Congreso de AE-IC Comunicación "Comunicación y riesgo"
Call for Papers
RIESGOS COMUNICATIVOS DE LA VISIBILIDAD
Lucía Benítez Eyzaguirre
Universidad de Cádiz
La eficacia comunicativa de la imagen se apoya en su capacidad condensadora y de síntesis,
así como en su enorme efecto de realidad. Con esta fuerza, la gestión de la imagen se ha
centrado en la visibilidad como una forma de mediación e influencia en la opinión pública; un
modo comunicativo que aparenta transparencia y que oculta efectos adversos y daños
colaterales, escasamente estudiados pero de gran impacto en el sistema de información en el
que se construye la ciudadanía.
A partir de un planteamiento sistémico, los mensajes visuales ofrecidos por los medios
de comunicación de masas guardan relación con su efecto en las audiencias, dentro de un
marco de reapropiación y negociación de significados, en un círculo de realimentación en el que
las interacciones sociales revalidan esos contenidos. A partir de un trabajo de campo
desarrollado en Marruecos sobre la recepción transnacional de la televisión como estímulo de las
migraciones entre los años 2008 y 2010, los indicios de la construcción del imaginario social
sobre la ciudadanía y los derechos en Occidente marcan en el sistema de información y en la
opinión pública graves efectos que se muestran como patologías: desinformación, redundancia
confirmadora, censura.
El análisis de la información aportada por los 204 informantes de este estudio de campo
refleja que el proceso de recepción tiene un alto componente emocional en la aceptación e
interiorización de los mensajes que se perciben dentro del concepto acuñado por Appadurai
como ‘paisajes mediáticos’, tendiendo puentes hacia los destinos migratorios con argumentos
más próximos a la ciudadanía, la calidad de vida y las libertades que al incentivo laboral.
Muchas de esas tendencias se revalidan con posterioridad en los argumentos de las
revueltas del Magreb de los últimos meses que coinciden, en la mayor parte de los casos, con
los imaginarios, motivaciones y expectativas que expresan los informantes como testimonios de
su proyecto de movilidad.
PALABRAS CLAVE: visibilidad, ‘paisajes mediáticos’, riesgos, ciudadanía
RIESGOS COMUNICATIVOS DE LA VISIBILIDAD
1.- La visibilidad como mecanismo de consenso social
La visibilidad es el espacio de lo social, en un mundo de creciente influencia de los
medios de comunicación y de la realidad mediada por imágenes que condensan significados:
“En una imagen, determinadas partes son visibles y otras no, se instala un ritmo de la
emergencia y el secreto, una línea de flotación de lo imaginario” (Baudrillard, 1988, p. 28).
La gestión de la visibilidad es una escenificación en la que la aparición de hechos
visibles se convierte en un ritual de la transparencia, aflora según intereses y con objetivos
concretos que tratan de lograr una modificación de las conductas individuales y colectivas, a
través de las cuales se logra y afianza el poder. Así, la visibilidad es uno de los instrumentos más
paradójicos de la democracia porque mientras que ha jugado a favor de numerosas causas
hasta lograr su incorporación al imaginario social, a la vez es el ámbito donde, al margen del
debate ciudadano, se resuelven numerosas cuestiones políticas como una “forma perversa de
democracia directa, que hace desaparecer la distancia respecto a la urgencia, a la presión de las
pasiones colectivas, no necesariamente democráticas, que normalmente está garantizada por la
lógica relativamente autónoma del campo político” (Bourdieu, 1997, p. 96).
Las tensiones entre las esferas de poder explican los mecanismos ocultos y anónimos
que actúan como censura social y apoyan el mantenimiento del orden simbólico. Con la
televisión, la autoridad es la propia imagen. “Lo esencial es que el ojo cree en lo que ve” (Sartori,
1988, p. 72). Haber visto algo en la televisión produce una sensación de conocer, de haber
estado allí; un efecto de realidad que hace creer en lo que se muestra. A la sensación de
realidad se añade el propio poder de la imagen, tan potente como efímero en el que se apoya el
espectáculo, como lo contrario del diálogo (Debord, 2003, p. 43). El código se ha ido cargando
progresivamente de redundancia, trivialidad y simulación con apariencia de realidad y, al mismo
tiempo, espectacular. La manera en que los medios han impuesto este código como algo
legítimo llevó a Bourdieu a la propuesta del concepto de “violencia simbólica”, según el cual el
contenido de las imágenes se hace tan válido que permite que los espectadores se identifiquen
con lo visto.
La televisión ha contribuido a crear una forma de realidad cotidiana, próxima, que
engrandece los acontecimientos, construye mitos y contribuye a difundirlos: los reproduce, los
muestra, los comunica y persuade. A través de ella se fija el discurso de la representación, como
una construcción visual de lo social a modo de espacio público, de lugar de acceso a la
información y a los medios.
