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Capítulo "Brasil" do livro "La Argentina vista por sus vecinos"

2018

Capítulo "Argentina desde el punto de vista de los brasileños" publicado no livro "La Argentina vista por sus vecinos. Identidades y alteridades nacionales en América del Sur", organizado por Paulo Cavaleri (Buenos Aires: Torre de Hércules, 2018, v. , p. 21-84).

LA ARGENTINA VISTA POR SUS VECINOS Identidades y alteridades nacionales en América del Sur Paulo Cavaleri (bajo la dirección de) Autores Álvarez Giménez, María Elvira Baratta, María Victoria Brezzo, Liliana Cavaleri, Paulo Cid, Gabriel Rangel, Lívia de Azevedo Silveira Sansón Corbo, Tomás Santos, Rodolpho Gauthier Cardoso dos Buenos Aires, 2018 La Argentina vista por sus vecinos : Identidades y alteridades nacionales en América del Sur / Paulo Cavaleri [et al.] ; bajo la dirección de Paulo Cavaleri ; editor literario Patricio José Clucellas ; ilustrado por Héctor Osvaldo Pérez ; prólogo de Paulo Cavaleri. - 1ª edición - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Torre de Hércules, 2018. 268 pp. : il. ; 23 cm x 16 cm. ISBN 978-987-27650-7-1 1. Historia de América del Sur. I. Rangel, Lívia deAzevedo Silveira. II. Cavaleri, Paulo. III. Clucellas, Patricio José, ed. IV. Clucellas, Patricio José, ed. Lit. V. Pérez, Héctor Osvaldo, ilus. VI. Cavaleri, Paulo, prolog. CDD 980 Diseño y realización del interior y realización de la tapa conforme diseño del compilador Héctor O. Pérez Corrección de los textos: El compilador Revisión técnica general: Patricio J. Clucellas Dibujo incluido en la tapa: San Martín montado en O’Higgins, arreando al pueblo chileno. Caricatura de la época, (c. 1818), grabado coloreado atribuido a Manuel José Gandarillas. Museo Histórico Nacional (Buenos Aires). © 2018 Editorial Torre de Hércules, Buenos Aires torredehercules@gmail.com Primera edición: octubre de 2018. ISBN 978-987-27650-7-1 Impreso en la Argentina. Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción, total o parcial, por cualquier medio que fuere. La Argentina desde el punto de vista de los brasileños Rodolpho Gauthier Cardoso dos Santos1 y Lívia de Azevedo Silveira Rangel2 E ste capítulo busca analizar algunas representaciones3 al respecto de la Argentina, producidas en el Brasil en un período bastante largo, los siglos XIX a XXI. La tarea no es, en definitiva, fácil. Pocas son las páginas disponibles y millares fueron los que escribieron sobre el vecino del Plata en ese espacio de tiempo de centenas de años. Aunque quisiéramos, no sería posible agotar este fascinante tema. La idea es presentar algunas voces que, por su importancia en el campo de la cultura, fueron destacadas por la historiografía brasileña en trabajos académicos recientes. Hablamos de literatos, periodistas, políticos, artistas, diplomáticos y otros que emitieron opiniones acerca de la Argentina, país que provocó sentimientos ambiguos en los brasileños. Muchos fueron los teóricos que apuntaron la importancia de la alteridad en la construcción de la identidad. Traducir el diferente, el “otro”, nunca fue una cuestión meramente de transmisión de información. Comparar, elogiar, difamar, siempre fueron operaciones 1. Doctor en Historia por la Universidad de San Pablo (USP) y docente del IFMG (Instituto Federal de Minas Gerais), campus Ouro Branco, Brasil. Dirección electrónica: rodolpho.santos@ifmg.edu.br. 2. Doctora en Historia por la Universidad de San Pablo (USP). Dirección electrónica: livia.rangel@usp.br. Los dos autores agradecen a la profesora doctora Marcela Cristina Quinteros por la traducción de parte del artículo. 3. El concepto se usa aquí en la acepción del historiador francés Roger Chartier. Véase: Chartier, Roger. “O mundo como representação”, en Estudos Avançados, San Pablo, v. 5, n. 11, abril de 1991. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 22 que ayudan las personas y los pueblos a pensarse a sí mismos, como enseñó el historiador francés François Hartog (1999). No podría ser diferente con brasileños y argentinos. Cuando un brasileño describe el país vecino habla del diferente pero, al mismo tiempo, revela sus propias preocupaciones, vanidades y prejuicios. Así, las representaciones sobre la Argentina son siempre muy reveladoras de cómo se construyó la identidad brasileña a lo largo de la historia. Nuestra intención es salir de los enfoques más tradicionales, que piensan las relaciones entre los dos países principalmente al nivel de la política externa. Lo que se busca es pensar las relaciones entre brasileños y argentinos desde el punto de vista de la historia cultural, intentando comprender la construcción de imaginarios y estereotipos. Obviamente, sería un gran error metodológico abandonar completamente las relaciones internacionales. Lo importante es tener en cuenta que, si las cuestiones políticas circunstanciales influyen en lo que se piensa respeto del país vecino, los aspectos culturales también son fundamentales para interpretar esas relaciones, principalmente en un período más largo. Tampoco se busca hacer una historia comparada, campo proficuo que decenas de historiadores de los dos países han explotado de manera muy competente hace décadas (CAPELATO, 1998; BEIRED, 1999; SOARES, 2007; FAUSTO, 2004, y muchos otros). Lo que interesa son las conexiones, las mediciones y representaciones respecto de la Argentina y de los argentinos, promovidas principalmente por agentes culturales. Antes de seguir, vale la pena destacar los cuatro seminarios realizados en el Brasil y la Argentina entre 1997 y 1999, organizados bajo el proyecto “Argentina-Brasil: a Visão do Outro” y patrocinados por instituciones diplomáticas y culturales de los dos países. Los encuentros de algunas decenas de excepcionales historiadores, diplomáticos y politólogos de ambos lados de la frontera resultaron en tres libros polifónicos (LLADÓS, 1997; A visão do outro, 2000; CARDIM, 2003) con millares páginas que presentan el “estado del arte” respeto del asunto en aquel momento. Algunos de esos trabajos son citados a continuación. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 23 Sin embargo, no es casual que la gran mayoría de los trabajos académicos comentados en las próximas páginas hayan sido producidos en años más recientes. Más que un ensayo histórico, nuestro deseo es presentar un mapa (limitado e incompleto, sin duda) de la amplia bibliografía producida en el Brasil en los últimos años a respecto de la cuestión sin ignorar, obviamente, las enormes contribuciones de aquéllos que publicaron antes. La Argentina republicana y el Brasil imperial La independencia de la Argentina (1816) y la del Brasil (1822), aunque temporalmente cercanas, no garantizaron condiciones para la construcción inmediata de una colaboración profunda. Conflictos por territorios de frontera, la continuación de antiguas rivalidades coloniales y los distintos idiomas fueron algunos obstáculos. Hubo también coincidencias –la mayoría católica, la gran extensión territorial y la economía exportadora de productos primarios que no competían entre sí– pero, en general, ellas no fueron suficientes. En los discursos de los miembros de la élite brasileña del período, llama la atención cómo la forma de gobierno (la monarquía, llamada “Imperio” en Brasil) fue fundamental para la construcción de los discursos de identidad de la nueva nación. Al revés de lo que ocurrió con el Virreinato del Río de la Plata, el Brasil no se fragmentó políticamente en el momento de su independencia. El país mantuvo una centralización que fue posteriormente desafiada en varios momentos, especialmente durante el Período de las Regencias (1831-1840). Hay que tener en cuenta ese contexto, para comprender el buen número de textos brasileños negativos respecto de la Argentina en el siglo XIX, como subrayó la historiadora Maria Ligia Coelho Prado (2010). Para los políticos que defendían la monarquía brasileña, ese sistema de gobierno fue fundamental para conservar la unidad y el orden basados en la capital, Río de Janeiro. En oposición, se describía las repúblicas hispanoamericanas como lugares bárbaros donde R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 24 el vacío de poder había llevado a innúmeras luchas fratricidas. Vale la pena mencionar que tal perspectiva de superioridad no estaba relacionada sólo con la Argentina, sino con toda América Latina, lo que llevó a Prado a decir que el Brasil se sentía y, al mismo tiempo no se sentía, latinoamericano, pues se alejó o se acercó de sus vecinos según las circunstancias históricas. Argumentos respeto a la preeminencia de la monarquía estuvieron presentes en varias obras de intelectuales del Instituto Histórico y Geográfico Brasileño (IHGB), institución creada en 1838 que mantuvo fuertes lazos con el poder central. El propio emperador Don Pedro II frecuentaba sus reuniones. A ese respecto, escribió Prado (2010): Al defender la monarquía, en oposición a las “repúblicas caóticas” de la parte española, [los miembros del IHGB] elaboraron una clara diferencia que se debía establecer entre “nosotros” y “ellos”, entre el Brasil y los otros países de la América del Sur, donde predominaban el desorden, la desunión y la fragmentación, todas alimentadas por las ideas republicanas. El Brasil, en contraste, era fuerte, unido y, por eso, poderoso. Esa visión obviamente no estuvo descolgada de algunas importantes disputas territoriales que ocurrieron en el siglo XIX, como la Guerra de la Cisplatina (1825-1828) –conflicto entre el Brasil y las Provincias Unidas del Río de la Plata que culminó en la independencia del Uruguay– y la guerra que en 1852 llevó a la caída de Juan Manuel de Rosas, gobernador de Buenos Aires. Al estudiar la documentación diplomática brasileña producida en ese período, la historiadora Gabriela Nunes Ferreira (2006, p. 224) constató que: “En la correspondencia –y en otros documentos, como discursos, consultas del Consejo de Estado o informes– se trasluce igualmente el sentimiento de superioridad y también de desconfianza constante de los representantes del R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 25 Imperio [de Brasil] en relación con las repúblicas vecinas, aun cuando eran aliadas circunstancialmente del Brasil: “Son todos españoles”. La imagen de la Argentina como un lugar de continua inestabilidad y exaltadas pasiones, no escapó al ilustre escritor carioca Machado de Assis (1839-1908), responsable por una crónica llena de ironías publicada bajo el seudónimo de Manassés. En 1876, Machado de Assis comentó la invasión de Entre Ríos por tropas del caudillo Ricardo López Jordán. Machado afirmó que conflictos armados como ése eran muy frecuentes en el vecino del Plata y que, aunque tratados inicialmente como grandes revoluciones, poco cambiaban la vida política. Según el historiador João Paulo Coelho de Souza Rodrigues (2013, p. 134), el tono jocoso del escritor se burlaba del vaivén y de la poca importancia de los hechos políticos argentinos, ampliados por su constante repetición. Un significativo cambio se podrá notar en las décadas finales del siglo XIX. En ese período, la Argentina consolidó las bases del Estado nacional y tuvo un acelerado crecimiento económico y poblacional, fruto principalmente de la inmigración. El éxito argentino, ahora un de los países más prósperos de América Latina, pareció un buen ejemplo a algunos brasileños, principalmente a aquéllos vinculados al movimiento republicano. El 1873 se fundó el Partido Republicano Paulista (PRP), una de las principales agremiaciones que cuestionaron la idea de que la monarquía era naturalmente el mejor sistema político para el Brasil. La historiadora Paula da Silva Ramos (2013) analizó cómo algunos sectores de la prensa brasileña interpretaron el país platino en los años finales del régimen monárquico (1875-1889). Es importante destacar especialmente las ideas de A Província de S. Paulo, diario de posiciones liberales, republicanas y abolicionistas.4 El crecimiento argentino llevó ese periódico a repetidamente apuntar la 4. El diario sería rebautizado como O Estado de S. Paulo en 1890 y hasta hoy es uno de los más poderosos del Brasil. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 26 adopción del régimen republicano por el “gigante de América del Sur” como el camino para el progreso. Al respecto das las tensiones políticas y litigios fronterizos con la Argentina, el periódico adoptó un tono conciliatorio. Presentó también continuas representaciones positivas, que contrariaban las imágenes preconcebidas al promover elogios al liberalismo económico, a los incentivos a la inmigración y difusión masiva de la instrucción pública. En una editorial firmada por Rangel Pestana en 1883 (apud RAMOS, 2013, p. 115) se puede leer: “Es bueno que en todo el Imperio se conozca bien el desarrollo de la República Argentina. El parlamento de esa nación americana, tan nueva como la nuestra, de la misma raza latina, con la misma tendencia a la oratoria verbosa nos ofrece, sin embargo, en el funcionamiento de su parlamento, un ejemplo admirable. Hasta mismo en ese aspecto la comparación es desfavorable para nosotros. (…) La lectura de los trabajos del Congreso Argentino debe entristecer a los partidarios de la monarquía, que siempre buscan comprometer a aquella nación a los ojos del pueblo brasileño. De hecho, la comparación muestra nuestra inferioridad intelectual, perfectamente comprobada en los actos del Legislativo de las dos naciones”. En la década de 1880, el desarrollo argentino también fue muy elogiado incluso por el Jornal do Commercio, periódico fluminense de carácter conservador y promonárquico, aunque con salvedades en cuanto a la superioridad del régimen republicano. En una crónica de 1888, el otrora ácido Machado de Assis (apud Rodrigues, 2013, p. 135) hizo largos elogios a la Argentina, un país que, según el escritor, desde Bartolomé Mitre “se olvidó de la opresión, desaprendió el caudillismo; conoce los beneficios de la libertad y del orden”. Hubo loas, además, a las buenas relaciones diplomáticas que ahora predominaban entre las naciones. En un campo historiográfico cada vez más proficuo, el de las mediaciones culturales, Eliana de Freitas Dutra (2016) analizó los R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 27 circuitos de mediación intelectuales construidos por literatos brasileños que escribieron en la Revista Brasileira (1895-1899) y los argentinos que publicaban en La Biblioteca (1896-1898). Tales periódicos culturales se inspiraban en la famosa revista francesa Revue des Deux Mondes y se configuraron como espacios privilegiados para los debates respeto de las literaturas nacionales y extranjeras. Dutra encontró en las dos revistas, artículos traducidos de ambos países con discusiones respecto de la existencia o no de una literatura latinoamericana, la cuestión de la imitación o reinvención de los modelos europeos y otros temas caros al período. Es posible, también, notar una frecuente constatación de que predominaba mutua y profunda ignorancia acerca de la producción literaria del país vecino. La buena noticia es que ya era posible notar esfuerzos legítimos para cambiar la situación, a través de la actuación de hombres de letras como el brasileño José Veríssimo y el argentino Martín García Mérou. El Brasil republicano Parece sintomática la constatación de que el Uruguay, la Argentina y Chile fueron los primeros países en reconocer el nuevo gobierno republicano del Brasil, semanas después de la deposición del emperador Don Pedro II. Al revés, algunas monarquías europeas, como Gran Bretaña, Italia y España, tardaron casi dos años para hacerlo. El Brasil, ahora era parte de la vida republicana de América y el acercamiento parecía natural. Sin embargo, el modelo de los Estados Unidos fue sin duda el que gozó de amplia popularidad entre los nuevos dirigentes de la nación tropical. La implantación del sistema republicano en el Brasil, aunque importante, no fue suficiente para terminar inmediatamente con antiguos prejuicios relacionados con la Argentina y con toda América Latina. En los primeros años republicanos, es posible identificar en muchos autores una fuerte admiración por Buenos Aires, ciudad que había pasado por reformas urbanas lideradas por el intendente R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 