caminos
cruzados
de la POLÍTICA
SPINOZA, FICHTE, DELEUZE
y la filosofía argentina
3
Natalia Sabater, German Di Iorio y Lucas Damián Scarfia
EDITOR XS
caminos
RAGIF EDICIONES
ragifediciones.com.ar
Natalia Sabater, Lucas Damián Scarfia y German Di Iorio, editorxs
Diseño: Juan Pablo Fernández
Este libro fue financiado por el Proyecto UBACyT (20020190200161BA)
“Los caminos cruzados de la filosofía política: Spinoza, Fichte y Deleuze”.
cruzados
de la POLÍTICA
SPINOZA, FICHTE, DELEUZE
y la filosofía argentina
Sabater, Natalia
Caminos cruzados de la política : Spinoza, Fichte, Deleuze / Natalia Sabater ;
Lucas Damián Scarfia ; German Di Iorio. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos
Aires : RAGIF Ediciones, 2023.
Libro digital, PDF
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-48998-4-2
1. Filosofía Moderna. 2. Filosofía Contemporánea. 3. Filosofía Política
Argentina. I. Scarfia, Lucas Damián II. Di Iorio, German III. Título
CDD 190
3
Natalia Sabater, German Di Iorio y Lucas Damián Scarfia
Editorxs
Esta edición se realiza bajo la licencia de uso creativo compartido o Creative
Commons: “Atribución-CompartirIgual 4.0 Internacional”. Está permitida la copia, distribución, exhibición y utilización de la obra, sin fines comerciales, bajo
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la obra, autores, editorial, ciudad, año), proporcionando un vínculo a la licencia
e indicando si se realizaron cambios.
SUMARIO
Sumario
Fabulaciones de la crueldad y la derrota.
Deleuze y la invención de un pueblo en la literatura gauchesca
y en el Juan Moreira de Leonardo Favio
ESTEBAN COBASKY
Pág. 137
Amor de patria, su acción. Cosmopolitismo, su pensar.
La cuestión de la Deutschheit en los Discursos a la nación
alemana pensada desde este lado del mundo
SANDRA VIVIANA PALERMO
Pág. 156
Reflexiones en torno a lo extranjero y lo originario
en Fichte y Rojas
Prólogo
Pág. 9
Abreviaturas
Pág. 15
Resúmenes
Pág. 19
Pasajes
Pág. 37
Artículos
Pág. 54
Pueblo, cultura e identidad nacional
Pág. 56
Del pueblo a la familia.
Apuntes sobre el documental familiar argentino reciente
PABLO NICOLÁS PACHILLA
Pág. 57
Conciencia, imagen y decisión política
FEDERICO VICUM
PABLO ENRIQUE ABRAHAM ZUNINO
4
Pág. 196
Democracia y revolución
Pág. 214
Guerra, guerrilla y revolución en el Che Guevara y Deleuze
y Guattari
Pág. 215
La destinación peregrina de las ideas: la tarea de la filosofía
según Alberdi, Fichte y Spinoza
Pág. 231
Democracia como igualdad de clases.
Fichte y Echeverría en torno a la pobreza y su abolición
Pág. 95
Diagramas de lo múltiple.
Una epistemología democrática con Esther Díaz
ANABELLA SCHOENLE
Pág. 247
Pág. 264
Fichte y la transformación semántica de la democracia
Pág. 108
“Terrenal. Pequeño misterio ácrata”: una lectura deleuziana de
la obra teatral de Mauricio Kartún
SOLANGE HEFFESSE
GERMAN E. DI IORIO
LUCAS DAMIÁN SCARFIA
Devenir latinoamericano con Deleuze: trazos culturales
de un pueblo menor
Pág. 184
El devenir-animal entre los qom
Pág. 78
Una ontología política de la precariedad entre Kusch y Deleuze
JULIÁN FERREYRA
GEORGINA BERTAZZO
MARÍA JIMENA SOLÉ
Pág. 67
Pág. 172
El peronismo y el pueblo por venir
JUAN ROCCHI
Anotaciones sobre la lengua de un pueblo en Fichte y Echeverría
JAVIER PASCUA
ALBERTO SANDOVAL
MARCO RAMPAZZO BAZZAN
Pág. 277
Deleuze y Spinoza sobre el poder y el Estado
GONZALO RICCI CERNADAS
Pág. 288
Pág. 122
5
CAMINOS CRUZADOS #3
SUMARIO
Cuerpo sin órganos y Estado orgánico: un cruce entre Oscar
del Barco, Ideas y Deleuze
RAFAEL E. MC NAMARA
Discusión 3 tras mesa integrada por
SCHOENLE, VICUM Y FERREYRA
Pág. 305
¿Por qué Walsh?