Alrededor de la televisión se construye una red de discursos, con efecto multiplicador a
través de las audiencias, los profesionales, los círculos políticos, los intereses no declarados. La
televisión se rinde a estas presiones que, desde cada terreno, van restando autonomía al propio
medio de comunicación y, progresivamente, lo despojan de su esencia informativa en cada una
de las cuotas que cede.
2.- Las brechas y los riesgos de los paisajes mediáticos
Analizamos el concepto de ‘paisaje mediático’ como una aportación esencial para la
comprensión de la ubicuidad y la asincronía desde la que se viven los procesos de
decodificación, reapropiación y resistencia en la recepción, así como de la ampliación del
catálogo de mundos posibles y estilos de vida que se vuelven cotidianos para el imaginario de
las sociedades emisoras.
Prestamos atención a las mediaciones e interacciones relacionadas con los ‘paisajes
mediáticos’, un concepto que acuña Appadurai (2001, pp. 48-49) como las posibilidades de
producción de imágenes electrónicas y su difusión, que construyen mundos imaginarios —o ‘vida
posible’—, incrementan la diferencia entre el centro y la periferia, y amplían las expectativas de
vida con una proximidad imaginaria e ininterrumpida, gracias a los medios de comunicación. Ese
paisaje estimula el imaginario, fomenta el desarrollo económico, pero también canaliza
contradicciones: de una parte, como dispositivos de control de ciudadanos por parte de los
intereses de los mercados y, de otra, en forma de resistencias y emancipaciones, de oposición
alternativa. Los impactos locales de estos fenómenos, especialmente en las zonas más
olvidadas del planeta, alcanzan un enorme interés para conocer sus efectos, los cambios y las
dinámicas que suscitan y, en especial, su relación con el imaginario migrante de Marruecos.
Appadurai (1999) integra todos estos vectores en el marco de la globalización como una
fuerza que impulsa la migración y que, en su planteamiento, supera con mucho la simpleza del
‘efecto llamada’ —cuya eficacia se invoca de forma insistente, a pesar de la ausencia de
estudios empíricos—, al entender el origen de los flujos migratorios como resultado directo de los
medios de comunicación, unas veces como canal y otras como mensaje sobre la opulencia.
La dinámica de la globalización desdibuja la espacialidad física y la transforma en un
constructo social enraizado en lo imaginario. En ese escenario se produce el roce de las
imágenes, como lo entiende Wolton (2000, p. 135), como una evidencia de las desigualdades
planetarias en la que se puede encontrar uno de los motores del impulso a la movilidad. A través
de los medios se reproducen también las migraciones, movilidades mentales o de almas
deslocalizadas, que viven físicamente en un lugar pero viajan virtualmente en el tiempo y en el
espacio hacía los mundos opulentos que conocen a través de la mediación y los ‘paisajes
mediáticos’. Es un mundo de desplazamientos, de pensamiento posmoderno y de
desterritorialización: “Todos, aun los migrantes y exilados, viviríamos oscilando con fluidez entre
lo global y lo local” (García Canclini, 2004: 75).
Los recorridos descritos por los migrantes muestran una relación diferente con los polos
de atracción, una trayectoria que ilustra la estrategia de ‘los olvidados’ para integrarse en los
‘paisajes mediáticos’, de la misma forma que el capital, las mercancías o los discursos hacen
para ganar valor. Desde los lugares que abandonan como un ‘derecho de fuga’ (Mezzadra,
2005), en la evaluación de modelos de vida y del imaginario, su trayectoria -coartada por el modo
de producción capitalista y por su poder en el control de los desplazamientos- se convierte en
una expresión política hacia la visibilidad que tiene elementos comunes con las revoluciones.
Mattelart (2005, p. 109) considera que “el ‘paisaje mediático’ ocupa un lugar importante”
en el que las audiencias tienen capacidad de realizar lecturas diferenciadas de los símbolos y
mensajes que se difunden en lo global. Ese paisaje, con la forma irregular y fluida que le
caracteriza (Appadurai, 2001, pp. 41-61), está regulado por los Estados nación, que gestionan su
incertidumbre sobre las diferencias y la seducción alimentando la fragmentación y la dislocación.
La interpretación local de los mensajes mediáticos se vive en una cultura de
mediaciones y mestizajes expresada en pautas de consumo; a fin de cuentas, se trata del
campo que estimula esta comunicación unidireccional y mercantil. En este contexto, cabe
plantearse qué papel juegan los ‘paisajes mediáticos’ en la conformación de los destinos
migratorios, en las perturbaciones, aceleraciones y turbulencias (Papastergiadis, 2000) de los
movimientos de población.
