Biografias Dos Padres Da Igreja
Biografias Dos Padres Da Igreja
Biografias Dos Padres Da Igreja
Santo Agostinho
Biografia - pg. 7
Santo Ambrósio
Biografia - pg 45
Aristides
Biografia - pg. 64
Santo Atanásio
Biografia 1 - pg. 67
Biografia 2 - pg. 88
São Basílio
São Beda
2
Biografia 2 - pg. 159
São Bento
Cassiodoro
Pseudo-Dionísio Areopagita
Eusébio de Cesaréia
3
Evágrio Pôntico
Biografia 1 - 276
4
Santo Irineu de Lyon
São Jerônimo
5
Biografia - pg. 505
Orígenes
Tertuliano
6
Santo Agostinho
Biografia
San Agustín
Contenido
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las muchas seducciones de la gran ciudad, aún medio
pagana, el libertinaje de otros estudiantes, los teatros, la
embriaguez de su éxito literario y el orgulloso deseo de ser el
primero en todo, incluso en el mal. Al poco tiempo se vio
obligado a confesar a Mónica que se había metido en una
relación pecaminosa con la persona que dio a luz a su hijo
(372), "el hijo de su pecado"---un enredo del que tan sólo
se liberó a sí mismo en Milán, al cabo de quince años de
esclavitud.
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contradicciones en la Sagrada Escritura; y, sobre todo, por la
esperanza de encontrar en su doctrina una explicación
científica de la naturaleza y sus más misteriosos fenómenos.
A la mente inquisitiva de Agustín le entusiasmaban las
ciencias naturales, y los maniqueos declaraban que la
naturaleza no guardaba secretos para su doctor, Fausto.
Además, Agustín se sentía atormentado por el problema del
origen del mal y al no resolverlo, reconoció dos principios
opuestos. Por añadidura, existía el poderoso encanto de la
irresponsabilidad moral en una doctrina que negaba el libre
albedrío y atribuía la comisión del pecado a un principio
ajeno.
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premio en un concurso poético en el que tomó parte, y el
procónsul Vindiciano le confirió públicamente la “corona
agonistica”.
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la noche. Recién llegado a Roma cayó gravemente enfermo;
al recuperarse abrió una escuela de retórica, pero disgustado
por las argucias de los alumnos, que le engañaban
descaradamente con los honorarios de las clases, solicitó una
cátedra vacante en Milán, la cual obtuvo y el prefecto Símaco
lo aceptó. Cuando visitó al obispo Ambrosio se sintió tan
cautivado por la amabilidad del santo que comenzó a asistir
con regularidad a sus prédicas.
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de fiesta de otoño, renunció a su cátreda y se marchó con
Mónica, Adeodato, y sus amigos a Casicíaco, la propiedad
campestre de Verecundo, para dedicarse allí a la búsqueda de
la verdadera filosofía que para él ya era inseparable del
cristianismo.
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descubierto una oposición radical entre los "Diálogos"
filosóficos que escribió en este retiro, y el estado del alma
que describe en las "Confesiones". Según Harnack, cuando
Agustín escribió las "Confesiones" tuvo que haber
proyectado los sentimientos del obispo del año 400 en el
ermitaño del año 386. Otros van más lejos y sostienen que el
ermitaño de la quinta milanesa no podía haber sido cristiano
de corazón, sino platónico; que la conversión en la escena
del jardín no fue al cristianismo, sino a la filosofía; y que la
fase genuinamente cristiana no comenzó hasta 390.
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cristiano, no platónico. Nos revela los más íntimos detalles
de su conversión, el argumento que lo convenció a él (la vida
y conquistas de los Apóstoles), su progreso en la fe en la
escuela de San Pablo (ibid., II,II), las deliciosas conferencias
con sus amigos sobre la Divinidad de Jesucristo, las
maravillosas transformaciones que la fe obró en su alma,
incluso conquistando el orgullo intelectual que los estudios
platónicos habían despertado en él (De la vida feliz), y por
fin, la calma gradual de sus pasiones y la gran resolución de
elegir la sabiduría como única compañera (Soliloquios, I, X).
15
1886, p. 51), siempre había reprochado a los platónicos el
fueran ignorantes o que rechazaran los puntos
fundamentales del cristianismo: "primero, el gran misterio, el
la Encarnación del Verbo; y después, el amor, descansando
sobre una base de humildad". También ignoran la gracia,
dice, dando sublimes preceptos de moralidad sin ninguna
ayuda para alcanzarlos.
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Agustín no pensó en entrar al sacerdocio y, por miedo al
episcopado, incluso huyó de las ciudades donde era necesaria
una elección. Un día en Hippo Regius, donde lo había
llamado un amigo cuya salvación del alma estaba en peligro,
estaba orando en una iglesia cuando de repente la gente se
agrupó a su alrededor aclamándole y rogando al obispo,
Valerio, que lo elevara al sacerdocio. A pesar de sus lágrimas,
Agustín se vio obligado a ceder a las súplicas y fue ordenado
en 391. El nuevo sacerdote consideró esta ordenación un
motivo más para volver a su vida religiosa en Tagaste, lo que
Valerio aprobó tan categóricamente que puso cierta
propiedad eclesiástica a disposición de Agustín, permitiendo
así que estableciera un monasterio, el segundo que había
fundado. Sus cinco años de ministerio sacerdotal fueron
admirablemente fructíferos; Valerio le había rogado que
predicara, a pesar de que en África existía la deplorable
costumbre de reservar ese ministerio para los obispos.
Agustín combatió la herejía, especialmente el maniqueísmo,
y tuvo un éxito prodigioso. Fortunato, uno de sus grandes
doctores al que Agustín había retado en conferencia pública,
se sintió tan humillado al verse derrotado que huyó de
Hipona. Agustín también abolió el abuso de celebrar
banquetes en las capillas de los mártires. El 8 de octubre del
año 393 tomó parte en el Concilio Plenario de África,
presidido por San Aurelio, obispo de Cartago, y a petición
de los obispos se vio obligado a dar un discurso que, en su
forma completa, más tarde llegó a ser el tratado de "De Fide
et symbolo."
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convento, transformó su residencia episcopal en monasterio,
donde vivió una vida en comunidad con sus clérigos, que se
comprometieron a observar la pobreza religiosa. Lo que así
fundó, ¿fue una orden de clérigos regulares o de monjes?
Esta pregunta ha surgido con frecuencia, pero creemos que
Agustín no se paró mucho a considerar estas distinciones.
Fuera como fuere, la casa episcopal de Hipona se transformó
en una verdadera cuna de inspiración que formó a los
fundadores de los monasterios que pronto se extendieron
por toda África, y a los obispos que ocuparon las sedes
vecinas. San Posidio (Vita S. August., XXII) enumera diez de
los amigos del santo y discípulos que fueron promovidos al
episcopado. Fue así que Agustín ganó el título de patriarca
de los religiosos y renovador de la vida del clero en África.
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os mostraría la misma indulgencia que mis hermanos
mostraron conmigo cuando yo erraba ciego por vuestras
doctrinas" (Contra Epistolam Fundamenti, III). Entre los
acontecimientos más memorables ocurridos durante esta
controversia, cuenta la gran victoria que en 404 obtuvo
sobre Félix, uno de los "elegidos" de los maniqueos y gran
doctor de la secta. Estaba propagando sus errores en
Hipona, y Agustín le invitó a una conferencia pública cuyo
tema necesariamente causaría un gran revuelo; Félix se
declaró derrotado, abrazó la fe y, junto con Agustín,
suscribió las actas de la conferencia. Agustín, en sus escritos,
refutó sucesivamente a Mani (397), al famoso Fausto (400),
a Secundino (405), y (alrededor de 415) a los fatalistas
priscilianistas a quien Paulo Orosio había denunciado. Estos
escritos contienen la opinión clara e incuestionable del santo
sobre el eterno problema del mal, pensamiento basado en un
optimismo que proclama, igual que los platónicos, que toda
obra de Dios es buena y la única fuente del mal moral es la
libertad de las criaturas (De Civitate Dei, XIX.13.2). Agustín
defiende el libre albedrío, incluso en el hombre como es, con
tal ardor que sus obras contra los maniqueos son una
inagotable reserva de argumentos en esta controversia
todavía en debate.
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principales teorías sobre el libre albedrío y nunca modificó su
opinión sobre lo que constituye la condición esencial, es
decir, la plena potestad de elegir o de decidir. ¿Quién se
atrevería a decir que cuando revisó sus propios escritos le
faltó claridad de percepción o sinceridad en un punto tan
importante?
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La historia de las luchas de Agustín contra los donatistas
también es la de su cambio de opinión en cuanto a las
rigurosas medidas a emplear contra los herejes; y la Iglesia
Africana, de cuyos concilios él había sido el alma, siguió su
ejemplo. Este cambio de posición lo atestigua solemnemente
el mismo obispo de Hipona, especialmente en sus Cartas,
(93), (en el año 408). Al principio buscó restablecer la
unidad por medio de conferencias y amistosas discusiones.
Inspiró varias medidas conciliadoras en los Concilios de
África, y envió embajadores a los donatistas invitándolos a
reintegrarse a la Iglesia o, al menos, apremiándolos a que
enviaran diputados a una conferencia (403). Al principio los
donatistas respondieron con silencio, después con insultos, y
por último con una violencia tal que Posidio, obispo de
Calamet, amigo de Agustín, tuvo que huir para librarse de la
muerte, el obispo de Bagaïa quedó cubierto con horribles
heridas, y el mismísimo obispo de Hipona sufrió varios
atentados contra su vida (Carta 88 a Januario, el obispo
donatista). Esta locura de los circumceliones exigía una
represión dura y Agustín, siendo testigo de las muchas
conversiones que surgieron de todo esto, aprobó a partir de
entonces unas rígidas leyes. No obstante, hay que señalar
esta importante salvedad: San Agustín jamás deseó que la
herejía se castigara con la muerte---Vos rogamos ne occicatis
(Epístola l00, al procónsul Donato). Pero los obispos aún
favorecían una conferencia con los cismáticos, y en 410
Honorio proclamó un edicto que puso fin a la negativa
donatista. En junio de 411 tuvo lugar una conferencia
solemne en Cartago, en presencia de 279 obispos donatistas
y 286 católicos. Los portavoces de los donatistas eran
Petiliano de Constantinopla, Primiano de Cartago, y
Emérito de Cesarea; los oradores católicos eran Aurelio y
Agustín. En cuanto a la cuestión histórica que entonces se
debatía, el obispo de Hipona demostró la inocencia de
Ceciliano y de su consagrante Félix; y en el debate
dogmático estableció la tesis católica de que mientras la
Iglesia esté en la tierra puede, sin perder su santidad, tolerar
bajo su palio a los pecadores a fin de convertirlos. En
21
nombre del emperador, el procónsul Marcelino sancionó la
victoria de los católicos en todos los puntos. Poco a poco el
donatismo fue decayendo hasta desaparecer con la llegada de
los vándalos.
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un eterno problema para los individuos y para la Iglesia. Más
adelante nos extenderemos en el sistema de Agustín; aquí
sólo necesitamos señalar las fases de la controversia. África,
donde Pelagio y su discípulo Celestio habían buscado
refugio después de la toma de Roma por Alarico, fue el
centro principal de los primeros desórdenes pelagianos; ya en
412 un concilio celebrado en Cartago condenó a los
pelagianos por sus ataques a la doctrina del pecado original.
Entre otros libros que Agustín escribió en contra de ellos
estaba el famoso "De naturâ et gratiâ", gracias al cual los
concilios celebrados más tarde en Cartago y Mileve
confirmaron la condena a estos innovadores que habían
conseguido engañar a un sínodo reunido en Diospolis en
Palestina, condena que fue reiterada después por el Papa San
Inocencio I (417). Un segundo período de intrigas
pelagianas se suscitó en Roma, pero el Papa San Zósimo, a
quien las estratagemas de Celestio tuvieron
momentáneamente cegado hasta que Agustín le hizo abrir
los ojos, pronunció la solemne condena de estos herejes en
418. A partir de entonces el combate se hizo por escrito
contra Julián de Eclana, que asumió el liderazgo del partido
y atacó violentamente a Agustín.
23
Luchas contra el Arrianismo y los últimos años
24
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Vida_de_San_Agust%C3%A
Dn_de_Hipona
25
Apresentação de seu pensamento
26
metafísica, e um encontro decisivo. Liberto do materialismo
de Mani, tratou de purificar seus costumes, como esclarecera
seu pensamento; mas as paixões eram tenazes, e ele mesmo
se espantava com sua impotência para vencê-las, quando leu,
nas Epístolas de são Paulo, que o homem é presa do pecado
e que ninguém pode libertar-se dele sem a graça de Jesus
Cristo. A verdade total que Agostinho procurava desde há
tanto lhe era enfim oferecida; ele abraçou-a com alegria em
setembro de 386, aos trinta e três anos de idade.
27
numa fórmula que não é de Agostinho, mas que expressa
fielmente seu pensamento: a fé em busca da inteligência,
fides quaerens intellectum.
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vezes lançam uma luz tão viva no sentido das fórmulas
retratadas. Se acrescentarmos a isso que várias obras
filosóficas de Agostinho se perderam, notadamente sua
enciclopédia das artes liberais, e que se trata aqui apenas da
parte menos exclusivamente teológica da sua obra,
poderemos ter uma idéia da sua extensão e da necessidade
que se impõe ao historiador de ater-se à exposição
esquemática de seus temas principais.
ETIENNE GILSON
29
Santo Agostinho nasceu em 354 e morreu em 431; são três
séculos que o separam daquele outro filósofo de quem já
falamos outro dia, Sêneca. Porém não se trata só de distância
temporal, mas também de um novo estilo completamente
diferente. Em Santo Agostinho, encontraremos uma etapa
nova da filosofia. Falamos até agora do pensamento grego, e
acrescentamos alguma coisa que está em latim, mas dentro
da área do pensamento helênico: Sêneca. E com isso termina
uma grande etapa, a primeira etapa do pensamento
filosófico, centrada no problema da mudança, do
movimento, kinesis em grego, mutação, que faz com que as
coisas sejam ou não sejam, cheguem a ser e deixem de ser,
mudem de quantidade, de qualidade… Enfim, o problema
da instabilidade do real. Como lembram, este era o grande
problema, que se trata de superar mediante a noção de ser,
de ente, ón, de Parmênides, em conflito com a outra grande
idéia grega: a natureza, a physis, que é justamente mudança,
variação. As coisas estão ameaçadas pela mudança, pela
variação, e trata-se de buscar aquilo que verdadeiramente é,
que é o que é, se possível, de modo permanente. Este é o
grande problema central do pensamento antigo.
30
de criação é alheia ao pensamento grego. Existe inclusive um
caso particularmente elucidador que é o de Plotino, o grande
pensador neoplatônico, que com certeza recebeu influências
cristãs. Essa influência levou-o a pensar algo que tem certa
analogia com a idéia de criação: é o que ele chamará de
emanação. Chamará o princípio capital de Uno, mais ou
menos o equivalente à divindade, produzindo todo o
restante por emanação. Há muitas metáforas, há uma série
de imagens, por exemplo, a de uma luz que vai iluminando,
que vai se difundindo até que acaba na névoa. Há diferentes
formas de entender isso, mas o fundamental é que a
emanação é a produção de tudo o que não é o Uno a partir
do Uno, que emana dele.
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emprega – a palavra “ser” aplicada a Deus e à realidade
criada – às coisas, aos homens, aos astros, a tudo o que
encontramos. Porque ser criador é radicalmente diferente de
ser criatura. Pode-se aplicar a palavra “ser” também a Deus,
os senhores lembrem como dizia Aristóteles “o ser se diz de
muitas maneiras” (depois concretiza em quatro maneiras), e
há ainda o problema da analogia do ente: o ente se diz de
muitas maneiras, mas todas têm uma referência comum, ele
vai encontrar precisamente o fundamento da analogia na
idéia de substância, da ousia. Ora, falamos do ser criatura, e
do ser criador, do ser de Deus, a analogia – se é que há a
analogia – é enorme, é de um grau de intensidade muito
maior que a analogia que existe entre as diferentes formas do
ser, digamos, criado (que para Aristóteles não é criado).
32
O primeiro grande filósofo, o primeiro filósofo criativo que
assume esses pressupostos, que partiu do cristianismo, foi
Santo Agostinho. Mas as coisas não são assim tão simples,
porque Santo Agostinho não começou sendo cristão. Nasceu
no Norte da África, perto de Cartago. Seu pai era pagão, sua
mãe era cristã, e depois foi canonizada: Santa Mônica. Santo
Agostinho foi pagão durante muitos anos; teve um momento
inclusive em que se aproximou das Escrituras, mas encontrou
algo pouco interessante e superficial, e não se interessou, não
se tornou cristão. O que tinha era uma adesão muito
entusiasmada à doutrina de Manes, ao maniqueísmo. Manes
foi uma figura primariamente religiosa, muito complexa,
muito complicada. Viajou por diferentes lugares, teve uma
vida muito agitada, recolheu elementos de muitas doutrinas,
dentre elas o cristianismo. De certo modo poderia ter sido
uma das muitas heresias do cristianismo que floresceram na
época, mas teve sobretudo uma influência da religião de
Zoroastro, da religião que se estabeleceu principalmente na
Pérsia, e que era um dualismo, um dualismo energicamente
afirmado entre o bem e o mal, a luz e as trevas, Deus e o
diabo. Esta dualidade, para Manes, é insuperável. Isso dá,
digamos, uma estrutura profundamente dramática à questão
do real, o que emocionou Agostinho, Aurélio Agostinho,
como se chamava.
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possibilidades: de salvação ou de condenação. Como podem
ver, a atração exercida por Manes é justificável, é
compreensível.
34
Mas naturalmente o que nos interessa aqui é ver como ele
viveu essa situação. Ele sente aquela atitude típica de
convertido. Há um texto de Santo Agostinho muito
expressivo: Sero te amavi, pulchritudo tam antiqua et tam
nova – “tarde te amei, ó beleza tão antiga e tão nova”. Ele
tinha consciência de ter amado tarde a Deus, descobriu-o
tarde, converteu-se sendo já um homem adulto. Ou seja, é
uma atitude de um homem que está, repito, saindo de uma
forma de vida, de uma época histórica, e entrando em outra.
Essa atitude visceral de súplica é, em Santo Agostinho,
fundamental. É ela que o faz descobrir, e é afinal a grande
descoberta de Santo Agostinho: a intimidade (o homem
grego mal conhecia a intimidade; é claro que houve o
oráculo de Delfos, que disse gnothi s’auton “conhece-te a ti
mesmo”, isso estará em Sócrates, e aparecerá também em
Platão e em Aristóteles; sim, mas não era ainda… inclusive,
os gregos raramente diziam eu; diziam nós).
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interior. A descoberta é a interioridade, a intimidade do
homem. E é justamente Santo Agostinho quem vai perceber
que quando o homem fica apenas nas coisas exteriores,
esvazia-se de si mesmo. Quando entra em si mesmo, quando
se recolhe a sua intimidade, quando penetra precisamente
naquilo que é o homem interior, o mundo interior –
naturalmente existe um mundo exterior também, mas o
decisivo é o mundo interior –, é justamente aí que Deus se
encontra. É aí que se pode encontrá-Lo, e não nas coisas,
não imediata-mente nas coisas. Primariamente, por
experiência, em algo que é justamente sua imagem. Para
Santo Agostinho é preciso levar a sério que o homem é
imago Dei, imagem de Deus. É evidente que para encontrar
a Deus, o primeiro passo, e o mais adequado, será buscar sua
imagem, que é o homem como intimidade, o homem
interior.
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possibilidade de entrar em si mesmo e aí buscar precisamente
a Deus. Por isso ele tem fórmulas brilhantes, fórmulas de
pensamento religioso e ao mesmo tempo filosófico. Como
quando diz: credo ut intelligam, creio para entender. A fé,
justamente para entender. Os senhores sabem que o
cristianismo é uma religião teológica – outras religiões não
são teológicas – o cristianismo é um conhecer a Deus: quem
é, como é… Portanto, requer a compreensão. Um seguidor
de Santo Agostinho, Santo Anselmo, fala da operosa fides e
da otiosa fides: a fé que não procura entender é uma fé
ociosa. A verdadeira fé é uma fé operante, viva, procura
compreender. Credo ut intelligam, creio para entender; fides
quaerens intelectum, a fé que procura a inteligência.
Portanto, em Agostinho, a grande descoberta foi esta, de ver
o mundo e ver a realidade na perspectiva da intimidade. Do
ponto de vista portanto de quem eu sou: nec ego ipse capio
totum, quod sum, nem eu mesmo compreendo tudo aquilo
que sou. É uma realidade que não acaba de se manifestar,
que é algo no qual sempre se pode aprofundar, que é preciso
ir mais além, e por isso a forma de se descobrir é
precisamente contá-lo, fazer uma autobiografia, uma
confissão, pois é nela que aparecerão precisamente as visões
da realidade, da realidade que se basicamente é dele, de
Agostinho, é também, do homem em geral, e por meio dele
dá acesso a Deus. A Deus dedicará outro livro fundamental,
que num certo sentido é mais o importante: o De Trinitate,
sobre a Trindade. E há um terceiro grande livro, o
extraordinário De civitate Dei, que é o livro no qual levanta
o problema da cidade de Deus e da cidade terrena: no
momento da crise do Império Romano, ameaçado pelos
bárbaros – por Alarico – que está em plena crise, e que é uma
realidade deficiente do ponto de vista cristão, mas grandiosa,
extraordinária…
37
além do mais, possui um valor literário extraordinário:
Agostinho foi um dos maiores escritores da língua latina.
38
Outra coincidência curiosa: o livro fundacional da filosofia
moderna é o Discurso do método, de Descartes, que é
também uma autobiografia. É, mais ou menos, um livro
autobiográfico, não é um tratado, não é uma exposição de
tese, é um relato da própria vida de Descartes. Muito mais
curto que as Confissões de Santo Agostinho, escrito em
francês, e é justamente uma narração, uma exposição de sua
própria vida, apoiando-se em um argumento, que é o cogito,
que apareceu de forma diferente, com propósito diferente,
mas com um apelo à evidência radical, como em Santo
Agostinho.
Com isso se diz que a filosofia com a qual se inicia uma nova
época, a grande época da filosofia moderna, está assentada,
está condicionada pelo agostinismo em dois sentidos: na
relação com a evidência do pensamento, por um lado, e o
caráter autobiográfico, narrativo, porque expositivo da
própria vida nas duas grandes obras: as Confissões e o
Discurso do método. Vejam, isso é bem surpreendente.
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moderno, a literatura, as formas estilísticas, verão que têm
um certo período de vigência. Se uma forma intelectual, ou
artística, ou literária tem vigência de séculos, parece algo
extraordinário. Santo Agostinho tem oito séculos de
vigência; isso é absolutamente espantoso.
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em si mesmo, faz com que o homem seja livre. Sua liberdade
é absolutamente fundamental, e, claro, está na própria
entranha do cristianismo: “a verdade vos fará livres”. E ele
proseguirá: ama et quod vis fac, ama e faze o que queiras,
sentença extremamente enérgica de Santo Agostinho. Faze o
que queiras. Se repararmos bem, não está tão longe de Kant.
41
aquisição, uma incorporação de novas visões, de novas
realidades, a inclusão de verdades novas… raramente é assim.
Quando aparece algo novo, quase sempre aparece com
algumas perdas, com esquecimentos, com falta de algo que
já tinha sido conquistado, mas que em certo momento se
debilitou, perdeu o vigor, perdeu a vigência e assim foi
abandonado.
Fonte: http://www.hottopos.com/harvard3/jmagost.htm
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JULIÁN MARÍAS
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44
San
nto Am
mbrósio
Bio
ografia
San
n Ambrosio
o
Con
ntenido
1 Su
u vida
2 Obispo
O de Milán
M
3 Su
u vida diaria
4 Ammbrosio y los
l arrianoss
5 Lo
os últimos días de Ammbrosio
6 Esscritos de San
S Ambrossio
Su vida
v
45
era prefecto en la Galia, y en ese carácter gobernaba los
actuales territorios de Francia, Bretaña y España, además de
Tingitana, en África. Era una de las grandes prefecturas del
Imperio y se trataba del puesto más alto que podía ocupar
cualquier súbdito. Las tres principales ciudades de la
provincia, Tréveris, Arles y Lyon, se disputan el honor de
haber sido el lugar de nacimiento del Santo, quien era el
menor de tres hijos. Su hermana, Marcelina, se hizo monja, y
su hermano, Sátiro, al ser electo Ambrosio al episcopado,
renunció a la prefectura para vivir con él y relevarlo de las
tareas temporales. El padre, Ambrosio, murió alrededor del
año 354. A raíz de ello la familia se mudó a Roma. La santa
y virtuosa viuda fue grandemente ayudada en la educación
religiosa de los hijos por su hija, Marcelina, quien tenía diez
años más que Ambrosio. Para ese entonces Marcelina ya
había recibido el velo de las vírgenes de manos de Liberio, el
Pontífice Romano, y vivía en casa de su madre en compañía
de otras vírgenes. Fue de ella que el Santo aprendió a
mostrar ese amor por la virginidad que luego se convirtió en
su característica. Su progreso en conocimientos seculares iba
a la par de su crecimiento en la piedad. Fue una bendición
especial para Ambrosio mismo y para la Iglesia el que él
hubiese adquirido tan gran dominio del idioma y literatura
griegos, cuya carencia es tan dolorosamente patente en San
Agustín y, en la generación posterior, en San León Magno.
Muy probablemente no hubiese acaecido el cisma griego si
las iglesias de Oriente y Occidente hubiesen podido
continuar dialogando tan íntimamente como lo hacían San
Ambrosio y san Basilio. Una vez terminada su educación
liberal, el Santo dedicó su atención al estudio y práctica del
derecho, y muy pronto se distinguió por la elocuencia y
habilidad de sus alegatos en la corte del prefecto pretoriano,
Ancius Probus. Fue por ello que este último lo incorporó a
su consejo y más tarde obtuvo para él del emperador
Valentiniano el puesto de gobernador consular de Liguria y
Emilia, con residencia en Milán. “Ve- le dijo el prefecto,
profetizando involuntariamente- y condúcete no como juez
sino como obispo”. No hay forma de saber cuánto tiempo
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gobernó esa provincia. Lo único que sabemos es que su
honesta y humanitaria administración le ganó el afecto y la
estimación de todos sus gobernados, pavimentando así el
camino para la revolución que iba a tener lugar en su vida
poco después. Esto fue algo por demás notable, si tomamos
en cuenta que en esa época Milán estaba en medio de un
caos religioso causado por las continuas maquinaciones de la
facción arriana.
Obispo de Milán
47
un puesto para el que no había sido educado. Y además-
aunque nos parezca extraño-, como muchos otros creyentes
de esa época, quizás guiados por una reverencia equivocada
hacia la santidad del bautismo, Ambrosio aún era
catecúmeno y, consecuentemente, las sabias providencias de
la ley canónica lo hacían inelegible para el episcopado. Los
únicos que han dudado acerca de la sinceridad del terror que
sintió él ante las responsabilidades de ese oficio sagrado son
aquellos que quieren juzgar a un gran hombre según los
criterios de su propia insignificancia. Si Ambrosio hubiese
sido una persona como la que dichas personas quieren
hacernos ver: mundano, ambicioso y intrigante, le hubiera
bastado apoyarse en su reconocida capacidad y en su noble
sangre para proseguir esa carrera consular que tan brillante
futuro le deparaba. Es muy difícil aceptar que recurrió a la
estratagema de fingir terror, como dicen algunos biógrafos,
para minar su propia popularidad entre el pueblo. Mas
Valentiniano, orgulloso de que la favorable opinión que él
tenía de Ambrosio hubiera sido aceptada tan entusiastamente
por el pueblo y por el clero, confirmó la elección y estipuló
severas penas para quienes quisieran ayudarlo a evadirse.
Finalmente, el Santo aceptó. Recibió el bautismo de manos
de un obispo católico y ocho días después, el 7 de diciembre
de 374, día en el que Oriente y Occidente celebran su
memoria, habiendo pasado por las etapas preliminares, fue
consagrado obispo. Tenía treinta y cinco años de edad. Pero
estaba destinado a edificar la Iglesia durante el espacio
comparativamente prolongado de 23 años. Desde el
principio dio testimonio de ser lo que siempre ha sido a los
ojos del mundo cristiano: el modelo perfecto del obispo
cristiano. Hay algo de verdad en el eulogio de Teodosio,
según lo informa Teodoreto (V,18): “No conozco a otro
obispo que más merezca tal nombre, sino Ambrosio”. En él
la magnanimidad del patricio romano se temperó con la
mansedumbre y la caridad del santo cristiano. Su primer acto
como obispo, y que luego imitaron muchos santos sucesores,
fue el de deshacerse de todas sus posesiones terrenas. Dio a
los pobres su propiedad personal; cedió a la Iglesia las tierras
48
que poseía, dejando aparte una provisión para mantener a su
amada hermana. La generosidad de su hermano Sátiro le
quitó el peso de la administración de las cosas temporales y
le permitió dedicarse totalmente a las espirituales. Para
sobreponerse a su deficiencia de preparación en cuestiones
teologales, se dedicó asiduamente al estudio de las Escrituras
y de los Padres, mostrando preferencia por Orígenes y San
Basilio, cuya influencia se percibe en sus obras. Dotado de
un verdadero ingenio romano, Ambrosio, como Cicerón,
Virgilio y otros autores clásicos, se dedicó a digerir y a meter
en moldes latinos los mejores frutos del pensamiento griego.
Sus estudios tenían una naturaleza eminentemente práctica.
Aprendió, además, que podía enseñar. En el exordio de su
tratado “De officiis”, se queja de que, a causa de su
inesperado paso del tribunal al púlpito se vio forzado a
enseñar y aprender simultáneamente. Su piedad, su juicio
prudente y su genuino instinto católico lo protegieron del
error. Su fama como elocuente expositor de la doctrina
católica pronto llegó a los confines de la tierra. La fuerza de
su oratoria está testimoniada no sólo por las repetidas
alabanzas de que era objeto, sino, más aún, por la conversión
de un retórico de la talla de Agustín. Su estilo es el de una
persona que está más atenta a las ideas que a las palabras. No
nos lo podemos imaginar gastando su tiempo en pronunciar
una frase elegante. “Era una de esas personas- dice de él San
Agustín- que dice la verdad, la dice bien, juiciosamente,
agudamente, y con belleza y fuerza de expresión” (De doct.
christ., IV,21).
Su vida diaria
49
pecados, seguro de que el Santo “no revelaría sus pecados a
nadie sino solamente a Dios” (Paulinus, Vita, XXXIX).
Comía frugalmente y únicamente cenaba los sábados,
domingos y las fiestas de los mártires más célebres. Sus largas
vigilias nocturnas transcurrían en oración, en atender su vasta
correspondencia y en anotar los pensamientos que se le
ocurrían durante el día acerca de sus lecturas, tan
frecuentemente interrumpidas. Su laboriosidad incansable y
sus hábitos disciplinados explican cómo un hombre tan
ocupado pudo escribir tantos y tan valiosos libros. Él nos
narra que cada día ofrecía el Santo Sacrificio por su pueblo
(pro quibus ego quotidie instauro sacrificium). Cada
domingo acudían inmensas multitudes a la basílica, atraídas
por sus elocuentes discursos. Uno de sus temas favoritos era
la excelencia de la virginidad, y tuvo tanto éxito en
convencer a las doncellas de que adoptaran la vida religiosa
que más de una madre prohibió a sus hijas ir a escuchar sus
palabras. Ante la acusación de que estaba despoblando el
imperio, el Santo se vio forzado a refutarla a base de
interrogar amenamente a los jóvenes acerca de si tenían
dificultad en encontrar esposas. El afirma, y la experiencia de
los siglos sostiene su afirmación (De Virginibus, VII), que la
población aumenta en proporción directa al grado de estima
en que la población tenga la virginidad. Como es de
esperarse, sus sermones eran eminentemente prácticos,
repletos de sentenciosas normas de conducta que han
permanecido como palabras de uso corriente entre los
cristianos. En su método de interpretación bíblica, todos los
personajes de la Escritura, de Adán en adelante, aparecen
como personas vivas, portando cada una un mensaje distinto
de Dios para instruir a la generación actual. Nunca escribía
sus sermones, sino que los pronunciaba a partir de lo que
tenía en el corazón. De las notas que se tomaban durante sus
sermones él compiló casi todos los tratados suyos de los que
tenemos conocimiento.
50
Era natural que un prelado de tan altas miras, tan afable, tan
caritativo con los pobres, tan dispuesto a entregar sus
grandes capacidades al servicio de Cristo y de la humanidad,
pronto gozara del amor entusiasta de su pueblo. Rara vez ha
habido, si es que lo ha habido, un obispo cristiano tan
popular, en el buen sentido de ese término tan abusado,
como Ambrosio de Milán. Y esa misma popularidad, unida a
su intrepidez, fue la clave para destronar la iniquidad. La
hereje emperatriz Justina y sus consejeros bárbaros con
frecuencia hubieran querido callarlo con el destierro o el
asesinato, pero como en el caso de Herodes y Juan Bautista,
ellos “temían a la multitud”. Sus heroicas luchas en contra
de las agresiones del poder secular lo han inmortalizado
como el modelo y pionero de todos los Hildebrandos,
Beckets y otros paladines de la libertad religiosa. El anciano
Valentiniano I murió súbitamente en 375, el año siguiente a
la consagración de Ambrosio, dejando a su hermano Valente,
arriano, para que hiciera de las suyas en el Este, y a su hijo
mayor, Graciano, para que se hiciera cargo de los territorios
antes gobernados por Ambrosio, pero sin definir nada sobre
el gobierno de Italia. En esa circunstancia, el ejército tomó el
mando y proclamó emperador al hijo de Valentiniano y su
segunda esposa, Justina, un niño de cuatro años de edad.
Graciano aceptó gustosamente y asignó a su medio hermano
la soberanía de Italia, Ilírico (la actual región adriática de
Montenegro y Albania, N.T.) y África. Mientras aún vivía su
ortodoxo esposo, Justina prudentemente le ocultó sus
creencias arrianas, pero en ese momento, apoyada en la corte
por una poderosa facción gótica, hizo pública su decisión de
educar a su hijo en la herejía y una vez más intentó arrianizar
el Occidente. Esto la colocó en confrontación abierta con el
obispo de Milán, quien había ya apagado los últimos
rescoldos de arrianismo en su diócesis. Esa herejía nunca
había sido aceptada por el pueblo ordinario; debía su
vitalidad artificial a las intrigas de reyes y cortesanos. Como
paso preliminar para la inevitable contienda, Ambrosio, a
solicitud de Graciano, quien estaba por conducir un ejército
para auxiliar a Valente y deseaba tener a su lado un antídoto
51
contra los sofismas orientales, escribió su obra “De fide ad
Gratianum Augustum”, que luego sería ampliado y aún
subsiste en cinco libros. El primer choque entre Ambrosio y
la Emperatriz aconteció con ocasión de la elección episcopal
en la sede de Sirmio, capital del Ilírico, que por entonces era
la residencia de Justina. A pesar de los esfuerzos de la
Emperatriz, Ambrosio logró que quedara electo un obispo
católico. Esa victoria fue repetida en el Concilio de Aquilea
(381), el cual él presidió, cuando logró derrocar a los únicos
prelados arrianos que quedaban en el Occidente, Paladio y
Secundiano, ambos ilirios. La batalla campal entre Ambrosio
y la Emperatriz, en los años 385-386, ha sido gráficamente
descrita por el cardenal Newman en sus “Historical
Sketches”. El asunto en cuestión era la cesión de una de las
basílicas a los arrianos para que celebrasen allí su culto
público. A lo largo de la prolongada batalla Ambrosio
demostró en grado eminente las cualidades de un gran líder.
Su valor en los momentos de mayor peligro sólo era igualado
por su admirable moderación. En ciertos momentos críticos
del drama una sola palabra suya podría haber derribado del
trono a la Emperatriz y a su hijo. Pero nunca fue
pronunciada esa palabra. Un resultado perdurable de esa
lucha contra el despotismo fue el rápido desarrollo del canto
eclesiástico, del que Ambrosio había colocado los cimientos.
Incapaz de vencer la fortaleza del obispo y el espíritu del
pueblo, finalmente la corte desistió de su esfuerzo. No sólo
eso, sino que debió acudir a Ambrosio para que hiciera lo
posible para salvar el trono del peligro.
52
de que rechazaba mantener comunión con los obispos que
habían apoyado la muerte de Prisciliano (primer caso de
pena capital por herejía ordenada por un príncipe cristiano),
lo echó de la corte. Poco después Máximo invadió Italia.
Valentiniano y su madre buscaron la protección de
Teodosio, quien aceptó defenderlos, derrocó al usurpador y
ordenó darle muerte. Por ese tiempo murió Justina y
Valentiniano, por consejo de Teodosio, abjuró del
arrianismo y se colocó bajo la protección de Ambrosio, con
el cual entabló una sincera amistad. Fue durante la
prolongada estancia de Teodosio en el Occidente que tuvo
lugar el episodio más notable de la Iglesia: la penitencia
pública ordenada por el obispo y cumplida por el emperador.
La narración tradicional del acontecimiento, transmitida por
Teodoreto a muchos años de distancia, que exalta la firmeza
del Santo a costa de su mansedumbre y prudencia, afirma
que Ambrosio detuvo al Emperador a la entrada de la Iglesia
y lo regañó y humilló públicamente. El criticismo moderno
demuestra que eso es una grave exageración. La emergencia
demandaba que el obispo pusiera en práctica todas sus
virtudes. Cuando las noticias de que los sediciosos
tesalonicenses habían asesinado a los funcionarios del
Emperador, Ambrosio y el colegio episcopal, el cual él
presidía en ese momento, hicieron un llamado de clemencia
a Teodosio, aparentemente con éxito. ¿Cuál no sería su
horror al enterarse poco después que Teodosio, cediendo a
los consejos de Rufinoso y otros cortesanos, había ordenado
una mascare indiscriminada de ciudadanos en la que
perdieron la vida 7,000 personas?. Para evitar encontrarse
con el monarca asesino u ofrecer el Santo Sacricio en su
presencia, y, sobre todo, para darle tiempo de ponderar la
atrocidad de una acción tan ajena a su carácter, el Santo se
excusó alegando una enfermedad y, sabiendo que ello
propiciaría que lo llamaran cobarde, se retiró al campo desde
donde envió una carta “escrita por mi propia mano, que sólo
usted debe leer”, en la que exhortaba al Emperador a reparar
su crimen con una penitencia ejemplar. San Agustín narra
(De civitate Dei, V, XXVI), que con “humildad religiosa”
53
Teodosio obedeció y “según la disciplina de la Iglesia, hizo
penitencia de tal manera que la vista de su postrada majestad
imperial llevó a las personas que intercedían por él a llorar
más grandemente que el temor que les había causado la
conciencia de la ofensa que él les había inflingido cuando
ésta los había enojado”. “Despojándose de todos sus
emblemas de realeza- dice San Ambrosio en su oración
fúnebre (c. 34)-, lloró en la Iglesia sus pecados
públicamente. No se avergonzó el Emperador de realizar
una penitencia pública que muchos individuos evitarían. Ni
hubo después día en su vida en que él no llorara su error”.
Esta sencilla narración, sin ningún adorno histriónico, tanto
honra al obispo como a su soberano.
54
Santo- él estaba más preocupado por el bienestar de las
iglesias que por el peligro propio”. “Yo lo amaba y estoy
seguro que el Señor escuchará la oración que yo le dirijo a
favor de su alma piadosa” (In obitu Theodosii, c. 35). Sólo
pasaron dos años para que estas dos almas generosas fueran
reunidas por la muerte. Ningún cuerpo humano puede
soportar por mucho tiempo la actividad incansable de un
Ambrosio. Es significativa una escena, narrada por su
secretario, de su extraordinaria capacidad de trabajo. Él
murió un Viernes Santo. Al día siguiente, cinco obispos
tuvieron dificultad para administrar el bautismo a una
multitud igual a la que él acostumbraba bautizar sin ayuda.
Cuando se corrió el rumor de que estaba seriamente
enfermo, el conde Stilico, “temeroso de que su muerte
pudiera significar la destrucción de Italia”, despachó unos
emisarios, entre los que estaban los principales ciudadanos,
para suplicarle que le rogara a Dios que prolongara sus días.
La respuesta del Santo impresionó profundamente a san
Agustín: “No he vivido entre ustedes de modo que me
avergüence de vivir, ni temo morir porque tenemos a un
Señor de bondad”. Durante horas antes de su muerte él
permaneció con los brazos extendidos a imitación de su
Maestro al agonizar, quien también se le apareció en
persona. El obispo de Vercelli le llevó el Cuerpo de Cristo.
“Terminando de consumirlo, exhaló pacíficamente su último
aliento”. Era el 4 de abril de 397. Fue enterrado en su
amada basílica, tal como él había deseado, al lado de los
santos mártires Gervasio y Protasio, cuyas reliquias habían
sido descubiertas durante su lucha con Justina, evento que
les proporcionó un gran consuelo a él y a sus seguidores. En
el año 835 las reliquias de los tres santos fueron colocadas
por uno de sus sucesores, Angilberto II, en un sarcófago
bajo el altar, donde fueron descubiertos en 1864. La primera
edición de los trabajos de Ambrosio salió de la imprenta de
Froben en Basilea, en 1527, bajo la supervisión de Erasmo
de Rotterdam. En el año 1580 comenzó a salir a la luz en
Roma una edición más elaborada, que continuó apareciendo
durante algunos años más. El editor en jefe fue el Cardenal
55
Montalto hasta que fue elevado al papado como Sixto V.
Fueron cinco volúmenes que conservan su valor gracias a la
“Vida” del Santo, compuesta por Baronio, con que
comienza la obra. Posteriormente apareció la excelente
edición de Maurist, publicada en dos volúmenes en Paris, en
1686 y 1690, respectivamente. Esta fue reimpresa por Migne
en cuatro volúmenes. La carrera de San Ambrosio ocupa un
lugar prominente en todas las historias, eclesiásticas y
seculares, del siglo IV. Es de particular valor la narración de
Tillemont, en el cuarto volumen de sus “Memoirs”. Es de
menor importancia la discusión sobre la autenticidad de los
así llamados 18 himnos ambrosianos. El gran mérito del
Santo en el campo de la himnología consiste en que él puso
sus cimientos y mostró a la posteridad hasta dónde había
oportunidad en el futuro para desarrollarla.
56
forma actual. Pocos, claro, de esos discursos nos han llegado
tal y como salieron de los labios del gran obispo. En
Ambrosio brilla con distinto resplandor su nativo genio
romano; es claro, sobrio, práctico y siempre busca persuadir
a sus oyentes de que actúen inmediatamente de acuerdo a los
principios y argumentos que él expone y que abarcan
prácticamente todas las facetas de la vida religiosa y moral.
