LA HISTORIA
INKA
EN
NUDOS
JOE R. AND TERESA LOZANO LONG SERIES IN
L A T I N A M E R I C A N A N D L A T I N O A R T A N D C U LT U R E
LA HISTORIA
INKA
EN
NUDOS
Leyendo khipus como fuentes primarias
GARY URTON
UNIVERSIDAD NACIONAL DE TRUJILLO
UNIVERSITY OF TEXAS PRESS, AUSTIN
Copyright © 2017 by the University of Texas Press
All rights reserved
Impreso en Fondo Editorial UNT (versión en español)
Primera edición, 2017
Solicitudes de permiso para reproducir material de este
volumen debe ser enviado a:
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Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Names: Urton, Gary, 1946– author.
Title: Inka history in knots : reading khipus as primary sources / Gary
Urton.
Other titles: Joe R. and Teresa Lozano Long series in Latin American and
Latino art and culture.
Description: First edition. | Austin : University of Texas Press, 2017. |
Series: Joe R. and Teresa Lozano Long series in Latin American and
Latino art and culture | Includes bibliographical references and index.
Identifiers: LCCN 2016035708| ISBN 978-1-4773-1198-1 (cloth : alk.
paper) | ISBN 978-1-4773-1199-8 (pbk. : alk. paper) | ISBN 978-1-47731263-6 (library e-book) | ISBN 978-1-4773-1264-3 (nonlibrary e-book)
Subjects: LCSH: Quipu—Peru—History. | Incas—History.
Classification: LCC F3429.3.Q6 U75 2017 | DDC 985/.01—dc23
LC record available at https://lccn.loc.gov/2016035708
doi:10.7560/3119
INMEMORIAM
R. Tom Zuidema (1927–2016)
Contenido
Presentación ix
Nota editorial xi
Prefacio xiii
Agradecimientos xvii
Descripción del libro xix
PARTE I
ANTECEDENTES
1. ¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus? 25
2. Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka 57
PARTE II
LECTURA DE KHIPUS PARA REGISTROS SOCIALES,
POLÍTICOS Y RELIGIOSOS
3. Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka en la costa sur de
Perú 77
4. El calendario de los antepasados: Chachapoyas, norte del Perú 87
5. Construyendo los registros del palacio de Puruchuco, valle de Lima 111
6. Contabilidad para el oráculo: administración de registros en Pachacamac, valle de
Lurín 129
7. Iconografía de embriaguez: khipus en barras grabadas y esculpidas 155
PARTE III
CONTABILIDAD IMPERIAL
8. ¿Cómo eran los khipus ceques? 173
9. Contabilidad en el almacén del rey: Inkawasi, costa sur de Perú 185
10. Contando cabezas en el Tawantinsuyu 211
PARTE IV
KHIPUS COLONIALES
11. ¿Contabilidad de un colpaso demográfico? 239
12. Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa: ¿el «khipu Rosetta»? 249
PARTE V
RESUMEN Y CONCLUSIONES
13. Estructura e historia en los khipus 279
Apéndice. Inventario de khipus 293
Notas 297
Referencias bibliográficas 309
Presentación
Palabras del rector ...
Nota Editorial
La presente obra de Gary Urton es una traducción del volumen original
titulado Inka History in Knots: Reading Khipus as Primary Sources,
publicado el año 2017. Llevar a cabo esta edición ha sido honor para
quienes hemos estado involucrados en ello, puesto que este libro pone al
alcance del amplísimo público hispanohablante una de las obras históricoarqueológicas más importantes de los últimos años.
Este libro es resultado del esfuerzo conjunto de la Universidad
Nacional de Trujillo, representada por su actual rector, Dr. Orlando
Gonzales Nieves, y el Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna,
dirigido por el Dr. Santiago Uceda. El hecho que el autor haya confiado
en este equipo para la edición de su obra que encapsula veinticinco años
de investigación sobre los khipus inkas tiene un significado especial para
los miembros de esta institución.
Expresar una idea en un idioma distinto al de su concepción
original es una tarea delicada. Más aún si se trata de ideas complejas.
El lector rápidamente se dará cuenta que hablar sobre los khipus inkas
es tratar uno de los temas más complejos que uno va a encontrar en la
literatura de las ciencias sociales y humanas puesto que estos dispositivos
de cuerdas y nudos, como los llama el autor de esta obra, eran un medio
de registro y comunicación de sistemas contables, estructuras sociales y
visión del mundo.
Dada la naturaleza de esta edición, y puestos a que las ideas del
autor sean transcritas al español sin alteraciones, optamos por mantener
la forma en que el autor expresa ciertas palabras claves a lo largo del
texto (por ejemplo, inka, khipu, kuraka, entre otros), que en textos en
español serían escritas de otra manera (es decir, inca, quipu, curaca, entre
otros). Asimismo, nos hemos permitido la licencia de recurrir a ciertos
anglicismos para un mejor entendimiento de la idea que quiere trasmintir
el autor. Por último, hemos mantenido las referencias bibliográficas
del manuscrito original, puesto que fueron las fuentes consultadas por
el autor, aún cuando se hace referencia a documentos originalmente
escritos en español y luego traducidos al inglés.
La presente edición se ha visto ampliamente beneficiada gracias a
los aportes fundamentales de Hugo Vigo y Henry Gayoso, miembros
del Proyecto Arqueológico Huacas del Sol y de la Luna. A ellos hago
extensivo un especial agradecimiento. Los errores que pudieran persistir
son mi entera responsabilidad.
Sin duda Gary Urton ha hecho un trabajo monumental, y nosotros
hemos asumido el compromiso de poner toda esta información a
disposición de uno de los públicos más ávidos de literatura especializada
sobre los inkas y sus khipus.
Carlos Rengifo
Editor
xii
La historia inka en nudos
Prefacio
Una carrera inesperada
Llevo más de veinticinco años estudiando los khipus inkas, y de vez
en cuando recuerdo el día en que vi por primera vez uno de estos
maravillosos objetos en Dumbarton Oaks, Washington D. C. No
recuerdo exactamente cuál era la ocasión, pero alguien había traído
un fino khipu a una reunión y lo había puesto en un extremo de la
habitación. Recuerdo la luz del sol cayendo oblicuamente detrás del
khipu a través de la ventana, un lánguido eje de luz (¿invernal?) que
iluminaba las cuerdas y nudos. Recuerdo que me acerqué al objeto,
que estaba extendido sobre una tabla en suave pendiente, y quedé
completamente hipnotizado y un tanto desconcertado. Era una pieza
de algodón hilado y torcido de una suave tonalidad marrón. Recuerdo
que me impresionó lo fuertemente que las cuerdas estaban atadas, así
como la solidez y seriedad que transmitían los nudos. Se me ocurrió
que quien hubiera hecho este objeto, sin duda sabía lo que hacía.1
Yo estaba particularmente impresionado por los nudos. Estaban
firmemente atados, y cada nudo que era parte de un grupo se ubicaba
muy cerca a sus vecinos. Los cordoncillos de lo que hoy conozco
como nudos largos fueron hechos por expertos, con las vueltas del
cordel dentro de los nudos tiradas firmemente una contra otra,
enrollándose alrededor del cuerpo de la cuerda. ¡Vaya fina pieza de
cordeles y nudos! Alguna persona del periodo Inka había hecho esto,
y en el momento se me ocurrió que posiblemente esta era la conexión
más cercana que alguna vez había llegado tener con la mente, cuerpo
y espíritu de una persona inka.
No sé por qué este khipu me impresionó más que otros artefactos
inkas, como los textiles, vasijas u objetos metálicos. Había visto muchos
ejemplos de estas piezas, igualmente finas y las había admirado. Sin
embargo, ninguna me había impresionado más que ese primer khipu.
¿Estaba tal vez destinado a estudiar los khipus? De hecho, no hubo nada
inevitable en el camino que he elegido; al contrario, esta particular carrera
no solo es sorprendente, sino que también contradice una experiencia
personal aún más temprana.
La confesión que hago ahora únicamente la he hecho a un puñado
de personas durante la fase «estudio de khipus» de mi carrera académica.
Cuando tenía seis o siete años de edad, creciendo en Portales, New
Mexico, pasé aproximadamente un año en el club local de exploradores
Cub Scouts. Disfruté mucho mi experiencia como un Cub Scout y aprendí
muchas cosas interesantes. Sin embargo, terminé saliendo abruptamente
de este club de exploradores después de pasar por todas las etapas necesarias
para convertirme en el codiciado Eagle Scout. La razón por la que salí
fue porque no podía dominar una determinada actividad artesanal: atar
nudos. Me recuerdo vagamente casi llorando de frustración al tratar de
anudar trozos de cuerdas, aunque estos no eran nudos terriblemente
complejos.
Ahora que he hecho esta embarazosa confesión, hago una segunda.
Y es que yo no entré voluntariamente al estudio de los khipus – ¡el
estudio de los nudos! – debido a un motivo terapéutico consciente o
compensatorio que expiaba mi fracaso previo para atar nudos. De hecho,
fue solamente después de más de una década de haber estado trabajando
con khipus que un día, en las entrañas de un museo en algún lugar de
Europa (en Berlín, creo), mientras estaba sentado inclinado sobre un
khipu, registrando sus cuerdas y nudos, que caí en cuenta que yo estaba,
muy irónicamente, enfocando el trabajo de mi vida en una tarea que me
había derrotado por completo durante los primeros años de mi infancia.
Darme cuenta de esto me sorprendió en el momento. Debo admitir
además que no entiendo realmente por qué ahora tomo mejor el «giro»
tan peculiar que dio el trabajo de mi vida (dada mi reacción previa a los
nudos), a diferencia de hace una década, cuando me di cuenta de esto
por primera vez. Cualquiera que sea la lección, me gustaría pensar que
esto sugiere que la vida no explorada es digna de vivir, puesto que he
tenido una carrera muy gratificante y satisfactoria enfocada en una tarea
que fue una de mis mayores frustraciones durante mi juventud – aunque
esta va después de una frustración más sostenida y agonizante, que es un
tartamudeo severo.
Este libro es mi intento de resumir y reflexionar acerca de lo que
he aprendido sobre los khipus y la administración de registros inkas
luego de dos décadas y media de investigación. Si algo debería salir al
xiv
Prefacio
final de esto, es el particular caso de una persona (es decir, yo) con una
preparación curiosamente poco apropiada para un estudio de este tipo.
Especialmente porque este caso demuestra una vez más que uno mejora
cuando enfrenta sus temores y frustraciones, en lugar de cuando los evita.
Una visión más amplia sobre el reto de estudiar los khipus
Habiendo hecho estas confesiones, pregunto: ¿cómo se puede justificar
pasar un cuarto de siglo en el estudio de nudos atados en cuerdas por
gente de otro tiempo, como lo es la ya desaparecida civilización del
Imperio inka? ¿Qué hace de este un tema digno de estudio de una vida?
Para empezar, lo que hasta ahora podemos decir sobre esto es que lo
que hacían estos «creadores, organizadores y animadores de nudos» –
los khipukamayuqs – viene a ser una versión de lo que estoy haciendo
mientras escribo este texto en mi laptop,2 es decir, estaban haciendo
signos, usando cuerdas, nudos y colores de una manera sujeta a reglas.
Almacenaban información de una manera similar a lo que hoy nos
referimos como «escritura», y que podía ser accedida por personas con
conocimientos capaces de descifrar esa información mediante un proceso
de que llamamos «lectura».
Escritura y lectura – palabras suficientemente inocentes y familiares.
Creo, sin embargo, que hay que desligarse de entrada de la idea de que lo
que entendemos por estas dos palabras comunes se parecía en algo a lo que
los khipukamayuqs tenían en mente cuando ataban nudos en los khipus,
o que interpretaban los significados de esas cuerdas y nudos de colores
de alguna manera hablada. Hago esta afirmación sobre las diferencias
semánticas entre la forma en que pensamos acerca de la escritura y
lectura, y lo que los inkas pensaban en su versión de estas actividades, sin
ser capaz de indicar con claridad y precisión cómo exactamente ambas
tecnologías, así como sus valores semánticos y prácticas de performance,
eran diferentes. Aun así, creo que eran muy diferentes, y uno de los
objetivos de este trabajo es trazar algunas de las formas fundamentales
en que ambas diferían, y más importante aún, ¿cuál era la naturaleza del
khipu en esta (in)ecuación?
Vuelvo momentáneamente a una historia personal. A menudo he
reflexionado sobre si una de las cosas que en un principio me atrajo de los
khipus fue el hecho de que, en mi condición de (ex) tartamudo y alguien
que pasó gran parte de su infancia y adolescencia sin poder comunicarse
con facilidad (hasta el punto de con frecuencia no hablar a fin de no
tartamudear y con ello evitar avergonzarme a mí mismo y a otros), sentí
que los aún no descifrados registros en nudos de los khipukamayuqs
Prefacio
xv
son como alguien que no puede comunicarse, incapaz de hablar – una
tartamudez severa. Yo sabía por experiencia propia que a pesar de que
no podía comunicarme con facilidad, tenía muchos pensamientos en mi
cabeza, así como una decente cantidad de conocimientos. No obstante,
en la mayoría de ocasiones no pude producir esa información a través del
habla, estaba atrapada dentro de mí esperando cuándo podría finalmente
ser capaz de hablar con claridad y sin problemas. Finalmente superé mi
tartamudez. Tal vez mi compromiso con el estudio de los khipus ayudará
a otra alma desafortunada que no puede hablar – al menos no de una
manera en que cualquier persona hoy en día pueda descifrar o entender.
¿Qué quieren decir estos antiguos maestros andinos del registro y la
comunicación – los khipukamayuqs – pero no pueden porque no hemos
sido capaces de descifrar sus registros? ¿Qué tienen que decirnos acerca
de su mundo? ¿Cómo podemos descifrar las acciones, pensamientos y
motivaciones – si no las palabras – de estos extraordinarios técnicos del
registro en cuerdas? Propongo que debemos permitir que la obra de los
khipukamayuqs hable por ellos – mediante el estudio de los khipus, de la
manera más cercana y con el mayor detalle posible. En lugar de confiar
en lo que los observadores coloniales españoles tenían que decir acerca
de lo que vieron y pensaron que los khipukamayuqs estaban haciendo,
se debe privilegiar los registros en cordeles de las mismas, siguiendo os
cambios en el hilado, torcido y color de cada cuerda, en el corpus de unos
923 khipus que he inventariado hasta la fecha en todo el mundo. Los
registros en nudos constituyen las únicas fuentes primarias disponibles
no alteradas por las manos, mentes y motivaciones de los conquistadores
europeos. El método y objetivo principal de este trabajo es el estudio
detallado de estos registros. Mi esperanza es que al llegar al final de este
volumen, habremos encontrado una manera de facilitar la comunicación
con y por medio de estos extraordinarios dispositivos, los khipus inkas.
xvi
Prefacio
Agradecimientos
Quiero agradecer a muchas personas que durante el último cuarto de
siglo han ayudado y apoyado mi investigación sobre los khipus. Esta
lista incluye, pero no se limita, a:
En los Estados Unidos: Julia Meyerson, mi esposa, compañera de
campo e ilustradora. Personal del Khipu Database Project (KDB): Carrie
J. Brezine, Pavlo Kononenko, Annie Austin y Julia Leitner. American
Museum of Natural History: Craig Morris (fallecido), Sumru Aricanli,
Charles Spence, Kristen Mable.
En Perú: Centro Mallqui, Leymebamba: Dra. Sonia Guillén, Adriana
von Hagen, Marcelita Hidalgo, Emperatriz Alvarado, Acelita Portal,
Rosalía Choque. Inkawasi: Dr. Alejandro Chu, Patricia Landa, Julio
Miguel Saldaña Campos, Yazmín Gómez Casaverde, Augusto Chian,
Luis Jaime Castillo Butters. Museo Regional de Ica: Susana Arce.
Pachacamac: Denise Pozzi-Escot, Rommel Ángeles Falcón. Museo de
sitio de Puruchuco: Luis Felipe Villacorta, Enrique Gonzáles Carré,
Rossana Mendoza Neyra.
En Chile: Museo Chileno de Arte Precolombino: Carlos Aldunate
del Solar, Pilar Alliende, Carol Sinclair, José Berenguer, José Perez de
Arce. Universidad de Tarapacá, Arica: Calogero Santoro.
En Europa: Ethnologisches Museum, Berlín: Dra. Manuela Fischer,
Marie Gaida, Mettelise F. Hansen, Lena Bjerregaard. Museum für
Völkerkunde, Múnich: Dr. Helmut Schindler, Elke Bujok. Musée du
Quai Branly, París: Dra. Anne-Christine Taylor, Paz Nuñez-Regueiro.
Viena: Horst Seidler.
Hago también extensivo mi agradecimiento a varias personas que
han brindado su apoyo, amistad, consejo y asistencia a lo largo de los
muchos años de esta investigación, entre ellas: Traci Ardren, Anthony
Aveni, Anna Blume, Elizabeth Boone, Galen Brokaw, Warren Church,
Michael Coe, Bill Conklin, Noble David Cook, Noa Corcoran-Tadd,
Tom Cummins, Marco Curatola, Terence D’Altroy, Nenita Ponce de
León Elphick, William Fash, Amanda Gannaway, Andrew Hamilton,
Robert Harberts, Carmen Arellano Hoffmann, Stephen Houston,
Sabine Hyland, Carol Mackey, Colin McEwan, John Murra (fallecido),
Dennis Ogburn, Joanne Pillsbury, Tristan Platt, Hugo Pereyra Sánchez
(fallecido), Kylie Quave, Jeffrey Quilter, Gilles Rivière, Alejo Rojas,
Frank Salomon, Jeffrey Splitstoser y R. Tom Zuidema (fallecido).
Mi especial agradecimiento para Adriana von Hagen y Sarah Baitzel
por la lectura y edición de borradores y manuscritos de este libro; también
a Manuel Medrano (Harvard, ’19) quien proporcionó extraordinario
apoyo y asistencia con las ilustraciones; y a los dos revisores de University
of Texas Press
Es con profunda gratitud y agradecimiento que quiero reconocer
a las siguientes fuentes de apoyo financiero para el trabajo de campo,
museos e investigación archivística de los khipus: Social Science Research
Council (1993-1994); National Endowment for the Humanities for
Postdoctoral Fellowships (en 1994-1995 y 2000-2001); John D. and
Catherine T. MacArthur Foundation (beca MacArthur Fellowship 20012005); National Science Foundation (1993-1994 [SBR 9221737]; 20022003 [BCS-0228038]; 2003-2004 [BCS-0408324]; 2006-2007 [BCS0609719]; y 2012-2013 [BCS-1111489]); John Simon Guggenheim
Memorial Foundation (2014-2015).
Las becas para estudios en museos y archivos fueron otorgadas
por: National Endowment for the Humanities (Summer Stipend,
1993); German Academic Exchange Service (DAAD) (1993; 2010);
American Museum of Natural History (Study Visit Grant 1995); Colgate
University, Research Council (1998); Wenner-Gren Foundation for
Anthropological Research (1999); American Philosophical Society
(2000; 2005); Harvard University, Clark and Cook Funds (2006), Milton
Fund (2009).
El año sabático que tomé para escribir este libro lo pasé en Acorn
Cottage, Dumbarton Oaks, Washington, DC (2014-2015). Hago
extensivo mi agradecimiento al Dr. Jan Ziolkowski, Director de
Dumbarton Oaks.
xviii Agradecimientos
Descripción del libro
Este libro está organizado en cinco secciones, cada una de las cuales tiene
como objetivo explorar un aspecto diferente de los muchos estudios
sobre khipus que he llevado a cabo, ya sea solo o con colegas,1 durante el
último cuarto de siglo. Este esquema sigue la organización de Partes y los
respectivos Capítulos que se encuentran en ellas.
Parte I. Antecedentes
Los dos capítulos de la primera parte ofrecen el material introductorio
básico que ayuda a la lectura los varios estudios sobre khipus presentados
en este trabajo, que es la sustancia de las partes II a IV. El Capítulo 1
examina las cuestiones clave que los investigadores enfrentan en el
estudio y análisis de los khipus inkas, y lo que considero son los principales
temas que se deben abordar para entender el papel de los khipus en la
consolidación y mantenimiento del poder estatal en Tawantinsuyu.
El Capítulo 2 ofrece un resumen del surgimiento del Estado inka, así
como la estructura y organización del imperio justo antes de su derrota
a manos de los invasores españoles en 1532. Esta visión general dará al
lector un panorama de las instituciones y estructuras de gobierno del
Tawantinsuyu, las que, se argumenta, constituyen las principales formas
estructurales y organizativas incorporadas en los registros khipus.
Parte II. Leyendo khipus en registros sociales, políticos y religiosos
Los cinco capítulos de esta sección se centran en detalladas lecturas y
análisis de khipus individuales o grupos de khipus de diferentes regiones
del Tawantinsuyu. La trayectoria básica pasa desde registros de khipus
locales hasta las empleadas para un manejo de registros en cuerdas más
general, a nivel regional. El Capítulo 3 presenta el análisis de lo que
sostengo que se trata de un khipu censal que detallaba los habitantes
de una aldea en la región de Atarco, en el valle de Nazca, en tiempos
del Imperio inka. El Capítulo 4 analiza varios khipus de la Laguna de
los Cóndores, que se encuentra en la región Chachapoyas, al norte del
Perú. El khipu más grande en el centro de este análisis parece ser una
recopilación de seis khipus locales de menor nivel cuyos datos fueron
enviados a un administrador de cuerdas en la capital del imperio. El
Capítulo 5 trata lo que llamo la «jerarquía contable» entre siete khipus
hallados en un archivo en la tumba de un (posible) administrador de
khipus en Puruchuco, que se encuentra en la ribera sur del río Rímac,
en la costa central peruana. El Capítulo 6 examina la impresionante
colección de khipus recuperados del gran sitio regional de peregrinaje
de Pachacamac, en el valle de Lurín, justo al sur del valle del río Rímac.
El Capítulo 7 detalla varios khipus unidos a barras de madera que
muestran figuras esculpidas. La mayoría de estas muestras parecen estar
asociadas con la producción y consumo de chicha (cerveza de maíz),
lo que probablemente guarda relación con los festines estatales por la
prestación de trabajo tributario.
Parte III. Contabilidad imperial
Los tres capítulos de esta sección se centran en las prácticas contables
imperiales. El Capítulo 8 es una construcción especulativa de lo que
afirmo habría sido la estructura y organización de un par de khipus
que registraron el sistema ceque del Cuzco. El Capítulo 9 es una
descripción y análisis de 29 de 34 khipus recientemente excavados
por el Dr. Alejandro Chu en el sitio de almacenamiento inka de
Inkawasi, que se encuentra en el valle de Canete, en la costa sur del
Perú. Este capítulo analiza muchas de las prácticas contables estatales
inkas de las que no se tenía evidencia hasta el descubrimiento de este
archivo khipu. El Capítulo 10 intenta una reconstrucción de cómo
habrían sido los khipus censales imperiales, y cómo podrían haber
estado organizados. La metodología utilizada consiste en comparar
los primeros documentos de censos coloniales con información
estructurada comparable registrada en los khipu existentes.
xx
Descripción del libro
Parte IV. Khipus coloniales
Los dos capítulos en esta sección examinan khipus del periodo de la
Colonia. El Capítulo 11 analiza un segmento de un extraordinario
khipu hallado en la Laguna de los Cóndores, a partir del cual se
argumenta que dicha muestra contiene el registro del colapso
demográfico colonial temprano en la región de Chachapoyas. El
Capítulo 12 es un análisis de seis khipus hallados en el valle del río
Santa que parecen constituir el registro en cordeles de una revisita del
siglo XVII (un recuento poblacional preparatorio para asignar nuevas
abligaciones tributarias) de un pueblo en la cuenca del río Santa,
que consiste en seis ayllus (grupos sociales/familiares). Se argumenta
que este vínculo entre khipus y documentos coloniales puede ser
fundamental para eventualmente llegar a descifrar los primeros.
Parte V. Resumen y conclusiones
El Capítulo 13 sostiene que lo que ha emergido a lo largo de los doce
capítulos anteriores de este libro proporciona el material básico para
escribir una historia del Tawantinsuyu al estilo de los Annales. La
tradición histórica de los Annales, que predominó principalmente en
la escritura de la historia francesa desde mediados hasta finales del siglo
XX, proporciona una forma muy apropiada de escribir historia para
los tipos de datos registrados en los khipus discutidos en este volumen
– es decir, principalmente datos estadísticos y cuantitativos de la
administración del Estado inka. Esta puede ser la forma apropiada de
escritura de la historia a seguir por los investigadores de los registros
khipus del Tawantinsuyu.
Descripción del libro xxi
P A R T E
I
A N T E C E D E N T E S
1
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas
a partir del estudio de los khipus?
Cuatro objetivos han motivado la redacción de este libro. El primero y
más sencillo es reunir en un solo volumen los resultados de los numerosos
estudios sobre khipus que he realizado en los últimos veinticinco años.
Parte de este material ha sido previamente publicado, pero definitivamente
este volumen también contiene mucho trabajo inédito. En todos los casos
en los que existe una versión anterior de algún análisis en particular, este
ha sido revisado detalladamente para esta publicación.
En segundo lugar, el juntar todos estos estudios me permite hacer
observaciones y llegar a conclusiones que, eventualmente, llevan a
escribir una historia del Tawantinsuyu – el Imperio inka. Por primera vez
se trata de un estudio basado en fuentes primarias: los khipus. La historia
que surgirá de este trabajo no será la historia del «gran hombre» de los
historiadores tradicionales de la Europa Occidental, basada en eventos.
Los lectores no deben esperar encontrarse con narraciones, a partir de
khipus, sobre Manko Khapak, el primer cuasi-mítico monarca inka,
ni del Inka Pachakuti, a menudo descrito como el «Alejandro Magno»
de los Andes, ni de la lucha entre Waskar y Atawalpa por heredar el
trono de su padre, Wayna Khapak, el último monarca que reinó en
el Tawantinsuyu. Más bien, lo que surgirá conforme avanza la lectura
de este volumen, será la historia de una época – aproximadamente 150
años de existencia del Imperio inka, que llegó a su fin con la conquista
española en 1532. En lugar de una historia del «gran hombre», la historia
que va a surgir aquí acerca del Imperio inka será más en el estilo de los
Annales de la historia de mediados del siglo XX. Esta es una historia en
la tradición de Marc Bloch, Lucien Febvre y Braudel – una historia que
se centra en las estadísticas, demografía y los grandes procesos sociales de
larga duración que caracterizan a una civilización que continuamente
adapta y explota su entorno.
No puedo argumentar de entrada todo lo que será el contenido de
la historia a ser construida en el curso de este estudio. En este punto, es
probable que tal mención parezca forzada, y no podría pedir al lector que
acepte tal sugestión como procedente de los cordeles mismos. Debemos
trabajar nuestro camino a través de los varios capítulos en donde
vamos a ver en detalle la forma en que la información fue registrada en
diferentes khipus, o grupos archivísticos de khipus, y en relación con
los diferentes procedimientos, contextos y problemáticas del registro y
la contabilidad. Después de estos análisis vamos a ser capaces de ofrecer,
en las conclusiones, una visión general de los tipos de acontecimientos
históricos y procesos de la historia inka que habrán lentamente emergido
a lo largo del libro.
Parece que hay dos grandes tradiciones de registro representadas en los
casi 923 khipus sobrevivientes del periodo Inka (ver Apéndice, Inventario
de khipus). Un tipo se refiere a registros cuantitativos/estadísticos,
mientras que el otro tipo corresponde a registros «narrativos». Los
nudos de los khipus estadísticos guardan información numérica dentro
del sistema numérico de base 10 (decimal) utilizado por los contadores
quechuas/inkas. Es probable que estos registros también contengan
alguna forma de etiqueta nominativa de identificación que especifica
la naturaleza de la información registrada. Si bien podemos interpretar
cuentas numéricas/cuantitativas inkas, solo en algunas circunstancias
podemos hacer conjeturas, o inferencias, confiables acerca de las etiquetas
de identificación correspondientes a dichos datos numéricos. Los khipus
narrativos son aquellos cuyos nudos no siguen el formato decimal, sino
que se emplazan a lo largo de las cuerdas y están dispuestos de manera
que son significativamente – incluso diría radicalmente – diferentes a
los de la muestra de base decimal.1 Tales khipus pueden haber registrado
información sobre Manko Khapak, el Inka Pachacuti y demás individuos
de la historia inka. No podemos leer estos khipus narrativos. El presente
trabajo se centra en el tipo de historia que se construye a partir de los
registros cuantitativos/estadísticos. Como he señalado anteriormente,
esta será una historia que hace eco de los historiadores de la escuela de
los Annales, en boga a mediados del siglo XX. Tengo la intención de
escribir otro libro en un futuro cercano, cuyo material se enfocará en los
khipus narrativos.
El tercer objetivo del libro es contar lo que pienso que podemos decir
sobre la naturaleza y complejidad del sistema de manejo o teneduría de
registros en khipus. ¿Qué postura debemos adoptar frente a los juicios
hechos por los españoles de la época de la conquista del Estado inka
sobre el manejo de registros en khipus? No importa qué tan vasto y
26
La historia inka en nudos
complejo pudo haber sido este imperio nativo de América del Sur, ya que
los inkas carecían de «verdadera escritura» – entendida como escritura
sobre una base alfabética – por lo que los españoles los juzgaron como
«bárbaros». Yo argumento más bien que el registro en khipus no solo era
extremadamente complejo (y por lo tanto también lo eran sus creadores
y lectores, los khipukamayuqs), sino que se basa en principios de registro
fundamentalmente diferentes, y sus objetivos eran también muy distintos
a los de las tradiciones y prácticas de los documentos escritos por los
europeos de la época.
Mientras que la escritura alfabética europea fue utilizada en gran
medida para producir narraciones, anales históricos e historias lineales,
los registros en khipus se referían sobre todo a «estructuras». Estos
últimos fueron elaborados bajo diferentes configuraciones de unidades de
signos semasiográficos («signo con significado», por ejemplo, elementos
pareados yuxtapuestos) que fueron constituidos y reconstituidos en
diferentes escenarios que dependían de cómo los khipukamayuqs veían
la administración del Estado, llevando a cabo y registrando censos, así
como evaluando y asignando tributos a las comunidades organizadas en
ayllus, parcialidades y otras formas de organizaciones duales, tripartitas y
cuadripartitas a lo largo del imperio. Es así que considero que si bien los
registros en khipus se centraban en la «historia», en este caso la historia de
los khipus tomó la forma de una historia estructural, o más precisamente,
la historia de las estructuras.
El cuarto objetivo que me llevó a escribir este libro es la esperanza de
reorientar nuestra concepción sobre el manejo de registros en khipus,
no solo en su administración, sino también en el desarrollo del Estado
inka. En general, creo que el rol principal de los registros en cordeles en
la evolución de las sociedades andinas prehispánicas ha sido pasado por
alto. Mi argumento es que fue un aspecto tecnológico fundamental en la
evolución de la complejidad política y económica en estas sociedades. Este
proceso comenzó con la cultura Wari del Horizonte Medio (600-1000
d.C.)2 y culminó con el surgimiento del Estado inka, o Tawantinsuyu
(«las cuatro partes íntimamente conectadas»), alrededor del año 1400
d.C. Sea que hablemos acerca de cómo se registraban censos, tributos
o un gran número de otras tareas administrativas, los encargados de los
khipus inkas fueron agentes claves en la organización y control de las
poblaciones subyugadas a lo largo del Tawantinsuyu – y en este sentido,
el manejo de registros en khipus contribuyó de manera significativa y
crítica a la emergencia de la complejidad política en los Andes.
Volveremos varias veces sobre estas cuestiones a lo largo de este libro.
En el capítulo final voy a evaluar el grado en el que creo que el estudio de
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
27
los khipus examinados en este libro ha contribuido a formar una visión de
la historia inka de «larga duración». Al mismo tiempo evaluaré si hemos
sido capaces, o no, de demostrar la complejidad del manejo de registros
en khipus y el papel fundamental que desempeñó en el surgimiento del
Tawantinsuyu.
Escritura, teneduría de registros y clasificaciones de la humanidad
En su libro Marvelous Possessions (1991; obra muy estimulante y fácil
de leer), Stephen Greenblatt presenta una serie de declaraciones
sorprendentes, hechas por colonizadores europeos, concernientes al
significado (para ellos mismos) de su capacidad para escribir, reflexionando
particularmente acerca de su habilidad frente a las numerosas tribus de
pueblos iletrados que encontraron en el Nuevo Mundo. Greenblatt cita,
por ejemplo, la opinión del escritor del siglo XVII Samuel Purchas,3
sobre el por qué más allá de su mutua dotación para el habla, que (según
Purchas) ubicaba tanto a europeos como nativos del Nuevo Mundo
por encima de los animales, los europeos letrados eran, sin embargo,
considerados superiores a los nativos americanos: «Dios ha otorgado aquí
una gracia adicional, a partir de la cual [es decir, el habla] los Hombres
sobrepasan a las Bestias, es así que un hombre puede sobresalir sobre otro;
y entre los Hombres, algunos son considerados Civiles, y otros Sociables
y Religiosos, por el Uso de cartas y Escritura, que otros desean y son
considerados Brutos, Salvajes, Bárbaros».4
Hay muchos ejemplos de este tipo desde los primeros encuentros entre
europeos y poblaciones del Nuevo Mundo. ¿Qué hay en la escritura y la
lectura que, supuestamente, confiere superioridad a aquellos que poseen
estas habilidades sobre aquellos que no las tienen? Si bien algunos autores
sostienen que la falta de escritura estaba vinculada a una ausencia de
racionalidad, este no era un tema crítico para Purchas. Por el contrario, él
argumentó con cierta extensión que la posesión de un sistema de escritura
confiere a aquellos que poseen esta tecnología, acceso a conocimientos
del pasado, algo que no está disponible para sociedades confinadas a la
comunicación oral. En resumen, para Purchas el asunto se reducía a la
falta de recursos que normalmente se consideraban necesarios para el
conocimiento y la comprensión de la historia. Como él mismo dijo al
respecto: «mediante la palabra comunicamos nuestros pensamientos de
forma inmediata, en el presente, para el presente, conforme las ocasiones
del presente nos llevan…; pero al escribir, el Hombre parece inmortal,
enaltecido y a la altura de los Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Padres,
28
La historia inka en nudos
Filósofos, Historiadores, y aprende la sapiencia de los Sabios que han
existido desde siempre, antes que él».5
A pesar de la afirmación de Purchas de que el valor de la escritura
proporciona a los miembros de una sociedad acceso a su pasado
ciertamente tiene sentido, otorgarle al caso una consideración tan
funcional (es decir, suministrar a una sociedad con el conocimiento de
su historia), no parece proporcionar una base de importancia mayor
al tema. En concreto, el valor de la escritura como proveedora de
documentación para el conocimiento del pasado seguramente no puede
presentarse como base para que un grupo de personas juzgue a otro
como carente de este, excepto en términos estrictamente técnicos (es
decir, «ellos no tienen documentos históricos»). Ciertamente el juicio
existencial de un grupo de personas hacia otro no parece asentarse
sólidamente bajo este tipo de razonamiento. Sin embargo, desde los
primeros encuentros entre los europeos medievales y las poblaciones del
Nuevo Mundo, la ausencia de escritura, en una forma privilegiada por
un código alfabético, fue uno de los puntos principales a partir de los
que se juzgó a estos «otros» pueblos del Nuevo Mundo como inferiores,
o mundanos, frente a los europeos.
Identificar el significado de la ausencia de escritura en ausencia de
una historia fue una de las conclusiones centrales a las que se llegó
en un conocido estudio de las consecuencias de la alfabetización –
específicamente las ventajas que las sociedades alfabetizadas tienen sobre
las analfabetas – por un par de investigadores modernos, Goody y Watt.6
Volveremos más adelante examinar esta cuestión en relación con el
manejo de registros durante el periodo Inka. Sin embargo, en general,
diría que no se puede negar que la presencia de textos elaborados por
los antepasados constituye un recurso crítico para conocer y reflexionar
sobre el pasado – al menos el pasado tal como se construye en las historias
lineales. Si esta capacidad confiere cierto grado de «superioridad» a las
personas de una sociedad que posee dichos documentos por sobre otra
carente de ellos, da la impresión que se está asignando un porcentaje de
valor desproporcionadamente alto a esta capacidad cuando se evalúa la
vida, cultura y carácter tanto familiar como humanitario.7
A medida que volcamos nuestra atención a los Andes durante el
periodo de la Colonia, debemos tener en cuenta las aseveraciones del
jesuita europeo del siglo XVII Bernabé Cobo, quien pasó la mayor parte
de su vida adulta en los Andes. Fue estudiante de teología en el Cuzco,
la capital del Imperio inka, desde 1609 a 1613. Cobo conocía a muchos
miembros de la antigua élite inka, con quienes consultaba personalmente
acerca de su historia. También tuvo acceso a un número considerable de
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
29
documentos producidos por juristas, cronistas y otros administradores
españoles colonos en Cuzco durante el periodo comprendido entre finales
del siglo XVI y los primeros años del siglo XVII. En otras palabras, el padre
Cobo estaba bastante bien informado sobre el mundo de los primeros
descendientes coloniales de los inkas, y gran parte de sus aseveraciones
con relación a los antiguos habitantes del Tawantinsuyu indica que tenía
un gran respeto por ellos. Por ejemplo, en varias ocasiones expresa su
admiración por los modos de gobierno del Estado inka y su capacidad de
velar por la persona y el bienestar de las poblaciones sometidas. Si bien
era bastante condescendiente respecto a ciertos aspectos de la civilización
inka, Cobo juzgó y subrayó otras características, especialmente lo que
él consideraba fueron logros inkas en comparación con los de su tierra
natal, España.
¿Por qué en estas páginas me estoy centrando tanto en los escritos
de Bernabé Cobo, en lugar (o además) de otros autores coloniales?
Habiendo escrito su obra a mediados del siglo XVII y con acceso a una
gran cantidad de crónicas previas, tanto favorables a los inkas (p. ej.
Garcilaso de la Vega) como a otras que condenaban a los ex gobernantes
del imperio (hechas especialmente por autores bajo el control o influencia
de la virrey Francisco de Toledo [1569-1581], que veía a los inkas como
tiranos), los trabajos de Cobo ocupan una posición particularmente
ventajosa con respecto a la gran cantidad de escritos del siglo XVI y
principios del siglo XVII acerca del Tawantinsuyu y la naturaleza de los
gobernantes Inkas.8 Él fue un sintetizador muy astuto y exhaustivo de
aquellos trabajos que le precedieron, y a menudo ha sido visto como uno
de los más fiables cronistas de la cultura y sociedad inka.9 Además, las
obras de Cobo han sido publicadas en numerosas ediciones en español, y
se han traducido al inglés por un notable traductor de crónicas coloniales
del Perú, Roland Hamilton.10 En resumen, no creo que mi enfoque
en Cobo en las siguientes páginas sea un artificio para probar mis
argumentos en términos de su crítica hacia los inkas y las consecuencias
de la ausencia de escritura en esta sociedad andina. Más bien, sus escritos
nos llevan al centro de las evaluaciones intelectuales y administrativas del
periodo de la Colonia, así como a juicios sobre temas centrales en nuestra
investigación.
Cobo se centró en el fracaso de los nativos andinos para inventar
un sistema de escritura, aunque es importante tener en cuenta que era
consciente de la existencia del dispositivo de registro inka, el khipu. Él
habría leído las narraciones registradas en estos cordeles en documentos
y crónicas anteriores, y es probable que él mismo hubiese sido testigo de
tales actividades. En su crónica Cobo afirma que:
30
La historia inka en nudos
Dado que los indios no tenían escritura, la información que
encontramos entre ellos con respecto a sus antigüedades es muy
escasa. Si bien es cierto los peruanos usan ciertas cuerdas o cordones
para conservar registro de sus obras (como veremos más adelante),
nada se conservó en estos registros, excepto lo que ocurrió a partir del
momento en que el Imperio inka inició sus conquistas y dentro de las
provincias que los inkas subyugaron durante su gobierno.11
Esta es una declaración bastante sencilla, una que hace eco de la
apreciación de Purchas sobre la escritura como fuente de conocimiento
del pasado. A primera vista, podemos inclinarnos a aceptar los puntos de
vista de Cobo como positivos, en general. Sin embargo, es importante
señalar que aunque hablaba sobre los khipus con un tono de aprobación,
su interés en las narraciones contenidas en estos dispositivos parece haber
sido muy superficial. Ni Cobo ni ningún otro español en el Cuzco en
los siglos XVI y XVII aprendieron siquiera lo más elemental de la lectura
de khipus.12
El fracaso por parte de los españoles de la Colonia en investigar
detalladamente el registro en khipus – por ejemplo, mediante la consulta
a los khipukamayuqs acerca de cómo ellos registraban y leían diferentes
tipos de información – es desconcertante. ¿Cómo podemos explicar el
por qué los españoles, que deben haber estado regularmente en contacto
con los khipukamayuqs en Cuzco y en comunidades a lo largo de los
Andes, no mostraron interés o registraron sus observaciones sobre estos
complejos «exóticos» objetos? ¿Por qué no al menos uno de estos hombres,
lingüísticamente curiosos y altamente inteligentes (por ejemplo, Acosta,
Betanzos, Holguín, etc.) no se sentó con un khipukamayuq a aprender las
complejidades del manejo de registros en cordeles, un poco a la manera
de un antropólogo hoy en día, en su búsqueda por aprender las prácticas
de vida del «otro» durante su trabajo de campo?
Aun así, no importa cuán inteligentes e intelectuales eran Cobo y
otros sacerdotes y viajeros de la época (y años precedentes), no debemos
proyectar en los europeos del siglo XVI y XVII la ética y sensibilidades
de los antropólogos de hoy en día. Desde el descubrimiento de otras
poblaciones en la mitad del globo previamente desconocida, desde finales
del siglo XV hasta mediados y finales del siglo XIX, las fuentes para
examinar y evaluar las culturas y modos sociales de estos pueblos fueron
los escritos de juristas y teólogos medievales.13 Con referencia a este tipo
de textos, señalo no solo las nociones de una historia divina subyacente en
esas obras, sino también las tecnologías responsables (esto es, la escritura
alfabética) de que estas fuentes fueran producidas y establecidas de forma
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
31
relativamente invariable a través del tiempo (es decir, la imprenta). No
fue hasta mediados del siglo XIX que la antropología, con su riguroso
compromiso con el estudio imparcial y sin prejuicios de otras sociedades
y culturas, comenzó a motivar e informar acerca de las interacciones
occidentales con los pueblos no occidentales.
La falta de voluntad de los españoles, o tal vez su simple despreocupación,
por el estudio de los khipus para poder hablar con conocimiento acerca
de los métodos de registro en cordeles y su contenido, fue un caso de
profundo «prejuicio alfabético». Los europeos de la época creían que
cualquier forma de registro no alfabético era no solamente inferior a
la escritura como ellos la conocían, sino que cualquier acercamiento o
colaboración estrecha con tal fenómeno era considerado una amenaza a
la sensibilidad de las mentes racionales. Pensaron que si uno se interesaba,
o influenciaba, por las peculiaridades de un dispositivo primitivo de este
tipo, «pagano», podría terminar por perturbar y desorientar las mentes
civilizadas y el orden correcto de las cosas. Da la impresión que la falta
de inclinación de los europeos hacia sostener un detallado estudio de los
khipus se debió a que se tenía que evitar por todos los medios el contacto
con tal «barbárica» invención.
En cuanto al Padre Cobo, aunque está claro que estaba moderadamente
interesado en los registros inkas, lo que sabía (o creía saber) sobre el
contenido de estas cuerdas se basó en conversaciones con los descendientes
de los khipukamayuqs que vivían en Cuzco en aquel momento. También
tuvo acceso a transcripciones de narraciones registradas en khipus que
los españoles habían hecho desde mediados hasta finales del siglo XVI,
cuando se llevaron a cabo numerosas investigaciones sobre el pasado inka
en la antigua capital.14 Testimonios de este tipo, promovidos por juristas
y otros funcionarios españoles de la Colonia, y escritos por escribas, se
basaron en preguntas hechas a los custodios de los khipus por sus amos
españoles. Bajo tales condiciones – conquistadores interrogando a los
vencidos – uno se puede imaginar que los khipukamayuqs no estaban
dispuestos a hablar abiertamente sobre cualquier información de
sus registros en cuerdas que no fuera específicamente exigida por sus
interrogadores españoles, o en entrar en detalles de los aspectos técnicos
de las prácticas de teneduría de registros en cordeles. En resumen, hubo
claramente poco interés por parte de las personas de la época colonial,
tanto vencedores como vencidos, en ahondar en detalles acerca de los
registros en khipus inkas.
¿Cuáles eran las ideas de Cobo acerca de la naturaleza de los pueblos
andinos – sobre su carácter, y cómo él se expresaría sobre sus cualidades
humanas generales? Sus puntos de vista sobre estos temas expresan un
32
La historia inka en nudos
juicio profundamente negativo acerca de la racionalidad y capacidad
para el pensamiento lógico por parte de los indígenas del Perú (ya que
en este comentario no excluye a ningún grupo en particular): «como se
ha dicho antes, todos los indios nativos de América son bárbaros, pues,
como bárbaros, comparten una falta de orden, humanidad y respeto
por la ley, hecho que los distingue de los hombres que observan estas
prácticas y llevan sus vidas y costumbres de acuerdo a las leyes de la razón
y la justicia».15
Cobo distingue tres categorías diferentes de nativos «bárbaros»
americanos. En el más alto nivel coloca a los pueblos, como los inkas, que
habitaban en ciudades, eran ordenados y mantenían formas superiores
de organización política con respecto a los otros dos niveles más bajos
de «bárbaros». No obstante, Cobo, que a menudo se le considera como
muy generalizante en sus afirmaciones (a pesar de hacer con frecuencia
declaraciones contrarias en otros documentos), escribió lo siguiente
acerca de la «verdadera» naturaleza de los pueblos indígenas de los Andes:
No hay nadie que no se haya sorprendido y asustado al ver lo
monótono que es el poder de raciocinio de estas personas; esto no es
tanto porque sean cortos en su poder de razonamiento, como algunos
han supuesto, sino que es una causa de su muy limitada actividad
mental. Por un lado, esto se debe a que no tienen literatura escrita, ciencias
o bellas artes, las cuales generalmente llevan a cultivar, perfeccionar
y hacer que la mente sea más rápida en sus operaciones y capacidad
de razonamiento... Por otra parte, dado que los arraigados y salvajes
vicios a los que se dedican habitualmente se han vuelto casi innatos,
estos vicios han entorpecido su ingenio y oscurecido la luz de sus
poderes de razonamiento.16
Los puntos de vista de Cobo sobre la supuesta falta de ciencias y bellas
artes por parte de los pueblos andinos son fácilmente desacreditados. Se
ha escrito mucho sobre astronomía17 y matemáticas18 en la cultura Inka,
argumentando que estas ciencias estaban a la par con su contraparte
europea del siglo XVII. Asimismo, basta con solo examinar los tejidos
y trabajos en metal inkas (lo que queda de ellos puesto que los españoles
fundieron la mayor parte en lingotes)19 para rechazar el juicio de Cobo
sobre este punto. Lo que aquí nos concierne, sin embargo, son las
afirmaciones de Cobo que señalan que: (a) estos pueblos poseían «una
actividad mental limitada», y (b) esto se debía al hecho de que no tenían
«literatura escrita». Humildemente ofrezco este libro como respuesta al
Padre Cobo.
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
33
Si bien no quiero ser acusado de provocador, y ciertamente no cuando
se trata del pasado, creo que es importante hacer frente y responder
los puntos de vista de Cobo. Tales ideas han sido publicadas, y siguen
ensombreciendo los logros inkas. Esto es particularmente cierto en
América, donde a menudo se ha visto a los inkas como un proyecto fallido
precisamente por su «fracaso» al no inventar un sistema de escritura,
especialmente cuando se les compara con los mayas y aztecas, que sí
tenían un sistema escrito. Hoy en día es de hecho angustiante discutir
estos asuntos, sin embargo, el poseer, o no, una escritura, continúa
ocupando un lugar importante en las apreciaciones sobre las sociedades
del pasado, no solo por parte del público en general sino también por
investigadores de la escritura.20
Las opiniones negativas de Cobo y otros colonos acerca de la falta
de escritura en los pueblos nativos andinos, y como consecuencia
su (supuestamente) baja capacidad mental, han sido ocasionalmente
contradichas por otras voces. Sobresale en particular el caso de un mestizo
(una persona de ascendencia mixta quechua/español), conocedor,
educado y notable jesuita.21 El individuo en cuestión, Blas Valera, fue hijo
de un conquistador y una mujer nativa de ascendencia noble. La mayor
parte de los escritos de Valera sobreviven en Los Comentarios Reales de los
Incas de Garcilaso de la Vega (1966 [1609]), puesto que Garcilaso utilizó
las notas de Valera. Garcilaso cita, por ejemplo, los siguientes puntos de
vista de Valera sobre la utilidad de los khipus, la falta de voluntad de los
españoles para estudiarlos seriamente, así como la sofisticación técnica y
agudeza mental de los antecesores de su madre:
El agudo ingenio y perspicacia de los peruanos son superiores a los de
muchos pueblos del Viejo Mundo; pues a pesar de su ignorancia de la
escritura consiguieron muchas cosas que los egipcios, griegos y caldeos
no alcanzaron, y se podría argumentar que si hubieran tenido cartas
como tuvieron nudos hubieran superado a los romanos, galos y otros
pueblos... Nosotros, además, somos más lentos en la comprensión de sus
libros de lo que ellos son para entender los nuestros; pues hemos estado
lidiando con ellos por más de setenta años y no hemos aprendido ni la
teoría ni reglas de sus nudos y cuerdas, mientras que ellos rápidamente
han aprendido no solo nuestra escritura, sino también nuestras cifras
[es decir, los números], lo que es prueba de su gran habilidad.22
Si bien Valera ofrece una visión radicalmente diferente a la de Cobo en
cuanto a las capacidades mentales de los indígenas del Perú, incluso él
se resistía a prodigar demasiados elogios hacia el sistema de registro en
34
La historia inka en nudos
khipus (por ejemplo, «si hubieran tenido cartas, ya que tenían nudos»). Es
así que incluso cuando se ve desde la perspectiva de un testigo empático,
nos quedamos sin grandes expectativas acerca de la complejidad de estos
cordeles inkas, o de su capacidad para producir grandes logros.
¿Cómo, entonces, debemos examinar la importancia de la influencia
de los khipus en la naturaleza y complejidad de la civilización inka? En
este estudio me baso directamente en la evidencia de los propios cordeles
anudados. A través del análisis profundo y detallado de los khipus y del
trabajo administrativo de los khipukamayuqs, voy a demostrar, en primer
lugar, que estos pueblos poseían mucho más que «una actividad mental
limitada», ya que se hará evidente que los khipukamayuqs eran pensadores
sutiles y complejos. En segundo lugar, demostraré la complejidad de su
pensamiento y razonamiento, que son evidentes en los khipus que hemos
estudiado hasta la fecha. Esto no posee exactamente el mismo orden
causal a partir del cual el Padre Cobo afirmó que los pueblos nativos
tenían capacidades mentales limitadas. En efecto, mientras que Cobo
señaló que los pueblos andinos tenían limitadas capacidades mentales
debido a la ausencia de escritura, mi argumento – ya que no tengo acceso
a la mente de los pueblos inkas para consultar el asunto directamente con
ellos – será demostrar que el sistema de registro que los administradores
de khipus manipularon, es clara evidencia de que estos pueblos poseían
excelentes, sino extraordinarias, capacidades mentales.
¿Constituía la tecnología de registro en khipus un sistema de
«escritura»? Se ha escrito mucho sobre este tema.23 No tengo la intención
de responder esta pregunta en este estudio, aunque he de volver sobre
esta cuestión en el capítulo final. Más bien lo que propongo es mostrar
cómo la información fue registrada en los khipus – mediante nudos,
colores, estructuras, etc. – y dar mi opinión sobre cuál fue la naturaleza
general o contenido de esa información (por ejemplo, en términos de
su referencia a los principios estructurales inkas de orden social, político
y económico, así como a sus formas de organización). Sobre la base de
esta evidencia, voy a evaluar lo que podemos decir, a largo plazo, acerca
de la exhibición, lectura y manipulación de este tipo de unidades de
comunicación y estructuras, su efecto en la aparición de la complejidad
en las prácticas administrativas inkas, y las capacidades mentales de los
khipukamayuqs.
¿Qué tipo de información se registró en los khipus? Voy a ir
respondiendo esta pregunta a lo largo del libro, basado en mis propios
estudios sobre los khipus inkas. Para los lectores no familiarizados con
el sistema de registro en khipus, voy a proporcionar una breve, pero
útil, sección acerca de recientes investigaciones que ofrecen nuevas
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
35
pistas sobre los tipos de información registrados en los khipus de la
época colonial y/o republicana.24 Esto, como se verá más adelante, nos
permitirá obtener indicadores más precisos en términos de rango y tipos
de información que pueden haber sido grabados en estos dispositivos
ancestrales durante el periodo Inka.
Un sistema de signos basado en cordeles del periodo de la Colonia: lo que
esto sugiere sobre los registros inkas
Si bien gran parte de este libro está dedicada al estudio de cómo se codificó
información en los khipus de la época Inka y en qué consisten estos
registros, puesto que pueden ser «descifrados», consideré útil comenzar con
una breve descripción de algunos de los resultados de una investigación
innovadora y altamente creativa, realizada recientemente, acerca de
khipus de los siglos XVIII y XIX. Este estudio fue llevado a cabo en las
comunidades de la sierra peruana por Sabine Hyland (2014; ver también
Hyland et al. 2014). A pesar de la naturaleza colonial de los dispositivos
examinados en la investigación de Hyland y sus coautores, creo que los
tipos de información que contienen estos registros más recientes, que
refieren a principios de organización social y política atestiguados desde
finales de la época prehispánica hasta comienzos del periodo de colonial
(por ejemplo, la oposición binaria, el dualismo jerárquico, etc.), sugieren
que los khipus fueron recursos fundamentales para la consolidación y
mantenimiento, probablemente desde épocas anteriores a la conquista
española, de las estructuras y valores organizacionales de las comunidades
andinas, que fueron profundamente alterados durante el periodo de la
Colonia.
Es esencial, sobre todo para quienes no son especialistas, que explique
los puntos generales de la investigación de Hyland y sus coautores,
comentando cómo sus conclusiones se relacionan con una discusión
sobre la codificación de khipus que publiqué hace varios años.25 En ese
estudio, titulado Signs of the Inka Khipu: Binary Coding in the Andean
Knotted-String Records, argumenté que en la codificación de los khipus
parecía haber un poderoso principio de organización binaria de unidades
de signos. Esto implicó la selección de uno u otro de los pares de técnicas
de construcción binaria o cualidades visuales de los cordeles, contando
características tales como el hilado y la torsión, el adjuntar cuerdas
colgantes a los cordeles primarios, la forma de anudar, los códigos de
colores, entre algunos otros rasgos. Sobre la base de estas observaciones,
que derivan de muchos años de un estudio sistemático de los khipus en
36
La historia inka en nudos
colecciones y museos en Latinoamérica, Europa y EE. UU., argumenté
que la codificación binaria, o dualismo (un tipo de organización binaria),
era fundamental para la codificación de datos en los khipus.
Además, ya que no había una diferencia significativa en la ocurrencia
de ciertos elementos de los pares binarios – por ejemplo, la torsión en «S»
era más común que aquella en «Z»; los nudos en «S» eran más comunes
que los nudos en «Z»,26 etc. – argumenté que los significados asignados a
los elementos binarios pueden haber operado de acuerdo al principio de
«marcación».27 La «teoría de la marcación» (markedness theory) señala que
los elementos de oposiciones binarias emparejadas deberían ordenarse
por sí mismos en elementos dominantes (es decir, el valor más alto
«no marcado», o elemento más común) hacía un lado de la oposición
binaria, mientras que los elementos de más bajo valor, poco comunes
y singulares (es decir, el elemento «marcado» o inusual) se organizarían
al otro lado de la oposición binaria. Cuando escribí ese libro, en el año
2003, no tenía pruebas a partir de las cuales intentar una «lectura» de los
khipus en función de sus posibles valores binarios. Esto es lo que Hyland
y sus colegas han logrado de una manera espectacular en dos artículos
publicados el año 2014.
No tenemos espacio en este volumen para proporcionar todos los
detalles relativos a los análisis presentados en tal investigación (Hyland
2014; Hyland et al. 2014). Dada esta circunstancia, voy a señalar los
argumentos esenciales de los dos artículos y dejar que el lector los revise
por sí mismo. En cuanto a Hyland (2014), a continuación cito parte de
su artículo donde resume sucintamente sus hallazgos:
El testimonio de un fabricante de khipus de habla aymara, recogido
en 1895 por Max Uhle y aquí recuperado [por Hyland] a partir de
las notas de campo inéditas de Uhle, en combinación con el análisis
de su khipu real [en el University Museum], proporciona la primera
evidencia directa de que la torsión fue un elemento significativo en
los khipus. Más aún, la evidencia sugiere que el torcer guardaba un
significado a partir de un principio de marcación, en el que la torsión
en «S» correspondía a la categoría no marcada (más valiosa) mientras
que la torsión en «Z» correspondía a la categoría marcada (de menor
valor).28
En resumen, Hyland encontró que los cordeles eran consistentemente
torcidos en una u otra de las dos direcciones («S» o «Z») para señalar
categorías marcadas y no marcadas de objetos en un khipu recogido por
Max Uhle – arqueólogo alemán que trabajó en los Andes a finales de los
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
37
siglos XIX y XX. En el segundo de los dos estudios publicados por Hyland
y sus coautores (Gene A. Ware y Madison Clark), descubrieron una
similar organización binaria de información vinculada con el principio
de marcación. En este caso, sin embargo, los hallazgos pertenecían a
un «tablero khipu», un objeto que aún se conserva en la comunidad de
Mangas en la sierra peruana.
Los tableros khipu fueron introducidos en los Andes mediante la
Orden de la Merced en el siglo XVI, y eran aparentemente bastante
comunes en las comunidades de todo el altiplano andino hasta finales
de los siglos XVIII o principios del siglo XIX. Se trataban de tablas de
madera a manera de paletas en las que se escribieron (en español) los
nombres de los jefes tributarios de los hogares del pueblo. Se hacía un
agujero al lado de cada nombre, y una cuerda similar a un khipu – que
había sido hilada, torcida, a menudo teñida con colores brillantes, y por
lo general con nudos – pasaba a través del agujero. Cada cordel de khipu
era manipulado (por ejemplo, empujado hacia adentro o tirado hacia
afuera) para indicar el estatus del jefe del hogar con respecto a cosas tales
como la asistencia a misa, su participación en los equipos de trabajo de la
comunidad, y otras prácticas religiosas y actividades comunales.29
Hyland y sus colegas también llevaron a cabo una investigación
etnográfica en Mangas, y determinaron las afiliaciones de parcialidades
(es decir, Hanan = mitad superior; Hurin = mitad inferior) de muchos
patronímicos comunes en la villa. Muchos de estos patronímicos fueron
también registrados en el tablero khipu. Cito de nuevo a partir del
resumen de Hyland y coautores:
Se analizaron recientemente los nombres y cordeles de khipus asociados
en un dispositivo híbrido de khipu/texto alfabético descubierto hace
poco en los Andes Centrales. Los resultados indican una significativa
relación en el texto entre la dirección de los nudos y la forma de
organización social conocida como parcialidad, donde los nudos en
«S» corresponden a la parcialidad superior (Hanan) y los nudos en «Z»
corresponden a la parcialidad inferior ([H]Urin). Esta relación sugiere
que en los khipus andinos la dirección del nudo se utilizó para indicar
parcialidades.30
Lo importante a tener en cuenta con respecto a la información
registrada en el khipu del pastor aymara recogido por Uhle y en el tablero
khipu de Mangas, es que en ninguno de los casos, Hyland o Hyland et
al., argumentan que las identidades y categorías indicadas en el khipu
– incluyendo especificaciones tales como vacas ordeñadas diariamente/
38
La historia inka en nudos
vacas no ordeñadas diariamente; hombre/mujer; castrado/no castrado;
Hanan/Hurin; etc. – fueron «escritas», con lo cual quiero decir que no
estaban inscritas en signos fonéticos, como en la escritura alfabética. Más
bien, lo que Hyland y sus colegas argumentan31 es que la codificación
fue hecha mediante unidades de signos «semasiográficos», es decir,
unidades de signos que poseían valores sema- («significado») que no
estaban basados en un lenguaje. Estas unidades de signos se componían
principalmente de configuraciones de codificaciones binarias basadas en
las diferentes características estructurales de los khipus, principalmente
el hilado/torsión y los nudos, así como el color. Tales unidades de
signos no estaban vinculadas a, ni significaron, sonidos de una lengua
específica. Por el contrario, así como los signos numéricos o cifras (1, 2,
3...) son leídos por personas que hablan diferentes idiomas en sus lenguas
individuales, los signos semasiográficos son «leídos», o articulados, por
los hablantes de cualquier idioma que conocen el significado (en lugar
de valores fonéticos específicos) de los signos mostrados. La ausencia
de una base sólida de valores basados en un lenguaje fonético significa,
de acuerdo a la mayoría de definiciones de escritura,32 que tal sistema
de signos no es, estrictamente hablando, un sistema de escritura
«verdadero». Más bien, los signos estudiados por Hyland y sus coautores
constituyeron una de las varias y grandes clases de sistemas de protoescritura basados en signos, que han sido identificadas en todo el mundo,
y que se les conoce generalmente como semasiográficos («marcas/signos
con significado»).33
Efectos de los registros semasiográficos en las formaciones sociales y en
la mentalité de los khipukamayuq
En este libro argumento que muchos de los signos de los khipus inkas
eran semasiográficos, como aquellos estudiados por Hyland y sus colegas.
