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LA SENSIBILIDAD INTERCULTURAL
EN PAULO FREIRE1
Dra. Nubia Cecília Agudelo Cely2
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Grupo de Investigación HISULA
nubia.agudelo@uptc.edu.co
Dr. Norman Estupiñán Quiñones3
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
Grupo de Investigación HISULA
norman4219@hotmail.com
Recepción: 04/09/2009
Evaluación: 15/09/2009
Aceptación: 07/10/2009
Artículo de Reflexión
RESUMEN
El sentido y el significado de las relaciones con los otros se convirtieron en eje
articulador del pensamiento y de las prácticas educativas de Paulo Freire. Desde esta
perspectiva se desentrañan las conceptualizaciones y el valor asignado a la sensibilidad
intercultural, entendida como proyección y respuestas emocionales positivas frente a
los demás, fomento de la curiosidad profunda y del pensamiento crítico, al igual que el
respeto y la valoración de mundo, intereses y saberes de los otros; las ideas expuestas
se convierten en el objetivo primordial de esta artículo, para ello se revisaron obras
1
El artículo surge de la investigación inscrita institucionalmente en la Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Sentido y significaciones de la Interculturalidad en
las Universidades de RUDECOLOMBIA. A la vez el presente artículo fue presentado en el
Simposio de Educadores Latinoamericanos, en el marco del VII Congreso Internacional de la
Sociedad de Historia de la Universidad Latinoamericana, Sao Paulo (Brasil), agosto de 2009
en donde este gran pedagogo tiene un espacio.
2
Doctora en Ciencias de la Educación de RUDECOLOMBIA, profesora Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Coordinadora del grupo de investigación
Construyendo Comunidad Educativa e integrante del grupo HISULA.
3
Doctor en Ciencias de la Educación de RUDECOLOMBIA, Profesor Universidad
Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Coordinador del grupo de investigación Urdimbre
Cultural e integrante del grupo HISULA.
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fundamentales de Freire, tales como, pedagogía del oprimido, Pedagogía de la
esperanza y Pedagogía de la autonomía, sin menoscabo, naturalmente, de otros autores
y argumentos que sirvieron como apoyo a las anteriores producciones.
Palabras clave: Sensibilidad Intercultural, Curiosidad Profunda, Pensamiento
Crítico, Diálogo de Saberes, Pensamiento de Frontera, Preocupación por el Otro.
THE INTERCULTURAL SENSITIVITY IN
PAULO FREIRE
Dra. Nubia Cecília Agudelo Cely
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
HISULA Research Group
nubia.agudelo@uptc.edu.co
Dr. Norman Estupiñán Quiñones
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia
HISULA Research Group
norman4219@hotmail.com
ABSTRACT
Sense and meaning of relationship with others become a thought articulator axle
and Paulo Freire’s educational practices as well. From this perspective, the
conceptualizations and the cultural value assigned to the cultural sensibility stem from
them. Such a cultural sensitivity is understood as projection and positive emotional
answers as to others, deep curiosity promotion, critical thought, respect and world
appraisal, and others’ interests and knowledge. The ideas exposed become a primordial
objective of this presentation. For that, fundamental Freire’s work was revised, such as
Pedagogía del Oprimido, Pedagogía de la Esperanza, y Pedagogía de la autonomía, as
well as, of course, revision of other autors and arguments, which served as support for
the previous publications.
Key word: Intercultural Sensitivity, Deep Curiosity, Critical Thought, Dialogue
of Learnings, Frontier Thought, and Worry About Others.
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El sujeto que se abre al mundo y a los otros inaugura con su gesto
la relación dialógica en que se confirma como inquietud y curiosidad,
como inconclusión en permanente movimiento en la Historia.
Paulo Freire
Pedagogía de la Autonomía
INTRODUCCIÓN
El universo del pensamiento y de la práctica educativa de Paulo Freire a diario se
encuentra nuevas perspectivas y nuevas posibilidades. El interés primordial que nos
anima en esta ocasión, es la posibilidad de develar la sensibilidad intercultural en
obras de este autor, como son Pedagogía del oprimido, Pedagogía de la esperanza y
Pedagogía de la autonomía. El abordaje de temas como la curiosidad profunda, el
pensamiento crítico y de frontera, el diálogo de saberes y la preocupación por los
otros, son sometidos a análisis y ponderación, orientados a visibilizar la dimensión
intercultural que subyace en la obra de este gran pedagogo latinoamericano. Por lo
tanto, cada uno de los temas tendrá su tratamiento específico, y se señalará el valor y la
vigencia de los tópicos estudiados, que sirvan como elementos referenciales para seguir
profundizando en ellos por medio de la investigación y la reflexión permanente.
1. Fomento de la Curiosidad Profunda
Sin duda, la preocupación fundamental que le da sentido y significado a la vida y a
la obra de Paulo Freire está fundamentada y relacionada con la existencia del otro. El ser
humano en él, es eminentemente relacional, pero esa relacionalidad con el otro debe
estar signada por la búsqueda de la coexistencia humana y con una organización social
que la haga posible. En este sentido, el acto de enseñar y de aprender es un espacio
signado por el encuentro pedagógico que hace posible que los humanos puedan entrar en
un diálogo permanente para crecer en humanidad; porque, y es conveniente recalcarlo,
que sólo es posible dialogar cuando hay variedad de lógicas de sentido, cuando hay
diversas sensibilidades donde el vivir y el ser se hacen patentes en tramas existenciales
distintas, y cuando, los horizontes de perspectivas interpretativas toman dimensiones
divergentes y morfologías particulares en el marco de las experiencias humanas.
