Rigoberto Stewart, Ph.D
380.1
S849m
Stewart Whitehorn, Rigoberto.
La magia y el misterio del COMERCIO / Rigoberto
Stewart Whitehorn. -- 1a. ed. -- San José, Costa Rica :
Litografía e Imprenta LIL, 2005.
232 p. ; 15 x 23 cm. (Serie: Libros INLAP, No. 3)
ISBN: 9977-47-318-8
1. Comercio. 2. TRATADOS COMERCIALES. I.
Título.
ISBN: 9977-47-318-8
Diseño de portada: Francisco Leiva
Correctora de estilo: Ana M. Umaña
Primera edición 2005
Segunda edición 2006
Hecho el depósito de ley
Reservados todos los derechos
Impreso en Litografía e Imprenta LIL, S.A.
San José, Costa Rica
Copyright © 2005 por Rigoberto Stewart
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluyendo fotocopias, sin el consentimiento
por escrito del autor.
A todos los gobernantes de Latinoamérica:
Si verdaderamente quieren a los pobres, libérenlos para que puedan
intercambiar bienes y servicios, sin restricción alguna, con ciudadanos
de todo el planeta. No existe mejor forma de aliviar su pobreza.
Como la propiedad, el intercambio es un derecho natural. Todo
ciudadano que ha producido o adquirido un producto debe tener la
opción de disponer de él inmediatamente para su propio uso o de
transferirlo a quienquiera, sobre la faz de la tierra, que esté de acuerdo
en darle a cambio el objeto de su deseo. El privarlo de esta opción
cuando él no ha cometido ningún acto contrario al orden público y
la buena moral, y solamente para satisfacer la conveniencia de otro
ciudadano, es legitimar un acto de pillaje y violar la ley de la justicia.
Frédéric Bastiat, Proteccionismo y Comunismo
iii
iv
CONTENIDO
Prefacio
Agradecimientos
vii
xxi
PARTE I: PRINCIPIOS Y CONCEPTOS
1. Hacia el entendimiento del sistema generador
de riqueza
1
PARTE II: CONCEPCIONES ERRÓNEAS
2.
3.
4.
5.
Colectivismo comercial
Producción versus generación de riqueza
Fantasía de la exportación
Subsidios agrícolas de los países ricos:
¿bendición o maldición?
29
37
53
71
PARTE III: EFECTOS DEL COMERCIO
6.
7.
8.
9.
Comercio y riqueza
Comercio y empleo
Comercio y medio ambiente
Comercio y paz
97
109
127
137
PARTE IV: POLÍTICA COMERCIAL
Prólogo
10. Proteccionismo
11. Tratados comerciales
12. Apertura unilateral
Bibliografía Selecta
Acerca del Autor
Otras Publicaciones
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169
193
211
217
218
v
LISTA DE CUADROS y gRáFICOS
CUADROS
Cuadro 1. Riqueza generada mediante la especialización
Cuadro 2.a. Ventaja absoluta
Cuadro 2.b. Ventaja comparativa
Cuadro 3. Panamá: dos formas de producción, 1996
Cuadro 4. Situación del azúcar en Costa Rica,
años 1990
Cuadro 5. Precios del azúcar crudo y arancel
de importación, año 2000
Cuadro 6. Panamá: uso real del recurso agrícola, 1996
Cuadro 7. Panamá: uso potencial del recurso agrícola,
1996
Cuadro 8. Índice de libertad comercial y Coeficiente
de gini para varios países
Cuadro 9. Impacto de un arancel sobre el salario ($)
Cuadro 10. Condiciones de acceso de los consumidores
de Costa Rica y Estados Unidos a algunos
productos agrícolas y textiles bajo el
TLC-CAUSA (cuadro resumen)
4
24
25
43
64
85
100
100
104
120
183
GRÁFICOS
Gráfico 1. Aranceles a la importación de azúcar
vi
85
PREFACIO
He escrito este libro porque tengo la plena convicción de que la gran
mayoría de las personas no tiene un conocimiento mínimo de los
principios básicos que le dan vida al comercio, un tema que afecta
su calidad de vida en una forma muy íntima y determinante. Esta
convicción está sustentada por lo que he leído, visto y escuchado a
través de los años, en especial, con respecto a la política y los tratados
comerciales. Por ejemplo, en 2003, durante las negociaciones del
tratado comercial entre Estados Unidos y Centroamérica (TLCCAUSA), el repudio del comercio libre y, principalmente, la condena
de los subsidios agrícolas de los países ricos fueron manifestados
por una amplia variedad de grupos: desde intervencionistas hasta
librecambistas; desde comunistas hasta capitalistas; desde muy ricos
hasta muy pobres; desde agricultores hasta amas de casa, académicos
y periodistas. Ante este hecho, me hice las siguientes preguntas: ¿Por
qué una colección tan heterogénea de grupos e individuos coincide en
la reprobación de los subsidios agrícolas de marras y en la oposición
al ejercicio del libre comercio por parte de los individuos de países
pobres? ¿Qué tienen en común? Una de las respuestas es que todos
ellos profesan la premisa de producción, cuando la correcta es la
premisa de consumo. Se empezó mal. La premisa de producción dice
que los seres humanos realizan actividades económicas con el fin de
satisfacer necesidades de producción o solucionar problemas de ese
tipo. Por el contrario, la premisa correcta dice que lo hacen con el fin
de satisfacer necesidades de consumo o solucionar problemas de ese
tipo (vea capítulos 3 y 5).
Mi convicción también está basada en experiencias personales,
algunas muy memorables. En una ocasión tuve la oportunidad de
dictar una charla sobre el tema a un grupo de periodistas. Durante el
evento, una del grupo insistía en que si los Estados Unidos cerraban
sus mercados, Costa Rica debería cerrar el suyo. No hubo forma de
hacerla entender que no se trataba de mercados, sino de personas con
vii
derechos humanos básicos, incluido el derecho de propiedad, el cual
lleva implícito el derecho a la libertad comercial, o sea, el derecho
de intercambiar su propiedad con quien le plazca. No pudo entender
que si el gobierno de los EE.UU. restringía la importación de azúcar,
afectando a los productores de azúcar de Costa Rica, no era legítimo
que el gobierno de Costa Rica impidiera la importación de trigo de los
Estados Unidos, porque afectaría a los costarricenses que consumen
trigo. Sería absolutamente inmoral castigar a estos consumidores
solo porque los productores de azúcar fueron perjudicados. No es
justo ni moral castigar a Pedro porque un extranjero le hizo daño a
Juan. En materia comercial, se suele obviar este principio ético.
En otra ocasión, tuve la oportunidad de hacer lo mismo en una
prestigiosa universidad. Al inicio de la charla pedí que levantaran la
mano todos los que creían que exportar era bueno e importar era malo.
Precedidos por el profesor, todos levantaron la mano. Obviamente,
ni el profesor ni sus alumnos entendían el principio básico que le da
vida al comercio: el de especialización e intercambio (E&I). ¿En qué
consiste este principio y cómo surgió? Este principio es el resultado
de dos asombrosos descubrimientos del hombre que tuvieron lugar
hace miles de años. Primero, notó que, por diversas circunstancias
–clima, suelo, ubicación geográfica, habilidades naturales– algunos
individuos producían ciertos bienes con gran facilidad y, otros, con
dificultades. Segundo, descubrió que si en vez de producir todo lo
que deseaba consumir, el individuo se especializaba en aquellos
bienes que producía con gran facilidad y luego los intercambiaba
por la producción de otros, podía multiplicar la cantidad de bienes
disponibles para su consumo. Así nació el principio de especialización
e intercambio.
El caso de Mincho y Cano es típico de este principio. Ellos son dos
individuos que consumen banano y café. Mincho vive en tierras
bajas donde se produce bien el banano pero no el café. Cano vive
en tierras altas donde se produce bien el café pero no el banano. Al
principio, producen ambos bienes, pero luego se conocen y deciden
viii
especializarse e intercambiar. Mincho deja de producir café y dedica
los recursos al banano; Cano deja de producir banano y dedica
los recursos al café. Luego Mincho le envía banano a Cano y, de
regreso, Cano le envía café. Con esta especialización e intercambio,
su bienestar incrementa porque ambos obtienen, para su consumo,
más banano y más café que antes.
En este sencillo ejemplo se manifiestan algunos hechos muy
relevantes, pero poco comprendidos. 1) El objetivo de ambos es
consumir los dos bienes, y cuanto más, mejor. Si su objetivo fuera
producir los dos bienes, no habría ni especialización ni intercambio.
2) El incremento del consumo solo se logra si cada uno se especializa
en los bienes que produce mejor. Si alguno de los dos se empecinara
en especializarse en el bien que produce en desventaja, no habría
ganancias para ninguno, comparado con la autosuficiencia, y no habría
intercambio. 3) El proceso de intercambio de bienes es el comercio.
Cuando Mincho le envía el banano a Cano, en realidad lo vende; y
cuando recibe el café, lo compra; es decir, Mincho vende banano y
compra café. Cano vende café y compra banano. Comercian. Nótese
que si bien el comercio es equivalente al intercambio, en realidad
representa todo el proceso de E&I, porque sin especialización no hay
intercambio. De ahí que cuando hablamos del comercio, en realidad
nos referimos al proceso de E&I. Un punto poco comprendido.
El comercio internacional no es más que el intercambio de bienes entre
individuos que se encuentran separados por una frontera política. Es
exactamente el mismo intercambio, solo que ahora existe una línea
política entre Mincho y Cano. Así, exportar y vender es el mismo
acto de desprenderse de un bien. Comprar e importar es el mismo
acto de apropiarse de un bien, de entrar en posesión de él. En el
proceso de intercambio, es imposible vender sin comprar o exportar
sin importar, pues no sería intercambio. Otro punto incomprendido.
Al principio, todo el intercambio se hizo en la forma de trueque
y en cualquier sitio. En la medida que los individuos se fueron
ix
especializando más, se hizo difícil continuar así, y surgió la
idea del intercambio organizado, donde todos se reúnen un día
determinado, en un lugar específico, para intercambiar bienes. Ese
fue el primer concepto de mercado. A partir de este punto, la decisión
de especializarse no dependía de la negociación entre individuos
específicos; todos utilizaban la información generada en esos
mercados rudimentarios para tomar las decisiones.
Con el tiempo surgió el concepto de dinero, aparecieron los
intermediarios y afloraron mejores formas de transporte. Los tres
propulsaron el intercambio; revolucionaron el comercio, haciéndolo
posible en el espacio y en el tiempo, y en forma totalmente
impersonal. A pesar de que Mincho y Cano seguían intercambiando
banano por café, ya no tenían que verse ni conocerse, ni negociar
los términos del intercambio. Este intricado sistema de E&I es lo
que conocemos como el sistema de mercado o, simplemente, como
el mercado. Obviamente, cuanto más libres sean los individuos
para especializarse e intercambiar, más libre es el sistema de E&I,
más libre es el mercado, y mayor es la riqueza que se genera. Esta
es la razón por la cual muchos somos feroces defensores del libre
mercado.
Alrededor del mercado ha existido mucha confusión, tanto en lo
conceptual como en lo operacional. Conceptualmente, el sistema
de mercado (o el mercado) es la suma de todos aquellos elementos,
tangibles e intangibles, que hacen posible el intercambio de
bienes y servicios entre individuos; incluyendo, claro está, los
bienes intercambiados y los individuos que los intercambian. En
lo operativo, el mercado es el uso de una serie de medios –dinero,
modos de transporte, compañías o diferentes formas de organización
productiva– para llevar a cabo el intercambio de bienes y servicios.
La participación de todos estos “facilitadores” ha llegado a confundir
a propios y extraños, a tal punto de hacerles perder de vista lo que
ocurre realmente: el tradicional y básico intercambio de bienes ente
individuos.
x
Por ejemplo, el uso de varias monedas y la participación de compañías
transnacionales opacan el hecho de que muchos trabajadores comunes
de Costa Rica intercambian con similares de Estados Unidos bananos
por manzanas (es común pensar que se exporta con el fin de generar
divisas). Veamos lo que ocurre en realidad. La compañía multinacional
(productor de banano Tipo 1) exporta la fruta a EE.UU. y recibe dólares.
Luego va al Banco Central, cambia los dólares por colones y paga
al trabajador (productor de banano Tipo 2). Este toma su paga, va al
supermercado en San José y ahí adquiere manzanas norteamericanas.
En ese momento, ocurre la primera mitad del intercambio, pues el
dinero que entregó por las manzanas representa sus bananos. Al
otro lado, en EE.UU., el trabajador (productor de manzanas Tipo 2)
recibe su paga, en dólares, de parte de la empresa manzanera. Luego
va al supermercado del pueblo y compra bananos cuyo sello dice
Costa Rica. En ese momento, se completa el intercambio, pues el
dinero que entregó por los bananos representa sus manzanas. Así
es como muchos costarricenses y estadounidenses utilizan colones,
dólares, camiones, barcos, supermercados, bancos centrales y
otros “facilitadores” del comercio para intercambiar bananos por
manzanas; y lo hacen por la misma razón de siempre: porque los
costarricenses son más productivos que los estadounidenses en el
cultivo del banano, y esos norteamericanos, más productivos en el
cultivo de la manzana.
Todo el desarrollo del sistema de especialización e intercambio
ocurrió al margen de lo que hoy conocemos como fronteras políticas;
estas llegaron posteriormente; en muchos casos, cientos y miles de
años después. En Latinoamérica, mucho después de la llegada de los
españoles, se trazaron líneas en medio de áreas de intercambio natural,
cortando el flujo de bienes y servicios entre individuos, y forzando
un retroceso hacia menos especialización, menos comercio, menos
riqueza. En muchos casos, un intercambio milenario se convirtió,
de la noche a la mañana, en comercio internacional, y sujeto a otras
reglas.
xi
Esas áreas en las cuales ocurrían especialización e intercambio,
las podemos denominar Unidades Económicas Naturales (UEN).
Al trazar las líneas políticas, se cortaron muchas UEN y se crearon
países, los cuales no son UEN, ni son unidades económicas de
ningún tipo. Son solo unidades políticas (a veces, ni eso). Uno de
los grandes problemas económicos ha sido el querer convertir a los
países en unidades económicas, evitando el intercambio de bienes
entre ciudadanos de un país y otro; entre individuos que sí conforman
una verdadera UEN.
Magia. El comercio –o más bien, el proceso de E&I– libre y
voluntario es mágico de muchas maneras. Primero, multiplica la
productividad de los recursos de producción en forma sorprendente,
mágica. ¿Cómo? De la manera como lo ilustra el siguiente caso
hipotético, pero muy verosímil. Cuando emplea sus recursos en
la producción de arroz, un agricultor de guanacaste, Costa Rica,
obtiene 3 toneladas métricas por hectárea (tm/ha); pero cuando
utiliza esos mismos recursos para producir, digamos, ananonis, lo
vende a un estadounidense (lo exporta) y compra en ese país el arroz
barato, obtiene 48 tm. El comercio multiplica la productividad de
sus recursos por 16 (vea el capítulo 6). Eso es magia. Además de
este primer efecto, el comercio pone en marcha un proceso dinámico
que logra constantes aumentos de la productividad de los recursos
y de la riqueza. Segundo, permite que individuos improductivos,
que tienen desventaja con respecto a los demás en la producción
de todos los bienes y servicios, participen en el sistema y obtengan
riqueza (vea el capítulo 1). Tercero, permite que se lleven a acabo
producciones inimaginables e imposibles (de otra manera). Tan
inimaginables como producir bananos en Los Andes o aceite de
oliva en el trópico húmedo costarricense. Un guacimeño –habitante
de esta zona– puede, con sus propios recursos, producir salmón
noruego. ¿Cómo? Cultiva buenos bananos, los vende en Noruega
y, con el dinero, compra el salmón. En esencia, él produce salmón,
algo que no lograría sin el comercio.
xii
Sin el comercio, el individuo estaría condenado a disfrutar únicamente
los bienes que él pudiera generar o de sus propios inventos y
genialidades. Sin conocimientos de electricidad y electrónica, él no
podría disfrutar de la refrigeradora en su cocina, la radio, la televisión.
Aun si tuviera esos conocimientos, en autosuficiencia sería muy
poco viable la producción de esos artefactos o su uso. No podría
disfrutar los grandes libros, ni del conocimiento y las genialidades
de otros, tales como Maradona, Pelé, Shakespeare, Bach, Neruda;
no podría disfrutar de la belleza de esculturales modelos o cineastas;
de la voz privilegiada de excelsos cantantes; de la pintura o el arte
de verdaderos genios. Todo esto es posible gracias a la magia del
comercio, o sea, del sistema de especialización e intercambio.
El comercio no solo crea riqueza, sino que la distribuye en forma
mágica. Ningún otro sistema ni ente –menos un gobierno–, puede
lograr una distribución de riqueza tan justa como la que produce el
libre intercambio de bienes y servicios entre los seres humanos. El
sistema de E&I reparte tan bien la riqueza creada que Bill gates,
por ejemplo, no se apropia ni del 1 por ciento de la riqueza que
sus inventos le permite a los demás generar. El 99 por ciento de la
riqueza creada a raíz de sus inventos queda distribuida en la sociedad
mundial. Esta forma de compartir la riqueza alcanza su máxima
expresión cuando todos los individuos pueden actuar en libertad
(otro aspecto poco comprendido, el cual se discute en el capítulo 6).
En la medida que intervenga un gobierno o cualquier organización
mafiosa, las ganancias generadas por el proceso disminuyen y la
repartición se hace más desigual; especialmente cuando se interviene
con la intención de mejorarla.
Por último, no hay nada mejor que las intricadas relaciones de
cooperación inherentes al sistema de especialización e intercambio
libre, para mantener la paz entre individuos y pueblos. Los individuos
de pueblos distintos, entrelazados en múltiples relaciones comerciales,
jamás recurrirán a la guerra, porque tendrían demasiado que perder.
En forma mágica, el comercio es paz (tema del capítulo 9).
xiii
Misterio. Además de mágico, el comercio es misterioso, más que
todo, por las actitudes inexplicables y los miedos irracionales que ha
inspirado en los individuos a través de la historia de la humanidad,
desde algunos antiguos griegos que creían que Dios había inventado
los mares para mantener separados a los hombres y, por tanto, los
barcos no deberían surcarlos con mercancías, hasta algunos delirantes
políticos costarricenses que alegan que el libre comercio genera
pobreza y que, con el TLC-CAUSA, los estadounidenses se van a
llevar toda el agua de Costa Rica.
Veamos algunas de esas actitudes misteriosas. Primera, ¿por qué
los mismos individuos que, en el ámbito nacional, practican el libre
comercio, cambian de criterio cuando se trata de hacer lo mismo a
través de las fronteras? Dentro del país, muchos se especializan en
medicina, periodismo, educación, fontanería, agricultura, y truecan
sus bienes o servicios por los de otros. El médico trueca sus servicios
por los del carnicero, panadero, mecánico o chofer de autobús. Dicho
galeno no es a la vez fontanero, mecánico o carnicero. Dentro del
país, los bienes fluyen entre distritos, cantones, provincias y regiones
en forma constante, porque ningún distrito, cantón o provincia (su
gente) produce todo lo que consume. Se especializan e intercambian.
En Costa Rica, los josefinos producen café; los limonenses, yuca,
bananos. Intercambian. Los norteños producen arroz, melones, carne
de res, y los intercambian por cebollas y tomate del Valle Central.
Pero cuando se trata del flujo de bienes entre Changuinola, Panamá y
Bri Bri, Costa Rica o entre La Cruz, Costa Rica y granada, Nicaragua,
localidades más propensas –que muchas otras de los respectivos
países– a formar parte de una unidad económica natural, surgen
toda suerte de oposiciones, basadas en argumentos espurios como
los siguientes: ese es un comercio desleal o ese comercio arruinará
a equis sector nacional, etc. No se dan cuenta de que si un “sector
nacional” subsiste con base en evitar que se cree riqueza en otro
lugar, ese sector está creando pobreza. Las múltiples explicaciones
sobre el porqué de este comportamiento –doctrina de la balanza de
pagos, xenofobia– no han sido suficientes para aclarar este misterio
(tema de los capítulos 5 y 10).
xiv
Otro de los grandes misterios –al menos para mí– es el hecho de que
tantos individuos, con muchos estudios y relativamente inteligentes
–a juzgar por sus actuaciones en otros campos–, encaran el comercio
desde la perspectiva de un proceso de intercambio entre países y no
entre individuos, lo cual los lleva a pensar que es legítimo no solo
que los gobiernos tengan políticas comerciales o negocien con sus
colegas tratados de este tipo, sino que asuman una única posición de
país en materia comercial. Esto es exactamente lo que ocurre en los
mal llamados tratados de libre comercio (TLC). En ellos, los gobiernos
negocian desde una posición de país –TLC: Costa Rica-Canadá, El
Salvador-México o Costa Rica-Chile–, como si cada país fuera una
unidad monolítica, con una sola posición e interés. Esta tesitura es
absolutamente errónea, pues no existe tal unidad. En cada país y para
cada bien o servicio existen dos grupos contrapuestos: los productores
netos del bien y los consumidores netos. Toda negociación que
incremente el precio del bien, favorece a los productores y perjudica a
los consumidores, y toda negociación que disminuya el precio, tiene el
efecto contrario; por lo tanto, para cada bien o servicio, el negociador
solo puede representar a uno de los dos grupos antagónicos –el
productor o el consumidor. No puede representar al país (capítulo 11).
El misterio se multiplica cuando nos percatamos de que esta forma
de plantear el comercio vuelve todo al revés. Originalmente, los
individuos participan en el sistema de E&I con el fin de obtener,
con los mismos recursos, mayor cantidad de los bienes que desean
consumir, y se especializan en la producción de aquellos bienes
que les permiten alcanzar ese objetivo. Por ejemplo, si Juan vive en
guápiles, Limón, Costa Rica y desea consumir manzanas similares a
las mejores de los EE.UU., tiene dos opciones: 1) tratar de producirlas
en su localidad, en cuyo caso obtendría muy pocas manzanas (quizá
nada) y de pésima calidad; o 2) producir guanábanas (o bananos),
enviarlas a Bill en Washington, y obtener a cambio muchas manzanas
de excelente calidad. Como su objetivo no es producir manzanas,
sino consumirlas, Juan opta por la estrategia que le produce más
manzanas y de mejor calidad: la segunda.
xv
Pero cuando se plantea el comercio desde la perspectiva de país, el
objetivo cambia; se convierte en producir (no consumir) a toda costa
muchos bienes que los extranjeros producen con ventaja de costos
sobre los productores nacionales. Para lograr este objetivo –el cual
constituye una clara violación del principio de E&I y, por tanto, crea
pobreza– el gobierno debe utilizar barreras comerciales (aranceles y
otras medidas) para evitar que los consumidores (todos productores de
otros bienes) tengan acceso a esos productos más baratos y de mejor
calidad, procedentes del extranjero. En el caso de las manzanas, el
objetivo de Juan sería consumirlas; el del gobierno, que se produzcan
–en el país. Por razones obvias, esta divergencia entre los objetivos
crea pobreza (tema abordado en el capítulo 10).
Una de las razones por las cuales los gobernantes insisten en que
ciertos bienes deben ser producidos localmente –aun si hay que limitar
la especialización y el intercambio entre individuos para lograrlo–
es la seguridad alimentaria. Según esos políticos moonlighting de
economistas y economistas moonlighting de políticos (en la cultura
anglosajona, to moonlight es equivalente a realizar un trabajo extra,
de tiempo parcial, luego de cumplir sus labores ordinarias), la única
forma de asegurar la disponibilidad de ciertos alimentos de consumo
básico es produciéndolos, aunque esa producción se lleve a cabo con
completa desventaja de costos. Temen que si se depende de extranjeros
para la oferta de esos bienes, en cualquier momento esos malvados
pueden retirar la oferta o elevar el precio irracionalmente. Es mejor
obtener menos, pero seguro. Esta tesitura implica que la única opción
del guanacasteco es pobreza con seguridad; él obtendría 3 tm/ha en
vez de los 48 (página xii), pero serían seguras. ¿Seguras? ¿Qué pasa
cuando sus magras cosechas fallan, como suele ocurrir?
Por dos razones, el libre comercio ofrece una “seguridad alimentaria”
infinitamente mayor. Una, porque con las 48 tm/ha, el guanacasteco
puede guardar, durante varios años, las 3 que obtendría produciéndolas
(o aún más, en forma de producto o de dinero) y todavía tener 45 tm
para incrementar su bienestar y el de su familia. Su consumo estaría
xvi
más que asegurado. Dos, porque le abre al guanacasteco un abanico
de opciones en lo que a la oferta se refiere. Si ocurriera un problema
con la cosecha de arroz en EE.UU., él podría recurrir a China,
Tailandia, Brasil o a tantos otros para obtener el producto. Esto lo
sabe el campesino, por eso, si tuviera la libertad, se especializaría en
la producción de aquello que le permita mayor consumo y bienestar.
En autosuficiencia, si enfrentara problemas con su cultivo, no tendría
adonde recurrir, porque carecería de lo necesario para comprar el arroz
–por cierto, más caro debido a las barreras comerciales erigidas para
su propia protección. Con 3 tm/ha apenas sobrevive. No le alcanza
para ahorrar. Las muertes por hambruna ocurridas en Nicaragua y
Honduras, en 2004, fueron causadas por las políticas comerciales
que buscan esa rara forma de “seguridad alimentaria”. El individuo
en libertad, así sea un campesino, suele ser más inteligente que 100
políticos juntos, en gran medida porque él sí está interesado en el
bienestar del campesino; es decir, en el suyo propio.
Existe otra inversión de objetivos igualmente nefasta. Al participar en
el comercio, el objetivo del individuo es maximizar las importaciones
y minimizar las exportaciones (Max: Imp-Exp) porque esto es lo que
le produce el mayor beneficio. En el ejemplo anterior, Juan estaría
feliz si Bill le dijera que, debido a un subsidio gubernamental, le va
a duplicar la cantidad de manzanas que le envía a cambio de cada
tm de banano. Cuanto menos banano tenga que entregar Juan por
cada manzana, mejor para él. Pero cuando se plantea el comercio
desde la perspectiva de país, el objetivo se transmuta en lo contrario:
maximizar las exportaciones y minimizar las importaciones (Max:
Exp-Imp). El gobierno cree –y esta es una creencia muy generalizada
en la población– que, en términos monetarios, al país le conviene
exportar más que lo que importa. Por esta razón, cuando las
exportaciones superan las importaciones (Exp-Imp > 0) se dice que
la balanza comercial es “positiva”, y todo el mundo salta de felicidad.
No obstante, esta postura es absolutamente errónea, porque no es el
país el que produce, importa o exporta bienes y servicios, sino los
individuos que habitan dentro de sus fronteras, y a ellos les conviene
exactamente lo contrario. Veamos.
xvii
Hemos señalado que el comercio crea bienestar para los involucrados
cuando las importaciones superan las exportaciones; cuando la
balanza comercial (Imp-Exp), así, a la inversa, es positiva. Esta
balanza, sin embargo, no es monetaria. Para calcularla, se miden los
bienes exportados en términos de la cantidad de los otros bienes (los
importados) que se hubiesen podido producir con los recursos utilizados, y luego se compara con la cantidad de bienes que en efecto se
importó. Ilustremos. Cuando Juan (el cantón o el país) usa la cantidad X
de recursos para producir arroz, obtiene 5 toneladas métricas (tm); pero
cuando dedica esos mismos recursos al banano, lo exporta e importa
el arroz, obtiene 50 tm. En este caso (Imp-Exp) = (50-5) = 45. Juan (o
el país) exporta el equivalente a 5 tm de arroz, y obtiene, a cambio, 50
tm. gana 45 tm de arroz. Desde el punto de vista de la generación de
bienestar, esta es la única balanza comercial que importa.
El error conceptual se magnifica cuando se evalúa la balanza con un
solo “socio”, como suele hacerse. Decir, por ejemplo, que Costa Rica
pierde si los ticos compran más que lo que venden a los mexicanos
es un craso error. Aun en los erróneos términos monetarios, lo
que importa es la contabilidad global. Si en un año determinado,
muchos costarricenses compran bienes mexicanos por un valor de
$5 millones, pero los mexicanos no compran bienes producidos aquí,
no pasa absolutamente nada, porque en ese año, muchos mexicanos
pueden comprar bienes producidos por los estadounidenses, por el
mismo monto, y estos venir al país a comprar servicios turísticos
por $5 millones. y la cuenta global cierra. El supuesto balance
negativo de “Costa Rica” con “México” se compensa con el balance
positivo de “Costa Rica” con los “Estados Unidos”; de costarricenses
con estadounidenses. Es absolutamente necesario que el comercio
funcione de este modo para que los seres humanos puedan aprovechar
al máximo las ventajas de la especialización y el intercambio.
ya sabemos por qué escribí este libro; pero no para qué. Lo he
escrito para que sirva de fuente de información a todas las personas
que hoy se encuentran en un estado de profunda confusión debido
xviii
a las tantas opiniones y posiciones encontradas con respecto al
comercio en general y, particularmente, a los mal llamados tratados
de libre comercio; para que el no especialista en temas comerciales
pueda formarse su propia opinión con respecto al comercio y a los
tratados comerciales, basada en el conocimiento de los principios
básicos; para que muchos de los que se consideran especialistas
en el tema tengan la oportunidad de corregir lo mal aprendido;
para traer un poco de sensatez y moral a una mesa de discusión
(la de cualquier TLC) totalmente plagada de tonterías y conceptos
erróneos, y, a la vez, desprovista de cualquier consideración ética o
moral; para que los hombres de bien de los países latinoamericanos
sepan exactamente el porqué de su pobreza y quiénes son los
verdaderos culpables; para destruir mitos y aclarar conceptos;
para proveer un marco de referencia, basado en esos principios
y conceptos, dentro del cual se debe situar la discusión del tema
comercial y los tratados comerciales. También lo he escrito
para llenar un vacío. Durante las discusiones intensas del tema
comercial, se han obviado los principios y conceptos básicos como
punto de referencia o de partida. En este sentido, ha habido un
gran vacío, y este libro pretende llenarlo. Finalmente, lo he escrito
con el propósito de aguarles la fiesta a la legión de costarricenses
y latinoamericanos para quienes no hay nada más gratificante en
el mundo que enfrascarse en profundas discusiones sobre temas
que desconocen por completo y, por tanto, carecen de un marco de
referencia apropiado. ¡Que lo disfruten!
Rigoberto Stewart
xix
AgRADECIMIENTOS
El autor desea agradecer profundamente a Dan Spitzer, Juan Ricardo
Fernández, Maribel Herrera, Paul Driessen, Robert Murphy y Julian
Alston por sus invaluables comentarios y útiles discusiones, los
cuales contribuyeron para mejorar este libro. Le debo mucha gratitud
a Ana María Umaña por su abnegado trabajo como correctora de
estilo. No obstante lo anterior, el autor asume toda responsabilidad
por el contenido del libro y por sus errores y omisiones.
Rigoberto Stewart, Ph.D
PARTE I
PRINCIPIOS y CONCEPTOS
1
HACIA EL ENTENDIMIENTO DEL SISTEMA
gENERADOR DE RIQUEZA
La historia económica de la humanidad está marcada por una serie de
eventos trascendentales, de hitos si se quiere. Después de la fase de
cazador de animales y recolector de productos vegetales, el hombre
se convirtió en sedentario y empezó a producir sus alimentos. Al
principio, lo hizo en el marco de la autosuficiencia; es decir, cada
unidad (el individuo o su círculo familiar) resolvía por sí sola sus
necesidades de consumo. Todo, absolutamente todo, lo que consumía
era proveído por la unidad misma. No había aportes de otros
individuos. Un día, hace miles de años, el ser humano se dio cuenta
de que podía obtener más alimentos para su consumo, si, en vez de
ser autosuficiente, se especializaba en la producción de los bienes
que producía con ventaja, para luego trocarlos por los que otros
producían también en condiciones ventajosas. Este descubrimiento
se conoce como el principio de especialización e intercambio, y se
explica con el siguiente ejemplo.
Juan y Miguel tienen necesidades de consumo de ropa y leche, las
cuales resuelven en autosuficiencia. Para simplificar, el insumo básico
utilizado son las horas de trabajo. Juan es hábil para la sastrería, pero
no para la lechería: hace un pantalón en una hora; pero necesita 10
horas para producir un litro de leche. Miguel es hábil para producir
leche, pero no para la sastrería: produce un litro de leche en una
hora; pero requiere 10 horas para producir un pantalón. Después de
conversar, deciden especializarse, cada uno en la producción del bien
para el cual tienen habilidades, e intercambiar su producto por el del
otro. En lugar de producir un litro de leche, Juan dedica las 10 horas
1
La magia y el misterio del COMERCIO
a la producción de pantalones; y en lugar de producir un pantalón,
Miguel dedica las 10 horas a la producción de leche. De esta manera,
en vez de un litro de leche y un pantalón, entre los dos obtienen 10
litros de leche y 10 pantalones. La productividad de esos recursos se
multiplica por 10; su consumo también.
Tal como lo evidencia la decisión de Juan y Miguel, el propósito de
la especialización e intercambio es lograr, con los mismos recursos,
mayor cantidad de bienes para el consumo; objetivo que solo se
alcanza si cada uno de los actores se dedica a aquellas actividades
productivas para las cuales tiene las mayores habilidades o las mejores
condiciones. Si las habilidades fueran invertidas, Miguel produciría
pantalones y Juan, leche, porque esa división del trabajo sería la que
les provee la mayor cantidad de bienes para el consumo.
El sistema de especialización e intercambio
La especialización de Juan y Miguel es el primer paso. En una segunda
instancia, se incorpora Jorge. Juan tiene más habilidad para la sastrería
que él y él, más habilidad que Juan para producir arroz. Después de
conversar, deciden especializarse e intercambiar: Jorge produce todo
el arroz que Juan necesita y éste, toda la ropa que requiere Jorge.
Seguidamente, se incorpora el individuo que tiene más condiciones
o vocación para producir verduras que para cualquier otra actividad
productiva. Él y Juan deciden especializarse e intercambiar: Juan
cose toda la ropa del verdulero, y éste le suministra toda la verdura
que necesita.
En este punto, Juan deja de producir leche, arroz y verduras, debido a
los acuerdos; pero continúa produciendo otros bienes para los cuales
no tiene condiciones o habilidades (carne, café). El proceso continúa
y, con el tiempo, Juan llega a tener acuerdos con el carnicero,
el verdulero, el cafetalero, y muchos otros; hasta especializarse
completamente. Solo se dedica a la sastrería, y obtiene todos los
2
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
otros bienes que necesita por medio del intercambio. Asimismo,
Jorge llega a especializarse en la producción de arroz y a obtener
todo lo demás mediante el intercambio; Miguel, el lechero, hace lo
mismo. y así sucesivamente, hasta que se forma un intricado sistema
de interdependencias, en el cual cada individuo se especializa en
la producción de uno o pocos bienes o servicios, y obtiene todo
lo demás por medio del intercambio con otras personas. Esta red
de interdependencias no es más que el sistema de especialización
e intercambio (SE&I). El intercambio es lo que conocemos como
comercio; sin embargo, cualquier calificación del comercio es, en
realidad, una calificación de todo el sistema de especialización e
intercambio, ya que sin especialización, no hay intercambio.
Durante el proceso que da vida al SE&I, cada incremento de la
especialización produce un aumento de la riqueza creada en la
comunidad que conforman los participantes (la riqueza social);
es decir, produce un aumento de la cantidad de bienes y servicios
(b&s) que se logra disponer para el consumo (esta es la definición de
riqueza). Para cuantificar esa riqueza creada, es necesario expresar
cada unidad de los bienes y servicios producidos, en términos de
unidades equivalentes de un bien base (las denominamos ue). Al
final del proceso de especialización, la riqueza creada por todos
los involucrados llega a ser varias veces mayor que la generada en
autosuficiencia, con los mismos recursos. El cuadro 1 presenta un
ejemplo hipotético de ese proceso. Cada vez que un nuevo actor
ingresa en el sistema con mejores soluciones para las necesidades
de consumo, aumentan la especialización y la riqueza creada con los
mismos recursos. Cada vez que ingresa un actor de otra comunidad
(puede ser de otra provincia u otro país), sucede lo mismo en la
comunidad original: mayor especialización y un incremento de la
riqueza generada con los mismos recursos. En el ejemplo hipotético
del cuadro, al final del proceso, la comunidad original llega a generar
mil veces más riqueza que la generada, con los mismos recursos, en
autosuficiencia.
3
La magia y el misterio del COMERCIO
Riqueza generada mediante
la especialización
Características del sistema
Entre muchas otras, el sistema de especialización e intercambio tiene
tres características que merecen ser destacadas: su motor es el consumo,
hay una gran interdependencia entre individuos y trasciende cualquier
noción de frontera política. Primero, la solución de necesidades de
consumo es lo que mueve todo el sistema. Por esta razón, una actividad
productiva genera riqueza solo cuando su producto resuelve una
necesidad de consumo. Si no hubiera tales necesidades, el sistema no
existiría. Segundo, como todos los individuos están interrelacionados
y son interdependientes, cualquier evento que afecte a uno tendrá un
efecto de oleada a través de todo el sistema, con repercusiones para
muchos, si no todos los demás actores.
Tercero, el principio de especialización e intercambio —practicado,
ante todo, por individuos con base en sus circunstancias— antecede
y trasciende cualquier límite político. Estos límites surgieron cientos
4
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
y miles de años después de su descubrimiento y aplicación, solo para
causar enormes retrocesos en cuanto a la creación de riqueza. ¿Por
qué retrocesos? Porque, los países, en ningún sentido son unidades
económicas, menos en el sentido comercial. Durante cientos o miles
de años antes del descubrimiento de América, la gente del lado norte
del río Sixaola intercambió sus bienes, libremente, con individuos
del lado sur. Mucho después de la llegada de los españoles, se
decidió que el río sería el límite entre Costa Rica, la unidad política
del lado norte, y Panamá, la unidad política del lado sur. A partir
de entonces, se prohibió el libre intercambio entre esas personas,
aduciendo que lo que ellos practicaron durante tantos siglos se
convirtió en comercio internacional. El indígena de Brí Brí tenía luz
verde de las autoridades para intercambiar bienes con su compatriota
de Liberia, quien se encontraba a unos 400 km de distancia, pero no
para intercambiar con su primo, quien estaba al otro lado del río, a
0,2 km. Ese “bribriceño” tiene un ligamen económico natural con el
ahora panameño, porque le resulta beneficioso intercambiar con él;
no lo tiene con el liberiano, porque no les resulta beneficioso ningún
intercambio. La unidad económica natural de los costarricenses de
Brí Brí —definida como el área en la cual ocurre especialización e
intercambio en forma natural y espontánea— incluye, para ciertos
bienes, partes de Panamá y excluye una gran parte de Costa Rica1.
El prohibir, encarecer o dificultar el comercio entre individuos de su
misma unidad económica natural es evitar o limitar la creación de
riqueza a través de la especialización y el intercambio.
1
Muchos son los factores que determinan un área económica natural. Uno de ellos es el
costo de transporte. Para ciertos bienes y servicios, la unidad económica natural no se
limita a áreas continuas o cercanas; pueden llegar a ser tan grandes como un continente o
cubrir el mundo entero.
5
La magia y el misterio del COMERCIO
Propulsores del comercio
En el mundo real existen millones de Pedros y Juanes, y miles de
bienes y servicios por intercambiar, lo que hace imposible que cada
individuo busque una contraparte para explorar la posibilidad de
especializarse e intercambiar con ella. Si esa fuera la única opción,
el ser humano no se apartaría mucho de los bajísimos estándares
de vida ligados a la autosuficiencia. Afortunadamente, esta no ha
sido la única opción. Hace muchos siglos, el hombre descubrió
dos conceptos extraordinarios: el mercado y el dinero, los cuales
hicieron posible la especialización y el intercambio sin la necesidad
de negociar individualmente.
El mercado
En su concepción más básica, el mercado consiste en la concurrencia
de dos o más individuos a un sitio determinado para intercambiar
sus bienes. En días y horas preestablecidas, se reúnen en el lugar,
buscan a los interesados en sus productos (y viceversa), realizan
el intercambio y regresan a su casa. Esta forma primitiva de llevar
a cabo el intercambio fue un gran avance con respecto a la forma
anterior; sin embargo, el proceso de llevar los productos a un sitio
predeterminado e intercambiarlos, en forma de trueque, el mismo
día, constituía un freno a mayores avances del comercio, es decir, del
sistema de especialización e intercambio.
El siguiente gran avance, como veremos, llegó con el descubrimiento
del dinero. Este redujo drásticamente los costos del intercambio y,
entre otros aportes, permitió diferir, en el tiempo y el espacio, el
intercambio de bienes y servicios; lo que equivale a una modificación
del concepto o forma original de mercado. Con el tiempo y el
surgimiento de otros impulsores del comercio —tales como los
intermediarios, diferentes modos de transporte, la refrigeración, y
compañías o distintas formas de organización productiva— la idea del
6
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
mercado que incluye un lugar físico se tornó obsoleta. El mercado se
amplió a través de territorios y del tiempo para volverse casi virtual.
Un pescador noruego de salmón y un turrialbeño (de Costa Rica) que
consume salmón noruego forman parte del mismo mercado.
Asimismo, el mercado no es un mecanismo o un medio para lograr las
funciones económicas básicas que deben llevarse a cabo en cualquier
sociedad. No. La intricada red de relaciones que va surgiendo del
proceso de intercambio, el marco institucional, es lo que constituye el
mercado. Es decir, el mercado es la personificación institucional del
proceso de intercambio voluntario en el cual se involucran individuos
según sus varios roles. Por esta razón, no puede ser sustituido por el
Estado o cualquier otro ente. La disyuntiva: Estado o mercado, que
suele plantearse, no tiene sentido.
El dinero
Como forma de intercambio, el trueque continuó hasta que el
hombre descubrió el concepto del dinero, el cual, como medio de
intercambio, redujo drásticamente los costos de transacción (costos
de intercambio) y revolucionó el comercio de muchas maneras.
Primero, eliminó la necesidad de una correspondencia entre los
deseos de los individuos que participan en un intercambio. Antes del
dinero, Juan y Miguel intercambiaban bienes solo si Miguel quería el
pantalón de Juan y éste, la leche de Miguel. Con el dinero, Miguel
podía comprar los pantalones de Juan aun si éste no deseaba leche.
En efecto, Juan podía vender todos sus pantalones a Miguel y, con
el dinero, adquirir de otras personas (comprar) todos los bienes que
deseaba consumir.
Segundo, y como consecuencia de lo anterior, eliminó la necesidad
de los balances contables entre las partes de un intercambio. El
balance contable se daba entre todos los participantes, pero no entre
dos individuos. Juan podía vender pantalones a Miguel (por $100);
7
La magia y el misterio del COMERCIO
éste, $100 de leche a Patricio; y éste, $100 de arroz a Juan, sin que
ocurriera un desequilibrio contable. A escala regional o de país, el
balance contable también perdió todo sentido. Juan, costarricense,
podía vender su bien Z a un mexicano y comprar el bien X a un
estadounidense, sin que se perdiera lo básico del principio de
especialización e intercambio. La contabilidad entre individuos
específicos, regiones o países no tiene por qué balancearse.2
Tercero, el dinero permitió diferir en el tiempo y en el espacio parte
del intercambio de bienes y servicios. Juan podía vender todos sus
pantalones el día jueves en el mercado A, y adquirir los bienes que
deseaba consumir, otro día y hasta en otro mercado. Lo que no varió
fue la necesidad de contacto entre las partes de un intercambio. Juan
todavía tenía que relacionarse con Miguel al vender los pantalones, y
con Patricio al comprar el arroz.
El intermediario
El dinero también estimuló la llegada de otro elemento propulsor
del comercio o la especialización e intercambio: el intermediario.
Este profundizó aun más los cambios en la forma de llevar a cabo
el intercambio de bienes y servicios. Primero, cambió el concepto
de mercado. Los individuos ya no tenían que acudir a un sitio
determinado en días preestablecidos para intercambiar sus bienes;
podían vender su producto al intermediario en cualquier momento
y en el lugar donde este se encontraba. y podían comprar los bienes
deseados de la misma manera. En este sentido, el intermediario
facilitó aun más la distribución del intercambio en el tiempo y el
espacio. Segundo, eliminó la necesidad del contacto directo entre los
2
8
Este punto es de fundamental importancia, porque una de las concepciones erróneas del
comercio es que cuando el intercambio entre dos países (en realidad, es entre individuos
de dos países) no se equipara, el que vende más o compra menos resulta favorecido. Nada
más lejos de la verdad.
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
que intercambiaban sus bienes. Ahora, Juan podía vender su producto
al intermediario A y comprar lo deseado al mismo intermediario o al
intermediario B. ya no necesitaba tener contacto con las personas
que finalmente consumían sus bienes, ni con aquellos cuyos bienes
él consumía.
Además de lo ya expuesto, el intermediario llegó para desempeñar
otros dos roles que son esenciales para que el sistema cree riqueza.
Uno, provee información de precios; información que los individuos
necesitan para decidir en qué actividades especializarse y cuánto
de cada bien producir y consumir. El precio de un bien ya no es el
resultado de la negociación entre dos individuos (Juan y Miguel),
sino de múltiples, hasta cientos o miles. Dos, brinda el servicio de
almacenamiento, el cual le provee gran flexibilidad a los individuos
para completar sus intercambios. En lugar de adquirir toda la leche
de un mes, Juan puede acudir al intermediario con una periodicidad
más corta; hasta de un día.
Generador de riqueza. En el Tercer Mundo, aún hoy existe la
convicción plena de que los intermediarios son un factor de pobreza.
Por esta razón, los políticos, intelectuales, gobernantes, entre otros,
los detestan y tratan de eliminarlos. Pero, como hemos visto, el
asunto es a la inversa: el intermediario no solo facilita la generación
de riqueza; la produce. Él es un generador de riqueza, porque toma
un bien en un estado equis y lo transforma; le agrega valor. La
manera de hacerlo depende del tipo de intermediario. La más básica
es la modificación del bien en el tiempo y el espacio. El transportista
que lleva un producto del punto A al punto B, solo lo modifica en el
espacio. La cadena de supermercados transporta el bien a su sitio de
venta y lo almacenan con el fin de que esté siempre disponible para
el consumidor. El bar que sirve una cerveza, no solo la modifica en el
tiempo y espacio, le agrega otros elementos que aumentan su valor,
tales como el ambiente y el servicio. El restaurante va aun más lejos
en sus modificaciones.
9
La magia y el misterio del COMERCIO
Se puede ir inclusive más lejos y asegurar que, como la mayor parte
de la riqueza (¿el 95 por ciento o más?) se genera a través del proceso
de intercambio, los intermediarios son responsables por casi toda la
riqueza creada en el sistema de especialización e intercambio. En
dicho sistema, los bienes son producidos por aquellos que los hacen
mejor y, luego, se transfieren a los individuos que los valoran mejor.
Es en ese proceso de transferencia donde se crea la riqueza. Dicho
de otra manera, la riqueza no la constituye lo que se produce, sino lo
que se consume; y, como casi todo el consumo de bienes y servicios
se lleva a cabo después del intercambio, se concluye que la mayor
parte de la riqueza se genera a través de ese proceso, y no mediante
la producción.
Ilustrémoslo con un ejemplo. Este es el caso de tres individuos.
Fernando tiene en su haber 90 kg de frijol; Carlos, 90 kg de carne, y
Alberto, 90 kg de arroz. Esto es lo único que tienen, y se supone que
cada uno obtuvo lo suyo por medio de la producción. Obviamente,
no es muy agradable ni nutritivo comer solo arroz, carne o frijol; de
ahí que el intercambio de un bien por otro mejoraría notablemente
el bienestar de cada uno de ellos. Para simplificar (ignoremos los
cambios marginales), diremos que cada uno de los tres daría 5 kg de
su producto por cada kg de uno de los otros dos bienes. Después de
negociar, sin embargo, acuerdan, en cada caso, intercambiar un kg de
arroz por un kg de frijol; un kg de carne por un kg de arroz; y un kg
de frijol por un kg de carne. Así, Carlos entrega 30 kg de carne por
30 kg de arroz, y 30 kg de carne por 30 kg de frijol; Fernando entrega
30 kg de frijol por 30 kg de arroz.
Después de los intercambios, cada uno termina con 30 kg de arroz,
carne y frijol. Veamos cómo cambia su riqueza. Antes del intercambio,
Fernando tenía solo 90 kg de frijol. Después, tiene el equivalente a
330 kg de frijol; porque, para él, los 30 de carne equivalen 150 kg de
frijol (él estaba dispuesto a dar 5 kg de frijol por cada kg de carne); lo
mismo sucede con los 30 kg de arroz. Los casos de Carlos y Alberto
son exactamente iguales. Carlos termina con el equivalente a 330 kg
10
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
de carne, y Alberto, con el equivalente a 330 kg de arroz. Con solo
el intercambio, la riqueza de cada uno se multiplicó por 3,67; y la
riqueza total (suma de los tres), por 11. La producción generó una
cantidad de riqueza X; el intercambio la multiplicó por 11.