Si bien a medida que avanzamos vamos a examinar esta afirmación con
mucho más detalle, por ahora las preguntas importantes sobre la naturaleza
semasiográfica de las unidades de signos khipus son: en primer lugar,
dado que las unidades de signos se organizaron al menos parcialmente
de acuerdo a principios de codificación binaria y marcación, ¿cuál
fue el efecto, o la contribución, de este tipo de tecnología de registro
en cordeles en la aparición y formalización de la complejidad social,
política y económica en el Estado inka temprano? Y en segundo lugar,
y decididamente más especulativa, ¿cuáles podrían haber sido los efectos
en las mentes y las estructuras de conocimiento de los khipukamayuqs,
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
39
quienes manipularon e interactuaron con tales signos de registro y lectura
durante toda su vida?
La primera pregunta es bastante sencilla: ¿qué relación (o relaciones)
podemos identificar entre las estructuras de los khipus y las estructuras de
la información que se registró en ellos? Como veremos a continuación,
así como en varios capítulos de este libro, podemos sacar algunas
comparaciones bastante claras entre las estructuras de estos dos campos,
especialmente cuando los khipus son comparados con las principales
instituciones sociales y políticas del Tawantinsuyu. En cuanto a la
segunda pregunta, este tema se encuentra en el centro de los problemas
provocados por la afirmación de Cobo acerca de que la «actividad mental
limitada» de los pueblos andinos se reflejaba en el hecho que no tenían
literatura escrita.
Hasta donde conozco, no tenemos estudios científicos, lingüísticos
o de cualquier otro tipo que nos ayuden a responder estas preguntas
en una forma concreta y detallada. De hecho, ni siquiera tenemos
buenos estudios acerca de los efectos mentales de la lectura de escrituras
alfabéticas en los procesos mentales, y mucho menos relacionados con
un sistema de registro tan «exótico» como el khipu. Sin embargo, creo
que vale la pena preguntar, teniendo en cuenta que los khipukamayuqs
pasaron gran parte de su tiempo interactuando y manipulando unidades
de signos semasiográficos (en lugar de alfabéticos), ¿cuáles habrían sido
los efectos de dichas actividades en su corpus intelectual, estado mental,
visión del mundo y enfoque general al interpretar el significado de estos
dispositivos? ¿El leer una escritura alfabética, como el español, hace a uno
más inteligente y mentalmente más agudo y ágil que «leer» los signos de
un sistema tridimensional y semasiográfico como el khipu? Al parecer,
Cobo y muchos de sus contemporáneos estarían de acuerdo. Este libro
desafía ese punto de vista.
¿Cómo debemos proceder para abordar estas dos preguntas? En los
siguientes capítulos propongo examinar lo más cerca posible cómo parecen
estar codificados y estructurados los registros en khipus y, sobre la base
de estas observaciones, intentar, en primer lugar, evaluar lo que puede
decirse tanto acerca de la relación entre esas estructuras, así como de las
estructuras de las instituciones sociales y políticas del Tawantinsuyu. En
segundo lugar, examinaré las posibles influencias sobre, o reflexiones de,
el intelecto – que ciertos historiadores llaman mentalité – de una relación
de vida con tales signos y estructuras semiográficas por parte de los
khipukamayuqs. Mi esperanza es que la combinación de estos resultados
revele importantes pistas sobre cómo interpretar, si no descifrar (si así de
grande es el desiderátum debería ser posible), los khipus inkas.
40
La historia inka en nudos
Al evocar la cuestión de la mentalité y su relevancia para el estudio
de los khipus, cito a Eric Hobsbawm y sus caracterizaciones de las
mentalidades. Él argumenta que no se trata de descubrir que las personas
son diferentes en su forma de pensar, sino de encontrar «una conexión
lógica entre las diversas formas de comportarse, pensar y sentir, y de
verlas como mutuamente coherentes entre sí».34 ¿Por qué una persona de
un tiempo, lugar y clase determinada, siente de cierta manera, que podría
ser tan diferente de cómo uno piensa y siente?
Lo que creo que deberíamos hacer es ver la mentalidad como
un problema no de orden histórico o arqueológico... sino como
el descubrimiento de la lógica interna de cohesión sistemas de
pensamiento y comportamiento, que están en consonancia con la
forma en que las personas viven en sociedad en su clase particular, y
en su particular situación de lucha de clase.35
En relación a esta noción de la historia de las mentalidades, la hipótesis
que planteo es que las prácticas de registro y lectura de khipus incorporan
un conjunto de estructuras que fueron entendidas y manipuladas por los
administradores de estos dispositivos. Por «estructuras» me refiero a las
configuraciones de signos que reflejan las cualidades y propiedades de
rasgos, bien documentados, sociopolíticos y rituales andinos/inkas, tales
como: la dualidad, complementariedad, tripartición, cuatripartición,
así como la jerarquización de los elementos que componen tales
configuraciones estructurales. Propongo que estos eran parte de la
estructura mental – es decir, las formas de producir significado – de
los khipukamayuqs del imperio, además de constituir las propiedades
fundamentales de las instituciones, prácticas, etc., sobre las que estos
custodios de khipus llevaban registros.
Sabemos, a partir de numerosos documentos coloniales, que tales
estructuras organizativas estaban realmente presentes en la capital, Cuzco,
así como en los centros provinciales y pueblos de todo el Tawantinsuyu.
Por ejemplo, Garcilaso de la Vega, afirma que:
Los incas hicieron a lo largo de todo su reino la misma división que
habían realizado en Cuzco, en Hanan Cuzco y Hurin Cuzco... [A]
través de esta división se pudo llevar mejores cuentas de la gente que
había en cada tribu o grupo, en caso que pudieran surgir circunstancias
en que esa gente sea necesaria, ya sea para la guerra o la paz, así como
para las obras públicas, reparto de algunos tributos y otras cosas de este
tipo.36
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
41
Cuando Garcilaso se refiere a hacer «cuentas» en la cita anterior,
es evidente que se está refiriendo a los registros codificados en los
khipus. Como veremos en varias ocasiones en los siguientes capítulos,
desde el emparejamiento y oposición de los nudos en «S» y «Z» hasta
el emparejamiento o copia de khipus enteros, el dualismo estaba
profundamente arraigado en las unidades de signos y estructuras de los
khipus. La diaria construcción, exhibición, manipulación y performance
de estas estructuras codificadas por los khipukamayuqs, continuamente
recreaban instancias de esas estructuras, no solo dentro de la sociedad
inka a nivel local, regional e imperial, sino también en la mente –
esto es, los modos de pensamiento y construcciones de significados –
de los encargados de los khipus mismos. Esto ocurrió en el marco de
performances públicas de narraciones de khipus por los khipukamayuqs,
como parte de sus prácticas administrativas de ordenamiento y regulación
de los asuntos del Estado. Las unidades de signos y las estructuras en las
que fueron compuestas eran los elementos centrales en las performances
de los contenidos de los khipus, enunciados por los khipukamayuqs en
sus visitas a diferentes pueblos, ordenando y realizando censos, haciendo
recuentos de obligaciones tributarias, etc. Estos signos, estructuras y sus
performances, constituyeron lo que podríamos denominar, siguiendo a
Foucault, el «discurso» o «formaciones discursivas» en las que, y a través
de las cuales, la sociedad y sus relaciones de poder fueron continuamente
constituidas y recreadas a lo largo del Tawantinsuyu.37
Argumento además que las formas de las construcciones sociales y
culturales promulgadas en el discurso del khipu eran, de hecho, muy
diferentes a las experimentadas en las estructuras sociales y culturales que
emergieron de los textos alfabéticos escritos en Europa Occidental al
momento de los primeros encuentros entre españoles e inkas, a mediados
del siglo XVI. En Europa Occidental, la escritura, si bien estuvo claramente
basada en profundas estructuras idiomáticas, se ocupaba principalmente
de la producción de los contenidos narrativos que constituyen los textos,
sean históricos, poéticos o de otro género. Los anales registrados y los
relatos históricos de los europeos eran lineales y acumulativos.38 Tales
relatos, construidos en forma de anales y comparados a través del tiempo,
se convirtieron en los cimientos de historias lineales basadas en eventos
de la Europa moderna. Esto era muy diferente al registro y performance
de las estructuras sociales e históricas hechas por los khipukamayuqs en
los Andes.
Por analogía podríamos decir que la escritura europea y los registros
inkas en khipus eran tan profundamente diferentes como la metalurgia
europea del siglo XVI lo era de los trabajos andinos en metal.39 Como
42
La historia inka en nudos
Lechtman ha argumentado, mientras que la metalurgia europea se
centró principalmente en la producción de armas de guerra – para
perforar, cortar y rebanar – la metalurgia andina se enfocaba en producir
color a partir de las profundas estructuras interiores de los metales y sus
aleaciones. Al final, como el encuentro de estos dos mundos se redujo
a una competencia de corte en lugar de una apreciación del color, la
metalurgia europea ganó y fue considerada «superior». Para aquellos
familiarizados con la extraordinaria complejidad de la metalurgia
andina, el juicio histórico de la superioridad de los europeos sobre la
tradición metalúrgica andina invita a reflexionar acerca de quién y
qué circunstancias históricas conllevan a los juicios históricos sobre el
«valor» y calidad relativa de las tecnologías occidentales frente a las no
occidentales.
¿Debería plantearse esta misma reflexión respecto a la escritura
occidental y los registros en cuerdas de los Andes? Si bien la escritura
alfanumérica occidental ganó de forma decisiva a los khipus – aunque
la historia y vida de estos últimos ha llegado sorprendentemente hasta el
presente40 – no creo que debamos seguir a Cobo y sus contemporáneos
y juzgar la escritura europea como «superior» a los nudos andinos.
Ciertamente era «diferente», sin embargo, dado que sabemos muy poco
acerca de cómo se registraron y leyeron los khipus, debemos evitar hacer
juicios comparativos sobre la relativa complejidad y especificidad de estos
dispositivos, así como de los modos de denotación y connotación de los
khipus en comparación a la escritura alfanumérica occidental.
En resumen, mientras la escritura alfabética era acerca de narrativas
y, por extensión, sobre historias lineales, los registros en khipus eran
sobre todo acerca de «estructuras». Estos fueron construidos en diferentes
configuraciones de unidades de signos (por ejemplo, elementos
emparejados, elementos yuxtapuestos) que eran constituidos y recreados
en diferentes contextos, conforme los khipukamayuqs llevaban la
administración estatal, el registro de censos, tributos, etc. Es así que
podríamos decir que si bien los registros en khipus pueden haber sido
sobre la «historia», en este caso tomó la forma de una historia estructural,
o más precisamente, la historia de las estructuras. Nuestro desafío consiste
en analizar ese registro histórico (de estructuras) mediante la exploración
de sus manifestaciones en los existentes y dispersos khipus inkas.
Volveremos sobre este punto en las conclusiones, donde voy a discutir
la relación entre la historia de las estructuras representadas en los khipus
y la observación de Fernand Braudel que señala que la longue durée – la
concepción del tiempo histórico como una continuidad que entra en el
pasado profundo – está dominada por la estructura.41
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
43
El registro en khipus, las prácticas administrativas inkas y la evolución de
la complejidad andina
El segundo objetivo principal de este libro es examinar el rol que el
manejo de registros y las prácticas administrativas en khipus tuvieron en
la formación y evolución de las sociedades andinas a través del tiempo.
Durante muchos años, los khipus han sido relegados a un papel marginal
en la evolución de las sociedades andinas, desde el Horizonte Medio (6001000 d.C.), pasando por el surgimiento y expansión del Tawantinsuyu
en el Horizonte Tardío (circa 1450-1532 d.C.), hasta la conquista
española en 1532. Creo que la poca apreciación dada al papel de los
khipus refleja, en parte, nuestra visión de estos cordeles anudados como
productos de una práctica matemática altamente esotérica llevada a cabo
por un pequeño grupo de intelectuales de élite de la sociedad inka. Creo
que este punto de vista malentiende y no representa el rol del registro en
khipus en el mundo andino, y por lo tanto, no alcanza a ver la verdadera
importancia factual de estos dispositivos y de los khipukamayuqs mismos
en la formación, desarrollo y expansión del Estado inka.
Contrariamente a esta opinión generalizada sobre los khipus y los
khipukamayuqs, creo que estos funcionarios de la administración inka
fueron actores centrales en la creación de las instancias del poder y control
estatal en todo el Tawantinsuyu. Si bien las tropas inkas fueron sin duda la
fuerza determinante y contundente del poder del Estado inka – tanto así que
reciben significativo crédito por parte de los cronistas españoles, quienes
regularmente hablan de decenas de miles de personas – aquí argumento,
sin embargo, que fueron los khipukamayuqs en última instancia quienes
habrían ejercido el papel principal en la formalización y mantenimiento
del poder del Estado. Lo hicieron mediante la, aparentemente, más
inocente de las tareas: la categorización, denominación, conteo y registro
estadístico en nudos y colores. A través de estas tareas administrativas que
llevaban a cabo todos los días, tanto en los asentamientos más pequeños
como en los grandes centros administrativos diseminados a lo largo de los
caminos inkas, desde el área moderna de Ecuador hasta el centro de Chile,
los khipukamayuqs formaron y reformaron metódicamente el mundo de
los inkas y sus súbditos.
Pero ¿cómo podrían meros administradores, que eran en muchos
casos literalmente bean counters (expresión del inglés usada para referirse a
contadores con tendencia al excesivo control de los gastos de una empresa),
ejercer el poder político en un Estado antiguo en el que no existían las
formas de supervisión y control empleadas por los burócratas de hoy,
con sus enormes almacenes de información digital y electrónica? ¿Cómo
44
La historia inka en nudos
es posible que un grupo de personas entendidas solamente en nudos,
números y colores forjaran y mantuvieran el poder frente a astutos, fuertes
y a menudo rebeldes agricultores, pastores y artesanos en las comunidades
de todo el imperio? Estas son interrogantes de gran relevancia. De hecho,
una lectura atenta de las crónicas españolas sugiere que donde quiera que
los administradores de khipus se pusieran a trabajar fuera del Cuzco – desde
centros administrativos provinciales hasta pequeños pueblos encaramados
al borde de un acantilado – parecen haber operado sin el respaldo del poder
coercitivo. ¿Qué fuerza reforzaba las tareas administrativas rutinarias de los
khipukamayuqs tales como el registro de datos censales o la participación
de los aldeanos en el sistema tributario estatal conocido como mit’a? En
pocas palabras, ¿qué clase de «fuerza» poseían y desplegaban estos custodios
de khipus en el ejercicio de sus funciones?
Argumento que el poder del khipukamayuq tomó dos formas básicas.
En primer lugar, creo que hay que dar algo de crédito a la fuerza hipnótica
de la performance de lectura por parte de los khipukamayuqs. Por esto
me refiero a su entrada en una comunidad, probablemente acompañado
por el kuraka local (jefe o señor nativo), desplegando su khipu, colgándolo
en postes verticales o extendiéndolo sobre alguna superficie plana,
manipulando hábilmente los cordeles, y de manera sorprendente y pública
detallando la composición de la comunidad local – los nombres de los jefes
de familia, sus linajes, afiliaciones de ayllu – todos como si se tratara de
algún acto mágico de memoria o, de manera más misteriosa, mediante
el descifrado de algún código desconocido (para la gente del común)
guardado en los nudos de aquellas coloridas cuerdas que sostenía en sus
manos. En el ensayo de Levi-Strauss titulado A Writing Lesson,42 en el
que un jefe nambikwara del Gran Chaco realiza una seductora actuación
de lectura de una «escritura» que él mismo había producido en un trozo
de papel – un engaño del jefe hacia sus camaradas según la narración del
mismo Levi-Strauss – parece una analogía relevante de cómo la lectura del
khipu podría haber sido percibida por las poblaciones andinas del periodo
Inka. Algo así como el poder del mago.
A la fuerza hipnótica de la performance de las lecturas de los
khipukamayuqs, creo que hay que sumar una fuerza más sutil, coercitiva
y acaparadora que Foucault denominó «discurso». Esto implicó el
involucramiento de la realidad local – la lista de sus nombres, identidades,
historias personales y familiares – en el sistema del (siguiendo una vez más
a Foucault) «poder-saber», que constituía el Estado mismo y el cómo era
recreado por los administradores de khipus. ¿Cómo puede emerger tal
fuerza a partir del registro y lectura de un khipu? Claramente, las realidades
sociales y políticas de cualquier localidad dada habrían sido bien conocidas
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
45
por los propios aldeanos. Sin embargo, el conocimiento de esa realidad
era oral o, se podría decir, coloquial – era el conocimiento cotidiano, es
decir, los aldeanos conocían esa información puesto que constituía su
día a día, su realidad vivencial. Cuando esa realidad local ordinaria era
«leída», relatada, o recreada públicamente por un khipukamayuq, que
era por lo general foráneo a la comunidad, y que además representaba
al Estado inka – por no mencionar la divinidad misma del propio inka
– la contabilidad/recuento de la lista de identidades locales se convirtió
en algo completamente diferente: pasaron a ser poseídas y controladas
por el khipukamayuq, quien tenía en sus manos el registro oficial de esa
realidad local, el registro de sus identidades.
Los khipukamayuqs deben ser entendidos como agentes activos y
creativos del gobierno estatal. De hecho, sirvieron como catalizadores
de la formación social – es decir, crearon y legitimaron de forma activa
las formaciones sociales que contaron en sus khipus. A medida que las
identidades de los miembros de la comunidad local eran registradas en
nudos, colores y estructuras de cuerdas de un khipu, y luego eran contadas
por el khipukamayuq, el pueblo y sus habitantes pasaban formalmente
a estar bajo el control del Estado. Tales recursos de cooptación y
apropiación podrían haber generado ataques a los administradores de
khipus mismos y la destrucción de sus dispositivos, o alguna forma más
pasiva de resistencia – como simplemente no presentarse a ser identificado
y registrado por los agentes del Estado.
¿Fue la recopilación y registro de información de las poblaciones e
identidades en los khipus equivalente a una apropiación de las comunidades locales por el Estado? A pesar de que algunos lectores puedan ver
mi propuesta como una sobreinterpretación, mi argumento destaca la
calidad de la práctica contable que, en mi opinión, no ha sido lo suficientemente apreciada ni considerada en los estudios andinos hasta la fecha: la
contabilidad representa uno de los medios más eficaces y menos costosos
para que un Estado pueda ejercer su poder y autoridad sobre poblaciones
sometidas. Este tipo de poder, comúnmente denominado «hegemónico», es mucho menos costoso que el poder coercitivo, que depende de
la intimidación y la fuerza. El poder coercitivo genera fuertes gastos de
los recursos estatales y es más incierto en términos de perspectivas para la
obtención de paz a largo plazo, así como del cumplimiento de los valores
y planes de Estado, en contraste con la obtención del consentimiento
voluntario del gobernado.43
¿Cómo podemos entender la naturaleza de la relación entre la
contabilidad y el poder político, no solo en el Tawantinsuyu sino en
otros estados, tanto antiguos como modernos? Si ambos aspectos estaban
46
La historia inka en nudos
íntimamente vinculados, ¿qué modelos se pueden utilizar para pensar y
escribir acerca de la relación entre la contabilidad y el poder? Los trabajos
más interesantes y fructíferos que conozco derivan de una tradición
de estudios de contables conocidos como Nueva Contabilidad (New
Accounting). Estos estudios se basan en las muy creativas y productivas obras
del sociólogo francés Michel Foucault. Después de un pequeño paréntesis
para exponer la naturaleza de la «contabilidad» en el Tawantinsuyu,
regresaremos a examinar el tema de la Nueva Contabilidad.
Contabilidad, poder y el «archivo»
¿Qué actividades en el Tawantinsuyu se ajustan a lo que en español
(inglés en el manuscrito original de este libro) nos referimos como
«contabilidad»? ¿Qué términos fueron utilizados para estas actividades en
quechua, la lengua usada en las cuestiones administrativas en el Imperio
inka? En general, el término quechua que nos interesa es yupa-, que
puede ser traducido como «conteo» y «registro», aunque también puede
referirse al «valor, mérito o precio» de algo. La forma nominal de la raíz
– yupana – es el término utilizado para números; los números son cosas
que se «cuentan/registran». Yupana es también el nombre del dispositivo
que se utiliza para realizar los cálculos que se registraron en los khipus.
Las yupanas estaban hechas de piedra, cerámica o madera. Por lo
general eran cuadradas o rectangulares, y con frecuencia se construyeron
sobre una base pedestal que se encontraba a varios centímetros de
altura. El espacio interior de la yupana fue subdividido en numerosos
compartimentos de diferentes tamaños, que a menudo se situaban a
diferentes niveles o alturas. Se cree que los diferentes tamaños y alturas
de las unidades internas de las yupanas representaban diferentes valores
(por ejemplo, potencias de diez) utilizados en la realización de cálculos.
A partir de las descripciones generales de los cálculos registrados en los
documentos españoles, es evidente que las piedras pequeñas, granos de
maíz u otros dispositivos de conteo, fueron colocados al interior de las
yupanas para hacer los cálculos respectivos.44
En varias construcciones gramaticales, yupay (infinitivo) no se
refiere únicamente a los actos de conteo y contabilidad, sino también al
«recuento», en el sentido de contar una historia, o se relaciona con una
serie de eventos de una manera narrativa, explicando («contando») así la
existencia de alguna circunstancia o estado de alguna cuestión.45
En los documentos etnohistóricos, las referencias relacionadas con la
contabilidad aclaran el cómo las prácticas de conteo y registro fueron
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
47
concebidas en el Imperio inka. El cronista mestizo Garcilaso de la Vega,
quien afirma haber aprendido a leer e interpretar los khipus, al menos
aquellos referidos a los tributos de los sirvientes de la familia de su
madre,46 ofrece información sobre la amplia gama de actividades llevadas
a cabo en el Tawantinsuyu que, para él, estaban dentro del marco de la
«contabilidad» (sic contaduría):
Sabían bastante de aritmética y tenían un método admirable de
conteo total, incluyendo todos los impuestos y tributos en el
reino inka, tanto lo pagado como lo debido, y lo hicieron con
nudos en cuerdas de diferentes colores. Ellos sumaban, restaban y
multiplicaban con estos nudos, y sacaban las deudas de cada pueblo
dividiendo granos de maíz y guijarros para que su cuenta fuera
precisa. Tenían contadores especiales para todos los asuntos de
paz y guerra, para el número de vasallos, tributos, rebaños, leyes,
ceremonias y todo lo demás que debía ser contado. Estudiaron sus
especialidades y sus registros, y por lo tanto podían proporcionar
fácilmente la información necesaria, ya que todo se había grabado en
hilos y nudos, que eran como cuadernos. A pesar de que un indio,
jefe de contabilidad, era el supervisor de dos o tres, o de más cosas,
cada persona era registrada de manera separada.47
Posteriormente en su crónica, al citar pasajes de Blas Valera relacionados
al registro y recaudación de tributos a manera de una prestación personal
o impuesto en forma de trabajo, Garcilaso señala que:
A una hora determinada se reunían los jueces responsables de la
recolección [de impuestos] y contadores o escribas que portaban
nudos y granos para calcular el tributo reunido en la capital de la
provincia: los cálculos y divisiones se hacían en presencia del curaca
[jefe local] y el gobernador inka por medio de nudos en cuerdas y
piedras pequeñas, de acuerdo con el número de cabezas de familia de
la provincia. Los cálculos eran tan exactos que no sé si alabar más a los
contadores que hicieron sus conteos sin el uso de figuras e hicieron
divisiones exactas de cantidades muy pequeñas, una cosa con la que
nuestros matemáticos tienen grandes dificultades, o al gobernador
real y funcionarios que siguieron el proceso con total facilidad...
El gobernador de cada provincia inka tenía que por ley mantener
una copia de las cuentas en su poder, de modo que ningún engaño
podría ser practicado por cualquiera de los indios tributarios u oficial
recaudador.48
48
La historia inka en nudos
La descripción de Garcilaso debe dejar en claro el por qué cualquier
persona involucrada en el estudio de los khipus está probablemente
destinada examinar la naturaleza de la contabilidad. ¿Cómo podemos
entender la variedad de actividades y procedimientos administrativos
involucrados en esta práctica dentro de cualquier sociedad?
Específicamente, ¿cómo fue entendida la contabilidad por los inkas y
especialmente por los khipukamayuqs, quienes eran responsables de
llevar a cabo actividades relacionadas con el conteo, registro y recuento
en nombre del Estado?
Estas preguntas nos llevan a algunos de los temas centrales que abordé
hace varios años en mi estudio sobre los khipus, y este estado de la cuestión
me llevó a un descubrimiento inesperado: la importancia fundamental de
la teoría e historia de la contabilidad para la interpretación de los registros
en cordeles inkas.
Un fortuito encuentro con la Nueva Contabilidad
Hace varios años, al comienzo de un semestre sabático (2007-2008),
estaba considerando cómo podría pasar ese tiempo de la manera más
productiva posible, sobre todo porque, por distintas razones familiares,
no me era factible realizar una temporada de campo extensa. Así,
mientras ponderaba el estado de mi investigación sobre los khipus, me di
cuenta que una característica que cada vez cobraba más importancia en
mis interpretaciones se relacionaba con la administración, contabilidad
y la «teneduría de libros», siendo este último aspecto bastante peculiar
para el caso andino dada la ausencia de «libros». Me llamó la atención
que en realidad sabía muy poco sobre el estudio formal y prácticas de
cualquiera de estas disciplinas. Por lo tanto, decidí pasar gran parte de mi
semestre sabático leyendo sobre contabilidad y teneduría de libros en la
biblioteca del Harvard Business School. Los resultados me sorprendieron
y provocaron una transformación esencial en mi entendimiento de la
naturaleza y significado de la contabilidad (que, en mi ignorancia,
prácticamente no había considerado), así como de la profunda importancia
de este tópico para el estudio de los khipus y la administración inka.
Lo que me pareció verdaderamente renovador fue el descubrir un
conjunto de estudios de contabilidad producidos por una escuela, o
quizás mejor dicho una tradición, de lo que solo puede denominarse
como «contabilidad postmoderna». Cuando utilizo esta frase en mis
conferencias, siempre genera risas de sorpresa en la audiencia. Creo que
esto se debe a que parece que en la mente de gran parte del público
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
49
en general, no hay muchos conceptos tan entretenidos, ni posiblemente
más contradictorios, que la combinación de estas dos identidades. Por
un lado, la contabilidad es a menudo considerada como una de las
profesiones más conservadoras, cuyos practicantes son serios y muy
formales.49 Los historiadores de la contabilidad, por lo general, se han
centrado en torno a cuestiones relativas a la historia de la invención
de diferentes técnicas de contabilidad, dejando de lado las cuestiones
relacionadas con el poder y los procedimientos de control inherentes a
la mayoría de las prácticas contables. Por otro lado, los postmodernistas
dan la impresión de ser «intelectuales incendiarios» («intellectual Molotov
cocktail throwers» en el manuscrito original), siempre con ganas de mirar
detrás de las problemáticas serias y tradicionales de cualquier disciplina
de la que se ocupan. Entonces, ¿cómo se pueden combinar estos dos tipos
de caracteres radicalmente diferentes dentro de la misma persona – un
historiador interesado en la contabilidad?
Lo que es crucial y definitivo para esta tradición de estudios
de contabilidad, a la que sus practicantes se refieren como Nueva
Contabilidad,50 es que si bien la historia de la contabilidad tradicional
típicamente se ha ocupado del estudio de la invención y puesta en
práctica, en un sentido estándar, de ciertas técnicas de registro contable
y contabilidad – sobre todo el sistema de registro de doble entrada –
la Nueva Contabilidad postmodernista se ocupa esencialmente de
la relación entre la contabilidad y el poder. Esta preocupación surge
principalmente a partir de la relación de la contabilidad con funciones
de supervisión y control. Muchos practicantes de la Nueva Contabilidad
han sido particularmente influidos por los trabajos de Michel Foucault,
cuyas obras se centran en unos pocos conceptos claves – por ejemplo,
el «discurso», las «formaciones discursivas», el «poder-conocimiento»
– que han demostrado ser singular y analíticamente poderosos en el
análisis del rol de la contabilidad en la sociedad. Estos conceptos son
útiles para nosotros en este trabajo porque nos ayudan a articular el cómo
los procedimientos y operaciones contables dentro de las diferentes
formaciones sociales afectan la supervisión y regulación de la acción y
comportamiento individual y grupal.
Muchas de las preocupaciones de Foucault, que son las más
relevantes para nosotros en este estudio, se cristalizaron bajo el término
de «archivo», y articula sus puntos de vista sobre este concepto en su
libro The Archaeology of Knowledge (1969). Foucault utiliza el término
archivo en relación al concepto de «sistema general de la formación y
transformación de las declaraciones». Foucault no se centró en el acto
de recopilar y organizar cualquier conjunto de documentos en un lugar
50
La historia inka en nudos
central (que es lo normalmente entendemos por el término «archivo»),
sino que se orientó hacia construcciones más amplias – que denominó
como «formaciones discursivas» – en la forma del discurso (refiriéndose
a las «declaraciones», en el sentido más amplio posible), procedimientos
(especialmente la forma aparentemente inocente llamada POS/SOP –
procedimientos operativos estándar), rutinas, reglamentos, evaluaciones,
y así sucesivamente, que subyacen y sirven como procesos del día a
día responsables de la reproducción de las instituciones, incluidas las
instalaciones archivísticas, así como, de manera más amplia, las sociedades
enteras. El «archivo» de las primeras obras de Foucault se convirtió con
el tiempo en el concepto de «poder-conocimiento» – formaciones
discursivas vinculadas a las instituciones de poder que se caracterizan por
sistemas extensos y generalizados de supervisión y control.51
Es interesante señalar, en relación al lugar central del archivo en la obra
de Foucault, que el descubrimiento de «archivos» khipus fue un tema de
gran interés por parte de los cronistas españoles en los años posteriores a
la conquista del Tawantinsuyu. Por ejemplo, en 1555, Agustín de Zárate
afirma que:
... ellos [los inkas] tenían gente en cada provincia, llamados quippo
camaios [khipukamayuqs], que eran responsables de preservar la
memoria general de las cosas por medio de estas cuerdas; y por lo tanto
tenían casas públicas llenas de estas cuerdas, sobre las que, quien era
responsable, tenía gran facilidad para la comprensión [de las cuerdas],
a pesar de que [los registros] podrían haberse hecho mucho antes de
que él viviera.52
En una siguiente declaración de cerca del final del siglo XVI, el cronista
Martín de Murúa señala que «los contadores tenían grandes cantidades
de estas cuerdas, a manera de registros, como nuestros escribas tienen sus
documentos escritos, y mantuvieron sus archivos de tal manera que si
necesitaban saber algo solo tenían que ir a uno de los Quipucamayos».53
Lo interesante de estas dos citas es que, dado que la capacidad de
leer khipus no parece haber sido universal sino limitada a los propios
khipukamayuqs, cualquier información sobre el pasado proporcionada
por estos administradores de cuerdas era su propia construcción – es
decir, la «verdad» sobre el pasado era la que estos hombres entendían, y la
forma de su recuento sirvió para el mantenimiento del status quo.
Si bien las formaciones archivísticas pueden ser reconocidas de
manera simple (y hasta prosaicamente) en colecciones de documentos
dispuestos en aparente forma neutral en espacios marginales discretos
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
51
(por ejemplo, las «casas públicas» de Zárate), el término «archivo» también
puede entenderse en el sentido más amplio de Foucault, que incluye los
variados , dispersos y yuxtapuestos campos de la terminología, prácticas,
charla/discurso, y así sucesivamente, todos interactuando en redes de
significado que constituyen diversas formas de poder político, regímenes
de gobierno y formaciones sociales.54 Este es el sentido en el que aquí
uso el término «archivo» y las prácticas relacionadas con la «contabilidad».
Esto es consistente con lo que he descrito en la sección anterior como la
apropiación de las comunidades y poblaciones enteras por parte del Estado
en la forma de una información detallada sobre sus identidades, formas
de organización (por ejemplo, ayllus), estructuras de gobierno, y otros
asuntos codificados en, y luego recitados a partir de, los khipus.
Como voy detallar más adelante, a la fecha se han identificado trece
archivos moderadamente bien documentados en el territorio del
Tawantinsuyu.55 Estos archivos están compuestos por aproximadamente
unos 250 khipus de un corpus total de 923 especímenes de khipu existentes.
La existencia de archivos khipus discernibles sugiere que podría ser útil
considerar el cómo están constituidos los archivos, y reflexionar sobre lo
que estas colecciones podrían representar en términos de ideas y nociones
sobre la relación entre la contabilidad, el poder y la gobernabilidad a lo
largo del Tawantinsuyu. En este libro exploro las propiedades y el carácter
de varios de estos archivos – especialmente aquellos en Chachapoyas, el
valle de Santa, Puruchuco, Pachacamac e Inkawasi.
Si bien he presentado mis dos motivaciones principales para escribir
este libro – esto es, el efecto de las prácticas continuas de registro en
cordeles en la estructura mental de los khipukamayuqs por un lado, y el rol
del registro de información en khipus en la evolución de la complejidad
sociopolítica en los Andes por otro lado – como temas separados, se debe
anotar que de hecho ambas se interrelacionan en un nivel superior y
más inclusivo de análisis. En este nivel, mis dos motivaciones son vistas
como las dos caras de una misma moneda. Yo definiría «moneda» como
el conjunto total de (a) provisiones estructuradas de un número o serie
de objetos, instituciones y prácticas de gobierno, (b) relaciones de
poder (en sus muchas formas), (c) prácticas discursivas (por ejemplo, la
performance del registro y lectura de los khipus), y (d) la materialidad de
estos registros en cuerdas complejamente codificados, que constituía la
contabilidad en el emergente Estado del Tawantinsuyu. Este conjunto
de elementos y las fuerzas que los unían en lo que podría denominarse
como una formación discursiva generativa (en el sentido de dar lugar a
la emergencia de determinadas formaciones mentales y sociopolíticas), es
lo que vamos a investigar y tratar de entender en este trabajo.
52
La historia inka en nudos
La acción a distancia en el Imperio inka
¿Cómo fueron los inkas capaces, desde su corte en el Cuzco, en la sierra
sur de lo que hoy es Perú, de ejercer el poder en lugares tan distantes como
Ecuador en el norte, hasta el centro de Chile en el sur? Mi argumento
es que la clave para el ejercicio del poder a distancia en el Estado inka
fue la combinación de (a) un sistema complejo y preciso de registro de
números que podía ser transmitido a lo largo de grandes distancias, (b)
un conjunto potente y altamente eficaz de procedimientos y prácticas
contables cuyos términos fueron compartidos entre los custodios de
khipus en todo el imperio, y (c) la formación y despliegue hacia los
centros provinciales de contabilidad de un equipo de administradores de
cuentas altamente conocedores, los khipukamayuqs, quienes produjeron
y supervisaron los archivos khipus en todo el imperio.
Este tema de acción y control a distancia se relaciona con la naturaleza
del ejercicio del poder en el Estado inka. Cuando hablamos de los archivos
khipus que se encuentran en los centros administrativos o instalaciones
estatales (como aquellas establecidas para la producción o almacenamiento
agrícola), estos centros fueron probablemente manejados, defendidos
y supervisados por algunos números de tropas inkas. En este tipo de
escenario, el «poder» del Estado inka, en su forma coercitiva, habría sido
evidente y operativo. Sin embargo, el tener soldados armados con hachas,
hondas y otras armas, por lo general no es un método muy adecuado
para las tareas diarias de supervisión y regulación – y registro – de los
bienes que circulan dentro y fuera de una instalación de almacenamiento.
Las fuerzas militares pueden proteger, sancionar y (en el sentido amplio)
supervisar el trabajo de «conteo minucioso» («bean counting» en el
manuscrito original), pero estas no suelen estar diseñadas para invertir su
tiempo en este tipo de labores. En el Tawantinsuyu, este trabajo era de los
khipukamayuqs, que operaban en equipos organizados jerárquicamente
y eran, en última instancia, responsables de confirmar la exactitud de
las cuentas locales con los contadores de nivel superior en los centros
administrativos provinciales distantes, así como con los contadores de la
capital del imperio en Cuzco. ¿Qué tipo de circunstancias e imperativos
implica esto en relación a las probables características de los propios
khipus?
En un amplio y estimulante estudio titulado Accouting Numbers as
‘Inscription’: Action at a Distance and the Development of Accouting, Keith
Robson (1992) ha argumentado que los registros contables que surgen
en circunstancias como las descritas anteriormente en los Andes (aunque
sus ejemplos son tomados en gran parte de las tablillas cuneiformes de
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
53
la antigua Mesopotamia), deben cumplir con un conjunto limitado de
criterios específicos para ser eficaces en grandes distancias y a largo plazo.
Las cualidades que Robson alega son esenciales para la eficacia de tales
inscripciones deben ser movilidad, estabilidad y combinabilidad.
Por movilidad Robson se refiere a que las inscripciones contables
deben poder pasar del actor, en el contexto de la contabilidad, a un
lugar distante donde se inspeccionan las cuentas, y (a menudo) retornar
nuevamente. Robson cita la observación de Goody acerca de la
importancia de la movilidad en relación al requisito de la comparación
de distintos documentos de épocas y lugares diferentes: «La presencia
de documentos permite a uno poner frente a frente diferentes registros
que provienen de distintos momentos y lugares, y así poder percibir
contradicciones».56 En el curso de nuestro estudio del corpus de khipus
andinos, veremos numerosos ejemplos de este tipo, sobre todo en forma
de cordeles emparejados y vinculados (es decir, atados juntos).
En cuanto a la estabilidad, Robson argumenta que al nivel más básico
tales inscripciones deben resistir el deterioro y la corrosión. Este criterio
se ajusta bastante bien a nuestros archivos khipus, dadas las excelentes
condiciones para la preservación de la materia orgánica en el desierto
costero del sur de Perú y norte de Chile, donde se han hallado varios de
estos dispositivos. Más interesante aún, Robson también argumenta a favor
de la importancia de la estabilidad en términos de que las inscripciones y
registros sean reconocibles o legibles para sus usuarios. Es decir, tiene que
haber una relación estable entre las inscripciones y los contextos a los que
se refieren. Dicho de otra manera, debe haber convenciones internas por
las que los registros son entendidos, comunican y tienen sentido. Esto
implicaría convenciones estables de la gramática y sintaxis a partir de las
cuales los registros son grabados e interpretados, así como convenciones
matemáticas (por ejemplo, factores, relaciones, proporciones) que son
aplicadas o que bien pueden llevarse a cabo en matrices de valores
cuantitativos dentro de los registros.
Debemos prestar especial atención a un ejemplo particularmente
interesante y relevante referente al principio de estabilidad en las
inscripciones, en la forma de una manipulación aritmética, o una
función sintáctica de inscripciones, que Robson llama «equivalencias
horizontales».
La reducción de las relaciones numéricas a fórmulas algebraicas, es
decir números variables, produce inscripciones que muestran el
principio de «reversibilidad». Con esto quiero decir que las fórmulas
permiten transformaciones arbitrarias que se pueden llevar a cabo a ambos
54
La historia inka en nudos
lados de la ecuación sin romper la igualdad... Las ecuaciones numéricas
crean relaciones estables y reversibles, y permiten transformaciones y
combinaciones no fácilmente alcanzables en un discurso ordinario.57
En este estudio veremos varios casos – desde la Laguna de los Cóndores
hasta Puruchuco e Inkawasi – de registros en khipus que contienen
paradigmas aritméticos y fórmulas algebraicas que muestran el tipo
de estructura de «equivalencia horizontal» descrita por Robson. Tales
estructuras de equivalencia recíproca, en términos de contabilidad en
khipus representan otra expresión de la dualidad – el khipukamayuq de
una parcialidad utiliza un paradigma aritmético, mientras que el de la
otra mitad usa otro paradigma.
Por último, la tercera cualidad de las inscripciones que les permite
realizar labores de control a distancia es la combinabilidad. Esta característica
«permite al actor acumular inscripciones, agregarlas, tabularlas y
recombinarlas, con el fin de establecer nuevas relaciones y calcular
«normas» a través de las que compara los parámetros a ser influenciados
en conformidad con sus objetivos, metas o ideales específicos».58
En este trabajo veremos muchos ejemplos en donde los khipus se
combinan en formas que parecen constituir una organización archivística
estandarizada y «tradicional» de registros andinos en cordeles. Tales
prácticas archivísticas incluyen la vinculación de dos o más muestras,
mediante el atado per se de las mismas, por lo general anudando sus
cuerdas primarias juntas. Más allá de esta y otras técnicas archivísticas
particulares en la manipulación de los registros en cuerdas, lo que es
relevante a considerar en términos del comentario de Robson sobre la
combinabilidad de las inscripciones es que la resultante inspección y
comparación de los registros lleva a menudo a la práctica – que podríamos
llamar cultura – de una vigilancia interna.
La vigilancia continua generada por las cuentas tiene el potencial
de crear efectos de autorregulación: el poder individualizante de las
inscripciones contables es tal que uno puede ser objeto de control no
solo desde el «sin», sino que las inscripciones que miden y examinan al
individuo también tienen el potencial de crear una forma de control
interno. Las inscripciones contables sirven para construir y disciplinar
al individuo en lo que él o ella sabe acerca de él o ella mismo(a).59
Con esta característica de las inscripciones contables llegamos a un
aspecto de la contabilidad inka citado anteriormente, y que es una de
las principales preocupaciones de la literatura de la Nueva Contabilidad:
¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los khipus?
55
la importancia de la vigilancia y control, tanto a nivel individual como
institucional, como características de la cultura y práctica contable.
Veremos en nuestros estudios de varios de los archivos khipus que estas
características globales de contabilidad, relativamente estandarizadas,
estaban muy desarrolladas en las prácticas de registro en cordeles en el
Tawantinsuyu.
56
La historia inka en nudos
2
Una breve introducción al Tawantinsuyu –
el Imperio inka
Antes de entrar en el mundo de los khipus y las prácticas inkas de
registro y contabilidad, creo que para algunos lectores que no están
profundamente familiarizados con el orígen, organización y expansión
del Estado inka – conocido como Tawantinsuyu – puede ser útil revisar
las características básicas de este extraordinario imperio. Podría parecer
contradictorio a lo que he afirmado sobre la naturaleza de esta «historia»
– es decir, que se centrará en el análisis de fuentes primarias (los khipus)
en lugar de documentos coloniales españoles – el introducir este estudio
precisamente con una visión histórica basada en gran medida en las
fuentes españolas. Sin embargo, este resumen incluirá comentarios sobre
aspectos de la historia inka que están particularmente bien documentados
en los khipus. Esto también puede ser una orientación útil para los no
especialistas, sobre todo para entender en términos generales los contextos
históricos y culturales de los siguientes capítulos.
En lugar de presentar una descripción completa y exhaustiva del
Estado inka y sus muchas instituciones y prácticas,1 proporcionaré un
marco general de las principales instituciones, estructuras y prácticas de
gobierno inkas, contra el que podremos ver las propiedades estructurales
de los registros khipus. Como dije en la introducción, creo que los khipus
codificaron, en esencia, estructuras – políticas, sociales, económicas, rituales
– y nuestra tarea aquí será relacionar las estructuras identificadas en los
khipus con aquellas que fueron fundamentales para la gobernabilidad inka.
Fuentes para el estudio de una civilización sin escritura
A diferencia de todos los demás estados prístinos o primarios del
mundo antiguo (es decir, Mesopotamia, Egipto, China y los Mayas
de Mesoamérica), los inkas no inventaron un sistema de escritura – al
menos no uno en la forma de un guión gráfico. Ellos desarrollaron el
khipu, por supuesto, que es el objeto de este estudio. Sin embargo, debo
recordar a los lectores que si bien sabemos cómo leer e interpretar los
datos numéricos/cuantitativos registrados en los khipus, la mayor parte
de la información relativa a nombres, identidades y otros datos de valor
nominativo y cualitativos registrados en estos dispositivos, nos siguen
siendo esquiva hoy en día. Por lo tanto, a diferencia de quienes investigan
cualquiera de las otras grandes civilizaciones antiguas, que pueden leer
lo que esos pueblos decían sobre sí mismos y su pasado en sus propias
palabras, quienes estudiamos las culturas andinas como los inkas no
tenemos acceso a tal información de primera mano. En vez, nos vemos
obligados a depender de otras dos fuentes principales de información: la
arqueología y las cuentas o registros del Estado inka, y la historia escrita
por los españoles después de la conquista del Tawantinsuyu, que empezó
en 1532. Estas dos fuentes de información tienen características positivas,
así como algunos problemas significativos.
Si bien el registro arqueológico (por ejemplo, el entorno construido,
como los restos de viviendas, puentes y carreteras, así como los restos
materiales de cerámica, metales, textiles, etc.) da testimonio de las
actividades y logros inkas, los artefactos arqueológicos no «hablan por
sí mismos». Por el contrario, los artefactos deben ser interpretados,
y el análisis del registro arqueológico está plagado de incertidumbre
y ambigüedad. ¿Cuál es la edad absoluta de un objeto? ¿Por qué fue
producido, cómo fue utilizado, y cuándo y por qué se descartó? Estas
preguntas y muchas otras abren, en el estudio arqueológico del pasado,
un alto grado de incertidumbre debido a que existen diferentes puntos de
vista e interpretaciones sobre los materiales.
Las preguntas planteadas anteriormente son relevantes para nuestro
estudio de las muestras de khipus existentes. La mayoría de muestras
que hoy se encuentran en colecciones de museos llegaron allí hace
muchas décadas, muchas de ellas procedentes de excavaciones ilícitas
(es decir, saqueo) de tumbas, especialmente a lo largo de las costas de
Perú y norte de Chile. Muchas muestras entraron en el mercado ilegal
de antigüedades, donde años atrás podían ser compradas por museos, o
fueron compradas por agentes particulares y donadas a esas instituciones.
Contamos con solamente un puñado de casos donde los khipus provienen
de excavaciones científicas (por ejemplo, Inkawasi, Puruchuco; ver más
adelante). En cuanto a la datación de khipus «inkas», dado que pocas
muestras fueron recuperadas de excavaciones científicas controladas,
tenemos muy poca información contextual a partir de la cual tratar de
58
La historia inka en nudos
establecer fechas relativas para las mismas. He fechado de quince a veinte
muestras de khipus en varios laboratorios de espectrometría de masas
con aceleradores (AMS por sus siglas en inglés).2 Sin embargo, debido a
las inestabilidades de la curva de calibración (es decir, la conversión de
valores C14 en fechas calendáricas) para la época de la conquista española
(1532 d.C.), todas las lecturas de C14 para este periodo arrojan grandes
márgenes de valores de calibración calendárica, que generalmente
abarcan de aproximadamente 1450 a 1650 d.C. – es decir, desde un siglo
antes hasta un siglo después de la conquista española. Demasiado para
posibles fechas «absolutas» de khipus.
En cuanto a las crónicas y documentos sobre los inkas y su pasado
escritos los españoles en los años posteriores a la conquista, estos a
menudo tienen el «anillo de la autoridad». Este es especialmente el caso
cuando las fuentes escritas son resultado de testimonios proporcionados
por los administradores de khipus y transcritos al español por escribas. El
registro de estos testimonios fue particularmente común en los primeros
años después de la conquista, puesto que los españoles trataban de
establecer un Estado colonial, así como buscaban escribir la «verdadera»
historia del Imperio inka.3 Sin embargo, uno debe siempre ser cauteloso
cuando lee dichos documentos. Esto se debe a que, en primer lugar, este
tipo de crónicas por lo general se basan en el testimonio de informantes
acerca de los sucesos ocurridos antes de la conquista, y nunca se puede
estar seguro de que tal testimonio pudiera haber sido sesgado por los
acontecimientos, fuerzas y consecuencias de la conquista en sí. En
segundo lugar, no solo los informantes nativos andinos podrían haber
dado un testimonio poco confiable, sino también los autores españoles de
tales documentos pueden haber tenido razones para sesgar las narrativas
en función de sus propios intereses y motivos. Por lo tanto, las crónicas y
documentos españoles se deben leer siempre de manera crítica y con una
cantidad considerable de escepticismo. De hecho, es precisamente mi
deseo de evitar fuentes centradas en lo español acerca de la civilización
inka y su historia lo que me ha llevado a este esfuerzo de escribir sobre
los inkas tomando como base las únicas «fuentes primarias» disponibles
para nosotros – los khipus.
¿Quiénes fueron los inkas y cómo llegaron al poder?
Durante su apogeo, los límites territoriales del Imperio inka se
extendieron a casi 5000 km, desde el norte de la actual frontera entre
Colombia y Ecuador, recorriendo los Andes hacia el sur a través de Perú,
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
59
Bolivia, el noroeste de Argentina, llegando al río Maule, unos 100 km al
sur de Santiago de Chile. Las llanuras costeras del desierto a lo largo del
océano Pacífico forman el límite occidental del imperio, mientras que
hacia el este la frontera coincidió con las lluviosas estribaciones andinas
que formaron las cuencas altas del río Amazonas (en la mitad norte del
imperio) y el río Paraná (en la mitad sur). Entre los límites occidental
y oriental, las montañas de los Andes se elevan a grandes alturas (hasta
6700 msnm) en dos o tres grandes corredores o cadenas montañosas. Fue
en este territorio, vasto y ecológicamente muy diverso, que los inkas
construyeron su imperio, imponiendo una soberanía inestable, disputada,
con una gran variedad de grupos étnicos que hablaban una diversidad de
idiomas y dialectos.
Las crónicas españolas señalan lo que los inkas dijeron sobre sus
propios orígenes, que sus antepasados fueron traídos a existencia por una
deidad creadora, Viracocha, en las orillas del lago Titicaca, en la frontera
entre los actuales Perú y Bolivia.4 Desde ahí, los antepasados viajaron
subterráneamente hacia el norte, desde el lago Titicaca y reemergieron
– siguiendo la trayectoria del sol y estableciendo así su conexión divina
con el Inti, el dios Sol – del interior de una cueva en un lugar llamado
Pacariqtambo. De Pacariqtambo, los antepasados inkas emigraron hacia
el norte hasta un valle cercano, donde se fundó la ciudad de Cuzco, que
se convirtió en la capital del imperio. El ancestro rey, Manko Khapac,
fundó una dinastía de unos once reyes (el número varía en diferentes
documentos), quienes gobernaron en sucesión desde la fundación del
Cuzco hasta la llegada de los españoles.5
La historia de los primeros ocho reyes inkas se pierde en la bruma del
tiempo. Es con el noveno rey, Pachakuti, que varios especialistas de la
cultura Inka señalan que entramos en un tiempo histórico discernible.
Pachakuti es caracterizado en las crónicas como una versión andina de
Alejandro Magno, expandiendo las fronteras de lo que se convertiría en
un dominio imperial mucho más allá del valle del Cuzco. A Pachakuti
se le atribuye la fundación de muchas de las instituciones de gobierno
de su tiempo (tal vez alrededor de la década de 1470). Reyes posteriores
ampliaron aún más las fronteras imperiales hacia el norte y sur de los
Andes Centrales, hasta que el imperio alcanzó su máxima extensión.
Esto coincidió con la llegada de los invasores españoles en 1532 bajo el
mando de Francisco Pizarro, quien encontró el Tawantinsuyu envuelto
en una guerra de sucesión entre dos hermanos, Waskar y Atawalpa. En
menos de un año, Atawalpa había ordenado la ejecución de Waskar,
Pizarro había ejecutado a Atawalpa, y el Imperio inka había comenzado
su colapso rápido e inexorable.
60
La historia inka en nudos
La arqueología nos cuenta una historia diferente, menos fluida y más
complicada acerca de la emergencia y expansión del Imperio inka.6 Esta
historia comienza antes de la aparición de lo que más tarde se convirtieron
en los marcadores identificables de la cultura material Inka en Cuzco,
incluyendo cerámica fina, en una variedad de formas estandarizadas
decoradas con diseños geométricos, asentamientos construidos en torno
a grandes plazas flanqueadas por plataformas bajas con un pozo para las
ofrendas ceremoniales a la tierra (ushnus), y arquitectura con la más fina
mampostería de piedra, que a menudo presenta ventanas trapezoidales,
nichos y puertas. En tiempos anteriores a los inkas, el valle del Cuzco
había sido ocupado por colonizadores, administradores y, posiblemente,
la milicia de una compleja sociedad, probablemente una organización
estatal llamada Wari, procedente de la región de Ayacucho, al oeste del
Cuzco. Los waris explotaron el valle del Cuzco y las regiones vecinas
para una variedad de propósitos, de los cuales no todos son claros o
evidentes. Probablemente establecieron en el valle del Cuzco algunas
de sus instituciones – tales como el tributo de los pueblos subordinados
en la forma de trabajo o prestación personal de servicios, la producción
y ofrendas de bienes de lujo como un modo de formar alianzas, entre
otras prácticas – que posteriormente serían adoptadas por los antepasados
inmediatos de los Inkas.7
Como he argumentado en otro trabajo, parece que fueron los waris
quienes inventaron, o tal vez adaptaron a partir de una fuente anterior, la
primera tradición claramente discernible de registros en cordeles en los
Andes.8 Creo que los primeros administradores inkas continuaron una
tradición de registros en cuerdas del periodo Intermedio Tardío (10001475 d.C.), tal vez conservada por los descendientes de los custodios de
cordeles waris que ocupaban la región de Cuzco, transformando esta
tecnología de modo que se acomodara a los intereses de registros inkas
(por ejemplo, cambiando el sistema de base 5 a base10, etc.).9
Los primeros inkas parecen haber descendido de pobladores locales,
posiblemente pertenecientes a unos pocos grupos étnicos (por ejemplo,
Pinahua y Ayarmaca) que produjeron restos culturales distintivos e
identificables, sobre todo cerámica de un tipo conocido como Killke.
Muchos investigadores creen que la cultura Killke evolucionó con el
tiempo en la cultura Inka Temprana, tal vez con una mezcla de influencias
producto de las interacciones con otros grupos étnicos en la región de
Cuzco. Hacia inicios del siglo XV, los pueblos del valle del Cuzco habían
alcanzado un grado de evolución y complejidad política, económica y
ritual, suficiente como para permitir la identificación de sus restos como
de estilo Inka Naciente.10 Estos inkas tempranos iniciaron una rápida
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
61
expansión, ya sea conquistando o formando alianzas con pueblos cada
vez más lejos de su área nuclear, hasta que, con la conquista de otras
jefaturas y estados regionales existentes, el sistema de gobierno inka tuvo
las dimensiones, complejidad e instituciones de un imperio. Esta fue
la entidad que llegó a ser descrita como Tawantinsuyu en las crónicas
escritas en la primera mitad de siglo después de la invasión española.11
¿Cómo los inkas establecieron y mantuvieron control
sobre los pueblos sometidos?
Estados e imperios, sean antiguos o modernos, en general, ejercen el
poder de una u otra (o ambas) de las dos maneras siguientes. Una opción
es la fuerza; es decir, mediante el establecimiento de suficientes fuerzas
policiales y militares no solo para conquistar oponentes, sino también
para establecer control sobre las poblaciones subyugadas y para mantener
la paz. Esta es una forma de poder muy costosa, que requiere una
vigilancia prolongada y un sistema altamente eficiente de movimiento
de fuerzas en torno al territorio. Si bien los inkas tenían ciertamente
la infraestructura necesaria para movilizar fuerzas a lo largo de todo el
imperio, sobre todo con la comodidad de su red de caminos, se deduce
claramente a partir de las revueltas y rebeliones que enfrentaron hasta el
momento de la conquista española, que el control del Estado inka era
tenue en muchas partes del imperio.
La segunda forma de poder estatal depende de la cooperación de
los gobernados con las instituciones estatales. Para lograr este tipo de
cooperación por parte de los gobernados – un acuerdo conocido como
«hegemonía» – el Estado instituye políticas que se aproximen (o que al
menos sean percibidas así por los gobernados) a los valores, normas y
prácticas «tradicionales» locales. En el gobierno hegemónico, el Estado
diseña unidades y procedimientos administrativos de manera tal que reúna
un alto nivel de conformidad por parte de las poblaciones locales hacia los
planes y expectativas estatales. El poder hegemónico tiene como objetivo
lograr la legitimidad del gobierno en virtud de la cooperación, en lugar de
la fuerza. Según la arqueología y los registros coloniales escritos, los inkas
hicieron uso de la fuerza y la cooperación en su expansión a través de las
«cuatro partes» de su mundo conocido, aunque claramente prefirieron
este último modo de gobierno y gobernabilidad sobre el primero.
El uso de la fuerza por parte de los inkas es claro en los registros
arqueológicos e históricos. Los inkas construyeron instalaciones militares
en sitios estratégicos a lo largo del todo el imperio, desde donde podían
62
La historia inka en nudos
conquistar y supervisar poblaciones potencialmente rebeldes.12 Si bien
el arsenal de armas inkas, compuesto de hondas, palos y lanzas, no era
amplio para los estándares europeos de los siglos XV y XVI, parece que
fueron suficientes para someter incluso los más recalcitrantes oponentes
andinos. No fue hasta que los inkas se enfrentaron a los conquistadores
españoles, con sus espadas de acero y armas de fuego, que sus armas
demostraron ser absolutamente inadecuadas.13
Más allá de los actos de conquista y guerra contra las poblaciones
resistentes y rebeldes, los inkas han sido reconocidos por su altamente
eficiente sistema administrativo. Como dije en la introducción de este
volumen, fue esta administración, construida en torno a una serie de
instituciones altamente eficaces, lo que parece haber tenido la mayor
influencia en el establecimiento y mantenimiento del poder inka a lo
largo de un vasto territorio. El llevar a cabo censos de forma regular a
lo largo del imperio fue fundamental para el sostenimiento de muchas
instituciones del Estado, especialmente para el establecimiento del
tributo (es decir, la prestación de mano de obra como forma de pago).14
Las fuentes históricas describen cómo la población se dividía en grados
de edad – 10 para los hombres, 10 para las mujeres – y cómo los censos
permitirían mostrar el cambio de número de personas en el campo
alrededor de cada cinco años.15 La información censal fue registrada
en los khipus, y fue examinada y corroborada de un censo al siguiente
(ver el Capítulo 10). Los funcionarios coloniales a menudo se basaron
en la información de estos censos para entender la organización de las
poblaciones, incluyendo los niveles de tributación, a lo largo del imperio.
Las principales instituciones y prácticas de gobierno inkas fueron
construidas bajo los principios de dualidad, jerarquía y reciprocidad, así
como el culto a los antepasados, respeto a la divinidad del linaje inka, y el
reconocimiento y respeto hacia los grupos de parentesco locales (ayllus).
Los inkas y las poblaciones locales veneraron el clima y las divinidades
creadoras, así como las wakas, o huacas (una variedad de objetos y lugares
sagrados y estados del ser), que unían grupos emparentados repartidos a lo
largo de los Andes.16 Todas estas instituciones fueron incorporadas dentro
de una gran y sólida organización política, social y religiosa – conocida
como el sistema de ceques («líneas/orientación») – que regulaba la vida en
la capital inka (ver el Capítulo 8).17 Fue esta complementariedad de las
instituciones y prácticas, desde la capital hasta los pueblos más pequeños
al interior del imperio, lo que formó la base de la hegemonía inka en el
Tawantinsuyu.
De modo más específico, parece que se trató de una complementariedad
fundamental de estructura y organización social entre el Cuzco,
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
63
la capital, y los asentamientos al interior del imperio. Por ejemplo,
cuando nos fijamos en la evidencia documental, encontramos que
durante los primeros años de la Colonia las comunidades a lo largo
de los Andes fueron comúnmente organizadas de una manera dual;
esto es, los pueblos estaban típicamente divididos en dos partes. Esta
división podría estar basada en alguna característica física, como un
río o un canal de irrigación. Tales divisiones duales, conocidas como
parcialidades («mitades»), a menudo representaban el más alto nivel de
organización social de los pueblos andinos (ver el Capítulo 3). Las dos
mitades – comúnmente llamadas hanan («arriba», «superior») y hurin
(«debajo», «inferior/secundario») – estuvieron compuestas generalmente
por múltiples grupos de parentesco, conocidos como ayllus. Más aún, los
ayllus fueron típicamente clasificados de manera jerárquica dentro de sus
respectivas mitades, lo que constituyó un orden de prioridad y prestigio
entre estos grupos que fue aplicado en las relaciones y prácticas sociales,
políticas y rituales.18
Las crónicas españolas tempranas que abordan la organización de la
capital, Cuzco, afirman que la ciudad se dividía en dos partes: Hanan
Cuzco y Hurin Cuzco. Hanan Cuzco se hallaba de hecho a una altura
más elevada que Hurin Cuzco. Más importante que la topografía, sin
embargo, era el hecho que Hanan Cuzco tenía prioridad ritual sobre
Hurin Cuzco. En parte porque eran más antiguos y más distantes en
el tiempo, pues los ayllus reales descendientes de los primeros cinco
reyes inkas estaban en Hurin Cuzco, mientras que los descendientes de
los últimos seis reyes estaban ubicados en Hanan Cuzco. Por lo tanto,
del mismo modo en que estaban constituidos en la capital y en los
asentamientos más pequeños lejos del Cuzco, había una compatibilidad
o complementariedad en las categorías jerárquicas y dualistas – superior
versus inferior – que organizaban las relaciones sociales, políticas y
rituales dentro de los asentamientos a lo largo del imperio. Esta similitud
de estructura social representó un profundo nivel de convergencia
entre los inkas y sus poblaciones sometidas. Quiero señalar que estas
fueron algunas de las principales estructuras que, como se ha dicho en la
introducción, vamos a encontrar en las formas y patrones de elementos
en los khipus (por ejemplo, colores y números; ver el Capítulo 3).
