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Una nueva ciudad precolombina

2005, Ensayos Historia Y Teoria Del Arte

Caral. La ciudad del fuego sagrado Ruth Shady Solís Lima, Centura Sab, 2004, 260 páginas ISBN 9972-9765-2-1 Una nueva ciudad precolombina Por Álvaro Medina Pocas veces se tiene la oportunidad de leer un libro recién publicado cuyo contenido altera lo que ya sabíamos acerca de las grandes civilizaciones amerindias. La arqueóloga peruana Ruth Shady Solís inició en 1994 excavaciones en el valle de Supe, 182 kilómetros al norte de Lima, y descubrió una ciudad que amplía en más de un milenio la antigüedad de las manifestaciones arquitectónicas debidamente repertoriadas en nuestro continente. El libro que aquí se reseña es un informe completo de tan feliz hallazgo, ilustrado con fotografías a color que nos permiten echarle una mirada a un complejo urbano dotado de pirámides, edificios de numerosísimas recámaras, anfiteatros, plazas, plataformas, terrazas, muros de contención de gran solidez, escaleras, atrios, nichos, mausoleos, altares, fogones de grandes dimensiones con conductos de ventilación subterráneos (de allí el título del libro), monolitos monumentales, murallas, talleres artesanales, etc. La primera noción que con esta publicación queda superada, introducida en 1930 por el gran arqueólogo Julio C. Tello, es la de considerar a Chavín de Huántar como la cultura matriz del área andina, título que en Mesoamérica se les atribuye a los olmecas. Ahora, con los trabajos de la Dra. Shady Solís y sus colaboradores, tan alto Reseñas [ 283 ] privilegio recae en la ciudad de Caral, un sitio con riberas del río, entre cerros rocosos y dunas de una superficie de 66 hectáreas en el que se descu- arena, como un modelo de asentamiento urbano brieron 32 estructuras públicas y “ varios conjuntos que se perpetuó en adelante para no ocupar tie- residenciales” , con una disposición que “ indica un rras útiles a la agricultura. La ciudad está ubicada a ordenamiento espacial de acuerdo con un diseño 26 kilómetros del mar y su manifestación arquitec- planificado de la ciudad anterior a su construc- tónica más importante es “ una imponente estruc- ción” (p. 79). Las pruebas de carbono 14 revelaron tura piramidal escalonada” que mide 170,80 x 149,69 que el asentamiento empezó a ser ocupado en metros, se eleva 29,88 metros y tiene al frente una 2900 a. C. y fue abandonado súbitamente en 1800 a. plaza circular hundida de 35,50 metros de diáme- C. (p. 237), fechas que deben tener en cuenta en tro (p. 97). La relación entre la pirámide y la plaza adelante los historiadores de la arquitectura y el circular es, desde el punto de vista simbólico, se- urbanismo precolombinos. mejante a la muy posterior de Chavín de Huántar, ¿Cómo se alcanzó semejante desarrollo mate- razón más que suficiente para reconocer a Caral rial en tan temprana época? En el valle de Supe se como la verdadera cultura madre de la América asentó una sociedad agrícola que construyó ca- del Sur, sin perder de vista que las dos sociedades nales de riego, explotó salinas, conoció la cestería, “ estuvieron enlazadas por una misma tradición manufacturó tejidos, tuvo una intensa actividad cultural” (p. 21). pesquera con la utilización de redes y mantuvo El concepto de cultura generatriz, ligada a la intercambio de productos con otros pueblos del aparición de nuevos hábitos de vida y organiza- área peruana (p. 70), lo que generó excedentes ción social que con el tiempo se irradian a otros que permitieron construir una edilicia importante pueblos, ha sido caro a arqueólogos y antropólogos. en cantidad, tamaño y calidad. En las orillas del río El puesto que en este sentido pasa a ocupar Caral Supe se inventariaron dieciocho asentamientos puede comprobarse con hechos como éstos, que coetáneos, nucleados y distribuidos “ desde el lito- la Dra. Shady Solís reporta en su libro: ral hasta la terminación del valle medio” , que contaron con un gobierno centralizado, integración política que se produjo en el año 2600 a. C. (p. 31), ocho siglos antes de la desaparición de esta cultura. Esto quiere decir que Supe surgió “ al tiempo que las ciudades sumerias de Mesopotomia o cuando se construyó la pirámide de Sakara o las posteriores pirámides de Giza en Egipto” , precisa la autora, y se adelantó “ por lo menos 1.500 años” a los primeros centros ceremoniales del área mesoamericana (p. 35). La capital de esta activa sociedad, denominada Caral con base en la nomenclatura tradicional de los habitantes del lugar, fue construida en pleno desierto, pero adyacente a las tierras fértiles de las [ 284 ] Ensayos. Historia y teoría del arte Diciembre 2005, No. 10 1. Caral “ sentó las bases de las estructuras organizativas de las sociedades andinas” ; su influencia fue tal que, por ejercer sus habitantes una activa labor de intercambio de productos con otros pueblos de la costa y la sierra, dio inicio al uso del quechua (en la época un “ preprotoquechua” ) “ como lengua de relación” , la cual terminó siendo “ adoptada por sociedades de otras áreas” que tenían “ otras culturas y lenguas” (p. 46). 