“Es un verdadero romano en el que siempre domina el
acento ético-práctico. No tenía ni tiempo ni gusto por las
especulaciones filosófico-dogmáticas. En todas sus obras
persigue un objetivo práctico. Es por ello que con frecuencia
repite lo que ya ha sido tratado, preparar para otra cosecha
los campos que ya han sido arados. No desprecia aprovechar
las ideas de algún escritor anterior, cristiano o pagano, con
tal de apoyar sus reflexiones, y adapta sus pensamientos con
prudencia al público de su tiempo y nación. Visto desde el
aspecto formalmente literario, su estilo deja algo que desear,
pero no nos debe extrañar, dadas las exigencias de tiempo
que tienen los hombres públicos como él. Su dicción abunda
en remembranzas inconscientes de los escritores clásicos,
tanto griegos como romanos. Está particularmente
familiarizado con los escritos de Virgilio. Pero su estilo
siempre conserva una peculiaridad personal. Nunca le falta
cierta reserva digna. Cuando parece que su escrito es más
estudiado de lo que acostumbra, sus características son una
enérgica brevedad y una audaz originalidad. De entre sus
escritos, los que tienen origen y estilo homilético dejan
patente las grandes dotes de oratoria de Ambrosio; a veces,
incluso, llega a alcanzar elevados niveles de inspiración
poética. Sus himnos son prueba suficiente del dominio que
tenía de la lengua latina” (Bardenhewer, Les pères de
l'église, París, 1898, 736 -737; cf. Pruner, Die Theologie des
heil. Ambrosius, Eichstadt, 1864). Las obras que han llegado
a nosotros pueden dividirse, en aras de la conveniencia, en
cuatro clases: exegéticas, dogmáticas, ascético-morales y
ocasionales. Las obras exegéticas, o comentarios a las
Sagradas Escrituras, tratan sobre la gloria de la creación, las
figuras vetero-testamentarias de Caín y Abel, Noé, Abraham
57
y los patriarcas, Elías, Tobías, David y los salmos y otros
temas. De sus discursos sobre el Nuevo Testamento sólo ha
sobrevivido el largo comentario sobre San Lucas (Expositio
in Lucam). Definitivamente él no es el autor del maravilloso
comentario sobre las trece epístolas de San Pablo conocido
como “Ambrosiater”. Todos esos comentarios escriturísticos
juntos conforman más de la mitad de los escritos de
Ambrosio. Demuestra un gusto especial por las
interpretaciones alegórico-místicas de la Escritura. O sea,
aunque admite un significado natural o literal, siempre
encuentra un significado más profundo, místico, que él
convierte en enseñanzas prácticas para la vida cristiana. En
esto, dice San Jerónimo (Ep. XLI), “él era discípulo de
Orígenes, pero bajo las modificaciones que habían hecho del
estilo de ese maestro San Hipólito de Roma y San Basilio
Magno”. También recibió influencia en ese sentido del
escritor judío Filón. Dicha influencia fue tal que el texto de
este último, que se encuentra en estado de descomposición,
puede a veces ser corregido exitosamente gracias a los ecos y
recuerdos que de dicha obra se hayan en las obras de
Ambrosio. Debe dejarse en claro, sin embargo, que al citar a
los autores no cristianos, el gran Doctor nunca abandona
una actitud estrictamente cristiana (cf. Kellner, Der heilige
Ambrosius als Erklärer das Alten Testamentes, Ratisbona,
1893). La más influyente de sus obras ascético-morales es la
que escribió acerca de los deberes de los eclesiásticos
cristianos (De officiis ministrorum). Es un manual de
moralidad cristiana que sigue de cerca, en su orden y
disposición, un trabajo homónimo de Cicerón. “Empero,
dice el Doctor Bardenhewer, es muy notable y aguda la
antítesis entre la moralidad filosófica del pagano y la
moralidad del eclesiástico cristiano”. En sus exhortaciones,
particularmente, Ambrosio deja ver una irresistible fuerza
espiritual” (cf. R. Thamin, Saint Ambroise et la morale
chrétienne at quatrième siècle, París, 1895). Escribió varios
textos sobre la virginidad. O mejor dicho, publicó varios de
sus discursos acerca de dicha virtud, de los cuales el más
importante es el tratado “Sobre las vírgenes”, dirigido a su
58
hermana Marcelina, consagrada ella misma al servicio divino.
San Jerónimo (Ep. XXII) afirma que él es el más elocuente y
exhaustivo de todos los exponentes de la virginidad, y que su
juicio coincide totalmente con el de la Iglesia. Su
impresionante obrita “Sobre la caída de una virgen
consagrada” (De lapsu virginis consecratæ) ha sido debatida,
pero sin razones suficientes. Dom Germain Morin sostiene
que sí se trata de una homilía de Ambrosio que, como
muchos otros de sus así llamados “libros”, debe su forma
actual a alguno de sus oyentes. La mayor parte de sus
trabajos dogmáticos versan sobre la divinidad de Jesucristo y
del Espíritu Santo; también sobre los sacramentos cristianos.
A petición del joven emperador Graciano (375-383) elaboró
una defensa, contra los arrianos, de la verdadera divinidad de
Jesucristo, y otra sobre la divinidad del Espíritu Santo,
contra los macedonios.
59
Jahrhunderts und deren Reform, Münster, 1893, 232-239).
La correspondencia de Ambrosio incluye pocas cartas
confidenciales o personales. La mayor parte son documentos
oficiales, registros de asuntos públicos, reportes sobre los
concilios que se realizaron y cosas parecidas. Sin embargo su
valor histórico es incalculable, además de mostrarlo como un
administrador romano y estadista inigualable en cualquier
nación o en la Iglesia. Pero aunque sus cartas fueran materia
de poca monta, no se puede decir lo mismo de sus discursos.
Su discurso ante la muerte de su hermano Sátiro (378) (De
excessu fratris sui Satyri) contiene el sermón funerario del
mismo y constituye uno de los panegíricos cristianos más
antiguos y un modelo de los discursos de consolación que
desde entonces habrían de ocupar el lugar de las
declamaciones frías e inefectivas de los estoicos. Su discurso
funerario sobre Valentiniano II (392) y sobre Teodosio el
Grande (395) son considerados clásicos de la composición
retórica (cf. Villemain, De l'éloquence chrétienne, París, ed.
1891). También deben ser considerados como documentos
históricos de gran importancia. Y lo mismo se puede afirmar
de su discurso contra el intruso arriano, Auxencio (Contra
Auxentium de basilicis tradendis), y los dos discursos
referentes al hallazgo de los cuerpos de los mártires milaneses
Gervasio y Protasio.
60
del renombrado texto legal conocido como “Lex dei sive
Mosaicorum et Romanorum Legum Collatio”, un intento
de presentar la ley de Moisés como la fuente de la que bebió
sus principales preceptos la jurisprudencia criminal romana.
61
Mailand (Halle, 1884); Imm, Studia Ambrosiana (Leipzig,
1890); FERRARI, Introduction to Ambrosiana, una
colección de estudios eruditos publicado (Milán 1899) con
ocasión del decimoquinto centenario de su muerte. La
introducción mencionada es por el CARDENAL FERRARI,
Arzobispo de Milán.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Ambrosio
62
63
Aristides
Biografia
Apologeta cristão que viveu em Atenas durante o segundo
século. Segundo Eusébio, o Imperador Adriano, durante sua
estadia na Grécia (123-127), se iniciou nos Mistérios
Eleusinianos. Uma perseguição aos cristãos locais se seguiu,
segundo é verssímil, por uma revivescência do zelo pagão
perpetrada pelo ato do Imperador. Duas apologias do
Cristianismo foram compostas na ocasião: a de Quadratus e a
de Aristides, que o autor apresentou a Adriano em Atenas
em 126 (Eus. H.E, IV, iii, 3, e Chron. II, 166). São
Jerônimo, em seu famoso escrito De viris Illustribus, xx,
chama-o o philosophus eloquentissimus, e em sua carta à
Magnus (n. LXX), diz do ‘Apologeticum’ que foi um
contextum philosophorum sententiis, mais tarde imitado por
São Justino Mártir. Afirma ele, mais adiante (De vir ill.,
loc.cit.), que a Apologia foi muito lida em sua época, e,
seguindo Eusébio (loc. cit.), no quarto século, assevera que
ela teve ampla circulação entre os cristãos. A ela se refere, no
século nono, Ado, Arcebispo de Viena, e Usuard, monge de
St. Germain. Depois disso, foi perdida de vista por mil anos,
até que em 1878, os monges mequitaritas de San Lazzaro,
em Veneza, publicaram uma tradução em Latim de um
fragmento em armênio da Apologia e de uma homilia em
armênio, com o titulo de “S. Aristidis philosphi ateniensis
sermones duo.” Em 1889, o Professor J. R. Harris, de
Cambridge, descobriu uma versão siríaca da Apologia na
íntegra no Convento de Santa Catarina do Monte Sinai, e a
traduziu para o Inglês (Texts and Studies, Cambridge, 1891,
I, i). O professor J. A. Robinson descobriu que a Apologia
estava contida na “Vida de Barlaam e Josaphat”, uma lenda
budista falsamente atribuída a São João Damasceno. Foram
feitas tentativas de restaurar as verdadeiras palavras de
Aristides.
64
Eusébio, que ela foi apresentada a Adriano, outros afirmam
que foi escrita durante o reinado de Antoninus Pius (138-
161). O objetivo da Apologia é mostrar que apenas os
cristãos têm a noção correta de Deus. Tendo afirmado que
Deus é o “Ser que é sempre o mesmo, Quem primeiro
estabeleceu e agora controla o universo’, Aristides aponta os
erros dos Caldeus, Gregos, Egípcios, e dos Judeus
concernentes à Divindade, faz um breve sumário da crença
cristã, e enfatiza a retidão da vida dos cristãos em contraste
com as práticas corruptas do paganismo. O tom é elevado e
calmo, e a razoabilidade do cristianismo é mostrada mais
pelo apelo aos fatos do que pela argumentação sutil. É
interessante notar que durante a Idade Média, a “Vida de
Barlaam e Josaphat” foi traduzida em mais de vinte línguas,
incluindo o Inglês, e o que era na realidade uma história de
Buda se tornou em veículo da verdade cristã em muitas
nações.
Fonte: http://www.newadvent.org/cathen/01712d.htm
65
66
Santo Atanásio
Biografia - 1
San Atanasio
68
o Constantinopla, Antioquia o Marsella. Ya en ese entonces,
en obediencia a un instinto cuyo completo significado
difícilmente se puede determinar sin estudiar el desarrollo
subsecuente del catolicismo, su famosa "Escuela
catequística", sin sacrificar una jota o título o esa pasión por
la ortodoxia que había asimilado de Panteno, Clemente y
Orígenes, había comenzado a asumir un carácter casi secular
en la amplitud de sus intereses, y había contado con paganos
influyentes entre sus serios oyentes (Eusebio, Hist. Eccl.,
VI.19).
69
245). Mandó a llamar a los niños y traerlos a su presencia.
En la investigación que siguió, se descubrió que uno de los
niños, que no era otro que el futuro Primado de Alejandría,
había actuado en el papel de obispo, y que, en ese papel,
había bautizado de hecho a varios de sus compañeros en el
curso del juego. Alejandro, que parece haber estado
inexplicablemente perplejo por las respuestas que recibió a
sus indagaciones, determinó que los bautismos simulados
fueran reconocidos como genuinos; y decidió que Atanasio y
sus compañeros de juego recibieran instrucción que los
hiciera aptos para una carrera eclesiástica. Los Bolandistas
han tratado seriamente esta historia, y escritores tan difíciles
de satisfacer como el Archidiácono Farrar y el finado Decano
Stanley se muestran dispuestos a aceptarla como portadora, a
primera vista, de "todo indicio de verdad" (Farrar, "Vidas de
los Padres", I, 337; Stanley, "East. Ch.", 264). Pero, bien
sea en esta forma, o en la versión modificada que se
encuentra en Sócrates (I, XV), quien omite toda referencia al
bautismo y dice que el juego era "una imitación del
sacerdocio y el orden de las personas consagradas", la
historia plantea cierto número de dificultades cronológicas y
sugiere cuestiones aun más graves.
70
Esa "sabiduría y discernimiento" se manifestaron en diversos
ambientes. Siendo aun un levita bajo el cuidado de
Alejandro, parece haber mantenido relaciones cercanas con
algunos de los solitarios del desierto egipcio, y en particular
con el gran San Antonio, cuya vida se dice que escribió. La
evidencia de la familiaridad y la autoría de la biografía en
cuestión han sido cuestionadas, principalmente por escritores
no católicos, con base en que la famosa "Vita" muestra
signos de interpolación. Independientemente de lo que
podamos pensar de los argumentos sobre el tema, es
imposible negar que la idea monástica atrajo fuertemente al
temperamento del joven clérigo, y que él mismo, en años
posteriores, no sólo se sentía cómodo cuando el deber o el
accidente lo llevaban a estar entre los solitarios, sino que era
tan disciplinado monásticamente en sus hábitos que se
hablaba de él como de un "asceta" (Apol. C. Arian., VI). En
el uso que se le daba en el siglo IV, la palabra tendría una
rotundidad de connotación no fácilmente determinable hoy
en día (Ver Ascetismo).
71
Apóstata, en la carta arriba aludida, se burla de lo diminuto
de su persona – mede aner, all anthropiokos auteles, escribe).
72
del joven diácono, si bien indudablemente recuerda en
métodos e ideas a Orígenes y los primeros alejandrinos, es,
sin embargo, fuertemente individual y casi pietista en el
tono. Aunque trata de la Encarnación, permanece silente en
la mayoría de esos problemas ulteriores en defensa de los
cuales Atanasio iba a ser pronto convocado, por la fuerza de
los eventos y el fervor de su propia fe, para dedicarles las
mejores energías de su vida. La obra no contiene ninguna
discusión explícita de la naturaleza de la Filiación del Verbo,
por ejemplo; ningún intento de delinear el carácter de la
relación de Nuestro Señor con el Padre; nada, en suma, de
aquellas cuestiones cristológicas sobre las cuales iba a hablar
con tan espléndida y valiente claridad en tiempos de
formulaciones cambiantes y opiniones sin definir.
73
enseñanza y el impulso que estaba comenzando a adquirir
debido al ostentoso patrocinio que extendía al depuesto
Arrio la facción de Eusebio. De hecho, es a este partido y a la
influencia que fue capaz de ejercer en la corte del emperador,
que parece deberse principalmente la subsecuente
importancia del arrianismo como un movimiento político,
más que religioso.
74
de la Iglesia Cristiana en el mundo casi tan eficiente como su
singularmente lúcida comprensión de la creencia tradicional
católica. Su oportunidad llegó en el año 325, cuando el
Emperador Constantino el Grande, con la esperanza de
poner fin a los escandalosos debates que estaban
perturbando la paz de la Iglesia, se reunió con los prelados
de todo el mundo Católico reunidos en el Primer Concilio
de Nicea.
75
suerte de negociación con los poderes que fuesen; cuyos
celos es deber de los cristianos, en tanto individuos y en
tanto cuerpo, si es posible, disipar" (Arrianos del siglo
cuarto, 4 ed., 241). Aunque todavía no había sido ordenado
sacerdote, Atanasio acompañó a Alejandro al concilio en
calidad de secretario y consejero teológico. Él no fue, por
supuesto, el creador del famoso homoösion. El término
había sido propuesto, en un sentido dudoso e ilegítimo, por
Pablo de Samosata a los padres de Antioquía, y había sido
rechazado por éstos por su regusto a concepciones
materialistas de la Divinidad (cf. Atan., "De Syn.," XLIII;
Newman, "Arrianos del Siglo Cuarto", 4 ed., 184-196;
Petavio "De Trin.," IV, v, secc. 3; Robertson, "Sel. Writ.
And Let. Athan. Proleg.", 30 ss).
76
desplegadas en los debates nicenos y la reputación de
valentía y sinceridad que se ganó en todos los bandos,
hicieron del joven clérigo un hombre marcado de ahí en
adelante (San Greg. Nac., Orat., 21). Su vida no podía
transcurrir en un rincón. Cinco meses después de la clausura
del concilio, moría el Primado de Alejandría; y Atanasio fue
escogido para sucederle, tanto en reconocimiento a su
talento como, parece ser, en deferencia a los deseos
manifestados en su lecho de muerte por el finado prelado. Su
elección, a pesar de su extrema juventud y la oposición de un
vestigio de las facciones arriana y meleciana en la Iglesia de
Alejandría, fue bien recibida por todas las clases entre el
laicado ("Apol. C. Arian.", VI; Soz., "Hist. Eccl.", II.17,
21, 22).
77
modales prevaleció sobre Constantino hasta tal punto que lo
indujo a ordenar la llamada de Arrio igualmente del exilio. El
mismo envió una característica carta al joven primado de
Alejandría, en la que manifestaba su favor hacia el condenado
heresiarca, quien fue descrito como un hombre cuyas
opiniones habían sido tergiversadas. Estos eventos deben
haber sucedido alrededor de finales del año 330. Finalmente,
el mismísimo emperador fue persuadido para escribir a
Atanasio, urgiéndole a que todos aquellos que estuvieran
dispuestos a someterse a las definiciones de Nicea deberían
ser readmitidos a la comunión eclesiástica. Atanasio se opuso
resueltamente a hacer esto, alegando que no podía haber
sociedad entre la Iglesia y quien negaba la divinidad de
Cristo.
78
cristianos con la idea de llegar a la verdad de una serie de
odiosas acusaciones formuladas contra uno de sus miembros.
Convocado por la orden del Emperador tras prolongadas
demoras que se extendieron por un período de treinta meses
(Soz., II, XXV), Atanasio consintió finalmente en enfrentar
los cargos lanzados contra él y compareció a un sínodo de
prelados en Tiro en el año 335. Cincuenta de sus
sufragáneos fueron con él para reivindicar su buen nombre,
pero la conformación del grupo rector del sínodo hacía
evidente que la justicia hacia el acusado era lo último en lo
que se pensaba. Difícilmente puede extrañarnos que Atanasio
hubiera rehusado a ser juzgado por tal tribunal. Por lo tanto,
se marchó repentinamente de Tiro, escapando en un bote
con algunos amigos fieles, que lo acompañaron hasta
Bizancio, donde había tomado la determinación de
presentarse al emperador.
79
hijo mayor del emperador, Constantino. Comenzó su viaje
probablemente en el mes de febrero del 336 y llegó a orillas
del Mosela a finales del otoño del mismo año. Su exilio duró
casi dos años y medio. La opinión pública en su propia
diócesis permaneció leal a su persona durante todo este
tiempo. No es el menos elocuente testimonio de la valía
esencial de su carácter el que fuera capaz de inspirar tal fe. El
tratamiento dado por Constantino a Atanasio en esta crisis
de su fortuna ha sido siempre difícil de comprender.
Fingiendo, por un lado, una muestra de indignación, como
si creyera realmente en el cargo político lanzado contra él, se
rehusó, por otro lado, a nombrar un sucesor en la Sede de
Alejandría, algo que, para ser consistente, podía haberse visto
obligado a hacer si hubiera tomado seriamente los
procedimientos de condena llevados a cabo por los
eusebianos en Tiro.
80
cláusula adicional. Atanasio había ignorado la decisión de un
sínodo debidamente autorizado. Había regresado a su sede
sin haber sido convocado por una autoridad eclesiástica
(Apol. C. Ar., loc. Cit.). En el año 340, tras el fracaso de los
disgustados eusebianos para asegurarse el nombramiento de
un candidato arriano de dudosa reputación llamado Pisto, el
notorio Gregorio de Capadocia fue impuesto a la fuerza en
la sede de Alejandría, y Atanasio fue obligado a ocultarse. En
espacio de pocas semanas se dirigió a Roma para exponer su
caso ante la Iglesia en general. Había apelado al Papa Julio
(337-352), quien adoptó su causa con una dedicación que
nunca vaciló hasta el día de la muerte de ese santo pontífice.
El Papa convocó un sínodo de obispos que se reuniría en
Roma. Tras un cuidadoso y detallado examen de todo el
caso, se proclamó la inocencia del primado a toda la
cristiandad.
81
fieles de Alejandría, y la otra a los obispos de Egipto y Libia,
en las que se dio a conocer el deseo del Concilio.
82
Pontífice. Durante dos años Liberio había sido favorable a la
causa de Atanasio, pero, enviado finalmente al exilio, fue
inducido a firmar una fórmula ambigua de la que la gran
prueba de Nicea, el homoöusion, había sido
intencionalmente omitida. En el 355 se llevó a cabo un
concilio en Milán, en el que, pese a la vigorosa oposición de
un puñado de prelados leales entre los obispos occidentales,
se anunció al mundo una cuarta condena de Atanasio. Con
sus amigos dispersos, el santo Hosio en el exilio y el Papa
Liberio denunciado por aquiescencia a las formulaciones
arrianas, Atanasio difícilmente podía esperar escapar. En la
noche del 8 de febrero del 356, mientras oficiaba los
servicios en la Iglesia de Santo Tomás, una banda de
hombres armados irrumpió para asegurar su arresto (Apol.
De Fuga, 24), lo cual fue el comienzo de su tercer exilio.
83
aún dominante facción arriana en Alejandría. Jorge, el obispo
usurpador, fue arrojado a prisión y asesinado, en
circunstancias de gran crueldad, el 24 de diciembre (Hist.
Aceph., VI). Los arrianos inmediatamente escogieron a su
sucesor, un oscuro presbítero, de nombre Pisto, cuando
llegaron nuevas noticias que llenaron de esperanza al partido
ortodoxo. Un edicto había sido emitido por Juliano (Hist.
Aceph., VIII) que permitía a los exiliados obispos de los
"galileos" regresar a sus "ciudades y provincias".
84
contenía los pronunciamientos de este concilio. En
Antioquia se entrevistó con el nuevo emperador, quien lo
recibió afablemente e incluso le solicitó preparar una
exposición de la fe ortodoxa. Pero Joviano murió el siguiente
febrero, y para octubre del 364 Atanasio estaba nuevamente
en el exilio.
85
debió, humanamente hablando, más a su laborioso
testimonio que al de cualquier otro paladín en la larga lista
de maestros del catolicismo. Por una de esas inexplicables
ironías con las que nos tropezamos por todos lados en la
historia humana, este hombre, que había soportado el exilio
con tanta frecuencia, y que arriesgó la propia vida en defensa
de lo que él creía era la primera y más esencial verdad del
credo católico, no murió violentamente u ocultándose, sino
pacíficamente en su propio lecho, rodeado de su clero y
llorado por los fieles de la sede a la que tan bien había
servido. Su fiesta en el Calendario Romano se celebra en el
aniversario de su muerte.
86
Atanasio; BRIGHT, Diccionario de Biografías Cristianas;
ROBERTSON, Vida, en the Prolegomena a los Escritos
Selectos y Cartas de San Atanasio (reeditado en Biblioteca de
los Padres Nicenos y Post-Nicenos, Nueva York, 1903);
GWATKIN, Estudios sobre el Arrianismo (2d ed.,
Cambridge, 1900); MOHLER, Athanasius der Grosse;
HERGENROTHER and HEFELE.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Atanasio
87
Santo Atanásio e a crise da Fé
As perseguições pagãs
O triunfo do Cristianismo
***
89
formem um “poderoso partido moderno” detentor do poder
na Igreja. Prova, também, que lutar contra as autoridades
oficiais para preservar a fé da contaminação legal, é
necessário e meritório.
Parte II
90
Deus feito Homem para nos salvar, Cristo é consubstancial
ao Pai, quer dizer, da mesma substância que o Pai. Deus é
Uno em três Pessoas: Pai, Filho e Espírito Santo”.
A resposta católica
91
Santo Alexandre e o seu secretário também escreviam para
advertir os bispos da situação real do herege. Os Patriarcas
de Antioquia, terceira Sé da Cristandade, e de Jerusalém,
apoiavam Alexandre. Mas a desordem fomentada pelos
arianos crescia e debilitava a posição da Igreja perante os
pagãos e judeus. Constantino, preocupado com a desordem,
enviou a Alexandria Ósio, Bispo de Córdova (Espanha).
Ósio apoiou Santo Alexandre, mas não logrou pacificar os
espíritos. Ante semelhante incêndio, grandes medidas eram
necessárias.
Parte III
(Continuação)
92
astuto Eusébio difundiu o semi-arianismo, cheio de
ambigüidades que favoreciam a heresia. Agiu de tal modo
que Constantino anistiou Ario em 327. No ano seguinte,
Atanásio foi eleito bispo patriarca de Alexandria.
93
Por exemplo, Constantinopla estava nas mãos dos arianos
desde o ano 351. A pequena comunidade católica sob o
mando de São Gregório Nazianzeno (330-390), durante os
anos 378-380, celebrava Missa numa casa particular
transformada em capela.
94
proclamar integralmente a fé católica, sofrer por ela e salvá-la
das garras da heresia que, despudoradamente, se proclama
“ortodoxia católica”. Santo Atanásio foi o maior destes
homens de Deus.
Parte IV
OS ARIANOS
SUA FORMAÇÃO
95
Atanásio nasceu cerca de 295 em Alexandria do Egito.
Recebeu, no seio da Igreja, uma sólida formação em filosofia
e teologia. Em breve a vida ascética o atraiu para junto de
Santo Antão Abade. Tendo-o descoberto, Santo Alexandre
ordenou-o diácono e nomeou-o secretário episcopal, por
volta do ano de 318.
PATRIARCA
SUA PERSONALIDADE
96
emprega todos os recursos necessários para fazer triunfar a
verdade, expressa na fé de Nicéia.(…) Quando se vê envolto
em polêmica em que a fé está em jogo, é um adversário
temível.
97
com alguns bispos católicos intoxicados pelas calúnias
arianas. A presença dos católicos manipulados, era mais uma
segurança para o êxito da operação antiatanasiana.
98
acusações políticas, e lograram fazer condenar o Santo e
desterrá-lo para Tréveris (Alemanha).
99
o lugar de Atanásio, que tinha sido “condenado”. Supondo
que a decisão da “bandidagem” de Tiro fosse justa, as regras
da Igreja exigiam que o clero e o povo de Alexandria e os
bispos do Egito elegessem o sucessor de Atanásio, e não os
arianos de fora. Gregório foi considerado pelos católicos
como intruso. Quando entrou em Alexandria, teve que ser
acompanhado pelo exército. Só os poucos arianos, judeus e
pagãos o aclamaram. Durante vários dias houve motins, com
feridos e mortos. O governador teve que arrancar as igrejas,
uma por uma, das mãos dos católicos “atanasianos” e pô-las
à disposição do intruso. Atanásio, antes de ir para o desterro,
escreveu uma carta a todos os bispos católicos, dizendo-lhes:
“ ‘Aqui está a comédia que Eusébio representa! Aqui está a
intriga que ele urdia desde há muito tempo, que ele logrou
fazer triunfar, graças às calúnias com que assedia o
Imperador. Mas isto não lhe basta; quer a minha cabeça;
trata de assustar os meus amigos, através de ameaças de
desterro e de morte. O que não é razão para me dobrar
perante a iniqüidade; pelo contrário, devo defender-me e
protestar contra as monstruosidades de que sou vítima.
100
SANTO ATANÁSIO REABILITADO
A VINGANÇA DE EUSÉBIO
101
no Concílio, foram para Filipólis fazer outro concílio,
excomungando Atanásio, o Papa Júlio e os demais bispos.
102
Biografia - 3
“O século IV, a idade de ouro da literatura cristã, nos
oferece em seus umbrais a figura gigantesca de Atanásio de
Alexandria, o homem cujo gênio contribuiu para o
engrandecimento da Igreja muito mais que a benevolência
imperial de Constantino. Seu nome está indissoluvelmente
unido ao triunfo do Símbolo de Nicéia” [1], que ainda hoje
rezamos.
104
Foi ali, na grande assembléia, que um pequeno grande
homem, secretário de Santo Alexandre, se fez notar pelo
fogo de suas palavras, eloqüência e amor à ortodoxia
católica. Era ele Atanásio.
105
revolta, de que se alimentam as heresias. Pois o arianismo, se
bem que tivesse um suposto fundamento religioso, era mais
um partido político de agitadores, como muitos movimentos
da esquerda católica de hoje em dia. Não havia calúnia,
difamação e ardil que os arianos não inventassem contra
Atanásio, para minar sua autoridade.
106
Exílio causado por amor à ortodoxia
107
depois, ciumento do prestígio do Santo, o ímpio imperador
mandou exilá-lo de novo. Não foi por muito tempo, pois
Juliano faleceu no ano seguinte, depois de ter tentado
restaurar no Império o paganismo. O novo imperador,
Joviano, anulou o exílio de Atanásio, que voltou mais uma
vez a Alexandria.
O grande iluminador
108
Notas:
Fonte: http://www.lepanto.com.br/catolicismo/vida-de-
santos/santo-atanasio/
109
110
São Basílio
Biografia - 1
111
São Gregório atesta no panegírico de seu amigo: “Ambos
tínhamos as mesmas aspirações; íamos atrás do mesmo
tesouro, a virtude. Só conhecíamos dois caminhos: o da
igreja e o das escolas públicas. Não tínhamos nenhuma
ligação com os estudantes que se mostravam grosseiros,
impudentes ou desprezavam a religião, e evitávamos os que
tinham conversas que poderiam nos ser prejudiciais.
Tínhamo-nos persuadido de que era ilusão mesclar-se com
os pecadores sob pretexto de procurar convertê-los, e
deveríamos temer sempre que nos comunicassem seu
veneno. Nossa santificação era nosso grande objetivo, e o de
sermos chamados e sermos efetivamente cristãos. Nisso
fazíamos consistir toda nossa glória”.(1)
112
aparecido quem a ordenasse, como fez depois São Bento no
Ocidente.
113
Sua firmeza contra os arianos e a “Basilíada”
— Que dizes!?
115
O terrível golpe não converteu o imperador, que condenou
novamente Basílio ao exílio. Quando lhe trouxeram a ordem
para assinar, a haste de bambu que lhe servia de caneta
quebrou-se em sua mão. Outra haste foi trazida, e teve o
mesmo fim. Uma terceira também quebrou-se. Quando
Valente fez vir uma quarta, seu braço foi tomado de tremor
e de uma agitação extraordinária. Apavorado, ele rasgou a
ordem e deixou o arcebispo em paz.
_______________
Notas:
116
Fonte:
http://www.catolicismo.com.br/materia/materia.cfm?IDm
at=8C7DDCA1-3048-560B-
1C290806917EC41F&mes=junho2006
117
Biografia – 2
San Basilio el Grande
Vida
119
levantó de su profundo sueño, él volvió sus ojos a la
maravillosa verdad del Evangelio, vertió muchas lágrimas por
su vida miserable, y oró pidiendo la guía de Dios: "Entonces
leí el Evangelio, y vi allí que un gran medio para alcanzar la
perfección es vender todos los bienes, compartirlos con los
pobres, deshacerse de todos los cuidados de esta vida y el
impedir que el alma vuelva a ver con simpatía las cosas de
esta tierra" (Ep. CCXXIII).
120
evidencia, puesto que Basilio abandonó a Dianio por haber
firmado el credo herético de Rimini. A esta época (c. 361)
pude ser referida la "Moralia"; y un poco más tarde vinieron
dos libros contra Eunomio (363) y alguna correspondencia
con San Atanasio. Es posible, también, que Basilio escribió
sus reglas monásticas en sus formas más cortas mientras que
estaba en Ponto, y luego las amplió en Cesarea. Hay un
relato de una invitación de Juliano a Basilio para que se
presentase en la corte y de la negativa de Basilio, junto con
una advertencia que enojó al emperador y puso en peligro la
seguridad de Basilio. Tanto el incidente como la
correspondencia son cuestionados por algunos críticos (e.g.
Maran; cf. Tillemont, De Broglie, Fialon).
121
de poderes poco usuales. Él les dictó la ley a los principales
ciudadanos y a los gobernadores imperiales, zanjó disputas
con sabiduría y de forma terminante, asistió a los necesitados
espiritualmente, buscó "el sustento para el pobre, la
hospitalidad para los extranjeros, el cuidado de las doncellas,
legislación escrita y no escrita para la vida monástica, arreglos
de oraciones (¿liturgia?), adorno del santuario" (op. cit.). En
tiempos de hambruna, él fue el salvador de los pobres.
122
consistentemente hostiles al nuevo metropolitano. Mediante
años de conducta prudente, sin embargo, "mezclando su
corrección con consideración y su gentileza con firmeza "
(Greg. Naz., Or. XLIII), finalmente superó a la mayoría de
sus oponentes.
123
su presencia y sus deseos. El incidente, como lo narra San
Gregorio Nacianceno, no solo dice mucho sobre el carácter
de Basilio sino que arroja una luz clara del tipo de obispo
cristiano con el cual los emperadores tenían que tratar y va
más allá para explicar por qué el arrianismo, con poca corte
detrás de él, pudo hacer tan poca impresión en la historia
final del catolicismo.
124
Tiana, se convirtió en enemigo declarado; Apolinar "una
causa de dolor para las iglesias" (Ep. CCLXIII); Eustatio de
Sebaste un traidor a la fe y también un enemigo personal.
Eusebio de Samosata fue desterrado; su hermano Gregorio
fue condenado y depuesto. Cuando murió el emperador
Valentiniano I y los arrianos recuperaron su influencia, todos
los esfuerzos de Basilio debieron haber parecido en vano. Su
salud se estaba quebrantando, los godos estaban a las puertas
del imperio, Antioquía estaba en cisma, Roma dudaba de su
sinceridad, los obispos se negaban a reunirse como él
deseaba. "Las señales de la Iglesia estaban obscurecidas en su
parte de la cristiandad, y él tenía que pasarlo como mejor
pudiese ---admirando, buscando, y sin embargo tratado con
frialdad por el mundo latino, deseando la amistad de Roma,
sin embargo herido por su reserva--- Dámaso lo hacía
sospechoso de herejía y San Jerónimo lo acusaba de
orgulloso." ( Newman, The Church of the Fathers). Si él
hubiese vivido un poco más y asistido al Concilio de
Constantinopla (381), habría visto la muerte de su primer
presidente, su amigo Melecio, y la renuncia forzada de su
segundo, Gregorio Nacianceno.
125
extraordinarias, habían sido llevadas a Brujas por un cruzado
que regresaba. Baronio (c. 1599) le regaló al Oratorio de
Nápoles una reliquia de San Basilio enviada de
Constantinopla al Papa. Los Bolandistas y Baronio
imprimieron descripciones sobre la apariencia personal de
Basilio y los primeros reprodujeron dos íconos, el más
antiguo copiado de un códice presentado a Basilio,
emperador de Oriente (877-886).
126
resultado decepcionante de sus apelaciones le sacaron
palabras que requieren explicación. Evidentemente él estaba
profundamente disgustado de que el Papa Dámaso por un
lado vacilara en condenar a Marcelo y a los eustasianos, y por
el otro prefiriera a Paulino en vez de Melecio en cuyo
derecho a la Sede de Antioquía Basilio creía muy
firmemente. A lo mejor debe admitirse que Basilio criticó al
Papa libremente en una carta enviada a Eusebio de Samosata
(Ep. CCXXXIX) y que él estaba indignado a la vez que
dolido por el fracaso en sus intentos para obtener ayuda de
Occidente. Sin embargo, más tarde debió haber reconocido
que en algún aspecto él había sido apresurado; en cualquier
evento, su fuerte énfasis en la influencia que la Sede Romana
podía ejercer sobre los obispos orientales, y su abstinencia de
un cargo de nada como usurpación son grandes hechos que
sobresalen obviamente en la historia del desacuerdo. En
relación a la cuestión de su asociación con los semiarrianos,
Filostorgio habla de él como el campeón de la causa
semiarriana, y Newman dice que pareció inevitable haberse
arrianizado los primeros treinta años de su vida. La
explicación de esto, tanto como el desacuerdo con la Santa
Sede, debe buscarse en un estudio cuidadoso de los tiempos,
con la debida referencia a las condiciones inestables y
cambiantes de las distinciones teológicas, la falta de algo así
como un pronunciamiento final del poder definidor de la
Iglesia, las "imperfecciones persistentes de los Santos"
(Newman), la ortodoxia substancial de muchos de los
llamados semiarrianos, y sobre todo el gran plan con el cual
Basilio perseguía la unidad efectiva en una cristiandad
dividida y confundida.
Escritos
Dogmáticos
De los cinco libros contra Eunomio (c. 364) los últimos dos
se clasifican como falsos por algunos críticos. El trabajo ataca
el arrianismo equivalente de Eunomio y defiende la
Divinidad de las tres Personas de la Trinidad. Está bien
127
resumido por Jackson (Nicene and Post Nicene Fathers,
Series II, VIII). La obra "Sobre el Espíritu Santo”, o tratado
sobre el Espíritu Santo (c. 375) fue evocado en parte por la
negación macedonia de la Divinidad de la Tercera Persona y
en parte por cargos que Basilio mismo había "pasado por
alto al Espíritu” (Gregorio Naz., Ep. LVIII),que él había
defendido la comunión con todos los que admitían
simplemente que el Espíritu Santo no era una criatura
(Basilio, Ep. CXIII), y que él había ratificado el uso de una
nueva doxología, a saber, " Gloria al Padre con el Hijo junto
con el Espíritu Santo" (De Sp. S., I, I). El tratado enseña la
doctrina de la divinidad del Espíritu Santo, mientras que
evita la frase "Dios, el Espíritu Santo" por razones de
prudencia (Greg. Naz., Or. XLIII). Wuilcknis y Swete
afirman la necesidad de tal reticencia por parte de Basilio
(Cf. Jackson, op. cit., p. XXIII, nota.) En referencia a las
enseñanzas de Basilio sobre la Tercera Persona, como lo
expresó en su obra contra Eunomio (III, I), surgió una
controversia en el Concilio de Florencia entre los latinos y
los griegos; pero fuertes argumentos tanto externos como
internos colocan a Basilio del lado del "Filioque". Los
escritos dogmáticos fueron editados separadamente por
Goldhorn, en su "S. Basilii Opera Dogmatica Selecta"
(Leipzig, 1854). El "De Spiritu Sancto", fue traducido al
inglés por Johnston (Oxford, 1892); por Lewis en la Serie
Cristiana Clásica (1888); y por Jackson (op. cit.).
Exegéticos
128
método literal como el alegórico, pero favorece el sistema
literal de Antioquia. Su segunda homilía contiene una
denuncia de la usura, que se ha hecho famosa.
Homiléticos
Morales y ascéticos
129
era particularmente hábil en el campo de la instrucción
espiritual.
Correspondencia
Litúrgicos
130
Bibliografía: GREG. NAZ., Prationes, especialmente XLIII;
IDEM, Epistolae; Carm. de vitá suâ; GREG. NYSS., Vita
Macrinae; IDEM, Or. in laudem fratris Basilii; IDEM,
Answer to Eunomius’ Second Book I; SOCRATES, Church
History IV.26 y VI.3; SOZOMEN, Church History VI.26 y
VII.15-17, 22; RUFINO, Hist. Eccl., II, IX;
TEODORETO, Church History IV.19; FILOSTORGIO,
Hist. Eccl., VIII, XI-XIII; EPHILEM SYRUS, Encomium in
Bas., ap. COTELIER, Mon. Eccl. Gr., II; JEROME, De
Vir. Illust., CXVI. La Vita Basilii por ANFILOQUIO es una
falsificación de cerca del siglo IX. NEWMAN, Church of the
Fathers, I-III
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Basilio_el_Grande
131
Biografia – 3
132
Basilio aprendió gramática en la escuela de su padre. Las
conversaciones con la abuela, S. Macrina, hicieron germinar
en su alma de niño la piedad, la fe y la admiración por los
campeones de Cristo, que sellaban su fe con la propia sangre.
A no pocos de éstos, Macrina los había conocido
personalmente.
El monje fundador
133
Haciendo tesoro de lo que durante los viajes había
observado, aprendido y sentido, y de su propia experiencia,
dictó sus reglas, de las que hizo dos ediciones, una más
resumida (Regulae brevius tractatae) y otra más extensa
(Regulae fusius tractatae).
134
armonía entre él y el Obispo. Por esta razón, el Santo, para
precaver y cortar una situación escabrosa, volvió a su amada
soledad. Pero muy pronto, las insistencias del Obispo, y más
aún las de Gregorio, Obispo de Nazianzo, padre del amigo
de Basilio, lo indujeron a volver a Cesarea, que había llegado
a ser lugar de combate. Valente, Emperador de Oriente,
estaba del todo entregado a las manos de los arrianos
extremistas, llamados anomeos. Su secta debía triunfar, y con
este fin envió a disposición de ellos toda la fuerza de su
Gobierno. Basilio fue entonces el fiel consejero del Obispo;
se debió a su vigilancia, a su doctrina, a su prudencia el
haberse evitado hechos inconsiderados y el haber logrado
que la misma presencia de Valente no pudiese apartar a la
población de la adhesión a la verdadera fe.
El sucesor en el Episcopado
135
la prepotencia del Emperador Valente que en todo el
imperio Oriental pretendía hacer triunfar el arrianismo.
136
querido que los occidentales indujesen al Emperador
Valentiniano I a tutelar ante su hermano a los católicos de
Oriente. Pero las cosas fueron lentamente y la repentina
muerte de Valentiniano (375) impidió que su rescripto en
favor de los católicos de Oriente fuese puesto en vigor. Más
aún, entonces recrudeció por el contrario la persecución,
transportada también a Capadocia. Pero Basilio tuvo
también el consuelo de ver el fin definitivo de la persecución
arriana, que cesó con la muerte de Valente (378).
Sus escritos
137
Por otra parte, sin embargo y esto debe decirse un poco de
todos los oradores sagrados del cuarto y quinto siglo, sus
discursos, destinados para un público compuesto de personas
pertenecientes a la clase media y a la inferior, suponen en
éste un grado de cultura, o al menos de intereses
intelectuales no comunes. Esto se explica. Toda cultura,
cuando ha supuesto el apogeo de profundidad busca ganar
en extensión y descender a las masas. El mismo cristianismo
había contribuido de la manera más poderosa a estimular aun
la inteligencia de los humildes y sin letras a fin de que
también ellos se ocupasen de los problemas más sublimes de
la inteligencia humana.
De JOSÉ ALDEBRANDO
138
Um monge em meio ao helenismo
Fonte: http://www.ecclesia.com.br
1. Uma despedida?
139
família. Após a morte do pai, a irmã mais velha, Macrina,
decidiu-se a buscar, junto com a mãe, a solidão de Anisi,
para encontrar ali a felicidade de uma vida de trabalho, de
oração e de contemplação. E um dos irmãos, Gregório, nos
descreve, como aquela mulher abriu os olhos de Basílio para
a realidade mais profunda da nossa vida.
140
impressão. Aí se manifesta concretamente o ideal, que vai
determinar a sua escolha.
2. As maravilhas da Criação
142
Consta, porém, que Deus é o bem. E visto que todos
apetecem o bem, o nosso desejo se dirige logicamente a
Deus”. Esta é a sabedoria dos filósofos, que confirma a
convicção dos fiéis.
3. O valor da Comunhão
Eis uma visão que vai ser articulada. Mas é significativo que
Basílio não deixe de salientar a importância do fundamento
que sustenta todos os outros elementos. É preciso que se
forje, antes de tudo, uma sólida comunidade.
144
Um dos motivos é simplesmente a disposição, que domina a
nossa existência. “Estou convicto”, coloca Basílio, “de que a
vida comunitária é para as pessoas que têm a mesma
intenção, um modelo, que é muito útil para a solução das
mais diversas questões.” Acerca disto, a experiência humana
não deixa dúvida nenhuma. “Ninguém é capaz de suprir
sozinho às suas necessidades corporais.” Para isso precisamos
dos outros. “Pois exatamente como os pés têm algumas
qualidades, mas não possuem outras, e a sua energia, privada
da ajuda dos outros membros, não é bastante forte nem
bastante durável e não é capaz de suplementar por si mesmo
aquelas deficiências”, enfatiza Basílio, “assim também a vida
na solidão faz com que se torne inútil o que possuímos e
inencontrável que nos falta.” Pela vida comunitária se criam
ótimas condições para atingir os nossos objetivos.
145
E o que é mais conforme à nossa condição humana do que
dar graças ao Deus que preside o nosso destino? Basílio não
tem dúvidas. “A natureza e a razão demonstram que isto é
necessário.” Mas essa atitude brota, no meio dos fiéis, do
íntimo do coração. Por isso, a comunidade dos monges se
reúne, cada dia, para as horas da oração. Pois é destarte que
se pode manifestar a sua gratidão para com o Deus, que
sustenta a nossa vida, os nossos propósitos.
Juntos ao trabalho!
146
restrição é que o labor não atrapalhe a piedade, a paz da vida
monástica.
147
cultivamos a terra, enquanto que rezamos a Deus pela
fertilidade da plantação”, observa Basílio, “assim também
recorremos, quando for preciso, a um médico, sem
perdermos a confiança no Deus da nossa salvação.” Revela-se
em tudo um amor carinhoso, que não vai abandonar-nos.
149
de atrito. Mas a cultura dos helenos é um enriquecimento
para a fé dos ascetas.
150
151
São Beda, o Venerável
Biografia – 1
Contenido
1 Su Vida
2 Obras y Ediciones
3 Notas
4 Enlaces relacionados
Su Vida
152
interés de mis familiares, al reverendísimo abad benedictino
Biscop, y después a Ceolfrid, para recibir educación. Desde
entonces he permanecido toda mi vida en dicho monasterio,
dedicando todas mis penas al estudio de las Escrituras, a
observar la disciplina monástica y a cantar diariamente en la
iglesia, siendo siempre mi deleite el aprender, enseñar o
escribir. A los diecinueve años, fui admitido al diaconado, a
los treinta al sacerdocio, ambas veces mediante las manos del
reverendísimo obispo Juan [san Juan de Beverley], y a las
órdenes del abad Ceolfrid. Desde el momento de mi
admisión al sacerdocio hasta mis actuales 59 años me he
esforzado por hacer breves notas sobre las sagradas
Escrituras, para uso propio y de mis hermanos, ya sea de las
obras de los venerables Padres de la Iglesia o de su
significado e interpretación.
153
nunca vi con mis ojos, ni oí con mis oídos a nadie que
agradeciera tan incesantemente al Dios vivo. Incluso el día
de su muerte (la vigilia de la Ascensión de 735) el santo
estaba ocupado dictando una traducción del Evangelio de
San Juan. Al atardecer, el muchacho Wilbert, que la estaba
escribiendo, le dijo: “Hay todavía una oración, querido
maestro, que no está escrita.” Y cuando la hubo entregado, y
el muchacho le dijo que estaba terminada, "Habéis hablado
con verdad…", contestó Beda, "…está terminada. Tomad
mi cabeza entre vuestras manos, pues es de gran placer
sentarme frente a cualquier lugar sagrado donde haya orado,
así sentado puedo llamar a mi Padre.” Y así, sobre el suelo de
su celda, cantando "Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu
Santo", y el resto, exhaló su último aliento.