En la cima de la jerarquía administrativa del Cuzco y todo el imperio
estaba el inka. El cronista indígena Guamán Poma de Ayala detalla una
serie de funcionarios que se encargaban de las necesidades e intereses
diarios del rey. De manera próxima, el inka era atendido por un
«secretario» (Yncap cimin quipoc, «el que lleva el registro de las palabras
del inka»); un jefe de contadores y un tesorero (Tawantin Suyo runa
64
La historia inka en nudos
quipoc Yncap, «el que lleva la contabilidad de las personas y bienes del
Tawantinsuyu»); así como un consejo de cuatro grandes señores, o apus,
cada uno de los cuales era responsable ante el inka de los asuntos de
uno u otro de los cuatro suyus del Tawantinsuyu. Los apus formaban
lo que Guaman Poma refiere como el «Consejo Real», a manera de un
gabinete atendido por un secretario, el Tawantin Suyo capac Yncacanap
cimin quipococ («el que porta las palabras del inka y los señores/apus»).19
Estas fueron las principales autoridades que formaban el núcleo de lo que
podríamos denominar el «gobierno civil» en la capital inka.
La administración estatal era llevada a cabo por un equipo jerárquico
de khipukamayuqs, desde los que residían en el Cuzco, sirviendo
directamente al inka y su corte, hasta los que operaban dentro de
la administración decimal imperial en las capitales de provincia y
centros administrativos distantes. Como veremos más adelante, la
administración decimal era fundamental para la financiación del Estado
inka, ya que era el sistema usado para el registro de censos así como para
la supervisión de la tributación al Estado, que se hacía efectiva mediante
la prestación de labores (mit’a). Todos los súbditos del imperio debían
trabajar un número de días de cada mes en los proyectos del Estado. El
reclutamiento para estas labores fue gestionado por la administración
decimal. La Figura 2.1 es una representación esquemática de la
organización de las unidades de trabajo en el sistema tributario inka. La
disposición va desde los pequeños grupos locales de diez trabajadores
(chunka) en la parte inferior, hasta las agrupaciones más grandes de diez
mil personas (hunu), cerca del máximo alcanzado. Por encima de este
último estaban los jefes de provincias (t’oqrikogs), y por encima de ellos
estaban los Señores de los Cuatro Cuartos (los apus), que servían al inka
en Cuzco.
En cuanto al intercambio de información relativa a los asuntos
administrativos, la Figura 2.1 representa la organización básica de dos
flujos de información, distintos y recíprocos, que se movían en direcciones
opuestas dentro de la jerarquía. En este sistema, las expectativas de los
funcionarios de más alto nivel hacia los niveles inferiores se movían
desde la parte superior de la escala jerárquica hacia abajo. Tal vez
esa información era enviada a los centros administrativos a través del
Camino Inka, por medio de chaskis («mensajeros») portando khipus. Esta
información habría sido de naturaleza partitiva; es decir, las asignaciones
para mil tributarios eran divididas en tareas para dos grupos de quinientos,
el último de los cuales repartía sus tareas en cinco grupos de cien, y así
sucesivamente. En el sentido inverso, los contadores en las comunidades
locales pasaban los reportes de las tareas realizadas hacia arriba a través de
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
65
Administración decimal inka
Figura 2.1. Jerarquía administrativa decimal inka con los títulos de los kurakas (dibujo de Julia
L. Meyerson; utilizado con permiso).
la cadena jerárquica de funcionarios. En este caso, la información de cada
nivel representa la suma de las cuentas a partir del nivel inmediatamente
inferior. Estos datos, que constantemente se acumulaban, llegaban a las
manos de los contadores del Estado en el Cuzco, donde se llevaba a cabo
el más alto nivel de contabilidad.
Esto implica que el kuraka («señor, supervisor») de una unidad de
cien trabajadores (pachaka) enviaba un mensaje a los jefes de los dos
supervisores de cincuenta trabajadores (pichqa-chunka) que estaban bajo
su mando, pidiendo que cada uno de ellos preparara una lista con un
número determinado de trabajadores para un proyecto estatal. En última
instancia, ni bien (o inmediatamente después) que estos dos grupos
de trabajo eran formados se realizaba la obra, los dos supervisores de
cincuenta personas contaban sus equipos de trabajo para informar al
supervisor de cien cuántos trabajadores se habían presentado a laborar.
En otro ensayo he sugerido que debido a que las demandas de trabajo se
movían hacia abajo en la escala jerárquica, probablemente los conteos
habrían sido «ideales» o deseados, y estos valores numéricos tenderían
a ser redondeados (es decir, «necesito cincuenta trabajadores de cada
uno de ustedes [kurakas de cincuenta]»). Sin embargo, en dirección
opuesta, cuando los números de trabajadores que llegaban eran contados
y reportados, se trataría de «números históricos», conteos reales, que
probablemente no correspondían a cifras redondeadas (por ejemplo,
«se presentaron 42 trabajadores [en un grupo de cincuenta]», y «se
presentaron 47 trabajadores [en el otro grupo de cincuenta])».
No todos los esquemas de organización del Estado inka se alineaban
con los intereses y tradiciones de sus subyugados. Este fue ciertamente el
caso de la administración decimal. El sistema decimal parece haber entrado
en vigor sin mayor oposición en el área alrededor de Cuzco, así como en
el gran suyu noroeste del imperio conocido como Chinchaysuyu.20 Sin
embargo, hacia el sureste, en la gran región conocida como Collasuyu
(que incluía el territorio actual de Bolivia), el sistema decimal parece
haber encontrado una resistencia considerable, especialmente entre las
poblaciones de habla aymara alrededor del Lago Titicaca. Las grandes
confederaciones de diferentes grupos étnicos en el centro de Bolivia eran
las poblaciones más rebeldes del imperio, y una forma de resistencia al
control inka fueron los persistentes intentos de hacer caso omiso a la
organización decimal (una analogía podría ser la forma en la que los
norteamericanos han consistentemente eludido los esfuerzos a que se les
imponga el sistema métrico).
La gente en la capital y de todo el interior también veneraba a sus
antepasados. En el caso de los inkas en Cuzco esto tomó la forma de
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
67
celebración ritual y culto de los cuerpos momificados de los reyes inkas
fallecidos. A diferencia de las momias del antiguo Egipto, que estaban
escondidas al interior de las tumbas y pirámides reales, las momias de
los reyes inkas fueron mantenidas en el templo del Qorikancha («recinto
de oro»), el templo más importante y sagrado del imperio, cerca del
centro de Cuzco. Las momias reales fueron con frecuencia transportadas
en andas hacia la plaza principal de la ciudad, donde participaban en
ceremonias y festivales junto a sus descendientes vivos, incluyendo la
declamación por parte de los khipukamayuqs de las historias de vida y
gestas de los inkas. Garcilaso de la Vega describe una tradición retórica
detrás de tales declamaciones públicas:
Los anales de los indios consistían en tradiciones similares, que
eran reducidas a unas pocas palabras que contienen la esencia del
tema, haciéndolo así más fácil de recordar... Estas cuestiones fueron
memorizadas por los historiadores y contadores, y fueron enseñadas
mediante la tradición oral a sus hijos y sucesores. Estas cifras y versos
cortos y palabras extrañas, tales como el nombre de este capitán y otros
que hemos mencionado... buscaban solo traer el tema a la mente del
historiador o contador, que ya sabía la tradición en cuestión. Mediante
el uso de sus notas, que eran los nudos, marcas, y cifrados, él podía leer
mejor y más rápido esta historia que un español con un libro.21
En el campo, los grupos de ayllus emparentados también
momificaban y veneraban a sus ancestros. Las momias ancestrales de los
ayllus eran comúnmente mantenidas en machays (cuevas) o en chullpas
(casas funerarias), situadas cerca de los asentamientos ocupados por
sus descendientes, el último de los cuales visitaba regularmente a los
antepasados, cambiando su ropa y ofrendando alimentos y bebidas (ver
la discusión sobre los khipus hallados junto a momias en Chachapoyas
en el Capítulo 4). En el imperio había una jerarquía de prestigio y
poder en el culto a los antepasados. Las momias de los inkas recibían la
más alta prioridad ritual a nivel estatal, seguidas por las momias de los
antepasados de los ayllus de alto rango regional, y por último las momias
de los ayllus de menor rango, que eran adoradas por la gente de los
asentamientos locales.
Los inkas incorporaron en el culto a los ancestros otro nivel de
religión de Estado, supervisada por una jerarquía de sacerdotes, centrada
en un panteón de deidades, incluyendo a la deidad creadora (Viracocha)
y al Sol (Inti) en lo más alto de la escala jerárquica, acompañados por
una serie de deidades vinculadas con los fenómenos naturales de gran
68
La historia inka en nudos
alcance, tales como los rayos, el arco iris y el trueno. Los oráculos locales,
como el gran oráculo de Pachacamac en la costa central del Perú (ver
el Capítulo 6), fueron importantes centros de actividades religiosas
y también jugaron un papel fundamental en la integración política
del imperio. La conmemoración y veneración de estas deidades en
festividades patrocinadas por el Estado, con asistencia de las autoridades
locales y población en general, caracterizadas por el consumo de grandes
cantidades de chicha o cerveza de maíz (ver el Capítulo 7), fueron rasgos
importantes en el ejercicio del poder y control sobre las poblaciones
sometidas por parte de los inkas.
Por último, quiero señalar otra característica de la organización
imperial inka que puso los intereses del Estado en contacto directo
con las comunidades locales de todo el imperio. Todas las tierras – y,
según algunos reportes, también las manadas de camélidos – estaban
divididas en tres partes.22 Las fuentes coloniales con que contamos no
permiten trazar esta división tripartita de las tierras en ninguna región,
sin embargo, es evidente que los «tercios» no eran iguales en tamaño.
Más bien, se trataba de porciones cuyas dimensiones precisas habrían
sido trazadas sobre el terreno entre los agentes estatales y los oficiales
locales.23 Según esta división, un tercio de las tierras pertenecían al inka y
fueron utilizadas localmente para la producción de cultivos y ganado, en
apoyo a los proyectos estatales. Otra tercera parte era asignada a los dioses
del imperio y se utilizó para realizar rituales y ceremonias religiosas, así
como para la manutención de la jerarquía sacerdotal que asistía a esos
eventos. El último tercio del total de la tierra (y ganado) se reservó para el
uso de los plebeyos. Estas tierras, que fueron destinadas para apoyar a los
ayllus emparentados, eran administradas por los señores locales (kurakas)
que también eran responsables de reclutar miembros de sus ayllus, en
agrupaciones decimales, para trabajar las tierras del inka y los dioses.24
Cuando se trataba de grandes grupos de trabajo, los administradores del
Estado patrocinaban elaborados banquetes con comida y bebida extraídas
de los almacenes estatales. Esta generosidad fue entendida como un acto
de reciprocidad por parte del Estado inka hacia las poblaciones locales por
la mano de obra proporcionada para el cuidado de las tierras y rebaños de
los inkas y los dioses.
Los inkas mantuvieron un extenso y sofisticado sistema de centros de
almacenamiento, donde se conservaban alimentos básicos producidos en
las tierras del Estado y los dioses, así como bienes de lujo y otros artículos
suntuarios (textiles, conchas, metales, etc.).25 Los khipus fueron utilizados
ampliamente en la contabilidad de las instalaciones de almacenamiento,
como veremos en un análisis de los khipus hallados en el complejo y
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
69
sofisticado almacén de Inkawasi, excavado en 2013-14 en la costa sur de
Perú (ver el Capítulo 9).26
La división tripartita de la tierra y el ganado fue sin duda facilitada
y, probablemente, llevada a cabo gracias a la práctica inka de hacer un
inventario completo de todos los recursos en los territorios conquistados.
Esta información fue grabada en los khipus, como lo fue también el
reparto tripartito de tierras y ganados discutido anteriormente. Garcilaso
de la Vega describe este complejo y exigente proceso de inventario,
medición y registro de la información relacionada con los recursos
controlados por el Estado de la siguiente manera:
Cuando el inka había conquistado una provincia y había contado sus
habitantes, y había nombrado gobernadores y maestros de su idolatría,
se dedicó a establecer orden en los asuntos de la región. Para este
propósito, tenía un registro en sus nudos y cuentas de las tierras de
pasto, colinas altas y bajas, tierras para arado, fincas, minas de metales,
salinas, manantiales, lagos y ríos, campos de algodón y árboles frutales
silvestres, y rebaños de dos especies, incluyendo aquellos que producen
lana y aquellos que no. Todas estas cosas y muchas otras las había
contado, medido y registrado en dispositivos separados, por un lado
los totales de toda la provincia, y a continuación los de cada pueblo
y cada habitante. Midieron la longitud y ancho de la tierra arable, el
área cultivable y los pastos. Cuando todos los detalles eran conocidos,
se elaboraba un informe completo de toda la provincia.27
La descripción de Garcilaso bien puede ser un recuento idealizado,
puesto que él tendía a celebrar la gran eficacia y logros de los antepasados
de su madre. No obstante, su relato sin duda representa por lo menos
un ideal de cómo los administradores inkas llevaron los inventarios y
organizaron los territorios conquistados. El documento de Garcilaso
también pone de manifiesto la notable sutileza que caracteriza los registros
khipus. ¿Cómo, por ejemplo, podemos suponer qué significaban en sus
nudos y cordones las diferencias entre «las tierras arables, las superficies
cultivables y los pastos»? Sabemos que en muchos sistemas antiguos de
grabación y escritura, tales asuntos se manejaban por medio de sistemas
de registro y procedimientos contables muy complejos.28 Es así que a
continuación examinaremos materiales comparativos relevantes que nos
ayuden a formular hipótesis de cómo el registro en khipus pudo haber
sido realizado en tales circunstancias.
70
La historia inka en nudos
Las estructuras del khipu y los principios generales de registro
Antes de pasar a mostrar en los siguientes capítulos ejemplos de khipus
codificados con información sobre la organización social andina,
proporciono aquí una descripción general de cómo están construidos y
organizados los khipus.
La Figura 2.2 muestra las características estructurales básicas de los
khipus. La «columna vertebral» de un khipu es un cordel lineal conocido
como cuerda principal. Este es, por lo general, el cordel más grueso en
un khipu, constituido por varios conjuntos de hilos plegados, donde todo
el bulto suele finalizar con un giro en forma de «S».29 Adjunto al cordel
principal, por lo general a través de un nudo «cabeza de alondra», hay un
número variable de las denominadas cuerdas o cordones colgantes. Las
cuerdas colgantes pueden llevar cordeles de segundo orden, conocidos
como cuerdas auxiliares, que a su vez pueden llevar filiales. Existen
khipus en los que se han identificado hasta seis niveles de filiales. Los
khipus también pueden incluir otras características estructurales, sin
embargo, los elementos más importantes son el cordel principal, las
cuerdas colgantes y las cuerdas subsidiarias.
Cuerda superior
Nudo final
Cuerda primaria
Cuerda anillada
Extremo colgante
Figura 2.2. Elementos y estructuras básicas de los khipus (dibujo de Julia L. Meyerson; utilizado con permiso).
Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
71
Figura 2.3. Tipos de nudos en los khipus (dibujo de Julia L. Meyerson; utilizado con permiso).
En general se piensa que un khipukamayuq consultaba o leía un khipu
extendiendo el cordel principal entre sus manos, de modo que tal cordón
estuviera orientado de forma paralela al suelo, con las cuerdas colgantes
colgando verticalmente, como se muestra en la Figura 2.2. Entre otras
posibles técnicas para llevar a cabo la lectura, los khipus podrían haber
sido colocados en clavijas u otros dispositivos contra una pared, o incluso
extendidos entre las manos y dedos del pie del khipukamayuq.30
La mayoría de khipus tienen nudos atados a sus cuerdas superiores,
colgantes y subsidiarias.31 Los nudos más comunes son de tres tipos
(Figura 2.3): nudos en forma de «8» (para valores 1s o unitarios), nudos
largos (que cubren valores entre 2 y 9) y nudos individuales (para valores
decimales completos: 10s, 100s, 1000s, etc.). En los khipus cuantitativos,
decimalmente organizados, los nudos están atados en grupos a diferentes
niveles en un sistema de valor de ubicación de registro numérico decimal
(Figura 2.4). A la fecha, el tratamiento más completo de las propiedades
numéricas, aritméticas y matemáticas de los khipus es el trabajo de
Ascher y Ascher, Mathematics of the Incas: Code of the Quipus (1997).32 Los
Ascher han demostrado que la aritmética y las operaciones matemáticas
empleadas por los contadores inkas incluyeron, como mínimo, suma,
resta, multiplicación y división, así como división de partes fraccionarias
desiguales y en partes proporcionales, y también la multiplicación de
enteros por fracciones.33
72
La historia inka en nudos
Figura 2.4. Jerarquía decimal de valores de ubicación de los nudos (dibujo de Julia L. Meyerson;
utilizado con permiso).
Alrededor de un tercio de todos los khipus estudiados por el proyecto
Harvard Khipu Database (KDB) no tienen nudos dispuestos en forma
decimal. Se cree que estas muestras, a menudo denominadas «no
decimales» o khipus «narrativos», contienen información codificada de
una manera que aún no es «legible». Estos khipus habrían sido consultados
para la narración de historias, canciones y cosas similares.34
Este resumen ofrece solo el más elemental de los aspectos de lo que
se conoce sobre los inkas, su modo de vida, así como las instituciones
y prácticas por las que se regían las poblaciones del Tawantinsuyu.
También hemos visto que el manejo de registros khipus era fundamental
para muchas instituciones inkas. En los siguientes capítulos vamos a
explorar algunos de esos registros – khipus en colecciones de museos
– para entender cómo los khipukamayuqs producían y utilizaban estos
dispositivos y sus varios tipos de datos en el gobierno estatal.
74
La historia inka en nudos
P A R T E
L E C T U R A
P A R A
D E
R E G I S T R O S
P O L Í T I C O S
Y
I I
K H I P U S
S O C I A L E S ,
R E L I G I O S O S
3
Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka
en la costa sur de Perú
Como sugerí en la introducción, los avances en los análisis de khipus
permiten investigar cómo se codificaron en estos dispositivos ciertas
características básicas de la organización social y política del Tawantinsuyu.
Esto parece haberse logrado, por lo menos parcialmente, mediante la
alineación y organización de grupos de cordeles – reconocibles por las
diferencias en el color de las cuerdas y/o el espaciado entre los grupos de
cordeles – de acuerdo a las categorías básicas en las que se organizaron
los diferentes grupos y tipos de personas dentro de una comunidad.
Las agrupaciones sociales incluían entidades como los hogares, ayllus y
parcialidades. Dichas formaciones produjeron un paralelismo entre las
estructuras de los khipus y las estructuras sociopolíticas que representaban
el «guión» a partir del cual la organización social de una comunidad
podía ser «leída» por un khipukamayuq. Pero ¿cómo funcionó esto?
¿Cómo se veía tal «guión», y cómo habría hecho un khipukamayuq para
interrelacionarse con todo un puñado de cuerdas anudadas y así producir
y exponer, para el inka o cualquier otro miembro de la administración
real, el registro de la realidad social de un pueblo en un rincón del
Tawantinsuyu?
En este capítulo examinaré lo que creo que es un khipu con un guión
sobre la organización social de un pueblo en la región de Atarco, en el
valle de Nazca, en la costa sur de Perú. El khipu en cuestión, UR28, es uno
de seis khipus atados juntos en la colección del Museo für Völkerkunde,
Múnich.1 UR28 comparte muchas características con los khipus censales,
que veremos más adelante. De hecho, otros dos de los seis khipus atados
en este «conjunto vinculado» – UR23 y UR29 – muy probablemente
contenían datos censales, los cuales son examinados en el Capítulo 10.2
La Figura 3.1 muestra el conjunto total de seis khipus vinculados del
museo de Múnich.
Figura 3.1. Conjunto vinculado de seis khipus hallado en Atarco, Nazca (cortesía del Museum
Funf Kontinente, Múnich; fotografía de Marianne Franke).
UR28 no solo contiene un recuento, a manera de un censo, del
número de personas tributantes por hogar, en lo que yo creo que es una
organización a nivel de aldea, sino que el grupo de individuos a los que
se hace referencia en este khipu parece haber estado organizado en varios
ayllus, que a su vez se agrupaban en dos parcialidades, probablemente
designadas localmente como Hanan (superior) y Hurin (inferior). Este es
uno de los ejemplos más claros que conozco mediante el que podemos
aprender a «leer» la organización sociopolítica a partir de un khipu de
tipo censal. Argumento que este ejemplo en particular nos da una gran
confianza en el método propuesto en la introducción para leer «signos
con significados» – semasiógrafos – relacionados con la organización
social de las aldeas en el Tawantinsuyu.
Numeración, rango e identidad
El khipu UR28, junto con los otros cinco khipus atados al conjunto
vinculado, fue recuperado de saqueadores de tumbas (huaqueros) en
Atarco, cerca de Nazca (ver Figura 3.2).
La muestra UR28 se compone de 74 cuerdas colgantes hechas de hilos
de algodón con torsión en «S». Quince de los cordones colgantes tienen
78
La historia inka en nudos
Figura 3.2. Khipu UR28 (cortesía del Museum Fünf Kontinente, Múnich; fotografía de Marianne
Franke).
Tabla 3.1. Esquema de organización del khipu UR28.
(A)
1
AB
2
2s1
3
3s1
4
4s1
AB
(B)
(C)
102
MB
AB
MB
AB
MB
29
14
13
10
12
24
102
54 48
5
AB
6
15
AB
2
AB
KB
AB
4
12
1
25
25s1
26
6
AB
2
16
AB
1
4
7
7s1
8
AB
KB
AB
1
17
AB
2
27
AB
1
4
2
18
19
19s1
AB
AB
KB
2
2
28
29
AB
AB
1
2
5
4
9
AB
10
11
12
13
14
MB
MB
MB
MB
MB
2
2
2
1
20
21
22
23
24
MB
MB
MB
MB
MB
35
35s1
36
37
38
38s1
39
AB
KB
AB
AB
AB
KB
AB
3
45
AB
1
1
46
47
48
AB
AB
AB
3
1
1
4
2
1
1
49
AB
2
3
40
41
41s1
42
MB
MB
KB
MB
1
3
50
51
MB
MB
1
1
2
4
43
44
MB
MB
1
29
1
3
30
31
32
33
34
MB
MB
MB
MB
MB
2
1
2
3
4
1
4
14
M1
2
3
52
MB
1
3
53
54
MB
MB
1
1
65
66
AB
AB
4
2
5
3
M2
55
56
80
AB
AB
1
1
La historia inka en nudos
13
10
Tabla 3.1. Esquema de organización del khipu UR28 (continuación).
(A)
(B)
56s1
57
KB
AB
58
59
AB
AB
1
2
60
61
61s1
62
63
MB
MB
KB
MB
MB
3
3
64
MB
4
2
3
67
67s1
68
69
AB
KB
AB
AB
70
71
71s1
72
73
73s1
74
74s1
MB
MB
KB
MB
MB
KB
MB
KB
(C)
1
1
2
3
2
1
3
4
6
3
2
6
2
6
14
24
104
una cuerda subsidiaria. Los lectores pueden seguir la discusión sobre la
organización de este khipu a través de la Tabla 3.1. Los cordeles de UR28
son en su mayor parte de color marrón claro (AB) o marrón medio (MB),
aunque también hay algunos cordeles de color marrón oscuro (KB; estos
últimos son todos cordones auxiliares). Al nivel más general, el khipu
UR28 está organizado en tres secciones definidas por las siguientes
agrupaciones de cuerdas: (Grupo 1) = cuerda #1, (Grupo 2) = cuerdas #2#4, y (Grupo 3) = cuerdas #5-#74. La Tabla 3.1 está organizada en tres
grandes grupos de columnas, denominadas (A), (B) y (C). La columna
A muestra los números de cuerdas desde #1 hasta #74 (la notación s1
que sigue a quince de las cuerdas indica una «subsidiaria» unida al cordel
suspendido que aparece justo encima de esta). La siguiente sub-columna
a la derecha (es decir, dentro de cada conjunto de columnas mayores)
muestra el color del cordel, usualmente AB o MB, pero con alguno KB.
La siguiente sub-columna a la derecha de las notaciones de color muestra
los valores numéricos de los nudos en las cuerdas. Y por último, la subcolumna al extremo derecho (que aparece solamente en las columnas A
y C) muestra las sumas de los valores registrados en las agrupaciones de
cuerdas en la(s) sub-columna(s) a la izquierda.
La organización de los valores numéricos y colores en el khipu UR28
muestra una disposición que es o bien la suma de valores establecidos de
izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, o la repartición (o subdivisión)
de valores establecidos desde la parte superior hacia la parte inferior y
Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka
81
Tabla 3.2. Sumatorias reales en las cuerdas
#2-#5 y subsidiarias del khipu UR28.
Nro. de
cuerda
2
a
2s1
3
3s1a
4
4s1a
total
a
Color
Valor
AB
MB
AB
MB
AB
MB
29
14
13
10
12
24
102
Indica una cuerda subsidiaria
de derecha a izquierda. Esto es, como vemos en la Tabla 3.1, el cordel
#1, de color AB, lleva el valor 102. Este mismo valor numérico es la
suma de los valores anudados en los cordeles #2-#4 y sus subsidiarias. Las
sumas reales de los pares de cuerdas/subsidiarias #2-#4 son mostradas en
la Tabla 3.2. Hay que tener en cuenta que las cuerdas colgantes 2, 3 y 4
son de color AB, mientras que las subsidiarias de estos cordeles (es decir
2s1, 3s1 y 4s1) son de color MB.
Lo que sigue a estos dos grupos, en los cordeles #5-#74, es una
complicada disposición de varias agrupaciones de «conjuntos de cinco
cuerdas». Algunos de estos conjuntos de cinco cuerdas son lo que llamo
conjuntos «impares», donde el número de cordones de la primera cuerda
de cada uno de estos es múltiplo impar de cinco (es decir, 5/15/25;
35/45; y 55/65). Los cordeles de este tipo «impar» de conjuntos de cinco
cuerdas son todos de color AB (marrón claro). Además, hay lo que llamo
conjuntos «pares» de cinco cuerdas, es decir, aquellos donde la primera
cuerda tiene un número de cordel que es un múltiplo par de cinco (es
decir, 10/20/30; 40/50; y 60/70). Los cordeles de los conjuntos «pares» de
cinco cuerdas son todos de color MB (marrón medio). Se observará que
los cordeles subsidiarios de color KB situados en los conjuntos de cinco
cuerdas pares e impares tienen en todos los casos valor cero (0); por lo
tanto, estos cordeles no son contabilizados en la siguiente discusión.
Cuando sumamos los valores en las agrupaciones de conjuntos de
cinco cuerdas «pares» e «impares», en tanto esas agrupaciones han
sido previamente definidas y presentadas en la Tabla 3.1, llegamos al
valor 104. Mirando más de cerca, nos encontramos con que, con una
excepción (ver más adelante), las sumas son equivalentes a aquellas tanto
en las cuerdas colgantes como en las subsidiarias en las posiciones #282
La historia inka en nudos
#4. En concreto, las sumas de los conjuntos de cinco cuerdas «impares»/
AB son equivalentes a los valores de los cordeles colgantes #2, #3 y #4,
mientras que las sumas de los conjuntos de cinco cuerdas «pares»/MB son
equivalentes a los valores de las subsidiarias de las tres cuerdas de arriba (es
decir, #2s1, #3s1 y #4s1).
Es evidente que hay un error de registro, ya sea en el cordel #4 (= 12)
o en los dos conjuntos de cinco cuerdas «impares» (#55-#59) + (#65#69), que da un total de 14. Sospecho firmemente que el error está en los
últimos conjuntos de cinco cuerdas, y que la sumatoria esperada de este
último emparejamiento de conjuntos de cinco cuerdas «impares» debió
ser 12 (como en la cuerda #4), en vez de 14. Si se acepta esta explicación
sobre dónde reside el error, entonces observamos que el valor 102, que
está registrado tanto en el cordel #1 como en la suma de valores de los
cordeles #2-#4 y sus subsidiarias, se replica en el conjunto de cinco
cuerdas «impares»/AB y en los grupos de cinco cuerdas «pares»/MB del
cordel #5 al cordel #74.
Interpretación
En resumen, el khipu UR28 es un complejo arreglo de cuerdas de dos
colores (AB/MB) organizadas en diferentes matrices de conjuntos de
cinco cuerdas «pares»/«impares» cuya suma numérica (102) se da en la
cuerda #1 y es reproducida tanto en los cordeles como en las cuerdas
subsidiarias desde las cuerdas #2-4, así como en la disposición AB/MB
de las cuerdas #5-74 como se expuso anteriormente. ¿Qué podemos
conjeturar sobre el uso y significado de este khipu? Específicamente,
en relación con la performance pública de los khipus, ¿cómo podría un
administrador de khipus haber relatado los referentes de organización
social a partir de las características de los cordeles y su matriz estructural
en una «lectura» del khipu UR28?
En primer lugar, los valores numéricos registrados en los conjuntos
de cinco cuerdas son similares en magnitud (es decir, en el rango de 1-6,
con énfasis en el extremo inferior de ese rango) en comparación con
lo que, como discutiré en el Capítulo 10, son los valores numéricos de
tipo censal, sobre todo cuando lo que se muestra no es la composición
total del hogar, sino más bien el número(s) de tributarios por hogar. En
el caso del khipu UR28, los totales de los principales grupos de cuerdas
por debajo del cordel #1 (que se valora 102) – esto es: 29/14, 13/10 y
12/24 – podrían ser los registros de las cabezas tributarias de los hogares
dentro de las agrupaciones sociales ayllu. Específicamente, interpretaría
Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka
83
los seis valores en los cordeles #2-#4 y sus cuerdas subsidiarias como el
registro de las personas tributarias de los hogares de seis ayllus en la zona
de Nazca en tiempos del Imperio inka.
La suma total, 102, es interesante en lo que respecta a los valores
censales. Numerosas fuentes españolas de la colonia3 informan que una
de las principales agrupaciones usadas para organizar poblaciones en los
censos del Estado inka fue la pachaka (cien), un grupo compuesto por 100
trabajadores tributarios (es decir, trabajo por prestación personal). Por lo
tanto, parece que el khipu UR28 puede contener no solo un informe de
seis ayllus, sino también el conteo total puede haber constituido la unidad
administrativa de una pachaka de trabajadores.
¿Cuál fue el significado o importancia en términos de organización
sociopolítica de lo que parece ser una división en dos partes de esta
pachaka censada? La división dual es más evidente en la diferencia de
color entre los cordeles (AB versus MB), aunque también se observa
en la distinción entre conjuntos de cinco cuerdas pares e impares. Mi
argumento es que aquí vemos valores de signos semasiográficos que
estaban siendo utilizados para identificar una división de la pachaka en
dos parcialidades. Tales agrupamientos duales eran sumamente comunes
en el Estado inka y se basaban en la jerarquía de decimal a un nivel inferior
al del grupo de 100 (= 50 x 2). En la mayoría de estos casos, las dos partes
jerárquicamente relacionadas fueron referidas como Hanansaya (parte
superior) y Hurinsaya (parte inferior). Creo que tal división sociopolítica
en dos mitades o parcialidades fue registrada en el khipu UR28 de tres
maneras: (a) por el color (AB/MB); (b) por la distinción entre cordeles
colgantes versus cuerdas subsidiarias, en las posiciones #2-#4; y (c) por
la distinción entre conjuntos de cinco cuerdas pares e impares, en las
posiciones #5-#74.
En resumen, creo que la Tabla 3.1 es una representación esquemática y
recursiva de la organización dual de las cabezas tributantes de los hogares
que conformaban una agrupación administrativa a nivel de pachaka de
seis ayllus en Atarco, cerca de Nazca, cuyo conteo censal fue registrado
en el espécimen UR28.
Por lo tanto, el grupo de (aproximadamente) 100 tributarios detallado
en UR28 habría estado compuesto por los miembros de seis ayllus, 54
miembros de los cuales pertenecían a una parcialidad (= AB), y 48 a
la otra (= MB). Pero si este fuera el caso, ¿cual parcialidad fue «hanan»
(sin marca) y cuál fue «hurin» (marcada)? Sugiero que la respuesta se
puede encontrar en un principio de organización jerárquica que Terry
Turner ha denominado «inclusividad» (encompassment en el manuscrito
original).4 De acuerdo a este principio, el miembro dominante de un par
84
La historia inka en nudos
o pareja asimétrica de rango prevalece sobre las dos partes cuando estas
son representadas como una unidad singular. Por lo tanto, cuando AB y
MB – mi hipótesis es que fueron (respectivamente) hanan/sin marcar y
hurin/marcada – se juntan en una sola unidad – es decir, el único cordel
colgante #1 – la identidad de esa sola unidad está representada por la
identidad de color del miembro dominante de la pareja, que en este caso
era AB/hanan (mitad o parcialidad superior).
Conclusión
Si los números, colores y distinciones pares/impares entre los grupos de
cuerdas en el khipu UR28 pueden haber sido combinados para detallar
la organización y el estado de las relaciones entre los miembros de un
grupo de seis ayllus divididos en parcialidades, podríamos concluir que
este khipu representa la organización de la información mediante el
vínculo de signos semasiográficos con valores numéricos y tipos sociales,
o etno-categorías,5 que componen una población local. El khipu UR28
representa la organización de la información administrativa local en un
registro explícitamente sociopolítico.
Un khipukamayuq habría sido capaz de leer la siguiente información
estructural: la organización de un pueblo en parcialidades, incluyendo
la relación jerárquica entre hanan y hurin; el número de ayllus en
que se dividió cada parcialidad; y el número de cabezas tributarias por
famila dentro de cada ayllu. Es importante destacar que ninguno de
estos nombres, identidades o estatus fueron registrados en el khipu en
términos fonéticos/lingüísticos. Más bien, el registro fue hecho mediante
grupos de cuerdas y patrones numéricos y de color, que se combinaron
de tal manera que representaban para el experto khipukamayuq signos
con significados – «semasiógrafos» – de los términos sociales, que el
administrador de khipus habría relatado en una lectura con performance
del khipu UR28, de la organización social de un asentamiento en la
región de Atarco, en el valle de Nazca.
En términos más amplios, y sin duda en teoría (es decir, esta vez no se
habría dado en todos los casos), sugiero que los registros de comunidades,
tales como UR28, habrían sido hechos para cada asentamiento del imperio
– al menos esta habría sido la intención de los administradores de khipus.
Como veremos más adelante, la mayoría de estos registros comunitarios
fueron producidos por duplicado, uno para/por el khipukamayuq hanan
(superior), y otro por el khipukamayuq hurin (inferior). Garcilaso de la
Vega ofrece testimonio de este aspecto:
Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka
85
Aun cuando los quipucamayus eran tan precisos y honestos como
hemos dicho, su número en cada pueblo estaba en proporción a su
población, y por pequeño que sea, tenía al menos cuatro, y así subiendo
hasta veinte o treinta. Todos ellos conservaron los mismos registros, y
aunque un contador o escriba era todo lo que hubieran necesitado para
mantenerlos, los inkas prefirieron tener muchos en cada pueblo y para
cada tipo de cálculo, a fin de evitar fallos que podrían ocurrir si había
pocos, diciendo que si había un número de ellos, todos estarían en falta
o ninguno de ellos.6
Vamos a analizar otros ejemplos de cuentas o registros múltiples en
khipus sobre la organización de la comunidad en varios de los siguientes
capítulos. Por último, quiero señalar que el tipo de historias con detalles
finos, estructurales y estadísticamente informadas – en la tradición de
Annales basados en historias demográficas – que relato en este libro, se
construyeron sobre registros sociales locales tan rutinarios como el que
acabamos de analizar para Atarco, un pueblo anterior a la conquista, en
la costa sur de Perú.
86
La historia inka en nudos
4
El calendario de los antepasados
LA LAGUNA DE LOS CÓNDORES,
C H A C H A P OYA S , N O RT E D E P E R Ú
En este capítulo voy a analizar un grupo de khipus descubiertos en 1996
en un conjunto de cámaras funerarias acondicionadas en un acantilado
sobre un lago, conocido como la Laguna de los Cóndores, en el noreste
de Perú. El sitio está ubicado al este de la frontera entre los departamentos
de San Martín y Amazonas, unos 27 km al sureste de la localidad de
Leymebamba (provincia de Chachapoyas, departamento de Amazonas;
Figura 4.1). Durante la época prehispánica esta región fue incluida dentro
del territorio de la jefatura de nombre Chachapoya,1 o confederación
multiétnica llamada Chachapoya.2 De los 32 khipus recuperados en el
sitio, solamente 22 estaban lo suficientemente bien conservados para ser
estudiados.3
Primero voy a dar una visión general del contexto en el que se
encontraron los khipus de la Laguna de los Cóndores, a lo que seguirá un
análisis de los contenidos numéricos y la posible importancia calendárica y
sociopolítica de una muestra excepcionalmente grande y compleja dentro
de esta colección. Voy a argumentar que este gran khipu pudo haber
sido el registro guardado por un individuo específico, un señor nativo de
Chachapoyas llamado Guaman (aunque este individuo probablemente
habría sido enterrado en otro lugar, tal vez cerca de Cochabamba, su
hogar ayllu). Esta atribución de un khipu a un individuo específico es el
primer intento en nuestros estudios sobre khipus prehispánicos de asignar
una muestra arqueológica específica de estos dispositivos a un conocido
individuo histórico en particular. También veremos más adelante que
dos khipus más pequeños del sitio coinciden con una sección del gran
khipu. Argumento que los dos khipus pequeños fueron las parejas
(probablemente basadas en parcialidades) a partir de las cuales se elaboró
tal porción del khipu mayor. En efecto, lo que vamos a encontrar aquí es
una circunstancia de registro que sugeriría que varios khipus pequeños,
PERÚ
Océano
Pacífico
ón
añ
ar
oM
Rí
SAN MARTÍN
ón
añ
ar
oM
Rí
LEYENDA
Territorio cultural chachapoya
Sitios arqueológicos
Ríos
Fronteras de departamentos
Figura 4.1. Extensión del territorio de la cultura Chachapoya (dibujo de Julia L. Meyerson;
utilizado con permiso).
parecidos al de Atarco (ver el Capítulo 3), fueron sintetizados en un solo
gran khipu.
Las chullpas de la Laguna de los Cóndores
En 1996, un grupo de trabajadores que cortaba árboles cerca de la
Laguna de los Cóndores vio una pintura en un acantilado por encima
del lago. Haciendo camino alrededor del lago y subiendo la pared del
acantilado hacia el sitio, encontraron siete construcciones de piedra y
88
La historia inka en nudos
Figura 4.2. Chullpas de la Laguna de los Cóndores (fotografía de Keith Muscutt; utilizada con
permiso).
mortero, comúnmente conocidas como «chullpas» (cámaras funerarias),
que habían sido hechas dentro de una especie de voladizo (Figura 4.2).
Cada una de las chullpas contenía numerosos fardos, totalizando 225,
así como una gran cantidad de objetos funerarios, como cerámica,
tejidos, calabazas pirograbadas, esculturas de madera y una colección de
32 khipus.4 El sitio fue saqueado durante un corto tiempo. Numerosos
fardos fueron destruidos con machetes en busca de lo que los saqueadores
presumían sería oro y plata. La policía de Leymebamba se enteró del
saqueo y confiscaron algunos de los objetos robados del propietario de
un rancho donde se hallaba el sitio. Gracias a la rápida acción de Peter
Lerche, un longevo residente de la región, además historiador y guía, la
mayor parte del material de las tumbas fue finalmente recuperada.5
Las chullpas de la Laguna de los Cóndores fueron los lugares de
descanso de los restos momificados de los difuntos durante varios siglos
antes de la conquista inka de la región, siguiendo durante el periodo
Chachapoya-Inka (circa 1450-1532 d.C.), hasta comienzos del periodo
colonial. El uso continuado del sitio para eventos funerarios en la época
de la Colonia se confirma a partir de la presencia de elementos de tal
periodo en los entierros, como por ejemplo una pequeña cruz de madera,
cerámica vidriada española, así como una variedad de cuentas de vidrio
de comercio europeo. Las cuentas de vidrio, algunas de las cuales se
encuentran dentro de las momias, incluían formas esféricas de color rojoEl calendario de los antepasados
89
blanco-azul-verde, así como cuentas tubulares de tipos conocidos como
Nueva Cádiz Plana y Nueva Cádiz Torcida. Los dos últimos tipos de
cuentas fueron traídos a Perú durante los primeros años que siguieron a
la conquista española (o posiblemente, al igual que los gérmenes de los
conquistadores, un poco antes) hasta comienzos del siglo XVII.6
Durante la época prehispánica, los descendientes vivos de las momias
en las chullpas probablemente incluían miembros de la etnia local de
Chilchos, y posiblemente también miembros de otros grupos étnicos
vecinos. Es posible que la población local de Chilchos viviera en un
asentamiento cruzando el lago, llamado Llaqtacocha («pueblo del lago»).
Los mitimaes y unos pocos burócratas inkas que entraron en la región con
la conquista inka de los chachapoyas también habrían vivido en el mismo
lugar,7 aunque la residencia principal de los inkas puede haber estado
en uno de los centros administrativos cercanos, como Leymebamba y/o
Cochabamba.8
¿Por qué los habitantes de la Laguna de los Cóndores y sus alrededores
enterraron, o dejaron como ofrendas, estos dispositivos de cuerdas
anudadas en cámaras funerarias a las que era difícil acceder? De hecho, se
trata de una ardua caminata desde Llaqtacocha, rodeando el lago hasta el
pie del acantilado en el que se encuentran las tumbas, a lo que sigue un
difícil ascenso por la ladera del acantilado y luego a través de un estrecho
sendero hasta alcanzar las tumbas. A pesar de las dificultades de esta
excursión, es claro, a partir de la gran cantidad de muertos enterrados en
estas cámaras y de los artefactos precolombinos y coloniales acumulados
en las chullpas con las momias, que los habitantes de Llaqtacocha, y tal
vez otros asentamientos vecinos, hicieron este recorrido innumerables
veces durante varios siglos.
Creo que en los Andes prehispánicos y de principios de la Colonia, los
restos momificados de los muertos tenían la custodia de registros puesto
que aún tenían la capacidad de comunicarse con los vivos, ya que no
se trataba simplemente de cuerpos muertos, sino que eran antepasados.
En la ideología y cosmología andina, los antepasados – cuyos restos
momificados fueron referidos con el término mallki – fueron objeto de
gran veneración y culto.9 Los mallkis fueron a menudo conservados en
cuevas u otras estructuras que brindaban a los vivos la oportunidad de
acceder a las momias ancestrales.10 Doyle, en su excelente estudio del
ritual de enterramiento y cultos ancestrales de los siglos XVII y XVIII en
el centro de Perú, señala lo siguiente:
A partir de los testimonios documentales, es evidente que las cuevas
machays [cámaras funerarias] fueron casi siempre selladas con piedras
90
La historia inka en nudos
de forma irregular, sin cortar, mientras que las puertas de otros tipos
de machays [por ejemplo, estructuras subterráneas y construidas
por encima del suelo] son raramente descritas. Las puertas no
fueron diseñadas para ser selladas de forma permanente puesto que
era necesario el acceso periódico al interior para la realización de
ceremonias en honor a los muertos y la colocación de nuevas tumbas.11
En la época prehispánica y principios de la Colonia, el mallki de
cualquier grupo social en particular, como un ayllu o pachaka, era
visitado regularmente, se le daba comida y bebida, se le volvía a vestir, y
se le pedía ayuda y orientación. Los mallkis fueron considerados como
propietarios y proveedores de todos los alimentos de origen vegetal y
animal, y propietarios de los campos agrícolas, canales de riego, terrazas,
etc., dentro del propio territorio del ayllu. Por estas razones se llevaron
a cabo muchos rituales y ceremonias en honor a los antepasados en las
cuevas (mach’ay) donde fueron enterrados.12 Los mallkis se comunicaban
habitualmente con sus descendientes vivos a través de un intermediario,
por lo general un miembro del ayllu del fallecido, que servía al mallki
como su oráculo.13
Mi argumento es que en el sitio de la Laguna de los Cóndores la
interacción entre el pasado y el presente también estaba mediada por los
khipus. En particular, la información inscrita en tales «textos» habría sido
de gran interés e importancia tanto para los vivos como para los muertos
– es decir, para el pasado y presente del grupo para cuya historia fueron
relevantes. Si bien no dudamos que muchos de estos textos de cuerdas y
nudos fueron consultados para declamaciones de cosas tales como mitos
de origen (por ejemplo, de la vida, la muerte, el ayllu), probablemente
también habrían contenido información sobre lo que podríamos llamar
cosas más mundanas, tales como los registros censales de los ayllus y las
cuentas tributarias. Desde la perspectiva del colectivo social al que estos
registros pertenecían, bien puede haberse considerado que las cuentas
en cordeles, que definían al grupo como una unidad, estarían mejor
custodiadas por los antepasados y no por un individuo vivo (con sus
motivaciones, intereses personales y otras debilidades).
En este capítulo examino la información registrada en un gran
khipu, así como en otros dos especímenes más pequeños, que pienso
que principalmente contienen datos de censos y tributos probablemente
relacionados a alguno de los grupos que vivían en Llaqtacocha. Esta
discusión por tanto nos dará otra perspectiva local, del norte de los Andes,
de los tipos de información censal y organización social registrada en
los registros khipus locales, tal como vimos en el Capítulo 3 acerca del
El calendario de los antepasados
91
khipu UR28 de la región de Nazca, en la costa sur de Perú. Se espera
que este detallado estudio de tres khipus recuperados en la Laguna de
los Cóndores no solo nos brinde una visión más profunda sobre cómo se
codificó la organización social local, sino también cómo esa información
podría haber proporcionado a las personas una perspectiva histórica de
su pasado.14
Un posible khipu con calendario bienal y tributario
En términos de su tamaño, estado de conservación y organización de
la información hilada, torcida, trenzada, teñida y anudada en el khipu
UR6, se trata de una de las muestras más espectaculares recuperadas de la
Laguna de los Cóndores (Figura 4.3).15 El khipu UR6 contiene un total
de 762 cuerdas colgantes. Todas están hechas de fibras de algodón hiladas
en «Z» con torsión final en «S».
En comparación con otros khipus de esta colección, los cordeles
colgantes del khipu UR6 se encuentran conectados a la cuerda principal,
y organizados de una manera inusual, aunque muy sistemática. Esto
es, con solo unas pocas excepciones, la unidad básica de organización
de las cuerdas colgantes es un conjunto emparejado (Figura 4.4). Un
miembro de estos conjuntos emparejados se compone de 20, 21 o 22
cuerdas colgantes unidas directamente al cordel principal. El otro
miembro de los conjuntos emparejados se compone de 8, 9 o 10 cuerdas
colgantes (Figura 4.5). Sin embargo, estas últimas cuerdas colgantes no
están unidas directamente al cordel principal; más bien, están unidas a
una cuerda cuyos dos extremos se unen al cordel principal. Estas cuerdas
«intermediarias» (es decir, en la medida que se interponen entre, y
conectan, las cuerdas colgantes y el cordel principal) cuelgan por debajo
del cordón primario formando un ligero arco o anillo. Estas cuerdas
intermediarias y los cordeles unidos a ellas es lo que denomino «cuerdas
anilladas» (ver Capítulo 2, Figura 2.2). En el khipu UR6 hay 24 grupos de
conjuntos emparejados de cuerdas colgantes más cuerdas anilladas (ver
Tabla 4.1).
Antes de continuar, quiero señalar que en el siguiente análisis
calendárico del khipu UR6 haré a un lado los 32 cordeles colgantes
de esta muestra que no se ajustan a la disposición regular de conjuntos
emparejados de cuerdas colgantes, como se describió anteriormente –
es decir: [20, 21, 22] + [8, 9, 10]. Las cuerdas colgantes excluidas son
aquellas con un círculo en la Tabla 4.1. Creo que estas cuerdas podrían
haber sido utilizadas de alguna manera que en la actualidad no entiendo
92
La historia inka en nudos
Figura 4.3. Khipu UR6 extendido de manera circular (fotografía del autor; cortesía del Centro
Mallqui, Leymebamba, Perú).
del todo, tal vez con el fin de proporcionar flexibilidad en relación a uno
de los usos principales de este khipu, que era servir como un calendario
bienal que contenía información relativa a la organización de la mano de
obra tributaria en la región.16
Hay dos claros indicadores de la importancia calendárica en la
organización de los cordeles colgantes del khipu UR6. El primero es el
número de cuerdas en los conjuntos emparejados. Es decir, si tomamos
el valor medio del número de cuerdas colgantes en los 24 conjuntos
emparejados, se llega a una combinación repetitiva (esquemática) de 21 +
9 (= 30) cuerdas colgantes (ver Figura 4.5). Este conteo es, por supuesto,
el valor total del número más cercano al número de días en un mes lunar
sinódico (= 29,53 días), en el que el mes es definido en términos de la
secuencia de las fases lunares. Si cada uno de los 24 conjuntos emparejados
del khipu UR6 contenían el número promedio de cuerdas (es decir, 30),
esto produciría un total de 720 cordeles colgantes (30 x 24 = 720). La
mitad de este total nos daría 360 cuerdas colgantes, un número cercano al
El calendario de los antepasados
93
Figura 4.4. Detalle del Khipu UR6; disposición de los conjuntos de cuerdas colgantes y cuerdas
anilladas en la cuerda primaria (fotografía del autor; cortesía del Centro Mallqui, Leymebamba,
Perú).
cuerda primaria
“cuerda anillada”
9 cuerdas
cuerdas colgantes
21 cuerdas
30 cuerdas
Figura 4.5. Organización de los conjuntos de cuerdas colgantes y cuerdas anilladas del khipu
UR6 (dibujo de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
Tabla 4.1. Conjuntos de cuerdas colgantes y cuerdas anilladas en UR6.
(cuerda superior)
(cuerdas superiores)
1
20
9
1
21
9
21
9
21
9
21
9
21
9
21
9
21
10
22
9
22
8
21
9
22
(cuerdas superiores)
9
21
9
22
9
22
9
4
22
9
22
9
22
Nota: el sombreado indica gupos de cuerdas no incluidos en las
disposiciones de cuerdas/rizos colgantes
9
22
9
22
9
22
8
22
9
22
8
21
9
4
2
5
2
5
Año Dos
Año Uno
Pares de cuerdas colgantes/cuerdas anilladas
Figura 4.6. Organización calendárica bienal de las cuerdas del khipu UR6 (dibujo de Julia L.
Meyerson; utilizado con permiso).
Tabla 4.2. Organización esquemática del
calendario bienal en el khipu UR6.
(a)
(b)
Año 1
Año 2
29
30
30
30
30
30
30
31
31
31
31
31
30
31
31
30
30
31
Totales:
179
185
183
183
362
31
31
30
31
30
30
(c)
(d)
368
calendario anual de 365 días. Sin embargo, cuando contamos el número
real de cordeles y cuerdas anilladas en los 24 conjuntos emparejados,
llegamos al número 730; la mitad de este conteo total es 365, un número
que coincide con el número de días enteros de lo que se conoce como
«año vago» (esto es, el número total de días en un año solar de 365.242
días). Es así que, visto superficialmente, el khipu UR6 parece representar
un calendario que integra 24 periodos lunares sinódicos esquemáticos en
dos años (vagos).
El conteo real de cuerdas colgantes para los cuatro semestres registrados
en el khipu UR6 es ilustrado en la Figura 4.6 y se resume de forma
esquemática en la Tabla 4.2. En la Figura 4.6 y Tabla 4.2 se observa que
los 12 conjuntos emparejados de cuerdas colgantes y cuerdas anilladas,
en lo que he denominado Año Uno, contienen un total de 362 cuerdas;
los 12 conjuntos emparejados para el Año Dos totalizan 368 cuerdas.
Siendo así, el conteo promedio de lo que denomino como los dos años
registrados en el khipu UR6 es 365 (es decir, 362 + 368 = 730 ÷ 2 = 365).
Por lo tanto, en términos de la organización de los grupos de cuerdas a
manera de meses, y el conteo total de cordeles dentro de esas agrupaciones
de más de 24 unidades, el khipu UR6 parece representar el recuento de
un calendario bienal (dos años). En este punto, debemos hacer una pausa
y considerar la circunstancia poco habitual de encontrar un khipu que
registra un año doble, o dual, en vez de un solo año. Como se ha dicho
en varios puntos en los capítulos anteriores, los inkas pusieron un fuerte
énfasis en el emparejamiento y el dualismo en muchos aspectos de su
cultura material y organización sociopolítica.17 Vimos una clara expresión
de una sociedad dual en el khipu de Atarco, analizado en el Capítulo 3.
El calendario de los antepasados
97
En cuanto a las expresiones de dualismo en la cultura material, Cummins
ha demostrado que los vasos ceremoniales inkas, llamados keros, fueron
siempre producidos en pares.18 De hecho, encontramos un notable énfasis
hacia los artefactos emparejados en el material recuperado en las chullpas
de la Laguna de los Cóndores. Por ejemplo, hay varios pares de calabazas
pirograbadas decoradas con diseños prácticamente idénticos.
En términos de dualismo político, Schjellerup ha señalado que antes
de 1960 los pueblos de la región de Leymebamba estaban emparejados
para propósitos de manutención del sistema de carreteras, puentes y
canales.19 Lerche no solo detecta un fuerte principio de organización
dual en la organización sociopolítica chachapoya, sino también sostiene
que cuando las entidades políticas del pasado fueron divididas en grupos
duales – un ejemplo de lo cual es la dualidad étnica Chilcho/Llaja – estas
entidades eran, a su vez, subdividas cada una en nueve subdivisiones.20
Podríamos pensar acerca de la importancia de esta última subdivisión en
relación a la organización de las cuerdas anilladas de UR6 en grupos de
(generalmente) nueve cordeles. Es así que no es del todo inesperado que el
especialista (o especialistas) del calendario chachapoya-inka construyera
un calendario dual basado en el conteo de dos años.
En este primer nivel de análisis podemos concluir que uno de los
mensajes que las personas de Llaqtacocha, cruzando el lago de la Laguna
de los Cóndores, habrían recordado cuando visitaban las tumbas del sitio
y tomaban el khipu UR6, era una poderosa representación de lo que yo
llamaría la estructura y organización ideal, o apropiada, del tiempo – un
tiempo calendárico que es apropiadamente experimentado en términos
de pares de años complementarios, y probablemente interconectados.
Pero ¿qué hace uno con un calendario de dos años? ¿Qué sentido tiene
construir un calendario en el que se llega al ciclo anual de 365 días no
con el número total de días dentro de un mismo calendario anual, sino
a partir del promedio contenido en un periodo de dos años? Se trata de
una cuestión sumamente difícil en nuestros esfuerzos por interpretar el
significado y propósito de la construcción de este calendario bienal. Creo
que es posible que lo que se representa en este calendario no son dos
(diferentes) años, sino más bien se trata de una representación «dual» de
un solo año, en el que se llega al año a partir del conteo de dos periodos
casi anuales, y luego promediando tales conteos (como lo hemos hecho
aquí) para llegar al valor correcto – 365.
Con el fin de abordar la cuestión de cómo podría haber sido utilizado
un calendario de dos años, tenemos que girar nuestra atención hacia el
conteo de los nudos contenidos en las cuerdas colgantes y cuerdas anilladas
de este khipu. En el transcurso de este análisis vamos a identificar otro
98
La historia inka en nudos
posible uso de este registro anudado – es decir, veremos que los conteos
de nudos ofrecen una aproximación a la organización de dos años de
mano de obra tributaria en la región de la Laguna de los Cóndores a
finales de la época prehispánica y posiblemente inicios del periodo de la
Colonia. Es así que en estos datos encontraremos una posible explicación
para la vinculación de dos años en un único calendario.
Organización y posible significado de los valores de los nudos
en el khipu UR6
En la Tabla 4.3 proporciono una lectura de los valores numéricos de los
nudos atados en las cuerdas colgantes y cuerdas anilladas del khipu UR6.
En la interpretación de los valores del conteo de nudos presentados en
la Tabla 4.3, he dividido el khipu de la siguiente manera: (a) el grupo
de 18 cuerdas en la parte inferior del khipu, que no está organizado en
conjuntos emparejados de cordeles/cuerdas anilladas, y que está separado
de la larga extensión de 24 conjuntos de cordeles/cuerdas anilladas que
componen lo que interpreté anteriormente como el calendario bienal;
(b) se hace otra división entre los dos periodos anuales del calendario
bienal; y (c) subdivisiones de los dos conteos anuales (como en la Figura
4.6 y Tabla 4.2) para producir cuatro semestres de seis meses. ¿Cuál
podría haber sido el significado, o los referentes, de los valores numéricos
anudados en los registros de cuerdas de semestres, año completo y año
bienal, del khipu UR6 como se ilustra en la Tabla 4.3?
Pienso que la mejor explicación de los valores numéricos de los nudos
en las cuerdas de UR6 es que estos pueden estar relacionados con el número
de trabajadores asignados a los proyectos estatales durante un periodo de
dos años. Esto es, como vemos en los valores de nudos registrados en la
Tabla 4.3, contando todos los valores de nudos (es decir, incluyendo los
de los cordeles no organizados en los conjuntos emparejados 21 + 9), el
conteo de nudos para el Año Uno asciende a 2059, mientras que para
el Año Dos el recuento asciende a 983, haciendo un total de 3042. Si
ahora eliminamos los tres grupos de cuerdas colgantes con círculo en la
Tabla 4.3, que son los cordeles no organizados en conjuntos emparejados
21 + 9 (31 + 23 + 26 = 80), obtenemos un conteo bienal de nudos de
2962. Curiosamente, si se calcula el promedio de estos dos valores (3042
+ 2962 = 6004 dividido entre 2) se llega a un valor promedio de 3002.
Es significativo el hecho que hemos llegado a este valor mediante el
uso de los valores de nudos en las cuerdas que fueron eliminadas de la
construcción del calendario bianual, para llegar a un valor promedio a
El calendario de los antepasados
99
Tabla 4.3. Valores de los nudos en la construcción calendárica bienal del khipu UR6.
Año 1
Año 2
Colgantes
Conteo de nudos
Colgantes
Conteo de nudos
1
20
9
1 (superior)
21
9
21
9
21
9
21
9
21
9
-0
-75
-135
-31
-58
-19
-60
-19
-52
-595
-58
-150
-44
-10
21
9
22
9
22
9
4
22
9
22
9
22
9 (superior)
-59
-121
-52
-12
-55
-13
-23
-57
-86
-30
-76
-26
-8
= 983 Total: 3,042
= 2,059
21
9
21
10
22
9
22
8
21
9
22
9 (top)
-45
-11
-49
-103
-83
-148
-67
-13
-71
-12
-71
-87
22
-28
9
-7
22
-33
9
-64
22
-19
8
-7
22
-22
9
-5
22
-39
8
-66
21
-12
9
-37
-----------------------------4
2
5
-26
2
5
partir de la suma de los valores de los nudos atados en los cordeles que se
incluyeron en la construcción del calendario semestral. Como argumento
más adelante que el valor 3000 +/- era lo que el khipukamayuq buscaba
al usar este khipu, ahora hemos identificado un uso para los cordeles
que no se ajustan a la construcción de conjuntos emparejados 21 + 9 en
la mayor parte de este espécimen. Es decir, los valores de estos cordeles
permitieron al administrador del khipu calcular una suma que promedió
un alto número de tributantes con un conteo más bajo, para así obtener
el promedio. Como veremos luego, el resultado del conteo de nudos –
3000 – fue, de hecho, el número total de tributarios contados en el primer
100 La historia inka en nudos
censo poblacional (es decir, de pobladores Chilchos descendientes de los
mallkis de la Laguna de los Cóndores) que se hizo en esta región a inicios
de la Colonia.
Datos etnohistóricos de un censo chachapoya y registros tributarios
Aunque no ha habido un extenso trabajo etnohistórico sobre la población
colonial del territorio central chachapoya alrededor de la Laguna de los
Cóndores, Espinoza Soriano (1967), Lerche (1995) y Schjellerup (1997)
proporcionan importantes datos acerca de un censo colonial llevado a
cabo en la región. Sabemos que durante el breve periodo de dominación
inka en el área, la población chachapoya fue organizada en unidades
decimales de tributarios. La supervisión administrativa de la región
central chachapoya se hacía desde el sitio inka de Cochabamba, situado
al suroeste de la Laguna de los Cóndores (Figura 4.1).21
Como vimos en el Capítulo 2, en la organización administrativa
decimal inka, las principales unidades contables entre los chachapoyas
(como en otros lugares a lo largo del imperio)22 eran agrupaciones de
tributantes chunka (10), pachaka (100), waranqa (1000) y hunu (10 000).