3.- La investigación sobre la recepción de la televisión en Marruecos y las migraciones
El punto de partida para el análisis de esta cuestión está en una investigación sobre el
imaginario migratorio en la población marroquí en relación con las imágenes transmitidas por la
televisión transnacional sobre las sociedades occidentales (Benítez, 2010). A partir del concepto
‘paisajes mediáticos’ (Appadurai, 2001), se analiza la recepción de la televisión y de las
imágenes sobre la calidad de vida, el consumo, el desarrollo y las libertades individuales, así
como la subjetividad migratoria del imaginario y la movilidad, alejada de la racionalidad
económica, en el discurso de 204 informantes recogidos durante un trabajo de campo realizado
en Marruecos.
Todo ello, en un país donde el poder estatal centraliza las comunicaciones y ha
desarrollado un modelo exclusivo de televisión pública de fuerte control pero que no garantiza la
cobertura de todo el territorio nacional, mientras de forma contradictoria la práctica social es de
alto consumo de televisión transnacional, centrado en productos occidentales hasta la irrupción
reciente de Aljazeera y otras televisiones árabes o en lengua árabe, que gozan de gran
popularidad. Para la audiencia marroquí, y dependiendo de la zona geográfica de referencia, la
televisión supone un complejo sistema en el que se superponen las cadenas públicas y privadas,
así como las nacionales e internacionales, todas en diferentes lenguas y que en su mayoría se
reciben vía satélite desde otros países. Entre las televisiones occidentales destaca el consumo
tradicional de la televisión española —en el norte del país—, así como de las cadenas francesas
en general y de las norteamericanas.
La relación entre migración y televisión, como un binomio productivo en el que interrogar
sobre las interacciones y las mediaciones, comienza planteando los vínculos entre mito, poder y
discurso, ámbitos de construcciones simbólicas que operan sobre todos los elementos anteriores
y con los que tanto se analizan los discursos reguladores migratorios en las sociedades de
acogida como se revisan los antecedentes de la investigación cualitativa sobre la cuestión. Se
trata de un cambio de lógica en el estudio y la reflexión sobre la comunicación, entendida en la
completud del contexto, las experiencias relacionadas con los medios y el círculo de flujos,
vectores y dinámicas que se entretejen en las relaciones sociales y que se incrementan en
función de los ‘paisajes mediáticos’.
Sin embargo, resulta difícil de evaluar la importancia de los flujos mediáticos, en parte
por la escasez y poca validez de datos sobre el consumo de medios, pero también por el efecto
que ha detectado la UNESCO (2010, p. 141) como un fruto de la transnacionalización: “Las
estadísticas sobre los flujos transfronterizos no reflejan adecuadamente el consumo local de
contenidos culturales ni el impacto de las tecnologías y la piratería entre iguales… esto hace
difícil calcular su alcance y la importancia relativa de la producción local y extranjera”. A pesar de
ello, el informe facilita datos sobre los consumos y las corrientes internacionales de bienes y
servicios culturales, en los que se muestra una enorme asimetría entre la capacidad productiva y
los consumos en las orillas del Mediterráneo.
Con la investigación se ha tratado de profundizar en el sistema de información de los
candidatos a la migración y en qué medida se alimenta de las mediaciones y las interacciones,
con una aproximación a la recepción de la televisión desde el origen y en su contexto -un estudio
de campo en Marruecos-, a través de los discursos sociales y subjetivos de los protagonistas de
los proyectos migratorios. De esta forma, se trata de conocer el impacto en la audiencia de los
discursos visuales sobre la opulencia, del consumo, del bienestar y del desarrollo, como
elementos clave en la construcción del ‘efecto llamada’.
A partir de esta idea, se puede revisar una serie de supuestos sobre la migración:
1.- Las teorías que se apoyan en la racionalidad económica a la hora de interpretar la
construcción de un proyecto migratorio, olvidan a menudo los efectos de desinformación, la
sobreinformación y manipulación mediática, que sesgan la percepción y limitan las posibilidades
de una decisión racional —cuando no crean falsas expectativas—.
2.- Si los estereotipos mediáticos promueven la adaptación y la integración de los migrantes, en
especial en ausencia o escasez de productos culturales y audiovisuales propios que generen
referentes de identidad alternativos.
3.- En un modelo hegemónico de la comunicación muy influido por la publicidad y el consumo, la
relación entre comunicación y emociones está muy estudiada por esta industria. Sin embargo, es
necesario trasladar esa inquietud a otros campos de las motivaciones de los individuos.
Aplicado a un contexto de recepción como el de muchas poblaciones africanas, las posibilidades
de consumo se limitan al de un determinado estilo de vida que los mass media plantean como
modélico.