154
La influencia de Beda entre los eruditos ingleses y
extranjeros fue muy grande, y probablemente habría sido
mayor si los monasterios del norte no hubieran sido
devastados por las invasiones Danesas menos de un siglo
después de la muerte de Beda. En innumerables formas, pero
especialmente por su moderación, amabilidad y gran visión,
Beda se distingue entre sus contemporáneos. En lo referente
a erudición, indudablemente fue el hombre más sabio de su
tiempo. Una característica muy notable, observada por
Plummer (I, p. HSI), es su sentido de propiedad literaria,
una particularidad extraordinaria en esa época. Él mismo
anotaba escrupulosamente en sus escritos los pasajes que
había tomado prestados de otros e incluso rogaba a los
copistas de sus obras que conservaran las referencias, una
recomendación a la que ellos pusieron muy poca atención. A
pesar de lo elevado de su cultura, Beda aclara repetidamente
que sus estudios están subordinados a la interpretación de las
Escrituras. En su "De Schematibus" lo dice así: “Las
Sagradas Escrituras están sobre todos los demás libros, no
sólo por su autoridad Divina, o por su utilidad pues son una
guía hacia la vida eterna, sino también por su antigüedad y
su forma literaria” (positione dicendi). Tal vez el mayor
tributo al genio de Beda es que con una convicción tan
desprovista de compromiso y tan sincera de que la sabiduría
humana es inferior, haya podido adquirir tanta cultura
verdadera. Aunque el Latín fue para él una lengua todavía
viva, y aunque no parece haber volteado conscientemente
hacia la Era de Augusto de la Literatura Romana que
preservaba modelos más puros de estilo literario que la época
de Fortunato o San Agustín, ya sea por genio natural o por
el contacto con los clásicos, Beda es extraordinario por la
relativa pureza de su lenguaje y también por su lucidez y
sobriedad, especialmente en temas de crítica histórica. En
todos estos aspectos presenta un marcado contraste con san
Aldhelm quien se aproxima más al tipo Celta.
Obras y Ediciones
155
Nunca se ha publicado una edición de las obras completas de
Beda basada en el cotejo cuidadoso de los manuscritos. El
texto impreso por Giles en 1884 y reproducido por Migne
(XC-XCIV) muestra pocas o ninguna mejora con respecto a
la edición básica de 1563 o la edición de Colonia de 1688.
Por supuesto, a Beda se le recuerda principalmente como
historiador. Su gran obra, "Historia Ecclesiastica Gentis
Anglorum" (Historia eclesiástica del pueblo inglés), que
relata el cristianismo en Inglaterra desde sus inicios hasta la
época de Beda, es la base de todos nuestros conocimientos
acerca de la historia británica –una obra maestra elogiada por
los eruditos de todas las épocas. Plummer produjo una
edición de esta obra, de la "Historia Abbatum" (Historia de
los Abades) y la "Carta a Egberto", que con toda justicia
puede llamarse la versión final (2 volúmenes, Oxford, 1896).
En la introducción, Plummer ilustró admirablemente la
extraordinaria diligencia de Beda para la recopilación de
documentos y su uso crítico de ellos (págs. XLIII-XLVII).
La "Historia de los Abades" (de los monasterios gemelos de
Wearmouth y Jarrow), la "Carta a Egberto", las vidas en
verso y prosa de "San Cuthbert", y otras obras de menor
tamaño, también tienen gran valor por la luz que arrojan
sobre el estado del cristianismo en Northumbria en la época
de Beda. La "Historia Eclesiástica" fue traducida al
anglosajón a petición del Rey Alfredo. Desde entonces se ha
reproducido con frecuencia, notablemente por T. Stapleton,
quien la imprimió en 1565 en Amberes como arma
controversial contra los teólogos de la Reforma en el reino
de Elizabeth. El texto en latín apareció por primera vez en
Alemania en 1475. Vale la pena hacer notar que en
Inglaterra no se imprimió ninguna edición, ni siquiera la
latina, antes de 1643. El texto más preciso de Smith vio la
luz en 1742.
156
satisfactoriamente por Mommsen en la "Monumenta
Germaniae historica" (1898), y pueden encontrarse entre los
especímenes más antiguos de este tipo de cronología general,
por lo que han sido copiados e imitados en gran medida. La
obra topográfica "De locis santis" (Sobre los lugares santos)
es una descripción de Jerusalén y los lugares santos basada en
Adamnan y Arculfus. En 1898, la obra de Beda fue editada
por Geyer en "Itinera Hierosolymitana" para el "Corpus
Scriptorum" de Viena. El hecho de que Beda compiló un
martirologio lo sabemos por él mismo, pero la obra que se le
atribuye en extensos manuscritos ha sido tan complementada
que es muy difícil saber exactamente que escribió.
157
como era entendida en ese entonces, y especialmente sobre
cronología, nos han llegado solamente a través de tres textos
poco satisfactorios de los editores más antiguos y Giles. Más
allá de la vida métrica de san Cuthbert y algunos versos
incorporados a la "Historia Eclesiástica", no poseemos
mucha poesía que pueda ser atribuida con toda certeza a
Beda, pero al igual que otros eruditos de su época,
seguramente escribió una buena cantidad de versos. El
mismo menciona su "libro de himnos" compuesto con
diferentes métricas o ritmos. De manera que Alcuin dice de
él: Plurima versifico cecinit quoque carmina plectro. Es
posible que el más corto de sus dos calendarios médicos
impresos entre sus obras sea genuino. El Penitencial
atribuido a Beda, aunque aceptado como genuino por
Haddan, Stubbs y Wasserschleben, probablemente no sea
suyo (Plummer, I, 157).
Notas
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Beda_el_Venerable
158
Biografia – 2
159
martirológio, biografias dos abades de Jarroe e a famosa
História Eclesiástica da Nação Inglesa (Historia ecclesiastica
gentis Anglorum), em cinco livros. Todos em latim, assim
como copiosos comentários e interpretações da Escritura
segundo o método alegórico. Escreveu hinos e epigrmas
latinos, mais um livro de ortografia. Versificou também em
anglo-saxão e deixou alguns versos, que murmurou em seu
leito de morte, sobre a vaidade dos conhecimentos humanos.
Soube do grego e do hebráico “tudo o que lhe puderam
ensinar as obras de Jerônimo”. Um amigo seu escreveu que
era doctus in nostris carminibus, versado em poesia
vernácula. Na sua História Eclasiástica, narra a conversão de
Edwin, o sonho de Caedmon, e recolhe duas visões
ultraterrenas.
160
vestida de branco. “Ainda não estás no céu”, disse-lhe o
anjo. Quando Drycthelm vai descendo pelo vale, atravessa
uma região tão escura que só vê o traje do anjo que o
precede. Beda, ao contar a cena, intercala um verso do livro
VI da Eneida:
161
traduzindo do grego, do latim, para o saxão, que, com o
tempo, viria a ser o grande idioma inglês.
162
163
São Bento
Biografia – 1
165
Dios escogió deliberadamente las durezas de la vida y el
cansancio del trabajo” (Ibidem 1).
166
visitas de Romano, maduró en mente y en carácter, en el
conocimiento de si mismo y de sus hermanos hombres, y al
mismo tiempo no solamente su nombre se fue haciendo
famoso sino que conquistó el respeto de quienes vivían a su
alrededor. Su nombre era tan respetado que, a la muerte del
abad de un monasterio vecino (identificado por algunos
como Vicovaro), la comunidad lo buscó para pedirle que
aceptara ser el nuevo abad. Benito conocía la vida y la
disciplina de ese monasterio y también sabía que “su estilo
de vida era distinto al suyo y que nunca podrían estar
totalmente de acuerdo, pero, después de un tiempo, vencido
por su insistencia, aceptó” (Ibid. 3). La experiencia fracasó.
Los monjes intentaron envenenarlo, de modo que Benito
volvió a su cueva. A partir de ese tiempo sus milagros se
hicieron más frecuentes, y muchas personas, atraídas por su
santidad y su carácter, llegaron a Subiaco para ponerse bajo
su guía. Benito construyó doce monasterios en el valle para
acomodar a esas personas. En cada uno de ellos puso a un
superior con doce monjes. El vivía en el treceavo, con “unos
cuantos, a los que él consideraba que su presencia sería más
útil y podrían ser instruidos mejor” (Ibid., 3). Pero él se
convirtió en el abad y el padre de todos. Con el
establecimiento de esos monasterios comenzaron las escuelas
para niños, y entre éstos, unos de los primeros fueron Mauro
y Plácido.
LA REGLA BENEDICTINA
167
1. Antes de ponernos a estudiar la Regla de san Benito hace
falta señalar que fue escrita para seglares, no para clérigos.
No era el propósito del Santo establecer una orden de
clérigos con obligaciones y funciones clericales, sino una
organización y unas normas apropiadas para la vida
doméstica de los seglares que quisiesen vivir en la forma más
plena posible la vida sugerida por el Evangelio. “Mis
palabras- dice san Benito- se dirigen a ti que, renunciando a
tu propia voluntad, te revistes de la fuerte y brillante
armadura de la obediencia para pelear por nuestro Señor
Cristo, nuestro verdadero Rey” (Prólogo a la Regla). Más
tarde, la Iglesia impuso el estado clerical a los benedictinos, y
con él se impusieron las obligaciones de las funciones
clericales y sacerdotales, pero siempre ha permanecido la
impronta del origen seglar de los benedictinos, y ello
constituye quizás una de las señales distintivas de esa orden
frente a otras de origen posterior.
168
Subiaco, san Benito le entregó un azadón y lo envió a
desbrozar un campo para hacer un jardín. “Ecce!, Labora!”,
ve y trabaja. El trabajo no era, como afirmaban las
civilizaciones contemporáneas, una condición peculiar de los
esclavos. Es el destino de todo hombre, necesario para su
bienestar como persona humana y esencial como cristiano.
169
monástica no entraba el que los mojes, como cuerpo,
debieran desprenderse de toda riqueza y vivir de las limosnas
de los fieles. Su propósito era más bien limitar los
requerimientos individuales a sólo aquello que es
estrictamente necesario y simple, y asegurar que el uso y
administración de las posesiones comunes se realizaran de
acuerdo al Evangelio. La idea benedictina de pobreza es muy
distinta de la franciscana. Los benedictinos no hacen un voto
explícito de pobreza. Su único voto es de obediencia según
la Regla. La Regla permite todo lo que es necesario al
individuo, junto con ropa suficiente y variada, comida
abundante (excepción hecha de carne de cuadrúpedos), vino
y suficiente sueño (Ibid. 39, 40, 41, 55). Las posesiones
pueden ser tenidas en común, pueden ser muchas, pero
siempre deben ser administradas a favor del trabajo de la
comunidad y para el beneficio de otros. El monje individual
es pobre, pero el monasterio debe estar en posibilidad de dar
limosnas y no obligado a recibirlas. Hay que aliviar al pobre,
vestir al desnudo, visitar al enfermo, enterrar a los muertos,
auxiliar a los afligidos (Ibid. 4), acoger a los forasteros (Ibid.
3). Los pobres se acercaban a Benito para obtener medios de
pagar sus deudas (Dial. San Gregorio, 27); se acercaban a él
para saciar su hambre (Ibid. 21, 28).
170
asuntos menores (Ibid. 3). La realidad de esta vigilancia
sobre la voluntad del gobernante sólo se puede apreciar
debidamente cuando se recuerda que tanto el gobernante
como la comunidad están unidos de por vida, que todos
están inspirados por el propósito común de llevar a cabo la
concepción de la vida que aparece en el Evangelio, y que la
relación de los miembros de la comunidad entre si y con el
abad, y del abad hacia ellos, está sublimada y espiritualizada
por un misticismo que se inspira en las enseñanzas del
Sermón de la Montaña, acogidas éstas como verdades que
deben ser vividas en la vida real.
171
(b) San Benito llama “el primer grado de humildad” a la
oración que cubre todas nuestras horas de vigilia. Consiste
en estar en presencia de Dios (Ibid. 7). El primer paso se da
cuando lo espiritual se une a lo meramente humano, o,
como lo expresa el Santo, es el primer escalón de una
escalera que va del cuerpo al alma. La habilidad para
practicar este tipo de oración se refuerza con el cuidado del
“corazón”, sobre el que insiste frecuentemente el Santo. El
corazón se libra de la disipación resultante de las relaciones
sociales gracias al hábito mental de ver a Jesucristo en todos
los demás. “Hay que servir en todo al enfermo como si fuera
el mismo Cristo” (Ibid.. 36). “Que los visitantes que se
acerquen a nosotros sean recibidos como Cristo” (Ibid.. 53).
“Ya seamos libres, ya esclavos, todos somos uno en Cristo y
tenemos igual rango en el servicio de Nuestro Señor” (Ibid..
2)
172
Si san Benito no da más normas acerca de la oración privada
es porque toda la condición y el modo de vida asegurado por
la Regla, así como el carácter derivado de la observancia de
esta última, conduce naturalmente a estados más elevados de
oración. El Santo escribe: “Tú, quienquiera que tengas prisa
por ir hacia la Patria Celestial, cumple con la ayuda de Cristo
esta pequeña regla que he escrito para los principiantes, y a la
larga llegarás, bajo la protección de Dios, a las altas cimas de
la doctrina y virtud de las que hablamos más arriba” (Ibid.
73). Refiere Benito al lector a los Padres, a Basilio y a
Casiano para guía acerca de esos estados más elevados.
173
disciplina han convertido en algo inseparable de la recitación
pública del Oficio Divino.
174
ulteriores persecuciones, Benito abandonó Subiaco y se
dirigió a Monte Casino. .
175
Benito predicó e hizo muchos conversos (Dialog. San
Gregorio, 19). El monasterio se convirtió en un protector de
los pobres y su garante (Ibid.. 13), su refugio en la
enfermedad, en las angustias, en los accidentes y en la
necesidad.
176
has cometido muchos pecados; abandona ya tu vida de
pecado. Entrarás a la ciudad de Roma, y cruzarás el mar; has
de reinar nueve años y al décimo dejarás esta vida mortal”. Al
oír esas palabras, el Rey se atemorizó, y se alejó, deseando
que el santo varón hiciera oración a Dios por él. Desde
entonces nuca fue tan cruel como antes. Poco después fue a
Roma, viajó por mar a Sicilia, y al décimo año de su reinado
perdió el reino y la vida (Ibid.. 15).
177
que Benito tuvo esa maravillosa visión, en la cual él estuvo
tan cerca de ver a Dios cuanto es posible a un ser humano en
esta vida. Los santos Gregorio y Buenaventura dicen que
Benito vio a Dios y que en esa visión de Dios también vio
todo el mundo. Santo Tomás niega que eso haya sido
posible. Sin embargo, Urbano VIII no duda en afirmar que
“el Santo, aún estando en esta vida, merecía ver a Dios en
persona y, en Él, todo lo que está bajo Él”. Si no fue al
Creador a quien vio, ciertamente vio la luz que reside en el
Creador, y en esa luz, dice san Gregorio: “vio todo el
mundo reunido como si estuviera bajo un rayo de sol. Al
mismo tiempo vio el alma de Germano, Obispo de Capua,
siendo llevado por los ángeles al cielo en un globo de fuego”
(Ibid. 35). Una vez más se le revelaron las cosas escondidas
de Dios, y él avisó a sus hermanos, tanto “a los que habían
vivido con él diariamente como a los que vivían lejos” de su
próxima muerte. “Seis días antes de morir dio órdenes de
que se abriera su sepulcro y siendo preso de una calentura,
con tremenda fiebre comenzó a perder el sentido. Como la
enfermedad empeorase día a día, al sexto día ordenó a sus
monjes que lo llevaran al oratorio, en donde se armó por la
recepción del Cuerpo y sangre de Nuestro Salvador
Jesucristo. Sostenido por los brazos de sus discípulos, se
irguió con los brazos hacia el cielo, y orando de esa manera
entregó su espíritu” (Ibid, 37). Fue sepultado en la misma
tumba que su hermana “en el oratorio de San Juan Bautista,
que él mismo había edificado cuando derribó el altar de
Apolo” (Ibid). Existen ciertas dudas sobre si los restos del
Santo reposan en Montecasino, o si fueron llevados a Fleury.
El Abad Tosti, en su “Vida de San Benito”, discute ese
punto con profundidad (cap. XI) y decide la controversia a
favor de Montecasino.
178
montaña para evitar a sus monjes la carga de acarrear agua y
así quitar de sus vidas una “causa justa de molestia”;
quedarse tres días en un monasterio para enseñar a uno de
los monjes a “quedarse quieto durante la oración como los
demás monjes”, en vez de salirse de la capilla y vagar por ahí
“buscando ocuparse en asuntos terrenales y pasajeros”.
Permite al cuervo del bosque vecino acercarse diariamente,
mientras los demás están cenando, para alimentarlo él
mismo. Su pensamiento siempre está con los ausentes.
Sentado en su celda sabe que Plácido ha caído en un lago;
tiene una visión en la que acontece un accidente a unos
constructores y les manda avisar; en espíritu y en una especie
de presencia real, está con sus monjes “comiendo y
refrescándose” durante un viaje de estos últimos, con su
amigo Valentiniano de camino al monasterio, con un monje
recibiendo de las monjas un regalo, con la nueva comunidad
de Terracina. A lo largo de la narración de san Gregorio,
siempre aparece como el mismo hombre amante de la paz,
quieto, gentil, digno, fuerte, que gracias a la sutil fuerza de
su simpatía se convierte en el centro de las vidas e intereses
de todos los que lo rodean. Lo vemos en el templo con sus
monjes, durante la lectura, a veces en los campos, pero más
normalmente en su celda donde los mensajeros
frecuentemente lo hallan “llorando silenciosamente en su
oración”, y durante las horas de la noche de pie “junto a su
ventana en la torre, ofreciendo a Dios sus oraciones”. A
veces también, como lo descubrió Totila, está sentado fuera
de la puerta de su celda, o “ante el portón del monasterio,
leyendo un libro”. Benito nos ha dejado un retrato de si
mismo en su descripción del abad ideal (Regla, 64):
179
quitar aprisa la herrumbre puede causar que se rompa el
vaso. Nunca pierda de vista su propia fragilidad y recuerde
que no se debe romper la vara raspada. Con lo cual no
queremos decir que se debe soslayar el vicio, sino que debe
erradicarlo con prudencia y caridad, en la forma más
conveniente a cada persona, como ya dijimos. Busque mejor
ser amado que temido. Que no sea violento o demasiado
ansioso; ni exigente u obstinado; ni celoso o suspicaz.
Porque si no lo hace así, jamás podrá descansar. Al dar
órdenes, ya temporales ya espirituales, siempre hágalo en
forma prudente y considerada. Cuando deba imponer
trabajos, sea discreto y moderado, teniendo en mente la
discreción del santo Jacob cuando dijo: “Si canso demasiado
a mi rebaño, todas las ovejas perecerán en un día”. Con tales
testimonios sobre la discreción, la madre de todas las
virtudes, sacados de estas o parecidas palabras, siempre actúe
moderadamente, de modo que el fuerte siempre tenga algo
porque luchar y el débil nada de que temer”.
180
Bio
ografia – 2
Fon
nte: http://
/www.osb. org.br/MS
S00002.HT
TM
181
A tradição diz que São Bento viveu entre 480 e 547, embora
não se possa afirmar com certeza que essas datas sejam
historicamente acuradas. Seu biógrafo, São Gregório Magno,
papa de 590 a 604, não registra as datas de seu nascimento e
morte, mas se refere a uma Regra escrita por Bento. Há
discussões com relação à datação da Regra, mas parece existir
um consenso de que tenha sido escrita na primeira metade
do século VI.
182
mudou-se para Monte Cassino, 130 km a sudeste de Roma;
ali destruiu o templo pagão dedicado a Apolo e construiu
seu primeiro mosteiro. Também ali escreveu sua Regra para
o Mosteiro do Monte Cassino, já prevendo que ela poderia
ser usada em outros lugares.
183
São Bento, o monge por excelência, levou um tipo de vida
monástica que o conduziu à visão de Deus.
184
185
Cassiodoro
Biografia – 1
F. Magno Aurélio Cassiodoro também foi ministro de
Teodorico (e de seus sucessores). Nasceu na Calábria, em
Squillace, entre os anos de480 e 490. Proveniente da
aristocracia, colocou-se precisamente a serviço de Teodorico.
Amigo de Boécio, teve mais sorte que ele. Em 540, retirou-
se para o mosteiro de Vivarium, por ele mesmo fundado,
onde dedicou-se à vida espiritual, reuniu uma importante
biblioteca e escreveu duas obras: o De anima e o
Institutiones divinarum et saecularium litterarum, duas
obras destinadas ao sucesso no quadro do pensamento
escolástico. Também são interessantes as cartas escritas por
Cassiodoro em nome de Teodorico, reunidas sob o título de
Variae. Por fim, também nos chegou, de sua autoria, uma
História dos godos. Cassiodoro morreu em 570, em seu
mosteiro.
186
exigências da Igreja. Desse modo, a razão não se configura
como adversária da fé. E precisamente por essa razão foi que
Cassiodoro influiu na organização dos estudos nas escolas
medievais.
GIOVANNI REALE
187
Biografia – 2
Casiodoro
188
entre las ruinas del templo de Apolo en Montecasino, un
monasterio que iba a servir de modelo para todo Occidente y
la institución que Casiodoro erigió en sus tierras, el
monasterio de Virium, era sin duda una imitación de la de
Benito. Allí permaneció el resto de sus días, que deben haber
sido muchos, pues se dice que a la edad de noventa y tres
años todavía estaba escribiendo. Si nació en 490, no debe
haber muerto antes de 583.
189
información histórica como cabría esperar; se han suprimido
con frecuencia fechas, cifras, nombres de personas y lugares
como opuestos a la elegancia en el estilo. Por otra parte, las
digresiones inútiles y pomposas, lugares comunes sobre ética
e historia forman la base de estas composiciones. “El lector”,
dice Mommsen, “con frecuencia vacila respecto al significado
de lo dicho y busca inútilmente una razón por la que se haya
dicho”. Casiodoro evita cuidadosamente todos los detalles
concretos respecto a los turbulentos tiempos en los que
vivió, todo lo que de una u otra manera pudiera ofender a
godos, romanos o bizantinos. Es incluso espléndido en su
alabanza a los príncipes que se estaban matando entre sí:
Amalaswintha, Theodahadus y Witiges. Los libros VI y VII
de los “Variae” son una colección de fórmulas, la primera de
una clase muy común en la Edad Media. Estas cartas fueron
diseñadas para ser usadas en cualquier ocasión en el
nombramiento de un magistrado, y sólo se necesitaba
insertar el nuevo nombre. Las cartas en los otros libros
apenas son más interesantes. Sin embargo, así era el gusto de
su tiempo y la correspondencia del Papa San Símaco es igual
de insípida.
190
dice que ha purgado de toda herejía una exposición de
Pelagio sobre la Epístola a los Romanos. Mandó a traducir
las “Antigüedades Judías” de Flavio Josefo así como las
historias eclesiásticas de Teodoreto, Sozomeno y Sócrates. Él
mismo hizo resúmenes de las traducciones de estos tres
historiadores y los combinó en la "Historia Tripartita", una
composición algo precipitada, llena de errores y
contradicciones, pero, sin embargo, muy utilizada en la Edad
Media como manual de historia. En otra compilación unió
los tratados gramaticales y sus comentarios atribuidos a
Donato con el libro de Sacerdos sobre los números. Hacia el
final de su vida Casiodoro le añadió un tratado sobre
ortografía, que era meramente otra colección de extractos. El
"De computo paschali" de 562 no es suya, sino una obra
anónima añadida por un copista a la crónica que Casiodoro.
191
facultad teológica en Roma; al menos tuvo el mérito de
poner al trabajo intelectual en el primer lugar de las
ocupaciones monásticas, para el que San Benito no había
asignado un lugar. Durante su carrera pública Casiodoro
intentó reconciliar las dos razas de godos y romanos; en su
retiro religioso trabajó con gran éxito en armonizar la cultura
antigua con la del mundo cristiano. La civilización moderna
fue el resultado de la alianza propuesta por él.
192
MOMMSEN, II; Mon. Germ. hist.: Auct. ant. (BerlÍn,
1894), XI, 109-161; HODGKIN, Las Cartas de Casiodoro,
son una traducción condensada de los Variæ (Londres,
1886); MORTET, Notes sur le texte des institutions de
Cassiodore (Paris, 1904), y en Revue de philologie (1900,
1903); ROGER, L'Enseignement des lettres classiques
d'Ausone à Alcuin (Paris, 1905), 175-187; ZIMMER,
Pelagius in Ireland (Berlín, 1901), 200- 216; HARTMANN
en PAULY, Real-Encyc. des class. Alt., ed. WISSOWA, VI,
part I, s. v. Cassiodorus (Stuttgart, 1899), 1671, sqq. Para
una bibliografía anterior vea CHEVALIER, Rép. Bio-bibl.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/Casiodoro
193
194
São Cirilo de Jerusalém
Biografia – 1
Fonte:
http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/03/03-
18_S_cirilo_jerusalen.htm
195
Heraclio, nombrado por San Máximo para sucederle, habría
recibido cual recompensa la sede de Jerusalén. Rufino de
Aquileya parece insinuar lo mismo.
196
de Pascua de aquel mismo año. Comenta el Santo, en un
lenguaje íntimo y más cordial, las ceremonias del bautismo e
instruye a los recién bautizados sobre la confirmación, la
Eucaristía y la liturgia. Son verdaderas obras maestras en su
género. Por ello le considera la Iglesia como el príncipe de
los catequistas.
197
destierro, sin que sepamos ni el lugar ni las circunstancias del
mismo.
198
Los dolores físicos de San Cirilo, inherentes a un destierro de
dieciséis años, se vieron todavía aumentados con
sufrimientos morales. Ya en sus días se polemizó en torno a
su ortodoxia. Por sus relaciones con el partido arriano de los
homeousianos se le ha considerado arrianizante por lo
menos. Por otra parte, San Cirilo, en sus escritos, no habla ni
una sola vez de Arrio ni de los arrianos, no usa nunca la
palabra omousios ni otros términos que se prestaban a
discusión.
199
es también la insinuación que hace a sus fieles de cómo han
de acercarse a recibir la sagrada comunión. “Haced de
vuestra izquierda —les dice— como un trono en que se
apoye la mano derecha, que ha de recibir al rey. Santificad
luego vuestros ojos con el contacto del cuerpo divino y
comulgad. No perdáis la menor partícula. Decidme: si os
entregasen pajuelas de oro, ¿no las guardaríais con el mayor
cuidado? Pues más precioso que el oro y la pedrería son las
especies sacramentales.” No deja de ser un gran mérito de
San Cirilo de Jerusalén haber expuesto unas enseñanzas tan
claras, antes de que estuviesen en circulación las obras de los
grandes escritores eclesiásticos.
200
Biografia – 2
201
había dado a Jerusalen. Aún así San Máximo sostuvo un
sínodo y ordenó obispos. Esto puedo con mucho ser la causa
de la enemistad de Acacius con él y de su apego a la fórmula
de Nicea. Por otra parte, la correcta cristología de Cirilo
puede haber sido real, aunque con fondos velados en cuanto
a la hostilidad que Acacius le tenía.
ESCRITOS
203
confirmación, la cuarta sobre la Santa Comunión, y la quinta
sobre la Santa Misa por los vivos y los muertos. Se dice que
los oidores deben observar la disciplina, que no deben repetir
nada a los paganos y catecúmenos, el libro también tiene una
nota sobre el mismo efecto.
204
simplemente pregunta donde esta la iglesia (kyriakon), los
impíos y los herejes tratan de llamarla kyriaka, no
simplemente se preguntará donde esta la Iglesia (ekklesia),
sino donde está la Iglesia Católica, porque este es el propio
nombre de la Santa Madre de todos”. (Cat., xviii, 26).
DOCTRINA
207
208
Pseudo-Dionísio Areopagita
Biografia
Dionisio el Pseudo-Areopagita
209
escritos areopagitas se indican por el título y capítulo. En
este artículo D.D.N. significa “De divinis nominibus”; C.H.,
“Caelestis hierachia”; E.H., “Ecclesiastica hierarchia”;
Th.M., "Theologia mystica", que se hallan todos en Migne,
P.G., vol. III).
210
el emperador Zeno (Evagrio, Hist. Eccl., III, IV), reconciliar
los extremos de la ortodoxia y la herejía. Esta actitud
reservada e indefinida del autor explica el notable hecho de
que facciones opuestas lo reclamaban como seguidor. En
cuanto a su clase social, una comparación cuidadosa de
detalles dispersos a través de sus obras muestran que
pertenecía a la clase de los estudiosos que eran conocidos en
ese tiempo como los scholastikoi.
211
C). Según la poderosa raíz produce una multitud de plantas
que sostiene y controla, así las cosas creadas le deben su
origen y conservación a la Deidad que todo lo gobierna
(D.D.N., X, 1 en P.G., III, 936 D). A ejemplo del amor,
justicia y paz divinas originales, así es la armonía que permea
el universo (D.D.N., capítulos IV, VIII, XI). Todas las cosas
tienden hacia Dios, y en Él se sumergen y completan, justo
como el círculo regresa a sí mismo (D.D.N., IV, 14 en P.G.,
III, 712 D), como los radios están unidos en el centro o
como los números están incluidos en unidad (D.D.N., V, 6
en P.G., III, 820 sq.). Éstas y muchas expresiones similares
han hecho surgir frecuentes cargos de panteísmo contra el
autor. Sin embargo, él no afirma una emanación necesaria de
las cosas de Dios, sino que admite un acto creativo libre de
parte de Dios (D.D.N., IV, 10, en P.G., III, 708 B; cf.
C.H., IV 1 en P.G., III, 177 C); todavía el eco del
neoplatonismo es evidente.
212
viaje de su fuente. A esto se debe añadir otra idea
fundamental peculiar del Pseudo-Areopagita, es decir, que
los coros más altos transmiten la luz recibida de la fuente
divina sólo para los coros intermedios, y que éstos a su vez la
transmiten a los más bajos.
213
forma como en materia, de una obra a la otra, se justifica la
asunción de que todas pertenecen a un solo y mismo autor.
De hecho, desde su primera aparición en el mundo literario
el corpus completo de estos escritos estaba organizado como
lo está hoy día. Una undécima carta a Apolófanes, que
aparece en Migne, P.G., III, 1119, es una falsificación
medieval basada en la séptima carta. Una carta a Timoteo y
una segunda carta a Tito también son apócrifas.
214
en otros tantos períodos distintos: primero, el período del
ascenso gradual y establecimiento de los escritos en la
literatura cristiana, que data desde la última parte del siglo V
hasta el Concilio de Letrán (649); segundo, el período de su
más alta y universalmente reconocida autoridad, tanto en
Oriente como en Occidente, que duró hasta el comienzo del
siglo XV; y tercero, el período del agudo conflicto que
surgió sobre su autenticidad, comenzado por Lorenzo Valla
y cerrado a fines del siglo XIX.
215
(2) los escritos del neoplatónico Proclo (411-485), de los
que Dionisio tomó en gran cantidad;
(3) la introducción (c. 476) del Credo a la liturgia de la
Misa, al cual se hace referencia en la “Jerarquía Eclesiástica”
[III, 2, en P.G., III, 425 C, y III, (3), 7 en P.G., III, 436 C;
cf. la explicación de Máximo en P.G., IV, 144 B];
(4) el Henoticon del emperador Zeno (482), una formula de
unión diseñada para obispos, clérigos, monjes y fieles de
Oriente, como un compromiso entre monofisitas y
ortodoxos. Tanto en espíritu como en tendencia los
Areopagitas corresponden completamente al sentido del
Henoticon; y uno puede fácilmente inferir que fueron
escritos para fomentar la causa del Henoticon.
216
Andreas, Obispo de Cesarea en Cappodocia, escribió (c.
520) un comentario sobre el Apocalipsis donde cita al
Areopagita cuatro veces y por lo menos tres veces hace uso
de sus obras (Migne, P.G., CVI, 257, 305, 356, 780; cf.
Wilhelm Diekamp en "Hist. Jahrb", XVIII, 1897, pp. 1-36).
Como Severo, Zacarías Retor y, con toda probabilidad,
también Andreas de Capadocia, inclinados al monofisismo
(Diekamp, un "Libro de Hieroteo")---Hieroteo llegó a ser
considerado el maestro de Dionisio---existió en la literatura
siríaca de ese tiempo y ejerció considerable influencia en la
expansión de las doctrinas dionisinas. Frothingham (Stephen
Bar Sudaili, p. 63 ss.) considera al panteísta Stephen Bar
Sudaili como su autor. Jobio Monaco, un contemporáneo de
los antedichos escritores, publicó un polémico tratado, ya
perdido, contra Severo, pero reclama al Areopagita como
autoridad para la enseñanza ortodoxa (P.G., CIII, 765). Así
también Efraín de Antioquía, arzobispo, (527-545),
interpreta en un sentido correcto el muy conocido pasaje del
D.D.N., I, 4, P.G., III,, 529 A: ho haplous Iesous synetethe,
al distinguir entre synthetos hypostasis y synthetos ousia.
Entre los años 532-548, si no más temprano, Juan de
Scitópolis escribió en Palestina una interpretación de
Dionisio (Pitra, "Analect. sacr.", IV, Proleg., p. XXIII; cf.
Loof's, "Leoncio de Bizancio" (p. 270 ss.) desde un punto
de vista anti-severino). Leoncio de Bizancio (485-543) es
otro testigo importante. Este eminente adalid de la doctrina
católica en por lo menos cuatro pasajes de sus obras cuenta
con los megas Dionysios (P.G., LXXXVI, 1213 A; 1288 C;
1304 D; Canisius-Basnage, "Thesaur. monum. eccles.",
Amberes, 1725, I, 571). Sergio de Resaina en Mesopotamia,
primer médico y presbítero (m. 536), en una fecha temprana
tradujo las obras de Dionisio al siríaco. Él admitió su
autenticidad, y para su defensa también tradujo al siríaco las
ya corrientes “Apologías” (Brit. Mus. cod. add. 1251 y
22370; cf. Zacharias Rhetor en Ahrens-Kruger, p. 208). Él
mismo era un monofisita.
217
debate religioso sostenido en Constantinopla en 533 entre
siete ortodoxos y siete oradores severinos (Jean Hardouin II,
1159 ss.). Los primeros tenían como líder y portavoz al
obispo de Éfeso, Hipacio, quien era sumamente versado en
la literatura del asunto. El segundo día los “orientales”
(severinos) alegaron contra el Concilio de Calcedonia, que
con una expresión novel y errónea había decretado dos
naturalezas en Cristo. Además San Cirilo de Alejandría, San
Atanasio, San Gregorio Taumaturgo y Félix y Julio de
Roma, también citaron a Dionisio el Areopagita como
exponente de la doctrina de una naturaleza. Hipacio rechazó
como espurias todas estas citas, y mostró que Cirilo nunca
había hecho el más leve uso de ellas, aunque en varias
ocasiones le hubiesen servido admirablemente a su
propósito. Él sospechaba que estos falsificadores eran
apolinaristas. Cuando los severinos replicaron que ellos
podían señalar en los escritos polémicos de Cirilo contra
Diodoro y Teodoro el uso hecho de tal evidencia, Hipacio
persistió en su punto de vista: "sed nunc videtur quoniam et
in illis libris [Cyrilli] haeretici falsantes addiderunt ea". Las
referencias a los archivos de Alejandría tuvieron muy poco
peso para él, puesto que Alejandría, con sus bibliotecas había
estado por mucho tiempo en manos de los herejes. ¿Cómo
podía introducirse como testigo a una parte interesada de la
oposición? Hipacio se refiere de nuevo especialmente a
Dionisio y exitosamente derrota a la oposición: "Illa enim
testimonia quae vos Dionysii Areopagitae dicitis, unde
potestis ostendere vera esse, sicut suspicamini? Si enim eius
erant, non potuissent latere beatum Cyrillum. Quis autem de
beato Cyrillo dico, quando et beatus Athanasius, si pro certo
scisset eius fuisse, ante omnia in Nicaeno concilio de
consubstantiali Trinitate eadem testimonia protulisset
adversus Arii diversae substantiae blasphemias". Ciertamente,
en cuanto a la consubstancialidad del Padre y el Hijo, el
Areopagita tiene declaraciones que no dejan espacio para
malas interpretaciones; y si éstas hubiesen venido de algún
discípulo de los apóstoles, hubieran podido ser de gran valor.
218
Desde ahí en adelante los severinos abandonaron esta
objeción y se volvieron a otra.
219
Para echar una breve ojeada al grupo católico encontramos
en la "Historia Euthymiaca", escrita para mediados del siglo
VI, un pasaje tomado, según una cita de San Juan
Damasceno (P.G., XCVI, 748), del D.D.N., III, 2, P.G.,
III, 682 D: paresan de -- epakousas. Otro testigo, que al
mismo tiempo era un líder en la literatura Latina, es Liberato
de Cartago (Breviarium causae Nestor. et Euthych., ch. v).
Juan Malalas, de Antioquía, quien murió cerca del año 565,
narra en su "Crónica Universal", la conversión del juez del
Areópago a través de San Pablo (Hch. 17,34), y alaba a
nuestro autor como un poderoso filósofo y antagonista de
los griegos (P.G., XCVII, 384; cf. Krumbacher, Gesch. d.
byz. Lit.", 3ra ed., p. 112 sq.). Otro adalid fue Teodoro,
presbítero. Aunque es difícil localizarlo cronológicamente, él
fue, según Denis-Nicolas Le Nourry (P.G., III, 16), un
"auctor antiquissimus" que floreció, en todo caso, antes del
Concilio de Letrán de 649, y según sabemos por Focio
(P.G., CIII, 44 sq.), emprendió la defensa de la autenticidad
de los escritos areopagitas. Además, la reputación de estos
escritos era realzada en gran medida por los siguientes
eminentes eclesiásticos: San Eulogio, patriarca de Alejandría
(580-607), conocía y citó entre otros al D.D.N., XIII, 2,
verbatim (P.G., CIII, 1061; cf. Der Katholic, 1897, II, p.
95). De Eulogio naturalmente pasamos al Papa San Gregorio
I Magno, con quien el tenía una cercana y honorable
amistad. Gregorio Magno (590-604), en su trigésima cuarta
homilía en Like, XV, 1-10 (P.L.L. XXVI, 1254), claramente
se refiere a las enseñanzas del Areopagita respecto a los
[[[ángeles]]: “Fertur vero Dionysius Areopagitica, antiquus
videlicet et venerabilis Pater, dicere" etc. (c.f. C.H., VII, IX,
XIII). Como Gregorio admite que él no es versado en griego
(Ewald, Reg., I,28; III, 63; X, 10, 21) el usa fertur no para
expresar su duda sobre la autenticidad, sino para implicar
que él tuvo que descansar en el testimonio de otros, puesto
que en ese tiempo no existía una versión en latín.
Ciertamente, es muy probable que Eulogio dirigiera su
atención a la obra.
220
Cerca del año 620, Antíoco de Palestina, un miembro del
monasterio Sabas cerca de Jerusalén, recopiló una colección
de “sentencias” morales diseñadas para los miembros de su
orden (P.G., LXXXIX, 1415 ss.). En la "Homilia
(capitulum) LII" descubrimos cierto número de expresiones
similares y ejemplos bíblicos que se tomaron prestados de la
octava carta de Dionisio "ad Demophilum" (P.G., III, 1085
ss.). En otros pasajes se hace referencia frecuente al D.D.N.
En los años siguientes, dos patriarcas de Jerusalén, ambos de
monasterios, defendieron a Dionisio como un testigo de las
verdaderas doctrinas honrado por el tiempo. El primero fue
el patriarca Modesto (631-634), anteriormente abad del
monasterio de Teodosio en el desierto de Judá. En un
panegírico sobre la Assumptio Mariae (P.G., LXXXVI, 3277
sq.) él cita oraciones del D.D.N., I, 4; II,10; de la
"Theologia Mystica", I, 1; y de la Ep. II.
221
Así los monotelitas perdieron su más potente arpón y el
Concilio Lateranense encontró la palabra salvadora (Hefele,
op. cit., 2nd ed., III, 129). En otros aspectos Máximo
también jugó un papel importante en la autorización de los
Areopagitas. Un amante de la especulación teológico-
mística, él mostró una reverencia poco común por estos
escritos, y con sus glosas (P.G., IV), en las cuales explicó
pasajes dudosos de Dionisio en sentido ortodoxo,
contribuyó grandemente hacia el reconocimiento de
Dionisio en la Edad Media.
222
El Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla (680)
siguiendo las huellas del Sínodo Lateranense, de nuevo
defendió la "Eph. IV ad. Caium" contra la falsificación de
Pirro, y rechazó el significado que el patriarca monotelita
Macario le asignaba al pasaje (Hardouin III, 1099, 1346,
1066). En el Segundo Concilio de Nicea (787) encontramos
que se cita la "Jerarquía Celestial" del "deificado Dionisio"
contra los iconoclastas (Hardouin IV, 362).
223
de parte del [[[Mahoma y Mahometismo|Islam]] durante los
siglos VI y VII obligaron a muchos monjes griegos y
orientales a abandonar sus hogares y establecerse en Italia.
En Roma misma, se construyó un monasterio para monjes
griegos bajo el reinado de Esteban II y Papa Pablo I. Fue
Pablo I (757-767) quien en 757 envió los escritos de
Dionisio junto con otros libros, a Pipino en Francia. El Papa
Adrián I (772-795) también mencionó a Dionisio como un
testis gravissimus en una carta que acompañaba la traducción
al latín de las Actas del Segundo Concilio de Nicea (787)
que él le envió a Carlomagno.
224
las conexiones de pensamiento y penetrar los problemas. Ya
que acompañó sus traducciones con notas explicativas y
como, en sus escritos filosóficos y teológicos,
particularmente en la obra "De divisione naturae", (P.L.,
CXXII), él recurre una y otra vez a Dionisio, se puede ver
fácilmente cuán mucho hizo para asegurar el reconocimiento
para el Areopagita.
225
Se reservó para el período del Renacimiento romper con la
por tanto tiempo honrada tradición. Verdaderamente,
algunos de los humanistas más antiguos como Pico della
Mirandola, Marcilio Ficino, y el inglés John Colet, estaban
todavía convencidos de la autenticidad de los escritos; pero
el agudo e intrépido crítico Lorenzo Valla en sus glosas al
Nuevo Testamento, expresó sus dudas abiertamente y desde
ahí comenzó el impulso, primero para el erudito Erasmo
(1504), y luego para el mundo científico completo, de
alinearse con o contra Dionisio. La consecuencia fue la
formación de dos campos; entre los adversarios había no sólo
protestantes (Martín Lutero, Sculteto, Dallaeus, etc.) sino
también prominentes teólogos católicos (Beato Renano,
Cajetan, Morinus, Jacques Sirmond, Petavio, Michel Le
Quien, Le Nourry); entre los defensores estaban Cesare
Baronio, San Roberto Bellarmine, Lansselius, Baltasar
Cordier, Halloix, Delario, de Rubeis, Leonard Lessius,
Alexander Netalis y otros. La controversia literaria asumió
tales dimensiones y fue realizada con tanta vehemencia que
sólo podía ser comparada con la disputa relativa a los falsos
decretales Pseudo-Isidorianos y la donación del Pseudo-
Constantino.
226
(transmitidos en la traducción al latín de Morbeka, Cousin
ed., Paris, 1864), habían sido usados por Dionisio en el
tratado "De div. nom." (c. iv, secciones 19-35) Un análisis
cuidadoso trajo a la luz un asombroso acuerdo de ambas
obras en cuanto a arreglo, secuencia de pensamiento,
ejemplos, figuras y expresiones. Es fácil señalar muchos
paralelismos de otros y posteriores escritos de Proclo, por
ejemplo de su "Institutio theologica", "theologia Platonica",
y su comentario sobre los "Parmenides", "Alcibiades I", and
"Timaeus" de Platón (estos cinco fueron escritos después de
462).
227
traducciones han aparecido hasta ahora en lenguajes
modernos: Inglés por Lupton (Londres, 1869) y Parker
(Londres, 1894), ambas de las cuales contienen sólo el
"Cael. Hierarchia" y la "Eccles. Hier."; al alemán por
Engelhardt (Sulzbach, 1823) y Storf, "Kirkliche Hierarchie"
(Kempten, 1877); al francés, por Georges Darboy (París,
1845) y Dulac (Paris, 1865).
228
Fuente: Stiglmayr, Joseph. "Dionysius the Pseudo-
Areopagite." The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York:
Robert Appleton Company, 1909.