Las unidades decimales contables eran usadas para llevar el registro de las
cantidades de tributo (por ejemplo, días de trabajo) que los súbditos del
imperio debían pagar al Estado. En el Imperio inka, la manera de «pagar
tributo» era a través de la prestación de trabajo para el Estado. Esto se
hacía mediante la mit’a, que era el servicio laboral «en turnos» llevado a
cabo por diferentes grupos tributarios en succession.23 Ahora sabemos, a
partir de un documento de 1572, que durante la época Inka, el cacique
principal (un alto oficiante de orden político y administrativo) de la gran
región administrativa justo al sur y oeste de la Laguna de los Cóndores,
que era ocupada principalmente por miembros de la etnia Chilchos, era
un hombre llamado Guaman. Guaman es descrito en este documento
como el «señor» de las tres warangas (= 3000 tributarios) de Cajamarquilla,
Condormarca y Bambamarca.24
Poco después de la llegada de los españoles a la región de Chachapoyas,
en 1535, Alonso de Alvarado fue premiado con la encomienda – una
distinción de la corona que otorgaba los derechos de la recaudación de
impuestos sobre los nativos, así como la responsabilidad de su bienestar)
– de Cochabamba, Leymebamba y Chilchos.25 Esta encomienda incluía
los ayllus de los indios de Chilchos que fueron reasentados – en la década
de 1570 – en reducciones (nuevas ciudades) coloniales del área alrededor
de la Laguna de los Cóndores. Es fundamental tener en cuenta que en
El calendario de los antepasados
101
el tiempo en que se estableció esta encomienda, se dice que Alvarado
había tomado información censal de un señor local llamado Francisco
Guaman. A partir de la cuidadosa lectura de los documentos coloniales
de esta región, sabemos que Francisco Guaman era el mismo hombre
identificado anteriormente (en el documento de 1572) como «Guaman»,
el cacique principal chachapoya-inka de los 3000 tributantes de esta
región. Se dice que Francisco Guaman habría proporcionado a Alonso
de Alvarado información censal registrada en khipus que tenía en su
posesión.26 En ese registro censal, realizado en 1535, el número total de
tributarios, o trabajadores mit’a, era de tres warangas – es decir, 3000
tributantes.27
El número 3000, o tres warangas, pudo haber sido un número
redondeado, o «idealizado», ya que a menudo lo encontramos en
la documentación colonial correspondiente a censos y tributos.28
No obstante, me parece notable y bastante sugerente el grado de
aproximación y coincidencia entre el censo inicial de 3000 trabajadores
mit’a y el promedio de los valores numéricos codificados en los cordeles
que fueron y no fueron incorporados en la construcción del calendario
bianual del khipu UR6.
Mi hipótesis es que el valor de 3000, y por lo tanto el khipu UR6
en sí mismo, hace referencia a la distribución – probablemente para
asignaciones de trabajo – del número total de tributantes en la región
de la Laguna de los Cóndores, Leymebamba y Cochabamba a finales de
la época prehispánica (es decir, Chachapoya-Inka). Una pregunta que
queda es: ¿por qué el calendario de (la hipotética) distribución de trabajo a
lo largo de dos años contiene una diferencia tan marcada entre el número
de trabajadores exigido en el primer año (aproximadamente 2000) y
el número exigido para el segundo año (aproximadamente 1000)? De
momento no puedo explicar con certeza esta diferencia, aparte de sugerir
que tal distribución llevada a cabo en el tiempo – esto es, 2000 y 1000 en
años alternos – podría representar una disposición a partir de la cual las
tareas locales de los chachapoyas se realizaban con una fuerza de trabajo
más pequeña, mientras que la fuerza mayor podría representar la mano
de obra necesaria para labores de nivel estatal más exigentes u onerosas.
Los khipus de dos fuentes para un segmento de cuatro meses en UR6
Pasamos ahora al tema de las similitudes entre este khipu, UR6, y otros
dos khipus hallados en el sitio. Previamente (2005) he escrito sobre lo
que llamo dos formas diferentes de «correspondencia» entre dos o más
102
La historia inka en nudos
khipus. Un tipo de correspondencia es cuando una parte de los valores
numéricos anudados en los cordeles secuenciales de dos khipus diferentes
puede contener muchos de los mismos valores, o cuando los valores son
próximos (= khipus «estrechamente correspondientes»). El segundo tipo
es cuando los valores son idénticos (= khipus «correspondientes»). De
hecho, hay correspondencias cercanas entre un segmento de UR6 y los
datos anudados en otros dos khipus hallados en las chullpas de la Laguna
de los Cóndores.
La Tabla 4.4 contiene la información de todos los valores numéricos
registrados en los nudos atados a las cuerdas colgantes de UR6 (nota: las
cuerdas colgantes con valor nulo son eliminadas del conteo en la Tabla
4.4). Básicamente, cada una de las filas adyacentes emparejadas en la Tabla
4.4 contiene un conjunto emparejado 21 + 9 (ver arriba), constituyendo
un periodo aproximado de un mes (es decir, 29-31 cuerdas/días) en el
calendario de dos años de UR6. El segmento del calendario en el que
vamos a centrarnos aquí, puesto que contiene información que coincide
con la registrada en otros dos khipus, se extiende desde aproximadamente
el comienzo del 13avo mes hasta el final del 16avo mes, contando hacia
abajo desde la parte superior del khipu. Esta es la parte de la «sección C»
(el tercer periodo de seis meses del calendario de dos años) subrayada
en la Tabla 4.4. Los dos khipus que corresponden estrechamente con la
sección de cuatro meses de información en cuerdas resaltada en la Tabla
4.4, son las muestras UR9 (Lámina 1) y UR21 (Lámina 2).
Los valores numéricos registrados en los khipus UR9 y UR21, así como
aquellos incluidos en el segmento relevante de cuatro meses de UR6, son
mostrados en la Figura 4.7. La Figura 4.7 contiene tres columnas. Estas
representan, de manera esquemática, los cordeles y cuerdas colgantes
de UR9 (columna izquierda), UR21 (columna derecha) y la sección de
aproximadamente cuatro meses de UR6, como se definió anteriormente
(columna central). Los cuadros y líneas sólidas muestran dónde están las
«correspondencias exactas» entre los valores numéricos registrados sea
en UR9, UR21, o en ambos, y la sección relevante de UR6. Los cuadros
y líneas punteadas conectan las «correspondencias estrechas» en o entre
estos khipus (para detalles más completos de estos khipus visitar el website
http://khipukamayuq.fas.harvard.edu/DataTables.html, en el enlace «UR
Khipu-Leymebamba»).
Las correspondencias entre los valores numéricos registrados en las tres
columnas son sorprendentes. Sobre la base de estas similitudes argumento
que UR9 y UR21 pueden representar diferentes versiones, borradores o
referencias cruzadas, de la información contenida en el segmento de cuatro
meses de UR6. Debo señalar que también he estudiado cuidadosamente
El calendario de los antepasados 103
Tabla 4.4. Valores numéricos anudados en el khipu UR6.
(a)
2, 1, 1, 1, 1, 13, 1, 1, 1, 1, 1, 9, 2, 1, 2, 2, 4, 1, 2, 5,
1, 4, 1, 15, 2,
1, 1, 7, 1, 7, 12, 30, 65, 20,
1, 1, 2, 1, 1, 15, 10,
1, 3, 1, 1, 4, 2, 1, 1, 2, 1, 12, 2, 15, 3, 3, 2, 4, 1,
1, 1, 4 + 3, 1, 1, 1 + 1, 3 + 3,
1, 1, 1, 1, 10, 2, 1, 11, 2, 7, 2, 7, 2, 8, 2, 1 + 1,
2, 1, 1 + 1, 3 + 2, 1, 1,
1, 1, 1, 6, 1, 2, 1, 1, 2 + 1, 4, 9, 2, 5, 2, 9, 2, 2,
18 + 2, 2, 4 + 2, 2, 16 + 4, 1, 10 + 3 + 6, 521, 10 + 8 + 6,
1, 1, 2, 2, 2, 7, 1, 1, 10, 3, 7, 3, 2, 2,
14, 2, 1, 7, 2, 1, 6, 1, 30, 80, 20,
1, 3, 2, 1, 3, 1, 1, 1, 10, 18, 2, 1,
1, 1, 1, 1, 6,
(b)
1, 1, 3, 1, 3, 1, 8, 6, 9, 8, 3, 1,
2, 1, 2, 4, 1, 1,
1, 2, 6, 1, 1, 1, 13, 9, 7, 6, 2,
8, 2, 5, 1, 9, 1, 15, 40, 22,
2, 2, 2, 2, 3, 3, 9, 3, 2, 1, 12, 1, 6, 1, 6, 9, 19,
2, 1, 9, 4, 4, 1, 1, 20, 71, 35,
2, 2, 2, 3, 1, 1, 4, 1, 2, 1, 3, 1, 15, 21, 2, 5, 1,
1, 1, 5, 1, 5,
2, 2, 1, 1, 3, 3, 1, 13, 1, 3, 4, 3, 10, 9, 10, 5,
2, 3, 5, 1, 1,
2, 1, 2, 2, 1, 2, 10, 1, 7, 1, 1, 6, 10, 5, 15, 5,
7, 1, 5, 1, 5, 1, 12, 35, 20,
(c)
2, 1, 1, 2, 2, 8, 1, 2, 9, 2, 5, 1, 2, 7, 14,
2, 1, 8, 4, 3, 1, 1, 20, 61, 20,
2, 1, 3, 2, 3, 1, 2, 1, 14, 16, 4, 2, 1,
1, 4, 1, 1, 5,
1, 1, 2, 1, 1, 4, 7, 1, 2, 1, 1, 3, 3, 11, 10, 3, 3,
2, 1, 3, 1, 5, 1,
1, 1, 1, 1, 10, 9,
2, 2, 3, 2, 7, 1, 3, 1, 1, 1, 6, 11, 5, 7, 5,
6, 1, 5, 1, 5, 1, 1, 11, 35, 20,
1, 1, 1, 1, 2, 2, 3, 2, 2, 2, 5, 4, 4,
1, 4, 1, 1, 2, 1, 10, 40, 16,
1, 1, 1, 1, 2, 1, 2, 1, 2, 2, 5, 2, 5,
1, 1, 1, 5,
(d)
1, 1, 1, 3, 1, 1, 2, 3, 4, 4, 5, 2,
1, 1, 1, 3, 1,
1, 1, 1, 2, 2, 1, 3, 1, 4, 8, 3, 3, 3,
5, 1, 3, 1, 3, 1, 10, 30, 10,
1, 2, 1, 1, 1, 1, 1, 1, 3, 5, 1, 1,
1, 2, 1, 3,
1, 1, 2, 1, 3, 2, 4, 4, 1, 3,
1, 3, 1,
1, 1, 1, 2, 3, 1, 1, 2, 1, 1, 1, 2, 6, 4, 7, 5,
4, 1, 3 + 1, 1, 2, 10, 1, 30, 2, 10, 1,
1, 1, 1, 1, 2, 3, 3,
1, 3, 1, 2, 3, 20, 7,
1, 1, 1,
4, 4,
2, 2, 2, 1, 1,
1, 1,
1, 1, 2 + 1
Nota: los números subrayados en (c) corresponden/estrechamente corresponden con aquellos
registrados en los khipus UR9 (Lámina 1) y UR21 (Lámina 2).
104
La historia inka en nudos
Segmento de
UR6
Leyenda:
Correspondencia
exacta
Correspondencia
cercana
Figura 4.7. Secciones del khipu UR6 (centro) que corresponden/estrechamente corresponden
con el khipu UR9 (izquierza) y el khipu UR21 (derecha) (dibujo de Julia. L. Meyerson; utilizado
con permiso).
el colgante adjunto y los patrones de direccionalidad de los nudos en
estas tres muestras. En base a lo que he podido determinar hasta ahora,
no parece haber correlaciones significativas o patrones estructurales entre
estos khipus en términos de otras características de su construcción. Por lo
tanto, en lo que sigue, me centraré en los valores numéricos estrechamente
correspondientes registrados en las muestras UR6, UR9 y UR21.
¿Cómo podría haberse dado este complejo conjunto de valores
numéricos estrechamente correspondientes en tres diferentes khipus de
la Laguna de los Cóndores? Y ¿qué puede enseñarnos este ejemplo de
registros en khipus estrechamente correspondientes sobre las prácticas de
El calendario de los antepasados 105
contabilidad inka, al menos en esta región del extremo norte del imperio?
Creo que hay dos características de este conjunto de khipus en las que
debemos centrarnos con el fin de interpretar los tipos de información
registrados en las tres muestras, y la forma en que tal información pudo
haber sido compilada, comparada y sintetizada.
La primera característica que quiero destacar es que la correspondencia
entre las muestras UR9 y UR21 con UR6 implica aproximadamente una
sexta parte de la información (es decir, cuatro de 24 meses) registrada en
el gran UR6, que denominaré «khipu síntesis». Creo que los múltiples
registros incorporados en los khipus UR6, UR9 y UR21 deben ser vistos
en relación con, o en el contexto de, mi anterior sugerencia de que la
información numérica atada en los nudos del khipu UR6 representó un
conteo de trabajadores tributarios cuya obligación de prestar mano de obra
para el Estado inka fue grabada en un calendario de dos años. De acuerdo
con esta interpretación, el calendario de dos años habría registrado mes
por mes el reclutamiento y la distribución de los trabajadores tributantes
(mitayuq) en la región de la Laguna de los Cóndores hacia el final de la
época prehispánica. Sugiero ahora que los tributarios contabilizados en
este calendario khipu probablemente fueron organizados en grupos de
trabajo basados en ayllus, similar a lo que vimos en el khipu de Atarco
en el Capítulo 3.
Sobre la base de esta hipótesis, sugiero que UR9 y UR21 representan
un par de registros de trabajadores de ayllus que fueron retenidos por
dos khipukamayuqs diferentes que eran responsables del registro de la
información concerniente a uno o varios ayllus, cuyo servicio (o deberes)
debía hacerse efectivo durante el periodo de cuatro meses de UR6,
subrayado en la Tabla 4.4. Los dos custodios de khipus a nivel de ayllu que
conservaron las muestras UR9 y UR21, habrían reportado el contenido
de sus respectivos khipus a un tercer khipukamayuq, probablemente de
mayor nivel. Este último oficial – es decir, quien conservó UR6 – habría
sido responsable de la coordinación de las cuentas que llegaban a él por
parte de los khipukamayuqs de numerosos y diferentes ayllus. Toda
esta información fue subsecuentemente sintetizada en un solo registro
contable o khipu síntesis: el khipu UR6.
De hecho, creo que existe suficiente evidencia que converge en este
conjunto de khipus para sugerir que UR6 pudo haber sido el khipu del
señor [Francisco] Guaman, a quien se hizo referencia anteriormente,
kuraka principal que proporcionó los primeros datos censales a los
españoles. Sin embargo, esta atribución es puesta en duda por el
hecho que Guaman pertenecía a un ayllu cerca de Cochabamba, y
probablemente habría sido enterrado allí, en lugar de en la Laguna de
106 La historia inka en nudos
los Cóndores. Como casi seguramente Guaman habría sido enterrado
con algo tan importante como su khipu, esto plantea un serio problema
hacia mi argumento de que UR6 pudo pertenecer a esta persona. No
obstante, dada la estrecha correspondencia que UR6 guarda con los datos
censales reportados por Guaman y documentados por los españoles, ¿es
posible que UR6 fuera una copia del khipu que poseía Guaman? Es poco
probable que sea capaz de hacer una aseveración completamente certera
sobre esto, dada la falta de un testimonio explícito sobre el asunto.
Es importante señalar aquí que la contabilidad en periodos de cuatro
meses fue aparentemente una característica estándar en las prácticas inkas
de registros en khipus. Dicha periodicidad contable es sugerida, por
ejemplo, en el testimonio de Polo de Ondegardo, quien dice que en
tiempos del Tawantinsuyu las personas entregaban su tributo al Cuzco
en tres ocasiones a lo largo del año. Esto sugiere una periodicidad de 3
x 4 meses (= 12 meses).29 Juan de Matienzo observa una periodicidad
contable similar a inicios de la Colonia de la siguiente manera:
Si algún indio pide algo o acusa a un jefe principal de algo, él no puede
hacerlo ante los alcaldes, sino [él debe hacerlo] ante el «Corregidor»
español, y si él [el Corregidor] no está disponible, ante el Tucuirico
[gobernador de provincia], de modo que él [el Tucuirico] pone
el registro en su quipo [khipu], y cada cuatro meses se va con el
quipo al Corregidor de la ciudad, mediante el que [el Corregidor]
convenientemente hace justicia sobre las quejas que él [el Tucuirico]
trajo en el quipo, sin tener que recibir a los que hicieron las quejas
cuando se trata de cosas pequeñas.30
Es así que el hecho que UR9 y UR21 registraran algún tipo de
contabilidad durante lo que parece ser un segmento de cuatro meses
en UR6, coincide con lo que sabemos a partir de los cronistas sobre las
periodicidades en las prácticas contables de la época Inka e inicios del
periodo de la Colonia.
Conclusiones
El punto importante a resaltar en estas conclusiones es la coincidencia
entre lo que he interpretado como valores calendáricos y cifras censales
(de tributantes) en el khipu UR6. La esencia de mi argumento es que esto
fue, de hecho, una coincidencia de valores numéricos – es decir, eran
complementarios. Lo que quiero decir con esto es que la organización
El calendario de los antepasados 107
calendárica del khipu de (Francisco) Guaman – o la copia de este – habría
proporcionado el patrón temporal para la organización del servicio laboral
mit’a ofrecido al Estado inka en la región antes de la conquista española.
El conteo de nudos correspondientes a cada conjunto emparejado de
cordeles y cuerdas anilladas (= un periodo de un mes) habría indicado
el número de tributarios responsables de realizar el servicio estatal en la
región durante un mes lunar a lo largo de un periodo contable de dos
años, codificado en las cuerdas y nudos del khipu UR6.
Si bien espero que la interpretación, o hipótesis, ofrecida anteriormente
haya ayudado por lo menos en alguna medida a explicar cómo y por qué
el khipu UR6 fue elaborado de esta manera, también reconozco que hay
muchas nuevas preguntas planteadas por esta misma interpretación. Estas
incluyen: si el khipu UR6 es, de hecho, un registro tributario bienal,
entonces ¿dónde comienza el primer año – en la parte superior o en
la parte inferior del khipu? ¿En qué punto en el ciclo anual comienza
el calendario (por ejemplo, en uno u otro de los solsticios; en uno u
otro de los equinoccios)? ¿Por qué, si se trata de un calendario de dos
años de servicio al Estado llevado a cabo por la gente de esta región,
el registro indica que el doble de personas trabajó en el Año Uno en
comparación con el Año Dos? Y por último, ¿por qué había diferencias
tan grandes en el número de tributantes que trabajaron para el Estado
de un mes con respecto a otro? De momento no puedo dar respuestas
convincentes a ninguna de estas preguntas. No obstante, por lo menos
estamos haciendo preguntas sobre los registros khipus que no habían
sido planteadas anteriormente, y alguna de estas preguntas puede guiar
nuestras futuras investigaciones sobre registros en cuerdas anudadas en
direcciones productivas y formas creativas.
Cuando los descendientes de los mallkis de la Laguna de los Cóndores
visitaron a los antiguos custodios del khipu UR6, habrían tomado el
khipu con el fin de recordarse a sí mismos la organización adecuada,
sancionada por los ancestros, del tiempo y el calendario, así como la
«apropiada» y tradicional organización social y trabajo al servicio del
Estado, realizado en el pasado por la gente de la región. Durante la época
prehispánica estos «mensajes de los mallkis» habrían sido de importancia
inmediata para las personas de aquel tiempo, como un registro de sus
obligaciones de trabajo para el Estado inka. Después de la conquista
española, la contabilización del tiempo y la organización sociopolítica
contenida en los khipus UR6 y UR9 y UR21 habría servido a la gente de
la región como un conjunto de documentos históricos con los que medir
y evaluar los cambios producidos en su mundo desde el comienzo de la
dominación española en la región.
108
La historia inka en nudos
Es extraordinario el hecho que tengamos acceso a esta misma colección
de khipus hoy en día, y sobre esta base podemos empezar (como he hecho
aquí) a construir una versión de la historia social de las poblaciones que
vivieron alrededor de la Laguna de los Cóndores, justo antes y después
de la conquista española de Chachapoyas. Lo que hemos visto en esta
construcción es un énfasis en las estructuras organizativas, sobre todo en
el dualismo (por ejemplo, conteos de años bienales; unidades de cuerdas
emparejadas [21 + 9]; cultura material en pares [por ejemplo, los keros]),
similares a aquellas que emergieron de nuestro análisis del khipu de
Atarco en el Capítulo 3. Es así que comienza a emerger, a partir de los
khipus como fuentes, el esbozo de un conjunto de estructuras y principios
organizacionales básicos que dieron sentido y coherencia no solo a la
sociedad inka, sino también a las representaciones de su historia.
El calendario de los antepasados 109
5
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco,
valle de Lima
Por mucho tiempo, los investigadores de la civilización inka se han
preguntado cómo se movía la información entre los niveles de la
administración jerárquica decimal. Los khipus de la Laguna de los
Cóndores (Capítulo 4) muestran cómo pudo haberse dado un proceso de
este tipo: dos khipus (UR9 y UR21) que contienen información más o
menos idéntica, que fue probablemente suministrada por khipukamayuqs
de nivel inferior, fueron sintetizados en un segmento de un khipu más
grande, UR6. Argumenté que UR6 era probablemente un khipu síntesis
que reunía información no solo de las dos fuentes, sino de diferentes
khipukamayuqs de rango inferior (¿a nivel de ayllus?) para su posible
envío a un khipukamayuq de más alto rango, tal vez en el centro de la
provincia de Cochabamba.
En este capítulo vamos a explorar un ejemplo con otra disposición
mucho más compleja, que denomino «jerarquía contable». En este caso,
vamos a ver información procedente de múltiples fuentes de nivel inferior
sintetizada en khipus de nivel intermedio, que a su vez transmiten sus
datos finales a un par de khipus de alto nivel. Al menos uno de este
último par estuvo probablemente destinado a un centro administrativo/
contable provincial. Es posible que tal destino fuera uno de los tres
centros administrativos inkas ubicados en el valle del Rímac, en la costa
central de Perú.
La existencia de administradores de cuerdas de distintos niveles – bajo,
intermedio y alto – plantea la interrogante de cómo los inkas organizaron
la administración decimal y cómo los khipukamayuqs operaron dentro
de ese esquema (ver Figura 2.1). Estas son cuestiones clave en nuestros
esfuerzos por entender esta institución fundamental de la organización
política y económica inka. El sistema, que fue construido en torno a
diferentes grupos de trabajadores cuyos números incrementaban
(jerarquía en ascenso) o disminuían (en descenso) por múltiplos o
divisores de dos y cinco, fue uno de los principales contextos dentro de los
que los custodios de khipus interactuaban entre sí, pasando información
vital sobre censos, tributos y otros asuntos entre las comunidades locales,
centros regionales y la capital, Cuzco.
Recientemente hemos identificado un conjunto de khipus
jerárquicamente vinculados en tres niveles de rango, en el tipo de
relación recíproca de suma/partición característica de la contabilidad
administrativa en todo el imperio. En este capítulo se describe y analiza
este notable conjunto de khipus. Al igual que con los khipus de Atarco y
la Laguna de los Cóndores, los datos de estos cordeles de la costa central
discutidos en este capítulo son vitales para informar nuestra comprensión
no solo de las prácticas contables inkas, sino también de la esencia de
la historia y naturaleza del poder en el Tawantinsuyu – de cómo estos
manojos de cuerdas anudadas efectivamente afectaban la vida diaria de las
personas que vivían en este vasto imperio. Durante un cierto periodo de
tiempo en el pasado distante, estos registros en cuerdas anudadas pusieron
a las personas en movimiento a lo largo del paisaje andino, trabajando en
tareas que servían a los intereses del inka y su corte en la lejana ciudad
capital de Cuzco. La disposición de la población local para cumplir con
las demandas tributarias anudadas en los khipus era la sustancia – las
acciones humanas que constituyeron las realidades del día a día – de lo
que de otro modo referimos, abstractamente, como la hegemonía del
Imperio inka en el Tawantinsuyu.
Administración y contabilidad en el Señorío de Puruchuco
El sitio arqueológico de Puruchuco se encuentra en la orilla sur del río
Rímac, aproximadamente 11,5 km al noreste de Lima, en el distrito de
Ate.1 El sitio está ubicado dentro de la zona arqueológica conocida como
Puruchuco-Huacarones.2 Antes de la conquista y ocupación inka de la
costa central, los valles de Rímac y Lurín (el último es el primer valle al
sur del Rímac) formaban el núcleo de un potente sistema de gobierno
costero conocido como el Señorío de Ychsma. Puruchuco (así como
Sulco, Huatca y Malanca) pertenecía al curacazgo de Lati, dentro del
reino Ychsma.3 El sitio más prominente en el reino era el gran centro de
peregrinación de Pachacamac, situado cerca de la desembocadura del río
Lurín (ver el Capítulo 6).
Los inkas comenzaron a movilizarse en el territorio del reino Ychsma
a finales del siglo XV d.C., probablemente solo unos 75 años antes de
112
La historia inka en nudos
Centros administrativos
inkas en el Señorío de
Ychsma
Tres hunus (“10000s”) con
centros administrativos en:
Figura 5.1. Centros administrativos inkas en el Señorío de Ychsma (dibujo de Julia L. Meyerson;
utilizado con permiso).
la invasión española en 1532. Además de la construcción de una plaza
para acoger a peregrinos, una casa de aqllas (mujeres que trabajaban
al servicio del Estado inka) y un magnífico Templo del Sol,4 los inkas
también establecieron tres instalaciones para la administración de las
poblaciones del reino conquistado. Los centros administrativos/contables
fueron ubicados en las áreas de Carabayllo, Maranga y Surco, todos en el
valle del Rímac (Figura 5.1). Cada centro administrativo supervisó una
unidad hunu (10 000) de trabajadores tributantes.5 Los khipukamayuqs
de Puruchuco, que estaba situado en la parte alta del valle pero todavía
dentro de la llanura costera, probablemente reportaban los asuntos
administrativos del sitio a los supervisores en uno de los tres centros
administrativos del valle del Rímac (que aún desconocemos).
El «palacio» del señor de Puruchuco es un conjunto arquitectónico
más o menos rectangular, con paredes altas circundantes hechas de tapia
(apisonado de adobe; Figura 5.2). El sitio se ubica estratégicamente a lo
largo de uno de los mayores canales de irrigación que se desprende del
río Rímac, y cuyo curso principal desemboca en las faldas de las colinas
y en las llanuras de la zona. Alrededor, y en algunos casos colindando
con el palacio de Puruchuco, habían varias construcciones menores.
Uno de estos edificios pequeños, ubicado al norte del palacio principal
de Puruchuco, contenía un entierro (Figura 5.3).
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
113
Figura 5.2. El Palacio de Puruchuco (reconstrucción; cortesía de Archivo del Museo de Sitio
Arturo Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú; fotografía de Felipe Villacorta).
Ubicación de la
tumba que contiene
los khipus
Figura 5.3. El Palacio de Puruchuco y estructuras asociadas con viviendas y entierros (dibujo
de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
Figura 5.4. Momia enfardelada (arriba) y olla (siguiente foto) halladas en la cámara funeraria
que contenía el archivo khipu de Puruchuco (cortesía de Archivo del Museo de Sitio Arturo
Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú; fotografía de Felipe Villacorta).
Figura 5.5. Archivo khipu de Puruchuco y la olla asociada a estos khipus (cortesía de Archivo
del Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú; fotografía de
Felipe Villacorta).
En 1964, en su excavación de la vivienda y el entierro frente al palacio,
Alberto Bueno Mendoza halló una cámara funeraria que contenía una
gran momia enfardelada, detrás de la cual había una olla (una urna
utilitaria de cuerpo globular) con una aplicación de serpiente superpuesta
en el cuerpo; la olla estaba coronada por una calabaza (Figura 5.4).
Dentro de la urna Bueno encontró un «archivo» khipu compuesto por 22
dispositivos de cuerdas anudadas (Figura 5.5).6 Basándose en la ubicación
de la vivienda y su entierro, adyacente al palacio, Carol Mackey, quien
estudió por primera vez los khipus de Puruchuco a finales de la década
de 1960, supuso que este edificio fue probablemente la residencia de un
khipukamayuq que sirvió al señor del palacio.7
La jerarquía contable de Puruchuco
Lo que Brezine y yo hemos denominado en dos publicaciones anteriores
como la «jerarquía contable» de Puruchuco,8 se refiere a una disposición
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
117
Nivel III
Nivel II
Nivel I
Figura 5.6. Jerarquía contable de los khipus de Puruchuco (diujo de Carrie J. Brezine; utilizado
con permiso).
altamente complicada de siete de las 22 muestras de khipus halladas en
una urna funeraria en Puruchuco. Los siete khipus están relacionados
entre sí en una disposición estratificada y jerárquica de tres niveles
interconectados, designados bajo la nomenclatura I, II y III (de abajo
hacia arriba) en la Figura 5.6. Dos de los siete khipus (UR63 y UR73)
se sitúan en la base de la jerarquía, en el nivel I; tres khipus están en el
medio, en el nivel II (UR64, UR68 y #9 [ver más adelante]); y dos khipus
(UR67 y UR66) están en la parte superior de la disposición jerárquica,
en el nivel III.
Los khipus en los diferentes tres niveles tienen distintos números de
cordeles, y los cordeles se organizan de distintas maneras. Esto es, las
cuerdas de los khipus en el nivel I, en la parte inferior, están divididas
espacialmente en seis secciones (Figura 5.7); aquellas en el nivel II se
dividen en tres secciones (Figura 5.8) más lo que Brezine y yo hemos
llamado «segmento introductorio» (ver más adelante); y las dos muestras
en el nivel III están compuestas por una sola sección de cuerdas (Figura
5.9) más un segmento introductorio.
Los llamados «segmentos introductorios» pueden ser mejor explicados
observando los dibujos de los dos khipus del nivel III – UR66 y UR67
(Lámina 3). Doce cuerdas – contando desde la izquierda – de cada
khipu constituyen segmentos introductorios. Solo tres cordeles de estos
118
La historia inka en nudos
Figura 5.7. UR63: Khipu de nivel I dividido en seis secciones (fotografía del autor; cortesía de
Archivo del Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú).
Figura 5.8. UR68: Khipu de nivel II dividido en tres secciones (fotografía del autor; cortesía de
Archivo del Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú).
Figura 5.9. UR66 y UR67: Khipus de nivel III, una sección (fotografía del autor; cortesía de
Archivo del Museo de Sitio Arturo Jiménez Borja-Puruchuco, Ministerio de Cultura, Perú).
segmentos introductorios contienen nudos; los tres nudos tienen forma
de «8». Estos tres nudos se encuentran en las cuerdas primera, séptima
y novena de los segmentos introductorios de doce cuerdas. Esta es,
precisamente, también la disposición de los segmentos introductorios
en los tres khipus en el nivel II. Hemos argumentado9 que la particular
configuración de 12 cuerdas + 3 nudos en forma de «8» en estos khipus
era algo así como un «emblema», o un identificador de lugar, que señalaba
– de manera semasiográfica (no fonográfica) – «Puruchuco». Esto habría
indicado a cualquier persona del valle bien informada en cuanto a khipus
(por ejemplo, un khipukamayuq en uno de los tres centros administrativos
del valle del Rímac), que este khipu venía del, o pertenecía al, palacio de
Puruchuco. Es de suponer que otros asentamientos en el valle similares a
Puruchuco habrían tenido sus propios identificadores de lugar, aunque
ninguno ha sido determinado hasta la fecha.
Por último, como veremos más adelante en detalle, independientemente
del número de secciones en que se dividen los khipus, las cuerdas de todos
estos khipus se subdividen (mediante el uso del espacio y color) dentro de
su respectiva sección (o secciones) en agrupaciones de cordones de cuatro
cuerdas, organizados en lo que se denomina una «seriación» de color. La
seriación consiste en una secuencia de cuerdas de una serie repetitiva
de colores – por ejemplo, marrón oscuro, marrón medio, marrón claro,
blanco – repetida múltiples veces.10
120
La historia inka en nudos
Cabe señalar que cuando Carol Mackey estudió esta colección, a
finales de la década de 1960, el khipu #9 (en el nivel II) estaba en el museo
de Puruchuco.11 Cuando Brezine y yo reestudiamos el archivo khipu de
Puruchuco, en el verano de 2004, la muestra khipu #9 no estaba en esta
colección. Es más, el personal del museo no sabía el paradero de este
espécimen. Contábamos, sin embargo, con las notas de Carol Mackey de
su estudio previo de esta muestra, y esa es la base para la inclusión de este
khipu en la jerarquía contable de la Figura 5.6.
Cómo se movía la información dentro de la jerarquía
Hay dos rasgos de información anudados en los siete khipus de la
Figura 5.6 que justifican referirse a esta colección como una «jerarquía
contable». En primer lugar, los khipus que están en el mismo nivel son
«correspondientes», o estrechamente correspondientes, lo que significa
que tienen valores numéricos y un patrón de colores idénticos o muy
similares. Esto probablemente constituyó una forma de «controles y
equilibrios» (checks-and-balances en el manuscrito original) de la jerarquía
contable. Es decir, tal y como vimos en el Capítulo 4 con los dos khipus
chachapoyas (UR9 y UR21) que registraron valores casi idénticos cuya
información fue transferida a un segmento de cuatro meses en el khipu
UR6, también los khipus en el mismo nivel en la jerarquía contable de
Puruchuco contienen valores numéricos y una organización de cuerdas
casi idéntica. Estos registros fueron probablemente conservados por
diferentes khipukamayuqs, tal vez cada uno con una lealtad particular
hacia un grupo social específico (por ejemplo, una parcialidad o ayllu), o
una autoridad de la zona.
En segundo lugar, los valores anudados en los khipus suman de manera
ascendente a través de la jerarquía, y/o se subdividen o particionan de
manera descendente. De modo más específico, las sumas de los valores
numéricos registrados en ciertas agrupaciones de cuerdas (que se definen
a continuación) en los dos khipus del nivel I, son registradas en la sección
media de los khipus de tres secciones en el nivel II. Del mismo modo,
las sumas de los valores numéricos de las tres secciones de los tres khipus
en el nivel II son registradas en los dos khipus del nivel III. O, si nos
movemos de forma descendente, podemos decir que los valores mayores
en las cuerdas de los niveles superiores están particionados en valores más
pequeños distribuidos entre las agrupaciones de cuerdas en el siguiente
nivel inferior. En otras palabras, los números mayores en los khipus del
nivel III están subdivididos en pequeñas sumas en los khipus del nivel II;
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
121
estos a su vez se subdividen en cantidades aún más pequeñas en los khipus
del nivel I. Esta complicada serie de arreglos numéricos se clarificará a
medida que procedamos con la explicación de la jerarquía contable.
Para describir de manera más específica la suma y/o partición de la
información entre estos khipus, podemos examinar un ejemplo de suma
hacia arriba, entre los niveles I y II. El khipu UR73, en el nivel I, está
roto, y por tanto incompleto. Presenta únicamente 69 de lo que infiero
fueron las 111 cuerdas colgantes originales. Por ello, en esta sección no
me centraré en esa muestra, sino en UR63 como khipu ejemplar del nivel
I. Vamos a observar su relación sumatoria con respecto a la sección media
de UR68 en el nivel II (Figura 5.10).
El khipu UR63 está organizado mediante el espaciamiento y seriación
de color en seis agrupaciones de cuerdas colgantes. El número de cuerdas
en cada grupo es mostrado entre corchetes en la parte inferior de las
seis columnas en la Figura 5.10. Las líneas punteadas en meandros en
las partes superiores e inferiores de las columnas de UR63, en la Figura
5.10, muestran cómo este khipu debe ser rehecho en su disposición lineal
completa. Los valores numéricos de las agrupaciones de cuerdas en UR63
se suman a los valores registrados en el medio de los tres segmentos del
nivel II del khipu UR68 (Figura 5.10, columna derecha).
En la Figura 5.10, las cuerdas seriadas en color de cuatro cordeles
de UR63 están alineadas entre sí a través de los seis segmentos. Estas
agrupaciones están alineadas con la también agrupación seriada en
color de (5 x 4 =) 20 cuerdas en la subdivisión central (cuerdas #34#53) del khipu UR68. La sumatoria a través de los cordeles alineados
de UR63 resulta en cantidades iguales o cercanas a las registradas en la
sección media (es decir, representada) de UR68. Los valores anudados
en las cuerdas de UR68 se reportan en la derecha; cualquier número
entre paréntesis inmediatamente a la izquierda de estos, es lo que los
valores en las cuerdas de UR63, en esa posición, deberían totalizar. Los
números entre paréntesis representan los valores que deberían haber sido
registrados si la relación entre UR63 y UR68 fue una cuestión estricta
de adición. Como vemos, la mayor parte de las sumas son solo cercanas
a los valores correctos.
¿Fue una «sumatoria» real lo que se pretendía entre las seis secciones
de UR63 y la sección central de UR68? En lugar de rechazar de plano
la posibilidad de que «generalmente» se pretendía una sumatoria, creo
que en el nivel más bajo de esta jerarquía contable había un considerable
grado de flexibilidad, o variación, permitida en la relación de contabilidad
entre estos dos niveles de información registrada. Lo más probable es
que esto se relacione con el tipo de ambigüedad, informalidad o «falta
122
La historia inka en nudos
UR063
completo
UR068
cuerdas 34-53
Figura 5.10. Khipu del nivel I UR63 (izquierda) suma a una de las tres secciones del khipu de
nivel II UR68 (derecha) (dibujo de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
de claridad», que a menudo caracteriza la contabilidad a nivel local no
oficial. Como veremos, los cálculos y los valores registrados entre los
khipus se vuelven más exactos en la parte superior de la jerarquía – esto
es el caso de las dos muestras en el nivel III (UR 66 y UR67). Yo diría que
lo que estamos viendo aquí es una situación en la que los khipus del nivel
I estaban destinados a servir para efectos locales, dentro de Puruchuco,
mientras que al menos uno de los pares de los khipus en el nivel III fue
concebido para ser enviado fuera de Puruchuco, para ser inspeccionado
por otro tipo de supervisores.12 A continuación veremos cómo los
cálculos se vuelven mucho más precisos en la relación sumatoria entre el
nivel II y nivel III de los khipus.
Antes de continuar con la explicación de la suma de los valores dentro
de la jerarquía contable, algo se debe decir sobre el hecho de que las seis
secciones de khipus en el nivel I suman los valores solo en las secciones
medias de los khipus en el nivel II. Como he señalado anteriormente,
los khipus de nivel II se organizan en tres secciones de cuerdas, más
un segmento introductorio. Si los dos khipus de nivel I mostrados en
la Figura 5.6 solo suman hasta la parte media de las tres secciones de
cordeles en los khipus de nivel II, ¿de dónde vienen los valores de las
otras dos secciones de los khipus de nivel II? A continuación planteo que
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
123
Inicio, 13 cuerdas
Inicio, 12 cuerdas
Figura 5.11. Tres secciones del khipu de nivel II UR68 (izquierda) suman a los valores del khipu
de nivel III UR67 (derecha) (dibujo de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
las otras dos secciones de los khipus de nivel II deben haber recibido sus
valores, cada una, de un par de khipus (como el par que suma hasta la
sección media) que no fueron hallados en la urna con el resto del archivo.
Estos khipus deben estar perdidos. Volveré a este punto más adelante.
Continuando con la sumatoria hacia arriba, pasaremos a considerar la
relación entre UR68 (nivel II) y UR67 (nivel III). Esta relación se ilustra
en la Figura 5.11, donde UR68 es desmontado en sus tres subdivisiones
de color seriado, las que se muestran alineadas con las agrupaciones
de cuerdas similarmente seriadas en color del khipu UR67. Las sumas
entre UR68 y UR67 – es decir, la adición de los valores alineados
horizontalmente desde UR68 a través del cordel alineado en UR67 –
son más exactas que aquellas entre UR63 y UR68. Dejando de lado la
cuerda rota en UR67, los valores difieren en solo dos casos, y en cada caso
las discrepancias son pequeñas: 2904 en lugar de 2908 y 161 en vez de
162. El alto grado de varianza (o «informalidad») presente en la conexión
entre los niveles I y II se ha reducido considerablemente entre los niveles
II y III.
La descripción anterior de las relaciones aritméticas dentro de la
jerarquía contable de Puruchuco demuestra que estos khipus registraron
124
La historia inka en nudos
Reconstrucción hipotética de la jerarquía contable de Puruchuco
hipotético
hipotético
Figura 5.12. Reconstrucción hipotética de la jerarquía contable de Puruchuco completa (dibujo
de Julia L. Meyerson; utilizado con permiso).
información recogida de varias fuentes, que fueron en última instancia
sintetizadas en un par de khipus finales o autoritativos (es decir, en el nivel
III). Uno de estos «borradores finales» de khipus podrían haber estado en
Puruchuco, sirviendo como referencia local, mientras que el otro debió
ser enviado a uno de los tres centros administrativos/contables inkas en
el valle del Rímac mencionado anteriormente. Por otro lado, dado que
ambos khipus de nivel III fueron hallados en la urna de la tumba de un
(presunto) khipukamayuq, tal vez ambos dispositivos eran borradores que
estaban destinados a permanecer en Puruchuco, y una copia fue enviada
a uno de los centros administrativos – donde permanece hoy en día, y
puede potencialmente ser descubierta por un arqueólogo en el futuro.
Como se ha señalado, parece que al archivo de Puruchuco le faltan
cuatro khipus de nivel I. Estos habrían servido como fuentes (dos por
sección) para las dos secciones de khipus de nivel II no contabilizados
en el archivo existente. Es así que en algún momento debe haber
habido cuatro khipus adicionales de nivel I, que contenían información
eventualmente registrada en las dos subunidades adicionales de khipus
de nivel II. La Figura 5.12 muestra una reconstrucción del total de la
jerarquía contable en Puruchuco. Uno de estos pares (¿perdidos?)
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
125
habría sumado hacia las subunidades del extremo izquierdo en el nivel
II (sumando 1212/3), mientras que el otro par habría producido sumas
registradas en las subunidades a la derecha de la sección central (sumando
459). A excepción de los segmentos introductorios, todas las cuerdas de
los khipus de nivel III están involucradas en la relación de sumatoria.
Conclusiones
Parece que la estructura original de la jerarquía contable de Puruchuco
contenía seis khipus emparejados de nivel I, cuyos valores fueron
sumados para producir aquellos registrados en las tres subunidades de
tres khipus en el nivel II, cuyas subunidades, a su vez, fueron sumadas
y registradas en los dos khipus de nivel III. Por lo tanto, la información
fue bien canalizada o sintetizada hacia arriba dentro de esta jerarquía,
o alternativamente, la información fue subdividida y distribuida hacia
abajo entre los tres niveles de khipus. Creo que la jerarquía contable de
Puruchuco representa un conjunto de registros que fueron consultados
tanto dentro de la comunidad local como en el exterior, en un centro
administrativo provincial inka.
Los khipukamayuqs de Puruchuco probablemente informaron al jefe
de los administradores de registros en cordeles en uno de los centros
administrativos inkas en el valle del Rímac. Los khipus de nivel III,
por ejemplo, bien pueden representar un conjunto de instrucciones
que fueron enviadas al señor de Puruchuco desde uno de los centros
administrativos, requiriendo algún tipo de atención por parte del palacio,
o podrían haber constituido informes sobre los recursos o actividades
locales en Puruchuco, que habían sido preparados para su envío a un
centro contable. En cualquiera de estos escenarios, los khipus fueron
requeridos para indicar su destino u origen. Si numerosos khipus llegaban
a un archivo central para su almacenamiento, o eran dispersados desde
ese archivo hacia distintos lugares, habría sido útil, sino esencial, tener
identificadores de lugares codificados dentro de cada khipu. Creo que los
segmentos introductorios en los khipus de niveles II y III en Puruchuco,
con su particular disposición de doce cuerdas, tres de las cuales llevan
nudos en forma de «8» en ciertos cordeles, identificaron estos dispositivos
– en signos semasiográficos – como pertenecientes a «Puruchuco».
La jerarquía contable que hemos examinado en este capítulo – y que
existe hoy en día como una colección de khipus dispares en el Museo de
Sitio de Puruchuco – es finalmente una colección estática de registros
inkas en cuerdas anudadas. En el pasado, sin embargo, estos documentos
126
La historia inka en nudos
en cordeles tenían un rol activo y vital en la economía política de la
llanura costera del valle del río Rímac, dirigiendo el movimiento de
bienes, recursos y/o personas hacia o desde el palacio de Puruchuco.
Como tal, estos khipus pueden ser considerados como documentos
históricos que detallan las acciones que ocurrieron en algún momento en
el tiempo en este lugar importante dentro de la gran y compleja red de
sitios habitados dentro del Tawantinsuyu.
Construyendo los registros del palacio de Puruchuco
127
6
Contabilidad para el Oráculo
ADMINISTRACIÓN DE REGISTROS EN
PA C H A C A M A C , VA L L E D E L U R Í N
En tiempos precolombinos, el sitio arqueológico de Pachacamac fue
un centro de peregrinación y residencia de uno de los oráculos más
poderosos y renombrados en los Andes Centrales. Tal estatus del sitio ha
sido reconocido por la gran mayoría de arqueólogos, comenzando con las
primeras excavaciones del alemán Max Uhle.1 Si bien los investigadores
todavía mantienen opiniones divididas respecto a si Pachacamac tuvo
o no una ocupación significativa asociada a la cultura Wari durante el
Horizonte Medio (600-1000 d.C.), existe mucha evidencia que demuestra
la importancia del lugar como un centro de peregrinación desde por
lo menos el periodo Intermedio Tardío (1000-1450 d.C.) continuando
hasta y a lo largo de la época Inka, durante el Horizonte Tardío (14501532 d.C.; ver Figura 6.1).2
Situados en la desembocadura del valle del río Lurín, Pachacamac y
una gran cantidad de sitios en el cercano valle del Rímac (incluyendo
Puruchuco, examinado en el Capítulo 5), justo al norte del valle de Lurín,
formaron el núcleo de desarrollo del Señorío de Ychsma, un poderoso
reino, o forma de gobierno a nivel de jefatura, cuya extensión territorial
total sigue siendo objeto de controversia (ver Figura 6.2).3 Pachacamac
era la residencia del oráculo más poderoso en la costa y en gran parte de
la sierra de lo que hoy es el centro de Perú. Peregrinos venían desde muy
lejos para visitar el oráculo, consultar a este poderoso vidente y dejar
ofrendas – tal vez consideradas como pago por la ayuda o revelación de
acontecimientos futuros – con los sacerdotes que asistían al oráculo y
administraban las actividades en el sitio.
Los inkas comenzaron a incursionar en el territorio del reino Ychsma
a mediados del siglo XV d.C., probablemente solo unos 75 años antes
de la invasión española en 1532. Construyeron y mantuvieron una serie
de edificios importantes en el sitio, incluyendo una plaza para acoger
PERÚ
Océano Pacífico
LEYENDA
Figura 6.1. Las cuatro regiones del Tawantinsuyu y el Señorío de Ychsma (dibujo de Julia J.
Meyerson; utilizado con permiso).
Los seis señoríos del valle del Rímac y
sus capitales (curacazgos)
El señorío del valle de Lurín y
sus cuatro ayllus
Ayllus de Lurín
Figura 6.2. Señoríos, curacazgos y ayllus locales del Señorío de Ychsma, costa central de Perú
(dibujo de Julia J. Meyerson; utilizado con permiso).
peregrinos, una casa de aqllas (mujeres al servicio al Estado inka) y un
imponente Templo del Sol (ver Figura 6.3).4
Pachacamac ocupa una posición importante y única en la historia
prehispánica tardía del khipu. Si bien solo un puñado de estudios
documentan la excavación de khipus recuperados en Pachacamac (ver
más adelante),5 este sitio es de hecho el origen más común de varios de
los 923 khipus registrados en el inventario del proyecto Khipu Database
de la Universidad de Harvard (ver el apéndice de este capítulo). Un
total de 91 muestras de khipus proceden de Pachacamac (Figura 6.4).
Puesto que se trata de la fuente de alrededor de la décima parte del total
de muestras de khipus conocidas, uno debe preguntarse: ¿qué estaba
pasando durante la ocupación inka en Pachacamac que dio lugar a tan
extraordinario nivel de control contable y manejo de registros? Y ¿qué
podemos aprender sobre el arte de teneduría de registros inkas a partir de
la gran colección de khipus encontrados en el sitio?
El estudio de los khipus de Pachacamac ofrece oportunidades únicas,
así como interesantes desafíos. Por un lado, encontramos que hay un
alto grado de variación en las estructuras, color, agrupaciones de cuerdas
y otras características de este corpus de khipus en comparación con
otras colecciones locales. Es probable que esta gran variedad estuviera
relacionada con el estatus de Pachacamac como un gran centro de
Contabilidad para el oráculo
131
Figura 6.3. Pachacamac: Plano del sitio (cortesía de Peter Eeckhout).
peregrinación, un lugar que atrajo a seguidores de todas partes alrededor
de los Andes Centrales portando ofrendas al oráculo – además de sus
propios khipus. Esto probablemente explica no solo la gran cantidad de
khipus hallados en el sitio, sino también su variabilidad y diversidad. Es así
que, en tanto Pachacamac se convirtió en un depósito central de registros
en cordeles producidos en diferentes regiones de todo el Tawantinsuyu,
el corpus de khipus del sitio cobra extraordinaria importancia debido a
la perspectiva que ofrece acerca de la estandarización de la construcción
de estas cuerdas, así como revela el convencionalismo en el manejo de
khipus a nivel imperial y en qué medida se lograron esas cualidades.
132
La historia inka en nudos
Figura 6.4. Khipu RN5644 de Pachacamac (cortesía de Denise Pozzi-Escot, directora del Museo
de Sitio de Pachacamac; foto de Rommel Ángeles).
Al mismo tiempo, y por la misma razón (es decir, debido a que los
khipus fueron traídos a Pachacamac desde tierras lejanas), las muestras
que encontramos en el lugar representan un desafío en términos de su
análisis e interpretación. Esto se debe a que si bien es cierto muchos de
estos khipus no tenían una conexión íntima con Pachacamac en términos
de su lugar de producción (como fue el caso de las colecciones locales
Contabilidad para el oráculo
133
que se hallaron en Atarco, Laguna de los Cóndores y Puruchuco), hay
interrogantes respecto a dónde fueron producidos, y si sus características
son necesariamente indicadores de una tradición de producción de la
costa central (en vez de una conexión con la costa o sierra, sea hacia el
norte o sur). Es así que si bien debemos ver esta colección como «khipus
de Pachacamac», ya que es el sitio donde fueron recuperados, y si bien
pueden, de hecho, haber sido producidos con conocimiento o intención,
por parte de sus productores, de que su uso o destino sería Pachacamac,
debemos tener en cuenta que varias de estas muestras podrían pertenecer
y/o haber sido originarias de diferentes sitios a lo largo de todo el
territorio del Tawantinsuyu.
Estudios de los khipus de Pachacamac a la fecha
Se han hecho notables contribuciones al estudio de los khipus centradas
en Pachacamac. La más importante es de Hugo Pereyra (2006), quien
realizó un excelente estudio de los khipus depositados en el Museo
de Sitio de Pachacamac. Además, se han producido dos importantes
descubrimientos de khipus científicamente excavados en diferentes
sectores del sitio. Este es un hecho poco habitual para los khipus, dado
que la mayoría de las muestras en museos fueron saqueadas y vendidas
en el mercado ilegal de antigüedades, y luego terminaron en museos
o colecciones privadas debido a ventas, donaciones u otros medios.
Comienzo este resumen del corpus de Pachacamac describiendo los
dos grandes conjuntos de khipus excavados, antes de proporcionar una
visión general del corpus total de khipus.
Un paquete de khipus en un morral de piel de ciervo
El primer descubrimiento y excavación bien documentada de un
conjunto de khipus se dio en 1976, por el arqueólogo peruano Alberto
Bueno Mendoza (1990). Al realizar tareas de limpieza en estructuras para
la implementación de una ruta de acceso para turistas a lo largo del lado
sur de Pachacamac, Bueno y su equipo descubrieron un compartimento
cuadrangular hecho de unas pocas hileras de adobes y cubierto con tierra
y arena. En el centro de la pequeña estructura, Bueno encontró una
bolsa, o morral, hecha con la piel de un ciervo joven (no se identificó la
especie del ciervo) que contenía khipus y otros objetos (Figura 6.5).
134
La historia inka en nudos
Figura 6.5. Bolsa de piel de ciervo conteniendo khipus de Pachacamac (cortesía de Denise
Pozzi-Escot, directora del Museo de Sitio de Pachacamac; foto de Rommel Ángeles).
Figura 6.6. Morral de piel de ciervo depositado debajo de la Casa del Khipu (según Bueno Mendoza 1990: 99, lámina B).
Figura 6.7. La Casa del Khipu hoy en día (fotografía de Gary Urton).
Figura 6.8. Detalle del khipu RN81679 de la bolsa de piel de ciervo de Pachacamac (cortesía de
Denise Pozzi-Escot, directora del Museo de Sitio de Pachacamac; foto de Rommel Ángeles).
La pequeña estructura en la que se encontró este bulto se encuentra
hacia el este y cuesta abajo de los restos de una construcción a manera de
vivienda, que posteriormente recibió el nombre de Casa del Khipu (ver
el dibujo del hallazgo hecho por Bueno en la Figura 6.6 y su estado actual
en la Figura 6.7).
Dentro de la bolsa de piel de ciervo Bueno encontró los siguientes
artículos: nueve khipus enrollados (es decir, envueltos en forma de
espiral), dos fragmentos de khipus, 25 cuerdas sueltas de khipus, dos
valvas completas de conchas marinas y tres fragmentos de valva de ostra
espinosa (Spondylus princeps), así como dos pequeñas conchas marinas
(no identificadas). Los khipus estaban relativamente bien conservados
(varios de los khipus fueron rearmados y actualmente se exhiben en el
Contabilidad para el oráculo
137
Museo de Sitio de Pachacamac). Uno de los khipus, que lleva una borla
en un extremo, es mostrado en la Lámina 4. Una inspección detallada
de la colocación escalonada de los grupos de nudos en este espécimen
muestra que los valores fueron registrados en millares. Claramente hubo
una gran cantidad de artículos que estaban siendo contabilizados en este
khipu. Desafortunadamente, precisamente lo que se estaba contabilizando
no puede ser determinado en la actualidad.
Tanto khipus como otros artículos estaban envueltos en una red
dentro del morral de piel de ciervo. Basándose en la disposición de la
bolsa de piel de ciervo, que mostró signos de un intento no del todo
exitoso de asegurar su apertura con fibras de maguey, Bueno llegó a
la conclusión de que quien tuvo este paquete en posesión debe haber
trabajado rápidamente para cerrarlo y disponer de él, como si fuera a ser
escondido.6 Bueno no especula sobre el por qué alguien podría haber
tratado de asegurar y esconder el paquete tan rápidamente. Dos khipus
adicionales de la bolsa de piel de ciervo son mostrados en la Lámina 5 y
en la Figura 6.8.
¿Cuál es la posible importancia de este conjunto de khipus y la
presencia de fragmentos de conchas de Spondylus en el paquete? El
Spondylus, especialmente en forma de polvo finamente molido (mullu),
fue uno de los objetos más sagrados incluidos en ofrendas rituales en los
Andes precolombinos.7 La asociación de khipus con conchas Spondylus
sugiere que estos registros en particular eran de considerable importancia
sagrada y/o ceremonial. De hecho, la Casa del Khipu se encuentra
relativamente cerca de una serie de estructuras rituales y ceremoniales,
incluyendo construcciones conocidas tales como el Templo Antiguo,
el Templo Pintado, el Templo del Sol, y no está lejos de la Plaza de
los Peregrinos. Estos fueron presumiblemente algunos de los principales
sitios donde las mercancías habrían sido descargadas (de caravanas de
llamas), depositadas y contabilizadas por los administradores de registros
en cuerdas antes de ser almacenadas, o tal vez utilizadas inmediatamente
en actividades ceremoniales en el sitio.
En cuanto a la filiación cultural del morral de piel de ciervo,
Bueno encontró numerosos fragmentos de cerámica policroma de
estilo cusqueño, así como alfares negros incisos del Horizonte Tardío
esparcidos cerca de la Casa del Khipu. Estas piezas cerámicas, así como
los propios khipus inkas – instrumentos de contabilidad por excelencia
– fueron interpretados por Bueno como indicadores de que esta zona
de Pachacamac fue de particular importancia para el inka durante su
ocupación del sitio.8
138
La historia inka en nudos
Evidencia que vincula actividades de almacenamiento y contabilidad
El vínculo entre los registros en cordeles y el almacenaje en Pachacamac
fue subrayado por los primeros visitantes españoles. Cuando Hernando
Pizarro, hermano del conquistador y primer gobernador de Perú
Francisco Pizarro, visitó el gran centro de peregrinación en 1533, solo
unos meses después de la derrota inka a manos de las tropas españolas
en Cajamarca, él y sus soldados removieron varios artículos de uno
de los almacenes situados a lo largo del camino real que cruzaba todo
Pachacamac. Hernando Pizarro señaló que cuando él y sus hombres
tomaron los artículos – leña, «ovejas» [llamas], maíz y chicha [cerveza
de maíz] – los custodios del almacén «desataron algunos de los nudos
que tenían la sección de depósitos [del khipu], y los [re]anudaron en
otra sección [del khipu]».9 Es evidente, entonces, que los khipukamayuqs
llevaban cuentas en cordeles de lo que entraba y salía de los almacenes.
Debemos distinguir entre la contabilidad relacionada con los bienes
mantenidos en los almacenes para fines religiosos, y la contabilidad
relacionada con las actividades administrativas estatales. Si bien el
manejo de registros del Estado involucró una contabilidad aplicada
en los almacenes (por ejemplo, para lo militar; ver el Capítulo 9), los
contadores del Estado estaban también, sino principalmente, encargados
los registros administrativos relacionados con los censos y tributos, los
cuales estaban vinculados con el sistema inka de prestaciones de mano
de obra como tributo (mit’a; ver el Capítulo 4). En su gestión de los
asuntos administrativos del Estado en los valles de Rímac y Lurín, los
inkas establecieron centros administrativos/contables en tres sitios:
Carabayllo, Maranga y Surco (ver la Figura 5.1). Cada centro del valle del
Rímac supervisó una unidad hunu (10 000) de trabajadores tributantes.10
No había ningún centro de contabilidad de nivel hunu en el valle de
Lurín, donde se encuentra Pachacamac. Más bien, la contabilidad en el
valle durante la época Inka parece haber estado centrada en la gestión
de los bienes que entraban y salían del centro religioso/ceremonial
de Pachacamac mismo. Los almacenes de Pachacamac pueden haber
sido controlados por el Estado, pero es igualmente posible que estos
almacenes particulares hayan sido propiedad del oráculo, en cuyo caso
los contadores habrían operado bajo la responsabilidad de los sacerdotes
residentes, quienes supervisaban el oráculo y sus recursos.
El arqueólogo belga Peter Eeckhout ha proporcionado recientemente
una visión general de los almacenes y los khipus asociados recuperados en
diferentes sectores de Pachacamac. Esto incluye la colección recuperada
por Bueno en la Casa del Khipu; una muestra de la Pirámide 3; y otra de
Contabilidad para el oráculo
139
Figura 6.9. Estructura E8 de Pachacamac, reconstrucción (fotografía y plano cortesía de Peter
Eeckhout).
la Pirámide 2, sector 4.11 Además, los inkas construyeron instalaciones de
almacenamiento en las inmediaciones de la plaza rectangular conocida
como Plaza de los Peregrinos, hacia el extremo sur del sitio (cerca de
la Casa del Khipu), y en una estructura en el extremo norte del sitio,
denominada Estructura E8.12 Eeckhout argumenta que los inkas
construyeron la Plaza de los Peregrinos «para hacer del sitio un centro
de peregrinación a nivel imperial».13 Los almacenes cercanos sin duda
enfatizaron los esfuerzos del inka por apoyar y promover el oráculo de
Pachacamac en todo el imperio.
La Estructura E8 (Figura 6.9) se compone de dos partes: un gran patio
y una serie de cámaras de planta cuadrangular, dispuestas en dos filas
paralelas de diez unidades cada una a lo largo de la pared sur del patio.14
Como señala Eeckhout,15 esta disposición es similar a las estructuras
contemporáneas halladas en la costa sur de Perú, en Tambo Viejo y
Quebrada de la Vaca.16 Esta disposición arquitectónica también se ve
en el sitio de Inkawasi, en la costa sur, donde el arqueólogo peruano
Alejandro Chu recuperó 34 khipus bien conservados en una gran
instalación de almacenaje (Capítulo 9).17 Es evidente que los inkas
desarrollaron una infraestructura eficiente para mover, almacenar y
contabilizar los bienes en los sitios de la costa central y sur del Perú, y
Pachacamac no fue una excepción. Es importante destacar que mientras
que los otros sitios mencionados son tambos (estaciones de paso a lo largo
140
La historia inka en nudos
del Camino Inka), o estaban relacionados con las operaciones militares,
el control de las poblaciones, así como el movimiento, alojamiento y
aprovisionamiento de los funcionarios administrativos del Estado, la
infraestructura para el almacenaje/contabilidad en Pachacamac parece
haber estado principalmente relacionada con la acogida de peregrinos y
sus ofrendas en honor al gran oráculo.