Otros propulsores
El concepto de mercado, el dinero y los intermediarios no fueron los
únicos propulsores de la especialización e intercambio. Hubo otros.
Ente ellos, los diferentes medios de transporte que fueron surgiendo
(carruajes, barcos, trenes, automóviles, aviones), la refrigeración,
los medios de comunicación (periódicos, telégrafo, radio, teléfono,
televisión), y las diferentes formas de organización productiva.
Entre estas últimas cabe destacar la empresa, la cual surge de esa
constante búsqueda de mejores formas de generar riqueza con los
mismos recursos. El organizar la producción de bienes y servicios de
esta manera, en lugar de la producción llevada a cabo por individuos
separadamente, reduce infinitamente los costos de transacción y, a
través de la división del trabajo. incrementa, de la misma manera,
la productividad de los recursos. Es decir, la productividad de los
recursos se multiplica con la especialización en diferentes actividades
y también con la especialización dentro de una misma actividad. Esta
última división del trabajo implica que todos los involucrados en una
empresa –trabajadores comunes, gerentes, accionistas o dueños– son
productores del bien o servicio que sale de ella.
Dinámica de la generación de riqueza
Todo sistema o sub-sistema de especialización e intercambio cuenta
con solo dos mecanismos para incrementar la riqueza creada con
los mismos recursos: 1) el ingreso de nuevos actores con mejores
soluciones para las necesidades de consumo de los participantes3;
y 2) el descubrimiento, por parte de los viejos participantes, de
esas mejores soluciones. No hay más. Ambos mecanismos citados
3
Esto ocurre, por ejemplo, cuando el gobierno de un país elimina las barreras comerciales.
11
La magia y el misterio del COMERCIO
tienen la misma dinámica: la nueva (y mejor) solución para una
necesidad de consumo desplaza a la vieja; los proveedores de la
vieja solución deben cambiar de actividad o igualar a la nueva. Esta
es una condición sine qua non para la creación de riqueza. Así ha
sido desde que el hombre descubrió el principio de especialización e
intercambio y así seguirá hasta el fin de los tiempos. En el ejemplo
presentado inicialmente, se observa que para incrementar la riqueza
creada con los mismos recursos, Juan debe dejar de producir leche
porque Miguel resuelve mejor esa necesidad de consumo de los dos;
y Miguel debe dejar de producir pantalones porque Juan resuelve
mejor esa necesidad de ambos. Las dos nuevas y mejores soluciones
desplazan a las viejas. Si Juan insistiera en producir leche, o Miguel,
en producir pantalones (o si un tercero los obligara a hacerlo) no
habría incremento de la riqueza creada con los mismos recursos,
porque no surgirían esas mejores soluciones para las necesidades de
consumo. Nótese que los individuos tienen necesidades de consumo
de ciertos bienes, pero no una necesidad de producción de ningún
bien en particular.
El derecho de propiedad:
factor fundamental para la creación de riqueza
Para que el sistema de especialización e intercambio cree la máxima
cantidad de riqueza –y se distribuya de la mejor manera entre los
participantes–, es necesario el respeto absoluto del derecho de
propiedad de todos los participantes. Por propiedad entendemos todos
los factores de producción (materiales o intelectuales) utilizados en el
proceso de especialización, y todos los bienes y servicios producidos
e intercambiados. Por derecho de propiedad entendemos la facultad
que tiene cada individuo para disponer de su propiedad de la manera
que prefiera. Este derecho le da absoluta libertad para decidir qué
producir, con quién intercambiar y en qué términos. Por consiguiente,
un verdadero régimen de derecho de propiedad es, a su vez, un
12
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
régimen de absoluta libertad comercial —libertad para intercambiar
bienes y servicios, tanto con nacionales como con extranjeros.
Cualquier limitación del intercambio de bienes (o sea, del comercio)
implica una negación del derecho de propiedad y, necesariamente,
una reducción de los beneficios derivados de la especialización e
intercambio, pues la limitación excluye mejores formas de satisfacer
algunas necesidades de consumo de quienes participan en el sistema.
Igualmente, cuanto menos segura sea la propiedad –porque las leyes
o el poder no la protegen– menor será su capacidad (y su uso) para
producir bienes y servicios; y cuanto menos definido esté el derecho
sobre los bienes y servicios, más difícil será su intercambio.
El respeto absoluto del derecho de propiedad implica que las
relaciones entre los que participan en el sistema de especialización e
intercambio tienen que ser estrictamente voluntarias. No debe haber
uso de la fuerza ni del engaño. Nadie debe impedir que el individuo
A satisfaga las necesidades de consumo del individuo B, bajo los
términos que ellos convengan. La quintaesencia de este requisito
es la competencia. Cuando dos o más individuos desean satisfacer
alguna necesidad de consumo de otros participantes –lo que es usual
y deseable en el sistema–, la única vía aceptable para dirimir el
“conflicto” es la competencia entre ellos, y la libre elección de todos
los demás.
Relaciones voluntarias
Fundamentalmente, solo existen dos maneras de coordinar
las actividades económicas de millones de personas. Una de
ellas es la dirección central que involucra el uso de la coerción
–la técnica del ejército y del moderno Estado totalitario. La
otra es la cooperación voluntaria de los individuos –la técnica
del mercado. Milton Friedman
13
La magia y el misterio del COMERCIO
Cuando las relaciones entre los participantes no son voluntarias,
la riqueza individual y la riqueza social generadas se contraponen.
En efecto, existen dos tipos de actividades económicas que generan
riqueza privada: las que generan riqueza para los demás participantes
en el sistema de especialización e intercambio (SE&I), o sea, riqueza
social; y las que causan pérdidas a la sociedad. Todo depende del
grado en que se respete el derecho de propiedad.
Cuando un ladrón le arrebata a alguien $1.000 a punta de pistola,
ocurre una transferencia pura de bienes de la víctima al delincuente.
Este obtiene utilidades privadas (la víctima pierde bienes valorados
en $1.000, pues no hubo intercambio); pero su acción delictiva
genera pérdidas para la sociedad como un todo, mediante dos efectos.
Primero, los bienes que el ladrón debió dar a cambio de los $1.000
no ingresan en el SE&I. Segundo, este saldo negativo se multiplica
al manifestarse a través de todo el sistema. ¿Cómo? A la víctima del
asalto le quedan $1.000 menos para dar a cambio de otros bienes, lo
cual equivale a una reducción de la productividad de sus recursos.
Esta merma la obliga a ofrecer menos de su producto por cada unidad
de otros bienes (digamos, del grupo A), lo cual afecta negativamente
a los proveedores de los bienes de este grupo. Estos, a su vez, se ven
obligados a ofrecer menos de su producto a cambio de cada unidad de
los bienes del grupo C, por el mismo efecto sobre su productividad;
y así sucesivamente. El resultado final es una pérdida de riqueza
equivalente a varios miles de dólares. Este efecto multiplicador es
lo que hace que el respeto absoluto del derecho de propiedad (o las
relaciones estrictamente voluntarias) sea tan crucial para la creación
de riqueza.
Este resultado no depende de quién sea el agresor. Cuando el Estado
usa su fuerza para obligar a cualquier participante en el sistema
a utilizar su propiedad de manera distinta (o darle otro valor) del
uso que él le daría en libertad (v.gr., impuestos, fijación de precios
o erección de barreras comerciales), el resultado no difiere en nada
del asalto a mano armada: unos pocos (los que son favorecidos) se
14
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
enriquecen mediante transferencias, y el grueso de la sociedad se
empobrece a través de los efectos ya descritos.
Ilustrémoslo con el mismo ejemplo presentado en la sección sobre el
intermediario. En él, la multiplicación de la riqueza por 11 se dio con
un término de intercambio voluntario de un kg por un kg para todos
los bienes. Ahora, supongamos que para “favorecer” al productor de
carne, al gobierno fija los términos siguientes: 10 kg de arroz por kg
de carne; 5 kg de frijol por kg de carne, y 3 kg de arroz por kg de
frijol. ¿Cuáles serían los resultados?
Como el dueño del arroz solo estaba dispuesto a dar 5 kg de arroz
por cada kg de carne, no se intercambia arroz por carne. En el caso
del frijol, como Fernando estaba dispuesto a dar 5 kg por cada kg de
carne, termina por intercambiar 30 kg de frijol por 6 kg de carne. y
Alberto intercambia 30 kg de arroz por 10 kg de frijol. Así, después
del intercambio, Alberto se queda con 60 kg de arroz y 10 kg de
frijol; lo cual equivale a 110 kg de arroz. Carlos se queda con 30 kg
de frijol y 84 kg de carne; todo lo cual equivale a 234 kg de carne
(150 + 84). Fernando se queda con 6 kg de carne, 50 kg de frijol y 30
kg de arroz; todo lo cual equivale a 230 kg de frijol. En los tres casos,
la riqueza se reduce con respecto a la situación original; o sea, la de
no intervención. El que más pierde es Alberto.
Ahora, supongamos que al ver los pobres resultados, el gobierno
recapacita y fija los siguientes términos: 5 kg de arroz por kg de
carne; 3 kg de frijol por kg de carne, y 2 kg de arroz por kg de frijol.
Así, Alberto intercambia 20 kg de arroz por 4 kg de carne; Fernando
intercambia 18 kg de frijol por 6 kg de carne; y Alberto entrega 20 kg
de arroz por 10 kg de frijol. Después de estos intercambios, Alberto
se queda con 50 kg de arroz, 10 kg de frijol y 4 kg de carne; todo lo
cual equivale a 120 kg de arroz. Su riqueza mejora con respecto a la
intervención uno. Carlos se queda con: 18 kg de frijol, 20 kg de arroz
y 80 kg de carne; todo lo cual equivale a 270 kg de carne (90 + 100 +
80). Su riqueza mejora con respecto a la intervención uno. Fernando
15
La magia y el misterio del COMERCIO
se queda con 6 kg de carne, 62 kg de frijol y 20 kg de arroz; todo lo
cual equivale a 192 kg de frijol. Su riqueza empeora con respecto a la
intervención uno. En los tres casos, la riqueza se reduce con respecto
a la situación de no intervención.
Competencia
La competencia es fundamental para la creación de riqueza porque,
sin ella, no funcionan los dos mecanismos con que cuenta el sistema
de especialización e intercambio para incrementar la riqueza creada
con los mismos recursos —mejores soluciones para las necesidades
de consumo aportadas por nuevos y viejos actores. Además, estimula
el flujo de información, un ingrediente indispensable para la creación
de riqueza.
Nuevos actores. La competencia permite el ingreso de nuevos actores
en el sistema con mejores soluciones para las necesidades de consumo.
Sin libe competencia, ese ingreso queda vedado. La veda puede tomar
la forma de exclusión de extranjeros mediante barreras arancelarias
y no arancelarias; o de exclusión de todos los demás actores, bien
sean nacionales o extranjeros, a través de la monopolización de
ciertas actividades (v.gr. los monopolios estatales). Hasta ahora (año
2006), por ley, nadie puede ingresar en el sistema de especialización
e intercambio para ofrecer a los costarricenses mejores soluciones
para sus necesidades de consumo de servicios de telecomunicaciones
o de seguros. La consecuencia de esta restricción gubernamental es
una menor generación de riqueza en el país.
Estímulo creativo. La competencia sirve de estímulo para que
cada participante en el SE&I busque, sin cesar, mejores formas de
satisfacer las necesidades de consumo de los demás. Cuando hay
competencia (y preferiblemente mucha) los empresarios tienen que
llevar a cabo esta búsqueda para poder sobrevivir. Si no lo hacen,
sus competidores lo harán y encontrarán esas mejores soluciones, en
16
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
beneficio de los consumidores del bien o servicio. Sin competencia,
en cambio, el consumidor se convierte en rehén del único proveedor
del bien o servicio, pues éste no tiene que procurar mejores
soluciones para poder subsistir. Debemos señalar que esto es cierto
únicamente cuando la competencia es impedida mediante medidas
gubernamentales.
Información. La información es como la sangre del sistema de
especialización e intercambio, y la competencia estimula su flujo. El
sistema es como un rompecabezas compuesto por miles de figuras
de distintas formas o contornos, cada una de las cuales encaja
perfectamente solo con una de las otras (su pieza gemela); con cada
una de las demás encaja con distintos grados de imperfección. En
el sistema, cada actor es una de esas piezas, y su pieza gemela es
aquella persona que le provee la mejor solución para su necesidad de
consumo de un determinado bien o servicio. Cuanta más información
haya, mayor es la probabilidad de que cada pieza encuentre su pieza
gemela; es decir, mayor es la probabilidad de que el rompecabezas
se arme con un alto grado de perfección. Cuanto mejor se conforme
el rompecabezas (o mayor sea el grado de perfección al armarlo),
mayor es la riqueza creada. Esto es así porque cada actor encuentra
la mejor solución para cada una de sus necesidades de consumo,
o se acerca a ella. Si el grado de perfección logrado es del 20 por
ciento, entonces el sistema generará solo el 20 por ciento de la
riqueza que podría generar. Ahora, la forma de cada pieza no es fija,
sino que cambia constantemente. Por tanto, cada una de las piezas
debe buscar continuamente su gemela; el rompecabezas debe ser
rearmado constantemente. Si la pieza A encaja perfectamente con la
B en determinado momento, es probable que en otro momento encaje
perfectamente con la Z, y muy imperfectamente con la B.
17
La magia y el misterio del COMERCIO
Las reglas del juego
Infortunadamente, no todos los seres humanos respetan el derecho
de propiedad de los demás o se limitan a las relaciones voluntarias.
Siempre ha habido y habrá individuos dispuestos a arrebatar la
propiedad de otros, en vez de participar en el intercambio voluntario.
Entre ellos se encuentran los ladrones, estafadores, esclavizadores y
asesinos; todos los cuales pueden hacer disminuir significativamente
la capacidad del sistema de especialización e intercambio para
generar riqueza. ¿Qué hacer para remediar este problema y asegurar
la máxima creación de riqueza? Ante todo, establecer reglas del
juego que protejan y aseguren el derecho de propiedad de todos los
individuos y, obviamente, los mecanismos para hacerlas cumplir,
además de los criterios de justicia por aplicar cuando sean violadas.
¿Cómo establecerlas? A través de la historia, las distintas sociedades
han encontrado sus propias fórmulas para hacerlo. Por ejemplo, toda
la estructura de la Ley Mercantil (Merchant Law), en la Inglaterra
medieval, se desarrolló en las cortes mercantiles privadas, las cuales
eran esencialmente árbitros voluntarios. La estructura completa de la
ley del mar, de embarque, de salvamento, etcétera (Ley Marítima o
Admiralty Law), fue desarrollada de igual forma. Además, el grueso
de la ley Anglo-Sajona, la justificadamente célebre Common Law,
fue desarrollada a través de los siglos por jueces en competencia,
aplicando principios consagrados en lugar de cambiantes decretos del
Estado. Estos principios no fueron establecidos arbitrariamente por
ningún rey o cuerpo legislativo; más bien, crecieron o se desarrollaron
tras muchos siglos de aplicar principios racionales a los casos que se
les presentaban. Los jueces del Common Law funcionaban en gran
medida como árbitros privados, como expertos de la ley a los cuales
acudía la gente con sus disputas. No había ninguna Suprema Corte,
impuesta caprichosamente, cuya decisión fuera vinculante. La gloria
de su desarrollo a lo largo de centurias es testimonio del éxito de la
Common Law.
18
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
En América Latina, las cosas han sido totalmente distintas. Por
legado histórico, el Estado se apropió del derecho de fijar las reglas
del juego y hacerlas cumplir; pero ese ente nunca ha guardado mayor
estima por el derecho de propiedad. Debemos recordar cómo empezó
todo en esta parte del mundo. Cuando llegaron los conquistadores,
lo primero que hicieron fue dirigirse a los nativos que salieron a su
encuentro para informarles de que todo lo que se veía ahí, y hasta lo
que no se veía, era del Rey, ellos incluidos. Ahí mismo se esfumó toda
noción del derecho de propiedad. El individuo dejó de ser propietario
de sí mismo, pues pasó a pertenecer al Rey; también perdió el derecho
de propiedad sobre la tierra y su fruto. Ese fue el punto de partida; y
hasta ahora se ha avanzado muy poco, pues aún persiste un profundo
desprecio por ese derecho humano. Hoy, en lugar de proteger el
derecho de propiedad, el conjunto de leyes, normas y decretos que
configuran la política del Estado en materia de intercambio de bienes
y servicios (las reglas del juego), lo violan o propician su violación
por parte del Estado. He aquí el dilema latinoamericano de la creación
de riqueza: el respeto absoluto del derecho de propiedad de todos es
requisito fundamental para la creación de riqueza a través del sistema
de especialización e intercambio; el Estado se ha arrogado el derecho
de fijar las reglas del juego que han de prevalecer en el sistema; pero
los gobernantes manifiestan un profundo desdén por el derecho de
propiedad de los habitantes.
En Raíces de Pobreza, guillermo yeatts (2000) señala: “Nuestro
infortunio se debe a que las reglas del juego de la España medieval
fueron trasplantadas al Nuevo Mundo y generaron una América
estamental en lo social, monopólica en lo religioso, rentística en lo
fiscal y corporativa en lo económico. Más de cinco siglos después
de su descubrimiento, América Latina no ha podido escapar de las
garras de las perversas reglas de la España medieval y de su crónica
pobreza, y continúa siendo una sociedad de distribución y no de
creación de riquezas.” (…) “En la América anglosajona prevalecieron
instituciones formales (leyes y normas positivas) e informales
(hábitos, costumbres, valores morales y religiosos, etc.) que
19
La magia y el misterio del COMERCIO
liberaron creativamente las energías de los individuos, favoreciendo
la creación de riqueza en un marco de competencia, el respeto por la
libertad individual y la propiedad privada, la ganancia empresaria, el
gobierno limitado, el funcionamiento de la justicia y el respeto por
los contratos y las leyes. Mientras tanto, en América Latina las reglas
del juego orientaron las energías de sus mejores hombres hacia la
obtención de prebendas, privilegios, mercados cautivos, restricciones
a la competencia, empleos públicos, etc., que llevaron a la sociedad
a un estado de esclerosis productiva permanente.”
Conceptos clave
Los siguientes puntos o conceptos, extraídos, en parte, de esta
discusión del sistema generador de riqueza, serán claves para la
discusión de los temas y comprensión de los planteamientos que
surgirán a lo largo de los siguientes capítulos.
20
●
En el sistema de especialización e intercambio, la especialización no es otra cosa que la división del trabajo que tanto
enfatizó Adam Smith en su Riqueza de Naciones. En nuestro
ejemplo, Juan y Miguel deciden dividirse el trabajo en lugar
de realizar cada uno las mismas tareas. Juan hace el trabajo de
producir pantalones y Miguel, el de producir leche. La división
del trabajo surge inicialmente por una ventaja de costos que
es estática; pero el proceso de especialización e intercambio
es dinámico. La ventaja inicial puede variar en cualquier
dirección; aunque es muy probable que se profundice debido a
que la productividad de los individuos que se especializan en
ciertas actividades suele aumentar con el tiempo. La dedicación
exclusiva les permite ir descubriendo, continuamente, mejores
formas de hacer lo que hacen.
●
El comercio o intercambio de bienes y servicios consta de
dos acciones: vender y comprar. Miguel y Juan intercambian
leche y pantalones: Miguel le vende leche a Juan y le compra
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
pantalones; Juan le vende pantalones a Miguel y le compra
leche. En el proceso de intercambio es imposible vender sin
comprar, pues no sería intercambio.
●
Para cada unidad económica, vender y exportar son
equivalentes; se refieren a desprenderse de un bien. Asimismo,
comprar e importar son equivalentes; se refieren a adquirir un
bien. Tradicionalmente, los términos exportar e importar se
refieren a vender o comprar fuera del país porque tácitamente
se considera que la unidad económica es el país; pero no es
así. En el proceso de intercambio es imposible exportar sin
importar, pues no sería intercambio.
●
El propósito de la especialización e intercambio es lograr,
con los mismos recursos, mayor cantidad de bienes para el
consumo. El objetivo no es producir ningún bien en particular,
sino maximizar la riqueza generada con una cantidad equis de
recursos. Si las habilidades fueran invertidas, Juan produciría
leche y Miguel pantalones, porque esa división del trabajo es
la que les proveería más bienes para el consumo; es la que
maximizaría la riqueza generada con sus limitados recursos.
●
Si bien el comercio es equivalente al intercambio, en realidad
representa a todo el sistema de especialización e intercambio,
porque sin especialización, no habría intercambio.
●
El intercambio (el comercio) siempre beneficia a las partes
involucradas; de otra manera, no se llevaría a cabo.
●
El comercio siempre crea riqueza, porque el proceso de
especialización e intercambio siempre incrementa la cantidad
de bienes disponibles para el consumo (la riqueza). Cuanto más
libre sea el régimen comercial, mayor es la especialización; y
cuanto mayor sea la especialización, mayor es la productividad
de los recursos; y cuanto mayor sea esta productividad, mayor
es la riqueza creada; ergo, el libre comercio siempre crea
riqueza.
●
En un régimen de propiedad privada, los individuos son
quienes se especializan, producen, intercambian bienes y
21
La magia y el misterio del COMERCIO
servicios, y consumen. Los países no producen, ni importan,
ni exportan, ni consumen bienes y servicios.
●
Desde el punto de vista comercial, se puede definir la unidad
económica (para un determinado bien) como el espacio, no
necesariamente continuo, en el cual ocurre especialización e
intercambio en forma natural y espontánea. Con base en esta
definición, un país, salvo rarísimas excepciones, no constituye
una unidad económica. Esta es la razón por la cual sus políticas
económicas, en especial, las comerciales, suelen tener efectos
negativos.
●
El uso de fronteras políticas para dividir, artificialmente, las
unidades económicas naturales genera pobreza, porque limitan
la especialización y el intercambio.
●
El dinero, los distintos modos de transporte, los establecimientos
comerciales, los servicios bancarios y muchas otras actividades,
son medios que facilitan el intercambio de bienes y servicios
entre individuos.
●
Siempre que haya dos o más personas dispuestas a intercambiar
dos o más bienes o servicios, siguiendo ciertos lineamientos,
existe un mercado; y este no puede ser sustituido por el
Estado o ningún otro ente, porque los seres humanos son
insustituibles. El mercado es tan humano como los individuos
que lo constituyen.
Debemos tener presentes estos conceptos porque, como veremos
durante nuestro transitar por los siguientes capítulos, la sabiduría
convencional suele indicar lo contrario: que los países son los que
comercian; que la riqueza se genera más que todo mediante la
producción y no por el intercambio; que exportar es beneficioso, pero
importar no lo es; que se exporta con el fin de obtener divisas; que el
libre comercio crea pobreza; que se debe producir lo que se consume;
y muchas joyas más. Pasemos a analizar, sin mayor dilación, algunas
de estas concepciones erróneas.
22
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
ANEXO
EL CONCEPTO DE LAS VENTAJAS
Las ventajas surgen del hecho de que algunas circunstancias –tales
como la ubicación geográfica, clima, calidad de suelo, habilidad
individual, interés, conocimientos, actitud y preferencias– varían
mucho de un individuo a otro y a través de regiones, dotando a cada
persona (o grupo) de condiciones idóneas para ciertas actividades.
En Costa Rica, por ejemplo, los limonenses viven en una región
con condiciones naturales que son propicias para la producción de
banano, plátano, piña, guanábana, yuca, entre muchos otros; mientras
que el Valle Central tiene condiciones naturales propicias para el
cultivo del café, papa, cebolla, brócoli. Tanto los limonenses como
los habitantes del Valle Central pueden obtener, con los mismos
recursos, más plátanos y café para su consumo, si, en vez de dedicarse
tercamente a producir los dos bienes, los primeros se especializan en
la producción de plátano y los segundos, en la producción de café, y
luego los intercambian.
En cuanto a la producción de bienes y servicios, los individuos
pueden tener dos tipos de ventajas: absoluta y comparativa. Si Carlos
y Peter utilizan solo mano de obra (para simplificar) en la producción
de papa, y Carlos requiere menos trabajo que Peter para producir la
misma cantidad de papa, entonces, Carlos tiene una ventaja absoluta
sobre Peter en la producción de papa. Si ambos también producen
tomate, y Peter emplea menos mano de obra que Carlos para producir
igual cantidad de tomate, entonces Peter tiene una ventaja absoluta
sobre Carlos en la producción de tomate.
En el cuadro 2.a observamos que Pedro y Juan producen banano y café
con el mismo insumo X (puede ser mano de obra o una combinación
de insumos representada por X), y que para producir una tm de banano,
Pedro necesita 4 unidades de X, mientras que Juan necesita solo 2. Por
lo tanto, Juan tiene una ventaja absoluta sobre Pedro en la producción
de banano. Por otra parte, para producir una tm de café, Pedro requiere
2 unidades de X y Juan, 4. Por lo tanto, Pedro tiene una ventaja absoluta
sobre Juan en la producción de café.
23
La magia y el misterio del COMERCIO
Cuadro 2.a. Ventaja absoluta
Producto (tm)
Pedro
Juan
Ventaja absoluta
Insumo
X
X
Banano
4
2
Juan
Café
2
4
Pedro
Cambios con la especialización
Juan: de café a banano
– C + 2B
Pedro: de banano a café
– B + 2C
Cambio total
2B – B – C + 2C
Incremento
B+C
¿Qué ocurriría si cada uno de ellos dedicara todo su recurso X al bien
que produce con ventaja; es decir, si Juan se especializara en banano
y Pedro, en café? En el cuadro 2.a observamos el efecto (por unidad
de producto, o sea, tm) de trasladar recursos de una actividad a otra.
El recurso liberado cuando Juan deja de producir 1 tm de café, le
permite producir 2 tm de banano; y el recurso liberado cuando Pedro
deja de producir 1 tm de banano, le da la oportunidad de producir
2 tm de café. La especialización les permite duplicar la cantidad de
banano y café obtenida con los mismos recursos.
¿Qué sucede si Juan tiene una ventaja absoluta sobre Pedro tanto en
la producción de banano como en la de café? ¿Se podría aplicar el
principio de especialización e intercambio y lograr, con los mismos
recursos, el aumento del consumo de al menos uno de los dos bienes?
La respuesta es un sí inequívoco, pues aunque Juan tenga una ventaja
absoluta en la producción de ambos bienes, Pedro puede tener una
ventaja comparativa en la producción de uno de ellos.
¿Cómo se determina la ventaja comparativa? En lugar de comparar la
cantidad de mano de obra o del recurso X que requiere cada uno para
producir una tm de los bienes (costos absolutos), lo que se compara
es el costo de producir una tm de un bien medido en términos del
otro, es decir, en términos de la cantidad del bien que se deja de
producir (costos relativos o comparativos).
24
Hacia el entendimiento del sistema generador de riqueza
En el cuadro 2.b se observa que Bill tiene una ventaja absoluta sobre
James tanto en la producción de plátano como de mango; además,
se observa que para producir una tm de plátano, Bill debe dejar
de producir 2 tm de mango, pero James solo ½ tm (segunda parte
del cuadro); por lo tanto, James tiene una ventaja comparativa en
la producción de plátano. El corolario es que Bill tiene una ventaja
comparativa en la producción de mango (para producir una tm, Bill
debe dejar de producir ½ tm de plátano y James, 2 tm). Ahora, ¿qué
ocurre cuando James retira sus recursos de la producción de mango
y los dedica a plátano, y Bill retira sus recursos de la producción de
plátano y los dedica a mango? Por cada tm de mango que deja de
producir, James obtiene 2 tm de plátano; y por cada tm de plátano
que deja de producir, Bill obtiene 2 tm de mango. La especialización
les permite duplicar la cantidad de plátanos y mangos obtenida con
los mismos recursos (parte última del cuadro 2.b).
Cuadro 2. b. Ventaja comparativa
Producto (tm)
Bill
James
Ventaja absoluta
Insumo
X
X
Platano
4
6
Bill
Mango
2
12
Bill
Ventaja comparativa
Costos relativos
Costo del plátano
2M
Costo del mango
1
/2 P
1
/2 M
James
2P
Bill
Cambios con la especialización
James: de mango a plátano
2P–M
Bill: de plátano a mango
2M – P
Cambio total
2P–P+2M–M
Incremento
P+M
25
La magia y el misterio del COMERCIO
Término de intercambio
Sabemos, entonces, que cuando dos individuos se especializan en
los bienes que producen con ventaja, entre ambos obtienen, con los
mismos recursos, mayor cantidad de al menos uno de los dos bienes,
en comparación con la autosuficiencia; pero no sabemos cuáles son
los términos de intercambio. ¿Cuánto plátano le entregará James a
Bill a cambio de 1 tm de mango? Lo desconocemos, pues ese monto
será producto de una serie de circunstancias que también ignoramos,
tales como el valor subjetivo que cada uno le da a cada producto y
el poder de negociación de ambos actores. Lo que sí se sabe es que
ninguno aceptaría menos de lo que obtiene en autosuficiencia; es decir,
sabemos cuáles son los límites máximos y mínimos del intercambio.
En el cuadro 2.b observamos que 1 tm de plátano le cuesta a Bill 2 tm
de mango, y a James, ½ tm. Esto nos indica que Bill no daría más de
2 tm de mango por cada tm de plátano que recibe de James; pero para
James ½ tm sería aceptable. Por lo tanto, el término de intercambio
se situará en algún punto entre ½ y 2 tm de mango por cada tm de
plátano. Supongamos que negocian un término de intercambio de
1,25 tm de mango por cada tm de plátano. En este caso, ambos ganan,
pues cada tm de plátano le costaba a Bill 2 tm de mango, pero ahora
solo le cuesta 1,25 tm. y James, que solo necesitaba ½ tm de mango
por cada tm de plátano, ahora recibe 1,25 tm. Esta es la esencia del
principio de especialización e intercambio.
26
PARTE II
CONCEPCIONES
ERRÓNEAS
2
COLECTIVISMO COMERCIAL
En la primera parte quedó claro que el comercio o el intercambio
de bienes y servicios ocurre entre individuos; entre personas físicas
o jurídicas. En todo el mundo, sin embargo, existe la tentación
de encararlo como un asunto colectivo. De ahí que con mucha
frecuencia se habla del tema en términos de nosotros y ellos, una
sociedad versus otra; o del país como una unidad comercial, o de
nuestro mercado, como si cada país constituyera un gran mercado.
Todas estas son concepciones erróneas que dan sustento a políticas
nefastas. Exploremos cada una de ellas.
Nosotros, ellos
En el contexto de las relaciones comerciales, con frecuencia se
utilizan los pronombres nosotros y ellos, Estados Unidos y Costa
Rica, como si existiera tal unidad. Esta es una concepción errónea,
pues, para cada bien o servicio, en cada país existen dos grupos
diametralmente opuestos: los productores netos del bien y los
consumidores netos. Como máximo, un productor neto se puede
identificar con ese grupo y referirse a nosotros los productores de
tal bien. Igualmente, el que lo consume puede hablar de nosotros
los consumidores de tal bien. Pero referirse a “nosotros” como país
o sociedad cuando ésta se compone de los dos grupos antagónicos
es un craso error que obliga a desconocer o descartar a uno de
los grupos antagónicos. En efecto, en cada mercado o para cada
producto se acostumbra ignorar a los consumidores y sus derechos.
Así, los intereses de los gremios empresariales se convierten en los
intereses del “país”.
29
La magia y el misterio del COMERCIO
Este error de plantear el comercio en términos de un nosotros y ellos
ficticio lo cometen tanto economistas como altos funcionarios de
gobierno. Como muestra, ofrecemos dos ejemplos costarricenses.
Con referencia a Estados Unidos y el tratado comercial que negociaba
el gobierno de ese país con los gobiernos centroamericanos, Luis
Paulino Vargas (2003), economista y catedrático universitario
escribió:
Ayer el gigante daba algunas ventajas a países muy pequeños
y pobres. Hoy el gigante exige igualdad de condiciones con
las hormiguitas. Ya esto es bastante inusual; pero eso no
es todo: el Goliat busca crear condiciones –en áreas como
propiedad intelectual, inversiones o servicios– que son de
su entero –prácticamente exclusivo– interés y conveniencia.
Y esto nada dice de ningún argumento del “pobrecito”. Las
asimetrías están ahí; son demasiado grandes como para que
nadie medio serio pretenda ignorarlas o tan solo disminuir su
importancia. (…) Además, es esperable que se profundizará
la extroversión de la economía, al crecer el ya altísimo nivel de
subordinación en materia comercial y de inversiones respecto
de un solo país, es decir, los Estados Unidos.
Por su parte, Anabel gonzález (2003) escribió:
El TLC tiene, claro está, que negociarse bien. Requiere
adecuarse a nuestras necesidades e intereses y tomar en
cuenta nuestras fortalezas y sensibilidades, a través de
reglas claras y plazos adecuados de transición. Esto no
quiere decir, sin embargo, que Costa Rica obtendrá todo
lo que quiera, ni que todos vamos a estar de acuerdo con
cada uno de sus resultados. No hay que olvidar que estamos
en una negociación, no en un proceso de imposición de
condiciones. El último criterio para evaluar el TLC deberá
ser su contribución al bienestar general, no la satisfacción de
todos los intereses particulares.
y en un editorial sobre el sombrío panorama para Costa Rica sin el
TLC con Estados Unidos, La Nación (2003a) consignó lo siguiente:
30
Colectivismo comercial
¿Quién pierde más? ¿Se habrán puesto los jerarcas
gubernamentales, diputados y dirigentes gremiales a
cuantificar los daños que su intransigencia causaría al país
y a los costarricenses? Es muy fácil y engañoso apelar, a la
ligera, a conceptos emotivos como “imposición extranjera”,
“soberanía” e “interés nacional” sin parar mientes en el
costo de oportunidad envuelto en ellos ni los horizontes
de progreso y beneficio social que se desaprovecharían si
nos quedáramos fuera del tratado. Perderíamos, quizás,
la alianza comercial y aduanera que hoy tenemos con
Centroamérica. Los opositores al tratado deberían, como
mínimo, hacer la tarea.
Las observaciones de Vargas son absolutamente ininteligibles. y
¿qué querrá decir gonzález con “nuestras necesidades” y “nuestras
fortalezas y sensibilidades”? Hemos señalado que el comercio o
intercambio de bienes y servicios es llevado a cabo por personas
(o compañías formadas por personas). Cada individuo es diferente
e intercambia bienes diferentes; algunos cumplen la función de
vendedor, y otros, la de comprador. De ahí que un exportador de
manzanas del país A es distinto de su compatriota que importa café;
por consiguiente, cuando se presenta un problema relacionado con
las manzanas, no es aceptable ligarlo con el importador de café,
como ocurre con las infames represalias comerciales. Este nefasto
colectivismo es consustancial a tratar el comercio como si este fuese
llevado a cabo por países, con intereses únicos.
El país
En nuestro medio, con mucha frecuencia se refiere al “país” como
una unidad comercial. Se dice, por ejemplo, que Costa Rica produce
tal o cual bien, o exporta tales o cuales productos. Esto es un error,
por cuanto los países, tal como los conocemos hoy, no producen,
consumen, importan o exportan bienes y servicios. Estas actividades
son llevadas a cabo por individuos que habitan en el interior de sus
fronteras. Dentro de los confines de Costa Rica hay personas físicas
31
La magia y el misterio del COMERCIO
o jurídicas que producen X o y bien, pero el país como tal no lo
hace. El concepto de país ni siquiera se aplica cuando las empresas
estatales producen un bien, pues cada una lo hace como una empresa
más y se comporta como tal.
Nótese que ésta (el país) es una unidad comercial extraña, pues solo
produce y exporta; no consume ni importa. En esta ficción solo
existen productores y exportadores. Casi nunca se dice que Costa Rica
consume tal o cual bien, o que Costa Rica importa tales productos.
En el verdadero país, para cada producto existen productores de un
lado y consumidores del otro. Al comparar la ficción con la realidad,
obtenemos al menos dos definiciones de país. Definición A: el país
lo componen únicamente los productores (empresarios) de todos
los rubros –o de algunos– y sus intereses son equivalentes a los del
país. Definición B: el país lo componen todos los individuos que se
encuentren dentro de sus fronteras; es la suma de los productores y
consumidores de todos los bienes y servicios. Según la definición
A, cualquier evento o política que afecte negativamente a los
productores de cualquier rubro (aunque beneficie enormemente a
los consumidores), perjudica al país. Según la definición B, el país
será beneficiado por cualquier evento cuando la ganancia de los
consumidores sea mayor que la pérdida de los productores de los
rubros afectados, o viceversa. Por el contrario, el país será perjudicado
por cualquier evento cuando la pérdida de los consumidores sea
mayor que la ganancia de los productores, o viceversa.
No cabe duda de que la definición A, la errónea, es la que prevalece
en nuestro medio. Existen miles de escritos que lo comprueban;
como éste de Ramírez (2002):
Las papas fritas son más que el buen gusto de saborearlas o
las libras de más si abusamos de su consumo. Detrás de ellas
hay centenares de campesinos con gran tecnología productiva
y miles de personas que dependen del cultivo: tractoristas,
vendedores de agroquímicos, recolectores, intermediarios y
comerciantes. Hay mucho en juego detrás de unos cuantos
32
Colectivismo comercial
miles de toneladas de papas fritas. Debemos sopesar el
supremo interés nacional en este delicado asunto.
El plantear el comercio desde la perspectiva de una unidad
comercial es sumamente peligroso por dos razones. Primera,
porque la expresión –el país, o interés nacional– implica que las
“autoridades” del país tienen el derecho de tomar decisiones con
respecto a esas actividades como si ellos fueran los dueños de
las propiedades involucradas. De hecho, lo hacen, irrespetando
el derecho de propiedad de los ciudadanos sobre sus bienes.
Segunda, porque lleva implícita la definición equivocada de país,
lo cual conduce a políticas comerciales que son desastrosas para la
sociedad como un todo.
Nuestro mercado
El tercer error conceptual consiste en concebir a la sociedad,
al país, como un gran mercado que nos pertenece a todos o a
nuestros representantes. Este craso error lo comete, por ejemplo,
el expresidente de Costra Rica, Rodrigo Carazo (2002), quien
escribió:
Se nos ha repetido que quienes defendemos la producción
nacional, guardando para ella nuestros propios mercados,
somos pasados de moda, ’enclochados’, dinosaurios...
Los monaguillos de la religión económica neoliberal han
afirmado que, con ánimo de conquistar los mercados
alejados, debemos, eso sí, primero ceder el nuestro. (…)
Ya lo sabemos, subsidios sobre la exportación de arroz, de
frijoles, de maíz, de leche y de otros productos agrícolas.
No solo se habrían perdido nuestros mercados locales,
sino todos aquellos a los que los ingenuos piensan aplicar
tratados de libre comercio para tratar de vender algo. Cuando
veíamos a nuestros arroceros defendiendo recientemente su
mercado nacional frente a la avalancha de arroz subsidiado,
pensábamos que la propaganda a favor de la apertura hacía
que nadie los defendiera...
33
La magia y el misterio del COMERCIO
¿Qué significa el término “nuestros propios mercados”? Hemos
de asumir que Carazo se refiere a Costa Rica como su o nuestro
territorio, el cual, de alguna manera, constituye “nuestro” mercado.
Esta concepción no solo es primitiva; es errónea. Veamos. Tal como
se explicó en la Parte I, la forma más primitiva de mercado se dio
hace miles de años cuando la gente se reunía en un determinado
lugar, en fechas programadas, para intercambiar sus bienes en
forma de trueque. Aun esta forma primitiva de mercado tenía los
cuatro elementos esenciales de un mercado: un lugar físico (puede
ser un edificio como el mercado central o un lugar abierto como las
“ferias del agricultor”); vendedores y compradores de ciertos bienes,
los productos a ser intercambiados, y la manifestación de ciertos
arreglos institucionales (incluyendo la forma de intercambio: truque,
dinero, créditos, etc.; estándares, calidades, etc.). Con el tiempo y el
surgimiento de varios impulsores del comercio –tales como el dinero,
los intermediarios, el transporte, la refrigeración– la idea de un lugar
físico se tornó obsoleta. El mercado se amplió a través de territorios
y del tiempo para volverse casi virtual. Un pescador noruego de
salmón y un turrialbeño (de Turrialba, Costa Rica) que consume
salmón noruego forman parte del mismo mercado. De ahí que la
frase de Carazo, “nuestros propios mercados” carece de contenido y
de significado, en tanto se refiera a la ubicación geográfica.
Ese “nuestro” tampoco puede cumplir su rol de adjetivo posesivo,
pues nadie ni ningún grupo puede adueñarse del mercado, de
sus cuatro componentes. Es cierto, si existe un lugar físico,
como un edificio, ese puede tener dueño, y sus dueños pueden
referirse a él como nuestro edificio que es utilizado para facilitar
el intercambio de bienes y servicios (b&s); pero hasta ahí. Las
personas que venden y compran b&s son dueños de ellos mismos.
Nadie más. Nadie, ni ningún grupo, puede reclamar derecho de
propiedad sobre esos individuos. Lo mismo sucede con los b&s
que intercambian esos seres humanos. Esos b&s son su propiedad,
propiedad que ellos intercambian voluntariamente cada vez que
participan en el proceso.
34
Colectivismo comercial
Obviamente, el político tiene sus razones para utilizar la expresión
“nuestros propios mercados”. Él no ve a los seres humanos que
forman parte de los varios mercados como dueños de ellos mismos,
y, por tanto, sujetos de derechos individuales inviolables. No, él los
ve como parte de su patrimonio, como una manada de animales que
él puede manejar a su antojo. Lo mismo sucede con sus bienes y
servicios. Estos entran en la categoría de “nuestros”. El político se
cree con derecho de influir en cuanto al uso de la propiedad de los
ciudadanos; de indicarles con quiénes pueden intercambiar y con
quiénes no; de limitar su uso, y hasta confiscarla.
En este sentido, el término “nuestros propios mercados”, le da la
potestad al político de tomar medidas en pro de la “defensa de la
producción nacional y guardar para ella nuestros propios mercados”.
Esto quiere decir que el político limitará las opciones a todos los
compradores del bien en cuestión (solo podrán intercambiar bienes
con los productores escogidos por los políticos), en tanto que expande
las opciones de los vendedores de dicho bien (ellos sí pueden vender
su producto en todo el mundo: a los chinos, japoneses, americanos o
africanos). Esta es una clara violación de los derechos humanos, un
acto de corrupción de los más deleznables.
35
3
PRODUCCIÓN VERSUS
gENERACIÓN DE RIQUEZA
Durante una conferencia de prensa celebrada en el marco de la IV
ronda de negociaciones del tratado comercial entre Centroamérica
y Estados Unidos (TLC-CAUSA o CAFTA, por sus siglas en
inglés), una periodista lanzó el siguiente dardo a dos expositores
de la Asociación de Consumidores Libres, de Costa Rica: “Ustedes
hablan de libertad para importar como parte del proceso para crear
riqueza, pero ¿no es cierto que para crear riqueza es necesario
producir?” Esta pregunta capta la esencia de la gran confusión que
existe en relación con “producción, comercio y creación de riqueza”.
Al igual que la mayoría de los líderes latinoamericanos, la periodista
no distingue entre riqueza individual y riqueza de la sociedad, ni
tiene claro cuál es el propósito de la actividad económica o de la
exportación; tampoco entiende que no toda actividad productiva
crea riqueza. La producción genera riqueza solo cuando contribuye
a solucionar un verdadero problema de consumo. Si nadie está
interesado en consumir algo producido, esta producción no vale nada,
no es riqueza. Iniciamos con el propósito de la actividad económica.
El propósito de la actividad económica
¿Qué es lo que induce o motiva a los seres humanos a llevar a cabo
actividades económicas? Como respuesta, existen dos premisas: la
de producción y la de consumo. La premisa de producción sostiene
que los seres humanos llevan a cabo actividades económicas con
el propósito de satisfacer necesidades de producción o resolver
problemas de este tipo. Para los exponentes de esta premisa –los
37
La magia y el misterio del COMERCIO
produccionistas–, la producción (y no el consumo) es la actividad
suprema, la fuerza que guía la acción humana. Por esta razón,
equiparan al interés de los productores con el interés nacional.
Por el contrario, la premisa de consumo sostiene que los seres
humanos llevan a cabo actividades económicas con el fin de
satisfacer necesidades de consumo o resolver problemas de este tipo.
Para los exponentes de esta premisa –los consumnistas–, el consumo
es el objetivo final, la fuerza que guía la acción humana. El individuo
primero decide qué desea consumir y luego explora las diferentes
formas de satisfacer esa necesidad. La producción de determinados
bienes es solo un medio de resolver el problema; no es un fin en sí
mismo. Los consumnistas anteponen el interés de los consumidores
al de los productores.
¿Cuál premisa es la correcta? La respuesta resulta obvia cuando
analizamos la situación del individuo en autosuficiencia. Él decide
primero lo que desea consumir, luego lo produce. Si detesta el bróculi,
por ejemplo, no lo siembra, pues no lo va a consumir. Él produce,
lleva a cabo una actividad económica, con el fin de satisfacer su
necesidad de consumo. Esta realidad no cambia cuando elige dejar
de ser autosuficiente para participar en el proceso de especialización
e intercambio. Es decir, cuando decide dedicarse a los bienes que
produce con ventaja para intercambiarlos por los que otros producen
en condiciones favorables. El propósito de la actividad sigue siendo la
satisfacción de necesidades de consumo. Un individuo se especializa
en la producción del bien A porque otros desean consumirlo. Si nadie
lo deseara, el individuo no se especializaría en su producción.
La premisa de producción da sustento a lo que se puede llamar
producción política; en tanto que la premisa de consumo estimula
lo que llamamos producción económica. Para explicar sus características e implicaciones, nos concentraremos en la producción
agropecuaria; aunque las implicaciones son para cualquier tipo de
actividad productiva.
38
Producción versus generación de riqueza
Producción política
Bajo el produccionismo, la necesidad o la decisión de producir un cultivo
determinado es usualmente el resultado de la tradición, preferencias
personales, características agro-climáticas de ciertas regiones o la
procura de autosuficiencia alimentaria4. Una vez tomada la decisión, los
productores se comprometen con la actividad, y el “país” se sumerge en
esa cruzada de producción bajo el liderazgo del gobierno.
Como los productores no tienen una ventaja de costos en la
producción de este bien, el gobierno interviene para estimular
–¿forzar?– su producción, y lo hace por medio de la política
comercial, de ciertos subsidios y de la investigación agropecuaria.
Primero, utiliza barreras comerciales (aranceles, prohibiciones,
salvaguardas, medidas sanitarias) para proteger a los productores de
la competencia extranjera, privando a los consumidores de bienes
extranjeros más baratos y de mejor calidad. Segundo, subsidia el
uso de insumos como el crédito, agroquímicos, asesoría técnica y la
tierra. Tercero, el Estado realiza la investigación agrícola como otra
forma de subvencionar a los productores del cultivo; pero este apoyo
es poco efectivo, pues la inversión suele ser de poca cuantía relativa
y concentrarse en aspectos productivos de poca relevancia; por lo
tanto, no logra el incremento de la productividad ni la satisfacción de
las necesidades de los consumidores de esos bienes.
Además de procurar la producción de los bienes escogidos, se arguye
que el objetivo de este tipo de producción es fomentar el desarrollo
agrícola (o rural) y el bienestar social. No obstante, los resultados
son otros. Primero, como esta forma de producción se lleva a cabo
con dependencia total del Estado, el desarrollo de la capacidad
empresarial de los productores es poco y su gestión productiva,
pésima. Segundo, esas intervenciones del Estado generan rentas; es
4
En Latinoamérica, los entendidos, especialmente los políticos, insisten en que “debemos
producir lo que comemos”.
39
La magia y el misterio del COMERCIO
decir, transferencias provenientes de otros sectores, en especial de los
consumidores de esos bienes (los cuales, a su vez, son productores de
otros). Tercero, propicia un mal uso de los recursos de producción.
Ampliaremos estos conceptos.
Efectos sobe la creación de riqueza. La producción política genera
pobreza para la mayoría de la población por dos razones. Primero,
porque descarta las ganancias a través del comercio. Como los productos
escogidos deben ser producidos a toda costa, las importaciones de
sustitutos más baratos son impedidas mediante barreras comerciales.
De esta forma, para cada bien en particular, se descarta toda ganancia
a través del comercio. Ilustremos esta pérdida. Supongamos que el
país pobre (los agricultores) puede producir 1 tm de arroz con una
cantidad X de recursos; pero, si usa esos mismos recursos para
producir banano y luego lo intercambia por el arroz (exporta banano e
importa arroz), obtiene 20 tm de arroz [(Imp-Exp) = (20 - 1) = 19]; y
por tanto, produce banano e importa arroz. Ahora, supongamos que el
gobierno produccionista decide que el nuevo objetivo de la sociedad
es producir arroz, por tanto, incrementa el arancel como medida
para reducir la importación e incrementar la producción local5. Para
obtener más arroz, el “país” retira recursos de la producción de banano
y los dedica al arroz. Así pierde 19 tm de arroz por cada cantidad X
de recursos canjeados. La producción de arroz incrementa, pero la
productividad de los recursos así como la cantidad de arroz disponible
para el consumo disminuyen dramáticamente.