<http://www.newadvent.org/cathen/05013a.htm>.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/Dionisio_el_Pseudo-
Areopagita
229
Apresentação de seu pensamento
230
posibilidad, es necesario completarla con una teología
superlativa, la cual consiste en admitir los nombres de Dios,
pero en declarar que no podemos concebirlos. Esto sucede,
según el Pseudo-Dionisio, no solamente con aquellos
nombres con los cuales se pretende describir
metafóricamente la Divinidad, sino también con aquellos
que apuntan a una descripción metafísica. Dios es, en efecto,
de tal modo superior y trascendente, que aunque hablemos
de Él como el Bien, como el Ser y como lo Uno, deberemos
entenderlo en un sentido que trasciende todas las
significaciones, aun las más depuradas, de estos términos. En
rigor, podemos decir —aunque no propiamente entender—
que Dios es el Supra-Ser y lo Supra-Uno. Ahora bien, la
teología superlativa no es una «solución» metafísica. Al final
del citado tratado, el Pseudo-Dionisio señala que seguimos
siempre «más acá» de lo que significan los nombres divinos,
y que «los propios ángeles» deben confesar a este respecto su
insuficiencia. La conclusión parece ser, pues, una teología
mística en la cual el hombre alcanza el supremo «saber» por
medio de la suprema ignorancia. Así, todo lo que el Pseudo-
Dionisio dice de Dios y de su creación debe entenderse a la
luz de las citadas restricciones. De acuerdo con ellas
podemos decir que Dios es la Luz que ilumina todos los
seres, los cuales son solamente en la medida en que están
bañados por esa Luz que se desparrama por todos los entes.
Al desparramarse, sin embargo, esa Luz no se pierde, divide
o sume en la oscuridad. Todos los seres iluminados están
ligados por el Amor, que los hace concentrarse hacia la
Unidad suprema. Con todo, la distribución de esa Luz no es,
por así decirlo, uniforme; se efectúa en una serie de
gradaciones: las gradaciones divinas de la jerarquía celeste, y
las gradaciones terrenales de la jerarquía eclesiástica. El
Pseudo-Dionisio no pretende por lo demás, describirlas
exactamente, pues reconoce el carácter imaginativo de sus
símbolos. Especialmente, en lo que toca a las gradaciones
celestes -dice al final de su tratado sobre la jerarquía divina—
hubiera sido necesario para conocerlas «las luces de su
iniciador».Según indicamos, las obras del Pseudo-Dionisio
231
ejercieron gran influencia en la filosofía medieval, y no
solamente en la mística, sino también en la filosofía y,
naturalmente, en la teología. Traducidas al latín por
Hilduino y por Juan Escoto Erigena, fueron objeto de
comentarios por muchos autores. Entre éstos citamos a
Hugo de San Victor, Roberto Grosseteste, San
Buenaventura, San Alberto Magno y Santo Tomás de
Aquino.
232
1949.Véase: J. Niemeyer, Dionysii Aeropagitae doctrinae
philosophicae et theologicae, 1869. —J. Kanakis, Dyonisios der
Aeropagita als Philosoph, 1881. —O. Siebert, Die Metaphysik
und Ethik des Pseudo-Dionysius, 1894. —J. Stiglmayr, S. J.,
Das Aufkommen der Pseudo-Dionysii Schriften, 1895. —H.
Koch, Pseudo-Dyonisios in seinen Beziehungen zum
Neuplatonismus und Mysterienwesen, 1900. —P. Godet, art.
Denys l’Aréopagite, en el Dictionnaire de Théologie
catholique, de Vacant-Mangenot-Amann, t. IV, 1924. —
Vladimir Losski, La notion des analogies chez le Pseudo-Denys
l’Aréopagite, 1930. —G. P. Théry, O. P., Études
dionysiennes. I. Hilduin, traducteur de Denys, 1932. II.
Hilduin trad. de Denys (ed. de la trad.), 1937. —Íd., íd., «La
théologie négative dans la doctrine de Denys l’Aréopagite»,
Revue des Sciences philosophiques et théologiques, 1939. —S.
Scime, Studi sul neoplatonismo: filosofia e teologia nello Pseudo
Dionigi, 1953. —R. Roques, L’univers dionysien. Structure
hiérarchique du monde selon le Pseudo-Denys, 1954; reimp.
1983. —J. Vanneste, S. J., Le mystère de Dieu. Essai sur la
structure rationelle de la doctrine mystique du Pseudo-Denys
l’Aréopagite, 1959. —Michele Schiavone, Neoplatonismo e
cristianesimo nello Pseudo Dionigi, 1963. —Ronald F.
Hathaway, Hierarchy and the Definition of Order in the
Letters of Pseudo-Dionysius: A Study in the Form and
Meaning of the Pseudo-Dionysian Writings, 1969. —B. F.
Mottoni, Il «Corpus Dyonysianum» nel Medioevo. Rassegna di
studi 1900-1972, 1977. —S. Gersh, From Iamblichus to
Erigena: An Investigation of the Prehistory and Evolution of
the Pseudo-Dionysian Tradition, 1978. —K. Ruh, Die
mystische Gotteslehre des Dionysius Areopagita, 1987.
233
Entre os séculos V e VI, viveu o autor que se denomina
Dionísio Areopagita, que foi confundido com aquele
Dionísio que são Paulo converteu com seu discurso no
Areópago. Sob o seu nome, chegou-nos um corpus de
escritos (Hierarquia celeste, Hierarquia eclesiástica, Nomes
divinos, Teologia mística e Epístolas) que teve grande
repercussão na Idade Média (a própria estrutura hierárquica
do Paraíso de Dante foi influenciada pela concepção
hierárquica da realidade de Dionísio).
234
E, transcendendo tudo o que é sensível e também tudo o
que é inteligível e inteligente, o homem pode aderir “àquele
que é completamente impalpável e invisível” e pertencer
completamente “àquele que tudo transcende e a nenhum
outro, através da inatividade de todo conhecimento”,
tornando-se capaz de “conhecer para além da inteligência
através do não conhecer nada”.
GIOVANNI REALE
235
236
Santo Efrém, o Sírio
Biografia – 1
San Efrén
238
menos niegan su adhesión. La vida de San Efrén, por tanto,
ofrece no pocos problemas oscuros; sólo un esbozo general
de su carrera nos es conocido. Es seguro, sin embargo, que
mientras vivió fue muy influyente entre los cristianos sirios
de Edesa, y que su memoria fue reverenciada por todos,
ortodoxos, monofisitas y nestorianos. Le llaman el “sol de
los sirios”, la “columna de la Iglesia”, el “arpa del Espíritu
Santo”. Aún más extraordinario es el homenaje que le rinden
los griegos que raramente mencionan autores sirios. Entre las
obras de San Gregorio de Nisa (P.G., XLVI, 819) hay un
sermón (aunque no reconocido por algunos) que es un
auténtico panegírico de San Efrén. Veinte años después de la
muerte de este último San Jerónimo le menciona como sigue
en su catálogo de ilustres cristianos: “Efrén, diácono de la
iglesia de Edesa, escribió muchas obras [opuscula] en siríaco,
y se hizo tan famoso que sus escritos se leen públicamente en
algunas iglesias después de las Sagradas Escrituras. He leído
en griego un volumen de la suya sobre el Espíritu Santo;
aunque era sólo una traducción, reconocí en ella el genio
sublime del hombre” (De viris illustr., c. Cxv). Teodoreto de
Ciro también alabó su genio poético y conocimiento
teológico (Hist. Eccl., IV, xxvi). Sozomeno pretende que
Efrén escribió 3.000.000 de versos, y da los nombres de
algunos de sus discípulos, algunos de los cuales siguieron
siendo ortodoxos, mientras que otros cayeron en la herejía
(Hist. Eccl., III, xvi). De las Iglesias Siria y Bizantina la fama
de Efrén se extendió entre todos los cristianos. El
Martirologio Romano le menciona el 1 de Febrero. En sus
menologios y synaxaria los griegos y los rusos, jacobitas,
caldeos, coptos, y armenios honran al santo diácono de
Edesa.
239
(1) el texto y las versiones principales y ediciones de sus
escritos; (2) sus escritos exegéticos; (3) sus escritos poéticos.
240
de manuscritos en el monasterio de Nuestra Señora de Nitria
(Egipto). Estos manuscritos ingresaron en seguida en la
Biblioteca Vaticana. En la primera mitad del Siglo XIX el
Museo Británico se enriqueció notablemente por
descubrimientos igual de afortunados de Lord Prudhol
(1828), Curzon (1832) y Tattam (1839, 1843). Todas las
ediciones recientes de los originales siríacos de los escritos de
Efrén se basan en estos manuscritos. En la Bibliotheque
Nationale (París) y en la Bodleiana (Oxford) hay algunos
fragmentos siríacos de menor importancia. José Simeón
Assemani se apresuró a hacer la mejor edición de sus
manuscritos recientemente encontrados y propuso enseguida
a Clemente XII una edición completa de los escritos de
Efrén en las versiones original siríaca y griega, con una nueva
versión latina de todo el material. Él tomó por su propia
cuenta la edición del texto griego. El texto siríaco se confió
al jesuita Pedro Mobarak (Benedictus), un nativo maronita.
Tras la muerte de Mobarak, sus trabajos se continuaron por
Esteban Evodio Assemani. Finalmente esta monumental
edición de las obras de Efrén apareció en Roma (1732-46)
en seis volúmenes in folio. Se completó con los trabajos de
Overbeck (Oxford, 1865) y Bickell (Carmina Nisibena,
1866), mientras que otros sabios editaron fragmentos
recientemente encontrados (Zingerle, P. Martín, Rubens
Duval). Una edición espléndida (Malinas, 1882-1902) de los
himnos y sermones de San Efrén se debe al difunto
Monseñor T. J. Lamy. Sin embargo, una edición completa
de la vasta obra del gran doctor siríaco aún no se ha llevado a
cabo.
241
Esdras, Nehemías, Esther, los Salmos, los Proverbios, el
Cantar de los Cantares y el Eclesiástico se han perdido. De
sus comentarios sobre el Nuevo Testamento sólo ha
sobrevivido una versión armenia. El canon de las Escrituras
de Efrén se parece muy estrechamente al nuestro. Parece
dudoso que aceptara los escritos deuterocanónicos, al menos
no nos ha llegado ningún comentario suyo de estos libros.
Por otra parte aceptó como canónica la apócrifa Tercera
Epístola a los Corintios, y escribió un comentario sobre ella.
El texto de las Escrituras utilizado es la siríaca Peshitto, que
difiere ligeramente, sin embargo, del texto impreso de esa
antiquísima versión. El Nuevo Testamento lo conoció, como
todos los sirios, tanto los orientales como los occidentales,
antes de la época de Rábulas, en el armonizado
“Diatessaron” de Taciano; es también este texto el que sirve
de base a su comentario. Su texto de los “Hechos de los
Apóstoles” parece haber sido uno estrechamente relacionado
con el llamado “occidental” (J. R. Harris, “Fragmentos de
comentarios de Efrén el Sirio sobre el Diatessaron”,
Londres, 1905; J. H. Hill, “Una disertación sobre el
Comentario al Evangelio de San Efrén el Sirio”, Edimburgo
1896; F. C. Burkitt, “Citas de San Efrén del Evangelio,
corregidas y ordenadas”, en “Textos y Estudios”,
Cambridge, 1901, VII, 2). La exégesis de Efrén es la general
de los autores siríacos, helenizados o no, y se relaciona
estrechamente con la de Afrates, siendo, como este último,
bastante respetuosa con las tradiciones judías y a menudo
basada en ellas. Como exegeta, Efrén es sobrio, muestra
preferencia por el sentido literal, es discreto en su utilización
de la alegoría; en una palabra, se inclina fuertemente a la
Escuela de Antioquia, y nos recuerda en particular a
Teodoreto. No admite en las Escrituras sino algunos pasajes
mesiánicos en sentido literal, muchos más, sin embargo,
proféticos en sentido tipológico, que aquí han de
distinguirse cuidadosamente del sentido alegórico. No es
improbable que muchos de sus comentarios fueran escritos
para la escuela cristiana persa (Schola Persarum) en Nísibe;
242
como se ha visto más arriba, fue uno de sus fundadores,
también uno de sus más distinguidos maestros.
243
letra del alfabeto, como es el caso de algunas piezas métricas
(hebreas) en la Biblia, o también las primeras letras de un
cierto número de versos o de estrofas forman una palabra
dada. Efrén firmó varios de sus himnos en esta última forma.
En la poesía siríaca San Efrén es un pionero de genio, el
maestro a menudo imitado pero nunca igualado. No es, sin
embargo, el inventor de la poesía siríaca; este honor parece
debido al mencionado hereje Bardesanes de Edesa. El propio
Efrén nos cuenta que en las cercanías de Nísibe y Edesa los
poemas de este gnóstico y de su hijo Harmonio
contribuyeron eficazmente al éxito de sus falsas enseñanzas.
De hecho, si Efrén entró en el mismo campo, fue con la
esperanza de derrotar la herejía con sus propias armas
perfeccionadas por él mismo. El lector occidental de los
himnos de Efrén se inclina a asombrarse del entusiasmo de
sus admiradores en la antigua Iglesia Siríaca. Su “lirismo” no
es en absoluto lo que nosotros entendemos por ese término.
Su poesía nos parece prolija, pesada, incolora, falta de tono
personal, y en general desprovista de encanto. Para ser
justos, sin embargo, debe recordarse que sus poemas se
conocen por la mayoría de los lectores sólo en versiones, de
las que, naturalmente, ha desaparecido el ritmo original –
precisamente el encanto y la característica más destacada de
esta poesía. Estos himnos, además, no se escribieron para la
lectura privada, sino que se concibieron para ser cantados
por coros alternos. Sólo tenemos que comparar los salmos
latinos como se cantan en el coro de un monasterio
benedictino con la lectura privada de ellos por el sacerdote
en la recitación de su Breviario. Ni debemos olvidar que el
gusto literario es el mismo en todas partes y en todas las
épocas. Estamos influidos por el pensamiento griego más
profundamente de lo que somos conscientes o nos gusta
admitir: En literatura admiramos más las cualidades de
lucidez, sobriedad, y variedad de acción. Los orientales, por
su parte, nunca se cansan de la interminable repetición del
mismo pensamiento en forma ligeramente alterada; se
deleitan en detalles verbales hermosos, en el juego múltiple
de ritmo y acento, rima y asonancia, y acróstico. A este
244
respecto apenas es necesario recordar al lector las bien
conocidas peculiaridades de la poesía árabe.
245
Biografia – 2
Efrém nasceu em 306 em Nisibina ou em seus arredores
(Mesopotâmia). Depois de ter estudado junto ao bispo
daquela cidade, Jacob (Jaime) se converteu no animador de
uma escola de doutrina, poesia e canto. Refugiou-se em
Edesa no ano 367, por causa da ocupação persa de Nisibina,
e nela prosseguiu suas atividades de ensinamento, unidas a
composição de muitos escritos exegéticos, catequéticos e
hinos em siríaco. Sua exuberância poética era tão grande e tal
o gosto dos sírios pela poesia, que muitas homilias estão
compostas em versos. Recebeu o título de “Profeta dos
Sírios” e “Cítara do Espírito Santo” e a tradição se alegrou
em engrandecê-lo, ao estilo dos dois primeiros apotegmas,
atribuindo-lhe a concessão milagrosa dos carismas da palavra,
da sabedoria e também das lágrimas. A respeito dele foi
escrito que era tão natural vê-lo chorar como respirar.
Levou, desde muito jovem, juntamente com outros, vida
comum na castidade, pobreza e penitência e retiro,
compatível, não obstante, com o ensinamento e a pregação.
Foi ordenado diácono, mas não sabemos exatamente
quando. Muitos são os escritos sobre a sua vida, mas
lamentavelmente, mistura-se muitos elementos lendários.
Várias fontes revelam que se ocupou com grande
generosidade a assistência aos enfermos, famintos, dando
sepultura aos mortos numa época de grande miséria. Seja
verdadeira ou não esta informação, é de grande significado,
pois a Tradição queria transmitir dele um perfil completo,
não só como grande escritor e compositor de hinos, como
também, a imagem de um diácono entregue ao serviço dos
mais necessitados.
246
atribuíram-lhe falsamente muitas obras que não o
pertenciam.
Fonte:
248
249
Eusébio de Cesaréia
Biografia – 1
Eusebio de Cesarea
Contenido
1 VIDA
2 OBRAS
o 2.1 Históricas
o 2.2 Apologéticas
o 2.3 Exegéticas
o 2.4 Dogmáticas
o 2.5 Discursos y Sermones
o 2.6 Cartas
VIDA
251
haber sido la opinión generalmente aceptada antes de Hort,
y era la opinión de Kattenbusch en 1804 (Das apostolische
Symbol, vol. I, p. 231). Se debe señalar una objeción a esta
opinión. Esto es equivalente a decir que todos los obispos
antes de haber recibido el episcopado habían ejercido por
algún tiempo los deberes del sacerdocio. (b) Otros sostienen
que este credo no era el credo local de Cesarea, pero sí
redactado por Eusebio mismo y que contenía lo que él
siempre había creído y enseñado. Según esta interpretación
la declaración preliminar todavía permanece autobiográfica;
pero sólo nos informa que el escritor ejerció el oficio de
sacerdote antes de ser obispo. Esta interpretación ha sido
adoptada por Kattenbusch en su segundo volumen (p. 239)
publicada en 1900. Una de las razones que él da para este
cambio de opinión es que cuando estaba preparando su
primer volumen se basó en Sócrates, el cual no da el
sobrescrito que hemos impreso entre corchetes. Es un
asunto vital para los escritores de la escuela de Kattenbusch
el no aceptar la que parece la interpretación natural de las
palabras de Eusebio, es decir, que el credo que él leyó ante el
concilio era realmente el que él había usado siempre. Si se
admite esto, “entonces”, para citar al Dr. Sanday, “no puedo
sino pensar que se destruye del todo la teoría de Kattenbusch
y Harnack [es decir, que los credos orientales eran hijos del
credo romano primitivo, y que este último no llegó a
Oriente hasta cerca de 272 d.C.]. El Obispo Lightfoot…
sitúa la fecha de nacimiento de Eusebio alrededor de 260
d.C., de modo que él tendría como 12 años de edad cuando
Aureliano intervino en los asuntos de Antioquía. En otras
palabras con toda probabilidad ya él estaba bautizado y había
sido catequizado en el credo de Cesarea en el tiempo
cuando, en la hipótesis de Kattenbusch-Harnack, el padre de
ese credo todavía no había llegado a Antioquía---mucho
menos a Cesarea o a Jerusalén (Revista de Estudios
Teológicos, I, 15).
252
d.C.” (p. 309); según Harnack, “difícilmente puede ser
puesta más tarde de 260-265” (Cronología, I, p. 106). La
información en que se basan son las personas y eventos que
Eusebio describe como pertenecientes a “nuestros propios
tiempos”. Así, al final de su descripción de las epístolas de
Dionisio de Alejandría, dice que va a relatar los eventos de
“nuestros propios tiempos” (kath’ ‘emâs. — Historia de la
Iglesia VII.26). Luego refiere cómo, en Roma, el Papa San
Dionisio (259-268) sucedió a Sixto, y por ese mismo tiempo
Pablo de Samosata se convirtió en obispo de Antioquía. En
otra parte (Historia de la Iglesia V.28) él habla del mismo
Pablo como reavivando “en nuestro propio tiempo” (kath’
‘emâs) la herejía de Artemón. Él también habla igualmente
del alejandrino Dionisio (murió 265) (Historia de la Iglesia
III.28). Él llama a Manes, a quien sitúa (Historia de la
Iglesia VII.31) durante el episcopado de Félix (270-274),
“el maniático de ayer y de nuestros propios tiempos”
(Teofanía, IV, 30). Por supuesto, un historiador se puede
referir a eventos recientes, pero antes de su propio
nacimiento, como pertenecientes a “nuestro propio tiempo;
por ejemplo, un hombre de treinta años puede hablar así en
1905 de la guerra franco-prusiana de 1870. Pero al referirse
a Manes como “el maníaco de ayer” ciertamente sugiere un
escritor que está aludiendo a lo que sucedió dentro de su
propio recuerdo personal.
253
emperador Constantino, cuando atravesaba Palestina en la
compañía de Diocleciano (Vit. Const. I, 19).
254
(2) Al final del libro de Esdras, en el códice sinaítico, aparece
la siguiente nota: “Fue comparado con una copia muy
antigua de la mano del bendito mártir Pánfilo, a la cual se le
añade esta suscripción de su propia mano: “Fue transcrito y
corregido según la Hexapla de Orígenes, comparado por
Antonino, I, corregido por Pánfilo”. (Swete, vol. II, p. 212.)
255
significando, probablemente, que él deseaba ser considerado
como el fiador de aquel cuyo nombre “no es apropiado que
lo mencione… sin llamarlo mi señor” (Mart. Pal., ed.
Cureton, p.37). Mr Gifford, en la introducción a su
traducción del “Præp. Evang.”, ha sugerido otra explicación
sobre la autoridad de un escolio antiguo proveniente de
Cesarea que llama a Eusebio el “hijo de Pánfilo”. Él arguye
que Pánfilo, para poder hacer a Eusebio su heredero, tomó
los pasos necesarios y lo adoptó.
256
donde fue citada para probar que Eusebio era un hereje. Él
también formó parte de un sínodo de obispos sirios que
decidieron que Arrio debía ser reinstalado a su antigua
posición, pero por su parte tendría que obedecer a su obispo
y continuamente buscar la paz y la comunión con él
(Sozomeno, Historia de la Iglesia I.15). Según Duchesne
(Hist. de l'Eglise, II, 132), Arrio, como Orígenes antes que
él, encontró un asilo en Cesarea.
257
ellos reinstalaron a Arrio y sus seguidores a la comunión. De
Jerusalén fueron llamados a Constantinopla (336) donde se
condenó a Marcelo. Al próximo año Constantino murió.
Eusebio le sobrevivió tiempo suficiente para escribir su Vida
y dos tratados contra Marcelo, pero en el verano de 341 ya
estaba muerto, pues fue su sucesor, Acacio, quien ayudó
como obispo de Cesarea en un sínodo llevado a cabo en el
verano de dicho año.
OBRAS
Históricas
258
introductorias, a las que se refiere en c. XIII, que define el
alcance del libro. También se interrumpe cuando el autor
está por “registrar la palinodia” de los perseguidores. Parece
probable que parte de la conclusión que falta existe en forma
de un apéndice al libro VIII de la Historia de la Iglesia
encontrado en varios manuscritos. Este apéndice contrasta la
miserable suerte de los perseguidores con la buena fortuna
de Constantino y su padre. A partir de esta información,
Lightfoot concluye que poseemos formada “parte de una
obra más grande en la cual los sufrimientos de los mártires
fueron contrapuestos a las muertes de los perseguidores”. Sin
embargo, se debe recordar que las partes faltantes no
añadirán mucho al libro. En lo que a los mártires se refiere,
evidentemente está completo, y el destino de los
perseguidores no aporta mucho al relato. Aun así, la
conclusión faltante puede explicar por qué Eusebio acortó su
relato sobre los mártires. El libro, en ambas formas, iba
dirigido al público en general. Era por lo tanto deseable
bajar el precio de las copias. Si se iba a hacer así, y se le
añadía nuevo material (es decir, el destino de los
perseguidores), había que acortar el asunto de los mártires.
En 1894, en el Theologische Literaturzeitung (p. 464)
Preuschen descartó la idea de que la forma corta era sólo un
borrador no hecho para publicarse. Bruno Violet, en su "Die
Palästinischen Martyrer" (Texte u. Untersuch., XIV, 4,
1896) siguió esta idea y señaló que, mientras que la forma
larga era usada constantemente por los compiladores de
Martirologios, Menologios y otros, la forma corta nunca fue
usada. En una revisión de Violet (Theolog. Litz, 1897, p.
300), regresó a su idea original, y luego sugiere que la forma
corta debió haber sido añadida a la “Historia de la Iglesia”
por algún copista que tuvo acceso a los manuscritos de
Eusebio. Harnack (Chronologie, 11, 115) apoya la prioridad
de la forma larga, pero piensa que la corta fue compuesta casi
al mismo tiempo para lectores de la Historia de la Iglesia.
259
monumental obra. Viviendo durante el período de
transición, cuando el antiguo orden estaba cambiando y
todo lo conectado con él estaba pasando al olvido, se
adelantó con sus inmensos acopios de conocimiento y sus
conservados inapreciables tesoros de antigüedad cristiana.
Éste es el gran mérito de la “Historia de la Iglesia”. No es
una obra literaria que se puede leer con placer debido a su
estilo. La “dicción” de Eusebio, decía Focio, “nunca es
agradable ni clara.” Ni tampoco es el trabajo de un gran
pensador.” Pero es un almacén de información coleccionada
por un estudiante infatigable. A pesar la amplitud de los
conocimientos de Eusebio, la obra tiene sus limitaciones. Él
estaba irritantemente desinformado de lo que pasaba en
Occidente. El que él supiera muy poco sobre Tertuliano o
San Cipriano se debió sin duda a su escaso conocimiento del
latín; pero en el caso de un escritor griego, como San
Hipólito, sólo podemos suponer que sus obras de algún
modo fallaron en abrirse camino hacia Oriente. La buena fe
y sinceridad de Eusebio fueron ampliamente vindicadas por
Lightfoot. La famosa burla de Gibbon sobre un escritor
“que indirectamente confiesa que él ha narrado lo que pueda
redundar para la gloria, y que ha suprimido todo lo que
pueda tender a la desgracia, de la religión”, puede ser
suficientemente hallado al referirse al pasaje (Historia de la
Iglesia VIII.2); Mart. Pal. c. 12) en el que se basa. Eusebio
no “confiesa indirectamente”, sino que abiertamente
reconoce que omitió ciertos escándalos, y los enumera y los
denuncia. Citando a Lightfoot “Los cargos especiales contra
su honor pueden ser sostenidos de nuevo. No hay
fundamento de ninguna clase para el cargo de que Eusebio
falsificó o interpoló el pasaje de Josefo relativo a Nuestro
Señor citado en Historia de la Iglesia I.11, aunque Heinchen
está dispuesto a considerar el cargo. Puesto que este pasaje
está en todos nuestros manuscritos, y hay suficiente evidencia
que otras interpolaciones (aunque no ésta) fueron
introducidas al texto de Josefo mucho antes de su época (vea
Orígenes, c. Cels., I, 47, la nota de Delarue) ninguna
sospecha se la puede atribuir a Eusebio mismo. Ciertamente
260
Orígenes (1,c) conocía otra interpolación en el historiador
judío, a quien cita en otra parte (11,23). Sin duda también la
omisión del búho en el relato de la muerte de Herodes
Agripa (Hist. Ecl. II.10) ya estaba en algún texto de Josefo
(Ant., XIX, 8, 2). La forma en que Eusebio se ocupa de sus
numerosas citas en otros lugares, de donde podemos probar
su honestidad, es una suficiente vindicación contra este cargo
injusto”. (L., p. 325).
261
muerte de éste (337). Esta Vida es especialmente valiosa
debido a la descripción que da del Primer Concilio de Nicea
y las primeras etapas de la controversia arriana. Se debe
recordar que una de nuestras principales fuentes de
información sobre ese concilio es el libro escrito para
ensalzar a Constantino.
Apologéticas
263
relaciones entre la “Theophania” y la obra “De Laudibus
Constantini”. Hay pasajes completos que están casi verbatim
en ambos trabajos. Lightfoot se decide a favor de la
prioridad de la obra nombrada primero. Gressel, quien ha
editado la “Theophania” para la edición de Berlín de los
Padres Griegos tiene una opinión opuesta. Él compara los
pasajes paralelos y argumenta que ellos están mejorados en el
“De Laudibus Constantini”.
Exegéticas
264
y así por el estilo. También dividió los Evangelios en
secciones numeradas continuamente. Un número, contra
una sección, refería al lector al canon particular donde podría
encontrar las secciones paralelas o pasajes.
265
(23 a 28) Comentarios sobre los libros de las Sagradas
Escrituras de los cuales se preservan algunos extractos.
Dogmáticas
266
(35) "Contra Marcelo, obispo de Ancira", y (36) "Sobre la
Teología de la Iglesia", una refutación a Marcelo. En dos
artículos en el "Zeitschrift für die Neutest. Wissenschaft"
(vol. IV, pág. 330 ss. y vol. VI, pp. 250 ss.), escrito en
inglés, Prof. Conybeare ha sostenido que nuestro Eusebio
no pudo haber sido el autor de los dos tratados contra
Marcelo. Sus argumentos son rechazados por el Prof.
Klostermann, en su introducción a estas dos obras publicadas
en 1905 para la edición de Berlín de los Padres Griegos. El
"Contra Marcelo" fue escrito después de 336 para justificar
la acción del sínodo efectuado en Constantinopla en el cual
Marcelo fue depuesto; la “Teología”, uno o dos años
después.
Discursos y Sermones
267
"Mártires de Palestina". Fue publicado y traducido en la
“Revista de Literatura Sacra” por el Sr. H. B. Cowper
(Nueva Serie, V, pp. 403 ss., e ibid. VI, pp. 129 ss.).
Cartas
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/Eusebio_de_Cesarea
268
Biografia – 2
270
y documentos de la vida de la Iglesia, recogidos también con
un notable sentido crítico. Su intención es apologética, pues
se propone presentar las listas de obispos de las sedes
principales, los testigos de la tradición y los herejes, los
castigos de Dios a los judíos, las persecuciones de los
cristianos y los martirios, seguidos de la victoria final de la
Iglesia. Tuvo un gran éxito y fue muy copiada y conocida,
tanto en Oriente como en Occidente. Es una de las fuentes
mejores que tenemos para conocer la antigüedad cristiana.
271
otra, muy breve y que se conserva, Contra Hierocles, el
gobernador de Bitinia.
De sus cartas, que sin duda eran muy numerosas, sólo tres
nos han llegado completas.
MOLINÉ
Fonte:
http://www.mercaba.org/Moline/eusebio_de_cesarea.htm
272
273
Evágrio Pôntico
Biografia
Fonte: http://www.newadvent.org/cathen/05640a.htm
274
275
Gregório Magno
Biografia – 1
Contenido
276
Iglesia Católica. Debemos mirar hacia él para conseguir una
explicación de la situación religiosa del medievo y en verdad,
si no se tuviera en cuenta su trabajo, la evolución de la forma
del cristianismo medieval sería inexplicable. Más aún, ya que
el sistema católico moderno es un desarrollo del catolicismo
medieval, también en eso se puede decir razonablemente que
Gregorio es el padre. Casi todos los principios guías del
catolicismo posterior se encuentran, al menos en germen, en
Gregorio el Grande” (F.H. Dudden, "Gregory the Great",
1, p. V).
Entre los años 546 y 552 Roma fue capturada por primera
vez por los godos de Titila y después abandonada. Después
Belisario dejó allí una guarnición y fue cercada en vano por
los godos, que sin embargo lograron tomarla de nuevo
cuando Belisario fue llamado, para perderla de nuevo ante
Narres. Tanto la mente como la memoria de Gregorio eran
extraordinariamente receptivas y estos desastres produjeron
en él una cierta tristeza que tiñe sus escritos especialmente en
lo que se refiere a la expectación de un rápido fin del mundo.
277
No tenemos detalles de su educación. Gregorio de Tours
nos dice que en retórica, gramática y dialéctica era tan hábil
que se le consideraba el mejor en Roma y también parece
cierto que pasó algún curso de estudios legales. El ambiente
religioso no fue lo menos importante en su educación. Le
encantaba meditar sobre la Escrituras y escuchar con
atención las conversaciones de sus mayores, así que fue
dedicado a dios desde su juventud.
278
introducido por San Agustín en Inglaterra y se puede decir
que la postura de Baronio está prácticamente abandonada.
Durante tres años Gregorio vivió retirado en el monasterio
de s. Andrés, período al que frecuentemente se refiere como
el más feliz de su vida. Su gran austeridad es manifestada por
sus biógrafos y probablemente fue la causa de la enfermedad
que sufrió el resto de su vida. Sin embargo pronto fue sacado
de su reclusión cuando en 578 el Papa le ordenó, contra su
voluntad, como uno de los siete diáconos (regionarii) de
Roma.
279
las disputas había sido tan intensa que ambos cayeron
enfermos; Gregorio se recobró, pero no así el patriarca, que
se mantuvo en sus trece hasta en su lecho de muerte.
280
En este período se terminó una empresa literaria importante:
la revisión y publicación de “Magna moralia” o lecturas del
Libro de Job, realizada en Constantinopla a petición de S.
Leandro. En una de sus cartas (Ep., V, LIII) Gregorio hace
una interesante relación del origen de su obra. En este
período sucedió muy probablemente el famoso incidente de
la reunión de Gregorio con los jóvenes ingleses en el Foro.
Esta primera mención del suceso está en la biografía de
Whitby (c, IX), y toda la historia parece ser una tradición
inglesa. Vale la pena notar que en el manuscrito de S. Gall
los Anglos no aparecen como jóvenes esclavos expuestos para
la venta sino como hombres que visitan Roma por su propia
libre voluntad y que Gregorio expresó el deseo de verlos. Es
el Venerable Beda (Hist. Eccl., II, I) el primero en
mostrarlos como esclavos. La consecuencia de la reunión es
que Gregorio salió con un gran deseo de convertir a los
Anglos, obtuvo el permiso de Pelagio II para ir en persona a
Britania con algunos compañeros monjes como misioneros.
281
produjo más efectos que las dos cartas previas de Pelagio y el
cisma siguió.
282
alto de monumento envainando su espada como señal de
que la plaga se había terminado.
283
En la segunda describe cómo debe estar ordenada la vida de
un obispo desde el punto de vista espiritual;
en la tercera, cómo debe enseñar y aconsejar a los que están
a su cargo;
y en la cuarta cómo, a pesar de sus buenas obras, debe tener
presente su propia debilidad porque cuanto mejor es su
trabajo más grande es el peligro de caer en la autoconfianza.
284
populares. Lo notable es el dominio que el predicador tiene
de la Biblia que cita continuamente y su frecuente uso de
anécdotas para ilustrar el punto en cuestión, con lo que
prepara el terreno para los predicadores populares
medievales.
285
Respecto al muy discutido Sacramentario gregoriano y el
punto aún más difícil de su relación con el canto llano de la
iglesia y la conexión de Gregorio con estos asunto, la
autoridad más antigua parece ser Juan el Diácono (Vita, II,
VI, XVII), ver CANTO GREGORIANO,
SACRAMENTARIO.
286
Sin embargo Gregorio no permitió a los rectores intervenir
en tales asuntos por propia iniciativa. En las minucias de la
administración del patrimonio nada era demasiado pequeño
para que no lo tuviera en cuenta, desde el número exacto de
sextarii en un modius de grano o cuantos solidi hacían una
libra de oro hasta el uso de falsas medidas y pesos por parte
de algunos agentes menores. Encontraba tiempo para
escribir instrucciones detalladas y no dejaba sin atender queja
alguna hasta del más humilde de los arrendatarios. Su
determinación de asegurar que se administrara correcta
mente el patrimonio se evidencia en el gran número de
cartas que tratan del asunto. Como obispo era administrador
de Dios y de S. Pedro y sus agentes debían mostrar con su
conducta que se daban cuenta. El resultado fue que bajo su
administración las tierras de la iglesia aumentaron de valor,
los arrendatarios estaban contentos y los beneficios que se
pagaban con una regularidad sin precedentes. La única falta
que se le puede echar en cara es que debido a su caridad sin
límite, su tesoro se vació. Pero esto, si era u defecto, era la
consecuencia natural de su convicción de que era el
administrador de la propiedad de los pobres por los que
nunca creía hacer lo suficiente.
287
También insistió en la celebración de sínodos locales como
había dispuesto el concilio de Nicea y hay cartas suyas
dirigidas a los obispos de Sicilia, Cerdeña y Galia,
recordándoles sus deberes al respecto. El mejor ejemplo de la
intervención de Gregorio en los asuntos de las diócesis, se da
en Cerdeña, donde el anciano y ya débil mental obispo
metropolitana de Cagliari había llevado a la iglesia a un
estado semicaótico. Una gran número de cartas relatan las
reformas introducidas por el Papa (Epp., II, XLVII; III,
XXXVI; IV, IX, XXIII-XXVII, XXIX; V, II; IX, I, XI, CCII-
CCIV; XIV, II).
288
Relaciones con otras iglesias
289
celebrado en 588. Gregorio protestó y siguió una larga
controversia que aún no se había resuelto cuando el Papa
murió. No viene al caso exponer aquí esta controversia, pero
es importante para mostrar cómo Gregorio consideraba que
los Patriarcas de oriente le estaban sujetos “como la Iglesia
de Constantinopla”, dice en in Epp., IX, XXVI, ¿quién
puede dudar que está sujeta a la Sede Apostólica?” ¿Por qué
nuestro más religioso señor , el emperador y nuestro
hermano el obispo de Constantinopla continuamente lo
reconocen”?.
290
(Epp., II, XXXIV), y cuando vio que no había reacción
alguna por parte de las autoridades imperiales, el Papa
concibió la idea de negociar él mismo una paz separada con
los lombardos (Epp., II, XLV). No nos han llegados detalles
de esta paz pero parece cierto que se firmó (Epp., V,
XXXVI).
291
El gran deseo del Papa era ahora conseguir una paz duradera
con los lombardos lo que sólo podía lograrse por un
apropiado arreglo entre las autoridades imperiales y los jefes
lombardos. Gregorio puso todas sus esperanzas en
Teodolinda una católica y amiga personal. Sin embargo el
exarca veía todo el asunto desde otro punto de vista y
después de un año de infructuosas negociaciones, Gregorio
volvió a pensar en conseguir un tratado privado. Así que en
mayo de 595 el Papa escribió una carta (Epp., V, XXXIV) a
un amigo de Rávena amenazando con hacer la paz con
Agilulfo aun sin el consentimiento de Romanus, el exarca.
Esta amenaza fue comunicada rápidamente a Constantinopla
donde el exarca era muy considerado y el emperador
Mauricio envió inmediatamente una violenta carta, que se ha
perdido, a Gregorio, acusándole de ser un traidor y un
tonto. Gregorio la recibió en junio de 595. Por suerte, la
contestación del Papa se ha conservado (Epp., V, XXXVI).
292
las autoridades imperiales, Roma no debía caer en las manos
de algún duque lombardo semicivilizado y así hundirse en la
insignificancia y decadencia; en segundo lugar, la
independencia de sus acciones nombrando gobernadores de
ciudades, suministrando municiones para la guerra, dando
instrucciones a los generales, enviando embajadores al rey
lombardo y hasta negociando una paz sin la ayuda del
exarca. Sea cual fuera la teoría, no cabe duda de que
Gregorio, además de su jurisdicción espiritual, ejerció mucho
poder temporal.
293
Si el emperador interfería en los asuntos de la iglesia era
política del Papa consentirlo en lo posible, a no ser que la
obediencia fuera pecaminosa, según el principio establecido
en la Epp. XI, XXIX; "Quod ipse [se imperator] fecerit, si
canonicum est, sequimur; si vero canonicum non est, in
quantum sine peccato nostro, portamus." Al dar este paso
Gregorio estaba seguramente influenciado por su profundo
respeto por el emperador al que veía como representante de
Dios en todas las cosas seculares y debe ser tratado con el
máximo respeto, aun cuando pareciera un intruso en las
fronteras de la autoridad Papal. Por su `parte se consideraba
“superior en posición y rango “al exarca (Epp., II, XIV). Y se
oponía con decisión a las interferencias de la autoridad
eclesiástica en materias seculares. Como guardián supremo
de la justicia cristiana el Papa estaba siempre listo para
interceder por o proteger a cualquiera que sufriera un trato
injusto (Epp., I, XXXV, XXXVI, XLVII, LIX; III, V; V,
XXXVIII; IX, IV, XLVI, LV, CXIII, CLXXXII; XI, IV),
pero al mismo tiempo usaba tenía un exquisito tacto al
acercarse a los funcionarios imperiales. En In Epp., I, XXXIX
a, explica a su agente siciliano la actitud que debe adoptarse
en esos casos. Pero a pesar de toda esa deferencia Gregorio
mantuvo un espíritu de independencia que le permitió,
cuando lo consideraba necesario, dirigirse hasta al emperador
en términos muy directos.
294
frases exageradas de respeto, que entonces se utilizaban y
expresando las esperanzas que tenía en el nuevo régimen.
Más aún, las alusiones a Mauricio se refieren al sufrimiento
de la gente bajo su gobierno y no del emperador mismo. Si
el imperio hubiera estado saneado en vez de podrido cuando
Gregorio llego al pontificado es difícil decir cómo hubieran
resultado sus ideas en la práctica. Tal como estaban las cosas,
su fuerte independencia, su eficiencia, su valentía, superaba
todo lo que se le enfrentaba y cuando murió no había dudas
de quien era el primer poder en Italia
Obra misionera
295
Tendremos pues razón si atribuimos la protección de los
judíos por parte de Gregorio a su respeto por la ley y la
justicia; sus ideas de tolerancia no diferían de las de su
tiempo.
Gregorio y el monacato
296
pruebas que muestran que muchos obispos aprovechaban su
posición para oprimir con cargas a los monasterios de sus
diócesis por lo que los monjes apelaban al Papa buscando
protección.
297
moderna. Parece que el cuerpo fue llevado a Soissons en
Francia en el año 826, pero quizás fuera sólo una reliquia
grande. Beda el Venerable (Hist. Eccl., II, I) trae el epitafio
que había sobre su tumba con lafamosa frase llamándole
consul Dei.
Conclusión
298
medieval (Milman). Respecto a lo espiritual, dejó en las
mentes de los hombres la impresión , hasta un punto sin
precedentes, de que la sede de Pedro era la suprema y
decisiva autoridad en la iglesia católica. D
299
anglos de blancos rostros y a los fue el primero en enseñar el
canto de los Ángeles.
Sus Escritos
300
"Neues Archiv", XVII, 189; Traducciones inglesas de J.
Barmby, "Epistolas Selectas" en "Nicene and Post-Nicene
Fathers", 2nd Series, XII, XIII (Oxford y New York, 1895,
1898), "Regula Pastoralis Curae", ed. E. W. Westhoff
(Munster, 1860); ed. H. Hurter, S.J.,en "SS. Patr. Opus.
Select.", XX; ed. A. M. Michelett (Tournai, 1904); ed. B.
Sauter (Freiburg, 1904); Traducciones inglesas "King
Alfred's West Saxon Version of Gregory's Pastoral Care", ed.
H. Sweet (London, 1871); "The Book of Pastoral Care" (tr.
J. Barmby) en "Nicene and Post-Nicene Fathers", 2nd
Series, XII (Oxford y New York, 1895). "Dialogorum Libri
IV": han aparecido muchas ediciones de toda la obra y
también del libro II, "De la Vida y Milagros de S. Benito",
separadamente una Antigua versión inglesa reimpresa por H.
Coleridge, S. J. (London, 1874); L. Wiese, "Die Sprache der
Dialoge" (Halle, 1900); H. Delehaye, "S. Gregoire le Grand
dans Phagiographie Grecque" en "Analecta Bolland."
(1904), 449-54; B. Sauter, "Der heilige Vater Benediktus
nach St. Gregor dem Grossen" (Freiburg, 1904). "Hom. XL
in Evangelia", ed. H. Hurter in "SS. Patrum Opuse.
Select.", series II, Tom. VI (Innsbruck, 1892). G.
Pfeilschifter Gregors der Gr." (Munich, 1900). "Magna
Moralia", Traduc. Ing.. en "Library of the Fathers" (4 vols.,
Oxford, 1844); Prunner, "Gnade und Sunde nach Gregors
expositio in Job" (Eichstätt, 1855).
Bibliografía
301
probablemente ca. 713, y de interés especial porque
representa una tradición esencialmente inglesa sobre el santo
BEDA EL VENERABLE Hist. Eccles., II, obra que termina
en 731; PABLO DIACONO, que compiló una breve Vita
Gregorii Magni entre 770 y 780, que puede se
complementada por la obra más famosa del mismo escritor
Historia Longobardorum; por fin JUAN EL DIACONO,
que por iniciativa de Juan VIII (872-882), produjo su Vita
Gregorii para responder a la queja de que en Roma no se
había escrito aún ninguna vida del santo. Además de estos
autores, se puede proyectar considerable luz sobre el período
por las obras de cronistas e historiadores.