En su trabajo en la Estructura E8, Eeckhout descubrió que también
había una habitación en la parte delantera y central de las unidades de
almacenaje. Cuando excavó este ambiente encontró nueve khipus, la
mayoría de los cuales estaban enrollados en la típica forma de espiral
en la que los khipus eran almacenados en los archivos (Figura 6.10).
Lamentablemente, todos los khipus estaban en muy mal estado de
conservación, lo que hizo imposible realizar estudios posteriores. Eeckhout
también recuperó un magnífico kero de madera (vaso para bebida) con un
motivo inciso de planta de maíz finamente tallado en la parte lateral.
En su interpretación del ambiente excavado, Eeckhout concluye
que «en lo que respecta a la Estructura E8, la presencia de un grupo de
khipus..., un kero de madera decorado y el contexto general, lleva a la
conclusión de que este ambiente fue ocupado por un funcionario que se
dedicó a la administración de los bienes que llegaban al edificio, situado
estratégicamente en el margen de la zona monumental».18 Eeckhout
concluyó señalando que estos hallazgos en la Estructura E8 señalan la
importancia de las funciones ceremoniales y religiosas – incluyendo
festines y consumo de chicha, que era servida en keros (ver el Capítulo 7)
– en Pachacamac, especialmente en la Plaza de los Peregrinos. Fue aquí,
argumenta Eeckhout, donde los inkas recibieron grandes procesiones
de peregrinos de todo el imperio, que llegaban a ofrecer sus respetos al
oráculo de Pachacamac, en busca de profecías y el poder de curación para
los enfermos. Sugiere que los peregrinos llegaron con ofrendas, lo que
requería una infraestructura sustancial para que las llamas descarguen, así
como almacenes y dispositivos de contabilidad.19
En resumen, podemos concluir que este gran corpus de muestras
hallado en diferentes sectores de Pachacamac refleja la intención, tanto
de los funcionarios como de los peregrinos, de llevar un registro de las
donaciones, ofrendas o pagos ofrecidos al oráculo. Con la realización
de este alto nivel de actividad contable surge el sentido de que hubo
una fuerte noción de «crédito» impregnada estos intercambios. Estos no
fueron obsequios otorgados en forma anónima; más bien debe haber
habido una fuerte presunción de que lo que se daba o pagaba exigía
no solo un justo reconocimiento, sino presumiblemente algún tipo de
Contabilidad para el oráculo
141
Figura 6.10. Estructura E8 indicando la localización de los khipus hallados en ella (fotografía y plano
cortesía de Peter Eeckhout).
retorno o beneficio. Si lo que se esperaba era que este beneficio tomara la
forma de buena fortuna, o salud, o lo que sea, no lo podemos saber. No
obstante, esto sugiere que tales nociones y motivaciones, como el débito,
crédito, supervisión y control, estaban impregnadas en las relaciones e
interacciones centradas en el oráculo. Estos valores representan algunas
de las características centrales de la «historia», que algún día podría ser
escrita en forma completamente narrativa a partir de los registros khipus,
de lo que ocurrió en este gran centro ritual y ceremonial al momento de
su encuentro con los inkas.
El corpus completo de khipus de Pachacamac
Los 91 khipus de Pachacamac están descritos el apéndice de este capítulo.
En la primera columna de la izquierda se presenta el código asignado
a las muestras por el autor. La notación en la segunda columna de la
izquierda identifica al investigador que estudió la muestra (por ejemplo,
AS = Ascher, HP = Hugo Pereyra, y UR = Urton) y el número de la
muestra en la obra de tal investigador. La tercera columna de la izquierda
muestra el valor numérico total registrado en tal khipu en el sistema
decimal de valor por ubicación de los nudos atados de forma escalonada
en las cuerdas de los khipus. El patrón de color dominante de los cordeles
es mostrado en la cuarta columna; la longitud de la muestra se encuentra
en la quinta columna; y el museo donde ahora se encuentra tal espécimen
está en la última columna.
Las 91 khipus Pachacamac varían en su construcción. Hay, por
ejemplo, una enorme variación en la longitud de las cuerdas principales,
que van desde 3,1 cm (fragmento #60) hasta 280,5 cm (#70). El número
promedio de cuerdas en los khipus que tienen únicamente cordeles
colgantes y sin cuerdas subsidiarias es de 52. Para los khipus con cordeles
colgantes que presentan cuerdas subsidiarias el número promedio de
cordeles colgantes es 67. El sesenta y siete por ciento de las 91 muestras
tienen cuerdas subsidiarias.
El número de cordeles en los agrupamientos de cuerdas, o clusters, a lo
largo de los cordeles primarios es a menudo una característica importante
en la construcción de khipus (como hemos visto, por ejemplo, en los
grupos de cuatro cuerdas seriadas en color de Puruchuco, en el Capítulo
5). La segregación espacial entre los grupos de cordeles es también una
característica a tener en cuenta (ver la Figura 6.11). El tamaño de grupo
más común en el corpus de Pachacamac es el de cinco cuerdas. Se cuenta
con 169 muestras de grupos de cinco cuerdas en este corpus. El siguiente
Contabilidad para el oráculo
143
Figura 6.11. Khipu RN83852 (cortesía de Denise Pozzi-Escot, directora del Museo de Sitio de
Pachacamac; foto de Rommel Ángeles).
grupo más común es el de tres cuerdas (144 casos), seguido de grupos de
un cordel (116 muestras), grupos de dos cuerdas (80 casos), grupos de
cuatro cuerdas (79 ejemplos), y grupos de seis cordeles (74 casos). A partir
de ahí, la frecuencia de agrupaciones de cuerdas cae considerablemente
(por ejemplo, 45 grupos de siete cuerdas; 32 grupos de diez cuerdas; 30
grupos de nueve cuerdas, etc., hasta llegar a los casos individuales con
diversas variantes).
Si bien los archivos de otros sitios comúnmente contienen valores
regulares, o estándares, de agrupaciones de cuerdas, este no es el caso de
las muestras de Pachacamac. Como vimos en los khipus de Puruchuco
analizados en el Capítulo 5, por ejemplo, mientras que los khipus
pueden mostrar agrupaciones espaciales de cuerdas en una, tres o seis
secciones, dentro de esas secciones hay una organización casi uniforme
de agrupaciones de cuerdas seriadas en cuatro colores. En el Capítulo 12
vamos a analizar un archivo del valle de Santa, donde todas las muestras
están divididas en agrupaciones de franjas de colores de seis cuerdas. En
Pachacamac la amplia variación en los valores de las agrupaciones de
cuerdas sugiere que estas muestras pueden haber provenido de varias,
sino muchas y diferentes, tradiciones regionales de registros en cordeles.
En cuanto al registro de los valores numéricos en el corpus de khipus
de Pachacamac, el total registrado en nudos en las muestras varía entre un
mínimo de 10 (khipu nro. 9) hasta un máximo de 205 515 (khipu nro. 6;
ver el apéndice de este capítulo). Los siguientes gráficos de distribución
de valores ofrecen detalles más finos del análisis de la distribución de
valores numéricos de diferentes magnitudes. El Cuadro 6.1 muestra la
distribución total de los valores de cuerdas en todos los khipus, desde
el más bajo (0) hasta el más alto (200 000+). El Cuadro 6.2 reduce la
concentración de valores numéricos registrados en los khipus de
Pachacamac, centrándose solo en los khipus con valores entre 0 y 10 000
(la unidad administrativa hunu de los inkas). Estos dos cuadros muestran
que, mayoritariamente, los khipus de Pachacamac registran valores
numéricos por debajo de 2000; la mayoría está por debajo de 1000. La
media de todos los valores de los khipus registrados es 1486; el promedio
es 15 610. Esto nos da una idea aproximada de la magnitud numérica
predominante de las unidades de objetos que los khipukamayuqs estaban
almacenando y registrando en Pachacamac.
El color de la cuerda es otra área de variación en los khipus. El Cuadro
6.3 muestra, a lo largo del eje vertical (y), los totales relativos de colores
de los cordeles colgantes en el archivo de Pachacamac. El eje horizontal
muestra las notaciones de los colores. Los colores predominantes
son blanco (W), marrón medio (MB), marrón claro (AB) y marrón
Contabilidad para el oráculo
145
Frecuencia
Valor de distribución de los khipus
Valor del khipu
Cuadro 6.1. Distribución del valor numérico total de todos los khipus de Parchacamac.
Frecuencia
Valores de distribución de khipus <10000
Valor del khipu
Cuadro 6.2. Khipus de Parchacamac con valores numéricos menores a 10 000.
Distribución de colores en los khipus de Pachacamac (solo colgantes)
Cuadro 6.3. Distribución de colores en las cuerdas colgantes en los khipus de Parchacamac.
amarillento moderado (B). A partir de ahí las frecuencias caen a cinco
tonos de marrón o marrones mezclados con blancos. Tonalidades más
brillantes y coloridas aparecen con poca frecuencia en los khipus de
Pachacamac.
Los archivos khipus de sitios específicos muestran una considerable
regularidad en el uso del color (en vez de la separación) como base para la
formación de agrupaciones de cuerdas. Los dos patrones predominantes
observados en el corpus total de 923 khipus inventariados por el proyecto
Harvard Khipu Database son: bandas de color (es decir, un conjunto de
cuerdas de un solo color seguido de un conjunto de color diferente,
seguido por un conjunto de un tercer color, etc.; ver la Figura 6.12 y la
discusión sobre las franjas de colores en el valle de Santa en el Capítulo
12), y la seriación de color (esto es, la repetición de una serie de diferentes
colores en un conjunto de cuerdas: blanco, marrón claro, marrón oscuro,
marrón y blanco con manchas // blanco, marrón claro, marrón oscuro,
marrón y blanco con manchas // y así se repite sucesivamente...; ver la
Figura 6.13 y la discusión sobre la seriación de color en los khipus de
Puruchuco en el Capítulo 5).
En cuanto a la codificación de color como una técnica para dar
formato a las agrupaciones de cuerdas en el corpus de Pachacamac, 45
muestras presentan franjas de color, 25 tienen seriación de color, 16
especímenes muestran tanto franjas de color como seriación de color, y
el resto de la muestra no tiene formato de color que forme algún tipo de
cluster de cuerdas. Una vez más, estos patrones representan un alto nivel
Contabilidad para el oráculo
147
Figura 6.12. Khipu RN43393 ilustrando las bandas de color (cortesía de Denise Pozzi-Escot,
directora del Museo de Sitio de Pachacamac).
Figura 6.13. Khipu RN81938 ilustrando la seriación de color (cortesía de Denise Pozzi-Escot,
directora del Museo de Sitio de Pachacamac; fotografía de Rommel Ángeles).
Tabla 6.1. Khipus correspondientes de Pachacamac.
Khipu
Valor
numérico
UR1131
UR1095
10449
9694
W
B
146 cuerdas; cada cuerda tiene una subsidiaria
146 cuerdas; aprox. 1/4 llevan subsidiarias;
UR1144
UR218
8148
8282
LB:W
AB
62 cuerdas; no subsidiarias
62 cuerdas; no subsididarias
UR1151
AS189
228
290
KB-W
W
23 cuerdas; aprox. 2/3 llevan subsidiarias
23 cuerdas; aprox. 2/3 llevan subsidiarias
UR1096
437
UR196
410
77 cuerdas; cada 7ma cuerda es una cuerda superior
78 cuerdas; todas (excepto una docena aprox.) tienen una o más
KB:W:KB
subsidiarias
HP018
UR243
434
439
W
28 cuerdas; cuerdas #3 a #9 llevan una subsidiaria cada una
28 cuerdas; solo la cuerda #1 tiene subsidiaria
UR226
UR230
12019
830
AB
MB
36 cuerdas; de la cuerda #16 a #36 aprox. 3/4 tienen subsidiarias
36 cuerdas; de la cuerda #16 a #29 aprox. 3/4 tienen subsidiarias
Color
Número de cuerdas y otras estructuras
de variabilidad intra-archivo en comparación con otros sitios y posibles
procedencias dentro del territorio inka.
El mensaje que podemos extraer de estas discusiones sobre la
construcción, números y colores de los khipus es que el corpus de
Pachacamac es bastante variado en todos estos aspectos – por lo general
mucho más de lo que puede decirse de otras colecciones locales. Volveré
a tratar esta cuestión en las conclusiones.
¿Contabilidad y controles, o contabilidad de controles y equilibrios en
Pachacamac?
Los tipos de controles que pueden haber existido en el sistema contable
de Pachacamac son inferidos a partir de la aparente presencia de khipus
«correspondientes» o «estrechamente correspondientes» (ver los capítulos
4, 5, 8 y 9).20 Estos son pares de muestras que tienen números iguales o
cercanos de cuerdas, un mismo o similar patrón de colores, y los mismos o
cercanos valores numéricos anudados en series de cordeles. En el Capítulo
921 sostengo que tanto khipus «correspondientes» como «estrechamente
correspondientes» pudieron haber constituido ejemplos de controles y
equilibrios de cuentas – tal vez algo parecido a la contabilidad de doble
entrada en los registros en cordeles inkas. En Pachacamac hay seis pares
«estrechamente correspondientes» (Tabla 6.1).
Contabilidad para el oráculo
149
¿Qué podría explicar estos emparejamientos de khipus? Podrían indicar
que los khipukamayuqs de Pachacamac trataron de ejercer algún grado
de control sobre lo que se declaró que había entrado en el sitio, como
ofrendas, y lo que se contabilizó como que realmente llegó, o lo que se
había almacenado versus lo que había salido del almacén, para ser ofrecido
al oráculo y/o para los funcionarios del templo. Los khipus emparejados
estrechamente correspondientes fueron un instrumento de contabilidad
de controles y equilibrios. Uno de esos pares de khipus estrechamente
correspondientes podría haber sido conservado por quienes trajeron
mercancías al lugar y decían haberlas descargado (por ejemplo, en la
Plaza de los Peregrinos), mientras que el otro par podría haber registrado
lo que los khipukamayuqs de Pachacamac contabilizaron y aseguraban
que tal mercancía realmente había sido donada, y de hecho recibida (ver
el Capítulo 9 para prácticas contables similares en las instalaciones de
almacenamiento de Inkawasi).
Interpretación e implicancias de la diversidad en el corpus de khipus de
Pachacamac
El corpus de khipus de Pachacamac difiere en un aspecto importante de
otros archivos khipus documentados a lo largo de la costa de Perú. En la
mayoría de casos, cuando en un sitio determinado se hallan numerosas
muestras (por ejemplo en Puruchuco; Capítulo 5), estas, por lo general,
comparten una serie de características estructurales y físicas (por ejemplo,
patrones de color, modo de construcción, patrones direccionales de nudos,
etc.).22 El corpus de Pachacamac, sin embargo, muestra una notable gama de
variantes en tamaño, características estructurales, patrones de colores y otros
rasgos. ¿Por qué los khipus de Pachacamac muestran tal variedad, y por qué
son tan notablemente distintos en comparación con otras colecciones?
Gran parte de la diversidad del corpus de Pachacamac podría reflejar
los remotos orígenes de los khipus traídos a este gran centro/oráculo por
peregrinos de todo el imperio. Algunos khipus pueden haber sido hechos
y utilizados en Pachacamac, tal vez por khipukamayuqs locales al servicio
del gran oráculo. Sin embargo, este corpus no parece haber sido producido
siguiendo un estándar o paradigma único de estilo local, sino que refleja
las diferentes tradiciones de registros en cordeles de todo el imperio. Es
muy probable que esta diversidad señalara el estatus de Pachacamac como
centro de peregrinación – un lugar al que la gente viajaba desde lejos
portando una gran variedad de bienes y ofrendas al oráculo, y dejando
atrás sus propios registros khipus. El llevar cuentas exactas de la gran
150
La historia inka en nudos
afluencia de finos objetos ofrecidos al oráculo era importante tanto para los
peregrinos como para los encargados de los registros, que probablemente
fueron supervisados por los sacerdotes que asistían al oráculo.
Pachacamac puede, de hecho, haber sido un lugar de excepcional
importancia en la historia del desarrollo y evolución de la práctica de
registros en cordeles en el Tawantinsuyu. En algunos otros lugares, a
excepción de los diversos centros administrativos repartidos a lo largo
de la red de caminos inkas y la propia capital del Tawantinsuyu, Cuzco,
habría habido oportunidades para el encuentro y comunicación entre
custodios de khipus de todo el imperio. Tal escenario pudo haber sido
extremadamente importante en términos de tener sitios que sirvieran
para la coordinación de actividades fundamentales, tales como el
establecer y adaptar estructuras y valores entre las distintas tradiciones de
khipus, así como para comparar las diferentes técnicas de registros entre
khipukamayuqs de todo el imperio.
Por último, me gustaría añadir que existe un peligro al ir demasiado
lejos en señalar las diferencias entre el corpus de khipus de Pachacamac
y las colecciones de otros valles a lo largo de la costa peruana. Si bien las
diferencias señaladas anteriormente son reales, un khipu sigue siendo un
khipu, y cada uno tiene esencialmente todas las características básicas que
hemos visto en otros archivos y colecciones, de modo que no hay duda
que dentro de la observada diversidad y variación de características (por
ejemplo, el número de cuerdas en agrupaciones de color codificadas),
todavía hay una considerable uniformidad general independientemente
de dónde se haya producido tal o cual colección. Esta amplia uniformidad
hace que incluso una colección tan inusual como la Pachacamac sea parte
de un grupo más grande compuesto por todos los «khipus inkas». Es
importante tener esto en cuenta, puesto que durante mucho tiempo he
sostenido23 que había un alto grado de estandarización y convencionalismo
en las características de construcción y valores de signos en todo el
corpus de khipus a lo largo del Tawantinsuyu. Pienso en la relación
de uniformidad y diversidad en la construcción de los khipus como un
orden comparable a un único idioma hablado con diferentes acentos,
o incluso dialectos. Por ejemplo, las diferencias locales y regionales en
el inglés hablado en los Estados Unidos no niegan la inteligibilidad o
intercomunicabilidad que existe entre los angloparlantes de tal país. Es
así que sugiero que debemos pensar en el estatus de las variaciones en
el corpus de Pachacamac en relación a la diversidad de los registros en
cuerdas en todo el imperio – este corpus particular era diferente, pero
incluso así era definitivamente parte de una tradición más grande y, por
lo tanto, legible mucho más allá de los confines del reino Yschma.
Contabilidad para el oráculo
151
Apéndice: Khipus de Pachacamac
Ver Lámina 14 para una explicación de los colores y abreviaturas utilizadas
ID
Valor
Color
UR1097
UR1099
AS101 - Part 1
AS101 - Part 2
UR1102
UR1104
AS110
AS111
131
15505
2100
1340
665
205515
424
1085
B
W
W
W
B:BB
LB:W
W
GG:W
W
AS112
UR1118
UR1119
UR1121
AS125
UR1131
AS134
AS139
10
56189
105947
122
48362
10449
239
4027
UR1144
UR1145
UR1151
AS156
AS158
UR1163
UR1165
UR1167
AS170
AS172
UR1175
AS187
AS188
AS189
UR115
UR1095
UR1096
UR123
UR124
UR126
UR1034
8148
19088
228
3846
149
274
473
1275
35108
74376
11979
302
593
290
190
9694
437
1164
754
190
2570
AS075
HP001
HP002
HP003
HP004
573
MB-YB
28040
29080
5023
1344
152
D0:W
DB :B:W
W
W
W
LB
MB:CB:W
W
LB:W
B
KB-W
B
LB
B
W
B-W
B
W
B:W
DB :W
W
MB-MB-AB
B
MB
AB:W
MB-MB-W
W
La historia inka en nudos
Longitud Museum
206.5
96
46.5
26.5
44.5
55.5
36
53
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
[bar]
71
50.5
161
62
200.5
72
46.5
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
52.5
143
92
80.5
23.5
25
60
62
63
54.5
210
91.5
55
48.5
34.5
89
66
28
17
35.5
243.5
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Museum of Worldculture, Goteborg, Suecia
Museum Fur Volkerkunde, Munich, Alemania
Museum Fur Volkerkunde, Munich, Alemania
Museum of Worldculture, Goteborg, Suecia
Museum of Worldculture, Goteborg, Suecia
Museum of Worldculture, Goteborg, Suecia
National Museum, Smithsonian, Washington,
DC, EEUU
Musee de l Homme, París, Francia
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
162.5
52
67
30
54.5
ID
Valor
HP005
HP006
HP007
HP008
HP009
HP010
HP011
HP012
HP013
HP014
HP017
HP018
HP019
HP020
HP021
HP022
HP023
HP024
HP025
HP026
HP027
HP028
HP029
HP030
HP031
HP032
UR196
UR197
UR199
UR200
UR201
UR202
UR208
UR212
UR213
UR214
UR216
UR218
UR226
UR230
UR243
UR245
UR244
UR246
UR247
UR248
UR249
1177
1941
6718
2690
497
63409
14856
3496
414
1107
4386
434
31
91
3501
314
1271
1277
0
0
198386
0
16404
52916
76
149
410
23594
1627
43860
73402
4679
7138
6533
9267
73
1931
8282
12019
830
439
34
401
2281
76343
42824
47809
UR253
UR254
865
625
Color
KB:W:KB
AB
KB:AB:GG
MB-W
MB:W
W:MB
W
AB
W-AB-W
AB
FR
AB
AB
MB
W
MB:W
KB:AB:W
MB:AB:W
W
KB-W
KB:AB
KB:BG:AB
KB-MB-AB
KB-W-W
Longitud Museum
37
12.2
10.3
8.8
45.5
43
32
15.8
5
56
42
15
27.8
71
41
33
57.5
3.1
46
33.2
17.8
50
28
42.4
71
15.2
85
280.5
78
77.5
62.4
26
240
172
51.5
61.5
68
28
137
47
68.5
27
?
57
59.5
39
46
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Museo de Sitio de Pachacamac
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
29.5
37
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Ethnologisches Museum, Berlín, Alemania
Contabilidad para el oráculo
153
7
Iconografía de embriaguez
KHIPUS EN BARRAS GRABADAS Y ESCULPIDAS
El registro de información en khipus fue, en general, de naturaleza
«no icónica». Comúnmente se cree que la información fue registrada
siempre y únicamente a partir de las variaciones en la estructura, color
y atado de nudos en las cuerdas, pero nunca en forma de imágenes
convencionalizadas o estilizadas, o iconos. Como en el caso de muchas,
sino la mayoría, de perogrulladas, existen excepciones. En este capítulo
se describen los elementos decorativos, adjuntos o integrales, de media
docena de khipus. Generalmente las imágenes toman la forma de figuras
talladas en barras de madera, a las que se unen los khipus. En la mayoría
de casos, las imágenes que decoran estas barras de madera transmiten – o
quizás, más apropiadamente, celebran – la producción y consumo de
chicha, que es la cerveza andina fermentada hecha de maíz.
Los khipus decorados llamaron mi atención por primera vez en la
década de 1990, mientras estudiaba una significativa colección de khipus
en el Museo Etnológico de Berlín (Ethnologisches Museum).1 Voy a
comenzar esta sección con una descripción de estos khipus, y luego voy
a analizar dos muestras que se encuentran en museos de otros lugares.
Aparte de la descripción de estos khipus, mi objetivo es explorar qué
imágenes hallamos representadas en los khipus y por qué esta imaginería
en particular fue grabada en estos dispositivos, que son, de otro modo,
inexorablemente no icónicos.
Khipus en barras de madera perforadas con representación de elementos
Además de los cordeles primarios «libres» que caracterizan la mayoría de
khipus, hay un número de muestras (estimo alrededor de doce a quince
khipus) cuyo cordón primario pasa a través de agujeros perforados de
Figura 7.1. Barra de madera perforada para sostener la cuerda primaria de un khipu (cortesía
de Denise Pozzi-Escot, directora del Museo de Sitio de Pachacamac; fotografía de Rommel
Ángeles).
una barra de madera. La Figura 7.1 muestra un ejemplo de tal barra de
madera perforada (que carece de su cordel primario), que se encuentra en
el Museo de Sitio de Pachacamac.
La Figura 7.2 muestra un khipu unido, a partir de su cordel principal, a
una barra de madera perforada. Este espécimen se encuentra en el Museo
Etnológico de Berlín (VA 24370a & b).2 No todas las barras de madera
perforadas que sostuvieron un khipu presentan imágenes, por lo que en
esta sección solo consideraremos aquellas muestras con imágenes. La
barra para khipu de la Figura 7.2 presenta una figura tallada en su parte
central (ver la Figura 7.3). La figura tallada en uno de los costados del
marco cuadrangular del panel es un ave que parece estarse sumergiendo,
ya que la punta del pico toca apenas una superficie irregular, ondulada,
a manera de olas, en la parte inferior del marco. Interpreto que este
elemento ondulado representa la superficie del mar.3 Las alas del ave
son arqueadas y puntiagudas en los extremos, y las plumas de la cola se
dividen en cuatro secciones. El ojo se ubica en el centro de su cabeza y el
pico está abierto – lo que sugiere que es una representación de perfil. Si
bien el khipu VA 24370a & b no tiene procedencia (como es el caso de
la mayoría muestras analizadas en este documento),4 sospecho que vino
de la costa, y que el pájaro tallado en la barra de madera representa un
ave marina. Es posible que la imagen represente un piquero (del género
Sula), un ave marina común en la costa de Perú que se sumerge en el mar
desde grandes alturas y persigue su presa bajo el agua.5
156
La historia inka en nudos
Figura 7.2. Khipu VA 24370a y b adjunto a una barra de madera (fotografía del autor; cortesía
de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.3. “Ave sumergiéndose” tallada en el panel lateral del khipu VA 24370a y b (fotografía
del autor; cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer
Kulturbesitz).
Las siguientes tres muestras, todas del Museo Etnológico de Berlín,
contienen figuras talladas, sea de manera integral en la barra de madera
o (aparentemente) talladas por separado y empotradas sobre la barra
probablemente con algún tipo de resina. La primera de las tres muestras
(VA 24371)6 presenta un par de lo que parecen ser monos con colas
curvadas hacia abajo, dispuestos en lados opuestos de la barra (Figura
7.4). Las figuras se miran mutuamente a través de las cuerdas del khipu
que emergen de los agujeros en la barra de madera. Las figuras están
talladas de manera integral con la barra (Figura 7.5).
La Figura 7.6 muestra un primer plano de uno de los dos animales de
este khipu. Creo que se trata de representaciones de monos. Los monos
del Nuevo Mundo, como el mono araña y el mono aullador (ver Figura
7.7) son los únicos monos con colas curvas prensiles, similares a las de los
monos esculpidos en los lados de la barra del khipu VA 24371. El rostro
plano con hocico ligeramente sobresaliente del mono aullador también
parece estar claramente representado en la Figura 7.6.
¿Por qué hay dos monos esculpidos en un khipu con barra? Sugiero
que estas figuras aluden al comportamiento borracho, parecido al mono,
al que se llega debido al consumo excesivo de brebajes alcohólicos, como
la cerveza de maíz (chicha). En el pueblo altiplánico de Pacariqtambo,
donde realicé trabajos de campo en la década de 1980, las personas
158
La historia inka en nudos
Figura 7.4. con dos monos tallados en una barra de madera (fotografía del autor; cortesía de
Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.5. Detalle: dos monos tallados en el khipu VA 24371 (fotografía del autor; cortesía de
Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.6. Detalle: primer plano del mono tallado en la barra del khipu VA 24371 (fotografía
del autor; cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer
Kulturbesitz).
Figura 7.7. Mono aullador con cola prensil y cara plana (http://a-z-animals.com/animals/
howler-monkey/; fuente pública).
utilizan pequeños vasos para beber esta poderosa cerveza de grano,
llamada trago. Estos singulares recipientes son llamados kusilluq (que en
quechua significa «mono»).7 Si las figuras del khipu VA 24371 de hecho
representan monos, pienso que los cordeles de este khipu narraron, o
registraron, festivales de consumo de chicha. Los monos en la barra de
este khipu celebran el estado de embriaguez provocado (usualmente) por
el consumo masivo de chicha que ocurría durante el los festivales del
Estado inka.8 Volveré sobre este punto más adelante.
El siguiente khipu combina aves y bebida. El khipu mostrado en la
Figura 7.8 (VA 16636),9 del Museo Etnológico de Berlín, está unido a
una barra de madera en la que uno de los extremos presenta un pájaro
tallado, con su gran pico a manera de pelícano o loro. En el otro
extremo se observa un hombre que lleva un sombrero circular aplanado
sosteniendo un kero, una copa diseñada específicamente para beber
chicha.10 Esta muestra proviene de Nazca, en la costa sur de Perú. La
Figura 7.9 muestra en detalle al hombre con el kero, que está unido a la
barra del khipu. Mi argumento es que esta muestra también señala que
el khipu unido a la barra de madera se relaciona con la producción de
chicha, probablemente para festines patrocinados por el Estado.11 Aún no
tengo claridad sobre la importancia del ave posada en el extremo opuesto
de la barra.
Iconografía de embriaguez
161
Figura 7.8. Khipu VA 16636 con un hombre y un pájaro tallados en la barra de madera
(fotografía del autor; cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin,
Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.9. Detalle: hombre sosteniendo un kero en el khipu VA 16636 (fotografía del autor;
cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
El último khipu de la colección del Museo Etnológico de Berlín – VA
1663512 – se compone de una barra de madera a través la cual pasa el cordel
principal de un khipu, y sobre la que se observan tres hombres. Al igual
que el ejemplo anterior, este también proviene de Nazca. Cada uno de los
tres hombres en la barra de madera está unido a uno de los tres cordeles a
partir de los que el khipu puede ser suspendido (Figura 7.10). La Figura
7.11 muestra a estos tres hombres en detalle. Llevan sombreros idénticos,
con pliegues de forma elíptica en la parte superior de sus cabezas, y una
banda alrededor de la parte superior de sus frentes, a la que se une otra
banda que pasa por su barbilla. Los sombreros tienen borlas colgando a un
lado de la cabeza: la borla de la figura central cuelga hacia el lado izquierdo
de la cabeza, mientras que las borlas de las otras dos figuras cuelgan hacia
el lado derecho de sus cabezas. Se dice que en el Imperio inka los tocados
eran indicadores de la identidad étnica de quien los portaba,13 sin embargo,
el origen étnico de estos tres hombres no me parece evidente.
La figura del medio tiene las dos manos delante de su pecho, sosteniendo
una cuerda colgante. Cada una de las figuras en los extremos de la
barra sostiene un kero – cuadrado en sección transversal – en su rodilla
derecha, y se llevan el brazo izquierdo al pecho. Las cuerdas colgantes
en los extremos de la barra sobresalen de los keros (ver la Figura 7.12).
Iconografía de embriaguez
163
Figura 7.10. Khipu VA 16635 con tres hombres sobre la barra de madera (fotografía del autor;
cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.11. Detalle: los tres hombres tallados en el khipu VA 16635 (fotografía del autor; cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer Kulturbesitz).
Figura 7.12. Detalle: primer plano de una de las figuras talladas en el khipu VA 16635 (fotografía
del autor; cortesía de Ethnologisches Museum, Staatliche Museen zu Berlin, Preussischer
Kulturbesitz).
Figura 7.13. Khipu en barra de madera, 1470–1532, madera, algodón, alpaca (Krannert Art Museum, the Fred Olsen Collection, 1967-29-340; cortesía del Board of Trustees of the University of
Illinois de parte del Krannert Art Museum).
Supongo que este khipu también puede haber estado relacionado con la
producción de chicha y la celebración de su consumo.
El tema del consumo de alcohol y embriaguez también es retratado
en la iconografía de otros dos khipus, uno del Museo de Arte Krannert
(Krannert Art Museum) de la Universidad de Illinois, Urbana-Champaign,
y el otro en el Museo de la Universidad de Princeton (Princeton University
Museum), ambos en los Estados Unidos. La muestra del Museo de Arte
Krannert (Figura 7.13) es un khipu unido a una barra de madera en
cuya parte superior se observa, en cada extremo, dos hombres similares
a aquellos en los extremos del khipu de la Figura 7.11. Uno de estos dos
166
La historia inka en nudos
Figura 7.14. Detalle: hombre tallado en la barra de madera del khipu del Krannert Art Museum
1967-29-340 (fig. 7.13).
Figura 7.15. Tres hombres en una banqueta, madera y cuerdas atadas; barra: alto 3,9 cm, ancho
14,6 cm, diámetro 2,1 cm; donación de Allan Marquand, clase de 1874, y la Sra. Marquand, por
intercambio, y1990-73 (cortesía de Princeton University Art Museum).
individuos (Figura 7.14) está sentado con las piernas separadas, la mano
izquierda sobre la rodilla izquierda y su mano derecha sostiene un kero. Sus
labios están fruncidos, como si estuviera silbando. Los dos hombres usan
sombreros similares a los usados por los tres personajes de la Figura 7.10.
El ejemplo del Museo de la Universidad de Princeton es un khipu en
una barra de madera. En este caso, sin embargo, la barra ha sido tallada
en forma de banqueta, con una parte posterior y dos extremos. En la
banqueta se sientan tres hombres, uno en cada extremo mirando a la
figura central, que se encuentra fuera del centro, hacia la izquierda de
quien mira el dispositivo (Figura 7.15). Los tres hombres portan un kero
Iconografía de embriaguez
167
en una mano y una mazorca de maíz en la otra. Los dos personajes en
los extremos tienen sus keros en la mano derecha (y sobre su rodilla
derecha) y la mazorca de maíz en su mano izquierda extendida. La figura
central sostiene el kero en su mano izquierda y una mazorca de maíz en
la derecha. Todos estos personajes llevan mantos sobre sus hombros, y
sus sombreros son casi exactamente iguales a los usados por los otros tres
hombres en la Figura 7.10. Un primer plano de la figura central (Figura
7.16) muestra un rostro bien esculpido, con una nariz larga, boca fina
ligeramente abierta, y ojos en forma de almendra.
La muestra de Princeton claramente vincula los khipus en barras de
madera tallada y el consumo de cerveza de maíz. En este caso, la conexión
es bastante directa puesto que los tres hombres tienen una mazorca de
maíz en una mano y un kero en la otra.
Conclusiones
En este capítulo hemos examinado khipus adjuntos a barras de madera
(o, en el caso del Museo de Princeton, una banqueta) decoradas con
imágenes talladas o esculpidas. Exceptuando las aves y monos, todas las
demás muestras contienen al menos una figura que sostiene un kero o
una mazorca de maíz, ambos elementos relacionados con la chicha. Si
bien los khipus con imágenes decorativas son muy raros en el corpus
general de estos dispositivos, los pocos ejemplos que han sobrevivido
están inequívocamente vinculados a la producción y consumo de chicha,
la bebida elegida para los festivales estatales inkas.
Presumo que la contabilidad registrada en varios de estos khipus se
relaciona con la producción de chicha en instalaciones estatales, tales
como los aqllawasis – casas de mujeres jóvenes de servicio al Estado,
donde se producía cerveza de maíz para los festines patrocinados por
el inka. Dicho esto, he estudiado cuidadosamente los valores numéricos
anudados en estas muestras y no hay nada que me diga: «chicha». Tal
vez a medida que nuestro entendimiento de las prácticas de contabilidad
y registro inkas cuente con mayor información, seremos capaces
de identificar los valores numéricos y patrones relacionados con la
producción y distribución de chicha.
168
La historia inka en nudos
Figura 7.16. Detalle: figura central en khipu del Princeton University Museum y1990-73 (fig. 7.15).
P A R T E
C O N T A B I L I D A D
I I I
I M P E R I A L
8
¿Cómo eran los khipus ceques?
La ciudad del Cuzco se encontraba en el corazón del Imperio inka, en
los Andes de lo que hoy es el sureste de Perú. Sirvió como el centro
administrativo del imperio, lugar para el cual y desde el donde se dirigían
todos los asuntos vitales para la vida y bienestar del gobernante inka
(Figura 8.1).1 Lamentablemente para los estudios sobre khipus – y aunque
todas las actividades de registro y contabilidad llevadas a cabo por los
khipukamayuqs fueron en última instancia supervisadas por funcionarios
en, o enviados desde, Cuzco – debido a una variedad de razones (por
ejemplo, debido a que estaban ocultos, perdidos o destruidos), no tenemos
un solo khipu que se diga que proviene de la capital.2 No obstante,
creo que podemos decir algo acerca de la naturaleza e importancia los
registros en cordeles en el Cuzco sobre la base de un estudio detallado
de las muestras de otras partes del imperio, o de aquellas que carecen de
procedencia. A continuación vamos a examinar un par de estos khipus
siguiendo una discusión sobre el cómo, sugiero, estas muestras son
relevantes en nuestras consideraciones sobre la organización de la ciudad
del Cuzco.
En este capítulo exploro sistema de ceques del Cuzco, que proporciona
el marco para la organización social y política, así como las prácticas
rituales dentro de la ciudad.3 Los 41 ceques (alineaciones), cuyo centro
estaba en el Templo del Sol de la ciudad, eran mapas de lugares sagrados
– llamados wakas, o huacas – situados en y alrededor del Cuzco (Figura
8.2). Es importante notar que el sistema de ceques no fue exclusivo de la
ciudad del Cuzco. Las crónicas españolas indican que hubo al menos un
centenar de sitios a lo largo del Tawantinsuyu que fueron delineados a
partir de un sistema de ceques.4 En cuanto a la influencia del Cuzco sobre
dichos sistemas, el magistrado Polo señaló que el Cuzco instruía agentes
en los territorios recién conquistados acerca de cómo organizar este tipo
Vista aérea hipotética de la ciudad de Cuzco mostrando las manzanas de la ciudad así como el plano
básico kancha de las casas dentro de él. Las plazas duales de Aucaypata y Cusipata están en el centro, y
Sacsawaman se ubica en la colina sobre la ciudad. Las flechas indican las calles principales que conectan
Cuzco con los cuatro suyus del mundo inka.
Figura 8.1. Vista aérea imaginaria del Cuzco durante la época del Imperio inka (dibujo cortesía
de Vincent Lee; utilizado con permiso).
Figura 8.2. El sistema de ceques del Cuzco (vista idealizada siguiendo la reconstrucción de R.
Tom Zuidema) (dibujo cortesía de Paquita Zuidema; utilizado con permiso).
de sistemas, un proceso que, imagino, probablemente habría sido llevado
a cabo por khipukamayuqs enviados desde la capital. Como ha indicado
Polo:
Es de esta manera que el inka les enseña esta división de lugares en
todo lo que fue conquistado, cobrándoles en gran medida con el
beneficio que habrían de recibir al notificar a todos en esta tierra de
lo que tenían y podrían utilizar para sus necesidades, que hoy llevan
a cabo mediante el mismo sistema y tienen personas designadas que
entienden de esto, y por lo tanto son necesarias en todos las pueblos
para que hagan un mapa y, siguiendo el mapa del Cuzco, lo harán a
partir del mismo.5
La naturaleza y contenido de los sitios sagrados – huacas – del sistema
de ceques del Cuzco variaba enormemente, desde rocas talladas, bosques
de árboles, curvas en los canales de riego y cuevas, así como una plétora
de otras formas, todas las cuales tenían un lugar en la historia mítica de
la fundación de la ciudad y posterior formación del Estado. La gente
¿Cómo eran los khipus ceques?
175
adoraba las huacas de Cuzco – como las de todo el imperio6 – y les
hacían ofrendas en ciertos días del año. Los sacrificios hechos en las
328-350 huacas (aproximadamente) situadas a lo largo de los 41 ceques,
además de un periodo de descanso sin nombre de 37 días, estructuran
el calendario ritual anual en la capital y en todo el imperio.7 Las huacas
eran características vitales y vivientes del paisaje, y tenían gran poder e
influencia sobre la vida de la ciudad.
¿Las líneas ceques fueron rectas8 o se movían en el terreno siguiendo
los contornos de la ciudad y sus alrededores?9 Sin duda ambos puntos de
vista son correctos, y los inkas entendieron y utilizaron ambas opciones
de diferentes maneras para fines distintos. Los ceques rectos eran la visión
idealizada, y daban coherencia al sistema en su conjunto, algo parecido
a un mapa de metro moderno que muestra sus rutas en líneas rectas a
pesar de que el riel real gira y voltea varias veces. Los ceques de líneas
torcidas guiaban sobre el terreno las actividades relacionadas con el culto
a las huacas conforme la gente caminaba de un lugar a otro a través del
accidentado suelo del valle del Cuzco.
Cuzco y su sistema de ceques fueron divididos en parcialidades
(Hanan/Cuzco alto y Hurin/Cuzco bajo), cada una de las cuales se
subdividían en dos partes, formando los cuatro suyus («partes» o cuartos)
del Tawantinsuyu (Chinchaysuyu y Antisuyu en Hanan Cuzco, y
Collasuyu y Cuntisuyu en Hurin Cuzco). Tres de los suyus contenían un
total de nueve ceques, cada uno de ellos estaba compuesto de tres ceques
(ver más adelante); el cuarto suyu, Cuntisuyu, tenía catorce ceques.
Dentro de estos cuartos, los ceques estaban clasificados jerárquicamente,
y se les llamaba (de mayor a menor) collana, payan y cayao. El orden
de estas tres categorías, a medida que se repetían en torno al centro del
sistema – es decir, el Coricancha («Templo del Sol») – variaban entre
parcialidades: en el Cuzco alto/Hanan la jerarquía iba hacia la derecha,
mientras que en el Cuzco bajo/Hurin la jerarquía de ceques se orientaba
hacia la izquierda (ver la Figura 8.3).10
Un par de khipus a manera de sistema de ceques
Se tiene un testimonio colonial de que el sistema de ceques fue registrado
en un khipu,11 y sin querer atribuirme el haber identificado algo tan
espectacular como un «khipu ceque», creo que la estructura de cuerdas y
patrones de colores de un par de khipus en el Museo del Banco Central
Reserva de Lima podrían fácilmente llevar la etiqueta semasiográfica
de las características seccionales y jerárquicas del sistema de ceques, en
176
La historia inka en nudos
Figura 8.3. Direccionalidad del orden jerárquico en las parcialidades del sistema de ceques
(dibujo de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
especial aquellas relacionadas al dualismo, tripartición e inversión de la
dirección de categorías entre las líneas de ceques. Sobre la base de lo que
hemos visto en los capítulos anteriores (por ejemplo, los años bienales en
los khipus de la Laguna de los Cóndores, los pares correspondientes de
los khipus en Puruchuco y Pachacamac), no ha de sorprender que nuestra
atención se centre en un par de khipus que podrían haber registrado algo
que se asemeja al sistema de ceques.
Los dos khipus en cuestión forman parte de un grupo de cinco
khipus atados en un «conjunto vinculado» (ver Lámina 6), y llevan la
nomenclatura UR53B y UR53C (Figura 8.4). Aparte de los patrones
de color, no he encontrado que las otras tres muestras del conjunto
representen el mismo tipo de organización que los dos khipus en
cuestión.
La Tabla 8.1 yuxtapone los datos tabulares de los khipus UR53C y
UR53B. Todos los ejemplos de este conjunto vinculado comparten
¿Cómo eran los khipus ceques?
177
ntes
ndie
spo
orre
us c
khip
Figura 8.4. AKhipus separados del conjunto vinculado mostrando los khipus correspondientes
UR53B y UR53C (fotografía del autor; Museo del Banco Central de Reserva del Perú, Lima)
una organización particular de colores en sus cuerdas; esto es, los cinco
khipus muestran patrones repetidos de colores de tres cuerdas: blanco
(W) / naranja rojizo (RL) / marrón claro (AB). En el khipu UR53C, la
secuencia de color W/RL/AB se repite a través de conjuntos de tres cuerdas
colgantes (es decir, como vemos en la columna del extremo izquierdo,
cada cuerda colgante recibe un número de cordel independiente). Sin
embargo, en la muestra UR53B, la secuencia W/RL/AB aparece en
conjuntos compuestos por dos cuerdas colgantes, la segunda de las
cuales lleva una cuerda subsidiaria, produciendo la secuencia: cuerda #1,
cuerda #2, cuerda subsidiaria #2s1. Es así que la similitud entre estas dos
muestras, en términos de su secuencia repetida de tres colores, oculta una
diferencia fundamental entre ellas en términos del número y disposición
de los cordeles que llevan tales colores: colgante/colgante/colgante versus
colgante/colgante/subsidiaria. Creo que estas dos muestras presentan
una disposición de categorías de tres términos que imita la organización
jerárquica del sistema de ceques del Cuzco collana/payan/cayao (alto/
medio/bajo).
A continuación, como se muestra en la Tabla 8.1, a partir de cordel
colgante #11 del khipu UR53C y el cordel colgante #1 de la muestra
53B, los valores numéricos registrados en las cuerdas respectivas en
posiciones correspondientes son idénticos, o (en general) muy cercanos
en términos de su valor. Esta característica me llevó a describir este par
178
La historia inka en nudos
Tabla 8.1. Adjuntos, cuerdas y valores en los khipus correspondientes UR53B y UR53C.
Khipu UR53C/1000267
Nro. de
cuerda
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
44
45
46
Op5.25
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
Khipu UR53B
Adjunto
Color
Valor
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
V
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RB
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
W
RL
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
W
RB
AB
2
41
10
6
73
4
5
53
14
2
53
13
3
53
15
5
63
16
16
63
17
17
74
16
8
53
13
5
53
12
16
58
15
16
52
11
14
32
10
14
22
26
5
19
25
9
16
26
11
21
27
11
18
20
10
22
8
9
21
16
50
Nro. de
cuerda
1
2
2s1
3
4
4s1
5
6
6s1
7
8
8s1
9
10
10s1
11
12
12s1
13
14
14s1
15
16
16s1
17
18
18s1
19
20
20s1
21
22
22s1
23
24
24s1
25
26
26s1
27
28
28s1
29
30
30s1
31
32
32s1
33
34
34s1
35
36
36s1
Adjunto
Color
Valor
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
R
R
U
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RL
AB
W
RB
AB
W
RL
AB
53
13
3
53
15
5
63
16
16
63
17
19
74
16
8
33
13
5
53
12
16
58
16
16
52
11
14
32
10
17
22
27
6
19
20
9
12
15
17
17
29
13
18
26
10
22
8
9
24
26
11
23
19
9
de khipus como «estrechamente correspondientes».12 Sin embargo, si
estos khipus fueron efectivamente concebidos para registrar los mismos
(o similares) datos, deben haberlo hecho de una manera que clasificó
la información de forma algo diferente. Como hemos visto, las dos
muestras presentan diferencias en el patrón de cuerdas de tres colores y
su distribución entre cuerdas versus cuerdas y subsidiarias. No obstante,
a pesar de esta diferencia, y puesto que estos dos dispositivos parecieran
registrar valores numéricos bastante similares y muestran patrones de
color idénticos, entonces ¿fue el par concebido como registros idénticos
o como copias? Como veremos más adelante, otra característica sugiere
que, efectivamente, se trata de opuestos casi exactos – podríamos decir
opuestos complementarios. Esto, en efecto, es precisamente el modo en
que a menudo se caracteriza la relación entre las parcialidades Hanan/
Hurin de Cuzco.
La segunda columna en cada conjunto de datos de los khipus UR53C
y UR53B muestra una notación acerca de cómo los cordeles colgantes
están unidos al cordón principal de su respectivo khipu. Las dos formas
de adjuntarse13 son registradas como «V» (= reverso) o «R» (= recto).
Dado que la dirección de las cuerdas subsidiarias adjuntas a los cordeles
colgantes no está registrada en el khipu UR53B (es decir, la muestra en
la que cada tercer miembro de un grupo de tres miembros/cuerdas es
una subsidiaria) los tipos de subsidiarias adjuntas son etiquetadas bajo la
nomenclatura «U» (= unrecorded/no registrado).
Los tipos adjuntos V y R son en realidad los lados opuestos de la misma
moneda. Es decir, un cordel adjunto como «V» visto desde un lado de
un khipu aparecerá como un tipo adjunto «R» si la muestra es vista desde
el lado opuesto (y viceversa). Es así que si bien estas dos muestras son,
efectivamente, «pares correspondientes» en términos de su organización
de colores y números, solamente coinciden si el khipu UR53C es visto
desde el lado «V» al mismo tiempo que uno ve UR53B desde su lado
«R». De hecho, si uno viera las dos muestras desde el mismo lado (es
decir, sea desde el lado V o el lado R), los valores numéricos de los
cordones adyacentes no coinciden, como sí lo hacen cuando su tipo
adjunto es opuesto, como se muestra en la Tabla 8.1. Por lo tanto, el
«emparejamiento» de estas muestras solo se produce cuando los khipus
son colocados (y vistos) en orientaciones opuestas.
Creo que la orientación de los elementos de cuerdas adjuntos en estos
dos khipus hace eco de eso mismo entre las dos parcialidades (mitades) del
sistema de ceques del Cuzco, en donde las categorías jerárquicas (collana/
payan/cayao) de los conjuntos de tres ceques, en una mitad van en sentido
horario, mientras que aquellas en la otra mitad van en sentido antihorario.
180
La historia inka en nudos
La estructura de los khipus aplicada a la estructura del sistema de ceques
Dado que el testimonio colonial señala que el sistema de ceques fue
grabado en «un khipu»,14 ¿cómo es que una red tan compleja habría sido
registrada en un dispositivo de cuerdas? Argumento que lo más probable
es que el sistema de ceques no haya sido registrado en un solo khipu. Más
bien, creo que es muy probable que hubiera sido grabado en un par de
khipus – uno para Hanan/Cuzco alto, y otro para Hurin/Cuzco bajo
(Figura 8.5).
En efecto, teniendo en cuenta lo que hemos aprendido en los capítulos
anteriores acerca de las varias divisiones de la información en khipus en
parcialidades o mitades, la correspondencia de datos entre los diferentes
registros y, como veremos en el Capítulo 9, khipus emparejados y el
uso de un par paradigmas aritméticos distintivos, creo que es muy poco
probable que algo tan importante como el sistema de ceques haya sido
a
c
c
Cusco
Bajo
a
a
c b
a b
c
a
2
b
c
a
b
c
b
b
1
1
c
3
5
1
Cusco
Alto
1
2
a
b
c
2
a
b
a
b
c
3
4
a
b
c
b
2
3
c
3
c
a
b c
c b
b
a
a
Figura 8.5. Par de khipus con direccionalidad que se compara con la direccionalidad del sistema de ceques (dibujo de Carrie J. Brezine; utilizado con permiso).
¿Cómo eran los khipus ceques?
181
registrado en un solo khipu. De hecho, creo que el registro de un sistema
tal como el sistema de ceques – en el corazón del imperio – en un solo
khipu habría sido literalmente impensable, en términos inkas. Más bien,
creo que información de este tipo habría sido «naturalmente» registrada
en un par de khipus.
Pienso que los principales administradores de khipus del sistema
de ceques – uno de Hanan Cuzco y otro de Hurin Cuzco – habrían
construido un dispositivo de cuerdas, nudos y colores similar a los que
vemos en UR53B y UR53BC; una disposición basada en un par de khipus
representando la direccionalidad opuesta de las categorías y estructuras
jerárquicas entre las parcialidades. Propongo un par de muestras como
las que hemos examinado aquí que podrían haber servido para registrar
información, en unidades de signos semasiográficos y organizaciones
estructurales, de etiquetas jerárquicas de tres términos repetidas –
representadas en nuestro par de khipus a partir de las diferencias en el
color de los cordeles – en donde los términos están orientados en una
dirección horaria en una mitad/khipu y en dirección antihoraria en la
otra mitad/khipu. Tal disposición, construida, mantenida y practicada,
o puesta en performance, en la ciudad capital en ocasiones ceremoniales
por un par de khipukamayuqs, habría servido como paradigma de las
estructuras de cuerdas en todo el Tawantinsuyu.
¿Cuál es la relevancia e importancia de nuestro análisis de khipus
para el registro de la historia? Argumento que las estructuras de cuerdas
descritas anteriormente sirven como marco para contar la mito-historia
del Imperio inka. Es justamente tal disposición estructural de categorías,
identidades y estatus, que ha sido propuesta como la que dio coherencia
y sentido a las historias míticas del Tawantinsuyu documentadas en el
crónicas españolas.15 De hecho, es la capacidad de penetración de tales
estructuras, especialmente (pero no únicamente) la insistencia en el
dualismo asimétrico (por ejemplo, alto/bajo; marcado/no marcado) que
constituye una estructura histórica de la longue durée en el núcleo de la
civilización inka, conectándola con sociedades y civilizaciones del pasado
andino más antiguo.
La importancia política de las estructuras de Cuzco y
las estructuras de registro
¿Cuál es la importancia de las estructuras de registro del sistema de ceques
y su relevancia para las comunicaciones entre Cuzco y las provincias? En
este punto vamos a girar nuestra atención hacia la cuestión planteada en
182
La historia inka en nudos
la introducción de este libro sobre el problema de la acción a distancia.
Como hemos visto en los capítulos anteriores, y como veremos más
adelante en los capítulos sobre la contabilidad en los almacenes estatales
(Capítulo 9) y la contabilidad del censo imperial (Capítulo 10), la
naturaleza y estructuras de los registros khipus grabados en las provincias
implicaron un registro detallado de las aldeas divididas en parcialidades y
ayllus, estos últimos identificados en los khipus por medio de medidas de
registro tales como las propiedades estructurales y el color (por ejemplo,
Capítulo 3). Los khipus provinciales que contienen información sobre el
tiempo calendárico y el trabajo tributario estaban organizados siguiendo
categorías duales, asimétricas y jerárquicas (como por ejemplo lo que
vimos en el Capítulo 4). Este fue el carácter de las cuentas que llegaron al
Cuzco desde las provincias. Una vez en Cuzco, las cuentas provinciales
habrían sido inspeccionadas por los mismos khipukamayuqs imperiales
que se dedicaban al registro, lectura y performance de los complejos
khipus del sistema de ceques del Cuzco, la gran estructura sintetizadora
y sincronizadora en el corazón del imperio. El sistema de ceques fue la
estructura en la que la información de las provincias, desde las mitohistorias hasta los censos, era ingresada, inspeccionada, evaluada, y (si era
necesario) transformada antes de que fuera devuelta – con algún tipo de
edición realizada por los khipukamayuqs – a los supervisores estatales en
las provincias.
Fundamentalmente, las estructuras del sistema de ceques y su registro
en dispositivos de cuerdas no fueron «coincidentemente» similares a
las estructuras provinciales y locales. Por el contrario, el Estado, con
el Cuzco y su organización central de ceques, ejercieron (o al menos
intentaron ejercer) influencia, poder y control sobre todos los territorios
bajo la influencia imperial. Cuzco fue, al menos en teoría, el centro de
las acciones de control y supervisión que transformaron los territorios
conquistados en una imagen del centro (un ejemplo de esto veremos en
el siguiente capítulo en una instalación del Estado inka que fue construida
de manera explícita siguiendo la imagen de Cuzco).
En resumen, con el fin de entender las estructuras y principios de
organización del poder del Estado en el Tawantinsuyu, no podemos hacer
nada mejor que examinar el sistema de ceques del Cuzco, los contornos
de lo que habría sido impresionantemente exhibido y manipulado por los
khipukamayuqs, muy probablemente en un par de khipus ceques muy
similares a los que hemos analizado en este capítulo.
¿Cómo eran los khipus ceques?
183
9
Contabilidad en el almacén del rey
INKAWASI, COSTA SUR DE PERÚ
Varios de los capítulos precedentes exploraron las prácticas contables
en distintos lugares del Tawantinsuyu. Una colección de 34 khipus
excavados en el sitio de Inkawasi, en el valle de Cañete, en la costa
sur de Perú, proporciona información sobre las características aún más
complejas de cómo los contadores estatales organizaban y llevaban a
cabo su trabajo. Este capítulo proporcionará una visión detallada de lo
que hemos aprendido acerca de los paradigmas y prácticas contables de
la administración inka a partir del archivo khipu de Inkawasi. Estos datos
ofrecen sorprendentes detalles sobre la historia inka, desde decisiones
tomadas en el calor del momento, el cómo los contadores hacían su
trabajo de monitoreo de los productos que entraban y salían del sitio, la
regulación de las actividades contables «coyunturales» de rango medio y
otras actividades a lo largo de un periodo aproximado de medio siglo de
conquista y ocupación inka en la costa sur, hasta las prácticas de registro y
principios culturales inscritos en los registros khipus, que constituyen los
elementos básicos de la longue durée de la civilización inka. Este material
provee un gran panorama sobre la historia inka y el rol del manejo de
registros en khipus en la administración del Tawantinsuyu, a nivel de los
actores humanos.
Una instalación militar y centro contable inka
El sitio arqueológico de Inkawasi está situado en la costa sur de Perú,
unos 28 km valle adentro en la margen izquierda del río Cañete. El sitio
es impresionante en tamaño, complejidad y estado de conservación
(Figura 9.1). Inkawasi fue reportado por arqueólogos desde principios
hasta mediados del siglo XX,1 y fue el foco de un amplio programa de
Figura 9.1. Inkawasi: plano del sitio (dibujo de Julia L. Meyerson; utilizado con permiso).
prospección y mapeo conducido por el arqueólogo norteamericano John
Hyslop, desde 1979 hasta 1983.2
Inkawasi (o Incahuasi; quechua: «casa inka») es descrito en las crónicas
de Cieza de León (1553) y Garcilaso de la Vega (1609). Cieza, cuyas
crónicas más tempranas y probablemente más autorizadas señalan que
Inkawasi fue construido como una zona de espera para la conquista
inka de la costa sur, señala que el sitio fue diseñado específicamente para
derrotar a las belicosas poblaciones de la confederación Huarco. Tanto
Cieza como Garcilaso cuentan que Inkawasi fue construido sobre la base
del modelo de Cuzco, la capital inka. En la primera parte de su Crónica
General, escrita en 1553, Cieza de León comenta que «[el inka] construyó
una nueva ciudad, a la que dio el nombre de Nuevo Cuzco, el mismo
que su sitio principal. También se dice que ordenó que los distritos de la
ciudad y las colinas debían tener los mismos nombres que los de Cuzco».3
En la segunda parte de la Crónica General, Cieza de León pasa a contar
lo que ocurrió al final de la guerra contra los huarcos: «Habiendo sido
restaurada la paz en el valle, y mitimaes [trabajadores trasladados desde
otro lugar del imperio] y un gobernador allí enviados, [y] después de
recibir a los embajadores Yungas [pueblos costeños] y mucha gente de la
sierra, él ordenó el arrasar el Nuevo Cuzco que había construido, y con todo
186
La historia inka en nudos
el ejército regresó a la ciudad de Cuzco».4 Si la versión de Cieza respecto
a la destrucción de Inkawasi al final de la guerra contra los huarcos (un
acto no incluido en la crónica de Garcilaso) es correcta, entonces no
debería sorprendernos el hecho de encontrar evidencia de una rápida y
total destrucción del sitio. Alternativamente, y moviendo el tiempo de
una potencial destrucción intencional del sitio hacia una época un poco
más tardía, D’Altroy y Earle han señalado, citando la crónica de Pedro
Sancho de 1532-1533, que los inkas consideraban los almacenes como un
objetivo militar importante para los españoles, por lo tanto, destruyeron
todos los complejos de almacenes conforme se retiraban ante la invasión
española.5 Existe evidencia de incendios en ciertas partes del sitio, y las
excavaciones revelaron artefactos enterrados debajo de muros colapsados,
sin embargo, la condición actual del lugar no es compatible con la idea
de que se Inkawasi fue «arrasado» por los inkas.
Dado el gran interés invertido en Inkawasi por el Estado inka durante
su aparente rápida construcción y relativa breve ocupación, es razonable
suponer que se habría puesto especial cuidado y atención al sitio, al
menos en sus inicios. El sitio presenta estructuras bien preservadas,
correspondientes a grandes sectores residenciales finamente acabados, un
palacio con un ushnu (recinto ceremonial con asiento/trono y un orificio
para ofrendas a la tierra), y una gran instalación de almacenamiento con
cientos de compartimientos para el almacenaje (qollqa[-s]).6
Este capítulo se centra en la colección de khipus excavada en este
almacén por el arqueólogo peruano Alejandro Chu, en 2013 y 2014.7
Chu recuperó un total de 34 khipus de diversos lugares dentro del
complejo de almacenamiento conocido como Qolqawasi (almacén). Una
lista y descripción general de 29 khipus de Inkawasi (varias muestras eran
demasiado frágiles y/o fragmentarias para permitir su estudio) se ofrece
en el apéndice de este capítulo.
Qolqawasi y el archivo khipu de Inkawasi
La Figura 9.2 muestra el complejo de almacenamiento de Qolqawasi
desde un globo, mientras la Figura 9.3 es una vista esquemática de planta.
El sitio está construido sobre la base de una grilla, con un conjunto de seis
estructuras rectangulares en el extremo norte, un grupo de 36 grandes
cámaras abiertas rectangulares para el almacenaje en la parte central de
la instalación, a través de las que se extiende un camino en orientación
norte-sur y unos 209 pequeños depósitos cuadrangulares dispuestos a
los lados oeste, sur y este de la estructura. Se ha estimado que durante la
Contabilidad en el almacén del rey
187
entrada
plataforma
central
escaleras
Figura 9.2. Qolqawasi (de acuerdo a Hyslop 1985).
plenitud de su uso Qolqawasi tuvo alrededor de 6400 m3 de espacio para
almacenaje.8
Inmediatamente al norte de Qolqawasi, separado del complejo de
almacenamiento por un corredor estrecho, se encuentra un conjunto
de ambientes que flanquean dos lados de una plaza/patio trapezoidal,
denominado Sector C (siguiendo la sectorización del sitio de Hyslop; ver
Figura 9.1). En el medio de la plaza en el Sector C se hallan los cimientos
de un segundo ushnu, junto a los cimientos de varias columnas circulares
a lo largo del lado sur de la plaza/patio. Se cree que estas columnas deben
haber sostenido un techo. Este complejo de ambientes, adyacente a
Qolqawasi, ha sido interpretado como un Templo del Sol.9 No es del
todo claro cuál podría haber sido su relación con Qolqawasi, dado que
no se aprecia un acceso directo desde una zona a la otra (ambos complejos
tenían una sola entrada en sus respectivos lados norte).