Literatura, escritura y revolución a partir del Kafka
de Deleuze y Guattari
IVÁN PAZ
Pág. 320
JABASE, RICCI CERNADAS Y MC NAMARA
Pág. 506
Discusión 6 tras mesa integrada por
Pág. 331
PAZ, ZUNINO, HEFFESSE Y COBASKY
Pág. 524
Discusión 7 tras mesa integrada por
PALERMO, SANDOVAL, BERTAZZO Y HAYMAL ARNES
Pág. 343
Filosofía con carácter.
Sobre la importancia de construir nuestras ideas
MARÍA PAZ LAMAS
Pág. 491
Discusión 5 tras mesa integrada por
Revolución, militancia y psicoanálisis: perspectivas
deleuzo-guattarianas y ecos en la filosofía argentina reciente
GONZALO SANTAYA
Discusión 4 tras mesa integrada por
GAUDIO Y RAMPAZZO BAZZAN
Marx en Deleuze y Laclau
RANDY HAYMAL ARNES
Pág. 475
Pág. 363
Pág. 546
Discusión 8 tras mesa integrada por
SANTAYA, DI IORIO, LAMAS Y SOICH
Pág. 562
Acerca de lxs autorxs
Pág. 580
¿Puede devenir el Estado?
MATÍAS SOICH
Pág. 380
Racionalismo, libertad y colonialismo
Pág. 393
Proyecciones de una ética diferente: lecturas argentinas
del spinozismo en la primera mitad del siglo XX
NATALIA SABATER
Pág. 395
Fichte frente al colonialismo y la colonialidad
MARIANO GAUDIO
Pág. 408
Caminos cruzados.
Spinoza frente a Burgh y Steno
LEILA JABASE
Pág. 428
Discusiones
Pág. 440
Discusión 1 tras mesa integrada por
PACHILLA, ROCCHI Y DREHER HEUSER
Pág. 442
Discusión 2 tras mesa integrada por
SOLÉ, SABATER, PASCUA Y SCARFIA
6
Pág. 452
7
GONZALO RICCI CERNADAS
Deleuze y Spinoza sobre
el poder y el Estado
Gonzalo Ricci Cernadas (uba - conicet)
Introducción
Ya en vida, Baruch Spinoza suscitó polémica. En su adolescencia, mientras se formaba intelectualmente, estudió sistemática y
exhaustivamente la Biblia (examinando la obra de famosos comentadores, siendo Maimónides el principal) y, al mismo tiempo, debido al surgimiento de preguntas respecto de su propia
fe, empezó a comparecer con una frecuencia cada vez menor
a los actos formales que realizaba su Sinagoga. Esto provocó
sin duda suspicacias y rumores varios como, por ejemplo, que
Spinoza sentía simpatía por ideas incompatibles con las promovidas por el judaísmo. La tolerancia de las autoridades religiosas
llegó a su fin cuando, el 27 de julio de 1656, es decir, apenas a
los 23 años de edad, tuvo lugar el herem o expulsión de Spinoza de la comunidad judía, por la cual, según consta en el texto
redactado en portugués, se les prohibía a los fieles el trato oral
a nuestro autor, como así también hacerle favores, comerciar y
estar cerca de él.
La publicación del Tratado teológico-político, escrito por Spinoza, aunque publicado anónimamente y con falso pie de imprenta, no hizo más que reforzar la percepción del filósofo holandés
como un personaje eminentemente polémico. Pruebas de ello no
faltan: condenado por el Sínodo de Dort, prohibido en diversos
286
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
territorios europeos y un repudio prácticamente unánime por parte de toda la intelectualidad del Viejo Continente.1
Aun fallecido, Spinoza no dejó de ser un disparador de numerosas y vehementes discusiones: emergen discusiones sobre si es un
escéptico, se invoca su nombre para acusar a una persona y desacreditar su argumento y a fines del siglo XVIII se desata en Alemania la
Polémica del panteísmo.2
Desde ese momento, los estudios sobre Spinoza no han cesado de
aparecer, pero podemos advertir que en 1968 se materializaron distintas producciones que marcaron un parteaguas en la investigación
sobre el pensamiento del holandés. Sin un ánimo tan provocador, sino
más bien curioso, Gilles Deleuze,3 Martial Gueroult,4 Alexandre Matheron5 y Bernard Rousset6 publicaron decisivas obras en la manera
de adentrarse en la filosofía de Spinoza y de extraer corolarios sobre
distintas temáticas.7
1
2
3
4
5
6
7
La recepción de esta obra spinoziana ha sido estudiada por Jonathan Israel en diversas
producciones, principalmente en La ilustración radical. La filosofía y la construcción de la
modernidad 1650-1750, trad. A. Tamarit, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2012
y en Enlightenment contested: philosophy, Modernity and the emancipation of man 16701752, Oxford, Oxford University Press, 2006.
Sobre este debate, cf. Solé, M. J., Spinoza en Alemania (1670-1789). Historia de la santificación de un filósofo maldito, Córdoba, Editorial Brujas, 2011 y “Estudio preliminar. La polémica del spinozismo. Antecedentes, desarrollo y consecuencias” en Mendelssohn, Moses
et al., El ocaso de la Ilustración. La polémica del spinozismo, Bernal, Universidad Nacional
de Quilmes, 2013.
