes, en etapas lo más

29
tempranas posibles de la enfermedad, para evitar las complicaciones derivadas de
la misma. (Gómez & Hormigo, s/f)

Algunos conceptos fisiológicos:

Las células del cuerpo obtienen la energía que necesitan de la glucosa, un hidrato de
carbono que llega a la sangre a través de la ingesta de alimentos.

Para que la glucosa penetre en la célula y por tanto pueda ser aprovechada, es necesaria
la presencia de insulina, una hormona fabricada por las células beta del páncreas. Si
existe un déficit de ésta, la glucosa se acumula en la sangre y se produce la denominada
hiperglucemia.

Definición y tipos diabetes mellitus:

La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad crónica que se caracteriza por la elevación
de la glucosa en sangre o hiperglucemia. Básicamente existen tres tipos de DM, la DM
tipo 1, la DM tipo 2 y la diabetes gestacional.

En la DM tipo 1, la hiperglucemia se produce por la incapacidad del páncreas de segregar


la insulina necesaria, debido a la destrucción de las células beta. En la DM tipo 2, la
elevación de la glucosa se produce por un doble mecanismo: disminución progresiva de la
secreción de insulina por las células beta del páncreas y una incapacidad de utilizar la
glucosa -a pesar de existir niveles de insulina adecuados por las células del cuerpo
(resistencia a la insulina o intolerancia a la glucosa). La diabetes gestacional es aquella
que aparece durante el embarazo. Las mujeres que han presentado diabetes gestacional
tienen mayor riesgo de padecer DM tipo 2 en el futuro. (Gómez & Hormigo, s/f)

Prevención de la diabetes:

Muchos de los factores de riesgo de la DM tipo 2 pueden modificarse y con ello prevenir
en gran medida la aparición o desarrollo de esta enfermedad. De ahí la importancia de

30
realizar cambios en el estilo de vida: dieta sana y equilibrada, pérdida de peso y actividad
física regular.

Síntomas de la DM: La DM tipo 1 es frecuente que se manifieste por la presencia de sed


intensa (polidipsia), ganas frecuentes de orinar (poliuria), cansancio y pérdida de peso.
Son los denominados síntomas clásicos de la diabetes. Sin embargo, en las primeras
fases de la enfermedad la DM tipo 2 habitualmente cursa de forma asintomática, de tal
manera que no es infrecuente que el diagnóstico sea accidental, gracias a una analítica
indicada por otra causa.

Diagnóstico de DM:

Se considera que una persona tiene DM cuando cumple uno de los siguientes criterios:

1. Valores de glucosa basal en sangre ≥ 126 mg/dL en al menos dos ocasiones. La


glucosa en sangre (plasmática) basal es aquella determinada en ayunas durante al
menos 8 horas.

2. Valores de glucosa en sangre ≥ 200 mg/dL a las 2 horas en la Prueba de


Tolerancia Oral a la Glucosa (Nota: la Prueba de Tolerancia Oral a la Glucosa
consiste en la medición de los niveles plasmáticos de glucosa en diferentes
tiempos tras la ingesta de 75 gramos de glucosa. En pacientes con DM los niveles
de glucemia tras la prueba son superiores a la de los pacientes sanos).

3. En pacientes con síntomas clásicos de hiperglicemia (polidipsia, poliuria y pérdida


de peso) o crisis hiperglicémica, una determinación al azar de glucosa plasmática
(sanguínea) ≥ 200 mg/dL.

4. Valores de hemoglobina glicosilada (HbA1c) ≥ 6,5% (Gómez & Hormigo, s/f)

31
Alimentación

La alimentación constituye el principal pilar del tratamiento de la DM. El seguimiento de


una dieta adecuada disminuye los niveles de hemoglobina glicosilada (HbA1c), el
parámetro más fiable para evaluar el control de la glucemia.

Debido a que la mayoría de los pacientes con DM tipo 2 son obesos y que la obesidad
constituye uno de los factores predisponentes a padecer diabetes mellitus tipo 2, una
nutrición equilibrada e hipocalórica adquiere especial importancia en estos pacientes.

En definitiva, la dieta en el paciente con DM tipo 2, entre otras, las siguientes funciones:
controlar la glucemia, disminuir el peso en pacientes con sobrepeso u obesidad y
disminuir el colesterol o los triglicéridos en pacientes con dislipemias (hiperlipemias).

Existen una gran variedad de tipos de dietas (combinación de diferentes alimentos o


grupos de alimentos) eficaces para los pacientes con DM. Por ello, a la hora de
recomendar un patrón de dieta se debería tener en cuenta las preferencias de la persona
(factores culturales, religiosos, económicos…) y por supuesto, las posibles alteraciones
metabólicas o enfermedades concomitantes que presente.