Segundo, porque propicia una pésima asignación de los escasos
recursos de producción (se dejan de producir cultivos con ventaja
para producir otros sin ella). La combinación de este despilfarro
de recursos con la pésima gestión da como resultado una bajísima
productividad agrícola. A pesar de ello, los grandes productores
de esos rubros protegidos suelen obtener sustanciales ganancias
5
40
Recordemos que el arancel hace que incremente el precio nacional.
Producción versus generación de riqueza
privadas, la mayor parte de las cuales, sin embargo, no es riqueza
generada, sino transferencia desde los bolsillos de los consumidores
de esos bienes (y del fisco); por consiguiente, la sociedad como un
todo no se beneficia, sino que pierde. En lugar de crear riqueza, esta
forma de producción genera pobreza.
Producción económica
El consumnismo –lo contrario del produccionismo– da pie a la
producción económica, la cual se lleva a cabo en el marco de una
mínima o nula intervención estatal; es decir, sin protección comercial
y sin subsidios de ninguna clase. La ausencia del paternalismo estatal
hace que la capacidad empresarial sea elevada y la gestión productiva,
excelente. Esta característica se observa no solo en los manejos
técnicos de la producción, sino también en la comercialización de
los productos. El empresario investiga primero los mercados para
determinar qué desean los consumidores de los bienes que él produce
con ventaja de costos y en qué forma los desean; luego los produce
de acuerdo con esos parámetros.
La investigación agrícola es costeada con los aportes privados (y en
mayores montos que bajo la producción política), se concentra en
las actividades donde hay ventajas, y en los aspectos de producción
directamente ligados con la productividad y la satisfacción de las
necesidades de los consumidores de esos bienes. No se produce por
producir; sino para satisfacer necesidades de consumo –una de las
exigencias del libre comercio.
Efectos sobre la creación de riqueza. Al contrario de la producción
política, esta forma de producción genera riqueza para la mayoría
de la población, de dos maneras: (1) Aprovecha las ventajas del
intercambio. Dado que el productor no está obligado a producir
equis bien a toda costa, la premisa de consumo o el consumnismo da
vida a un sistema de producción bastante flexible; uno que permite
obtener ganancias a través del comercio. Ilustremos. Si Miguel vive
41
La magia y el misterio del COMERCIO
en Guanacaste (el pacífico seco de Costa Rica) y desea consumir
naranjas similares a las que se producen en el estado de Florida,
EE.UU., tiene dos opciones: a) tratar de producirlas en guanacaste,
en cuyo caso utilizaría muchos recursos para obtener pocas naranjas
y de pésima calidad; o b) producir tilapias, enviarlas a Conrad en el
estado de Florida, y obtener, a cambio, muchas naranjas de excelente
calidad. Como su objetivo no es producir naranjas, sino consumirlas,
Miguel opta por la estrategia que le produce más naranjas y de mejor
calidad: la segunda. (2) Propicia una óptima asignación de los escasos
recursos de producción, porque se producen únicamente rubros
donde hay ventajas. En la situación hipotética anterior, la utilización
óptima de los recursos no incluiría la producción directa del arroz. El
“país” produciría todo el arroz necesario para el consumo en forma
indirecta, por medio de la exportación de banano. Así obtendría 19
veces más arroz que bajo el produccionismo.
La combinación del buen uso de los recursos con la buena gestión
redunda en una elevada productividad agrícola, además de sustanciales
ganancias privadas para todos los productores (no solo de un grupo).
y como la mayor parte de estas ganancias no son transferencias
desde otros sectores, sino generación de excedentes económicos, las
ganancias sociales también son elevadas.
El caso de Panamá
Un estudio de 1996 comparó el uso de 1,6 millones de hectáreas bajo
las dos formas de producción. El cuadro 3 muestra que la producción
política en esa área le causó una pérdida a la sociedad de $18,96
millones anuales; mientras que la producción económica hubiera
generado una ganancia social de $1.014 millones anuales.
6
42
En todo el documento, el símbolo $ se refiere a dólares estadounidenses, US$.
Producción versus generación de riqueza
Conclusión
En la América Latina tropical ha habido, tradicionalmente, dos
tipos de agricultura: la de exportación (café, cacao, banano) y la de
consumo doméstico (arroz, maíz, frijol). A pesar de recibir mucha
protección comercial y subsidios por parte del Estado, esta última
parece estancada, y sus actores, sumidos en la pobreza. Incluso,
pareciera que cuanto más se protege o favorece a este tipo de
agricultura, más pobreza se genera en el campo, y en el país. ¿Por
qué? Porque la agricultura de consumo doméstico se ha caracterizado
por ser casi exclusivamente de producción política, y ha quedado
claro que la producción política jamás podrá aliviar la pobreza del
campo. Únicamente la producción económica, con el libre comercio
como su piedra angular, es capaz de lograrlo.
Riqueza de la sociedad
Así como existen ganancias y riqueza privadas, también existen ganancias y riqueza sociales. La diferencia estriba en que las primeras
son captadas por uno o varios individuos bien identificados, mientras
que las segundas se dispersan a lo largo y ancho de la sociedad,
43
La magia y el misterio del COMERCIO
tomada como una unidad. No todas las actividades “económicas”
que producen utilidades privadas le generan riqueza a la sociedad.
Si un delincuente le arrebata a alguien $1.000 con un arma de fuego,
él obtiene utilidades privadas ($1.000, menos los costos, incluyendo
la pistola), pero la persona asaltada pierde más que $1.000, pues
también sufre un daño moral. La acción genera ganancia privada,
pero la riqueza de la sociedad como un todo se reduce (uno gana
menos de $1.000 y el otro pierde más de $1.000: el saldo es negativo);
por consiguiente, la acción genera una pérdida social. Para que una
actividad económica o productiva, privadamente rentable, le genere
riqueza a la sociedad (llamémosla riqueza social), debe cumplir
con dos requisitos: (1) La actividad debe implicar un intercambio
estrictamente voluntario; y (2) la producción, cuando la hay, debe ser
la mejor manera de satisfacer una genuina necesidad de consumo;
es decir, los consumidores, teniendo absoluta libertad para escoger
entre varias opciones, preferirían la producción de marras.
¿En qué consiste y cómo se mide la riqueza social generada por las
actividades económicas privadas? La riqueza social generada en
cada mercado es la suma del excedente del productor (EP) más el
excedente del consumidor (EC). Nótese que se dice en un mercado
y no en la actividad de producción solamente, ya que en un sistema
de intercambio, la producción solo tiene valor en el mercado, en el
proceso de intercambio. A escala de país, la riqueza social generada
por toda la actividad económica, en un año determinado, equivale a
la suma de EP+EC a través de todos los mercados.
El excedente del productor (EP) es igual a la suma de las diferencias
entre el precio de venta y el costo de producción de cada unidad
vendida de un bien. Se dice de cada unidad porque, en principio,
el costo de cada unidad producida incrementa al aumentar la
producción. Si un productor de munta vende tres unidades a S/.1.000
cada una, y la primera tiene un costo de S/.400, la segunda, de
S/.600, y la tercera, de S/.800; el EP sería igual a (1.000-400) +
(1.000-600) + (1.000-800) = S/.1.200. El excedente del consumidor
44
Producción versus generación de riqueza
(EC) equivale a la suma de las diferencias entre el precio que estaba
dispuesto a pagar el consumidor por cada unidad del bien y el
precio de compra. Si el consumidor de munta paga S/.1.000 por
cada una de las tres unidades de marras, pero estaba dispuesto a
pagar S/.3.000 por la primera, S/.2.500 por la segunda, y S/.2.000
por la tercera, su EC sería igual a (3.000-1.000) + (2.500-1.000) +
(2.000-1.000) = S/.4.500. La riqueza total generada en ese mercado
sería igual a EP+EC = 1.200 + 4.500 = S/.5.700.
La concepción generalizada, no obstante, es que la riqueza generada
en un mercado determinado equivale únicamente al excedente
del productor, lo cual es un grave error, porque todo mercado
está conformado por productores y consumidores y, como hemos
señalado, estos últimos también tienen su excedente. Cada vez
que se incrementa el precio del bien A, el EP sube pero el EC baja;
esta es la razón por la cual un incremento del precio no equivale
necesariamente a un incremento de la riqueza social producida. En el
ejemplo anterior, si el gobierno, con el afán de estimular la creación
de riqueza, incrementa el precio de venta a S/.2.000 por unidad, y
suponiendo, para simplificar, que la producción y el consumo se
mantienen inalterados, el nuevo EP sería igual a (2.000-400)+(2.000600)+(2.000-800) = S/.4.200. En tanto que el nuevo EC sería igual
a (3.000-2.000)+(2.500-2.000)+(2.000-2.000) = S/.1.500. El EP se
incrementa en S/.3.000, pasando de S/.1.200 a S/.4.200; pero el EC
se reduce en los mismos $/.3.000, pasando de S/.4.500 a S/.1.500.
Como se observa, la política de incrementar el precio no incrementó
la riqueza generada en el mercado de munta; solo la redistribuyó,
transfiriendo S/.3.000 de consumidores a productores. En el mundo
real, el consumo se reduce cuando el precio sube, por lo tanto, el
efecto neto sería una pérdida de riqueza.
Producción negativa
Así como el ladrón genera riqueza para sí, pero pérdidas a la sociedad,
hay actividades productivas –típicas de la producción política– que
45
La magia y el misterio del COMERCIO
imitan al ladrón, es decir, enriquecen a unos pocos, pero empobrecen
a la sociedad. Ilustremos con dos ejemplos característicos de países
latinoamericanos. En el primero, el producto es el grano R (gR),
su costo de importación es de $200/tm, su costo de producción
nacional es de $350/tm (el 80% son insumos importados), el precio
local es de $500/tm, producto de un arancel del 150 por ciento; y la
cantidad producida y consumida anualmente es de 200.000 tm. En
este caso, el EP que se genera en un año es de $30 millones [($500$350)*200.000]7, en tanto que el EC es una pérdida de $60 millones
[(200-500)*200.000]8. Al tener que pagar $500/tm en vez de $200/
tm, los consumidores de gR pierden $60 millones; $30 millones
son transferidos a los productores de gR, y otros $30 millones
corresponden a los recursos de producción desperdiciados. Con los
$100 millones ($500*200.000) gastados, la sociedad hubiese podido
consumir 500.000 tm del grano R al costo de importación, pero solo
consumió 200.000 tm. En resumen, los productores ganan, pero
la pérdida de los consumidores es mayor. La riqueza generada es
EP+EC = (30 – 60) millones = –$30 millones. Es negativa.
Segundo caso. En una de las rondas de negociaciones del CAFTA, un
“empresario” insiste con vehemencia: “Nosotros podemos producir
arroz eficientemente; podríamos competir con los gringos si no fuera
por los subsidios exagerados que el gobierno de EE.UU. otorga a
esos productores. Por esta razón, no permitiremos que entre al país
ese arroz subsidiado que se vende a $200 por tonelada métrica (tm)”.
Luego, toma un avión y se va de compras a los mismos Estados
Unidos. Ahí se engolosina comprando lo que necesita para producir
el arroz: tractores, arados, fertilizantes, fungicidas, insecticidas,
7
Para simplificar, se asume que el costo por unidad es invariable. Esta es sólo una
aproximación.
8
El costo de importación de $200/tm es equivalente a lo que los consumidores estaban
dispuestos a pagar, pues ese es el precio que hubieran pagado si el gobierno no hubiera
fijado el arancel para proteger a los productores.
46
Producción versus generación de riqueza
cosechadoras, etc., hasta el punto de gastar el equivalente a $250/tm
de arroz por producir. Pero la historia no termina aquí. El arrocero
no genera los dólares que gasta en los EE.UU. Antes del viaje, va al
Banco Central y ahí le venden dólares que resultaron de la exportación
de bananos.
En efecto, a través de esas transacciones, el “país” intercambia banano
por arroz. Ahora, hay dos formas de realizar ese intercambio: la directa
y la indirecta. La primera consiste en usar los recursos generados por
el banano para comprar el arroz. Ilustremos con datos aproximados.
Digamos que en el país se consumen 200.000 tm de arroz, el precio
internacional es de $200/tm y el banano se exporta a $2.000/tm.
Entonces, para importar esa cantidad de arroz, es necesario exportar
20.000 tm de banano (lo cual genera los $40 millones necesarios para
la importación). La forma indirecta consiste en utilizar los recursos
generados por el banano, no para comprar el arroz, sino los insumos
–importados y locales– necesarios para producirlo. Para producir las
200.000 tm de arroz se requieren $50 millones solo para importar los
insumos. Después, es necesario gastar localmente otros $100/tm en
tierra, mano de obra, etc. Al final de cuentas, el costo de producir las
200.000 tm de arroz llega a 35.000 tm de banano: 25.000 tm para los
insumos importados más el equivalente de 10.000 tm ($20 millones)
para costear los insumos domésticos.
En síntesis, la intervención estatal que impide la importación de arroz a
$200/tm enriquece a los arroceros (riqueza privada), pero empobrece
al resto de la sociedad (pobreza social), la cual debe pagar por el
arroz 35.000 tm de banano, en lugar de solo 20.000 tm. La actividad
arrocera genera riqueza social negativa equivalente a 15.000 tm de
banano o $30 millones por año. Su efecto es equivalente a un asalto,
a mano armada, a la sociedad por parte de los arroceros.
47
La magia y el misterio del COMERCIO
¿A quién proteger: al productor o al consumidor?
Existen numerosas razones por las cuales los políticos, intelectuales,
gobernantes, periodistas y hasta la población en general creen que
la “protección” de ciertas actividades productivas –o todas– a través
de restricciones comerciales (aranceles, subsidios a la exportación,
otras barreras) beneficia a la sociedad. Las dos razones principales
son: 1) la creencia de que solo la producción directa de bienes y
servicios genera riqueza; y 2) la creencia de que toda actividad
productiva que genere riqueza privada también genera riqueza
social –creencias derivadas de la premisa de producción. ya hemos
visto que estas creencias son erróneas, particularmente porque: a)
el gran generador de riqueza es el intercambio y no la producción
directa; b) la producción directa a veces destruye riqueza, y c) los
consumidores de cada bien también participan en la creación de
riqueza. No debemos olvidar que los consumidores del bien A son los
productores de cientos de otros bienes. Este rol de los consumidores
en la creación de riqueza, aunque poco comprendido, ha suscitado de
cuando en vez debates en torno a la siguiente pregunta: si las políticas
públicas han de favorecer a uno de los dos grupos que participan en
cada mercado, ¿cuál debería ser: el productor o el consumidor? En el
artículo “¿Conviene la apertura comercial?”, José Rafael Echeverría
(2002) manifiesta esta preocupación, al escribir:
El gran argumento de los neoliberales: defensa del
consumidor. Como si todos no fuéramos consumidores y
productores... o debiéramos serlo. No tiene sentido tratarnos
mal como productores y bien como consumidores pues
producir y consumir son funciones del mismo individuo.
Despierta suspicacia que alguien se identifique, de entrada,
con el consumidor, como si no produjera nada.
En efecto, el doble rol del individuo queda clarísimo en el caso de una
familia autosuficiente. Ésta decide primero lo que desea consumir
y luego lo produce. Como el consumo es su objetivo, cuando esta
familia produce, su deseo es obtener la máxima cantidad posible del
48
Producción versus generación de riqueza
bien. Desea abundancia. En autosuficiencia, el individuo usa un solo
sombrero: el de consumidor. Pero, ¿qué pasa cuando participa en
el sistema de intercambio? Ahí utiliza los dos sombreros: tanto el
de productor como el de consumidor, y como actor económico, los
cambia constantemente. Cuando usa el de productor, su interés es
antisocial: el productor de café hondureño se alegra cuando hay una
helada en Brasil porque la oferta mundial de café baja y los precios
suben; los productores de azúcar, productos lácteos y arroz exigen
barrearas comerciales para que el país no sea inundado por lácteos,
azúcar y arroz barato y de buena calidad; promueven la escasez; los
abogados, médicos y otros profesionales limitan la oferta por medio
de los colegios profesionales para crear escasez. Los industriales y
otros empresarios agrícolas se benefician de la escasez causada por
los aranceles y otras barreras comerciales. Las aerolíneas hacen uso
del gobierno para limitar la oferta y, así, crear escasez. ¿De dónde
proviene esta preferencia por la carestía? De una teoría. En Sofismas
Económicas, Frédéric Bastiat (1996), célebre economista francés,
pregunta: “¿Qué es preferible para el hombre y la sociedad, la
abundancia o la escasez?”, y luego explica que, paradójicamente, a los
ojos del trabajador, del político, del periodista (de los produccionistas,
agregaría yo), la abundancia parece peligrosa; la escasez, ventajosa;
para ellos, la escasez es la base del bienestar del ser humano. Esta
perversión, añade, viene de observar que el individuo se enriquece
en la medida que vende el producto de su labor a precios elevados,
y que los precios se elevan en la medida que el bien escasea. Al
extender esta observación a todos los trabajadores, se obtiene la
teoría de la escasez. Por el contrario, cuando va al mercado con el
sombrero de consumidor, quiere abundancia; desea que la cosecha
de todos sea muy buena, que abunden los teléfonos, automóviles,
seguros, alimentos, medicinas, cines, seguros, servicios de conexión
a Internet.
Entonces, ¿cuál interés debe prevalecer: el del productor o del
consumidor? Dado que el interés de los productores (precios altos
y escasez) y el de los consumidores (precios bajos y abundancia)
49
La magia y el misterio del COMERCIO
son mutuamente incompatibles, uno de ellos debe coincidir con el
interés de la sociedad como un todo, y el otro debe ser contrario a ese
interés. Si los deseos secretos del hombre en su papel de productor
se cumplieran, habría escasez de todo, pobreza generalizada y
hambruna; el mundo retrocedería rápidamente hacia el barbarismo.
En cambio, si los secretos deseos del hombre en su rol de consumidor
se cumplieran, habría abundancia de todo, y más riqueza, bienestar y
prosperidad. El interés del consumidor (la premisa de consumo) está
en armonía con el interés de la sociedad; y es el que debería proteger
la legislación o la política comercial.
Probémoslo. Para simplificar, supongamos que en un país equis
se intercambian solo 50 bienes, y que cada uno es producido por
pocos habitantes, pero consumido por todos; se importa parte del
consumo, y cada arancel (impuesto aduanero que eleva el precio de
un bien) favorece a los productores con la misma intensidad con que
perjudica a los consumidores. Ahora, veamos el efecto de proteger a
cada grupo.
Protección al productor. Al principio, el comercio es totalmente
libre de aranceles. Luego, el gobierno impone un arancel al bien 1
para “proteger” a sus productores. Esto perjudica a los productores
de los otros 49 productos (consumidores netos del bien 1). Al darse
cuenta de este perjuicio, el gobierno impone un arancel al bien 2
para así compensar a esos productores. Estos quedan compensados
por el primer arancel; los del bien 1 también quedan compensados
o empatados; y los productores de los otros 48 rubros vuelven a ser
perjudicados. Para compensar a uno de estos, el gobierno impone
un arancel al bien 3. El efecto es: ganancia para sus productores,
los cuales ya habían perdido con los dos primeros aranceles. Siguen
siendo perdedores netos. Los productores del bien 1 ahora son
perdedores netos, pues se beneficiaron del arancel al bien 1 pero
perdieron con los aranceles a los bienes 2 y 3. Los del bien 2 también,
pues se beneficiaron con el arancel a este bien, pero perdieron con los
aranceles a los bienes 1 y 3. Luego están los productores de los bienes
50
Producción versus generación de riqueza
4 al 50, los cuales han perdido con los tres aranceles. Hasta aquí
todos los habitantes (productores y consumidores) han perdido. y si
el gobierno continuara tratando de compensar a los otros productores
–los de los bienes 4, 5, etc.–, todos perderían mucho más.
Protección al consumidor. Ahora, veámoslo del lado opuesto. Se
mantienen los mismos supuestos, solo que ahora se parte de una
situación en la cual todos los bienes están protegidos; la importación
de todos está gravada con aranceles. Luego, el gobernante se ilumina
y revierte el proceso. Primero, remueve el arancel del bien 50:
pierden los productores de ese bien y ganan los consumidores, o sea,
los productores de los bienes 1 al 49. Segundo, elimina el arancel al
bien 49: pierden los productores de este bien; y tanto ellos como los
productores del bien 50 quedan empatados (ganan una vez y pierden
una vez); y ganan los productores de los bienes 1 al 48. Tercero,
remueve los aranceles al bien 48: pierden los productores de ese
bien, y ganan todos los demás. Ahora, todos los productores de los
bienes 48, 49 y 50 han perdido una vez y ganado dos; son ganadores
netos. y los productores de los bienes 1 al 47 han ganado tres veces
y no han perdido ni una sola. Todos los productores y consumidores
son ganadores netos. De aquí en adelante, toda eliminación de
arancel significará una ganancia neta para 49 grupos y una reducción
de ganancia para el grupo que produce el bien; pero todos serán
ganadores netos. Queda comprobado.
Esta prueba tiene su lógica. No funciona así solo porque el objetivo de
la actividad económica es el consumo, sino por una lógica numérica.
Cada individuo consume 100 o más bienes y servicios, pero produce
muy pocos, uno o dos; de tal modo que cuando se protege al productor
como regla general, el individuo sale beneficiado por la protección
al bien o a los dos bienes que produce, pero resulta perjudicado por
la “protección” (por el impuesto) a los 100 bienes que consume. Por
el contrario, cuando se protege al consumidor como regla general,
el individuo sale beneficiado por la protección (eliminación de
aranceles) a los 100 bienes que consume, y perjudicado por la no
protección al bien o a los dos bienes que produce.
51
La magia y el misterio del COMERCIO
Sabemos, ahora, sin ninguna duda, que la política comercial debe
proteger a los consumidores. ¿Es eso lo que hacen los gobernantes?
Absolutamente no; hacen todo lo contrario. Como buenos produccionistas, se empecinan en defender, a muerte, los intereses del
productor, y desdeñar los del consumidor. En CAFTA, por ejemplo,
se negoció un período de gracia de 10 años, durante el cual el arroz
no sufrirá ninguna reducción arancelaria. y los gobernantes se autofelicitaron por la protección que lograron para el productor. Pero,
¿qué hay del consumidor? Ese no interesa. Así, los millones de
costarricenses que consumen arroz engruesan la lista de perdedores,
pues no tendrán acceso libre a ese grano más barato y de mejor
calidad. Durante esos 10 años, tendrán que pagar más por el arroz,
por lo que no podrán adquirir otros bienes. En el mismo tratado,
fueron excluidos dos productos: la papa fresca y la cebolla; es decir,
los consumidores nunca tendrán libre acceso a la papa y cebolla de
Estados Unidos. ¿A quiénes protegen los gobernantes?
En realidad, la disyuntiva no es entre proteger al productor o al
consumidor. Así como la protección al productor se logra mediante
barreras al comercio, la protección al consumidor implicaría algo
equivalente a un subsidio, y no se trata de subsidiar al consumidor.
En realidad, se trata de una tercera opción, la cual consiste en
una política de no intervención de los gobiernos en las relaciones
comerciales entre individuos; en no conceder protección a ninguno
de los dos grupos, sino absoluta libertad comercial a todos.
52
4
FANTASÍA DE LA EXPORTACIÓN
Si el intercambio de bienes y servicios es una parte
fundamental del sistema económico basado en la
especialización y el intercambio, el cual le ha permitido a
la humanidad generar riqueza en cantidades insospechadas
hace apenas algunos siglos; y si exportar o deshacerse de
un bien es la primera de las dos acciones necesarias para
el intercambio, e importar o apropiarse de un bien es la
acción que culmina el proceso; ¿cómo se explica el hecho
de que el 90 por ciento de la población suscriba la noción
de que exportar es bueno e importar es malo? He aquí un
gran misterio.
En relación con el tema comercial, uno de los errores conceptuales
más notorios estriba en creer que, para la sociedad o el país, exportar
bienes y servicios es deseable y redituable, pero importarlos es todo
lo contrario. Esta idea, de tradición mercantilista pura (tema del
capítulo 10), tiene fuertes exponentes en todos los campos. Como
muestra, citamos dos ejemplos costarricenses, aunque podrían ser
miles. En uno de los periódicos de mayor circulación, el doctor Luis
Carlos Ramírez (2002) escribió:
Las administraciones Calderón, Figueres y Rodríguez apostaron
a los tratados de libre comercio. México primero y Chile
después fueron los grandes beneficiados de las andanzas de
nuestros ministros de comercio exterior. La balanza comercial
de Costa Rica con ambos países es altamente negativa y
las perspectivas de que mejore son remotas. Por ejemplo, la
Dos Pinos, una de las más importantes empresas nacionales,
realiza incesantes pero vanos esfuerzos para entrar al mercado
mexicano. Hasta hoy, entiendo, ni una onza de leche o queso
costarricense ha logrado penetrar la frontera mexicana, que
semeja una membrana semipermeable: permisiva hacia el sur,
restrictiva hacia el norte.
53
La magia y el misterio del COMERCIO
Ruina de agricultores. Costa Rica es autosuficiente en papa
y tiene capacidad exportadora del tubérculo. Mas, debido a la
importación de papa subsidiada de Norteamérica, el número
de productores de papa en Cartago ha disminuido un 33 por
ciento y el área sembrada, en 25 por ciento. Solo en el 2000
entraron 6.235 toneladas de papa prefrita y se calcula que por
cada 2.500 toneladas se excluye a 67 agricultores nacionales.
La liberación de aranceles a la importación de papa prefrita
significa la ruina de los paperos nacionales.
Por su parte, La Nación consignó lo siguiente en su editorial
(5/10/2003):
Por razones históricas y geográficas, el mercado de EE.
UU. ha sido nuestro mercado natural de exportación. No es
difícil visualizar que, en esas circunstancias y sin un mercado
garantizado, caerían la producción y las exportaciones. Se
incrementaría fuertemente el desempleo, y los salarios reales
tenderían a caer. En recesión, disminuirían los ingresos
fiscales que se perciben por los ingresos netos de las
empresas y el impuesto sobre los salarios de los trabajadores,
y también caerían las recaudaciones por otros impuestos
indirectos, como ventas, consumo e importaciones. La brecha
fiscal volvería, de nuevo, a ensancharse y restaría al Estado
posibilidades de ayudar socialmente a los desempleados,
incluyendo agricultores y habitantes de zonas rurales y
de menor ingreso. Caería el ahorro interno necesario para
financiar la inversión y el crecimiento. Y tampoco podríamos
contar con el apoyo de ahorro externo para suplir la deficiencia
y financiar nuevos proyectos. ¿Quién querría invertir en un
país que no tiene acceso al mercado más grande del mundo?
Los problemas se extenderían a la balanza de pagos, salida
de capitales, presiones impensables en el tipo de cambio y
consecuentemente, en la inflación.
Está claro que tanto Ramírez como el editorialista del periódico
La Nación comparten la noción de que exportar es de incalculable
valor (en este caso, para el país y la sociedad costarricense) y que un
superávit comercial (Exp-Imp > 0) con cualquier “país” es positivo
54
Fantasía de la exportación
y deseable. Es decir, exportar es positivo; importar es negativo. Este
grave error conceptual se debe, en parte, a la creencia de que son los
países los que exportan e importan bienes; y, en parte, a su propia
concepción desinformada de lo que significa exportar e importar
bienes. Primero, lo último.
Exportar. El sistema económico que se basa en la especialización
y el intercambio (E&I) de bienes9 consta de dos partes: la especialización y el intercambio, y esta última, de dos acciones; el
envío del bien A y la recepción del bien B; la exportación de A
y la importación de B, por parte de un individuo, y lo contrario
por parte del otro individuo involucrado en la transacción. Así, el
sistema de E&I consta de tres acciones por parte de cada individuo:
especialización, exportación e importación. Reiteramos lo explicado
en el capítulo 1, la exportación ocurre cuando un individuo
se desprende de su propiedad con el fin de obtener a cambio la
propiedad de otra persona. Es decir, en el proceso de intercambio,
todo acto de desprendimiento de un bien es una exportación; y lo es
a toda escala: individual, distrital, provincial, nacional. Cuando un
individuo que va de compras al supermercado entrega, en la caja,
el fruto de su labor (el dinero), lo exporta, con el fin de recoger
en la caja la mercadería que se le da a cambio. Ahora, si los 10
agricultores que viven en el distrito de Poasito envían la totalidad
de 20 tm de chayotes a cinco comerciantes de Puntarenas, se puede
decir, a modo de simplificación o en sentido figurado, que Poasito
exporta chayotes a Puntarenas. Si toda la producción de banano que
se lleva a cabo en la provincia de Limón, Costa Rica, es enviada, por
medio de comercializadoras, a distintos mayoristas en los Estados
Unidos, se puede decir que Limón exporta banano a los Estados
Unidos; pero como Limón es parte de Costa Rica, se acostumbra
9
De aquí en adelante utilizaremos el término bienes para significar bienes y servicios. En
ocasiones usaremos la abreviación b&s para significar los mismo.
55
La magia y el misterio del COMERCIO
decir, en sentido figurado y de poca importancia, que Costa Rica
exporta banano a los Estado Unidos. Obviamente, ni Costa Rica
exporta banano, ni los Estados Unidos lo importa.
Importar. En el proceso de intercambio, un individuo recibe
propiedad de otra persona a cambio de la que él entrega. Eso
es importar. En este proceso, toda recepción de un bien es una
importación; y lo es, al igual que en el caso anterior, a toda escala:
individual, distrital, provincial, nacional. Cuando un individuo va
de compras al supermercado y recoge en la caja la mercadería que
seleccionó, lo que hace es importar esa mercadería. y solo lo puede
hacer si antes, en la caja, entrega el fruto de su labor (el dinero); o
sea, si antes exporta. La explicación anterior vale para la importación
a escala distrital, cantonal, provincial o nacional.
Veamos un ejemplo. Pedro decide dejar de producir banano,
porque tiene desventaja con respecto a Juan, y se especializa en
la producción de café; mientras que Juan decide dejar de producir
café, porque tiene desventaja con respecto a Pedro, y concentra
sus recursos en la producción de banano. Una vez completadas las
producciones, ambos intercambian banano por café. Cuando Juan
le envía el banano a Pedro, lo exporta; y cuando Pedro le envía
de retorno café a Juan, hace lo mismo. Si Pedro exportara banano
sin recibir café a cambio, es decir, sin importar, su situación sería
peor que antes de la especialización. Su única razón para exportar
banano es la importación de café. Queda claro, entonces, que tanto
exportar como importar constituyen la segunda parte del proceso
de especialización e intercambio y, por consiguiente, ambos
son buenos y necesarios para los individuos involucrados en el
proceso. Ahora, lo que es bueno para los individuos, tiene que
ser necesariamente bueno para la suma de individuos, es decir, la
sociedad, el país.
Dada la complementariedad de las dos acciones, decir que exportar
es bueno e importar es malo, es equivalente a decir que, queriendo
56
Fantasía de la exportación
ir en automóvil del punto C al punto D, es bueno sentarse en él y
arrancar el motor, pero es malo conducirlo hasta el punto D; o que
teniendo hambre, es bueno levantarse, ir a la refrigeradora, abrirla,
mirar los alimentos; pero es malo sacar lo que se desea comer; o
queriendo comer un pastel, es bueno comprar todos los ingredientes
y batir la mezcla; pero es malo hornearlo.
Luis Carlos Ramírez señala que el balance comercial de Costa
Rica con Chile y México es negativo, dando a entender que si los
mexicanos venden más productos a los costarricenses, estos últimos
salen perdiendo. Craso error. En cualquier sistema sofisticado de
intercambio (más avanzado que el de trueque) no es necesario que
los habitantes de ninguna unidad –ni aún las ficticias como cantones,
provincias, estados o país– adquieran la misma cantidad monetaria
que la vendida. Esto está explicado en el capítulo 1. Cuando Juan
gasta S/.1.000 en el supermercado, su balance con el supermercado
es “negativo” porque Juan le compra al supermercado pero éste
no le compra nada a Juan. Este supuesto balance negativo no tiene
ninguna importancia –como tampoco la tiene a escala de región o
país– porque el comercio o intercambio no funciona como Ramírez
cree que debe funcionar. Supongamos que en un año determinado,
un gran número de costarricenses compra bienes mexicanos por
un valor de $5 millones, pero los mexicanos no compran bienes
producidos en Costa Rica. ¿Qué sucede? Nada, pues esa no es
la contabilidad que tiene que ser balanceada. El balance se da en
forma global y puede tomar diferentes formas. He aquí una muy
simple. Siguiendo con el ejemplo iniciado anteriormente, después
de la compra de los costarricenses, muchos mexicanos compran
bienes producidos por los estadounidenses, por un monto de $5
millones, y estos compran bananos producidos en Costa Rica o
vienen al país a comprar servicios turísticos por $5 millones. y se
balancea el libro. El supuesto balance negativo de “Costa Rica”
con “México” se compensa con el balance positivo de “Costa Rica”
con los “Estados Unidos”; de costarricenses con estadounidenses.
Es absolutamente necesario que el comercio sea así para que los
57
La magia y el misterio del COMERCIO
seres humanos puedan aprovechar al máximo las ventajas de la
especialización y el intercambio.
La verdadera balanza comercial
Los economistas tienen diversas formas de definir el ingreso (o la
riqueza) generado en un país, por las actividades económicas, durante
un período determinado. Aquí definimos el ingreso producido o
generado por todas las actividades económicas, durante un año,
en un país, como la suma de todos los bienes y servicios que se
lograron disponer para el consumo. A este ingreso lo denominamos
consumo bruto (CB) y lo representamos de la siguiente manera:
CB = Prod + (Imp-Exp)
Donde:
CB = cantidad total de bienes y servicios que se logra disponer
para el consumo.
Prod = todos los bienes y servicios producidos en el país.
Imp = todos los bienes y servicios importados.
Exp = todos los bienes y servicios exportados.
Para poder sumar todos los bienes y servicios producidos y
comercializados, cada uno de ellos debe ser convertido a unidades
equivalentes de un bien que sirva como base. El factor de conversión
es la cantidad de recursos (tierra, mano de obra, capital) necesaria para
producir una unidad de cada bien, comparada con la cantidad de los
mismos recursos necesaria para producir una unidad del bien base.
Como no sabemos cuál es el bien “base”, nos referimos a la conversión
simplemente como unidades equivalentes (ue). Así, la ecuación de
ingreso se convierte en: CB = Prod ue + (Imp ue – Exp ue). Para
simplificar, omitimos el término ue.
La magia del comercio reside en el balance comercial: (Imp-Exp).
Éste tiene que ser positivo para que el consumo bruto incremente
58
Fantasía de la exportación
a raíz del comercio; para que el comercio incremente el consumo
más allá de la producción. ¿Cómo puede ser positivo? A través del
proceso de conversión, se miden los bienes exportados en términos
de la cantidad de bienes (los importados) que se hubiese podido
producir con los recursos utilizados y luego se compara con la
cantidad de bienes que en efecto se importó. Veamos un ejemplo
hipotético. Cuando el país P utiliza una cantidad X de recursos para
producir leche, obtiene 5 toneladas métricas (tm); pero cuando dedica
esos mismos recursos a la producción de banano, lo exporta e importa la
leche, obtiene 20 tm. En este caso (Imp-Exp) = (20-5) = 15. Un ejemplo
hipotético, que emplea toda la ecuación, se vería de la siguiente
manera: CB = Prod + (Imp-Exp); 1200 = 1000 + (500-300). En este
ejemplo observamos que el comercio internacional le permite a la
sociedad incrementar su riqueza más allá de la producción nacional.
Sin comercio, la riqueza nacional (RN) sería igual a la producción
de ue: 1.000. Sin importación, no habría incremento de riqueza.
Si se exportaran 300 ue y no se importara nada, la sociedad sería
más pobre, pues solo le quedarían 700 ue para consumir. Desde
el punto de vista de la generación de bienestar, esta es la única
balanza comercial positiva que importa. La ortodoxa, la invertida
(Exp-Imp > 0) es un disparate y un engaño.
La falencia exportadora de los países pobres
Había una vez un latino, Juan, quien padecía de una rara enfermedad
que solo podía curarse con una hierba producida por el estadounidense
Mark. Curiosamente, Mark también padecía de otra enfermedad que
solo podía curarse con una fruta que producía Juan. Pues bien, a pedido
del norteamericano, Juan le envió su fruta; pero no aceptó que Mark
le enviara su hierba, pues entendía que exportar sin importar lo haría
rico (demandó dólares). Dicen que el pobre tonto terminó por morirse
sobre una cama de dólares y sin entender la admonición que alguna
vez recibiera un jerarca latino de un consultor: “It is trade that makes
59
La magia y el misterio del COMERCIO
individuals and societies rich, not exports alone, you dummy!”; o sea,
¡es el comercio lo que enriquece a los individuos y las sociedades, no
la exportación por sí sola, idiota!
La comprensión de este hecho tan simple está fuera del alcance de
la mayoría de los que se empecinan en gobernar, en fijar políticas de
comercio y negociar tratados comerciales en el Tercer Mundo. Lo
mismo sucede con muchos economistas e incontables intelectuales.
Esta es la razón por la cual los tercermundistas condenan las
políticas de los países ricos –incluyendo los subsidios agrícolas–
que dificultan la exportación desde los países pobres. En Hipocresía
comercial de Occidente, Norberg (2003), por ejemplo, señala que
“de acuerdo con la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo de las
Naciones Unidas, el proteccionismo de la Unión Europea priva a
los países en desarrollo de $700.000 millones, aproximadamente,
en ingresos por concepto de exportaciones cada año. Eso es casi 14
veces lo que los países pobres reciben cada año en ayuda externa.”
Esta crítica lleva implícita la idea de que los países pobres son
“exportadores naturales” de algunos productos agrícolas, v.gr.
el azúcar. Por esta razón y por las impugnaciones, es imperativo
preguntar si, en verdad, existen exportaciones agrícolas naturales de
los países pobres; si el ingreso bruto por concepto de exportaciones
es una buena medida del bienestar generado por ciertas actividades
económicas; y si los subsidios de los países ricos perjudican a los
países pobres (su gente) cuando sus productores son o podrían ser
exportadores del bien subsidiado.
Exportaciones naturales. Los países pobres están dotados de ciertas
condiciones naturales (agro-climáticas) que, en principio, son más
apropiadas para la producción de ciertos bienes que las prevalecientes
en los países ricos. Cuando estos bienes son exportables o exportados,
se podrían considerar como exportaciones naturales. De ser así, los
más naturales de los países tropicales que vienen a la mente son café,
banano y maderas tropicales; pero estos no son objeto de subsidios
por parte de los países ricos. De hecho, es difícil ubicar exportaciones
60
Fantasía de la exportación
“naturales” de los países pobres que puedan ser subsidiadas por los
países ricos. Algunos dirían que productos como el arroz y el azúcar
(de caña) califican como tales10. Puede ser, pero, como vimos en el
capítulo anterior y como veremos en el próximo, este hecho sería
relevante solo si se quisiera satisfacer una necesidad de producción
de estos bienes; es decir, sería relevante únicamente para los
“produccionistas”
Aporte de las exportaciones. El monto de dinero obtenido por
concepto de exportaciones no es una buena medida del bienestar
generado por estas actividades económicas. La medida correcta es la
cantidad de bienes y servicios que se logra disponer para el consumo
de los habitantes (consumo bruto) a través de esas actividades, y
no es cierto que a mayores entradas por concepto de exportaciones,
mayor es el consumo bruto. ¿Por qué? Por dos razones. Primero, el
consumo bruto depende del patrón global de producción y comercio
en un país, y en los países pobres, dicho patrón suele ser determinado
ex ante (vea el produccionismo del capítulo anterior), sin tomar en
cuenta los precios y costos relativos de los bienes importables y
exportables. Por esta razón, en dichos países se acostumbra producir
e intercambiar los bienes equivocados11. No se optimiza el consumo
bruto. En lugar de ser predeterminadas, las exportaciones (al igual
que la producción y las importaciones) deberían ser definidas por
10 Debemos recordar que el bien X es exportado sólo porque esta es la mejor forma de obtener
el bien y. Un bien de exportación natural cumpliría con esta condición aun después de
satisfacer todas las necesidades domésticas a un precio equivalente al FOB de exportación.
En muchos casos, sin embargo, el precio doméstico prevaleciente se encuentra muy por
encima del precio FOB de exportación debido a medidas proteccionistas (aranceles y otras
barreras al comercio). En estos casos, es casi imposible que el bien sea una exportación
natural, ya que el proteccionismo doméstico equivale a un subsidio a la exportación.
11 El proteccionismo de los países pobres es uno de los determinantes del pésimo patrón de
producción; además, transfiere riqueza de los pobres a los ricos, lo cual altera el patrón de
comercio: en lugar de importar alimentos baratos y otras necesidades, estos países terminan
por importar automóviles Mercedes Benz y pagar por costosos viajes a Europa, entre otros
lujos.
61
La magia y el misterio del COMERCIO
el equivalente de una estrategia de optimización de ingresos (o de
consumo bruto), que tome en cuenta los costos y precios relativos
de los distintos bienes, los cuales son establecidos, en parte, por los
subsidios de los países ricos12. Un incremento de las exportaciones
aumentará el consumo bruto solo si el neto comercial (Imp-Exp)
crece. Si este balance comercial decae o se torna negativo, como
ocurre con frecuencia, el consumo bruto también caerá o se tornará
negativo.
Segundo, los insumos importados pueden representar una alta
proporción del costo total de producción de los bienes exportados, lo
cual se traduce en un bajo valor agregado nacional o poca contribución
al consumo bruto. Este hecho fue ilustrado en el capítulo 3. Según un
estudio, en Costa Rica, durante los años 90, los insumos importados
representaron al menos el 65 por ciento del costo de producción del
arroz.
Los precios agrícolas. Al igual que Norberg, los gobernantes de los
países pobres despotrican contra los subsidios de los países ricos
porque estos reducen los precios de los bienes subsidiados, lo cual se
traduce en una caída de dichos precios dentro del país pobre (afectando
a los productores de ese país que venden en el mercado doméstico)
y en otros países (afectando a los productores del país pobre que
exportan a esos mercados). Evidentemente, no les gustan los precios
bajos. Para ellos, la situación ideal sería que eliminaran los subsidios
para que suban los precios de esos bienes. Ellos creen que el país –la
sociedad– se beneficia más con los precios altos que con los precios
bajos. ¿Cuán acertada es esta creencia? Analicemos. En los países
pobres, los precios elevados favorecen a los productores del bien,
pero perjudican a los consumidores; en cambio, los precios bajos
12 Esto no significa una estrategia diseñada por los gobiernos. Bastaría con una alta dosis de
libertad económica para que esta estrategia sea implementada por los actores económicos.
62
Fantasía de la exportación
perjudican a los productores, pero favorecen a los consumidores. La
pregunta obligada, entonces, es: ¿cuál de las dos opciones –precios
bajos o precios elevados– es mejor para sociedades pobres, aun
cuando sus productores son o podrían ser exportadores del bien
en cuestión? La respuesta inequívoca es: si el país (su gente) es
consumidor de dicho bien, el precio bajo casi siempre será la mejor
opción, porque con él se generan mayores ingresos o consumo bruto
que con el precio elevado.
El factor consumo es la clave. En los países pobres, los productos
subsidiados por los países ricos se consumen de dos formas: como
bienes finales (azúcar, arroz, lácteos) y como insumos (azúcar,
algodón) en la producción de otros bienes. El azúcar, por ejemplo,
es un importante insumo en la producción de panes, queques,
caramelos, cervezas, otras bebidas y un largo etcétera. En la primera
forma, los subsidios incrementan la cantidad obtenida (por cada
unidad de exportación) de los bienes subsidiados, aumentando así la
disponibilidad de bienes para el consumo. En la segunda, el subsidio
reduce los costos y estimula la producción de bienes agro-industriales,
los cuales, a su vez, pueden ser exportados. Así, el subsidio aúpa
la producción y la exportación; además, equivale a un incremento
del precio de los bienes agro-industriales que se exportan. y si lo
que intercambia el país pobre por el bien subsidiado son bananos,
el subsidio se traduce en un aumento del precio que los países ricos
(sus importadores) pagan por el banano exportado desde los países
pobres.
Todo lo anterior implica que los subsidios agrícolas solo podrían
perjudicar a las sociedades pobres (el perjuicio ocurre cuando las
pérdidas de los productores son mayores que las ganancias de los
consumidores. Este tema será abordado en el siguiente capítulo) si se
dan dos condiciones: el consumo doméstico del producto subsidiado
es poco significante y los productores son exportadores ventajosos
del bien en cuestión. Estas condiciones rara vez se cumplen. El caso
del azúcar en Costa Rica es un buen ejemplo.
63
La magia y el misterio del COMERCIO
Azúcar en Costa Rica. En algún momento de los años 90, la
situación del azúcar en Costa Rica era la del cuadro 4. Con base
en los datos del cuadro, se hizo un ejercicio para determinar lo que
hubiera pasado si en lugar del precio doméstico de $454/tm, que
resultó del proteccionismo local, en Costa Rica hubiera prevalecido
el precio del mercado mundial de $227/tm, como resultado de una
política de libre comercio por parte del gobierno costarricense
(Stewart 1992).
El resultado de este ejercicio, hecho con supuestos de elasticidades
de oferta y demanda bastante conservadores, fue el siguiente: la
producción local hubiera caído a 203.656 tm, el consumo hubiera
aumentado a 250.000 tm; en vez de exportar 92.000 tm, se hubieran
importado 46.344 tm; la ganancia de los productores (EP) hubiera
disminuido en $39,2 millones, pero la de los demandantes o
consumidores (EC) hubiera aumentado en $47,3 millones. En síntesis,
de haber prevalecido el precio menor, el “país” hubiera pasado de
exportador a importador de azúcar y hubiera obtenido una ganancia
neta anual de $8,1 millones.
Estos resultados nos indican que Costa Rica (los productores) no es
un exportador natural de azúcar; que los subsidios de los países ricos
64
Fantasía de la exportación
que lo abaratan son beneficiosos para el país o la sociedad (porque
el consumo es significante) y crearían bienestar si no existieran las
barreras comerciales que lo impide; además, nos demuestran que
el proteccionismo de los países pobres les causa más daño, a ellos
mismos, que el proteccionismo de los países ricos.
Corolario: cuando los subsidios abaratan los productos agrícolas, los
empresarios de los países pobres deberían exportar textiles en lugar
de algodón, productos azucarados o ron en lugar de azúcar, productos
elaborados con harina en lugar de trigo, y así sucesivamente. y los
críticos de los subsidios deberían fustigar a los países ricos no por
subsidiar a los agricultores, sino por erigir barreras (cuando lo hacen)
en contra de las exportaciones de los países pobres que han sido
elaboradas con los productos subsidiados.
La trascendencia del consumo
La premisa de producción subyace las nociones equivocadas con
respecto al comercio y los planteamientos o argumentos erróneos
en contra del abaratamiento de los bienes. Una de estas nociones es
la intrascendencia del individuo como consumidor; en particular, se
cree que el campesino o habitante rural es ante todo un productor, no
un consumidor. La siguiente censura de Martín Wolf (2004) capta
muy bien esta tesitura:
Los excedentes subsidiados aún son descargados en el
mercado mundial. Los EE.UU. y la UE son responsables por
la mitad de las exportaciones mundiales de trigo, con precios
por debajo de los costos de producción en 46 y 34 por ciento,
respectivamente. En 1998, las exportaciones subsidiadas
representaron el 25 por ciento de las exportaciones globales.
La UE es el mayor exportador de leche descremada, a la
mitad del costo de producción. Algunos argumentan que
ese “dumping” puede beneficiar a los países en desarrollo
que son importadores netos de alimentos. Con poquísimas
excepciones, esto no es así. En la mayoría de los países
65
La magia y el misterio del COMERCIO
en desarrollo, los agricultores no solo son la mayoría de la
población, sino la abrumadora mayoría de los pobres. Así,
los productos descargados benefician a una minoría urbana a
expensas de la mayoría rural. Frecuentemente, los alimentos
subsidiados han convertido a países en importadores netos.
Sin ellos, serían exportadores netos y tendrían una saludable
economía rural.
Para poder concluir que cualquier evento que reduzca los precios
agrícolas perjudica a los países pobres (su gente), los críticos
resaltan el rol de productor del habitante rural y desdeñan su rol de
consumidor. Al hacerlo, minimizan o descartan por completo los
beneficios obtenidos a través del consumo y realzan los obtenidos por
medio de la producción; es decir, descartan el EC y sobrevaloran el
EP. Esto es exactamente lo que hace Wolf13. Para él, todo incremento
de precios de los bienes básicos de consumo, como el que causa el
proteccionismo, es favorable para el campesino porque aumenta
el EP; y toda reducción de precios, como la que pueden causar los
subsidios de los países ricos, les perjudica porque incrementa el
EC14. Hurguemos más en este planeamiento para constatar el error.