Esta propuesta es apoyada por David Bohm, cuando expresa: “El diálogo hace posible,
en suma, la presencia de una corriente de significado en el seno del grupo, a partir de la cual
puede emerger una nueva comprensión, algo creativo que no se hallaba, en modo alguno,
en el momento de partida. Y este significado compartido es el «aglutinante», el «cemento»
que sostiene los vínculos entre las personas y entre las sociedades.” 4
4
BOHM, David. (1997): Sobre el diálogo, Barcelona, Editorial Kairós, p. 30.
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En este aspecto consideramos de interés, igualmente, vincular algunas ideas
propuestas por León Vega: “Estos modos, que son de hecho capacidades constituyentes,
se entreverán en nuestros ángulos de visibilidad respecto al mundo, en nuestras
discursividades y sistemas de nominación, así como en nuestras estructuras de
sensibilidad, para delimitar las fronteras más básicas entre lo que somos o suponemos
que somos; con respecto a lo que son, o suponemos que son, aquellos otros seres que
visitan nuestra experiencia diaria con su radical singularidad”5 .
En la misma dirección, Freire, hace notar que:
El diálogo es una exigencia existencial. Y siendo el encuentro que solidariza
la reflexión y la acción de sus sujetos encauzados hacia el mundo que debe
ser transformado y humanizado, no puede reducirse a un mero acto de
depositar ideas de un sujeto en el otro, ni convertirse tampoco en un simple
cambio de ideas consumadas por sus permutantes.6
Entonces, el diálogo es intencional, es una acción encaminada al crecimiento, a la
búsqueda de ser más, para instalarnos en las cosmovisiones de lo propio y de lo ajeno.
Es además, una perspectiva humana que no puede prescindir de la condición del hombre,
que no sólo consulta a su referente lógico, sino a todo su potencial vital. Por eso, el
sujeto que dialoga está convencido que se ganarán en el proceso otras dimensiones y
otras cualidades que antes no se tenían.
Pero también es digno de anotar, como dice Geoffrey Lloyd: “pero no todos los
seres humanos parecen experimentar la urgente necesidad de aumentar o, al menos,
someter a prueba el caudal existente de conocimiento, sino que muchos se muestran,
más bien, satisfechos con el saber heredado, con lo que se les dice que deben creer.”7
En este sentido, el encuentro pedagógico y el diálogo concomitante que se
establezca en él, estará orientado al fomento de la curiosidad profunda como una de
las cualidades de la sensibilidad intercultural. Esta perspectiva reconoce y fomenta los
espacios compartidos de convivencia y de interrelaciones entre diferentes expresiones
culturales, ya que éstas no son estáticas, sino eminentemente dinámicas, y es precisamente
esa permeabilidad en su constante devenir, lo que hace que puedan intercambiar
cosmovisiones, costumbres, conocimientos y pareceres. En el sentido de Panikkar, “La
fluidez de la cultura es lo que permite la interculturalidad”. Y sigue diciendo el mismo
autor: “El diálogo intercultural se da en la conversación entre personas y no entre
individuos, en cuanto que no se trata sólo de un diálogo individual entre dos seres
5
LEÓN VEGA, Emma. (2005): Sentido ajeno. Competencias ontológicas y otredad,
Barcelona, Anthropos, p. 7.
6
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía del Oprimido, México, Siglo XXI Editores, p. 101.
7
LLOYD, Geoffrey. (2008): Las aspiraciones de la curiosidad. La comprensión del mundo
en la antigüedad: Grecia y China, España, Siglo XXI Editores. p. 1.
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humanos desarraigados de su substrato y de su historia, sino de una ósmosis entre dos
visiones de la realidad, más aún entre dos mundos, por así decirlo, por dos personas
humanas que llevan consigo todo el peso (la historia) de sus culturas.”8
Esta es también la mirada de Paulo Freire: “El diálogo es ese encuentro de los
hombres, mediatizado por el mundo, para pronunciarlo no agotándose, por lo tanto,
en una mera relación yo-tú”9 . Es en ese diálogo pedagógico en donde el fomento de la
curiosidad profunda tiene sentido y significación. Esa curiosidad que mantiene a los
individuos en estado de incertidumbre para desarrollar habilidades investigativas y
para crear, mantener y resolver conflictos conceptuales e interculturales; esa curiosidad,
abre, por lo tanto, un espacio de diálogo intercultural, en donde las valoraciones de los
demás son elementos primordiales para su fomento. En este sentido, Paulo Freire,
presenta una propuesta de alta significación:
El buen clima pedagógico-democrático es aquel en el que el educando va
aprendiendo, a costa de su propia práctica, que su curiosidad como su
libertad debe estar sujeta a límites, pero en ejercicio permanente. Límites
asumidos éticamente por él. Mi curiosidad no tiene derecho de invadir la
privacidad del otro y exponerla a los demás.10
Entonces, el enseñar y el aprender requieren del ejercicio de la curiosidad profunda.