28 Torcuato de Alvear entre 1880 y 1887. Las reformas, inspiradas en aquellas hechas por Haussman en París, representarían un salto de civilización al acercar la capital argentina a las ciudades europeas y de los Estados Unidos. Esa interpretación es perceptible, por ejemplo, en las crónicas del poeta parnasiano brasileño Olavo Bilac (1865-1918), quien conoció la capital argentina durante la visita del presidente brasileño Campos Sales en 1900. Al regresar, Bilac escribió una crónica dirigida a Río de Janeiro. El escritor pide disculpas por decir a la capital brasileña algunas verdades que serían, en sus palabras, un acto de amor. Escribió el poeta: La proximidad de Buenos Aires es una vergüenza para ti (…) Quien un día te dijo que eres la primera capital de América del Sur se burló de tu ingenuidad y insultó tus pelos blancos; te ama más y es mucho más digno de su gratitud aquél que francamente te dice que eres una ciudad de pocilgas, habitada por analfabetos (BILAC apud RODRIGUES, 2013, p. 139). Hay que tener en cuenta que Olavo Bilac fue un grande entusiasta de las reformas urbanas en la capital brasileña, encabezadas pocos años después por el intendente carioca Pereira Passos y por el presidente Rodrigues Alves. Para él, era urgente construir una ciudad más bella, lujosa e higiénica. La admiración del poeta parnasiano estuvo mucho más relacionada con la urbanidad y menos con los avances institucionales y económicos argentinos (RODRIGUES, 2013, p. 141). Existían, entre tanto, los que no estaban de acuerdo con las reformas ni con la admiración en relación con Buenos Aires. Lima Barreto (1881-1922), uno de los mayores escritores de la literatura modernista brasileña, odiaba lo que llamó “mórbida manía” argentinófila. Crítico feroz de los efectos sociales perversos del “bota abaixo”,5 Barreto pensaba que el remodelado urbano había erigido 5. “Bota abaixo” es una expresión que se refiere a las reformas urbanas implementadas en Río de Janeiro, Capital Federal, a partir de 1903. La expresión R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 29 edificaciones cuyos estilos arquitectónicos no tenían nada que ver con el contexto cultural brasileño. Él comentó irónicamente en 1915 sobre la reforma urbana en la Capital Federal: “La obsesión de Buenos Aires siempre nos perturbó el juzgamiento de las cosas. “La gran ciudad del Plata tiene un millón de habitantes; la capital argentina tiene largas calles rectas; la capital argentina no tiene negros; por lo tanto, señores, Río de Janeiro, lleno de montañas, debe tener largas calles rectas; Río de Janeiro, en un país de tres o cuatro grandes ciudades, necesita tener un millón; Río de Janeiro, capital de un país que recibió durante casi tres siglos millones de negros, no debe tener negros (BARRETO, Lima. Correio da Noite, 26/01/1915)”. Para el historiador Ilmar Rohloff de Mattos (2010, pp. 88-89), el nuevo Río de Janeiro fue la negación de la ciudad colonial, portuguesa y africana que había anteriormente. Aunque inspirada por la reforma de Torcuato de Alvear, la Europa era quien seguía proporcionando los modelos de progreso y civilización. Con los cambios urbanísticos, se buscaba transmitir al mundo la imagen de que el Brasil era blanco y civilizado y que, por eso, “también vivíamos una belle époque, aunque tropical”. La realidad, entre tanto, era muy distinta. El censo poblacional de 1890 mostró que apenas 43,9% de los más de 14 millones de brasileños de entonces eran blancos. Las tensiones acerca de la cuestión racial, aparecieron en la relación de los dos países especialmente en la medida que el fútbol se volvió cada vez más un aspecto representativo de la nacionalidad. En 1920, un periódico de Buenos Aires provocó al seleccionado brasileño con caricaturas y llamando los jugadores de lleva un tono crítico respecto de la rapidez, el autoritarismo y la amplitud de los cambios urbanos que afectaron duramente la vida de la población más pobre de la ciudad. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 30 “macaquitos”. Hubo entonces gran repercusión en la prensa, lo que llevó las autoridades a hacer declaraciones para calmar los ánimos. En el año siguiente, cuando el Brasil se preparaba para ir a la Argentina a disputar el campeonato sudamericano, el presidente brasileño Epitácio Pessoa, según crónicas del período, hizo una interferencia personal para que el Brasil no llevara jugadores negros o mulatos. La excusa fue que era necesario evitar desgastes innecesarios a la imagen del Brasil en el exterior (AGOSTINO, 2006). El prejuicio del presidente no era algo nuevo, ya que en el inicio del siglo era relativamente común que los clubes brasileños no aceptasen jugadores negros. Con un equipo integrado solamente por blancos, el Brasil fnalizó su pobre participación con una victoria y dos derrotas, incluso con la Argentina. Se puede encontrar más indicios de cambio en el imaginario acerca del vecino en los trabajos de Katia Gerab Baggio (2008). La historiadora analizó tres relatos de periodistas brasileños que viajaron por la Argentina y escribieron libros que, en líneas generales, presentaron comentarios muy positivos. Son ellos: Arthur Dias en 1900, Mario Caldeira Brant en 1916 y Luiz Amaral en 1927. Arthur Dias, colaborador del diario carioca A Imprensa, estuvo en la comitiva de Campos Salles, el primer presidente brasileño que pisó oficialmente suelo argentino. La visita a Buenos Aires ocurrió en octubre de 1900 en retribución a la visita del presidente argentino Julio A. Roca a Río de Janeiro en agosto de 1899. Muchos periódicos informaron respecto de una gran fiesta con miles de personas en las calles de la capital argentina, celebración similar a la que había habido en el Brasil meses antes. Ilustra bien la nueva fase la frase diplomática que se atribuye a Roca: “Todo nos une, nada nos separa”.6 En consonancia con ese clima, el libro de Arthur Dias es oficioso, con abundantes elogios al presidente brasileño y al estrechamiento 6. En algunos libros se la atribuye al presidente Roque Saénz Peña, que la habría pronunciado en visita oficial a Río de Janeiro el año 1910. Véase: CAVLAK, 2012, p. 195. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 31 de relaciones entre los dos países. Sus observaciones sobre la capital porteña son de entusiasmo profundo con uso de calificaciones como “ciudad colosal, radiante de progreso y de opulencia”, comparable a los “grandes centros cosmopolitas del globo”, “punto de descanso de la ansia de civilización en medio a los desiertos australes” y una “protesta irrecusable contra el prejuicio de la incapacidad de las sub-razas meridionales”.7 Los porteños son calificados como “los yanquis del sur”. Además de los elogios a la vida urbana y comercial intensa, Dias demuestra admiración con la población creciente, la pujante vida cultural, la prensa, el creciente poder navalmilitar, la “conquista del desierto”, las inversiones en instrucción pública y los modernos medios de transporte como el subte – la primera línea de tren subterráneo en el Brasil sería inaugurada en San Pablo en el, en aquel tiempo, distante año de 1974. En conformidad con las teorías raciales del período, Dias exaltó el predominio de la inmigración europea en Buenos Aires y lo que llamó de “grado de selección de la raza”, evidenciada por la ausencia de africanos y sus descendientes en las calles. Comentarios como ése, al respecto de la supuesta superioridad racial de los inmigrantes europeos, no eran novedad en el panorama intelectual brasileño. Tales argumentos fueron el fundamento para el programa estatal brasileño de atracción de inmigrantes blancos desde el siglo XIX. Para Baggio (2008, p. 436), el relato de Dias trasluce más que admiración. Se puede notar cierta envidia en relación con el progreso del país platino. La inevitable comparación con el Brasil aparece en varias páginas y la Argentina es apuntada como modelo de desarrollo, como el “espacio más cercano de la civilización europea en territorios sudamericanos”. En 1917, Augusto Mário Caldeira Brant publicó Viagem a Buenos Aires, resultado de una estadía en la cual realizó la cobertura periodística de las conmemoraciones del centenario de la 7. Hay también algunos capítulos con breves relatos de viajes a ciudades de otras provincias como Córdoba, Santa Fe y Paraná (BAGGIO, 2008, p. 435). R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 32 independencia argentina en el año anterior. Aunque mucho menos celebrativo que el relato anterior,8 Brant apuntó repetidas veces al cosmopolitismo y la modernidad de la capital argentina. Aparecen nuevamente los elogios a la inmigración europea y la consideración de que la “selección de la raza” había favorecido el progreso (BAGGIO, p. 437). Se repitieron también los enaltecimientos al sistema público de enseñanza. En ese aspecto, la abisal diferencia entre las dos naciones se puede comprobar en los respectivos censos demográficos. El 1914, los argentinos con más de diez años analfabetos eran 35,9% de la población. El 1920, los brasileños con más de quince años analfabetos eran 64,9% de la población. El tercer periodista a publicar un relato de su visita fue Luiz Amaral en 1927, que pareció el menos animado con lo que vio. En las provincias del litoral argentino, el autor describió cierta melancolía en el vacío demográfico y llegó a decir que “la Argentina está casi toda en Buenos Aires”. Sus comentarios respecto de la capital fueron muy positivos. La ciudad fue caracterizada como “la gran metrópoli de toda la América española” y “la segunda ciudad de la raza latina, pronto después de París”. Aunque reconociendo la superioridad material de la vida en la capital porteña, Amaral describió al porteño como “frío”, “melancólico”, parecido al tango, sin la luz y las bellezas naturales de Río de Janeiro. Políticamente conservador, el periodista se mostró muy preocupado con el fuerte crecimiento del movimiento obrero en la Argentina, que estaba compuesto, en el lenguaje del período, por muchos elementos “alienígenas”, o sea, extranjeros. La ampliación de los sindicatos –“órganos de los odios de clases”– y de ideologías como el anarquismo, el socialismo y el bolchevismo, lo hicieron pensar en la posibilidad del establecimiento de “una sucursal de la Rusia 8. Expresidente del Banco del Brasil, Brant hizo algunas críticas a la política económica argentina, especialmente a los excesivos beneficios concedidos a los grupos exportadores que, según él, contribuían al déficit púbico, la inflación y el aumento de la deuda externa. Hizo, por otra parte, loas a la gran producción de cereales, la mecanización de la agricultura y de la ganadería. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 33 roja en Sudamérica” (BAGGIO, 2008, p. 441) con consecuentes repercusiones negativas a los vecinos, como el Brasil. Los años de Vargas El octubre de 1930, hubo un cambio político importante en el Brasil. Apoyado por distintos sectores sociales, que incluían parte descontenta de las oligarquías, militares de baja y media graduación (los tenientes) y algunos grupos urbanos, Getúlio Vargas llegó al poder por medio de las armas en un proceso que él, sus aliados y parte de la historiografía llamaron Revolución de 1930. Presidente del país durante 15 años ininterrumpidos (1930 a 1945) fue el político que más tiempo lideró el Poder Ejecutivo brasileño en el siglo XX. Nacido en São Borja, ciudad de la provincia de Río Grande del Sur en la frontera con la Argentina, Vargas hizo un gobierno que reforzó la centralización política con la extinción de los partidos provinciales. Autoritario durante la mayor parte del tiempo en que estuvo en el poder, el político gaúcho9 tomó importantes medidas como el fuerte estímulo a la industria nacional para sustituir importaciones y disminuir la dependencia económica que el Brasil había construido alrededor del café, su principal producto de exportación. Además, Vargas creó leyes que favorecieron a los trabajadores urbanos que luchaban hacía décadas por derechos como la jubilación, las vacaciones y el salario mínimo. Al mismo tiempo, hubo una fuerte represión a los sindicatos anarquistas, comunistas o simplemente no alineados políticamente con el gobierno. Esos aspectos explican parcialmente por qué algunos historiadores brasileños definieron especialmente el período del Estado Novo (1937-1945) como una de época de “modernización autoritaria” (FAUSTO, 2006, p. 91). El historiador Eduardo Munhoz Svartman (1999) analizó las visiones respecto de la Argentina de la élite diplomática brasileña, compuesta por diplomáticos, políticos y militares, justamente 9. En el Brasil, así se llama el que nace en la provincia de Rio Grande do Sul. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 34 durante ese período dictatorial de Vargas, el llamado Estado Novo (1937 a 1945). En ese momento, el Brasil se alineó geopolíticamente con los Estados Unidos, mientras que la Argentina adoptó una posición de adhesión meramente parcial al panamericanismo defendido por el gobierno de Wáshington. Además, optó por la neutralidad en la Segunda Guerra Mundial. Aunque desde el punto de los discursos protocolares, las relaciones fueran de amistad y cooperación, los elementos militares conservadores de la élite diplomática brasileña construyeron la imagen de que la Argentina era un enemigo potencial del Brasil, de que el vecino del Plata buscaba la hegemonía militar y económica, lo que justificaba el constante monitoreamiento. Aunque se trate de un trabajo de historia de las relaciones internacionales, las fuentes históricas leídas por Svartman muestran que prejuicios culturales más profundos estuvieron presentes subrepticiamente en documentos diplomáticos reservados, que trataban de temas como el poder militar, la situación económica y la política interna y externa argentinas. Como ejemplo, existe un informe de 1942 firmado por Heitor Lyra, jefe interino de la legación brasileña en Buenos Aires. Al analizar las razones que llevaban a la Argentina a no apoyar a los Estados Unidos en la lucha contra los países del Eje, escribió Lyra: “Esa prevención se explica, antes de todo, por el excesivo amor propio del pueblo argentino, aquella presunción andaluza a que se refería [el Barón de] Rio Branco, que le da la pretensión de ser en América la única nación capaz de contrariar o hacer frente a la política del Departamento de Estado de Estados Unidos” (LYRA, Heitor, 09/02/1942 apud SVARTMAN, p. 156). Más recientemente, el libro de la historiadora Raquel Paz dos Santos (2012) hace una investigación acerca de las iniciativas de cooperación cultural entre el Brasil y la Argentina entre los años 1930 a 1954. Dos Santos critica lo que define como el “paradigma de la rivalidad”, es decir, la idea, presente en muchos autores, de que las relaciones entre los dos países serían marcadas históricamente R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 35 y de modo ineludible por la competición y la desconfianza. Para ella (p. 35), “esa producción [académica] se nutre de ese imaginario [de rivalidad intrínseca] y lo refuerza, convirtiéndose en un constructo resistente a la crítica”. Dos Santos constata que la cooperación cultural en el período no fue hecha sólo por agentes estatales, sino que artistas, intelectuales, académicos y otros elementos participaron del tránsito simbólico entre las dos sociedades. En su trabajo hay un importante relevamiento de decenas de iniciativas de intercambio cultural en el período, como ediciones de libros, exposiciones de artes, intercambios entre museos y sociedades científicas, construcción de institutos culturales y de monumentos, actividades ligadas al panamericanismo escolar y misiones de estudiantes, profesores de universidades, artistas (escultores, pintores, músicos y atores) y sindicalistas.10 Los acuerdos y convenios culturales fueron fortalecidos especialmente después de las visitas del presidente argentino Agustín Pedro Justo al Brasil en 1933 y la retribución de Getúlio Vargas en 1935. Meses después fue creado el Instituto Cultural ArgentinoBrasileño en Buenos Aires (1933) y el Instituto Brasileiro-Argentino de Cultura en Río de Janeiro (1934), ambas, instituciones que promovían la cultura y el conocimiento mutuo. El modelo de los institutos no tardó en llegar a ciudades como Rosario, Córdoba, Porto Alegre y San Pablo.11 Bajo el liderazgo del argentino César 10. El relevantamiento hecho por Raquel Paz dos Santos (2012) es bastante importante, porque puede contribuir para trabajos académicos futuros que analicen casos específicos como, por ejemplo, la interacción entre artistas plásticos brasileños y argentinos en los años 1930. Otro campo que parece poco explorado en investigaciones historiográficas es el intercambio entre las sociedades médicas de las dos naciones, que colaboraron en investigaciones conducidas conjuntamente (SANTOS, 2012, p. 222). 