Empecemos por el EP para luego continuar con el EC.
Excedente del productor. Debido a que el fin último de la actividad
económica es satisfacer necesidades de consumo –la producción
13 El ser importador neto de un bien es inmensamente beneficioso para un “país” cuando esta
es la mejor forma de obtenerlo. El caso del azúcar en Costa Rica es un buen ejemplo de la
mala tesis de Wolf.
14 En Panamá, muchos campesinos siembran arroz en laderas muy empinadas, a 1.000 metros
sobre el nivel del mar, y obtienen rendimientos bajísimos. Lo hacen porque, entre otras
cosas, el precio del arroz, un producto protegido por elevados aranceles, supuestamente
para ayudar a estos mismos campesinos, es demasiado elevado. La relación kg de arroz/
ingreso por jornal de trabajo es demasiado baja; más baja que la relación que resulta cuando
lo siembran ellos mismos, aun en condiciones tan adversas. La hambruna que se vivió
durante 2003-2004 en las partes rurales más pobres de Honduras y Nicaragua, lugares
donde se protege mucho la agricultura para el consumo doméstico, no fue obra de la
casualidad ni de la mala suerte, sino de las malas políticas que engendran las concepciones
erróneas.
66
Fantasía de la exportación
de determinados bienes es solo un medio para lograrlo–, el EP no
significa nada para el campesino si no puede convertirlo en consumo.
La actitud del individuo en autosuficiencia (es tanto productor como
consumidor) lo confirma. Él produce solo porque necesita consumir.
En su caso, el EP pierde significado porque cualquier beneficio que se
le asemeje (ahorros en costos o incrementos de la productividad) se
traduce automáticamente en mayor consumo de los bienes escogidos.
La riqueza generada por su actividad económica se mide en términos
de la cantidad de bienes que logre consumir, y no en las ganancias
del productor. Como productor, su meta es minimizar los costos –en
términos de mano de obra, tierra, capital– de producir una cantidad
X de bienes para el consumo o de maximizar la cantidad de bienes
obtenidos con una cantidad dada de recursos, porque así logra mayor
consumo. Cuando este individuo decide dejar de ser autosuficiente
para participar en el sistema de especialización e intercambio, sus
objetivos, metas y deseos no cambian. De hecho, él participa en el
sistema de intercambio solo porque así puede obtener más bienes
para el consumo (con los mismos recursos) en comparación con la
autosuficiencia.
Excedente del consumidor. Hemos señalado que la riqueza
generada en un mercado es equivalente a la suma: EP + EC. El
excedente del consumidor no es trivial; de hecho, en muchos
mercados es mayor que el EP. De tal modo que ignorar o descartar
estos beneficios, como lo hace Wolf y muchos otros, es equivalente
a descartar o ignorar la parte más importante de la razón de ser
de las actividades económicas. Aquí, el gravísimo error conceptual
consiste en olvidar que los campesinos son seres humanos que
necesitan alimentarse; que su objetivo final y principal es el consumo.
De hecho, esos pobladores rurales son ante todo consumidores,
no productores. Debido, en parte, a sus pequeñas explotaciones y
baja productividad, una altísima proporción de los más pobres son
consumidores netos de los bienes que consideran esenciales para su
subsistencia: producen menos de lo que consumen. El déficit debe
ser subsanado, a través del mercado, de dos formas: con ingresos
67
La magia y el misterio del COMERCIO
extra-finca o mediante bienes producidos para la venta15. En
cualquiera de las dos formas, resulta evidente que los campesinos
son proclives a intercambiar sus productos, cualesquiera que sean,
por bienes alimenticios.
En la primera forma (compra con ingresos extra-finca16), a estos
campesinos les conviene que los bienes comprados sean lo más
baratos posible. Les interesa el máximo EC y el mínimo EP. En la
segunda, la situación es similar. El EC generado en el mercado de A
corresponde a un consumidor que no es otra cosa que el productor
de, digamos, L, el agricultor al cual nos referimos. Este productor
vende su leche (L) para poder comprar el arroz (A), y su deseo
es obtener la mayor cantidad de arroz posible por cada unidad de
leche. Así, un incremento del EC en el mercado de A equivale a un
incremento de la cantidad de arroz que este productor obtiene por
cada unidad de leche, o a un incremento del precio de la leche. Por lo
tanto, un aumento del precio del arroz reduce el EC en ese mercado,
y redunda en una disminución del precio que reciben los productores
de leche. Al fin de cuentas, todos los individuos son productores;
pero al tratar de verlos solo como tales (y olvidar que, ante todo,
son consumidores), los críticos cometen el error de privilegiar a
los productores equivocados: aquellos que producen rubros para
los cuales sus condiciones son menos adecuadas que las de otros
productores. El ignorar los beneficios de los consumidores de arroz
que viven en una región con condiciones óptimas para la lechería
(pero no para el arroz), es preferir a los productores de arroz sobre
los productores de leche. Un yerro empobrecedor.
15 Como la producción de muchos rubros es inferior al consumo, el excedente de los otros
rubros es intercambiado por más de los rubros deficitarios. Por ejemplo, un campesino que
produce menos frijol, arroz y maíz de lo que consume, vende, digamos, leche y compra más
de estos granos.
16 Este es el caso de los trabajadores agrícolas; de los que no tienen tierra. Compran todos los
alimentos con sus ingresos.
68
Fantasía de la exportación
De todo lo anterior, nos queda una valiosa lección: es imposible
obtener buenas políticas partiendo de premisas equivocadas. Cuando
se trata de favorecer a los consumidores con las políticas, se termina
beneficiando a los productores; pero, cuando se privilegia a los
productores, nadie se beneficia; todos resultan perjudicados.
69
5
SUBSIDIOS AgRÍCOLAS DE LOS
PAÍSES RICOS: ¿BENDICIÓN O MALDICIÓN?
Si la pobreza y la hambruna se caracterizan por la ausencia
de alimentos baratos, y si los subsidios agrícolas de los
países ricos se caracterizan por abaratar los alimentos que
necesitan los habitantes de los países pobres, ¿cómo pueden
dichos subsidios perjudicar a los países (sus habitantes)
pobres? He aquí otro misterio comercial.
Existe la creencia generalizada, arraigada y bien documentada de que
los fuertes subsidios que la Unión Europea y países desarrollados
como Estados Unidos y Japón proveen a sus agricultores, a
través de múltiples programas, perjudican a los países pobres
o subdesarrollados. Esta convicción es compartida por muchos
gobiernos (en realidad, gobernantes) y una gran variedad de los
grupos que conforman la sociedad: políticos, formadores de opinión,
intelectuales, agricultores, sindicalistas, amas de casa, estudiantes.
Las pruebas son abundantes (vea el Anexo de este capítulo). Por
ejemplo, en 1986, emisarios de 17 países que representan más de la
tercera parte de las exportaciones agrícolas del mundo –Argentina,
Australia, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica,
Filipinas, guatemala, Indonesia, Malasia, Nueva Zelanda, Paraguay,
Sudáfrica, Tailandia y Uruguay– conformaron en Cairns, Australia,
el Grupo Cairns, el cual tiene entre sus objetivos principales el logro
de “la pronta y total eliminación de los subsidios a las exportaciones
agrícolas de los países ricos”. Esta ha sido también la meta expresa
del grupo g-20 –un conjunto de países liderado por Brasil e India.
El gobierno de Costa Rica y el MERCOSUR –el principal bloque
sudamericano– han solicitado la eliminación de dichos subsidios.
También lo han hecho personas influyentes como Bianca Jagger,
defensora de los derechos humanos; Fatma Alloo, fundadora de la
71
La magia y el misterio del COMERCIO
Asociación de Mujeres Periodistas de Tanzania; Evelyne Herfkens,
coordinadora de la campaña sobre los Objetivos de Desarrollo del
Milenio de la Organización de las Naciones Unidas; Vicky TauliCorpuz, la responsable del voluntariado de la ONU en cuestiones
indígenas; y Aroha Te Pareake Mead, defensora de los derechos de
los maoríes (La Nación 2004a).
Los políticos han sido de los más vociferantes. El ministro de
Agricultura de Colombia, Carlos gustavo Cano, varios diputados del
Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), partido
de izquierda de El Salvador, y una decena de organizaciones sociales
de ese país, así como el expresidente de Costa Rica, Rodrigo Carazo
(vea el Anexo de este capítulo); todos han vaticinado la quiebra de
los productores locales a raíz de los subsidios de marras. El gobierno
de Brasil fue más allá y, en 2002, presentó una demanda contra lo
que calificó de subsidios injustos de Estados Unidos a su producción
algodonera. Según cálculos presentados a la Organización Mundial del
Comercio (OMC) por Brasil, esta política de Washington (extensiva
a una docena de otros productos) es una de las responsables de la
actual caída de los precios internacionales del algodón, en alrededor
de un 15 por ciento. Esa forma de proteccionismo, argumentó, es una
competencia desleal que hace a los países pobres perder mercados de
exportación y millones de puestos de trabajo (EFE 2004c).
De la vasta literatura que existe sobre los subsidios agrícolas de los
países ricos y sus supuestos efectos en los países pobres –lo citado
aquí y en el Anexo constituye una ínfima muestra– es posible extraer
los principales argumentos utilizados y las nociones predominantes
sobre el tema. Por su relevancia, los siguientes cuatro se presentan a
manera de resumen:
(1) Los subsidios de los países ricos son responsables de la caída
precipitosa de los precios internacionales y de la inundación de
los países pobres con productos baratos, eventos que causan la
ruina de los campesinos que producen para el mercado local.
72
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
(2) Todas las exportaciones de los países pobres generan riqueza;
por lo tanto, los subsidios de los países ricos que desplazan
las exportaciones provenientes del Tercer Mundo causan
pobreza.
(3) Los productos baratos que llegan a los países pobres (las
importaciones) son esencialmente perjudiciales o, como
mínimo, no producen beneficios para sus habitantes.
(4) Los países pobres (su gente) tienen ante todo necesidades de
producción; no necesidades de consumo.
El objetivo de este capítulo es determinar si, en efecto, los subsidios
agrícolas de los países ricos perjudican a los países pobres y en
qué condiciones. El análisis gira alrededor de estos argumentos o
nociones, aunque no en forma estricta, aportando nuevos elementos
o enfoques. Por ejemplo, la primera noción (punto uno) lleva
implícita la idea de que en ausencia de los subsidios de marras,
los agricultores de los países pobres producirían (y venderían
a precios más elevados) los alimentos que los empobrecidos y
hambrientos consumidores necesitan, y el algodón que utilizan
las fábricas de textiles, con gran beneficio para toda la sociedad.
De entrada, este juicio parece desacertado por la siguiente razón:
en general, es indudable que los alimentos baratos favorecen a
los habitantes de países pobres. Esta es la razón por la cual los
gobiernos (incluyendo los de los países más necesitados) invierten
millones de dólares anualmente en la investigación agropecuaria:
buscan reducir los precios de los alimentos a través de incrementos
de la productividad. Esta inversión ha sido tan efectiva que a lo
largo del siglo pasado, los precios reales de los productos agrícolas
descendieron considerablemente, en forma sostenida, en los países
desarrollados, con enormes beneficios para los habitantes de las
naciones que permitieron su aprovechamiento. Ahora, si los
alimentos baratos enriquecen a cualquier sociedad y los subsidios
externos contribuyen a reducir los precios de esos bienes en los
países pobres, entonces dichos subsidios deberían beneficiar a estos
73
La magia y el misterio del COMERCIO
países. No sería de recibo el argumento de que cuando los precios
de los alimentos descienden por causa de la alta productividad, el
país pobre (la sociedad) se favorece, pero cuando descienden por
causa de los subsidios externos, dicho país resulta perjudicado. Esta
sería una contradicción; y, por tanto, inadmisible.
Iniciaremos con la exploración de la naturaleza de los impopulares
subsidios y el mecanismo por medio del cual transmiten sus supuestos
efectos a los países subdesarrollados. Luego veremos las opciones
de definición de ‘país pobre’, así como las implicaciones de cada
una. Seguidamente, presentaremos dos de los criterios que se podrían
utilizar para determinar si los subsidios benefician o perjudican a la
sociedad pobre como un todo (al país). y, por último, emplearemos
todo lo anterior para analizar los efectos de los subsidios en cuatro
categorías de países pobres.
Subsidios agrícolas de los países ricos
Según la primera caracterización de las quejas presentadas, los
fuertes subsidios que reciben los empresarios agrícolas de los países
desarrollados, por medio de varios programas gubernamentales,
contribuyen a reducir el precio internacional del bien subsidiado, lo
cual, a su vez, reduce el precio recibido por los productores de los
países pobres o pagados por los consumidores de estos países. En
efecto, el precio internacional es el único vehículo por medio del
cual estos subsidios pueden perjudicar o favorecer al productor o
consumidor de un país subdesarrollado. Este hecho nos indica que el
primer paso hacia la evaluación de los subsidios –o de los diferentes
programas de subsidio utilizados en el mundo desarrollado– consiste
en determinar cómo afectan al precio internacional de los productos
agrícolas. Veamos.
Los programas más usados en los Estados Unidos son: precios de
sustentación (price support), precios de sustentación más restricciones
74
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
de área o producción, pagos compensatorios (deficiency payments) y
varios subsidios a la exportación (Stewart 2000).
Precio de sustentación. Por medio de este programa, el gobierno
fija un precio, normalmente por encima del precio de equilibrio, al
cual el productor puede vender toda su producción a la Corporación
de Crédito para Mercadería (Commodity Credit Corporation, CCC).
Este programa ha abarcado productos como lácteos, trigo, maíz,
sorgo y algodón.
Precio de sustentación más restricción de área. En vista de que el
gobierno acumulaba una cantidad impresionante de granos y otros
productos con el programa anterior, se ideó restringir el área (o la
producción) que los agricultores podían dedicar a cada cultivo. Esto
se llamó acreage allotments, y se aplicó a algodón, maíz, trigo, maní,
entre otros. También hubo cuotas de producción (output quotas)
para tabaco y maní. Este programa tuvo una modalidad llamada
Desviación Voluntaria de Tierra (Voluntary Diversion of Land), en
la cual la participación era voluntaria; pero, para obtener el precio de
sustentación, debían dejar de producir en una proporción determinada
de la finca.
En Japón, este programa de subsidio ha sido popular desde 1969.
El área “pagada” por no producir arroz en ese año fue de 10.000
hectáreas (ha); en 1980, de 535.000 ha; en 1990, de 830.000 ha y en
1998, de 954.000 ha (Cramer 1999). Así, el área sembrada de arroz
se redujo en 21 por ciento entre 1982 y 1999; y los pagos oscilaron
entre $340 y $4.240 por hectárea. El efecto de este tipo de subsidio es
reducir la producción mundial e incrementar el precio internacional
(todo lo contrario de lo que argumentan los críticos).
Pagos compensatorios. Este es un esquema diferente de sustentación de precios, el cual funciona de la siguiente manera: el
gobierno fija el precio objetivo (target price), Pt, de antemano
(también fija otro precio llamado loan rate o tasa de préstamo, al
75
La magia y el misterio del COMERCIO
cual el agricultor puede obtener crédito adelantado), los productores
venden toda su cosecha al precio de mercado, Pm, y el gobierno les
paga la diferencia entre los dos precios (Pt-Pm). El gasto total del
gobierno en este programa se conoce como pago compensatorio
(deficiency payments). La participación en este programa, que
abarcaba algodón, arroz, trigo y granos para la alimentación
animal, era voluntaria; pero una vez aceptada se debía cumplir
con restricciones de área. Para la soya, azúcar, lana y miel, la
participación era igualmente voluntaria, pero no había restricción
de área. Para tabaco, la participación fue obligatoria durante mucho
tiempo; pero en el 2000 era opcional.
A partir de 1983, la restricción de área se hizo a través de pagos
en especie (PIK, por sus siglas en inglés). En lugar de dinero, el
productor recibía de los stocks de la CCC hasta un 80 por ciento de
la cosecha (trigo, algodón, arroz, soya, maíz, centeno) que hubiera
producido en cada hectárea retirada. En 1983, se dejaron de producir
28,7 millones de hectáreas, y los agricultores recibieron granos por
un valor en los libros de $9.000 millones. y como se había levantado
el límite de $50.000 por finca, algunos agricultores (o compañías)
percibieron más de $1 millón.
La Ley de Reforma y Mejoramiento Agrícola de 1996 (Federal
Agricultural Improvement and Reform Act of 1996, FAIR), introdujo
varios cambios revolucionarios. Primero, los pagos al agricultor, que
siempre habían estado ligados a la reducción de producción, fueron
liberados de tal cumplimiento. Segundo, se hizo un calendario de
reducción de subsidios al agricultor que contemplaba llegar a cero en
el año 2002. Tercero, eliminó las restricciones a la oferta y flexibilizó
la producción. El agricultor recibía un pago independientemente de
si producía o no y del cultivo que produjera. Estas acciones fueron
llamadas desligue y flexibilidad, y consideradas como cambios
fundamentales en la política agrícola de los Estados Unidos (Browne,
Allen y Schweikhardt 1997). En 1998, solo dos años después, hubo
una desviación de los lineamientos de esta Ley.
76
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
La forma en que este programa afecta los precios internacionales de los
bienes que abarca es un poco ambigua. Por una parte, reduce la oferta
(debido a la reducción de área, cuando ésta se aplica), y por tanto,
incrementa el precio internacional. Este ha sido el efecto predominante.
Además de ser uno de los programas más costosos, el PIK incrementó
el precio local e internacional y redujo las exportaciones de los Estados
Unidos. Por otra parte, ciertas diferencias entre el precio objetivo y
el de mercado pueden hacer que este programa tenga el efecto de
aumentar la oferta y disminuir el precio internacional.
Subsidios a la exportación. Cuando el precio objetivo se fija
suficientemente alto, el programa anterior (precio objetivo con
restricción de área) puede funcionar como un subsidio a la
exportación. Además de este, el gobierno de los Estados Unidos ha
utilizado otros programas de subsidios a la exportación: el de la Ley
Pública 480 (PL.480), el Programa de Estímulo a la Exportación
(Export Enhancement Program; utilizado para trigo, harina, cebada,
malta de cebada, arroz, pollo, carne porcina y huevos) y Préstamos
de Comercialización (Marketing Loan). En 1995 había programas
especiales para lácteos y aceites de girasol y algodón. Solo el trigo y
la harina de trigo recibían el 83 por ciento de estos subsidios (Innes
1995). Todos estos programas tienen el efecto de incrementar la
oferta mundial y reducir el precio internacional.
Efectos de los subsidios
El precio internacional de un producto agrícola, en un período dado,
lo determinan la oferta y demanda en el mercado mundial, y estas,
a su vez, son determinadas por innumerables factores, incluyendo
las intervenciones –subsidios de todo tipo, aranceles, licencias,
permisos, otros impuestos– en cientos de países, la mayoría de
los cuales son subdesarrollados (sin embargo, se ha prestado poca
atención a las intervenciones de los países pobres). Sería difícil
determinar el efecto neto sobre el precio internacional de esta
infinidad de distorsiones.
77
La magia y el misterio del COMERCIO
A pesar de que los subsidios agrícolas de los países desarrollados
conforman una parte ínfima de dichos factores; el interés político
y académico se han concentrado en ellos, motivando estudios para
determinar sus efectos –así como los de los programas agrícolas
en general– sobre un buen número de variables: precios, área de
producción, gasto fiscal, exportaciones, importaciones. Uno de esos
estudios fue llevado a cabo por Eric O’N Fisher y Harry de Gorter
(1992), de la Universidad de Cornell, con el fin de determinar los
efectos internacionales de los subsidios agrícolas estadounidenses.
Una de las preguntas que los investigadores querían contestar era: ¿qué
pasaría con los precios mundiales –y otras variables– si se eliminaran
por completo los subsidios agrícolas en los Estados Unidos? Para
ello, seleccionaron cuatro cultivos: arroz, maíz, algodón y trigo; y se
concentraron en los dos programas de subsidios más importantes del
momento: pagos compensatorios (deficiency payments) y pagos por
retirar tierra de la producción (diversion payments).
Una conclusión general del estudio es que los programas de subsidio
restringen la producción e incrementan la rentabilidad de las fincas,
por lo que, si se eliminaran, se incrementarían las exportaciones (de
los países desarrollados) y los precios mundiales bajarían17. En efecto,
los resultados indican que si se eliminaran los subsidios agrícolas en
los Estados Unidos, los precios mundiales del arroz, trigo y algodón
bajarían un 6, 12 y 19 por ciento, respectivamente; en tanto que el
precio del maíz subiría un 3 por ciento. Es muy probable que estos
resultados no hubieran variado mucho si en el estudio se hubieran
incluido los programas de subsidio de la Unión Europea y Japón,
pues estos programas son muy parecidos a los de los Estados Unidos.
17 Cualquier observador diría que los resultados serían diferentes si se hubieran incluido
los programas de subsidio a la exportación. Esto es cierto, pero se debe notar que los
programas incluidos fueron los predominantes. De acuerdo con Stewart (2000), el monto
total de los subsidios fue de unos $31.000 millones en 1994; y de acuerdo con Innes (1995)
el subsidio a las exportaciones fue de unos $1.000 millones. Esto significa que el subsidio
a las exportaciones representó sólo el 3,2 por ciento del gasto total en subsidios agrícolas
78
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
Por otra parte, se puede colegir de los resultados que no tiene validez
el argumento sostenido por los agricultores latinoamericanos de que
compiten con las tesorerías o ministerios de hacienda de los países
desarrollados.
Vemos, entonces, que los subsidios agrícolas de los países ricos no
causan necesariamente el derrumbe de los precios internacionales
y, por consiguiente, no tienen los efectos que se les atribuyen. No
obstante, asumiremos, para el análisis que sigue, que los subsidios
acusados de perjudicar a los países pobres sí tienen el efecto de
reducir considerablemente los precios internacionales.
Evaluación de los subsidios
Cuando se afirma que los subsidios agrícolas de los países ricos
perjudican a los países pobres, casi nunca se especifica el criterio
utilizado para llegar a esa conclusión. En su lugar, se acostumbra
presentar algún argumento, como el de la afectación de las exportaciones
agrícolas de los países subdesarrollados, lo cual, por sí solo, no parece
un criterio válido, pues dejaría por fuera el posible efecto positivo sobre
las importaciones. Igualmente, el abaratamiento de los bienes agrícolas
de consumo doméstico, uno de los razonamientos utilizados, parece
más un criterio para aprobar los subsidios que para condenarlos. Así las
cosas, es muy probable que los críticos estén usando criterios inválidos
o equivocados. Por otra parte, tampoco se especifica qué constituye
un país pobre. En este confuso panorama, el primer paso para hacer
una valoración objetiva y sensata de los efectos de dichos subsidios
consiste en establecer el criterio que será utilizado, comenzando por la
definición de lo que es un país pobre.
¿Qué significa “país pobre”?
En la frase: “los subsidios agrícolas de los países ricos perjudican
a los países pobres”, ¿qué entendemos por país pobre? Antes de
79
La magia y el misterio del COMERCIO
responder, es necesario recordar lo señalado en el capítulo 2: que los
países, tal como se conocen hoy, no producen, consumen, importan
o exportan bienes y servicios. Estas actividades son llevadas a
cabo por individuos que habitan al interior de sus fronteras, y solo
ellos pueden ser beneficiados o castigados por los subsidios de los
gobiernos de países ricos. En cada país y para cada producto existen
productores de un lado y consumidores del otro; sus intereses se
encuentran en perfecto conflicto. Cuando el precio de un producto
disminuye, los consumidores ganan; los productores pierden. Cuando
el precio aumenta, los productores se benefician; los consumidores
se perjudican.
Con base en esta realidad, se postulan al menos tres definiciones
o conceptos de país pobre (similares a los del capítulo 2, página
32). Definición A: el país está constituido solo por los productores
(empresarios) de todos los rubros, y sus intereses son los del país.
Definición B: el país está compuesto solo por los consumidores de los
diversos rubros, y sus intereses son los del país. Definición C: todos
los individuos que se encuentren dentro de sus fronteras constituyen
el país; o sea, el país es la suma de los productores y consumidores
de todos los bienes y servicios, y sus intereses son también los del
país18.
Criterio de evaluación
Según la definición A, cualquier evento o política que afecte
negativamente a los productores de cualquier rubro (aunque beneficie
enormemente a los consumidores), perjudica al país. De acuerdo con
la definición B, cualquier evento o política que afecte negativamente a
18 A partir de ahora y siempre que no se especifique lo contrario, la frase “país pobre” tendrá
esta definición cuando se refiera a pérdidas o beneficios causados por los subsidios u otros
programas.
80
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
los consumidores de cualquier rubro (aunque beneficie enormemente
a los productores), perjudica al país. Según la definición C, el país será
beneficiado por cualquier evento cuando la suma total de los beneficios
y las pérdidas causadas por él sea positiva; es decir, cuando la ganancia
de los consumidores sea mayor que la pérdida de los productores de los
rubros afectados, o viceversa. Por el contrario, el país será perjudicado
por cualquier evento cuando la suma total de los beneficios y las
pérdidas causadas por él sea negativa; es decir, cuando la pérdida de
los consumidores sea mayor que la ganancia de los productores, o
viceversa. Evidentemente, la valoración de los efectos de los subsidios
agrícolas dependerá de la definición de país que se adopte.
Método de evaluación
Las definiciones A y B de país pobre no requieren de ningún método
especial para evaluar el efecto de los subsidios de los países ricos.
Basta con saber que los subsidios hacen descender los precios
–tanto los recibidos por los productores como los pagados por los
consumidores– para concluir que según la definición A, los subsidios
perjudican a los países pobres, y según la B, los benefician.
La situación cambia con la definición C. Aquí el método de evaluación
se conoce como el del excedente neto (EN), un método muy utilizado
por los economistas del bienestar. Para aplicarlo, las ganancias y
pérdidas de los productores –producto de un cambio en los precios
causado por políticas o factores externos, como los subsidios– se
miden en términos de los cambios en el excedente del productor (EP),
y las ganancias y pérdidas de los consumidores se miden en términos
de los cambios en el excedente del consumidor (EC)19. El excedente
19 Las definiciones de EP y EC se encuentran en el capítulo 3 (páginas 30-31). Aquí agregamos
que, para los economistas, el EP equivale al área delimitada por la curva de oferta y el precio
de venta del bien (el área va del precio hacia abajo); y el EC equivale al área delimitada por
la curva de demanda y el precio de compra del bien (el área va del precio hacia arriba).
81
La magia y el misterio del COMERCIO
neto es la suma de los cambios en ambos excedentes, causados por
una variación del precio de un bien. Así, el país gana cuando ∆EN =
∆EP + ∆EC > 0; donde ∆ significa cambio. En adelante se suprime
el símbolo ∆, pero se mantiene el significado; así, por ejemplo, se
especifica que el país pierde cuando EN = EP + EC < 0, cuando el
cambio neto es negativo.
Por una lógica geométrica del paradigma de la oferta y demanda, una
reducción de precios, como la que causan los subsidios de marras,
siempre tendrá un efecto positivo sobre EN cuando el país es un
importador neto del bien (se consume más de lo que se produce en
el país). En este caso, las ganancias de los consumidores superan las
pérdidas de los productores. En cambio, cuando es un exportador
neto (se produce más de lo que se consume en el país), el efecto
sobre EN es negativo: las pérdidas de los productores superan las
ganancias de los consumidores.
¿Cuál es el criterio correcto?
Ha quedado claro que los subsidios de los países ricos no
necesariamente derriban los precios internacionales. Pero aun si
lo hicieran, la conclusión en cuanto al perjuicio (o beneficio) que
causan a los países pobres dependería de la definición de país que
se adopte, y ésta, a su vez, de la premisa económica que se tenga:
la de producción o la de consumo (definidas en el capítulo 3). Los
produccionistas equiparan el interés de los productores con el interés
nacional; es decir, suscriben la definición A de país pobre. Por lo tanto,
los subsidios de los países ricos perjudican a los países pobres porque
tienen el efecto de reducir los precios que reciben los productores de
esos países.
En algún lugar imaginario (porque no existen, pero podrían
existir) se encuentran quienes solo reconocen la existencia de los
consumidores o, para ser más exactos, solo reconocen al ser humano
en su función de consumidor. Desconocen su rol de productor. Por
82
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
esta razón, equiparan el interés de los consumidores con el interés
nacional; suscriben la definición B de país pobre. Por lo tanto, los
subsidios de los países ricos benefician a los países pobres porque
tienen el efecto de reducir los precios que pagan los consumidores
de esos países.
Los consumnistas suscriben la definición C de país pobre20, y el método
de los excedentes netos como forma de determinar el efecto de los
subsidios agrícolas de los países ricos. Por ser el más razonable, éste
es el criterio que utilizaremos para evaluar el efecto de los subsidios
agrícolas de los países ricos. y el método de evaluación será el del
excedente neto.
Categorías de países pobres
Para saber si un subsidio perjudica o beneficia a un país pobre se
requiere, entonces, conocer si éste es un importador o exportador
neto del bien en cuestión. Si es un exportador, se necesita además,
saber si es legítimo o falso; es decir, si se exporta porque el país (los
productores) tiene verdaderas ventajas en la producción del bien, o
porque existen distorsiones locales –aranceles, subsidios– que hacen
posible dicha exportación. De acuerdo con estas calificaciones,
existen, para cada producto, cuatro casos posibles o cuatro categorías
de países pobres: importador genuino, falso exportador, exportador
convertible y exportador genuino.
Importador genuino
El importador genuino es un país cuyos habitantes consumen más de
lo que generan los productores, aun en ausencia de los subsidios. En
este caso, el subsidio sería beneficioso, pues el EN experimentaría
20 La racionalidad de esta tesitura estriba en que los productores netos de un bien son
consumidores netos de muchos otros bienes.
83
La magia y el misterio del COMERCIO
un cambio positivo. Costa Rica es un importador genuino de
muchísimos bienes agrícolas: trigo, frijol, maíz amarillo, arroz, entre
otros. En cuanto al arroz, los costarricenses consumen más de lo que
se produce en el país, inclusive, en presencia de distorsiones internas
que, casi siempre, elevan los precios domésticos muy por encima de
los precios internacionales. Por esta razón, el subsidio al arroz de
los países ricos beneficiaría mucho a la sociedad costarricense si no
existieran esas distorsiones o impedimentos internos. A raíz de estos,
el “país” –el gobierno– rechaza anualmente cientos de millones de
dólares en ganancias para la sociedad.
Falso exportador
El falso exportador es un país cuyos habitantes consumirían más
de lo que se produciría si no existieran distorsiones propias que
impiden o dificultan las importaciones de ese producto o subsidian su
exportación21 ; y esto es aun en ausencia de los subsidios externos. Un
bien de exportación genuino no requiere de medidas proteccionistas;
por tanto, su precio doméstico debe ser igual al precio FOB (free
on board) de exportación. Cuando esto no ocurre; cuando el precio
doméstico se sitúa por encima del precio FOB de exportación, como
producto de medidas proteccionistas (como aranceles y otras barreras
al comercio), es muy probable que estemos ante el caso de un falso
exportador. En muchos países, especialmente tropicales, el azúcar
constituye un buen ejemplo. El gráfico 1, publicado por el Canadian
Sugar Institute (http://www.sugar.ca), muestra los altos aranceles que
han prevalecido en muchos de los países que son grandes exportadores
21 No debemos olvidar que se exporta el bien A porque esta acción constituye la mejor
forma de obtener el bien B (más producto, mejor calidad). En el ejemplo del capítulo 3,
exportar banano era la mejor forma de obtener el arroz; mejor que producirlo. Un bien
de exportación genuina cumpliría con esta condición aún después de satisfacer todas las
necesidades domésticas a un precio equivalente al FOB de exportación.
84
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
de azúcar22. Los datos del cuadro 5 muestran cómo ese proteccionismo
hace que en esos países el precio doméstico del azúcar sea mayor
que el FOB de exportación (idéntico al precio mundial) en más de
22 Según el UNICA.com, el arancel que ahora prevalece en Brasil es el externo común del
MERCOSUR de 16% más 1,5% brasileño; y de acuerdo con www.indiansugar.com, el
arancel actual en ese país es equivalente al 67,5%.
85
La magia y el misterio del COMERCIO
200 por ciento. En Brasil, India y Tailandia, grandes exportadores
de azúcar, el precio doméstico también fue mayor que el FOB de
exportación, pero en porcentajes más pequeños.
En Costa Rica, el azúcar (tratado en el capítulo anterior) y algunos
productos lácteos son buenos ejemplos. El país (los productores) es un
falso exportador de esos bienes. El caso de los lácteos es similar. El país
(la empresa dominante) exporta leche y muchos de sus derivados solo
porque se disuade la importación de productos lácteos a través de altas
barreras comerciales. El arancel que pagan los importadores de leche
fue de 110 por ciento durante muchos años, un hecho que solo cambió
a finales del siglo pasado. En 2004 estaba en 65 por ciento; y el precio
de la leche al productor fue de $264/tm, comparado con el equivalente
de importación al mismo nivel de $142/tm (Stewart 2004).
El subsidio agrícola de los países ricos sería muy beneficioso para el
“país” pobre que es falso exportador porque el excedente neto (EN)
aumentaría: la ganancia de los consumidores superaría la pérdida de
los productores23. ¿Por qué? Por el efecto consumo.
Exportador reversible
El exportador reversible es un país que exporta (netamente) un
producto en ausencia de los subsidios de los países ricos; pero que
se convierte en importador neto de ese bien a partir de cierto nivel
del subsidio. y lo hace porque las ganancias de los consumidores
llegan a superar las pérdidas de los productores. Para este país, el
subsidio sería beneficioso (EN > 0) a partir de ese nivel o magnitud.
23 Hay casos en extremo excepcionales en los cuales el subsidio agrícola de los países ricos
podría perjudicar a un falso exportador del bien. Estos casos son condicionados por el
grado de transmisión del efecto del subsidio al precio doméstico y por la magnitud del
poder del país en el mercado mundial. Por su rareza y por no afectar los puntos centrales de
este capítulo, estos extremos no serán discutidos aquí. El lector interesado puede consultar
a Alston y Martin (1995).
86
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
Cuando esta situación se presenta, los representantes de los países
pobres deberían reclamar a los gobernantes de los países ricos no
por subsidiar a sus agricultores, sino por no hacerlo en cantidades
suficientes. Siempre que el consumo local alcance un mínimo24,
el cual variaría de un bien a otro, la mayoría de los productos de
exportación de los países pobres podrían ubicarse en esta categoría.
Exportador genuino
El exportador genuino es un país que exporta (netamente) el bien en
ausencia de los subsidios y lo sigue haciendo en presencia de ellos.
También es el caso del exportador que se convierte en importador
neto después de los subsidios, pero sin variación en el signo de
EN; este permanece negativo. En ambos casos, el subsidio sería
perjudicial para el país. Con todo, no se descarta la existencia de
cierto nivel o magnitud de subsidios (mayor que el evaluado) a partir
del cual el cambio en EN podría ser positivo. No hay duda de que
países tropicales como Costa Rica son exportadores genuinos de
café, banano, cacao, plantas ornamentales.
Observaciones finales
Si el objetivo de la actividad económica de los habitantes de países
pobres fuera producir ciertos bienes a cualquier costo, los adversarios
de los subsidios estarían en lo correcto: los subsidios agrícolas de los
países ricos perjudicarían a los países (sociedades) pobres. Pero resulta
evidente que ese no es ni puede ser el objetivo. El propósito obvio de
dichas actividades es generar bienestar, a través del consumo. Cuando
se plantea este objetivo, se llega, inevitablemente, a la conclusión
general de que en la mayoría de los casos, los subsidios agrícolas
24 Si no hay consumo local, los subsidios no pueden generar beneficios a través de la reducción
de precios.
87
La magia y el misterio del COMERCIO
de los países ricos son beneficiosos para los países pobres. No sería
aventurado especular que más del 85 por ciento de los productos
agrícolas de los países pobres cae en una de las tres categorías de
países pobres donde el subsidio es beneficioso.
El siguiente resumen de las conclusiones particulares de este capítulo
se basa en la caracterización de las quejas contra los subsidios, las
cuales fueron presentadas al principio.
●
En general, los subsidios de los países ricos no son responsables
de una caída precipitosa de los precios internacionales; pero,
aun si lo fueran, no causarían la ruina de los campesinos que
venden sus productos dentro del país.
●
Debido a la mala estructura de producción y comercio, muchas
de las exportaciones de los países pobres no generan verdadera
riqueza (capítulo 4); por lo tanto, los subsidios de los países
ricos que desplazan a estas exportaciones no causan pobreza.
●
Debido al papel preponderante del consumo, las importaciones
que llegan a los países pobres pueden ser inmensamente
beneficiosas, especialmente si son subsidiadas.
●
El rol del individuo como consumidor tiene preponderancia sobre
su rol como productor; y antes que necesidades de producción,
las sociedades pobres tienen necesidades de consumo.
La premisa de producción o el produccionismo es una de las
causas principales de las hambrunas del Tercer Mundo. Aun frente
al sufrimiento humano que causa el hambre, los gobernantes de la
mayoría de los países pobres son incapaces de advertir el problema
de consumo, y continúan implementando políticas –particularmente,
el proteccionismo– diseñadas para solucionar problemas de
producción. Mientras persista este erróneo comportamiento, habrá
pobreza generalizada, hambruna y mucho sufrimiento humano en
Latinoamérica y en otras partes del Tercer Mundo.
88
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
ANEXO
PEqUEñA MUESTRA DE LAS MANIFESTACIONES
EN CONTRA DE LOS SUBSIDIOS AGRÍCOLAS
DE LOS PAÍSES RICOS
Con ocasión del tratado comercial entre los Estados Unidos y Centro
América, el Ministerio de Comercio Exterior de Costa Rica (COMEX)
publicó un documento (COMEX 2003) que detalla la posición de
este país con respeto al acceso a “su” mercado de bienes. Ahí señala
que “Costa Rica buscará en la negociación: a) la eliminación de toda
forma de subsidio a la exportación de los bienes entre las Partes; b)
promover alianzas y acuerdos con los Estados Unidos para lograr la
eliminación o la máxima reducción posible de este tipo de medidas
por parte de los Estados Unidos y otros socios comerciales tales,
como la Unión Europea y Japón, en el marco de las negociaciones en
curso de la Ronda Doha de la OMC.”
En 2004, el MERCOSUR, el principal bloque sudamericano,
reclamó la eliminación de los subsidios que los gobiernos de los
25 países europeos conceden a sus productores agropecuarios,
porque las autoridades consideran que esos subsidios, sumados a
las barreras comerciales impuestas en Europa a productos agrícolas
latinoamericanos, perjudican el acceso y la competitividad comercial
de esas mercancías en el Viejo Continente. “No vamos a abrir nuestros
mercados a países que utilizan subsidios fuertes para beneficiar a su
agricultura”, subrayó por su parte el ministro de Desarrollo Agrario
de Brasil, Miguel Rosseto (EFE 2004a).
En Julio de 2004, el ministro de Agricultura de Colombia, Carlos
Gustavo Cano, calificó de “inmoral” la exigencia de Estados
89
La magia y el misterio del COMERCIO
Unidos de desmontar los mecanismos de franjas de precios, dentro
de la negociación de un Tratado de Libre Comercio (TLC). Cano
dijo que la única forma de aceptarlo sería que ese país también
desmonte los subsidios a ese sector. El ministro criticó el hecho de
que se pida a Colombia eliminar el mecanismo, mientras EE.UU.
mantiene subsidios a sus productos agrícolas, ya que los campesinos
colombianos quedarían en la ruina (EFE 2004b).
En junio de 2004, varios diputados del Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional (FMLN), partido de izquierda de El
Salvador, y una decena de organizaciones sociales, pidieron a la
Asamblea Legislativa que no ratifique el tratado de libre comercio
firmado entre Centroamérica y EE.UU. Según ellos, el CAFTA25 será
“el tiro de gracia” para la agricultura de El Salvador y otros países
centroamericanos, debido a que la eliminación de los aranceles, la
política de subsidios en EE.UU. y la “invasión” de productos agrícolas
estadounidenses “llevará a la quiebra irreversible” a productores
locales (ACAN-EFE 2004).
A raíz del acuerdo alcanzado en la Organización Mundial del
Comercio (OMC) para reducir los subsidios agrícolas de los países
ricos, el periódico La Nación (2004b) publicó un editorial que resume
muy bien el sentimiento general hacia los subsidios:
Si la reunión de la OMC celebrada en Cancún, México, en
setiembre del año pasado, fue un rotundo fracaso, el acuerdo
sobre subsidios a las exportaciones y reducción de las
subvenciones internas a los productos agrícolas, logrado en
Ginebra el primero de agosto pasado, fue muy esperanzador.
Los países en desarrollo, cohesionados en el grupo Cairns y
liderados por Brasil, lograron un compromiso unánime de las
naciones desarrolladas –principalmente Estados Unidos, la
Unión Europea y Japón– de eliminar, en un plazo por definir,
25 Al unirse la República Dominicana, las siglas en inglés para el tratado de libre comercio
entre Estados Unidos y Centroamérica se convirtieron en DR-CAFTA.
90
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
todos los subsidios a las exportaciones de productos agrícolas,
industriales y las ayudas internas a sus productores agrícolas
(que compiten deslealmente con nuestras exportaciones) y,
además, de permitir la introducción a sus mercados, libre
de gravámenes y otras trabas comerciales, los productos
tropicales de países como el nuestro. (…) De particular
importancia fue el acuerdo sobre los subsidios al cultivo
y exportación del algodón por parte de los Estados Unidos
pues es vital para ciertos países africanos. Pero los países
desarrollados también obtendrán sus propios beneficios:
sus consumidores tendrán acceso eventualmente ilimitado a
productos importados de menor precio y mejor calidad, con el
aumento de sus ingresos disponibles.
En su columna semanal, Sub/versiones, garnier (2004) celebró el
acuerdo de ginebra de la siguiente manera:
Según el acuerdo de este sábado en Ginebra, los países
ricos se comprometen a eliminar todos sus subsidios a la
exportación en una fecha por definir y se comprometen,
además, a reducir –también en una forma que estaría por
definir– sus subsidios agrícolas internos. Se avanzó también
en un tema vital para los países africanos –el algodón–, y
para los países latinoamericanos exportadores de productos
tropicales, como Costa Rica, el compromiso de avanzar hacia
la completa liberalización del sector abre la puerta a mayores
exportaciones.
(…) Pero el logro principal de esta reunión no se encuentra en el
acuerdo mismo, sino en el proceso que condujo a él, donde se
hizo evidente un significativo cambio en el balance de fuerzas
con que se negocian los temas comerciales internacionales.
Tal y como lo reportó El Tiempo, de Colombia, “costarricenses,
mexicanos, argentinos y brasileños encontraron un lugar
esta semana en las intensas negociaciones en la sede de
la OMC en Ginebra”. Allí se puso de manifiesto la necesidad
de contar con los países menos avanzados del mundo para
mejorar el sistema internacional de comercio. A diferencia
de lo que ocurría en foros anteriores, esta vez los países en
vías de desarrollo tuvieron que ser incluidos en los grupos
91
La magia y el misterio del COMERCIO
negociadores, donde, en vez de dividirse para negociar
pequeños logros individuales, mostraron su capacidad de
presionar, bloquear y aportar soluciones concertadas.
Reconozcamos la importancia y el valor de este paso, sin caer
por ello en conformismos, y menos en ingenuidades, porque,
como acertadamente valoró The Guardian: “No hay duda de
que los Estados Unidos, la Unión Europea y el resto de los
países desarrollados recurrirán a todos los trucos existentes
para limitar las concesiones que eventualmente tengan que
hacer, pero descubrirán que eso es mucho más difícil ahora
que los países menos desarrollados han mostrado que pueden
actuar de forma concertada”. Brindemos –con cautela– por el
acuerdo de Ginebra.
En un artículo de opinión, el expresidente de Costa Rica, Rodrigo
Carazo (2002), no vaciló en condenar los subsidios agrícolas de los
países ricos, al señalar que:
“El modelo se agotó”, dicen, tenemos que ir al mercado
abierto...; la apertura será la mágica política que nos hará
ricos. De nada les han servido las experiencias del sudeste
de Asia ni de África ni de Latinoamérica, culminadas por
Argentina, que ahora, con los subsidios aplicados en EE.UU.,
no puede ni soñar en competir con ellos, pese a que es el
granero más eficiente que podamos imaginar. Los subsidios
a los productores de EE. UU., Europa y Japón protegen sus
mercados: nada de apertura. Nos demuestran tales subsidios
que en tanto los “economistas” locales nos recetan baja de
aranceles para nuestros países y la práctica de una apertura
total, ellos nos aplican una cerradura total.
Y tienen más munición. Para defender la aprobación de la
reciente “ley agrícola” (Farm Bill) que elevó los que ya eran
agotadores subsidios en un 70 por ciento, sus impulsadores
afirman que todavía esos subsidios son más bajos que los
que aplican Europa y Japón. Es decir, todavía se guardan
municiones para seguir subiendo sus subsidios que se
estiman significarán $180.000.000.000 (sí, un 18 seguido de
10 ceros) en la próxima década.
92
Subsidios agrícolas en los países ricos: ¿bendición o maldición?
Ya lo sabemos, subsidios sobre la exportación de arroz, de
frijoles, de maíz, de leche y de otros productos agrícolas. No
solo se habrían perdido nuestros mercados locales, sino todos
aquellos a los que los ingenuos piensan aplicar tratados de libre
comercio para tratar de vender algo.
Por su parte, Ottón Solís (2005) dejó clara su posición al escribir lo
siguiente en el artículo intitulado “Patriotismo y subsidios”:
Considero buen patriota al político que defiende los intereses
y las aspiraciones de los ciudadanos del país que gobierna.
Los países ricos subsidian su agricultura porque sus líderes,
con patriotismo, defienden a sus ciudadanos incluyendo a
los productores agrícolas. Nosotros no tenemos muchos
recursos para subsidiar la agricultura tradicional y los últimos
gobiernos han desmantelado los programas crediticios y otros
subsidios, como los que otorgaba el Consejo Nacional de
Producción. Debemos hacer todo lo posible para que el agro
mejore su productividad y para que se reduzcan sus costos,
por ejemplo, mejorando los caminos rurales y la infraestructura
de comercialización. Pero, ante los subsidios que los países
ricos otorgan a su agricultura, estas medidas no bastarían.
Por ello, lo mínimo que debemos hacer es proteger a nuestros
agricultores de esa injusta competencia internacional, manteniendo barreras arancelarias a las importaciones.
Libre importación. Pero algunos costarricenses defienden
instrumentos como el negociado Tratado de Libre Comercio
(TLC) que, de ratificarse, obligaría al país a permitir, en unos
cuantos años, la libre importación de productos agrícolas de
Estados Unidos y a condicionar aún más el acceso a insumos
baratos debido a las normas de propiedad intelectual que
contiene.
Don Armando cita con entusiasmo al semanario Times, el
cual califica como “depravación moral” los subsidios que los
países ricos otorgan a la agricultura. ¿Cuál sería el epíteto
que don Armando utilizaría para calificar a los costarricenses
que, conociendo de esa supuesta inmoralidad, promueven un
TLC en el que se abre nuestra economía a las importaciones
de productos agrícolas subsidiados?
93
PARTE III
EFECTOS
DEL COMERCIO
6
COMERCIO y RIQUEZA
Si el intercambio de bienes entre individuos con ventajas en
distintas actividades les permite incrementar significativamente la disponibilidad de bienes para el consumo, ¿cómo
se puede afirmar que el libre comercio a escala mundial
crea pobreza? He aquí otro misterio.
En el capítulo 1 se señaló que el hombre se dio cuenta, hace miles
de años, de que podía obtener más alimentos para su consumo si en
vez de producir todo lo que requería para vivir (ser absolutamente
autosuficiente) se especializaba en la producción de los bienes que
producía con ventaja, para luego trocar parte de ellos por los que
otros producían en condiciones ventajosas. Los datos del cuadro
2.a mostraron cómo la especialización permitía, a Juan y a Pedro,
obtener 1 tm más de banano y 1 tm más de café (por cada tm liberada)
en comparación con la autosuficiencia. Pero este incremento de la
producción total de ambos bienes no significa nada para ninguno de
los dos involucrados en el proceso hasta que se dé el intercambio;
acto que completa el proceso que hemos llamado de especialización
e intercambio (E&I). El intercambio de café por banano o del
producto A por el producto B es lo que conocemos como comercio.
