CAPÍTULO 6
Rap cristiano: jóvenes, música y religión
MARTÍN A. BIAGGINI
JOSEFINA HEINE
Hoy estoy cantando, les digo que salí ileso
ellos solo piden, yo agradezco cuando rezo
antes de decir Señor, aprende sus valores,
arrepiéntete de todo antes de que ores.
El Principito, “Historia de barrio”.
Introducción
El presente capítulo analiza la articulación entre música cristiana y
construcción de subjetividades a partir de un caso empírico que recupera las experiencias biográficas de dos tipos de músicos raperos evangélicos, el cual está enmarcado en el análisis biográfico y discursivo.
Desde esta línea, por medio de entrevistas semiflexibles y a partir de
un corpus seleccionado de canciones, indagamos en las biografías de
algunos raperos que ya practicaban, o bien, se convirtieron a la religión
evangélica. Desde el eje de análisis rap y evangelismo, damos cuenta del
estudio de algunos casos de jóvenes del conurbano de Buenos Aires en
sus recorridos de vida (públicos y privados) hasta llegar a la aceptación
de la práctica del evangelismo como forma de estar en el mundo. Algunas de las preguntas que guían nuestra investigación, entonces, están
orientadas a indagar el modo en que la religión evangélica junto con
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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la fuerte presencia de la Iglesia y sus pastores inciden en las cotidianeidades de los raperos, en sus prácticas artísticas y en el modo en que
se constituyen y repiensan, tanto en términos identitarios como en sus
vínculos con los otros y el barrio.
En la Argentina, durante la última dictadura cívico-militar, el ideal
de sociedad integrada a la que había aspirado el peronismo se ve fragmentada en pos de un modelo, económico y social netamente neoliberal (Merklen, 2005). Este quiebre radical profundizó la distancia entre
los distintos grupos sociales, al tiempo que agudizó la asimetría en el
acceso a los bienes públicos y a los consumos culturales. Se configuraron, entonces, nuevos campos simbólicos y nuevas formas de narrar; se
establecieron nuevas formas de relación y de percibir el espacio.
Durante la década de 1990, las políticas neoliberales menemistas
radicalizaron esas distancias simbólicas (sociales) y la brecha entre
la ciudad y sus alrededores se hizo aún más aguda. En este contexto,
el Estado se retiró de la economía y dejó de cumplir su rol como garante del pacto social. El desempleo creció al ritmo de la pobreza y el
territorio del conurbano bonaerense comenzó a modificar su paisaje.
Relegados de las bondades y seguridades del mercado laboral formal y
distanciados de entidades otrora dadoras de identidad (como los sindicatos y los partidos políticos), los sectores populares hicieron de sus
barrios una nueva esfera pública para articular estrategias de supervivencia (Auyero, 2001; Merklen, 2005). El barrio, entonces, como espacio de acción inmediato, se convirtió en el territorio único, e ideal,
para generar modalidades de protesta y experiencias de constitución
subjetiva (Svampa y Pereyra, 2003). La identidad barrial es, en este
sentido, un proceso discursivo-relacional, de supervivencia –que se
funda en la dimensión de lo social y en constante diálogo con el afuera y, por ello, con los otros–.
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
Fue a partir del cambio de siglo –atravesado por la crisis de representación estética y política del 2001– cuando se produjo la puesta en
discurso del territorio propio, de los conurbanos. Tanto en la nueva
narrativa, como en la poesía, la música y el nuevo cine argentino, el
conurbano emergió como tema de representación argumental, formal
y discursivo.
En cuanto a los cambios musicales, el abaratamiento de la tecnología democratizó la producción, y permitió que músicos y realizadores
produzcan a bajo costo. En ese contexto, el rock chabón que había caracterizado al conurbano hasta la década de 1990, y luego la cumbia
villera, que lamentaba el fin del mundo del trabajo y se identificaba con
lo marginal (Semán citado en Zarazaga y Ronconi, 2017), daba paso a la
práctica del rap como nueva expresión poética y musical.
El espacio religioso no permaneció inalterado frente a estas transformaciones. A sus habituales opciones religiosas, vinculadas a modalidades propias de la religiosidad popular (que mixturan devociones
católicas con prácticas como la curandería), los sectores populares incorporaron a las iglesias evangélicas, particularmente pentecostales, a
su corpus de prácticas barriales (Carbonelli et al., 2008).
El evangelismo pentecostal y la música
La expansión de la práctica religiosa evangélica en la Argentina
(principalmente la pentecostal) es un fenómeno significativo en términos demográficos y, al mismo tiempo, de rápido crecimiento. Según
Semán y Gallo:
Esta confesión que representaba en los
años 60 menos del dos por ciento de la po-
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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blación, concentrado en familias de cercana
trayectoria migratoria de países de mayoría
protestante o evangélica, pasó a constituir al
menos un diez por ciento de la población y
casi un veinte por ciento de la población de
sectores populares entre familias de origen
católica (2008, p.102).
Frente a este crecimiento, algunos autores identifican diversas modificaciones en la práctica religiosa y las clasifican en neopentecostalismo
y telepentecostalismo, entre otras posibles catalogaciones:
Ese neopentecostalismo modeló el ritual,
centralizó el poder eclesiástico, hizo de los
pastores autoridades indiscutibles, se eliminaron las formas de gobierno con estilo representativo o congregacional, colocándose
todo en las manos de un liderazgo carismático... Hizo del culto una alegría, catarsis emocional, lugar de la música y la danza (Guaygua y Castillo, 2008, p. 79).
La utilización de la música dentro de la práctica evangélica no es un
tema de estudio nuevo. La música denominada “cristiana” ha sido lo suficientemente flexible como para adoptar todo tipo de estilos; sin duda,
la incorporación más polémica ha sido la del rock, como notó Garma
Navarro (2000).
En este contexto, dentro del evangelismo, y con el aporte de las instituciones religiosas, se originan nuevas posturas que propiciaron la
creación de espacios ligados al arte para que las personas jóvenes de las
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
congregaciones puedan expresarse. Estas prácticas, al mismo tiempo, y
como señala Pascuchell, operaron y operan como una estrategia para
contener y mantener a los sectores juveniles. En esta línea el Rap ha
logrado ganar un lugar preponderante dentro el evangelismo. Numerosos raperos evangélicos muestran y publican sus canciones en redes
sociales (Facebook, Instagram, YouTube), al tiempo que participan de
competencias organizadas por entidades religiosas en barrios marginales. Tal como lo expone Carlos Garma Navarro:
Ofrecen cambios de vida radicales, pero
también un espacio en las congregaciones
donde los talentos y la creatividad de los
conversos nuevos pueden ser encauzados,
pero ahora para los propósitos divinos. Las
iglesias pentecostales ofrecen además la experiencia transformadora de la conversión
religiosa, algo que el regreso al catolicismo
institucional no ofrece (2000, p. 75).
