UNIVERSIDAD DISTRITAL FRANCISCO JOSÉ DE CALDAS
FACULTAD DE CIENCIAS Y EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN HUMANIDADES Y LENGUA CASTELLANA
ESCUELA Y FORMACIÓN CIUDADANA
JENNY ALEXANDRA JIMENEZ
ANDREA PRECIADO CAMPOS
CÓD. 20191260041
UNA MIRADA A LA EDUCACIÓN Y LAS NUEVAS FORMAS DE REPENSARNOS
“La libertad completa existirá cuando sea indiferente vivir o no vivir… Aquel que le de igual vivir será el
hombre nuevo. Quien venza el dolor y el miedo será Dios. Y el otro Dios no existirá”
Fiodor Dostoievsky
La educación, como una de las herramientas infalibles en la construcción y el moldeamiento
de la conducta del ser humano, ha sido empleada y adaptada desde hace siglos, como
respuesta ante las necesidades de cambio de cada una de las épocas por las cuales ha
atravesado el mundo. Su importancia radica desde la antigua Grecia con la paideia y su
característica formación en triada; pasando por la edad media con los modelos educativos
enfocados en los designios religiosos, el poder de la iglesia junto a la palabra de Dios; y
luego, en la época de las luces, con el modelo de hombre deseable para una sociedad más
higiénica, racional y con miras a una autonomía ligada al control de las pasiones. Por medio
de estos ejemplos, se puede evidenciar que la utilidad de la educación se encuentra
profundamente enlazada con las necesidades sociales de la época, que, junto a las
económicas, deciden el devenir del aprendizaje de los sujetos. Es por lo anterior, que la
función de educación en la sociedad actual es formar un ciudadano que se adecue a las leyes
establecidas por el Estado y que, a su vez, sea funcional para el modelo económico imperante,
coartando así, las formas de pensar y de actuar independientes y desligadas de los mismos.
Por lo tanto, el objetivo principal de este ensayo, es realizar un bosquejo de los
desencadenantes y las consecuencias del modelo de educación actual y presentar, una posible
alternativa para combatir la instrumentalización de la educación y una vía que se considera
necesaria para la apropiación de los saberes de una forma consciente y crítica.
Es inevitable, analizando textos y novelas, no evocar las épocas en donde formarse era
sinónimo de cultivo y amor por el conocimiento, desinteresado de las esferas económicas y
con miras a crecer intelectual y culturalmente, sin la presión de tener que encajar en un molde
o servir como engranaje para el funcionamiento de una máquina. Puede que estas épocas
incluso sean consideradas una utopía, y que, a causa del afán con el que “avanza” el mundo,
lo único que se permita visibilizar en medio de la espesa capa de humo del capitalismo en su
modalidad más agresiva, sea la utilidad, la ganancia, el prestigio y el privilegio que educarse,
en su sentido más básico y superficial.
Uno de los primeros aspectos a tratar es el capitalismo, que, debido al cambio de modelo de
producción de agrícola a industrial durante el siglo XIX, trajo consigo la necesidad de mano
de obra que se ajustara a las altas demandas de producción industrial de la época. La
expropiación del conocimiento que se llevó a cabo a causa de la división del trabajo y el
manejo de nuevas tecnologías, desconocidas por completo para los obreros, ocasionó la
necesidad de una educación en masa para la población, con el fin de cumplir con los
requerimientos laborales y así, aumentar la productividad. De este modo, el aprendizaje de
los obreros, estaba condicionada por la necesidad de adaptarse a los cambios materiales de
la sociedad y así “(…) circunstancias y educación no son humanos, sino que son factores
condicionantes de lo humano, como una especie a priori trascendental de carácter social.”
Pág. 22 (Carvajal, 2016)
El segundo aspecto a considerar, es el utilitarismo de estos procesos educativos. Para las
masas pobres de obreros y campesinos que emigraron a la ciudad para trabajar en estas
fábricas, sin los medios para subsistir, no se presenta como una opción, sino, como una
obligación para acceder a un trabajo. Este deber, inicialmente está ligado solo a lo laboral,
pero, más adelante se vuelve un condicionante para aprender a vivir en una sociedad
industrial, democrática y liberal. Debido a que, con el fin de crear un sentimiento compartido
de nación y respeto hacia el Estado, se infunda la idea de que para poder vivir en armonía y
en aparente justicia, es necesario contribuir al cumplimiento de derechos y deberes, que
garantizarán una vida digna para los ciudadanos y que, solo se aprenden adquiriendo
conocimientos básicos por medio de una educación estandarizada para “todos”.