Si el sistema o proceso de E&I aumenta considerablemente la
disponibilidad de bienes para el consumo (crea riqueza) con respecto
a las cantidades disponibles en autosuficiencia, y si el intercambio
es parte esencial del proceso, entonces el comercio, voluntario,
siempre creará riqueza. El comercio internacional es simplemente el
intercambio de bienes entre individuos que viven en distintos países;
es una extensión, más allá de las fronteras, de la división del trabajo
(la especialización); extensión que les permite a los dueños de los
factores de producción (tierra, capital y mano de obra) participar en
transacciones que les benefician mutuamente. Así que no hay duda
97
La magia y el misterio del COMERCIO
en cuanto a que el comercio crea riqueza, y que cuanto más libre, más
riqueza crea.
El objetivo de este capítulo es ahondar en cómo el comercio (libre)
crea riqueza en el mundo real. John Stuart MIll, uno de los gigantes
intelectuales del siglo XIX, identificó tres categorías de beneficios
del comercio, a las cuales llamó: ventajas directas (ventajas
comparativas y economías de escala), ventajas indirectas (beneficios
dinámicos del comercio) y ventajas morales e intelectuales.
Ventajas comparativas y economías de escala
Al permitir o hacer posible la explotación de las ventajas comparativas,
el comercio internacional contribuye enormemente a la creación de
riqueza en los países donde viven los individuos involucrados. Esta
creación de riqueza –en principio, estática, por cuanto la apertura al
comercio, para cada bien o servicio, permite un salto en la creación
de riqueza que no se repite– ocurre como consecuencia de un
incremento de la productividad de los recursos, el cual también es
consecuencia de su mejor uso. Esta mejoría en el aprovechamiento,
frecuentemente, incluye las economías de escala que ocurren al
profundizarse la especialización.
Incrementos de la productividad. El comercio que se lleva a cabo
en consonancia con la ventaja comparativa es similar a un aumento
de productividad. En lugar de producir un bien en particular, una
economía –un individuo, una región, un país– puede obtener más de
él, en forma indirecta, exportando otro bien. Las ganancias pueden
ser inmensas. En los capítulos anteriores se expusieron ejemplos
hipotéticos, pero muy reales, para ilustrar cómo ocurren estas
ganancias. El siguiente es muy similar. Si el país A utiliza la cantidad
X de recursos para producir arroz, obtiene 5 toneladas métricas (tm);
pero si dedica esos mismos recursos al plátano, lo exporta e importa el
arroz, obtiene 40 tm. La reasignación de recursos que ocurre al abrir
98
Comercio y riqueza
el país al comercio del arroz significa multiplicar su productividad
por ocho. Los mismos recursos pasan de producir 5 tm de arroz a
generar 40 tm del grano. El incremento es de 35 tm de arroz.
Un ejemplo clásico de estos asombrosos incrementos de productividad
fue la apertura comercial de Japón, en 1858, bajo presión
estadounidense. Antes de la apertura, los precios de seda y té eran
mucho más altos en el mundo que en Japón, mientras que los precios
de algodón y productos de lana eran mucho más bajos. Después de
la apertura, Japón exportó seda y té e importó algodón y productos
de lana. Se estima que con este cambio, el ingreso real de Japón
aumentó un 65 por ciento; esto sin considerar el impacto de largo
plazo en la productividad y el crecimiento a raíz de su incorporación
en la economía mundial (Wolf 2004, p.81).
Mejor uso de los recursos de producción. Las restricciones al
comercio hacen que la producción se desplace de lugares donde las
condiciones naturales de producción son más favorables a lugares
donde lo son menos; de actividades que cuentan con ventajas
comparativas a otras que carecen de ellas. La liberación del comercio
tiene el efecto opuesto. En Panamá, por ejemplo, muchos recursos de
producción han sido utilizados en actividades donde los productores
no tienen ventajas comparativas y, por tanto, el retorno económico26,
o al país, ha sido negativo. En solo cuatro de esas actividades –arroz,
ganadería, leche y azúcar–, Stewart (1996) estimó que la asignación de
1,6 millones de hectáreas generaba al país, en 1996, una rentabilidad
anual de –$19 millones (calculada con precios no distorsionados,
en los cuadros 3 y 6). ¿Una rentabilidad social negativa? Sí. Este
resultado se obtiene porque cuando un agricultor gasta $400 para
producir una tonelada de arroz que se puede importar a un costo
de $200, ese agricultor genera pérdidas (sociales o económicas)
26 Calculado con precios internacionales, o sea, los costos de oportunidad.
99
La magia y el misterio del COMERCIO
equivalentes a $200/tm, aunque, por el proteccionismo, él lo venda
en el mercado local a $600/tm. En un régimen de libre comercio, los
recursos de producción serían asignados de acuerdo con las ventajas
comparativas existentes, y los 1,6 millones de hectáreas hubiesen
generado al país una rentabilidad anual de unos $1.000 millones
(cuadros 3 y 7). La diferencia representa alrededor del 15 por ciento
del PIB total de ese año.
Economías de escala. El comercio internacional estimula el crecimiento de la productividad porque hace que sean posibles enormes
economías de escala en manufacturas, servicios y comercialización.
100
Comercio y riqueza
Existen muchas actividades en las cuales los costos de producción
por unidad se reducen considerablemente a medida que se incrementa
la producción a partir de una escala determinada –por altos costos
iniciales o fijos. Sin el acceso al comercio internacional, muchas
industrias o empresas no podrían llevar a cabo esas actividades o
producirían a escalas muy por debajo de la necesaria para obtener
los grandes ahorros en el costo unitario. Por esta razón, se dice que
el comercio internacional permite el logro de economías de escala
que se traducen en riqueza. Este es el caso de la industria automotriz
y la actividad bananera en muchos países pequeños, para citar solo
dos ejemplos.
Abarata los bienes de consumo. No debemos olvidar nunca que
el comercio (nacional o con extranjeros) es parte del proceso de
especialización e intercambio que permite grandes ganancias para
los involucrados. El comercio internacional amplía las oportunidades
para la especialización, lo cual se traduce en mayor productividad de
los recursos de producción o menor precio de los bienes de consumo.
En el ejemplo anterior, cuando el “país” transfiere X cantidad de
recursos de la producción de arroz a la del banano, logra reducir
los costos de arroz para el consumo de X/5 a X/40; esto es riqueza.
No debemos olvidar que toda reducción de precios incrementa el
excedente del consumidor, uno de los dos componentes de la riqueza
generada. y si la reducción de precios se debe a una disminución de
los costos de producción, en principio, no hay pérdida de excedentes
del productor.
Beneficios dinámicos del comercio
La competencia internacional es tan beneficiosa como la competencia
doméstica, pues obliga a los vendedores a tratar de superar uno al
otro mediante el ofrecimiento de bienes y servicios mejores y más
baratos. Para poder hacerlo, las compañías deben incrementar su
productividad en forma constante, lo cual solo se puede lograr con la
innovación. Por otra parte, la competencia obliga a los compradores
101
La magia y el misterio del COMERCIO
a tratar de superarse entre sí mediante el ofrecimiento de precios más
altos. Los aranceles proteccionistas y otras restricciones al comercio
promueven exactamente lo opuesto; permiten a los productores
protegidos ofrecer productos de inferior calidad a precios más
elevados (Sennholz 1996). En Costa Rica, por la falta de competencia
internacional, muchos productos de consumo local se venden hasta
sin lavar.
El comercio también es un conducto para la tecnología extranjera
vía las importaciones de capital y bienes intermedios que incluyen
innovaciones significativas. También estimula cambios significativos
en las personas, cambios que son muy beneficiosos en cuanto a la
creación de riqueza. Se cuenta, por ejemplo, que cuando Taiwán
decidió incorporarse al mercado mundial, principalmente vía las
exportaciones, los taiwaneses se dedicaron a estudiar otros idiomas,
aprender sobre otras culturas, adquirir destrezas de comunicación,
etc.; todo lo cual redundó en una mayor productividad.
Ventajas o beneficios morales e intelectuales
Conforme las barreras al comercio han ido cayendo, el porcentaje
de gobiernos en el mundo calificados como democráticos por
Freedom House ha ido aumentando dramáticamente. Del 40 por
ciento de los países con mayor apertura económica, según el Informe
sobre Libertad Económica en el Mundo (co-publicado por el Cato
Institute), el 90 por ciento son calificados como “libres”. Por el
contrario, del 20 por ciento de las naciones con las economías más
cerradas, menos del 20 por ciento fueron calificadas como “libres”
y más del 50 por ciento señaladas como “no libres”. México es un
buen ejemplo; la apertura de la economía mexicana a través del
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica hizo posible la victoria
del presidente Vicente Fox y la ruptura del monopolio de poder del
Partido Revolucionario Institucional. Los defensores de gobiernos
democráticos y responsables, así como del Estado de Derecho
deberían apoyar la globalización (Palmer 2003).
102
Comercio y riqueza
Pero no es solo la democracia o el estado de derecho. El comercio
internacional estimula cambios en los individuos, tales como el
respeto a los demás, la honradez, la valoración del tiempo y de
la calidad de los bienes y servicios. Así como las restricciones al
comercio permiten que individuos ofrezcan bienes de menor calidad
y a precios más elevados, el comercio internacional obliga a los
individuos a ser más considerados con sus “socios comerciales”,
pues estos tienen otras opciones. Si se les irrespeta o trata mal, ellos
fácilmente pueden acudir a otras fuentes para los bienes o servicios
que requieren. y este irrespeto incluye la calidad del producto, el estar
a tiempo y la veracidad de la información provista. Alguna vez, un
estadounidense le contó al autor que él exportaba chayotes desde Costa
Rica hacia Estados Unidos, y que cada vez que les deba la espalda,
los trabajadores introducían, en las cajas de exportación, chayotes que
no reunían la calidad necesaria. A dichos trabajadores les resultaba
difícil entender por qué los estadounidenses no querían los chayotes
que a ellos les parecían perfectos. Bueno, eso se aprende después de
participar en el comercio internacional durante cierto tiempo.
Libertad comercial y distribución de la riqueza
Los estudios sobre la libertad económica en el mundo han demostrado
que los países que han tenido mayor libertad económica (incluyendo
la libertad comercial) por un período largo son los más ricos del
mundo (sus habitantes) y, también, los que incrementan el bienestar
de sus ciudadanos más rápidamente (gwartney, Lawson y Black,
1995). Pero, ¿qué hay de la distribución del ingreso en esos países,
es decir, la equidad? Una idea preponderante entre los economistas
de los años 60 y 70 era que, en desarrollo económico, había una
contradicción entre crecimiento y equidad (Findlay y Wellisz 1993).
Es decir, había que sacrificar equidad para lograr crecimiento, o
viceversa. Aún hoy, existe la creencia generalizada en Latinoamérica
de que la libertad comercial crea amplias oportunidades para que
los poderosos (empresarios) se aprovechen de la mayoría de los
103
La magia y el misterio del COMERCIO
ciudadanos indefensos; los ricos se hacen más ricos y los pobres, más
pobres; y, por consiguiente, la distribución del ingreso en esos países
es más desigual que en los países con menor libertad económica, como
los latinoamericanos. Esto es absolutamente falso; la valoración es a
la inversa: en los países con mayor libertad económica, hay mayor
equidad.
Una forma de medir la equidad es estimando el Coeficiente de Gini
(Cg), cuyo rango va del cero al uno; cuanto más se acerca al cero,
más equitativa es la distribución del ingreso. El cuadro 8 contrasta,
para varios países, estimados del Cg con el promedio del índice
de libertad comercial de seis años (1970, 1975, 1980, 1985,
1990 y 1995), contenido en el informe anual 2002 de Libertad
Económica en el Mundo. Ahí se observa claramente que el ingreso
tiende a estar distribuido más equitativamente en los países con
mayor libertad comercial. En Brasil, un país con una histórica
baja libertad comercial, la distribución del ingreso es uno de los
menos equitativos del mundo. En Ecuador, un país con el índice de
104
Comercio y riqueza
libertad comercial promedio para el período 1970-95 de apenas 5,3
y con el 52 por ciento de la población en la pobreza, la diferencia
entre ricos y pobres ha sido notable. En 1993, el 5 por ciento más
rico de la población obtuvo el 40,8 por ciento del total del ingreso
nacional y percibía un ingreso mensual 67,5 veces mayor que el
5 por ciento más pobre. Venezuela y Taiwán constituyen casos
especiales. El primero, porque, durante el período, pasó de un índice
de 7,7 a 5,2; y el segundo, porque su índice de libertad comercial
se incrementó gradualmente a través del período. Además, su
estructura de producción, muy particular, fue conducente a una
mejor distribución del ingreso. Obviamente, hay otros factores que
afectan la distribución del ingreso en cualquier país (entre ellos, la
monopolización de actividades por parte del estado, la inflación,
la deuda pública y la estructura de impuestos), pero la correlación
entre éste y la libertad comercial es innegable.
¿Por qué existe esta correlación? Porque la falta de libertad económica
limita las oportunidades precisamente de los grupos más pobres. El
caso del arroz en Costa Rica constituye un buen ejemplo de cómo
la violación de la libertad comercial crea iniquidad del ingreso. El
Congreso aprobó, el 30 de mayo de 2002, la Ley N° 8285, que creó la
Corporación Arrocera Nacional (Conarroz), cuyo objetivo principal,
según el Artículo 1º, es “establecer un régimen de relaciones entre
productores y agroindustriales de arroz, que garantice la participación
racional y equitativa de ambos sectores en esta actividad económica
y, además, fomente los niveles de competitividad y el desarrollo
de la actividad arrocera”. Este régimen le confiere a Conarroz
potestades inimaginables en sociedades más civilizadas. Bajo
su amparo, Conarroz fija el precio al productor, los márgenes de
comercialización y el precio al consumidor (disimulada por una
cosmética intervención del Ministerio de Economía); determina los
montos a importar, importa el grano libre de aranceles y lo vende por
medio de sus asociados a precios mucho más elevados; por último,
reparte, entre sus miembros, las jugosas ganancias obtenidas con
esas importaciones.
105
La magia y el misterio del COMERCIO
La ley trasladó al productor un derecho básico de todos los hombres,
mujeres y niños que consumen arroz: el de importar bienes, pues,
en la práctica, solo los productores pueden importar arroz. En el
orden normal de cosas, el productor produce y vende; el consumidor
compra, importa, consume. La ley cambió este orden. Antes de su
promulgación, los grandes empresarios de arroz (muchos, políticos)
percibían ingentes transferencias de los consumidores por medio
de la fijación del precio nacional muy por encima del internacional.
La ley añadió otra transferencia, pues también se reparten las
ganancias obtenidas al importar arroz barato y venderlo bien caro al
consumidor.
Según un análisis de la Asociación de Consumidores Libres (ACL),
durante el 2003, el doble aporte de los consumidores a un puñado
de arroceros fue así: transferencias mediante el sobreprecio de la
producción nacional: ¢7.018 millones27; transferencias mediante el
sobreprecio de las importaciones: ¢1.539 millones. De estos ¢1.539
millones, las cinco empresas más grandes recibieron un “regalito”
de ¢378,5 millones; solo la más grande obtuvo ¢170,5 millones;
mientras que muchos pequeños productores recibieron únicamente
¢4.000 cada uno.
Con base en el sobreprecio y estimaciones de consumo per-cápita,
la ACL concluyó que el cheque por ¢52 millones ($130.000) que
recibió, en promedio, cada una de las cuatro empresas más grandes
(exceptuando la N° 1) requirió el aporte de 14.290 pequeños consumidores de arroz. Los ¢170,5 millones que obtuvo el empresario más
grande salieron del aporte forzado de 46.881 individuos pobres. y esto
es solo de las transferencias mediante importaciones. Si sumáramos
las dos transferencias, el efecto sobre la distribución del ingreso sería
aún más impactante, ya que para completar el regalo del arrocero
27 El tipo de cambio del momento era de 400 colones por dólar estadounidense.
106
Comercio y riqueza
más grande requirió el aporte, obligado, de 260.663 personas que
consumen arroz por necesidad (Stewart 2004 b).
Esta forma de forzar una redistribución del ingreso en favor de los más
ricos y en contra de los más pobres tiene una nefasta consecuencia
adicional: altera el patrón comercial del país. Al impedir, mediante
aranceles, que los consumidores de Costa Rica tengan acceso a los
alimentos baratos, el beneficio normal que la economía (el intercambio)
debería generar a miles de consumidores pobres se transforma en
rentas (ganancias mal habidas) de empresarios y políticos ricos. Esta
redistribución propicia un cambio lógico en el patrón de importación:
en vez de importar bienes de primera necesidad para los pobres
(arroz, lácteos, pollo, azúcar), lo que ocurriría en una economía libre,
el “país” importa Mercedes Benz, yates, caviar, vinos finos y muchos
viajes a Europa (Stewart 2002).
107
7
COMERCIO y EMPLEO
Cuanto mayor sea el volumen y fluidez de las transacciones
llevadas a cabo en el mercado, mayor es el nivel de los
salarios en una sociedad. Frank Chodorov
Entre muchos políticos, economistas, intelectuales y líderes
sindicales, existe la convicción de que el comercio28 (libre) es
malo para el trabajador: crea desempleo o reduce los salarios. El
desempleo, según ellos, es el precio que pagamos por participar
en una economía global donde varios millones de desempleados
y subempleados están dispuestos a trabajar por $0,25 la hora. Sin
las barreras comerciales, se cree, los bienes extranjeros hechos con
mano de obra barata inundarían el mercado y forzarían a nuestros
trabajadores a aceptar substanciales rebajas salariales o a sufrir
alarmantes incrementos del desempleo. El libre comercio es un
“comercio desleal” para nosotros (costarricenses, estadounidenses,
depende de quién habla); nos condena al sufrimiento del desempleo
(Sennholz 1996) o a la indignidad de los salarios de hambre. Estas
expresiones se escucharon mucho durante el proceso de negociación
(y aún después) del tratado de libre comercio entre Estados Unidos,
Centroamérica y República dominicana (DR-CAFTA).
Por ejemplo, David Morales, secretario general de la Federación de
Trabajadores de Alimentos (FESTRAS) de guatemala, consideró
que “es importante que nos visiten los congresistas para constatar
28 Aquí nos referimos al comercio internacional, al intercambio de bienes y servicios entre
individuos de distintos países. Este comercio puede ser libre o restringido; pero casi nunca
es prohibido del todo.
109
La magia y el misterio del COMERCIO
la situación laboral en nuestros países. El discurso del gobierno es
que el tratado nos beneficiará, pero va aumentando el desempleo
y la pobreza. Si esto continúa, seguirá la emigración ilegal hacia
EE.UU.”. Por su parte, Jacaranda Fernández, miembro de la Asamblea
Nacional y líder de la Federación Nacional de Trabajadores de Salud
de Nicaragua (FETSALUD) señaló: “No queremos un tratado que
dé carta blanca a las maquiladoras (ensambladoras), que tratan a su
mano de obra como trabajadores desechables y no ofrecen medidas
de seguridad. No queremos un acuerdo que aumente el desempleo y
salarios de miseria” (La Nación 2003a).
Esta forma de ver la relación entre el empleo y el comercio, también
quedó plasmada en el libro El tratado de libre comercio CentroaméricaEstados Unidos: procesos y resultados (Saúl Weisleder, editor). Ahí
Trejos (2004) escribió: “La fijación de los salarios no se modificará
(en el TLC), ya que el Artículo 16.8 la mantiene como decisión
nacional. Es decir, se mantiene la presión para realizar un trabajo
muy intenso y se mantienen las diferencias salariales entre los países
y, con ello, la competencia entre las trabajadoras y trabajadores de
unos países con los de otros, que los obliga a aceptar ingresos y
estándares laborales muy bajos.”
Según la creencia de marras, el libre comercio solo es ventajoso
entre individuos de países con salarios y calidad de vida similares,
pero es dañino para la gente de altos salarios comerciar con gente
que gana mucho menos. Los estadounidenses y franceses pueden
comerciar entre sí porque tienen ingresos y condiciones de vida
similares; pero no deben comercian con los mexicanos quienes se
dedican a una competencia desleal basada en salarios de hambre;
eso acarrearía la reducción de sus estándares de vida. Lo mismo
dicen en Costa Rica con respecto al comercio con muchos países
asiáticos.
110
Comercio y empleo
Hay pocos argumentos a favor del proteccionismo29 que sean más
populares y, a la vez, tan especiosos y engañosos. Si fuera llevado
a su conclusión lógica, el argumento de las diferencias salariales
impediría todo comercio a través de las fronteras políticas, dado
que no hay dos países que sean idénticos en productividad obrera
e ingreso. Los sueldos de los estadounidenses son generalmente
más altos que los de los canadienses, lo cual justificaría medidas
proteccionistas por parte del gobierno estadounidense para proteger
a sus obreros de la competencia ofrecida por la mano de obra barata
canadiense. Las condiciones obreras pueden variar inclusive de un
estado a otro, de una provincia a otra, y sí, hasta de una comunidad
a otra (Sennholz 1985). Los salarios en San José, Costa Rica son
usualmente más altos que los de la provincia de Limón (Costa Rica),
lo cual justificaría medidas en favor del trabajador josefino.
En efecto, los críticos del libre comercio están totalmente equivocados.
En comparación con diferentes grados de proteccionismo, el libre
comercio crea más empleos y de mejor calidad. Esta afirmación
emana del principio de especialización e intercambio (E&I)
esbozado en el capítulo 1. De acuerdo con lo señalado ahí, cuando el
individuo pasa de la autosuficiencia a la E&I, obtiene más bienes con
los mismos recursos, lo cual implica un incremento de sus ingresos
y de la productividad de los recursos, incluyendo su mano de obra
(vea el capítulo anterior). En el mundo real, un incremento de la
productividad lleva consigo un crecimiento del empleo, porque los
precios de los bienes caen (pues cuesta menos producirlos) y aumenta
la demanda30, lo cual agranda la producción y, ésta, la demanda de
mano de obra.
29 El proteccionismo es lo contrario del libre comercio. Es el uso de barreras comerciales
(aranceles, cuotas, etc.) para evitar o dificultar el acceso de los consumidores nacionales a
bienes extranjeros más baratos y de mejor calidad que los nacionales.
30 La demanda se incrementa no sólo porque bajan los precios; lo hace también porque se
incrementan los ingresos.
111
La magia y el misterio del COMERCIO
Pero no es solo la cantidad de personas empleadas o el número de
horas-hombre que se ocupa; en realidad, el comercio internacional
tiene incidencia directa sobre todos los factores que determinan
la calidad de vida (material) de los trabajadores de un país o una
región: la cantidad y calidad del empleo, el nivel de los salarios, y el
costo de los bienes y servicios. Cuanto menos libre sea el comercio,
tanto interno como externo (importación y exportación), menor
será la calidad y cantidad del empleo, y mayor será el costo de los
bienes y servicios; todo lo cual redunda en un menor nivel de vida.
Empecemos por el impacto sobre el empleo mismo.
Cantidad de empleo
Nuestra tesis, derivada del principio de especialización e intercambio,
es que cuanto más libre sea el comercio internacional, mayor será
la división del trabajo a esa escala; y cuanto mayor sea la división
del trabajo, mayor es la productividad de la mano de obra; y cuanto
mayor sea esta productividad, más numeroso es el empleo. No puede
ser de otra manera. Lo contrario sería que cuanto menos libre sea el
comercio internacional y cuanto menos se comercia (especialmente
con individuos en países de bajísimos salarios), más abundante es el
empleo y mayores son los ingresos de los trabajadores. Si esto fuera
cierto, si el comercio internacional fuera, en verdad, responsable por
la pérdida de empleos, el incremento fenomenal de las importaciones
y exportaciones de los Estados Unidos durante las últimas décadas
debió haber causado el desempleo de la mayoría de la población.
Pero no lo hizo. De acuerdo con el Departamento de Estadística
Comercial de los Estados Unidos, las importaciones generales de ese
país en 1950 llegaron a $8.954 millones. Para 1960, casi se habían
duplicado, llegando a $15.073 millones; en 1970 alcanzaron $40.356
millones. Durante los años 70 crecieron hasta $244.871 millones, y
durante los años 80 hasta $495.000 millones. Este incremento de las
importaciones de 7.800 por ciento desde 1950 no dejó a la mayoría
112
Comercio y empleo
de los estadounidenses sin empleo. Todo lo contrario. En la medida
que las importaciones de bienes y servicios fueron aumentado,
la proporción de desempleo estadounidense se fue reduciendo.
Durante los 15 años del período 1988-2002, Estados Unidos tuvo
niveles récord de importaciones –promediaron por encima de los
$928 mil millones por año–, lo cual inundó al país con lamentos
de que los empleos estaban yéndose en busca de mano de obra
barata; sin embargo, la tasa promedio de desempleo anual fue de
un saludable 5,5 por ciento. Empero, en los 15 años anteriores, de
1973 a 1987, cuando el promedio de las importaciones anuales de
bienes y servicios ascendieron apenas a $312 mil millones por año
(en dólares del 2003) y había mucho menos preocupación por perder
empleos debido a los mercados de trabajo extranjeros baratos, la
tasa de desempleo promedio fue significativamente más alta: 7,2 por
ciento (Carreira 2004). Además de la creación de empleos asociada
con el incremento de las importaciones, el ingreso per-cápita también
subió; pasó de $14.291 por persona en 1973 a $22.851 en 2001–un
aumento, ajustado por la inflación, de casi 60 por ciento.
Por todo lo anterior, y contrario a lo que se cree, toda restricción al
comercio –impuesta por las razones que fuesen– tiene el efecto de
destruir empleo, tanto en cantidad como en calidad, y de reducir el
ingreso per-cápita. Ilustremos el efecto con dos ejemplos: el uso de
la fuerza del gobierno en la forma de aranceles, y una campaña para
que se compre y use lo que el país produce.
El caso del arancel
Los métodos de restricción al comercio internacional pueden variar
grandemente, desde las exacciones monetarias hasta la confiscación
de hecho de la propiedad privada (los gobiernos son muy eficaces
para ponerle límites a la acción humana). Uno de los métodos
preferidos es la imposición de aranceles a la importación de bienes,
con el objetivo de proteger al productor nacional de la competencia
que representan los mismos bienes provenientes del extranjero
113
La magia y el misterio del COMERCIO
que, por ser más baratos o de mejor calidad, son preferidos por los
consumidores. El arancel tiene el efecto de incrementar el precio
que debe pagar el consumidor por el bien importado. Por ejemplo,
si el costo de importación del bien A es de $200/tm y el gobierno le
impone un arancel del 20 por ciento, el consumidor nacional tendría
que pagar $240 en lugar de los $200, y el productor nacional podría
cobrar hasta $240/tm sin sufrir los efectos de la competencia.
Con esta “protección” (la política comercial que le permite cobrar
precios más elevados), la industria disfruta temporalmente de
ganancias especiales que la pueden estimular a expandirse y contratar
más mano de obra, o retener más trabajadores que los que hubiera
retenido sin la protección. Esta es la razón por la cual existe la fuerte
convicción de que el proteccionismo crea empleo y hace incrementar
el bienestar.
Esta noción, sin embargo, es errónea. La demanda adicional de mano
de obra en esta industria se opaca por un declive simultáneo de la
demanda de otros trabajadores, en otras industrias. Supongamos que
en Costa Rica se produce muy poco azúcar y que, un día, el gobierno
decide imponer un arancel a la importación de azúcar del 50 por
ciento, con el fin de que se produzca más azúcar en el país. Con este
arancel, el precio podría subir hasta un 50 por ciento con respecto a su
nivel anterior. En ese momento, producir azúcar se convierte en una
actividad lucrativa. Muchos recursos pasarían de otras actividades a
la producción de azúcar, incluyendo, lógicamente, la mano de obra. El
empleo en la industria del azúcar se incrementaría significativamente,
pero se reduciría de igual forma en otras actividades y, en general,
en toda la economía. El efecto neto sería una reducción del empleo
global. Para comprobarlo, basta con revisar los tres efectos de la
política de estímulo a la producción de azúcar.
1. Se trasladan trabajadores desde otras actividades a la
producción de azúcar. El efecto neto en el empleo es cero,
pues los trabajadores simplemente cambian de empleo.
114
Comercio y empleo
2. Los costos de producción de todos los bienes azucarados
incrementan, lo cual desencadena los siguientes eventos:
los costos de esos bienes suben, la demanda desciende y la
producción también. Muchas empresas desaparecen del todo
al no poder competir con otras de menor costo. El efecto neto
es una disminución del empleo.
3. A raíz del arancel, los consumidores de azúcar y productos
azucarados tienen que pagar un precio mayor, por lo que
les queda menos dinero para todo lo demás –alimentos,
vestimenta, entretenimiento, estudio, libros, computadoras,
automóviles–, lo cual redunda en una reducción de la demanda
de todos los otros bienes que, a través de la economía, causará
una reducción generalizada del empleo.
Si el primer efecto es neutro con respecto al cambio en la cantidad
de empleo y los otros dos tienen un efecto negativo sobe el empleo,
el efecto neto de la política de protección a la actividad azucarera
es una reducción del empleo en el país. Según el Departamento de
Trabajo de los Estados Unidos, la restricción del comercio a través de
aranceles destruye ocho empleos en la economía general de ese país
por cada uno que genera en una industria protegida (Miller y Elwood
1998). En el caso reciente de la subida de aranceles al acero hasta en
un 30 por ciento (en 2003), se destruyeron 200.000 empleos en la
economía, mientras que la industria de acero solo empleaba un total
de 187.000 personas (Bartlett 2003).
Compre y use lo que el país produce
Este tipo de campañas se hace con mucha frecuencia en todo el mundo.
El slogan “compre y use lo que el país produce” (sustituya la palabra
“país” por Costa Rica, Honduras, México, Canadá, da lo mismo) ha
sido una de esas frases especiosas, muy populares. Si bien es cierto
que este tipo de proteccionismo basado en campañas que apelan a
la voluntad y no a la fuerza, es menos detestable que los subsidios,
115
La magia y el misterio del COMERCIO
aranceles y cuotas de importación impuestos por el gobierno,
también es cierto que es sustentado por el mismo analfabetismo
económico. Los que pregonan el slogan están convencidos de que si
los consumidores hicieran un esfuerzo por comprar solo “lo nuestro”
el impacto sobre la economía sería enorme; y tienen razón: el impacto
sería enormemente negativo, en especial para el empleo, como lo
señala Carreira (2004). Veamos.
Una de las principales razones por las cuales los consumidores de
cualquier país compran bienes hechos en el extranjero es porque, a
menudo, esos bienes son menos caros. Considere una canasta simple
de productos costarricenses que cuesta el equivalente de $20.000;
e incluye medicinas por $5.000, un surtido de electrodomésticos
nacionales por $8.000, alimentos por $3.000 y vestimenta por $4.000.
Ahora considere una canasta comparable de bienes extranjeros
que cuesta solo $10.000, incluyendo medicinas de calidad similar
por $2.000, electrodomésticos importados por $5.000, alimentos
por $1.000 y vestimenta por $2.000. Los patriotas animarían a los
consumidores costarricenses a comprar los bienes nacionales, aunque
ellos cuesten $10.000 adicionales. De hecho, si los costarricenses
siguieran el consejo y compraran la canasta más cara de bienes,
se conservarían los empleos ticos en la industria farmacéutica, de
electrodomésticos, de alimentos y de vestimenta. Desgraciadamente,
aquí es donde termina el análisis económico de los patriotas.
Si los costarricenses compraran la canasta menos cara, la de bienes
extranjeros, además de cubrir todas las necesidades que habían
motivado su compra de los bienes, tendrían $10.000 adicionales
para comprar otros bienes y servicios, como: reparar sus casas, cenar
afuera más a menudo, ver más películas u obras de teatro, asistir
a más conciertos, comprar más libros nacionales. En este caso, los
$10.000 ahorrados al comprar los bienes extranjeros menos caros
crearían empleos adicionales en la industria de la construcción,
restaurantes, entretenimiento, edición de libros, y en otras industrias
donde se gaste el dinero ahorrado.
116
Comercio y empleo
Pero los beneficios para los costarricenses de comprar los bienes
extranjeros menos caros no acaban ahí. Considere los $10.000
gastados en los bienes extranjeros. Este dinero está ahora en las
manos de productores extranjeros. Una de dos cosas sucederá.
Una, muy improbable, es que nada se haga con el dinero; que éste
permanezca en alguna bóveda o cosido para siempre en el colchón de
algún productor extranjero. En este caso, el consumidor costarricense
habría recibido una canasta de bienes útiles, mientras que el productor
extranjero, un inútil manojo de papeles. Otra, muy probable, es que
el dinero se gaste en bienes y servicios costarricenses, o se invierta
en la economía tica, en forma directa o indirecta. Quizás el productor
extranjero lleve a su familia de viaje a las playas y montañas
costarricenses, y compre un paquete de servicios que eluda la hoja
de balance comercial del Banco Central de Costa Rica, perpetuando
la falsa impresión de un déficit comercial. Quizás los fabricantes de
electrodomésticos de Estados Unidos compren un frasco de perfume
francés, y el productor de perfume francés use los dólares para
comprar café o banano costarricense. En cualquier caso, el dinero, si
no se deja simplemente recogiendo polvo, encontrará su camino de
regreso a la economía costarricense, creando empleo en innumerables
industrias en el proceso.
Lo mejor que pueden hacer los consumidores para resguardar los
empleos nacionales es ser compradores inteligentes, comprar los bienes
que ofrecen la mejor calidad a los precios más bajos, sin importar donde
hayan sido hechos. Actuar así, en el interés propio, es la mejor forma
de promover los mejores intereses de la sociedad (Carreira 2004).
Bienestar del trabajador
El empleo es solo una de las variables que afectan el nivel de vida
de los habitantes de una región. Por sí sola, esta variable significa
muy poco. El tener un empleo que paga nada o una miseria (por
ejemplo, $0,10/hr) no mejora la vida del trabajador o lo hace en forma
117
La magia y el misterio del COMERCIO
mínima. Aparte del empleo, el bienestar del trabajador está definido
o condicionado por otras dos variables: la remuneración de la mano
de obra o el nivel de los salarios, y el costo de los bienes y servicios
(b&s) que compra con sus ingresos. El nivel de vida de un empleado
que gana $1.000 por mes y debe gastar $800 para adquirir una canasta
básica de b&s es muy distinto al de la empleada que gana $2.000 por
mes y solo debe gastar $500 para adquirir la misma canasta de b&s.
Remuneración de la mano de obra
La remuneración de un trabajador depende de lo que los economistas
llaman productividad de la mano de obra. Cuanto más productivo sea,
mayor es la remuneración. Ilustrémoslo con un ejemplo simplificado.
Dos individuos producen arroz en autosuficiencia con el trabajo como
único insumo. El primero obtiene 1.000 kilos de arroz con 500 horas
de trabajo; el segundo, 3.000 kilos con 600 horas de trabajo. El primero
tiene una productividad de dos kilos por hora de trabajo (2 kg/hr) y esa
es su remuneración. El segundo recibe una remuneración de 5 kg/hr
porque esa es su productividad. Por ser más productivo, el segundo
recibe una paga dos y media veces la del primero.
Cuando el individuo deja de ser autosuficiente para participar en el
sistema de especialización e intercambio, esta realidad no cambia: la
remuneración de la mano de obra sigue guardando relación con su
productividad. Ahora, cuanto más libre sea el comercio, mayor es la
división internacional del trabajo y mayor la productividad de la mano
de obra. Es decir, la liberación comercial incrementa la remuneración
de la mano de obra, en parte, porque hace que la producción cambie
en la dirección de actividades que ofrecen los ingresos más altos a
los factores de producción doméstica, y, en parte, porque eleva la
disponibilidad de capital con que trabajan los obreros. Esos dos
factores elevan la productividad. Veamos el caso de dos individuos:
un fontanero de EE.UU. (el gringo) y un fontanero de Costa Rica (el
tico), en 1995. Antes de comenzar labores, el gringo compra un buen
pick-up, luego, una inmensa caja para herramientas, la cual llena con
118
Comercio y empleo
todos los implementos necesarios y coloca en la parte trasera del
vehículo. Una vez completado el aprovisionamiento, desde su casa
y por teléfono concierta las citas con los clientes. De esta forma,
atiende a un promedio de 6 clientes por día y les cobra “caro” por un
trabajo bien hecho. Por su parte, el tico no puede comprar un pickup, ni siquiera usado, porque el arancel de más de 200 por ciento lo
hace prohibitivo; por falta de libertad comercial, el camión deja de
ser una herramienta de trabajo y se convierte en un lujo. Tampoco
puede adquirir un buen juego de herramientas, porque son muy caras
debido a la misma reducida libertad comercial. En su casa tampoco
tiene un teléfono porque las líneas son caras y escasas, por culpa de
la monopolización de la actividad por parte del estado. Así las cosas,
el tico se moviliza en autobús o en bicicleta (cuando no llueve) con
las pocas herramientas de tercera que puede cargar, lo cual hace que
ocupe mucho tiempo para movilizarse entre clientes; y como estos
no le pueden avisar sobre una cancelación de cita –pues no tiene
teléfono–, con frecuencia, viaja en vano. Al fin de cuentas, atiende, en
promedio, a un cliente por día, y cobra poco por un mal servicio. En
términos de poder de compra, el gringo es 10 veces más productivo
que el tico, en gran medida, por la diferencia en el grado de libertad
comercial que prevalece en cada país. Igualmente, el gringo gana 10
veces más que el tico, en los mismos términos.
Cuando se pasa de proveer un servicio como la fontanería a una
situación donde el trabajador es empleado por una empresa, la
situación no cambia mucho. Para poder remunerar al trabajador, el
empleo debe ser productivo. El empleo productivo se da cuando la
mano de obra, definida ampliamente, se combina con otros insumos
para generar valor agregado; es decir, para generar un producto cuyo
precio sea mayor que la suma del costo de todos los otros insumos
utilizados en su producción. Si no agrega valor, el trabajo no sería
productivo y no habría cómo remunerarlo; por tanto, no habría
empleo. La mano de obra que cuesta más de lo que se espera que
produzca, ya sea inexperta o armada con una tripleta de títulos, carece
de demanda. Desde el punto de vista de los patronos o empleadores
119
La magia y el misterio del COMERCIO
potenciales, esa mano de obra es absolutamente “improductiva”. Da
lo mismo que sean actores, administradores, analistas de sistemas,
programadores de software, ingenieros electrónicos o científicos
aeronáuticos (Sennholz 1996).
Restricciones al comercio y remuneración. Así como el comercio
más libre mejora la división internacional del trabajo, creando
empleos de alta productividad y bien remunerados (con altos niveles
de vida para los trabajadores), las intervenciones estatales que
limitan el comercio tienen el efecto contrario: reducen la división del
trabajo y, así, promueven un mal uso de los recursos de producción,
incluyendo la mano de obra. Las restricciones comerciales hacen que
la producción se desplace de lugares donde las condiciones naturales
de producción son más favorables a lugares donde son menos
favorables. Ello obliga a la mano de obra a desplazarse de industrias
de la exportación, que pagan sueldos altos, a industrias protegidas,
las cuales generalmente pagan sueldos más bajos. Al respecto,
Sennholz (1985) señala: “Cuando el gobierno impone restricciones
al comercio, reduce la productividad marginal del trabajo y, por tanto,
devalúa los salarios”.
El cuadro 9 presenta un buen ejemplo de esta afirmación. Ahí se
observa cómo la restricción comercial afecta el monto que la industria
de hamburguesas puede pagar a la mano de obra. Cuando el gobierno
impone un arancel del 20 por ciento a la importación de carne para
120
Comercio y empleo
hamburguesas (todos los demás insumos reciben su remuneración),
al empresario no le queda más remedio que reducir la remuneración
de la mano de obra de $0,30 a $0,16. Ahora, si el salario mínimo,
expresado en términos de hamburguesas, fuera, digamos $0,25, la
actividad ya no sería rentable y se perdería el empleo.
El daño de la restricción comercial no se limita a la cantidad de
empleo o al nivel salarial. Es aún más grave: genera costos a la
sociedad. El empleo genera dos tipos de valor agregado (VA): el
privado y el social. El valor agregado privado es el que ocurre en
la esfera particular, el de cada individuo o empresa; mientras que
el social es aquel que percibe la sociedad como un todo. Ilustremos
con un ejemplo. Cuando la persona A le paga a la persona B para
que queme la fábrica de la compañía C, la persona B genera valor
para sí misma, pero pérdidas para otros. Hay valor agregado privado,
pero la sociedad, como un todo, pierde. El seguro, que sale de una
especie de fondo de riesgo compartido, debe cubrir el daño. Todos
los contribuyentes a ese fondo resultan perjudicados.
Cuando el gobierno impone restricciones comerciales, crea una
divergencia entre el valor agregado privado y el social en las industrias
afectadas. Como lo demuestra el ejemplo anterior, el VA privado puede
ser positivo, cuando el social es negativo. Cuando esto ocurre, el empleo
es socialmente destructivo: la mano de obra se combina con otros
insumos para restar valor (social o económico31) en vez de añadirlo.
El trabajo genera un producto cuyo valor económico es menor que la
suma del valor económico de todos los otros insumos utilizados para
producirlo. Por ejemplo, un estudio realizado en Ecuador, en 1993,
señala que los fabricantes de plywood (contrachapados) gastaban
31 El valor económico equivale al precio que prevalecería en el mercado si no hubiera
distorsiones causadas por el gobierno nacional; también se conoce como costo de
oportunidad.
121
La magia y el misterio del COMERCIO
$700 ($500 en trozas más $200 en mano de obra y otros insumos) para
producir 1m3 de plywood cuyo valor económico era de solo $320. En
este caso, la destrucción de valor era de $380/m3.
A través de distorsiones en los mercados de trozas y de plywood,
el gobierno ecuatoriano pretendía generar empleo productivo y
valor agregado; lo que logró, sin embargo, fue empleo destructivo
y disminución de valor. En vez de beneficio, cada puesto de trabajo
generado de esa manera tuvo un altísimo costo económico.
Precios de los bienes y servicios
El tercer factor que determina el nivel de vida de los trabajadores es
el costo de los bienes y servicios que ellos adquieren con sus salarios.
Cuanto menos libre sea el comercio, tanto interno como externo,
mayor será el costo (precio) de los bienes y servicios. Por ejemplo,
la restricción al comercio por medio de un arancel del 100 por ciento
a la importación de leche significa que, en vez de pagar S/.400 por
litro de leche de ciertas características, el trabajador debe pagar hasta
S/.800. Sennholz (1985) señala que todas las industrias básicas de
los Estados Unidos tienen protección de la competencia extranjera
y que esta intervención tiene un costo para los consumidores de ese
país de muchos miles de millones de dólares. Un estudio estimó que,
en 1980, esos costos superaban los $58 mil millones (unos $255 por
cada consumidor).
Más sobre el bienestar del trabajador
Frecuentemente se ha fustigado a la libertad comercial por causar
angustia a los trabajadores desplazados después de una apertura o
por estimular empleo de bajos salarios e, inclusive, por promover el
empleo infantil. Cada una de estas acusaciones, sin embargo, carece
de validez. Son erróneas por cuanto la libertad comercial no puede
causar daño cuando se compara con un comercio menos libre.
122
Comercio y empleo
Costos de reacomodo. Es cierto, la expansión del comercio a
partir de una intensidad dada puede causar rupturas porque algunos
empleos pueden ser reemplazados por otros nuevos que requieran
habilidades diferentes. Pero el abaratamiento de los productos que
resulta de dicha apertura favorece a los consumidores, los cuales
también son trabajadores. La mayoría de los economistas creen que
el incremento del “excedente del consumidor” que resulta de los
precios más bajos pesa más que el costo de los empleos perdidos o
de la reducción temporal de salarios. Un estudio de 1972 encontró
que los beneficios de eliminar todas las restricciones al comercio
superarían a los costos del desempleo (temporal) que resultaría de
la competencia internacional en una proporción de 100 a 1. Otro
estudio de 1980, que tomó en cuenta los costos de desplazamiento
de la mano de obra, encontró que los beneficios de una reducción
global de aranceles del 50 por ciento superarían a los costos de
desplazamiento en una proporción de 20 a 1 (Madrick 2004). Una
implicación de estos resultados es que se pueden diseñar mecanismos
de compensación para los posibles desplazados que resultarían de
una apertura comercial y aún obtener inmensas ganancias para la
sociedad. En algunos círculos, esto se llama compartir las ganancias
generadas por un cambio de políticas.
El trabajo en maquilas. Frecuentemente se despotrica contra
el trabajo de las maquilas, argumentando que pagan salarios de
hambre o salarios que no se parecen en nada a los que reciben los
trabajadores en los países de origen de las empresas maquiladoras.
Por ejemplo, varias organizaciones sociales salvadoreñas consideran
que el TLC-CAUSA “consolida un esquema de desarrollo maquilador
(manufacturero), cuando las maquilas generan empleo miserable e
injusto particularmente para las mujeres jóvenes. Estas empresas
aprovechan el permiso de las legislaciones laborales para abusar de
los derechos de los trabajadores” (ACAN-EFE 2004). ¿Se justifica
este comportamiento? La respuesta tiene que ver con las opciones
que tienen los trabajadores en los países donde se instalan esas
empresas. El pobre en Phnom Penh, Camboya, por ejemplo, pasa
123
La magia y el misterio del COMERCIO
horas rebuscando en los basureros para encontrar metales desechados,
bolsas plásticas y alimentos que pueda vender. Con esta actividad
genera alrededor de $0,75 por día de esfuerzo. Ahora, supongamos
que llega una maquila y le ofrece $2/día. Muchos estarían de acuerdo
en que esos trabajadores a los cuales se les ha dado la oportunidad
de ganar más del doble de lo que ganaban y en mejores condiciones
de trabajo están mucho mejor que antes. Sin embargo, no faltará
gente vociferante que se manifieste en contra de estas compañías
para que no se instalen en esos países pobres, so pretexto de que
los salarios que pagan son demasiado bajos. En realidad, lo que
hacen los vociferantes, cuando triunfan, es empeorar la situación de
esas pobres personas al quitarles su mejor opción de ganarse la vida
(Williams 2004).
El trabajo infantil. Alrededor del mundo trabajan aproximadamente
250 millones de niños. El porcentaje de niños trabajadores ha
disminuido, no incrementado, con el aumento del comercio y la
globalización. Las razones son muy obvias. Los países pobres no
son pobres porque los niños trabajan; los niños trabajan porque son
pobres. Cuando la gente se enriquece a través de la producción y
el libre intercambio, envían a sus hijos a las escuelas, en lugar de
los campos. El comercio global es el camino más rápido para la
eliminación del trabajo infantil y su reemplazo por la educación
(Palmer 2003).
Según Norberg (2001), la evidencia del impacto de ingresos crecientes
sobre el trabajo infantil es dramática. Dice que entre 1993 y 1998,
el ingreso del 10 ciento de los vietnamitas más pobres creció más
del 50 por ciento, en términos reales. Esto redujo drásticamente el
trabajo infantil (principalmente en la granja familiar) e incrementó
la inversión en su educación. Ahora, suponga que las sanciones
comerciales de los occidentales obligan la salida de los niños
trabajadores de las fábricas dedicadas a la exportación. Si sus padres
no pueden permitirse el lujo de mantenerlos ociosos (o no tienen
a familiares que los cuiden), ellos harán otra cosa: prostituirse, por
124
Comercio y empleo
ejemplo, o trabajar en la granja. Es posible que trabajen en fábricas
de exclusiva producción doméstica, la mayoría de las cuales son peor
administradas que aquéllas orientadas a la exportación. La conciencia
de los agitadores occidentales se tranquilizaría a expensas de los que
supuestamente defienden. Existe evidencia sustancial de que eso fue
exactamente lo que pasó en Bangladesh a principios de los años 90,
como producto de una campaña en contra de Wal-Mart, la compañía
que compraba vestimenta hecha, en parte, por niños. De los miles
que perdieron su empleo, muchos tuvieron que recurrir a trabajos
más peligrosos y de menor paga.
125
8
COMERCIO y MEDIO AMBIENTE
La liberalización del comercio internacional se ha encontrado con la
férrea oposición de numerosos grupos, especialmente ambientalistas,
los cuales han utilizado diversos razonamientos para sostener que
este comercio es pernicioso para el ambiente. Wolf (2004) resume
sus principales argumentos de la siguiente manera: la globalización
(o el libre comercio) promueve el crecimiento económico, el
cual es inherentemente dañino para el ambiente; la globalización
favorece los sistemas intensivos de transporte y, por tanto, los
sistemas de producción y distribución que son intensivos en el uso
de energía; esto la convierte en enemiga de la sostenibilidad; la
globalización promueve una carrera ambiental “hacia el fondo”; y la
Organización Mundial del Comercio (OMC) impide que los países
tomen las medidas que deseen, en forma individual o colectiva,
para protegerse de los varios daños ambientales. La visión de
Thomas Bode, director ejecutivo de greenpeace International, es
un buen ejemplo del primer argumento. Según Wolf, él escribió:
“La economía moderna es un vampiro de petróleo, respirador de
fuego, que cocina nuestro planeta lentamente. Proclamar que un
incremento masivo de la producción y el consumo global serían
buenos para el ambiente es ridículo32.