302
LUZARCHE, Vie du Pape Gregoire le Grand (Tours,
1857); ROMALTE, Vie de S. Gregoire (Limoges, 1862);
PAGNON, Gregoire le Grand et son epoque (Rouen,
1869); BELMONTE, Gregorio M. e il suo tempo
(Florence, 1871); BOHRINGER, Die Vater des Papsiiums,
Leo I und Gregor I (Stuttgart, 1879): MAGGIO,
Prolegomeni alla storia di Gregorio il Grande (Prato, 1879);
BARMBY, Gregory the Great (London, 1879; reissue,
1892); CLAUSIER, S. Gregoire (Paris, 1886);
BOUSMANN, Gregor I, der Grosse (Paderborn, 1890);
WOLFSGRUBER, Gregor der Grosse (Saulgau, 1890);
SNOW, St. Gregory, his Work and his Spirit (London,
1892); GRISAR, Roma alta fine del mondo antico (Rome,
1899), Pt. III; IDEM, San Gregorio Magno (Rome, 1904);
DUDDEN, Gregory the Great, his Place in History and in
Thought (2 vols.,London, 1905); CAPELLO, Gregorio I e
il suo pontificuto (Saluzzo, 1904); CEILLIER, Histoire
general des auteurs ecclesiastique, XI, 420-587; MILMAN,
History of Latin Christianity, Bk. III, vii;
MONTALEMBERT, Monks of the West, tr. Bk. v;
GREGOROVIUS, Rome in the Middle Ages, tr., II, 16-
103; HODGKIN, Italy and her Invaders, V, vii-ix; GATTA,
Un parallelo storico (Marco Aurelio, Gregorio Magno)
(Milan, 1901); MANN, Lives of the Popes in the Early
Middle Ages (London, 1902), I, 1-250.
(2) ESPECIAL.
303
K. (Berlin, 1887); MOMMSEN, Die Bewirtschaftung der
Kirchenguter unter Papst Gregor I, in Zeitsch, f. Socialund,
Wirtschaftsgesch., I, 43; DOIZE, Deux etudes sur
l'administration temporelle du Pape Gregoire le Grand
(Paris, 1904).
304
Bretaña (Londres, 1897); BRIGHT, Capítulos sobre
Historia de la Iglesia Inglesa Primitiva (Oxford, 1897);
BENEDETTI, S. Gregorio Magno e la schiavitu (Rome,
1904).
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Papa_San_Gregorio_I_Magn
o
305
Greegório Mag
gno, músicco
Fon
nte: http://
/oraculodam
amusica.blo
ogspot.com
m.br/
imperiais, vê na figura do
os bárbaros,, a conquista de novass
almaas para a Cristandade..
306
convvertida, que mostram m as Boas Novas
N do Evvangelho aoos
bárb
baros e os convertem
c ao cristianiismo. São construídos
c s
vário
os mosteiro os na Europ
pa, como sinônimo
s de resguardoo
cultu
ural e religioso.
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déia do mon nasticismo europeu não é moderrna. Ela veiio
do Oriente,
O emm particularr, do Egito
o, e em algu
umas outrass
regiões da Paleestina e da Grécia. Háá fortes raíz
zes judaicass na
conttemplação monástica,, na figura dosd essênio os, seita do
judaaísmo isoladda nos grottões das mo ontanhas de
d Israel, noo
sécuulo I, A.D. No Egito ccristianizaddo, na cidadde de
Alexxandria, sãoo conhecidaas as maniffestações monásticas
m e
peniitenciais , por
p vezes seeveras e exaageradas, de
d eremitas e
asceetas que se isolavam
i noo deserto, em meditação.
Mas os mosteiros
m nãão
foraam apenas centros
c de ccontemplaçção religiossa. Em
307
específico, as ordens monásticas preservaram uma boa parte
da cultural clássica e medieval. Os beneditinos eram homens
dedicados à cultura e a leitura e muitos eram obcecados por
textos clássicos, relíquias do mundo antigo. Chamados de
monges copistas, eles preservaram este legado, através de
cópias de manuscritos, que eram reescritos de épocas e
épocas, até chegarem às gerações posteriores. Dizem que
estes homens escreviam sem parar, e passaram horas e mais
horas, até completar o conteúdo das obras. Os copistas
nutriam a crença de que quanto mais cópias fossem feitas,
mais chances haviam das obras serem salvas. E essa lógica
deu certo porque salvou muitas obras latinas e gregas do
desaparecimento.
308
excedente era consumido ou vendido, e outra parte era
distribuído aos pobres.
309
particular, os lombardos, que lutaram a favor do papa, contra
o imperador Justiniano. Quase dois séculos depois, a Igreja
Romana busca a proteção do reino franco, ao coroar Carlos
Magno como imperador do Sacro Romano do Ocidente,
chocando os bizantinos, que se consideravam reais herdeiros
da tradição romana. De fato, os cristãos de Bizâncio se
autodenominavam Romioi, ou gregos com cidadania
romana. E qualquer menção que os distinguissem dos
romanos, soaria como ofensa.
310
Dentro deste contexto, é aclamado em Roma, como papa,
no ano de 590, Gregório I, ou São Gregório Magno.
Nascido em 540, era filho de uma velha família aristocrática
senatorial romana, e, antes de ser Sumo Pontífice, fazia votos
de monge beneditino. Gregório, um homem rico, legou
toda a herança de sua família na construção de novos
mosteiros e distribuiu uma parte de seus bens aos pobres. Ele
patrocinou as primeiras ações missionárias na Inglaterra, sob
a liderança de Agostinho da Cantuária, que converteu o
povo inglês ao cristianismo e se tornou, posteriormente, o
primeiro bispo da Cantuária. O papa era um homem culto e
de letras, e uma de suas obras mais famosas é a biografia de
seu mentor espiritual, São Bento de Núrsia. Por outro lado,
o nome de Gregório ficou associado a uma das maiores
contribuições de seu papado: a música!
311
O canto gregoriano acompanha os ritos da liturgia católica.
Tal estruturação é encontrada em variadas épocas da música
ocidental, desde Josquin de Prèz, até Mozart. É o legado do
grande papa Gregório.
o intróito
o aleluia
o canto do ofertório
o canto da comunhão
312
O ofertório. Não se trata de um canto “funcional” senão de
um acompanhamento das cerimônias, um tipo de oferenda
musical suntuosa.
313
O OFICIO DIVINO
LEONARDO BRUNO
314
315
São Gregório Nazianzeno
Biografia
Contenido
1 Su Vida
2 Composiciones Poéticas
3 Epístolas en Prosa
4 Discursos
Su Vida
317
Tiberina (cerca del propio hogar que Gregorio), luego en
Neocesarea, en el Ponto, donde vivió en santo retiro por
algunos años, y reunió a su derredor una hermandad de
cenobitas, entre quienes su amigo Gregorio estuvo incluido
por un tiempo. Tras un descanso de dos o tres años allí,
durante los cuales Gregorio editó, junto con Basilio, algunos
de los trabajos exegéticos de Orígenes, además de ayudar a
su amigo en la compilación de sus famosa regla, Gregorio
regresó a Nacianzo, dejando con lamentos la pacífica vida de
ermitaño donde él y Basilio (como recuerda en su
subsiguiente correspondencia) habían pasado un tiempo tan
placentero en la labor tanto caritativa como intelectual. A su
regreso a casa Gregorio fue útil en traer de nuevo la
ortodoxia a su padre quien, quizás en parte a su ignorancia,
había suscrito las creencias heréticas de Rimini; y el anciano
obispo, deseando la presencia y apoyo de su hijo, transigió su
escrupulosa simplificación del sacerdocio, y le obligó a
aceptar la ordenación (probablemente en Navidad, 361).
Herido y afligido por la presión puesta sobre él, Gregorio
huyó de vuelta a su soledad, y a la compañía de san Basilio;
pero tras la reflexión de algunas semanas regresó a Nacianzo,
donde predicó su primer sermón del domingo de Pascua, y
enseguida escribió la notable oración apologética, que es en
realidad un tratado acerca del oficio sacerdotal, el
fundamento del “De Sacerdotio” de Crisóstomo, del “Cura
Pastoris” de Gregorio el Grande, y de incontables escritos
subsiguientes sobre el mismo tema.
318
fortalecer su posición Basilio fundó una nueva visión en
Sásima, resuelto a tener a Gregorio como su primer obispo, y
de acuerdo con esto lo hizo consagrar, aunque en gran
manera contra su voluntad. Gregorio, sin embargo, se opuso
a Sásima desde el comienzo; se consideraba él mismo
completamente inadecuado para el lugar, así como el lugar
lo era para él; y no pasó mucho antes de que abandonara la
diócesis y regresara a Nacianzo como ayudante de su padre.
Este episodio de la vida de Gregorio fue desafortunadamente
la causa de un extrañamiento entre Basilio y él que nunca fue
del todo sanado; además no hay registro existente de
ninguna subsiguiente correspondencia entre ellos tras el
retiro de Sásima por Gregorio. Mientras se ocupaba
asiduamente con las tareas de ayudante de su anciano padre,
este murió a principios del 374, y su esposa Nonna pronto lo
siguió a la tumba. Gregorio, quien ahora se encontraba sin
lazos familiares, dedicó a los pobres la vasta fortuna que
había heredado, conservando para sí tan sólo un pequeño
pedazo de tierra en Arianzo. Continuó administrando la
diócesis por dos años, rehusando, sin embargo, volverse el
obispo, y de continuo urgiendo en la designación de un
sucesor para su padre. Al final del 375 se retiró a un
monasterio en Seleuci, viviendo allí en soledad alrededor de
tres años, y preparándose (aunque él no lo sabía) para lo que
sería el trabajo estelar de su vida. Hacia el final de este
periodo murió Basilio. El propio estado de salud de
Gregorio no le permitió estar presente ni en su lecho de
muerte ni en su funeral; pero sí escribió una carta de
condolencias al hermano de Basilio, Gregorio de Niza, y
compuso doce hermosos poemas memoriales o epitafios a su
difunto amigo.
319
los perseguidos católicos, sin iglesia ni pastor, apelaron a
Gregorio para que fuera y se colocara él mismo a la cabeza y
organizará sus diezmadas fuerzas; y muchos obispos
apoyaron el llamado. Tras mucha incertidumbre dio su
consentimiento, encaminándose a Constantinopla en los
comienzos del año 379, y comenzó su misión en una casa
privada que él describe como “el nuevo silo donde el Arca
fue reparada”, y como “una Anastasia, la escena de la
resurrección de la fe”. No solamente los fieles católicos, sino
que también muchos herejes se reunieron en la humilde
capilla de Anastasia, atraídos por la santidad de Gregorio, su
aprendizaje y elocuencia; y fue en esta capilla donde entregó
los cinco maravillosos discursos de la fe de Nicea -
desdoblando la doctrina de la Trinidad mientras
salvaguardaba la Unidad de la substancia de Dios- lo que le
ganó, sólo a él de entre todos los maestros cristianos
exceptuando al apóstol Juan, el título especial de el Teólogo
o el Divino. También en este tiempo otorgó los elocuentes
panegíricos sobre San Cipriano, San Anastasio, y los
Macabeos, los que se encuentran entre los más finos trabajos
oracionales. Mientras tanto se encontró a sí mismo expuesto
a persecución de todo tipo desde el exterior, y de hecho fue
atacado en su propia capilla, mientras bautizaba a sus
neófitos de la Pascua, por una turba hostil de arrianos de
Santa Sofía, entre ellos contando monjes arrianos y mujeres
enfurecidas. Se entristeció, también, por disensiones entre su
propio pequeño rebaño, algunos de los cuales abiertamente
lo acusaron de sostener errores triteístas. San Jerónimo se
volvió su discípulo y pupilo por ese entonces, y nos cuenta
en reluciente lenguaje cuanto le debió a su erudito y
elocuente maestro. Gregorio fue consolado por la
aprobación de Pedro, patriarca de Constantinopla (la
opinión de Duchesne de que el patriarca estuvo desde el
principio celoso o suspicaz de la influencia del obispo
capadocio en Constantinopla no parece suficientemente
apoyada por evidencia), y Pedro parece haber estado deseoso
de verlo a él enfocado en el obispado de la capital del Este.
Gregorio, sin embargo, desafortunadamente se dejó
320
impresionar por un aventurero plausible llamado Hero, o
Máximo, quien vino a Constantinopla desde Alejandría en la
guisa (cabello largo, túnica blanca, y báculo) de un cínico, y
profesaba ser un converso al cristianismo, y una ardiente
admirador de los sermones de Gregorio. Gregorio le
entretuvo hospitalariamente, le dio su completa confianza, y
pronunció un panegírico público sobre él en su presencia.
Las intrigas de Máximo para obtener el obispado para sí
mismo encontraron apoyo en varias localidades, incluida
Alejandría, la cual el patriarca Pedro, por qué precisa razón
no es sabido, había tornado en contra de Gregorio; y ciertos
obispos egipcios depuestos por Pedro, repentinamente, y en
la noche, consagraron y entronaron a Máximo como obispo
católico de Constantinopla, mientras Gregorio estaba
confinado en cama por enfermedad. Los amigos de
Gregorio, sin embargo, cerraron filas a su alrededor, y
Máximo tuvo que huir de Constantinopla. El emperador
Teodosio, a quien había recurrido, se rehusó a reconocer a
ningún otro obispo que a Gregorio, y Máximo se retiró en
desgracia a Alejandría.
321
Gregorio apenas se había establecido en el trabajo de la
administración de la diócesis de Constantinopla, cuando
Teodosio llevó a cabo su largamente anhelado propósito de
convocar ahí un concilio general de la iglesia oriental. Ciento
cincuenta obispos se reunieron en concilio, en mayo, 381,
siendo el objeto de la asamblea, como Sócrates plenamente
declara, confirmar la fe de Nicea, y nombrar un obispo para
Constantinopla (véase CONSTANTINOPLA, PRIMER
CONCILIO DE). Entre los obispos presentes había treinta y
seis sosteniendo opiniones semi-arrianas o macedonias; ni los
argumentos de los prelados ortodoxos ni la elocuencia de
Gregorio, quien predicó en Pentecostés, en Santa Sofía,
sobre el tema del Espíritu Santo, consiguió persuadirles en
afirmar el credo ortodoxo. En cuanto al nombramiento del
obispado, la confirmación de Gregorio a la visión sólo podía
ser mera formalidad. Los obispos ortodoxos estuvieron todos
a favor, y la objeción (lanzada por los prelados egipcios y
macedonios quienes se unieron al concilio más tarde) de que
esta traslación de una visión a otra era una imposición al
canon del concilio de Nicea obviamente era infundada. Era
bien conocido el hecho de que Gregorio, después de su
forzada consagración a instancias de Basilio, nunca había
entrado en posesión de la visión de Sásima y que después
había ejercitado sus funciones episcopales en Nacianzo, no
como obispo de esa diócesis, sino como mero ayudante de su
padre. Gregorio sucedió a Melito como presidente del
concilio, en lo que se encontró llamado a lidiar con la difícil
cuestión de nombrar un sucesor del difunto obispo. Había
un acuerdo entre las dos partes ortodoxas en Antioquia, de
donde Melito y Paulino habían sido respectivamente
obispos, de que el sobreviviente de cualquiera de los dos
debía quedar como único obispo. Paulino, sin embargo, era
un prelado de origen y crianza occidental, y los obispos
orientales reunidos en Constantinopla renunciaron a
reconocerlo. En vano Gregorio pidió, en aras de la paz, la
permanencia de Paulino en la visión durante el remanente de
su vida, ya bastante avanzada; los padres del concilio
rehusaron oír el consejo, y resolvieron que Melito debía ser
322
sucedido por un sacerdote oriental. “Fue en Oriente donde
Cristo nació”, fue uno de los argumentos que ofrecieron; y
el reproche de Gregorio, “Sí, y fue en Oriente donde fue
sentenciado a morir”, no hizo vacilar su decisión. Flaviano,
un obispo de Antioquia, fue electo para la visión vacante; y
Gregorio, quien narra que el único resultado de su apelación
fue “un gemido como el de una parvada de grajillas (especie
de cuervo N. del T.)” mientras que los miembros más
jóvenes del concilio “le atacaron como un enjambre de
avispas”, renunció al concilio, y también dejó su residencia
oficial, cerca del iglesia de los Santos Apóstoles.
323
infestada con la enseñanza errónea de Apolinario el joven,
quien se separó de la comunión católica unos pocos años
antes, y murió poco después que Gregorio mismo. La
preocupación de Gregorio era ahora la de encontrar un
educado y celoso obispo que fuera capaz de drenar la
inundación de herejía que amenazaba con abrumar la iglesia
cristiana en ese lugar. Todos sus esfuerzos fueron al principio
infructíferos, y consintió a la larga con mucha renuencia a
tomar la administración de la diócesis él mismo. Combatió
por un tiempo, con su usual elocuencia y tanta energía como
quedaba en él, la falsa enseñanza de los adversarios de la
Iglesia; pero se sentía él mismo muy debilitado en su salud
para continuar el trabajo activo del episcopado, y le escribió
al arzobispo de Tiana suplicándole en que proviniera con el
nombramiento de un nuevo obispo. Su solicitud fue
concedida, y su primo Eulalio, un sacerdote de santa vida a
quien se encontraba muy ligado, fue idóneamente nombrado
a la visión de Nacianzo. Esto fue a finales del año 383, y
Gregorio, feliz de ver el cuidado de la diócesis confiada a un
hombre conforme a su propio corazón, inmediatamente se
retiró a Arianzo, el escenario de su nacimiento e infancia,
donde pasó los restantes años de su vida en retiró, y en
labores literarias, las cuales congeniaban mucho más con su
carácter de lo que lo hacía el acoso del trabajo de la
administración eclesiástica en aquellos problemáticos y
tormentosos tiempos.
324
irritabilidad y al decaimiento, constitutivamente tímido, y
algo deficiente, como parece, en decisión de carácter y el
autocontrol, fue muy humano, muy afable (fácil de amar N.
del T.), muy entregado -sin embargo no, uno estaría
inclinado a pensar, apto naturalmente para desempeñar la
notable parte que desempeñó durante el período precedente
y consecuente de la inauguración del Concilio de
Constantinopla. Entró a su difícil y arduo trabajo en esa
ciudad a sólo unos meses de la muerte de Basilio, el amado
amigo de su juventud; y Newman, en su apreciación del
carácter y la carrera de Gregorio, sugiere la impactante idea
de que el heroico y elevado espíritu de su amigo entró en él,
y le inspiró a tomar la importante y activa parte que recayó
en él de reestablecer la ortodoxia y la fe católica en la capital
oriental del imperio. Su actuar, en efecto, parece más bien a
la firmeza e intrepidez, la alta solución y consistente
perseverancia, características de Basilio, que a su propio
carácter, el de un santo y escolar amable, fastidiado, retirado,
temeroso, amante de la paz, quien hizo sonar la trompeta de
guerra durante los turbulentos y alterados meses, en los
mismísimos cuarteles y resistencias de militancia herética,
hasta llegar al real y sofocante peligro a su seguridad, e
incluso a su vida que nunca dejó de estar amenazaba. “Que
juntos podamos recibir”, dijo en la conclusión del
maravilloso discurso que pronunció sobre su difunto amigo,
a su regreso a Asia de Constantinopla, “la recompensa del
conflicto que hemos cobrado, que hemos prolongado.” Es
imposible dudar, leyendo los detalles íntimos que él mismo
nos ha ofrecido sobre su larga amistad, y profunda
admiración de Basilio, que el espíritu de su pronto y bien
amado amigo haya en alto grado modelado e informado su
propia personalidad sensitiva e impresionable y que haya sido
esto, bajo Dios, lo que le vigorizó e inspiró, tras una vida de
lo que parecía, externamente, casi un fracaso, a cooperar en
la grandiosa tarea de derrocar la monstruosa herejía que
había por tanto tiempo devastado la mayor parte de la
cristiandad, y trayendo por largo la pacificación de la Iglesia
de Oriente.
325
Durante los seis años de vida que le quedaron después de su
retiro final a su lugar natal, Gregorio compuso, con toda
probabilidad, la mayor parte de sus copiosos trabajos
poéticos que han llegado a nosotros. Estos incluyen un
valioso poema autobiográfico de cerca de 2000 líneas, que
forma, por supuesto, una de las más importantes fuentes de
información para los hechos de su vida; alrededor de otros
cien poemas más cortos relacionados con su carrera pasada, y
un gran número de epitafios, epigramas, y epístolas a
reconocidas personas de la época. Muchos de sus tardíos
poemas personales refieren la continua enfermedad y severo
sufrimiento, físicos y espirituales por igual, que lo asediaron
durante sus últimos años, y sin duda le asistieron para
perfeccionar en él aquellas tantas cualidades que jamás
hicieron falta, fuertemente sacudidas a pesar de haber estado
en los caminos y golpeteos de vida. En el pequeño pedazo
de tierra en Arianzo, todo (como ya sea dicho) lo que le
quedó de su rica herencia, escribió y meditó, como él cuenta,
en torno a una fuente cerca de la cual había un paraje
sombreado, su destino favorito. Allí, también, recibía
ocasionales visitas de amigos íntimos, ocasionalmente
también de extraños atraídos a su retiro por la reputación de
su santidad y educación; y allí pacíficamente respiró por
última vez. La fecha exacta de su muerte es desconocida,
pero por un pasaje de Jerónimo (De Script. Eccl.) puede ser
asignada, con tolerable certeza, al año 389 o 390.
326
varias ediciones de los trabajos de Gregorio, de las cuales las
mejores y más completas son la edición Benedictina (dos
volúmenes folio, comenzada en 1778, terminada en 1840), y
la edición de Migne (cuatro volúmenes XXXV-XXXVIII, en
P.G., París, 1857-1862).
Composiciones Poéticas
Epístolas en Prosa
327
contenían gran y permanente interés y valor, que Gregorio
preparó y editó la colección conteniendo un gran número de
las cuales han llegado hasta nosotros. Muchas de ellas son
perfectos modelos del estilo epistolar -corto, claro, cobijadas
en un admirablemente escogido lenguaje, y en cambio sagaz
y profundo, juguetón, afectivo, y tierno.
Discursos
328
son no otra cosa sino hábiles entretejidos de textos de la
Escritura, un profundo conocimiento de la cual es evidente
desde cada línea de ellos.
329
principios en cierta amplitud, demandando en un lenguaje
de maravillosa belleza y fuerza la necesidad de que todo
aquel que conociera a Dios correctamente llevara una vida
sobrenatural, y se aproximara tan sublime al estudio con una
mente pura y libre del pecado. El tercer discurso (sobre el
Hijo) está dedicado a la defensa de la doctrina católica de la
Trinidad, y a la demostración de su consistencia con la
primitiva doctrina de la Unidad de Dios. La existencia
externa del Hijo y del Espíritu está reafirmadas, junto con su
dependencia en el Padre como origen o principio; y la
divinidad del Hijo está argumentada desde la escritura contra
los arrianos, cuyo malentendido de varios pasajes de la
escritura es expuesta y refutada. En el cuarto discurso, sobre
el mismo tema, la unión de la naturaleza de Dios y la
naturaleza humana en Cristo encarnado es proclamada y
luminosamente probada desde la Escritura y la razón. El
quinto y último discurso (sobre el Espíritu Santo) está
dirigido parcialmente en contra de la herejía macedonia, que
negaba toda la divinidad del Espíritu Santo, y también en
contra de aquellos que reducían la Tercera Persona de la
Trinidad a una mera energía impersonal del Padre. Gregorio,
en respuesta a la contienda de que la divinidad del Espíritu
no está expresada en la Escritura, cita y comenta diversos
pasajes que enseñan la doctrina por implicación, añadiendo
que la completa manifestación de esta gran verdad estaba
planeada para ser gradual, siguiendo la revelación de la
divinidad del Hijo. Es de hacerse notar que Gregorio en este
momento formula la doctrina de la Doble Procesión, aunque
en esta luminosa exposición de la doctrina trinitaria hay
muchos pasajes que parecen anticipar la más completa
enseñanza del Quicumque vult. Ningún resumen, siquiera
una traducción verbal y fiel, pueden dar alguna idea
adecuada de la combinación de sutileza y lucidez de
pensamiento, ignorara belleza de expresión, de estos
maravillosos discursos, en los cuales, como uno de sus
críticos franceses verdaderamente observa, Gregorio “ha
sumado y cerrado la controversia de un siglo entero”. La
mejor evidencia de su valor y poder descansa en el hecho de
330
que por catorce siglos han sido una veta de donde los más
grandes teólogos de la cristiandad han sacado riquezas de
sabiduría para ilustrar y sostener sus propias enseñanzas
sobre los más profundos misterios de la Fe Católica.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Gregorio_Nacianceno
331
Apresentação de seu pensamento – 1
332
em reduzir o que ela continha de mistérios às normas do
conhecimento metafísico. A preocupação de racionalidade
que o arianismo atesta em toda parte contribuiu muito para
seu imenso êxito, e não se deve esquecer que o objeto da
luta que os Padres travaram contra ele era nada menos que a
própria fé cristã. Tratava-se de saber se a metafísica
absorveria o dogma ou se o dogma absorveria a metafísica.
Gregório Nazianzeno, precisamente, encontrava diante de si
um adversário de peso na pessoa do ariano Eunômio
(falecido em cerca de 395). Para esse chefe de seita e seus
discípulos, o mundo dependia de um Deus único, concebido
como sendo essencial e supremamente essência, substância
ou realidade (ousia). Absolutamente simples, essa essência
divina exclui toda pluralidade de atributos. Tudo o que se
pode dizer a seu respeito é que ela existe, absolutamente.
Como na doutrina do próprio Ário, o Deus de Eunômio é,
pois, antes de mais nada, caracterizado pela necessidade de
ser que já definia a ousia de Platão. Portanto, será concebido
antes de mais nada como “não tornado” ou “não gerado”,
isto é, como desfrutando do privilégio único da “inascibili-
dade”. Daí decorre naturalmente a conseqüência de que o
Verbo, que é o Filho, sendo gerado, é inteiramente
dessemelhante (anomoios) ao Pai e em nada consubstancial
(homoousios) a ele. Como o demiurgo do Timeu, que fez
deuses, e os fez eternos, o Deus de Eunômio pôde fazer do
Filho um deus por adoção, associou-o de antemão à sua
própria divindade e à sua própria glória, mas não pôde
realizar a contradição de fazer que o gerado fosse
consubstancial ao inascível. Reprova-se por vezes a Eunômio
os “sofismas” que ele empregava para ajustar-se ao dogma.
Talvez seja equivocar-se quanto a suas intenções. Eunômio
não procurava delimitar o mistério com uma fórmula
preocupada com defini-lo e situá-lo, mas sim trazê-lo ao
plano do inteligível.
333
Se nasceu, dizia do Filho, é porque não existia antes de
nascer. Em vez de falar do Deus cristão na língua de Platão,
Eunômio fazia do demiurgo de Platão o Pai do Verbo
cristão.
334
tudo o que grassa em seu tempo (Sermão XXVIII 11),
empreende a exposição, ponto por ponto, da noção cristã de
Deus, pelo menos aquela que é concebível à luz do que o
próprio Deus nos ensina a esse respeito. Porque é isso o
essencial e como que o ponto de partida da filosofia
(XXVIII, 17): se, como ensinam os próprios filósofos, Deus
é incompreensível, nossa única chance de conhecê-lo
consiste em nos instruirmos primeiro acerca do que ele
mesmo nos diz de Si. Portanto, é tão-somente a partir daí
que Gregório consente especular, mas, fortalecido por essa
garantia, o faz sem escrúpulo. A existência de Deus pode ser
conhecida a partir da ordem do mundo, cuja existência e
cuja disposição não se explicam razoavelmente pelo acaso.
Portanto, é preciso admitir um Logos para explicá-la. Se
podemos, assim, saber que Deus é, não podemos saber o que
ele é. Esse segredo, que o envolve, ensina-nos a humildade,
mas provoca-nos, apesar disso, à busca. Seguramente,
sabemos de antemão que nossos esforços permanecerão vãos
em grande medida. O corpo do homem se interpõe entre
sua alma e Deus. Imagens sensíveis se mesclam
inevitavelmente aos conceitos que formamos dele e nos
tornam impossível concebê-lo tal como ele é. O que
podemos fazer de mais útil para nos aproximarmos do que
seria um conhecimento próprio da natureza divina é negar o
que é manifestamente impossível atribuir-lhe. Já dissemos
que Deus não é um corpo, ainda que tão sutil quanto o éter,
pois é simples; mas tampouco é luz, sabedoria, justiça ou
razão, pelo menos no único sentido distinto que esses
termos possam ter para nós. Os únicos atributos que mais
nos aproximam de um conhecimento positivo de Deus são
os que o determinam como ser: a infinidade e a eternidade.
Como ele próprio disse a Moisés, Deus é o Ser, e Gregório
Nazianzeno teve o grande mérito de dar a essa noção toda a
positividade que o pensamento cristão da Idade Média devia
reconhecer-lhe. Usando uma fórmula que será popularizada
por João Damasceno, Gregório compara Deus a um “oceano
de realidade (pélagos ousias) infinita e sem limites,
inteiramente emancipada da natureza e do tempo”.
335
Todas essas noções, hoje familiares a quem conhece um
pouco a teologia natural de um autor cristão qualquer, eram
reunidas e formuladas aqui pela primeira vez numa língua
elegante, em termos acessíveis a todos. Mas Gregório sempre
se detém respeitosamente no limiar do mistério. Como o Pai
pode ter gerado e como o Filho pode ter sido gerado?
Ignoramo-lo. Obstinar-se, como Eunômio, a reduzir o
mistério à lógica é dar prova de certa ingenuidade. O Pai, diz
ele, gerou um existente e um não-existente, e assim por
diante. Vãs questões! Acaso elas não equivalem a representar
a geração do Verbo pelo Pai como a de um homem por um
homem? Nada é mais frívolo. O fato de o próprio Gregório
utilizar termos filosóficos para descrever o mistério não
significa, pois, de forma alguma, que ele pretenda esclarecê-
lo e, finalmente, dissipá-lo. Como diz com razão A. Puech:
“Gregório é profundamente cristão. Se algumas idéias
neoplatônicas contribuíram para desenvolver sua teologia, se
o que há de mais elevado no cinismo e no estoicismo integra
em parte seu ideal ascético, seu pensamento e sua vida
sempre foram dirigidos pela fé. Mas ele conservava, arraigado
em seu coração, o amor antigo, o amor helénico das letras, o
amor da poesia e da retórica. Nunca pensou em renunciar a
ele, e se desculpava comprazendo-se no pensamento de que
a fé nos foi revelada pelo Verbo divino. Portanto, é preciso
que seja o verbo humano a pregá-la. O Verbo divino
patrocina e defende a eloqüência; o Logos protege os logoi.
Isso não era, para Gregório, um simples trocadilho; para ele,
era a própria verdade.” Não se poderia dizer melhor;
acrescentemos apenas que, fórmulas à parte, essa atitude de
Gregório Nazianzeno é a dos três grandes capadócios.
ETIENNE GILSON
336
Apresentação de seu pensamento – 2
337
conceito de analogia (P. Boehner, 2000: 84) que será de
uma importância capital na teodicéia cristã posterior.
SAVIO LAET
338
339
São Gregório de Nissa
Biografia
340
más tarde asistía al sínodo de Antioquía, que le envió como
visitador a la diócesis del Ponto. Estando en su misión fue
elegido arzobispo de Sebaste en 380. Aunque muy a
disgusto, se vio precisado a administrar aquella diócesis
durante algunos meses. El año 381 tomó parte muy
relevante en el segundo concilio ecuménico de
Constantinopla, al lado de Gregorio de Nacianzo. Volvió a la
capital en varias ocasiones más; por ejemplo, a predicar los
elogios fúnebres de la princesa Pulqueria en 385 y de su
madre, la emperatriz Flacila, poco después. La última vez
que apareció fue el año 385, con ocasión de un sínodo.
Murió probablemente es mismo año.
Fonte: http://www.conoze.com/doc.php?doc=138
JOHANNES QUASTEN
341
Apresentação de seu pensamento – 1
342
que hay un solo Dios. Gregorio va más lejos e intenta dar
razones para la Trinidad de personas en la Divinidad una [4].
Por ejemplo, Dios debe tener un Logos, una palabra, una
razón. No puede ser menos que el hombre, que también
tiene una razón, una palabra. Pero el Logos divino no puede
ser algo de duración efímera, debe ser eterno, así como debe
ser viviente. La palabra interior del hombre es un accidente
efímero, pero en Dios no puede haber una cosa semejante: el
Logos es uno en naturaleza con el Padre, porque no hay sino
un solo Dios; la distinción entre el Logos y el Padre, la
Palabra y el Hablante, es una distinción de relación. No nos
interesa entrar ahora aquí en la doctrina trinitaria, como tal,
de san Gregorio, pero el hecho de que éste intente, en algún
sentido, «probar» la doctrina, es interesante, puesto que
ofrece un precedente para los posteriores intentos de san
Anselmo y de Ricardo de San Víctor para deducir la
Trinidad, para probarla rationibus necessariis.
343
experiencia. El primero, el hombre ideal, o, más bien, el ser
humano ideal, existe solamente en la idea divina, y no tiene
determinación sexual, no es ni macho ni hembra; el segundo,
el ser humano de la experiencia, es una expresión del ideal, y
está sexualmente determinado, además de «escindido», o
parcialmente expresado en muchos individuos singulares.
344
tomada por Juan Escoto Eriúgena de san Gregorio, y al
interpretar el lenguaje algo ambiguo de Juan Escoto debe al
menos recordarse el pensamiento de san Gregorio, aun
admitiendo la posibilidad de que Escoto haya asignado un
significado diferente a palabras similares. Pero, aunque san
Gregorio de Nisa compartiera la teoría origeniana de la
restauración de todas las cosas, no comparte con Orígenes la
aceptación de la noción platónica de preexistencia, y en el De
hominis opificio,[5] dice que el autor del De principiis se
dejó extraviar por teorías griegas. El alma, que no está
confinada a una determinada parte del cuerpo[7], es «una
esencia creada (οὐσίαγεννητή), una esencia viviente,
intelectual, con un cuerpo orgánico y sensitivo, una esencia
que tiene el valor de dar vida y de percibir objetos sensibles,
mientras duran sus instrumentos corpóreos» [8] . Como
simple y sin composición (ἁπλῆνκαὶἀσύνθετον), el alma tiene
el poder de sobrevivir al cuerpo , con el cual, sin embargo, se
reunirá finalmente. El alma es, pues, espiritual e incorpórea;
pero ¿en qué difiere del cuerpo?; pues el cuerpo, es decir, un
objeto material concreto, se compone, según Gregorio, de
cualidades que en sí mismas son incorpóreas. En el De
hominis opificio dice que la unión de cualidades como color,
solidez, cantidad, peso, da como resultado el cuerpo,
mientras que su disolución significa la muerte del cuerpo. En
el capítulo anterior ha propuesto un dilema: o las cosas
materiales proceden de Dios, en cuyo caso Dios, como
fuente de ellas, debería contener en Sí mismo materia, ser
material, o bien, si Dios no es material, entonces las cosas
materiales no proceden de Él, y la materia es eterna.
Gregorio, sin embargo, rechaza tanto la materialidad de Dios
como el dualismo, y la conclusión natural de ello debía ser
que las cualidades de que están compuestas las cosas
corpóreas no son materiales. Es verdad que, al afirmar la
creación ex nihilo, Gregorio afirma que no podemos
comprender cómo Dios crea las cualidades a partir de la
nada; pero es razonable suponer que a sus ojos las cualidades
que forman los cuerpos no son a su vez cuerpos: en realidad
no podrían serlo, puesto que no hay cuerpo concreto
345
excepto en y a través de su unión. Puede presumirse que
Gregorio fue influido por la doctrina platónica de las
cualidades, expuesta en el Timeo. Pues bien , ¿cómo,
entonces, no son espirituales? Y, si son espirituales, ¿cómo es
que el alma difiere esencialmente del cuerpo? La respuesta
debía ser sin duda que, aunque las cualidades se unen para
formar el cuerpo y, consideradas en su abstracción, no
pueden ser llamadas «cuerpos», tienen sin embargo una
relación esencial a la materia, puesto que su función es
formar materia. Una dificultad análoga reaparece en relación
con la doctrina aristotélico-tomista de la «materia» y la
«forma». La «materia prima» no es en sí misma un cuerpo,
sino uno de los principios del cuerpo; entonces, si se la
considera en sí misma, ¿cómo difiere de lo inmaterial y
espiritual? La filosofía tomista contesta que la materia prima
nunca existe a solas por sí misma, y que tiene una
exigenciade cantidad, una ordenación esencial a un cuerpo
concreto, y puede presumirse que Gregorio de Nisa opinara
parecidamente a propósito de sus cualidades primarias.
Podemos advertir, de paso, que pueden suscitarse
dificultades similares en relación con ciertas teorías modernas
a propósito de la constitución de la materia. Puede
suponerse razonablemente que si Platón viviese hoy saludaría
con alegría esas teorías, y no es improbable que Gregorio de
Nisa siguiera su ejemplo. Resulta claro, por lo dicho, que
Gregorio de Nisa estuvo muy influido por el platonismo, el
neoplatonismo y losescritos de Filón (habla, por ejemplo, de
laὁμοίωσιςθεῷ como finalidad del hombre, de la «huida del
solitario», de la «Justiciaen sí misma», del eros, y de la
ascensión hacia la Belleza ideal); pero debe subrayarse que,
aunque Gregorio indudablemente hiciese uso de temas y
expresiones plotinianas, como también, en menor medida,
de otras de Filón, no las entendió siempre, en modo alguno,
en sentido plotiniano o filoniano. Al contrario, utilizó
expresiones de Plotino o de Platón para exponer y formular
doctrinas cristianas. Por ejemplo, la «semejanza a Dios» es
obra de la gracia, un desarrollo bajo la acción de Dios, con la
libre cooperación del hombre, de la imagen o εἰκώνde Dios
346
impresa en el alma por el bautismo. Igualmente, la «Justicia-
en-sí» no es una virtud abstracta, ni siquiera una idea en el
Nous; es el Logos instalado en el alma, efecto de cuya
habitación es la virtud participada. Ese Logos, además, no es
el Nous de Plotino, ni el Logos de Filón; es la segunda
persona de la Santísima Trinidad, y entre Dios y las criaturas
no hay ninguna procesión intermediaria de hipóstasis
subordinadas.
347
esfuerzo del alma, y lo interpretó en primer y principal lugar
como amor extático. La «oscuridad» que envuelve a Dios se
debe primordialmente a la completa trascendencia de la
esencia divina, y Gregorio saca la conclusión de que incluso
en el cielo el alma está siempre pugnando por progresar,
impulsada por el amor, para penetrar más profundamente en
Dios. Un estado estático significaría saciedad o muerte: la
vida espiritual exige progreso constante, y la naturaleza de la
trascendencia divina impone el mismo progreso, puesto que
la mente humana nunca puede comprender a Dios. En cierto
sentido, pues, la «oscuridad divina» persiste siempre, y es
cierto que san Gregorio dio prioridad a ese conocimiento en
la oscuridad sobre el conocimiento intelectual, no porque
despreciase el entendimiento humano, sino porque reconocía
la trascendencia de Dios. El esquema gregoriano de la
ascensión del alma tiene cierto parecido con el de Plotino;
pero, al mismo tiempo, es enteramente cristocéntrico. El
progreso del alma es obra del Logos divino, Cristo. Además,
su ideal no es el de una unión solitaria con Dios, sino más
bien una realización del Pleroma de Cristo; los progresos de
un alma aportan gracia y bendición para otras, y la
habitación de Dios en el individuo afecta a todo el cuerpo.
El misticismo de Gregorio es también de
caráctercompletamente sacramental: el εἰκώνes restaurado
por el bautismo, la unión con Dios es fomentada por la
eucaristía. Por último, los escritos de san Gregorio de Nisa
son no solamente la fuente de la que el Pseudo-Dionisio y
los místicos, hasta san Juan de la Cruz, recibieron, directa o
indirectamente, gran parte de su inspiración, sino también la
fuente de aquellos sistemas filosóficos cristianos que siguen
el progreso del alma a través de diferentes estados de
conocimiento y amor, hasta la vida mística y la visión
beatífica. Si un escritor puramente espiritual como san Juan
de la Cruz se encuentra en la línea que se remonta hasta san
Gregorio, también está en ésta el filósofo san Buenaventura.
348
[4] Cf. Orado Catechetica, P. G., 45.
[5] P. G., 44, 229 y sig.
[6] De anima et res, P. G., 46, 29.
[7] Ibíd., 44.
[8] Cáp. 24.
FREDERICK COPLESTON
349
Apresentação de seu pensamento – 2
350
história, no Oriente e no Ocidente. Mas pouca atenção se deu
ao fato de que, no século IV, a época dos grandes Padres da
Igreja, temos um verdadeiro renascimento, que deu à
literatura greco-romana algumas de suas maiores
personalidades, que exerceram uma influência duradoura na
história e na cultura, de sua época até nossos dias. E a
diversidade do espírito grego em relação ao romano bem
caracterizada pelo fato de que o Ocidente latino tem o seu
Agostinho, ao passo que foi através dos Padres capadócios
que o Oriente grego produziu uma nova cultura.”
351
Entre os diversos temas tratados nas obras de Gregório de
Nissa, apontamos três, de particular interesse filosófico e
moral.
352
consideráramos figura e semelhança do cosmos? Deste céu
que nos circunda, da terra que muda, de todas as coisas que
nele estão contidas e que passam, com aquilo que os
circunda. Mas em que consiste então, segundo a Igreja, a
grandeza do homem? Não na semelhança com o cosmos,
mas sim no ser imagem do Criador de nossa natureza.”
353
GIOVANNI REALE
354
355
Santo Hilário de Poitiers
Biografia – 1
356
del arrianismo, y por orden de éste fue enviado a las lejanas
costas de Frigia.
357
contaban con la inmensa ventaja de verse favorecidos por el
emperador, pidieron a éste que enviara de regreso a su patria
a ese obispo galo que, decían, sembraba la discordia y el
menoscabo en la Iglesia de Oriente. Constancio accedió a
sus deseos, y en consecuencia se obligó al exiliado a iniciar el
viaje de vuelta a su hogar. En el año 361 Hilario, triunfante,
regresaba a Poitiers y tomaba de nuevo posesión de su sede.
Sus fieles y sus hermanos en el episcopado le dieron la
bienvenida con gozo y alegría; y recibió la visita de Martín,
su antiguo discípulo y luego obispo de Tours. El éxito
obtenido en su lucha contra los errores adquirió mayor brillo
poco después, a causa de la destitución de Saturnino, el
obispo arriano de Arles que le había perseguido. Sin
embargo, como en Italia aún se recordaban con encono los
intentos que había hecho en pro de la reconciliación entre
semiarrianos convertidos y católicos, se dirigió en el año 364
al obispo de Vercelli en un esfuerzo por eliminar la
intolerancia de los partidarios del obispo Lucifer,
mencionado anteriormente. Casi inmediatamente después,
para demostrar que igual que estaba lleno de indulgencia
para quienes la dulzura había finalmente sacado de su error,
era riguroso con aquéllos que se obstinaban en mantenerse
en él, viajó a Milán para enfrentarse allí con Auxentio, obispo
de esa ciudad y firme defensor de las doctrinas arrianas. Pero
el emperador Valentiniano, que protegía al hereje, ordenó a
Hilario abandonar Milán inmediatamente. Regresó, pues, a
su natal Poitiers, de donde no se ausentará ya más y en la
cual morirá.
358
cuerpo fue trasladado a la iglesia de San Denis, cerca de
París, mientras que otra cuenta que fue sacado de la iglesia
de San Hilario en Poitiers y quemado por los protestantes en
1572.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Hilario_de_Poitiers
359
Biografia – 2
Fonte:
http://www.mercaba.org/TESORO/san_hilario_1.htm
***
***
361
una de las mejores refutaciones del arrianismo que tenemos;
en esta obra usa argumentos tomados de la Escritura y de la
Tradición con preferencia a especulaciones. Un suplemento a
este escrito es Sobre los sínodos o sobre la fe de los
orientales, donde reúne los argumentos de tipo histórico;
explica que tanto homousios como homoiusios se pueden
entender en sentido ortodoxo o heterodoxo, para inclinarse
luego claramente por la primera expresión como mucho más
adecuada.
362
363
Santo Inácio de Antioquia
Biografia – 1
Contenido
1 Su Vida
2 Colecciones
3 La Controversia
4 Contenido de las Cartas
5 Ediciones
Su Vida
364
Natalis cita a Teodoreto al mismo efecto (III, XII, art. XVI,
p. 53).
365
anunció la muerte como pena para todos los que rehusaran
ofrecer el sacrificio prescrito. Advertido inmediatamente del
peligro que amenazaba, Ignacio se proveyó de todos los
medios a su alcance para frustrar los propósitos del
emperador. El éxito de sus celosos esfuerzos no permaneció
oculto mucho tiempo a los perseguidores de la Iglesia.
Pronto fue detenido y conducido ante Trajano, que estaba
entonces residiendo en Antioquía. Acusado por el propio
emperador de violar el edicto imperial, y de incitar a otros a
similares transgresiones, Ignacio dio valientemente
testimonio de la fe de Cristo. Si creemos el relato que se da
en el “Martyrium”, su declaración ante Trajano se
caracterizó por la inspirada elocuencia, el sublime valor, e
incluso un espíritu de exultación. Incapaz de apreciar los
motivos que lo animaban, el emperador ordenó que lo
encadenaran y llevaran a Roma, para convertirse allí en pasto
de las fieras y espectáculo para el pueblo.
