La Separación Del Mundo
La Separación Del Mundo
La Separación Del Mundo
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y
perfecta” (Romanos 12.1–2).
“Yo les he dado tu palabra [a los discípulos]; y el mundo los aborreció, porque no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17.14).
“Lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16.15).
“No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la
justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia
Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre el
templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios
dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual,
salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os
recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor
Todopoderoso” (2 Corintios 6.14–18).
“Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para
sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (Tito 2.14).
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y
a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo” (Santiago 1.27).
“¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4.4).
“Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios,
para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”
(1 Pedro 2.9).
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el
amor del Padre no está en él” (1 Juan 2.15).
· La amistad con el mundo es enemistad contra Dios. “Porque todo lo que hay en
el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa y sus deseos; pero
el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2.16–17). El
mundo es gobernado por los deseos carnales. Cuando la gente usa cierta cosa
para expresar o promulgar estos deseos, la misma es cosa mundana. Mientras el
mundo ama tales cosas, la iglesia las aborrece porque representan los deseos que
se oponen a Dios.
· La religión pura exige que haya una separación completa del mundo. Dios no
acepta como hijo suyo al que ama y toca lo inmundo. Tenemos que negarnos los
deseos mundanos para recibir una herencia en el reino de los cielos.
1. La desobediencia a Dios
2. La malignidad
“El mundo entero está bajo el maligno” (1 Juan 5.19). Toda forma de maldad,
blasfemia, homicidio, mentira, robo, exceso, profanación, orgullo, disolución,
etc., en la vida de uno pone en evidencia la verdad de que está siguiendo al dios
de este siglo.
3. El orgullo
“La vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (2 Juan 2.16).
La persona mundana se viste, se peina y gasta hasta su último centavo para
elevar su persona ante los ojos de sus prójimos. Tal vanagloria es orgullo y Dios la
aborrece.
4. La impureza
5. La codicia
6. La ambición
7. La intemperancia
“El vino es escarnecedor, la sidra alborotadora, y cualquiera que por ellos yerra
no es sabio” (Proverbios 20.l). Herencias enteras se malgastan en las bebidas
alcohólicas, el tabaco, las drogas y otras cosas que destruyen a la humanidad.
Donde existe la falta de moderación también hay miseria, dolor y pobreza. Estas
cosas indican el naufragio terrible ocasionado por el monstruo destructor que se
llama la intemperancia.
8. El atavío a la moda
10. La irreverencia
Ningún hombre puede andar en los caminos del mundo sin tener una actitud de
irreverencia hacia Dios. Esta actitud produce la falta de respeto, la profanidad y
otros frutos perversos.
11. El fraude
“No mintáis los unos a los otros” (Colosenses 3.9). Esto incluye la falsificación,
toda forma de engaño e hipocresía, las exageraciones y toda forma de pecado
basado en el doblez y la falsedad (2 Corintios 4.2). Toda forma de mentira y
fraude viene del “padre de mentira” (Juan 8.44).
“La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los
huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo”
(Santiago 1.27).
Concluimos: (1) que Dios requiere la religión pura; (2) que la religión pura se
puede mantener sólo al guardarse sin mancha del mundo, es decir, todas las
manchas mundanas que hemos enumerado se tienen que abandonar por
completo.
1. La obediencia a Dios
2. La piedad
3. La humildad
Cuando uno no tiene “más alto concepto de sí que el que debe tener” (Romanos
12.3) puede seguir el ejemplo de Cristo en la humildad.
4. La pureza
La pureza afecta los pensamientos, el modo de hablar y toda la vida de uno. Los
cristianos deben ser libres de toda forma de impureza. “Bienaventurados los de
limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mateo 5.8).
5. El amor
Si usted compara esta virtud cristiana con el pecado de la codicia entonces verá
de relieve el contraste entre el carácter del mundano y el del cristiano
verdadero. Uno se afana por tener para sí, el otro por bendecir a otros; uno
busca su propia gloria, el otro busca la gloria de Dios y el bien de los prójimos.
“El amor (...) no busca lo suyo” (1 Corintios 13.4–5).
6. La abnegación
7. La templanza
8. La ropa decorosa
Puesto que el hijo del mundo se viste por motivos distintos a los del hijo de Dios
va a haber un contraste entre su ropa y la de los cristianos.