Los señalamientos concretos de daños ambientales causados por la
liberalización comercial, el libre comercio o la globalización son
numerosos. Uno de ellos es la controversia que suscitó la explotación
de camarones en el sureste asiático. Ahí, la liberalización comercial
32 Nótese que esta objeción no es al comercio como tal, sino al crecimiento económico.
127
La magia y el misterio del COMERCIO
causó un fuerte incremento de la exportación de camarones, cuya
“producción” ocasionó una acumulación de materia orgánica de
metabolitos sin disolver, y descomposición, en los estanques, de
alimentos no aprovechados. Las aguas contaminadas fueron vertidas
en tierras y aguas aledañas, lo que causó daño a manglares y perjudicó
la calidad de los suelos; todo lo cual afectó el bienestar de agricultores
y pescadores tradicionales. No hay estimaciones confiables de la
magnitud del daño, o que indiquen si las ganancias producidas por
las camaroneras fueron anuladas por los daños mencionados, en
forma parcial o total. Muchas Organizaciones No gubernamentales
(ONg), sin embargo, han argumentado que este resultado demuestra
que el comercio (internacional) es malo y debe evitarse.
El Sierra Club encontró problemas ambientales en dos de los tratados
de liberalización comercial en el continente americano: el tratado de
libre comercio de Norte América (NAFTA, por sus siglas en inglés) y
el tratado de libre comercio entre Centroamérica y los Estados Unidos
(CAFTA, por sus siglas en inglés). Esta organización ambiental
señala que uno de los efectos de NAFTA que más perjudicó al medio
ambiente fue la reestructuración del sector agrícola. El dumping33 del
maíz de EE.UU. en el mercado mexicano desplazó de sus tierras a
1,5 millones de pequeños granjeros34. Los campesinos desalojados
fueron obligados a botar árboles parar cultivar otras tierras y para
el combustible. Desde la aplicación de NAFTA, la tasa anual de
deforestación en México prácticamente se duplicó: pasó de 600
mil hectáreas por año a 1,1 millones, con lo cual México tiene una
de las tasas de deforestación más altas en el hemisferio occidental
33 Cuando los productores del país A descargan sus productos en el mercado donde compran
los consumidores del país B, a precios muy rebajados (hasta por debajo del costo de
producción), se dice que existe dumping por parte de los primeros.
34 Existe al menos un estudio que desmiente esta afirmación. En NAFTA, México impuso
una cuota a la importación del maíz procedente de los EE.UU., la cual resultó insuficiente.
Como consecuencia, los mexicanos tuvieron que enviar ganado joven a EE.UU. para ser
engordado, en vez de hacerlo en México y exportarlo luego (Stewart 1997b).
128
Comercio y medio ambiente
(Sierra Club 2004)35. Por otra parte, esta misma organización señala
que “Inclusive los negociadores de los Estados Unidos admiten
que CAFTA puede contribuir a la pérdida de hábitat de las aves
migratorias a través de las inversiones en el sector agropecuario
(Sierra Club 2004)36.
A pesar de los ejemplos presentados, resulta difícil no pensar que
quienes ligan al comercio con el daño al ambiente están equivocados.
Regresemos a lo básico. Cuando el ser humano deja la autosuficiencia
y se une al sistema de especialización e intercambio (el intercambio
no es más que el comercio), ocurren dos cosas: una mejor utilización
de los recursos de producción y un incremento de los ingresos de
cada individuo, o sea, la riqueza. Como se verá, ambos efectos son
positivos para el ambiente. Está comprobado que a medida que se
incrementan los ingresos en una sociedad, así se aumenta la demanda
por un mejor ambiente, por “servicios” ambientales, si se quiere. En
la jerga de los economistas, la elasticidad ingreso de la demanda de
servicios ambientales es positiva. Además, un uso de los recursos
más compatible con su abundancia o requerimientos naturales es
favorable para el ambiente.
En este sentido, una nota de antecedentes preparada por la Secretaría
de la OMC (1997) señala que, en gran parte, la liberalización del
comercio no es la causa primaria de la degradación medioambiental,
ni son los instrumentos del comercio la política de primera opción para
abordar los problemas medioambientales. y un estudio preparado por
la misma Secretaría apunta en la dirección de una relación positiva
entre la eliminación de distorsiones y restricciones comerciales y la
mejoría de la calidad medioambiental, a través de:
35 Tomado de Carnegie Endowment for International Peace, “NAFTA’s Promise and Reality”,
noviembre 2003.
36 Citan a “U.S. Trade Representative Interim Environmental Review of U.S.-Central America
Free Trade Agreement”, agosto 2003, página 17.
129
La magia y el misterio del COMERCIO
a) un uso más eficiente de los factores de producción y mejores
patrones de consumo causados por una competencia más
fuerte;
b) la reducción de pobreza por medio de la expansión del
comercio y el estímulo de una tasa de explotación del recurso
natural, más sustentable;
c) un aumento de la disponibilidad de bienes y servicios
relacionados con el ambiente; y
d) mejores condiciones para la cooperación internacional por
medio de un proceso continuo de negociaciones multilaterales.
Para los países en vías de desarrollo, el comercio es un medio
importante para asegurar los recursos necesarios para la protección
del ambiente (OMC 1997).
El efecto riqueza
Tal como se deduce de los principios económicos básicos, las
evidencias parecen confirmar una correlación positiva entre riqueza
y ambiente. En la nota de la Secretaría de la OMC, ya aludida,
se reconoce que “la pobreza es una de las mayores causas de la
degradación medioambiental”. Los pueblos más pobres son los que
tienen peores condiciones ambientales. En Chiriquí grande, un pueblo
panameño ubicado a la orilla de la Laguna de Chiriquí, mucha gente
pobre vive en casas que se elevan sobre agua relativamente estancada.
En lugar de letrinas convencionales estas personas tienen huecos en
el piso de la casa por donde dejan caer la materia fecal directamente
al agua. En Seattle, Washington, EE.UU. y los alrededores, mucha
gente vive en casas totalmente introducidas en el agua; sin embargo,
ésta no recibe contaminación alguna desde las casas. La diferencia
entre el ingreso per-cápita de los dos pueblos es abismal. Aquellos
estadounidenses son infinitamente más ricos que estos panameños y,
por tanto, demandan mayor calidad ambiental.
130
Comercio y medio ambiente
Ciertamente, en la medida que le gente se enriquece, insiste en la
mitigación del daño al ambiente local (Wolf 2004). grossman y
Krueger (1994) de la Universidad de Princeton sostienen que ese
comportamiento ocurre cuando el ingreso per-cápita de un país
alcanza los $5.000, más o menos donde estaba la República Checa
en ese momento. Después de unos $8.000, señalan, la contaminación
local empieza a mejorar substancialmente. Al mismo tiempo, la
emisión de CO2 se incrementa con el aumento del PIB por persona
(aunque a diferentes tasas, dado que la economía de algunos países
es mucho más intensiva en CO2, a determinados niveles del PIB, que
otros). Así que el reto del calentamiento global en efecto incrementa
con el PIB. Según esto, continúa Wolf, sería razonable concluir que
los daños ambientales locales tienden a reducirse después de un
tiempo, pero los globales tienden a crecer continuamente, con el
crecimiento del ingreso real.
Existe una correlación entre comercio y riqueza que hace que el libre
comercio y el ambiente estén ligados positivamente. Al respecto, la
OMC señala que “en última instancia, el impacto medioambiental
positivo dependerá de la disponibilidad de recursos que una sociedad
pueda invertir para proteger el ambiente. A su vez, la disponibilidad de
recursos es determinada por el nivel de desarrollo. En otras palabras,
hay una relación positiva entre el libre comercio y el crecimiento
económico que tiende a desembocar en menor pobreza y estándares
de vida más elevados, incluyendo un mejor ambiente” (OMC 1997).
En la medida que se acreciente el ingreso de los panameños, irá
disminuyendo la práctica de contaminar, con su propia materia fecal,
el agua que se encuentra por debajo de sus casas. y no hay duda de que
sus ingresos irán aumentando en la medida que se libere el comercio.
Mejor uso de los recursos
El comercio internacional libre facilita una mayor especialización de
los individuos de cada país en la producción de aquellos bienes que
131
La magia y el misterio del COMERCIO
requieren de los recursos que cada uno tiene en abundancia. Así, si
en un país abunda el agua, es muy probable que los individuos de
ese país produzcan bienes que necesitan mucha agua. Los individuos
de países secos se especializarían en otras actividades. Si intentaran
producir los bienes que requieren mucha agua, probablemente
causarían serios daños al medioambiente. En algunas partes de Sur
América, por ejemplo, se produce arroz en tierras que después de
tres cosechas deben quedar en barbecho por ocho años para que
se recuperen. Obviamente, esas tierras son menos aptas para la
producción de arroz que las tierras de otros países, pero la política
comercial fuerza a la gente a producir el grano ahí. La protección
agrícola también afecta el ambiente de otras maneras. En Panamá,
por ejemplo, la política de protección a la actividad arrocera obliga a
muchos campesinos pobres o trabajadores del campo a producir arroz
en empinadas laderas a 1.000 m.s.n.m., con rendimientos apenas de
subsistencia y una degradación ambiental incomparable con lo que
hubiera sucedido si esos pobres rurales hubieran sembrado árboles
en esas tierras para producir madera. De acuerdo con Stewart (1996),
la producción de madera era mucho más rentable que la de arroz, y
hubiera tenido el efecto adicional de beneficiar al ambiente; pero, por
falta de libertad comercial en ambas actividades, los campesinos se
dedicaron a producir arroz y degradar el ambiente.
Al propiciar un mejor uso de los recursos, la liberalización comercial
puede contribuir al mejoramiento ambiental. Este mejor uso consiste
en hacer que las actividades productivas se lleven a cabo en los
lugares donde menos dañan el ambiente. En el informe anual del
gATT sobre comercio y el ambiente, de 1992, Kym Anderson señaló
que “la liberalización del comercio mundial desplazaría producción
desde la Unión Europea (UE) hacia los países en desarrollo y,
consecuentemente, incrementaría el ingreso en ambas partes37,
37 Las objeciones de este autor a esta conclusión están presentadas en el capítulo sobre los
subsidios agrícolas.
132
Comercio y medio ambiente
mientras, al mismo tiempo mejoraría el ambiente mundial, porque la
agricultura de la UE es mucho más intensiva en pesticidas que la de los
países pobres”. En efecto, la agricultura altamente protegida utiliza
más fertilizantes, pesticidas y energía por unidad de producto que
la agricultura menos protegida. Según Wolf (2004), Suiza aplica 10
veces más químicos por unidad de tierra que Argentina o Australia. La
enfermedad de las vacas locas (encefalopatía espongiforme bovina)
fue un resultado directo de la alimentación intensiva del ganado en
el Reino Unido, un ambiente mucho menos adecuado para la cría de
ganando que el de Argentina o Brasil.
El efecto perverso (sobre el ambiente) del proteccionismo también se
da en el campo forestal. Existe una vasta literatura sobre esos efectos
alrededor del globo. En el caso de muchos países de América Latina
(Ecuador, Bolivia, Costa Rica, Panamá), la política comercial está
diseñada para proteger las industrias de la madera, en detrimento
del manejo forestal en el campo. Los elementos principales de esta
política son: (1) veda a la exportación de madera en trozas, y (2)
la imposición de elevados aranceles a la importación de producto
terminado: tablas, madera chapada y contrachapada, y todo tipo
de muebles. El objetivo de esta política es proveer materia prima
barata a la industria, por un lado, y elevar el precio de sus productos
terminados, por el otro. El efecto, sin embargo, es nefasto para el
ambiente, pues la protección destruye el recurso forestal. Al no haber
incentivo para la eficiencia en la extracción y la transformación, se
producen desperdicios tanto en el campo como en las fábricas. En
el campo, también ocurre la destrucción de los bosques con el fin de
convertir la tierra a usos más rentables para sus dueños. Todo ello
redunda en un inmenso deterioro ambiental.
¿Política comercial o política ambiental?
Los que erróneamente creen que el comercio en sí es dañino para el
medio ambiente proponen tomar medidas comerciales (usualmente
133
La magia y el misterio del COMERCIO
restricciones) para mitigar los daños. Los que piensan lo contrario,
sugieren más bien medidas de tipo ambiental. En este sentido,
la declaración de Marrakech de la OMC señala que “la política
medioambiental podría ser utilizada para mitigar los efectos
medioambientales negativos de la liberalización del comercio
de servicios o reforzar los efectos positivos, o ambos. El impacto
medioambiental de la liberalización en cualquier sector individual
puede depender finalmente de si la liberalización ocurre en las
condiciones de regulación existentes o con ajustes regulativos. Si
existe la regulación apropiada, y los precios reflejan el costo pleno de
producción (incluyendo el costo medioambiental), la liberalización
debe beneficiar al ambiente porque conllevaría mayor eficiencia en
el uso de los recursos” (OMC 1997).
Política comercial
Las restricciones comerciales, impuestas por las razones que sean,
usualmente son negativas para el medio ambiente. Un ejemplo
de este efecto adverso ha sido la imposición de restricciones
“voluntarias” a la exportación de automóviles japoneses hacia los
EE.UU., en 1981. Por muchas razones, las restricciones cuantitativas
generalmente cambian la composición de las exportaciones desde el
país restringido hacia bienes de mayor calidad. El economista Robert
Feenstra demostró que esto había ocurrido con los automóviles
japoneses: debido a las restricciones, las exportaciones japonesas se
desplazaron hacia automóviles más grandes, generalmente tragadores
de gasolina, que incrementaron la contaminación ambiental causada
por los automóviles importados (Bhagwati 2002).
Dado que las restricciones comerciales tienden a ser negativas
para el ambiente, el imponerlas con motivos ambientales sería
contradictorio y contraproducente. Por esta razón, la OMC no ha
aceptado que los países importadores impongan esas restricciones
con base en estándares ambientales. Según ese organismo, los países
no tienen el derecho de actuar en contra de los procesos y métodos de
134
Comercio y medio ambiente
producción utilizados en otras partes. Los gobiernos de los países en
desarrollo creen que tal acción iría en contra de su soberanía y serviría
como severas barreras proteccionistas. Sería insuperable el reto de
identificar el origen de las partes y componentes que entraron en un
determinado producto y probar su compatibilidad con estándares
ambientales decretados por países importadores. Las reglas de origen
en arreglos comerciales preferenciales de por sí ya son terribles. Las
reglas sobre procesos y métodos de producción constituirían una
inmensa barrera al comercio (Wolf 2004).
Política ambiental
Es cierto que las actividades económicas pueden crear “derrames”
ambientales o efectos secundarios negativos para el ambiente. Wolf
(2004) señala que el mercado debe ser utilizado para remediar los
daños que él mismo causaría si no se corrigieran. De ahí que la
política racional para lidiar con estos efectos es la “internalización”
de los costos, o sea, enfrentar a los tomadores de decisión con
el costo de sus actos. Esta “internalización” debe ser local o
doméstica, cuando los daños son locales o domésticos, y globales
cuando los daños son de esa naturaleza. Es difícil saber si se puede
llegar a un acuerdo o a la implementación a escala global de este
tipo de políticas; pero un arreglo para imponer impuestos por el
carbono, por ejemplo, es ciertamente más plausible que un arreglo
para congelar el crecimiento económico global, como piden los
ambientalistas. Aun antes de lograr metas tan ambiciosas, sería
bueno al menos eliminar los subsidios perniciosos para el ambiente.
Entre los ejemplos más conspicuos están los subsidios para el uso
de pesticidas y fertilizantes en la agricultura, los subsidios a la
producción y consumo de energía comercial, y los subsidios a la
pesca en mares profundos (Wolf 2004).
En el caso del problema ambiental causado por la explotación de
camarones en el sureste asiático, “el planteamiento de las ONg es
equivalente a botar el bebé junto con el agua del baño, ya que el
135
La magia y el misterio del COMERCIO
comercio es un poderoso motor para la prosperidad y, por tanto, para
el bien social. La respuesta al problema tiene dos partes:
a. Si el daño ocurrió a sabiendas de que eso era probable, cabe
obligar a los camaroneros a pagar por los daños causados,
y pasar leyes, si no existieran, para cerciorarse de su
cumplimiento.
b. Si el daño no era anticipado, debe haber entonces asistencia
o ayuda para los pobres afectados, como se ayuda a los
damnificados; y se debe someter a la industria camaronera al
principio de que el contaminador paga.
La lección de todo esto, dice Bhagwati (2002), es que se puede
tener libre comercio y disfrutar de las ventajas que produce,
sin dañar el ambiente. Solo se necesitan leyes ambientales que
hagan “internalizar” los costos externos, como el principio antes
mencionado.
Conclusión
De todo lo expuesto aquí, se concluye que la evidencia no respalda
la presunta relación positiva entre liberalización del comercio y daño
ambiental. Lo que sí es cierto, no obstante, es el hecho de que el
manejo de las externalidades ambientales requiere de medidas bien
diseñadas, cuyo objetivo sea hacer que los tomadores de decisión
tengan conciencia de los costos. El comercio no es de ninguna manera
un obstáculo para tomar estas medidas. El obstáculo, frecuentemente,
es la falta de voluntad de muchos países (gobiernos) para imponer
altos costos a los procesos y actividades que generan contaminación
ambiental.
136
9
COMERCIO y PAZ
El que quiera preparar el camino para la paz duradera
debe ...... ser un librecambista y un demócrata, y trabajar
con resolución para el levantamiento de todo reinado
político de una madre patria sobre colonias y luchar por la
absoluta libertad de movimiento de personas y bienes.
Ludwig von Mises38
El comercio es la base primordial de la civilización humana. Sin
comercio, eso es, sin intercambio de bienes y servicios, no habría
especialización, y sin éste, la humanidad ya habría desaparecido o
estaría en peligro de extinción. Por esta y otras razones, el comercio
también es paz. En el capítulo 1 señalamos que cuando dos o más
seres humanos deciden abandonar la autosuficiencia para participar
en el sistema de especialización e intercambio, su bienestar mejora
considerablemente, pues la productividad de sus recursos incrementa,
al igual que la cantidad de bienes para el consumo. Todos obtienen
un mayor ingreso. En este sistema, cada uno depende de todos los
demás; los individuos se ven como socios cooperando en beneficio
mutuo, y no como rivales mortales; comprenden que la sociedad
humana es posible. Por esta razón, la economía de mercado es una
economía mundial de cooperación pacífica. El libre comercio reduce
los incentivos para el conflicto; conduce a la paz; une a los pueblos.
La economía de mercado perece cuando los gobiernos niegan a sus
ciudadanos la libertad para hacer lo que ellos deseen, según su propio
38 En Nation, State, and Economy (1919). El librecambista es partidario de libre cambio,
del libre comercio entre individuos de diferentes naciones, es decir, sin prohibiciones ni
aranceles. El proteccionista es partidario de lo opuesto.
137
La magia y el misterio del COMERCIO
plan y propósito. Se desintegra en unidades nacionales heterogéneas
cuando los gobiernos, en nombre de la necesidad nacional y la
justicia social, interfieren con el funcionamiento de la economía
de mercado para provocar divergencias nacionales en el mercado y
en las estructuras de producción. Cuando la economía de mercado
perece, tanto en los asuntos domésticos como en las relaciones
internacionales, la paz entre las naciones llega a su fin, porque solo
un mundo sin barreras comerciales y restricciones a la libertad del
hombre se encuentra libre de incentivos para la guerra y la agresión
(Chodorov 1956, citando a Sennholz). y esto es cierto inclusive
en ausencia de reciprocidad. Cuando promovía el comercio libre
en gran Bretaña, en la primera mitad del siglo dieciocho, Richard
Cobden, el padre de la Liga de Ley de Anti-maíz, argumentó que el
libre comercio unilateral promovería la prosperidad y las relaciones
pacíficas con otros países.
Comercio versus conquista
Uno de los grandes engaños colectivistas de finales del siglo
diecinueve y la primera mitad del veinte fue creer que el poder
engendra la riqueza; que la prosperidad de una nación deriva del
tamaño del territorio o población bajo su mando directo. Esta tesis
generó muchos conflictos. Citando a Baldwin y Martin39, Wolf (2004)
escribió:
La riqueza basada en territorio es un juego de suma cero; así
que los conflictos violentos sobre territorio eran inevitables. La
riqueza basada en la industria, por el contraste, es un juego
de suma positiva –a pesar de que las nociones mercantilistas
y marxistas sobre la competencia para mercados ofuscaron
39 Richard E. Baldwin and Philippe Martin, “Two Waves of Globalization: Superficial
Similarities, Fundamental Differences”, National Bureau of Economic Research Working
Paper 6904, www.nber.org, January 1999, p.3.
138
Comercio y paz
este mensaje por casi un siglo. Tomó dos guerras mundiales
para enseñar la lección, pero la noción de que más territorio
implica más poder se ha relegado firmemente a la historia
intelectual, por lo menos en las naciones industrializadas
avanzadas.
El otro gran engaño colectivista fue el mercantilismo –la noción de
que el objetivo del comercio es la acumulación de tesoro– el cual era
peor que mala economía. Era también política letal, porque condujo a
conflictos donde el conflicto era injustificado.
En lugar de la conquista o el tamaño territorial, la prosperidad de
una nación (de su población) deriva de la combinación del desarrollo
económico interior con el intercambio internacional. Esta visión es el
corazón de la Riqueza de las Naciones de Adam Smith, la cual no era
solo un punto sobre economía, sino un punto igualmente original e
importante sobre las relaciones internacionales. El crecimiento rápido
generado por la industrialización debió haber ayudado a absorber la
lección de Smith rápidamente. Desgraciadamente, tomó casi dos
siglos.
El comercio es, por mucho, más barato que el pillaje. Un país (su gente)
con el derecho de propiedad asegurado, investigación científica e
innovación tecnológica, se hará más rico que otro sin estas condiciones;
pero, dado que la división del trabajo está limitada por el tamaño del
mercado, también se beneficiará del intercambio, no solo de bienes y
servicios, sino también de ideas, capital y personas. Cuanto más pequeño
es el país, mayores son los beneficios del comercio. Es decir, para
lograr altos estándares de vida, los países pequeños necesitan mucho
comercio. El comercio bruto de Hong Kong (las exportaciones más las
importaciones de bienes) era 259 por ciento del producto interno bruto
(PIB), medido en términos de la paridad del poder de compra (PPC) en
2000; el de Singapur era 294 por ciento, y el de Dinamarca era 69 por
ciento. El de China, en contraste, era 9 por ciento; mientras que el de
India, solo 4 por ciento.
139
La magia y el misterio del COMERCIO
En verdad, el comercio internacional pacífico y la economía de
mercado pueden generar un estándar de vida muy por encima del de
países inmensos, cerrados económicamente y mal gobernados. En
2000, por ejemplo, Hong Kong, con una población de 7 millones
y sin ningún recurso natural, tenía un PIB per-cápita, medido
en términos del PPC, de $25.600. Singapur, con 4 millones de
personas, tenía uno de $24.900 y Dinamarca, con 5 millones, tenía
uno de $27,300. Contra esto, China con 1,26 mil millones, tenía
un PIB promedio por cabeza de $3.900. India con mil millones,
uno de $2,300; Indonesia con 207 millones, uno de $2,800; los
168 millones de brasileños, un PIB per-cápita de $7,300; y los 146
millones de rusos, ocupando una sexta parte de la superficie de la
tierra, uno de solo $8.000.
A pesar del inmenso bienestar que producen, el desarrollo pacífico
y el comercio internacional no son, necesariamente, del interés de
todos los habitantes. Hay quienes se benefician de lo opuesto. Un
monarca o clase militar puede beneficiarse del pillaje, a expensas no
solo de los saqueados, sino de su propia sociedad. Esto es mucho más
cierto en sociedades preindustriales. El rey o tirano de 50 millones
de personas puede construir palacios más grandes que el rey de 5
millones, y andar con paso arrogante en el escenario mundial. De
igual manera, una clase militar puede obtener grandes propiedades a
expensas de sus derrotados rivales.
Para el ciudadano común, sin embargo, las cosas son diferentes. Éste
pierde por partida triple. En primer lugar no obtiene nada del pillaje
o del agrandamiento territorial de la nación. México no se volvería
más rico, individualmente, si controlara a Centroamérica, como se
pretendió alguna vez. Un siervo ruso no logró mejor condición debido
a las grandezas del Zar. En segundo lugar, debe costear las guerras
ya sea con dinero (por medio de impuestos) o con su vida. En tercer
lugar, debe privarse de todas las ganancias que hubiera obtenido a
través del libre comercio. El comercio beneficia al ciudadano común;
el pillaje, solo a los militares o al rey.
140
Comercio y paz
Comercio y el estado de derecho
El libre comercio conduce al estado de derecho40 y éste a las relaciones
internacionales armoniosas. Por esta razón, Kant vaticinó que la
guerra cesaría una vez que todos los países se hicieran repúblicas,
o como dirían, democracias. Hoy, esta idea, conocida como la “paz
democrática”, ha recibido mucho apoyo académico. Las democracias
liberales estables que comercian libremente una con otra son, en
verdad, pacíficas, por lo menos entre sí.
Conforme las barreras al comercio han ido cayendo, el porcentaje de
gobiernos calificados como democráticos por Freedom House ha ido
aumentando dramáticamente en el mundo. Según el Informe sobre
Libertad Económica en el Mundo, del 40 por ciento de los países con
mayor apertura económica, el 90 por ciento son calificados como
“libres”. Por el contrario, del 20 por ciento de las naciones con las
economías más cerradas, menos del 20 por ciento fueron calificadas
como “libres” y más del 50 por ciento, como “no libres”. México es
un buen ejemplo; la apertura de la economía mexicana a través del
Tratado de Libre Comercio de Norteamérica hizo posible la victoria
del presidente Vicente Fox y la ruptura del monopolio de poder del
Partido Revolucionario Institucional (Palmer 2003).
Restricciones comerciales y conflictos bélicos
Así como el comercio une a las personas, tendiendo a minimizar
las diferencias culturales y a impulsar la mutua comprensión, los
impedimentos para comerciar o el aislacionismo comercial tiene al
menos dos consecuencias negativas. Una, estimula el sentimiento
de que el “forastero” es un “tipo de persona diferente”, y, por
40 Algunos identifican al estado de derecho con la democracia, pero no es lo mismo. El estado
de derecho es un sistema institucional que resguarda y garantiza el respeto absoluto de los
derechos y las libertades básicas de los individuos que forman parte del Estado.
141
La magia y el misterio del COMERCIO
consiguiente, inferior; por esta razón, el contacto social con él es por
lo menos indeseable si no peligroso. Dos, crea suspicacias. Es fácil
asumir que hay algo malo con la persona que no nos compra. Las
faltas de aquellos que se niegan a hacer negocio con nosotros son
acentuadas no solo por nuestra pérdida, sino también por la espina
de la afrenta personal. Cuando echamos el cerrojo a nuestras puertas
comerciales contra él, el colombiano tendrá sus dudas acerca de
nuestras intenciones; compelido a buscar una amistad más sustancial
en otra parte, él se inclinará por valorar menos nuestro carácter
nacional y cultura. Hasta qué punto la segregación de las personas
por medio de restricciones al comercio es la causa de guerras, es
una pregunta discutible; pero no puede haber ninguna duda de que
tales restricciones son irritantes que pueden dar más plausibilidad a
otras causas para la guerra. No tiene ningún sentido atacar a un buen
cliente, uno que compra tanto de nuestros productos como puede y
paga sus facturas regularmente.
El proteccionismo es guerra
El libre comercio conduce a relaciones internacionales armoniosas;
mientras que el proteccionismo, basado en una mentalidad y un
correspondiente conjunto de políticas, enfatiza los intereses opuestos
de las naciones. Un viejo adagio dice que “cuando los bienes no
pueden cruzar las fronteras, los ejércitos seguramente lo harán”.
El proteccionismo debería ser rechazado no solamente porque es
ineficiente, inmoral e incivilizado; sino porque también conduce al
conflicto y a la guerra (Palmer 2003).
En esencia, el proteccionismo es un acto de guerra41. Cualquier
interferencia con el funcionamiento del mercado, llevada a cabo
de la forma que sea, es comparable con una acción de guerra. Un
arancel es un hecho de este tipo. Cuando somos “protegidos” contra
41 Muchos de estos conceptos se encuentran en “The humanity of trade” de Frank Chodorov.
142
Comercio y paz
el aceite colombiano, el efecto (buscado) es dificultar la consecución
de aceite, y eso es exactamente lo que haría un ejército invasor. Dado
que el arancel no disminuye nuestra necesidad de aceite, estamos
obligados, por la reducción de la oferta, a invertir más trabajo para
poder satisfacer ese deseo; nuestro rango de posibilidades se ve
reducido, porque nos enfrentamos con la opción de vivir con menos
aceite o abstenernos de disfrutar otros bienes. La menor oferta de
aceite en el mercado reduce el poder adquisitivo de nuestro trabajo.
Somos más pobres, tal como lo sería una nación (o país) a la cual le
bloquearan sus puertos.
Veamos la equivalencia. El primer objetivo del comando de un
general es destruir los mecanismos de mercado del enemigo; la
destrucción de su ejército solo es incidental a ese propósito. El ejército
podría ser dejado intacto si se destruyeran sus medios interiores
de comunicación y se inmovilizaran sus puertos de entrada, de tal
manera que la producción especializada, que depende del comercio,
ya no pudiera continuarse; las personas, reducidas a una existencia
primitiva, perderían la voluntad para pelear y demandarían la paz. Ese
es el patrón general de todas las guerras. Cuanto más integrada esté la
economía, más fuerte será la nación en la guerra, debido simplemente
a su habilidad para producir una abundancia de herramientas militares
y bienes económicos.
Quizás el levantamiento de las restricciones comerciales en todo el
mundo haría más por la paz universal que cualquier unión política
de gentes separadas hoy por barreras comerciales. ¿Puede haber,
verdaderamente, una unión política viable, mientras existan estas
barreras? y, si la libertad de comercio fuera la práctica universal,
¿sería necesaria una unión política?
143
PARTE IV
POLÍTICA COMERCIAL
PRÓLOgO
En el capítulo 1 señalamos que el principio de especialización e
intercambio funciona mejor –genera mayor riqueza para todos los
involucrados en el proceso– en un régimen de derecho de propiedad;
en sociedades cuyas leyes reconocen y protegen la propiedad de
los individuos. ¿Qué es propiedad? La propiedad privada incluye
cualquier objeto de valor, tangible o intangible, real o personal; va
desde el cuerpo, la mente y los bienes raíces del individuo hasta sus
productos o bienes intelectuales. Sin este derecho, el individuo sería
un fantasma o un esclavo, ya que solo los fantasmas “existen” sin
propiedad material y solo los esclavos trabajan sin derecho al fruto
de su labor, sin derecho sobre esa propiedad. El individuo trabaja
para sustentar su vida, y si no es dueño del resultado de su esfuerzo,
no es dueño de su vida o de sí mismo. Se le niega el derecho de
propiedad más básico.
Un verdadero régimen de derecho de propiedad es, a su vez, un
régimen de amplia libertad económica. La libertad económica es
la libertad que tiene un individuo para realizar con su propiedad,
bien habida, todas las actividades económicas que no lesionen los
derechos innatos de los demás seres humanos. Estas actividades
incluyen: producir, vender, comprar, prestar, rentar, importar,
exportar, transportar, almacenar, trocar. Debido a su estrecha relación
con el bienestar del individuo, esta libertad constituye una de las más
importantes del ser humano.
El derecho de propiedad, entonces, implica absoluta libertad
comercial –libertad para intercambiar bienes con otros individuos,
tanto nacionales como extranjeros. Cualquier limitación al comercio
147
La magia y el misterio del COMERCIO
(intercambio) implica una negación o disminución de este derecho.
Sin embargo, hay quienes no titubean para imponer estas limitaciones.
Palmer (2003) señala, por ejemplo, que “los anti-globalizadores y los
proteccionistas (los que erigen barreras al comercio) asumen que ellos
tienen el derecho de usar la fuerza para evitar que los demás lleven
a cabo intercambios voluntarios. Pero los derechos fundamentales
deberían ser los mismos para todos los seres humanos, y el derecho
de comerciar es un derecho fundamental, uno que deberían disfrutar
todos los humanos, sin importar de cuál lado de la frontera vivan. El
libre comercio no es un privilegio; es un derecho humano.” Por otra
parte, toda limitación al comercio significa también una limitación
de los beneficios derivados del principio de especialización e
intercambio. En resumen, el libre comercio es un imperativo moral
que deriva de un derecho humano básico: el derecho de propiedad;
es también un imperativo económico, ya que es el régimen comercial
que más riqueza genera.
Ante esta realidad, ¿por qué el libre comercio no es la norma en
todo el mundo? Estamos seguros de que no es porque se desdeñan
o desprecian sus bondades. Como ya se ha señalado, prácticamente
todos los seres humanos creen en el libre comercio, ya que, dentro
de sus respectivos países, lo practican diariamente: el periodista no
produce su propio arroz, el sastre no publica su propio periódico, el
maestro de escuela no produce su propio azúcar; todos participan
de lleno en el sistema de especialización e intercambio. El libre
comercio ocurre y se practica a escala individual, familiar, cantonal,
provincial, etc. sin ningún problema ni cuestionamiento. Tan
pronto se llega a la escala nacional, donde un individuo del país A
intercambiaría bienes con otro del país B, surgen los problemas, las
dudas, los cuestionamientos. De pronto, el libre comercio ya no es
válido. ¿Por qué ocurre este fenómeno?
Antes de responder, es preciso señalar que el principio de especialización e intercambio no varía cuando una de las partes de la
transacción se encuentra al otro lado de una imaginaria línea
148
Política comercial
política. El principio cambia o pierde validez solo cuando las
partes dejan de percibir beneficios al participar en el sistema. Esta
es, conceptualmente, la línea económica o el límite económico, el
cual coincidiría con el límite político solo de forma milagrosa. De
hecho, es frecuente que, para gran número de actividades, el límite
económico se ubique en el interior de los países. Este límite puede
moverse, hacia adentro o hacia fuera, conforme ocurran cambios en
variables como el costo de transporte, de refrigeración, o de algunos
insumos. El límite político, en cambio, puede moverse según eventos
políticos, como la desintegración de países (antigua yugoslavia o
URSS) o la unificación de ellos (Alemania del Este y del Oeste).
Regresemos a la pegunta. ¿Por qué el principio de especialización
e intercambio parece cambiar cuando se llega a las fronteras de los
países? Porque esa es la escala (y el límite) donde suele manifestarse
de forma más contundente el poder político. Ahí, las reglas del juego
suelen cambiar. El derecho de propiedad pierde validez porque
primero está la Nación, luego, los individuos. En efecto, al llegar a
las fronteras, los individuos desaparecen como por arte de magia, y
el país toma su lugar. El país es el que comercia ahora –ya no son los
individuos– y el ente que decide es el gobierno. Pero ese país no es el
mismo de siempre; ahora es muy distinto, en definición y composición,
de aquél donde las personas conservan sus individualidades y sus
derechos. Este otro país es lo que los políticos dicen que es; es lo que
un pequeño grupo quiere que sea y, normalmente, su interés es igual
al de este pequeño grupo (político-empresarial). Con base en esta
aberración, netamente política, han surgido tesis económicas (v.gr.
el mercantilismo) para justificar políticas comerciales contrarias al
libre comercio.
En este punto vale la pena explicar lo que entendemos como política
comercial. Política se define como una serie de medidas que toman los
gobiernos en campos determinados con el objeto de lograr resultados
específicos. Igualmente, la política comercial es un conjunto
de medidas comerciales –medidas que afectan la importación y
149
La magia y el misterio del COMERCIO
exportación de bienes y servicios: prohibiciones, impuestos, cuotas,
aranceles, requisitos fitosanitarios y zoosanitarios, normas de
origen– que el gobierno adopta para manipular el comercio, con el
propósito de obtener resultados diferentes de los que se lograrían
con el libre intercambio de bienes y servicios entre nacionales
y extranjeros. Por ejemplo, si, por la razón que fuere, el gobierno
deseara que se produzca más azúcar en el país, podría tomar medidas
comerciales que conviertan la producción de ese bien en un negocio
más lucrativo. Como el azúcar es barato en el mercado mundial,
una medida indispensable sería prohibir la importación de azúcar o
gravarla con un arancel suficientemente elevado. Estas medidas le
permitirían al productor nacional cobrar un precio –por encima de lo
que ya pagaban los consumidores– que aumente sus utilidades. La
ausencia de medidas comerciales, o el libre comercio, es la política
comercial más básica.
El objetivo de esta parte del libro es justamente analizar las distintas
opciones de política comercial que se le presentan a los gobernantes
de cualquier país, políticas cuya discusión es relevante únicamente
en el contexto de la violación del derecho de propiedad antes citado.
En particular, se trata de dar respuestas a las siguientes preguntas:
si los gobernantes de muchos países no permiten que sus habitantes
practiquen el libre (intercambio) comercio con todos los demás
habitantes de la tierra, ¿cuál debería ser la política comercial de un
determinado país, digamos el país A? ¿Cuál sería la política óptima
desde el punto de vista del bienestar económico de sus habitantes?
En los capítulos siguientes exploraremos tres de esas opciones de
política que han sido aplicadas en el mundo a través del tiempo.
Empezaremos con la política más nociva, y terminaremos con la
óptima desde las ópticas económica y moral.
150
10
PROTECCIONISMO
El mercantilismo consiste en una serie de ideas y políticas
económicas establecidas en Inglaterra y Francia durante el siglo
XVII, acompañando el surgimiento del capitalismo comercial.
Los mercantilistas enfatizaban la importancia del intercambio y
el comercio como fuente de la riqueza de la nación, e impulsaron
políticas para incrementar la riqueza (amasar cantidades de oro) y
el poder de la nación mediante el estímulo de las exportaciones y el
desaliento de las importaciones (Pass et al. 1991). Estas políticas –en
realidad, eran medidas comerciales– se llegaron a conocer como el
proteccionismo; es decir, el proteccionismo es una política que utiliza
una serie de medidas comerciales para impulsar las exportaciones y
disuadir las importaciones.
¿Por qué se le llama proteccionismo? Porque, basado en el produccionismo42 o la idea de que los productores son los únicos que
aportan a la economía de un país, esta política busca, en principio,
proteger, de la competencia extranjera, a todos los productores: los que
producen bienes para la exportación, por un lado, y los que producen
bienes para el mercado doméstico, por el otro. A los primeros, se les
otorgan diferentes formas de subsidio, lo cual les permite competir en
los mercados internacionales con los productores de otros países. Se
les protege de la competencia que representan esos otros productores.
A los segundos, se les protege erigiendo barreras a la importación de
bienes y servicios, las cuales los eximen de tener que competir, en
igualdad de condiciones, con los productores extranjeros.
42 Esta es la convicción de que el propósito de las actividades económicas es satisfacer
necesidades de producción o resolver problemas de este tipo (vea los capítulos 4 y 5).
151
La magia y el misterio del COMERCIO
¿Cuáles son las medidas comerciales específicas que incluye el
proteccionismo? Para proteger a los productores que exportan,
se implementan medidas como los subsidios directos (pagos a los
exportadores) e indirectos (zonas francas, barreras a la importación
de los bienes que son exportados y distorsiones cambiarias).
Para proteger a los otros productores, los que compiten con las
importaciones, se utilizan aranceles y barreras no arancelarias, como
las cuotas, prohibiciones, permisos, controles sanitarios, exigencias
de calidad y controles cambiarios.
Subsidios a la exportación. Estos son pagos directos que hacen
los gobiernos a los exportadores de ciertos bienes para promover
sus actividades. A pesar de que despotrican contra los subsidios que
los gobiernos de los países desarrollados otorgan a sus productores
agrícolas, los gobernantes latinoamericanos son muy proclives a otorgar
subsidios directos a muchos exportadores, incluyendo a sus propios
agricultores. Para justificar estos subsidios, en Costa Rica se recurrió al
argumento de que son necesarios para compensar distorsiones internas
como la mala infraestructura, altas tasas de interés, exageradas cargas
sociales, y elevados costos de importantes servicios públicos como la
electricidad, la telefonía o los seguros. Esa compensación se hizo por
medio de instrumentos de subsidio como los Certificados de Abono
Tributario (CAT) y los contratos de exportación. En el caso de los CAT,
el gobierno otorgó al exportador un subsidio que oscilaba entre el 10 y
el 30 por ciento del valor de todo lo exportado (el porcentaje dependía
del tipo de producto, del mercado de destino y de otras condiciones).
Zonas francas. Estas son, generalmente, lugares físicos cerrados,
dentro de los cuales se ubican empresas que venden bienes y servicios
en el extranjero. Ahí adentro, las reglas del juego son diferentes: las
empresas son eximidas de ciertas obligaciones o reciben una serie
de beneficios que reducen sus costos de operación. Estos beneficios
normalmente incluyen exención de los impuestos sobre la renta por
un período largo, usualmente 10 años, y exención de aranceles sobre
los insumos importados, entre otros.
152
Proteccionismo
Distorsiones cambiarias. En esta categoría se encuentran varias
medidas que hacen variar el tipo de cambio con respecto a lo que
sería sin intervenciones gubernamentales (es decir, con respecto al
tipo de cambio de equilibrio). El tipo de cambio es el valor de la
moneda local expresado en términos de una o varias de las monedas
extranjeras más utilizadas para las transacciones internacionales.
Cuando el tipo de cambio es mayor que el de equilibrio –se entrega
más dinero local por unidad de la moneda extranjera; por ejemplo,
más colones por cada dólar–, se dice que está subvaluado; y el efecto
de esta subvaluación es que los exportadores reciben más dinero local
por sus exportaciones del que recibirían sin la distorsión, mientras
que los importadores deben pagar más, en moneda local, por los
bienes comprados en el exterior. Así, la subvaluación de la moneda
es equivalente a un subsidio a la exportación y un impuesto a la
importación. Por otra parte, la sobrevaluación de la moneda equivale
a un impuesto a la exportación y un subsidio a la importación de
bienes y servicios.
Aranceles. El arancel es un impuesto que cobra el gobierno para
permitir la entrada de un producto al país. El arancel puede ser
ad-valorem, específico o una combinación de ambos. El arancel
ad-valorem equivale a un porcentaje del valor del producto puesto
en el puerto. Por ejemplo, si el arancel es del 40 por ciento y el
costo del producto puesto en el puerto es de $500/tm, el impuesto
a pagar sería $200/tm, y el costo total al importador sería $700/
tm. El arancel específico consiste en cobrar un monto específico,
por unidad de medida del producto, en lugar de un porcentaje del
valor. El impuesto puede ser, por ejemplo, de $50/tm del producto
importado, independientemente del costo o valor del producto puesto
en el puerto. Si el producto antes mencionado pagara $50/tm, en vez
del 40 por ciento, el costo total sería $550/tm y no $700/tm. Se utiliza
también la combinación de los dos. Tomando el mismo ejemplo, si
el producto estuviera gravado con un arancel ad-valorem del 40 por
ciento más uno específico de $50/tm, el costo total sería $750/tm
($500 + $200 + $50), puesto en el puerto.
153
La magia y el misterio del COMERCIO
Permisos, cuotas, prohibiciones. En Latinoamérica, es imposible
importar ciertos bienes si no se cuenta con un permiso otorgado
por determinada dependencia gubernamental. y estos permisos se
suelen otorgar solo cuando se comprueba que la oferta o producción
nacional es insuficiente para cubrir la demanda de los consumidores
locales; es decir, cuando hay faltante o déficit. En muchos casos, los
permisos se otorgan a priori, y solo por un monto determinado, el
cual normalmente es muy inferior a la demanda nacional. En estos
casos, se dice que existe una cuota. Los gobiernos a veces prohíben
de plano la importación de algunos productos con el mismo fin de
evitar la competencia.
Medidas sanitarias y de calidad. Los requisitos sanitarios han
cumplido dos funciones. Cuando el propósito es evitar plagas o
enfermedades no existentes en el país y que podrían causar estragos
económicos, se considera que cumplen una función legítima; pero en
numerosas instancias se usan únicamente para evitar la competencia
con los productores nacionales; es decir, se usan como un mecanismo de
protección. A veces, por presiones de algunos grupos de productores, los
gobiernos utilizan exigencias de calidad para frenar las importaciones
de algunos bienes. En el caso del frijol, por ejemplo, la medida consiste
en exigir que el tiempo de cocción no supere un máximo.
Motivaciones del proteccionismo
¿Cuáles son las motivaciones del proteccionismo? Además de
las ideas mercantilistas, la práctica de impedir o dificultar el libre
intercambio de bienes y servicios entre nacionales y extranjeros
ha tenido otras motivaciones. En particular, han existido tres tipos:
xenofóbicas, fiscales y doctrinarias.
Motivaciones xenofóbicas. Desde muy temprano en nuestra
historia, los asuntos exteriores o extranjeros siempre se han visto con
suspicacia, desconfianza y hasta desdén, porque son ajenos al mundo
que conocemos y admiramos: el nuestro. Los filósofos griegos –de los
154
Proteccionismo
siglos IV y V antes de Cristo– promovieron restricciones al comercio
debido a los peligros morales y cívicos asociados con él. Ellos creían
que el contacto con extranjeros desconocidos iría en detrimento de
la ley y el orden, y que podía socavar la fibra moral de la sociedad.
Aristóteles, por ejemplo, señaló, en La Política, que cuando se
escoge un lugar para ubicar una ciudad se debería dar preferencia
a territorios que aseguraran la máxima autosuficiencia, porque esto
limitaría el comercio al trueque “natural” doméstico, promovería la
defensa natural y preservaría la moral doméstica –todo, mediante la
reducción del contacto con extranjeros (Irwin 1996).
Motivaciones fiscales. La recaudación de dinero para el fisco –sea
éste el rey, un dictador o el gobierno de la república– ha sido una de
las fuertes motivaciones para restringir el comercio con extranjeros
(este tema se tratará en la sección siguiente). Esta restricción ocurre
únicamente en la forma de impuestos a la importación de bienes y
servicios, es decir, aranceles. Aún hoy, en la mayoría de los países
pobres, las recaudaciones aduanales constituyen una de las fuentes
más importantes de ingresos fiscales.
Motivaciones doctrinarias. Además de las motivaciones anteriores,
el proteccionismo encontró justificación en una serie de doctrinas
que se hicieron prominentes en los siglos XVII y XVIII. Aún
hoy, la política comercial de muchos países pobres está altamente
influenciada o moldeada por estas doctrinas, en especial, por la de la
balanza comercial.
155
La magia y el misterio del COMERCIO
Antecedentes: Doctrina de la Balanza Comercial
El proteccionismo tiene gran parte de sus raíces en las nociones
económicas contenidas en la Doctrina de la Balanza Comercial43
(DBC), según la cual el país se beneficia de un exceso de
exportaciones sobre importaciones o exceso de ingresos desde
el exterior sobre egresos del país; por tanto, el interés nacional
vital requiere restricciones al comercio internacional para que se
materialicen los excedentes. De otra manera, dicha balanza sería
determinada accidentalmente por las importaciones y exportaciones
de los individuos de la sociedad, sin ninguna garantía de obtener los
excedentes de marras. En este contexto, y contrario a lo que sucede
en el ámbito individual (el de los verdaderos actores del comercio), el
interés de cada país se contrapone al de los demás países, por lo que
siempre se encontrarán en pugna. ¿Cómo, o en qué circunstancias,
surgió esta doctrina?
La DBC cobró prominencia en los siglos XVII y XVIII mediante los
escritos de los mercantilistas. El contexto en el cual estos escribieron
(y las ideas que propusieron en conexión con sus conceptos) era
el siguiente: las relaciones comerciales entre países se limitaban a
exportaciones e importaciones de bienes; los mercados de capital
casi no existían y el intercambio de servicios era casi nulo. La
moneda de todos los países eran el oro y la plata, y la única forma de
43 A veces se extiende para llamarse Doctrina de la Balanza de Pagos. La balanza de pagos es
un concepto esencialmente similar, pero abarca mucho más. Es la diferencia entre el total
de ingresos desde el exterior y el total de egresos del país. Además de los provenientes
de las exportaciones de bienes (la parte comercial), los ingresos incluyen la venta de
servicios a extranjeros, tales como fletes marítimos, seguros y el albergue de turistas;
los dividendos e intereses provenientes del exterior, el dinero de la venta al exterior de
instrumentos financieros como bonos y acciones, los préstamos recibidos del exterior y
los pagos de préstamos hechos a extranjeros. Igualmente, los egresos incluyen los gastos
en importaciones (la parte comercial), la compra de servicios a extranjeros, dividendos e
intereses pagados a ellos, remesas al exterior, ayuda gubernamental extranjera, compra de
bonos y acciones en el extranjero, préstamos a extranjeros y el pago de préstamos hechos
por ellos.