366
cristianas de Asia Menor una oportunidad de saludar al
ilustre prisionero, y ofrecerle el homenaje de las Iglesias que
representaban. Vinieron delegaciones de las congregaciones
de Éfeso, Magnesia y Tralles para consolarlo. A cada una de
estas comunidades cristianas dirigió cartas desde Esmirna,
exhortándolas a la obediencia a sus respectivos obispos, y
advirtiéndoles que evitaran la contaminación de la herejía.
Estas cartas respiran el espíritu de caridad cristiana, celo
apostólico y solicitud pastoral. Mientras que aún estaba allí
también escribió a los cristianos de Roma, pidiéndoles que
no hicieran nada para privarle de la oportunidad del martirio.
367
El carácter de San Ignacio, como se deduce de sus propios
escritos y de los que se conservan de sus contemporáneos, es
el de un verdadero atleta de Cristo. El triple honor de
apóstol, obispo y mártir fue bien merecido por este enérgico
soldado de la fe. Una entusiasta devoción al deber, un
apasionado amor al sacrificio, y una temeridad absoluta en la
defensa de la verdad cristiana, fueron sus principales
características. El celo por el bienestar espiritual de los que
estaban a su cargo alienta desde cada línea de sus escritos.
Siempre vigilante para que no se infectaran por las herejías
rampantes de aquellos primeros tiempos; rezando por ellos,
para que su fe y su ánimo no les faltara a la hora de la
persecución; exhortándoles constantemente a una obediencia
sin fallos a sus obispos; enseñándoles a todos la verdad
católica; al suspirar con ansia por la corona del martirio, para
que su propia sangre pudiera fructificar en gracias adicionales
en las almas de su grey, demuestra ser en todos sentidos un
verdadero pastor de almas, el buen pastor que da su vida por
su oveja.
Colecciones
368
(De viris illust., c. XVI). De las colecciones posteriores de las
cartas de Ignacio que se han conservado, la más antigua se
conoce como la “recensión larga”. Esta colección, cuyo
autor es desconocido, data de la última parte del siglo IV.
Contiene las siete cartas genuinas y seis espurias, pero incluso
las epístolas genuinas están muy interpoladas para añadir
peso a las opiniones personales de su autor. Por esta razón
no son capaces de dar testimonio de la forma original. Las
cartas espurias de esta recensión son las que pretenden ser de
Ignacio
369
contiene en un único códice, el famoso manuscrito Mediceo-
Laurenciano de Florencia. Este códice está incompleto, al
faltar la carta a los Romanos que, sin embargo, se encuentra
asociada al “Martyrium Colbertinum” en el Códice
Colbertino, de París. La colección mixta está considerada
como la más fiable de todas para determinar cuál era el texto
auténtico de las cartas genuinas de Ignacio. Hay también una
antigua versión latina que es una traducción inusualmente
exacta de la griega. Los críticos se inclinan generalmente a
considerar esta versión como una traducción de algún
manuscrito griego del mismo tipo que el del Códice
Mediceo. Esta versión debe su descubrimiento al arzobispo
Ussher, de Irlanda, que la encontró en dos manuscritos en
bibliotecas inglesas y la publicó en 1644. Fue obra de Robert
Grosseteste, un fraile franciscano y obispo de Lincoln (c.
1250). La versión original siríaca nos ha llegado en su
integridad sólo en una traducción armenia. También
contiene las siete cartas genuinas y las seis espurias. Esta
colección en el original siríaco sería inestimable para
determinar el texto exacto de Ignacio, si existiera, por la
razón de que no puede haber sido posterior al siglo IV o V.
Las deficiencias de la versión armenia se suplen en parte por
una recensión abreviada en el original siríaco. Este resumen
contiene las tres cartas genuinas a los Efesios, a los Romanos
y a Policarpo. El manuscrito fue descubierto por Cureton en
una colección de manuscritos siríacos obtenida en 1843 del
monasterio de Santa María Deípara en el desierto de Nitria.
También hay tres cartas que están sólo en latín. Dos de las
tres pretenden ser de Ignacio al Apóstol San Juan, y una a la
Santísima Virgen, con su respuesta a la misma. Son
probablemente de origen occidental, no datando de más allá
del siglo XII.
La Controversia
370
oponentes. Cada una ha sido favorecida con la exclusión de
todas las demás, y todas, a su vez, han sido colectivamente
rechazadas, especialmente por los correligionarios de
Calvino. El propio reformador, en un lenguaje tan violento
como no crítico (Instituciones, 1-3), repudia in globo las
cartas que tan absolutamente desacreditan sus peculiares
opiniones sobre el gobierno de la Iglesia. La convincente
evidencia que las cartas aportan al origen divino de la
doctrina católica no conduce a predisponer a los críticos no
católicos a su favor, de hecho, ha añadido no poco al calor
de la controversia. En general, los estudiosos católicos y
anglicanos se alinean a favor de las cartas escritas a los
efesios, a los de Magnesia, a los de Tralles, a los romanos, a
los de Filadelfia, a los de Esmirna, y a Policarpo; mientras
que los presbiterianos, como regla general, y quizá a priori,
repudian todo lo que reclama la autoría de Ignacio.
371
argumentos aducidos en esta erudita obra que durante
doscientos años la controversia permaneció cerrada a favor
del carácter genuino de las siete cartas. La discusión fue
reabierta por el descubrimiento de Cureton (1843) de la
versión abreviada siríaca, que contenía las cartas de Ignacio a
los Efesios, a los romanos y a Policarpo. En una obra titulada
“Vindiciae Ignatianae” (Londres, 1846), defendió la
posición de que sólo las cartas contenidas en su recensión
abreviada siríaca, y en la forma contenida en ella, eran
genuinas, y que todas las demás estaban interpoladas o
claramente falsificadas. Esta posición fue vigorosamente
combatida por varios críticos británicos y alemanes,
incluyendo los católicos Denzinger y Hefele, que
defendieron con éxito el carácter genuino de las siete
epístolas íntegras. Generalmente se admite ahora que la
versión abreviada siríaca de Cureton es sólo un resumen del
original.
372
las cartas de Ignacio, sino que incluso hizo uso de ellas.
Harnack, que no siempre está tan predispuesto, describe
estas pruebas como “un testimonio tan fuerte del carácter
genuino de las epístolas como cualquiera pueda concebir”
(Expositor, ser. 3, III, p. 11).
373
la santidad de la Iglesia (Smyrn., Ephes., Magn., Trall., y
Rom.);
la catolicidad de la Iglesia (Smyrn., c. VIII);
la infalibilidad de la Iglesia (Philad., c. III; Ephes., cc. XVI,
XVII);
la doctrina de la Eucaristía (Smyrn., c. VIII), palabra que
encontramos por primera vez aplicada al Santísimo
Sacramento, igual que en Smyrn., VIII, encontramos por
primera vez la frase “Iglesia Católica”, usada para designar a
todos los cristianos;
la Encarnación (Ephes., c. XVIII); la virtud sobrenatural de
la virginidad, ya muy estimada y hecha objeto de un voto
(Polyc., c. V);
el carácter religioso del matrimonio (Polyc., c. V);
el valor de la oración en común (Ephes., c. XIII);
la primacía de la Sede de Roma (Rom., introd.). Además,
denuncia en principio la doctrina protestante del juicio
privado en asuntos de religión (Philad., c. iii). La herejía que
condena principalmente es el docetismo; las herejías
judaizantes tampoco escapan a su vigorosa condena.
Ediciones
374
manuscritos de Ussher. En 1646 Isaac Voss publicó en
Amsterdam una edición del famoso Códice Mediceo en
Florencia. Ussher sacó a la luz otra edición en 1647, titulada
"Appendix Ignatiana", que contenía el texto griego de las
epístolas genuinas y la versión latina del "Martyrium
Ignatii".
375
Antioch." The Catholic Encyclopedia. Vol. 7. New York:
Robert Appleton Company, 1910.
<http://www.newadvent.org/cathen/07644a.htm>.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Ignacio_de_Antioqu%C
3%ADa
376
Biografia – 2
JOSEP VIVES
*****
377
La vuelta del emperador Trajano a Roma, tras la conquista
de la Dacia—la actual Rumania—, fue celebrada con ciento
veintitrés días de espectáculos. Diez mil gladiadores
perecieron en los juegos circenses. También fueron
devorados por las fieras muchos condenados, por el mero
hecho de ser cristianos. Entre ellos el obispo de Antioquía,
Ignacio. Detenido y juzgado, el prisionero abandonó la gran
metrópoli de Siria hacia Roma, cargado de cadenas y bien
escoltado por un pelotón de diez soldados de la cohorte
Lepidiana, llamados leopardos. Corría probablemente el año
106, o principios del 107.
378
Ignacio muestra ser un hombre de gran corazón. Agradece
emocionado la finura de la fraternidad de los primeros
cristianos, que—apenas conocer su cautiverio—se prodigan
con él, le proporcionan lo necesario para el viaje, se ofrecen a
acompañarle y a compartir su suerte. Corren a confortarle
desde las ciudades vecinas, pero son ellos quienes tornan
removidos y contagiados del amor a Dios. Gracias a su
intensa vida interior, San Ignacio intenta hacer el mayor bien
posible en los lugares por donde pasa, abriendo a los demás
el tesoro de los dones que el Espíritu Santo le ha concedido.
Con una gran humildad afirma: «no os doy órdenes como si
fuese alguien», pero su caridad sabe usar tonos enérgicos
cuando es necesario: no esquiva corregir aunque duela, ni
denunciar la herejía o la desviación disciplinar.
LOARTE
*****
381
como en un templo y nosotros llegamos a vivir en Él; por
eso los cristianos estamos unidos entre nosotros, porque
estamos unidos a Cristo.
MOLINÉ
382
383
Santo Irineu de Lyon
Biografia
San Ireneo
384
carrera con el martirio. Su fiesta se celebra el 28 de junio en
la Iglesia Latina, y el 23 de agosto en la Griega.
385
Armenia. Esta es la, “Prueba de la Predicación Apostólica.”
Aquí el objetivo del autor no es confutar a los herejes, sino
confirmar a los fieles exponiéndoles la doctrina cristiana y
notablemente demostrando la verdad del Evangelio por
medio de las profecías del Antiguo Testamento. Aunque
fundamentalmente no contiene, como quien dice, nada que
no haya sido expuesto en el “Adversus Haereses”, es un
documento del más alto interés y un testimonio magnífico
de la profunda y viva fe de Ireneo.
386
Funk probó que eran apócrifos los cuatro fragmentos que
Pfaff publicó en 1715, ostensiblemente de un manuscrito de
Turín, y Harnack estableció el hecho de que Pfaff mismo los
había fabricado.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Ireneo
387
Aprsentação de seu pensamento
389
Ya que las afirmaciones de algunos se desvían por las
enseñanzas heréticas e ignoran las economías de Dios y el
misterio de la resurrección de los justos y del Reino (que es
principio de la incorrupción y por el cual los que hubieren
sido dignos se acostumbrarán gradualmente a captar a Dios),
es necesario decir… (AH V 32,1).
Teología asiata
390
tanto él mismo como todos los que hubieren creído como él
se habrían de salvar) saltó de alegría ( A H W 5,4).
Adversus Haereses
391
Contamos con un 74 por 100 del libro 1 en griego, debido a
su utilización masiva por los heresiólogos posteriores
Hipólito y Epifânio. Un promedio del 11 por 100 de los
libros III-IV y V se ha conservado en griego por su
utilización en florilegios dogmáticos y cadenas exegéticas.
Nos han llegado también fragmentos en dos papiros (POxyr
y Plena). Además hay amplios fragmentos de la versión
armenia (sobre todo de los libros IV y V) y fragmentos de la
siríaca.
392
de Cristo, Hijo de Dios, hecho hombre para recapitular en sí
mismo su propia creación (16-23). La conclusión subraya la
verdad de la predicación de la Iglesia frente a los absurdos a
que llegan los que rechazan esta predicación 13.
393
llamativos de la teología asiata. Termina su obra
deteniéndose sobre la visión del Reino, sin dar la conclusión.
394
salvación del hombre corpóreo y sensible y sale al paso de la
falsa economía «espiritual» enseñada por los gnósticos 18.
Doctrina de la Tradición
395
dición a las anécdotas que han transmitido los ancianos. La
que le interesa es la traditio ab apostolis ad ecclesiam. Si la
tradición viene de los apóstoles, es la Iglesia quien la recibe.
En su concepto de la apostolicidad de la Iglesia, Ireneo es en
mucha mayor medida testigo de la fe católica de su tiempo,
en particular de las tradiciones asiata y romana, que de su
propia capacidad teológica; pero ha sido el primero en
formular y desarrollar este concepto de un modo
sistemático-teológico20.
396
agrupaciones inconvenientes de la manera que sea… Pues es
necesario que toda iglesia, es decir, los fieles de todas partes,
concuerde con tal iglesia, dado su origen más destacado. Ya
que siempre ha sido conservado en ella, por los fieles de
todas partes, esa tradición que procede de los apóstoles
( A H III 3,2).
397
lucubraciones de los herejes hablándoles en su propia lengua,
al momento se taparían los oídos y se escaparían lejos, no
consintiendo en oír un discurso blasfemo. De manera que
por aquella antigua tradición de los apóstoles no dan entrada
en la mente a nada de la exposición fantástica de aquéllos
(AH III 4,2).
398
16 Cf. ROUSSEAU-DOUTRELAU-MERCIER, SC 152
(Paris 1969), p. 166-191.
17 Cf. ROMERO POSE, FPatr 2 (Madrid 1992), p.62-64.
18 Cf. ROMERO POSE, FPatr 2 (Madrid 1992), p. 117-
118.
19 Cf. DANIÉLOU (Tournai 1961),p.l35.
20 Cf. BLUM (Berlin-Hamburg 1963), p.227.
21 Cf. BOTTE, lrénikon 1957, 156-163.
22 Cf. SAONARD, SC 34 (Paris 1952), p.24-26.
RAMÓN TREVIJANO
399
400
São Jerônimo
Biografia
San Jerónimo
Contenido
1 Su Vida
2 Cronología
3 Características de la obra de San Jerónimo
4 Notas
Su Vida
401
agosto del 385 se estableció temporalmente en Roma, no
lejos del Papa Dámaso. A la muerte de este último (el 11 de
diciembre del 384), su posición comenzó a hacerse difícil.
Sus severas críticas le ganaron enemigos resentidos que
buscaron la manera de perjudicarlo. Después de algunos
meses, se vio obligado a salir de Roma. De camino entre
Antioquía y Alejandría, llegó a Belén en el 386. Se estableció
ahí en un monasterio cercano a un convento fundado por
dos damas Romanas: Paula y Eustoquia, quienes lo siguieron
a Palestina. De ahí en adelante llevó una vida de ascetismo y
estudio; pero aun entonces se vio envuelto en problemas por
sus controversias, de las cuales hablaremos más adelante, una
con Rufino y la otra con los Pelagianos.
Cronología
402
Evangelios; en el 385, las Epístolas de San Pablo; en el 384,
una primera revisión de los Salmos Latinos, de acuerdo al
texto aceptado de la Septuaginta (Salterio Romano); en el
384, la revisión de la ver-sión Latina del Libro de Job,
después de la versión aceptada en la Septuaginta; entre el
386 y el 391, una segunda revisión del Salterio Latino, esta
vez teniendo delante el texto griego de la "Hexapla" de
Orígenes (llamado Salterio Galicano, contenido en la
Vulgata). Es dudoso si él re-visó la versión entera del
Antiguo Testamento de acuerdo al Griego de la Septuaginta.
Del 382 al 383 redactó "Altercatio Luciferiani et
Orthodoxi" y "De Perpetua Virginitate B. Mariae; adversus
Helvidium". Del 387 al 388, comentarios sobre las Epístolas
a Filemón, a los Gálatas, a los Efesios y a Tito; y entre el 389
al 390 sobre el Eclesiastés.
403
sobre Oseas, Joel, Amós, Zacarías y Malaquías; en el 408,
sobre Daniel; del 408 al 410, sobre el resto de Isaías; del 410
al 415, sobre Ezequiel; del 415 al 420 sobre Jeremías. Del
401 al 410, fecha en que dejó de hacer sus sermones;
tratados sobre San Marcos, homilías sobre los Salmos, sobre
varios temas y sobre los Evangelios; en el 415, "Dialogi
contra Pelagianos".
404
trabajo completamente novedoso para la época. Aunque a
menudo impuso su deseo de evitar el uso excesivo de las
alegorías, sus esfuerzos en este sentido estuvieron lejos de
tener éxito, y en sus últimos años se avergonzó de algunas de
sus primeras explicaciones alegóricas. Él mismo decía que
había que recurrir al significado alegórico solamente cuando
se era incapaz de descubrir el sentido literal. Su tratado "De
interpretatione nominum hebraicorum" no es más que una
colección de significados místicos y simbólicos.
405
del Nuevo Testa-mento citaban el Antiguo Testamento, no
lo hacían de acuerdo a la letra sino de acuerdo al espíri-tu.
Existen muchas sutilezas y hasta contradicciones en las
explicaciones que San Jerónimo ofrece, pero debemos tener
en mente su evidente sinceridad. No trata de encubrir su
ignorancia, sino que admite la existencia de muchos
problemas en la Biblia, por lo que a veces parecerá
totalmente avergonzado. Finalmente, él declara un principio,
el cual, si es reconocido como legítimo, podría servir para
revalorizar las carencias de su crítica. Él sostiene que, en la
Biblia, no existe error material debido a la ignorancia o
descuido del escritor sagrado, pero agrega: "Es común para
el historiador sagrado adaptarse a la opinión generalmente
aceptada por las masas en su tiempo" (P.L., XXVI, 98;
XXIV, 855).
406
obstante, sus relaciones de autores del siglo cuarto son de
gran valor.
407
exquisitamente refinado a ser amargamente satírico, su
abierta sinceridad al opinar sobre otros e igualmen-te franco
al hablar sobre sí mismo.
409
incluso, a transcribir pasajes erró-neos sin las debidas
reservas. Pero también resulta evidente que nunca se adhirió
ni al pensamiento ni a la metodología de las doctrinas
Origenistas.
410
justificación. Por lo general sus ideas son Semipelagianas: los
méritos del hombre antes que la gracia; una fórmula que
pone en peligro el principio de la libertad absoluta como don
de la gracia.
Notas
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Jer%C3%B3nimo
411
Estudo sobre seu estilo
412
Mas apesar da contestação inicial, a versão de São Jerónimo
acabou por impor-se com o decorrer dos séculos e foi
importante para a consolidação e unidade do Cristianismo.
Santo Agostinho na sua De Doctrina Christiana (2.16) refere
essa mesma variedade de traduções latinas:
413
Douglas Robinson, no seu livro WesternTranslation Theory,
diz (p. 23), a propósito da carta n.º 57 Ad Pammachium De
Optimo Genere Interpretandi (A Pamáquio, O melhor
método de tradução) o seguinte:
RUI OLIVEIRA
416
417
São João Crisóstomo
Biografia – 1
Contenido
1 VIDA
o 1.1 Niñez
o 1.2 Lector y Monje
o 1.3 Diácono y Sacerdote en Antioquia
o 1.4 Obispo de Constantinopla
o 1.5 Exilio y Muerte
2 SUS ESCRITOS
3 SU IMPORTANCIA TEOLOGICA
o 3.1 Como Orador
o 3.2 Como exégeta
o 3.3 Como Teólogo Dogmático
VIDA
Niñez
418
Cuando Crisóstomo nació, Antioquía era la segunda ciudad
de la parte oriental del Imperio Romano. Durante todo el
siglo IV disputas religiosas perturbaron al imperio y
encontraron su eco en Antioquia. paganos, maniqueos,
gnósticos, arrianos, apolinaristas, judíos, hicieron sus
prosélitos en Antioquia, y los católicos estaban ellos mismos
separados por el cisma entre los obispos Melecio y Paulino.
Por tanto la juventud de Crisóstomo acaeció en tiempos
difíciles.
Lector y Monje
419
carácter sincero, gentil y encantador de este hombre cautivó
a Crisóstomo de tal manera que pronto comenzó a apartarse
de los estudios clásicos y profanos y a dedicarse a una vida
religiosa y ascética. Estudió las Sagradas Escrituras y
frecuentó los sermones de Melecio. Alrededor de tres años
después recibió el Santo Bautismo y fue ordenado lector.
Pero el joven clérigo, atraído por el deseo de una vida más
perfecta, poco después entró en una de las sociedades
ascéticas cerca de Antioquía, la que estaba bajo la dirección
espiritual de Carterio y especialmente del famoso Diodoro,
más tarde obispo de Tarso (ver Paladio, "Diálogo", v;
Sozomeno, "Hist. eccles.", VIII, 2). La oración, el trabajo
manual y el estudio de las Santas Escrituras eran sus
principales ocupaciones, y podemos muy bien suponer que
sus primeros trabajos literarios datan de aquella época, ya
que prácticamente todos sus primeros escritos tratan temas
de ascetismo y monaquismo [cf. abajo escritos de
Crisóstomo: (1) "Opuscuia"]. Cuatro años después,
Crisóstomo decidió vivir como anacoreta en una de las
cuevas cercanas a Antioquía. Permaneció allí dos años, pero
como su salud estaba bastante deteriorada por indiscretas
vigilias y ayunos en heladas y frío, prudentemente regresó a
Antioquia para recuperar su salud, y reasumió su oficio de
lector en la Iglesia.
420
alguna medida de enseñar a los catecúmenos. Al mismo
tiempo continuó con su trabajo literario, y podemos suponer
que compuso su más famoso libro, “Sobre el Sacerdocio”,
hacia el fin de este período (c.386, ver Sócrates, “Hist.eccl”,
VI,3), o a más tardar en el comienzo de su sacerdocio (c.
387, como con buenas razones lo consigna Nairn en su
edición de “De Sacerd.”, XII-XV). Puede haber alguna duda
si fue ocasionado por algún hecho histórico real, viz., que
Crisóstomo y su amigo Basilio fueron requeridos para
aceptar obispados (c.372). Todos los primeros biógrafos
griegos parecen no haberlo tomado en este sentido. En el
año 386 Crisóstomo fue ordenado sacerdote por San
Flaviano, y desde allí data su real importancia en la historia
eclesiástica. Su principal tarea durante los siguientes doce
años fue la de predicar, lo que debía ejecutar con el Obispo
Flaviano, o en lugar del mismo. Pero no hay dudas que gran
parte de la instrucción religiosa popular y la educación
recayeron sobre él. La primera ocasión notable que mostró el
poder de su oratoria y su gran autoridad fue la Pascua de
387, cuando dio sus sermones “Sobre las Estatuas” (P.G.,
XLVIII, 15, XXX.). El pueblo de Antioquia, excitado por la
recaudación de nuevos impuestos, había volteado las estatuas
del emperador Teodosio. En el pánico y temor al castigo que
le siguió Crisóstomo brindó una serie de veinte o veintiún
(el decimonoveno probablemente no es auténtico) sermones,
llenos de vigor, consoladores, exhortativos, tranquilizadores,
hasta que Flaviano, el obispo, trajo desde Constantinopla el
perdón del emperador. Pero la prédica usual de Crisóstomo
consistía en explicaciones consecutivas de las Santas
Escrituras. A esa costumbre, desafortunadamente en desuso,
debemos sus famosos y magníficos cometarios, que nos
ofrecen tan inagotable tesoro de conocimiento dogmático,
moral e histórico sobre la transición del siglo IV al V. Estos
años 386-98, fueron el período de mayor productividad de
Crisóstomo, un período que por si mismo podría haberle
asegurado para siempre un lugar entre los primeros Doctores
de la Iglesia. Un signo de esto podría ser visto en el hecho
que ya en el año 392 San Jerónimo otorgara al predicador de
421
Antioquia un lugar entre sus Viri illustres ("De Viris ill.",
129, in P.L., XXIII, 754), refiriéndose expresamente a la
grande y exitosa actividad de Crisóstomo como escritor
teológico. De este mismo hecho podemos inferir que
durante esa época su fama se había esparcido lejos más allá
de Antioquia, y que era bien conocido en el Imperio
Bizantino, especialmente en la capital.
Obispo de Constantinopla
422
El llamó a su oeconomus, y le ordenó reducir los gastos del
mantenimiento de la sede episcopal; puso fin a los frecuentes
banquetes, y vivió poco menos estrictamente de lo que antes
había vivido como sacerdote y monje. Con relación al clero,
Crisóstomo al comienzo tuvo que prohibirle tener en sus
casas syneisactoe, es decir, mujeres que habían hecho votos
de virginidad y atendían sus casas. También procedió contra
otros que, por avaricia o lujuria, habían producido escándalo.
Hasta tuvo que excluir del rango del clero a dos diáconos,
uno por asesinato y otro por adulterio. De los monjes
también, que ya por esa época eran muy numerosos en
Constantinopla, algunos habían preferido vagar sin rumbo y
sin disciplina. Crisóstomo los confinó a sus monasterios.
Finalmente cuidó de las viudas eclesiásticas. Algunas de ellas
estaban viviendo de manera mundana: las obligó a casarse
nuevamente, o a observar las reglas del decoro exigidas por
su estado. Después del clero, Crisóstomo volvió su atención
a su rebaño. Como había hecho en Antioquia, tal hizo en
Constantinopla y con más razón, frecuentemente predicó
contra las extravagancias irrazonables de los ricos, y
especialmente contra adornos en materia de vestimentas a
que eran afectas mujeres cuya edad debía ponerlas más allá
de tales vanidades. Algunas de ellas, las viudas Marsa,
Castricia, Eugraphia, conocidas por tales ridículos gustos,
pertenecían al círculo de la corte. Parece que las clases altas
de Constantinopla no habían estado previamente
acostumbradas a tal lenguaje. Sin duda algunos sintieron que
la reprimenda les estaba dirigida a ellos, y la ofensa
producida fue mayor en proporción a lo merecida que la
reprimenda fuera. Por otra parte, el pueblo se mostraba
deleitado con los sermones de su nuevo obispo, y
frecuentemente lo aplaudían en la iglesia (Sócrates, "Hist.
eccl." VI). Nunca olvidaron su cuidado por el pobre y el
miserable, ni que en su primer año había construido un gran
hospital con el dinero ahorrado de sus gastos domésticos.
Pero Crisóstomo tenía también muy íntimos amigos entre las
clases ricas y nobles. La más famosa fue Olympias, viuda y
diácona, una familiar del Emperador Teodosio, mientras que
423
en la Corte propiamente dicha estaba Brison, primer
acompañante de Eudoxia, quien asistía a Crisóstomo en la
instrucción de sus coros, y siempre mantuvo una verdadera
amistad por él. La emperatriz misma fue, desde el principio
de lo más amistosa con el nuevo obispo. Siguió las
procesiones religiosas, asistió a sus sermones, y obsequió
candelabros de plata para el uso de las iglesias (Sócrates, op.
cit., VI, 8; Sozomeno, op. cit., VIII, 8).
424
poco dispuesta a perdonarlo. Pero Crisóstomo interfirió,
entregando su famoso sermón sobre Eutropio, y el caído
ministro fue salvado por el momento. Como, sin embargo,
trató de escapar durante la noche, fue capturado, exiliado, y
poco tiempo después matado. Inmediatamente le siguió otro
evento más excitante y más peligroso. Gainas, uno de los
generales imperiales, había sido enviado a someter a
Tribigild, quien se había rebelado. En el verano de 399
Gainas se unió abiertamente con Tribigild, y, para restaurar
la paz, Arcadio tuvo que someterse a las más humillantes
condiciones. Gainas fue nombrado comandante en jefe del
ejército imperial, y hasta le tuvieron que ser entregados
Aureliano y Saturnino, dos hombres del más alto rango en
Constantinopla. Parece que Crisóstomo aceptó una misión
ante Gainas, y que, debido a esta intervención Aureliano y
Saturnino fueron perdonados por Gaínas y hasta puestos en
libertad. Poco después, Gainas, que era un Godo Arriano,
demandó una de las iglesias Católicas de Constantinopla para
él y para sus soldados. Nuevamente Crisóstomo tuvo una
oposición tan enérgica que Gainas cedió. Mientras tanto el
pueblo de Constantinopla se había comenzado a excitar, y en
una noche varios miles de Godos fueron asesinados. Gainas
sin embargo escapó, fue derrotado y asesinado por los
Hunos. Tal fue el fin en el lapso de pocos años de tres
cónsules del Imperio Bizantino. No hay duda que la
autoridad de Crisóstomo se había fortalecido grandemente
por la magnanimidad y firmeza de carácter que había
demostrado durante todos estos conflictos. Puede haber sido
esto lo que aumentó los celos de aquellos que entonces
gobernaban el imperio – una camarilla de cortesanos con la
emperatriz a la cabeza. A estos se les unieron nuevos aliados
de los rangos eclesiásticos incluyendo algunos obispos
provinciales – Severiano de Gabala, Antíoco de Ptolemais, y,
por algún tiempo, Acacio de Beroea, quienes preferían las
atracciones de la capital a residir en sus propias ciudades
(Sócrates , op. cit., VI, 11; Sozomeno, op. cit., VIII, 10). El
más intrigante entre ellos era Severiano, quien se adulaba a sí
mismo diciendo que era el rival de Crisóstomo en
425
elocuencia. Pero hasta ese momento nada había sido
revelado en público. Un gran cambio ocurrió durante la
ausencia de Crisóstomo de Constantinopla por varios meses.
Esta ausencia fue necesaria por un asunto eclesiástico en Asia
Menor, en el cual estaba involucrado. Aceptando la expresa
invitación de varios obispos, Crisóstomo, en el primer mes
de 401, fue a Éfeso, donde designó un nuevo arzobispo, y
con el consentimiento de la asamblea de obispos depuso a
seis obispos por simonía. Tras haber fallado la misma
sentencia sobre el Obispo Gerontio de Nicomedia, regresó a
Constantinopla.
426
hacia el fin del año 402, fue convocado por el emperador a
Constantinopla para disculparse ante el sínodo, que debería
presidir Crisóstomo, por varios cargos, que habían sido
presentados en su contra por ciertos monjes Egipcios,
especialmente por los llamados cuatro “hermanos altos”. El
patriarca, su antiguo amigo, se había puesto repentinamente
en su contra, y los había perseguido como Origenistas
(Paladio, "Diálogo", XVI; Sócrates, op. cit., VI, 7;
Sozomeno, op. cit., VIII, 12).
427
de la tercera citación a Crisóstomo, y con el consentimiento
del emperador, se declaró que fuera depuesto. A los efectos
de evitar un inútil derramamiento de sangre, se rindió al
tercer día a los soldados que lo esperaban. Pero las amenazas
del excitado pueblo, y un repentino accidente en el palacio
imperial, atemorizaron a la emperatriz (Paladio, "Diálogo",
IX). Ella temió algún castigo del cielo por el exilio de
Crisóstomo, y de inmediato ordenó su restauración. Después
de alguna vacilación Crisóstomo re entró en la capital en
medio de gran regocijo del pueblo. Teófilo y sus partidarios
se salvaron huyendo de Constantinopla. El retorno de
Crisóstomo fue, en si mismo, una derrota para Eudoxia.
Cuando sus temores se fueron, revivió su rencor. Dos meses
después, una estatua de plata de la emperatriz fue
descubierta en la plaza justo frente a la catedral. Las
celebraciones públicas que asistieron a este incidente, y que
duraron varios días, se hicieron tan bulliciosas que
molestaron los oficios en la iglesia. Crisóstomo se quejó al
prefecto de la ciudad, quien le informó a Eudoxia que el
obispo se había quejado de su estatua. Esto fue suficiente
para excitar a la emperatriz más allá de todo límite. Convocó
a Teófilo y a los otros obispos para que volvieran y
depusieran a Crisóstomo nuevamente. Sin embargo, el
prudente patriarca, no deseaba correr el mismo riesgo por
una segunda vez. El solamente escribió a Constantinopla que
Crisóstomo debía ser condenado por haber reentrado a su
sede en oposición a un artículo del Sínodo de Antioquía
mantenido en el año 341 (un sínodo Arriano). Los otros
obispos no tenían ni la autoridad ni el coraje para hacerle un
juicio formal. Todo lo que ellos pudieron hacer fue urgir al
emperador a que firmara un nuevo decreto de exilio. Un
doble atentado contra la vida de Crisóstomo fracasó. En
Vísperas de Pascua de 404, cuando todos los catecúmenos
estaban por recibir el bautismo, los adversarios del obispo,
con soldados imperiales, invadieron el baptisterio y
dispersaron a toda la congregación. Al final Arcadio firmó el
decreto, y el 24 de junio de 404, los soldados condujeron a
Crisóstomo una segunda vez al exilio.
428
Exilio y Muerte
429
tuvieron que volver a Comana. Algunas horas después
Crisóstomo murió. Sus últimas palabras fueron: Doxa to
theo panton eneken (Gloria a Dios por todas las cosas)
(Paladius, XI, 38). Fue enterrado en Comana. El 27 de
enero de 438, su cuerpo fue trasladado a Constantinopla con
gran pompa, y puesto en una tumba en la iglesia de los
apóstoles donde Eudoxia había sido enterrada en el año 404
(ver Sócrates, VII, 45; Constantine Prophyrogen.,
"Cæremoniale Aul Byz.", II, 92, in P.G., CXII, 1204 B).
SUS ESCRITOS
430
nueve homilías “Sobre los Salmos” (4-12, 41, 43-49, 108-
117, 119-150) (V, 39-498), respecto a las cuales ver Chrys.
Baur, "Der urspr ngliche Umfang des Kommentars des hl.
Joh. Chrysostomus zu den Psalmen" en Chrysostomika, fase.
i (Roma, 1908), 235-42, un comentario sobre los primeros
capítulos de "Isaías" (VI, 11 sqq.). Los fragmentos de Job
(XIII, 503-65) son espurios (ver Haidacher, "Chrysostomus
Fragmente" en Chrysostomika, I, 217 sq.); la autenticidad
de los fragmentos sobre Proverbios (XIII, 659-740), sobre
Jeremias y Daniel (VI, 193-246), y la Sinopsis del Viejo y
Nuevo Testamento (ibid., 313 sqq.), es dudosa. Los
principales comentarios sobre el Nuevo Testamento son las
primeras noventa homilías sobre “San Mateo” (alrededor del
año 390, VII), ochenta y ocho homilías sobre “San Juan” (c.
389; VIII, 23 sqq – probablemente de una edición
posterior), cincuenta y cinco homilías sobre “los Hechos”
(como fuera preservada por estenógrafos, IX, 13 ss.), y
homilías “Sobre todas las Epístolas de San Pablo” (IX, 391
ss.). Los mejores y más importantes comentarios son
aquéllos sobre los Salmos, sobre San Mateo y sobre la
Epístola a los Romanos (escrita c.391). Las treinta y cuatro
homilías sobre la Epístola a los Gálatas también es probable
que llegue a nosotros de un segundo editor.
o b. Entre las “homilías formando grupos conexos”, podemos
mencionar especialmente cinco homilías “Sobre Ana” (IV,
631-76), tres “Sobre David” (ibid., 675-708), seis "Sobre
Ozias" (VI, 97-142), ocho "Contra los Judíos" (II, 843-
942), doce "De Incomprehensibili Dei Natur " (ibid., 701-
812), y las siete famosas homilías "Sobre San Pablo" (III,
473-514).
o c. Un gran número de “homilías individuales” tratan de
temas morales, de ciertas fiestas o santos. (3) Las “Cartas” de
Crisóstomo (alrededor de un número de 238: III, 547 ss.)
fueron todas escritas durante su exilio. De especial valor por
sus contenidos naturaleza íntima son las diecisiete cartas a la
diaconisa Olimpia. Entre los numerosos “Apócrifos”
podemos mencionar la liturgia atribuida a Crisóstomo, quien
quizás modificó, pero no compuso el antiguo texto. El más
431
famoso apocryphon es la “Carta a Cesario” (III, 755-760).
Contiene un pasaje sobre la santa Eucaristía que parece
favorecer la teoría de “impanatio”, y las disputas sobre ella
han continuado por más de dos siglos. El más importante
trabajo espurio en Latín es el "Opus imperfectum", escrito
por un arriano en la primera mitad del siglo V. (ver Th. ,
"Das Opus impefectum in Matthæum", Tübingen, 1907).
SU IMPORTANCIA TEOLOGICA
Como Orador
Como exégeta
432
forzar sus principios hasta el extremo al que, más tarde los
llevó, su amigo Teodoro de Mopsuestia, el maestro de
Nestorio. Él ni siquiera excluyó todas las explicaciones
alegóricas o místicas, pero las confino a casos en los cuales el
propio autor inspirado sugería este significado.
433
Crisóstomo tiene algunos extraños pasajes en nuestra
Bendita Señora [ver Newman, "Ciertas dificultades de los
Anglicanos respecto a Enseñanzas Católicas”, Londres,
1876, pp. 130 ss.], que parece ignorar la confesión privada a
un sacerdote, que no hay ningún pasaje claro y directo en
favor de la primacía del Papa. Pero debe ser recordado que
ninguno de los respectivos pasajes contiene nada positivo
contra la actual doctrina católica. Por otro lado, Crisóstomo
explícitamente reconoce como una regla de fe a la tradición
(XI, 488), como prescripta por la enseñanza autorizada de la
Iglesia (I, 813). Esta Iglesia, dice, es sólo una, por la unidad
de su doctrina (V, 244; XI, 554); está esparcida por todo el
mundo, es la única Novia de Cristo (III, 229, 403; V, 62;
VIII, 170). Con relación a la Cristología, Crisóstomo
sostiene claramente que Cristo es Dios y hombre en una
persona, pero nunca entra en un más profundo examen del
modo de esta unión. Su doctrina con relación a la Eucaristía
es de gran importancia. No puede haber la más leve duda de
que enseña la Presencia Real, y sus expresiones sobre el
cambio forjado por las palabras del sacerdote son
equivalentes a la doctrina de la transubstanciación (ver
Naegle, "Die Eucharistielehre des hl. Joh. Chry.", 74 sq.).
1. VIDA DE CRISOSTOMO:
o a. Fuentes: PALADIO, Dialogue cum Theodoro, Ecclesioe
Romanoe Diacono, de vit et conversatione b. Joh.
Chrysostomi (escrito cerca de 408; major fuente; ed.
BIGOT, París, 1680; P.G., XLVII, 5-82) MARTYRIUS,
Panegírico sobre San Juan Crisóstomo (escrito cerca de 408;
ed. P.G., loc. cit., XLI-LII); SOCRATES, Historia de la
Iglesia VI.2-23 y VII.23, 45 (P.G., LXVII, 661 sqq.);
SOZOMENO, Historia de la Iglesia VIII.2-28 (P.G., ibid.,
1513 ss.), más completa que la de Sócrates, de quien
434
dependía; TEODORETO, Historia de la Iglesia V.27; P.G.,
LXXXII, 1256-68, no siempre confiable; ZOSIMO, V, 23-4
(ed. BEKKER, p. 278-80, Bonn. 1837), no digno de
confianza.
o b. Autores Posteriores: TEODORO DE TRIMITo, (P.G.,
XLVII, col. 51-88), sin valor, escrito cerca de fines del siglo
VII; (PSEUDO-) GEORGIUS ALEXANDRINUS, ed.
SAVILE, Chrys. opera omnia (Eton, 1612), VIII, 157-265
(siglos VIII - IX); LEO IMPERATOR, Laudatio Chrys.
(P.G., CVII, 228 sqq.); ANONYMUS, (ed. SAVILE, loc.
cit., 293-371); SYMEON METAPHRASTES, (P.G., CXIV,
1045-1209).
o c.) Biografías Modernas:
Inglés: STEPHENS, San Juan Crisóstomo, su vida y
tiempos, un esquema de la Iglesia y el Imperio en el siglo IV
(Londres, 1871; 2da ed., Londres, 1880), la mEjor biografía
en ingles, pero anglicaniza la doctrina de Crisóstomo;
BUSH, La Vida y Época de Crisóstomo (Londres, 1885), un
tratado popular.
Francés: HERMANT, La Vie de Saint Jean Chrysostome . . .
divis e en 12 livres (París, 1664; 3ra ed., París, 1683), la
primera biografía científica; DE TILLEMONT, M moires
pour servir l'histoire eccl siastique des six premiers si cles, XI,
1-405, 547-626 (importante para la cronología);
STILTING, De S. Jo. Chrysostomo . . . Commentarius
historicus in Acta SS., IV, Sept., 401-700 (1st ed., 1753),
mejor biografía científica en latín;; THIERRY, S. Jean
Chrysostome et l'imp ratrice Eudoxie (Paris, 1872; 3rd ed.,
Paris, 1889), "más romance que historia"; PUECH, San
Juan Crisóstomo (París, 1900); 5ta ed., Paris, 1905),
popular y debe ser leída con precaución.
Alemán: NEANDER, Der hl. Joh. Chrysostomus und die
Kirche, besonders des Orients, in dessen Zeitalter, 2 vols.
(Berlin, 1821 - 22; 4ta ed., Berlín 1858); el primer volumen
traducido al inglés por STAPLETON (Londres, 1838), da
una descripción de la doctrina de Crisóstomo con opiniones
protestantes; LUDWIG, Der hl. Joh. Chrys. in seinem Verh
435
liniss zum byzantinischen Hof. (Braunsberg, 1883),
cientifica.
Crisóstomo como orador: ALBERT, S. Jean Chrysostome
consid r comme orateur populaire (Paris, 1858);
ACKERMANN, Die Beredsamkeit des hl. Joh. Chrys. (W
rzburg, 1889); cf. WILLEY, Crisóstomo, el Orador
(Cincinnati, 1908), ensayo popular.
2. ESCRITOS DE CRISOSTOMO
o a. Cronología: Vea TILLEMONT, STILTING,
MONTFAUCON, Chrys. Opera omnia; USENER,
Religionsgeschichtliche Untersuchungen, I (Bonn, 1889),
514-40; RAUSCHEN, Jahrb cher der christl. Kirche unter
dem Kaiser Theodosius dem Grossen (Freiburg im Br.,
1897), 251-3, 277-9, 495-9; BATIFFOL, Revue bibl., VIII,
566-72; PARGOIRE, Echos d'Orient, III 151-2; E.
SCHARTZ, J dische und chrisl. Ostertafeln (Berlin, 1905),
169-84.
o b. Autenticidad: HAIDACHER, Zeitschr. für Kath.
Theologie, XVIII-XXXII; IDEM, Deshl. Joh. Chrys.
Buchlein ber Hoffart u. Kindererziehung (Freiburg, im Br.,
1907).
3. DOCTRINA DE CRISÓSTOMO: MAYERO,
Chrysostomus Lutheranus (Grimma, 1680: Wittenberg,
1686); HACKI, D. Jo. Chrysostomus . . . a Lutheranismo . .
. vindicatus (Oliva, 1683); F RSTER, Chrysostomus in
seinem Verh ltniss zur antiochen. Schule (Gotha, 1869);
CHASE, Crisóstomo, un Estudio sobre la Historia de la
Interpretación Bíblica (Londres, 1887); HAIDACHER, Die
Lehre des hl. Joh. Chrys. ber die Schriftinspiration
(Salzburg, 1897); CHAPMAN, San Juan Crisóstomo acerca
de San Pedro en Revista de Dublín (1903), 1-27; NAEGLE,
Die Eucharistielehre des hl. Johannes Chrysostomus, des
Doctor Eucharisti (Freiburg im Br., 1900).
4. EDICIONES
o a. Completas: SAVILE (Eton, 1612), 8 volúmenes (el mejor
texto); DUCAEUS, (París, 1609-1636), 12 vols.; DE
MONTFAUCON, (Paris, 1718-1738), 13 vols.; MIGNE,
P.G., XLVII - LXIII.
436
o b. Parciales: FIELD, Homilías en Matth. (Cambridge,
1839), 3 vols., major texto reimpreso actual en MIGNE,
LVII - LVIII; IDEM, Homilioe in omnes epistolas Pauli
(Oxford, 1845-62), VII. La última edición crítica de la De
Sacerdotio fue editada por NAIRN (Cambridge, 1906).
Existen acerca de 54 ediciones completas (en cinco
lenguajes), 86 por ciento ediciones especiales de De
Sacerdotio (en doce lenguajes), y el número completo de
todas (completas y especiales) ediciones es mucho más de
1,000. Las ediciones más antiguas son el latín; de las cuales
existen cuarenta y una diferentes ediciones incunabula (antes
del año 1500) Vea Diodoro de Tarso, Melecio de Antioquía,
Origenismo, Paladio, Teodoro de Mopsuestia.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Juan_Cris%C3%B3stom
o
437
Biografia – 2
Período antioqueno
El ministerio
438
no había cumplido su compromiso. Ahora trata de justificar
su demora por la tremenda responsabilidad del ministerio:
El predicador
El exegeta antioqueno
440
mismo, pueden estar tratando de aplicar el principio básico
de Aristarco de «explicar a Homero por Homero». Asimismo
es determinante el fuerte influjo de la retórica, por la que
descubren modos figurados de discurso y los hacen valer aun
desde perspectivas históricas. Con su esfuerzo por no leer
más en los textos de lo que se encuentra en ellos, con su
interpretación «histórica» que reconoce el sentido literal, se
colocan dignamente los antioquenos en la línea de los
mejores filólogos paganos.