11. Desde 1995, la Plaza Buenos Aires cuenta con una escultura de bronce y granito en homenaje a la cultura argentina que se llama “O Tango”, de autoría del artista argentino Roberto Vivas. La obra fue un regalo del Consulado General de la República Argentina a la ciudad de San Pablo. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 36 Viale, presidente del Instituto porteño, se inauguró en 1946 un busto de bronce en homenaje a Tiradentes, mártir de la independencia del Brasil, en la Capital Federal. La obra fue financiada por donativos de políticos, bancos y asociaciones empresariales argentinas. En retribución, los brasileños que vivían en Buenos Aires hicieron una recaudación que permitió la construcción de una estatua de Bernardino Rivadavia, edificada en la Plaza Buenos Aires, localizada en Higienópolis, uno de los barrios más ricos y centrales de aquélla ciudad que ya era por entonces la más rica del Brasil, San Pablo. Además de esas iniciativas, pueden ser citadas muchas otras como la “Coleção Brasileira de Autores Argentinos”, iniciativa editorial que entre 1938 y 1951 tradujo y publicó nueve obras no-ficcionales de intelectuales argentinos (SANTOS, 2012, pp. 190-197). Entre tanto, algunas fuentes históricas destacadas por Raquel Paz dos Santos muestran que las relaciones culturales no estuvieron totalmente desconectadas del mundo político y militar. En 1943, en un contexto donde eran grandes las desconfianzas de la diplomacia y de la prensa brasileñas respecto de los intereses geopolíticos del gobierno del GOU,12 que mantuvo la posición del país neutral en el conflicto mundial, el agregado cultural de la Embajada argentina en Río de Janeiro, Eugenio Julio Iglesias, destacó, en un documento oficial, que había presenciado demostraciones de sentimientos antiargentinos. Recordó especialmente un hecho que ocurrió en 1943, cuando un grupo católico de una pequeña ciudad de la provincia de San Pablo lanzó un volante invitando a la población a no ir al cine a ver el estreno de la película argentina Embrujo (1941, dirección de Enrique Susini) porque “concurrir significaba apoyar a la quinta columna argentina, a nuestros enemigos del Plata” (IGLESIAS, Eugenio Julio, 01/04/1944 apud SANTOS, 2012, pp. 150-151). 12. El Grupo de Oficiales Unidos (GOU) fue un grupo militar nacionalista, anticomunista y ultracatólico, que dio un golpe de Estado en la Argentina en 1943. Durante los casi tres años de gobierno autoritario del GOU, el coronel Juan Domingo Perón acumuló los cargos de vicepresidente, Ministro de Guerra y Secretario de Trabajo. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 37 Irónicamente, esa película, que transcurre en el Brasil durante el siglo XIX, había sido muy bien recibida por la crítica brasileña, de acuerdo con la investigación de Arthur Altran (2016, p. 149). El investigador analizó los obstáculos que la producción cinematográfica argentina tuvo al intentar conquistar espacio en el mercado vecino entre los años de 1935 y 1945. La industria argentina estaba entonces en un estado de desarrollo cualitativo y cuantitativo muy superior a la brasileña, comprobable por los datos de producción y por los constantes elogios publicados en las revistas cinematográficas brasileñas del período. Algunas películas, como La guerra gaucha (1942, dirección de Lucas Demare), fueron exhibidas en el Brasil por muchos meses consecutivos, alcanzando considerable público. Sin embargo, el público local tenía, en general, una “dieta cinematográfica servida por Hollywood” y los productores argentinos tuvieron muchas dificultades para crear un sistema de distribución eficaz. Según Altran, influyeron también importantes cuestiones geopolíticas, pues la presión estadounidense sobre la dictadura argentina que llegó al poder en 1943, dificultó mucho la actuación de los estudios argentinos en América Latina y restringió fuertemente el acceso a la película virgen, materia prima fundamental a la industria cinematográfica, lo que llevó a una grave caída en la cantidad de películas producidas. Los años 1940: lecturas plurales Un tanto más complejas fueron las impresiones producidas en el Brasil sobre la Argentina entre fines de los años 1930 y el avance de los años 1940. El relativo antagonismo que marcó las circunstancias políticas enfrentadas por los dos países a lo largo de ese período, fue en parte responsable por las variantes de ideas y los análisis que circularon en la prensa brasileña acerca de la nación vecina. A diferencia de una tendencia acentuada en las décadas anteriores –retrocediendo al siglo XIX–, es posible observar la construcción de representaciones que, según el período, se presentaban o predominantemente negativas o positivas en su forma general, especialmente en la década de 1940. Tales puntos de vista se R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 38 volvieron menos definidos y la Argentina surgió en las páginas periódicas brasileñas de manera múltiple y más ambigua. Si antes el elemento comparativo que tradicionalmente guiaba las lecturas de los intelectuales del Brasil acerca del país argentino era la dicotomía civilización-barbarie (que no enmudece), ahora se agregan otros factores que influyen y atraviesan el eje de opinión. A partir de mediados de los años 1930, en especial tras la eclosión de la Guerra Civil Española (1936-1939) y, sobre todo, cuando en consecuencia Europa se sumerge en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), entraron en escena en los debates político-intelectuales de ambos países los temas altamente radicalizados del fascismo y antifascismo, así como, en su combinación interna, la contraposición entre autoritarismo y democracia. La profundización de estas cuestiones ideológicas en el campo político argentino y brasileño, que también penetraban en las diferentes esferas sociales, con relevancia para la cultura, escindieron y fragmentaron lo que se decía y se pensaba en el Brasil sobre el país fronterizo. No se trataba más que de elogiar el progreso material argentino, con sus ciudades modernas, elegantes y cosmopolitas, y su aparente “envidia” europea o, por ejemplo, de frenar polémicas formales y técnicas, más o menos “innocuas”, en torno a las estéticas artísticas de vanguardia manifestadas allí y aquí. Pero sí, y aprovechando la relación con este último aspecto con lo que afirma Raúl Antelo (1986) al estudiar el encuentro de Mário de Andrade con escritores hispanoamericanos, en aguzar tales críticas y apuntes atribuyendo, de manera mucho más enfática a partir de la segunda la mitad de los años treinta, una perspectiva política a esas vías de comparación, a los caminos de acceso y aprendizaje del “otro” próximo. Así nos remite Antelo a la transición por la cual pasó el autor de Macunaíma en el transcurso de los años 20-30: “El Mário de Andrade vanguardista de 1926 siente curiosidad por todas las experiencias de renovación estética. Pero el Mário de 1934-1936 ya tenía más en cuenta la acción social del intelectual” (1986: 33). Por lo tanto, “a falta de sí mismo, Mário piensa en términos políticos. Y así actuando, alcanza una síntesis coherente y contemporánea”, vinculada a la sociedad de su tiempo (p. 118). R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 39 La dimensión político-ideológica, como se debe notar, va a adquirir peso fundamental en la elaboración de textos analíticos o de opinión relativos a la Argentina en ese período; incluso los que invocan estrictamente la perspectiva cultural de sus lecturas respecto a la nación argentina, explícitamente o entre líneas traen reflexiones que pueden ser asimiladas a la coyuntura política, tanto la del país del que se escribe cuanto de aquél desde donde se escribe. Éste es un fenómeno sobre el que resalta el sociólogo Antonio Cándido (1984) al discutir el modo en que se ampliaron las relaciones entre cultura y Estado en el pos 1930, debido de manera significativa a la “sorprendente toma de conciencia ideológica de intelectuales y artistas, radicalización que antes era casi inexistente”. En cuanto afirma: hasta “incluso los que no se definían [y] los que no tenían conciencia clara del hecho, manifestaron en su obra ese tipo de inserción ideológica, que da contorno especial a la fisonomía del período” (1984, p. 27- 28). Cándido no restringe la asunción de ese posicionamiento ideológico entre los intelectuales a las filiaciones o simpatías partidistas. Se trata, en primer plano, particularmente en ese momento inicial –antes, queremos decir, de 1937, cuando Getúlio Vargas dio una solución autoritaria a las presiones sufridas por su Gobierno Provisional (1930-1934) y que continuaron en su fase Constitucional (1934-1937)– de una toma de conciencia “social”, de rechazo a los “viejos patrones”, de un compromiso asentado en el inconformismo. Sin embargo, un cambio notable ocurrió cuando el Estado Nuevo (1937-1945) fue instaurado. Para hacer viable el proyecto político-pedagógico de su gobierno, Vargas inició un intenso proceso de “cooptación” de intelectuales y artistas para actuar dentro del régimen como agentes productores y promotores del ideal de nación que deseaba construir. Hubo especialmente la vinculación de muchos intelectuales modernistas (de diferentes orientaciones) con la dictadura, cuya colaboración resultó en acomodamientos y tensiones. Entre los que defendían proyectos culturales más innovadores y que lograron mantener cierto margen de oposición, estaban Carlos Drummond de Andrade, Cândido Portinari, Mário de Andrade y los arquitectos Lucio Costa y Oscar Niemeyer, que se integran al R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 40 Ministerio de Educación de Gustavo Capanema. En el ala conservadora, más sintonizados con la política estatal, orbitando a Lourival Fontes y al Departamento de Prensa y Propaganda, Cassiano Ricardo, Menotti del Picchia y Cándido de la Motta Filho (VELLOSO, 1987, p. 5). La adhesión a la política cultural del Estado Nuevo de tantos intelectuales que iniciaron su proyecto renovador allá en los comienzos del movimiento modernista, sería en cierta forma la conclusión de un lento paso que los escritores del Modernismo habrían comenzado a emprender desde el final de los años 1920, la década de los ensayos, de un “proyecto estético” a un “proyecto ideológico” (LAFETÁ, 2000). Esta transición, que de hecho sería un cambio de énfasis, y no un intercambio que anularía un proyecto en favor del otro, habría ocurrido de conformidad con una sensibilidad política que estaba puesta en el orden del día a partir de 1930 y que en el transcurso de aquel decenio se acentuó con el recrudecimiento de la lucha ideológica entre nazifascismo, comunismo, socialismo y liberalismo, reflejada, en el Brasil, en las disputas entre la derecha integralista y la izquierda comunista. El giro realizado por las vanguardias estéticas, ansiosas por participar de la vida nacional, se destaca por la búsqueda en excavar y descubrir, incitadas por los llamamientos políticos, los vínculos de la ideología con el arte, de manera de proyectar para sí y para su producción artística una función social. Así, según Lafetá, “por la agudización de la conciencia política” de la época, el “proyecto ideológico” suplantó el “proyecto estético” (2000, p. 29). Esta “conciencia política” no fue, obviamente, monopolio de los escritores de inspiración modernista que se adhirieron en mayor o menor medida al proyecto cultural de la dictadura. En los márgenes del aparato cultural del Estado Novo se movían proyectos alternativos, de grupos de la intelectualidad que se mantuvieron en contra del régimen, sin establecer con él un vínculo o colaboración. A estos intelectuales les quedaron escasas opciones, pues además de la censura, también se hacía presente la persecución política, que amenazaba los derechos individuales con juicios, prisiones y torturas, siendo el exilio el camino recorrido por muchos. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 41 Estos aspectos tomados en consideración nos obligan a aclarar que la mención a estas dos categorías amplias (de intelectuales “cooptados” y “no cooptados”) no conforman simplificadamente una dicotomía cerrada, ya que no había pleno antagonismo de opiniones que hiciera de cada uno núcleo del todo homogéneo –modelos de adhesión– enfrentamiento a la dictadura. El opuesto de eso, sí, pues en el seno de cada grupo había gradaciones, perspectivas que no se alineaban y que marcaban el tono de la complejidad en la relación establecida entre el Estado Nuevo y los intelectuales. Serán tales formas complejas de expresión, ambiguas en muchos casos, las que van a aparecer en los textos sobre la Argentina elaborados por escritores que ocupaban esos espacios permeables a fines de los años 1930 y en la década de 1940. Es válido notar que sensibles diferencias dividen lo que en el Brasil se escribió sobre el país vecino, antes y después del surgimiento en el escenario político de la figura de Juan D. Perón, lo que hace necesario insertar un doble corte temporal. Podemos decir que de la implantación del Estado Novo en 1937 al golpe militar argentino de 1943, a partir del cual se gesta el liderazgo personalista de Perón, la Argentina fue un asunto que despertó en la intelectualidad brasileña un interés mayoritariamente centrado en la cultura y en los aspectos sociales de aquella región, a ejemplo de los artículos de prensa de Gilberto Freyre y Mario de Andrade. Organizado por Edson Nery da Fonseca, el libro Americanidade e Latinidade da America Latina e outros textos afins (2003) reúne ensayos y artículos periodísticos que, en su mayor parte, fueron escritos por el sociólogo Gilberto Freyre, a lo largo del año 1941 durante su viaje por la ciudad de Buenos Aires, Río de la Plata (Paraguay, Uruguay, Argentina). En su conjunto, corresponde a un campo de reflexión poco explorado por el escritor pernambucano, el de las temáticas referidas al continente latinoamericano. Los textos dedicados a la Argentina, escritos algunos en el calor del momento, cuando aún estaba alojado en la ciudad de Buenos Aires, aunque publicados sólo después, reflejan su preocupación casi exclusiva por la dimensión cultural, obliterando referencias políticas. En los cinco artículos de la colección en que promueve R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 42 sus impresiones sobre la Argentina, transita por asuntos que no escapan a un “matiz etnográfico”, interesado en los detalles y en lo cotidiano. En un primer artículo, dedica sus ideas al encuentro con los exiliados republicanos, destacando los proyectos culturales que el grupo venía promoviendo en la capital porteña; en otro, elogia el cosmopolitismo argentino, tomando como ejemplo su tradición hotelera, construyendo una comparación métrica entre el Brasil rural y la Argentina metropolitana; en el siguiente, presenta, como el mayor divulgador de las “letras brasileñas en los países de lengua española”, la figura del traductor Benjamín de Garay, que en la ocasión acababa de traducir Casa Grande & Senzala. También escribe sobre Ricardo Sáenz Hayes, admirado como un pensador de la mayor grandeza del paisaje del Brasil. Para Freyre, Argentina debería ser, en síntesis, tomada como un ejemplo de civilización, en especial por su tradición erudita y por su política de valorización del patrimonio histórico: “Entre los aspectos más expresivos de la vida argentina y de la organización de su cultura, algunos se imponen a la atención del brasileño con el vigor de ejemplos magníficos. [Uno de ellos es] el culto que allí se presta [...] a los grandes hombres de armas y a los grandes hombres de letras. A los artistas y a los científicos. A los estadistas y a los poetas [...]