Deleuze, G., Spinoza y el problema de la expresión, trad. H. Vogel, Barcelona, Muchnik Editores, 1999.
Gueroult, M., Spinoza. Dieu (Éthique, 1), Paris, Aubier-Montagne, 1968.
Matheron, A., Individu et communauté chez Spinoza, Paris, Les éditions de Minuit, 2011.
Rousset, B., La perspective finale de l’Éthique et le problème de la cohérence du spinozisme.
L’autonomie comme salut, Paris, J. Vrin, 1968.
Antes de 1968 podemos mencionar también distintas publicaciones realizadas por Louis
Althusser (“La única tradición materialista” en Youkali. Revista crítica de las artes y el pensamiento, N° 4, 2007, pp. 132-154; “El objeto de «El capital»” y “Prefacio: de «El capital» a
la filosofía de Marx” en Althusser, L. & Balibar, É., Para leer El capital, trad. M. Harnecker,
Ciudad de México, Siglo XXI, 2010 y “Sobre la dialéctica materialista (de la desigualdad de
los orígenes)” en Althusser, L., La revolución teórica de Marx, trad. M. Harnecker, Ciudad de
México, Siglo XXI, 2011), como así también el libro de Sylvain Zac, Spinoza et l’interprétation
de l’Écriture, Paris, Presses Universitaires de France, 1965.
287
CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
De esta miríada de pensadores que acabamos de mencionar, interesa detenernos en uno particular, no sólo porque por sí mismo se
consagró como uno de los grandes filósofos del siglo pasado, sino
porque también sus comentarios sobre la obra spinoziana han sido
capitales y han gozado de una difusión vastísima. Nos referimos a
Deleuze. Ese teórico le dedicó a Spinoza dos obras importantes: una
es la ya mentada Spinoza y el problema de la expresión y la otra es
Spinoza, filosofía práctica. Sería incorrecto, sin embargo, ceñirnos a
este par de producciones para dar cuenta de la figura del holandés en
la de Deleuze: Spinoza ha representado una referencia ineludible para
éste, ya que no sólo le ha dedicado numerosos cursos universitarios8
sino que el nombre de Spinoza aparece en otras publicaciones, tanto
en solitario como en coautoría con Felix Guattari, de un número tal
que sería un ejercicio inane dar cuenta de forma acabada de ellas.
forma en que el francés trabaja la distinción spinoziana entre potentia
y potestas, informa la propia concepción que Deleuze tiene sobre el
poder y el Estado.
1. El poder para Spinoza
Para poder decir algo sobre la manera en que Spinoza entiende el
poder, debemos, antes que nada, aclarar que dicho término se desdobla en dos en latín, que es la lengua que Spinoza utilizó para escribir
todas sus obras: el poder se traduce en latín tanto en potentia como
en potestas. El tratamiento más exhaustivo que Spinoza realizó sobre
esta temática se encuentra en la Ética, principalmente en su primera
parte. La primera vez que Spinoza alude al poder es en el escolio de la
proposición 17 de esta misma parte de la obra:
Otros piensan que Dios es causa libre, porque puede, según ellos
creen, hacer que las cosas, que hemos dicho que se derivan de
su naturaleza, esto es, que están en su potestad (potestate), no se
hagan o no sean producidas por él. Pero esto es lo mismo que si
dijeran que Dios puede hacer que de la naturaleza del triángulo no
se siga que sus tres ángulos son iguales a dos rectos, o que de
una causa dada no se siga un efecto, lo cual es absurdo.9
A la vez, resulta menester destacar la elección de Deleuze como
interlocutor de Spinoza ya que, entre los varios tópicos que aquél habría tratado en éste, hay uno que reviste especial importancia: el poder. Deleuze, en efecto, tematiza la cuestión del poder de una forma
precisa y particular a partir de las reflexiones que Spinoza llevó a cabo
en el siglo XVII.
Es por eso que el presente trabajo se estructurará en dos tiempos.
El primero de ellos se abocará a reconstituir el tratamiento que Spinoza hace del poder. El segundo atenderá a la reposición que Deleuze
hace de este tema a partir de la pluma del holandés y extraerá los corolarios políticos que la lectura de Deleuze lleva implícita. Finalmente,
a modo de conclusión, explicitaremos lo que juzgamos son una serie
de problemáticas que la recuperación de Deleuze de la temática del
poder pesquisada por Spinoza comportaría. A modo de confesión de
partes, y antes de proceder con el desarrollo, explicitamos nuestra
hipótesis: la manera en que Deleuze lee a Spinoza, en particular la
8
288
Uno de ellos, dictado en la Universidad de Vincennes durante 1980 y 1981, ha sido editado
en forma de libro (incluyendo también un anexo de una clase de 1978): Deleuze, G., En
medio de Spinoza, trad. Equipo Editorial Cactus, Buenos Aires, Cactus, 2019.