En nuestro medio, la dieta más apropiada (por factores culturales, tradición y accesibilidad
a los alimentos que la componen) es la denominada mediterránea. En pacientes con DM
tipo 2 la dieta mediterránea ha demostrado mejorar el control glucémico y disminuir los
factores de riesgo cardiovascular. Por tanto, puede ser recomendada como una opción
eficaz. (Gómez & Hormigo, s/f)

32
Alimentos a evitar por el paciente con DM:

Como se ha comentado antes, la dieta mediterránea no solo es la dieta aconsejada para


pacientes con DM tipo 2, sino también la más adecuada para las personas sanas en
nuestro medio. Sin embargo, es importante que el paciente con DM evite la ingesta de los
siguientes alimentos:

• Alimentos que contengan azúcares refinados: azúcar común o sacarosa, miel,


mermeladas convencionales, cualquier tipo de bebida o refresco con azúcar (que
no sea light o cero calorías), productos de repostería (pasteles, bollería, galletas,
helados...) que contengan azúcar o fructosa, etc.

• Evitar la mantequilla, la margarina, la nata, aceites no vegetales y aceites


vegetales de cacahuete, palma o coco, pues son fuente de grasas poco
saludables (saturadas). La principal fuente de grasa en la dieta del diabético, al
igual que en la población general, debe ser el aceite de oliva.

• Si es obeso (es el caso del 80% de los pacientes con DM tipo 2) su médico puede
además restringirle la ingesta de calorías y el consumo de ciertos alimentos como
frutos secos, cereales o alcohol.

• En las personas con colesterol elevado, el seguimiento de la dieta mediterránea


puede ser suficiente para disminuir sus niveles. Su médico puede hacer hincapié
en la ingesta de lácteos desnatados, reducción del consumo de yemas de huevos,
restricción total de embutidos, marisco o bollería industrial, etc. Si la dieta no es
suficiente, su médico puede indicarle tratamiento farmacológico. (Gómez &
Hormigo, s/f)

33
Número de comidas:

El concepto clásico de que el paciente con DM debe hacer cinco comidas al día proviene
de los tiempos en los que se usaban insulinas humanas (NPH o mezclas). El aumento de
la distribución de las comidas ayudaba a evitar las hipoglucemias. Actualmente con los
análogos de la insulina (insulinas sintéticas) esto no es necesario. Un diabético debe
comer con la misma frecuencia que el resto de la población sana: tres comidas.

Al igual que se recomienda en la población sin diabetes, el desayuno debe ser, junto con
el almuerzo del mediodía, la comida que mayor cantidad de calorías contenga. La cena,
por contrapartida, debe ser ligera. El desayuno puede contener pan con embutido, fruta y
leche o yogurt. (Gómez & Hormigo, s/f)

3.2 Actividad física

El ejercicio físico es uno de los principales pilares del tratamiento de la DM y de la


prevención en pacientes con alto riesgo de presentarla. Los estudios demuestran que la
práctica regular de ejercicio, aunque sea de intensidad leve, mejora el control glucémico o
metabólico, disminuye el riesgo cardiovascular y aumenta el bienestar general. Además,
la actividad física regular contribuye a la disminución del peso, uno de los principales
objetivos en la mayoría de pacientes con DM tipo 2.

La edad avanzada y la presencia de enfermedades de concomitantes (ej. artrosis que


limite la movilidad), no son un impedimento para hacer ejercicio. Los pacientes mayores
y/o con comorbilidades obtienen también grandes beneficios, si bien deberá adaptarse la
intensidad y la frecuencia de la actividad física a la capacidad de cada persona.

En definitiva, el ejercicio físico en el paciente con DM previene la aparición de las


complicaciones, que es el objetivo principal de esta enfermedad.

34
La recomendación de hacer ejercicio físico adquiere todavía más importancia en los
pacientes con sobrepeso u obesidad.

Los beneficios en el control de la glucemia se producen en parte porque el ejercicio físico


regular aumenta la sensibilidad a la glucosa y disminuye por tanto la resistencia
patológica a la insulina que tienen los pacientes con DM tipo 2.

Tipo, frecuencia e intensidad de actividad física

La actividad física más recomendada para los pacientes con diabetes mellitus tipo 2, es el
ejercicio aeróbico (de baja intensidad y la larga duración), principalmente caminar, bailar,
nadar, ciclismo, etc. El paciente debe elegir el ejercicio que más le guste o divierta y que
mejor se adapte a tu estilo de vida, pues se favorecerá el bienestar y la persistencia en la
práctica de la actividad física.

Es más importante la constancia o persistencia en la práctica del ejercicio que el tipo de


ejercicio realizado.

La frecuencia y duración habitualmente aconsejada son 30-60 minutos cinco veces a la


semana. Sin embargo, la intensidad y la frecuencia deberá adecuarse a la edad y
características de cada paciente, de ahí la importancia de consultar con el médico antes
de iniciar con la actividad física.

Ejercicio físico no estructurado

La falta de tiempo no debería ser una excusa para no realizar ejercicio físico pues pueden
aprovecharse las actividades y obligaciones de la vida diaria para practicarlo. Se ha
demostrado que el acumulo de sesiones de 5-10 minutos de ejercicio no estructurado a lo
largo del día (evitar el ascensor y subir escaleras, evitar vehículos motorizados y caminar
o ir en bicicleta para desplazarse, etc.) producen beneficios metabólicos y
cardiovasculares similares a los obtenidos a través de la práctica en una sola sesión de
30-60 minutos de ejercicios estructurados.