Recuperar el sentido musical del pueblo, basado en la experiencia
y los sentimientos, tiene sentido para jóvenes cuya actividad artística
siempre se ha basado en la transmisión de emociones; y para quienes la
música fue siempre una forma de comunicación destacada que permite
muchas formas de vivencias y experiencias.
Rap cristiano
Durante el trabajo de campo, para la investigación UNAJ 2018-2020
“Identidad y representación territorial en el Conurbano: La participación de jóvenes en las prácticas de rap”, se entrevistaron en profundidad a más de 100 raperas y raperos que habitan y producen su música
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en el conurbano de Buenos Aires. Dentro de ese corpus de entrevistados, notamos que muchos de estos jóvenes adscribían hace tiempo a
la práctica evangélica, y otros comenzaban a practicarla; es decir: se
convertían al evangelismo y comenzaban a predicar su fe desde el rap.
Ante este contexto, tomamos la decisión de incluir esta nueva variable al proyecto de investigación, y realizamos una clasificación inicial
que distingue inicialmente dos grupos: raperos que se reconocen como
evangélicos y utilizan su arte para profesar su fe (se autodenominan
“raperos cristianos”); y un segundo grupo con jóvenes que, si bien adscriben a la práctica evangélica, continúan denominándose simplemente
“raperos”, aunque su práctica artística (incluidas sus letras) se ha modificado notoriamente.
En este sentido, y teniendo en cuenta estas dos categorías iniciales,
daremos cuenta, a través de la selección de algunas entrevistas y algunas letras puntuales, del modo en que el evangelismo repercute en la
vida de estas raperas y estos raperos, además de la forma en que inciden sus dogmas en la conformación tanto identitaria y autobiográfica
como en su relación con las otras, los otros y el espacio. ¿Qué mejor
espacio que el rap entonces para dar cuenta de las “buenas nuevas”,
para revelar los errores del pasado y mostrar, con énfasis, un “futuro luminoso”? ¿Qué sucede con las identidades en este sentido? ¿Qué
nuevas configuraciones subjetivas emergen ante la presencia del evangelismo en la vida de la juventud y cómo la práctica religiosa repercute
en sus configuraciones autobiográficas son algunas de las preguntas
que inevitablemente asoman?
El Principito (Hernán Maximiliano Mendoza) fue un rapero oriundo
de Merlo (zona oeste del conurbano), quien falleció en el 2019. Tanto
en sus letras como en las entrevistas que le realizamos, cuenta su acercamiento con Dios y con la Iglesia. El Principito narra su conversión;
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
necesita contarla, dar cuenta de ella. En todos los casos, y no tenemos
aquí la excepción, el cambio se produce siempre luego de una llamada
divina, un mensaje, un encuentro con Dios. Son raperas, raperos, jóvenes, que han tenido problemas en su devenir cotidiano: delincuencia,
adicciones, marginalidad y una inmensa soledad. La conversión cambia
de raíz, no solo la visión que ellas y ellos tienen de su entorno, de las
otras, los otros y del barrio, sino también de ellas mismas y ellos mismos. Comienzan a vivenciar nuevas formas de experimentación, direccionadas por los dogmas de la Iglesia que reducen, modifican y nuclean
sus capacidades subjetivas. Dice el Principito en una de sus letras:
Hoy estoy cantando, les digo que salí ileso
ellos solo piden, yo agradezco cuando rezo
antes de decir Señor, aprende sus valores,
arrepiéntete de todo antes de que ores
y no preguntes porqué, él no bendice porque llores.
Algunos me decían, esa es re vieja
o te asustó un plomazo, o te acobardó la reja
o capaz un enemigo que te tiene entre ceja
yo le pedí al de arriba que me proteja
y él me dijo: yo lo haré, pero aquella vida deja.
pero aquella vida deja
(El Principito, s/f, vv. 56-66, subrayado propio).
Y dice luego en uno de nuestros encuentros:
Yo estaba viviendo con mi mamá hasta los
16 años; tuve un problema con las adicciones y un par de tiros con la policía. Siempre la droga de por medio (...) Un día me di
cuenta de que yo tenía que escribir lo que
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pasaba en los barrios. Cuando nació mi hijo
dejé de consumir drogas y empecé a escribir
de otra forma, tuve un encuentro con Dios,
empecé a ir la Iglesia, a cambiar mis letras a
cambiar mi mentalidad y decir: no es todo ir
meter caño y traer el pan (El Principito, comunicación personal, 25 de febrero de 2018,
subrayado propio).
Es notable el cambio que esta juventud comienza a experimentar.
Se modifica también su discurso y en casi la mayoría de sus letras
empiezan a hablar de Dios. Claramente, la presencia de la Iglesia
y del movimiento pastoral, en el barrio primero y luego en la vida
particular e individual de cada una y cada uno al mismo tiempo,
actúa en términos pedagógicos, terapéuticos e incluso políticos.
Emergen así nuevas formas de constitución y configuración subjetiva que invitan –y casi obligan– a cada una y cada uno a contar, a
dar testimonio, a revelar sus nuevas condiciones de existencia. En
este cruce, la identidad –el autorreconocimiento– pierde pluralidad
y libertad porque el diálogo principal es ahora con la Iglesia y Dios.
La toma de la palabra se convierte así en la acción fundamental, en
el camino indispensable para predicar, revelar, dar fe. Las otras y
los otros –compañeras y compañeros de barrio, de escuela, ahora
de Iglesia– son interlocutores indispensables en este cruce y se las
necesita y los necesita en todo sentido: para reafirmar la propia fe,
para evangelizar, para cambiar la mirada que se tiene o tenía de ellas
y ellos. De algún modo, lo que sí queda claro es que la identidad
es el resultado de una articulación exitosa entre el sujeto y el flujo
del discurso (Hall, 1993). Y está dada, con esto, por las posiciones
que los sujetos están obligados a tomar, por las representaciones que
construyen siempre a través de una falta, de otra u otro. La identidad
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
es en esta instancia una necesidad que permite la representación y la
subsistencia, pero se configura siempre en el continuum que habilita
la coyuntura, las instancias de poder: “las unidades proclamadas
por las identidades se construyen, en realidad, dentro del juego del
poder y la exclusión y son el resultado, no de una totalidad natural e
inevitable o primordial, sino del proceso naturalizado y sobredeterminado de cierre” (Hall, 1994, p. 19).
