Papers by Dr Oswaldo Ramos
El jugador (en ruso: Игрок, Igrok) es una novela de Fiódor Dostoyevski escrita en 1866 y publicad... more El jugador (en ruso: Игрок, Igrok) es una novela de Fiódor Dostoyevski escrita en 1866 y publicada en 1867 sobre un joven tutor empleado por un antiguo general ruso. La novela refleja la propia adicción de Dostoyevski al juego de la ruleta durante su estancia en Wiesbaden, presentada como la ciudad ficticia de Roulettenbourg de la novela
El idiota (en ruso: Идиот, Idiot), en algunas ediciones en castellano llamada El príncipe idiota,... more El idiota (en ruso: Идиот, Idiot), en algunas ediciones en castellano llamada El príncipe idiota, es una novela escrita por el autor ruso Fiódor Dostoyevski. Fue publicada originalmente en serie en El mensajero ruso entre 1868 y 1869. El idiota está considerada como una de las novelas más brillantes de Dostoyevski y de la "Edad de Oro" de la literatura rusa
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Kierkegaard contra el orden establecido. Kierkegaard se pregunta qué podría
hacer para ser útil a... more Kierkegaard contra el orden establecido. Kierkegaard se pregunta qué podría
hacer para ser útil a sus contemporáneos. Evidentemente, no se ve capaz
de obrar un milagro o algo infinitamente importante; le daría mucho
gusto satisfacer «las exigencias de la época», pero para él «la verdad es
mucho más querida» y tiene una entidad no menor que los milagros.
Cuenta que fue en el parque de Frederiksberg, un domingo por la
tarde, «hace ahora cuatro años» (escribe en 1846), cuando se le ocurrió
la idea de hacerse escritor. Aunque con ello no haría aumentar la literatura
de suscripción, sí le daría la oportunidad de subirse a la palestra y
desde un lugar público declamar la verdad. Para ello, dedicó una década
a estudiar y a prepararse a fondo. Aunque los estudios universitarios le
llevaron más de lo debido, no fue por falta de trabajo, sino porque sus
intereses intelectuales no le permitían centrarse en lo puramente académico:
«Leía mucho —confiesa—, pasaba el resto del día deambulando y
pensando, o pensando y deambulando, pero así resultó también que el
germen productivo en mí llegaba con el uso diario y se consumía en su
primer verdor» (Postscriptum, 187).
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Papers by Dr Oswaldo Ramos
hacer para ser útil a sus contemporáneos. Evidentemente, no se ve capaz
de obrar un milagro o algo infinitamente importante; le daría mucho
gusto satisfacer «las exigencias de la época», pero para él «la verdad es
mucho más querida» y tiene una entidad no menor que los milagros.
Cuenta que fue en el parque de Frederiksberg, un domingo por la
tarde, «hace ahora cuatro años» (escribe en 1846), cuando se le ocurrió
la idea de hacerse escritor. Aunque con ello no haría aumentar la literatura
de suscripción, sí le daría la oportunidad de subirse a la palestra y
desde un lugar público declamar la verdad. Para ello, dedicó una década
a estudiar y a prepararse a fondo. Aunque los estudios universitarios le
llevaron más de lo debido, no fue por falta de trabajo, sino porque sus
intereses intelectuales no le permitían centrarse en lo puramente académico:
«Leía mucho —confiesa—, pasaba el resto del día deambulando y
pensando, o pensando y deambulando, pero así resultó también que el
germen productivo en mí llegaba con el uso diario y se consumía en su
primer verdor» (Postscriptum, 187).
hacer para ser útil a sus contemporáneos. Evidentemente, no se ve capaz
de obrar un milagro o algo infinitamente importante; le daría mucho
gusto satisfacer «las exigencias de la época», pero para él «la verdad es
mucho más querida» y tiene una entidad no menor que los milagros.
Cuenta que fue en el parque de Frederiksberg, un domingo por la
tarde, «hace ahora cuatro años» (escribe en 1846), cuando se le ocurrió
la idea de hacerse escritor. Aunque con ello no haría aumentar la literatura
de suscripción, sí le daría la oportunidad de subirse a la palestra y
desde un lugar público declamar la verdad. Para ello, dedicó una década
a estudiar y a prepararse a fondo. Aunque los estudios universitarios le
llevaron más de lo debido, no fue por falta de trabajo, sino porque sus
intereses intelectuales no le permitían centrarse en lo puramente académico:
«Leía mucho —confiesa—, pasaba el resto del día deambulando y
pensando, o pensando y deambulando, pero así resultó también que el
germen productivo en mí llegaba con el uso diario y se consumía en su
primer verdor» (Postscriptum, 187).