De esta manera, el derecho a la curiosidad se hace palpable. Esta curiosidad, de la
misma manera, es un elemento indispensable para la indagación y para la producción
de conocimiento, porque ese acto se convierte en eje orientador de la búsqueda. Y es
que preguntar es concomitante con la condición humana y está directamente ligada con
la curiosidad, ligazón ésta que inquiere por el sentido de su ser social, ético, pedagógico
y de convivencia intercultural; en palabras de Freire:
El ejercicio de la curiosidad la hace más críticamente curiosa, más
metódicamente “perseguidora” de su objeto. Cuanto más se intensifica la
curiosidad espontánea, pero sobre todo, cuanto más se “rigoriza”, tanto
más epistemológica se va volviendo.11
En fin, el ejercitar constante de la curiosidad, aunado con el acicate permanente
del preguntar, van conduciendo a la configuración de una actividad pedagógica que
estimula la reflexión crítica y un pensamiento fecundo que vaya más allá de la asimilación
pasiva y de las “respuestas que esterilizan burocráticamente.”12
8
PANIKKAR, Raimon. (2006): Paz e Interculturalidad, una reflexión filosófica, España,
Herder Editorial. p. 27
9
FREIRE, Paulo. (1998). Op. Cit, p. 101.
10
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la autonomía, México, Siglo XXI Editores, p. 82.
11
Ibídem, p. 84.
12
Ibídem, p. 83.
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2. Promoviendo el Pensamiento Crítico
El preguntar y el ejercicio de la curiosidad, indefectiblemente conducirán a
promover y a fomentar el pensamiento crítico expreso en las obras de Paulo Freire,
pero estos aspectos que estamos analizando no se dan en él en forma lineal, sino que
hacen parte de una madeja de pensamiento, que para hacer más sistemático el proceso,
lo presentamos en estas condiciones. Así el concepto de pensamiento crítico está inscrito
dentro de una categoría mayor, como es la Pedagogía crítica. Ésta como corriente
pedagógica significativa, busca reflexionar y problematizar la educación para que sirva
como elemento fundamental del cambio y la transformación. En este sentido, la propuesta
de Paulo Freire, es de un valor y de una vigencia a todas luces:
El pensar acertadamente sabe, por ejemplo, que no es a partir de él, como
un dato dado, como se conforma la práctica docente crítica, sino que sabe
también que sin él ésta no se funda. La práctica docente crítica, implícita en
el pensar acertadamente, encierra el movimiento dinámico, dialéctico entre
el hacer y el pensar sobre el hacer. El saber que indiscutiblemente produce
la práctica docente espontánea o casi espontánea, “desarmada”, es un saber
ingenuo, un saber hecho de experiencia, al que le falta el rigor metódico
que caracteriza a la curiosidad epistemológica del sujeto. Éste no es el saber
que busca el rigor del pensar acertadamente. Por eso es fundamental que,
en la práctica de la formación docente, el aprendiz de educador asuma que
el indispensable pensar acertadamente no es una dádiva de los dioses ni se
encuentra en los manuales de los profesores que intelectuales iluminados
escriben desde el centro del poder, sino que, por lo contrario, el pensar
acertadamente que supera al ingenuo tiene que ser producido por el mismo
aprendiz en comunión con el profesor formador.13
En este sentido, el pensamiento crítico como un espacio que permite darle
significaciones a las experiencias vitales, no puede realizarse en el vacío, sino dentro
de una matriz de sentido, tiene, por lo tanto, un marco de significación que hace posible
examinar relaciones lógicas, identificar diferentes perspectivas y valorar procesos para
ponderar lo relevante de lo que no lo es. Pero esa estructura formal debe tener un
contenido, que en nuestro proceso de análisis está signado por las relaciones de los
encuentros pedagógicos en los espacios formativos de sujetos sociales. Es aquí en donde
la Pedagogía y el pensamiento crítico se evidencian. Es aquí en donde el pensamiento
de Paulo Freire es un aporte creativo que permite incentivar aprendizajes y redimensionar
las relaciones pedagógicas entre docentes y aprendices para reinterpretar la realidad y
proyectar nuevas perspectivas de cambio.
Pensadores actuales como Jacques Boisvert y Agustin Campos Arenas, también
comparten las apreciaciones de Paulo Freire. El primero afirma: “El pensamiento crítico
comprende las capacidades y actitudes que desempeñan el papel principal en el proyecto
13
Ibídem, pp. 39-40.
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de analizar y dominar las innumerables informaciones que caracterizan el contexto
social actual.”14 Mientras que el segundo apunta: “Si bien el desarrollo y cultivo del
pensamiento crítico se da en todo tipo de escenario, es la escuela el más propicio,
aunque se le acusa de no haber cumplido con esta finalidad al enfatizar la memorización
y la reproducción de información.”15
El proceso de cambio, es entonces, ese tránsito desde la conciencia ingenua hacia
la conciencia crítica, en este transcurrir, el sujeto en formación, que lo es, tanto el
profesor como el estudiante, necesitan de una metamorfosis formativa, es decir, se
tiene que construir como sujeto, en otras palabras, tiene que producir un entramado de
percepciones, saberes, pensamientos, memoria y sentimientos que le permitan afianzarse
en el mundo en el devenir relacional con los otros. En este sentido, el sujeto es concebido
como un producto de la interrelación entre sus “pertenencias experienciales” y la
matriz cultural en la cual vive, lo que le permite que construya, en ese proceso histórico
de interrelaciones, su subjetividad, como urdimbre de significados para ejercer su
autonomía.