. Buenos Aires posee, además del Cabildo restaurado, el Museo Histórico Nacional [...] el Museo Mitre y el Museo Sarmiento [...]. Todo ese esfuerzo de conservación [...] podría y, en mi opinión, debería tener entre nosotros el culto de nuestros grandes hombres [...]. En la Argentina, como en los Estados Unidos, parece haber mayor empeño que en el Brasil, [...] en conservar vivas y en contacto con el cotidiano nacional, las grandes personalidades del pasado” (FREYRE, 2003: 83-85). La cultura también fue el tema primordial de los análisis de Mário de Andrade sobre la Argentina. Su relación con la producción cultural de aquel país fue estudiada por Patrícia Artundo (2004), que demostró cómo, a pesar de un breve retraimiento en R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 43 los contactos establecidos con escritores argentinos, el poeta modernista mantuvo ininterrumpido, desde la década de 1920 hasta el final de la vida, su interés por las manifestaciones literarias y artísticas del país hermano. Entre los temas privilegiados por el autor de Macunaíma acerca de Argentina estaban la literatura, la música, las artes plásticas y la cultura popular, expresa definitivamente en su agudo empeño en conocer los estudios sobre el folclore producidos en el país vecino. Artundo afirma, apoyada en exacta investigación documental, que la Argentina se materializó como un espacio privilegiado de reflexión para Mário de Andrade, al punto de que su acercamiento con aquel país y sus problemáticas pudo haber influenciado “su propio desarrollo intelectual” (2014, p. 18) . La tónica cultural, sin embargo, pasa a convivir, de 1945 en adelante, especialmente después de la victoria peronista en los comicios de 1946, con un interés y preocupación cada vez más intensos por la política expresados por los intelectuales que se propusieron pensar la Argentina, política que se convertirá en un tema transversal que va a radiar múltiples perspectivas acerca del gran país del Plata. Una relevante producción académica ha lanzado una nueva luz sobre las relaciones argentino-brasileñas en el decenio de 1940. Los personajes analizados componen un conjunto heterogéneo de personalidades del universo cultural del Brasil y comporta individuos de diferentes orientaciones artísticas y políticas, como los ya citados Gilberto Freyre y Mario de Andrade, además de Monteiro Lobato, la pareja Lidia Besouchet y Newton Freitas y algunos intelectuales que frecuentaron las paginas del diario carioca A Manhã, órgano oficial del gobierno de Getulio Vargas, principalmente Menotti del Picchia. Algunos de estos intelectuales, como Mario de Andrade y Monteiro Lobato, venían de una larga trayectoria de diálogo con la Argentina; otros, como Besouchet y Freitas, sólo en el exilio establecieron contacto con el universo cultural porteño. En cuanto al lugar estratégico de los intelectuales como mediadores en el intercambio cultural que la Argentina y el Brasil tejieron en las primeras décadas del siglo XX, importantes contribuciones han sido producidas también en el campo de los estudios R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 44 literarios. Son trabajos que se centran en fuentes primarias oriundas de los intercambios epistolares entre autores, editores, críticos, traductores, así como en material de publicaciones periódicas y editoriales. Las tesis de doctorado de Maria Paula Gurgel Ribeiro (2008) y Thaís de Mattos Albieri (2009) son ejemplos de cómo tales perspectivas han atraído el interés de los investigadores. Ambas asumieron como objeto de estudio las relaciones que Monteiro Lobato estableció con la Argentina en un lapso de casi treinta años, acompañados por las iniciativas que el creador de Jeca Tatu promovió en el esfuerzo de concretar un diálogo intelectual entre los dos países, proyecto que encontró en el escritor y editor Manuel Gálvez y en el traductor y también editor Ramón Prieto, entusiasmados interlocutores. Conforme con lo que las investigaciones de las dos autoras nos permiten concluir, la Argentina que encanta a Lobato es la argentina lectora, del mercado literario, de las modernas revistas de cultura, de las casas de edición y del comercio popular de libros. Son raros los textos en que el escritor paulista menciona a la Argentina sin tocar esos temas que son, sin duda, los que más cautivan su interés. Orientado por esa afición, así se expresa tanto en una nota publicada en la Revista de Brasil, de la que era propietario y director, como en carta remitida al amigo y también escritor Godofredo Rangel, citadas seguidamente: “Hay un punto en que la superioridad de la Argentina sobre el Brasil es indiscutible: en sus revistas. Las tiene grandes, prósperas y en mejora cada vez mayor. ¿Por qué no hemos de conseguir lo mismo?” (apud RIBEIRO, 2008: 55). Entre las cosas futuras proyectadas [para la Empresa Editora Revista de Brasil] está una sección argentina, para lanzar cosas nuestras, traducidas, en el mercado de la lengua española, que es grande. Estamos estudiando nuestra asociación con la Cooperativa Editorial Argentina y una agencia de publicidad [...]. Ahora bien, todo esto para decirte que podemos echar también allá tu Vida Ociosa. Al mismo tiempo, aquí y en Buenos Aires. Y este hecho forzará aquí la atención del público (apud RIBEIRO, 61-62). R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 45 Esta última frase de la misiva de Lobato a Rangel recuerda una vez lo que le dijo Graciliano Ramos, autor de Vidas Secas, al traductor argentino Benjamín de Garay: “¿No es interesante que un libro escrito en San Pablo o en Río tenga que ir a Buenos Aires y pasar a otro idioma para ser leído en Alagoas? “(RAMOS apud MIA, 2008, p. 26). Será esa noción esclarecida, esa lucidez emprendedora acerca de las limitaciones del sistema de distribución de libros en el Brasil, lo que va a impulsar al escritor brasileño, en su “iluminación precursora”, como nombra Pagano a la actitud pionera de Lobato, a establecer e intensificar alianzas con editores, traductores y literatos argentinos en un flujo prácticamente ininterrumpido de fines de la década de 1910 hasta 1948, año de su muerte, porque veía que ese país constituía el gran distribuidor de libros para toda América Hispánica “(SOARES, 2007: 215). Por lo tanto, el más alfabetizado de los países de América Latina, en aquel tiempo, va a ejercer sobre Monteiro Lobato y sus proyectos culturales fuerte influencia, principalmente por el hecho de que el amplio público lector existente del otro lado de la frontera ha sido formado no sólo por la escolarización como por el impulso de la industria editorial y de las revistas (SOARES, 2007: 131), que comenzó a expandirse y a modernizarse a partir de 1920 (de DIEGO, 2006, págs. 63), justo cuando Lobato abrazó el oficio y el desafío de ser editor. En ese contacto, quiso entender cómo la Argentina estructuraba con éxito su mercado librero, quiso explorar iguales posibilidades de democratizar la lectura en el Brasil y quiso, por encima de todo, ser publicado y leído en español, lo que logró con gran éxito. El entusiasmo que Monteiro Lobato demostraba por la Argentina, en los años 1920, no desapareció en las décadas posteriores; en realidad, su admiración por aquel país pareció sólo intensificarse. No sería por menos, ya que, sexagenario, podía decir sin falsa modestia, aún en el auge de la fama, que prácticamente toda su obra se encontraba traducida al castellano y que, fruto de los vínculos editoriales y afectivos que había ido construyendo con el país a lo largo de los años, era ahora uno de los autores brasileños de mayor circulación en el mercado editorial de lengua hispana, sobre R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 46 todo por su literatura infantil. El gran salto –de cerca de cinco traducciones entre 1921 y 1938, hasta aproximadamente veintitrés libros de su autoría vertidos al español entre 1943-47 (SORÁ, 2003)– ocurrió en gran medida debido no sólo al estrechamiento de su contacto con editores y traductores en el período referido sino, particularmente, al exilio, que lo lleva a vivir en Buenos Aires en junio de 1946. Su biógrafo, Edgard Cavalheiro, afirma que “los primeros meses del brasileño en Buenos Aires (fueron) de “puro encantamiento”, (apud ALBIERI, 2009, página 258). La acogedora recepción lo ha convertido en el centro de efusivos homenajes en tierras porteñas. Monteiro Lobato fue exhibido por las autoridades del gobierno peronista “como un valioso trofeo de la causa de la integración americana” (GARCÍA, 2015: 177), a lo que supo retribuir, publicando, bajo el pseudónimo de Manuel P. García, su único libro escrito originalmente en español: La Nueva Argentina. El contenido era explícitamente favorable a la política peronista y, tras una pequeña tirada de estreno por la Editorial Acteón, de la que era socio fundador, había negociado con el gobierno para ser editado y vendido a gran escala, como un instrumento de propaganda oficial. El libro, orientado hacia el público infantil, “afirmaba rotundamente la supremacía argentina en América del Sur en función de su nuevo programa político” (GARCÍA, 2015: 177). De algún modo, el proyecto de preparar una obra en los moldes de lo que fue La Nueva Argentina parecía estar presente en las intenciones de Lobato tan pronto posó sus pies en el país que sólo conocía a la distancia. Es lo que sugiere su respuesta a un periodista local cuando éste le preguntó: “—¿Qué proyectos trae?”. “—Primero, ambientarme física y intelectualmente, en el sentido de conocer las letras y las artes de este país. Estoy leyendo los libros argentinos fundamentales, como Martín Fierro, Don Segundo Sombra y también la producción de los grandes autores de la hora cuyas obras me habrán de explicar la realidad argentina […] Posiblemente escriba libros infantiles basados en asuntos de ese país. Pero no sé, no sé todavía... (apud RIBEIRO, 2008, p. 183). R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 47 A diferencia de la mayoría de los intelectuales brasileños que compartieron la misma postura antigetulista de Monteiro Lobato, su férrea oposición al gobierno de Vargas, que le costó la libertad en dos ocasiones, no se convirtió en antiperonismo convencido. Aunque no fue un adepto confeso del gobierno de Perón, sus simpatías hacia él eran obvias. Y el hecho de que aquel régimen haya sido acusado por la mayor parte de la intelectualidad argentina de la época de autoritario e incluso totalitario, no afectó la imagen positiva que el escritor tenía del país, en especial porque, viviendo allá, testimonió con aprobación sobre el soplo de prosperidad que el presidente peronista inyectaba en la sociedad argentina, con nítidos avances en el área social y económica (DEVOTO, FAUSTO, 2008). Menos impresionados, o más resistentes en reconocer los brotes de transformación social que el gobierno Perón trabajaba en el país, estaban Newton Freitas y Lídia Besouchet. Con enfoque en el estudio de la mediación y producción cultural, Lívia de Azevedo Silveira Rangel (2016) analizó la trayectoria de la pareja a lo largo del período en que vivieron exiliados en la Argentina. Conforme a la autora, Freitas y Besouchet vivieron doce años en Buenos Aires (1938-1950) y allí desempeñaron una intensa actividad intelectual. En el marco de una amplia red de contactos (literarios, periodísticos, editoriales), se dedicaron la mayor parte del tiempo a promover la cultura brasileña a través de una producción propia –especialmente de crítica literaria–, pero también a través de trabajos de traducción y edición (mediando la publicación de autores brasileños en el mercado de libros argentino, como Mário de Andrade, José Lins do Rego, Orígenes Lessa, Rachel de Queiroz), acciones que los hicieron importantes agentes del acercamiento cultural entre los dos países en la década de 1940. Afirma L.Rangel que, antes de la mudanza a la Argentina, los dos escritores habían actuado en la oposición a Vargas a partir de la militancia comunista. En esas condiciones se enfrentaron a la dura represión del gobierno. Cuando ya estaban instalados en la capital argentina, la situación del Brasil estaba definida: el presidente Getúlio Vargas había suspendido la normalidad institucional y decretado el R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 48 régimen cerrado de la dictadura. Sin perspectivas de un retorno cercano, la pareja se radicó en el país vecino. No fueron los únicos brasileños de aquella generación en buscar refugio político en el Río de la Plata. Uruguay y Argentina, en aquel período, recibieron un gran aflujo de brasileños exiliados de 1937 (OLIVEIRA, 2013). Otros regímenes autoritarios de América Latina y, principalmente, los conflictos de la Guerra Civil en España, el franquismo y la Segunda Guerra Mundial también produjeron sus levas de exiliados, y parte de ellos encontró en la Argentina un destino. Con respecto al país de acogida, Besouchet y Freitas nutrieron opiniones de sincero optimismo en un primer momento. Especialmente la capital, donde vivieron una década, fue traducida como un lugar excepcional, cuyas primeras impresiones fueron seguramente de deslumbramiento. Buenos Aires era “cosmopolita”, “universal”, “fantástica”, “generosa”, “la tierra prometida”, “la inmensa ciudadpampa”, donde esperaban encontrar oportunidades suficientes para ejercer el oficio de escritores. Sin embargo, hubo un corte preciso que separaba lo que había representado para ellos la Argentina antes y después del general Perón. Ambos estaban alineados en lo que el historiador Eduardo Jozami (2009) llamó “hegemonía antiperonista” en el campo intelectual. Según el autor, imperaba entre 1946 y 1955 un consenso político entre artistas, periodistas y escritores argentinos que los llevaba a adoptar una postura mayoritaria de oposición al líder justicialista. Más que eso, parte de la identidad de ser un “intelectual” en el país de los dos primeros gobiernos de Perón era necesariamente ser antiperonista (2009: 177). Enrostrados con intelectuales políticamente afiliados al pensamiento liberal y de izquierda (los más enfáticos adversarios de Perón), para la pareja había implicaciones sinónimas de haber sido en su momento antivarguistas, antifascistas y convertirse, en esas circunstancias, en antiperonistas. Sobre el período que la pareja consideraba como “primer exilio”, Freitas lo calificó como “una fase particularmente alegre” de sus vidas, aquélla que históricamente podríamos llamar la-Argentina-antes-de-Perón. La “época inquieta e irrepetible”, “sólo posible en un lugar y un tiempo: la Buenos Aires de los primeros años de la R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 49 década de cuarenta”, como afianza Emilia de Zuleta (1983: 158). Así aparece descrita por el brasileño: “Corrían los años 1939 [...] y Buenos Aires permanecía todavía como una especie de oasis, dentro de aquel compás de espera “neutralista” que presidía la entrada en escena de ese gordo y grotesco demagogo que se llamó [Juan] Domingo Perón. Vivíamos intensamente aquel intermezzo post-revolución española, entre la guerra europea y el ascenso de las dictaduras sudamericanas. [...] Todos los que intentaron permanecer libres, iban cayendo como moscas en la fantástica ciudad de Buenos Aires. La inmensa ciudad-pampa aceptaba todo, acogía a todos, asimilaba todo. Y nosotros, [...] fuimos, poco a poco conociéndonos unos a otros. Los españoles, franceses, paraguayos, brasileños, bolivianos ... Los grupos se fueron fortaleciendo [...] a expensas de la inagotable generosidad de la República Argentina. Las islas democráticas, liberales, izquierdistas, revolucionarias comenzaban a vivir de los mecenatos de las Victoria Ocampo, de los Oliverio Girondo ... y de los reductos defensores de las ideas progresistas” (FREITAS apud RANGEL, 2016). En efecto, había un clima de confraternización intelectual, de entroncamiento de ideas, que contribuyó a que la capital argentina se convirtiera en un granero de encuentros de escritores, artistas plásticos, poetas y traductores. Sin embargo, Newton Freitas se excede en presentar las condiciones de vida de un exiliado en Buenos Aires como absolutamente abiertas y receptivas. A pesar de las hipérboles, es importante entender que Freitas hablaba desde un punto de vista que Beatriz Sarlo (2011) ha señalado como la “otra Argentina”, aquella de la industria cultural, de las grandes empresas editoriales, de los periódicos literarios, de los teatros, librerías y cafés, siendo la otra cara de este mismo país “la Argentina reaccionaria y antimoderna”, sostenida por el Estado, la Iglesia y el Gobierno. Las dos Argentinas, aunque se chocaban frecuentemente, existían paralelas, como dos mundos opuestos con sus principios “intocables”. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 50 Durante el tiempo en que pudieron disfrutar de una coyuntura propicia tanto para la permanencia en aquel país como para la creación ensayística y literaria, Lídia Besouchet y Newton Freitas publicaron decenas de libros y artículos, traficando por temas que privilegiaban al Brasil como centro de reflexión, en lo que bien correspondía al trabajo que la pareja realizaba de divulgar la literatura, la historia y las artes brasileñas en la Argentina. De 1939 a 1945, publicaron en total cerca de 26 libros, editados originalmente en español, entre romances, biografías, libros de cuentos, traducciones, recopilaciones y prefacios (RANGEL, 2016). De este extenso conjunto, dedicaron tres libros para discutir la Argentina en su relación con el Brasil: Mauá en el Río de La Plata (autoría de Lídia Besouchet, publicado en 1942 por la Colección Problemas Americanos), Las relaciones comerciales argentino-brasileñas a través de un siglo (1940) y Brasil-Argentina: breve esbozo histórico-comercial (1942), ambos de Newton Freitas. En 1949, Lidia también escribiría Río Branco y las relaciones entre Brasil y la República Argentina. Con la excepción de Mauá (resultado de un trabajo de investigación histórica de Besouchet), los tres ejemplares citados fueron escritos por encargo y financiados por el gobierno brasileño, con recursos destinados a la política de cooperación internacional que el Brasil mantenía oficialmente con la Argentina por medio de la Embajada y de otros órganos gubernamentales (SANTOS, 2012). Además de esas publicaciones de cuño más oficial, la pareja a menudo recibía invitaciones para colaborar en la prensa brasileña con artículos sobre la Argentina. Escribieron para diarios de gran circulación de Río de Janeiro como O Jornal, de Assis Chateaubriand, y Diario de Noticias, liberal y opositor al régimen de Vargas. Se ocuparon, sobre todo, de temas relativos a las artes y la literatura. Debido al control estatal sobre los medios de comunicación, muy pocas veces abordaron directamente pautas políticas. En “El negro en el Río de la Plata” (El Diario, 8 de noviembre de 1942), Freitas ofrece otra visión de la Argentina, ajustada por la cuestión étnico-racial: R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 51 “La primera cosa que llama la atención de los brasileños que llegan al Río de la Plata es la casi ausencia del elemento negro en la población. Conociendo el volumen de las entradas de africanos en los siglos pasados [...], nos parece extraño que todo ese elemento se haya diluido en la masa de la población blanca. La absorción no parece haber sido la única causa de la desaparición del negro en los países del Río de la Plata [...]: la principal causa parece haber sido su inadaptabilidad al medio físico. [...] Todo parece indicar que las antiguas naciones negras se apagaron insensiblemente por falta de vitalidad biológica. [...]. De los negros del Río de la Plata, quedan naturalmente supervivencias [...]. Sin embargo, de cierta manera, estas supervivencias son relativamente pequeñas, comparadas con otros países, especialmente el Brasil”. A diferencia de las opiniones positivas que habían preponderado a principios del siglo XX entre los intelectuales brasileños acerca de la “superioridad racial” argentina, justificada por la entrada masiva de inmigrantes europeos en el país y por la proclamada ausencia de negros en aquella sociedad, el debate que comienza a manifestarse a partir de la década de 1930, con el que Freitas dialogaba, retoma los mismos argumentos deterministas de las teorías raciales con fines opuestos: demostrar la decadencia y los perjuicios culturales de una nación supuestamente homogénea. Los aspectos negativos de esa desaparición del negro en la formación de la identidad argentina son sutilmente introducidos por Freitas en las explicaciones que busca para tal fenómeno, ideas que va construyendo manteniendo el “Brasil mestizo” en el horizonte, como el ejemplo exitoso de una nación que empezó a reaccionar frente al retraso por medio de un proyecto nacional que apunta a la integración de la diversidad: “el negro, el indio y el mestizo, antes excluidos de la civilización [...] pasaron a ser enaltecidos como elementos del progreso” (SANTOS, 2012: 86) . Descartados los argumentos eugenistas de “emblanquecimiento” de la nación, abundantemente utilizados por la élite intelectual del Brasil para realizar elogios a la Argentina en un período anterior R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 52 a los años 1930, gana relevancia el discurso del mestizaje, que sirvió en sus propósitos político-ideológicos a la valorización de la cultura popular y a la búsqueda de un nuevo modelo de autenticidad nacional. Y es esa autenticidad nacional que, desde el punto de vista de Freitas, está en crisis en la literatura argentina de la década de 1940, justo porque “el cosmopolitismo y el progreso” no fueron capaces de mantener vivas las “más personales expresiones populares” de aquel país: el campo, el tango, el gaucho criollo. En un artículo anterior publicado en el mismo vehículo periodístico, con el título “O Pampa e Oporto” (O Jornal, 23 de agosto de 1942), Freitas retoma los binomios campo/ciudad y civilización/ barbarie para discutir la Argentina en su expresión literaria . En el caso de la Argentina, pero con referencias ancladas en las manifestaciones y proyectos culturales del Brasil, analiza la referida inercia del movimiento literario de aquel país, la cual, según cree, sería la responsable de imponer serios obstáculos al rescate de las raíces de su nacionalidad, cuya matriz estaría en la tradición católico-hispánica: “Lo que la Argentina presentó de más fundamental en su literatura fue durante el período de 1920 a 1930 [...]. Este período señala el ápice de la cultura argentina [...] Hasta entonces, la ciudad se dividía entre el puerto y la pampa. En el puerto, los marineros, los “compadritos”, la prostitución; en el campo, el estanciero, la peonada, la moral rígida. Entre estos dos extremos, una clase cosmopolita se iba formando, absorbiendo al elemento “criollo” [...]. Terminada esa fase, la literatura argentina (a excepción de Martínez Estrada), no presentó nada nuevo. [...] Estancar sus fuentes más puras de inspiración novelesca, con la decadencia del elemento “gauchesco” y con la absorción del campo por la ciudad [...]. La generación literaria que despunta trae consigo este problema: interpretar la ciudad [...] y el campo, la tradición, que nada tiene que ver con el cosmopolitismo y el progreso nacional. El desafío que la nueva generación de literatos y ensayistas argentinos debería enfrentar en la búsqueda de la “argentinidad”, por la expresión más pura y original de la identidad nacional, los R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 53 intelectuales brasileños aparentaban ya haberlo superado. O, al menos, es probable que Freitas tuviera idea semejante en el sentido de que, en la práctica, adopta como medida implícita de comparación la novela regionalista, que recibía cálida acogida en el círculo intelectual argentino, con la traducción de autores de varias corrientes como Monteiro Lobato, Graciliano Ramos, Rachel de Queiroz, José Lins do Rego, Jorge Amado y aún en el estudio sociológico Gilberto Freyre (SORÁ, 2003). Comprendiendo el valor que la literatura producida por los “novelistas de la generación de 1930” había ido adquiriendo en la Argentina, Freitas la proyecta en su crítica para elaborar una visión problematizadora de la literatura hecha en el país vecino, que según se deduce de su exposición, existía en contraste con lo que en el Brasil se realizaba hasta el momento: una literatura que, “expresando el pueblo en sus características más penetrantes”, se proponía servir de instrumento para la integración del país. Pecaban los escritores argentinos en no continuar profundizando la búsqueda de esos elementos originales de su cultura, opinión que habría condicionado a Freitas a interpretar que la literatura en la Argentina enfrentaba una fase de estancamiento, concomitante con un período inventivo y dinámico en el campo literario brasileño. “Al vivir en Buenos Aires y en contacto con diferentes corrientes de pensamiento, parece exacto afirmar que Freitas tenía conciencia de que el ideario nacionalista argentino imprimía un significado muy diferente al manifestado en el Brasil” (BEIRED, 1999: 221). Tanto que, al referirse a la cultura argentina, es de un “rescate” que habla y no de un sentido de “descubrimiento”, más acorde con la cuestión nacional brasileña. El historiador José Luís Beired, en el estudio comparativo realizado sobre la producción ideológica de los intelectuales de la derecha en el Brasil y la Argentina entre 1914 y 1945, explica a qué se debía esa “notable asimetría” respecto a la construcción de la identidad nacional en los dos países: “Mientras la nación brasileña era representada como algo incompleto, cuya conclusión estaba proyectada en el futuro, la nación argentina era encarada como una entidad R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 54 cuyos elementos formadores ya estaban dados en el pasado [...]. La imagen de la Argentina era la de un país otrora glorioso que se adentraba en un ciclo de decadencia [...]. [...], mientras que la identidad nacional argentina era presentada como extensión directa [...] de España, los intelectuales brasileños privilegiaban la particularidad de la nacionalidad brasileña [...], de modo que la nación no era un reflejo de la civilización europea, sino un fenómeno original, con gran dosis de autonomía histórica y cultural (1999: 227-228)”. Con el mismo propósito comparativo, Lídia Besouchet escribió sobre la producción literaria argentina en un artículo publicado en la revista paulista Planalto, destilando preocupaciones y perspectivas semejantes a las discutidas por Newton, aunque su provocación se dirigía más a los intelectuales brasileños. Interesada en mostrar al público de su país lo esencial de la obra de Benito Lynch, alardea por el hecho de que el novelista bonaerense, aclamado por su estilo realista y de coloración local, a pesar de haber sido leído por “la generación de Lobato” –que hacía de la Revista do Brasil “un vehículo de aproximación con Argentina”–, había sido ignorado por los que vinieron después de 1930 y que “empezaron a renovar el modo de pensar y de escribir en el Brasil”, inspirados en tradiciones populares y regionalistas. Intitulado “El pampa y su mayor expresión literaria”, el texto componía una serie de colaboraciones de la pareja para la revista Planalto, fundada en mayo de 1941 por un grupo de intelectuales de diferentes vinculaciones con el movimiento modernista. A pocos meses de su aparición, el periódico pasó a recibir asiduamente artículos firmados por los dos escritores, publicados en la sección “Cartas del Río de la Plata”. Fueron once contribuciones a lo largo de los once meses en que existió el quincenario cultural. Si bien fueron variados, allí la pareja abordó asuntos principalmente relacionados con la Argentina y su movimiento literario, desarrollado por medio del perfil de algunos poetas, novelistas y dramaturgos tales como María de Villarino, Norah Lange, Eduardo Mallea y Samuel Éichelbaum. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 55 Hasta 1945, Besouchet y Freitas fueron unánimes en emitir opiniones optimistas acerca de la Argentina. Sin embargo, a partir del ascenso de Perón, y del desencanto político que su victoria significó, se fueron haciendo más escasos los textos de autoría del matrimonio tratando específicamente temas argentinos. Aunque permanecieron en Buenos Aires por otros cinco años, habiendo vivido, presenciado y participado durante el primer gobierno peronista del enfrentamiento de la mayoría de los intelectuales con el Estado (y, tal vez, por eso mismo), en ese período prácticamente no se encuentran en el elenco de sus escritos públicos nuevas referencias directas al país que los acogió en el exilio (RANGEL, 2016). El silencio tiene que ver con las propias dificultades enfrentadas por la pareja en el contexto de las presiones y restricciones impuestas por el gobierno a la cultura, las cuales afecta a la gente de letras de un modo general. A pesar de que la actitud oficial de Perón ante las manifestaciones culturales de oposición, haya sido hasta cierto punto permisiva, el hecho de que el régimen se hubiera apropiado de los medios de comunicación de masas, radios, revistas y periódicos, además de los teatros y las universidades, en los que se podían realizar, profesionalmente, “escritores, artistas y científicos (CAPELATO, 2009: 127), fue lo que acarreó en gran medida la búsqueda de mejores condiciones de trabajo fuera del país. En esa fase disminuyó, por lo tanto, abruptamente el número de artículos publicados en la prensa argentina por la pareja, los cuales quedaron básicamente restringidos a las páginas del suplemento cultural de La Nación, y cayó de manera significativa el volumen de libros que consiguieron lanzar por editoras de aquel país. En 1950, finalmente la pareja dejó Buenos Aires, presionada una vez más por las condiciones políticas. Un buen ejemplo de cómo la subida de Perón al poder impactó las representaciones elaboradas sobre la Argentina por escritores y artistas brasileños, en la década de 1940, puede ser obtenida por medio de las declaraciones hechas por José Lins do Rego en dos ocasiones. La primera, en el año 1943, cuando visitó el Uruguay y la Argentina en misión cultural, y la otra, en 1949, al anunciar en una nota a la prensa la vuelta del amigo Newton Freitas a Brasil tras R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 56 doce años de exilio en la ciudad porteña. Si en 1943 el autor de Niño de Ingenio, que había viajado en carácter oficial para difundir la imagen del Brasil en los países vecinos, no ahorrará elogios a los literatos argentinos por el interés que ellos demostraban por la narrativa brasileña, seis años después parecía ya olvidada toda aquella buena impresión que el encuentro con la nata de la intelectualidad argentina le había causado. De ese primer contacto, registró: “Hay un interés formidable por la literatura [brasileña en la Argentina], no sólo moderna, sino también nuestra literatura clásica. Y un reflejo de ese prestigio está en el trabajo de divulgación de las editoriales. Actualmente, “Don Casmurro” está teniendo gran éxito [...]. Cuatro libros míos van a ser traducidos, incluso “Fuego Muerto” [...]. Para ello ya entré en entendimientos con los editores argentinos” (Diario Carioca, 10 de noviembre de 1943). Impresiona cómo la critica adversa que emerge de palabras años más tarde, aparenta estar motivada no por un cambio técnico, de análisis y observación, sino por una contrariedad política, por ver de modo despreciativo la experiencia populista en la Argentina. “La gente literaria de Buenos Aires es la más indiferente a lo que existe en literatura en América del Sur. El hombre de letras de la gran ciudad vive de Europa, en los mejores contactos con los centros de cultura de occidente. Nosotros no pasamos de exóticos, de curiosidad excitante [...]