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
Spinoza busca aquí impugnar las concepciones vulgares de Dios
que entienden que actúa libremente. Retratar la potestas divina de
esta manera implica una concepción del poder por la cual Dios podría,
arbitrariamente, hacer que de una causa se siga algo distinto a su
esencia, o hacer real algo posible. Este tipo de concepción le asignaría así un voluntarismo a Dios totalmente incompatible con el hecho
de que éste es causa libre y, como tal, actúa solamente en virtud de
su propia naturaleza, no coaccionado por nadie, siguiéndose siempre
y necesariamente de su esencia infinitas cosas en infinitos modos.
Ahora bien, en la siguiente mención que Spinoza hace del poder en la proposición 34 y su demostración, deja de usar potestas
9
E I, 17, esc. Trad. cast.: 53.
289
CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
para, en su lugar, utilizar potentia: “[l]a potencia (potentia) de Dios es
su misma esencia. Demostración: En efecto, de la sola necesidad de
la esencia de Dios se sigue que Dios es causa de sí y de todas las
cosas. Luego la potencia de Dios, con la que él mismo y todas las
cosas existen y actúan, es su misma esencia”.10 Desde ya, debemos
entender que Spinoza, en proposiciones anteriores, ha rechazado teorías tales como la del entendimiento creador al mismo tiempo que ha
afirmado postulados como el que la potencia divina se reduce a la
esencia. Considerando estas cosas por igual es que se pueden entender todas las implicaciones que la proposición 34 encierra: que la
potencia de Dios no es otra cosa que su esencia, esto es, que Dios se
causa a sí mismo y, al mismo tiempo, a todas las cosas de una forma
tan necesaria como infinita.
En este sentido, según los casos que relevamos, podemos ver que
la distinción entre potestas y potentia se justificaría en Spinoza ya que
el primer término alude a una concepción deformada e inexacta del
poder divino, como si éste fuera trascendente, mientras que el segundo refiere a una noción correcta del poder de Dios, una necesaria,
infinita e inmanente.
¿O fue más bien esto una decisión metódica y exhaustivamente
sopesada, teniendo un significado perfectamente explicable?
Por eso resulta tan extraño a muchos comentadores, entre los
que Gueroult también se cuenta,11 que Spinoza, en la proposición 35 de la primera parte de la Ética vuelva a utilizar el término
de potestas, cuando en la proposición inmediatamente anterior
usó potentia. Veamos: “[t]odo lo que concebimos que está en la
potestad (potestate) de Dios, existe necesariamente”.12 Habiendo aclarado la acepción adecuada del poder como potentia, ¿por
qué entonces vuelve Spinoza a reintroducir la potestas? ¿Se debe
acaso esto a un error o a un descuido por parte de nuestro autor?
10
11
12
290
E I, 34, dem. Trad. cast.: 67.
En este punto arguye Diogo Pires Aurélio: “quizás se deba a Gueroult el haber abierto por
vez primera esta querella entre la potentia y la potestas” (Pires Aurélio, D. “O conceito de potestas na filosofia de Espinosa” en Ribeiro Ferreira, M. L., Aurelio, D. P. & Feron, O. (comps.),
Spinoza. Ser e agir, Lisboa, Centro de Filosofia da Universidade de Lisboa, 2011.
E I, 35. Trad. cast.: 67.
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
Si bien todas las personas, y más allá de la admiración que
le dispensemos a Spinoza, debemos reconocer que él también
fue un ser humano y, por tanto, sujeto a equivocaciones y accidentes inevitables y propios de toda criatura que no es infalible,
los comentadores coinciden por decantarse por la alternativa que
contiene la segunda pregunta, esto es, de considerar que la mención de la potestas por parte de Spinoza en la proposición 35 es
algo perfectamente racional y coherente con lo que venía afirmando y que, además, nos incoa a desentrañar el significado de
este extraño, pero no por ello absurdo, movimiento que Spinoza
despliega. Al respecto, el mencionado Gueroult entiende que la
reintroducción de la potestas, habiendo aparentemente ya sido
descartada por Spinoza como errónea, se explica en tanto que
funcionaría como un recurso exagerado que, en su falsedad explícita y ya señalada por el autor, muestra, por oposición, indirectamente, cómo debe ser concebido correctamente el poder: como
potentia, como poder necesario e inmanente.13
2. La lectura de Deleuze del poder en Spinoza
Hasta la proposición 34 de la primera parte de la Ética, la reposición
que hicimos de la cuestión del poder en Spinoza concuerda con la lectura del autor de Diferencia y repetición. Esta es, de hecho, la forma en
que Deleuze entiende la distinción analítica entre potestas y potentia:
“Uno de los puntos fundamentales de la Ética consiste en negar de
Dios todo poder (potestas) análogo al de un tirano o incluso al de un
príncipe ilustrado”.14 Eso explica precisamente la proposición 17: una
concepción de poder errada, la cual es elucidada correctamente en la
proposición 34.