Vico Vk es un rapero, poeta, de Rafael Calzada, que también se convirtió al evangelismo. En una de las tantas conversaciones que tuvimos
nos contaba lo siguiente:
Yo andaba en la calle perdido. Mi vieja me
llevó al hospital y le dijeron que estaba pasado de sobredosis. Ahí yo sentí una presencia
inexplicable; igual yo ya creía en Dios, pero
no lo tomaba en serio como ahora. Cuando
le dijeron que si no lo traía tu hijo se moría...
Ahí sentí la presencia de Dios, y sentí que no es
un mito, no es una historia, que es real. Él no
se ve, pero esta. Y eso me cambió la forma de
pensar, de ver a los chicos de la calle que están perdidos y no tienen a nadie que los ayude, y es como que yo con mi música intento
ayudar mínimo con una letra, cada canción
que yo componga me inspire en dar un mensaje positivo, no todo está perdido (Vico Vk,
comunicación personal, 6 de noviembre de
2019, subrayado propio).
Luego, en su tema “Hoy encuentro una salida”, expresa:
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Hoy yo ya no tengo duda
Hoy encuentro una salida
Hoy yo tengo la ayuda, de parte del que me dio
la vida
Murió en la cruz para darme vida y luz
Formar mi camino, sobresaliendo su destino.
En el momento en que fumaba esa mariguana
Yo no pensaba que solita, ya la muerte me
ganaba.
Si fumé, si tomé, si robé, si todo lo que yo quise
lo probé.
Todo quedó en el ayer.
El me perdonó porque de la muerte me salvó.
Y del pecado me liberó
(Vico Vk, s/f, vv. 1-11).
En esta línea de análisis podemos ver que la identidad no es un concepto esencialista y estable, sino estratégico y posicional, marcado e
institucionalizado por los espacios de poder que ordenan y regulan la
disposición de los cuerpos en la sociedad. La identidad nunca logra su
unidad y sus múltiples exigencias responden a las formas de estar que
propone el mundo actual del capitalismo y la religión, en estos casos.
Son interesantes las intervenciones de Ernesto Laclau, en este sentido,
cuando afirma que una determinada objetividad logra afirmarse parcialmente solo cuando reprime lo que la amenaza. La configuración de
una identidad entonces siempre se basa en la exclusión de algo y en el
establecimiento de una dicotomía, de una jerarquía violenta, dada entre
dos polos resultantes. Las dicotomías que crean y marcan en sus discursos El Principito y Vico Vk están configuradas por las diferencias entre
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
Dios y el mundo pagano; la libertad y la prisión; la vida y la muerte; la
luz y la oscuridad; la certeza y la duda; la salida y el encierro; los amigos
y los enemigos... y podríamos seguir enumerando. Lo interesante es ver
o analizar cuáles son aquellos valores “nuevos”, y ahora esenciales, que
aparecieron luego del encuentro con Dios. Pero para que estos aparezcan los viejos deben ser nombrados y son la marca, indeleble, de los
lugares a los que no se debe volver. Lo peculiar de los elementos que se
encuentran en segundo término, dice el autor, es que quedan reducidos a la función de un accidente, en oposición al carácter esencial del
primero (Laclau, 1993). Por eso remarcamos nuevamente que en esta
conversión la función pedagógica y terapéutica de la religión cumple un
papel fundamental, sin dejar de recordar, claro, que esas personas son
constantemente desestabilizadas por lo que excluyen, por lo que dejan
afuera, por lo que no quieren ser o volver a ser.
En estas luchas subjetivas, el rap es siempre el escape, el espacio de
encuentro, el camino para estar, la salida y la piedra angular a partir
de la cual la enunciación, y la identidad, son posibles. La vida es acá la
propia narración y allí, en el acto de contar, es que se estructura. Los
sujetos, apunta Paul Ricoeur (1985), se constituyen en el relato que es
la forma por excelencia de estructuración de la vida. El rap les permite
contar, les permite salir, salirse de sí, y volver a ser. Vuelven a ser en cada
hoja, en cada letra, en cada discurso y en cada acto de enunciación performática. No es casual entonces que, en estas vidas tan violentadas, tan
abandonadas por el Estado, tan cargadas de marginalidad y soledad,
la Iglesia y Dios se presenten como casi únicos caminos posibles. Allí
donde la vida parece no ser posible, se abre de repente una puerta que
habilita a pensar que algo es posible:
(...) Me golpeó mucho la vida, pero lo hice
porque me sentía solo en la vida. Era chico y
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no sabía qué hacer, y salís a robar a drogarte,
y a hacer macanas. Cosas que no tenés que
hacer. Ahora que ya soy grande no me drogo,
gracias a Dios mi adicción es el rap. Gracias a
Dios me di cuenta y quiero triunfar con esto,
y quiero que la gente no me vea más como antes. Me cruce hace muy poco con Dios. Hace
mucho que Dios me viene llamando a mí, por
parte de mi familia, que son todos cristianos,
creyentes. (...) Y ahora que crecí, me crucé
con Dios hace muy pocos meses, empecé a
ir a la Iglesia, y no me avergüenza decirlo. El
rap y Dios. Primero Dios y después es rap. Es
así. Primero siempre Dios (Alan de Madero,
comunicación personal, 4 de septiembre de
2019, subrayados propios).
Estos ejemplos, los veremos también en el denominado “rap cristiano”, dan cuenta de un compromiso que invita a las personas jóvenes a
vivenciar experiencias comunes y colectivas, al tiempo que les permite
el ingreso a un grupo que les provee reconocimiento social y los faculta
a experimentar un cambio de estatus. Se puede cambiar; es posible y,
sobre todo, urgente. Ponemos un último ejemplo que nuclea esta idea
de transformación, de cambio. El grupo de Trap Rorro Records, ahora
cristiano, expresa en uno de sus temas:
No necesito un par de pesos,
antes pensaba todo eso,
no me daba cuenta ¡que necio!
Hoy Jesús me libro de eso
(Chocho, Dela y Eliseo, s/f, vv. 1-4).