Para Paulo Freire la formación de sujetos autónomos es un compromiso éticopolítico que se necesita asumir para cambiar estructuras de pensamiento en lo
epistemológico-didáctico-pedagógico, para producir conocimiento y pensar lo inédito
viable, ya que el conocimiento es producción de sentido y es capacidad de nombrar el
mundo para transformarlo.
Entonces, los espacios formativos rescatan al otro como sujetos sociales que tejen
sus tramas en intercambios culturales para tomar decisiones en la madeja participativa
alimentada por la plasticidad de la comunicación. En ese intercambio vivencial, se van
aprendiendo a potenciar las transformaciones, se va tomando conciencia de que los
conocimientos tienen diferentes, manifestaciones, ámbitos y que hay polifonía de
tonalidades que rompen con los parámetros rígidos de concebir al mundo y a la realidad.
El concepto de formación de sujetos sociales, por lo tanto, está ligado,
sustantivamente, con el concepto de apertura, ya que éste nos permite abrirnos a las
realidades históricas y al sujeto mismo, para desentrañar su capacidad de actuar con
voluntad y con emoción dentro de las realidades y circunstancias que ofrece el presente
potencial.
Esta apertura ante la realidad nos permite potenciar al sujeto para convertirlo en
actor de su propia transformación, en constructor de conocimiento y en la necesidad
ineludible de ser sujeto de su propia construcción, para que asuma la conciencia de
conocerse en el proceso mismo de conocer y transformar la realidad. Esto significa
querer sabernos conscientes y poder, de esta manera, reanudarnos con el mundo.
14
BOISVERT, Jacques. (2004): La formación del pensamiento crítico. Teoría y práctica,
México, Fondo de Cultura Económica, p. 25.
15
CAMPOS Arenas, Agustín. (2007): Pensamiento crítico. Técnicas para su desarrollo,
Bogotá, Cooperativa Editorial Magisterio, p. 13.
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La apertura también requiere de postura, de situarse desde un determinado ángulo
para construir conocimiento, de ubicar ese conocimiento que construye en perspectiva
social y en opciones de vida. Construir conocimiento, en este sentido, no es una pose
intelectual efímera, sino una necesidad de producción de sentido y de construcción de
horizontes posibles para avivar la llama de la conciencia como necesidad de mundo.
Las ideas aquí analizadas las podemos ver con claridad en Paulo Freire, cuando
manifiesta:
Una de las tareas más importantes de la práctica educativo-crítica es
propiciar las condiciones para que los educandos en sus relaciones entre sí
y de todos con el profesor o profesora pueden ensayar la experiencia profunda
de asumirse. Asumirse como ser social e histórico, como ser pensante,
comunicante, transformador, creador, realizador de sueños, capaz de sentir
rabia porque es capaz de amar. Asumirse como sujeto porque es capaz de
reconocerse como objeto. La asunción de nosotros mismos no significa la
exclusión de los otros. Es la “otredad” del “no yo” o del tú, la que me hace
asumir el radicalismo de mi yo.16
Paulo Freire, reclama, entonces, que el sujeto se convierta en eje vertebrador para
que pueda avanzar en la construcción de realidades para saberse colocar, tanto en la
historia-mundo, como en la autoconciencia de ser sujeto constructor de conocimiento,
de conciencia y de su propia vida. La realidad, construya como tal. El sujeto, en este
sentido, es un emergente portador de futuro, es un sujeto que se va haciendo a sí mismo,
y a la vez, descubriendo que con su proceso formativo va ganando espacios que le
permitan gestar mundos posibles, interrogando a la realidad con sus preguntas como
necesidad perentoria del espíritu humano.
En ese proceso de interrogar a la realidad, la problematiza, es decir, la convierte
en problema, en obstáculos, en límites que hay que empujar o derribar. Esta provocación
de problemas no puede darse en forma ingenua o espontánea, sino con sentido crítico y
con intencionalidad de conocer, y en ese proceso, potenciar la capacidad de escudriñar
lo no explorado y asumirse como portador de pensamientos con propósito de apropiarse
de la realidad objeto de sus indagaciones para explicarla o comprenderla.
Ahora bien, como colofón a este apartado, el gran interés de Paulo Freire, frente
al fomento del pensamiento crítico, era la búsqueda de un proceso formativo que tuviera
en cuenta la reflexión y la transformación de la práctica pedagógica para formar seres
humanos como sujetos, que sean capaces de crearse a sí mismos, tanto en el campo de
lo individual, como en lo colectivo. Ese ser humano-sujeto podrá resistir y afirmarse
en su libertad para crear y transformar su entorno, remarcando, necesariamente, su
autonomía, para querer ver, para buscar lo inédito, para romper límites y parámetros,
en fin, para asumirse como sujeto crítico, creador de historia y de su propia biografía
personal.