La Figura 9.2 muestra un estrecho corredor orientado este-oeste a
lo largo del límite norte de la instalación de almacenamiento, entre el
Templo del Sol y el extremo norte de Qolqawasi. Un pasillo conecta
este corredor con el largo camino sur-norte que corta transversalmente
36 cámaras rectangulares de almacenaje de Qolqawasi, y sirvió como
acceso principal a la instalación de almacenamiento. Las estructuras
188
La historia inka en nudos
Figura 9.3. Plano de Qolqawasi (dibujo de Alejandro Chu; utilizado con permiso).
en el extremo norte de Qolqawasi consisten en: (a) cuatro kallankas
(U.A. 01, U.A. 02, U.A. 04, U.A. 05), término que refiere a estructuras
rectangulares que probablemente estuvieron techadas; y (b) dos «espacios
de organización» (término acuñado por Chu) (U.A. 07 y U.A. 08) que
probablemente no tuvieron techo.
Mientras se excavaba el piso del espacio rectangular denominado
U.A. 07, Chu y su equipo expusieron una serie de cuadrados dispuestos a
manera de rejilla o cuadrícula en el suelo de barro.10 Este mismo patrón de
cuadrícula se encuentra en U.A. 08, sin embargo, en este caso la evidencia
estaba mal conservada debido a que la ocupación moderna y erosión a
causa del viento habían eliminado casi la totalidad del suelo de barro de
esta estructura. Las líneas que forman los cuadrados en el piso de U.A. 07
fueron hechas mediante la impresión de cuerdas en el barro húmedo del
suelo (todavía se aprecia el giro oblicuo en «S» de las fibras que componen
las cuerdas). Todos los cuadrados miden casi lo que podríamos denominar
Contabilidad en el almacén del rey
189
una medida estandarizada de 23 cm x 23 cm. Los cuadrados fueron
trazados en el suelo en lo que Chu y yo hemos denominado «paneles
cuadriculados», cada uno compuesto por tres cuadrados de ancho por 39
cuadrados de largo. Por lo tanto, cada panel cuadriculado se compone
de 117 cuadrados (3 x 39 = 117). Un estrecho pasillo separa los paneles
cuadriculados adyacentes en el suelo. Estimamos que hay alrededor de 30
paneles cuadriculados dispuestos en el suelo de U.A. 07, haciendo un total
de 3510 cuadrados (117 x 30 = 3510) a lo largo de toda la superficie del
piso. Esta disposición se repitió presumiblemente en la estructura U.A. 08,
el «espacio de organización» rectangular a través del eje central de U.A.
07, sin embargo, no queda nada de la (supuesta) cuadrícula en ese espacio.
Chu y yo creemos que los ambientes del norte y los espacios abiertos
de Qolqawasi fueron sitios de recepción, registro y almacenamiento
temporal de las mercancías que llegaban al sitio. Caravanas de llamas
cargadas con productos o mercancías destinadas para el almacenamiento
accedieron al sitio a través del corredor norte y descargaron sus
productos en las kallankas, donde se pudo haber llevado a cabo la
contabilidad inicial. Los elementos a ser almacenados – principalmente
productos agrícolas, incluyendo maíz, frijol, maní, ají, entre otros –
eran a continuación trasladados a los «espacios de organización», donde
habrían sido esparcidos en las superficies apisonadas marcadas a manera
de cuadrícula descritas anteriormente. La «organización» probablemente
consistía en separar las mercancías en unidades contables estandarizadas
determinadas por las cuadrículas en el piso. Después de la clasificación
en unidades estandarizadas se llevó a cabo el conteo final, incluyendo el
registro de las unidades inventariadas en khipus, y entonces los artículos
eran trasladados a las cámaras, o contenedores, de almacenamiento
adecuados en la parte sur del complejo.
Chu comenzó sus excavaciones en Qolqawasi en lo que hoy se conoce
como el corredor norte, donde encontró por primera vez una pila de siete
khipus cubiertos por adobes y escombros de la pared norte del sitio, que
se había derrumbado o había sido tirada hacia abajo, hacia el corredor.
Dos de las muestras incluidas en esta pila – UR255 y UR256 – fueron
halladas con sus cuerdas primarias atadas. Chu posteriormente excavó 27
khipus adicionales en los pisos de las kallankas y espacios de organización
dentro de Qolqawasi, haciendo un total de 34 khipus.
Un aspecto especialmente interesante de los khipus es que varios de
ellos fueron realmente cubiertos con cultivos de alimentos. Por ejemplo,
dos khipus – UR267A y UR267B – fueron hallados en el «espacio de
organización» U.A.07 unidos a partir de sus cordeles primarios (como la
pareja hallada en el corredor), habiendo sido colocados dentro de una cesta
190 La historia inka en nudos
rectangular y cubiertos con ajíes. Un khipu (UR271) excavado en el piso
de la kallanka U.A.05 fue cubierto por unos dos puñados de frijoles negros
(Phaseolis vulgaris). Asumo que este khipu fue utilizado en la contabilización
de frijoles negros, aunque no hay nada obvio en la apariencia, números
registrados, etc., de la muestra que apunte claramente hacia una «conexión
con los contadores de frijoles» («bean [counter] connection» en el manuscrito
original; ver uso de esta expresión en el Capítulo 1). Catorce muestras
adicionales fueron documentadas amontonadas en la esquina suroeste de
la kallanka U.A. 05 cubiertas con maníes.
El archivo khipu de Inkawasi nos proporciona una oportunidad
sin precedentes para examinar los khipus en un contexto casi prístino,
y analizar los métodos de contabilidad que estaban en uso, al parecer,
durante el momento de abandono del sitio. Antes de revisar estos datos,
debo agregar algo acerca del posible origen de los productos vegetales
que llegaron a Inkawasi para su almacenaje durante la campaña inka
contra los huarcos.
La fuente de los productos agrícolas almacenados en Inkawasi
¿De dónde y de quién se obtenían los productos depositados en
Qolqawasi? Esta pregunta nos lleva a examinar el tema de la tenencia o
propiedad de la tierra en el imperio: ¿quién era dueño de la tierra y por
lo tanto tenía derecho sobre la producción de cultivos en ella? Como se
ha señalado en el Capítulo 2, no solo la tierra sino todo – seres humanos,
animales, plantas y minerales – en el Tawantinsuyu pertenecía al inka.
De manera más específica, como sabemos por el cronista de mitad del
siglo XVII, Bernarbé Cobo:
Cuando el inka fundaba un pueblo, o hacía que un pueblo le rindiera
obediencia, establecía marcadores en sus fronteras y dividía los campos
y tierras de cultivo dentro de su territorio en tres partes, de la siguiente
manera: una parte era asignada a la Religión y el culto a sus dioses
falsos, otra parte la tomó para sí mismo [es decir, el gobierno civil], y
dejó una tercera parte para el uso común de las personas. No ha sido
posible determinar si estas partes eran iguales en todos los pueblos y
provincias...
En estas tierras asignadas a la religión y la corona, el inka mantuvo
supervisores y administradores que ponían gran cuidado en la
supervisión del cultivo y cosecha de los productos y los colocaban
en almacenes. Las labores de siembra y cultivo de estas tierras, y la
Contabilidad en el almacén del rey
191
cosecha de sus productos formaban gran parte de lo que el tributario
[es decir, el obrero] pagaba al rey.11
Cobo continúa luego en el mismo capítulo: «Estos depósitos estaban
siempre muy bien abastecidos, porque normalmente habían alimentos
recolectados diez o doce años atrás. En estos almacenes hubo inspectores,
supervisores y contadores para la administración de los bienes reales; estos
funcionarios llevaban un registro detallado de todos los bienes recibidos
o consumidos».12
A partir del testimonio de Cobo y otros cronistas, podemos estar
bastante seguros de que los productos agrícolas almacenados en una
instalación militar como Inkawasi (donde sin duda también se habrían
almacenado ropajes, armamento y otros productos manufacturados),
habrían procedido de los campos del inka. En el caso de Inkawasi, los
campos probablemente estuvieron localizados en el valle de Cañete, tanto
aguas arriba como aguas abajo de Inkawasi, donde hay extensas cámaras
de almacenaje (Larry Coben, comunicación personal, 2015), así como de
los vecinos valles hacia el norte y sur. Sin embargo, no tenemos registros
para indicar con mayor precisión de dónde realmente procedían los
productos almacenados en Inkawasi. La cuestión a abordar ahora es solo
la forma en la que los khipukamayuqs asignados a Inkawasi construyeron
sus registros en cuerdas.
Métodos de contabilidad en Inkawasi
Varias técnicas contables son evidentes en Inkawasi. Estas incluyen:
sumatoria de muestras individuales; cálculos utilizando lo que denomino
«números fijos», que pueden constituir algo así como gravámenes o
impuestos sobre los productos almacenados; producción de copias
de registros, como una forma de «teneduría de libros» de controles y
equilibrios; atado de khipus juntos para producir registros «vinculados»
(aparentemente similares a nuestro método de archivar documentos
relacionados en una misma carpeta); y registro de cuentas de acuerdo a
dos fórmulas diferentes que denominaré como «paradigmas aritméticos».
Sumatoria interna
La técnica denominada «sumatoria interna» consiste en la organización
de las cuerdas de un khipu en series, o conjuntos, que contienen entre
192
La historia inka en nudos
cuatro y ocho cuerdas por serie. La «primera» cuerda de cada serie registra
no solo el valor más grande en el conjunto de cordeles, sino que también
es la suma de los valores registrados en los otros cordeles del conjunto.
Pero ¿cómo se establece cuál es la «primera» cuerda del conjunto? Al
leer las cuerdas colgantes de un khipu a lo largo del cordón principal
de la manera «tradicional», que comienza con el extremo de la cuerda
principal que está anudado y se encuentra inmediatamente adyacente a
los cordeles colgantes (el extremo opuesto – conocido como el «extremo
colgante» – por lo general presenta un gran espacio vacío que no tiene
cordones y se extiende desde el último cordel colgante hasta el nudo
final), uno lee los cordeles de izquierda a derecha (el software del proyecto
Harvard Khipu Database nos permite examinar los cordeles en orden
inverso, en caso de que esa haya sido la intención para el registro/lectura).
Al leer los khipus que contienen sumatorias internas, la siguiente
disposición se vuelve evidente dentro de los conjuntos de cuatro a ocho
cordones: en primer lugar, una gran suma; en segundo lugar, uno u
otro de lo que llamo «valores fijos»; y, finalmente, una serie de cuerdas
anudadas adicionales con valores variables. La sumatoria de los valores en
las cuerdas de un conjunto después del primer cordel generalmente suma
(o se aproxima a) el valor anudado en la primera cuerda. En la Tabla 9.1
vemos ejemplos de sumatorias internas con el valor fijo 208; la muestra
presentada es el khipu UR268 (Figura 9.4), uno de los catorce khipus
cubiertos con maníes hallados en la kallanka U.A. 05.
Debo explicar algo acerca de los «valores fijos». Varios de los khipus
en Inkawasi muestran uno u otro de cuatro valores fijos, que se repiten
por lo general en una determinada posición a lo largo de un khipu (como
vemos con el valor 208 en la Tabla 9.1). Los cuatro valores fijos son:
208, 47, 15 y 10. No sé exactamente lo que estos valores representan,
o la forma en que fueron determinados. Sin embargo, tengo la firme
sospecha de que representaban algo así como un impuesto, o gravamen,
sobre los bienes depositados, cuyo propósito era el apoyo y manutención
del sitio, incluyendo a sus trabajadores y administradores.
Volviendo a la Tabla 9.1, en tanto que no sé exactamente lo que
este registro contable refiere (ya que no podemos leer etiquetas
«identificadoras» en los khipus), dado que este khipu fue hallado (junto
con otros trece) enterrado bajo maníes, es razonable suponer que los
valores se refieren a la contabilidad de unidades de maníes almacenados
en Qolqawasi. Tal vez el número grande (es decir, en los primeros
cordeles de los conjuntos) en cada serie fue un total de unidades de
maníes en un depósito específico. El valor fijo/repetido 208 podría haber
sido algo así como un impuesto sobre el depósito, tal vez una cantidad
Contabilidad en el almacén del rey
193
Tabla 9.1. Serie de cuerdas del khipu UR268 conteniendo el valor de repetición 208.
# cuerda
1
2
3
4
5
6
Valor
13328
20[8]*
1450
2174
1935
7561
7
8
9
10
10s1**
11
12
8149
208
317
1345
209
1546
4600
13
14
15
16
8173
208
1739
6174
21
22
23
23s1**
24
15039
208
500
2[00]*
14311
Suma
13328
# cuerda
Valor
43
44
45
46
12608
[208]*
1659
10741
47
48
49
50
51
13162
208
2460
209
10151
57
58
59
60
60s1
61
62
63
64
7135
20[8]*
2070
505
1
113
1583
2258
331
Suma
12608
13028
8225
8121
7069
15219
* cuerda parcial o completamente rota
** cuerda subsidiaria
Figura 9.4. Khipu UR268 (fotografía del autor; cortesía de Alejandro Chu, investigación auspiciada por el Gobierno Regional de Lima, 11/2102-12/2014).
de bienes a ser retirados del almacén y utilizados para el mantenimiento
de la instalación de almacenaje. Los valores en los cordeles que siguen al
valor fijo 208 podrían haberse referido a los elementos que vinieron de
diferentes fuentes, o a una (re)distribución de cantidades hacia diferentes
compartimientos de almacenaje, o tal vez eran asignaciones que salieron
de las instalaciones para las tropas inkas. Los valores numéricos de los
grupos de cordeles en el khipu UR268 sugieren que grandes sumas
estaban siendo registradas, y que esas sumas se subdividieron en unidades
más pequeñas, lo que se trataba de un procedimiento contable que tenía
como objetivo (a) sumar un valor total, y (b) factorizar repetidamente en
un «valor fijo».
Cada uno de los conjuntos de cifras que presentan sumatorias internas
podría ser considerado como notas para un reporte (histórico) contable.
Por ejemplo, podemos construir el siguiente relato para la serie de
cordeles que incluyen las cuerdas #1-#6 en la Tabla 9.1:
Este es un recuento de 13 328 unidades de XXX almacenadas en el
depósito de Inkawasi. 208 de estas unidades fueron retiradas como cuota
de mantenimiento; de las unidades restantes de XXX, se colocaron
1450 unidades en un depósito; 2174 unidades fueron ubicadas en otro
depósito; 1935 unidades se colocaron en otro almacén diferente; y las
7561 unidades restantes fueron colocadas en un depósito diferente de
los otros.
Otra característica de las cifras de la Tabla 9.1 es que las sumas no siempre
«adicionan» al valor inicial registrado en el primer cordel de un conjunto.
Tal vez esto representa unidades de productos que se perdieron del
conteo inicial – una especie de «fuga» de productos almacenados – o
tal vez refleja el tipo de «informalidad» de la contabilidad en el terreno,
como vimos en el nivel más bajo de la jerarquía contable en Puruchuco
(Capítulo 5).
En la Tabla 9.2 presentamos un segundo ejemplo de sumatoria interna.
Este khipu, UR275 (Figura 9.5), también estaba en el grupo de catorce
khipus cubiertos con maníes. Como es evidente en la Tabla 2, UR275
muestra el valor fijo 47.
¿Por qué el cambio en el valor fijo de 208 a 47? Por un lado, vemos
que los valores registrados en el khipu UR275 son generalmente
mucho más bajos que los del khipu anterior, UR268. Por ejemplo, los
valores del cordel #1 en UR275 son entre 1653 y 3317, mientras que
los valores del cordel #1 en UR268 son entre 7135 y 15039. Tal vez,
por lo tanto, el valor fijo inferior en UR275 está coordinado con los
Contabilidad en el almacén del rey
195
Tabla 9.2. Conteo de los valores de cuerdas en el khipu UR275 mostrando el valor fijo 47.
# cuerda
Valor
1
2
3
4
5
6
3317
47
114
498
370
2287
7
8
9
10
1s1*
11
12
2089
47
203
236
21
312
1271
13
14
15
15s1*
16
1842
47
342
11
1442
Suma
3316
2090
1842
# cuerda
Valor
Suma
78
79
80
81
2106
47
460
1599
82
83
84
1653
47
1606
1653
85
86
87
1737
47
1690
1737
88
89
90
1825
47
1780
1827
91
92
93
1780
47
1733
1780
2106
*cuerda subsidiaria
Figura 9.5. Khipu UR275 (fotografía del autor; cortesía de Alejandro Chu, investigación auspiciada por el Gobierno Regional de Lima, 11/2102-12/2014).
valores, generalmente más bajos, en los otros cordeles en esta serie de
cuerdas. Lo curioso aquí es que ambos khipus estaban entre los catorce
khipus que se hallaron cubiertos con maníes en la esquina de la unidad
de excavación U.A. 04. Por lo tanto, no parece que la diferencia de los
dos valores fijos habría significado una diferencia en los elementos sobre
los que estos dos khipus debían dar cuenta (asumiendo que todos los
khipus cubiertos por un determinado producto fueron utilizados para la
contabilización de tal producto). En cambio, tal vez ¿la diferencia de los
valores fijos está relacionada con alguna otra diferencia en el estado de
los elementos registrados en estas dos muestras? Por ejemplo, quizás los
dos khipus representaron maníes que llegaron a Inkawasi provenientes
de dos campos del inka diferentes, uno de los cuales se consideraba tenía
un valor más alto o mayor estatus que el otro. Si bien tal circunstancia
podría haber sido el caso, estamos lejos de tener la documentación clave
sobre la cual evaluar tales especulaciones.
La Tabla 9.2 muestra un par de patrones numéricos interesantes que
emergen en las dos secciones del khipu UR275. Al comienzo del khipu
(esto es, las cuerdas #1-#16), cada serie de cuerdas comienza con un
número grande, que es seguido por 47, seguido a su vez por cuatro a
cinco números adicionales, el final de los cuales es otro número grande.
Los valores registrados a partir del valor fijo 47 hasta el final de cada
serie suman (o se aproximan a) el valor en el primer cordel de cada
conjunto. Más adelante en el khipu (esto es, los cordeles #78-#93) vemos
esencialmente conjuntos de tres cuerdas. Estos tienen los siguientes
valores: un número grande, el valor fijo 47, y la diferencia entre el primer
valor y 47. Aquí la cuestión parece ser simplemente registrar la gran
suma eliminando la tasa o impuesto (o lo que sea que 47 represente) y
observar el resultado de la resta.
Cualquiera que sea la magnitud del valor fijo, estos dos khipus
muestran lo que parecen ser ejemplos de uno de los métodos contables
empleados por los khipukamayuqs para rectificar cuentas, para estipular
consistentemente el valor del gravamen/impuesto sobre los depósitos, y
para en general mantener un registro de los artículos almacenados en las
instalaciones de Qolqawasi.
Hay evidencia de sumatorias en khipus en otros contextos a lo largo
del imperio, así como el notable ejemplo de sumatoria entre khipus (es
decir, la suma de los valores en un khipu registrada en un khipu diferente;
ver el Capítulo 5) en la jerarquía contable de Puruchuco. Considero que
la suma de los valores internos de los khipus fue una técnica importante
y eficiente de contabilidad, aunque no se trata de algo terriblemente
complicado. Podríamos decir que era una especie de estrategia de línea
Contabilidad en el almacén del rey
197
de base para el registro de valores producidos por cálculos aritméticos
(que se llevaron a cabo en el dispositivo de cálculo llamado yupana; ver
el Capítulo 1), que era una característica importante de los controles y
equilibrios contables en Inkawasi.
Copias o khipus correspondientes/estrechamente correspondientes
Los khipukamayuqs de Inkawasi hicieron copias de sus registros como
parte de sus prácticas de controles y equilibrios contables. Hemos visto
ejemplos de khipus correspondientes y/o estrechamente correspondientes
(es decir, copias) en los archivos de la Laguna de los Cóndores (Capítulo
4), Puruchuco (Capítulo 5) y Pachacamac (Capítulo 6). También tenemos
varios ejemplos de copias, o khipus correspondientes/estrechamente
correspondientes en Inkawasi. ¿Cuál era la relación entre lo que parecen
ser copias cuando se producían dos (o más) registros? ¿Podrían haber
sido producidas más o menos al mismo tiempo por dos khipukamayuqs
observando el mismo evento de contabilidad y registrando los
procedimientos en nombre de su grupo de interés particular (por
ejemplo, un ayllu, parcialidad, etc.)? O ¿podrían las dos versiones haberse
producido de forma secuencial, en diferentes momentos? Por ejemplo,
¿una versión fue hecha cuando la mercancía llegó a la instalación y la otra,
llamada «copia», se llevó a cabo cuando las mercancías salían del almacén?
Si este fuera el caso, se trataría de algo parecido a un balance de créditos
y débitos. Esto sugeriría que la contabilidad inka había desarrollado – o
estaba en proceso de desarrollar – una técnica contable similar a la de
doble entrada (ver más adelante).13
Un par de khipus de un conjunto «estrechamente correspondiente»
son las muestras UR266 (Figura 9.6) y UR275 (Figura 9.5; examinada
anteriormente). Se trata de otros dos especímenes de los catorce khipus
hallados en la kallanka U.A. 05 y cubiertos con maníes. La Tabla 9.3
muestra solamente los valores numéricos superiores a 1000 (es decir,
desde los cordeles con grandes sumatorias) que están anudados a estas
dos muestras.
En la Tabla 9.3 se muestra un total de 43 valores que aparecen en
las columnas respectivas de los dos khipus. De los 43 valores, 18 son
correspondencias exactas entre las dos columnas; ocho valores son lo
que yo llamaría «correspondencias estrechas» (es decir, 1732/1786,
2114/2106, 1594/1599, 1850/1844, 2227/2247, 2177/2200, 1765/1760,
1718/1710); los 15 valores restantes en la columna del khipu UR266 y
los 16 valores en la columna de UR275 no tienen correspondencias o
198
La historia inka en nudos
Figura 9.6. Khipu UR266 (fotografía del autor; cortesía de Alejandro Chu, investigación auspiciada por el Gobierno Regional de Lima, 11/2102-12/2014).
números que se aproximen – al menos no que sean obvias. No obstante,
hay que señalar que dos valores en la columna de UR266 [1070 + 1217]
suman al valor 2287 en la columna de UR275, y cerca de las tres cuartas
partes hacia abajo de las dos columnas, los valores 2106 +1153 en la
columna de UR266 y los valores 1653 + 1606 en la columna de UR275,
cada par de valores totalizan 3259. Por lo tanto, existe un alto nivel de
correspondencia de valores entre las dos columnas de valores de 1000+
registrados en estos dos khipus.
Lo que las dos columnas de números en la Tabla 9.3 no muestran
(dado que he proporcionado solamente valores por encima de 1000) es
que estos dos khipus contienen el valor fijo repetido 47. En la Tabla 9.2
vimos un par de conteos de conjuntos de cordeles con valor fijo 47 en el
khipu UR257 (khipu del que se tomaron los conjuntos de valores altos en
la columna derecha de la Tabla 9.3).
En cuanto a la relación entre los khipus UR266 y UR275, cuyos valores
grandes son mostrados en la Tabla 9.3, es importante tener en cuenta
que sus grandes sumas son en algunos casos correspondencias exactas, en
otros casos los valores son solo correspondencias cercanas, mientras que
algunos de los valores no corresponden, ni siquiera se acercan. ¿Qué se
puede extraer de este par de muestras? En primer lugar, la presencia de
18 de 43 valores superiores a 1000 que corresponden exactamente entre
Contabilidad en el almacén del rey 199
Tabla 9.3. Valores numéricos por encima de 1000 en los khipus estrechamente correspondientes UR266 y UR275.
Leyenda:
UR 266
UR 275
3618
1364
2207
1506
1384
2919
3317
1070
1217
2089
1271
1842
1876
1151
3249
2069
2229
1732
3320
2500
4273
3300
2633
3096
1323
2950
2275
1278
2114
1594
2106
1153
1737
1690
1939
1850
2227
2177
1765
1718
1505
1458
1738
3317
2287
2089
1271
1842
1442
1876
1545
3249
2229
1786
3320
2333
4273
2710
2633
3096
2896
2950
2451
2275
1870
1278
2020
1035
1588
2106
1599
1653
1606
1737
1690
1825
1780
1733
1891
1844
2247
2200
1760
1710
1505
1458
Línea = correspondencia exacta;
línea punteada = correspondencia estrecha
los dos registros, y otros ocho valores adicionales que son estrechamente
correspondientes, va más allá de lo que podríamos esperar del azar. En
resumen, los registros en las dos muestras fueron claramente hechos
dentro del mismo contexto contable. Esta conclusión se apoya además en
el hecho de que fuera del archivo de 34 khipus hallados en Inkawasi, estos
son los dos únicos que contienen el valor fijo repetido 47. Es así que,
sin duda, hay un alto nivel de intencionalidad en la producción de este
par de «copias» correspondientes/estrechamente correspondientes. Pero
¿qué significa esto? ¿Qué podría explicar el alto porcentaje de valores
correspondientes (comenzando con 47 hasta entrar en los millares) y
estrechamente correspondientes registrados en las dos muestras?
Hay dos respuestas posibles. En primer lugar, estos dos khipus pueden
haber sido los registros de alguna circunstancia contable (por ejemplo,
la recepción de un gran cargamento de maní en Inkawasi) en la que se
asignaron dos contadores para registrar el depósito de mercancías (como
ya hemos visto, el dualismo era una característica fundamental de la
organización social, política y económica inka). En este caso, tal vez los
dos contadores simplemente registraron valores diferentes, al tiempo que
alcanzaban un alto nivel de correspondencia en sus registros generales.
La segunda explicación posible, que he desarrollado con más detalle en
otro trabajo,14 es que podemos ver en tal emparejamiento de cuentas algo
parecido a un tipo de «teneduría de libros» de doble entrada inka – esto
es, en ausencia de «libros» reales. Es decir, quizás uno de los dos khipus
(por ejemplo, UR266) era un registro de «créditos» de los bienes que
entraban a Inkawasi, mientras que el otro khipu (UR275) era un registro
de «débitos» de elementos que salían del almacén. Desafortunadamente,
no podemos determinar si este era el caso puesto que no sabemos
exactamente cuándo fueron hechos los dos registros – es decir, si fueron
producidos se manera simultánea o secuencial.15
Pares de khipus vinculados y correspondientes y el uso de paradigmas
aritméticos recíprocos
Además de las sumatorias internas, números fijos y producción de copias,
también encontramos otro complejo método de contabilidad empleado en
Inkawasi. Este implicaba el atar dos o más khipus juntos, una disposición a
la que me refiero como «khipus vinculados» (ver el Capítulo 3, referente al
conjunto de khipus vinculados de Atarco, Nazca). En Inkawasi tenemos
dos pares de khipus vinculados. Estos son UR255 y UR256 (Figura 9.7),
cuyas cuerdas primarias están atadas juntas, y UR267A y UR267B, que
Contabilidad en el almacén del rey 201
también están unidos entre sí (Figura 9.8). Lo que es particularmente
interesante de estos dos pares vinculados es que también representan
componentes de pares correspondientes/estrechamente correspondientes.
Un khipu en un par vinculado corresponde con un khipu en el otro
par vinculado, y viceversa. En otras palabras, la correspondencia/copia
fue con un khipu en el otro par vinculado. Para aclarar, a medida que
observamos los dos pares de khipus vinculados en las Figuras 9.8 y 9.9,
los valores numéricos registrados en el khipu UR255 corresponden
estrechamente con los registrados en UR267A, mientras que los valores
en UR256 corresponden estrechamente (aunque menos que en el primer
caso) con los registrados en UR267B. Las Figuras 9.8 y 9.9 muestran
cómo los dos khipus en el lado izquierdo de cada par corresponden
estrechamente entre sí, al igual que los dos khipus en el lado derecho.
Lo extraordinario de estos dos pares vinculados y correspondientes
es que emplean diferentes paradigmas aritméticos recíprocos o fórmulas
(ver más adelante). Además, los dos pares correspondientes utilizan dos
«números fijos» diferentes. En este caso, el par correspondiente UR255/
UR267A tiene el valor fijo 15, mientras que el par correspondiente
UR256/UR267B tiene el valor fijo 10. Todos los métodos contables
discutidos anteriormente, a excepción de las sumatorias internas, se unen
en estos pares vinculados y correspondientes.
El par vinculado UR267A y UR267B fue hallado en el espacio de
organización U.A. 07, ambos khipus unidos entre sí en una cesta
rectangular y cubiertos con ajíes. El par vinculado UR255 y UR256 fue
hallado en una pila de siete khipus en el corredor del extremo norte de
Qolqawasi, y al igual que el caso anterior ambos khipus estaban atados
entre sí. Aunque fueron recuperados en diferentes áreas de la instalación
de almacenamiento, los valores numéricos registrados en el khipu
UR255 (corredor) corresponden estrechamente con los registrados en
UR267A (espacio de organización), mientras que los valores en UR256
(corredor) corresponden estrechamente (aunque con menor grado
de «correspondencia») con los registrados en UR267B (espacio de
organización).
Además de la repetición regular de sus respectivos valores numéricos
fijos, estos khipus contienen disposiciones altamente inusuales – a las que
llamo «paradigmas» – de las relaciones aritméticas entre los conjuntos
de (usualmente tres) valores numéricos. En la Tabla 9.4, presento
valores numéricos secuenciales a partir de segmentos de cuerdas del
par estrechamente correspondiente UR267A y UR255, que contiene el
valor fijo 15. La Tabla 9.5 muestra una serie de cuerdas correspondientes
entre el par estrechamente correspondiente UR267B y UR256, que
202 La historia inka en nudos
Figura 9.7. Conjunto vinculado, khipus UR255 (izquierda) y UR256 (derecha) (tener en cuenta
que las etiquetas en la foto son incorrectas) (fotografía del autor; cortesía de Alejandro Chu,
investigación auspiciada por el Gobierno Regional de Lima, 11/2102-12/2014).
Figura 9.8. Conjunto vinculado, khipus UR267A (izquierda) y UR267B (derecha) (fotografía del
autor; cortesía de Alejandro Chu, investigación auspiciada por el Gobierno Regional de Lima,
11/2102-12/2014).
Tabla 9.4. Par estrechamente correspondiente UR267A y UR255
y el valor de repetición 15
UR267A
Cuerda #
(v -adjunto )
44
45
46
47
48
49
50
51
52
53
54
55
56
57
58
UR255
Valor
Valor
141
15
126
127
15
112
110
15
95
149
15
134
201
15
186
141
126
15
127
112
15
110
95
15
148
133
15
201
186
15
Cuerda #
(r-adjunto )
50
51
52
53
54
55
56
57
58
59
60
61
63*
64
65
* Cuerda #62, la cual no tiene valor numérico, está atada alrededor
de la cuerda primaria.
contiene el valor fijo de repetición 10. Debo señalar que este último par
estrechamente correspondiente tiene valores de cuerdas estrechamente
correspondientes sobre no más de una quinta parte (aproximadamente)
de los cordeles de las dos muestras. Es por ello que aplico la denominación
«estrechamente correspondientes» solo de manera muy informal en este
segundo par. No obstante, los valores correspondientes mostrados en la
Tabla 9.5 indican claramente que las dos muestras se relacionan entre sí
de manera fundamental – al menos para las secciones de cuerdas que se
reproducen en esta tabla.
¿Qué podemos decir acerca de los paradigmas aritméticos que se
muestran en las Tablas 9.4 y 9.5? En primer lugar, los dos emparejamientos
sugieren que los dos khipukamayuqs conservaron estos registros, en
tanto y en cuanto ambos eran aparentemente conscientes de las mismas
cantidades de mercancías que se estaban contabilizando, utilizaron dos
principios diferentes, aunque recíprocos, de organización numérica en
la representación estos valores – «reciprocidad» en la que uno encuentra
los mismos valores sea leyendo las ecuaciones de izquierda a derecha
o de derecha a izquierda. Es decir, los valores registrados en UR267A,
del conjunto vinculado UR267A y UR267B, siguen un patrón – un
paradigma aritmético – que yo caracterizaría como: X / # fijo / Y; por
ejemplo: 127 / 15 / 112. Sin embargo, aquellos registrados en su par
correspondiente en el otro conjunto vinculado – UR255 – siguen el
patrón: X / Y / # fijo; por ejemplo 127 / 112 / 15. Por otra parte, el khipu
204 La historia inka en nudos
Tabla 9.5. Secciones estrechamente correspondientes
del par UR267B/UR256 y el valor de repetición 10
UR267B
Cuerda #
(r –adjunto )
86
87
88
89
90
91
UR256
Valor
Valor
394
10
384
329
10
319
394
384
10
329
319
10
Cuerda #
(v –adjunto )
104
105
106
107
108
109
92
--
93
94
10
--
518
95
518
508
114
96
97
98
99
100
10
508
152[sic]
10
143
10
115
153
143
10
116
117
118
[3 cuerdas, no valor; 110-112]
113
Tabla 9.6. Los dos paradigmas/patrones numéricos en los dos
conjuntos estrechamente correspondientes.
Patrón UR267A y B
Patrón UR255 y 256
X / # fijo / Y
X / Y / # fijo
127 / 15 o 10 / Y
127 / 112 / 15 o 10
UR267B del par vinculado UR267A y UR267B sigue el patrón: X / # fijo
/ Y; por ejemplo: 394 / 10 /384; su par correspondiente, el khipu UR256
del par vinculado UR255 y UR256 sigue el patrón: X / Y / # fijo; por
ejemplo: 394 / 384 / 10. Estos dos patrones son mostrados en la Tabla 9.6.
¿Cuál es el significado de los dos patrones de números? Podrían,
de hecho, ser dos formas diferentes y a la vez recíprocas de realizar
procedimientos aritméticos complementarios. Por ejemplo 127 - 15 =
112 y/o 127 - 112 = 15. Tal vez se trata simplemente de dos estrategias
para garantizar la realización de buenas operaciones aritméticas (si es así,
esto habría alertado a los khipukamayuqs del error cometido en el khipu
UR267B, cordeles de #98-#100, que da el cálculo erróneo: *152 - 10
= 143*; este error se corrige en el khipu UR256, cordeles #116-#118,
donde encontramos: 153 [en vez de 152] - 143 = 10).
Contabilidad en el almacén del rey 205
Conclusiones
En el Capítulo 1 hice hincapié en la importancia de tomar nota de las
problemáticas en la contabilidad occidental para abordar las prácticas
contables inkas. Esto nos lleva a poner particular atención en la
preocupación de la historia de la contabilidad tradicional acerca de la
evolución de las prácticas contables en Europa Occidental por un lado, y
por el otro en el énfasis de la literatura de la Nueva Contabilidad en temas
de poder, supervisión y control. Pienso que hay evidencia de esto último
en Inkawasi, y se vuelve especialmente aparente en nuestra discusión
sobre el uso de procedimientos contables de controles y equilibrios en
el sitio. ¿Estos materiales andinos proporcionan evidencia que pueda ser
interpretada como de naturaleza histórica, no solo de la historia de la
contabilidad en los Andes, sino también de la historia del imperio? Yo
diría que mucho de lo que se ha descrito aquí en términos de métodos y
prácticas de contabilidad en Inkawasi constituye una especie de línea de
base para la construcción de una historia inka.
Mi afirmación de que la historia está incrustada en los métodos de
contabilidad en Inkawasi guarda relación con la evolución de las prácticas
contables en el sitio durante el tiempo en que los inkas avanzaban sobre
los pueblos huarcos, probablemente a finales del siglo XV y principios del
siglo XVI. Las observaciones históricas que podemos sacar de estos datos
contables incluyen elementos tales como: (a) un régimen contable de
alto nivel sancionado por el Estado que estaba en pleno funcionamiento
en Inkawasi durante las décadas anteriores a la conquista española; (b)
los contadores de Inkawasi siguieron una práctica de vincular khipus el
uno al otro, tal vez para agregar el conteo de diferentes productos a un
registro mayor; (c) los contadores practicaron de manera habitual técnicas
de controles y equilibrios, incluyendo la realización de copias completas
de registros de khipus, así como la estructuración de registros numéricos
internos de manera que se pueda realizar sumas y restas al interior de
tales registros para así comprobar los totales; (d) una persona separaba los
conjuntos de khipus, los colocaba en el suelo y los cubría con productos
agrícolas, tal vez para marcar ciertos khipus como relevantes para ciertos
productos almacenados en el sitio; y (e) la gente en el lugar hizo marcas
en forma de cuadrícula en el suelo de los «espacios de organización»,
probablemente para establecer una plantilla de cantidades estandarizadas
para los registros del almacén.
Tales hechos históricos son, debo admitir, una delgada cornisa sobre
la que basarnos para construir una historia andina/inka. No obstante,
también creo que tales observaciones representan un punto de apoyo
206 La historia inka en nudos
(o quizás algo que se le acerca mucho) que apenas existía antes del
descubrimiento y excavación científica del archivo khipu de Inkawasi.
Estas observaciones, aunque no tan profundamente informativas como
las formas tradicionales occidentales y lineales de escribir la historia (por
ejemplo, cuestiones como las grandes batallas, la abdicación de un rey,
etc.), constituyen momentos, eventos y acciones históricas. Son, como
he sugerido en la introducción de este libro, la materia de los Annales
de la historia de mediados del siglo XX, con su preocupación por el
estudio de las estadísticas, censos, tendencias demográficas y (a menudo)
procesos sociales y económicos a largo plazo. En las conclusiones voy
a explicar y explorar esta propuesta, que busca construir una historia a
manera de Annales del Imperio inka.
Apéndice: Inventario de khipus de Inkawasi
Nro. de
Comentarios/Observaciones
cuerdas
Nro. Proyecto
Nro. KDB Ubicación
#9288-2013
UR255
sector C, subsector
5, Unidad 19K, U.E.
2
85
Atado a UR256; incluido en la gran "pila de
khipus" hallada en un corredor; sus valores se
asemejan estrechamente a aquellos de
UR267A.
#9238-2013
UR256
sector C, subsector
5, Unidad 19K, U.E.
2
118
Atado a UR255; incluido en la gran "pila de
khipus" hallada en un corredor; sus valores
ocasionalmente se asemejan estrechamente a
aquellos de UR267B. Valor fijo de repetición
'10'.
#9238-2013
UR257
sector C, subsector
5, Unidad 19K, U.E.
2
10
Incluido en la gran "pila de khipus" hallada en un
corredor; números muy grandes (en 10s de
miles)
#9238-2013
UR258
sector C, subsector
5, Unidad 19K, U.E.
2
41
Incluido en la gran "pila de khipus" hallada en un
corredor.
#9238-2013
UR259
sector C, subsector
5, unidad 19K, U.E. 2
13
Incluido en la gran "pila de khipus" hallada en un
corredor. Todos los valores son de 4 o menores.
Atado a UR260.
#9238-2013
UR260
sector C, subsector
5, Unidad 19K, U.E.
2
24
Incluido en la gran "pila de khipus" hallada en un
corredor. Cuerda primaria atada alrededor de
cuerda primaria de UR259.
#9238-2013
UR261
sector C, subsector
5, unidad 19K, U.E. 2
12
Incluido en la gran "pila de khipus" hallada en un
corredor.
#12009-2013
UR262
sector A, subsector -,
U.A. 2, Unidad
20M/cuad. 7, U.E. 1
138
Excavado en el piso adyacente al centro del
muro este de la kallanka U.A.2
#12704-2014
UR263
sector A, subsector
1, U.A. 2, Unit 2k,
U.E. 8
236
Excavado en el piso de la kallanka U.A.2, contra
el muro sur. Valores pequeños en cuerdas (13 o
menores).
#12703-2014
UR264
sector A, U.A. 2,
Unidad 21K, U.E. 5
226
Excavado en el piso de la kallanka U.A.2, contra
el muro sur. Atado con un cordel colgante
común a UR265.
#12703-2014
UR265
sector A, U.A. 2,
Unidad 21K, U.E. 5
14
Excavado en el piso de la kallanka U.A.2, contra
el muro sur. Atado con un cordel común a
UR264. Todos los valores son 7 o menores.
Contabilidad en el almacén del rey 207
Nro. de
Comentarios/Observaciones
cuerdas
Nro. Proyecto
Nro. KDB Ubicación
#13829
UR266
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 12
129
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Cuerda primaria trenzada con cuatro
puntas; al comienzo presenta un fardo cosido
con aguja y borde rojo. Valor fijo de repetición
'47'. Similar con UR 275.
#13092
UR267A
sector A, subsector
1, U.A. 7, Unidad
24f, U.E. 16
79
Atado a UR267B; hallado en canasta cubierta
con ajíes en "espacio de clasificación/secado"
U.A.7. Estrechamente similar con UR255. Valor
fijo de repetición '15'.
#13092
UR267B
sector A, subsector
1, U.A. 7, Unidad
24f, U.E. 16
103
Atado a UR267A; hallado en canasta cubierta
con ajíes en "espacio de clasificación/secado"
U.A.7. Valores ocasionalemente coincidentes
con UR256. Valor fijo de repetición '10'.
#13835
UR268
sector A, subsector
1, U.A. 4, unidad
20N, U.E. 18
128
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Valor fijo de repetición '208'.
#13828
UR269
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 11
273
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en una de las kallankas adyacentes al
corredor.
#13830
UR270
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 13
158
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en una de las kallankas adyacentes al
corredor.
#13842
UR271
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
19Q, U.E. 25
32
Hallado cubierto con frijoles (fasciolo vulgaris )
cerca del centro de la kallanka U.A.4; mismo
ambiente que los 14 khipus cubiertos con
maníes. Cuerdas 1-10 = repiten valores
decimales totales, mayormente en 100s;
cuerdas 11-32 = valores pequeños (7 o
menores).
#13839
UR272
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 22
173
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Valores moyormente 20 y menores.
#13831
UR273A
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 14
78
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Todas son cifras de tres dígitos (100s) y
vacíos.
#13831
UR273B
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 14
109
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Mayormente cifras de cuatro dígitos
(1000s) y vacíos. #s similares a 1000s en par
simiar UR266 & UR275.
#13832
UR274A
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 15
88
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Valor fijo de repetición '30'.
#13832
UR274B
sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 15
95
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Valor fijo de repetición '17'.
#13836
UR275
Sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 19
112
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Valor fijo de repetición '47'. Similar a
UR266.
#13837
UR276
Sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 20
5
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4.
208 La historia inka en nudos
Nro. de
Comentarios/Observaciones
cuerdas
Nro. Proyecto
Nro. KDB Ubicación
#13834
UR277
Sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 17
150
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Del principio a la mitad muchos valores
entre 20s y 30s.
#13833
UR278
Sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 16
297
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4. Cuerdas organizadas en conjuntos de 9
cordeles. Valores primariamente de tres dígitos
bajos (100s-500s)
#13838
UR279
Sector A, subsector
1, U.A. 4, Unidad
20N, U.E. 21
12
Hallado en grupo de 14 khipus cubiertos con
maníes en la esquina suroeste de la kallanka
U.A.4.
#16474
UR280
Sector A, subsector
1, U.A. 2, U.E. 10
37
Último khipu excavado. Hallado en la misma
kallanka de UR263, pero contra la pared
opuesta. Subsidiarias bastante densas -- hasta 45 niveles de profundidad. Número mayormente
de dos o tres dígitos.
Contabilidad en el almacén del rey 209
10
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
El registro de datos censales y tributos son algunas de las funciones
de los khipus mejor documentadas en las crónicas españolas. Cieza de
León ofrece el siguiente relato acerca de lo que había aprendido en sus
investigaciones sobre el registro de datos de censos y tributos:
Los nobles en Cuzco me dijeron que en la antigüedad, en la época
de los reyes inkas, se ordenaba en todas las ciudades y provincias del
Perú que las cabezas del pueblo [señores principales] y sus delegados
debían [registrar] todos los años los hombres y mujeres que habían
muerto y los que habían nacido; estuvieron de acuerdo en hacer este
recuento para el pago del tributo, así como con el fin de conocer la
cantidad de personas disponibles para ir a la guerra y el número que
podía permanecer para la defensa de la ciudad; ellos podían saber esto
fácilmente porque cada provincia, al final del año, tenía la orden de
entregar en sus quipos [khipus], en el conteo de sus nudos, todas las
personas que habían muerto ese año en la provincia, y todas aquellas
que habían nacido. Y al comienzo del año iban al Cuzco con sus
quipos con el objetivo de dar a conocer quién había nacido y quién
había muerto en ese año.1
Unos cuarenta años después de que Cieza publicara su crónica, Martín
de Murúa describió aspectos de los censos inkas que varían en algunos
detalles respecto a lo que Cieza entendía sobre este proceso, y además
contiene algunos datos interesantes relacionados a los procedimientos
reales del recuento de las poblaciones locales.
Ellos enviaban cada cinco años quipucamayos [administradores de
khipus], que son contadores y supervisores, al que llaman tucuyricuc.
Estos llegaban a las provincias como gobernadores y visitantes, cada
uno de ellos a la provincia de la que era responsable, y al llegar a
la ciudad juntaban a todo el pueblo, desde ancianos decrépitos hasta
bebés lactantes recién nacidos, en un campo fuera de la ciudad, o
dentro del pueblo si había una plaza lo bastante grande para dar cabida
a todos ellos; el tucuyricuc los organizaba en diez filas [«calles»] para
hombres y otras diez para mujeres. Eran sentados por edades, y de
esta manera se procedía [con el conteo] como se ha dicho en capítulos
anteriores. Y esto era ordenado por el Inga [Inka] cada cinco años.2
Murúa pasa a identificar las diez «filas» de edad por nombre y a explicar
cómo se utilizó este recuento poblacional para determinar la distribución
de la gente que subsecuentemente trabajaría en tareas para el Estado –
tributo laboral. Documentación adicional de la realización de censos
locales, la evaluación del trabajo tributario en base a estos recuentos,
y el papel fundamental desempeñado por los khipus en estos procesos,
aparecen en las crónicas de José de Acosta,3 Garcilaso de la Vega4 y
Bernabé Cobo,5 entre otros.
Dado el testimonio explícito y abundante proporcionado por los
cronistas españoles sobre el papel central desempeñado por los khipus
en el registro de datos censales y tributos en el Estado inka, podríamos
suponer que la investigación sobre estos dispositivos de contabilidad se
relacionaría estrechamente con estas bien documentadas funciones. Sin
embargo, hasta hace poco ha habido un silencio casi total respecto a las
funciones de registro de censos de los khipus.6 Este silencio es aún más
curioso cuando observamos que el registro de censos en khipus no finalizó
con la conquista. Más bien, los poseedores de khipus locales continuaron
llevando sus registros censales en cuerdas anudadas durante varias décadas
después de la conquista española, principalmente como recurso de
control para frenar posibles abusos españoles en el cálculo y recaudación
tributaria.7 De hecho, Salomon ha demostrado recientemente el caso de la
comunidad andina de Tupicocha, donde el registro en khipus combinado
con documentos escritos (alfabéticos) persistió hasta hace unas pocas
décadas.8 Del mismo modo, como se discute en la introducción de este
volumen, Hyland et al. (2014) han analizado tableros khipus del siglo
XVIII conservados hasta nuestros días en una par de comunidades de
la sierra central del Perú que yuxtaponen padrones (listas, en escritura
alfabética, de los nombres de las cabezas de hogares que pagan tributos)
con cordeles de khipus. Es así que la preocupación inka por los censos ha
persistido a lo largo de los siglos hasta nuestros días.
212
La historia inka en nudos
En este capítulo abordaré ese vacío en los estudios de khipus, referente
al uso de estos dispositivos en el registro de datos censales en la época
prehispánica tardía y colonial temprana. En la práctica, el uso de
khipus para registrar cifras poblacionales era inseparable de su uso en
la evaluación tributaria.9 En este capítulo, sin embargo, voy a limitar la
discusión a la función de los khipus como dispositivos de registro censal y
abordaré el tema de los censos y registros tributarios de la época colonial
en el Capítulo 12.
Censos coloniales y registros khipus:
¿podemos identificar correlaciones entre ellos?
¿Podemos identificar khipus censales en el corpus existente? Y si es así,
¿qué características debería tener un khipu censal? Tal vez el primer lugar
a explorar son los datos grabados cuando la información censal estaba
siendo registrada tanto en khipus como en documentos escritos por los
españoles. La era colonial temprana postconquista es crucial para nuestra
búsqueda puesto que, hasta que no tengamos documentos españoles
que den testimonio de los contenidos en los khipus,10 no podemos decir
cuál podría ser el contenido probable de ningún khipu. Por lo tanto,
en mi opinión, la mejor estrategia para identificar khipus censales es
probablemente estudiar cómo eran los registros censales producidos
por los españoles durante la época colonial temprana, en términos de
sus magnitudes, denominación, organización de categorías, etc., y, por
analogía, a continuación buscar khipus que tengan similares magnitudes
numéricas y distribuciones de agrupaciones de cuerdas por espacio y/o
color – esto último posiblemente representa marcadores de categoría.
Voy a examinar los datos registrados en los documentos de censos
coloniales comenzando con la época de la conquista española, en 1532,
y continuando hasta alrededor de 1585, una fecha significativa dado que
ese año, después del Tercer Concilio Limense (1584-1585), los khipus
fueron declarados objetos idolátricos y se ordenó su destrucción.11
Si bien los khipus no desaparecieron por completo,12 su uso se hizo
más clandestino, y los registros anudados ya no recibían la validación
y sanción oficial que se les concedía anteriormente, cuando los datos
leídos a partir de estos dispositivos por los administradores nativos eran
fácilmente aceptados como testimonio en la corte.13 Voy a comparar los
datos de los censos coloniales con la información registrada en los khipus
inkas, tal como se muestra en las tablas de la base de datos producida por
el proyecto Harvard Khipu Database.
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
213
Habiendo identificado un periodo aproximado de cincuenta años
(1532-1583) dentro del cual buscar posibles correlaciones censales
entre khipus y documentos escritos, debemos tener en cuenta, por un
lado, una notable disyunción en las regiones donde posibles khipus
censales han sido registrados arqueológicamente, y por otra parte,
dónde se registraron la mayoría de datos censales coloniales. Debido a
las excelentes condiciones para la preservación de restos orgánicos en los
secos desiertos costeros de Perú y norte de Chile, la mayoría de khipus
provienen de tumbas saqueadas costeras. Muy pocas muestras son de la
sierra (la principal excepción es Chachapoyas, en el norte de Perú; ver
más adelante), donde las precipitaciones son a menudo abundantes y las
variaciones de temperatura son más extremas. Los españoles vieron la
costa como la región más adecuada para asentarse, y por lo tanto las
poblaciones nativas fueron diezmadas por enfermedades recientemente
introducidas, o desplazadas desde muy temprano en el periodo colonial.
Contrariamente, si bien las comunidades de la sierra fueron devastadas
por enfermedades al igual que las de la costa,14 el desplazamiento de los
nativos andinos por los españoles no fue ni tan inmediato ni tan extenso
en la sierra como en la costa. Para el momento en que los españoles
decidieron contabilizar y reorganizar los pueblos originarios de los Andes
– desde finales de 1540 hasta mediados de la década de 1570 – quedaban
menos comunidades nativas a lo largo de la costa (donde se encuentra la
mayoría de khipus hallados en los siglos XIX y XX) que en la sierra. Sin
embargo, la mayoría de censos coloniales se llevaron a cabo en la sierra,
una región donde sobrevivieron pocos khipus.
En resumen, con excepción del área de Chachapoyas, cuando tratamos
de identificar correlaciones entre los registros censales en khipus y los
documentos escritos españoles, estamos generalmente (aunque no
totalmente) comparando khipus de la costa con información censal
escrita de la sierra. Esta disyunción requiere una actitud crítica y un sano
escepticismo respecto a las analogías, mucho menos correlaciones reales,
sugeridas por este material.
¿Qué queremos decir por identificación de una posible «correlación»
entre un (potencial) khipu con registro censal y un documento censal
español escrito? Según la definición actual, un censo es «una enumeración
oficial de la gente de una nación, Estado, distrito o ciudad, junto con el
acopio de información estadística relativa a su propiedad, nacimiento,
edad, sexo, ocupación, etc.».15 Siguiendo la lógica de la acepción de
«enumerar personas», el aspecto del conteo en sí de un censo podría
estar representado por una serie de marcas de contabilidad, cada marca
indicando un individuo.16 En la práctica, sin embargo, la mayoría de
214
La historia inka en nudos
censos proceden a agrupar a la gente en unidades sociales más o menos
inclusivas y enumerar sus miembros. Esto puede incluir agrupaciones
tales como familia, hogar, rango de edad, o algún otro criterio agregado.
Estas prácticas requieren el desarrollo de un elaborado sistema de
organización de marcas de conteo en subconjuntos y conjuntos, o bien
el uso de numerales abstractos que denoten la magnitud de elementos
dentro de los grupos.17 El inka creó e innovó una versión de este último
aspecto en cuerdas anudadas, desarrollando en el proceso un sofisticado
sistema decimal de numeración utilizando (principalmente) tres tipos
diferentes de nudos.18
En cuanto al conteo real de personas, los censos realizados en el
mundo andino colonial temprano tomaron dos formas muy diferentes
dependiendo de las circunstancias del encuentro entre el empadronador
y las personas que eran contabilizadas.19 En algunos casos, las personas
fueron convocadas en un lugar central, como la plaza del pueblo, y el
empadronador las enumeraba, por lo general en sus (autoidentificados)
grupos familiares. Esto es similar al procedimiento descrito por Murúa
al principio de este capítulo. A continuación vamos a ver otro ejemplo
de esta forma de procedimiento contable en relación a la producción de
un padrón (registro) de los Tabalosos e indios vecinos en Chachapoyas
durante el siglo XVII. La otra forma de organizar el conteo de censos
durante el periodo colonial siguió el modelo de la visita. En este proceso,
el funcionario colonial, el visitador/enumerador, iba de casa en casa, por
lo general acompañado por funcionarios locales, no solo contabilizando
el número de habitantes de cada hogar, sino también identificando a
cada individuo por su edad y condición dentro del hogar – por ejemplo,
tributario, hombre/marido, mujer/esposa, hijo, madre, viuda del marido
o la mujer, etc.
Estos dos tipos de procedimientos censales pueden producir rangos
y frecuencias de números significativamente diferentes en el conteo
definitivo del censo. En el tipo de conteo casa por casa, por ejemplo,
podríamos tener un recuento total de un hogar de, por decir, siete.
Dentro de dicho recuento, además de un matrimonio y niños, podrían
también haber individuos dependientes no relacionados (por ejemplo,
sirvientes o, en términos andinos, yanakunas). Sin embargo, en un censo
realizado al mismo grupo de siete personas llevadas a un lugar central,
los individuos dependientes, como las viudas y yanakunas, además de
los hijos adultos solteros (que podrían residir en la casa de sus padres),
bien podrían ser enumerados como personas autónomas individuales. Es
así que en este último tipo de conteo habría la tendencia a haber más
personas individuales (unidades) en el conteo final, mientras que en el
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
215
primer tipo de conteo, casa por casa, podría haber una mayor proporción
de unidades grupales con números más grandes.
¿Qué rangos numéricos de tamaño de hogares – o lo que he llamado
«unidades grupales» – ocurren realmente en los censos registrados en el
periodo colonial temprano en los Andes? La respuesta a esta pregunta es
importante puesto que el rango y frecuencia – que en conjunto forman
lo que llamaré la distribución – de diferentes números de personas dentro
de las unidades censales de conteo registradas por los empadronadores
españoles, serán traídas aquí para construir ejemplares que sirvan para
reconstruir las magnitudes contables y unidades grupales de los censos
prehispánicos. Dichos ejemplares – y me refiero a las distribuciones de
tamaño de agrupaciones numéricas ideales extraídas de censos coloniales
– serán utilizados como las distribuciones numéricas objetivo que
buscaremos en los registros numéricos khipus para identificar registros
censales en khipus prehispánicos y coloniales tempranos.
Es obvio que tales ejemplares derivados de censos coloniales pueden
solo ser aproximaciones, y lo más probable es que sea en la parte baja de
las estimaciones razonables de números poblacionales debido al colapso
demográfico que se produjo en el Nuevo Mundo después – o en algunos
casos incluso antes – del contacto con los europeos (ver el Capítulo 11).20
No obstante, hay que empezar por alguna parte en nuestros intentos no
solo por construir tales estimaciones poblacionales, sino también para
proponer aproximaciones de cómo las comunidades pueden haber estado
compuestas y organizadas en términos de la representación de tales
categorías de personas, como tributarios, padres, hijos, dependientes,
etc. En resumen, los ejemplares ideales construidos a partir de los censos
coloniales pueden servir para indicar el rango y frecuencia, o distribución,
esperados de agrupaciones de números/unidades grupales que podríamos
buscar al tratar de identificar khipus censales de la época prehispánica y
principios de la Colonia.
Debo señalar que utilizo el término «rango» en el sentido de los valores
numéricos mínimos y máximos registrados en un grupo de números. El
término «frecuencia» se refiere al número de ocurrencias de cualquier
número entero dado en comparación con el número total de números
enteros registrados. Por último, por «distribución» me refiero al patrón
asumido por el rango y frecuencia de números enteros registrados en un
censo.
En resumen, los censos coloniales son las fuentes disponibles más
relevantes y fiables para construir ejemplares ideales para el estudio de
khipus censales. No obstante, es importante tener en cuenta que, dado
que los khipus aún no han sido descifrados, si bien podríamos encontrar
216
La historia inka en nudos
números referentes al «tamaño de hogares» registrados en khipus (por
ejemplo, 2s, 3s, 4s, etc., hasta 8s o 10s para hogares de familias polígamas
o extendidas), aún no somos capaces de leer las etiquetas o marcadores
de identidad en tales khipus, por lo tanto no podemos saber si el registro
de un 6, por ejemplo, en una cuerda colgante se refiere a seis personas, o
llamas, o días, o... lo que sea. Sin embargo, si encontramos que las cifras
de los censos coloniales delinean una tendencia hacia ciertos patrones en
términos de su rango y frecuencia o distribución, entonces podríamos
argumentar que alguna secuencia numérica particular (es decir, no un
número individual en particular) es, como mínimo, «de tipo censal». Esto
es quizás lo mejor que podemos esperar en esta etapa de nuestro estudio
sobre los khipus, y este es el tipo de investigación que busco en este
capítulo.
El rango y frecuencia de las «unidades grupales» en los registros de censos coloniales
Paso ahora a una visión general de los datos censales extraídos de varios
recuentos de la población colonial. Los datos gráficos presentados en la
Figura 10.1 provienen de varios censos o conteos del tipo «casa por casa»
reportados en una serie de visitas o eventos censales desde 1551 a 1653.
Los gráficos de las visitas están dispuestos en agrupaciones ecológicas/
geográficas: sierra, bosques tropicales y costa. Esta división reconoce los
problemas potenciales antes mencionados relacionados a las diferencias
en las circunstancias demográficas en la realización de censos en las
diferentes regiones de los Andes Centrales. Vamos a revisar algunos de
estos problemas para después de proporcionar una visión general de las
fuentes de las visitas reportadas en la Figura 10.1.
Para la sierra tenemos gráficos de datos de las siguientes fuentes:
Valle de los Chillos, que incluye comunidades al este de Quito, Ecuador
(Figura 10.1a); Cajamarca, en la sierra norte de Perú (Figura 10.1b);
Huánuco, en la sierra central de Perú (Figura 10.1c); y Tiquipaya, cerca
de Cochabamba, sierra central de Bolivia (Figura 10.1d). De la selva
tropical tenemos datos de las dos siguientes fuentes: Moyobamba, en la
región de Chachapoyas, norte de Perú (Figura 10.1e); y Sonqo, en la
región yunga (tierras bajas) del este de Bolivia (Figura 10.1f). Para la costa
tenemos datos de las siguientes visitas: Chérrepe, en el valle de Saña, en
la costa norte de Perú (Figura 10,1 g); y Acarí, en la costa sur de Perú
(Figura 10.1h). Cada uno de los gráficos sintetiza información de unas
tres a cinco preguntas básicas hechas en encuestas del tipo casa por casa
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
217
SIERRA:
SELVA TROPICAL:
COSTA:
Figura 10.1. Gráficos poblacionales a partir de censos coloniales (imágenes de Carrie J. Brezine;
utilizadas con permiso).
durante la visita en cuestión. La excepción es el padrón de los Tabalosos
(Figura 10.1e), el cual fue elaborado en una sola ocasión (un solo censo)
durante una entrada en el bosque nuboso a lo largo del río Mayo, cerca
de Moyobamba, en el cual los miembros de varias tribus (es decir, los
Tabalosos, Suchiches, Guahenes, etc.) fueron citados e interrogados
acerca de su nombre, edad, afiliación de hogar y otros asuntos censales
relacionados (ver más adelante).21
Los gráficos censales de la Figura 10.1 muestran en el eje horizontal
los números de personas contabilizadas en cada hogar (esta es la medida
para las unidades grupales mencionadas anteriormente), y en el eje
vertical el porcentaje del número total de unidades grupales en los censos
respectivos con ese valor particular (esto es, el número de hogares con ese
valor dividido entre el número total de hogares).