13
14
Cf. Gueroult, M., Spinoza. Dieu (Éthique, 1) en op. cit., pp. 375-387.
SPP 134. Trad. cast.: 119.
291
CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
Con la proposición 35, ante el aparente viraje operado por Spinoza,
Deleuze sigue una línea de razonamiento similar a la de Gueroult. Así,
Deleuze añade que tanto el entendimiento divino como su voluntad
son, ambos, modos que se derivan de su propia esencia y que comprenden todo aquello que dimana de su esencia. “Por eso no tiene
poder (potestas), sino tan sólo una potencia (potentia) idéntica a su
esencia [siendo que] toda potencia es acto, activa y en acto”.15 Ahora
bien, centrémonos en lo siguiente: en el decir de Deleuze, a pesar de
la distinción analítica trazada por Spinoza entre las dos acepciones del
poder, en la proposición 35 de la primera parte de la Ética, en donde
se reintroduce el término potestas, éste recobra un empleo legítimo.
En este sentido, “a la potentia como esencia corresponde una potestas
como poder de afección, poder que satisfacen las afecciones o modos
que Dios produce necesariamente, no pudiendo Dios padecer, pero sí
ser causa activa de estas afecciones”.16 De esta manera, Deleuze detecta un uso de la potestas como concepción errada del poder que, en
la proposición 35 de la primera parte de la Ética, deviene legítima al
ser equiparable a la potentia, esto es, una potestas como capacidad de
afección que es concomitante a una potentia como esencia.
Si podemos extender estas reflexiones ontológicas sobre la sustancia
a la dimensión de los modos finitos, si este es un ejercicio legítimo, entonces la primera consecuencia que extraemos es que la lectura que
hace Deleuze si bien, en un sentido, reduce la potestas a la potentia,
esto es, que la potestas se equipararía sin más a la potentia, al mismo
tiempo también deplora el concepto de potestas.
Esa es la lectura que Deleuze tiene de la forma en que la potestas
y la potentia se relacionarían en la filosofía spinoziana.. Pero, como decíamos al comienzo de este trabajo, pretendemos aquí sostener que
la forma que Deleuze tiene de conceptualizar la potentia y la potestas,
volviendo a la potestas un concepto en parte errado y en parte acertado y, por lo tanto, en parte alejado y en parte cercano a la potentia,
permite dar con la clave para entender de qué manera Deleuze teoriza sobre la política y el Estado. Así, podríamos deducir, prima facie,
dos cosas independientemente de si se concuerde en que Deleuze
aplica la distinción potentia-potestas solamente a cuentas de Dios.17
15
16
17
292
Ibídem.
Ibídem.
Esto es lo que sostiene en un artículo Amanda Núñez García: “Debemos aclarar que Deleuze señala en sus obras sobre Spinoza que la diferencia entre potentia y potestas sólo se da
en Dios” (“Potencia, poder y lugar. Una reflexión acerca de la libertad y el espacio político
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
A la igualación entre potestas y potentia ya nos referimos. En cambio, con relación a la denostación de la potestas por parte de Deulze
podemos ver que, en la versión impresa de sus entrevistas audiovisuales que Claire Parnet le realizara entre 1988 y 1989, cuando Deleuze contesta sobre la alegría, que en francés corresponde a la letra J
(Joie), afirma que: “[n]o hay potencia mala […]. Quiero decir: ¿qué es
la maldad? Es impedir que alguien haga lo que puede. La maldad es
impedir que alguien haga, que efectúe su potencia, de tal suerte que
no hay potencia mala: hay poderes malos”.18 Así, se ve que cuando
Deleuze reduce la potestas a la potentia lo hace sólo a cuentas de
describir negativamente a la primera: si la potentia es buena, la potestas es lo diametralmente opuesto, es mala, cercena y limita la acción
de las personas.
Lo segundo que podemos obtener es un corolario a partir de
cómo esa conceptualización sobre la potestas y la potentia spinozianas podría traducirse en una dimensión netamente política,
es decir, ver de qué manera la concepción de Deleuze sobre la
potestas y la potentia podría declinar en un sentido que atañe a la
manera en que una comunidad se organiza estatalmente. Si queremos ahondar sobre la teorización que Deleuze tiene sobre lo
político, en particular en relación al Estado, es imprescindible no
obviar aquella obra que escribió junto a Felix Guattari, Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.19 Allí, estos autores tematizan la
18
19
en G. Deleuze y Spinoza” en Thémata. Revista de filosofía, N° 53, 2016, p. 184).
Deleuze, G. & Parmet, C., El abecedario de Gilles Deleuze, trad. R. Sánchez Cedillo, Santiago de Chile, Escafandra Editores, 1988, p. 92 (Cursivas nuestras).