Lo anteriormente dicho, es una muestra de la falta de autonomía que tiene la educabilidad en
la sociedad, la cual se guía por los desarrollos del modelo económico y las necesidades del
campo político. Esto debido a que, la desterritorialización del conocimiento a los obreros, y
la formación de saberes concretados económica y políticamente, no permiten que surja dentro
de los mismos, la posibilidad de desarrollar una postura crítica o un aprendizaje voluntario
de las actividades, dejando así, que su posición respecto al mundo y sus condiciones de
existencia, sean dadas por las instituciones.
Otro factor importante dentro de estos planteamientos, es el aspecto cultural, entendido desde
la postura sociológica de Max Weber como “Aquello por lo que se dota de significado y
sentido desde el punto de vista de los seres humanos a un segmento finito de hechos de entre
la infinidad sin sentido de hechos en el mundo” Pág. 137. (Terrén, 1996) y que permite, dar
legitimidad a la educación dentro de los hechos más importantes desempeñados en la esfera
social, puesto que, permite estar a la “altura” de lo que se requiere para desempeñarse
correctamente, tanto en el aspecto laboral, como en el cumplimiento de ámbitos éticos y hasta
morales, que garantizan la aceptación en la misma.
El enorme capital simbólico –hablando en términos bourdieanos- que trae consigo la
educación, se ve reflejado en la posibilidad de un ascenso en la escala social, mejores ingresos
económicos y la creencia de una vida un poco más digna para los menos favorecidos que
logran acceder a ella; Esto último, debido a que se encuentra separada del cultivo intelectual
y reproduce el pensamiento del medio capitalista, sirviendo, como un instrumento para la
adquisición de bienes, servicios, lujos y el aumento de mano de obra técnica y calificada –
desde una perspectiva burocrática-, cumpliendo con una serie de requisitos preestablecidos
para cualquier cargo y/o ascenso en el campo laboral.
Un síntoma de los efectos del capitalismo en las apropiaciones culturales de la sociedad, se
ve reflejada en la necesidad de acumulación de títulos. Dada principalmente por el
encasillamiento de las habilidades del sujeto, siendo un efecto de la división del trabajo y la
amplia demanda de técnicos y especialistas que vayan al ritmo de los avances tecnológicos
y científicos. Esto ocasiona que los especialistas deban certificarse en diferentes campos para
poder desempeñar dichas actividades y que, con la suma de cada una de sus especialidades y
títulos, logren cargos deseados y aumentos salariales importantes “El título educativo
concede el privilegio de unas mejores condiciones de negociación en la trayectoria social de
cada individuo creando una casta de nuevos honoratories (un obrero cobra un salario; un
profesional sus horarios). (Terrén, 1996)
Es necesario incluir dentro de estas observaciones, que, para toda producción de un estado
se necesita una pedagogía de producción ciudadana. Y es aquí, junto con la cultura, que juega
un papel importante la identidad, que es influenciada por el sentido de pertenencia nacido del
territorio, la lengua, los mitos, las costumbres, los héroes, las creencias y los símbolos
nacionales, presentados a los ciudadanos por medio de la instrucción y la enseñanza. Esto se
conecta con la educación y así, la utiliza como un medio de duplicación de saberes, necesarios
para fortalecer los lazos de unidad nacional, facilitando así, la acomodación en el medio tanto
económico como social de los individuos.
La educación, cómo práctica reguladora de la cultura, actúa como mediadora entre los
preceptos que desea el estado y la economía, y los saberes que son adquiridos por los obreros,
que, por medio de las instituciones sociales, validan las prácticas empleadas por los
poderosos y que pretenden direccionar el actuar los ciudadanos en función de sus beneficios,
en palabras de weber “(…) la estabilidad de los diferentes sistemas de dominación se basa.
Según Weber, en el conjunto de creencias en torno a la legitimidad del ejercicio del poder
(…)” Pág.136 (Terrén, 1996).