Debería explicar por qué he elegido este grupo de visitas, y en
particular la medida en que esta selección proviene del material registrado
en la década de 1570, o después. Supuestamente, la información más
valiosa para reconstruir la forma de los khipus censales inkas serían los
primeros censos registrados por los españoles. Esta estrategia nos lleva
especialmente hacia las actividades censales iniciadas en 1549 por el
gobernador del Perú, Vaca de Castro.22 Aparte del hecho de que solo
unos pocos de estos documentos han sido recuperados, solo un pequeño
porcentaje fueron elaborados para registrar la población en un lugar
determinado en unidades diferenciales contables – por ejemplo, hogares
individuales, grupos de edad, etc. – ya que las crónicas españolas sugieren
que tales registros fueron organizados en el Estado inka (ver más arriba).
En cambio, la mayor parte de conteos censales a partir de 1540-1550
contienen valores agregados; esto es, contienen recuentos poblacionales
totales de los pueblos controlados por encomenderos españoles (es decir,
españoles a quienes se les dio la responsabilidad de supervisar, hacer
proselitismo y recoger el tributo de un grupo de nativos), o los totales
contabilizados en los ayllus que formaban las comunidades registradas en
los censos.23
Hemos buscado los datos ingresados en el Harvard Khipu Database
para identificar correspondencias en las secuencias de números registrados
en algunos de estos primeros registros censales con valores de tipo
agregado, sin embargo no hemos encontrado alguna. Para hallar tales
«correspondencias» tendríamos que encontrar un khipu que haya sido
el registro real de un censo realizado en una comunidad en particular,
ya sea en época prehispánica o a principios de la Colonia en Perú –
¡de hecho sería un descubrimiento espectacular! (no obstante, ver el
Capítulo 11, donde argumento que es posible que hayamos encontrado
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
219
una correlación). Lo más probable es que no encontremos una muestra
khipu que corresponda con un censo en particular documentado por
los españoles, sino es más bien posible que seamos capaces de identificar
una serie de khipus que contengan secuencias de números similares
en magnitud y distribución de unidades grupales análogos a aquellos
registrados en los censos coloniales, organizados para reflejar subdivisiones
poblacionales de tipo residencial, parentesco u otros. Esta fue la forma
adoptada para la recolección de datos por los procedimientos censales
introducidos en la década de 1570, que marcó el masivo programa
de visitas y la creación de reducciones (nuevos pueblos) iniciadas por el
cuarto virrey de Perú, Francisco de Toledo.24 Estas actividades censales
involucraban generalmente al visitador y autoridades locales que iban
de casa en casa contabilizando los residentes y registrando información
sobre sus nombres, edades, familias y vínculos de parentesco.25
¿Qué nos dicen los datos de la Figura 10.1a-h acerca de la naturaleza
de la información numérica y organización de los grupos de hogares en
los censos coloniales de diferentes regiones en los Andes Centrales? En
primer lugar, con excepción de la única familia compuesta por quince
personas en el valle de los Chillos (Figura 10.1a) y la de 27 personas en
Sonqo (Figura 10.1f), el rango de números de individuos que constituyen
las unidades de reportes en las visitas es generalmente entre uno y siete. La
mayoría de unidades grupales caen en el extremo inferior de esta escala,
entre uno y cuatro. En segundo lugar, si consultamos los documentos en
que se basan estos gráficos, encontraremos que los hogares más grandes
dentro de este rango numérico (es decir, los que contienen alrededor de
cinco o más personas) son los que tienen una cabeza tributaria masculina
y su esposa (o en algunos casos, dos mujeres), sus uno, dos o más niños,
y de vez en cuando un individuo dependiente (por ejemplo, un yana).
En tercer lugar, quienes fueron enumerados como individuos solteros
autónomos tienden a ser hombres jóvenes en edad tributaria (es decir, por
encima de los diecisiete años de edad), o viudos sin hijos. Sospecho que
muchos de estos individuos jóvenes vivían cerca y estaban emparentados
con las familias de estos pueblos.
Por último, las diferencias en las regiones geográficas o zonas
ecológicas están reflejadas en los datos de la visita de Huánuco, que
se encuentra en la sierra del centro-norte del Perú actual. En esta
comunidad, el pequeño número de individuos solteros documentados
en hogares distintos es marcadamente diferente a los otros. Creo que esta
característica única de los datos de Huánuco refleja la fecha relativamente
temprana de esta visita: 1562. La visita se llevó a cabo antes de la campaña
de reasentamiento toledano, en la que la gente vio obligada a habitar en
220 La historia inka en nudos
las reducciones españolas,26 así como la subsiguiente alta tasa de migración
de personas de estos nuevos pueblos.
La otra diferencia importante es que, en general, los hogares de la
costa (Figuras 10.1g y 10.1h.) tienden a tener un menor número de
personas – es decir, entre uno y seis – en comparación con las otras dos
regiones. En la sierra y la selva tropical se registra con frecuencia hogares
con más de seis personas (con excepción de Tiquipaya, en el centro de
Bolivia, Figura 10.1d). Esto puede sugerir que los hogares relativamente
más pequeños de las comunidades costeras pueden estar relacionados con
la temprana despoblación de la costa dado que los españoles se asentaron
allí tempranamente y en mayor número.
Tomando como base los datos los sintetizados en las Figuras 10.1a-h,
deberíamos buscar secuencias de números en el rango aproximado de
uno a siete, en nuestros esfuerzos por identificar khipus que contengan
registros censales. Debería haber una mayor incidencia de números en
el rango 1-4 que en el rango 5-7 (o superior). No creo que deberíamos
centrarnos demasiado las correspondencias de la relativamente alta
proporción de unidades (1s) vista en los gráficos de censos coloniales, al
menos no en nuestra búsqueda de khipus censales prehispánicos, dado
que la presencia de un alto número de personas individuales puede ser
consecuencia del colapso demográfico causado por las epidemias y/o
perturbaciones poblacionales de la época, así como por la transformación
impulsada por la campaña toledana de reasentamiento en la década de
1570. Cualquier potencial khipu censal que se aproxime al número
relativamente bajo de los valores de hogares de un solo individuo
registrados en la visita de Huánuco de 1562, es muy probable que sea
más representativo de uno de los khipus censales prehispánicos (o de la
Colonia muy temprana).
¿Hay en el corpus conocido algún khipu que se ajuste a los criterios
señalados anteriormente? A partir de un estudio de los khipus registrados
por el proyecto Harvard Khipu Database y por Ascher (1978),27 estimo
que hay un mínimo de alrededor de 50-60 registros censales en el total de
khipus inventariados. El estudio de las muestras de khipus registradas, sea
por el proyecto Harvard Khipu Database o por los Ascher, nos permite
hacer comparaciones entre ejemplares del tipo visita y khipus específicos
mostrados en las Figuras 10.1-10.8.
En el gráfico de khipus análogos discutido más adelante, en cada gráfico
de visita/censo en las Figuras 10.2-10.9, los ejes horizontales muestran los
números registrados en nudos en los especímenes, y los ejes verticales
registran el porcentaje de los valores numéricos totales registrados en los
khipus respectivos que están representados por ese número.28
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
221
Con el fin de evaluar las correlaciones propuestas en las Figuras 10.210.9, tenemos que mirar de cerca las distribuciones que se indican en la
relación entre los números de las secuencias de unidades grupales (= ejes
horizontales) y los porcentajes del total representado por cada unidad
grupal dentro de cada gráfico (= ejes verticales). Muchos de los gráficos de
censos coloniales y sus khipus análogos sugeridos son sorprendentemente
similares. Carrie Brezine, administradora del Harvard Khipu Database
durante el periodo 2002-2005, ejecutó una serie de pruebas de bondad
de ajuste de chi-cuadrado en las comparaciones entre las visitas y khipus
propuestos en las Figuras 10.2-10.9. Si bien muchas de las pruebas
mostraron diferencias significativas entre la visita y el khipu (valores «p»
inferiores a 0,05) hubo varios que no mostraron evidencia de disimilitud
(valores «p» superiores a 0,05). Aquellos con valores «p» superiores a
0,05 se pueden considerar estadísticamente similares en su distribución
numérica a las visitas contra las que fueron comparados. A continuación
se enumeran los pares similares con el valor «p» entre paréntesis:
Valle de los Chillos y UR29 (0,27) (Figura 10.2)
Visita a Cajamarca y UR91 (0,95) y AS26a (0,15) (Figura 10.3)
Visita a Tiquipaya y UR29 (0,24) (Figura 10.5)
Padrón de Moyobamba y AS157 (0,14) y UR23 (0,08) (Figura 10.6)
Visita a Acarí y UR23 (0,11) (Figura 10.9)
Incluso para varias de las comparaciones que no son estadísticamente
similares, el rango y frecuencia de los números en muchos de los khipus
análogos parecen aproximarse generalmente a los parámetros numéricos
de los datos reportados en los registros censales coloniales. Las Figuras
10.2-10.9 muestran que podríamos, de hecho, ser capaces de utilizar los
datos censales coloniales para la construcción de lo que he denominado
«ejemplares» para la búsqueda e identificación, en la base de datos del
proyecto Harvard Khipu Database y otras fuentes, de posibles khipus
censales.
Debo, sin embargo, hacer una advertencia importante: existe una
distancia geográfica considerable que menudo separa la ubicación de la
visita de la procedencia, cuando se conoce, de su khipu (o khipus) análogo
propuesto. Por ejemplo, si bien los gráficos de la visita a Tiquipaya (Figura
10.5) y aquel de UR29 son estadísticamente similares, hay que considerar
que la visita se llevó a cabo en una comunidad de la sierra central de la
actual Bolivia, mientras que el khipu UR29 es del sitio de Atarco, en la
costa sur de Perú (ver el Capítulo 3). Por lo tanto, si bien no podemos
imaginar que estos dos documentos registraron datos relacionados a
222
La historia inka en nudos
0.35
0.25
0.30
0.20
0.25
0.15
0.20
0.15
0.10
0.10
0.05
0.05
1
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
2
3
4
5
6
7
8
9
10
Cajamarca (1571–78)
Valle de los Chillos (1551–1559)
Posibles
khipus
análogos:
Possible
Khipu Analogues:
Possiblekhipu
Khipuanálogo:
Analogue:
Posible
0.20
20
0.15
15
0.10
10
0.05
5
1
1
2
3
4
5
6
2
3
5
4
6
7
8
9
9
10
UR91—Santa Valley
7
UR29—Atarco, Nazca
0.20
Figura 10.2. Valle de Chillos / comparación
con khipu (imágenes de Carrie J. Brezine;
utilizadas con permiso).
0.15
0.10
0.05
1
2
3
4
5
6
7
8
AS26A—No Prov.
Figura 10.3. Cajamarca / comparaciones
con khipus (imágenes de Carrie J. Brezine;
utilizadas con permiso).
una misma población (si es que UR29 era, de hecho, un khipu censal),
incluso así, la comparación entre estos dos conjuntos de datos nos lleva a
preguntar si la similitud de UR29 con un censo colonial conocido ofrece
bases sólidas para investigar este khipu como un potencial registro censal.
Sostengo que sí lo hace, y voy a presentar una investigación al respecto
en la siguiente sección.
Por otro lado, también encontramos información de una visita y un
khipu que tienen procedencias que están bastante cerca el uno al otro.
Este es el caso, por ejemplo, en la Figura 10.9, de un gráfico del censo de
1593 en Acarí, en la costa sur de Perú, comparado con el potencial khipu
análogo UR23, del sitio de Atarco, en el valle de Nazca, unos pocos valles
al norte de Acarí. A pesar de que estos dos documentos probablemente
no pertenecen a la misma población, existe la probabilidad de que las
Contando cabezas en el Tawantinsuyu 223
0.15
0.10
0.05
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10 11
Huanuco (1562)
Posibles
análogos:
Possible khipus
Khipu Analogues:
0.30
0.20
0.25
0.20
0.15
0.15
0.10
0.10
0.05
0.05
1
2
3
4
5
6
7
8
10
9
1
2
3
4
5
6
7
8
9 10
UR40—Nazca
AS13—No Prov.
0.20
0.30
0.25
0.15
0.20
0.10
0.15
0.10
0.05
0.05
1
2
3
4
5
6
7
AS100—Ica
8
9
1
2
3
4
5
6
AS169—No Prov.
Figura 10.4. Huánuco / comparaciones con khipus (imágenes de Carrie J. Brezine; utilizadas con
permiso).
poblaciones en Acarí y Atarco estuvieran organizadas de manera similar
– y eso estaría reflejado en sus respectivos registros censales.
¿Por qué sería importante determinar que un khipu particular contenía
datos censales? La identificación de un registro censal, especialmente
uno de tiempos prehispánicos, no solo proveería cifras poblacionales
reales previas al contacto con los españoles – la base para desarrollar un
estudio de la demografía prehispánica – sino también demostraría que
los datos estarían presumiblemente mostrados en un formato, empleando
unidades y valores de signos semasiográficos, que reflejaría las categorías
clasificatorias demográficas y las estructuras organizacionales de la
comunidad. Por lo tanto, el descubrimiento de khipus censales podría abrir
el camino hacia la comprensión del intelecto y tradiciones tecnológicas
224
La historia inka en nudos
0.4
0.3
0.2
0.1
1
2
4
3
5
6
7
8
9
10
Tiquipaya (1573)
Posibles
khipus
análogos:
Possible Khipu
Analogues:
0.4
0.4
0.3
0.3
0.2
0.2
0.1
0.1
1
2
3
5
4
6
7
8
1
9
2
3
4
6
5
7
8
9
UR9—Chachapoyas
UR6—Chachapoyas
25
0.20
20
0.15
15
0.10
10
0.05
5
1
2
3
4
1
6
5
2
UR28—Atarco
3
4
5
6
7
UR29—Atarco
0.5
0.35
0.4
0.30
0.25
0.3
0.20
0.2
0.15
0.10
0.1
0.05
1
2
3
4
5
6
7
8
UR3—Chachapoyas
9
10 11
1
2
3
4
5
6
AS130—Near Lima
Figura 10.5. Tiquipaya / comparaciones con khipus (imágenes de Carrie J. Brezine; utilizadas
con permiso).
50
0.20
40
0.15
30
0.10
20
0.05
10
1
2
3
4
5
6
7
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27
Sonqo (1568–)
Moyobamba (1653)
Possible Khipu
Analogues:
Posibles
khipus
análogos:
Possiblekhipus
Khipu Analogue:
Posibles
análogos:
0.35
0.20
0.30
0.15
0.25
0.20
0.10
0.15
0.10
0.05
0.05
1
2
3
4
5
6
7
8
9
1
10
2
3
4
5
6
7
8
9
AS100—Ica
AS157—No Prov.
6
Figura 10.7. Sonqo / comparación con khipu
(imágenes de Carrie J. Brezine; utilizadas con
permiso).
5
4
3
2
1
1
2
3
4
5
UR23—Atarco
Figura 10.6. Moyobamba / comparaciones
con khipus (imágenes de Carrie J. Brezine;
utilizadas con permiso).
inkas, así como las construcciones y representaciones sociales, políticas,
económicas y administrativas.
Los censos coloniales como modelos para la organización de categorías
en (potenciales) khipus censales
Aparte de las potenciales similitudes de distribución numérica, ¿qué
podemos aprender del estudio de las visitas y su comparación con
khipus existentes que podría ayudarnos en nuestra búsqueda de khipus
censales? Paso ahora a una comparación entre la información (escrita)
de censos coloniales y un khipu en particular – una analogía que no
226
La historia inka en nudos
0.30
0.35
0.25
0.30
0.25
0.20
0.20
0.15
0.15
0.10
0.10
0.05
0.05
1
1
2
3
4
5
6
7
2
3
4
5
6
Acarí (1593)
Cherrepe (1572)
Posible
khipuAnalogue:
análogo:
Possible Khipu
Possible Khipu
Analogues:
Posibles
khipus
análogos:
6
5
0.4
4
0.3
3
0.2
2
1
0.1
1
1
2
3
5
4
6
7
2
3
4
5
UR23—Atarco, Nazca
AS17—No Prov.
Figura 10.9. Acarí / comparación con khipu
(imágenes de Carrie J. Brezine; utilizadas con
permiso).
25
20
15
10
5
1
2
3
5
4
6
UR28—Atarco, Nazca
0.20
0.15
0.10
0.05
1
2
3
4
5
6
7
UR29—Atarco, Nazca
Figura 10.8. Chérrepe
/
comparaciones
con khipus (imágenes de Carrie J. Brezine;
utilizadas con permiso).
está específicamente propuesta en las Figuras 10.2-10.9. Voy a mirar de
cerca una parte del padrón («registro») de los Tabalosos e indios aliados,
que fue elaborado en 1653 cerca de Moyobamba, en Chachapoyas, en
el norte de Perú, y comparar tales datos con el khipu UR29, uno de los
grupos vinculados en las muestras de Atarco, en el valle de Nazca, al sur
del Perú, discutido en el Capítulo 3. En esta comparación, considero
que el material del padrón ha servido generalmente como ejemplo
de presentación de los datos censales en los registros de censos en los
Andes desde el momento de las visitas toledanas (principios de la década
de 1570) y entrados en el siglo XVII. Es así que mi intención aquí es
utilizar el padrón de 1653 con fines ilustrativos – es decir, para establecer
ciertas categorías políticas, sociales y demográficas, así como relaciones y
parámetros que puedan estar adjuntos, o codificados, en un khipu censal.
Por otro lado, estoy sugiriendo, como lo hice anteriormente (ver más
arriba), que el khipu UR29 de Atarco puede, de hecho, ser precisamente
eso, es decir, un khipu censal.
El padrón de los Tabalosos
El 7 de octubre de 1653, un contingente de 29 soldados españoles bajo
el mando de Martín de la Riva Herrera, jefe de justicia en la provincia
de Cajamarca y gobernador de la ciudad de Chachapoyas, se embarcó en
la primera de lo que llegarían a ser cuatro expediciones – entradas – a las
provincias boscosas de Lamas y Moyobamba.29 El término entrada aparece
frecuentemente en la literatura colonial de los Andes Orientales y se
refiere a una expedición llevada a cabo por soldados españoles, a menudo
acompañados por sacerdotes católicos y otros asistentes. El objetivo
era «entrar» en las regiones forestales prohibidas del alto Amazonas
para pacificar, «reducir» (es decir, juntar las poblaciones dispersas en
asentamientos) y hacer proselitismo. Riva Herrera se dirigió hacia el este,
hacia las tierras de los indios Tabalosos, Motilones, Suchiches, Guahenes
y Angahuallos, alrededor de la actual ciudad de Lamas.30
Lamas no era completamente desconocida para los españoles. Unos
cuarenta años antes una misión se había establecido en esta región,
después de una entrada hecha en circa 1603-1604, liderada por el capitán
Juan de Vargas Machuca. Además, durante los doce años anteriores a
la expedición de Riva Herrera, el padre Lucas de la Cueba había estado
viviendo entre varios indios (esp. los Geberos) en la zona. A partir de la
información proporcionada por de la Cueba y otros españoles que habían
visitado la región, Riva Herrera sabía que había dos señores principales, o
228
La historia inka en nudos
caciques, de los indios Tabalosos, el más grande de los diversos grupos que
pretendía pacificar.
Alrededor de una semana después de haber partido de Chachapoyas,
Riva Herrera y sus hombres se pusieron en contacto con los dos caciques
Tabalosos, Juan Ojanasta y Majuama. El gobernador y sus lugartenientes
persuadieron a Ojanasta y Majuama de congregar a su gente en un
lugar cerca del río Mayo, donde serían contabilizados y sus nombres
registrados en un padrón. Parece ser que los Tabalosos y sus aliados, los
Suchiches y Guahenes, cumplieron con este esfuerzo de pacificación
porque, señalaron, se encontraban en un estado de guerra constante con
otros grupos de la región, en particular con los Amasijines.31 Es así que
el 16 de octubre de 1653, unos 422 miembros de las tribus de Tabalosos,
Motilones, Suchiches y Guahenes se reunieron a lo largo del río Mayo
para ser contados y que sus nombres sean agregados a un registro.
Posteriormente serían «reducidos» en dos nuevas ciudades (reducciones):
San José de los Lamas y La Virgen del Rosario de los Tabalosos.
El Padrón general de los yndios Tabalosos ocupa cuatro folios del documento. Los nativos fueron nombrados y enumerados dentro de tres grupos
étnicos y políticos diferentes que señalamos a continuación (podemos
entender el término español parcialidad como «agrupación sociopolítica»):
I.
Parcialidad de los Tabalosos – aquellos súbditos del cacique
Ojanasta;
II. Parcialidad de los Lamas, en la provincia de los Tabalosos, que
provienen del otro lado del río – súbditos de Majuama;
III. Parcialidad de los indios Suchiches y Guahenes de la provincia de
los Tabalosos – súbditos de Tajojoa.
Con el fin de ofrecer una percepción de los tipos de información
registrados en este padrón, presento a continuación parte de una página
de las entradas del primer folio del documento (fol. 11v). Los números a
la derecha de las entradas están incluidos en el documento:
Parcialidad de los Tabalosos
– Cacique y gobernador don Juan Oxanasta con su esposa Ana
Supuama tienen un hijo llamado Martin y una hija llamada María,
junto con niñas de nombre Zayta y Yscaui… 6
Aquellos sometidos a este casique
– Pablo Chitacal y su esposa llamada Achasquín tienen un hijo
llamado Chaguchia y una hija llamada Cusapi… 4
Contando cabezas en el Tawantinsuyu 229
–
–
–
Tussayacasi y su esposa Choha no tienen hijos… 2
Sinipua con dos mujeres de nombre, la primera de ellas, Suagamay,
y la otra Sumamuy tiene dos hijas llamadas Sabula y Titu y un hijo
llamado Reyno… 6
Angote, indio soltero… 1
… [a lo largo de un total de 422 nombres]
Lo que sigue es un extracto más largo de este documento, incluyendo el
extracto anterior en español original.32
Parcialidad de los Tabalosos
– Don Juan oxanasta casique y governador con su muger ana
supuama tiene un hixo llamado martin y la hixa llamada maria =
con mas dos chinas llamadas zayta y yscaui… 6
Sujetos a este casique
– Pablo chitacal y su muger llamada achasquin tiene un hixo
nombrado chaguchia y una hixa llamada cusapi… 4
– Tussayacasi y su muger choha no tiene hixos… 2
– Sinipua con dos mugeres llamadas la una suagamay la otra sumamuy
tiene dos hixas llamadas sabula y titu y un hixo nombrado reyno… 6
– angote yndio soltero… 1
– Tumbasi yndio soltero… 1
– Juan tussaguasi y su muger choxani, tiene un hixo llamado, otopo
= y una hixa nombrada juxanase… 4
– Chunchiba y su muger Sachu [!] tiene una hixa llamada pualapi… 3
– Unguaya y su muger susuanama tiene dos hixos el uno sin nombre
y el otro llamado cabuya… 4
– Ylusi y su muger Langauya no tiene hixos… 2
– suababa soltero… 1
– Chifandama soltero… 1
– Suamuscasi soltero… 1
– Chinamote principal con dos mugeres llamadas la una Ynagui y la
otra guaca tiene un hixo llamado tuco y una hixa sin nombre… 5
– Juan angapa y su muger Suyngaua tiene un hixo sin nombre… 3
– Matheo suaconsa y su muger Juana tiene un hixo que se nombra
asna… 3
– Juacapa con tres mujgeres llamadas la una asuama y las dos [?]
mansollo y esquimpel tiene una hixa llamada Ysopa… 5
230 La historia inka en nudos
¿Qué nos dice el padrón de los Tabalosos acerca de la organización
de la información de censos coloniales? Hay varias cosas que son
inmediatamente evidentes. En general, el hogar del cacique es siempre
presentado en primer orden en el registro. Una vez que el jefe es
identificado, a continuación se nombra a su esposa (o esposas), y luego
se enumeran los niños u otras personas dependientes. No es raro que el
valor numérico total de la composición del hogar sea dado al final de la
contabilización, como en el padrón de los Tabalosos. La contabilización
del hogar del jefe, que es por lo general (aunque no siempre) el hogar
más grande de la comunidad, es seguida por información sobre sus
subordinados. En algunos casos (como en el padrón de los Tabalosos), el
registro indica explícitamente qué personas pertenecen al grupo del jefe
en cuestión. Es común encontrar que las personas solteras (por ejemplo,
viudas, viudos, huérfanos) hayan sido enumeradas al final de los registros
censales, a continuación del conteo de hogares en los que había varias
personas, aunque este no es el caso del padrón de los Tabalosos.
Khipu UR29
¿Cómo podría dicha información demográfica y de principios
organizacionales aparecer en un khipu censal? Argumento que podría
ser algo como la muestra khipu del sitio de Atarco, en el valle de Nazca,
presentada en la Figura 10.10. La Tabla 10.1 proporciona una copia del
registro tabular de información en la «tabla de datos» del khipu UR29,
del Museo für Völkerkunde, Múnich, del Harvard Khipu Database. El
khipu UR29 contiene un total de 35 cordeles, cada uno de los cuales
lleva al menos una cuerda subsidiaria. Los 35 cordones están divididos
por espacios de separación en siete grupos de cinco cordeles por grupo.
Todas las cuerdas en UR29 presentan torsión en «S», y todas las cuerdas
colgantes están adjuntas de modo recto (es decir, a partir de la parte
frontal). La suma de todos los valores registrados en este khipu es 123.
El khipu UR29 de Atarco (Nazca) aparece como un posible khipu
censal análogo en tres de las comparaciones visita-khipu (ver Figuras
10.2, 10.5 y 10.6), lo que lo hace un candidato útil para demostrar cómo
un khipu podría haber sido organizado de una manera «censal». Pero,
¿qué argumentos, concretamente, apoyan esta premisa? Ciertamente el
khipu UR29 contiene varias características posiblemente censales. En
primer lugar, sugiero que el significado central, o valor sociopolítico,
de cada cordel fue su identificación con un adulto masculino tributante.
Así habría lugar entonces para 35 tributantes en lo que sugiero podría
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
231
Figura 10.10. Khipu UR29 de Atarco, valle de Nazca (courtesy of Museum Funf Kontinente,
Múnich; fotografía de Marianne Franke).
Tabla 10.1. Khipu UR29 / 1000305
Nro. Cuerda
1
1s1
1s2
2
2s1
3
3s1
4
4s1
5
5s1
6
6s1
7
7s1
8
8s1
9
9s1
10
10s1
11
11s1
12
12s1
13
13s1
14
14s1
15
15s1
16
16s1
17
17s1
18
18s1
19
19s1
20
20s1
21
21s1
22
22s1
23
23s1
23s2
24
24s1
25
Torcido
Adjunto
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
R
U
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
U
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
U
U
R
U
R
U
U
R
U
R
Nudos
7L(8.5/\S)
3L(8.0/\S)
1E(7.5/\Z)
2L(9.0/\S)
1E(9.5/\Z)
2L(8.5/\S)
2L(9.5/\S)
2L(8.5/\S)
1E(9.0/\Z)
URNS?L(9.0/U)
2L(9.5/\S)
1E(8.0/\Z)
2L(9.5/\S)
2L(10.0/\S)
3L(10.0/\S)
5L(9.0/\Z)
5L(9.0/\S)
1E(9.5/\Z)
1E(10.0/\Z)
2L(10.0/\S)
1E(10.0/\Z)
1E(9.0/\Z)
2L(11.0/\S)
1E(9.5/\Z)
4L(9.0/\S)
1E(8.5/\Z)
1E(8.5/\Z)
4L(9.5/\S)
1E(9.0/\Z)
2L(10.0/\S)
1E(9.0/\Z)
1E(10.0/\Z)
1E(10.0/\Z)
3L(9.5/\S)
1E(10.0/\Z)
1E(10.5/\Z)
1E(9.5/\Z)
1E(11.0/\Z)
2L(8.5/\S)
3L(11.5/\S)
Longitud Color
22.0
24.0
30.0
27.0
25.0
26.0
25.0
26.0
25.5
30.0
28.5
25.0
26.5
27.0
25.0
27.0
29.0
27.0
28.0
25.0
23.0
22.0
28.0
26.5
29.0
26.0
25.5
26.0
25.0
27.0
25.0
22.0
24.0
24.5
24.0
25.0
25.0
25.0
27.0
25.0
27.5
27.0
25.5
25.0
23.5
25.0
24.5
0.0
26.0
25.0
24.0
AB
MB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
AB
MB
AB
MB
AB
AB
MB
AB
Valor
7
3
1
2
1
2
2
2
1
21
2
1
2
2
3
5
5
15
1
1
2
1
1
2
1
4
1
1
4
1
2
1
14
1
15
1
3
1
1
1
1
2
3
Tabla 10.1. Khipu UR29 / 1000305
Nro. Cuerda
25s1
25s2
26
26s1
26s1s1
27
27s1
28
28s1
28s2
29
29s1
30
30s1
31
31s1
32
32s1
33
33s1
34
34s1
35
35s1
Torcido
Adjunto
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
\S
U
U
R
U
U
R
U
R
U
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
R
U
Nudos
1E(9.0/\Z)
1E(10.5/\Z)
3L(11.5/\S)
1E(10.0/\Z)
2L(10.5/\S)
4L(10.0/\S)
2L(11.0/\S)
1E(10.0/\Z)
3L(10.5/\S)
2L(11.0/\S)
5L(10.5/\S)
2L(11.5/\S)
1E(11.0/\Z)
2L(11.5/\S)
4L(11.5/\S)
2L(11.5/\S)
2L(11.0/\S)
4L(11.5/\S)
3L(11.5/\S)
Longitud Color
24.0
0.5
26.5
28.0
19.5
26.0
24.0
29.0
26.0
0.0
26.0
25.5
26.0
21.0
28.0
26.0
27.0
22.0
25.0
29.0
28.0
23.0
29.0
25.0
MB
KB:MB
AB
MB
KB:MB
AB
MB
AB
MB
KB:MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
AB
MB
Valor
1
14
1
3
1
2
4
2
1
3
2
5
2
1
2
4
2
24
2
4
3
20 (123)
haber sido una población total de 123 individuos en Atarco (el total en
el khipu UR29). Los siete grupos en que se dividen las cuerdas del khipu
podrían representar los siete grupos de parentesco que conformaban esta
unidad de registro (por ejemplo, un ayllu) o, cada uno de los siete grupos
podría representar un ayllu. Me inclino hacia la primera interpretación.
Las cuerdas subsidiarias adjuntas a los cordeles podrían representar las
personas dependientes (ver más adelante).
Estas interpretaciones de cordeles y subsidiarias, sin embargo, plantean
varios dilemas. Observamos, por ejemplo, que cinco de los cordeles no
llevan nudos o valores numéricos (cordeles #5, #6, #21, #28 y #35).
¿Qué podría representar un cordel «vacío»? Además, si bien varios de
los cordeles tienen un valor de dos, lo que puede representar una pareja
casada (es decir, un hombre tributante y su cónyuge), varios otros cordeles
tienen valores más altos, como tres, cinco y siete. ¿Qué significan estos
valores más altos en términos demográficos/sociales?
La primera cuerda en el khipu UR29 contiene el valor más alto de este
espécimen: siete. Sugiero que esta cuerda – como la primera entrada en
el padrón de los Tabalosos, que describe los seis miembros del hogar del
234
La historia inka en nudos
cacique – representa el hogar del cacique de este (hipotético) grupo censal
del área de Atarco compuesto por 123 personas. El hogar del cacique se
componía de siete miembros familiares. Además de esta familia o grupo
emparentado, hay dos cuerdas subsidiarias unidas al cordel #1, lo que
podría indicar dos niveles de individuos subordinados o dependientes
adjuntos a este hogar. Tal vez la subsidiaria #1s1 del cordel #1 representa
tres familiares políticos que viven en este hogar, mientras que la subsidiaria
#1s2 representa un sirviente o yana.
Estas interpretaciones nos dan un pequeño punto de apoyo a partir
del cual interpretar los casos en donde los cordeles contienen un valor
sea de uno o cero. Es decir, un cordel con valor «uno» podría representar
un solo hombre soltero o viudo tributante, o una viuda que mantenía
obligaciones tributarias. Un cordel de valor «cero» acompañado de una
subsidiaria que lleva un valor numérico (que se encuentra en las cuerdas
#21, #28 y #35) podría representar un hogar en el cual nadie tenía
obligaciones tributarias (por ejemplo, el caso de los adultos mayores de
50 años de edad). Los valores anudados en las subsidiarias en los últimos
casos registrarían el número de personas no tributantes en estos hogares.
Presumo que un cordel sin valor registrado y que llevara una subsidiaria
que tampoco tenía algún valor, representa un espacio tributante vacío –
es decir, un hogar recordado que alguna vez tuvo obligaciones tributarias
pero que al momento del censo había sido declarado difunto.
Estas interpretaciones son obviamente incompletas y altamente
especulativas. Sin embargo, si podemos comenzar a aproximarnos a los
khipus que muestran magnitudes y distribuciones numéricas similares a
aquellas registradas en el khipu UR29, y se yuxtaponen significativamente
con los registros de censos coloniales, tales como el padrón de los Tabalosos
de 1653, podemos empezar a desarrollar un inventario de posibles
etiquetas de categorías o potenciales «traducciones» de las características
estructurales (por ejemplo, cordel y subsidiaria) y simbólicas (por
ejemplo, número y color) de los khipus censales. Esto nos colocaría en un
camino potencialmente productivo para la lectura de khipus censales que
podría, en última instancia, conducir al desciframiento de esta categoría
de registros de la administración inka.
Conclusiones
Este capítulo se ha ocupado de dos de los problemas más complejos en
el estudio de las sociedades andinas precolombinas: las estimaciones de
la población nativa justo antes y poco después de la invasión europea, y
Contando cabezas en el Tawantinsuyu
235
la interpretación de los enigmáticos dispositivos de registros en cuerdas
anudadas inkas, los khipus. Estas dos líneas de investigación se entrelazan
de manera natural puesto que los khipus siempre han sido entendidos
como dispositivos que contenían registros de recuentos poblacionales.
En este capítulo hemos demostrado, creo, que de hecho parece posible y
práctico extraer del corpus de unos 923 khipus existentes un subconjunto
de muestras que pueden haber sido utilizadas para registrar información
de censos a finales de la época prehispánica y comienzos del periodo
de la Colonia. Estos datos podrían ser muy valiosos para construir una
estimación demográfica más precisa de la población nativa, así como
para alcanzar un entendimiento más claro sobre cómo esa población fue
clasificada y organizada durante el periodo Inka y los primeros años de
la Colonia.
Si bien se han llevado a cabo varios estudios científicos serios sobre los
khipus a lo largo de casi un siglo, no creo que sea injusto, o exagerado,
decir que solo recientemente el estudio de la información codificada en
las cuerdas de estos dispositivos ha comenzado a emitir una débil luz sobre
la prehistoria y funcionamiento interno del Estado inka. Para utilizar
los khipus en la reconstrucción del pasado andino, la forma más directa
y productiva de hacerlo es centrarse en cómo están organizados los
datos numéricos así como otras características estructurales y simbólicas
de potenciales khipus censales.33 Estas características pueden darnos
pistas no solo sobre el número de personas en diferentes comunidades
prehispánicas, sino también acerca de las formas de clasificación y
organización asumidas por dichas poblaciones. Esto último podría
proporcionar importantes indicios que conduzcan al reconocimiento de
nombres, etiquetas, clases y otras formas de identificación que fueron
las fuentes de significantes para los administradores de khipus que
llegaban a las comunidades de todo el Tawantinsuyu a realizar censos.
Los significantes constituirían elementos de signos semasiográficos en los
registros en cordeles prehispánicos, el desciframiento de los cuales podría
darnos una visión muy valiosa para la interpretación – o «lectura» – de
esta y otras clases de registros khipus.
236
La historia inka en nudos
P A R T E
K H I P U S
I V
C O L O N I A L E S
11
¿Contabilidad de un colpaso demográfico?
En el Capítulo 10 sostuve que el acceder a las cifras de los khipus censales
prehispánicos podría abrir el campo de la demografía en los Andes antes
del contacto. En este capítulo presento una descripción y análisis concisos
de un khipu del norte de Perú, que propongo puede proporcionar tal
perspectiva. Sugiero, además, que este ejemplar ofrece una visión de un
proceso «coyuntural» en la historia andina desde finales del periodo Inka
hasta los primeros años de la Colonia. Es decir, nuestro ejemplar no afecta
las condiciones estructurales ni las circunstancias propias de la long durée
andina, ni tampoco los eventos singulares a corto plazo. Más bien, lo que
vamos a examinar aquí es un colapso demográfico coyuntural de rango
medio (en términos temporales), cuya historia se puede rastrear desde
poco antes de la conquista hasta más o menos un cuarto de siglo después
de ese fatídico acontecimiento. La muestra khipu que examinaremos es
de Chachapoyas, en los Andes del norte de Perú.
Mi interés en el tema de registros censales en khipus comenzó a tomar
forma mientras estudiaba de los khipus de la Laguna de los Cóndores
en Chachapoyas (ver el Capítulo 4). Chachapoyas fue una de las últimas
regiones del Perú actual en caer bajo el dominio de los inkas a medida
que avanzaban hacia el norte en dirección a Quito, desde mediados
del siglo XV hasta comienzos del siglo XVI.1 La conquista inka de esta
región parece haber ocurrido solo unas pocas décadas antes de la llegada
de los europeos a Cajamarca en 1532 (la primera entrada española en
Chachapoyas fue en 1536).2
Tal como se discutió en el Capítulo 4, la Laguna de los Cóndores
capturó la atención de la comunidad arqueológica en 1997 tras noticias del
descubrimiento y saqueo de un grupo de siete cámaras funerarias insertas
en un afloramiento rocoso de un acantilado por encima de la Laguna de
los Cóndores.3 Además del descubrimiento de unos 225 fardos dentro de
estos mausoleos, entre los artículos funerarios también se encontraron 32
khipus bastante bien conservados (Capítulo 4).4 Es importante tener en
cuenta que numerosos bienes de fabricación o influencia europea también
estuvieron presentes en la Laguna de los Cóndores. Estos incluyen una
cruz cristiana de madera, cerámica vidriada y cuentas de vidrio de la
región mediterránea.5 En muchos casos, las cuentas de fabricación
europea llegaron a través de las poblaciones nativas de América del Sur,
incluso antes de la llegada de los españoles. Otra cosa que precedió a los
conquistadores fueron los virus y gérmenes de ese otro mundo, «regalos»
del Viejo Mundo que literalmente devastaron las poblaciones nativas,
causando la muerte de más del 90 por ciento de la población indígena
en muchas regiones del Nuevo Mundo. Este colapso demográfico será
relevante en nuestra discusión en este capítulo.
El khipu chachapoya UR11
En este capítulo me centro en un khipu bastante particular hallado en
la Laguna de los Cóndores, el cual, a mi juicio, puede representar un
censo de largo plazo en un pueblo del territorio Chachapoyas. El khipu
en cuestión es uno dentro de un grupo de seis khipus hallados atados
juntos en un «bulto vinculado» al momento de la recuperación de los
objetos funerarios en el sitio de la Laguna de los Cóndores, gravemente
alterado y saqueado. El bulto vinculado forma lo que llamo la «serie 257»
de khipus.6 Este es uno de los dos grupos de khipus vinculados hallados
en el sitio. Me referiré a la muestra en cuestión como UR11.
A continuación presento mi interpretación del khipu UR11, aunque
debo señalar que yo mismo guardo cierto escepticismo al respecto.
Mis dudas se deben a que mi explicación implica que este khipu pudo
haber sido utilizado para registrar datos poblacionales agregados en la
época postconquista de la zona de Chachapoyas durante un periodo de
tiempo relativamente largo – por lo menos medio siglo, o un poco más.
La mayoría de investigadores de la prehistoria andina probablemente
aceptarían que los contadores inkas hicieron un registro poblacional
sofisticado utilizando khipus durante sucesivos periodos censales, que se
produjeron en intervalos de cinco años, de acuerdo al calendario inka de
conteos de cabezas (ver el Capítulo 10). Sin embargo, muchas personas se
resisten a la idea de que estos registros se llevaron a niveles locales durante
periodos de tiempo significativamente más largos, lo que los hace, en
efecto, similares a los anales de la Europa Occidental contemporánea,
o a Mesoamérica. No obstante, es precisamente así como varios de los
240 La historia inka en nudos
cronistas españoles caracterizaron los khipus,7 y voy a sugerir que un
segmento del khipu UR11 puede justamente corresponder a un registro
censal de largo plazo.
UR11 es uno de dos khipus que fueron desatados al momento de la
limpieza y conservación del bulto vinculado de la serie 257 de khipus, en
1997.8 UR11 está compuesto de 176 cuerdas unidas a un cordel principal
que mide 132 cm de longitud. La distribución general de los cordeles en
UR11 es en dos grupos: los cordeles de #1-#76 y #77-#176. El primer
grupo se compone de cuerdas muy estrechamente espaciadas a una
distancia de 27,0 cm. A continuación sigue un espacio de 5,0 cm, y luego
los cordeles #77-#176 están unidos a una distancia de 35,0 cm. El cordel
principal termina en una larga «cola» de 59,5 cm (ver la Figura11.1).
La interpretación que presento a continuación trata solamente sobre los
cordeles #1-#76. Este es el grupo de cuerdas en la mitad izquierda de
la Figura 11.1 (ver el detalle de esta sección en la Lámina 7). El lector
que desee ver todos los detalles del khipu UR11 puede ir a la página
web del Harvard Khipu Database (http://khipukamayuq.fas.harvard.
edu/) y hacer clic en esta muestra en la sección denominada «UR khipuLeymenbamba».
Las cuerdas #1-#76 parecen estar organizadas en varios subgrupos,
cada uno compuesto por un cordón blanco asociado con varias cuerdas
más oscuras. De manera más específica, la organización básica de los
cordeles #1-#76 es de quince conjuntos de alrededor de seis a ocho
cordeles cada uno. Para fines ilustrativos generales, los datos relevantes
de los primeros cuatro de los quince conjuntos son mostrados en la Tabla
11.1. Como se observa en la Tabla 11.1, cada conjunto de cordeles está
organizado como un grupo de cuatro a seis (o más) cordeles de un valor
bajo seguido de un par de cordeles con un valor mucho más alto, aunque
generalmente bastante similares. Los primeros cinco (o menos) cordeles
son de color oscuro y/o moteado, mientras que la cuerda final (es decir,
la segunda del par de cuerdas con valores altos) es blanca, o – a partir
de la mitad de la agrupación de cuerdas #1-#76 hasta el final – de color
marrón claro (= AB). Mi hipótesis de la función de registro de UR11 se
centra en los pares de valores más grandes. No puedo en este momento
explicar los valores más pequeños. En el futuro podríamos encontrar que
estas cifras representan algunos valores auxiliares, o tal vez correctivos,
que han de estar relacionados o que se aplican a los pares de valores altos.
La Tabla 11.2 muestra los quince pares de cordeles de valores altos en
UR11, los valores de sus cuerdas, y luego el promedio de estos valores
emparejados. He promediado los valores juntos porque tengo la hipótesis
de que los valores emparejados representan recuentos poblacionales
¿Contabilidad de un colpaso demográfico?
241
Figura 11.1. Khipu UR11 (fotografía del autor; cortesía del Centro Mallqui, Leymebamba, Perú).
Tabla 11.1. Distribución parcial de cuerdas
del khipu UR11.
Nro. de
cuerda
1
1s1
1s1s1
2
3
4
5
Valor de
color
W:MB
W:MB
W:MB
MB
W:MB
GG
W
Valor de
nudos
4
4
52
281
15,746
15,448
6
6s1
7
8
9
10
11
11s1
12
13
14
15
W:MB
KB
MB
W:AB
BL:AB
W
W:MB
KB
MB
W:AB
GG
W
157
4
55
263
10,809
11,056
214
23
44
258
11,532
9,547
16
16s1
16s2
17
18
19
20
W:MB
KB
MB
MB
AB
BL:AB
W
211
20
22
33
236
8,764
8,592
Tabla 11.2. Intervalos emparejados y sus
valores en el khipu UR11.
Nro. cuerdas
colgantes
Valores
emparejados
Valor
promedio
4y5
15746 / 15448
15597
9 y 10
10809 / 11056
10932
14 y 15
11532 / 9547
10539
19 y 20
8764 / 8592
8678
24 y 25
8483 / 5713
7098
29 y 30
9681 / 6153
7917
34 y 35
6308 / 6250
6279
39 y 40
8263 / 8319
8291
44 y 45
8441 / 9446
8944
49s1 y 50s1
2220 / 2225
2223
54 y 55
1500 / 1418
1459
59 y 60
1316 / 1671
1494
64 y 65
2306 / 2750
2528
69 y 70
2335 / 3111
2723
75 y 76
2082 / 4527
3305
complementarios que fueron proporcionados por dos contadores de
khipus probablemente basados en parcialidades – uno para Hanan, el
otro para Hurin – en la región de Chachapoyas (ver las discusiones sobre
contabilidad basada en parcialidades los Capítulos 3, 4, 5, y 8).
Lo que es bastante sorprendente sobre los valores emparejados
mostrados en la Tabla 11.2 – aparte de lo cerca que generalmente están
entre sí y cómo se diferencian de los valores más bajos que los rodean – es
la forma en que progresivamente descienden, de manera más precipitada
conforme se va más abajo en la tabla. El descenso va desde una cifra
promedio de 15 597 en el primer conjunto hasta un promedio de 3305
en el último – una caída del 80 por ciento a lo largo de quince niveles.
La disposición de los «niveles» también es bastante regular, moviéndose
mediante incrementos de cinco cuerdas entre los conjuntos emparejados
(por ejemplo, desde los cordeles #4/#5 hasta los cordeles #9/#10, etc.).
La hipótesis que articulo a continuación es que UR11 es un registro de
¿Contabilidad de un colpaso demográfico? 243
la constante disminución de algún recurso en toda la zona chachapoya a
finales de la época prehispánica y principios de la Colonia. La pregunta
es: ¿qué «recurso» de los valores registrados en los quince conjuntos de
cifras en la mitad izquierda de UR11 podría haber descendido en tal
escala (es decir, 80 por ciento) y tiempo? La respuesta que sugiero es: la
población.
Conteos poblacionales en Chachapoyas
En su importante y altamente informativa tesis doctoral sobre el área
de Chachapoyas desde la época prehispánica hasta nuestros días, la
antropóloga danesa Inge Schjellerup reunió material de diversas fuentes
etnohistóricas relativas a los números de tributarios en Chachapoyas
durante los primeros dos siglos y medio después del establecimiento de
la Colonia, desde 1549 a 1793. Estas cifras son reproducidas en la Tabla
11.3.
Para el periodo más relevante en este volumen, la Tabla 11.3 muestra
un registro de disminución en el número de tributantes en Chachapoyas
de 77,2 por ciento, comenzando en la fecha más antigua (1549) con un
recuento de 17 550 tributantes, y continuando hasta llegar a un conteo
de 4000 tributantes a comienzos del siglo XVII. Esto es consistente
con las cifras generales de disminución poblacional en toda América
en, aproximadamente, los dos primeros siglos después de la conquista
española.9 Como se señala Charles Gibson:
Hacia la década de 1540 los indios estaban casi extintos en las Indias
Occidentales... En muchas áreas tropicales [es decir, América Central],
hacia 1600, los indios eran escasos o totalmente inexistentes, y en la
sierra las pérdidas poblacionales de hasta el 90 por ciento eran bastante
frecuentes a principios del siglo XVII. El más prolijo de los estudios
modernos registra una disminución, en Nueva España, de alrededor
de 25 millones de personas en 1519 a poco más de un millón en 1605.
La despoblación en América del Sur no ha sido calculada de manera
tan precisa, pero es muy probable que haya sido igual de severa.10
Cook (1981) ha señalado que la zona de Chachapoyas fue sometida a
un severo colapso demográfico y estancamiento económico después de
la entrada española en la región, que comenzó en 1536.11 Es importante
tener en cuenta que, como todas partes de América, la disminución
poblacional durante la era colonial en las comunidades a lo largo de los
244
La historia inka en nudos
Tabla 11.3. Números de tributarios en
Chachapoyas.
Año
Tributantes
1549
1559
1583
1586
1591
1601
1608
1793
17550
16309
10699
8062
7042
5626
4000
2200
Andes no fue del todo una cuestión de muerte por enfermedad, guerra
u otras causas, sino que fueron todos estos factores combinados con
el hecho que la gente fue simplemente reubicada lejos de sus antiguas
comunidades (prehispánicas). Esto era aparentemente bastante común en
la zona de Chachapoyas, donde, como Cook ha señalado,12 los nativos a
menudo escapaban hacia el este, a las tierras bajas tropicales a lo largo de
los ríos Huallaga y Ucayali.
Si bien el porcentaje de disminución en los valores numéricos a lo
largo de la Tabla 11.2, basada en UR11, es sorprendentemente similar
a lo mostrado en la Tabla 11.3, la pregunta que surge es, ¿podría haber
alguna base para sugerir que la tasa de disminución que registra UR11
podría haber sido similar, o incluso relacionada, a la disminución del
número de tributarios? Es decir, ¿podría la Tabla 11.3 ser un registro
de la disminución poblacional en Chachapoyas durante un periodo
comparable al total o una parte de lo registrado en la Tabla 11.2?
Tenemos un conjunto de fechados C14 de khipus y materiales asociados
hallados en la Laguna de los Cóndores, incluyendo el khipu UR2, que
estaba atado (junto con UR11) a la serie 257 de khipus. El año 2000
ingresé cuatro pequeños fragmentos de cuerdas de khipus, así como un
pequeño fragmento de cuerda de un textil asociado a un khipu, todos
procedentes de la Laguna de los Cóndores, para que sean fechados en
los laboratorios de espectrometría de masas con aceleradores (AMS) de la
Universidad de Arizona-NFS. Es importante señalar que los fechados C14
que apuntan hacia el periodo comprendido entre mediados y finales de la
expansión inka fuera de la cuenca del Cuzco (circa mediados del siglo XV)
hasta alrededor de un siglo después de la invasión europea en los Andes, a
partir de 1532, son notoriamente inciertos y variables en términos de su
conversión en años calendáricos.13 La curva de calibración para las fechas
¿Contabilidad de un colpaso demográfico? 245
Tabla 11.4. Fechados radiocarbónicos y fechas calibradas* (CalPal online) de la Laguna de los
Cóndores, Centro Mallqui.
Nro. Lab.
ID muestra
T12820
T12818
T12819A
T12822A
CMA628
CMA373
CMA419
CMA479
Valor DC13
Años desde era
moderna
Edad C13 AP
Cal. d. C.
-11.3
-26
-21.9
-22.5
419+/-36
414+/-35
403+/-35
379+/-34
1422-1624
1426-1624
1433-1626
1443-1630
1479+/-38 d. C.
1501+/-58 d. C.
1518+/-70 d. C.
1531+/-69 d. C.
*68% rango cal. AP
en este rango presenta baches y desviaciones que generalmente dan dos
posibles rangos de conversión.
Las conversiones en fechas calendáricas calibradas a dos sigmas para
cuatro de las muestras C14 de la Laguna de los Cóndores (Tabla 11.4)
se ubican, con un 95 por ciento de probabilidad, dentro de un rango
alrededor de 1450-1520 d.C. o alrededor de 1570-1630 d.C. (Warren
Church, comunicación personal, 2013).14 El rango temprano de fechas
comienza alrededor del posible periodo de entrada de los inkas en
Chachapoyas y termina unos dieciséis años antes de que los españoles
llegaran a la zona.15 Las fechas posteriores cubren el periodo comprendido
entre el momento de las reformas toledanas, a partir de la década de 1570,
hasta el establecimiento de la administración colonial en la región.
El rango más temprano de fechas (1422-1520 d.C.) parece más
plausible para nuestras muestras, dado que estos objetos – los khipus
– son casi seguramente resultado de la dominación y administración
inka en la región. Por otra parte, la propagación temporal de esto
último (1570-1630 d.C.) podría también ser un fechado probable para
estos khipus puesto que, como se señaló anteriormente, se halló un
buen número de artefactos de la época colonial en los entierros de la
Laguna de los Cóndores.16 Poco podemos obtener si tratamos de elegir
arbitrariamente un conjunto de fechas sobre otro, ya que crearíamos una
falsa impresión de certeza sobre el fechado de estos khipus. Por lo tanto,
lo que propongo hacer, al menos inicialmente, es simplemente aceptar
el tiempo total que cubren estas fechas – es decir, desde 1450 hasta 1630
– como representación del rango temporal general durante el cual estos
dispositivos fueron producidos y utilizados por las personas que vivieron
alrededor de la Laguna de los Cóndores.
Mi hipótesis es que el registro la progresión numérica (descendente)
visto en la muestra UR11 puede representar una versión local chachapoya
de los conteos poblacionales llevados a cabo por los administradores
chachapoyas-inkas en la región durante la época prehispánica, y
246
La historia inka en nudos
posteriormente por funcionarios españoles durante los primeros años
de la Colonia. Esta hipótesis significa que debemos tratar de adaptar la
progresión numérica de UR11 (Tabla 11.2) dentro de la secuencia de
disminución de las cifras poblacionales mostrada en fechas calendáricas
occidentales en la Tabla 11.3. De acuerdo con esta hipótesis, los
cordeles #1-#76 del khipu UR11 representarían un registro de censos
de tributarios y su inexorable declive en la región de Chachapoyas
durante un periodo que comienza poco después del censo español de
1559, cuando 16 309 tributantes fueron documentados en el región, y
para los que UR11 registra el conteo de 15 597 personas – hasta algún
momento poco después de 1608, cuando los españoles contabilizaron
4000 tributantes y el último conjunto emparejado de cifras en UR11 da
un promedio total de 3305.
En resumen, la hipotética construcción propuesta anteriormente
sugeriría que los «conteos tributarios» de UR11 comenzaron alrededor
del año 1570 y terminaron alrededor de 1625. Este periodo de tiempo,
que abarca unos 55 años, más o menos coincide con el lapso del segundo
pico de calibración de C14 para las muestras discutidas anteriormente
(es decir, 1570-1630 d.C.). Se observará que la fecha de inicio de este
recuento hipotético de la población nativa también coincidió más o
menos con el inicio de las campañas toledanas de visitas en 1571. A la luz
de este hecho, yo sugeriría que si UR11 khipu era de hecho un recuento
de la población tributante de Chachapoyas, entonces su propósito pudo
haber sido servir como una revisión de las cifras poblacionales españolas,
las cuales fueron utilizadas en el cálculo tributario en la nueva provincia
colonial de Chachapoyas.
Antes de terminar esta discusión sobre UR11, debo decir algo acerca
del panorama político en Chachapoyas durante la preconquista y
comienzos de la Colonia asumido en la construcción previa, el cual, de
ser incorrecto, debilitaría la hipótesis anterior. Los numerosos cacicazgos,
grupos étnicos y/o ayllus que ocuparon la región de Chachapoyas antes
de la llegada de los inkas y españoles han sido a menudo caracterizados
como divididos. De hecho, el sistema de gobierno llamado «Chachapoya»
por el inka era, como mucho, un conjunto de pueblos muy débilmente
integrados que no reconocían una autoridad central estable, y que se
unieron solamente de manera esporádica como respuesta a las amenazas
externas.17 Si este fue el caso, y si por lo tanto había poca o ninguna
unidad interna de control colectivo o gobierno entre los pueblos de
esta área, sería difícil entonces imaginar a un grupo de funcionarios
administradores de khipus en la región (por ejemplo, en la Laguna
de los Cóndores) registrando censos y otros datos a lo largo de medio
¿Contabilidad de un colpaso demográfico? 247
siglo, sobre todo si esto coincidió con las grandes alteraciones políticas y
demográficas tras la invasión española. Si de hecho no existió algún tipo
de supervisión y administración gubernamental antes, durante y después
que la región fuera conquistada por los inkas, entonces sería difícil
sostener la interpretación del significado de los números registrados en
UR11 desarrollado en este volumen.
Sin embargo, contrariamente a la representación de los chachapoyas
como un grupo de entidades políticas generalmente autónomas, dispersas
y en gran medida desunidas, existe también un registro bastante llamativo
y generalizado de unidad o similitud estilística, que es suficientemente
coherente para permitir a los arqueólogos reconocer estilos «chachapoyas»
en la cultura material, tal como la arquitectura, cerámica e imágenes.18
Además, es importante reconocer que los puntos de vista que hoy en
día conciben a los chachapoyas como «remotos», y a su población como
carente de cualquier sentido de unidad, pueden reflejar actitudes que
vienen desde la época de la Colonia hasta la actualidad. Ciertamente tales
puntos de vista están en desacuerdo con la descripción de Garcilaso de la
Vega sobre esta región (o su informante principal sobre este tema, Blas
Valera [que por cierto era de Chachapoyas]), sobre la que comenta que
rápidamente se unificó al momento del avance inka en la región.19
No hay buenos datos etnográficos que informen significativamente
sobre el grado de unidad entre los grupos étnicos y ayllus en Chachapoyas
durante tiempos prehispánicos y coloniales. Si bien debemos, sin duda,
mantener una perspectiva crítica sobre las nociones de altos niveles de
unidad en las organizaciones sociopolíticas preinkas, debemos al mismo
tiempo resistir a aceptar sin cuestionar los puntos de vista coloniales y
contemporáneos sobre el estado de unidad (o desunión) en esta región,
puntos de vista que se han basado en gran medida en la lejanía de los
chachapoyas de los centros políticos tales como Cuzco o Lima. Tal
postura nos permitirá visualizar, sin nociones preconcebidas, nueva
evidencia que podría aportar al tema de la cohesión política chachapoya –
tal como la información registrada en la colección de khipus descubierta
en la Laguna de los Cóndores.
248
La historia inka en nudos
12
Khipus de una «revisita » colonial al valle de Santa
¿EL
«K H I P U R O S E T T A » ?
Durante mucho tiempo los investigadores de los khipus han sostenido que
la circunstancia más propicia para «descifrar» el sistema de registros inkas
basado en cordeles sería el descubrimiento de un khipu y su transcripción
escrita – el legendario «khipu Rosetta». Este capítulo detalla, hasta donde
conozco, el primer khipu de este tipo.1 Subrayo, sin embargo, que el
vínculo entre el registro en cordeles (en este caso, múltiples khipus) y
los documentos escritos no corresponde a un caso precolombino, sino
más bien al periodo colonial postconquista (después de 1532). Como
he señalado en capítulos anteriores, el registro en cuerdas y la tradición
europea de documentos escritos sobre la base de la escritura alfanumérica
coexistieron durante gran parte de la época colonial hasta el presente.2
Más allá de detallar lo que creo que es la primera correspondencia
conocida entre un registro en cuerdas y documentos escritos, debo
alertar al lector acerca sobre la incómoda circunstancia de que este caso
de estudio plantea una serie de problemas hasta ahora no reconocidos, así
como dilemas interpretativos, y todos ellos brotan a borbotones a partir
de la «correspondencia» propuesta. Estos problemas se relacionan con
cuestiones de estatus, poder, prestigio, técnicas de teneduría de registros
en cordeles y la semiosis de los khipus en las comunidades andinas
coloniales tempranas, temas que han permanecido fuera de vista, justo
debajo de la superficie de la retórica de la producción de documentos
administrativos coloniales. La exposición de estos temas esperaba una
circunstancia en la que pudiéramos comparar directamente un khipu y su
transcripción escrita o, como parece ser el giro que da este extraordinario
caso que se discute más adelante, la «transcripción» de un documento
escrito en un khipu.
Para los lectores (sanamente) escépticos, los provocadores comentarios
y sugerencias anteriores pueden sonar exageradas y/o poco modestas
en ausencia de detalles de esta supuesta «correspondencia» khipudocumento. Por lo tanto, primero voy a describir los detalles de esta
correspondencia, y después abordaré las preguntas y problemáticas que
estos nuevos datos plantean para el estudio del manejo y administración
de registros en cordeles durante los periodos preconquista y colonial en
los Andes.
Un registro censal y re-tributario de la Colonia
El lado documental de la correspondencia khipu-documento hace
referencia a lo que en la época colonial se llamó una revisita, llevada a cabo
en un pueblo en la costa nor-central de Perú en 1670. Las revisitas eran
procedimientos administrativos, a menudo solicitados por funcionarios
de las comunidades locales (kurakas), para realizar un nuevo censo a partir
del cual reevaluar cuestiones tributarias. Las revisitas eran solicitadas
cuando la población de un pueblo caía significativamente por debajo del
conteo censal anterior y por lo tanto el tributo se había vuelto costoso
para la población disminuida. En el proceso de revisita, un funcionario –
el visitador – llegaba al pueblo acompañado por un escriba. El visitador
trabajaba, junto con las autoridades locales, en un nuevo recuento que
se ejecutaba sea yendo de casa en casa o llamando a todos los residentes
a la plaza central (ver el Capítulo 10). En la mayoría de inspecciones, el
visitador estaba acompañado por el khipukamayuq(s) local, quien traería
consigo el khipu del conteo de censal anterior.