4.- Los riesgos de la visibilidad
Las corporaciones mediáticas desarrollan productos audiovisuales de cara a una
audiencia globalizada, sin elaborar variables locales y simplificando su presencia a través de
cuotas o porcentajes de la población excluida, en lugar de reflejar la realidad cotidiana de las
minorías y de los países a los que dirige sus emisiones. Un ejemplo de ello, está en los efectos
del turismo que, aunque se trata de uno de los ejes de transformación y comprensión
intercultural, presenta el riesgo de congelar las culturas a demanda del sector (UNESCO, 2010,
p. 17), mientras que en los consumos culturales, la construcción de estereotipos plantean como
mucho una ‘diversidad ficticia’ y la tendencia a ‘tribalizar’ estos consumos (UNESCO, 2010, p.
147).
La enorme distancia que se abre entre los productores de imágenes y los receptores, ha
servido para impulsar la globalización pero también nuevos modos de neocolonialismo, entre los
que incluye “a todas las producciones culturales del mundo no pertenecientes a la matriz
angloamericana” (Conoscenti, 2007). La distancia entre la producción y el consumo de imágenes
potencia el efecto de exclusión si se analiza desde la cultura o la ciudadanía.
Stevenson (1998, p. 51) —quien revisa la teoría cultural de Williams para aplicarla al
contexto globalizado del capitalismo— advierte que la consecuencia de esta hegemonía
transnacional en la cultura está en la fragmentación de las relaciones comunicativas –mucho
más allá que de las identidades culturales-: sin un control democrático de los medios
transnacionales, el riesgo está en la reacción fundamentalista de los medios locales.
Junto a las emisiones transnacionales se mueven los flujos globales, las operaciones
financieras, la circulación de capitales, buscan un efecto de homogeneizador que se devuelve en
forma de discursos sobre el fundamentalismo, el libre mercado o la soberanía nacional, ante los
cuales los Estados nación reaccionan con contradicción: entre el aperturismo y sus riesgos —la
sublevación o la disidencia— o el blindaje (Appadurai, 2001, pp. 154 y 200). Un ejemplo de ello
es la fortificación de la frontera sobre políticas de seguridad; el concepto de riesgo y la creación
del enemigo son los factores de su blindaje. De hecho, “La frontera Norte-Sur es simbólica antes
de ser real,1 pero se torna cada vez más perceptible en proporción a la visibilidad aportada por
los medios de comunicación” (Wolton, 2004, p. 106). El imaginario también contribuye a la
eficacia de la frontera, en el sentido que apunta Bauman (2003ª, p. 138): “la homogeneidad de
quienes están dentro en contraste con la heterogeneidad del exterior”.
En este sentido, cabe interpretar la representación de la migración marroquí en España
apoyada constantemente en las imágenes de pateras y cayucos, como la imagen que sintetiza el
tránsito de los migrantes y la única que adquiere visibilidad pública. De hecho, se registran
impactos en las restricciones legales y en las reformas políticas sobre la extranjería (Benítez,
2005).
Cogo y Lorite (2004) investigaron el impacto de esa imagen en los migrantes de otras
nacionalidades —en lo que califican de un fenómeno único de España— hasta concluir que la
imagen de las pateras es la más perturbadora que encontraron los inmigrantes en los primeros
días de su llegada a nuestro país; la construcción de este modo de ver al inmigrante —piensan—
es un hecho asociado a la construcción regional de Europa y a la reorganización de los
conceptos “nosotros” y “los otros”. La sobrerrepresentación de estas noticias —la
sobreinformación— ha sido un fenómeno generalizado (Lorite, 2004; Checa, 2002, p. 427; van
1
Cursiva en el original.
Dijk, 2003, p. 63), así como la abundancia de información, que lleva a la desinformación, a lo
oculto (Gubern, 1996, p. 124), e incluso a la censura (Ramonet, 2001, pp. 40-42). De hecho,
esas imágenes han ocultado las inmigraciones ricas, las más aceptadas por el imaginario
español, y así las han alejado de su estigmatización. La patera y su imagen son, por tanto, un
producto mediático y dan pie a la creación de la realidad emergente: una combinación del efecto
de la recepción de los mensajes y del imaginario colectivo: “Los estereotipos son indispensables
para poner en marcha los procesos de conformidad” (Noëlle-Neumann, 1995, p. 198).
5.- Análisis: El imaginario de los ‘paisajes mediáticos’
El análisis de los discursos de los informantes se ha asistido de software cualitativo, en
función de un diseño complejo de códigos que tratan de afinar en la orientación con que se
construye el sistema de información, los procesos comunicativos que los acompañan, el contexto
en que se producen los discursos, la evaluación desde la subjetividad y los nexos con las
construcciones identitarias. Todo ello vinculado con el sistema de medios de comunicación, los
objetos críticos centrados en los elementos de la estratificación social de la globalidad, y una
serie de variables explicativas complementarias. El modelo de codificación posibilita múltiples y
complejas lecturas, incluso revisiones e interpretaciones según nuevos recorridos.