441
preciso interpretar alegóricamente. Que nosotros mismos no
somos dueños de tales reglas, sino que es necesario que
sigamos la misma mente de la Escritura, para utilizar así el
método alegórico. Quiero decir esto. La Escritura ha
empleado ahora vifla, cerca, prensa. No ha dejado al oyente
hacerse dueño de aplicar lo dicho a los asuntos o personas
que quiera, sino que se ha adelantado a interpretarse a sí
misma al decir: «Porque la viña del Señor Sabaoth es la casa
de Israel» (V 3,45-54).
Escritos ascéticos
442
para el Asketerion y a quien trata de recobrar, cuando éste lo
abandonó para ocuparse de los asuntos paternos y pensó en
casarse. Luego recoge en un tratado, el A Teodoro I, los
mismos temas para abrirlos a un círculo más amplio. Juan se
preocupa de fundamentar racionalmente y de apoyar en la
Escritura «los dogmas de la filosofía celeste», e.d. las
máximas de la perfección cristiana o de la vida monástica.
Hay quienes piensan que el destinatario fue el futuro obispo,
gran exegeta y teólogo, Teodoro de Mopsuestia.
443
educación mundana, y propone en cambio una educación
ascética:
Período constantinopolitano
444
Huyendo de la violenta campaña inquisitorial antiorigenista
del metropolita de Alejandría, Teófilo, unos 300 monjes de
Nitria se refugiaron en Constantinopla. El emperador
reclamó a Teófilo que viniese a Constantinopla a responder
de las acusaciones ante Juan. Teófilo, hábil político, acudió a
la citación, pero con un cortejo numeroso de obispos. Con
el apoyo de la misma corte y de los enemigos episcopales de
Juan, convocó un sínodo en Calcedonia ante el que es
Crisóstomo el citado como acusado (403). Como Juan se
niega a comparecer ante este tribunal, que ha pasado a la
historia como el «Sínodo de la Encina», se le declara
depuesto en rebeldía. El débil Arcadio cedió ante la coalición
de los obispos y la emperatriz y firmó la orden de destierro a
Bitinia. Medida que provoca un tumulto popular de
protesta. Un incidente no aclarado es visto por Arcadio y
Eudoxia como señal de la cólera divina y ambos piden a Juan
que vuelva a su sede. Este regresa triunfalmente a
Constantinopla.
El exilio
445
obispo depuesto, pese a todos los acosos. Los lidera Olimpia,
viuda aristocrática, diaconisa de Constantinopla. Muchos
juanistas fueron encarcelados y otros dispersos. Algunos
(como Paladio) acudieron a Roma. El papa Celestino I
reclamó un sínodo de obispos orientales y occidentales para
juzgar el caso. Al no lograrlo, rompe la comunión con las
iglesias de Oriente, hasta el comienzo de la rehabilitación del
Crisóstomo por Constantinopla el 416. Juan escribe más de
236 cartas desde el exilio. Olimpia es su principal
destinatario. Algunos son tratados de cien folios en forma de
carta. En la Carta desde el exilio a Olimpia y a todos los fieles
trata de convencer a esos cristianos de Constantinopla,
sometidos a las persecuciones del poder civil y religioso, que
los sufrimientos no les abatirán mientras guarden su
integridad moral. La correspondencia del Crisóstomo incluye
cartas de amistad, familiares, negocios eclesiásticos, dirección
espiritual y confidencia. Las dirigidas a Olimpia constituyen
la primera colección de cartas de dirección espiritual que
posee la literatura griega cristiana. Abundan las
consideraciones sobre La Providencia, que Crisóstomo
condensa en una obra que envía a Olimpia y destina a toda la
comunidad de Constantinopla.
Sigue fiel a los temas que había hecho suyos desde los
primeros años de su predicación: la incomprehensibilidad de
Dios, su amor por el hombre y el valor del sufrimiento. Esta
intensidad de los contactos escritos entre Juan y sus fíeles
preocupa a la corte, que dicta una orden de exilio a un lugar
más inaccesible, en la costa este del mar Negro. Las fatigas
de este nuevo viaje provocan la muerte de Juan el 14 de
setiembre del 407.
RAMÓN TREVIJANO
446
Biografia – 3
447
allí veinticuatro meses; la mayor parte del tiempo lo pasaba
sin dormir, estudiando los testamentos de Cristo para
despejar la ignorancia. Al no recostarse durante esos dos
años, ni de noche ni de día, se le atrofiaron las partes
infragástricas y las funciones de los riñones quedaron
afectadas por el frío. Como no podía valerse por sí solo,
volvió al puerto de la Iglesia” (paladio, 5).
448
lenguaje y a un modo de actuar inconsiderados, si no
ofensivos. Su plan de reforma del clero y del laicado era
quimérico, y su inflexible adhesión al ideal no produjo más
resultado que el de unir en contra suya todas las fuerzas
hostiles; él estaba ayuno de la artera diplomacia que incita a
un enemigo a pelear con otro.
449
Crisóstomo. Convocó una reunión de treinta y seis obispos,
de los cuales todos menos siete eran de Egipto y todos
enemigos de Crisóstomo. Este sínodo, llamado de la Encina,
suburbio de Calcedonia, condenó al patriarca de la capital
basándose en veintinueve cargos inventados. (Las actas de
este sínodo nos las ha conservado Focio, Bibl. cod. 59.)
Después que Crisóstomo se negó por tres veces a presentarse
ante esta ?corte episcopal,? fue declarado depuesto en agosto
del 403. El emperador Arcadio aprobó la decisión del sínodo
y le desterró a Bitinia. Esta primera expulsión no duró
mucho tiempo, pues fue llamado al día siguiente. Asustada
por la desenfrenada indignación del pueblo de
Constantinopla y por un trágico accidente que ocurrió en el
palacio imperial, la misma emperatriz había pedido su
regreso. Crisóstomo volvió a entrar en la capital en medio de
una triunfal procesión y pronunció en la iglesia de los
Apóstoles un discurso jubiloso, que se conserva todavía
(Hom. 1 post reditum). En un segundo discurso, quizás al día
siguiente, habló de la emperatriz en los términos más
elogiosos (Sozomeno, Hist. eccl. 8,18,8). Esta situación de
paz se vio turbada violentamente dos meses más tarde,
cuando Crisóstomo se lamentó de los ruidosos e incidentes
entretenimientos y danzas públicas que señalaron la
dedicación de una estatua de plata de Eudoxia a pocos pasos
de la catedral. Sus enemigos no tardaron en presentarlo
como una afrenta personal. Profundamente herida, la
emperatriz no hizo gran cosa para ocultar su resentimiento;
Crisóstomo, por su parte, enfurecido por las pruebas de
renovada hostilidad e impulsado por su ardiente
temperamento, cometió una imprudencia que fue fatal en
sus consecuencias. En la fiesta de San Juan Bautista empezó
su sermón con estas palabras: ?Ya se enfurece nuevamente
Herodías; nuevamente se conmueve; baila de nuevo y
nuevamente pide en una bandeja la cabeza de Juan?
(Sócrates, Hist. eccl. 6,18; Sozomeno, Hist. eccl. 8,20). Sus
enemigos consideraron esta sensacional introducción como
una alusión a Eudoxia y resolvieron asegurar su deportación
sobre la base de haber asumido ilegal mente la dirección de
450
una sede de la cual había sido depuesto canónicamente. El
emperador ordenó a Crisóstomo que cesara de ejercer las
funciones eclesiásticas, cosa que él rehusó hacer. Entonces se
le prohibió hacer uso de ninguna iglesia. Cuando él y los
leales sacerdotes que le seguían fieles reunieron, en la vigilia
de Pascua del año 404, a los catecúmenos en los baños de
Constante para conferirles solemnemente el bautismo, la
ceremonia quedó interrumpida por la intervención armada;
los fieles fueron arrojados fuera y el agua bautismal quedó
teñida en sangre (Paladio, 33.34; Sócrates, Hist. eccl.
6,18,14). Cinco días después de Pentecostés, el 9 de junio
del 404, un notario imperial informaba a Crisóstomo que
tenía que abandonar la ciudad inmediatamente, y así lo hizo.
Fue desterrado a Cúcuso, en la Baja Armenia, donde
permaneció tres años. Bien pronto su antigua comunidad de
Antioquía acudió en peregrinación a ver a su querido
predicador. ?Cuando ellos [sus enemigos] vieron que la
iglesia de Antioquía emigraba a la iglesia de Armenia y que
desde aquí la sabiduría, llena de gracia, de Juan cantaba a la
iglesia de Antioquía, desearon cortar rápidamente su vida?
(paladio, 38). A petición suya, Arcadio le desterró a Pitio,
lugar salvaje en la extremidad oriental del mar Negro.
Quebrantado por las penalidades del camino y por verse
obligado a caminar a pie con un tiempo riguroso, murió en
Comana, en el Ponto, el 14 de septiembre del 407, antes de
llegar a su destino. Sus restos mortales fueron traídos en
solemne procesión a Constantinopla el 27 de enero del 438
y enterrados en la iglesia de los Apóstoles. El emperador
Teodosio II, hijo de Eudoxia (que había muerto ya el 404),
salió al encuentro del cortejo fúnebre. Apoyó su rostro sobre
el féretro y rogó y suplicó que perdonaran a sus padres el
daño que le habían ocasionado por ignorancia? (Τeodoreto,
Hist. eccl. 5,36).
451
Alejandría notificaba al Papa la deposición de Juan. El papa
Inocencio se negó a aceptarla y pidió que abriera una
investigación un sínodo compuesto de obispos occidentales y
orientales. Al ser rechazada esta proposición, el Papa y todo
el Occidente rompieron la comunión con Constantinopla,
Alejandría y Antioquía hasta que no se diera cumplida
satisfacción. Arsacio, primer sucesor de Crisóstomo, murió el
11 de noviembre del 405. Le sucedió Ático. El y sus amigos
fueron admitidos nuevamente en la comunión de Roma,
pero sólo después que prometieron volver a insertar en los
dípticos el nombre de Juan, que ya había muerto entretanto.
Fonte: http://www.conoze.com/doc.php?doc=5597
JOHANNES QUASTEN
452
453
São João Damasceno
Biografia
454
progresos que, en el lenguaje entusiasta de su biógrafo,
pronto igualó a Diofanto en álgebra y a Euclides en
geometría. Iguales progresos hizo en música, astronomía y
teología.
455
El califa, convencido ahora de la inocencia de Juan, lo habría
repuesto con gusto en su anterior cargo, pero el Damasceno
había oído una llamada a una vida superior, y con su
hermanastro entró en el monasterio de San Sabas, a unas
dieciocho millas al sudeste de Jerusalén. Tras la habitual
probación, Juan V, Patriarca de Jerusalén, le confirió el
ministerio del sacerdocio. En el pseudo Concilio de
Constantinopla (A.D. 754) reunido por orden de
Constantino Coprónimo, el sucesor de León, confirmó los
principios de los iconoclastas y anatematizó por su nombre a
los que se habían opuesto a ellos de manera destacada. Pero
la mayor parte del rencor del concilio se reservó para Juan de
Damasco. Se le llamó “maldito favorecedor de los
sarracenos”, “traicionero adorador de imágenes”, “ofensor
de Jesucristo”, “maestro de impiedad” y “mal intérprete de
las Escrituras”. Por orden del emperador su nombre fue
escrito “Manzer” (“Manzeros”, bastardo). Pero el Segundo
Concilio de Nicea (Séptimo Concilio General en 787) hizo
abundantes rectificaciones a los insultos de sus enemigos, y
San Teófanes, escribiendo en 813, nos dice que sus amigos
lo apodaron Crisorroas (corriente de oro) por sus dotes
oratorias. En el pontificado de León XIII fue incluido entre
los Doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 27 de
marzo.
456
nombre de “Fuente de sabiduría” (pege gnoseos). Esta obra
se ha tenido siempre en la máxima estima tanto por la Iglesia
Católica como por la Griega. Su mérito no es el de la
originalidad, pues el autor afirma, al final del segundo
capítulo de la “Dialéctica”, que no es su propósito exponer
sus propias opiniones, sino más bien cotejar y resumir en una
única obra las opiniones de los grandes escritores
eclesiásticos anteriores a él. Se le concede un interés especial
porque es el primer intento de una “summa theologica” que
ha llegado hasta nosotros.
457
que forman el “Panarion” de Epifanio, añadió veinte herejías
que habían brotado desde su época. Al tratar del islamismo,
ataca vigorosamente las prácticas inmorales de Mahoma y las
corruptas enseñanzas incluidas en el Corán para legalizar los
delitos del profeta. Como Epifanio, acaba la obra con una
ferviente profesión de fe. La autoría de Juan sobre este libro
se ha discutido, debido a que el autor, al tratar sobre el
arrianismo, habla de Arrio, que murió cuatro siglos antes de
la época del Damasceno, como viviendo aún y causando la
ruina espiritual de su pueblo. La solución de la dificultad se
encuentra en el hecho de que Juan Damasceno no resumió
el contenido del “Panarion”, sino que lo copió literalmente.
De ahí que el pasaje mencionado esté en los términos
exactos de Epifanio, que fue contemporáneo de Arrio.
458
obra es un inagotable tesoro de tradición que se convirtió en
el estándar para los grandes escolásticos que vinieron
después. En particular extrae generosamente de San
Gregorio Nacianceno, cuyas obras parece haber absorbido,
de San Basilio el Grande, de San Gregorio de Niza, de San
Cirilo de Alejandría, de León, San Atanasio, San Juan
Crisóstomo y San Epifanio. La obra se divide en cuatro
libros, cuya división, sin embargo, es arbitraria, no
contemplada por el autor ni justificada por el manuscrito
griego. Es probablemente obra de un traductor latino que
pretendía acomodarla al estilo de los cuatro libros de las
“Sentencias” de Pedro Lombardo.
459
la Trinidad. En su carta “Respecto al Trisagio”, Juan
Damasceno alega que el himno no se aplica sólo al Hijo, sino
a cada Persona de la Santísima Trinidad. Este libro también
contiene una enérgica defensa del derecho de la Santísima
Virgen al título de “Theotokos”. Se enfrenta vigorosamente
con Nestorio por intentar sustituir el título de “Madre de
Dios” por el de “Madre de Cristo”. En el cuarto libro se
discuten las Escrituras. Al asignar veintidós libros al Canon
del Antiguo Testamento está tratando del Canon hebreo, y
no del cristiano, tal cómo lo encuentra en una obra de
Epifanio, “De ponderibus et mensuris”. Su tratamiento en
este libro de la Presencia Real es especialmente satisfactorio.
El capítulo diecinueve contiene un poderoso alegato en pro
de la veneración de las imágenes.
460
Tabor, es de excelencia mayor de la habitual. Se caracteriza
por la elocuencia dramática, la vívida descripción, y la
riqueza de imaginería. En él discurre sobre su tópico
favorito, la doble naturaleza de Cristo, cita los textos clásicos
de las Escrituras en testimonio de la primacía de San Pedro, y
atestigua la doctrina católica de la Penitencia sacramental. En
su sermón sobre el Sábado Santo diserta sobre el deber
pascual y la Presencia Real. La Anunciación es el texto de un
sermón, que ahora existe sólo en la versión latina de un texto
arábigo, en el que atribuye diversas bendiciones a la
intercesión de la Santísima Virgen. El segundo de sus tres
sermones sobre la Asunción es especialmente notable por su
relato detallado de la traslación del cuerpo de la Santísima
Virgen al cielo, un relato, advierte, que se basa en la
tradición más antigua y digna de confianza.
461
“Barlaam y Josafat”. A lo largo de la Edad Media gozó de
una amplísima popularidad en todos los idiomas. No se
considera auténtica por Lequien, y el descubrimiento de una
versión siríaca de la “Apología de Arístides” demuestra que
lo que equivale a dieciséis páginas impresas de ella fue
tomada directamente de Arístides. El panegírico de Santa
Bárbara, aunque aceptado por Le Quien como genuino, es
rechazado por muchos otros. El tratado titulado “Referente
a los que han muerto en la Fe” es rechazado como espurio
por Suárez, Belarmino y Le Quien, no sólo por sus
discrepancias doctrinales, sino también por su carácter
fabuloso. La primera edición griega de las obras de Juan
Damasceno fue la de la “Exacta exposición de la Fe
Ortodoxa” publicada en Verona (1531) bajo los auspicios de
Gian Matteo Giberti, obispo de Verona. Otra edición griega
de la misma obra se publicó en Moldavia (1715) por Ioan
Epnesinus. También se imprimió una edición latina en París
(1507), por Jacobus Faber. Henry Gravius, O.P., publicó
una edición latina en Colonia (1546) que contenía las
siguientes obras: “Dialéctica”, “Instrucción elemental y
dogmática”, “Referente a las dos voluntades y operaciones”,
y “Referente a la herejía”. Una edición greco-latina con una
introducción de Mark Hopper hizo su aparición en Basilea
(1548). Una edición similar, pero mucho más completa se
publicó en el mismo lugar en 1575. Otra edición latina, que
constituye una colección parcial de las obras del autor es la
de Michel Lequien, O.P., publicada en París (1717) y
Venecia (1748). A la reimpresión de esta edición, P.G.,
XCIV-XCVI (París, 1864), Migne ha añadido un
suplemento de obras atribuidas por algunos a la autoría de
Juan Damasceno.
462
Robert Appleton Company, 1910.
<http://www.newadvent.org/cathen/08459b.htm>.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Juan_Damasceno
463
Apresentação de seu pensamento
464
volúpias), precisamos discorrer sobre esse tema, com base no
pouco que os intérpretes da graça nos disseram.” É por isso
que, aplicando o princípio paulinista de que Deus nos é
conhecível a partir das criaturas, João Damasceno estabelece
a existência de Deus mostrando que tudo o que nos é dado
na experiência sensível é mutável; que mesmo as almas e os
anjos o são; que nada do que vem a ser por via de mudança é
incriado; que tudo o que nos é dado assim é criado e que,
por conseguinte, seu criador incriado existe. Um segundo
argumento, tirado da conservação e do governo das coisas,
confirma o primeiro, e a demonstração se acaba com um
terceiro, que prova, contra Epicuro, que a ordem e a
distribuição das coisas não podem resultar do acaso. Esse
Deus, cuja existência é assim provada, nos é inconhecível.
João Damasceno afirma-o em termos tão enérgicos quanto
possível: “Que Deus existe, é manifesto; mas o que ele é
quanto a seu ser e a sua natureza nos é inteiramente
inapreensível e desconhecido” (akatalepton touto pantelôs kai
agnôstorí). Sabe-se que Deus é incorpóreo. Ele não é sequer
feito da matéria incorpórea que os sábios gregos chamam de
“quintessência”. Semelhantemente, Deus é não-gerado,
imutável, incorruptível e assim por diante; mas tais nomes
nos dizem o que ele não é, não o que ele é. Tudo o que se
pode compreender acerca dele é que ele é infinito e, por
conseguinte, incompreensível. Quanto aos nomes positivos
que lhe damos, tampouco dizem o que Deus é e não
descrevem sua natureza, mas o que convém a ela. Dizemos
que o incompreensível e o inconhecível, que é Deus, é uno,
bom, justo, sábio e assim por diante, mas a enumeração
desses atributos não nos faz conhecer a natureza ou a
essência daquilo a que os atribuímos. De fato, como o Bem
de Platão, o Deus de João Damasceno está além do
conhecimento, porque está além da essência (cap. IV). Aliás,
é nesse sentido que João Damasceno interpreta inclusive o
nome que Deus se atribuiu no célebre texto do Êxodo (3,
14): “Eu sou o que sou (o ôri).” Considerando-o bem, esse
nome designa de fato sua própria incompreensibilidade, pois
significa que Deus “possui e reúne em si a totalidade do ser,
465
como um oceano de realidade (ousias) infinito e ilimitado”
(I, 9). Essa fórmula será retomada e comentada com
freqüência na Idade Média, notadamente por santo Tomás
de Aquino. Por seu plano de conjunto, que compreende o
estudo dos anjos, do céu visível, dos astros, dos elementos,
da terra e do homem, De fi-de orthodoxa já se apresenta
como uma obra de aspecto nitidamente escolástico, bem
feita para seduzir os espíritos do século XIII e servir de
modelo a seus Comentários sobre as Sentenças, ou a suas
Sumas teológicas. Não só eles se inspirarão em seu plano,
mas o explorarão como uma verdadeira mina de noções e de
definições, muitas das quais eram imediatamente utilizáveis
por teólogos nutridos de Aristóteles. Os capítulos XXII-
XXVIII do livro II, sobre a vontade, a distinção entre o
voluntário e o não-voluntário, o livre-arbítrio considerado
em sua natureza e sua causa, transmitiram, assim, à Idade
Média várias noções, muitas das quais eram de origem
aristotélica, mas que João Damasceno havia talvez
simplesmente recolhido na obra de Gregório de Nissa ou de
Nemésio. Sem ser ele mesmo um pensador de muito alto
nível, ele representou, como transmissor de idéias, um papel
considerável. Devemos certamente ver nele um dos
intermediários mais importantes entre a cultura dos Padres
Gregos e a cultura latina dos teólogos ocidentais da Idade
Média.
ETIENNE GILSON
466
467
São Justino, Mártir
Biografia – 1
San Justino
Contenido
1 Vida
2 Obras
3 Doctrina
o 3.1 Justino y la filosofía
o 3.2 Justino y la revelación cristiana
o 3.3 La Biblia de Justino
3.3.1 El Antiguo Testamento
3.3.2 El Nuevo Testamento
o 3.4 Método apologético
4 Teología
o 4.1 Dios
o 4.2 El Verbo (Logos)
Vida
468
sobre su conversión; ellos no son, sin embargo, una
autobiografía, pero están parcialmente idealizados, y hay
necesidad de distinguir en ellos entre poesía y verdad;
empero, ellos nos proveen con varias pistas valiosas y
confiables. Para su martirio tenemos documentos de
indiscutible autoridad. En primera línea, en su “Apología” él
se llama a sí mismo “Justino, el hijo de Priscos, hijo de
Baccheios, de Flavia Neápolis, en la Siria palestina”. Flavia
Neápolis, su pueblo natal, fundado por Vespasiano (72
d.C.), fue construido en un lugar llamado Mabortha, o
Mamortha, bastante cerca de Siquem (Guérin, "Samarie", I,
Paris, 1874, 390-423; Schürer, "Historia del Pueblo Judío",
tr., I, Edimburgo, 1885). Sus habitantes eran todos, o en su
mayoría, paganos. Los nombres del padre y abuelo de
Justino sugieren un origen pagano, y él habla de sí mismo
como incircunciso (Diálogo, XXVIII). La fecha de su
nacimiento es incierta, pero parece haber sido en los
primeros años del siglo II. Recibió una buena educación en
filosofía, relato que nos da al principio de su “Diálogo con el
Judío Trifón”; primero estuvo bajo la enseñanza de un
estoico), pero después de algún tiempo encontró que no
había aprendido nada sobre Dios y que su maestro no tenía
nada que enseñarle sobre ese tema. Conoció a un
peripatético, el cual lo recibió con gusto al principio pero
luego le exigió el pago por sus servicios, lo cual demostraba
que no era un filósofo. Un pitagórico) se negó a enseñarle
nada hasta que el aprendiera música, astronomía y
geometría. Finalmente un platónico) llegó a la escena y por
algún tiempo complació a Justino. Este relato no se puede
tomar literalmente, los datos parecen haber sido arreglados
con la intención de mostrar la debilidad de las filosofías
paganas y de contrastarlas con las enseñanzas de Cristo y los
profetas. Los datos principales, sin embargo, pueden ser
aceptados; los trabajos de Justino parecen mostrar
justamente tal desarrollo filosófico como se describe aquí,
ecléctico), pero debiéndole mucho al estoicismo y más al
platonismo. Estando todavía bajo el encanto del platonismo,
cuando, caminando un día por la orilla del mar, encontró a
469
un misterioso anciano; la conclusión de su larga discusión
fue que el alma no puede llegar a la idea de Dios a través del
conocimiento humano), sino que se necesita ser instruida
por los profetas, los cuales, inspirados por el Espíritu Santo,
han conocido a Dios y pueden darlo a conocer ("Dialogue",
III, VII; cf. Zahm, "Dichtung and Wahrheit in Justins
Dialog mit dem Jeden Trypho" in "Zeitschr. für
Kirchengesch.", VIII, 1885-1886, 37-66).
470
conferencias improvisadas. San Justino ciertamente vivió
algún tiempo en Éfeso; las actas de su martirio nos dicen que
él fue a Roma dos veces y vivió “cerca de los baños de
Timoteo con un hombre llamado Martín”. El enseñó
catecismo allí, y en las antes mencionadas actas de su
martirio leemos que muchos de sus discípulos fueron
condenados con él.
471
trasladan al lugar acostumbrado, donde serán decapitados y
será consumado su martirio reconociendo a su Salvador.”
Obras
472
tanto debe haber estado precedido por una epístola
dedicatoria y probablemente por una introducción o
prefacio, ambos faltantes. Falta una gran parte del capítulo
número 74, incluyendo el final del primer libro y el
comienzo del segundo (Zahn, "Zeitschr. f. Kirchengesch.",
VIII, 1885, 37 sq., Bardenhewer, "Gesch. der altkirchl.
Litter", I, Friburgo im Br., 1902, 210). Hay otras lagunas
menos importantes y muchas transcripciones defectuosas. No
habiendo otro manuscrito, la corrección de éste es muy
difícil, las conjeturas a menudo han sido poco acertadas, y
Krüger, el último editor de la “Apología”, a duras penas lo
que ha hecho es más que regresar al texto del manuscrito.
473
puede ser establecida con la ayuda de los siguientes datos:
van ciento cincuenta años desde el nacimiento de Cristo (I,
XLVI, 1); Marción ya ha extendido ampliamente su error (I,
XXVI,5); ahora, según San Epifanio (Hæres., XLII, 1), él no
comenzó a enseñar sino hasta después de la muerte de Papa
San Higinio (140 d.C). El prefecto de Egipto, Félix (I,
XXIX, 2) ocupó su cargo en septiembre de 151,
probablemente desde 150 a 154 (Grenfell-Hunt,
"Oxyrhinchus Papyri", II, London, 1899, 163, 175; cf.
Harnack, "Theol. Literaturzeitung", XXII, 1897, 77). De
todo esto podemos concluir que la “Apología” fue escrita en
alguna fecha entre 153 y 155. La segunda “Apología, como
se dijo antes, es un apéndice de la primera y debe haber sido
escrita un poco después. El prefecto Urbino mencionado en
ella estaba en el poder de 144 a 160. El “Diálogo” es
ciertamente posterior que la “Apología”, a la cual se refiere
("Dial.", CXX, cf. "I Apol.", XXVI); parece, además, de esta
misma referencia que los emperadores a los cuales iba
dirigida la “Apología” todavía vivían cuando se escribió el
“Diálogo”. Esto lo sitúa en algún tiempo antes de 161 d.C.,
fecha de la muerte de Antonino Pío.
Primera Apología:
474
o ellos prefieren mejor ser asesinados antes que negar a su Dios
(VIII);
o ellos se niegan a adorar ídolos (IX, XII);
o conclusión (XII).
XIII-LXVII: Segunda parte (exposición y demostración del
cristianismo):
o Los cristianos adoran al Cristo Crucificado, tanto como a
Dios (XIII);
o Cristo es su Maestro; preceptos morales (XIV-XVII);
o la vida futura, juicio, etc. (XVIII-XX).
o Cristo es el Verbo Encarnado (XXI-LX);
o comparación con héroes paganos, Hermes, Esculapio, etc.
(XXI-XXII);
o superioridad de Cristo y del cristianismo antes de Cristo
(XLVI).
o los parecidos que encontramos entre el culto pagano y la
filosofía provienen de los demonios. (LIV-LX).
o descripción del culto cristiano: bautismo (LXI);
o la Eucaristía (LXV-LXVI);
o observancia del domingo (LXVII).
Segunda "Apología":
475
X-XXX: Sobre la ley. Trifón reprocha a los cristianos el no
observar la ley. Justino replica que de acuerdo a los Profetas
mismos la ley debe ser abrogada, solamente fue dada a los
judíos debido a su dureza. Superioridad de la circuncisión
cristiana, necesaria aun para los judíos. La ley eterna dictada
por Cristo.
XXXI-CVIII: Sobre Cristo: Sus dos venidas (XXXI sqq.); la
ley como figura de Cristo (XL-XLV); la Divinidad y la pre-
existencia de Cristo demostrada sobre todo por las
apariciones del Antiguo Testamento (teofanías) (LVI-LXII);
Encarnación y Concepción virginal (LXV sqq.); la muerte de
Cristo profetizada (LXXXVI sqq.); Su Resurrección (CVI
sqq.).
CVIII hasta el final: Sobre los cristianos. La conversión de
las naciones predicha por los profetas (CIX sqq.); Los
cristianos son más santos que los judíos (CXIX sqq.); las
promesas fueron hechas para ellos (CXXI); ellos están
prefigurados en el Antiguo Testamento (CXXXIV sqq.). El
"Diálogo" concluye con deseos por la conversión de los
judíos.
476
consiste en la introducción, donde se explica con mucha
eficacia la naturaleza trascendente de la fe y la naturaleza
propia de sus motivos.
477
Las "Respuestas a los Ortodoxos" fue re-editado en una
forma diferente y más primitiva por Papadopoulos-Kerameus
(St. Petersburg, 1895), de un manuscrito de Constantinopla
que le atribuía la obra a Teodoreto. Aunque esta adscripción
fue adoptada por el editor, no ha sido generalmente
aceptada. Harnack ha estudiado profundamente estos cuatro
libros y mantiene, no sin probabilidad, que son el trabajo de
Diodoro de Tarso. (Harnack, "Diodor von Tarsus., vier
pseudojustinische Schriften als Eigentum Diodors
nachgewiesen" in "Texte und Untersuch.", XII, 4, Leipzig,
1901).
Doctrina
Justino y la filosofía
478
cristianismo; a propósito del juicio final, el señala, sin
embargo (I Apol., VIII, 4), que según Platón el castigo
durará cien años, mientras que según los cristianos, será
eterno; hablando de la Creación (I Apol., XX, 4; LIX), él
dice que Platón le tomó prestada a Moisés su teoría de la
materia informe caótica; similarmente él compara a Platón y
al cristianismo a propósito de la responsabilidad humana (I
Apol., XLIV, 8) y el Verbo y el Espíritu (I Apol., LX). Sin
embargo, su familiaridad con Platón era superficial; igual que
sus contemporáneos (Filo, Plutarco, San Hipólito) él
encontró su principal inspiración en el Timæus. Algunos
historiadores han pretendido que la filosofía pagana dominó
completamente el cristianismo de Justino (Aubé, "S. Justin",
Paris, 1861), o por lo menos lo debilitó (Engelhardt, "Das
Christentum Justins des Märtyrers", Erlangen, 1878). Para
apreciar justamente esta influencia es necesario recordar que
en su “Apología” Justino busca sobre todo los puntos de
contacto entre el helenismo y el cristianismo. Ciertamente
sería erróneo concluir a partir de la primera “Apología”
(XXII) que Justino realmente equipara a Cristo con los
héroes o semi-héroes paganos, Hermes, Perseo o Esculapio;
ni se puede concluir desde su primera “Apología” (IV, 8 o
VII, 3, 4) que la filosofía jugó entre los griegos el mismo
papel que el cristianismo jugó entre los bárbaros, sino sólo
que su posición y reputación eran análogas.
479
entre el Verbo integral, es decir Jesucristo, y el Verbo parcial
diseminado por el mundo, es más aparente que profundo.
Lado a lado con esta teoría, y bastante diferente en su origen
y extensión, encontramos en Justino, como en muchos de
sus contemporáneos, la convicción que la filosofía griega
tomó prestado de la Biblia: fue robándole a Moisés y los
profetas como Platón y otros filósofos desarrollaron sus
doctrinas (I, XLIV, LIX, LX). A pesar de las oscuridades e
incoherencias de este pensamiento, él afirma clara y
positivamente el carácter trascendental del cristianismo.
“Nuestra doctrina supera toda doctrina humana porque el
verdadero Verbo se convirtió en Cristo, quien se manifestó
El mismo a nosotros, cuerpo, palabra y alma.” (II, Apol., X,
1.) Este origen divino le asegura al cristianismo una verdad
absoluta (II, XIII, 2) y le da a los cristianos completa
confianza; ellos mueren por la doctrina de Cristo; nadie
murió por la de Sócrates (II, x, 8). Los primeros capítulos
del “Diálogo” completan y corrigen estas ideas. En ellos el
sincretismo bastante complaciente de la “Apología”
desaparece y el pensamiento cristiano es más fuerte.
480
Justino y la revelación cristiana
La Biblia de Justino
El Antiguo Testamento
El Nuevo Testamento
482
la encontramos por primera vez usada en plural, “los
Apóstoles en sus memorias que son llamadas evangelios” (I
Apol. LXVI, 3). Estas memorias tienen autoridad, no sólo
porque relatan las palabras de Nuestro Señor (como afirma
Bossuet, op. Cit., 16 seq.), sino porque, aun en sus partes
narrativas, son consideradas como Escritura (Dial., 49:
citando Mt. 17,13). Esta opinión de Justino es sostenida,
además, por la Iglesia, quien, en su servicio público lee las
memorias de los Apóstoles tanto como los escritos de los
profetas (I Apol., LXVII, 3). Estas memorias fueron
compuestas por los Apóstoles y por aquellos que los
siguieron (Dial., CIII); él se refiere probablemente a los
cuatro Evangelistas, es decir, a dos Apóstoles y dos discípulos
de Cristo (Stanton, "canon del Nuevo Testamento" en
Hastings, "Diccionario de la Biblia ", III, 535). Los autores,
sin embargo no son mencionados: sólo una vez (Dial., CIII)
se menciona las “memorias de Pedro”, pero el texto es muy
oscuro e incierto. (Bousset, op. cit., 18).
483
"Bruchstücke des Evang. des Petrus", Leipzig, 1893, 37).
Su dependencia del protoevangelio de Santiago (Dial.,
LXXVIII) es dudosa.
Método apologético
484
Justino encuentra las evidencias racionales del cristianismo
especialmente en las profecías; él le dedica a este argumento
más de una tercera parte de su “Apología” (XXX-LIII) y casi
completamente el “Diálogo”. Cuando discute con los
paganos le satisface llamar la atención sobre el hecho de que
los libros de los profetas fueron muy anteriores a Cristo, cuya
autenticidad está garantizada por los judíos mismos, y dice
que contienen profecías concernientes a la vida de Cristo y a
la expansión de la Iglesia que sólo pueden ser explicados por
una revelación Divina (I Apol., XXXI). En el “Diálogo”,
argumentando con los judíos, él puede asumir esta
revelación que ellos también reconocen, y puede invocar las
Escrituras como oráculos sagrados. Estas evidencias de las
profecías son para él absolutamente ciertas. “Escuchen los
textos que les voy a citar; no es necesario que les comente
sobre ellos, sino sólo que ustedes los oigan.” (Dial., LIII; cf.
I Apol., XXX, LIII). Sin embargo, reconoce que Cristo solo
los pudo haber explicado (I Apol., XXXII; Dial., LXXVI; cv);
para entenderlos los hombres y mujeres de su tiempo deben
tener las disposiciones interiores que hacen al verdadero
cristiano (Dial., CXII), es decir, es necesaria la gracia Divina
(Dial., VII, LVIII, XCII, CXIX). Él también recurre a los
milagros (Dial., VII; XXXV; LXIX; cf. II Apol., VI), pero
con menor insistencia que a las profecías.
Teología
Dios
485
así Dios es inamovible (I Apol., IX; X, 1; LXIII, 1; etc.); Él
está sobre el cielo, no puede ser visto ni contenido dentro de
un espacio (Dial., LVI, LX, CXXVII); El es llamado Padre,
en sentido filosófico y platónico, puesto que El es el Creador
del mundo (I Apol., XLV, 1; LXI, 3; LXV, 3; II Apol., VI,
1, etc.). Por otro lado, vemos a Dios en la Biblia en toda su
omnipotencia (Dial., LXXXIV; I Apol., XIX, 6), y Dios
misericordioso (Dial., LXXXIV; I Apol., XIX, 6), y Dios
misericordioso (Dial., CVIII, LV, etc.); si Él ordenó el día
de descanso no fue porque necesitara el homenaje de los
judíos, sino que deseaba unirlos a Sí mismo (Dial., XXII); a
través de Su misericordia preservó entre ellos una semilla de
salvación (LV); a través de Su Divina Providencia hizo a las
naciones dignas de su herencia (CXVUUUCXXX); El retrasa
el fin del mundo debido a los cristianos (XXXIX; I Apol.,
XXVIII, XLV). Y el gran deber del hombre es amarlo a Él.
(Dial., XCIII).
El Verbo (Logos)
486
cit., 104), al principio de todas Sus obras (Dial., LXI, LXII,
II Apol., VI, 3); en este ultimo texto algunos autores
distinguieron en el Verbo dos estados del ser, uno íntimo, el
otro extrovertido, pero esta distinción, aunque encontrada
en otros apologistas, es en Justino muy dudosa. A través de
la Palabra Dios lo ha hecho todo (II Apol., VI; Dial., CXIV).
El Verbo está difundido a través de toda la humanidad (I
Apol., VI; II, VIII; XIII); fue El quien se apareció a los
patriarcas (I Apol., LXII; LXIII; Dial., LVI, LIX, LX etc.).
Dos influencias son claramente perceptibles en el antedicho
cuerpo de doctrina. Es, por supuesto, a la revelación cristiana
que Justino debe su concepto de personalidad distinta del
Verbo, Su Divinidad y Encarnación; pero la especulación
filosófica es responsable de sus infortunados conceptos de la
generación temporal y voluntaria del Verbo, y del
subordinacionismo de la teología de Justino. Se debe
reconocer, además, que estas últimas ideas sobresalen más
claramente en la “Apología” que en el “Diálogo.”
487
embargo menos interesante. La Eucaristía, la Misa bautismal
y la Misa dominical están descritas en la primera “Apología”
(LXV-LXVII), con una riqueza de detalles única para esa
época. Justino aquí explica el dogma de la Presencia Real
con una claridad maravillosa (LXVI, 2): "Del mismo modo
que a través del poder de la Palabra de Dios Jesucristo
nuestro Salvador tomó cuerpo y sangre para nuestra
salvación, así los alimentos consagrados por la oración
formada de las palabras de Cristo… es el Cuerpo y la Sangre
de ese Jesús Encarnado.” El “Diálogo” (CXVII; cf. XLI)
completa la doctrina con la idea del sacrificio Eucarístico
como memorial de la Pasión.
488
1878); PURVES, El Testimonio de Justino Mártir del
Cristianismo Primitivo (conferencias dictadas en el L.P.
Stone Foundation en en Seminario Teológico de Princeton)
(London, 1888); TEDER, Justins des Märtyrers Lehre von
Jesus Christus, dem Messias und dem menschgewordenen
Sohne Gottes (Freiburg im Br., 1906). Trabajos sobre
puntos especiales y trabajos de menor importancia han sido
mencionados en el curso del artículo. Una bibliografía más
completa se puede hallar en BARDENHEWER, Gesch. der
altkirchl. Litteratur, I (Freiburg im Br., 1902), 240-42.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Justino
489
Biografia – 2
San Justino, mártir, es el Padre apologista griego más
importante del siglo II y una de las personalidades más
nobles de la literatura cristiana primitiva. Nació en Palestina,
en Flavia Neápolis, la antigua Siquem. De padres paganos y
origen romano, pronto inició su itinerario intelectual
frecuentando las escuelas estoica, aristotélica, pitagórica y
platónica. La búsqueda de la verdad y el heroísmo de los
mártires cristianos provocaron su conversión al cristianismo.
Desde ese momento, permaneciendo siempre laico, puso sus
conocimientos filosóficos al servicio de la fe.
490
apología que cuanto de bueno está dicho en todos ellos nos
pertenece a nosotros los cristianos.
Fonte: http://www.mercaba.org/TESORO/427-11.htm
491
492
São Leão Magno
Biografia
(Gobernó 440-61).
493
comandante militar de la provincia, y el principal magistrado,
Albino. Esta comisión es una prueba de la gran confianza
puesta por la corte imperial en el diestro y capaz diácono.
Sixto III murió el 19 de agosto de 440, mientras León
estaba en la Galia, y éste fue elegido como sucesor suyo. De
vuelta en Roma, León fue consagrado el 29 de septiembre
del mismo año, gobernó la Iglesia romana durante los
siguientes veintiún años.
494
El 30 de enero de 444, el papa envió una carta a todos los
obispos de Italia a la que añadió los documentos que
contenían los procedimientos contra los maniqueos en
Roma, y les advirtió para que estuvieran en guardia y
emprendieran acciones contra los seguidores de la secta (ep.
VII). El de 19 junio de 445, el emperador Valentiniano III
emitió, indudablemente instigado por el papa, un duro
decreto en el que estableció severos castigos para los
maniqueos ("Epist. Leonis", ed. Ballerini, I, 626; ep. VIII
inter Leon. ep). Prospero de Aquitania afirma en su
"Crónica" (ad an. 447; "Mon. Germ. hist. Auct.
antiquissimi", IX, I, 341 sqq.) que, a consecuencia de las
medidas enérgicas de León, los maniqueos fueron
expulsados de las provincias, e incluso los obispos orientales
emularon el ejemplo del papa con respecto a esta secta. En
España la herejía del priscilianismo todavía sobrevivió y
durante algún tiempo siguió atrayendo nuevos adeptos. El
obispo Toribio de Astorga, sabedor de esto, recopiló durante
largo tiempo información detallada sobre la condición de las
iglesias y la difusión del priscilianismo. Compiló los errores
de la herejía, escribió una refutación de los mismos y envió
estos documentos a varios obispos africanos. También envió
una copia al papa, después de lo cual éste envió una larga
carta a Toribio (ep. XV) en refutación de los errores de los
priscilianistas. León ordenó al mismo tiempo que debía
convocarse un concilio de los obispos pertenecientes a las
provincias vecinas, para llevar a cabo una investigación seria,
con el objeto de determinar si alguno de los obispos se había
corrompido con el veneno de esta herejía. Si alguno era
descubierto, sería excomulgado sin vacilación. El papa
también dirigió una carta similar a los obispos de las
provincias españolas, notificándoles que se iba a convocar un
concilio de los principales pastores; y, si esto fuera imposible,
debían reunirse al menos los obispos de Galicia. Estos dos
concilios tuvieron lugar de hecho en España para puntualizar
el problema (" Hefele," Konziliengesch." II, 2 ed., el pp.
306 sqq.).
495
La gran desorganización en cuestiones eclesiásticas de ciertos
países, como resultado de las migraciones nacionales, exigía
unos lazos más íntimos entre su episcopado y Roma para la
promoción de una buena vida eclesiástica. León, con este
objetivo a la vista, determinó hacer uso del vicariato papal de
los obispos de Arles de la provincia de la Galia, para la
creación de un centro para el episcopado galicano en
estrecha unión con Roma. Al principio sus esfuerzos fueron
dificultados grandemente por su conflicto con San Hilario,
entonces obispo de Arles. Previamente, los conflictos se
habían alzado en relación con el vicariato de los obispos de
Arles y sus privilegios. Hilario hizo un uso excesivo de su
autoridad sobre las otras provincias eclesiásticas y exigió que
todos los obispos debieran ser consagrados por él, en lugar
de por su propio metropolitano. Por ejemplo, cuando se alzó
la protesta porque el obispo Celedonio de Besançon había
sido consagrado en violación del canon -los motivos
alegados fueron que se había, como laico, casado una viuda,
y, como funcionario público, había dado su consentimiento
a una pena de muerte- Hilario lo depuso y consagró a
Importuno como sucesor. Celedonio apeló inmediatamente
al papa y partió personalmente hacia Roma. Casi al mismo
tiempo, Hilario, como si la sede en cuestión estuviera
vacante, consagró para el puesto a otro obispo, un tal
Projectus, que estaba enfermo. Projectus se recuperó sin
embargo y se quejó también a Roma por la acción del obispo
de Arles. Hilario fue entonces a Roma a justificar sus
procedimientos. El papa congregó un sínodo romano
(aproximadamente 445) y, cuando los motivos alegados
contra Celedonio no pudieron ser verificados, reintegró a
éste último en su sede. Projectus también recibió de nuevo
su obispado. Hilario regresó a Arles antes de que el sínodo
hubiera terminado; el papa lo privó de jurisdicción sobre las
otras provincias gálicas y de los derechos metropolitanos
sobre la provincia de Vienne, permitiéndole retener solo su
diócesis de Arles.