156
Proteccionismo
incrementar la oferta monetaria en los países carentes de minas, como
los europeos de la época, era aumentando el exceso de exportaciones
sobre importaciones. Al principio, el propósito de la acumulación
de dinero (oro y plata) era poner a disposición del rey los medios
necesarios para financiar las frecuentes guerras extranjeras. Cuando
fuere necesario, el rey podía disponer de esa riqueza a través de
impuestos. Con el tiempo, se fue introduciendo una perspectiva
económica más amplia: se postulaba que el incremento de la oferta
monetaria (mediante el exceso de exportaciones sobre importaciones), impulsa mayores gastos y una reducción de las tasas de
interés, lo cual implica mayor producción y empleo. Por esta razón,
cuando hay exceso de exportaciones sobre importaciones, se dice
que la balanza comercial es favorable o positiva. Igualmente, cuando
las importaciones exceden las exportaciones, se dice que la balanza
comercial es negativa o desfavorable44.
Con el tiempo, estas primeras ideas perdieron relevancia por dos
razones. Primera, el financiamiento de las guerras varió. En lugar
de los excedentes comerciales –los cuales, de todos modos, solo
alcanzaban para financiar pocos días de una guerra extranjera
durante la época de los mercantilistas–, las guerras, ya mucho menos
frecuentes, eran financiadas directamente a través de empréstitos
extranjeros e impuestos sobre la renta. Segunda, surgió la época de
la moneda por decreto (fiat money), en la cual la oferta monetaria se
podía incrementar fácilmente con solo poner la máquina a imprimir
dinero o hacer unas cuantas entradas en los libros de los bancos
centrales. Incrementar la oferta monetaria ya no era un problema; el
problema era lo contrario: mantenerla bajo control.
44 En el capítulo 5 quedó establecido que esto es un craso error, un engaño. Cabe señalar,
además, que las ideas mercantilistas crean pobreza para una gran parte de la población,
porque el exceso de exportaciones sobre importaciones equivale a bienes que no estarán
disponibles para el consumo; son bienes utilizados para la guerra y no para el consumo de
las personas.
157
La magia y el misterio del COMERCIO
En la primera parte del siglo pasado, el proteccionismo se revitalizó
con base en un fuerte nacionalismo y en las ideas de Keynes. En
efecto, algunos de sus razonamientos –como las fuentes de estímulo
económico, en especial, la reducción de las tasas de interés causada
por el incremento de la oferta monetaria– eran casi indistinguibles
del mercantilismo. Este revitalizado mercantilismo, que buscó la
autosuficiencia nacional a través de aranceles restrictivos, cuotas
de importación y restricciones cambiarias, estaba asociado con una
profunda y amplia planificación central (economía benefactora),
llevada a cabo por gobiernos fuertes, inmersos en guerras económicas
y conflictos militares.
El neo-mercantilismo de los años 70 y 80 se diferenció de la versión
de los años 30 en dos aspectos importantes: estaba libre del evidente
nacionalismo de la primera mitad del siglo y su actitud hostil hacia el
vecino; pero continuó saturado de las nociones y doctrinas de pleno
empleo por medio de la intervención gubernamental. Consciente
de las sensibilidades internacionales, recurrió, en lo posible, a
restricciones comerciales más sutiles pero igualmente mortales: a
subsidios en lugar de aranceles y cuotas. No persiguió la autarquía
económica por fines nacionalistas, sino por el ingreso y empleo en
industrias favorecidas. En lugar de confrontaciones internacionales,
prefirió los conflictos inter-sectoriales, es decir, la confrontación de
algunas industrias con todas las demás.
Hoy, en los albores del siglo XXI, las ideas mercantilistas siguen
influenciando las políticas comerciales de los gobiernos, especialmente los que rigen el destino de los países más pobres del planeta.
Pero es un muevo mercantilismo. En lugar de procurar dinero
para el rey o el gobierno, los neo-mercantilistas de nuestro tiempo
favorecen las exportaciones porque creen que éstas generan empleos
y ganancias, y se oponen a las importaciones porque, según ellos, se
llevan los empleos y dejan pérdidas.
158
Proteccionismo
Hoy, en muchas industrias, el capital y la mano de obra conspiran para
restringir las importaciones y así elevar las ganancias corporativas
y los beneficios laborales. Cuando las empresas se encuentran en
dificultades, piden protección contra la competencia extranjera; y
los representantes de los trabajadores se atrincheran en la fortaleza
del mercantilismo cuando se encuentran sumergidos en la depresión
y el desempleo. Asimismo, los jerarcas gubernamentales hacen una
fuerte defensa del mercantilismo cuando imponen sus regulaciones y
controles al comercio internacional, conceden subsidios, fijan tarifas
o reúnen información para promover las exportaciones y limitar
las importaciones. Se aferran a la persistente creencia de que las
exportaciones son especialmente beneficiosas y dignas de encomio,
mientras que las importaciones son, ipso facto, dañinas.
Antecedentes del mercantilismo latinoamericano
Durante la época en la cual escribieron los mercantilistas, el objetivo
de España, en las Indias, era extraer la mayor cantidad posible de metal
(oro y plata), por dos vías. Primero, por la vía impositiva, es decir,
por la exacción de las actividades coloniales. Segundo, por medio
del intercambio comercial –llevado a cabo a través de un complejo
e intrincado régimen de comercio entre la metrópoli y las colonias–,
diseñado para mantener elevados los costos de importación de los
americanos, y relativamente reducidos los costos de explotación (de
las minas) por medio del sistema laboral de esclavos indios y mitayos.
Estos bajos costos de explotación minera generaban excedentes, los
cuales eran canalizados hacia la importación de bienes industriales
provenientes de la metrópoli (incrementando la oferta monetaria
en España). Además de la regulación, el régimen comercial fue
monopolizado para asegurar el flujo metálico de las colonias a la
metrópoli. Desde 1503 y hasta 1717, la mayor parte del comercio
hacia las colonias y desde éstas debió pasar por Sevilla.
159
La magia y el misterio del COMERCIO
Aparte del monopolio comercial que significaba el sistema de
flotas impuesto por España, existían dos tipos de regulaciones
mercantiles y tributos que las colonias debían pagar a la Corona.
Según el historiador Harold U. Faulkner, “este comercio se veía más
restringido aún por las concesiones de monopolio sobre la pólvora,
la sal, el tabaco y el mercurio, por sisas que se exigían sobre las
mercaderías vendidas, por derechos de exportación e importación,
y por la regalía que correspondía a la Corona de un quinto sobre el
rendimiento de las minas de oro y plata. En las colonias se prohibió
el cultivo del olivo, la vid, el tabaco y el cáñamo”. Inclusive, se llegó
a prohibir el comercio inter-colonial y entre las colonias y otros
países. España montó un sistema altamente artificial, pero en total
correspondencia con la Doctrina de la Balanza Comercial y las ideas
de los mercantilistas.
Según yeatts (2000), las reglas del juego que surgieron de este
proceso orientaron las energías de sus mejores hombres hacia la
obtención de prebendas, privilegios, mercados cautivos, restricciones
a la competencia internacional, empleos públicos, etc., que llevaron
a la sociedad a un estado de esclerosis productiva permanente. Más
de cinco siglos después de su descubrimiento, América Latina no ha
podido escapar de las garras de esas perversas reglas y de su crónica
pobreza. Continúa siendo una sociedad de distribución (de pobreza)
y no de creación de riqueza.
El proteccionismo como política comercial
Si, como hemos visto, el libre comercio, es la política comercial
óptima, tanto desde el punto de vista moral (es el único régimen
comercial compatible con el respeto absoluto del derecho a la
propiedad privada) como el económico, entonces, el proteccionismo,
que es la negación parcial o total del libre comercio, ha de ser una
política comercial sub-óptima. En efecto, la lectura de los capítulos de
la parte anterior nos indica que, además de inmoral, el proteccionismo
160
Proteccionismo
crea pobreza y desempleo, y estimula tanto el deterioro del medio
ambiente como los conflictos y la guerra. Aquí nos interesa discutir
más ampliamente su carácter moral y su efecto empobrecedor; pero
antes debemos pasar revista a sus otros efectos.
La relación entre el comercio (de diferentes grados de libertad) y
el empleo fue discutida en el capítulo 7. Ahí se señaló que muchos
gobiernos tercermundistas imponen aranceles a la importación
de bienes con la ilusión de que esta forma de “proteger” ciertas
actividades crea empleo y bienestar. La industria, así protegida, puede
disfrutar temporalmente de ganancias especiales que la estimulan a
expandirse y contratar más mano de obra; pero esta demanda adicional
de mano de obra se opaca por un declive simultáneo de la demanda
de trabajadores en otras industrias. Según el Departamento de
Trabajo de los Estados Unidos, la restricción del comercio por medio
de aranceles destruye, en ese país, ocho empleos en la economía en
general por cada uno que genera en una industria protegida.
La relación entre el comercio (libre o intervenido) y la calidad
ambiental fue discutida en el capítulo 8. De su lectura, se deduce
que el proteccionismo representa un paso hacia atrás en la dirección
de la autosuficiencia, con dos consecuencias: una utilización menos
conveniente de los recursos de producción y una disminución
de los ingresos de cada individuo, o sea, menos riqueza. Ambos
efectos son negativos para el ambiente. El mal uso de los recursos
consiste en hacer que las actividades productivas se lleven a cabo
en los lugares o en las formas que más dañan el ambiente. Está
comprobado que a medida que se incrementan los ingresos en
una sociedad, así se aumenta la demanda de un mejor ambiente,
de “servicios” ambientales; lo que implica que cuanto mayor sea
la pobreza, menor es la demanda de calidad ambiental; mayor, el
deterioro del ambiente.
En el capítulo 9 se explicó la relación entre proteccionismo y
conflictos, incluyendo la guerra. Ahí se consignó que el libre comercio
161
La magia y el misterio del COMERCIO
conduce a relaciones internacionales armoniosas; mientras que el
proteccionismo, basado en una mentalidad con su correspondiente
conjunto de políticas, enfatiza los intereses opuestos de las naciones.
Un viejo adagio dice que “cuando los bienes no pueden cruzar las
fronteras, los ejércitos seguramente lo harán”. El proteccionismo
debería ser rechazado no solamente porque es ineficiente, inmoral
e incivilizado; sino porque también conduce al conflicto y a la
guerra (Palmer 2003). Solo un mundo sin barreras comerciales y
restricciones a la libertad del hombre se encuentra libre de incentivos
para la guerra y la agresión (Chodorov 1956).
Carácter moral
El proteccionismo es inmensamente inmoral porque promueve el
uso de la autoridad gubernamental y sus instrumentos de coerción
para restringir el intercambio de bienes y servicios entre nacionales
y extranjeros; al hacerlo, viola uno de los derechos humanos más
básicos, el derecho de propiedad, el cual le otorga al ser humano la
potestad de utilizar su propiedad para darle sustento a su vida.
Corrupción. El proteccionismo también estimula la corrupción. Una
vez que se abra el portillo de la violación del derecho de propiedad,
todo se torna posible. La corrupción se convierte en moneda de
curso. Los que detentan el poder no dejan pasar oportunidades de
enriquecerse a través de medidas de políticas comerciales diseñadas
para su propio provecho. Además de concederse todo tipo de
subsidios, utilizan aranceles, cuotas, permisos, medidas sanitarias
y otras artimañas, para limitar el ingreso de bienes que compitan
con los suyos. Sí, “los suyos”, porque los miembros de la clase
política latinoamericana, y los gobernantes de turno, son también
grandes actores en el engranaje empresarial, donde participan
como productores agrícolas o agroindustriales, o comerciantes de
un gran número de bienes y servicios. Este doble rol les permite
tomar, sin ningún reparo, medidas de políticas que favorezcan a
sus propias actividades, en detrimento de la gran mayoría de los
162
Proteccionismo
ciudadanos. Por ejemplo, en un momento dado, el presidente, el
vicepresidente, el ministro de Agricultura y algunos diputados de
Panamá eran ganaderos. ¿Favorecieron sus políticas a la ganadería?
Claro que sí. Hubo crédito subsidiado y barreras de todo tipo a
la importación de carne de res y, para colmo, este producto fue
incluido, por excepción, en la lista de productos de exportación notradicionales, merecedores de subsidio a través de los Certificados
de Abono Tributario (CAT). Ahora, la mayoría de las exportaciones
no-tradicionales recibieron un CAT normal que, en monto, oscilaba
entre el 10 y el 15 por ciento del valor de lo exportado; pero, para la
carne de res, los jerarcas panameños estipularon que el porcentaje
sería equivalente al arancel que cobraban los gobiernos de los
países importadores. Como la mayoría del producto iba a Japón y
ese país cobraba un arancel del 50 por ciento, el CAT se fijó en 50
por ciento (Stewart 1996).
En Costa Rica, durante 1950-80, los productores de arroz, muchos de
los cuales eran políticos o individuos políticamente influyentes –un
expresidente era productor, incluso durante su mandato–, recibieron
una fuerte protección y altas ganancias a costa de los consumidores,
mientras que la protección obtenida por los productores de frijol
–un grupo de pequeños agricultores sin ningún poder político– fue
negativa; es decir, recibieron precios inferiores a los internacionales
(Stewart 1984).
Pero esto no es todo. El proteccionismo le confiere a una caterva
de político-burócratas la potestad de decidir si se permite o no la
importación de un determinado producto, cuándo se puede hacer,
en qué cantidades y quiénes reciben los permisos. Esto les da el
poder de favorecer a ciertos grupos –normalmente amigos, allegados
o copartidarios– o enriquecerse con los permisos que otorgan.
Aunque sean gratuitos, el funcionario puede cobrar, por debajo de
la mesa, por cada uno de ellos; o puede convertirse en socio de los
importadores. Hay mil formas de enriquecerse con el poder; todas
muy bien ensayadas en Latinoamérica (Stewart 2000).
163
La magia y el misterio del COMERCIO
Represalias. Por último, el proteccionismo es inmensamente inmoral porque permite las llamadas “represalias comerciales”, una
de las formas más degradantes del deshumanizado colectivismo. En
Latinoamérica, los gobiernos comúnmente toman represalias cuando
su homólogo de un país rico impone restricciones comerciales a uno
o más de los productos exportados desde el país pobre. La represalia
consiste en imponer similares restricciones a la importación de
bienes provenientes del país que inició el conflicto, el rico. Aparte
de insensatas, estas acciones son inmorales por cuanto castigan a
individuos totalmente ajenos al conflicto inicial. La trágica comedia
se desarrolla de la siguiente manera: el gobierno estadounidense,
por ejemplo, le impone una restricción a un producto (digamos que
alimenticio) exportado desde un país en Latinoamérica, entonces
el gobierno del país latinoamericano reacciona diciendo: “Si usted
no permite que mi productor de X se beneficie vendiendo en su
país, yo no permitiré que su productor de Y se beneficie vendiendo
en el mío”. Para captar la malignidad de esta expresión, hay que
traducirla. Dice: “Si usted no permite que sus consumidores de
X se beneficien con ese alimento, yo tampoco permitiré que mis
consumidores de y lo hagan. Esto por sí solo es una afrenta y una
monumental estupidez. ¿Por qué deben sufrir los consumidores de
y si ellos no hicieron nada, no perjudicaron a nadie? No obstante,
ésta tampoco es toda la verdad. Lo que verdaderamente anuncia
el malvado político latinoamericano es lo siguiente: “Si usted es
capaz de perjudicar a sus consumidores de X, los cuales gastan una
parte ínfima de sus ingresos en alimentos, yo le demostraré que
puedo ser más macho y más cruel, y no permitiré que mis famélicos
y paupérrimos consumidores, quienes gastan más del 60 por ciento
de sus ingresos en alimentos, se nutran con su producto barato
y de buena calidad”. Acto seguido, y sin inmutarse, impone los
aranceles; por ejemplo, 100 por ciento a la importación de leche y
320 por ciento a la importación de alas de pollo.
164
Proteccionismo
Efecto empobrecedor
Hemos señalado que el proteccionismo comprende dos tipos de
medidas comerciales. Las diseñadas para proteger a los productores
que sirven al mercado doméstico (Tipo D), y las diseñados para
proteger a los productores que exportan (Tipo E). Las medidas
de Tipo D empobrecen de tres maneras. Primera, estimulan la
producción de bienes que los nacionales producen con desventaja;
por tanto, propician un mal uso (un uso menos productivo) de los
escasos recursos de producción. Segunda, el efecto indirecto del
mal uso de los recursos es una menor productividad de la mano de
obra, lo cual se traduce en salarios más bajos (vea el capítulo 7).
Tercera, los impuestos a la importación o aranceles encarecen los
bienes y servicios que consume la población; la empobrece. Así,
los trabajadores se empobrecen por los dos efectos: ganan menos y
deben pagar más por los bienes que consumen.
Entre las medidas de Tipo E están los subsidios directos a la exportación.
Uno de ellos son los CAT, por cuyo medio el Estado transfiere sumas
astronómicas a unas cuantas empresas. Esta medida crea pobreza
porque el dinero de los subsidios debe obtenerse a través de impuestos
(de costosa recaudación), cuya incidencia relativa es mayor sobre las
clases media y baja, y no sobre las empresas. Después de todo, no
tendría sentido tomar dinero de la empresa para luego devolvérselo.
Aranceles compensatorios. Como se observa, el proteccionismo no
es gratuito; tiene elevados costos que alguien debe asumir. Es un
juego de suma cero porque la protección de uno significa la ruina
de otro. Cuando se impone un arancel a la importación de arroz, se
eleva el precio del grano, y los productores se alegran porque sus
ingresos suben; pero los ingresos de todos los que consumen arroz,
disminuyen. Estos pierden.
165
La magia y el misterio del COMERCIO
Los gobernantes creen que se puede eliminar el efecto empobrecedor
del proteccionismo con más protección; es decir, compensando a los
perdedores (pero solo a productores) por medio de otras medidas de
protección. Este es su razonamiento. Solo los productores pueden
crear riqueza, y los aranceles protectores les ayudan a crear más.
Si compensamos, con aranceles, a los productores afectados por
otros aranceles, eliminamos el efecto negativo y mantenemos los
positivos; se crea riqueza. Es decir, a través de un encadenamiento
de protecciones (compensatorias) se puede generar riqueza. De esta
manera, si el arancel al producto A afecta la producción del bien B, se
le impone un arancel a B para compensar a sus productores; y si este
arancel afecta la producción del bien C, se le impone un arancel a C
para compensar a sus productores. y así sucesivamente hasta crear
mucha riqueza.
¿En qué radica el error? El gravísimo error –explicado en el capítulo
3– consiste en descartar a los consumidores como creadores de
riqueza; porque sí lo son. Además de consumidores, todos los
individuos económicamente activos son también productores.
Veamos un ejemplo. Si el gobierno le impone un arancel de más del
50 por ciento a la importación de azúcar con el fin de incrementar la
producción nacional o la riqueza de los azucareros, estos se pondrían
muy contentos, pero hay tres grupos de consumidores de azúcar que
serían afectados. grupo 1: los que utilizan azúcar como insumo en
la producción de otros bienes: bebidas gaseosas, cervezas, helados,
confituras, postres, entre otros. Grupo 2: los que consumen el azúcar
como un bien final, pero que son productores de otros bienes que
también son protegidos: arroceros, paperos, lecheros, porcicultores,
ganaderos, avicultores, textileros, industriales de electrodomésticos,
y un largo etcétera. grupo 3: los que consumen el azúcar como un
bien final, pero que son productores de bienes que no son protegidos:
la gran masa de la población; incluye sastres, periodistas, clérigos,
limpiabotas, meseras, maestras, albañiles, cajeras, chóferes, sastres,
secretarias, etc.
166
Proteccionismo
Para el gobernante, solo los del grupo 1 y 2 tienen importancia,
porque son productores. Para compensar a los del grupo 1, impone
un arancel a la importación de sus productos (cervezas, helados,
confiterías, bebidas gaseosas, y todos los demás), lo cual permite
a esos industriales cobrar un precio mayor y, así, anular el efecto
negativo del primer arancel. Los del grupo 2 son compensados por
los aranceles impuestos a la importación de arroz, papa, etc. Debido
a que los del grupo 3 no son vistos como productores (craso error),
el gobierno no cree que son merecedores de una compensación.
Estos son los grandes y eternos perdedores. Primero, pierden por
culpa del arancel a la importación de azúcar, deben pagar más por
el edulcorante. Luego, pierden por el arancel a los helados, por el
arancel a la repostería, por el arancel a las gaseosas, por el arancel a
las cervezas. Luego pierden por los aranceles protectores del grupo
2; es decir, pierden por el arancel al arroz, por el arancel a la papa,
por el arancel a la carne, etc. Lo que resulta al final es un incremento
de la riqueza de pocos (usualmente ricos) y un aumento de la pobreza
de todos los demás (normalmente pobres). Esta es la razón por la cual
tantos grupos no prosperan a pesar del crecimiento económico. Se
estancan en la pobreza, porque se les niega su única manera de salir
de ella; algo que les corresponde por derecho propio.
167
11
TRATADOS COMERCIALES*
A pesar de que las ideas mercantilistas han prevalecido en el mundo
en mayor o menor grado durante los últimos 400 años, lo cierto es que
su preponderancia ha sido menor en las excolonias británicas que en
las ibéricas, especialmente durante los últimos 150 años. Este hecho
explica el desarrollo tan disímil entre los dos grupos de países. En las
excolonias británicas, como los Estados Unidos, existe libre comercio
total entre los 50 estados de la Unión –lo que equivale a mucho más,
en términos de volumen y valor del comercio, que el libre comercio
total entre todos los países de Latinoamérica. Además, el grado de
apertura de esta unión con el resto del mundo, medido en términos de
la tasa arancelaria promedio45 (TAP), ha sido tradicionalmente mucho
mayor que el de cualquier país latinoamericano. Cuando en Estados
Unidos esta tasa oscilaba entre el 5 y 7 por ciento, en muchos países
latinoamericanos era de más del 50 por ciento, con tasas específicas de
*
Este capítulo no es un tratado sobre los distintos acuerdos bilaterales y multilaterales que
se han celebrado alrededor del mundo entre múltiples países, ya sea para crear bloques
comerciales como la Unión Europea o el MERCOSUR, o liberalizar el comercio, en
variadas intensidades, entre dos o pocos países, o para formar acuerdos verdaderamente
internacionales como el Système des traité que difundió el comercio libre en Europa
Occidental en los años 1860 y 1870, o el Acuerdo general Sobre Aranceles y Comercio
(gATT, por sus siglas en inglés) precursor de la actual Organización Mundial del Comercio
(OMC). Tampoco se trata de explorar la bondad de estos acuerdos en términos del
incremento del flujo comercial o de la desviación del comercio. No, este capítulo explora
la idoneidad o bondad, como política comercial, de los mal llamados tratados de libre
comercio (TLC), celebrados en América, casi siempre en forma bilateral.
45 El arancel es un impuesto aduanero que se paga sobre las mercancías que ingresan al país.
Este impuesto se expresa como tasas (o porcentajes). Para obtener la TAP, se suma todo
el dinero recaudado mediante los aranceles y se divide por el valor total de lo importado
durante un período determinado. Además de los aranceles, existen barreras comerciales
(las no arancelarias) tales como las cuotas, prohibiciones, permisos, requerimientos
sanitarios, etc.
169
La magia y el misterio del COMERCIO
hasta 300 por ciento para algunos productos. Aunque esta diferencia
se ha reducido, persisten áreas problemáticas. En el 2000, la TAP de
Estados Unidos era del 2 por ciento; la de Hong Kong, prácticamente
0 por ciento; mientras que la de Brasil era del 17 por ciento; y la
de Costa Rica, 6,6 por ciento. Muchas tasas específicas en Brasil y
Costa Rica superaban el 150 por ciento.
Debido a la aversión al comercio o la predilección por el mercantilismo heredado de España, las otras barreras al comercio (las no
arancelarias) de los países latinoamericanos han sido formidables.
Traducidas a su equivalente en aranceles, el promedio llegó
a niveles de entre 200 y 500 por ciento en muchos de estos
países, impidiendo así el aprovechamiento de las ventajas de la
especialización e intercambio, y provocando una perpetua pobreza
generalizada e inhumana. Para aliviar la pobreza, era necesario un
cambio de política o de estrategia de desarrollo. La nueva estrategia
debía revertir el proceso hacia una mayor apertura comercial. Hay
al menos dos explicaciones o tesis del porqué los gobiernos de
los países empobrecidos por el proteccionismo han optado por
los tratados comerciales como parte de la nueva política. 1) Los
gobernantes se convencieron de la eficacia del libre comercio
para aliviar la pobreza y gestar el desarrollo y, además, tienen la
convicción de que es necesario el concurso de los otros países (los
llamados socios comerciales) para que la estrategia funcione. 2)
Los gobernantes del Tercer Mundo no están convencidos de las
bondades y eficacia del libre comercio para aliviar la pobreza y
gestar el desarrollo. En esencia, siguen siendo profundamente
proteccionistas. Al fracasar rotundamente la política de sustitución
de importaciones, estos gobernantes han optado por otra política
proteccionista: la promoción de las exportaciones, con el propósito
de generar empleo en las industrias exportadoras y atraer inversión
extranjera. Creen que se puede aliviar la pobreza de esta manera.
Pero es imposible que todos los países exporten y ninguno importe.
Forzados por esta realidad, han optado por la negociación, por los
tratados comerciales. Es decir, los tratados surgen porque todos los
170
Tratados comerciales
gobiernos quieren vender (quieren que sus productores vendan),
pero ninguno acepta que otro venda en su país si éste no otorga
reciprocidad. De ahí que la única forma de lograr esas ventas es
mediante concesiones mutuas. Los gobernantes del país A serían
inmensamente felices si los del país B les permitieran exportar todo
lo que quisieran sin pedirles, a cambio, que importen desde su país
(claro que, aunque no lo ven así, los más beneficiados serían los
habitantes del país B).
Esta segunda explicación es la más acertada, y está confirmada
por la realidad. En efecto, los TLC que se negocian, nada tienen
que ver con el libre comercio. Son únicamente concesiones recíprocas de preferencias arancelarias que se otorgan entre sí los
gremios de productores de esos países, a través de los gobiernos.
En el caso latinoamericano, se convierten en manifestaciones de
la “viveza criolla”, en las cuales se entremezclan y confunden el
mercantilismo, la insensatez, la inmoralidad y el desdén por los
derechos humanos.
Está claro que para permitirles a los ciudadanos intercambiar bienes
con residentes de otro país no se necesita celebrar tratados, bastaría
con establecer reglas simples y claras, iguales a las que deberían
prevalecer para el intercambio entre residentes de un mismo país.
Las concesiones recíprocas sí las requieren, y por su naturaleza
proteccionista, estos tratados abarcan todos los aspectos imaginables
e inimaginables del comercio: desde procedimientos aduanales,
barreras no arancelarias, propiedad intelectual, leyes laborales, hasta
aspectos ambientales, compras del gobierno, reglas de origen y un
sin fin de aspectos más; la mayoría de los cuales no tienen sentido
ni razón de ser, si de lo que se trata es el intercambio de bienes y
servicios entre individuos. Al final, el documento resultante es un
legajo inmenso, que supera en tamaño a la guía telefónica de las
ciudades más pobladas de los Estados Unidos.
171
La magia y el misterio del COMERCIO
Economía política de los tratados
En el capítulo 3 señalamos que, según Bastiat (1996), para el
trabajador, el político, el periodista, la escasez es la base del bienestar
humano; y que esta perversión viene de observar que el individuo se
enriquece en la medida que vende el producto de su labor a precios
elevados, y los precios se elevan en la medida que el bien escasea.
Al extender esta observación a todos los trabajadores, se obtiene la
teoría de la escasez. Estimulados por esta teoría, los productores
se organizan para crear escasez. La predilección por la escasez, sin
embargo, no es del dominio exclusivo de los gremios empresariales
y sindicales. Es compartida también por los políticos y gobernantes.
Por esta razón, las políticas y leyes de Costa Rica (y de tantos otros
países latinoamericanos) privilegian al vendedor sobre el comprador,
al productor sobre el consumidor, los precios altos sobre los bajos,
la escasez por encima de la abundancia. Los ejemplos sobran. La
sabiduría convencional dice que esta tesitura gubernamental es el
resultado de las distintas fuerzas políticas que existen en la sociedad;
que los productores están bien organizados en distintos gremios y
ejercen una fuerza política abrumadora –los propios gobernantes
suelen ser miembros prominentes de estos grupos– mientras que
los consumidores están dispersos, desorganizados, y, por lo tanto,
carecen de poder político. Por esta razón, prevalecen los intereses
de los distintos gremios de productores, un hecho contrario a los
intereses y bienestar de la sociedad como un todo. Esta observación
es correcta; pero no es suficiente para explicar el predominio
abrumador de la teoría de la escasez en estos países. Existen otros
factores; el más importante de los cuales es el hecho de que tanto
los gobernantes como el resto de la sociedad son exponentes de la
premisa de producción, son produccionistas (vea el capítulo 5).
Los tratados comerciales reflejan este predominio de la teoría de la
escasez en todo el quehacer económico de la sociedad; lo cual implica
el predominio de los intereses de los grupos empresariales sobre los
de los consumidores. El bienestar de estos últimos no cuenta, y los
172
Tratados comerciales
pocos beneficios que obtienen son efectos secundarios o colaterales
de las concesiones que los productores de cada país hacen a los del
otro para poder exportar sus bienes.
El proceso de negociación
De acuerdo con el principio de especialización e intercambio, en lugar
de que dos individuos produzcan los bienes X y Z por separado, uno
se especializa en X, el otro en Z, y luego intercambian. El primero
vende X al segundo y le compra Z; el segundo vende Z al primero y
le compra X. Este intercambio es lo que denominamos comercio, el
cual se caracteriza precisamente por involucrar, en cada transacción,
a un vendedor y un comprador. Así, el mercado está conformado
por vendedores de un lado y compradores del otro; por oferentes
de un lado y demandantes del otro. Sin una de estas partes, no hay
mercado ni comercio. Este es un hecho elemental que se ignora en
los tratados de libre comercio. Para las negociaciones, cada país
envía a representantes de sus productores, los cuales negocian
implacablemente en defensa de los intereses de los gremios que
representan46, y desde posiciones totalmente contrarias a los intereses
de las sociedades que debieran representar o que representan en
forma ficticia y fraudulenta.
¿Cómo se inician las negociaciones? Con una propuesta ultranegativa.
En lugar de que el equipo negociador del país A presente una lista
de todo lo que sus ciudadanos quieren comprar y el del país B, la
46 Los gobiernos, en realidad, envían como negociadores a funcionarios del Ministerio de
Economía o de Comercio Exterior, pero estos, debido al sesgo produccionista del mismo
gobierno, actúan como celosos representantes de los gremios de productores. Durante las
negociaciones, los gremios de productores sitúan a sus otros representantes en el “cuarto
adjunto” al proceso, y ahí llegan los negociadores a informarles y consultarles sobre cada
detalle de las propuestas de los representantes del otro país. En la práctica, entonces, son
los gremios de productores quienes llevan a cabo la negociación.
173
La magia y el misterio del COMERCIO
lista de todo lo que sus productores quieren vender, y viceversa; los
dos equipos presentan una lista de todo lo que no quieren comprar
(es decir, una lista de todo lo que sus productores no quieren que
los productores del otro país vendan barato a los empobrecidos
consumidores de su respectivos países). Para los negociadores (y el
grueso de la población, desafortunadamente), el objetivo del comercio
internacional es el incremento de la producción y la venta al exterior,
y no el incremento del consumo y, por consiguiente, del bienestar
del pueblo. Durante las negociaciones con México, el Triángulo del
Norte (guatemala, El Salvador y Honduras) presentó siete listas de
todo lo que no quería comprar: una por cada país, una por cada dos
países y una consolidada por los tres.
A partir de las listas, la tragicomedia de las negociaciones comerciales
(porque así se puede llamar) continúa, inevitablemente, con una serie
de violaciones a la ética, al sentido común y a los principios de la
economía, en especial cuando la negociación es entre los gobiernos
de un país rico y uno del Tercer Mundo. Como muestra, tenemos el
hecho de que los equipos negocian concesiones arancelarias sobre el
mismo producto. Toman la partida arancelaria, digamos 1006200000,
y cada uno hace una oferta de desgravación sobre esa misma partida.
En una negociación entre los representantes de Costa Rica y México,
esa partida podría ser tequila; y los ticos pedirían una desgravación
lenta de un bien que ni siquiera producen. Una estupidez. Lo lógico
sería que negocien desgravaciones sobre los productos que cada uno
produce y vende con ventaja47. Por ejemplo, si Honduras y México
negocian un TLC y el primero produce el bien 2208700000 con
ventaja, este país debería solicitar una reducción arancelaria sobre
este producto, mientras que México debería solicitar una reducción
sobre el producto 2208700004, el cual produce con ventaja. Es decir,
Honduras debería presentar la lista de aquellos productos a los cuales
47 Esto correspondería con la tesis No.1 del porqué se negocian los tratados.
174
Tratados comerciales
quiere que México les dé acceso, y México debería proponer una
lista (diferente) de productos a los cuales desea que Honduras les dé
acceso. Pero esto no es lo que ocurre.
Acceso a mercados
Con el afán de lograr sus metas mercantilistas de vender (exportar)
lo máximo posible y minimizar las compras (importaciones), los
gremios de productores y sus representantes (los negociadores)
del Tercer Mundo utilizan una serie de argumentos risibles para
solicitar un trato diferenciado, dos de los cuales son: la sensibilidad
y la asimetría. ¿En qué consiste el trato diferenciado? En el acceso
inmediato de los productos del país pobre (Costa Rica) al mercado del
país rico (EE.UU.); pero un acceso retardado y hasta nulo de los bienes
estadounidenses al mercado costarricense. En esencia, pues, consiste
en que aquellos norteamericanos tengan acceso libre e inmediato a los
bienes costarricenses, pero que los costarricenses tengan un acceso
libre a los bienes estadounidenses solo después de un largo período
o nunca. En este punto, vale la pena aclarar que, aunque parezca
increíble, los proponentes de esta aberración son los negociadores y
gobernantes de Costa Rica. Esta es la razón por la cual decimos que
negocian en contra de las sociedades que deberían representar.
Sensibilidad
Antes que un argumento, la sensibilidad, tal como la presentan,
es una definición. Cada país, particularmente el subdesarrollado,
confecciona una lista de bienes y, sin dar mayor razón o explicación,
los declara “productos sensibles”. En estos casos, la razón suele ser
política. La experiencia de los tratados indica que cualquier bien
producido por empresarios con suficiente músculo político puede
alcanzar esta categoría. Con base en este hecho, la Asociación de
Consumidores Libres (una organización costarricense) ofreció dos
posibles definiciones de productos sensibles:
175
La magia y el misterio del COMERCIO
(1) Un producto sensible es aquel cuya desgravación inmediata
implicaría para un grupo selecto de empresarios el no poder
comprar otro yate, otro apartamento en Miami, o no pasar un
mes adicional en Europa con su familia.
(2) Un producto sensible es aquel cuya desgravación inmediata
implicaría para varios miles de familias el poder dormir sin
hambre, por primera vez en muchas años; o alcanzar los niveles
mínimos de nutrición que les permita trabajar o estudiar para
salir de la pobreza.
Cada una de esas definiciones lleva implícita una distinta posición
nacional en la mesa de negociaciones. La primera rima con la posición
usual: exclusiones y desgravaciones lentas; la segunda implica una
posición diametralmente opuesta: apertura total e inmediata.
Asimetría
El argumento de la asimetría ha sido tan popular y, a la vez, tan
especioso, que merece una discusión más profunda. En el 2003, el
negociador oficial salvadoreño del TLC-CAUSA (CAFTA, por sus
siglas en inglés) Eduardo Ayala, señaló: “Centroamérica pretende
obtener una asimetría importante en el programa de desgravación, lo
cual significa que nosotros abriremos menos en más tiempo, mientras
que Estados Unidos lo haría más rápido y de forma inmediata” (EFE
2003). Un ejemplo típico de esa asimetría es el (0-15): EE.UU. abre
su mercado de inmediato y el país centroamericano, gradualmente
a lo largo de 15 años. El argumento presentado en esta negociación
(y en muchas otras) para solicitar esa diferencia en apertura es la
“asimetría” que existe entre la economía de EE.UU. y la de cada uno
de los países centroamericanos: EE.UU. tiene una economía muy
grande; los centroamericanos, una muy pequeña.
¿Cuál es el verdadero significado de “asimetría entre las economías” y
qué relevancia tiene para el intercambio de bienes entre costarricenses
176
Tratados comerciales
(ticos) y estadounidenses? Lo explicaremos por partes. Para empezar,
las economías no comercian; los países, tampoco; solo los individuos.
Del argumento presentado, se intuye que los estadounidenses son
más ricos, en promedio, que los costarricenses; pero este dato es
irrelevante porque lo único importante son las circunstancias de las
personas que entran en relaciones comerciales. Del lado costarricense,
hay dos tipos de estos individuos: los que venden bienes y servicios
(b&s) a los estadounidenses, algunos de los cuales son más ricos que
sus compradores, aun con la asimetría de las economías; y los que
compran b&s estadounidenses.
Cuando los que utilizan el argumento de la asimetría (los llamamos
asimetristas) y los negociadores invocan la fantasía de la asimetría
para pedir (0-15), lo que pretenden es que los ticos que venden b&s
a los estadounidenses tengan acceso inmediato y libre a ese mercado
(vender todo sin aranceles ni otros impedimentos); pero que los ticos
que compran bienes estadounidenses tengan que esperar 15 años para
tener libre acceso a ellos. Ahora, por la lógica asimétrica, la mayoría
de los ticos que compran bienes estadounidenses son más pobres
que los estadounidenses, y más pobres que uno de los dos grupos de
costarricenses que envían bienes a los EE.UU.48 Ante esta realidad,
¿cómo se justifica que tengan que esperar 15 años para lograr los
beneficios que los más ricos logran de inmediato? Lo único justificable
es lo siguiente: que el exportador tico tenga libre acceso inmediato
al mercado estadounidense para que los “gringos” le paguen altos
precios por sus productos y que el ciudadano común de Costa Rica
tenga acceso inmediato a los bienes baratos que el estadounidense le
pueda vender.
Productividades desiguales. El hecho de que los estadounidenses
tengan mayores ingresos que los ticos se debe, en gran medida,
48 En Costa Rica, como en todo país, hay dos tipos de exportadores de un bien: los empresarios,
quienes ponen el capital (Tipo 1), y los trabajadores, quienes ponen la mano de obra en el
proceso de producción (Tipo 2).
177
La magia y el misterio del COMERCIO
a que los estadounidenses, en promedio, son más productivos
que los costarricenses. Pero, lejos de ser un problema o un factor
negativo, como sostienen los asimetristas, esta desigualdad entre las
productividades es una condición sine que non para el intercambio
de bienes y servicios entre ticos y estadounidenses; y lo es tanto
a escala nacional como en el plano individual. A escala nacional,
la desigualdad entre las productividades y los ingresos conduce
a la división internacional del trabajo y al intercambio de bienes.
Adam Smith nos enseñó que es ventajoso para un país (su gente)
especializarse en aquellos bienes que produce con ventaja de costos.
David Ricardo agregó la ley de costo comparativo, según la cual
también es provechoso para un país especializarse en aquellos
artículos que produce con ventaja comparativa. En el contexto del
Cafta, y visto desde el lado costarricense, la traducción de este
concepto (el de las ventajas) equivale a lo antes expresado: la asimetría es necesaria para que los estadounidenses puedan comprar, caro,
los productos vendidos por costarricenses, y para que los millones de
ticos pobres tengan acceso a bienes baratos de Estados Unidos.
En el plano individual, la desigualdad entre las productividades
promueve la división del trabajo y el comercio entre los hombres.
El intercambio de bananos por manzanas entre costarricenses y
estadounidense constituye un buen ejemplo: los costarricenses
son más productivos que los estadounidenses en el cultivo del
banano, y esos norteamericanos, más productivos en el cultivo de
la manzana. El ciudadano común se preguntará: “Si las compañías
transnacionales son las que exportan, ¿cómo se puede decir que
costarricenses y estadounidenses intercambian bananos por manzanas?” He aquí la explicación. La compañía multinacional (productor
de banano Tipo1) exporta la fruta a EE.UU. y recibe dólares. Luego
va al Banco Central, cambia los dólares por colones y paga al
trabajador (productor de banano Tipo 2). Éste toma su paga, va al
supermercado en San José y ahí adquiere manzanas norteamericanas.
En ese momento, ocurre la primera mitad del intercambio, pues el
dinero que entregó por las manzanas representa sus bananos. Del
178
Tratados comerciales
otro lado, en EE.UU., el trabajador (productor de manzanas Tipo 2)
recibe su paga, en dólares, de parte de la empresa manzanera. Luego
se va al supermercado del pueblo y compra bananos cuyo sello dice
Costa Rica. En ese momento, se completa el intercambio, pues el
dinero que entregó por los bananos representa sus manzanas. Así
es como muchos costarricenses y estadounidenses utilizan colones,
dólares, camiones, barcos, supermercados, bancos centrales y
otros “facilitadores” del comercio para intercambiar bananos por
manzanas.
En este punto, es perentorio hacer dos observaciones. Una, sería
una inmensa estupidez, por parte de los políticos o intelectuales
estadounidenses y costarricenses, el utilizar la desigualdad entre
las productividades para prohibir ese intercambio o exigir una
moratoria de 15 años antes de que haya libre comercio entre los
ciudadanos de ambos países. Dos, cuando los asimetristas plantean
el (0-15) lo hacen convencidos de que los exportadores (ellos
mismos, en muchos casos) y los importadores son individuos
distintos; pero, el ejemplo nos demuestra que, en muchos casos,
la persona que exporta (el banano) y la que importa (la manzana)
es, en esencia, la misma, tal como lo ilustran los libros de texto.
Luis Astorga, el conchador de banano, es un productor y exportador
de la fruta (porque el banano contiene su aporte) que exporta con
el fin de comprar (importar) bienes estadounidenses: manzanas,
arroz, lácteos, trigo, vestido. Él es exportador e importador a la
vez, aunque no lo parezca.
¿Qué sucede cuando a ese productor Tipo 2 se le aplica el (0-15) o el
(0-20)? Lo que ocurre es que Luis Astorga (y miles como él) podrá
exportar libremente, realizar la primera parte del intercambio en
entera libertad; pero no podrá completarlo de igual forma, ya que no
podrá importar libremente sino hasta 15 o 20 años después. Durante
ese lapso, recibirá mucho menos lácteos, azúcar, arroz, carnes, por sus
exportaciones; lo cual equivale a un menor ingreso, a una reducción
de su salario. En esencia, los asimetristas condenan a los trabajadores
179
La magia y el misterio del COMERCIO
a la pobreza por 15 a 20 años más. Pero la injusticia no termina aquí.
El dueño de las finca –el exportador Tipo 1 de banano (o azúcar,
lácteos)– exporta la fruta, no con el fin de importar manzanas o arroz
como el trabajador, sino de comprar (importar) viajes a Europa o al
Mundo de Disney. Para él no hay moratoria ni asimetrías; se le aplica
el (0-0); es decir, tiene libre acceso inmediato a los bienes y servicios
que él importa.
Los asimetristas. ¿Quiénes son los proponentes de la desgravación
asimétrica? Son (1) vividores de la política; individuos que han pasado
toda su vida en puestos políticos, viviendo a costa de la población;
(2) burócratas interesados en mantener sus improductivos empleos,
como los necesarios para administrar las desgravaciones asimétricas
y los tratados en general; y (3) pseudo-empresarios acaudalados,
que han amasado sus fortunas con base en el proteccionismo y el
corporativismo (es decir, con base en las transferencias forzadas
desde los bolsillos de los más pobres), dejando una estela de pobreza
en el proceso.
¿Cómo llegan a la conclusión de que 0-15 es bueno para la sociedad
costarricense? Lo hacen interpretando todo al revés. Primero, ubican
el tema en el marco de un comercio entre países, entre Estados Unidos
y Costa Rica, cuando hasta un niño sabe que son los individuos, y
no los países, los que comercian. Segundo, abrazan la premisa de
producción, según la cual los individuos llevan a cabo actividades
económicas con el fin de satisfacer necesidades de producción o
resolver problemas de este tipo. (Pero es lo contrario, pues lo hacen
para satisfacer necesidades de consumo: ¡con el sudor de tu rostro
comerás el pan!). Con base en su premisa equivocada, descartan a
los consumidores de cada bien, y equiparan el interés del país con el
de los productores. Así, cometen dos errores conceptuales de bulto:
(1) Descartar a los consumidores es descartar la riqueza, ya que el
consumo mismo es riqueza; es la razón de ser de las actividades
económicas. (2) Descartar a los consumidores es descartar a uno de los
grupos creadores de riqueza. Todos los individuos económicamente
180
Tratados comerciales
activos son a la vez productores y consumidores. Este segundo error
está omnipresente en el CAFTA.
¿Renegociación? Muchos grupos han pedido la renegociación
del CAFTA, pero en la dirección incorrecta: la de menos libertad
comercial –y más pobreza– para los más pobres. Un buen
entendimiento de la asimetría y de todo lo expuesto aquí, nos indica
que este TLC se debe modificar, pero en la dirección de mayor
libertad comercial inmediata para los costarricenses, todos, y no
solo para los más ricos. Este tipo de modificación, por fortuna,
no requiere de renegociaciones; puede ser un acto unilateral de
cualquier gobierno. Lo único que tienen que hacer los gobernantes
de Costa Rica es indicar a los de Estados Unidos que ha ocurrido
un milagro, que han visto la luz, y que, en vez de 20 años para
desgravar el arroz y los lácteos, 15 años para desgravar el azúcar,
los aceites, la carne de res y la carne de cerdo, y 500 años para
la papa y la cebolla –lo que mataría a su gente–, eliminarán los
aranceles inmediatamente.
Condición de acceso en el TLC-CAUSA
En las negociaciones del TLC-CAUSA naturalmente hubo una sola
mesa (en sentido figurado) y una sola posición de Costa Rica: la de
los productores. En la lucha a muerte por vender y por no comprar
figuraron en forma prominente las sensibilidades y la asimetría. En
cierto momento, los negociadores, aferrados a la primera definición de
sensibilidad, presentaron una lista de productos sensibles que incluía
arroz, papa, cebolla, maíz blanco, lácteos, productos avícolas y porcinos,
entre otros. Como respuesta, los norteamericanos presentaron una que
contenía melones, atún, sardinas, entre otros productos que entraban a
los Estados Unidos libres de impuestos en ese momento.
Con base en los dos argumentos (sensibilidad y asimetría), el sector
político-empresarial propuso tres medidas de trato diferenciado:
salvaguardias, desgravaciones lentas y exclusiones. Diseñada
181
La magia y el misterio del COMERCIO
para negarle al consumidor la mayor parte de los beneficios del
intercambio, las salvaguardias consisten en el incremento sustancial
de los aranceles cuando el precio de un producto de importación
cae por debajo de cierto nivel o cuando los volúmenes importados
exceden un máximo predeterminado. La desgravación lenta consiste
en reducir los aranceles en forma gradual a lo largo de 10, 15 o 20
años. El procedimiento sugerido (y que luego se obtuvo) fue muy
variado según el producto: una reducción proporcional cada año
hasta completar la desgravación total; una desgravación lenta al
principio y más rápida al final; y un período de gracia al principio y
reducción arancelaria lenta durante el resto del período. Además de
la desgravación lenta, hubo exclusiones: papas frescas y cebolla, lo
cual significa que estos nunca serán desgravados, por lo menos en lo
que respecta al comercio con los Estados Unidos.
En el cuadro 10, se detallan, para algunos productos agrícolas y
textiles, las condiciones de acceso al mercado de los Estados Unidos
logradas en el TLC-CAUSA para los consumidores costarricenses, y
las de acceso al mercado costarricense logradas para los consumidores
estadounidenses, según el Ministerio de Comercio Exterior. Estos
resultados de las negociaciones confirman el predominio de los
intereses de los productores y la negación de los derechos de los
consumidores.
El contenido del cuadro 10 no requiere mayor explicación; no
obstante, haremos las siguientes observaciones.
a. La segunda columna del cuadro detalla las condiciones
de acceso de los consumidores de Costa Rica a los bienes
estadounidenses, y la tercera, las condiciones de acceso de
los productores costarricenses al mercado estadounidenses.
La diferencia entre las condiciones negociadas para los dos
grupos de costarricenses es abismal; constituye un testimonio
de la maldad y estupidez de los gobernantes latinoamericanos;
una muestra de lo poco que se ha avanzado desde aquella
tesitura mercantilista de los españoles del siglo XVI.