16
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la autonomía. Op. Cit, p. 42.
Rhela. Vol. 13. Año 2009, pp. 85 - 100
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3. Reconocimiento y Respeto de la Diversidad de Saberes
Hemos venido desarrollando la idea, apoyados en el espíritu que inspira la obra
de Paulo Freire, de que los sujetos constructores de conocimientos lo hacen desde
distintas motivaciones, experiencias, historias, herencias culturales y reflexivas; de la
misma manera, los sentidos y los significados que le imprimen a sus producciones
llevan el sello de sus interacciones dadas en tiempos, espacios y escenarios que los
condicionan. Si a lo anterior le sumamos los deseos, los intereses, las experiencias, los
sueños y las perspectivas de saberes que se hacen patentes en referentes económicos,
políticos y sociales, tendremos una intrincada madeja de construcción de identidad
individual y colectiva que hacen que sus producciones sean únicas y específicas.
Querer interpretar lo ajeno es de suma complejidad, porque se pretende dar cuenta
de las realidades del otro en sus diferencias y afinidades, expresadas en códigos,
símbolos, imaginarios, prácticas y experiencias diversas desde la perspectiva de quien
lo hace. Emma León Vega, muestra la complejidad en las ideas relacionadas: “…se
trataría de colocarnos ante nuestras circunstancias y formación para desafiar, con los
medios que tenemos la lectura que se ha hecho de nuestros encuentros con la Otredad.
Si uno de estos medios es la propia producción intelectual y reflexiva, los lenguajes
disciplinarios, los registros y las crónicas acumuladas en el vasto continente de la
experiencia social y cultural, entonces tendremos que tomarlos y seleccionar entre ellos
a aquellos que, con sus limitaciones, nos ofrecen un cúmulo de herramientas para
comenzar a desbaratar esa cerradura rígida y adherente de nuestros esquemas de
sensibilidad, percepción e interpretación.”17
Pero nuestra “cerradura rígida y adherente de nuestros esquemas de sensibilidad,
percepción e interpretación”, tanto en sus orígenes y desarrollos, no es un elemento
que se forma fuera del contexto relacional de los individuos entre sí, está enraizado en
la matriz experiencial de los individuos portadores de las mismas, y por lo tanto, ella
no puede ser interpretada por fuera de sus condicionamientos históricos y su intrincadas
relaciones vitales. En este sentido, el reconocimiento y el respeto a la diversidad de
saberes se convierten en uno de los ejes fundamentales de la propuesta de Paulo Freire,
así lo expresa con toda claridad:
Por eso mismo pensar acertadamente impone al profesor o, en términos
más amplios, a la escuela, el deber de respetar no sólo los saberes con que
llegan los educandos, sobre todo los de las clases populares –saberes
socialmente construidos en la práctica comunitaria-, sino también, como lo
vengo sugiriendo hace más de treinta años, discutir con los alumnos la razón
de ser de esos saberes en relación con la enseñanza de los contenidos.18
Y es verdad, ya desde la publicación en español de Pedagogía del oprimido en
17
18
LEÓN, Emma. (2005): Op. Cit, p. 92.
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la autonomía. Op. Cit, p. 31.
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La sensibilidad intercultural en Paulo Freire
1970, Paulo Freire introduce una categoría sumamente sugestiva, la cual la apellida
“bancaria” para referirse a las concepciones y prácticas opresoras que se dan tanto en
la escuela como en el contexto general de lo político y social; de manera explícita así lo
indica:
En la visión “bancaria” de la educación, el “saber”, el conocimiento, es
una donación de aquellos que se juzgan sabios a los que juzgan ignorantes.
Donación que se basa en una de las manifestaciones instrumentales de la
ideología de la opresión: la absolutización de la ignorancia, que constituye
lo que llamamos alienación de la ignorancia, según la cual ésta se encuentra
siempre en el otro.19
Esta perspectiva homogeneizadora busca por todos los medios opacar, debilitar o
negar la autonomía de los individuos, en pos de dominarlos, invisibilizarlos o explotarlos;
ejerciendo, de esta manera, colonialismo material, mental y simbólico, poniéndole
cerrojos a la Otredad, cosificando las relaciones y haciendo que los espacios de
encuentros pedagógicos se petrifiquen y se conviertan en depósitos para ser llenados
dócilmente.
La denuncia que hace Paulo Freire, es sumamente diciente:
El educador que alienta la ignorancia, se mantiene en posiciones fijas,
invariables. Será siempre el que sabe, en tanto que los educandos serán
siempre los que no saben. La rigidez de esas posiciones niega a la educación
y al conocimiento como procesos de búsquedas.20
Esta actitud niega al otro como sujeto, lo cosifica, lo vuelve un extraño ante sí
mismo y frente a los demás, la coexistencia humana se distorsiona y pierde su valía y su
significación, en la medida en que está determinada en forma heterónoma y avasalladora.