Siempre que podamos intentaremos precisar a ambos autores, Deleuze y Guattari, por
igual. Aunque, no obstante, en lo que respecta al apartado final no podremos eludir cen293
CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
cuestión estatal a cuentas del binomio Estado-máquina de guerra. Es cierto que estos dos pensadores afirman allí que siempre
ha habido un Estado perfecto y completo, pero es preciso entender dicha afirmación de una manera en que no implique, como
hace Clastres, una teoría evolucionista del desarrollo del Estado
a partir de formaciones sociales “primitivas”. 20 De esta manera, la
única forma de evitar una teoría sobre el origen del Estado que
no sea evolucionista, tautológica y auto-legitimadora es plantear
que el Estado siempre ya ha existido, al menos como abstracto,
en la forma ideal de un Urstaat. Ahora bien, si el Estado es eterno en este particular y preciso sentido, lo mismo será propuesto
para su contraparte, la máquina de guerra. Entre ambos, Estado y
máquina de guerra, dicen Deleuze y Guattari, parecería haber una
relación de exterioridad. 21 O, mejor dicho: es la máquina de guerra
la que es exterior al Estado, su propia lógica es totalmente irreductible y su organización se encuentra dirigida de lleno contra el
Estado. El Estado, por su parte, se define por la captura estable y
sostenida que hace de los órganos de poder: “[p]ero el Estado no
se define por la existencia de jefes, se define por la perpetuación
o la conservación de órganos de poder”. 22
Frente al Estado monolítico y límpido, la máquina de guerra aparecería como polimorfa y difusa. La máquina de guerra, en este sentido,
aparece como una mente nómada que se opondría al sedentarismo
y civilización estatal: “el nómada no tiene puntos, trayectos ni tierra,
aunque evidentemente los tenga. Si el nómada puede ser denominado el Desterritorializado por excelencia es precisamente porque [...]
la desterritorialización constituye su relación con la tierra, por eso se
reterritorializa en la propia desterritorialización”.23
20
21
22
294
trarnos en Deleuze, tratando a este filósofo de forma genérica. Este es un procedimiento
que abreva de lo ya explicitado por Julián Ferreyra: “Por este motivo, me resulta imposible
distinguir a Deleuze «en solitario» de su trabajo con Guattari. Esto me fuerza a utilizar –
salvo en casos puntuales– el nombre de Deleuze como genérico, incluso cuando trabajó
junto a su amigo, cuya importancia y genialidad particular reconozco” (Ferreyra, J., “Estudio
preliminar” en Deleuze, Buenos Aires, Galerna, 2021, p. 15).
Julián Ferreyra enumera las definiciones de Deleuze y Guattari a cuentas del Estado de
la siguiente manera: “1) como polo de referencia que define las tres formas de socius que
el autor francés diferencia (territorial primitivo, despótico bárbaro y capitalista civilizado);
2) como rasgo característico de una de esas formas (socius despótico); 3) como interiorización de esta última (Urstaat)” (Ferreyra, J., “Deleuze y el Estado” en Deus Mortalis, N°
10, 2011-2012, p. 265). En el diccionario sobre Deleuze y Guattari, escrito por Eugene B.
Young con Gary Genosko y Janell Watson, el concepto de Estado no tiene una entrada
propia y es mencionado mayormente en la correspondiente a la de la máquina de guerra
(The Deleuze and Guattari dictionary, London, New Delhi, New York & Sydney, Bloomsbury,
2013).
Aquí y en lo que sigue que atañe a la obra de Deleuze y Guattari, sigo la lectura de Patrick
Crogan: “Theory of State. Deleuze, Guattari and Virilio on the State, technology and speed”
en Angelaki: journal of theoretical humanities, Vol. 4, N° 2, 1999, pp. 137-148.
MP 441. Trad. cast.: 364.
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
Esto que indicamos recién, como dijimos, tiene una importancia
capital en su declinación política, ya que mientras que la potestas es
asociada con el poder instituido o constituido, a la potentia se la vincula con el poder instituyente o constituyente. A este respecto, se han
entendido ambas acepciones del poder como “la diferencia entre la
multiplicidad del poder societal (potentia) y la unidad del poder político
institucionalizado (potestas)”.24
Ahora bien, creemos que esto tiene grandes e importantes implicaciones en lo que respecta a cómo Deleuze y Guattari entienden al
Estado: como una forma concernida a capturar un territorio, desterritorializándolo y territorializándolo al mismo tiempo como si su propiedad fuese: el Estado como máquina que delimita un campo de interioridad: el Estado como conservación o perpetuación de los órganos de
poder. El Estado, así, como aparato de captura regido por una lógica
vertical, esto es, controladora. Frente a semejante conceptualización
del Estado aparecería, fuera de éste, la máquina de guerra: la máquina
de guerra se yergue contra el Estado y escapa a su captura. La máquina de guerra inventa un espacio exterior y nómada que busca escapar
a la interioridad estatal.
23
24
MP 473. Trad. cast.: 386.
Přibáň, J., “Constitutional imaginaries and legitimation: on potential, potestas, and auctoritas in societal constitutionalism” en Journal of law and society, Vol. 45, 2018, p. 31.