Muchísimas personas ignoran que este mundo no ofrece nada que pueda
compararse con el “gozo inefable y glorioso” (1 Pedro 1.8) que sólo los hijos de
Dios pueden tener. Los placeres de este mundo son pasajeros, mientras que el
gozo del Señor es para esta vida y por la eternidad. “Regocijaos en el Señor
siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4.4).
10. La reverencia
El compañerismo con Dios y con los santos engendra una reverencia para con Dios
y su palabra. Mientras más entendamos acerca de Dios, tanto más impresionados
quedamos con su benevolencia, grandeza, santidad, majestad y gracia. Los que
andan con él le sirven con temor y reverencia.
11. La integridad
12. La paz
“El siervo del Señor no debe ser contencioso” (2 Timoteo 2.24), porque “las
armas de nuestra milicia no son carnales” (2 Corintios 10.4). “Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5.9).
Enseñanzas bíblicas sobre el vestuario
A continuación ofrecemos una lista de pasajes bíblicos que tratan este tema:
Juan 17.14, 16; Romanos 12.1–2; 2 Corintios 6.14–18; Santiago 1.27; 4.4; 1 Pedro
2.9; 1 Juan 2.15–17. La Biblia ofrece instrucciones específicas que dicen cómo
debiéramos vestirnos (1 Timoteo 2.9–10; 1 Pedro 3.3–4). Quebrantamos todas
estas instrucciones si nos conformamos a las modas del mundo. El conformarse a
estas modas en vez de obedecer las instrucciones de la palabra de Dios es
desobedecer a Dios. Si cambiamos nuestro vestuario para que esté a la última
moda, esto muestra que amamos la alabanza de los hombres más que la alabanza
de Dios.
Algunas personas dicen que no es bueno parecer “extraños” por la clase de ropa
que usamos. Pero puesto que todo el mundo sigue la moda, los pocos cristianos
que no lo hacen van a parecer extraños. La gente incrédula va a darse cuenta por
nuestra apariencia que somos de aquellos que han salido del mundo (2 Corintios
6.17–18) y que estamos viajando en la senda de justicia y santidad.
Normalmente, los que protestan contra las reglas prácticas de la iglesia sobre el
vestuario quieren conformarse más a lo que manda el mundo.
Primera de Timoteo 2.9–10 y 1 Pedro 3.3–4 hablan de cómo debe ser la ropa de la
mujer cristiana. Estos mismos principios se aplican a todo cristiano. Según 1
Timoteo 2.9–10 el cristiano debe vestirse:
(2) “No con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos.” El vestido
deshonesto y el deseo de exhibir el cuerpo son expresiones del orgullo, la
concupiscencia y el deseo de seguir la moda.
(3) “Sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad.”
La persona modesta debe desear ataviarse de “ropa decorosa.” Mientras que el
mundo se viste para adornar el cuerpo, Dios quiere que su pueblo se vista para
cubrir el cuerpo. Puesto que los cristianos no usan la ropa para destacarse, sino
para cubrir el cuerpo en que mora un corazón humilde, les conviene vestirse de
acuerdo con las normas de su iglesia. Ellos no menosprecian la idea de parecer
como los demás hermanos o de no tener muchas clases de ropa con que
expresarse.
Lea 1 Timoteo 2.9–10 y 1 Pedro 3.3–4. La mujer cristiana no se pone joyas porque
llaman atención al cuerpo. Lo que la mujer cristiana sí debe y puede adornar
es el espíritu.
Dios nos “llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2.9). Los discípulos
“no son del mundo” (Juan 17.14), como tampoco Cristo es del mundo. Dios nos
recibe con la condición de que salgamos de “en medio de ellos” (2 Corintios
6.17–18). Es cierto que vivimos en el mundo, pero no somos del mundo.
Las respuestas a estas preguntas demuestran que muchas personas que dicen que
son cristianos están enredadas en yugos desiguales en las organizaciones sociales,
en las asociaciones comerciales y en la política. El cristiano no debe ser miembro
de ninguna organización que tiene propósitos que no son bíblicos o que usa
métodos que no son bíblicos para lograr sus propósitos.
3. Significa testificar de Jesús