182
Tratados comerciales
183
La magia y el misterio
del COMERCIO
184
Tratados comerciales
b. Hemos de recalcar un punto importante. El gobernante se
regodea porque consigue un (0-15): acceso inmediato del
productor costarricense al mercado estadounidense, pero
acceso del consumidor costarricense a ese mercado solo
después de 15 años. Lo hace porque piensa únicamente en
el exportador Tipo 1 (el empresario), el cual, a cambio de su
exportación, importa bienes de lujo (v.gr. viajes a Europa);
pero, traicionado por sus subconsciente de colonizador, le
importa un bledo el bienestar del exportador Tipo 2, el peón de
la finca exportadora. Este exporta –el banano, piña, naranja, o
lo que sea– al mercado estadounidense con el fin de importar,
desde ese país, bienes de consumo básico: lácteos, arroz,
partes de pollo, otras carnes; pero no puede. El gobernante
no le permite la importación libre; le niega el beneficio del
comercio; cosa que no ocurre con el exportador Tipo 1. Esto es
cruel, empobrecedor e inmensamente inmoral. Es un crimen.
c. A pesar de lo que intentan proyectar los negociadores y otras
partes interesadas, el conflicto –si se quiere llamar así–, no es
entre los Estados Unidos y Costa Rica; tampoco es entre los
productores norteamericanos y los productores costarricenses;
es entre los productores costarricenses y los consumidores
costarricenses. Los productores de arroz de los Estado Unidos
no perderán absolutamente nada al no permitírseles vender
arroz en Costa Rica; pero los consumidores costarricenses
perderán muchísimo sin el acceso al arroz estadounidense.
d. Los volúmenes de salvaguardia retratan a los gobernantes
de cuerpo entero. Activar la salvaguardia (incrementar los
aranceles) tan pronto los consumidores compran una cantidad
bajísima es una clara indicación del aprecio que se tiene por
los costarricenses que consumen arroz, lácteos y otros.
185
La magia y el misterio del COMERCIO
Los tratados como política comercial
En la introducción de esta parte se señaló que uno de los objetivos
era responder a la siguiente pregunta: si los gobernantes de muchos
países no permiten que sus habitantes practiquen el libre (intercambio)
comercio con todos los demás habitantes de la tierra, ¿cuál debería
ser la política comercial de un determinado país, digamos el país A?
¿Cuál sería la política óptima desde el punto de vista del bienestar
económico de sus habitantes? Una opción era continuar con la política
proteccionista (capítulo 10). La segunda, la de este capítulo, es la
celebración de tratados comerciales, en particular, los mal llamados
tratados de libre comercio (TLC), como los negociados entre los
gobiernos de Costa Rica y Chile, y, ahora, entre Centro América,
República Dominicana y los Estados Unidos. Pues bien, como política
comercial, estos tratados tienen serias limitaciones, las cuales resultan
de la forma de negociarlos o del enfoque y de los objetivos que se
persiguen. El principio de especialización e intercambio que dio vida
al comercio y los mercados es claro: los individuos, en libertad, y
con estricta independencia de su ubicación política, se especializan
en aquellos bienes que producen con ventaja y los intercambian con
los productores de otros bienes. Este intercambio es el comercio, y el
objetivo de todo el proceso es incrementar, con los mismos recursos,
la disponibilidad total de bienes y servicios para el consumo. En el
sistema económico que resulta, cada individuo es productor neto de
uno o pocos bienes y consumidor neto de cientos de ellos.
Los TLC desafían estos principios básicos. Primero, porque son
negociados por los gobiernos desde la perspectiva de país: Costa
Rica–EE.UU., El Salvador–México, Costa Rica–Chile, como si
cada país fuera una unidad monolítica, con una sola posición y
un interés único; o fuera, para cada bien o servicio, únicamente
productor o consumidor, pero no ambos roles simultáneamente. Esto
es absolutamente erróneo, pues no existe tal unidad ni tal posición
singular en el mercado. Hemos señalado que en cada país y para
cada bien o servicio existen dos grupos contrapuestos: los que son
186
Tratados comerciales
productores netos del bien y los que son consumidores netos. Toda
negociación que incremente el precio del bien, favorecerá a los
productores y perjudicará a los consumidores, y toda negociación
que disminuya el precio, tendrá el efecto contrario; por lo tanto,
es imposible que las negociaciones favorezcan a los dos grupos
antagónicos.
Segundo, porque en consonancia con el primer defecto, existe una sola
mesa de negociación para cada producto y cada aspecto comercial por
tratar, lo cual indica que solo uno de los dos grupos antagónicos puede
estar representado: el productor o el consumidor. En este punto, surge la
siguiente pregunta: si el gobierno del país A se viera forzado a celebrar
una negociación de este tipo y solo pudiera representar, en todos los
casos, a uno de los dos grupos antagónicos (porque solo hay una mesa),
¿a cuál de los dos (el productor o el consumidor) debería representar,
si su objetivo, aun bajo esas circunstancias, fuera el bienestar de la
sociedad como un todo? Veamos. En el capítulo 3 quedó ampliamente
demostrado que la política comercial no debe proteger al productor
ni perjudicar al consumidor; sin embargo, los gobiernos de los países
subdesarrollados defienden, a muerte, los intereses del productor Tipo
1 y castigan severamente a los consumidores (productor Tipo 2), tal
como quedó demostrado con la diferencia entre el acceso de cada
grupo al mercado estadounidense (cuadro 10).
Ahora, el intercambio es una calle de doble vía; los bienes fluyen
en ambas direcciones; por consiguiente, no es lógico ni sensato que
exista una sola mesa de negociaciones con una sola posición de cada
país. Lo más lógico y compatible con los derechos humanos es que
en lugar de una sola mesa de negociación, en la cual se sientan los
productores del país A de un lado y los del país B del otro, haya dos
mesas: una para los productores del país A y los consumidores del país
B; otra para los consumidores del país A y los productores del país B.
En una, los consumidores negociarían con los productores del otro
país para comprar todo lo que ofrezcan barato (a menor costo del que
enfrentan en ese momento); en la otra, los productores negociarían
187
La magia y el misterio del COMERCIO
con los consumidores del otro país para venderles todo aquello por
lo cual pagarían un precio por encima de sus costos de producción.
De esta forma, los residentes de cada país terminarían vendiendo
aquellos bienes y servicios que producen con ventaja y comprando
los bienes y servicios que los demás producen con ventaja para ellos;
tal como dictan los principios del comercio internacional.
¿Por qué no ocurre lo lógico? ¿Por qué cuando hay una sola mesa y
una sola posición del país, los gobernantes asumen la posición del
productor y no la del consumidor? ¿Por qué, en vez de una mesa
y una posición, no se utilizan dos mesas para así acomodar las dos
posiciones antagónicas? La respuesta más directa y obvia es que esas
acciones son incompatibles con los objetivos y motivaciones de los
gobernantes. El objetivo que se persigue en estas negociaciones no
es el bienestar de la sociedad, sino la promoción de exportaciones (y
el empleo y las ganancias que se generan en estas actividades) y la
disuasión de las importaciones, que son las que realmente generan el
bienestar de la sociedad. En el primer caso –el de una sola mesa–, el
asumir la posición de los consumidores equivaldría a proponer el libre
comercio como política comercial, ya que el interés del consumidor
implica obtener siempre los bienes y servicios más baratos (de la
misma calidad); y esto es lo que ofrece el libre comercio: se importa
lo que los demás producen más barato y se consume lo que los
domésticos producen más barato que los extranjeros. Exactamente
lo mismo ocurriría si en vez de una mesa de negociaciones hubiera
dos. Los consumidores obtendrían y consumirían solo los bienes más
baratos; solo los que se producen con ventaja de costos, tanto en el
exterior como en el país. Además, las negociaciones probablemente
se completarían en un día en lugar de varios años.
Evaluación económica
El sistema de especialización e intercambio es el verdadero generador
de riqueza, y lo hace mejor cuando los seres humanos son libres para
tomar sus propias decisiones en cuanto a qué producir y con quién
188
Tratados comerciales
intercambiar sus bienes y servicios. Cuanto menos libres sean para
tomar estas decisiones, más pobres serán. Desde el punto de vista
individual, el objetivo de la actividad económica siempre será el
de satisfacer una necesidad de consumo, ya sea la propia o la de
otros; nunca es para satisfacer una necesidad de producción, porque,
entonces, no sería una actividad económica. Desde el punto de vista
de la sociedad, el objetivo del conjunto de actividades económicas es
maximizar la riqueza generada con una dotación limitada de recursos;
es decir, maximizar la cantidad de bienes y servicios generados con
esos recursos. y el comercio internacional le permite a cualquier
sociedad incrementar la riqueza generada por sus recursos más
allá de la producción nacional. Cuanto más libre sea el comercio
internacional, mayor es la riqueza generada.
Estos son los parámetros que se deben utilizar para determinar el
mérito económico de los tratados comerciales. y cuando se comparan
los resultados de dichos tratados con lo que es posible lograr y, sobre
todo, con el libre comercio, se llega a la conclusión de que su mérito
económico es muy pobre. No podría ser de otra manera, dado que los
tratados de marras se negocian a espaldas de los principios básicos
que guían el comercio y le dan vida. Seguidamente, dos muestras de
su pobre mérito económico. Una, las desgravaciones lentas postergan
innecesariamente los beneficios del comercio que tanto necesita
la población de los países poco desarrollados. Cuando se firma un
tratado en el cual el gobierno de los Estados Unidos acepta recibir
productos costarricenses, sin dilación y libres de aranceles, mientras
que el de Costa Rica exige recibir productos estadounidenses
desgravados solo después de 15 o 20 años, los estadounidenses se
benefician mucho; los costarricenses pierden durante todo el período
de desgravación. ¿Por qué? Porque los estadounidenses tienen acceso
inmediato tanto a sus propios bienes como a los de Costa Rica, en
tanto que los costarricenses tienen acceso libre solo a los bienes
producidos en Costa Rica, cuando no son de exportación. Cuando lo
son, el costarricense tiene acceso solo a los rechazos, a la parte que
no reúne las calidades requeridas por el mercado internacional.
189
La magia y el misterio del COMERCIO
Dos, en lugar de la desgravación lenta, los gobiernos prefieren excluir
algunos productos de las negociaciones. Estos suelen ser bienes que
se producen en el país a pesar de que los productores carecen de
una ventaja de costos –los productores del otro país son los que
tienen esa ventaja. En la negociación del TLC con Chile, después
de que los agricultores amenazaron con bloquear todo el país, el
gobierno costarricense excluyó del tratado el pollo, cerdo, lácteos
y otros bienes que se producen con clara desventaja comparativa.
Chile descartó trigo, aceites, azúcar, cebolla, papa. Pero aquí no
termina el disparate. Estos países también eliminaron rubros que
producen con ventaja. Por ejemplo, los silvicultores costarricenses
cuentan con clara ventaja en la producción de maderas tropicales;
los chilenos, en pino. Sin embargo, decidieron excluirlos del tratado.
En el TLC entre República Dominicana y Costa Rica, se excluyó
el ron, un producto que los dominicanos generan con clara ventaja
de costos y calidad. Estas acciones constituyen una clara negación
del principio de especialización e intercambio, una regresión hacia
el proteccionismo empobrecedor, lo cual limita en gran medida los
beneficios potenciales de los tratados.
Aun así, los tratados suelen resultar mejores que el proteccionismo que
existía antes de celebrarse las negociaciones, porque logran, aunque
de manera dificultosa, reducir barreras comerciales entre residentes de
los países socios del tratado, incrementando el intercambio (comercio)
y el bienestar. Después de la entrada en vigencia de cada tratado, la
apertura entre los países involucrados incrementa (aunque muy disímil
a través de los sectores), aunque a veces la apertura con países ajenos
al tratado se reduce. Esto ocurre cuando los países firmantes armonizan
sus aranceles externos hacia arriba. Por ejemplo, si Centroamérica
firmara un tratado con México y el arancel de las partes negras del
pollo variara, antes del tratado, entre 20 por ciento en uno de los cinco
países y 300 por ciento en otro, y decidieran unificar el arancel en 200
por ciento, se reduciría el comercio (de pollo) en todos los países que
tuvieran un arancel inferior a 200 por ciento. A este efecto negativo se
le conoce como desviación del comercio.
190
Tratados comerciales
Evaluación moral
Una de las características más sobresalientes de los tratados
comerciales es su alta carga de inmoralidad. Su esencia misma
consiste en negar los derechos de propiedad de los ciudadanos. En
un verdadero estado de derecho, en cualquier sociedad de gente
decente, todos los individuos tienen los mismos derechos ante la ley.
En el campo económico, todos tienen igual libertad para producir
(escoger la actividad económica de su preferencia) bienes o servicios
e intercambiarlos por otros producidos en cualquier parte del mundo.
Bajo esta premisa, resulta improcedente, inmoral y denigrante que
un gobierno firme con otro un tratado en el cual se establece que
ciertos productores pueden comerciar libremente –importar todos
los insumos que requieran y exportar sus productos– mientras que
otros, los que más lo necesitan (los que consumen esos bienes pero
producen otros) deben esperar 15 años para ejercer los mismos
derechos. Durante ese período habrá una transferencia anual de
riqueza de los consumidores a los productores de algunos bienes, lo
cual equivale a confiscar la propiedad de miles de pobres; un acto
verdaderamente inmoral.
Al remover el obstáculo que representa el derecho de propiedad,
todo se torna negociable. Un gobierno puede, por ejemplo, ofrecer el sacrificio de una actividad o de un grupo de ciudadanos a
cambio del beneficio de otra actividad o de otros ciudadanos, si
así lo cree conveniente, por las razones que fueren. Al término de
las negociaciones del TLC-CAUSA, algunos productores centroamericanos alegaron que fueron sacrificados a cambio del beneficio
de otros sectores productivos. En Costa Rica se insinuó que a cambio
de la exclusión de papas y cebollas, los negociadores ofrecieron la
apertura de otras actividades.
Conclusión
Si evaluamos el tratado comercial firmado con los Estados Unidos
con base en todo lo expuesto hasta aquí, tendríamos que concluir
191
La magia y el misterio del COMERCIO
que fue un rotundo despropósito (una oportunidad perdida). Esto,
afortunadamente, es corregible. Lo único que tiene que hacer el
gobierno es lo señalado unas páginas atrás: declarar la apertura total e
inmediata de todos los mercados costarricenses, en forma unilateral.
Esto sería aceptable para los Estados Unidos. y para Costa Rica sería
inmensamente más beneficioso que lo negociado en el marco del
TLC-CAUSA.
192
12
APERTURA UNILATERAL
Uno de los objetivos de esta cuarta parte es señalar, sin lugar a
dudas, cuál sería la política óptima para un país, desde el punto de
vista del bienestar económico de sus habitantes, si los gobernantes
de muchos o de todos los otros países no permitieran que sus
ciudadanos practiquen el libre (intercambio) comercio con todos
los demás habitantes de la tierra. Hasta ahora hemos discutido
dos opciones: el proteccionismo (capítulo 10) y los mal llamados
tratados de libre comercio, TLC (capítulo 11). Este capítulo se
ocupa de la tercera: la apertura unilateral. ¿En qué consiste esta
política? En el capítulo anterior, se señaló que para modificar
el tratado comercial firmado con los Estados Unidos, lo único
que debían hacer los gobernantes de Costa Rica es indicarle al
gobierno de los Estados Unidos que había ocurrido un milagro,
que habían visto la luz, y que en vez de 20 años para desgravar el
arroz y los lácteos, 15 años para desgravar el azúcar, los aceites,
la carne de res y la carne de cerdo, y 500 años para la papa y la
cebolla –todo lo cual empobrecería a su gente más necesitada–,
abrirían el mercado costarricense inmediatamente. Pues bien, de
eso se trata. La apertura unilateral es una política comercial que
consiste en respetar el derecho de propiedad de los habitantes
de un país, permitiéndoles el libre intercambio de sus bienes
con otros individuos, sin importar su nacionalidad o ubicación
geográfica, y sin esperar que otros gobiernos hagan lo mismo con
sus ciudadanos.
¿Cuál es la justificación de esta política? ¿Por qué abrir unilateralmente? La respuesta de John Blundell (2003) es categórica:
“porque lo económico es claro. La ventaja comparativa, que es
193
La magia y el misterio del COMERCIO
el principio definidor del comercio internacional, aplica para un
país independientemente de los aranceles impuestos por sus socios
comerciales. Los términos del comercio, simplemente, no necesitan
ser recíprocos49. La búsqueda de tales acuerdos es, en la actualidad,
un disuasivo a la apertura del mercado mundial. Todo ese chalaneo
en la OMC es, en gran medida, una pérdida de esfuerzo. Resulta
mucho mejor reducir los aranceles de una vez, independientemente
de cómo operan otras naciones. El libre comercio se puede lograr sin
relajaciones iguales. Tenemos dos vívidos y contundentes ejemplos
de lugares aislados que están floreciendo con el libe comercio
unilateral: Singapur y Hong Kong.”
Antecedentes de la apertura unilateral
La lectura de los antecedentes del proteccionismo (capítulo 10)
deja la sensación de que el mundo siempre ha sido proteccionista,
en mayor o menor grado, a partir del siglo XVII. Afortunadamente,
eso no es cierto. Durante este último período de la historia (post
siglo XVII), varios países han ensayado el libre comercio a pesar
del proteccionismo practicado por casi todos los demás. Los
ejemplos señalados por Blundell no son los únicos. También
figuran Gran Bretaña, Mongolia y Chile, entre otros.
Inglaterra. La Corn League (Liga del Maíz) se fundó en 1838 por
Richard Cobden y John Bright, en Manchester. Su objetivo inicial
era derogar la ley que restringía la importación de maíz, pero pronto
demandaron la eliminación unilateral de todas las restricciones al
libre movimiento de bienes agrícolas e industriales entre Bretaña
y el resto del mundo. A partir de 1843, sus reuniones se llevaron
49 yo agregaría, como aclaración, que la única reciprocidad necesaria es entre individuos que
intercambian sus bienes.
194
Apertura unilateral
a cabo en Londres y a través de toda gran Bretaña. Durante
siete años, los librecambistas organizaron mítines, reuniones,
conferencias públicas y debates en todo el ámbito territorial de
gran Bretaña. Publicaron libros y folletos que fueron distribuidos
por miles; y, mediante procedimientos muy inteligentes, lograron
la elección al Parlamento de proponentes del libre comercio. El
gobierno Conservador se resistió hasta 1845, cuando las condiciones climáticas adversas causaron una hambruna. En enero
de 1846, el primer ministro Robert Peel abolió las restricciones
al comercio agrícola, y el 25 de junio de 1846, el libre comercio
unilateral se convirtió en ley de Gran Bretaña. Duró hasta finales
del siglo, bendiciendo a los británicos con paz y prosperidad sin
precedentes.
Según Blundell (2003), esta reducción de aranceles fue la
acción más intrépida de la historia económica de gran Bretaña.
La reducción de todos los aranceles causó un salto inmenso
del comercio. La creación de una economía mundial integrada
–la globalización– se remonta a esta decisión de Peel de actuar
unilateralmente, dice Blundell. Si él hubiera esperado a que otras
naciones fueran recíprocas con su decisión, nada habría pasado.
Naturalmente, la decisión de Peel era impopular. En la Cámara
de los Lores, el grupo de los terratenientes sintió furia y alarma;
temía que los alimentos extranjeros más baratos destruyeran
la agricultura británica –y sus rentas. Todas las industrias se
quejaron, diciendo que el libre comercio era "injusto", y exigían
un terreno de juego parejo. ¿Qué pasó? Tan pronto bajaron los
aranceles generales, surgieron toda clase de posibilidades hasta
ese momento no descubiertas. Muy pronto se dieron cuenta de que
las ovejas podían transportarse desde Australia y Nueva Zelanda.
Argentina contribuyó con la carne de res. Canadá y EE.UU.
enviaron sus cosechas. y ¿la agricultura británica se derrumbó?
No. Se adaptó. El fisco temía el derrumbe de los ingresos
provenientes del arancel al maíz y otros cobros aduanales, pero
195
La magia y el misterio del COMERCIO
el volumen de comercio más bien incrementó sus ingresos. “Me
parece que esta es una lección que cada generación debe re-aprender”
(Blundell).
Hong Kong. Esta es una ex-colonia británica que fue arrendada
a China en 1898 por 99 años. Tiene un área de 1.074 km2 y una
población de unos 6 millones. Su libertad comercial o apertura
unilateral durante el período colonial que terminó en 1997 se
refleja en el hecho de que casi no había aranceles o impuestos
aduanales, ni subsidios, ni otros privilegios a la exportación
(Friedman 1996). La tasa arancelaria promedio (TAP) pasó
del 0,7 por ciento en 1975 a 0,3 por ciento en 1993-95; y, en
1995, la suma de importaciones y exportaciones representó un
295 por ciento del PIB (en Costa Rica, solo el 81 por ciento).
¿Causó pobreza esta apertura unilateral? Definitivamente no; más
bien generó riqueza a raudales. En 1995, el PIB per-cápita fue
de US$ 22.990 (comparado con menos de US$ 3.000 en Bolivia,
Honduras, Nicaragua), y el crecimiento real promedio durante
1985-95 fue de 4,8 por ciento.
Singapur. Esta es una pequeña isla unida a Malasia peninsular por
un puente elevado. A pesar de contar con tan solo 622 Km2, alberga
alrededor de 2,8 millones de habitantes. Su libertad comercial
o apertura unilateral se refleja en el hecho de que casi el 99 por
ciento de todas las importaciones están exentas de impuestos; la
TAP durante 1993-95 fue de tan solo 0,2 por ciento; y la suma de
importaciones y exportaciones (el comercio), en 1995, representó el
423 por ciento del PIB. En lugar de pobreza, esta apertura unilateral
generó mucha riqueza. El PIB per cápita fue de US$ 26.730 en
1995 (comparado con menos de US$ 7.000 para Argentina, Brasil,
México; países que la superaban en 1950), y el crecimiento real
promedio durante 1985-95 fue de 6,2 por ciento.
Chile. Desde 1973, la política comercial chilena ha sido la
apertura unilateral, lo cual es un reflejo de la filosofía de los
economistas responsables de la política comercial durante el
196
Apertura unilateral
régimen militar. Ellos estaban convencidos de que la apertura
comercial y la desregulación en general de la economía traería
mucho bienestar al conjunto de la sociedad, independientemente
de lo que ocurriera en el resto del mundo.
Esta política comercial se caracteriza por su amplitud, velocidad
y principio de neutralidad de la política económica. En efecto, los
aranceles se redujeron desde un promedio superior al 90 por ciento
en 1973 hasta un 10 por ciento uniforme en junio de 1979. El arancel
uniforme para todo el conjunto de importaciones significa que los
incentivos y políticas económicas son iguales para el conjunto
de las actividades productivas. Una significativa excepción a
este enfoque fueron las actividades agrícolas tradicionales (trigo,
azúcar y aceites). Junto a la reducción arancelaria, se desmanteló
el conjunto de instrumentos de política comercial que estaban
vigentes en septiembre de 1973 (cuotas, prohibiciones, depósitos
previos, entre otros). Además, el tipo de cambio se mantuvo fijo
desde junio de 1979 hasta mediados de 1982, periodo en el cual se
adoptó un enfoque monetario de balanza de pagos en la conducción
de la política económica.
Durante 1982-1984, Chile vivió una profunda crisis económica que
obligó al gobierno a tomar medidas de corto plazo, entre ellas, el
incremento de aranceles a las importaciones y el empleo de una
banda de precios como excepción puntual a la política de arancel
uniforme. Las autoridades que asumieron la conducción económica a
partir de 1990 reconocieron la necesidad de continuar con el proceso
de apertura y desregulación unilateral, y avanzaron de manera
significativa en áreas tradicionales, tales como aranceles y medidas
no arancelarias, pero de manera prioritaria en ámbitos como servicios
financieros (especialmente bancarios), de telecomunicaciones e
infraestructura (puertos, aeropuertos y carreteras). También se hizo
un gran esfuerzo para incrementar la apertura comercial en favor de
sus exportaciones en los diversos foros internacionales y mediante
todos los medios disponibles. Este esfuerzo ha sido calificado como
197
La magia y el misterio del COMERCIO
“lateral” por basarse en la apertura unilateral, multilateral, regional,
y bilateral50 (Sáez y Valdés 1999).
En 1991 se rebajaron los aranceles desde un 15 a un 11 por
ciento; y en 1998 fue aprobada por el Congreso una propuesta de
reducción de 5 puntos adicionales en un período de 5 años. De esta
manera, el nivel del arancel uniforme aplicable a las importaciones
provenientes de países con los cuales Chile no había suscrito
acuerdos de libre comercio era de solo un 6 por ciento en 2004; y
el arancel promedio aplicado por el país (la TAP) era alrededor del
2,3 por ciento (www.ccs.cl/html/informe_economico.htm).
La apertura unilateral aplicada por Chile a partir de mediados
de la década del 70, contribuyó al acelerado crecimiento de sus
exportaciones tanto tradicionales como no tradicionales, y a la
diversificación en términos de productos y mercados de destino.
También convirtió a Chile en uno de los países con mayor crecimiento
sostenido en el tiempo. Durante 1987–1996, 10 años consecutivos,
se registró una tasa de crecimiento anual promedio cercana al 7,9 por
ciento, lo que redujo la pobreza en ese mismo período en un 50 por
ciento; bajó del 45 por ciento al 23 por ciento.
50 Los tratados comerciales son completamente válidos cuando sirven para ampliar el
comercio más allá de la apertura unilateral de un país. Si el país A practica la apertura
unilateral, y el gobierno del país B le solicita celebrar un acuerdo comercial, sería
perfectamente válido que el gobierno del país A aceptara, siempre que eso no implique
un retroceso de su apertura unilateral; siempre que no implique menos apertura o menos
comercio para ese país A. Este ha sido más o menos el espirito de los tratados comerciales
celebrados por Chile. Al respecto, Sáez (2004) señala que “los acuerdos suscritos cumplen
dos funciones esenciales: a) contribuyen a una apertura comercial reciproca que permite
aprovechar mejor las ganancias de la apertura unilateral y del comercio; y b) tienen como
función reducir los costos de transacción de las relaciones económicas internacionales,
especialmente en la actualidad, dada la complejidad que han alcanzado, ya que proveen
un conjunto de reglas aplicables a sus miembros que entregan estabilidad, estimulan la
transparencia a través de obligaciones específicas y aseguran su cumplimiento a través de
instrumentos vinculantes que reducen los incentivos de desviarse de las reglas, al aumentar
los costos de las desviaciones respecto de las prácticas acordadas.
198
Apertura unilateral
El crecimiento sostenido ha permitido un mejoramiento importante
de las condiciones de vida de todos los estratos de la población
chilena. Los datos correspondientes a la evolución real de los
ingresos generados directamente por las personas, según quintiles,
entre 1987 y 1996, indican que el ingreso promedio de los hogares
aumentó en un 58,5 por ciento en el país. Este incremento, que
alcanzó a los distintos estratos, fue un tanto superior en los quintiles
más pobres (cada quintil contiene el 20 por ciento de la población
en estudio). Así, los hogares del primer quintil –el 20 por ciento
más pobre– aumentan sus ingresos en un 61 por ciento, del segundo
quintil, en un 66 por ciento, y del quinto quintil –el 20 por ciento
más rico–, en un 56,1 por ciento.
La apertura unilateral como política comercial
No cabe duda de que lo óptimo para todos los habitantes del planeta
es el libre comercio entre ellos –no “entre todos los países”, porque
estos no son los que comercian– pero esto no va a ocurrir mientras
existan gobernantes dispuestos a violar los derechos humanos
básicos de los ciudadanos. En estas circunstancias, ¿cuál es la
política óptima, para un país en particular, desde el punto de vista del
bienestar económico de sus habitantes? La respuesta inequívoca es: la
apertura unilateral, porque ésta es superior a todas las otras políticas
examinadas o discutidas aquí, tanto desde el punto de vista moral
como económico. Cualquier esquema o política que permita a un
grupo humano explotar tanto sus propias ventajas como las ventajas
de otros, tiene que ser superior a las políticas que posibilitan menos
que eso o que hagan lo contrario; tal es el caso del proteccionismo y
de los tratados de libre comercio (TLC).
Evaluación moral
Todos los seres humanos son consumidores de bienes y servicios
(si no, perecerían) y toda la población económicamente activa es
199
La magia y el misterio del COMERCIO
productora de algún bien o servicio. La etiqueta de productor no
es exclusiva del empresario; todos los trabajadores –oficinistas,
taxistas, peones agrícolas, periodistas, limpiabotas, recolectores
de basura– son productores. Cada uno produce algo. Asimismo, la
conductora del hogar o ama de casa es productora: es la gerente de
la unidad familiar que combina los bienes de consumo con trabajo y
otros insumos para producir bienestar, en forma de nutrición, salud,
educación. Ahora, todos estos productores son seres humanos; por
lo tanto, son acreedores de derechos humanos básicos. Uno de ellos
es el derecho a la libertad económica, el cual incluye el derecho a
intercambiar bienes y servicios (comerciar) con otros seres humanos
que vivan dentro o fuera de las fronteras nacionales. Una política
comercial no es moralmente aceptable si no respeta este derecho y si
hace distinción entre productores.
Comparación con el proteccionismo. El proteccionismo no pasa esta
prueba, particularmente porque es una expresión del colectivismo, lo
cual significa que los seres humanos no tienen derechos individuales
preestablecidos; solo tienen los que los gobernantes reconocen en
un momento dado. Así, el derecho de propiedad del individuo sobre
sus bienes se convierte en un privilegio que puede ser retirado en
cualquier momento, según la conveniencia del gobernante. En
el caso del proteccionismo, el gobernante le niega el ejercicio del
derecho de propiedad a un grupo –entre el cual están los potenciales
importadores de ciertos bienes– pero se lo autoriza o consiente a otro
(a los exportadores de esos y otros productos). El proteccionismo no
respeta la igualdad ante la ley.
Para paliar el problema moral del proteccionismo, se suelen justificar
las barreras a la importación con el argumento de que en otros países
existen, por ejemplo, subsidios que perjudicarían al productor nacional
(costarricense) si su efecto no fuera anulado por medio de medidas
proteccionistas. Pero este argumento solo tendría validez en un
mundo produccionista, donde el objetivo (equivocado) de la actividad
económica es resolver problemas de producción y no de consumo.
200
Apertura unilateral
Aun si se ignorara este detalle, el problema moral persistiría, pues
lo que hace es violar los derechos de los nacionales para compensar
las violaciones de los derechos de los extranjeros; pero los derechos
individuales de los nacionales no pueden depender de las violaciones
de esos derechos allende las fronteras. Los derechos simplemente
son; le corresponden al individuo por el simple hecho de pertenecer
al género humano. Lo único moralmente aceptable es que todos los
individuos sean iguales ante la ley (costarricense); lo cual se traduce
en el libre comercio para todos; en el libre comercio unilateral.
Comparación con tratados comerciales. En lo moral, los TLC
son inferiores porque también son una expresión del colectivismo;
la negociación de los tratados en sí implica la inexistencia de los
derechos individuales, en especial, el derecho de propiedad. Una
clara expresión de esta inmoralidad colectivista es la exigencia
de reciprocidad, la cual, con frecuencia, se plantea de la siguiente
manera: “si los países desarrollados no abren sus mercados, Costa
Rica debe mantener el suyo cerrado”. Esta obra se intitula Si no se
abre, no me abro, y se desarrolla así. El político latinoamericano
le dice a su homólogo de la Unión Europea, por ejemplo: “Si no
permite que mi productor de banano venda libremente en su mercado,
yo no permitiré que su productor de leche venda libremente en el
mío51.” Esto significa: “Si usted es tan malo como para impedir que
sus acaudalados consumidores se aprovechen del banano barato que
venden mis productores, yo le enseñaré que puedo ser más vil y
despreciable que usted, e impediré que mis famélicos y empobrecidos
consumidores se aprovechen de la leche barata que venden sus
productores.” Así, los consumidores de los bienes involucrados
(productores de otros bienes) son tratados como una despreciable
pelota de fútbol política. El más rancio colectivismo.
51 El planteo es peor si tomamos en cuenta un hecho: que los representantes de los países
(de los gremios de productores) negocian rebajas arancelarias sobre el mismo producto,
aunque uno de los dos no produzca el bien o lo haga con clara desventaja.
201
La magia y el misterio del COMERCIO
La única política comercial que respeta el derecho de propiedad y la
libertad económica de los individuos –y trata a todos por igual– es la
apertura unilateral y, por tanto, es la única moralmente aceptable. El
proyecto de ley para declarar la apertura unilateral empezaría de la
siguiente manera:
Artículo 1°- Todo costarricense tiene el derecho a decidir qué
producir y dónde y a quién venderlo; así como qué consumir y
dónde y de quién comprarlo. El productor de un determinado bien
no posee la potestad ni la autoridad para impedir que el consumidor
ejerza su legítimo derecho a obtener ese bien de la fuente de su
preferencia.
Evaluación económica
Aun en ausencia del libre comercio a escala regional o mundial, la
apertura unilateral es la política comercial óptima para cualquier
país porque, en comparación con el proteccionismo o los tratados
comerciales, es la que más propicia la explotación de las ventajas
tanto de los nacionales como de los extranjeros; es la que estimula
mayor división del trabajo, especialización, intercambio (comercio)
y creación de riqueza. Para verificar esta superioridad, basta con
preguntar cuál es la óptima reacción comercial de un país ante la
imposición de un arancel externo. Ilustremos. Supongamos que existe
libre comercio entre los habitantes de todos los países del mundo que
desean hacerlo y que, en ese escenario, hay costarricenses exportando
piña a Francia. Si un día el gobierno francés decidiera imponer un
arancel a la importación de piña procedente de Costa Rica, ¿qué
debería hacer el gobierno costarricense más allá de pedirle al gobierno
francés que rectifique? Nada. Imponer, como represalia, un arancel a
la importación de cualquier producto que los costarricenses importan
desde Francia (como se haría bajo las otras políticas), además de
inmoral, solo empeoraría las cosas. Por ejemplo, si se impusiera (o se
incrementara) un arancel a la importación de vino francés, sufrirían
todos los costarricenses que consumen o utilizan ese producto, y
202
Apertura unilateral
no mejoraría la situación de los exportadores de piña. En vez de
disminuir, el problema aumentaría.
Veámoslo de otra manera. Reisman (1996) señala que, como
principio, el precio de un bien tiende a ser igual a través de todo
el mundo, excepto por los costos de transporte. La diferencia
entre los precios de un bien en dos localidades es igual al costo de
transporte. La existencia de un arancel hace que el precio del bien
en dos mercados difiera por un margen mayor –eso es, por la suma
de los costos de transporte entre los dos mercados más el monto del
arancel. El hecho de que el arancel tenga el mismo efecto sobre la
diferencia de precios entre mercados que el costo de transporte, y
que pueda ser analizado como equivalente a costos de transporte
adicionales, implica que un país debe beneficiarse de una política
de libre comercio aun si adoptara esta política en forma unilateral, y
sus ciudadanos tuvieran que seguir vendiendo sus bienes en países
que mantienen barreras al comercio. Esto es así porque una política
de libre comercio unilateral equivale analíticamente, en sus efectos,
a una caída de los costos de transporte hacia el país, mientras el
costo de transporte desde el país se mantiene igual.
En la naturaleza del caso, los habitantes de un territorio deben
beneficiarse cada vez que se reduzca el costo de transportar bienes
hacia ellos, y no tiene ninguna relevancia el hecho de que ese costo
sea menor que el costo de transportar bienes desde ellos hacia otras
latitudes. Si, por ejemplo, fueran tan afortunados de vivir en un
territorio hacia cuyas costas sopla el viento en forma predominante
o viajan más rápido las olas, de manera que los costos de transporte
hacia ese territorio fueran menores que los costos desde él hacia el
exterior, siempre se beneficiarían de esa realidad. El hecho de que
no sea igualmente barato hacer que sus bienes lleguen a otros, no
les anula la ventaja de recibir bienes a un menor costo de transporte.
Sería inmensamente absurdo de su parte demandar que el costo de
transporte hacia ellos se eleve artificialmente (como echarle arena a
los barcos) para que sea igual en ambas direcciones.
203
La magia y el misterio del COMERCIO
Esta situación es exactamente igual a la de una política de libre
comercio unilateral o a la de un país con aranceles más bajos que
los de sus socios comerciales. Insistir en que el país de uno tenga
aranceles siempre que los tengan los países hacia los cuales exportan
sus ciudadanos, o que tenga aranceles tan elevados como los de esos
países, es equivalente a demandar un incremento en los costos de
transporte hacia el país solo porque los costos de transporte hacia el
exterior son más elevados.
Comparación con las otras políticas comerciales. El proteccionismo es inferior simplemente porque impide la explotación de las
ventajas, tanto de los nacionales como de los extranjeros; ventajas
en cuya explotación está basada la creación de riqueza. Los TLC son
económicamente inferiores a la apertura unilateral por las siguientes
razones: 1) En ellos, se insiste, erróneamente, en la reciprocidad
como requisito para la liberación52. 2) Esa reciprocidad puede
significar cualquier cosa; desde la exclusión de bienes de los tratados
(cero liberalización del comercio) hasta desgravaciones lentas de 15
a 20 años, lo cual implica menos especialización, menos explotación
de las ventajas comparativas, menos comercio y menos creación
de riqueza. 3) Las negociaciones son lentas, tediosas y caras; y la
administración de los tratados, muy costosa. Además, esos tratados
suelen restringir el comercio –y limitar la generación de riqueza– a
través de estipulaciones como las reglas de origen y composición de
los bienes. 4) Las negociaciones suelen incluir una serie de aspectos
52 ¿De dónde viene esta idea? John Blundell la rastrea hasta un evento de hace más de un
siglo. Dice: “Creo que puedo rastrear el colapso de las negociaciones comerciales de la
Organización Mundial del Comercio hasta un error intelectual crucial: Culpo, por la mayor
parte de los problemas, a una reunión entre Richard Cobden y Henri Charpentiere, hace
150 años. Los dos eran hombres buenos y sabios. Los dos cometieron un inmenso error.
Cobden estaba al servicio del gobierno Liberal de gladstone, Charpentier era el agente de
Napoleón III. Su misión era crear un área de libre comercio entre Francia y Bretaña. Desde
aquellas deliberaciones fatales, el supuesto ha sido que la liberalización del comercio tiene
que ser mutua.”
204
Apertura unilateral
ajenos al intercambio de bienes y servicios entre individuos, como los
laborales, ambientales, de inversión, de compras del gobierno, etc.
¿Y el impacto fiscal? Si la apertura unilateral se hace como una
reducción generalizada de aranceles en lugar de su eliminación,
el impacto fiscal puede ser insignificante o incluso positivo, como
ocurrió en gran Bretaña. Si se hace mediante la eliminación total de
aranceles y otras barreras al comercio (como debe ser), entonces los
ingresos en las aduanas desaparecerían. Esta disminución de ingresos
fiscales, sin embargo, palidecería frente al incremento de riqueza que
se lograría como producto de la medida. No debemos olvidar que
los aranceles y otras barreras al comercio estimulan un mal uso de
los recursos de producción, lo cual significa que no se aprovechan
las ventajas (ni de los nacionales ni de los extranjeros) para generar
riqueza. Por otra parte, es muy conveniente que los ingresos fiscales
provengan de otras fuentes menos distorsionantes (menos limitadoras
de la generación de riqueza), como las rentas, las cuales aumentarían
significativamente a raíz del cambio de política comercial.
Conclusión
La apertura unilateral es la política comercial óptima para cualquier
unidad política o económica, pero, especialmente para un país
pequeño porque, en comparación con las políticas proteccionistas
o colectivistas, provoca una asignación de recursos más adecuada,
promueve mayor especialización y más comercio; explota más las
ventajas comparativas, tanto de nacionales como de extranjeros,
ampliando así las oportunidades de consumo; y genera un beneficio
social inmensamente mayor: grandes ganancias para los consumidores,
pérdidas menores y temporales para los productores de esos bienes y
cero costos económicos de las intervenciones.
No causa sorpresa saber que todos los países que han ensayado la
apertura unilateral –por un tiempo suficientemente prolongado–,
han vivido períodos excepcionales de crecimiento y generación
205
La magia y el misterio del COMERCIO
de riqueza para toda la población. gracias a la apertura unilateral,
Chile tuvo un crecimiento de 7,9 por ciento anual durante 10 años
consecutivos. Todo un récord. Hong Kong y Singapur han tenido
logros impresionantes. gracias a esta política comercial, pasaron de
un ingreso per-cápita similar al de Ecuador y Costa Rica, en 1950,
a tener un PIB por persona entre 10 y 15 veces mayor que el de
estos países. Ningún país de los que han aplicado las otras políticas
comerciales ha generado tanta riqueza en tan poco tiempo.
En el plano moral, la apertura unilateral también es la política
comercial correcta, ya que al cambiar del proteccionismo al libre
comercio unilateral ocurren dos hechos: a) se reconoce que todos los
productores son seres humanos (no solo los de ciertos rubros) con los
mismos derechos de propiedad; y b) se les devuelve la oportunidad
de disfrutar de los beneficios del comercio a los millones de seres
humanos, empobrecidos, durante siglos, por medio de la violación
de su derecho al libre intercambio de bienes.
206
ANEXO
MÉTODOS DE APERTURA UNILATERAL
A pesar de que el cambio de la política proteccionista al libre
comercio total significa grandes beneficios para la mayoría, si este
cambio se hiciera inmediatamente, muchos sufrirían. ¿Quiénes? Los
que tendrían que ajustar drásticamente sus actividades, en especial,
los que tendrían que dejar de producir bienes y servicios que los
extranjeros producen con ventaja, para dedicar sus recursos a otras
actividades (que son más productivas desde el punto de vista social).
Estos serían los perdedores temporales del cambio de política.
¿Qué se debe hacer? Algunos analistas sugieren un período de
transición para efectuar el cambio de la política proteccionista al
libre comercio unilateral. Este período de apertura gradual daría
tiempo a los actores económicos para hacer los ajustes necesarios
y, así, minimizar los traumas del cambio. Otros prefieren la apertura
unilateral inmediata. ¿Cuál método es mejor o cuán largo es el
período óptimo? Antes de responder, es necesario tener un criterio de
evaluación. Por ejemplo: que el mejor método de apertura unilateral
es aquel que maximice el beneficio neto a la sociedad como un
todo (expresado en términos del valor presente neto debido a su
temporalidad).
Ahora, el beneficio neto (BN) tiene dos componentes: (1) las
ganancias que obtienen la gran mayoría de individuos de la sociedad
a raíz de un mejor uso de los recursos y mayor explotación de
las ventajas comparativas, tanto de los nacionales como de los
extranjeros; y (2) las pérdidas (temporales) que sufren todos aquellos
207
La magia y el misterio del COMERCIO
productores que han de ajustar fuertemente sus operaciones o cambiar
de actividad. La suma de esos dos componentes, de signos opuestos,
nos da el beneficio neto53 (BN = g – P). Cuanto menos prolongado sea
el proceso de apertura, mayores serán las ganancias, pero también las
pérdidas iniciales o temporales; y cuanto más prolongado, menores
las pérdidas, pero también las ganancias. De ahí que el período
óptimo (de desgravación o apertura; el cual se podría estimar si se
tuviera la información) dependerá de las variables que componen
esos beneficios y costos. Ahora, si hubiera una forma de compensar
a los perdedores temporales, se podría reducir el tiempo óptimo de
prolongación de la apertura y así incrementar el valor presente del
beneficio neto.
Con base en la combinación de tiempo y composición, se postulan
cuatro métodos de apertura: apertura unilateral inmediata; apertura
unilateral inmediata más compensación; apertura unilateral prolongada; y apertura unilateral casi inmediata más compensación.
1. Apertura unilateral inmediata
Este método consiste en eliminar todas las restricciones al comercio
a partir de cierta fecha. El lapso entre el anuncio y la ejecución de la
apertura sería corto, no más de un año. Como los actores económicos
tendrían poco tiempo para ajustar sus actividades, los ganadores
obtendrían beneficios inmediatos, los cuales incrementarían a través
del tiempo; los demás tendrían pérdidas inmediatas, pero éstas
disminuirían a través del tiempo. Este aspecto negativo del método sería
atemperado, no obstante, por el hecho de que los ajustes a cualquier
cambio toman tiempo, aunque ese cambio ocurra repentinamente.
53 La estimación de los costos y beneficios no es fácil, ya que incluye un elemento subjetivo
importante. La suma de estos componentes para obtener un neto a la sociedad también se
complica por la misma razón. No hay una función de utilidad que se pueda aplicar para
toda la sociedad, porque cada individuo valora su propia circunstancia en forma subjetiva
e imposible de conocer.
208
Apertura unilateral
2. Apertura unilateral inmediata más compensación
Este método es igual al anterior, con la excepción de que se compensa
a los perdedores. Al igual que el anterior, los beneficios netos irán
aumentando a través del tiempo, pero los perdedores sufrirían menos
o no sufrirían del todo. La compensación sería únicamente para
los productores Tipo 1 (los no trabajadores), y, de estos, solo los
verdaderamente afectados que la necesiten. Los grandes empresarios,
que han amasado fortunas con base en el proteccionismo reinante,
no recibirían compensación alguna. Como ejemplo, tomemos el
caso del arroz en Costa Rica. Según los datos oficiales, existen
1.083 productores, de los cuales 125 generan el 72 por ciento de la
producción; los otros 958 producen el 28 por ciento. Estos últimos
serían, en principio, los compensados.
La aplicación de este método dependería en gran medida de la
disponibilidad de los recursos necesarios para la compensación, y su
bondad dependería de la fuente de los recursos. Si por alguna razón,
el gobierno tuviera un superávit presupuestario disponible para
hacerlo, el método sería idóneo. Pero si tuviera que incrementar los
impuestos, la idoneidad se reduciría.
3. Apertura unilateral gradual
Consiste en llevar a cabo la apertura unilateral en forma gradual
durante un lapso muy prolongado, 10 a 20 años. Se hace de esta
manera con el fin de dar suficiente tiempo a los actores económicos
para ajustarse y así causar el menor trauma posible. Este método,
que ha sido utilizado por muchos países, es muy parecido a las
desgravaciones negociadas en los TLC, solo que estas últimas son
para bienes específicos. Si bien es cierto que este método tiene
la ventaja de reducir los traumas, también tiene dos desventajas
importantes. Una, el beneficio neto es muy reducido en comparación
con los dos métodos anteriores. La Asociación de Consumidores
209
La magia y el misterio del COMERCIO
Libres, por ejemplo, señala que la desgravación lenta entraña,
literalmente, rechazar beneficios para la sociedad costarricense en el
orden de cientos de millones de dólares anualmente, algo inaceptable
en países donde un porcentaje significativo de la población vive
en extrema pobreza. Dos, durante el lapso de apertura, se corre el
riesgo de revertir la política por presiones de ciertos grupos o por
conveniencia política. Esta reversión puede ser temporal, como
ocurrió en Chile.
4. Apertura unilateral casi inmediata más compensación
Este método se pondría en práctica solo si no existieran los fondos
para implementar el segundo, o si la fuente de los recursos (otros
impuestos) fuera más onerosa que la sugerida aquí. Consiste en
llevar a cabo la apertura unilateral en un lapso corto (digamos, tres
años), durante el cual se recaudan, a través de aranceles, los fondos
necesarios para compensar a los perdedores. Esta recaudación sería
posible porque en el caso de los bienes importados, los consumidores
ganan más, con la apertura, de lo que pierden los productores de cada
bien; además, la compensación no cubriría el 100 por ciento de los
excedentes perdidos.
Este método tiene dos características que sobresalen. 1) Se empieza
a obtener ganancias en forma inmediata y creciente; además, el
beneficio neto es mayor que el del método anterior. 2) Tiene un
elemento de solidaridad ausente en los demás: los consumidores de
cada producto (los verdaderos beneficiarios de la apertura) comparten
las ganancias con los productores durante un período corto.
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ACERCA DEL AUTOR
El Dr. Rigoberto Stewart es el Director Ejecutivo
Centro Limonense para el Desarrollo Económico
(CELIDE) y presidente del Instituto para la
Libertad y el Análisis de Políticas (INLAP).
Obtuvo su título de Agrónomo de la Escuela
Agrícola Panamericana (EL Zamorano), su
B.Sc en Economía de los Alimentos y Recursos
Naturales, de la University de Florida; su
Maestría en Economía Agrícola de Louisiana
State University, y su doctorado en Economía
de la North Carolina State University. Hizo,
además, un post-doctorado en el Programa de
Economía del Centro Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo
(CIMMyT), en México.
Ha sido profesor en la Universidad de Costa Rica y la Universidad
Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACIT), y desde 1984 ha fungido
como consultor internacional, realizando estudios para el Banco Mundial,
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional (USAID) y varios gobiernos, en países como
Ecuador, ghana, Costa Rica, Perú, Bolivia, México, Honduras, El Salvador,
guatemala, Panamá y Jamaica.
El Dr. Stewart ha publicado extensamente, en especial sobre temas
relacionados con el comercio y el desarrollo económico. Entre sus libros
figuran:
1.
2.
3.
La verdad oculta del proteccionismo; 2000.
Limón REAL: Región Autónoma y Libre; 1999.
La Comercialización de Granos Básicos: Efectos de la
Intervención Estatal, 1991.
Sus artículos son publicados en revistas científicas, en revistas nacionales
como EKA y Actualidad Económica, y en periódicos de toda América
Latina, a través de la Agencia Interamericana de Prensa Económica (AIPE),
ubicada en Estados Unidos.
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OTRAS PUBLICACIONES
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