. El hombre de letras de la Argentina es un europeo de la cabeza a los pies. Por eso, tal vez, es que la demagogia criolla de Perón es tan popular. Se ve en Perón un hombre de la tierra, como fue Rosas. Y así el más grosero error asume la figura de una cosa legítima” (El Diario, 9 de febrero de 1949). El triunfo del peronismo desencadenó una ola de reacciones entre los intelectuales brasileños. Por un lado, estaban los que menospreciaban a Perón apasionadamente y por el otro, los que lo admiraban con fervor, además de aquéllos que, abdicando de los dos extremos, asumieron aún claras posiciones respecto a su R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 57 liderazgo político. En general, las dos tendencias solían estar relacionadas, en el Brasil, con la inmanencia de la figura de Vargas en el imaginario de esos intelectuales. Identificar la filiación política, durante el Estado Novo, de aquéllos que publicaron textos simpáticos o combativos al gobierno argentino post-1946 no define, sino que ayuda a comprender las bases ideológicas y de pensamiento que sostenían las diferentes posturas. Los que conciliaban el discurso con la corriente antiperonista fueron, en gran parte de las veces, los mismos que confrontaron a Getúlio Vargas en su régimen autoritario, ya fuera dentro del gobierno o en una línea de franca oposición. Y aquéllos que expresaban sintonía con las opiniones favorables al presidente argentino, casi siempre venían de una trayectoria de explícita alianza con la dictadura getulista. En la prensa brasileña del período de la redemocratización (1946-1951) las voces de personalidades ligadas a las letras y a las artes que apoyaban el peronismo eran minoritarias. El ejemplo del escritor Menotti del Picchia, que en una entrevista al diario Jornal de Noticias, de la ciudad de San Pablo, declaró a la Argentina un país “visceralmente democrático”. Un registro entre pocos, si se compara al número expresivamente mayor de intelectuales que se declararon críticos contundentes de la Argentina bajo el régimen de Perón. Intelectual vinculado al grupo “Verde-Amarillo”, vertiente conservadora del movimiento modernista, aliado de Getúlio Vargas durante el Estado Nuevo, Menotti del Picchia produjo un relato sintomático del clima polémico que rodeaba las referencias internas al país vecino. Elogiando el espíritu libre de aquel pueblo fue, sin embargo, evasivo al tocar en uno de los puntos sensibles en aquel momento: el gobierno de Juan D. Perón. “—Circunstancias casi espectaculares me pusieron en la Argentina, frente a frente con su vibrante espíritu democrático y libertario. Ellos allí, como nosotros aquí, quieren libertad como condición de vida. A pesar de lo que se puede decir o pensar del pueblo platino, lo cierto es que es sustancialmente democrático y cualquier régimen que pueda restringir aquellas franquicias que Rivadavia, Alberdi, Mitre, Sarmiento le aseguraron [...] tiene, de parte del pueblo, instantáneo repudio. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 58 “—¿Cree, entonces, que el “peronismo” no encuentra clima en el país vecino? “—A mí no me interesa el ‘peronismo’ u otros fenómenos universalmente peculiares del momento [...]. Lo que me preocupó fue auscultar el verdadero sentido nacional y ése es visceralmente democrático” (Diario de Noticias, 8 de agosto de 1947). Con el pretexto de ver a fondo el “alma” del pueblo argentino, de percibir allí su esencia, el escritor, que en la fecha de la declaración al periódico recién había llegado de un viaje a Buenos Aires, donde participó en el Congreso de Editores y Libreros, esquiva analizar la situación política de la Argentina dirigiendo la conversación a temas literarios, de donde brotan comentarios y críticas. La maniobra de Menotti del Picchia puede muy bien ser interpretada como un indicio de simpatía por Perón y su gobierno de base popular y nacionalista. Al final, atar la palabra “democracia” a la Argentina de ese período, en el embate de las perspectivas ideológicas de la época, es casi una declaración de adhesión a las directrices del peronismo. Pero debido a las ambigüedades de su discurso, no podemos afirmar que el varguismo del escritor lo haya convertido en un intelectual peronista, aunque, conforme a lo implícito en sus palabras, parezca mucho más inclinado a ofrecer una opinión crítica maleable al gobierno de Perón de lo que lo estaba otro poeta y escritor paulista, Jamil Almansur Haddad, cuando prestó idéntica declaración al periódico Noticias pocos meses después. “Para un escritor en viaje de observación por un país como la Argentina, las perspectivas son desalentadoras. Realmente, el peronismo, como todas las dictaduras es un régimen contra la cultura [...]. El peronismo es una dictadura y la peor de todas, porque busca disimularse bajo la máscara de la legalidad. No puede ocultar sus raíces fascistas, nazis, falangistas, clericales [...]. La cultura no puede medrar fuera de un clima de libertad. El amordazamiento de la prensa acobarda a los escritores [...]. Toda la dictadura castra mentalmente” (Diario de Noticias, 28 de marzo de 1948). R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 59 Haddad también regresaba de un viaje a la Argentina y, sin embargo, sus impresiones fueron en casi todo opuestas a las de su paisano. Vio dictadura y censura donde Menotti del Picchia vio democracia y libertad. Tal discrepancia, como mínimo, revela divergencias ideológicas de naturaleza ya mencionada, pues Jamil Haddad formaba parte del coro de intelectuales opositores al régimen de Getúlio Vargas durante la fase de mayor autoritarismo. En los años inmediatamente posteriores a la guerra, sobre todo debido a la orientación de la política exterior del general Perón, la Argentina fue vista por diferentes segmentos de la sociedad brasileña como una nación amenazadora. Había un interés vigilante por las noticias que llegaban del poderoso país del Plata y el Brasil oscilaba entre relaciones cordiales y problemáticas mantenidas con la nación argentina (SANTOS, 2012). Durante ese período, la mayoría de las veces, las noticias que circulaban sobre la Argentina y el peronismo en la prensa brasileña abusaban de representaciones negativas, acentuando las rivalidades. Con Vargas elegido en 1951 y asumiendo Perón en el mismo año la continuidad de su gobierno, estaba consolidada la coyuntura que llevaría a que los intelectuales inflamaran aún más un discurso virulento respecto a la Argentina, siendo Getúlio y Perón categóricamente acusados de cómplices ideológicos al perpetuar sus dictaduras en América del Sur. El primer peronismo desde el Brasil No tardó mucho para que el antiperonismo cruzara las fronteras. El rápido fortalecimiento político de Perón coincidió con el retorno del Brasil a la democracia después de años de gobierno dictatorial de Vargas. Temerosa, la prensa liberal conservadora del Brasil tuvo un papel muy importante para que este país y la Argentina no hubieran firmado acuerdos económicos y políticos significativos en el período (SANTOS, 2015). En estos periódicos, las críticas al peronismo estaban ligadas principalmente a la defensa de los derechos individuales, especialmente a la libertad de expresión. De este modo, numerosos artículos, editoriales y caricaturas fueron publicados para denunciar el R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 60 creciente autoritarismo del justicialismo. Bajo este prisma, estos medios se presentaron como paladines del liberalismo. Al mismo tiempo, el análisis de las fuentes históricas mostró un profundo rechazo de esta parte de la prensa a la participación popular más amplia y a la ampliación de los derechos sociales. Insistentemente, medidas laborales del gobierno argentino fueron descritas como mera demagogia, lo que demuestra la posición conservadora de tales medios.13 En las páginas de periódicos como Tribuna da Imprensa y la revista O Cruzeiro, los partidarios del justicialismo fueron clasificados en varias ocasiones como una “masa fanática y bárbara” que actuaba bajo los impulsos primitivos y era seducida por una fuerte propaganda. Para estos medios, era deber de los “grupos más ilustrados” luchar por el rescate de la democracia y de los valores de la civilización que habían sido subvertidos. Al informar respeto de una revuelta armada contra el gobierno argentino, la revista O Cruzeiro describió así los dos lados del conflicto: “Los civiles también están divididos en iluminados y fanáticos, es decir, las personas conscientes, que sufren de la falta de libertad, y la gente envenenada por la ponzoña del justicialismo, capaces de luchar sin saber por qué, para defender al dictador que le dice mentiras bien construidas por técnicos de propaganda política”. (O Cruzeiro, 07/09/ 1955 apud SANTOS, 2015, p. 110). En esta línea de razonamiento, la población argentina no fue, en general, criticada, pues no fue destacada como un agente político. Ella sería una víctima de un gran mal que, inspirado en la experiencia nazi, impuso silencio absoluto a todos. Numerosas representaciones del período convergieron sobre Perón como la encarnación de este mal absoluto. Se trataba de un análisis maniqueo 13. Resulta de estos aspectos la definición, aparentemente contradictoria, de una prensa liberal-conservadora. En ella, la apasionada defensa de la democracia y de la libertad de expresión, coexistía ambiguamente con un fuerte rechazo a las elecciones y demandas de los sectores desfavorecidos de la sociedad. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 61 que pretendía reunir en un solo individuo la responsabilidad por toda una serie de complejos cambios colectivos que estaban ocurriendo. Este tipo de análisis se observa fácilmente en los artículos de David Nasser (1917-1980), uno de los más famosos cronistas políticos del Brasil. Acerca del presidente argentino, Nasser escribió en una ocasión: “[Perón] tiene un norte: la dominación, el dominio absoluto, físico y espiritual. Tiene un falso pretexto: la defensa de los débiles contra los fuertes. Tiene mil maneras: la demagogia, la mentira, los recursos del Estado para crear el miedo, el terror, en las cárceles, en las vidas de sus oponentes, si es necesario. Él hace la historia, pero la historia, a su vez, lo creó. No es más que la reencarnación del espíritu del mal que, como las enfermedades de la esfera biológica, cumple su destino maligno en la historia de los pueblos”. (O Cruzeiro, 13/09/1952 apud SANTOS, 2015, p. 46). Junto con la idea de que el peronismo era un régimen similar al nazismo, se difundió la idea de que se estaban preparando guerras para expandir su dominio. Desde ese punto de vista, la política interna totalitaria inevitablemente conduciría la Argentina a una política exterior beligerante. Sus propuestas de integración no pasarían de trampas. El Brasil debería prepararse para frenar el impulso expansionista del presidente platino que representaba el renacimiento del espíritu caudillista de Juan Manuel de Rosas (17931877). En 1953, el cronista político Theóphilo Andrade escribió en la revista O Cruzeiro: “Perón es un nazi que llegó tarde. Los métodos de su acción política son nazis. Pero más allá de nazi, es porteño. Tiene una historia pasada de caudillismo que le da el tono local. Desciende políticamente de Rosas. Llegó al poder usando las bayonetas. Pero en lugar de sentarse en ellas, se sentó en el proletariado argentino al que los partidos políticos, en décadas de gobierno, no supieron dar privilegios o derechos ya conquistados por el resto del mundo civilizado. Caudillo tardío, imita sus abuelos históricos en R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 62 el culto hipócrita de la letra de la Constitución. Concentró el poder en sus manos, estableció una dictadura – ¡suprema ironía!– con formas democráticas. Funciona el Congreso y los colegios electorales, cuando es necesario. Ésta es la imagen del nazismo criollo argentino” (O Cruzeiro, 09/05/1953 apud SANTOS, 2015, p. 28). Mientras el general Eurico Gaspar Dutra estuvo en la presidencia del Brasil (1946 a 1950), la diplomacia argentina intentó en numerosas ocasiones estrechar lazos, que ya el Brasil era su tercer socio comercial más importante. El resultado, sin embargo, fue mucho menor de lo esperado. Aunque Dutra, Perón y Evita se reunieron en la ciudad fronteriza de Uruguaiana en 1947, no hubo un avance significativo en términos diplomáticos y políticos. Según el historiador Iuri Cavlak (2008, pp. 56-67), la política exterior dutrista incorporó las directrices de Wáshington y adoptó una postura de obstrucción a la integración regional, lo que hacía difícil cerrar acuerdos de cooperación con la Argentina. Por otra parte, este tipo de iniciativa era rechazado por el principal partido liberal-conservador (la UDN, Unión Democrática Nacional) y por un sector del propio Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil (Itamarat ), un órgano con funcionarios políticamente conservadores que, por lo general, no veían con buenos ojos la experiencia social peronista. Debido a esto, hubo mucha expectativa argentina en torno a la victoria de Getúlio Vargas en las elecciones presidenciales de octubre de 1950. Se esperaba que el retorno del político gaucho, político que varias veces Perón dijo admirar, representase un cambio en la dirección de la política exterior brasileña. En ese momento, la prensa porteña controlada por el gobierno publicó duras críticas a la diplomacia de Dutra e hizo campaña explícita defendiendo a Vargas (CAVLAK, 2008, p. 56-57). Las cortesías de prensa de Buenos Aires, combinadas con las visitas de líderes de su partido (PTB) a la capital argentina, levantaron en la prensa liberal conservadora del Brasil las sospechas de que la candidatura de Vargas estaba recibiendo dinero de Perón. En ese momento, Carlos Lacerda, político y periodista que iniciaba su carrera como uno de los principales opositores al varguismo, atacó: R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 63 “La tolerancia con el señor Getúlio Vargas, en este momento, significa la condescendencia con un cómplice de Perón. Es necesario no olvidar que así como Perón aprendió con la dictadura del señor Getúlio Vargas, éste modernizó mucho su estilo dictatorial con las lecciones que le dio el marido de la incandescente polemista de Buenos Aires [Eva Perón]. El señor Getúlio Vargas encarna el peronismo en el Brasil” (LACERDA, 10/08/1950, p. 4). Los rumores no afectaron a Vargas, que fue elegido presidente democráticamente con poco más del 48% de los votos. En los años siguientes, él enfrentó una fuerte oposición del Congreso Nacional y de la mayor parte de la prensa. Una parte de la UDN en particular, se volvió cada vez más intransigente. Después de la elección, el régimen platino pasó a ser descrito como algo más que un modelo político a ser rechazado. Numerosas representaciones dieron cuenta de que significaba una amenaza real para la democracia brasileña. A partir de rumores, se difundió la noción de que, a través de donaciones a campañas políticas, entrenamiento militar y apoyo armado, los peronistas estarían dispuestos a ayudar a los trabalhistas (miembros del PTB) a crear en el Brasil un régimen similar al justicialismo. La expresión “república sindicalista” fue difundida por la oposición para imputar a los partidarios del PTB un proyecto autoritario. Ella traduce la idea de un gobierno de fachada democrática, basado en gran medida en los sindicatos y con partidos débiles. En ese momento, el antiperonismo difundido por los medios de comunicación no buscaba solamente evitar el acercamiento diplomático del Brasil y la Argentina y asegurar la continuidad de la tradicional alineación con los Estados Unidos. Más que la preocupación con la política exterior, interesaba difundir imágenes que funcionaban en la política interna, atacando a Vargas y sus aliados al atribuirles conspiraciones que buscaban establecer un nuevo régimen autoritario en el país. A partir de la década de 1950, Perón pasó a insistir públicamente en la idea del Pacto ABC, una iniciativa de integración económica compuesta por la Argentina, el Brasil y Chile. Según él, los tres países tenían economías complementarias y su unión sería una R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 64 manera de evitar un futuro e inevitable ataque de las grandes potencias a las naciones que poseen recursos naturales abundantes. Vargas era consciente de que una reunión con el líder platense daría munición a la oposición interna. De acuerdo con el embajador brasileño João Batista Lusardo, Perón intentó encontrarse con Vargas al menos cinco veces, incluyendo el momento de su toma de posesión en 1951. En esos momentos, sin embargo, el líder brasileño sutilmente señaló que, dada la fuerte oposición que enfrentaba, no sería aconsejable una reunión entre ambos (CARNEIRO, 1978, p. 442-443). Enfurecido por los continuos rechazos, el jefe de la Casa Rosada llegó a cuestionarle al diplomático brasileño: “—¿Soy yo un leproso?” (NETO, 2014, p. 263). La situación de Vargas se complicó en 1954, cuando, a partir de la divulgación de un discurso secreto de Perón en la Escuela Superior de Guerra, Vargas pasó a ser acusado de firmar acuerdos secretos con la Argentina sin el consentimiento del Congreso Nacional. Los rumores persistentes sobre charlas secretas respecto del Pacto ABC dieron lugar a un proceso de destitución (impeachment) del presidente brasileño, que fue rechazada en el Congreso en junio de 1954. Según la historiadora Mônica Hirst, “en ningún momento de la historia brasileña contemporánea las relaciones con la Argentina han generado tanta movilización política interna” (HIRST, 1985, p. 26). Documentos analizados en varias investigaciones historiográficas no permiten concluir que era real el peligro de un golpe trabalhista al estilo peronista y con la ayuda del gobierno de Buenos Aires. No hay pruebas de ello. Lo que se puede asegurar es que las relaciones con el justicialismo configuraron una vena rica para la oposición brasileña, que enfáticamente difundió este “mito de la conspiración”. En esta perspectiva, aspectos concretos del mundo político, como la conferencia de Perón en la Escuela Superior de Guerra en 1953, fueron deliberadamente fusionados a suposiciones y especulaciones con el fin de componer una narrativa mínimamente coherente y convincente. Con los años, el antiperonismo en el Brasil ha experimentado cambios sutiles, con énfasis en algunos aspectos sobre otros. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 65 Tales cambios son comprensibles teniendo en cuenta que el propio justicialismo, que tenía una composición social muy heterogénea, también produjo cambios en su seno. Desde los primeros años de la década de 1950, se destacó especialmente la caracterización del régimen platino como un gobierno ideológicamente cercano al comunismo. Especialmente en los editoriales del periodista y político conservador Carlos Lacerda, las diferencias considerables entre estas dos experiencias políticas tendían a ser ignoradas deliberadamente. En la lógica conservadora, el peronismo y el comunismo se parecían en cierta medida. Además, hay que destacar que el antiperonismo en el Brasil poseía marcadas similitudes con el desarrollado dentro de la propia Argentina. Estaban muy presentes en los discursos de los oponentes platinos las representaciones del justicialismo como una especie de nazismo, la visión negativa de las masas, la denuncia constante del autoritarismo asociado a la figura de Juan Manuel de Rosas y la crítica al acercamiento a los comunistas a principios de los 1950. Contribuyó para tales semejanzas una red de colaboración y la sociabilidad compuesta por la oposición antiperonista que estaba en el exilio, principalmente en el Uruguay. En varias ocasiones, los diarios liberales conservadores brasileños abrieron sus páginas a los textos escritos por los políticos argentinos perseguidos, especialmente los exdiputados radicales Agustín Rodríguez Araya y Raúl Damonte Taborda. No se puede dejar de notar, sin embargo, cierta especificidad en el discurso antiperonista brasileño, sobre todo el énfasis en la política exterior peronista supuestamente imperialista y la mitología en torno conspiraciones con los políticos trabalhistas locales. Estos aspectos tuvieron rasgos muy específicos que fueron importantes en las disputas políticas de esos años. En una proporción mucho menor, pueden ser encontrados algunos medios de comunicación brasileños defensores del peronismo. El caso todavía no fue estudiado en detalles, pero se sabe (SANTOS, 2015) que el diario carioca O Radical y la revista Mundo Ilustrado tuvieron una actuación de defensa explícita y duradera del régimen argentino. Una investigación posterior podrá mostrar R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 66 si ese alineamiento era ideológico o tenía que ver con el financiamiento de la propaganda del peronismo promovida por la Casa Rosada en todo continente. De cualquier forma, el tema suscita curiosidades, como la carta publicada por una lectora brasileña en el periódico de izquierda O Radical (10/08/1952, p. 5) en ocasión de la muerte de Evita. Entonces, la mundialmente conocida esposa de Perón fue definida como una “inspiración”. El poema escrito en español declaraba: Soy tan sólo una mujer, y te admiré. Soy tan sólo una mujer - soy tu hermana; hermana de una tierra más lejana, y como hermana te amé. Soy brasileña y te vengo a decir, con el llanto de mi alma, la pena de mi patria por la pérdida sufrida por tu pueblo (...) De acuerdo con Iuri Cavlak (2009, p. 192), la frustrada experiencia del Pacto ABC garantizó a argentinos y brasileños cierta experiencia diplomática y de negociación regional. Después del derrocamiento de Vargas y Perón, nuevos intentos de construir una política externa regional para unir los países sudamericanos fueron iniciados en los gobiernos desarrollistas de los presidentes Juscelino Kubitscheck (1956-1960) y Arturo Frondizi (1958-1962), político que llegó a ser acusado de excesivo “brasilianismo” por la oposición. Un fruto de ese acercamiento fue la creación de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) en 1960, bajo el liderazgo de los dos países y con la participación de otros de la región. Entonces, se acusaba a los Estados Unidos de desdén en relación con las demandas económicas de la región y se buscaba una diplomacia menos sumisa a Wáshignton. El ápice de movimiento fue el encuentro entre Frondizi y el nuevo presidente del Brasil, Jânio Quadros, en la ciudad fronteriza de Uruguaiana en 1961. En continuidad a la política de buenas R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 67 relaciones, se firmó un Convenio de Amistad y Consulta, que previa consultas permanentes y cambio de informaciones para coordinar las acciones en el ámbito continental. Además, se permitió la libre entrada y salida de personas de las dos nacionalidades y, del mismo modo, el establecimiento de domicilio. En la ocasión, también se estableció la coordinación para acción común de los dos países en foros internacionales, la defensa de la democracia y la soberanía de la región. El “espirito de Uruguaiana” fue derrotado pocos después por los gobiernos militares que llegaron al poder apoyados por la superpotencia del norte. La ALALC no desapareció, pero hubo una caída muy abrupta en el ritmo de la integración comercial (CAVLAK, 2009, p. 209). Los años siguientes serían marcados, en general, por el retorno de la desconfianza y los desencuentros de las respectivas diplomacias. La sombra de los gobiernos autoritarios Especialmente a partir de los años 1960, el Brasil y la Argentina tuvieron procesos políticos convulsionados que fueron influenciados por el clima polarizador de la Guerra Fría. Con ayuda directa o indirecta de los Estados Unidos, se instalaron dictaduras militares anticomunistas en los dos países, aunque en períodos distintos. En nombre de la “libertad”, el Estado militar asesinó y torturó miles de opositores, calló la prensa y cerró repetidas veces los respectivos parlamentos. La producción cultural, obviamente, no estuvo aislada de esos momentos sombríos. En el campo del vocabulario político, el historiador Rodrigo Patto Sá Motta (2007) identificó la apropiación por las izquierdas brasileñas de la alegoría verbal e iconográfica del gorila. Usada inicialmente en la Argentina para referirse de modo peyorativo a militares antiperonistas y golpistas, la figura del gorila fue incorporada a la guerra de representaciones brasileñas a partir del año 1962, en el contexto de la repercusión del golpe militar contra el presidente argentino Arturo Frondizi. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 68 El líder depuesto, que había hecho alianzas con los peronistas proscritos, despertaba simpatías en la prensa reformista brasileña, simpática a la izquierda, que veía similitudes entre su situación y la del presidente brasileño João Goulart, cuyas propuestas sociales también fueron dificultadas por sectores conservadores liderados por las Fuerzas Armadas. En el mes de marzo de 1962 en las páginas del diario Última Hora, entonces el segundo con más lectores en Río de Janeiro y tercero en San Pablo, se pueden leer artículos con títulos como: “Frondizi prisionero de los gorilas” y “Seiscientos mil operarios en una huelga contra la dictadura de los gorilas” (MOTTA, 2007, p. 202). Dos años después, una imagen parece confirmar que la alegoría se había cristalizado en el imaginario político brasileño del período. Entre las fotos del decisivo mitin promovido por Goulart en Central do Brasil, en la noche de 13 de marzo de 1964, aparece un manifestante de izquierda portando un cartel con un gran gorila. Curiosamente, algunos militares asumieron el termino gorila e intentaron usarlo en beneficio propio bajo el argumento de que se trataba de un animal fuerte y con coraje para enfrentar el comunismo. En 1963, oficiales brasileños llegaron a crear un boletín bajo el título de “O Gorila”, en que la representación del simio tenía un sentido positivo. La propuesta, aparentemente, no tuvo éxito, ya que la imagen del gorila siguió con fuerza en la propaganda de izquierda contra la dictadura militar. En 1964, comunistas de Porto Alegre largaron de manera intencional dos monos en la región central de la ciudad. Ellos portaban carteles con críticas al gobierno militar. La acción provocativa tuvo éxito y la prensa local notició: “Monos subversivos capturados” (MOTTA, 2007). Específicamente sobre la cobertura de la prensa en relación a la historia política de la Argentina, la historiadora Josiane de Paula Nunes (2013) analizó dos diarios brasileños (Jornal do Brasil y Última Hora) entre los años 1962 a 1976. Lo que encontró, especialmente en los primeros años, fueron editoriales en que muchas veces la situación argentina fue usada como subterfugio para formular críticas a lo que estaba pasando en el Brasil. 14 14. Pese a que la mayoría de la prensa brasileña haya apoyado el golpe militar R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 69 En ese sentido, al noticiar el golpe liderado por el general Juan Carlos Onganía, que en 1966 derrocó al presidente civil Arturo Ilia, Última Hora abusó de titulares que hacían referencia a lo que estaba ocurriendo en el Brasil. Son algunos ejemplos de lo que fue publicado entonces: “Medidas de fuerza también en Argentina”, “Un golpe más”, “Onganía –el hombre del golpe– encontró apoyo en el Brasil”, Le Monde: “Igual a Brasil” y “Una dictadura sin disfraz”. Analistas de la prensa y caricaturistas políticos también notaron las grandes similitudes que el golpe de 1964 en Argentina tenía en relación a lo ocurrido en Brasil dos años antes. Jornal do Brasil, que tenía una postura política mucho más moderada, adoptó la estrategia más sutil de difundir editoriales de periódicos de otras partes del mundo profundamente críticos a la escalada autoritaria en la Argentina. En el lado opuesto de la pugna política, un columnista del conservador periódico O Estado de S. Paulo (29/06/1966, p. 2 apud FICO, 2008) elogió a Onganía pues el general había hecho “lo que el coronel Castelo Branco [primer presidente militar brasileño] no había tenido el coraje de hacer”, en referencia al cierre definitivo del Congreso, la prohibición de los partidos y la intervención en la Corte Suprema. El periodista no identificado criticó lo que llamó “payasada democrática” en el Brasil y dijo que los oficiales argentinos habían avanzado porque “emprendieron una obra total de demolición de lo que existía, para recomenzar todo otra vez”.15 Según Nunes, los artificios editoriales de los diarios contrarios a la dictadura en el Brasil disminuyeron en la medida en que las relaciones del régimen con la prensa se tornaron más duras, especialmente después del AI-5 (Ato Institucional número 5), la más importante medida represiva del régimen, adoptada en diciembre de 1968. El carácter combativo de los periódicos analizados se entibió sustancialmente con la implantación de la censura previa en de 1964, las críticas a la censura y el autoritarismo no tardaron en surgir. Lo que algunos ingenuamente pensaban que era una breve intervención militar, pronto se reveló como un régimen de excepción con apariencia democrática, que se quedaría veintiún años en el poder (1964-1985). 15. FICO, Carlos. Brasil y EE. UU. de A. durante el golpe de 1966 en la Argentina. Disponible en http://www.gedm.ifcs.ufrj.br/upload/textos/27.pdf. Entrado el 7 de setiembre de 2017. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 70 1972 y la terrible autocensura, que llevaba a los editores a usar constantemente eufemismos para evitar problemas con las autoridades. Por eso, las materias periodísticas sobre temas como el Cordobazo (1969) y el golpe del 24 de marzo de 1976 fueron considerablemente menos críticas, mucho más descriptivas y con rarísimas metáforas o comparaciones en relación al proceso político brasileño. En el caso de Última Hora, diario otrora muy combativo, su venta a otro grupo empresarial en 1971 llevó a un cambio profundo de la línea editorial. En la nueva fase, se pueden leer incluso elogios a la dictadura militar argentina liderada por el general Jorge Rafael Videla. Entre las estrategias de resistencia contra los autoritarismos del período, la canción comprometida latinoamericana se configuró, sin duda, en un vehículo particularmente importante. En ese campo, especialmente la cantante argentina Mercedes Sosa, la voz argentina más conocida internacionalmente junto con Carlos Gardel, tuvo gran éxito en un período donde la dictadura brasileña iniciaba su ocaso.16 Sus canciones folclóricas y de carácter social encontraron fama en el Brasil especialmente a partir de 1976, cuando grabó la canción “Volver a los 17”, de la chilena Violeta Parra, en un dúo con el brasileño Milton Nascimento. Posteriormente existieron otras asociaciones musicales igualmente exitosas con Fagner, Chico Buarque, Caetano Veloso, Beth Carvalho e incluso un disco propio grabado en vivo y lanzado en el Brasil en 1980. Ignorando la barrera lingüística, Mercedes Sosa fue una de las principales voces de la resistencia de los exilados latinoamericanos, situación a la que ella misma estuvo sometida ente 1979 y 1982. Las narrativas a respecto de la controvertida Copa del Mundo de 1978, realizada en la Argentina bajo el autotitulado Proceso de Reorganización Nacional, fueron el tema del trabajo de Ernesto Sobocinski Marczal (2016). El historiador analizó algunos periódicos del Brasil y de la Argentina y su cobertura de la competición, 16. En el ámbito de la Nueva Canción Latinoamericana, no se puede olvidar aotro argentino, Atahualpa Yupanqui. Él tuvo canciones grabadas por la cantante brasileña Elis Regina. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 71 que fue utilizada por el régimen como una manera de exaltar la capacidad de organización de la nueva administración y esconder los constantes actos de desprecio por los derechos humanos. En el Brasil, hubo revistas alternativas, como el semanario O Pasquim, que adhirieron al COBA (Comité de Boycott au Mondial de Football en Argentine) y publicaron muchas caricaturas y textos críticos a la detención y desaparición de millares de personas y al uso político que la dictadura evidentemente estaba haciendo del torneo. Tales publicaciones aparecieron en un momento donde ya no existía la censura previa de las publicaciones y el régimen brasileño estaba empezando el moroso proceso que denominó de “abertura lenta, gradual y segura”. Con respecto del Mundial de fútbol persiste hasta hoy en el Brasil la memoria del decisivo partido en Rosario, donde el buen equipo de Perú fue derrotado por la Argentina por el elástico margen de seis goles a cero. En las cabinas, Videla aplaudió la goleada albiceleste que, debido al saldo de goles obtenido, sacó a los brasileños de la final contra Holanda. Sospechas de soborno, de intimidación del presidente ar gentino, quien había dado un discurso en el vestuario peruano antes del partido, y hasta de un pacto entre los regímenes militares de Buenos Aires y Lima fueron publicadas en la prensa del Brasil, incluso en años recientes. Aunque pruebas materiales no hayan aparecido, las dudas atravesaron generaciones y contribuyeron al crecimiento de la rivalidad en el césped. Los documentos encontrados por Marczal (2016) muestran que la desconfianza de la prensa brasileña en relación al resultado del partido fue inmediata. Entre tanto, los periodistas, en general, no aceptaron la idea difundida por algunos de que el Brasil fuera el “campeón moral” del torneo. En su visión crítica, el equipo amarillo estuvo lejos de presentar un fútbol exuberante y superior en la ocasión. La repercusión respecto a la última dictadura militar argentina fue especialmente grande cuando desapareció, en plena región central de Buenos Aires, Tenório Cerqueira Júnior, pianista y miembro del conjunto musical de Vinícius de Moraes, cantante y poeta brasileño. Uno de padres de la bossa nova, Vinícius estaba en la ciudad en marzo de 1976 para presentaciones musicales que, como en otras R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 72 ocasiones, encontraban gran éxito. Según admitió el torturador Cláudio Vallejos diez años después, el pianista había sido capturado, torturado y asesinado. Él hablaba español muy bien, lo que había contribuido para que fuera confundido con un buscado militante de izquierda. Como el cuerpo no apareció, la mujer y los cinco hijos del pianista de 35 años nunca pudieron sepultarlo. Desde entonces, Vinícius de Moraes perdió parte del encanto por la capital porteña y disminuyó sus viajes allí, aunque su mujer de entonces fuera argentina (PALACIOS, 2013). Elis Regina, una de las cantantes más populares del Brasil, dedicó su disco de vinilo Essa mulher (1979) a Tenório Júnior.17 Hay sospechas de que la Embajada brasileña en Buenos Aires fue informada de la prisión equivocada y del homicidio del pianista como estrategia para no dejar vestigios. Lo que se sabe es que ya estaba en pleno funcionamiento la Operación Cóndor (o Plan Cóndor), una alianza entre dictaduras del Cono Sur (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) creada en 1975 en Santiago. Las acciones coordenadas entre los países, hechas de manera clandestina e ilegal, tenían como objetivo reprimir manifestantes políticos, armados o no, que se oponían a los gobiernos militares de la región. La cooperación comenzó con intercambios de informaciones y condujo a secuestros y asesinatos de algunas centenas de disidentes políticos. En algunas ocasiones, muchos fueron entregados secretamente a los órganos de represión de su país de origen. En ese proceso marcado por el terrorismo de Estado, el Brasil y la Argentina colaboraron de manera asidua hasta la década siguiente (DINGES, 2005). 17. Con el regreso de la democracia, la familia de Tenório Júnior recibió una pequeña indemnización pagada con títulos del gobierno argentino. En noviembre de 2011, la ciudad de Buenos Aires hizo un homenaje al músico con una placa delante del hotel Normandie, donde él salió por la última vez. La placa dice: “Aquí se hospedó en su última visita a Buenos Aires este brillante músico brasileño de Toquinho y Vinícius, luego víctima de la dictadura militar”. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 73 Aunque hayan ocurrido acercamientos puntuales como el citado, el período autoritario fue marcado por constantes desconfianzas y algunos conflictos diplomáticos, lo que es comprensible tratándose de dos regímenes de rasgos nacionalistas. La principal divergencia, sin duda, fue el uso del potencial energético de ríos de uso común. A partir de 1966, hubo desencuentros políticos acerca de la construcción de una gran usina hidroeléctrica junto con el Paraguay, lo que podría significar el aumento de la influencia de Brasilia sobre el gobierno de Asunción. Además, en la Argentina se decía que la hidroeléctrica daría al Brasil una bomba hídrica con la capacidad de inundar Buenos Aires. En 1973, el gobierno peronista sometió el tema a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), quien recomendó el principio de consulta previa para explotación de los recursos naturales comunes, lo que representó una victoria momentánea de la diplomacia argentina. Las discusiones acabaron superadas sólo en 1979, cuando el Brasil, la Argentina y el Paraguay firmaron un acuerdo de cooperación que permitió la construcción de la hidroeléctrica binacional de Itaipú, la mayor del mundo en su época, localizada en la frontera entre el Brasil y el Paraguay. Reflejando los nuevos tiempos, el general João Baptista Figueiredo, presidente del Brasil, visitó Buenos Aires en mayo de 1980. Entonces ya se cumplían cuarenta y cinco años de la última visita presidencial a la capital federal, realizada por Getúlio Vargas en 1935.18 Figueiredo, quien había vivido en Buenos Aires durante la adolescencia, recordó positivamente en sus discursos su experiencia como habitante de la ciudad. Junto al presidente Jorge Rafael Videla se firmaron acuerdos de cooperación para el desarrollo y aplicación de la energía nuclear para fines pacíficos. Meses después, Videla pasó por varias ciudades del Brasil y enfrentó protestas en algunos lugares, como Porto Alegre. 18. Los encuentros de Perón y Eurico Gaspar Dutra (1947) y de Arturo Frondizi con Jânio Quadros (1961) ocurrieron en regiones de frontera. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 74 En 1982, durante la guerra entre la Argentina y el Reino Unido por las Islas Malvinas, Figueiredo declaró al Brasil oficialmente neutral, pero mantuvo la antigua posición brasileña de que la Argentina tenía derechos sobre el disputado territorio. Aunque públicamente fuera contrario al uso de las armas para resolver el litigio, el gobierno de Brasilia cedió secretamente aviones a la Argentina y, según el historiador Moniz Bandeira (2010, p. 443-4), no contribuyó más materialmente porque no hubo tiempo. La aventura bélica del general Leopoldo Galtieri duró apenas setenta y cuatro días y resultó en la muerte de más de seiscientos soldados argentinos. El rotundo fracaso colaboró enormemente para la rápida caída del régimen militar. Esa es una importante diferencia en relación con el Brasil, donde la distensión y la transición hacia la democracia llevaron casi una década (1976 a 1985). Tales factores ayudan a comprender las visibles diferencias en las maneras en que las sociedades encararon los crímenes de Estado cometidos en el período. Mientras en la Argentina centenas de militares fueron juzgados y presos, en Brasil la creación de una ley de Amnistía (1979) garantizó la impunidad a los oficiales. Para consignar un solo dato, la Argentina creó en diciembre de 1983 la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), mientras que el órgano similar en el Brasil, la Comissão Nacional da Verdade (CNV), surgió solamente en 2012, es decir, veinte y nueve años después (TELES, 2017). Redemocratización Visiblemente, el retorno de la democracia en los dos países garantizó una mayor aproximación entre las dos naciones. Hijo de los nuevos tiempos y fomentado a partir de la década de 1980, el Mercosur (Mercado Común del Sur) fue creado oficialmente con el Tratado de Asunción en 1991, con la firma de cuatro países miembros: Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Las visitas presidenciales, otrora tan raras, se volvieron mucho más frecuentes en las últimas décadas.19 19. Un chiste tradicional de los políticos sudamericanos en los encuentros del R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 75 Desde entonces, el comercio en la región creció sustancialmente; sin embargo, problemas políticos y económicos ocasionaron la existencia natural de períodos de alzas y bajas. En 2015 los intercambios bilaterales superaron en seis veces los valores de las compras y ventas del año 1989, en valores actualizados. El Brasil es de lejos el principal destino de las exportaciones argentinas y también su mayor proveedor de mercancías. La Argentina es el tercer socio comercial más relevante del Brasil quedando detrás solamente de dos potencias mundiales, China y los Estados Unidos. Los datos impresionan cuando son comparados con el año 1900, en que el Brasil era solamente el quinto mayor importador de productos argentinos, mientras la Argentina ocupaba el séptimo puesto como importadora de artículos brasileños. Las estadísticas económicas también son relevantes para pensar la cultura pues, como apuntó el historiador francés Fernand Braudel (apud FAUSTO, 2004, p. 20), por los mismos caminos donde circulan las mercaderías circulan las ideas y las personas. A pesar de la crisis económica reciente, los turistas brasileños siguen siendo la principal nacionalidad en visitar la Argentina.20 Lo mismo ocurre en el Brasil, donde los visitantes argentinos tienen larga ventaja en relación a los estadounidenses.21 Además, la excelente industria cinematográfica argentina tiene un público cautivo y es reconocida en el Brasil como una de las fuerzas creativas más relevantes fuera del eje de Hollywood. Se puede citar el estrechamiento de relaciones en muchas áreas. En el campo militar, los dos Estados tienen proyectos de producción Mercosur es decir la lengua oficial de la organización es el “portuñol”, mezcla de los dos principales idiomas. 20. Según estadísticas disponibles en http://www1.folha.uol.com.br/mercado/ 2016/04/1765198-numero-de-turistas-brasileiros-na-argentina-cai-44-no-1trimestre.shtml . Consultado en 04/09/2017. 21. Datos del Ministerio do Turismo brasileño de 2016, año en que el país recibió 2,1 millones de turistas argentinos y cerca de 600 mil estadounidenses. Disponible en http://www.brasil.gov.br/turismo/2017/01/brasil-recebeu-6-6milhoes-de-turistas-estrangeiros-em-2016 . Consultado en 04/09/2017. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 76 conjunta de vehículos blindados y aviones. Las agencias espaciales ya lanzaron un cohete binacional en 2007. Además, la Agencia Brasileño-Argentina de Contabilidad y Control de Materiales Nucleares (ABACC) completó en 2016 un cuarto de siglo de cooperación en el área nuclear. Entre tanto, hechos recientes muestran que hay mucho que hacer. La rivalidad deportiva, en especial, alcanzó niveles preocupantes en los últimos grandes eventos. En la Copa del Mundo de Brasil (2014), se registraron en varias ciudades contiendas físicas entre hinchas de los dos países. Xuxa, presentadora brasileña de programas infantiles en la televisión y muy famosa en la Argentina, declaró su apoyo al seleccionado de Messi en la final y sufrió duros ataques en las redes sociales. Sorprendentemente, la mayoría de los brasileños presentes en el partido decisivo estuvo al lado de Alemania, país que cinco días antes había derrotado a Brasil por siete goles a uno. En la ceremonia de apertura de la Olimpíada de Río de Janeiro de 2016, la delegación argentina recibió abucheos del público presente en el estadio Maracaná. Antes de un partido decisivo del básquetbol masculino de los Juegos, los capitanes de los seleccionados albiceleste y amarillo tuvieron que hacer un discurso por la paz, que invocó la hermandad latinoamericana y el espíritu olímpico. Fue la forma que los organizadores encontraron para calmar los ánimos y contener algunas peleas físicas que estaban ocurriendo. Algunos estudios académicos (JACKS, 2001; PFEIFER, 2008) han demostrado que la prensa televisiva y la propaganda, agentes fundamentales de la cultura contemporánea, han reforzado en las últimas décadas estereotipos, en general, profundamente negativos al respecto de los vecinos del Plata. Aparentemente, ellos tienen origen en la rivalidad futbolística. Galvão Bueno es un buen ejemplo en ese sentido. Ese famoso locutor brasileño lidera las principales transmisiones deportivas de la rede Globo, canal responsable de cerca de 40% de la audiencia en la televisión abierta nacional. Hace décadas ese periodista repite su bordón: “Ganar es bueno. Pero ganarle a la Argentina es mucho mejor”. Un mensaje que hace mucho tiempo llega repetidamente a millones de hogares durante los nerviosos partidos de la copa Libertadores de América o en R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 77 competiciones de natación relativamente tranquilas. Esa reiteración, que se transmite a mucha gente que nunca habló con un argentino, lleva consigo otras imágenes. En general, los atletas del Plata son representados como malos, pícaros, arrogantes, sin lealtad y no confiables. Por otra parte, también son retratados con frecuencia como valientes, apasionados y con mucha determinación. Eventualmente, también se pueden notar acusaciones de racismo, tema que aparece en las representaciones desde el siglo XIX. Es posible que haya contribuido en eso un episodio reciente que involucró al defensor de Quilmes Atlético Club, Leandro Desábato. En abril de 2005, el argentino fue arrestado a la salida de la cancha, delante del público del estadio y de las cámaras de televisión, por haber expresado insultos racistas al jugador negro brasileño Grafite. El caso tuvo repercusión mundial y movilizó instantáneamente la opinión pública en los dos países. La práctica es un crimen grave en las leyes del Brasil, donde el atleta estuvo detenido dos días.22 Ese universo de la estigmatización no se restringe al deporte. Un estudio de comunicación liderado por Nilda Jacks, Márcia Benetti Machado y Karla Müller (2001) analizó la cobertura de tres periódicos de provincias del sur del Brasil durante el verano de 2001. Especialmente el Diário Catarinense, producido en Florianópolis, ciudad que recibe todo los años millares de turistas platinos en sus playas, estuvo lejos de un abordaje sobrio. En la ocasión, los periodistas utilizaron con frecuencia adjetivos como “invasores”, “violentos”, “bárbaros” y “prepotentes”. Los artículos también abusaron de un tono “irónico, chistoso y agresivo”. Al otro lado, fueron muchas veces ignoradas las ocasiones donde los visitantes argentinos fueron víctimas de la epidémica violencia urbana brasileña. En la conclusión, las autoras subrayaron: “Según el discurso periodístico del sur de Brasil (…) brasileños y argentinos serán eternos rivales”. 22. Un mes después, un hincha no identificado, probablemente brasileño, lanzó una banana con la inscripción “Grafite mono” antes del partido amistoso entre el Brasil y Guatemala, realizada en San Pablo. Grafite y otros atletas confirmaron que las injurias raciales solían ser frecuentes en las canchas del Brasil. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 78 Obviamente, no se puede acusar los mass media de inventar tales estereotipos. Imágenes como ésas son culturales e históricas. Circulan en la sociedad brasileña hace mucho tiempo. Pero hay que reconocer que frecuentemente los periodistas las han reproducido y consciente o inconscientemente contribuyeron para el crecimiento de tales prejuicios en un proceso de retroalimentación en relación al sentido común.23 Enfrentamientos como éstos son, sin duda, parte de la construcción de identidades nacionalistas que siguen reinventándose día a día. A lo largo de la historia, la manera como los brasileños se ven a sí mismos fue construida continuamente, entre innumerables otros factores, por las relaciones con un vecino de gran territorio y que despertó sentimientos ambiguos, como se ha demostrado en las páginas anteriores. Aunque no se pueda ignorar el pasado salpicado por una estéril rivalidad, lo que la Historia muestra es que los momentos de comprensión mutua y convergencia fueron los que más generaron bienestar y desarrollo mutuo en esa región periférica de un capitalismo cada vez más global. 23. Muchos ya apuntaron la sensación de que las rivalidades son mucho más fuertes entre los brasileños que entre los argentinos, que suelen tener con Inglaterra y Chile cuestiones más profundas relacionadas a geopolítica y a la guerra de las Malvinas. R. G. dos Santos y Lívia Rangel: La Argentina desde el punto de vista... 79 Bibliografía A visão do outro: seminario Brasil-Argentina. Brasilia, FUNAG, 2000. ALBIERI, Thaís de Mattos. São Paulo-Buenos Aires: a trajetória de Monteiro Lobato na Argentina. 2009. 328f. Tese (Doutorado) – Instituto de Estudos da Linguagem, Departamento de Teoria e História Literária, Universidade Estadual de Campinas, 2009. AMARAL, Aracy A. Textos do Trópico de Capricórnio: artigos e ensaios. Vol. 1: modernismo, arte moderna e o compromisso com o lugar. San Pablo: Ed. 34, 2006. ANTELO, Raúl. Na Ilha de Marapatá: Mário de Andrade lê os hispano-americanos. San Pablo: HUCITEC, 1986. ARTUNDO, Patrícia. 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