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
Este grupo de músicos urbanos estaba compuesto por cuatro amigos del asentamiento IAPI (Bernal, Quilmes, zona sur del conurbano
de Buenos Aires). En sus comienzos hacían rap tradicional (cargado
de todas las metáforas e ideas del género: dinero, mujeres, éxito fácil,
etc.), pero luego tres de ellos se transforman al evangelismo pentecostal y tienen que dividirse (uno de ellos dejó el grupo y continuó con
su tradicional practica musical). El grupo, por esto, necesitó realizar
un tema musical, videoclip de por medio, explicando el cambio.39 En
el video, aparecen los integrantes vestidos con su nuevas ropas y les
hablan a los ojos a sus yo pasado (vestidos con la forma en que tradicionalmente vestían en sus ya viejos videoclips: ropa deportiva de
marca, gorrita, cadenas, etc.). Uno de los integrantes de Rorro Records, Chocho, explica el cambio:
Ahora sí mucho, estoy tratando de acolchonar lo que digo. Antes no, estaba muy metido
en el trap, y veía que era mucha droga, mucho
esto, mucho lo otro. Y yo pensaba: si esto es
lo que gusta voy a hacer esto (...) Pero tanto el
trap como el reguetón es un género, y no es
solamente que se tiene que hablar de eso porque es un género. Yo quiero demostrar que
al beat se pueden meter otras cosas, que no
sean droga o denigrar a la mujer. Estoy tratando de cambiar esas cosas, porque sé que
tanto mi familia como mi sobrina escuchan
mi música (Chocho, comunicación personal,
12 de agosto de 2018).
39 El tema musical se titula “Necio” y se puede encontrar en la plataforma YouTube.
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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Esta transformación abraza una identidad que se define por oposición a una forma de vida anterior, pecaminosa y pagana. Las marcas
visibles de esta reformulación identitaria son la prédica moralista en sus
letras, vestimenta y accionar.
En cuanto a la otra categoría que planteamos, nos encontramos a lo
largo de las entrevistas y en el trayecto de nuestra investigación, con distintos jóvenes que se autodenominan de forma directa “raperos cristianos”. Estos no solo se enuncian desde un género específico –el rap cristiano–, sino que lograron institucionalizarse en redes sociales: Facebook
de raperos cristianos argentinos, festivales temáticos, y en la organización Raperos Adoradores en Potencia (RAP). Son raperos que ya practicaban la religión evangélica y sus letras, en casi todos los casos, hablan
de Dios y su presencia. El rap es unión, comunión, música y, al mismo
tiempo es Iglesia. Primero Dios y después el rap como, aclaran muchos
de ellos. En esa línea, y ya desde hace varios años, comienzan a aparecer
distintos grupos de rap cristiano, un género en sí mismo a esta altura.
A modo de ejemplo podemos nombrar el grupo Cristo Flow Armada
Crew (grupo formado en la primera década del siglo XXI con los exintegrantes del género gangsta rap Libres Bajo Palabra, ahora devenidos a
raperos cristianos), el grafitero y rapero Cu4tro (exintegrante del grupo
Monasterio), o el rapero Dozer (campeón de la batalla Red Bull Argentina en 2018), bautizado por los medios como “el rapero de Dios”, quien
compite sin utilizar malas palabras en las riñas de gallo,40 entre otros.
Iván de Buenos Aires Flow, un productor de rap de Isidro Casanova
contaba lo siguiente:
40 Son contiendas entre quienes rapean, conocidas también como “estilo libre”
(freestyle), en las cuales dos o más personas compiten.
154
CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
En el caso de mi viejo era muy busca de la
música; donde había música él iba. Y también mucho del evangelio, porque ellos iban
a la Iglesia, iba mechando música cristiana
y rock nacional a pleno (...) Siempre había
música en mi casa, tanto por ir a la iglesia
y estar ahí... mi viejo era músico ahí. Me
acuerdo de las campañas para evangelizar,
mi viejo tenía una banda de rock cristiana y
salían a tocar (Iván, comunicación personal,
21 de julio de 2019).
Como expusimos en la introducción, la relación de la música con el
evangelismo pentecostal no es nueva. Sí es una novedad la aparición de
organizaciones de músicos raperos cristianos, y sus relevantes prácticas: festivales en templos evangélicos, freestyle.
El Vikingo es un rapero cristiano que además organiza y produce festivales en los barrios. En uno de los encuentros que tuvimos con él nos
contaba: “Siempre llevamos la palabra de Dios. No importaba cómo. (...)
Nunca camuflada. Yo nunca saco la Biblia para predicar, porque este
ambiente es muy sabio también” (Vikingo, comunicación personal, 8
septiembre de 2019). Y allí mismo nos decía que hay que estar preparado para organizar y predicar en los barrios: “los chicos los 14 y 15 años...
vos hablás con ellos de la movida del rap... yo ya he leído libros. Y tienen
un dialecto, un léxico...Tenés que estar preparado para hablar con ellos
porque te dan vuelta como una media” (8 de septiembre de 2019). No se
trata solo de rapear y divertirse... el rap, y toda su movida, son algo serio
y con esa seriedad hay que trabajar y predicar. El ejemplo ante todo. En
su letra “Si no te tengo”, el Vikingo expresa lo siguiente:
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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Acepta mi perdón
Te ofrezco mi corazón
Con toda mi humildad
Me presento ante ti Señor.
Tu presencia es bienvenida
Sana por completo todas mis heridas
(Vikingo, inédito, vv. 1-5).
Y en otro de sus temas, “Linaje” dice:
Oh, Dios, te alabaré
Mi vida a ti la rendiré
Oh, Dios, te alabaré, te alabaré
(...)
Ven a mi rescate, por favor, Dios
Oh, Dios, te alabaré, te alabaré.
Oh Rey, a ti me rendiré
(Vikingo, inédito, vv. 4-6 y 9-11).
En el rap cristiano Dios está y se hace presente de forma constante,
tanto en letras como en el resto de la movida barrial y cultural. Parecería que la totalidad de letras hablan de Dios y es extraño encontrarse
con raperos cristianos que elijan otros tópicos para comunicar. El Vikingo (organizador de eventos de rap cristiano) expresa:
Siempre hice rap cristiano. En una frase
digo: está lleno de ladrones, encima El Vaticano despiadado ocultado y defendiendo
violadores. Es crudo, pero sigue siendo cristiano. Tengo también tengo algo escrito que
dice: yo no soy ejemplo, pero sé también que
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
la hipocresía fue fundada en los templos, yo
no tengo drama en darle a mi creencia, ni
darles a los otros (...) No hablo de cosas que
no son. Cosas que viví. En mis canciones no
hablo nunca que me drogué, que fume porro,
¿habré estado borracho en algún momento?
Sí. Pero no hablo de eso. No hablo de cosas
que no son. A veces me toca predicar en la
Iglesia (Vikingo, comunicación personal, 8
de septiembre de 2019).