35
Las tareas domésticas (barrer, fregar, trapear, etc.) no deben considerarse como
sustitutas del ejercicio físico pues generan un gasto calórico pequeño y para
desempeñarlas no suele utilizarse los grandes grupos musculares. (Gómez & Hormigo,
s/f)

3.3 Medicación

Generalmente el tratamiento de la DM tipo 2 es escalonado. Se empieza modificando la


dieta y haciendo ejercicio. Si estas medidas no son suficientes se inicia tratamiento con un
antidiabético oral (ADO). Si aún no se controla la glucemia, se administra tratamiento
combinado con un segundo o incluso un tercero ADO o con insulina.

Este esquema de tratamiento no siempre se aplica. Por ejemplo, en determinados


pacientes con DM tipo 2 recién diagnosticada con sintomatología muy marcada y/o
glucemia o HbAC1 muy elevadas su médico puede indicar de entrada el tratamiento con
insulina.

Algunos pacientes con DM tipo 2 leve o aquellos que hacen cambios drásticos de estilo
de vida pueden controlar la glucemia sin necesidad de medicación (supone menos de un
10% de todos los pacientes con DM tipo 2 en tratamiento). Sin embargo, la mayoría de
ellos, con el paso de los años, por la propia evolución de la enfermedad (disminución
progresiva de la secreción de insulina por el páncreas), acabarán necesitándola.

3.4 Importancia del cumplimiento del tratamiento

El cumplimiento del tratamiento (adherencia al tratamiento) es muy importante para el


control de la enfermedad. Si se abandona el tratamiento, la DM se descontrola y a mayor
control, mayor incidencia de complicaciones.

Existen estudios que revelan que el 20-40% de los pacientes incumplen el tratamiento. La
falta de adherencia es frecuente en toda patología crónica.

36
Las causas más frecuentes de incumplimiento son el olvido, no creer en el fármaco, no
otorgarle importancia al tratamiento o no tener confianza en las medidas que ha
recomendado el médico.

Cuanto menos experto sea el paciente y menos conciencia tenga de su enfermedad, peor
será la relación con el médico y mayor el incumplimiento, de ahí la importancia de
formar/educar al paciente en la DM. También influye en la adherencia el número de
fármacos que se toman y el número de tomas (mejor una toma al día que dos o tres).

Otras causas de incumplimiento son los efectos secundarios de los fármacos. Algunos de
los efectos secundarios pueden ser los siguientes:

• Aumento de peso. Es más frecuente en pacientes en tratamiento con insulina o


sulfonilureas.

• Hipoglucemia. Este efecto secundario es propio del tratamiento con insulina o


fármacos secretagotos.

• Intolerancia digestiva. (Náuseas, meteorismo, diarrea, sabor metálico…)

• Candidiasis u otras infecciones por hongos en el área genital.

• Edemas, hinchazón de pies, descalcificaciones óseas, osteoporosis.

Si el paciente presenta algún efecto secundario debe consultar a su médico. Este puede
ofrecer una vía para minimizar o evitar el efecto secundario y si no es posible, cambiar la
medicación.

Una buena recomendación para el paciente es la siguiente: “No se salte ninguna toma de
medicación salvo recomendación de su médico. Si presenta algún síntoma o molestia que
sospeche que puede estar relacionado con la medicación consulte con él”. (Gómez &
Hormigo, s/f)

37
3.5 Autocuidados en la Diabetes Mellitus

Aquellos pacientes que se informan y forman en su propio cuidado tienen un mejor control
de la diabetes y consecuentemente menos complicaciones a corto y a largo plazo. En
ocasiones ese nivel de formación es muy básico, pero suficiente para conseguir los
objetivos.

Los pacientes más concienciados, implicados y activos en el control de la diabetes saben


que la evolución de la diabetes es progresiva y que la velocidad de esa progresión
depende sobre todo de uno mismo. Son personas que han integrado y asumido la
enfermedad en su rutina, la llevan con naturalidad, hacen un esfuerzo por cambiar
hábitos, y cumplen el tratamiento. Estos pacientes hacen afirmaciones como las
siguientes: “…no has de obsesionarte sino de estar al pendiente…” “…lo llevas con
naturalidad, te acostumbras…”, “… te acabas mentalizando y te cuidas…”

El paciente con DM no debe preocuparse únicamente por el control de la glucemia. Otros


parámetros que debe controlar por sí mismo y/o con la ayuda de su equipo sanitario para
disminuir el riesgo cardiovascular y la micro y macroangiopatía diabética son los
siguientes: peso, presión arterial, lípidos (colesterol y triglicéridos) la función renal
(mediante una analítica de sangre y orina para detectar la presencia de microalbuminuria),
la vista y los pies.

38
BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

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