En uno de los itinerarios de lectura, recorremos las referencias a los ‘paisajes
mediáticos’, como un elemento central de la visibilidad en la comunicación y en el análisis de la
recepción en su contexto. A efectos de codificación se ha definido la idea de ‘paisajes
mediáticos’ como “la amplitud de conocimiento, de estilos de vida, identidades y opciones de
consumo relacionadas con mundos externos, repertorios visuales complejos e interconectados
que desdibujan la frontera entre ficción y realidad. También como ampliación del horizonte
producto de una recreación o representación televisiva”. En la codificación de los discursos de
los informantes, el concepto ‘paisaje mediático’ no resulta muy productivo (312) ya que se ha
aplicado única y exclusivamente a las menciones que, de forma explícita, se relacionan con el
conocimiento de los mundos externos, o como ampliación del horizonte. Sin embargo, aparece
en numerosas ocasiones ligado al ‘imaginario’, entendido como las imágenes mentales a partir
de las que ofrecen los medios de comunicación, las mediaciones o las interacciones, como
proceso de subjetivación en el que guarda relación con la emoción, las expectativas y la
motivación.
A pesar de que entre los dos conceptos hay una relación directa, se trata de analizar el
2
Entre paréntesis, total de resultados del concepto en el análisis.
impacto de los ‘paisajes mediáticos’ en relación con el proyecto migratorio en los testimonios,
que registran diferentes matices.
Sí, eso tiene relación también con la imagen. La imagen juega un gran papel en todos
los programas que se ven en la tele, en los políticos. Determinadas imágenes producen
un choque en la gente que no tiene nada. Todos somos humanos, sentimos la tristeza
de los demás. Cuando vemos a un hombre que tiene, por ejemplo, cuarenta años y no
tiene futuro, no posee nada, eso es fatal. (E-Tánger-MA, m303)
Pero, en general, los medios tienen un gran efecto sobre la población marroquí. En lo
que concierne a la economía, el modo como ven el mundo… [A través de] la televisión,
la gente conoce la existencia de otras tierras, Europa, América, lo que pasa en otros
lugares del mundo. Los medios son un tipo de comunicación, como una ventana abierta
al mundo entero. (E-Beni Mellal, IK, m 41)
Pero para mí es una oportunidad tener la posibilidad de ver muchas cosas; después,
cada persona puede seleccionar el tipo de televisión o programa que le gusta más. Es
una cosa buena. (E-Beni Mellal-MN, m47)
A partir de estas definiciones, se trata de establecer de qué forma los ‘paisajes
mediáticos’ alimentan el imaginario migratorio marroquí como un elemento de estímulo de los
desplazamientos humanos y como un factor de riesgo respecto a las motivaciones, emociones, y
expectativas con que se fraguan. Encontramos diferentes aportaciones que permiten ilustrar esta
vivencia, en general marcadas por una visión positiva de Europa e, incluso, en general, de los
paisajes mediáticos y los referentes televisivos.
Sí, recibimos noticias del mundo de la emigración y de las tierras que acogen a nuestros
familiares a través lo que nos cuentan y también a través de las televisiones. Pero éstas
no cuentan realmente lo que hay allí. La televisión siempre trasmite una imagen bonita,
nos pinta un paraíso y esto lleva a muchas jóvenes a pensar en emigrar para alcanzarlo.
Por ejemplo, cuando vemos un partido en Canal Plus nos llaman la atención las
imágenes del estadio, elegante, ordenado y muy limpio. A todo el mundo le gustaría
Entre paréntesis, datos del informante: en primer lugar si el testimonio procede de una entrevista (E) o de un
grupos de discusión (G), seguido de la ciudad donde fue tomado el testimonio, de las iniciales, sexo y edad.
3
estar allí y ver los partidos en vivo. (G-Tetuán-ET, m42)
La calidad de vida se asocia de forma dominante con Occidente, muy por delante de
este mismo concepto para el caso marroquí, mientras no hay resultados para el caso del mundo
árabe. La reducida expectativa de vida en Marruecos, que aflora en el análisis, siempre aparece
relacionada con el imaginario y con los ‘paisajes mediáticos’, como mundos de la opulencia, el
consumo y el bienestar.
Los medios de comunicación en Europa, si hablamos de los medios privados que dan
una imagen de paraíso como Europa de lujo, una sociedad de consumo, un nivel de vida
muy alto, éstas dan una imagen engañosa para la gente que arriesga su vida para llegar
a este paraíso. En los años sesenta donde no había televisión ni nada, la llegada de los
inmigrantes a Europa fue poca y ordenada. Ahora hay una rabia, pienso que los medios
de comunicación han jugado un papel muy grande como provocadores de la inmigración
(E-Tánger-OA, m41)
Las dinámicas sociales buscan confirmar esa percepción de otras oportunidades a
través de las interacciones y de la experiencia de los migrantes
Sí, veo las películas extranjeras y me atrae aquel mundo, tienen cosas bonitas, creo que
la gente en Europa vive mejor. Hay mucha gente que han emigrado solos, durante dos
años, y han vuelto con coche y muchas cosas y construyen una casa, antes no han
podido construir sus casas pero después de esos años de trabajo en Europa han venido
y han podido construir casas. Aquí es difícil de construir una casa rápidamente. (E-EL
Hayeb-AA, f23)
Predomina una visión negativa casi sistemática de Marruecos en diferentes campos —
especialmente el laboral, las oportunidades y el desarrollo—, lo cual muestra también que el
deseo de movilidad no está necesariamente ligado a las expectativas de Occidente, sino que se
puede interpretar también como un escape.