Por su parte, otro organizador de eventos de rap cristianos, Sergio
Gutiérrez, el exintegrante del grupo Libertad Bajo Palabra, dúo de rap
de la década de 1990 que formó parte del compilado Nación Hip Hop 2
(Eh! Discos 1999), expresaba:
Cambió por completo el mensaje, si bien,
porque estamos hablando de hip hop, no dejó
de ser rap lo mío, siempre con el rap, más
allá de que yo hoy hable de Dios, siempre el
mensaje va a ser positivo. Para que el que escuche diga: “Guau, qué loco, Dios hizo esto
con esta persona, cómo le cambio la vida”. Y
eso quiero transmitir sin dejar de rimar o ser
hardcord, no deja de ser rap lo mío. Yo soy
un rapero cristiano. Yo soy un rapero cristiano porque en mis letras hablo de Dios y de
Cristo. O sos cristiano o no sos cristiano. No
podés ser rapero y cristiano (comunicación
personal, 8 de agosto de 2019).
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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Como observamos, el rap cristiano logra convertirse en un subgénero
del rap con una legitimación institucional que lo habilita. Hay un subgénero ahí que ha logrado cristalizarse, que tiene reconocimiento propio. Esta práctica demuestra una tradición cultural mucho más fuerte
que en los casos de los raperos que se transforman, en los que el vínculo
con la religión es mucho más reciente. ¿Qué pasa, entonces, con la subjetividad? ¿Dónde y cómo aparece la identidad en estos raperos cristianos? Lo que se desprende de las letras y las entrevistas es que hay una
construcción identitaria que es más retrospectiva, más hacia afuera. Es
una subjetividad que se construye, se determina, en la prédica y en el
acto mismo de evangelizar. Es interesante porque la identidad vuelve a
ubicarse en el lenguaje, en la palabra, pero ahora esa palabra viaja, se
eleva y ya no retorna; no tiene la obligación de hacerlo. Es el trabajo del
rapsoda. No hay una necesidad de autorreconocimiento, de introspección, como lo notábamos en las canciones de los primeros raperos que
expusimos, sino de cantar para otros, como el juglar, el trovador, en un
acto colectivo y, sobre todo, evangelizador. La identidad se juega ahora
en la misión: en el ejercicio de llevar, conservar y, finalmente, soltar en
el momento indicado el mensaje divino.
Conclusiones
Los procesos de constitución de identidades son siempre relacionales
y dinámicos, y están sujetos a continuas revisiones, ajustes y adaptaciones. Es indudable que el surgimiento del evangelismo en la práctica del
rap ha generado un proceso de construcción identitaria, considerado
por quienes no adscriben a ella como una otredad en el interior de su
propio espacio sociocultural, generador de fricciones y acomodamientos de los subgrupos intervinientes. Asimismo, ha dado origen a una
nueva clasificación de las personas en función al capital simbólico al
que se adscriben.
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CUADERNOS DE INVESTIGACIÓN
La nueva condición de la práctica del rap cristiano se inscribe en el
marco de un proceso de cambio cultural, en el cual la coexistencia entre pasado y presente todavía se hacen evidentes, sobre todo en el caso
de la construcción de identidades juveniles: jóvenes cuyo conocimiento
puede extraerse de sus realidades y sistematizarse y difundirse a través
de sus canciones.
Evidentemente nos referimos a un proceso que, si bien ya es visible,
también es cierto que no es generalizable al conjunto de toda la “movida hiphop” (en la cual el rap es uno de los principales elementos). En
esta primera etapa logramos realizar una primera clasificación, y nos
propusimos interrogantes nuevos a los planteados en el proyecto de investigación inicial, que serán abordados en la etapa 2019-2020.
JÓVENES, IDENTIDADES Y TERRITORIOS
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Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires
20, 21 y 22 de noviembre 2019
Título: Evangelismo y Rap
Autores Biaggini Martin Alejandro y Heine Josefina
Pertenencia Institucional: Programa de Estudios de la Cultura (PEC), Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ)
Email: martinbia@hotmail.com / josefinaheine@gmail.com
Resumen
El presente trabajo forma parte del proyecto de investigación UNAJ 2018/20 “Identidad y representación territorial en el Conurbano: la participación de jóvenes en las prácticas de rap” y se enmarca en el análisis biográfico y discursivo de un grupo específico de raperos. Desde esta línea, por medio de entrevistas semi-flexibles, y a partir de un corpus seleccionado de canciones, indagamos en las biografías de algunos raperos que ya practicaban, o bien, se convirtieron a la religión evangélica. Desde el eje de análisis “Rap y evangelismo damos cuenta del estudio de algunos casos de jóvenes del conurbano de Buenos Aires, en sus recorridos de vida (públicos y privados), hasta llegar a la aceptación de la práctica del evangelismo como forma de estar en el mundo. Algunas de las preguntas que guían nuestra investigación, entonces, están orientadas a indagar el modo en que la religión evangélica, y la fuerte presencia de la iglesia y sus pastores, inciden en las cotidianeidades de los raperos, en sus prácticas artísticas y en el modo en que se constituyen y repiensan, tanto en términos identitarios como en sus vínculos con los otros y el barrio.
Palabras Clave: Evangelismo, Rap, Conurbano, Identidad, Cultura.
Introducción
En Argentina, durante la última dictadura cívico militar, el ideal de sociedad integrada al que había aspirado el peronismo se fragmento en pos de un modelo, económico y social, netamente neoliberal (Merklen, 2005). Este quiebre radical profundizó la distancia entre los distintos grupos sociales, al tiempo que agudizó la asimetría en el acceso a los bienes públicos y a los consumos culturales. Se configuraron, entonces, nuevos campos simbólicos y nuevas formas de narrar; se establecieron nuevas formas de relación y de percibir el espacio.
Más adelante, en la década del noventa, las políticas neoliberales menemistas radicalizaron esas distancias simbólicas (sociales) y la brecha entre la ciudad y sus alrededores se hizo aún más aguda. En este contexto, el Estado se retiró de la economía y dejó de cumplir su rol como garante del pacto social. El desempleo creció al ritmo de la pobreza y el territorio del conurbano bonaerense comenzó a modificar su paisaje. Relegados de las bondades y seguridades del mercado laboral formal y distanciados de entidades otrora dadoras de identidad (como los sindicatos y los partidos políticos), los sectores populares hicieron de sus barrios una nueva esfera pública para articular estrategias de supervivencia (Auyero 2001, Merklen 2005). El barrio, entonces, como espacio de acción inmediato, se convirtió en el territorio único, e ideal, para generar modalidades de protesta y experiencias de constitución subjetiva (Svampa y Pereyra 2003). La identidad barrial es, en este sentido, un proceso discursivo— relacional, de supervivencia— que se funda en la dimensión de lo social y en constante diálogo con el afuera y, por ello, con los otros.