2. Las edificaciones eran levantadas y después de cierto tiempo se procedía a enterrarlas de modo perfectamente organizado, o sea que sufrían una suerte de muerte ritual, cumplida la cual se procedía a construir una nueva estructura (pp. 85-87). Coincide esta actitud con la del ciclo vida-muerte que conocieron, miles de años después, las huacas o palacios señoriales de Chan Chan, la capital del imperio Moche. Al respecto expresa la autora: Se han distinguido cinco grandes períodos de cambios en la construcción, enterramiento y renovación de los edificios, pero además hubo fases de remodelación arquitectónica o de cambios menores entre cada uno de estos períodos [… ]. Cada período está diferenciado del anterior en algunos elementos de estilo arquitectónico, de técnica constructiva, materiales y color de la pintura aplicada a las paredes (p. 85). cales deben tomar nota de las 32 flautas traversas de huesos de camélidos y las 38 cornetas que se hallaron, de “ hasta siete sonidos” (p. 217). Las flautas son de un diseño y una fabricación perfectamente estandarizados. Algunas están ornamentadas con sencillas pero elegantes líneas incisas que representan “ monos, felinos, serpientes, águilas y cóndores” (ibíd.). Por último hay que señalar Significa esto que la actividad constructiva fue continua e intensa, experimentando en su desarrollo diversos estadios de superación. 3. El sentido de diseño llegó a ser tan sofisticado que el de algunos “ edificios corresponde a la figura de un ave de alas desplegadas” (p. 93), atribución que la autora maneja con explicable cautela, tal vez a la espera de nuevos hallazgos. Sólo que unos cuarenta siglos después, cuando los incas construyeron el Cusco, organizaron la traza de sus calles como la silueta de un puma. Caral vendría a ser, en tal caso, el antecedente más remoto de tan sugerente e importante simbolismo. que se encontraron restos humanos, utensilios, cuentas, dijes, piedras semipreciosas, tejidos de varios tipos muy bien conservados, ofrendas rituales y pequeñas figurillas de arcilla no cocida, algunas con peinados que recuerdan los de la cultura Valdivia de Ecuador, lo cual arroja interrogantes sobre migraciones, contactos e influencias culturales en la larga pero estrecha franja occidental de América del Sur. Tendremos que estar pendientes, entonces, de qué otras sorpresas guardan los sitios vecinos. La 4. En lo que hace al método constructivo, en el llamado Período Tardío (2100-1800 a. C.) “se generalizó el uso de bloques de piedra cortados, entrabados con mortero de arcilla y pachillas o piedras de menores dimensiones” (p. 94). Los caralanos habían generado una técnica que heredaron y perfeccionaron las numerosas culturas que florecieron posteriormente. expectativa es enorme, ya que, como afirma la 5. A lo anterior se suma la existencia de “ geoglifos figurativos y geométricos” , uno de los cuales —situado a un kilómetro de Caral—mide 40 x 24 metros “ y está trazado con piedras angulares” que representan una “ cabeza de perfil” (p. 231). Esta combinación de figuración y geometría remite a los geoglifos o líneas de Nasca, trazados en el suelo pedregoso de la pampa casi dos mil quinientos años más tarde. más pequeños que fueran, tuvieron algún tipo de 6. Se desarrolló una religión cuyos ritos estaban regidos por un “ calendario anual regulado por la observación astronómica” (p. 198), de manera que el “ laboratorio astronómico de Caral fue instalado casi tres mil años antes que se hiciera lo mismo en Palpa o en Nasca” (p. 231). los tesoros arquitectónicos y artísticos que aún autora en una de sus conclusiones, “ el valle de Supe contiene la más grande concentración de asentamientos con arquitectura monumental del continente” (p. 248). A lo que se agrega el hecho significativo de que “ todos los asentamientos, por construcción pública, en particular un edificio anexado a una plaza circular hundida, en asociación con los conjuntos residenciales” (p. 31). Aunque las excavaciones continúan, las noticias que contiene este magnífico libro, de diseño gráfico elegante y sobrio, no revelan ni la tercera parte de reposan en el valle de Supe bajo suaves mantos de arena. Con los descubrimientos de Ruth Shady Solís y su equipo, los estudiosos de instrumentos musi- Reseñas [ 285 ]