Sí, sabes si estás viendo un país o no del Sur, son diferentes; percibes las diferencias
espontáneamente, a través de la ropa y de los espacios públicos; incluso a través del
aspecto de las personas, de su rostro, sabes si es rico o no, si es del Norte o es del Sur.
(E-Beni Mellal-RS, m34)
Pasamos de una única televisión local, ya que hace años sólo teníamos una cadena,
luego llegó la segunda, a tener ahora con el satélite una posibilidad muy grande para ver
todo el mundo. No solamente las cadenas de Europa o de Estados Unidos, sino también
del mundo árabe. […] Para mí es una cosa muy normal, estamos muy cerca de Europa,
el viaje se hace en tres minutos. Desde hace siglos, la mentalidad de los marroquíes es
de apertura. (E-Beni Mellal-MN, m47)
Las referencias a los deseos de migrar por encima de las tendencias clásicas en la
explicación de los fenómenos de la movilidad, que se relacionan con el dinero y el trabajo,
muestran explicaciones más variadas alrededor del concepto de ciudadanía y siempre aparecen
vinculadas a los destinos occidentales, y nunca con el mundo árabe, a pesar de la importancia
que tiene la recepción de cadenas de televisión de esta procedencia. Los proyectos migratorios
se han transformado hacia valores más subjetivos y como una huida hacia el Norte; de hecho,
los argumentos coinciden con las recientes revueltas del Magreb y en su dimensión política hacia
la visibilidad.
Las expectativas negativas de su país se expresan además con argumentos
relacionados con la ciudadanía, la libertad, los derechos humanos o la democracia. La libertad
de expresión, el periodismo entendido como un valor democrático y ciudadano, figura también
entre las preocupaciones de algunos informantes, que muestran un imaginario positivo de
Occidente — no siempre contrastado con otras fuentes de información—, acompañado del
habitual negativo de Marruecos,.
Se han producido muchos cambios: la globalización de una parte, la (crisis de la)
economía por otra. O sea, el nivel de vida en Marruecos es estable. Sí que ha habido
cambios a nivel de la economía del Estado, pero la gente sigue igual. En la TV ves que
hay de todo, pero uno no tiene capacidad para avanzar a la velocidad de la corriente. En
cuanto a las libertades, pues, hay cambios. Como dicen, hay libertad, pero está
controlada. Sí, tienes libertad, pero disimulada. En la TV aparece que hay una cierta
libertad pero, lógicamente, tienes que saber lo que dices, antes de decirlo. (E-Ouled
Yaich-AZ, m46)
Sí, podemos decir que la TV también les da esta imagen de una Europa bonita, de
promoción social, de derechos. Especialmente de derechos, porque cuando hablas con
la gente, aquí en Marruecos, siempre hacen referencia a Europa: si estuviéramos en
Europa, eso no pasaría, si estuviéramos en España, no tendríamos que esperar tanto
tiempo para sacar un billete cualquiera. La TV desempeña un papel importante en eso.
(E-Beni Mellal-AH, m26)
Frente a esta imagen de democracia y ciudadanía de España y Europa, los sistemas de
diferencias que se construyen en la frontera y su blindaje no se entienden por parte de los
informantes como temas contradictorios con las promesas de Occidente, sino sólo una
construcción fronteriza del encuentro y la convivencia.
Bueno, creo que la TV ha desempeñado un papel importante. La TV y los medios de
comunicación en general tienen una influencia enorme a la hora de construir la imagen
de la gente sobre otros países. En cuanto a la imagen que tenía antes de ir allí, podemos
decir que es la misma que me encontré al llegar; nunca tuve la imagen de una Europa
extremadamente desarrollada, con derechos humanos y todo eso, porque siempre miré
a Europa con ojos críticos; no la veía como la mayoría de la gente, para la cual en la
otra orilla sólo hay desarrollo, una vida mejor, derechos humanos y unas cuantas cosas
más. Esta imagen no la tenía. No sé por qué, por los estudios o no sé. (E-Beni MellalAH, m26)
La mediación de la televisión afecta al sistema de información de los candidatos a la
migración, pero también las interacciones sociales, porque hay un deseo de confirmación,
complejo y ambiguo, en el que la subjetividad selecciona las informaciones y proyectos que
conducen hacia la movilidad.