Fue a partir del cambio de siglo —atravesado por la crisis de representación estética y política del 2001— cuando se produjo la puesta en discurso del territorio propio, de los conurbanos. Tanto en la nueva narrativa, como en la poesía, la música y el nuevo cine argentino, el conurbano emergió como tema de representación argumental, formal y discursiva.
En cuanto a los cambios musicales el abaratamiento de la tecnología democratizó la producción, y permitió que músicos y realizadores produzcan a bajo costo. En ese contexto, el rock chabón que había caracterizado al conurbano hasta los años 90s, y luego la cumbia villera, que lamentaba el fin del mundo del trabajo y se identificaba con lo marginal (Seman, en Zarazaga y Ronconi 2017), daba paso a la práctica del Rap como nueva expresión poética y musical.
El espacio religioso no permaneció inalterado frente a estas transformaciones. A sus habituales opciones religiosas, vinculadas a modalidades propias de la religiosidad popular (que mixturan devociones católicas con prácticas como la curandería), los sectores populares incorporaron a las iglesias evangélicas, particularmente pentecostales, a su corpus de prácticas barriales. (Carbonelli et Al., 2008)
El evangelismo pentecostal y la música
La expansión de la práctica religiosa evangélica en la Argentina (principalmente la pentecostal) es un fenómeno significativo en términos demográficos y al mismo tiempo de rápido crecimiento. Según Seman Gallo (2008):
Esta confesión que representaba en los años 60 menos del dos por ciento de la población, concentrado en familias de cercana trayectoria migratoria de países de mayoría protestante o evangélica, pasó a constituir al menos un diez por ciento de la población y casi un veinte por ciento de la población de sectores populares entre familias de origen católica.
Frente a este crecimiento, algunos autores identifican diversas modificaciones en la práctica religiosa y las clasifican en: neopentecostalismo y tele-pentecostalismo entre otras posibles catalogaciones:
Ese neopentecostalismo modeló el ritual, centralizó el poder eclesiástico, hizo de los pastores autoridades indiscutibles, se eliminaron las formas de gobierno con estilo representativo o congregacional, colocándose todo en las manos de un liderazgo carismático… Hizo del culto una alegría, catarsis emocional, lugar de la música y la danza (…) (Guaygua y Castillo, 2008: 79).
La utilización de la música dentro de la práctica evangélica no es un tema de estudio nuevo. La música denominada cristiana ha sido lo suficientemente flexible como para adoptar todo tipo de estilos; sin duda, la incorporación más polémica ha sido la del Rock, como notó Garma Navarro (2000).
En este contexto, dentro del evangelismo, y con el aporte de las instituciones religiosas, se producen nuevas posturas que propiciaron la creación de espacios ligados al arte para que los jóvenes de las congregaciones puedan expresarse. Estas prácticas, al mismo tiempo, y como señala Pascuchell, operaron y operan como una estrategia para contener y mantener a los sectores juveniles. En esta línea el Rap ha logrado ganar un lugar preponderante dentro el evangelismo. Numerosos raperos evangélicos muestran y publican sus canciones en redes sociales (Facebook, Instagram, YouTube), al tiempo que participan de competencias organizadas por entidades religiosas en barrios marginales.
Rap cristiano
Durante el trabajo de campo para la investigación UNAJ 2018/20 “Identidad y representación territorial en el Conurbano: La participación de jóvenes en las prácticas de Rap”, se entrevistaron en profundidad a más de 100 raperos que habitan y producen su música en el conurbano de Buenos Aires. Dentro de ese corpus de entrevistados notamos que muchos de estos jóvenes adscribían hace tiempo a la práctica evangélica, y otros comenzaron a practicarla; es decir: se convirtieron al evangelismo y comenzaron a predicar su fe inclusive desde el rap. Ante este contexto tomamos la decisión de incluir esta nueva variable al proyecto de investigación, y realizamos una clasificación inicial que distingue inicialmente dos grupos: raperos que se reconocen como evangélicos y utilizan su arte para profesar su fe, y se autodenominan “raperos cristianos”; y un segundo grupo con jóvenes que, si bien adscriben a la práctica evangélica, continúan denominándose simplemente “raperos”, aunque su práctica artística (incluidas sus letras) se ha modificado notoriamente.
En este sentido, y teniendo en cuenta estas dos categorías iniciales, daremos cuenta, a través de la selección de algunas entrevistas y algunas letras puntuales, del modo en que el evangelismo repercute en la vida de estos raperos y cómo inciden sus dogmas en la conformación tanto identitaria y autobiográfica, como en su relación los otros y el espacio. ¿Qué mejor espacio que el Rap entonces para dar cuenta de las “buenas nuevas”? ¿Qué mejor espacio que el Rap para revelar los errores del pasado y mostrar, con énfasis, un “futuro luminoso”? ¿Qué sucede con las identidades en este sentido? Qué nuevas configuraciones subjetivas emergen ante la presencia del evangelismo en la vida de estos jóvenes y cómo la práctica religiosa repercute en sus configuraciones autobiográficas son algunas de las preguntas que inevitablemente asoman.
Dentro de la primera categoría podemos mencionar a El Principito (Hernán Maximiliano Mendoza) rapero oriundo de Merlo, zona oeste del conurbano. Falleció este 2019 y tanto en sus letras como en las entrevistas que le realizamos cuenta su acercamiento con Dios y con la iglesia. En todos los casos, y no tenemos aquí la excepción, el cambio se produce siempre luego de una llamada divina, un mensaje, un encuentro con Dios. Son raperos, son jóvenes, que han tenido problemas en su devenir cotidiano: delincuencia, adicciones, marginalidad y una inmensa soledad. La conversión cambia de raíz no solo la visión que ellos tienen de su entorno, de los otros y el barrio, sino también de ellos mismos. Comienzan a vivenciar nuevas formas de experimentación, direccionadas por los dogmas de la iglesia, que reducen, modifican y nuclean sus capacidades subjetivas. Dice El Principito en una de sus letras:
Hoy estoy cantando, les digo que salí ileso
ellos solo piden, yo agradezco cuando rezo
antes de decir Señor, aprende sus valores,
arrepiéntete de todo antes de que ores
y no preguntes porqué, él no bendice porque llores.