496
tiempo les envió un decreto de Valentiniano III, de 8 de
julio de 445, que respaldaba las medidas del papa con
respecto San Hilario, y reconocía solemnemente la primacía
del Obispo de Roma sobre toda la Iglesia ("Epist. Leonis”
ed. Ballerini, I, 642). Al regresar a su obispado, Hilario
buscó una reconciliación con el papa. Después de esto, allí
no surgieron grandes dificultades entre estos dos hombres
santos y, después de su muerte en el 449, Hilario fue
declarado por León como “beatæ memoriæ". Al obispo
Ravennius, el sucesor de San Hilario en la sede de Arles, y a
los obispos de esa provincia, León dirigió muchas cartas
cordiales, en el 449, con motivo de la elección del nuevo
metropolitano (epp. XL, XLI). Cuando Ravennius poco
después consagró un nuevo obispo para suceder al obispo de
Vaison, el arzobispo de Vienne, que se encontraba en Roma,
se ofendió por esta acción. Los obispos de la provincia de
Arles escribieron una carta conjunta al papa en la que le
pidieron que restaurara a Ravennius los derechos de los que
había sido privado su predecesor Hilario (ep. LXV inter ep.
Leonis). En su contestación, fechada el de 5 mayo de 450,
(ep. LXVI), León accedió a a su demanda. El arzobispo de
Vienne retuvo sólo los obispados sufragáneos de Valence,
Tarentaise, Ginebra y Grenoble; todas las restantes sedes de
la provincia de Vienne quedaron sometidas al arzobispo de
Arles, que también recuperó de nuevo su papel de mediador
entre la Santa Sede y todo el episcopado gálico. León
transmitió a Ravennius (ep. LXVII), para su comunicación a
los otros obispos galicanos, su famosa carta a Flaviano de
Constantinopla “In Incarnatione”. Inmediatamente
Ravennius convocó un sínodo en el que se congregaron los
cuarenta y cuatro pastores principales. En su carta sinodal de
451, afirmaron que aceptaban la carta del papa como un
símbolo de fe (ep. XXIX inter ep. Leonis). En su respuesta
León les habla largamente de la condena de Nestorio (ep.
CII). El Vicariato de Arles retuvo la posición que León le
había otorgado durante mucho tiempo. Otro vicariato papal
fue el de los obispos de Tesalónica, cuya jurisdicción
extendió sobre Iliria. La especial tarea de este vicariato era
497
proteger los derechos de la Santa Sede sobre el distrito de
Iliria oriental que pertenecía al Imperio de Oriente. León
confió el vicariato al obispo Anastasio de Tesalónica, así
como el papa Siricio lo había confiado anteriormente al
obispo Anisio. El vicario estaba para consagrar los
metropolitanos, convocar en sínodo a todos los obispos de la
provincia de Iliria Oriental, para vigilar la administración de
sus asuntos; pero las materias más importantes eran
sometidas a Roma (epp. V, VI, XIII). Pero Anastasio de
Tesalónica usó su autoridad de una manera arbitraria y
despótica, tanto fue así que fue reprobado severamente por
León, que le envió instrucciones completas para el
desempeño de sus tareas (ep. XIV).
498
una carta a Dióscoro de Alejandría, el 21 de julio de 445,
insistiéndole en la observancia estricta de los cánones y
disciplina de la Iglesia Romana (ep. IX). La primacía de la
Iglesia Romana se manifestó así, bajo este papa, de las más
variadas y distintas maneras. Pero fue especialmente en su
intervención en la confusión de las peleas cristológicas, que
agitaban profundamente a la Cristiandad Oriental en ese
momento, cuando León se reveló más brillantemente como
el más juicioso, sabio y enérgico pastor de la Iglesia (ver
MONOFISISMO). De su primera carta en este asunto,
escrita a Eutiques, el 1 de junio de 448 (ep. XX), a su última
carta escrita al nuevo Patriarca ortodoxo de Alejandría,
Timoteo Salafaciolo, el 18 de agosto de 460 (ep. CLXXI),
no podemos sino admirarnos de la manera clara, positiva y
sistemática en que León, fortificado por la primacía de la
Santo Sede, tomó parte en este difícil enredo. Para los
detalles refiérase a los artículos: EUTIQUIO, SAN
FLAVIANO; el LATROCINIO (CONCILIO) DE ÉFESO.
499
Cristo. El papa confirmó los decretos del Concilio después
de eliminar el canon que elevaba el Patriarcado de
Constantinopla, disminuyendo los derechos de los antiguos
patriarcas orientales. El 21 de marzo de 453, León emitió
una carta circular que confirmaba su definición dogmática
(ep. CXIV). A través de la mediación del obispo Julián de
Cos, que era en ese momento el embajador papal en
Constantinopla, el papa intentó además proteger los
intereses eclesiásticos en el Oriente. Persuadió al nuevo
emperador de Constantinopla, León I, para remover de la
sede de Alejandría al irregular y herético patriarca, Timoteo
Eluro. Fue elegido para ocupar su lugar un nuevo y
ortodoxo patriarca, Timoteo Salafaciolo, y recibió las
felicitaciones del papa en la última carta que León envió al
Oriente.
500
parte en los servicios solemnes en San Pedro, con cuya
ocasión el papa desarrolló un impresionante sermón. León
también fue activo construyendo y restaurando los templos.
Construyó una basílica sobre la tumba de papa Cornelio en
la Via Appia. El tejado de San Pablo Extramuros había sido
destruido por un rayo, lo reemplazó y emprendió otras
mejoras en la basílica. Persuadió a la emperatriz Gala
Placidia, como se ve en las inscripciones, para realizar el gran
mosaico del Arco de Triunfo que ha sobrevivido hasta
nuestros días. León también restauró San Pedro del
Vaticano. Durante su pontificado, una pía señora romana,
llamada Demetria, erigió en su propiedad en la Via Appia
una basílica en honor de San Esteban, cuyas ruinas se han
excavado.
501
su fiesta el 10 de noviembre) y la Iglesia Oriental el 18 de
febrero.
502
(1890), 9 sqq., 233 sqq.; KUHN, Die Christologie Leos I.
des Grossen (Würtzburg, 1894); HEFELE, Konziliengesch.,
II (2nd ed.), passim.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Papa_San_Le%C3%B3n_I_M
agno
503
504
São Máximo, o Confessor
Biografia
505
alabanza bastante grosera, como una introducción a la
pregunta (la cual pone con mucha inseguridad y muchas
excusas) de qué Pirro quiso decir por una “energeia” o
“energema”. Máximo está claramente ansioso por lograr que
él se retracte o que explique la errónea expresión, sin
exasperarlo con contradicciones.
506
príncipes de éstos, y siendo contados en su compañía, ella no
está sujeta a escritos o emisión de documentos sinodales,
debido a la eminencia de su pontificado, aun en todas estas
cosas todos están sujetas a ella según la ley sacerdotal.’ Y así
cuando sin miedo y con toda la santa y apropiada confianza,
aquellos ministros de la verdadera firme e inconmovible roca,
es decir, de la más grande y Apostólica Iglesia de Roma, le
habían contestado así al clero de la ciudad real, parecieron
haberlos consolidado y haber actuado prudentemente, de
modo que los otros se volvieron humildes y modestos,
mientras que dieron a conocer su ortodoxia y pureza de su
propia fe desde el principio. Pero los de Constantinopla,
admirando su piedad, pensaron que tal acción debía ser
recompensada; y cesaron de insistir con el documento, y
prometieron esforzarse y procurar que el emperador emitiera
la orden respecto a la elección papal. También me enviaron
copia del antedicho documento. Explican en él la causa por
guardar silencio sobre las operaciones naturales en Cristo
nuestro Dios, que es, en sus naturalezas, de las cuales y en las
cuales se cree que Él está, y cómo en el futuro no se
mencionarán ni una ni dos. Sólo es permisible confesar que
las (obras) divinas y humanas procedían de la misma Palabra
de Dios encarnada, y deben ser atribuidas a una y la misma
(persona).”
507
concupiscencia, puesto que Él fue concebido y nació sin la
mancha del pecado. Máximo apela al testimonio del abad
Juan Simpono, quien escribió la carta para Honorio. Pirro
había sucedido a Sergio, pero fue desterrado al ascender al
trono el emperador Constante en 642. Máximo entonces le
escribió una carta al patricio Pedro, aparentemente
gobernador de Siria y Palestina, quien le había escrito
respecto a Pirro, a quien ahora llama simplemente abad.
Pirro estaba en Palestina y Pedro le había impedido exponer
sus opiniones heréticas. Pirro había declarado que estaba
listo para satisfacer a Máximo en cuanto a su ortodoxia. La
carta dice que él le habría escrito antes a Pedro “pero tenía
miedo de ser sospechoso de transgredir las santas leyes si lo
hubiese hecho sin conocer la voluntad de la muy Santa Sede
de los hombres apostólicos, que guían acertadamente toda la
plenitud de la Iglesia católica, y la gobiernan con orden
según la Ley Divina.
508
sido condenado y expulsado por la Sede Apostólica de la
ciudad de Roma por sus opiniones erróneas deba ser
nombrado con cualquier clase de honor, hasta que sea
recibido por ella, que haya regresado a ella---no, a Nuestro
Señor---mediante una confesión piadosa y por la fe
ortodoxa, por la cual puede recibir la santidad y el título de
santo… Que se apresure antes que todo a satisfacer a la Sede
Romana, pues si ella está satisfecha todos concordarán en
llamarlo piadoso y ortodoxo. Pues sólo habla en vano quien
piensa que puede persuadir o entrampar a personas como yo
mismo, y no satisface ni le implora al Santo Papa de la muy
santa Iglesia de los romanos, esto es, la Sede Apostólica, la
cual del Hijo de Dios Encarnado mismo, y también de todos
los sínodos, según los santos cánones y definiciones, ha
recibido dominio universal y supremo, autoridad y poder de
atar y desatar sobre todas las santas Iglesias de Dios que
están dispersas por el mundo entero---pues a través de ella el
Verbo que está sobre todos los poderes celestiales ata y
desata en el Cielo también. Pues si él piensa que debe
satisfacer a otros, y falla en implorar al muy bendito Papa
romano, está actuando como un hombre cuando es acusado
de homicidio u algún otro crimen, que no se apresura a
probar su inocencia al juez designado por ley, sino que sólo
inútilmente y sin ganancia hace lo imposible por demostrarle
su inocencia a individuos privados, que no tienen poder para
absolverlo.”
509
a las dos naturalezas, pero añade que debemos confesar una
voluntad debido a la perfecta unión. Máximo replica que
esto nos debe llevar a confesar una naturaleza debido a la
perfecta unión. Cita entonces muchos pasajes de la Escritura
para las dos voluntades y las dos operaciones. Pirro presenta
a Honorio y a Vigilio Máximo defiende a Honorio del cargo
de enseñar las dos voluntades, y niega que Vigilio haya
recibido la carta de Menas, cuya autenticidad se asume. Se
queja de la mutabilidad de Sergio. Por último se discute la
famosa “nueva operación teándrica” de Dionisio el Pseudo-
Areopagita y Máximo la explica y la defiende. Entonces Pirro
se entrega y consiente en ir a Roma, donde de hecho
condenó sus enseñanzas anteriores, y se reconcilió con la
Iglesia y con el Papa. Pero la revuelta de Gregorio, que lo
hizo emperador de África, pero fue derrotado en 647, trajo a
Máximo a desgracia en la corte, y destruyó la esperanza de
restaurar a Pirro como patriarca ortodoxo. Después que la
Ectesis fue retirada, y el Tipo, “Typos” substituido por el del
emperador Constante, San Máximo estuvo presente en el
gran concilio lateranense efectuado por San Martín a su
pedido en 649. Él escribió desde Roma (donde permaneció
varios años):
510
El Papa Martín fue sacado de Roma en 653, y murió por el
mal trato en Inkerman en marzo de 655. Fue probablemente
más tarde ese año que un oficial llamado Gregorio vino a
Roma a tratar que el Eugenio recibiera el Tipo. Vino a la
celda de San Máximo, quien argumentó con él y denunció el
Tipo. Como el santo fue reconocido como el líder de los
ortodoxos occidentales, fue enviado a Constantinopla a
finales de 655 (no, como se ha establecido, al mismo tiempo
que San Martín). Tenía en ese entonces setenta y cinco años
de edad. Anastasio Bibliotecario conservó las actas de sus
juicios. Fue acusado de conspirar con el usurpador Gregorio,
junto con el Papa Teodoro I y se decía que había causado la
pérdida del imperio de Egipto, Alejandría, Pentápolis y
África. Él se negó a la comunión con la Sede de
Constantinopla, porque
“porque han echado fuera los cuatro santos concilios por las
proposiciones hechas en Alejandría, por la Ectesis y por el
tipo… y porque los dogmas que afirmaron en las
proposiciones los condenaron en la Ectesis, y lo que
proclamaron en la Ectesis lo anularon en el tipo, y en casa
ocasión se deponían ellos mismos. Yo me qué pregunto
¿Qué misterios celebran ellos, que se han condenado ellos
mismos y han sido condenados por los romanos y por el
sínodo (lateranense), y despojados de su dignidad
sacerdotal?”
511
Sufrieron mucho de hambre y frío. El 24 de septiembre de
656 Teodosio, obispo de Cesarea en Bitinia, visitó a Máximo
por órdenes del emperador, acompañado de sus cónsules,
Teodosio y Paulo. El santo confundió a sus visitantes con la
autoridad de los Padres, y declaró que él nunca aceptaría el
Tipo. El obispo entonces replicó: “Te declaramos como
respuesta que si entras a la comunión, nuestro amo el
emperador anulará el Tipo.” Máximo contestó que el
Ectesis, aunque derrotado, no había sido repudiado y que los
cánones del Concilio de Letrán debían ser aceptados
formalmente antes de que él pudiera comulgar. El obispo
bizantino insistió desvergonzadamente: “El sínodo es
inválido, puesto que fue efectuado sin la orden del
emperador.” Máximo redarguyó: “Si no es la fe piadosa, sino
la orden del emperador la que valida los sínodos, que
acepten los sínodos que se realizaron contra el Homoousion
en Tiro, en Antioquía, en Seléucida y el Concilio Ladrón de
Éfeso.”
512
aceptaban las dos voluntades y las dos operaciones, y que
ahora el Tipo era sólo un compromiso. Máximo reiteró la
opinión de Roma que prohibir el uso de una expresión era
negarla. A la siguiente mañana, 19 de septiembre, el santo
fue despojado de su dinero e incluso de su pobre bulto de
ropa, y fue conducido a Salembria, y de ahí a Perberis
(Perbera).
513
última obra fue traducida al latín por Escoto Erigena a
pedidos de Carlos el Calvo. Los escritos polémicos incluyen
tratados cortos contra el monofisismo, y una más importante
serie contra los monotelitas, a cuyo lado se debe situar las
cartas y la disputa con Pirro.
514
IV). La antigua "Vita et certamen" (P.G., XC, Acta SS., 13
de agosto) no es contemporánea y no puede ser confiable.
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_M%C3%A1ximo_de_Co
nstantinopla
515
Apresentação de seu pensamento
Mas ele foi grande sobretudo pela batalha que travou com
energia contra as últimas doutrinas que ameaçavam o dogma
cristológico sancionado pelo Concílio de Calcedônia. Com
efeito, se haviam difundido doutrinas que sustentavam que,
em Cristo, existe uma só energia (monoenergismo) e uma só
vontade (monteletismo) de natureza divina. Tratava-se de
formas de cripto-monofisismo; Pois Máximo as refutou,
demonstrando, com eficácia e grande tenacidade, que em
Cristo há duas atividades e duas vontades: a divina e a
humana. E assim conseguiu levar à vitória a tese de Cristo
como verdadeiro Deus e verdadeiro homem. Mas pagou essa
sua batalha com grandes sofrimentos: sua língua foi cortada,
516
sua mão direita amputada e ele próprio foi mandado para o
exílio. Por isso foi chamado ‘o Confessor’, ou seja,
‘Testemunha’ da verdadeira fé em Cristo, que ele chamou ‘o
mais forte de todos, porque é e se diz Verdade.’
GIOVANNI REALE
517
518
Orígenes
Biografia
Orígenes
Contenido
519
Biografía
520
cuando éste compartió las labores en la escuela de la catedral,
se dedicó al estudio del hebreo, frecuentando a ciertos judíos
que le ayudaban a resolver sus dificultades.
521
Orígenes en Caesarea (232)
522
peregrinos. Nada queda de la catedral excepto una masa de
ruinas y se desconoce el lugar exacto de su tumba.
Obras
Escritos Exegéticos
Otros Escritos
524
tratado en dos libros “Sobre la Resurrección “, un tratado
“Sobre la Voluntad Libre” y diez libros de “Escritos
Misceláneos” (Stromateis). Para su trabajo crítico ver
HEXAPLA
525
conservado en una traducción latina de Rufino (P. G., XVII,
541-616).
526
Antes de las controversias origenistas lo admitió claramente y
hasta después no lo repudió enteramente; ver los prólogos a
su traducciones de Orígenes (Homilías sobre S. Lucas,
Jeremías y Ezequiel, Cantar de los Cantares), y también los
prefacios a sus propios "Comentarios" (sobre Miqueas, Los
Epístolas a los Gálatas y a los Efesios).
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/Or%C3%ADgenes_y_Origeni
smo
527
Apresentação de seu pensamento
528
pouco para o lado da ortodoxia, mas, graças aos
cruzamentos que outros textos de Orígenes permitem, é
possível e legítimo utilizá-la.
529
dos textos, atingem a “gnose”, isto é, no sentido bíblico da
palavra “conhecer”, um conhecimento que seja uma união
(Jo 14, 4; 17); enfim, cristãos mais perfeitos ainda, que
alcançam o “sentido espiritual” das Escrituras e, por uma
contemplação superior (theôria), já discernem na própria Lei
divina a sombra da beatitude vindoura.
530
Deus criou o mundo do nada por seu Verbo, em que estão
as formas vivas de todas as coisas. Sua bondade quis produzir
o mundo segundo sua sabedoria, e seu poder produziu-o até
na própria matéria. Por outro lado, é absurdo imaginar um
Deus eternamente ocioso, que decidiria de repente criar.
Como, de resto, conceber um todo-poderoso que não usasse
seu poder? E como conciliar tal mudança com sua
imutabilidade? Logo, o mundo foi criado desde toda a
eternidade, isto é, ele é eternamente produzido a sê-lo pela
onipotência de Deus. Eterno na duração, esse mundo é,
porém, limitado no espaço, pois Deus faz tudo, como diz a
Escritura, in pondere et numero, portanto com medidas e um
número definidos. É verdade que o Gênesis atribui um
começo ao mundo em que vivemos. É literalmente exato;
mas nosso mundo não é nem o primeiro, nem o último.
Houve outros antes dele; haverá outros ainda depois da sua
destruição final, e assim por diante indefinidamente.
531
(provavelmente também de Amônio Sacas), elas podem
esforçar-se para se libertar da sua prisão e recuperar sua
condição primitiva. De fato, não são primitivamente almas,
mas puros espíritos, que nada destinava a vir mais tarde
animar corpos. Na palavra alma (psykhé), Orígenes discerne a
raiz que significa “frio” (psykhron). Como se disse muito
bem (G. Bardy), as almas não são, para ele, mais que
“espíritos resfriados”. Sua história pessoal é a de seus
esforços para reencontrar seu calor e sua luz primitivos. A
crer-se em são Jerônimo (Epist. 124, 4), Orígenes teria até
mesmo admitido que as almas humanas podem se degradar
mais ainda e, como na metempsicose dos pitagóricos, passar
de um corpo humano a corpos de animais, mas não
encontramos em seus textos nenhum passo que nos permita
atribuir-lhe essa doutrina. O problema da origem da alma
permanece misterioso para ele. Como santo Agostinho, ele
estima que o ensinamento da Igreja nos deixa livres para
escolher entre as duas hipóteses: da sua transmissão pelos
pais, ou da sua introdução do exterior. A imaterialidade da
alma humana aparece claramente, devido ao fato de que ela é
capaz de conhecimento intelectual, cujo objeto é, ele
próprio, imaterial. Para consumar a libertação à qual deve
tender, a alma deve se elevar primeiro, graças à dialética, do
conhecimento das coisas sensíveis ao das verdades
intelectuais e morais. Certos espíritos atêm-se a isso, que é
apenas ver a luz do sol, não é ver essa luz mesma. Só podem
vê-la aqueles de quem uma luz divina ilumina a alma e
aquece-a com seus raios.
532
sensações. Cada um de nós pode constatar que os juízos da
razão são livres, não no sentido de que possamos
indiferentemente afirmar ou negar tudo, mas ao menos no
sentido de que sabemos ser nós mesmos os autores
responsáveis de tudo. Sou eu mesmo que quero, que ajo e
que julgo. Sem dúvida, muitas influências boas ou ruins
podem agir sobre mim para influenciar meu querer, mas sou
finalmente eu mesmo a causa da minha decisão.
533
a inspira. O mundo origeniano não é obra de um demiurgo
inferior trabalhando sobre uma matéria ruim. Como
dissemos, Deus criou tudo ele mesmo por pura bondade,
inclusive a matéria. Logo, a matéria é boa, mesmo se é ruim
para um espírito deixar-se encerrar nela. Aliás, o corpo do
homem não é apenas a prisão de sua alma, é também, para
ela, um meio de reabilitação, sobre o qual ela de certa forma
se apoia, pela ascese, em seu próprio esforço de se libertar
dele. Quando o mal houver atingido o limite que Deus lhe
fixou, o mundo será destruído por um dilúvio de água ou de
fogo. Voltando a ser puros espíritos, os justos se erguerão ao
nível dos anjos e os maus decairão ao dos demônios. Todas
as coisas serão então submetidas a Cristo e, por ele, a Deus,
seu Pai, restabelecendo-se finalmente a ordem primitiva da
criação.
534
interesse de representar de maneira bastante exata a versão
cristã de uma concepção do universo cuja versão pagã pode
ser lida nas Enéadas de Plotino. A influência da doutrina de
Orígenes foi considerável. As teses audaciosas que ela
continha foram objeto de reiterados ataques, como as de
Método de Olimpo (falecido em 311), de Pedro de
Alexandria (falecido em 312), de santo Epifânio (em seu
Panarion, escrito por volta de 375) e, mais tarde ainda, de
Teófilo de Alexandria, que reuniu um grande concílio para
julgar sua doutrina, cuja condenação logrou. Mas não lhe
faltaram defensores. Entre os latinos, são Jerônimo fez de
Orígenes um elogio entusiasta, e os grandes capadócios, cuja
atitude vamos definir, souberam retificar sua doutrina, como
convinha fazer, sem lhe pouparem sua admiração.
ETIENNE GILSON
535
O pensamento de Orígenes coloca no centro Deus e a
Trindade. A chave filosófica em que pensa Deus é a da
incorporeidade. Enganam-se aqueles que (interpretando
grosseiramente a Bíblia) pensam que Deus seja fogo ou
sopro ou então que (como os estóicos) pensam o ser
somente como corpo: “Deus não pode ser entendido como
corpo”, mas sim como “realidade intelectual e espiritual” e
“natureza intelectual simples”. Deus não pode ser conhecido
em sua natureza: “Em sua realidade, Deus é incompreensível
e inescrutável. Com efeito, podemos pensar e compreender
qualquer coisa de Deus, mas devemos crer que ele é
amplamente superior àquilo que dele pensamos. (…) Por
isso, sua natureza não pode ser compreendida pela
capacidade da mente humana, mesmo que seja a mais pura e
a mais límpida.” Podem-se ouvir ecos neoplatônicos nessas
palavras: com efeito, em Alexandria, Orígenes freqüentou as
aulas de Amónio Sacas, cuja escola foi a forja do
neoplatonismo. Orígenes chega inclusive a falar de Deus
como de “mônadas e ênadas” e usa até mesmo a expressão
“acima da inteligência e do ser”, que Plotino tornaria
famosa. Entretanto, ele não hesita em considerar Deus
também como “Inteligência, fonte de toda inteligência e de
toda substância intelectual”, como Ser que dá o ser a todas
as coisas, ou melhor, que “participa de tudo aquilo que é
ser”, e como Bem ou “Bondade absoluta”, do qual deriva
todo outro bem.
536
modalistas, Orígenes sustenta que o Filho de Deus foi
“gerado” ab aeterno pelo Pai e não “criado” como as outras
coisas, nem “emanado”: foi gerado por via de atividade
espiritual, como, por exemplo, a “vontade” deriva da mente.
E “essa geração é eterna e perpétua, assim como o esplendor
é gerado pela luz, já que o Filho tornou-se tal não por
adoção do Espírito, do exterior, mas é Filho por natureza”.
O Filho é “da mesma natureza” (homooúsios) do Pai.
Orígenes, entretanto, admite uma certa “subordinação” do
Filho ao Pai, do qual é ministro. Esse subordinacionismo
reflete indubitavelmente influências da concepção
hierárquica do inteligível do medioplatonismo e do nascente
neoplatonismo. Enquanto o Pai é unidade absoluta, o Filho,
embora também sendo unidade, desenvolve múltiplas
atividades e por isso recebe muitos nomes na Escritura,
conforme as atividades desenvolvidas. Cristo tem duas
naturezas: é verdadeiro Deus e verdadeiro homem (não
homem aparente, como pretende a heresia docetista) e,
como tal, tem corpo e alma (a alma de Cristo desempenha
papel mediador entre o Logos divino e o corpo humano).
537
pode dirigir-se em absoluto a seres sem alma ou àqueles que,
embora animados, são privados de palavra e nem mesmo
àqueles que são dotados de razão, mas estão em poder do
mal, não se voltando absolutamente para o bem.” Deve-se
observar, ademais, que o “subordinacionismo” de Orígenes
foi exagerado por seus adversários, que dele tiraram
conclusões indevidas. É bom destacar que Orígenes traça
essa hierarquia, mas, ao mesmo tempo, ressalta a identidade
de natureza, substância ou essência entre Pai e Filho.
Ademais, o que é fundamental, afasta-se de modo bastante
claro do neoplatonismo, colocando entre Deus-Trindade e as
outras coisas uma separação ontológica através do conceito
de criação do nada, de modo que o esquema metafísico
segundo o qual a realidade é desenvolvida revela-se
completamente diferente do esquema da processão
neoplatônica, tanto mais que, na obra Sobre os princípios, ele
nos fala de criação ab aeterno das Idéias no Verbo e não de
toda a realidade.
A doutrina da criação de Orígenes é bastante complexa.
Primeiro, Deus criou seres racionais, livres, todos iguais entre
si— e os criou à própria imagem (enquanto racionais). A
natureza finita das criaturas e sua liberdade deram origem a
uma diversidade no seu comportamento: algumas
permaneceram unidas a Deus, outras se afastaram, pecando,
por causa de um esfriamento do amor a Deus. E assim
nasceu a distinção entre anjos, homens e demônios,
conforme tenham permanecido fiéis a Deus, se afastado em
certa medida ou se afastado muito de Deus. O corpo e o
mundo corpóreo em geral nasceram como conseqüência do
pecado. Deus revestiu de corpos as almas que se afastaram
parcialmente dele. Mas o corpo não é algo negativo (como
para os platônicos e, sobretudo, para os gnósticos): é o
instrumento e o meio de expiação e purificação. A alma,
portanto, preexistia ao corpo, ainda que não de modo
platônico, porque criada do nada. E a diversidade dos
homens e de suas condições remonta à diversidade de
comportamento na vida anterior (maior ou menor
afastamento de Deus).
538
Uma doutrina típica de Orígenes (derivada dos gregos,
embora com notáveis correções) é aquela segundo a qual o
“mundo” deve ser entendido como uma série de mundos,
não contemporâneos, mas subseqüentes um ao outro: “Deus
não começou a agir pela primeira vez quando criou este
mundo visível. Acreditamos que, como depois do fim deste
mundo haverá um outro, da mesma forma, antes deste
houve outros.” Essa visão relaciona-se estreitamente com a
concepção origeniana segundo a qual, no fim, todos os
espíritos se purificarão, resgatando as suas culpas, mas, para
purificarem-se inteiramente é necessário que eles sofram uma
longa, gradual e progressiva expiação e correção, passando
portanto por muitas reencarnações em mundos sucessivos.
539
advirão pouco a pouco e singularmente: enquanto alguns
com ritmo mais veloz se apressarão como primeiros na meta,
outros os seguirão de perto e outros ainda ficarão muito para
trás. E assim, através de inumeráveis ordens constituídas por
aqueles que progridem e, de inimigos que eram, se
reconciliam com Deus, chega-se ao último inimigo, a morte,
para que também ela seja destruída e não haja mais inimigo.”
540
delineando uma releitura muito mais equilibrada do nosso
filósofo. M. Simonetti, que organizou uma bela tradução de
Os princípios (aqui utilizada por nós), depois de destacar os
traços problemáticos e hipotéticos com que o próprio
Orígenes propôs certas soluções suas, escreve:
“Considerando essas explicações, o pensamento de Orígenes,
que, por seu querer, sempre e somente quis ser homem da
Igreja, parece-nos substancialmente em harmonia com as
premissas fundamentais da fé cristã: basta ver a precisa
distinção que ele faz, apesar de seu subordinacionismo, entre
o mundo de Deus e o mundo da criação, a precisão com que
afirma a criação de todas as coisas do nada, a função central
que atribui ao Logos na criação e, após o pecado, na
recuperação das criaturas, até a restauração final de todas as
coisas em Deus.”
GIOVANNI REALE
541
542
Tertuliano
Biografia
Tertuliano
543
obras de Tertuliano tratan sobre puntos especiales de
creencia o disciplina. De acuerdo a San Jerónimo, Tertuliano
vivió hasta una edad muy avanzada.
544
“Vosotros decís que nosotros adoramos la cabeza de un
asno”, continúa, “pero vosotros adoráis a una gran variedad
de animales; vuestros dioses son imágenes hechas en un
marco de cruz, de tal manera que vosotros adoráis cruces.
Vosotros decís que nosotros adoramos al sol, vosotros
también lo adoráis. Un cierto judío pregonaba sobre una
caricatura de una criatura mitad asno y mitad cabro, como
nuestro dios; pero vosotros realmente adoráis pedazos de
animales. En cuanto al infanticidio, vosotros exponéis a
vuestros propios niños y matáis al no nacido. Vuestra lujuria
promiscua os expone al peligro de incesto, de lo cual
vosotros nos acusáis. Nosotros no juramos por el genio de
César, pero somos leales, ya que oramos por él, mientras que
vosotros os rebeláis. César no quiere ser un dios, él prefiere
estar vivo. Vosotros decís que es por terquedad que
despreciamos la muerte; pero desde antiguo ese desprecio a
la muerte era considerado una virtud heroica. Muchos entre
vosotros retáis a la muerte por ganancia o apuestas; pero
nosotros lo hacemos porque creemos en el juicio.
Finalmente, hacednos justicia, examinad nuestro caso, y
cambiad de opinión.”
545
a castigarnos si nos dábamos a conocer, --- ¡qué
paralogismo! El procedimiento en sí es todavía más extraño:
en lugar de torturarnos hasta que confesemos, somos
torturados hasta que reneguemos.” Hasta este momento el
“Ad Naciones” queda simplemente desarrollado y
fortalecido.
546
crímenes. Tenemos ancianos de probada virtud que nos
presiden. Nuestro fondo común se reabastece por
donaciones voluntarias cada mes, y se gasta, no en
glotonería, sino en los pobres y afligidos. Nos echan en cara
esta [[caridad] como si fuese una desgracia; vean, se dice,
cómo se aman entre sí. Nos llamamos hermanos entre
nosotros; vosotros sois también nuestros hermanos por
naturaleza, pero sois malos hermanos. Se nos acusa de todas
las calamidades; sin embargo, vivimos con vosotros, no
evadimos ninguna profesión, solamente la de asesinos,
hechiceros y cosas semejantes. Vosotros excusáis a los
filósofos aunque su conducta es menos admirable que la
nuestra. Ellos reconocen que nuestras enseñanzas son más
antiguas que las de ellos, ya que nada es más antiguo que la
verdad. La resurrección de la que os burláis tiene muchos
paralelos en la naturaleza. Vosotros nos consideráis locos y
nosotros nos regocijamos de ello. Conquistamos por nuestra
muerte. Preguntad por la causa de nuestra constancia.
Creemos que este martirio es la remisión de todas las
ofensas, y que aquel que es condenado por vuestros
tribunales es absuelto ante Dios.”
547
(Ved, exclaman, como se aman entre sí); y el Semen est
sanguis Christianorum (la sangre de los cristianos es semilla)?
Probablemente fue en esa misma época Tertuliano desarrolló
su tesis del “Testimonio del Alma” sobre la existencia de un
solo Dios, en su pequeño libro que lleva ese título. Con su
elocuencia habitual, desarrolla la idea de que el lenguaje
corriente nos inspira a usar expresiones como “Dios
conceda” o “Si Dios quiere”, “Dios bendice”, “Dios ve”,
“Qué Dios se lo pague”. El alma testifica también de los
diablos, de justa venganza, y de su propia inmortalidad.
548
medio de la cual somos cristianos? La respuesta es sencilla:
Cristo envió a sus Apóstoles, quienes fundaron iglesias en
cada ciudad, de las cuales las otras han tomado la tradición
de la fe y la semilla de la doctrina y diariamente toman para
convertirse en Iglesias, de tal manera que ellas son también
apostólicas en el sentido de que son el fruto de iglesias
apostólicas. Todas ellas son esa Iglesia que los Apóstoles
fundaron, siempre y cuando se observe la paz y la comunión
[dum est illis communicatio pacis et appellatio fraternitatis et
contesseratio hospitalitatis]. Por lo tanto este es el testimonio
de la verdad “Nosotros estamos en comunión con las Iglesias
Apostólicas”
549
Finalmente (36), Tertuliano menciona ciertas Iglesias
apostólicas, señalando especialmente a Roma, cuyo
testimonio es el más cercano a la mano, ---¡Iglesia feliz, por
la cual los Apóstoles derramaron todas sus enseñanzas junto
con toda su sangre, donde Pedro sufrió una muerte igual a la
de su Maestro, donde Pablo fue coronado con un final
semejante al del Bautista, donde Juan fue sumergido en
aceite hirviendo sin que sufriera daño! Se resume La regla de
fe romana, sin duda a partir del viejo credo romano, el
mismo que nuestro actual Credo de los Apóstoles, salvo por
algunas pequeñas adiciones en este último; casi el mismo
resumen se da en el capítulo XIII, y se encuentra en “De
virginibus velandis” (cap. 1). Evidentemente Tertuliano evita
mencionar las palabras exactas, que solamente se enseñaban a
los catecúmenos poco antes del bautismo. La totalidad de
estos argumentos luminosos se basan en los primeros
capítulos del tercer libro de San Ireneo, pero su vigorosa
exposición es tan de Tertuliano como su exhaustiva y
convincente lógica. Nunca él se mostró menos violento y
menos oscuro. El llamado a las Iglesias apostólicas era
incontestable en sus días; el resto de sus argumentos son
todavía válidos.
550
del bautismo y sobre sus efectos; está dirigida contra una
maestra del error que pertenecía a la secta de Gayo (tal vez el
anti- montanista). Sabemos que regularmente el bautismo
era conferido por el obispo, pero con su consentimiento
podía también ser administrado por sacerdotes, diáconos e
incluso laicos. El tiempo apropiado para conferirlo era
Pascua y Pentecostés. La preparación se hacía mediante el
ayuno, vigilias y oraciones. La Confirmación se confería
inmediatamente después por unción e imposición de manos.
“De paenitentia” se mencionará más adelante. “De oratione”
contiene una exposición de La Oración del Señor, totius
evangelii breviarium. "De cultu feminarum" es una
instrucción sobre la modestia y sencillez en el vestir;
Tertuliano goza detallando y ridiculizando las extravagancias
del arreglo femenino.
551
La siguiente etapa de la actividad literaria de Tertuliano
muestra claras evidencias de opiniones montanistas, sin
embargo, todavía no había roto formalmente con la Iglesia,
la cual no había condenado aún la nueva profecía. Montano
y las profetisas Priscila y Maximila habían muerto hacía
mucho tiempo, cuando Tertuliano se convirtió en creyente
en sus inspiraciones. Afirmaba que las palabras de Montano
eran las del Paráclito, y característicamente exageraba su
importancia. Le encontramos entonces cayendo en el
rigorismo y condenando absolutamente las segundas nupcias
y el perdón de ciertos pecados, e insistiendo en nuevos
ayunos. Sus enseñanzas habían sido siempre excesivas en su
severidad; ahora positivamente se deleita en la dureza.
Harnack y D’Alès consideran a “De Virginibus velandis”
como la primera obra de esta época; aunque Monceaux y
otros la colocan en una época más tardía debido a su tono
irritado.
552
524. Le siguió una obra contra los valentinianos, la cual se
basa principalmente en el primer libro de San Ireneo.
553
por la fe y las grandes promesas ofrecidas por este heroísmo.
Al año 212 pertenece la carta abierta "Ad scapulam",
dirigida al pro-cónsul de África que estaba reanudando la
persecución, que habían cesado desde el 203. Le advierte
solemnemente de la retribución que alcanza a los
perseguidores.
554
decreto en cuestión fue promulgado por un obispo de
Cartago. En cualquiera de los casos, el que Tertuliano lo
atribuyese a un supuesto episcopus episcoporum y pontifex
maximus meramente atestigua su carácter definitivo. Es
incierta la identificación de este decreto con la más amplia
relajación de la disciplina por la que San Hipólito reprocha a
Calixto.
555
razón para temer que la mención de ella podría actuar como
un estímulo para pecar, pues una penitencia de por vida no
es una perspectiva tranquilizadora. No menciona la duración,
evidentemente porque la duración dependía de la naturaleza
del pecado y del juicio del obispo; si la muerte hubiese sido
el término, esto se habría expresado enfáticamente.
Finalmente, y esto es conclusivo, no se podía insistir en que
se pudiera imponer una segunda penitencia, si toda
penitencia era de por vida.
556
perdón, a pesar de que el pecador se ha extraviado del redil.
¿Cómo se obtiene el perdón? Lo sabemos sólo
incidentalmente a partir de sus palabras. “Ese tipo de
penitencia que es consecuencia de la fe, que puede ya sea,
obtener el perdón del obispo por pecados menores, o de
Dios solamente por aquellos que son imperdonables” (On
Pud. 18). Así, Tertuliano admite el poder de los obispos para
perdonar todos los pecados menos los imperdonables. La
absolución que él admite para pecados frecuentes no estaba
obviamente limitada a una sola vez, sino que debía haber
sido repetida frecuentemente. Esta ni siquiera se menciona
en "De paen", la cual trata únicamente sobre el bautismo y
la penitencia pública para los pecados más graves. De nuevo,
en "De pudicitia", Tertuliano repudia su propia enseñanza
anterior de que Cristo le dejó las llaves a su Iglesia por
medio de Pedro (Scorpiace, 10); ahora declara (De pud.,
21), que el regalo fue para Pedro personalmente, y que no
puede ser reclamado por la Iglesia de los "Psychici". El
espiritual tiene el derecho de perdonar, pero el Paráclito dijo:
“La Iglesia tiene el poder de perdonar los pecados, pero Yo
no lo haré, no sea que pequen de nuevo”.
557
son los “patriarcas de los herejes.” Su noción de que todas
las cosas, espíritus puros e incluso Dios, debían ser cuerpos,
se explica por su ignorancia de la terminología filosófica. Sin
embargo, del alma humana, dice en realidad, que la vio en
una visión como ¡tierna, ligera, y del color del aire! Todas
nuestras almas estaban contenidas en Adán, y se nos
transmitieron con la mancha del pecado original ---una
forma ingeniosa pero burda de traducianismo.
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una interpretación. Tertuliano está probando que Nuestro
Señor mismo explicó en Jer. 11,19 (mittamus lignum in
panem ejus) que el pan se refería a su propio cuerpo, cuando
Él dijo: “Este es mi Cuerpo”, es decir, que el pan era el
símbolo de su Cuerpo. No se puede deducir nada ya sea a
favor o en contra de la Presencia Real; ya que Tertuliano no
explica si el pan es el símbolo del Cuerpo presente o ausente.
El contexto sugiere el primer sentido. Otro pasaje es Panem,
quo ipsum corpus suum repraesentat. Este pasaje puede
significar “El pan que representa su Cuerpo” o “presenta,
hace presente". D’Ales ha calculado que el sentido de
presentación a la imaginación ocurre siete veces en los textos
de Tertuliano, y el sentido moral semejante (presentación
por imagen, etc.) ocurre doce veces, mientras que el sentido
de apariencia física ocurre treinta y tres veces. En el ya
mencionado tratado contra Marción sólo se halla el sentido
físico, y catorce veces. Una afirmación más directa de la
Presencia Real es Corpus ejus in pane censetur (De orat., VI).
En relación a la gracia dada, ofrece algunas expresiones muy
bellas, tales como, Itaque petendo panem quotidianum,
perpetuitatem postulamus in Christo et individuitatem a
corpore ejus (Al pedir por el pan cotidiano, nosotros pedimos
la perpetuidad en Cristo y la indivisibilidad de su Cuerpo ---
Ibid).
559
la práctica de la comunión diaria, y la reserva de la Sagrada
Eucaristía por personas privadas con este propósito. ¿Qué
pensará el marido pagano de este alimento que toman los
cristianos antes que todos los otros alimentos? “Si sabe que
es Pan, ¿no pensaría que es solamente lo que se llama?” Esto
significa no solamente la Presencia Real, sino la
transubstanciación.
560
dice que muchos concilios de los "Psychici" también lo
habían rechazado.
Fonte: http://ec.aciprensa.com/wiki/Tertuliano
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Apresentação de seu pensamento
562
condensadas na célebre fórmula “credo quia absurdum” que
resume muito bem o espírito de Tertuliano.
GIOVANNI REALE
563
564
São Vicente de Lérins
Biografia
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El “Commonitorio” es la única obra de Vicente que se ha
conservado cuya autoría se le atribuye con certeza. Las
“Objetiones Vicentianae” sólo las conocemos a través de la
refutación de Próspero. Parece probable que colaborara —o
al menos las inspirara— en las “Objetiones Gallorum”,
contra las que Próspero también escribe en su libro.
566
Estos principios han sido aplicados por San Ambrosio y los
mártires en la lucha contra donatistas y arrianos, y por San
Esteban, que luchó contra el rebautismo; también los
hallamos en San Pablo (viii-ix). Si Dios permite que nuevas
doctrinas heréticas o desviadas sean enseñadas por hombres
distinguidos como Tertuliano, Orígenes, Nestorio, Apolinar,
etc. (x-xix), no es sino para ponernos a prueba. El católico
no admite ninguna de estas novedosas doctrinas, como
vemos en I Tim., vi, 20-21 (xx-xxii, xxiv). Sin por ello negar
toda oportunidad de progresar en la fe, sino antes bien para
que ésta crezca como e grano y la semilla o en el mismo
sentido y en el mismo pensamiento, “eodem sensu ac
sententia”, aquí es donde viene el conocido pasaje sobre el
desarrollo dogmático: "crescat igitur. . ." (xxiii). El hecho de
que los herejes usen la Biblia lo les libra en absoluto de ser
herejes, ya que la usan para un mal fin, que les hace
merecedores del demonio (xxv-xxvi). El católico interpreta
las Escrituras según las reglas arriba enumeradas (xxvii-
xxviii). A continuación concluye con una recapitulación de
todo el "Commonitorium" (xxix-xxx).
567
formulación, la explicación del principio y su aplicación a
hechos históricos no siempre es fácil; incluso teólogos como
de San y Franzelin, cuyos puntos de vista suelen coincidir,
están en desacuerdo en esto. Vicente muestra claramente que
su principio debe ser entendido en un sentido relativo y
disyuntivo, y no de una manera absoluta uniendo los tres
principios en uno: “ubique, semper, ab omnibus”;
antigüedad no debe entenderse en sentido relativo, sino en
el sentido de un relativo consenso de la antigüedad. Cuando
habla de las creencias generalmente admitidas es más difícil
establecer si se refiere a creencias implícita o explícitamente
admitidas; para las segundas, el canon es verdadero y
aplicable en ambos sentidos: afirmativo (lo que es católico) y
negativo o exclusivo (lo que no es católico); para las
primeras, el canon es verdadero y aplicable en sentido
afirmativo, pero ¿puede decirse lo mismo en su sentido
negativo o exclusivo sin poner a Vicente en contradicción
con todo lo que él mismo afirma sobre el progreso de la
doctrina revelada?
J. DE GHELLINCK
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Transcrito por Barbara Jane Barrett
Fonte:
http://ec.aciprensa.com/wiki/San_Vicente_de_L%C3%A9ri
ns
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