Igualmente, es importante destacar, cómo dentro de las instituciones educativas se propagan
estos saberes y se avalan las formas de conducción, que, como resultado, homogenizan el
conocimiento y producen ciudadanos funcionales para el Estado en todos los ámbitos. Es así,
como se vale de estrategias, que varían a lo largo del tiempo y producen resultados
satisfactorios para este monopolio de la educación, una de estas es la disciplina que:
"«fabrica» individuos; es la técnica específica de un poder que se da, los individuos a la vez
como objetos y como instrumentos de su ejercicio.” Pág. 158 (Foucault, 1975)
La implementación de los currículos, la segmentación de la información y las decisiones que
respaldan la pertinencia de los conocimientos que serán impartidos, son avalados por su
procedencia y tienen como consecuencia, la sumisión de la educación a los sistemas
económicos y represión de todas las profesiones que van fuera de cauce de los avances del
capitalismo. Las profesiones más valoradas son las que generan mayor ganancia a largo plazo
y las actividades consideradas en tiempos pasados como fundamentales, se ven relegadas a
una situación de miseria y explotación por las grandes empresas, dejando así, decisiones tan
importantes como la actividad que se desempeñará posiblemente para toda la vida, en manos
de las fluctuaciones del mercado y la condición de oferta – demanda.
En cuanto a la participación de los estudiantes en su proceso académico, se evidencia en la
mayoría de los casos, una actividad tremendamente pasiva, lo que facilita la imposición de
conocimientos, formas de pensar, maneras de actuar, que logran encajar a precisión en el
espíritu de ciudadanía necesario para eliminar cualquier impedimento en la toma de
decisiones importantes por parte de las ramas del poder y los grandes empresarios. Una visión
crítica es en muchos casos ridiculizada, minimizada y exterminada, logrando que, los
estudiantes se acoplen y normalicen lo que sucede en su entorno, manteniendo así el status
quo.
En relación con lo anterior, es pertinente analizar a los docentes que imparten estos
conocimientos. Se puede evidenciar que están encasillados en el transmisionismo, atados a
los métodos tradicionales y repetitivos, buscando la aprobación de exámenes por parte de los
alumnos y su absoluta obediencia. Los profesores en muchas ocasiones, condicionados por
el sistema capitalista, son un brazo más del mismo, no desligan sus creencias o preferencias
y, por lo tanto, transmiten sin ningún tipo de subjetividad las ideas conformistas, saturadas
de complejos de índole económico y con la idea de “educar” en lo mínimo y necesario para
ser funcional dentro de la sociedad “Dedicados a vender como ciencia lo que los ministerios
querían defender. De ahí su incapacidad para hacer reconocer «realidades incómodas” Pág.
144 (Terrén, 1996).
Por esta razón, es pertinente inferir que la enseñanza quedó relegada a un lugar frío e
impersonal, pensado desde y para el Estado, pero, sobre todo, con una importancia que carece
de un valor más allá del económico y que permite, adoctrinar desde prácticas tan
imperceptibles como los métodos de evaluación, el comportamiento de los futuros obreros y
la calidad de su trabajo “Inscríbase en el corazón de la práctica de enseñanza una relación de
vigilancia, definida y regulada; no como una pieza agregada o adyacente, sino como un
mecanismo que le es inherente, y que multiplica su eficacia”. Pág. 164 (Foucault, 1975).
En este punto del escrito, es apropiado evaluar cuanto se ha desligado el concepto de
educación del ideal de formación, que principalmente estaba dada desde el concepto de
Paideia griega como una búsqueda de la libertad. Entendiendo, primeramente, que el
concepto de libertad ha mutado desde el mundo clásico a nuestros días, siendo la visión
fetichista y acumuladora del modelo capitalista actual, la que predomina y que, ha causado,
lo que desde la filosofía Nietzscheana se puede denominar una transvaloración de los valores,
reemplazando los valores cristianos por los intereses monetarios.
La subjetividad, la decisión personal, la importancia de los deseos y las fuerzas que guían las
acciones de los seres humanos han sido mecanizadas y convertidas en engranajes de las
máquinas de las fábricas desde la revolución industrial. Los sujetos, han perdido la capacidad
de ser quienes guíen sus vidas y busquen su bien, fuera de lo que la sociedad quiere o permite.