Algunos me decían, esa es re vieja
o te asustó un plomazo, o te acobardó la reja
o capaz un enemigo que te tiene entre ceja
yo le pedí al de arriba que me proteja
y él me dijo: yo lo haré, pero aquella vida deja.
pero aquella vida deja. (los subrayados son nuestros) (El Principito, Historias de barrio)
Y dice luego en uno de nuestros encuentros:
Yo estaba viviendo con mi mamá hasta los 16 años; tuve un problema de las adicciones y un par de tiros con la policía. Siempre la droga de por medio (…) Un día me di cuenta que yo tenía que escribir lo que pasaba en los barrios. Cuando nació mi hijo dejé de consumir drogas y empecé a escribir de otra forma, tuve un encuentro con Dios, empecé a ir la iglesia, a cambiar mis letras a cambiar mi mentalidad y decir: no es todo ir meter caño y traer el pan. (Los subrayados son nuestros) (Entrevista realizada a El principito, 2018)
Es notable el cambio que estos jóvenes comienzan a experimentar. Cambia también su discurso y en casi la mayoría de sus letras empiezan a hablar de Dios. Claramente, la presencia de la iglesia y del movimiento pastoral, en el barrio primero, y en la vida particular e individual de cada uno al mismo tiempo, actúa en términos pedagógicos, terapéuticos e incluso políticos. Emergen así nuevas formas de constitución y configuración subjetiva que invitan —y casi obligan— a los sujetos a contar, a dar testimonio, a revelar sus nuevas condiciones de existencia. En este cruce, la identidad— el autoreconocimiento —pierde pluralidad y libertad porque el diálogo principal es ahora con la iglesia y Dios. La toma de la palabra se convierte así en la acción fundamental, en el camino indispensable para predicar, revelar, dar fe. Los otros— compañeros de barrio, de escuela, ahora de iglesia— son interlocutores indispensables en este cruce y se los necesita en todo sentido: para reafirmar la propia fe, para evangelizar, para cambiar la mirada que se tiene o tenía de ellos. De alguno modo, lo que sí queda claro es que la identidad es el resultado de una articulación exitosa entre el sujeto y el flujo del discurso (Hall, 1993). Y está dada, con esto, por las posiciones que los sujetos están obligados a tomar, por las representaciones que construyen siempre a través de una falta, de otro. La identidad es en esta instancia una necesidad que permite la representación y la subsistencia, pero se configura siempre en el continumm que habilita la coyuntura, las instancias de poder: “las unidades proclamadas por las identidades se construyen, en realidad, dentro del juego del poder y la exclusión y son el resultado, no de una totalidad natural e inevitable o primordial, sino del proceso naturalizado y sobredeterminado de cierre” (Bhabha, 1994).
Viko VK es un rapero, poeta, de Rafael Calzada y también se convirtió al evangelismo. En una de las tantas conversaciones que tuvimos nos contaba lo siguiente:
Yo andaba en la calle perdido. Mi vieja me llevó al hospital y le dijeron que estaba pasado de sobredosis. Ahí yo sentí una presencia inexplicable; igual yo ya creía en Dios, pero no lo tomaba en serio como ahora. Cuando le dijeron que si no lo traía tu hijo se moría… Ahí sentí la presencia de Dios, y sentí que no es un mito, no es una historia, que es real. Él no se ve, pero esta. Y eso me cambió la forma de pensar, de ver a los chicos de la calle que están perdidos y no tienen a nadie que los ayude, y es como que yo con mi música intento ayudar mínimo con una letra, cada canción que yo componga me inspire en dar un mensaje positivo, no todo está perdido. (los subrayados son nuestros). (Entrevista realizada a Viko VK, 2019)
Luego, en su tema “Hoy encuentro una salida”, expresa:
Hoy yo ya no tengo duda
Hoy encuentro una salida
Hoy yo tengo la ayuda, de parte del que me dio la vida
Murió en la cruz para darme vida y luz
Formar mi camino, sobresaliendo su destino.
En el momento en que fumaba esa mariguana
Yo no pensaba que solita, ya la muerte me ganaba.
Si fumé, si tomé, si robé, si todo lo que yo quise lo probé.
Todo quedó en el ayer.
El me perdonó porque de la muerte me salvó.
Y del pecado me liberó.
En esta línea de análisis podemos ver que la identidad no es un concepto esencialista y estable sino estratégico y posicional, marcado e institucionalizado por los espacios de poder que ordenan y regulan la disposición de los cuerpos en la sociedad. La identidad nunca logra su unidad y sus múltiples exigencias responden a las formas de estar que propone el mundo actual del capitalismo y la religión, en estos casos. Son interesantes las intervenciones de Laclau, en este sentido, cuando afirma que una determinada objetividad logra afirmarse parcialmente solo cuando reprime lo que la amenaza. La configuración de una identidad entonces siempre se basa en la exclusión de algo y en el establecimiento de una dicotomía, de una jerarquía violenta, dada entre dos polos resultantes. Las dicotomías que crean y marcan en sus discursos El Prinicipito y Vico Vk están configuradas por las diferencias entre por Dios y el mundo pagano; la libertad y la prisión; la vida y la muerte; la luz y la oscuridad; la certeza y la duda; la salida y el encierro; los amigos y los enemigos…y podríamos seguir enumerando. Lo interesante es ver o analizar cuáles son aquellos valores “nuevos”, y ahora esenciales, que aparecieron luego del encuentro con Dios. Pero para que estos aparezcan los viejos deben ser nombrados y son la marca, indeleble, de los lugares a los que no se debe volver. Lo peculiar de los elementos que se encuentran en segundo término, dice Laclau, es que quedan reducidos a la función de un accidente, en oposición al carácter esencial del primero (Laclau, 1993). Por eso remarcamos nuevamente que en esta conversión la función pedagógica y terapéutica de la religión cumple un papel fundamental, sin dejar de recordar, claro, que esos sujetos son constantemente desestabilizados por lo que excluyen, por lo que dejan afuera, por lo que no quieren ser o volver a ser.