En mi opinión, quienes influyen mucho en la gente para emigrar son los propios
emigrantes cuando vuelven: antes estaban en mala situación, trabajando por 5 euros al
día, y ahora vuelven con coche, dando dinero a sus familias, y empiezan a construir sus
casas. Estas cosas son las que inculcan más la idea de emigrar en los jóvenes. Esto no
significa que las televisiones no tengan influencia en la decisión de emigrar, ya que
exhiben imágenes atractivas de ese mundo, las chicas rubias, la vida en general. (G-BMAB, m30)
Las interacciones sociales son productivas como fuente de información, pero participan
de un juego de confirmaciones y valoraciones no sólo como elementos discursivos, sino también
por el denominado ‘efecto demostración’: los retornados exhiben un patrón de consumo a través
del cual que se insertan en una clase superior. Este efecto es uno de los elementos que reúnen
más referencias en la recopilación de testimonios.
En la TV a veces nos ofrecen una imagen de bienestar, de que viven bien, y otras veces
nos presentan una situación muy miserable, o sea, de que sufren trabajando. Bueno, eso
depende, y nosotros vemos la realidad desde dos ángulos. El positivo, que es cuando
uno vuelve con coche y tal; entonces pensamos que vive bien en el extranjero; y el
negativo, que es cuando algunos te cuentan su verdadera vida allí, y lo que deben sufrir
para ganar dinero y ahorrar. De ahí que sepamos que nada es fácil allí. (E-Timoulit-SO,
f20)
Los testimonios recogidos muestran una insistencia confirmatoria, como uno de los
elementos más llamativos, entre las interacciones —fruto de los intercambios y conversaciones
personales con sujetos que han vivido la experiencia o que la conocen de primera mano— y las
mediaciones, en las que se mezclan los mensajes mediáticos y su negociación por las
audiencias. El resultado es una confirmación mutua de estos dos campos comunicativos, en los
que se acepta y se revalida la visión mítica sobre Occidente, España y Europa.
Yo tengo una hermana que vive en Barcelona y que no comparte conmigo mi opinión.
Ella piensa que lo que muestran los medios de comunicación europeos, especialmente
la televisión, y lo que cuentan los emigrantes a su regreso a Marruecos, no tiene
absolutamente nada que ver con la realidad europea. Para ella, la televisión, además de
reproducir fragmentos de la realidad, la transforma manifestando solamente el lado
bueno de Europa, con el fin de animar a la gente a emigrar. (G-Tetuán-SB, f30)
Creo que la TV nos da siempre una imagen de lo que pasa en muchas partes del
mundo, no nos da la verdadera imagen, la verdadera realidad de Europa. Por ejemplo,
hoy en día Europa está en crisis, muchas personas pierden su trabajo, muchas personas
encuentran dificultades en su vida diaria, hipotecas, etc. Sin embargo, esta realidad
pocas veces la encontramos en la TV, sólo vemos una Europa de Barça y de fútbol y,
bueno, de festivales, de ciudades bonitas y otras cuantas cosas más. La verdadera
imagen no aparece. (E-Beni Mellal-AH, m26)
Creo que el emigrante marroquí sabe que la realidad que transmiten los medios de
comunicación no es correcta. Por ejemplo, a través de programas y contenidos
mediáticos ofrecen una cierta imagen sobre la realidad que no es lo que encuentra el
emigrante a su llegada a Europa. Es verdad que estos medios emiten imágenes no
verdaderas, pienso que es un error contar con los medios de comunicación para conocer
la verdad de aquella realidad; hay películas y programas que hablan de una vida
maravillosa pero en verdad la realidad es distinta y la gente ahí sufre muchas
dificultades. (E-Tánger-MS, m46)
Pero junto a ello, también hay ideas más críticas de quienes se niegan a aceptar que las
imágenes de la televisión, los mitos de los ‘paisajes mediáticos’ puedan no ser verdad, una
suerte de resistencia al reencantamiento del mundo que llega a sus pantallas.
Qué te voy a decir… Yo vivo en Marruecos y conozco la realidad de mi país en cuanto a
su riqueza y tal. Pero, aun así, no tengo claro si el país es bonito o no. Y con respecto a
Europa, la TV enseña que hay mucho dinero, que son ricos; eso es lo que ve la gente
que la desconoce, la gente que nunca ha estado ahí. (E-Ouled Yaich-AZ, m46)
6.- Conclusiones
Los mensajes hegemónicos de la televisión transnacional producen efectos
contradictorios y complejos en la audiencia marroquí: de una parte, el deseo de homologarse a
los modelos míticos representados en los mass media, en la tendencia hacia la homogenización;
de otra, se constatan procesos de resistencia cultural e identitaria, de adscripción a las pautas
locales, como respuesta a la globalización.