En el caso concreto del enseñar y del aprender, esta actitud es invasora y mata lo más
significativo de las vivencias humanas: el deseo. Éste, que como acicate, como
combustible detonador, nos impulsa a la acción y a las grandes realizaciones. Sin deseo
no hay aprendizaje verdadero. Pero en la relación pedagógica signada como “bancaria”,
“el educador es el sujeto del proceso; los educandos, meros objetos”. “Si el educador
es quien sabe, y si los educandos son los ignorantes, le cabe, entonces, al primero, dar,
entregar, llevar, trasmitir su saber a los segundos. Saber que deja de ser un saber de
“experiencias realizadas” para ser el saber de experiencias narradas o trasmitidas.”21
Frente a esta perspectiva avasalladora, Paulo Freire, propone la “dialogicidad”
como elemento sustantivo y necesario de una educación problematizadora, como
práctica de la libertad, indicando:
19
20
21
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía del Oprimido. Op. Cit, p. 73.
Ibídem, p. 74.
Ibídem, p. 74.
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De este modo el educador ya no es sólo el que educa sino aquel que, en
tanto educa es educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser
educado, también educa. Así, ambos se transforman en sujeto del proceso
en que crecen juntos y en el cual “los argumentos de la autoridad” ya no
rigen. Proceso en el que ser funcionalmente autoridad, requiere el estar siendo
con las libertades y no contra ellas.22
Entonces, como reconocimiento indispensable para los sujetos que participan en el
proceso educativo, se hace necesaria la fundamentación del diálogo de saberes como
dispositivo hermenéutico que permita la reflexividad y la configuración de relaciones
pedagógicas con significación y sentido. Esta situación dialógica está encaminada a ganar
poder para la libertad en el proceso de la construcción de subjetividades, en donde los
sujetos sociales y pedagógicos vayan tejiendo la madeja de la urdimbre de posibilidades
en los espacios escolares y culturales en pos de la fabricación de simbologías compartidas,
espacios normativos y marcos interpretativos que conlleven a fomentar la participación y
a establecer lazos democráticos y al ojo más, en el sentido de Amartya Sen y Bernardo
Kliksberg: “esto también debería conducirnos hacia el reconocimiento de la capacidad
de los seres humanos para pensar juzgar por sí mismos –una capacidad que ahora valoramos
y una libertad que quisiéramos preservar para el futuro”23
Construir identidad colectiva, entonces, conlleva rupturas, alteraciones,
reordenamientos, compartir ideologías, representaciones sociales, objetivos, valores y
sentimientos. En este proceso los sujetos se asumen y se potencian en el entramado de las
relaciones. Pero este acontecimiento no se puede dar sin el otro, puesto que la construcción
social de los sujetos no es un proceso aislado, antes por el contrario, está inscrito en lo
más profundo de las relaciones históricas y sociales de una matriz cultural determinada.
De esta manera, el diálogo de saberes está reclamando la valoración del otro, la
ponderación de la intersubjetividad, la cual es la fuente del quehacer pedagógico. Los
sujetos al relacionarse permiten los encuentros interculturales, tejiendo la trama de sus
realizaciones en escenarios institucionales. Este es un encuentro de seres humanos, de
seres creativos, de seres diversos que pueden transformar situaciones, escenarios y
saberes. Al decir de Paulo Freire:
No puedo comprender a los hombres y las mujeres más que simplemente
viviendo, histórica y socialmente existiendo, como seres que hacen su camino
y que, al hacerlo, se exponen y se entregan a ese camino que están haciendo
y que a la vez los rehace a ellos mismos.24
Retomando el concepto de diálogo de saber en Paulo Freire el cual hemos venido
presentando, podemos cerrar este aparte diciendo: Las ideas anteriores están reclamando
22
Ibídem, p. 86.
SEN, Amartya y KLIKSBERG, Bernardo. (2007): Primero la gente una mirada desde la
ética del desarrollo a los principales problemas del mundo globalizado, España, Ediciones
Deusto, p. 58.
24
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la esperanza, México, Siglo XXI Editores, p. 93.
23
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La sensibilidad intercultural en Paulo Freire
actores sociales que se conviertan en sujetos históricos, y protagonistas de sus propios
proyectos sociales, pedagógicos y culturales, acordes con sus intereses y necesidades.
Sujetos que hagan posible procesos colectivos, en donde se puedan potenciar las
subjetividades para la consolidación de espacios solidarios, solidaridad que promueva
cambios de valores, que impulsen la conciencia crítica, el dinamismo participativo y
que estimule el disfrute de lo estético y que haga posible la expresión de la dignidad
humana en todos sus matices y en todas sus dimensiones. Creemos que esto es posible
si en los espacios y encuentros pedagógicos y sociales, se aprovechan las diferentes
energías culturales de todos los participantes, evitando el desperdicio de las mismas, y
se potencian las diferentes vibraciones que las acciones humanas producen cuando se
anudan en redes sociales.