Pero, ¿Qué sucedería si, como Nietzsche lo proponía se hiciera lo que apasiona, lo que se
desea, no se atara a las personas a unas condiciones establecidas por sociedad? Si las personas
dejaran de ser autómatas y fueran autónomas, reconocerían los regímenes tiránicos que
buscan sacar el mayor provecho de cada ser humano, hasta el último día de sus vidas y
repudiarían el tipo de gobernantes que tienen el control, y que, son, tal como los describe
Nietzsche a continuación: “Hoy, tan sólo las fuerzas más groseras y malvadas determinan
prácticamente lo que existe sobre la tierra manifestándose por medio del egoísmo de los
propietarios y del militarismo de los déspotas violentos.” Pág. 18 (Nietzsche, año 1873)
Quizá, es incluso descabellado hablar de la libertad en estos términos, pero, seguir los sueños
y deseos más allá de lo económico, más allá de lo fugaz, lo fácil, lo superficial; Pensar,
cuestionar, criticar, salirse de los parámetros, desde los actos cotidianos, puede guiar poco a
poco, paso a paso, el camino a la libertad. Si nosotros como docentes en formación,
despertamos y vemos la realidad con otros ojos, damos una mirada a nuestra cotidianidad
desde una perspectiva más analítica, investigamos, dejamos de medir nuestra inteligencia por
una calificación establecida por un sistema burocrático, quizás ahí podamos ver la
importancia de la formación; y, la educación, dejaría de ser un medio transmisionista pasivo
y se convertiría en el andamio de la creatividad, la comprensión y la interpretación distinta
del mundo y así, se llegue a alcanzar el tan anhelado significado de ser docente, desde
Nietzsche “Tus educadores no pueden ser otra cosa que tus liberadores. He aquí el secreto de
toda formación (…)” Pág. 4 (Nietzsche, año 1873)
Es por esto, que, desde la perspectiva de los cuatro autores tratados durante el desarrollo de
estas ideas, es importante el desligarse de las imposiciones dadas por el modelo económico,
de las necesidades culturales que se han minimizado a simples trámites burocráticos, de la
mediocridad por la cual somos educados y abducidos así, a vivir condicionados a lo impuesto,
sin el mínimo de curiosidad y el máximo de conformismo. La introspección de nuestra vida
cotidiana hasta al modelo en el cual estamos inmersos, ayudará a dar un vistazo del porqué
aceptamos nuestra realidad, qué es lo que podría hacernos felices realmente y, despertar una
duda en cada uno de los actos que realizamos voluntariamente respecto a nuestra educación
¿Por qué quiero aprender? y cómo esto influye en la aceptación voluntaria de nuestra realidad
o la esperanza y la lucha por cambiar nuestro destino; debido a que, como lo dijo Karl Marx
“Es el pueblo el que ha de educar severamente al Estado, es decir, ha de hacer del Estado su
instrumento, logro que solo se alcanza en la revolución.” Pág. 26 (Carvajal, 2016;)
El último aspecto, y, el que se considera el más importante en el presente escrito es la posición
latinoamericana y las nuevas perspectivas mediante las cuales se analiza la educación,
teniendo en cuenta que, los anteriores postulados se encuentran fundamentados en autores
europeos. Si bien es cierto que sus análisis del comportamiento de la educación en distintos
ámbitos son muy pertinentes, lúcidos y críticos para su época y condición social, además de
ser la base mediante la cual se desarrollan los sistemas educativos latinoamericanos, existen
aspectos que se encuentran fuera y que solo pueden ser evidenciados por estudios locales.
A través del pensamiento decolonial, y de corrientes de pensamiento como la filosofía de la
liberación, se entiende cómo el hecho de pensarse una filosofía o una educación propiamente
latinoamericanas, se encuentran casi inexistentes y están subordinadas al “primer mundo”
económica y culturalmente. Los pensadores latinoamericanos, postulan críticas directas a las
instituciones “Esta exigencia hacía blanco en la academia, pues proponía que las fuentes de
todo pensar están constituida no por las palabras de los sabios europeos canonizados en las
universidades, sino por “las palabras del pueblo”. Pág. 6. (Grupo de Estudios para la
Liberación, s.f.) analizan las realidades históricas y las formas de emancipación, mediante
las cuales se lucha por la existencia y la pertenencia al mundo, desde el ámbito de la otredad
y no cómo el polo negativo, que es como se visibilizan a los pueblos del tercer mundo, desde
un ámbito dicotómico y etnocéntrico.