295
CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
3. Algunas consideraciones sobre la interpretación
(anti-)estatalista deleuziana
en el segundo apartado, la forma en que, junto con Guattari, concibe
al Estado: como un aparato o institución que reduce el poder de las
personas y que coarta su potencia. Eminentemente vertical, jerárquico
y despótico, frente al Estado se asegura la existencia de otro tipo de
entidad ubicada en una lógica muy lejana: la máquina de guerra nómada, horizontal, difusa y polimorfa.
Según vimos, podemos extraer algunos puntos de interés que provienen de cómo Deleuze (y también Guattari, en otros textos escritos a
cuatro manos por ambos) entiende el poder en la obra de Spinoza y
cómo dicha concepción hace a la forma en que Deleuze contempla al
Estado. Repasemos entonces raudamente esos momentos.
Vimos, en el primer acápite, Spinoza entiende que el poder puede
ser aprehendido como potestas y como potentia. La primera sería una
concepción deformada del poder, como si Dios actuara de manera
voluntaria, arbitraria y trascendente, mientras que la segunda sería la
manera de conceptualizar el poder que da en el blanco, esto es, una
noción absolutamente necesaria e inmanente del poder.
Estas interpretaciones son respaldadas por distintos pensadores,
entre ellos Deleuze. Pero el quid de la cuestión se presenta a partir
de cómo Deleuze estructura la relación entre potestas y potentia: él
rechaza una definición primera, tentativa e imprecisa del poder como
potestas y sólo acepta la versión enmendada que aparece en la proposición 35 de la primera parte de la Ética, en donde la potestas sería
subsumida a la potentia.25 Esto, la forma que tiene Deleuze de interpretar las concepciones de poder en Spinoza, parece haberlo influenciado e informado su propia caracterización del Estado. Como vimos
25
296
Eso recuerda ciertamente a la empresa que animó a un deleuziano confeso y contemporáneo a nuestros tiempos: Antonio Negri. Ello por una variedad de fenómenos. Vayamos
de los menos importantes y anecdóticos a los de mayor contundencia. La primera coincidencia es que Negri escribió varias obras, entre las que se cuentan también las más difundidas y exitosas, junto a otra persona, Michael Hardt, lo cual nos hace resonar a la dupla
Deleuze-Guattari. Luego, vemos que en Imperio también Negri, junto con Hardt, rastrean
la historia del concepto de poder: allí emprenden la genealogía del término latino posse y
hacen notar que sus acepciones pre- y post-modernas son paralelas a aquellos términos
latinos que Spinoza usa para referir al poder: potentia y potestas. Tercera cercanía que
podemos enumerar: Negri también realiza una operación similar a la de Deleuze, aunque
quizás aún más decisiva y enérgica. En La anomalía salvaje. Ensayo sobre poder y potencia
en B. Spinoza, Negri no sólo explicita que la potestas se subordina a la potentia, sino que
ambas se hallan en una oposición maniquea. Último punto: Negri también, como diremos a
continuación en el presente trabajo a cuentas de Deleuze, tiene una postura que desconfía
(en mayor o menor medida) del Estado.
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
Ahora, ¿no podríamos acaso presentar una tematización de
la potestas y de la potentia que sea distinta a la realizada por
Deleuze? Ese tipo de lectura ha sido realizada por Cecilia Abdo
Ferez en el capítulo sobre Spinoza de Crimen y sí mismo. La conformación del individuo en la temprana modernidad occidental 26
como así también desarrolladas por nosotros en algunas publicaciones. 27 Así, es posible plantear que la potestas no tiene únicamente una valoración negativa. La potestas tendría una faceta
falsa, ciertamente, en tanto representa el poder divino en forma
deformada. Pero con esta faceta falsa también debe contemplarse otra positiva, ya que esa potestas comporta una capacidad de
extrañamiento para el hombre que hace reafirmar la diferencia
entre el modo finito humano y la sustancia infinita divina. Así,
sería posible rescatar a la potestas de su connotación negativa
para admitir su productividad en el campo de la filosofía y teoría
política. Porque ese rescate no sólo significa que no es inferior a
la potentia ni que tampoco se opondría a ésta, sino que también
habilita a pensar el rol que la potestas (el poder instituido o el
Estado y sus instituciones) tiene para la vida en comunidad que
no sea siempre negativo ni represor. Dicho con otras palabras: se
trata de poder aprehender a la potestas en su complejidad propia
y en la relación enrevesada que mantiene con la potentia (el poder
instituyente o la multitud).
26
27
Ferez, C. A., Crimen y sí mismo. La conformación del individuo en la temprana modernidad
occidental, Buenos Aires, Gorla, 2013, pp. 197-227.
Cf. Ricci Cernadas, G., “Spinoza y las instituciones. Un comentario a la lectura de Toni
Negri” en Revista Argentina de Ciencia Política, N° 21, 2018, pp. 107-210 y también Ricci
Cernadas, G., La multitud en Spinoza: de la física a la política, Buenos Aires, RAGIF Ediciones, 2022.