En estas luchas subjetivas el Rap es siempre el escape, el espacio de encuentro, el camino para estar, la salida y la piedra angular a partir de la cual la enunciación, y la identidad, son posibles. La vida es acá la propia narración y allí, en el acto de contar, es que se estructura. Los sujetos apunta Ricoeur se constituyen en el relato que es la forma por excelencia de estructuración de la vida (Ricoeur, 1985). El Rap les permite contar, les permite salir, salirse de sí, y volver a ser. Vuelven a ser en cada hoja, en cada letra, en cada discurso y en cada acto de enunciación performática. No es casual entonces que en estas vidas tan violentadas, tan abandonadas por el Estado, tan cargadas de marginalidad y soledad, la Iglesia y Dios se presenten como casi únicos caminos posibles. Allí donde la vida parece no ser posible, se abre de repente una puerta que habilita a pensar que algo es posible:
(…) Me golpeó mucho la vida, pero lo hice porque me sentía solo en la vida. Era chico y no sabía qué hacer, y salís a robar a drogarte, y a hacer macanas. Cosas que no tenes que hacer. Ahora que ya soy grande no me drogo, gracias a Dios mi adicción es el rap. Gracias a Dios me di cuenta y quiero triunfar con esto, y quiero que la gente no me vea más como antes. Me cruce hace muy poco con Dios. Hace mucho que Dios me viene llamando a mí, por parte de mi familia, que son todos cristianos, creyentes. (…) Y ahora que crecí, me crucé con Dios hace muy pocos meses, empecé a ir a la iglesia, y no me avergüenza decirlo. El rap y Dios. Primero Dios y después es rap. Es así. Primero siempre Dios. (los subrayados son nuestros) (Alan de Madero, entrevista realizada en 2019)
En cuanto a la segunda categoría planteada, nos encontramos a lo largo de las entrevistas y en el trayecto de nuestra investigación, con distintos raperos que se autodenominan raperos cristianos. Estos, no solo se enuncian desde un género específico, El Rap Cristiano, sino que lograron institucionalizarse en redes sociales: Facebook de raperos cristianos argentinos, festivales temáticos, y en la organización RAP (Raperos Adoradores en Potencia); son raperos que ya practicaban la religión evangélica y sus letras en casi todos los casos hablan de Dios y su presencia. El rap es unión, comunión, música y, al mismo, tiempo es Iglesia. Primero Dios y después el Rap como, aclaran muchos de ellos.
Iván de Buenos Aires Flow, un productor de Rap de Isidro Casanova contaba lo siguiente:
En el caso de mi viejo era muy busca de la música; donde había música él iba. Y también mucho del evangelio, porque ellos iban a la iglesia, iba mechando música cristiana y rock nacional a pleno (…) Siempre había música en mi casa, tanto por ir a la iglesia y estar ahí… mi viejo era músico ahí. Me acuerdo de las campañas para evangelizar, mi viejo tenía una banda de rock cristiana y salían a tocar.
Como expusimos en la introducción, la relación de la música con el evangelismo pentecostal no es nueva. Sí es una novedad la aparición de organizaciones de músicos raperos cristianos, y sus relevantes prácticas: festivales en templos evangélicos, free style (batalla de gallos), en los que los contrincantes verbalizan sin ningún tipo de insultos (típicos en este tipo de batallas).
El vikingo es un rapero cristiano que además organiza y produce festivales en los barrios. En uno de los encuentros que tuvimos con él nos contaba: “Siempre llevamos la palabra de Dios. No importaba cómo. (…) Nunca camuflada. Yo nunca saco la biblia para predicar, porque este ambiente es muy sabio también”. Y allí mismo nos decía que hay que estar preparado para organizar y predicar en los barrios: “los chicos los 14 y 15 años…vos hablás con ellos de la movida del rap…yo ya he leído libros. Y tienen un dialecto, un léxico…Tenés que estar preparado para hablar con ellos porque te dan vuelta como una media”. No se trata solo de rapear y divertirse…el Rap, y toda su movida, son algo serio y con esa seriedad hay que trabajar y predicar. El ejemplo ante todo. En su letra “Si no te tengo”, el Vikingo expresa lo siguiente:
Acepta mi perdón
Te ofrezco mi corazón
Con toda mi humildad
Me presento ante ti Señor.
Tu presencia es bienvenida
Sana por completo todas mis heridas.
Y en otro de sus temas dice:
Oh, Dios, te alabaré
Mi vida a ti la rendiré
Oh, Dios, te alabaré, te alabaré
(…)
Ven a mi rescate, por favor, Dios
Oh, Dios, te alabaré, te alabaré.
Oh Rey, a ti me rendiré.
En el Rap Cristiano, Dios está y se hace presente de forma constante, tanto en letras como en el resto de la movida barrial y cultural. Parecería que la totalidad de letras hablan de Dios y es extraño encontrarse con raperos cristianos que elijan otros tópicos para comunicar.
El Vikingo (organizador de eventos de rap cristiano) expresa:
Siempre hice rap cristiano. En una frase digo: está lleno de ladrones, encima el vaticano despiadado ocultado y defendiendo violadores. Es crudo, pero sigue siendo cristiano. Tengo también tengo algo escrito que dice: yo no soy ejemplo, pero sé también que la hipocresía fue fundada en los templos, yo no tengo drama en darle a mi creencia, ni darles a los otros (…) No hablo de cosas que no son. Cosas que viví. En mis canciones no hablo nunca que me drogué, que fume porro, ¿habré estado borracho en algún momento? Si. Pero no hablo de eso. No hablo de cosas que no son. A veces me toca predicar en la iglesia. (entrevista realizada a Vikingo en 2019)
Por su parte, otro organizador de eventos de rap cristianos, Sergio Gutiérrez, el ex integrante del grupo “Libertad bajo palabra”, dúo de rap de la década de 1990 que formó parte del compilado “Nación Hip Hop 2” (Eh! Discos 1999), expresaba:
Cambio por completo el mensaje, si bien, porque estamos hablando de Hip Hop, no dejo de ser rap lo mío, siempre con el rap, más allá de que yo hoy hable de Dios, siempre el mensaje va a ser positivo. Para que el que escuche diga: Guau, que loco, Dios hizo esto con esta persona, como le cambio la vida. Y eso quiero transmitir sin dejar de rimar o ser hardcord, no deja de ser rap lo mío. Yo soy un rapero cristiano. Yo soy un rapero cristiano porque en mis letras hablo de Dios y de Cristo. O sos cristiano o no sos cristiano. No podés ser rapero y cristiano. (Entrevista realizada en 2019).
Como observamos, el Rap Cristiano logra convertirse en un sub género del Rap con una legitimación institucional que lo habilita. Esta práctica demuestra una tradición cultural mucho más fuerte que en los casos de la primera categoría en dónde claramente la relación con la religión es mucho más reciente.
A modo de conclusión:
La nueva condición de la práctica del Rap Cristiano se inscribe en el marco de un proceso de cambio cultural en el cual la coexistencia entre pasado y presente todavía se hacen evidentes, sobre todo en el caso de la construcción de identidades juveniles: Jóvenes cuyo conocimiento puede extraerse de sus realidades y sistematizarse y difundirse a través de sus canciones.
Evidentemente nos referimos a un proceso que, si bien ya es visible, también es cierto que no es generalizable al conjunto de toda la “movida hip hop” (en la cual el rap es uno de los principales elementos). En esta primera etapa logramos realizar una primera clasificación, y nos propusimos interrogantes nuevos a los planteados en el proyecto de investigación inicial, que serán abordados en la etapa 2019-2020.
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