Un ejemplo de estos estudios, es la manera en que se analiza el impacto del capitalismo en
los países colonizados, debido a que, no se han dado las mismas relaciones de explotación y
subordinación en Europa que en América Latina –llegando aquí a límites como la esclavitud
o el trabajo no pago- y que, son invisibilizados por este tipo de generalidades o la adopción
de perspectivas eurocéntricas. Por esta razón, las relaciones en cuestiones de educación,
fundamentadas en el sistema económico, son mucho más graves y con efectos más
devastadores para la construcción de pensamiento y crítica en América Latina de lo que se
puede evidenciar en países desarrollados, debido a que niegan completamente estas
diferencias y por lo mismo, resultan en muchas casos inútiles e ineficaces.
Si bien es cierto, que en la formación académica hay que conocer la historia, la filosofía y
todos los postulados europeos, es necesario que estos solamente sean un escalón para poder
analizar los estudios latinoamericanos con todo el conocimiento de antecedentes, la seriedad
y la disposición del caso; ejemplo de esto sería analizar los pensamientos descoloniales de
Enrique Dussel, Walter Mignolo, Aníbal Quijano, entre otros, quienes estudian a profundidad
los hechos causados desde la colonización, la modernidad y, abren un mundo libre del sesgo
eurocéntrico y que, tristemente, son nombrados en escasas ocasiones en la academia, dando
siempre el protagonismo al pensamiento occidental.
Un cambio fuerte en nuestra academia, forma de educar y recibir educación, es analizar la
historia desde aquí, comenzar a valorar lo nuestro, nuestras lenguas, nuestros avances
científicos, desligarnos de los saberes netamente europeos y coloniales y que, la vara de
medición (si es que es correcto tener una) deje de ser el “primer mundo”, puesto que, por
estar subordinados y sometidos desde el eufemismo llamado “descubrimiento” nuestros
saberes se han minimizado, infravalorado, olvidado y ridiculizado. En este sentido, también
se demuestra la necedad de crear un sistema educativo igual para todos, desconociendo así,
las otras formas de ser, de actuar, de percibir el mundo y, persistiendo en los modelos
coloniales que realizan una imposición, más que una formación, con la pretensión de fabricar
un pueblo homogéneo cuando es más que claro, que existe una heterogeneidad social. Es por
esto, que también es necesario tratar de pensar, más allá de las instituciones.
Lo anterior, me permite entender -desde un ámbito muy personal- que, re-pensar nuestra
historia es clave, para que la crítica y los cambios que son necesarios en cada una de las
luchas y reivindicaciones sociales se hagan por y para nuestro territorio, más que guiadas por
las ideas europeas, que tanto daño nos han hecho y por las cuales, los sistemas de gobierno,
educativos y económicos son inadecuados y poco efectivos, aumentando las brechas de
desigualdad que llevan siglos aquejando a Latinoamérica. Así mismo, se lograrán revisar
desde una perspectiva más local, sucesos trascendentales para la historia europea, pero que
no son más que un reflejo de todo lo vivido en América y que muchas veces se encuentra
normalizado y visto como una consecuencia de un hecho que tenía que suceder para permitir
el avance de la historia (la esclavitud, los genocidios de nuestros indígenas y
afrodescendientes, por ejemplo) y así, escucharemos a quienes siempre han tenido voz pero
que les ha sido arrebatada, a las minorías que luchan día a día por su emancipación y
valoraremos nuestras raíces mulatas, indígenas, mestizas, que merecen y reclaman su lugar
en el mundo, con orgullo y dignidad.
“Es la rebelión del grito que nace de las entrañas, la danza del grito, la abertura infinita del
grito. Y es a través del grito que el sujeto colonizado se aparta de la muerte cotidiana. De la
muerte y la miseria llevadas a cabo por años de colonialismo y, en nuestros días, de
civilización neoliberal.” Pág. 19 (GEL, s.f.)
BIBLIOGRAFÍA
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Pedagogía y saberes, 46, 21 – 30.
Nietzsche, F. (1873; Traducción 2018) De “Schopenhauer como educador” tercera
consideración intempestiva. Revista de Psicoanálisis, teoría crítica y cultura
“ERRANCIA”. Madrid.
Terrén, E. (1996) Las aulas desencantadas: de Max Weber y la educación. Política
y sociedad, 21, Madrid (133- 146)
Foucault, M (1975) Vigilar y castigar. Editorial Siglo XXI. Francia.
Grupo de Estudios Para la Liberación (s.f.) Breve introducción al pensamiento
descolonial,