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CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
Así vistas las cosas, consideramos que Deleuze aparece como
pensador contra el Estado.28 Si bien no se advierte un ensalzamiento
entero hacia lo que, junto con Guattari, denomina como máquina de
guerra, sí creemos que existe una tematización no menos elogiosa de
ese concepto que, en toda ocasión, hace minar la potestad estatal.
un valor depreciado o deba dejar de tenerse en cuenta. Lo innovador
y lo sagaz de la filosofía deleuziana sigue comportando una intensidad
impar a la hora de seguir poniendo en cuestión lo dado por hecho o
aceptado sin reservas como tal.
Al mismo tiempo, podría ponderarse otra consecuencia: que, en
Deleuze (y en sus textos escritos junto con Guattari) es difícil dar con
una teoría que aprehenda una complejidad en la relación entre Estado
y máquina de guerra. Esa apuesta teórica se decantaría, en cambio,
por una concepción un tanto simplista, a saber, que existe una oposición entre Estado y máquina de guerra, sin analizar, al menos en un
sentido teórico o abstracto, la co-determinación, sobredeterminación,
o implicación recíproca que habría entre ambos términos del binomio.29
En suma, y a pesar de las objeciones recién vertidas en relación a
él, no podemos dejar de obviar los grandes aportes de Deleuze sobre
una miríada de tópicos filosóficos, entre los cuales también se incluye la meditación sobre lo político. Aun así encontremos disputable su
interpretación sobre el texto de Spinoza y sus propios postulados políticos, no por eso ha de considerarse que un pensamiento tal tenga
28
29
298
Aquí nos separamos del ya mencionado artículo de Ferreyra, en donde se menciona que
Deleuze podría no ser necesariamente reducido a la típica posición asignada de apologeta
de la fragmentación, pudiendo entrever en Deleuze, contra lo explícitamente declarado por
ese autor, un acercamiento a la conceptualización hegeliana del Estado a partir de las formas de socius deleuzianas. Cf. Ferreyra, J., “Deleuze y el Estado” en op. cit., pp. 265-286.
Somos conscientes de las lúcidas advertencias mencionadas por Ferreyra frente a distintos equívocos a los que las lecturas sobre Deleuze se han enfrentado: en realizar disquisiciones, a partir de la filosofía del autor francés, que decante en alternativas binarias
y excluyentes sin siquiera poner en cuestión la propia disyunción. Cf. Ferreyra, J., “Estudio
preliminar” en op. cit., p. 19. Con relación a ello, no obstante reconocer –como atinadamente señala Ferreyra (cf. ibídem)– que en ocasiones la letra de Deleuze puede inducir a este
tipo de errores, no sostenemos aquí que Deleuze opta por una máquina de guerra frente
al Estado, sino, más bien, que el filósofo no da cuenta de la complejidad del Estado a partir
de una hermenéutica particular de la potestas y de la potentia spinoziana. Aún más, lo que
pretendemos afirmar podría justificarse también por la forma en que ciertos pensadores
que se reconocen herederos de Deleuze han analizado también al par Estado-multitud,
abundando en el estudio del segundo, pero no centrándose tanto en el del primero (cf. Pál
Pelbart, P., Filosofía de la deserción. Nihilismo, locura y comunidad, trad. S. García Navarro
& B. Bracony, Buenos Aires, Tinta Limón, 2016).
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CAMINOS CRUZADOS #3
GONZALO RICCI CERNADAS
DEMOCRACIA Y REVOLUCIÓN
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Los caminos del filósofo, pintor y poeta cordobés Oscar del Barco y
el filósofo francés Gilles Deleuze se cruzan en varios puntos. Si bien
hay indudables divergencias entre ambos autores, estas se dan sobre el telón de fondo de orientaciones comunes: nietzscheanismo,
marxismo heterodoxo, filosofía trascendental, filosofía de la diferencia, por nombrar sólo algunas de las principales. Aquí nos detendremos especialmente sobre un concepto que ambos proponen para
pensar una suerte de ontología práctica. Se trata de la noción de
cuerpo sin órganos (en adelante CsO), que aparece en ambas filosofías ligado a una singular idea de revolución. Esta noción es cifra
de una experiencia que habría que llamar “trascendental” y que,
como tal, tiene modulaciones poéticas, clínicas, metafísicas, éticas
y políticas. Todas estas derivas gravitan alrededor de un nombre
propio que no necesita presentación: Antonin Artaud. El CsO es
el grito de guerra con el que el poeta concluye su obra tardía Para
terminar con el juicio de Dios:
Ahora, es preciso que nos decidamos a castrar al hombre [...]
Haciéndolo pasar una vez más, la última, por la mesa de autopsias
para rehacer su anatomía.
Digo, para rehacer su anatomía.
El hombre está enfermo porque está mal construido.
Hay que decidirse a desnudarlo para restregarle ese animálculo
que lo pica mortalmente,
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