La construcción simplificadora y mítica de la realidad afecta a los discursos que
fomentan la fragmentación Norte-Sur, a los que se presenta como dos modelos opuestos y
polarizados. Por un lado, con una imagen positiva del Norte a modo de mundo perfecto, de sus
grandes ciudades, del progreso y la urbanización que se plasma a través de mentiras visuales –
en las que el encuadre y la simplificación ignoran los problemas sociales que rodean a las
concentraciones urbanas, las desigualdades o la miseria que también vive en el primer mundo–.
Por otro lado, la televisión muestra a menudo una representación dramatizada de la realidad del
Sur, siempre retratado por la miseria, el subdesarrollo o el caos, que no ofrece alternativas ni
posibilidades para sus habitantes, mientas el imaginario alimenta los mitos sobre el Norte.
La fuerza de la imagen y su capacidad de mostrar como real lo reflejado legitima ese
discurso, que se reaviva a diario a través de las producciones híbridas audiovisuales, que
fomentan los intereses hegemónicos. La televisión actúa como una gran lupa de lo proyectado,
aumentando su importancia, haciéndose más creíble con la repetición, dando la impresión de
transparencia y verosimilitud. El dispositivo también tiene sus aspectos ocultos o invisibles; el
relato audiovisual de la televisión deja fuera también muchos aspectos de la realidad, como por
ejemplo la representación de la propia sociedad civil, que nunca aparece reflejada de forma
normalizada; las protestas son prácticamente los únicos reflejos que quedan en el discurso
informativo sobre los ciudadanos. Mucho más cuando se apoya en un discurso unidireccional
que carece de respuesta social y de interacción.
Los impactos de esta construcción mediática en lo local y regional, en la recepción de los
mensajes y en los individuos, deben abrir campos para la investigación del estímulo a las
migraciones, de la llamada hacia el mundo global modélico de los ‘paisajes mediáticos’. Los
informantes reconocen estos contenidos como un discurso mítico que relacionan con el estímulo
de los movimientos migratorios, y complementario a la insistencia de la falta de perspectivas que
presenta su tierra natal. En la recepción, predomina el ‘trabajo de la imaginación’, como lo
entiende Appadurai (2001, p. 21), la transformación que realiza la gente corriente sobre lo que
se ve en “el modo en que mediación y movimiento se contextualizan mutuamente”; una forma en
que la imaginación se ha desprendido del espacio expresivo propio del mito, el ritual y el arte
para pasar a ser una ocupación cotidiana. De hecho, las dinámicas de interacción social
establecen círculos confirmatorios de la información, a través de la consonancia cognitiva, hasta
construir una ‘agenda’ ciudadana de las demandas de libertades y derechos.
Puede que en sus desplazamientos, en su ‘derecho de fuga’, los migrantes tracen el
camino hacia la visibilidad de su diferencia como un hecho político, como un trabajo
emancipatorio y de empoderamiento con el que aproximarse al mundo de los derechos. Si los
grandes grupos audiovisuales juegan a lograr sus objetivos, los receptores mediáticos buscan
convertirse en acontecimientos televisivos, y así trazan muy a menudo su pauta de movilidad. Si
antes el lugar, el territorio y el espacio expresaban el reconocimiento en una lógica del poder
ligado a lo físico, ahora, en las conexiones y los flujos, marcan la ruta hacia otros estilos de vida
y de consumo, de libertades y derechos.
De hecho, resulta llamativo cómo los discursos de los informantes muestran un estado
de la cuestión ciudadana y de los derechos y libertades, como argumentos para la movilidad, que
son idénticos o equivalentes a los que han propiciado las revueltas de la primavera árabe, tanto
en Marruecos como en otros países del Magreb. Los imaginarios, las motivaciones y
expectativas que expresan, fruto de los ‘paisajes mediáticos’, son cuestiones centrales en su
proyecto de movilidad, como desplazamiento migratorio, muy similares a las ideas que han
dinamizado la movilización social, cuando ya no puede expresarse como un ‘derecho de fuga’ a
causa de la crisis económica que enclaustra estos proyectos de vida dentro de las fronteras
nacionales y de un sistema de poder y control.
El reto de la búsqueda de modelos comunicativos participativos y dialógicos urge, si es
que la ambición de los otros de visibilidad, con voluntad y presencia propia, no encuentra un
hueco para su representación. Las transformaciones y cambios del panorama de medios, por
mor de la densidad de las conexiones, van acompañados de la difusión y percepción de riesgos,
así como de los encuentros transculturales que liman las diferencias. Durante las últimas
décadas se ha concentrado la crítica en el dominio simbólico y en el poder de la construcción de
relatos, pero ahora —cada vez más— habrá que valorar otros modelos alternativos de la
creatividad para los flujos y movilidades, en los que hay más interacciones y mestizajes que
homogeneización cultural.
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