4. Preocupación por los Otros
Toda la sensibilidad intercultural de Paulo Freire estuvo orientada a la preocupación
por los otros. Ese Otro, que con mucha maestría caracteriza Emma León Vega, y que
con toda propiedad lo podemos traducir a la vida y a la obra de Paulo Freire: En su
límite, todos somos el Otro, pues éste es nuestro espejo constitutivo en relación con el
cual nos definimos. Cruzar la frontera significa que mi morada se nutre y sostiene de
los diálogos y disputas con el Otro. Ella es el espacio donde se accede al reconocimiento
propio a través del conocimiento ajeno, pero la subjetividad de quien vive en los bordes
también es una subjetividad herida, quebrada: es la subjetividad de la no-pertenencia
cabal y también la alteridad que permite develar lo oculto y lanzar una mirada lúcida
sobre la opacidad de lo establecido. Simultáneamente, es conciencia de los efectos de
cruzar los bordes. Vivir en la frontera es pérdida provisional y carencia de certezas,
pero así mismo distancia y contrapunto a todo universo acabado o perfecto. La frontera
nos encierra en la seguridad de un territorio familiar, pero también puede convertirse
en prisión, al ser defendida más allá de toda razón y necesidad. “Quien vive en los
bordes, se niega así, implícitamente, a pertenecer.”25
Paulo Freire, en su vida y en su obra, siempre fue un trasgresor de fronteras para
nutrirse a través del diálogo y disputas con el Otro. Testimonios múltiples así lo
confirman. Por ejemplo, Ana María Araujo Freire, esposa de Paulo, afirma:
Freire se forja, por la praxis vivida, como pedagogo del oprimido incluso sin
haber escrito la Pedagogía del oprimido porque partía del saber popular, del
lenguaje popular, de la necesidad popular, respetando lo concreto de ellos, lo
cotidiano de las limitaciones de ellos. Además de eso, no se quedaba en el punto
de partida, sino que presentaba una propuesta de superación de este mundo de
sumisión, de silencio y de miserias, señalando un mundo de posibilidades.26
25
LEÓN VEGA, Emma. (2009): Los rostros del otro. Reconocimiento, invención y
borramiento de la alteridad. Barcelona, Anthropos, p. 10.
26
ARAUJO FREIRE, Ana María. (2001): La voz de la esposa: La trayectoria de Paulo
Freire. en Paulo Freire una biobibliografía. GARDOTTI, Moacir y TORRES Carlos Alberto,
México, Siglo XXI Editores, p. 20.
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De la misma manera, Ettore Gelpi, amigo y estudioso de Freire, asevera que: “De
nuevo el encuentro con un hombre que escucha, interesado, amante de la vida y siempre
dispuesto, no obstante, sin concesión fácil al discurso.”27
Por lo demás, Moacir Gadotti, estudioso ferviente y sistemático del pensamiento,
vida y obra de Freire, nos recuerda:
El pensamiento de Paulo Freire –su teoría del conocimiento –debe entenderse
en el contexto en que surgió –el Nordeste brasileño, donde, al comienzo de
la década de 1960, la mitad de sus de sus 30 millones de habitantes vivía en
la “cultura del silencio”, como él decía, o sea, eran analfabetos. Era
necesario “darle la palabra” para que “transitasen” hacia la participación
en la construcción de un Brasil que fuese dueño de su propio destino y que
superase el colonialismo.28
Ahora bien, si a los anteriores testimonios les agregamos las propias aseveraciones
de Paulo Freire, tendremos un panorama más completo frente a la intencionalidad
manifiesta del autor de su preocupación por los otros. Por ejemplo, en Pedagogía del
oprimido, así lo expresa:
Las afirmaciones sostenidas a lo largo de este ensayo, desposeídas de todo
carácter dogmático, no son frutos de meros devaneos intelectuales ni el solo
resultado de lecturas, por interesantes que estas fueran. Nuestras
afirmaciones se sustentan siempre sobre situaciones concretas. Expresan
las reacciones de problemas urbanos, campesinos y hombres de clase media
a los que hemos venido observando, directa o indirectamente, a lo largo de
nuestro trabajo educativo. Nuestra intención es la de continuar con dichas
observaciones a fin de realizar o rectificar, en estudios posteriores, puntos
analizados en este ensayo.29
De la misma manera, en Pedagogía de la esperanza, Paulo Freire remarca su
preocupación por los otros, de la siguiente forma:
Trabajaba entonces en el SESI y, preocupado por las relaciones entre escuela
y familia, venía experimentando caminos que mejor posibilitasen su
encuentro, la comprensión de la práctica educativa realizada en las escuelas,
por parte de las familias, la comprensión de las dificultades que tendrían las
familias de las áreas populares, enfrentando problemas, para realizar su
27
GELPI, Ettore. (2001): Un hombre dotado de una gran humanidad. en Paulo Freire una
biobibliografía GARDOTTI, Moacir y TORRES Carlos Alberto, México, Siglo XXI Editores,
p. 221.
28
GADOTTI, Moacir. (2001): La voz del biógrafo brasileño La practica a la altura del sueño,
en Paulo Freire una biobibliografía GADOTTI, Moacir y TORRES Carlos Alberto, Siglo
XXI Editores. México, p. 51.
29
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogia del Oprimido, Op. Cit, p. 22.
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actividad educativa. En el fondo lo que buscaba era un diálogo entre ellas
del que pudieran resultar la necesaria ayuda mutua que por otro lado, al
implicar una intensidad mayor de la presencia de las familias en las escuelas,
pudiera ir aumentando la connotación política de esa preocupación en el
sentido de abrir más canales de participación democrática a padres y madres
de la propia política educacional vivida en las escuelas.30
Ahora añadiremos otra intencionalidad manifestada por Paulo Freire. Nos estamos
refiriendo a la Pedagogía de la autonomía, en la cual con toda claridad expresa la
preocupación por el otro, cuando dice:
La cuestión de la formación docente junto a la reflexión sobre la práctica
educativa progresista en favor de la autonomía del ser de los educandos es
la temática central en torno a la cual gira este texto. Temática a la que se
incorpora el análisis de los saberes fundamentales para dicha práctica y a
los cuales espero que el lector crítico añada algunos que se me hayan
escapado o cuya importancia no haya percibido.31
Podemos cerrar este aparte con las palabras de Tzvetan Todorov: “Cuando
renunciamos a privilegiar siempre nuestro punto de vista en las relaciones sociales, nos
acercamos a los otros.”32
5. Pensamiento de Frontera
Definitivamente, Paulo Freire es un hombre límite, un hombre frontera, un hombre
que habita los bordes. Todos los testimonios anteriores así lo confirman, tanto desde
las perspectivas de los familiares y amigos, como desde las aseveraciones que él mismo
produce. Así, la esperanza es la frontera entre la rabia y el amor. La rabia de sentir y de
pensar a los oprimidos, pero el amor por su liberación. Es límite entre la realidad y la
utopía, sin ésta no hay perspectiva de búsqueda, pero sin aquella la praxis es vacía y sin
asidero. Frente a estas ideas, León Vega aporta:
Este hombre-límite, es un ser “cambiante y volátil, se goza en la falta de
arraigo, en la flexibilidad y movilidad. Altivo y orgulloso, este hombre se
sabe capaz de cualquier sacrificio; sabe que su tenacidad es capaz de vencer
cualquier obstáculo que la naturaleza le ponga. Más aún: no resiste la
tentación de doblarle la mano para obligarlo a revelar sus secretos aunque,
removidas las huellas por otras huellas, parecieran ocultarse. 33
30
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la esperanza, Op. Cit, p. 18.
FREIRE, Paulo. (1998): Pedagogía de la autonomía, Op. Cit, p. 15.
32
TODOROV, Tzvetan. (2008): El miedo a los bárbaros, Galaxia Gutenberg, Círculo de
lectores. p. 41.
33
LEÓN, Emma. (2005): Op. Cit, p. 20.
31
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De la misma manera, las ideas expuestas las podemos apreciar en el juego muy
serio a que “Moacir Gadotti”34 sometió a Paulo Freire para auscultar sobre sus virtudes,
defectos y preferencias. Así, pues, las cualidades que más aprecia en las personas, son:
coherencia, decisión, ternura. Su rasgo característico, tolerancia. Su ideal de felicidad,
lucha. Su idea de desgracia, opresión. Su antipatía, intelectual arrogante. Su ocupación
predilecta, enseñar-aprender.
Ese hombre-frontera, coherente, decidido, tierno, tolerante, luchador y enemigo
acérrimo de la opresión y de la arrogancia, se movió en el proceso de enseñar y aprender
para hacer que los seres humanos recorrieran el camino de la libertad. Pero no de una
libertad en abstracto, sino de la necesidad perentoria de conocer para transformar.
Impulsar el deseo de saber, para tomar conciencia de la opresión.
Recogiendo lo antes expresado y como posibilidad de concluir este aparte,
defendemos la tesis de que Paulo Freire se movió entre esos límites asimétricos de la
realidad y la utopía, entre la dispersión y la búsqueda de coherencia, entre lo nómada y
lo estático, entre la dispersión y la mezcla, una forma de doble plano: entre las vivencias
cotidianas de la opresión y los sueños posibles de transformación. La preocupación por
el Otro está llena de ausencias, de silencios, de voces apagadas, de realizaciones
maltrechas, pero la utopía de su transformación también es otro extranjero, que no ha
sido reconocido y debe ser interpelado constantemente para que no se apague la llama
que lo vivifica. Como expresa Homi Bhabha “Es en este sentido que el límite se vuelve
el sitio desde el cual algo comienza a presentarse en un movimiento no distinto a la
articulación ambulante y ambivalente del más allá que he trazado.”35
CONCLUSIÓN
La sensibilidad intercultural de Paulo Freire es un campo que se abre a la
investigación y al debate de la comunidad académica. El pensamiento de este educador
transitó por los entreveros del entendimiento del otro como posibilidad de ser y llenarse
de humanidad. En este sentido, la galaxia cultural de lo humano lo inundó de sentido y
de significación: su curiosidad, su pensamiento crítico, el diálogo de saberes y la
preocupación por el otro, fueron un constante desafío en su obra y en su vida. El
diálogo como eje central de los encuentros humanos, tiene la virtud del rescate de la
palabra, pero debe ser alimentado por el silencio. Éste, no como ausencia de palabra,
sino como espacio en donde aquella cobra su expresividad. Además, proponemos al
autor en mención, ir más allá del diálogo dialéctico, para inscribirse en el “diálogo
dialogal”, el cual no pretende convencer al otro, ni vencerlo dialécticamente, sino,
crear un espacio de confianza en donde la verdad sea posible.
34
ARAUJO FREIRE, Ana María. (2001): Op. Cit, p. 46.
BHABHA, Homi K. (2002): El lugar de la cultura, Argentina, Ediciones Manantial SRL,
Buenos Aires, p. 21.
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