Las revisita en cuestión, llevada a cabo en 1670, pertenece al recuento
de los indios recuayes (es decir, de la región de la cultura Recuay) que
habían sido reasentados durante el siglo anterior en la localidad de San
Pedro de Corongo (Provincia de Conchucos), ubicada en la parte mediabaja del valle del río Santa. El pueblo estaba (y sigue aún) situado a lo largo
de un pequeño río tributario justo al noreste de la gran curva en la parte
media-baja del río Santa (ver Figura 12.1). El documento en cuestión,
titulado Padrón de indios tributarios recuayes: Conchucos 1670,3 contiene
un padrón (lista, registro) de los indios tributarios recuayes (pagadores de
tributo) contabilizados en aquel año. La revisita se llevó a cabo por el
Maestro de Campo don Jacinto Romero de Camaño y Sotomayor, con la
asistencia de los jefes locales, a quienes se hace referencia en el documento
como caciques pachacuracas («jefes/líderes de un centenar»). Los tributantes
fueron organizados en seis pachacas (centenas) o ayllus. Como vimos en
250 La historia inka en nudos
Vi
rú
Rí
o
Océano Pacífico
Figura 12.1. Mapa del valle de Santa (dibujo de Julia L. Meyerson; utilizado con permiso).
el Capítulo 3, el término pachaca se refería a una unidad contable de
100 tributantes, una suma precisa y redondeada que probablemente rara
vez fue cristalizada en el campo. Como he señalado anteriormente, las
fuentes coloniales a menudo vinculan la unidad contable pachaca con el
ayllu.4
El documento indica que en San Pedro de Corongo había 132 indios
recuayes tributantes organizados en seis pachacas/ayllus. Contiene una
lista con los nombres de los tributantes en sus respectivas pachacas/
ayllus (ver Apéndice A al final de este capítulo). Los números totales
de tributarios en las seis pachacas fueron los siguientes: Namús (19),
Corongo (23), Cuyuchin (9), Cusca (7), Guauyan (41), Ucore (32). El
lector puede observar atentamente que estos números suman 131. Sin
embargo, el documento señala explícita y repetidamente que había un
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
251
total de 132 tributantes recuayes: son los d[ic]hos ciento y treinta y dos
Yndios ausentes y presentes contenidos en la dha lista y numeración... («estos
son los 132 indios, presentes y ausentes, nombrados y enumerados en la
mencionada lista [de tributarios]»).5
En cuanto a la cantidad de tributo recaudado, el documento afirma
que cada tributante debía a 2 pesos, 7 reales y 3 quartillos en especie
(esto es, en monedas). En los Andes coloniales era costumbre asignar
tributos en tres formas: especie, bienes (por ejemplo, productos agrícolas,
artículos manufacturados) y mano de obra. Dada la cantidad indicada
a ser pagada en especie por cada tributante, el total adeudado por los
132 indios recuayes debería haber ascendido a cerca de 363 pesos (2,75
x 132 = 363). Sin embargo, el documento afirma explícitamente que la
obligación total en especie era 367 pesos, un cuarto real, y un quartillo:
«Los dichos indios recuayes del repartimiento [tributario] de Apallasca
reducidos a la localidad de San Pedro de Corongo deben pagar en el
citado semestre de Navidad de este año trescientos sesenta y siete pesos un
cuarto Real y un quartillo».6
Después de informar el nuevo conteo censal y la nueva evaluación
tributaria, el documento Recuay/Corongo afirma que el tributo que
debía ser pagado por los seis ayllus/pachacas iba a ser registrado en un
quipo (khipu):
Al cobrar dicho tributo para el tercer periodo [tercio] de Navidad
en el presente año de mil seiscientos setenta, antes de comenzar el
cobro, anuncian la distribución [de la obligación tributaria] en el
citado pueblo de San Pedro de Corongo en idioma español, y en el
idioma general del Inca [es decir, quechua] en el día de la festividad
[de Navidad] a la hora de la misa, trayendo a todo el pueblo para que
entiendan, de modo que cada uno sabrá lo que debe pagar [como
tributo] y esto debe ser ingresado en un quipo.7
En resumen, el documento de San Pedro de Corongo detalla un
intrigante caso del año 1670, en el que 132 tributantes que pertenecían
a un conjunto de seis pachacas/ayllus de indios recuayes, en un pueblo
situado en un afluente del valle del río Santa, se sometió a un recuento –
una revisita – a partir del cual se les reasignó un tributo total en especie
de 367+ pesos. Esta información censal y tributaria fue anudada en un
khipu, o khipus, al final del proceso de revisita. A continuación analizo
la información concerniente a seis khipus que, en mi opinión, pueden
constituir los khipus reales a los que se hace referencia en el documento
de San Pedro de Corongo.
252
La historia inka en nudos
El archivo khipu del valle de Santa/Radicati
Los supuestos khipus correspondientes formaban parte de la colección
del fallecido investigador de khipus ítalo-peruano Carlos Radicati di
Primeglio al momento de su muerte en 1990.8 Radicati publicó varias
obras en las que describe y analiza una o más de las muestras en cuestión,
a las que se refería colectivamente como un «archivo» (Láminas 8-13).
En su monografía La «Seriación» como posible clave para descifrar los
quipus extranumerales, Radicati (1964) se centró particularmente en estas
seis muestras en un esfuerzo por desarrollar una teoría sobre cómo él
pensaba que los khipus «narrativos» – que llamó khipus «ideográficos» –
fueron codificados con significados, y cómo podrían haber sido leídos o
interpretados (en mi opinión, los argumentos de Radicati sobre este tema
no son convincentes, por lo que evitaré hacer comentarios al respecto).
Hubo dos circunstancias que llevaron Radicati afirmar que estos seis
khipus constituían un «archivo». En primer lugar, dice que cuando
adquirió los khipus le dijeron – una fuente cuya identidad no especifica
– que todos ellos provenían de la «misma tumba en algún lugar del
valle de Santa».9 A partir de su discusión sobre la procedencia de estas
muestras es evidente que Radicati no sabía el sitio específico o contexto
arqueológico donde estos khipus fueron hallados. No obstante, Radicati
sentía confianza de poder proceder bajo el supuesto de que las muestras
eran del valle de Santa y que habían constituido un archivo. Asimismo,
pasó a afirmar que los seis khipus fueron descubiertos juntos en una
tumba, probablemente (según él) «cerca de la desembocadura» del valle
de Santa.10 Radicati no proporcionó ninguna evidencia para apoyar su
afirmación de que los khipus vinieron de cerca la desembocadura del
río Santa, en vez del valle medio o alto. Por lo tanto, vamos a poner de
lado su particular afirmación sobre este punto (a la falta de pruebas que
apoyen el mismo) y considerar la procedencia general de este archivo
khipu como del «valle de Santa».
La segunda razón por la que Radicati afirmó que los seis khipus
formaron un archivo fue las sorprendentes similitudes de estructura y
color entre las muestras. Como veremos en detalle más adelante, estas
similitudes incluyen notablemente la organización de las 804 cuerdas
colgantes (excluyendo un puñado de subsidiarias) que hacen de las seis
muestras un total de 133 «grupos de seis cuerdas». Esta denominación
refiere a un formato coherente de cordeles en conjuntos de seis cuerdas
con colores codificados o «franjas de colores». Esto es, uno encuentra
en los khipus del valle de Santa un grupo de seis cuerdas de un color
adyacente a otro grupo de seis cuerdas de un color diferente, seguidas por
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
253
Figura 12.2. Bandas de colores en khipu UR89 (fotografía del autor; Fundación Temple Radicati,
Universidad Nacional Mayor de San Marcos; cortesía del Dr. Manuel Burga D., rector, 2006).
otras seis cuerdas de color diferente al segundo grupo, y así sucesivamente
(ver la Figura 12.2). Por lo tanto, a nivel de formato y organización de
cuerdas, existe una equivalencia (virtual) entre el número de grupos de
seis cuerdas en el archivo khipu del valle de Santa (= 133) por un lado, y la
organización de tributantes en las seis pachacas/ayllus de indios recuayes
en San Pedro de Corongo en 1670 (= 132) por el otro.
En mi opinión, no creo que haya razón para ser excesivamente
escéptico sobre mi propuesta de una correspondencia khipu-documento
dada la diferencia entre el número de grupos de seis cuerdas en los khipus
(133) y el número de tributantes en los seis ayllus (132). De hecho, ya
hemos visto una discrepancia casi idéntica entre el número de tributantes
que figuran en el padrón de San Pedro de Corongo (131) y el número
indicado en el texto del documento (132). Creo que lo que estamos
viendo aquí es una versión «informal», tomada sobre el terreno, del
manejo del registro local, similar a lo que vimos en el nivel I de khipus
en la jerarquía contable de Puruchuco (Capítulo 5).
Dado que las franjas de color se convertirán en un punto central
de nuestra argumentación que relaciona los khipus del Santa con el
documento de San Pedro de Corongo, en la Tabla 12.1 proporciono
la siguiente información para cada una de las seis muestras de khipus
de Santa: (a) la designación/identificador (es decir, tanto el número UR
254
La historia inka en nudos
Tabla 12.1. Khipus del vall de Santa
con totales de cuerdas y grupos de
seis cuerdas.
Designación de Total de
khipu
cuerdas
UR 87/ RP06
UR 88 / RP01
UR 89 / RP05
UR 90 / RP03
UR 91 / RP02
UR 92 / RP04
Totales
288
54
204
108
90
60
804
Total de
grupos de
seis cuerdas
48
9
34
17
15
10
133
como el número Radicati di Primelo [RP]) utilizado para cada una de las
seis muestras, (b) un registro de la cantidad total de cordeles colgantes
que lleva cada muestra, y (c) el número total de grupos de seis cuerdas en
los que se organizan los cordeles colgantes de cada muestra.
Si los khipus de Santa son muestras reales que registraron la información
del documento de Recuay/Corongo, los khipus tendrían que mostrar
registros de la información tributaria. Específicamente, esperaríamos ver
una notación de datos relativos a la especie total a ser pagada por los
recuayes durante un periodo contable o tercio – es decir, 367+ pesos.
Para desarrollar una interpretación de la información registrada en
estas muestras, así como para tratar de establecer una relación directa
entre el archivo khipu del valle de Santa y los grupos de pachacas/ayllus
a los que hace referencia el documento de San Pedro de Corongo, es
necesario discutir una característica inusual de la organización de los
datos numéricos registrados en los 133 conjuntos de seis cuerdas que
componen el archivo khipu. A esta característica la denomino «notación
posicional».
Definición de lugar y posición en los conjuntos
de khipus de seis cuerdas de Santa
Al explicar el formato de notación posicional de los khipus del valle de
Santa, tengo en cuenta que cada una de las cuerdas en un conjunto de
seis cuerdas tiene un carácter o valor numérico particular (en el sistema
decimal de numeración de cuerdas anudadas) relativo a los valores
numéricos atados en las otras cinco posiciones en el conjunto. Una
descripción precisa de notación posicional, tal como existe en los khipus
del valle de Santa, requiere que definamos claramente el significado de
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
255
lo que denomino «primeras» y «últimas» posiciones en los conjuntos de
seis cuerdas con franjas de color. Como ya he explicado anteriormente
(Capítulos 5 y 8), los investigadores de khipus registran información en
un formato de notación estándar, práctica que viene desde tiempos de
L. Leland Locke.11 Comenzamos el registro de cordeles colgantes en el
extremo del dispositivo – conocido como la «cabeza» – donde las cuerdas
se encuentran más cerca del extremo anudado, con borlas, o doblado, de
la cuerda primaria (ver Figura 2.2). En cuanto al registro de la dirección
– moviéndose hacia la derecha o hacia la izquierda – de los cordeles
colgantes desde la cabeza hasta la cola, es obvio que un khipu puede
ser colocado sobre una mesa para su estudio, de modo que la cabeza
esté orientada o bien hacia la izquierda, en cuyo caso uno registrará los
cordeles colgantes de izquierda a derecha, o hacia la derecha, en cuyo
caso el registro será de derecha a izquierda. En uno u otro sentido, el
«primer» cordel de un conjunto de seis cuerdas será el más cercano a la
cabeza de la cuerda primaria del khipu, mientras que el «último» cordel
de ese conjunto será el más cercano al extremo colgante, o cola.
Cabe señalar que cada posición de cuerda en los khipus del valle de
Santa tiene un valor más o menos estable relativo a aquellos registrados
en las otras cinco cuerdas de ese conjunto. Por ejemplo: el cuarto cordel
siempre tiene el valor más alto entre los seis cordeles; los cordeles #2,
#3, #5 y #6 generalmente tienen valores bajos (es decir, menores que
el cordel #4, mayores que el cordel #1); y finalmente, el cordel #1 tiene
un valor bajo (entre cero y trece), y un valor dado en la posición #1 se
repite a menudo a lo largo de varios conjuntos de seis cuerdas. Además,
como explico más adelante, el valor de la primera cuerda (posición #1)
en un conjunto de seis cuerdas parece determinar una condición, o por
lo menos una variación en relación a los valores anudados en las cuerdas
en las posiciones #2-#6. Esto es, a medida que el valor de los nudos (es
decir, la magnitud numérica) de los cordeles en la posición #1 aumenta,
los valores/magnitudes anudados en las otras cinco posiciones aumentan
correspondientemente. Estas características interrelacionadas de los
valores relativos de los conjuntos de seis cuerdas serán claves para mi
argumento sobre el tipo(s) de datos que se registraron en los khipus del
valle de Santa.
En la Tabla 12.2 doy ejemplos del sistema de clasificación de la
notación posicional en los khipus del valle de Santa a partir de segmentos
de dos khipus, UR88 y UR91.12 Las tres columnas de la Tabla 12.2
contienen los siguientes tres tipos de información (de izquierda a
derecha): (1) la secuencia numérica de los cordeles colgantes a lo largo
de la cuerda principal, comenzando con el cordel #1; como se mencionó
256
La historia inka en nudos
Tabla 12.2. Etiquetas de identidad en dos khipus del valle de Santa.
UR88
1
2
2s1
2s2
3
3s1
3s2
3s3
4
4s1
5
6
7
8
9
9s1
9s2
10
10s1
10s2
11
11s1
12
13
14
14s1
15
15s1
15s2
15s3
16
16s1
17
17s1
17s2
18
19
20
20s1
20s2
21
LG:AB
LG:AB
LG:AB
GG:AB
LG:AB
LG:AB
AB
AB
AB
KB
MB
AB
YB
YB
YB
W
W
W
AB:GG
AB:GG
AB:GG
UR91
9
47
21
3
9
20
3
1
157
2
10
19
9
14
10
1
160
3
1
19
1
18
9
57
8
11
25
3
176
1
15
5
4
17
9
10
26
2
9
1
2
2s1
3
3s1
3s2
4
4s1
5
5s1
6
7
8
8s1
9
9s1
9s2
10
11
11s1
12
13
14
14s1
15
15s1
15s2
16
17
18
19
20
20s1
21
21s1
22
22s1
23
23s1
24
25
W
W
W
W
W
W
AB
AB
AB
AB
AB
AB
RB
RB
RB
RB
RB
RB
AB
AB
AB
AB
AB
AB
MB:W
4
3
10
2
5
47
3
5
1
12
4
2
3
5
1
2
52
12
3
8
4
5
3
5
3
64
6
8
4
7
2
5
1
70
1
6
2
4
anteriormente en este volumen, los números en esta columna que
son seguidos por «-s» y un numeral indica una subsidiaria al cordel
colgante que lleva ese número (por ejemplo, 2s1 = subsidiaria #1 del
cordel colgante #2); (2) la notación del código de color indicando el
color (o colores) observado en las cuerdas colgantes y subsidiarias;13 y
(3) los valores numéricos de los nudos atados a las cuerdas colgantes y
subsidiarias, alcanzados a partir de la lectura de los nudos como atados en
su lugar de notación decimal.
Vemos en las columnas de la izquierda y central de cada uno de los
dos conjuntos de tres columnas de la Tabla 12.2 que, con solo un par
de excepciones, los cambios de color dividen los cordeles colgantes en
agrupaciones de seis cuerdas (los colores de la cuerda subsidiaria pueden
ser diferentes al color de las cuerdas colgantes a las que están unidas).
He marcado en negrita el «primer» cordel de cada uno de los grupos
de seis cuerdas. A partir de estos marcadores vemos, en el khipu UR88
por ejemplo, que el valor numérico de los cordeles que se ubican en la
primera posición de todos los grupos de seis cuerdas (es decir, los cordeles
colgantes #1, #7, #13, etc.) es 9. Para el khipu UR91, cada cordel en la
posición #1 tiene valor 4. Los valores en los otros cordeles (y cualquier
subsidiaria) de los grupos de seis cuerdas varían de un conjunto a otro en
lo que, como sugerí anteriormente, parecen ser patrones de disposición
(los datos completos de los grupos de seis cuerdas en los seis khipus del
valle de Santa están en el Apéndice B al final de este capítulo). Volveré a
examinar la posible naturaleza, o referente(s), de los valores registrados
en los cordeles de los conjuntos de seis cuerdas después de explorar el
principio general de notación posicional en los khipus del valle de Santa.
Comentario sobre la notación posicional
Como se explicó anteriormente, la frase «notación posicional» significa
que cada posición en los conjuntos de seis cuerdas conlleva un tipo o
clase particular de información. Argumento que el valor – es decir, el
color del cordel más el nudo(s) – registrado en una cuerda ubicada en
una posición particular en los conjuntos de seis cuerdas, habría sido leído
o interpretado en un registro, clave, o modalidad, específica apropiada
para esa posición en particular. ¿Tenemos ejemplos de lo que denomino
«notación posicional» con los que estemos familiarizados?
Un ejemplo de una forma de notación posicional es nuestro propio
sistema de numeración decimal de valor posicional. Por ejemplo, si
escribimos la siguiente secuencia de números enteros y signos de
258
La historia inka en nudos
puntuación: 215 642, sabemos a partir de su disposición (y con frecuencia
su contexto) que una configuración de este tipo generalmente se refiere a
un principio de posición (lugar) de numeración decimal. A partir de esto,
entendemos que comenzando en la parte más alejada de la derecha del
conjunto de cifras, hemos de valorar este dígito como la suma de unidades
(unos) que se van a enumerar. El signo/número entero inmediatamente
a la izquierda representa un valor que debe ser multiplicado por diez, y
los números enteros que ocupan cada lugar, o posición, posterior a la
izquierda deben ser multiplicados por un poder cada vez mayor de 10 (es
decir, 100, 1000, etc.).
Si bien la mayoría de definiciones de «notación posicional» se refieren
a sistemas de numeración (por ejemplo, binario, decimal, etc.), estos
sistemas son solo una clase de lo que aparentemente es un gran número de
sistemas de notación basados en «posiciones» – sistemas de organización
y asignación de valores a signos en donde cada lugar tiene un valor
determinado. Otros ejemplos incluyen: la disposición de números, letras
y signos de puntuación para el registro del tiempo (por ejemplo, 11:36
a.m.); el conjunto de signos para indicar una posición en el globo terrestre
(por ejemplo, 12°0′S 77°2′W); así como la disposición de los números
y guiones que especifican diversos datos que componen un número
ISBN (0-292-78540-2 = idioma - casa editora - edición – «código de
control»). Para cada una de estas disposiciones de notación posicional,
los interlocutores entendidos, sin importar el idioma que hablen – puesto
que se trata de conjuntos de signos semasiográficos – pueden interpretar
el significado, importancia y referente(s) de un conjunto particular de
signos. Una «lectura» este tipo depende de la comprensión del contexto,
principios o valoraciones estructuradas en los que se basa el sistema dado.
Los referentes de notación posicional para los khipus del valle de Santa
¿Cuál es el principio (o principios) que dan forma y estructura a la
notación posicional en los khipus del valle de Santa? ¿Qué información
está registrada en esas muestras? Podemos abstraer o resumir de nuestra
descripción del sistema un formato en el que cada posición tiene un valor
con un estándar, o conjunto, tamaño (es decir, cantidad) relativo a los
valores de las otras cinco posiciones. Esto significaría que los valores a
lo largo de cualquier grupo de seis cuerdas dado son interdependientes.
Las principales características del formato de estos khipus pueden
resumirse de esta manera:
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa 259
a.
b.
c.
d.
e.
una posición (= la posición nro. 1) tiene un valor entre 0 y 13
que es relativamente estable a lo largo de múltiples grupos de seis
cuerdas;
una posición (= posición nro. 4) por lo general tiene el valor más
alto en el grupo;
una posición (= posición nro. 2) tiene usualmente el segundo
valor más alto en el grupo;
el par desigual o asimétrico en las posiciones nro. 2 y nro.4
generalmente contiene valores más altos que son registrados en
las otras cuatro posiciones (posiciones nro. 1, 3, 5 y 6); y
los valores registrados en las posiciones nro. 3, 5 y 6 son
generalmente de magnitud similar.
¿Qué tipo de información puede ser codificada por este patrón
de valores posicionales interrelacionados? Desde que inicié de mi
investigación sobre estos khipus, el año 2009, sospeché que el sistema de
notación posicional del valle de Santa podría estar referido al registro del
tributo colonial. En un sistema de este tipo, los valores en la posición nro.
1 podrían representar la cantidad de pesos (desde 1 hasta 13) requerida
como tributo de los contribuyentes. Por extraño que parezca, este valor
fue variable en los grupos de cuerdas del valle de Santa, mientras que
los documentos de tributos coloniales casi siempre asignan una cantidad
uniforme de la especie que se obtiene de cada tributante. Es así que
la variabilidad en la posición nro. 1 se presentaba como un enigma.
Siguiendo las suposiciones de que estas muestras podrían registrar tributos
y que la posición nro. 1 registró la cantidad de especie, entonces las otras
cinco posiciones podrían referirse a elementos tributarios no monetarios
(por ejemplo, productos agrícolas, mantas, cestas de pescado seco, pollos,
etc.). Una revisión de las distintas listas de tributos coloniales demuestra
que el número y variedad de bienes requeridos de una comunidad a otra
a lo largo de los Andes fue muy variable, y no hay una fórmula única que
pueda incluir todos (o la mayoría) de los casos.
Debido a la variabilidad e inconsistencias en los datos tributarios, así
como la variedad de problemas interpretativos que enfrenté al estudiar
los khipus del valle de Santa, mi análisis de este archivo se estancó
durante un par de años, hasta el año 2011. Fue entonces cuando encontré
– escondida en mi propia biblioteca (y sin leerla hasta entonces) – la
monografía que contiene el documento de la revisita a las seis pachacas/
ayllus de indios recuayes en San Pedro de Corongo, en 1670. Los datos
de ese documento proporcionaron información que parecía coincidir,
en un grado notable, con las estructuras y valores de la disposición de
260 La historia inka en nudos
Tabla 12.3. Indios recuayes, Conchucos/Corongo (1690).
Pachaca/Tributantes:
Khipus/Grupos de seis
cuerdas
Namus (19)
Corongo (23)
Cuyuchin (9)
Cusca (7)
Guauyan (41)
Ucore (32)
6 (132)
UR 91 (15)
UR 90 (17)
UR 92 (10)
UR 88 (9)
UR 87 (48)
UR 89 (34)
6(133)
notación posicional en los seis khipus examinados en este capítulo – y
tanto los khipus como el documento en cuestión eran del valle de Santa.
Vinculando los khipus de Santa con el documento de Recuay
Como hemos visto anteriormente, los cordeles colgantes en los seis
khipus del valle de Santa están organizados por bandas, o franjas, de color
en cantidades variables de agrupaciones de seis cuerdas. Hay un total de
133 grupos de seis cuerdas que componen los seis khipus. Los 133 grupos
se distribuyen a través de los seis khipus en los siguientes números: UR90
(17), UR89 (34), UR92 (10), UR88 (9), UR91 (15) y UR87 (48). Mi
hipótesis es que los seis khipus del valle de Santa son los registros del pago
de tributos de los indios de las seis pachacas recuayes de Corongo en el
siglo XVII. Por lo tanto, sostengo que cada uno de los 133 grupos de seis
cordeles en los khipus representa las obligaciones tributarias de uno de
los 132 tributarios de Corongo. La Tabla 12.3 muestra la coincidencia
(o ausencia) entre el número de tributarios y los números de unidades de
seis cordeles en los seis khipus.
En este punto retomo la discusión sobre la falta de correspondencia
exacta entre las pachacas de Corongo y los registros khipus, un tema que
mencioné anteriormente. De acuerdo con la correspondencia esbozada
previamente, cada khipu debe representar un registro contable de un
ayllu/pachaca, y cada grupo de seis cordeles dentro de cada khipu debe
representar los datos pertenecientes a un hogar tributante dentro de las
respectivas pachacas de Corongo. Los principales valores tributarios
registrados en el documento de Recuay/Corongo son la cantidad total
de la especie exigida a cada tributario (= 2 pesos, 7 reales y 3 quartillos)
y el total de la comunidad en su conjunto (= 367 pesos, un cuarto real y
un quartillo).
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
261
Cuando sumamos los valores registrados en la posición nro. 1 de
cordeles en los 133 grupos de seis cuerdas en los seis khipus del valle de
Santa, obtenemos total de 359. Sin embargo, dos cordeles de la posición
nro. 1 están rotos. Uno de estos cordeles (UR 90, cordel #45) se ubica
en un punto donde los valores de la posición nro. 1 varían entre 4 y 5.
La otra cuerda (UR 89, cordel #171) está en un punto donde los valores
de la posición nro. 1 son consistentemente 4. Por lo tanto, si sumamos
de nuevo estos valores al total de la posición nro. 1, llegamos a 367/8 (es
decir, 4/5 + 4 + 359 = 367/8), precisamente la cantidad total de la especie
requerida de las seis pachacas/ayllus de indios recuayes en 1670.
Lo curioso aquí es que los valores de la posición nro. 1 varían entre
0 y 13. Como he señalado antes, generalmente hemos asumido que
todos los tributantes de una comunidad pagaban una misma cantidad
de tributo, y esta es ciertamente la forma en que dicha información es
presentada en los documentos coloniales. Si las cuerdas en la posición
nro. 1 registran la cantidad de tributo pagado por los 132/3 tributantes,
esto sugiere que la cantidad de tributo (en especie) pagada por los
diferentes tributarios de San Pedro de Corongo varió entre 0 y13 pesos,
una circunstancia que entra en contradicción con la noción ideal de
uniformidad en la obligación tributaria de los contribuyentes, como se
indica en los documentos tributarios coloniales. Este es el segundo de
los dos problemas que enfrenta la presunción de una «correspondencia»
entre el documento de Corongo y los seis khipus del valle de Santa.
En resumen, pienso que en el archivo de khipus del valle de Santa y
el documento de Recuay/Corongo tenemos la primera correspondencia
entre un (conjunto de) khipu(s) y un documento. Sin embargo, como
dije en la introducción, esta sugerida «correspondencia» parece abrir
tantas – sino más – preguntas como las que podría responder. Abordo
varias de ellas en la siguiente sección.
Problemas que plantea la propuesta «correspondencia» khipu-documento
Los problemas que surgen de la correspondencia khipu-documento que
propongo son los siguientes:
a.
b.
262
Si los valores de la posición nro. 1 se refieren a la especie pagada
por tributario, ¿a qué se podrían referir los valores de las cinco
posiciones restantes?
Si los valores de la posición nro. 1 se refieren a la especie pagada
por tributario, ¿por qué varían estas cantidades (es decir, por qué
La historia inka en nudos
c.
d.
no todos los tributarios pagan la misma cantidad, como se indica
en el documento)?
Si los seis khipus del archivo de Santa efectivamente registran las
cifras censales a las que se hace referencia en el documento de
Recuay/Corongo, ¿por qué los números de los conjuntos de seis
cordeles en los diversos khipus no coinciden con los números de
tributarios en las seis pachacas/ayllus recuayes?
Y por último, si el archivo de Santa es el registro real en cuerdas
de las identidades y procedimientos escritos en el documento de
Recuay/Corongo, ¿cómo los 133 grupos de seis cordeles en los
khipus podrían registrar, o plasmar en signos, los nombres reales
de los 131 tributantes registrados en la lista de tributarios en el
documento (ver Apéndice A de este capítulo)?
Voy a comenzar mis respuestas a estas preguntas reafirmando la única
y más importante premisa: los seis khipus del archivo khipu de Radicati
del valle de Santa son los registros en cuerdas a los que se hace referencia
en el documento de la revisita a los indios recuayes en San Pedro de
Corongo en 1670, detallando información censal y tributaria. Solamente
si esta premisa es válida, y si eventualmente puede ser confirmada,
las respuestas que se ofrecen a continuación tendrán alguna posible
relevancia en el progreso de nuestros estudios. Si bien debo dejar que los
lectores hagan su propia evaluación de esta premisa básica, creo que hay
suficientes correspondencias entre estos dos conjuntos de registros que
confirman la validez de la propuesta sugerida.
En cuanto a los problemas que surgieron de la discusión anterior:
(a) Si los valores de la posición nro. 1 se refieren a la especie pagada por
tributario, ¿a qué valores se podrían referir las cinco posiciones restantes?
A continuación se presentan las sumatorias de todos los valores en las
seis posiciones en los seis khipus de Santa:
Posición nro. 1:
Posición nro. 2:
Posición nro. 3:
Posición nro. 4:
Posición nro. 5:
Posición nro. 6:
359 (más los cordeles rotos [ver más arriba] = 367/8)
1512
434
4876
611
616
El preguntar a qué podrían relacionarse los valores en las posiciones
nro. 2-6, nos lleva de nuevo a la cuestión de la «notación posicional»
discutida anteriormente. Esto es, si tomamos como premisa básica para
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa 263
nuestra interpretación la noción de que los valores de las seis posiciones
están interrelacionados siguiendo algún principio(s) significativo y
estandarizado de valoración y signos (por ejemplo, de la misma forma
en que estamos familiarizados con la numeración decimal, el modo
de decir el tiempo, la geolocalización en el globo, etc.), y creo haber
demostrado que lo están, ¿existe algún sistema conocido de notaciones
que podría producir los valores específicos y proporciones relativas
dadas anteriormente? De acuerdo con la propuesta de que los valores
de la posición nro. 1 se refieren al registro tributario en especie exigido
a las seis pachacas/ayllus de indios recuayes de San Pedro de Corongo
en 1670, los valores en las posiciones nro. 2-6 deben registrar bienes
tributarios adicionales. Por desgracia, el documento no muestra
elementos tributarios adicionales que fueran exigidos a las personas de la
región de Recuay.
Siguiendo con el presunto contexto de valoración (es decir, el tributo),
la única propuesta que puedo hacer sobre la forma en que alguno de
los valores registrados en cualquiera de las otras posiciones puede haber
sido obtenido se aplica para las posiciones nro. 5 (= 611) o nro. 6 (=
616). ¿Podría una u otra de estas cifras ser un recuento del total de la
población recuay en el asentamiento durante el año en que se realizó
esta contabilización? En el estudio de los recuentos poblacionales en los
Andes precolombinos y coloniales, la cifra de cinco personas/hogares es
a menudo utilizada como estándar para calcular el tamaño promedio de
los hogares en aquellos casos en que los documentos registran solo el
conteo de los tributantes masculinos de los hogares.14 Si utilizamos el
multiplicador de cinco, y si el número de tributantes en San Pedro de
Corongo en 1670 se puede ajustar a 132/3, esto nos da una estimación
poblacional total de 660/5. Esto se aproxima a las sumas de los valores
registrados en las posiciones nro. 5 y nro. 6. No veo razón para hacer una
distinción entre estas dos posiciones en términos de sugerir una conexión
con una posible contabilización poblacional total.
En la actualidad no puedo inferir los valores o identidades de los
elementos tributados que pueden haber estado relacionados con las otras
posiciones (es decir, nro. 2, 3 y 4). Cualquiera que esté familiarizado con la
gama de bienes exigidos a las comunidades en el sistema tributario español
colonial se dará cuenta que había una enorme variedad de artículos que
eran exigidos como tributo de una comunidad a otra.15 El único artículo
que siempre estaba en la lista de exigencias tributarias eran los pesos por
tributante, que generalmente eran de 3 a 8 pesos, pero más allá de eso,
se podía incluir una variada serie de artículos diferentes, por lo general
en función de lo que estaba más fácilmente disponible en la comunidad
264
La historia inka en nudos
– desde sal hasta plumas, camélidos, pollos, incluso paquetes de piojos, o
lo que sea que se manufacturara en el asentamiento (desde textiles hasta
pescado salado). En vista de la enorme gama de posibilidades, no tengo
buenas sugerencias que ofrecer para lo que podría haberse contabilizado
en las posiciones nro. 2 (= 1,512), nro. 3 (= 434) o nro. 4 (= 4,876).
(b) Si los valores de la posición nro. 1 se refieren a la especie pagada por
tributario, ¿por qué estas cantidades difieren (es decir, por qué no todos los
tributantes pagan la misma cantidad de tributo como se indica en el documento)?
Las autoridades españolas, en general, evaluaban ciertas contribuciones
en especies (pesos ensayados) que iban a ser pagadas por cada aldeano
tributario masculino. Esta suma era típicamente fijada entre 3 y 8 pesos
por tributante.16 Considerando que en los documentos tributarios
coloniales estas cantidades eran siempre descritas como una cantidad fija
por tributante, la pregunta que surge es: si la posición nro. 1 en los seis
khipus de Santa registra la especie pagada por tributante, ¿por qué estas
sumas varían entre 0 y 13 (pesos)?
Creo que hay muchas razones para revisar una y otra vez esta
cuestión y preguntarse, dado que los pagos se hacían a nivel local y
eran generalmente supervisados solamente por las autoridades locales
(es decir, los caciques principales), ¿por qué no deberíamos esperar que
este aspecto del proceso tributario estuviera abierto a negociación entre
los aldeanos? Hasta donde conozco, a los funcionarios españoles no les
importaba quién – es decir, qué persona(s) – pagaba el tributo. Ellos
simplemente insistían en que la cantidad total demandada sea entregada
en el momento apropiado. De hecho, no puedo imaginar un escenario en
el que los españoles entren a negociar algún tipo de equidad y justicia en
el pago de tributos. Una distribución equitativa del tributo se asemejaría
a lo que nosotros, y quizás también los recaudadores de impuestos
españoles, entenderíamos como un principio abstracto de «justicia» en
el pago tributario. Pero ¿por qué debemos suponer que tal «justicia» fue
un principio valioso u operativo entre la población local de San Pedro de
Corongo a principios y mediados de la Colonia?
En general, los tributos en forma de pesos ensayados fueron depositados
en la caja de comunidad, una especie de «caja de reservas» que fue controlada
por el cacique principal.17 Estoy seguro que siempre y cuando la suma
apropiada fuera depositada en la caja al final del periodo tributario, no
hay ninguna razón para pensar que el ideal de una distribución equitativa
de la carga tributaria sobre el grupo de tributantes haya sido un tema de
mayor preocupación para cualquier persona fuera del pueblo. Más bien,
tengo la fuerte sospecha de que la cuestión de quiénes realmente pagaban
tributo, y qué obtuvieron a cambio de hacerlo, se habría convertido en
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa 265
un campo de negociaciones políticas y posibles conflictos dentro de
las aldeas. Esto es, en circunstancias como las que experimentaron las
comunidades andinas coloniales de mitad del siglo XVII, caracterizadas
así por la creciente estratificación económica, los aldeanos ricos podrían
haber visto que el pagar una mayor cantidad de tributos era de su interés a
largo plazo, dejando por lo tanto que los aldeanos pobres pagaran menos
tributos, o nada, pero en este proceso estos últimos adquirían una deuda
con los tributantes más ricos. Esto representaría para los comuneros ricos
una clara y eficaz ruta para obtener prestigio y poder. Si tal fuera el caso,
esperaríamos ver evidencia de que algunas personas estaban pagando una
gran cantidad de tributo, mientras que otras pagaban poco, o nada. Sin
embargo, y aún más importante para mi argumento, esta diferencia habría
sido contabilizada solamente en los registros locales, puesto que (una vez más)
el asunto habría sido de poco o ningún interés para los españoles.
La posibilidad de que puedan haberse producido este tipo de arreglos ha
sido considerada debido al descubrimiento de un registro tributario oficial
español (es decir, el documento de la revisita a Corongo) yuxtapuesto con
un informe local basado en un khipu de ese mismo tributo. El primero
registra lo «ideal» (es decir, la igualdad y equidad en la distribución de
la obligación tributaria), mientras el último registra la realidad sobre el
terreno de quién realmente pagó qué. Esto correspondería con la cantidad
de especie registrada/anudada efectivamente pagada por tributario (es
decir, la posición nro. 1 en los khipus con grupos de seis cuerdas), que
varió de 0 a 13 pesos: mientras algunos aldeanos pagaban hasta 13 pesos,
otros pagaban nada. Estos últimos se iban endeudando, y por lo tanto se
volvían políticamente subordinados a los primeros.
¿Hay alguna evidencia en los registros de tributos coloniales de
que esta situación hipotética haya realmente ocurrido en algunas
comunidades andinas? A partir de la revisión de una amplia gama de
documentos tributarios coloniales, hay pocos testimonios de casos así.
En los documentos tributarios de los alrededores del lago Titicaca, como
la Visita de Chucuito por Garci Diez de San Miguel en 1567,18 diferentes
poblaciones o grupos étnicos habían hecho pagos desiguales. Los aymaras
– indios ricos – pagaron en ganado (ganado = camélidos), mientras que
los uros – pescadores... pobres – pagaron en pescado. Catherine Julien
estudió un conjunto de documentos de esta región, y encontró la misma
división y desigualdad tributaria entre estos dos grupos: «En la región del
lago Titicaca se identificaron dos clases de tributos: Aymara y Uru. Los
tributantes clasificados como Aymara eran asignados casi el doble de lo
que pagaban los clasificados como Uru, y no hubo superposición entre
las dos clases de tributos».19
266 La historia inka en nudos
Aquí la división básica no era solo la diferencia en la especialización
(pastores versus pescadores), sino la de un grupo étnico rico en
contraposición a uno más pobre – es decir, se trata de una cuestión de
clase. Esto difiere de una circunstancia, como en San Pedro de Corongo,
en la que se hizo una demanda explícitamente estandarizada a todos
los tributantes en un documento escrito, pero en el que la evidencia
en cuerdas sugiere que hubo una negociación a nivel local de esa suma
entre los tributantes. El testimonio escrito más cercano que he hallado
de tal circunstancia se encuentra en un documento del siglo XVI que
pertenece a la «Tasa del repartimiento de Pairija».
El documento en cuestión se produjo tras la visita del Virrey Toledo,
en 1570-77.20 Pairija era un repartimiento (distrito de impuestos)
compuesto por unos 1500 individuos tributantes que constituyeron una
mezcla multiétnica de pueblos Cochas, Pairijas, Chinchaisuyos y Antas
Orejones. Estos pueblos pertenecían a una encomienda que había sido
concedida a Diego Gavilán, ubicada en las afueras de Huamanga (hoy
Ayacucho), en la sierra sur-central de Perú. La estimación tributaria del
repartimiento de Pairija se fijó en 1696 pesos, 2 tomines y 8 granos.
La estimación del peso individual se fijó en 4+ pesos por tributario (la
cantidad exacta es incierta ya que el documento está roto en la página que
describe este punto).21 Al discutir la distribución de los tributos asignados
a los contribuyentes, el documento detalla los términos del pago real del
tributo en el repartimiento:
Pero he tenido claramente que diferenciar entre ellos [es decir, los
pagos de tributo] en general, sino igualarlos de modo que el reparto
de la mayoría de dichos tributos se haga como se ha señalado; los que
más tienen ayuden a los que tienen menos[;] los primeros pagan más
tributo y el resto es dividido y pagado en partes iguales por los indios
restantes, que tienen menos bienes. Si a los caciques y demás indios
y al Corregidor no les parece que hay causa suficiente para que uno
no pague más que otro, sino todos iguales, bien medidos, lo cual no
causaría un pago desigual por el que los ricos dispersen [despilfarren] su
fortuna/riqueza y los pobres dejen de ser ricos por no pagar su tributo,
porque en lo que respecta a esto remito al Corregidor para que, con el
parecer de los dichos caciques de esta repartición, se haga en la forma
que mejor corresponde y sea para los dichos indios, en la medida en
que no se entienda que por todo lo que hay se cobre más a los ricos para
aliviar a los pobres, no sumará más que la cantidad de la suma de este
tributo, y dicha repartición se haga [;] y este decreto [se] publique para
que todos los indios entiendan que deben pagar tributo, y que se haga
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa 267
saber a cada una de las que se dicen parcialidades y ayllus que no tienen
que pagar más tributo, y que todos los demás que ganen y adquieran
permanecerán suyos.22
La diferenciación de pagos entre los tributantes en el repartimiento de
Pairija bien puede reflejar lo que se llevó a cabo para producir la gama de
diferencias en el pago de tributos entre los indios recuayes en San Pedro
de Corongo registrados en los seis khipus. Una vez más, sospecho que la
única circunstancia en la que podemos ser capaces de ver cómo se da este
tipo de negociación, es una en la que tengamos la extraordinaria suerte
de encontrar un khipu y su transcripción escrita. Hasta la fecha, dicha
circunstancia ha sido identificada únicamente en el pueblo de San Pedro
de Corongo del siglo XVII, en el valle de Santa.
(c) Si los seis khipus en el archivo de Santa efectivamente registran las
cifras del censo al que se hace referencia en el documento de Recuay/Corongo,
¿por qué el número de los conjuntos de seis cuerdas en los diversos khipus no
coinciden con los números de tributantes en las seis pachacas/ayllus recuayes?
Esta pregunta está ilustrada en la Tabla 12.3, donde vemos la falta de
coincidencia entre el número de tributantes en las seis pachacas/ayllus
y el número de grupos de seis cuerdas en los seis khipus de Santa. ¿Es
mucha presunción de fidelidad (de nuestra parte) entre los documentos
españoles y los registros nativos? Esto parece estar especialmente abierto
a cuestionamientos, puesto que sospecho fuertemente que la afiliación de
los tributantes era, casi con seguridad, de poco interés para los visitantes
administrativos españoles. Estos individuos – foráneos a la comunidad –
habrían tenido muy poca participación o interés en los asuntos del día a
día de los pueblos andinos.
Cuando los empadronadores españoles solicitaban las identidades
sociales de los tributantes, ¿por qué algún informante local – incluyendo
los caciques principales – se habría interesado si los españoles registraron
correctamente las identidades individuales, así como las afiliaciones
de ayllu? ¿Por qué debemos suponer que los aldeanos, en condiciones
de dominación frente a los censistas foráneos, estarían interesados en
la divulgación de sus verdaderas afiliaciones de ayllu? ¿Qué hubieran
obtenido de tal fidelidad a la verdad social? Cualquier antropólogo que
ha vivido en un pueblo andino de hoy, y que ha tratado de ganarse
la confianza de la gente (por no decir un español colonial que visitó
meramente por uno o dos días) sabrá lo difícil que puede ser a veces acertar
con estos asuntos de identificación personal. Sin duda, las autoridades
locales de estos pueblos en tiempos de la Colonia, tanto indígenas como
españolos, habrían estado preocupadas principalmente – sino solamente
268
La historia inka en nudos
– en que el recuento poblacional total sea correcto. Hubiera sido motivo
de preocupación o interés solamente para los indígenas el hecho que sus
verdaderas afiliaciones de ayllu hayan sido registradas correctamente, y
esa preocupación se habría centrado en el registro local (es decir, en los
khipus), mas no en los documentos escritos españoles.
Pocas autoridades provinciales de origen peninsular entendieron las
complejidades de las organizaciones ayllu y parcialidades en los pueblos
andinos, y mucho menos a cuál pertenecía cada individuo23 ¿Qué
beneficio habría obtenido un cacique por instruir cuidadosamente a una
autoridad foránea sobre los finos detalles de las afiliaciones ayllu locales,
hasta el punto de verificar que los documentos escritos registren la correcta
asignación de los pobladores a su ayllu/pachaca? Lo que sin duda era de
suma importancia para todas las autoridades fue que la contabilización
final, en general, sea correcta. Argumento que es muy poco probable
que encontremos una coincidencia exacta entre khipus y documentos
escritos en términos de los detalles finos del registro de las identidades
locales (por ejemplo, las asignaciones de ayllu). Más bien, creo que lo
que fue motivo de preocupación para todos los funcionarios era que los
dos conteos coincidan en el balance final del registro censal – esto es,
en términos del número total de contribuyentes a quienes se asignó un
tributo específico. Cómo se distribuyó la cantidad total de tributo entre
la población local de tributantes, y cómo fue realmente recaudado, eran
asuntos de interés local puesto que eran determinados en base a cálculos
políticos y pugnas locales.
Esto podría explicar por qué, por un lado, los khipus y documentos
escritos pueden diferir en los detalles internos, sin embargo, por otro
lado, coinciden en el balance final. Si aceptamos esta premisa, se presenta
un elemento tremendamente desestabilizador en el estudio de los khipus,
especialmente para los registros en cuerdas producidos durante la época
colonial. Esto es, hoy en día, los especialistas en el estudio de khipus
(creo) han tomado, por lo general, como una verdad tácita la idea de que
los registros en cordeles producidos y mantenidos en las comunidades
coloniales deben coincidir con los documentos escritos de los cuales ellos
(es decir, los khipus) eran los equivalentes en cuerdas, o copias. Si estoy en
lo cierto al suponer que los registros en cuerdas y escritos solo necesitan
coincidir en el balance final, esto, desafortunadamente, complica
seriamente cualquier intento de identificar posibles emparejamientos de
khipus y documentos coloniales en prácticamente todos los puntos, salvo
el balance final.
La conclusión anterior nos puede llevar a reflexionar sobre si estos
mismos principios habrían o no caracterizado los registros en cuerdas en
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa 269
el Estado inka. Es decir, durante los tiempos anteriores a la conquista, ¿solo
los administradores de cordeles locales, y no los funcionarios estatales de
alto nivel, se habrían preocupado por los finos detalles de la organización
local, incluyendo detalles como la identidad personal? Tengo la firme
sospecha de que en la época Inka los khipukamayuqs estatales que
revisaban los registros contables de la zona habrían estado íntimamente
familiarizados con las posiciones estructurales y categorías de identidad
de las personas dentro de las organizaciones locales de ayllus/pachacas,
parcialidades y otras agrupaciones sociales. Los khipukamayuqs regionales
podrían incluso haber conocido, o tuvieron una fuerte intuición acerca
de, qué nombres estaban asociados con los grupos Hanan (superior) y
Hurin (inferior). La persistencia y estabilidad de ciertas identidades en
relación con determinadas categorías estructurales entre registros locales,
regionales e incluso imperiales, están indicadas, por ejemplo, en las
similitudes estructurales entre los khipus locales de Atarco, analizados
en el Capítulo 3, y el par de khipus ceques «imperiales» discutidos en el
Capítulo 8. En resumen, probablemente deberíamos esperar encontrar
los valores estrechamente correspondientes entre los registros locales y
estatales no únicamente el balance final, sino también en términos de los
detalles de las afiliaciones sociales y estructurales locales.
(d) Y por último, si el archivo khipu de Santa es el registro en nudos de
las identidades escritas en el documento de Recuay/Corongo, ¿cómo los 133
grupos de seis cordeles en los seis khipus podrían registrar, o plasmar en signos,
los nombres reales de los 131/2 tributantes registrados en el documento?
Esto es, en esencia, una cuestión de desciframiento. ¿Podemos
determinar cómo las identidades de los tributantes en las pachacas/ayllus
de Santa fueron plasmadas en signos, o se les asignó un significado, en
los khipus? ¿Podemos aprender a «leer» los 131 nombres listados en el
padrón de Recuay/Corongo en los khipus de Santa y relacionarlos con
las 133 unidades de signos en los seis khipus? Esto sería, por supuesto,
el avance más significativo en la identificación de una correspondencia
khipu-documento. Aunque no he avanzado mucho en este desafío, hay
algunas posibles líneas de investigación a considerar.
El estudio de los grupos de seis cuerdas en el archivo khipu del
valle del río Santa ha revelado información relacionada con las cuerdas
(material; dirección del hilado/torsión; adherencia a la cuerda principal
[reverso/recto; ver más arriba, Capítulo 8]), nudos (valoración numérica;
direccionalidad [nudos en «S» versus nudos en «Z»]) y color. Hay muy
poca variabilidad direccional en los seis khipus en términos de hilado/
torsión, adherencias y nudos. Por lo tanto, creo que por el momento
podemos dejar estas pequeñas diferencias de lado. El color, sin embargo,
270 La historia inka en nudos
es un asunto diferente puesto que hay una gran variabilidad y patrones
de color aparentes, comenzando con lo que he denominado «franjas
de color», que es la base de los agrupamientos de seis cuerdas en estas
muestras. Más allá de esta observación, uno puede notar (como se ve
en el Apéndice B de este capítulo; columna derecha de cada conjunto
de descripciones de khipus) que los cordeles de Santa presentan colores
sólidos o mixtos. Por «mixto» me refiero tanto a disposiciones a modo
de «poste de barbero» (es decir, la torsión de dos cordeles de diferente
color – barber pole en el manuscrito original) como a formas moteadas
(una mezcla de dos o más cuerdas de colores que producen un aspecto
moteado).
¿Las diferencias de color juegan un papel crítico en la forma de
representar las identidades de los tributantes mencionados en el
documento de Recuay/Corongo (los nombres están registrados en el
padrón; ver el Apéndice A de este capítulo)? El padrón enumera dos
tipos de nombres: indígenas y españoles. Es probable que estos últimos
pertenezcan a individuos de identidad «mixta» (mestizos). ¿Podrían estas
dos clases de nombres haber sido simbolizadas mediante la diferencia,
por ejemplo, entre cuerdas de color sólido (individuos indígenas) versus
cuerdas de colores mixtos (mestizos)? Aún no puedo confirmar tal
hipótesis, sin embargo, tengo un estudio en proceso de tales disposiciones
de valores – colores y nombres.
Conclusión
En este capítulo he descrito y analizado lo que creo que es el primer
ejemplo de una correspondencia – un registro recíproco de información
– entre un conjunto de khipus y un documento escrito de la época
colonial. El documento presenta información tributaria y los cordeles
parecen registrar los mismos datos. Estoy seguro de que he identificado
un elemento tributario – es decir, los 367+ pesos registrados en ambos
formatos – pero no puedo descifrar la otra información tributaria que
podría haber sido registrada en los khipus (el documento no indica
otros elementos tributarios). El documento señala que tal información
tributaria debía también ser registrada en khipus. Sin embargo, no hay
evidencia en los registros en cuerdas que nos permita confirmar este orden
o secuencia de producción de los dos tipos de registros. Se necesitan más
estudios sobre este tema.
Tal vez el pensar que el descubrimiento de un «khipu Rosetta»
resolvería todas, o la mayoría de, nuestras muchas dificultades en el
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
271
estudio del manejo de registros en cuerdas en los Andes, fue siempre
una presunción autoengañosa. Prácticamente nadie que estudie estos
dispositivos hoy en día se imagina que los khipus constituyen una
versión tridimensional en cuerdas de un «verdadero sistema de escritura»
– es decir, aquella en la que los signos denotan sonidos de una lengua, a
manera de los sistemas de escritura basados en gráficos. Solo si el sistema
de registro basado en cuerdas desarrollado en los Andes constituyera, de
hecho, un verdadero sistema de escritura, entonces podríamos esperar
la posibilidad de un proceso de desciframiento más o menos evidente,
que nos llevaría a una lectura recíproca de ambos tipos de registros. Es
mucho más probable que el «desciframiento» de los khipus tome la forma
de una habilidad que emerge lentamente para interpretar notaciones de
signos semasiográficos en patrones repetitivos (por ejemplo, aquellos
relacionados a las estructuras sociopolíticas, regímenes de producción
económicos tales como los ciclos agro-pastorales, etc.); trabajo, rituales
y otras rutinas y ciclos; así como en información cuantitativa.24 Sin
embargo, uno podría haber esperado que este primer paso en el proceso
«desciframiento» no nos dejara con más problemas e interrogantes de
las que comenzamos. Tal vez nuestra perspectiva sobre el manejo de
registros en cuerdas en los Andes tendrá más claridad en la medida que
continuemos el estudio de los khipus y documentos de Santa de la misma
forma en que hemos logrado identificar otras correspondencias similares.
272
La historia inka en nudos
Apéndice A: Nombres de los tributantes de las seis pachacas de indios recuayes
Pachaca Namus
Pachaca cuyuchin
Po ticlla condor
lorenso tapia
franco nuñes
Juo chauca
diego pardaue
diego xara
antonio de Roxas
Po artiaga
juo salvador
juo de Roxas
franco rroxas
Andres Yapan
gabriel chuquimaygo
juo Bapta hijo del coxo
juo corongo hijo de simon
juo po haçaña hijo de coxo
po joseph hijo del coxo
juo chauca hijo de juo
chauca
don juo chuquinaupa
juo carhuahuanca
Joseph colquimunan
diego tanta riexi
Alonso pon luis
juo Ramos rupay
juo cullquimunan
po marcos
diego huaman
juo quispe
domingo quispi
joseph rincon
Alonso montoya
Joseph carhuapari
Agn montalbo
Juo belasques
Pachaca de corongo
Pachaca de Guauyan
don franco Ramos
don Migl carhuahuanca
marcos carhuayamoc
juo tantaruna
Benito colquixari
Antonio carhuahuanca
Nicolas colquixari
Juo Diego
Antonio ygnacio
po huaman
franco pomamango
franco salvador
phelipe paucarmango
juo chucimango
Agn Chuquimango
nicolas alexandro
joseph Roque
donmingo saluador
jacinto saluador
pedro pablo
jacinto de la cruz
juo de la cruz
esteban chuquimango
Alons chucho
luis pari
diego carhuahuachic
Po Cochachin
Agn nunahuanca
Franco Pinedo
franco chuquinaupaico
franco incos
Germo Vilcayauri
Agn Rimanga
Juo Toribio
Juo Alonso
Alonso huanca
Joseph asencio
Pedro huanca
Marcos de la cruz
Jacinto Hanampa
Jacinto Collas
felipe Santiago
d. Nicolas lluyacpoma
Miguel llanqui
Juo carhuaxambo
Diego chuquihuanca
Pachaca de Cusca
franco Asencio
Agn sebastian
domingo incos
Nicolas lara
Juo huaquin morales
joseph campos
Juo culquiyanac
domingo ancxito
juo bapta quispicondor
franco nunahuanca
Agn carhuacota
Juo cullquiyanac leon
Domo cullquiyanac leon
xpoval Tello leon
Po julez
Felis cochachin
Nicolas Ocxac
juo chicho
Po tomas pullic
Juo gaspar
Alonso yaulli fausto
Martin chuquirimac
Antonio carhuahuachic
juo francisco
juo de rroxas
bernabe principe
Pachaca de Ucore
Franco rrojas
xpual tantayari
marcos Juares
juo rimaycachin
juo de la cruz
jacinto carhuamenta
juo Albares
Domingo chuquimango
juo rimay cachin
Alonso Baltazar
Andres yanac
domingo felipe
fabian Ramos
juo Antonio
juo quispe
juco xpual
felipe parina
domingo garcia
domingo huacha
franco chuquicondor
felipe barbudo
Po martin
Lorenso asnabal
Blas clemente cruz
Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
273
Apéndice B: Los seis khipus del valle de Santa con sus grupos de seis cuerdas
UR I.D.
Pos. 1
Pos. 2
Pos. 3
Pos. 4
Pos. 5
Pos. 6
Color
UR 91 (15)
4
4
4
4
4
4
4
4
4
0
0
0
0
0
0
36
3
2
5
7
9
13
14
16
20
0
0
0
0
0
0
2
5
5
5
4
5
4
2
5
0
0
0
0
0
0
47
52
64
70
68
70
5
65
73
0
0
0
0
0
0
5
12
6
6
2
6
65
14
1
0
0
0
0
0
0
12
8
8
2
6
5
5
7
6
0
0
0
0
0
0
W
AB
RB
AB
MB:W
W
LK:AB
RB:W
YB
AB
LK:AB
RB:W
RL
W
YB
UR 90 (17)
5
5
5
5
5
5
5
0
5
4
5
6
6
6
6
6
5
84
15
22
28
34
38
46
52
59
28
63
4
8
14
22
34
13
32
7
8
6
5
7
5
7
4
7
10
4
6
8
12
15
7
7
12
16
32
41
41
67
78
85
19
9
82
90
10
13
15
116
119
4
16
9
10
16
11
13
10
11
6
10
10
12
12
14
15
17
16
9
10
16
11
23
10
10
14
5
10
12
17
17
15
19
19
B
W
RL
YB
RL-W
KB-W
W
RB
AB:LG
B KB:W+MG:W+KB:W+
MG:W
YB
RL:W
W
AB:W
MG:AB:W
LG:AB
UR 92 (10)
1
1
1
1
1
1
1
1
1
1
10
6
6
6
6
6
6
7
6
7
8
0
1
5
1
6
2
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Khipus de una “revisita” colonial al valle de Santa
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La historia inka en nudos
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P A R T E
R E S U M E N
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C O N C L U S I O N E S
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Estructura e historia en los khipus
A lo largo de este estudio nos hemos ocupado de la relación entre
estructura e historia. Durante la segunda mitad del siglo XX este fue un
tema de gran interés en la antropología e historia, y sigue siendo de algún
interés – aunque menos – para los investigadores de estos dos campos en
el presente. Lo cierto es que la historia y antropología llegaron a un tipo
de acercamiento hacia finales del siglo pasado, por ello en los últimos años
ambas disciplinas han girado su atención hacia otras problemáticas. Es así
que este estudio nos lleva hacia inquietudes de una época anterior, hecho
por el cual no me disculpo, puesto que hemos reexaminado el tema de la
relación entre estos dos grandes tópicos de la historia intelectual del siglo
XX desde una perspectiva decididamente única. Abordamos la relación
entre la estructura e historia desde el punto de vista de un nuevo cuerpo
de material, que nos enfrenta a un conjunto de problemas muy diferentes
a los de tiempos anteriores. Ahora, la cuestión no es cómo historia y
estructura han sido examinadas y entendidas a partir de construcciones
y representaciones extraídas de tal o cual tradición filosófica y literaria
(la naturaleza del material mencionado anteriormente). Más bien, hemos
reexaminado el problema desde la perspectiva de una tradición de
teneduría de registros que emplea cuerdas anudadas tridimensionales en
un medio material similar al de las tradiciones textiles de las sociedades
andinas prehispánicas.
En su estudio de los patrones de simetría en los textiles andinos,
Franquemont y Franquemont (2004) cuestionan la idea de Silverblatt
(1987) que argumenta que las tejedoras eran «escribas» que registraron
en sus textiles los acontecimientos de la historia desde una perspectiva
femenina. Los Franquemonts, por el contrario, llegaron a la conclusión
de que las «tejedoras andinas están reproduciendo las estructuras de su
cultura, no su historia; ellas son reproductoras de cultura, no escribas».1
En este libro, que se centra básicamente en los mismos materiales (fibras
de algodón y camélidos) y muchas de las mismas prácticas (por ejemplo,
el hilado, torcido, teñido de cuerdas, el anudar, etc.) como aquellas en
las que los Franquemonts enfocaron su estudio sobre textiles andinos,
he argumentado que los actores andinos que manipularon los khipus
durante décadas anteriores a la conquista española hasta entrados en
el perido Colonial, fueron, de hecho, comparables con escribas, que
anudaron en sus cordeles registros de la historia del Tawantinsuyu. Sin
embargo, como ya he dicho en la introducción de este volumen, creo
que la historia que construyeron tomó la forma de representaciones de
estructuras complejas, y que la performance de su práctica ejemplificó
y reprodujo esas estructuras no solo en el imperio mismo, sino también
en la mente – la mentalité – de los propios khipukamayuqs. Por lo tanto,
creo que ellos estaban reproduciendo las estructuras de su cultura en su
historia.
En este capítulo final considero, en primer lugar, qué tipos de
estructuras estaban produciendo y manipulando los khipukamayuqs
en su práctica de administración de registros en cuerdas, y en segundo
lugar, qué tipo de historia les permitió registrar la producción de esas
estructuras en cuerdas, la cual por lo tanto es accesible para nosotros hoy
en día.
Las estructuras de los administradores de khipus
Desde el registro de la estructura social local, como en el pueblo de Atarco
en la costa sur de Perú, hasta en la toma de censos en asentamientos a lo largo
del Tawantinsuyu, hemos encontrado algunos de los mismos principios
y operaciones estructurales en el registro en khipus. El «emparejamiento»
fue una de las características más importantes de las estructuras sintácticas
y estrategias semióticas de codificación semasiográfica en los khipus. Esto
se observa en la íntima conexión y yuxtaposición de cordeles colgantes
y cuerdas subsidiarias en el khipu de Atarco, así como en los colores de
sus dos diferentes categorías de cuerdas (color marrón claro y marrón
medio, respectivamente); en Chachapoyas, en el emparejamiento de
cordeles colgantes y cuerdas anilladas, y el emparejamiento (desigual) de
calendarios anuales; en el par khipus vinculados a manera de sistema de
ceques, y en la oposición de cordeles adjuntos «V» (reverso) o «R» (recto)
en estas dos muestras; y en los pares de khipus contables de Inkawasi que
diferencialmente emplearon uno u otro de dos paradigmas aritméticos
de comprobación de sumas en los registros contables. Como he sugerido
280 La historia inka en nudos
a lo largo es este volumen, debemos considerar los pares como unidades
operativas basadas en el principio general de dualidad, un – sino el –
principio básico de la producción de significado (o de las estructuras
de cuerdas a las que se les atribuyó significado) en las sociedades inkas/
andinas.
Un principio complementario al dualismo/emparejamiento en los
khipus fue el de jerarquía, el cual sostengo que fue fundamental para
los valores de precedencia y subordinación que operan en la semiosis
de cuerdas en muchos contextos, especialmente en las relaciones de
categorías marcadas y no marcadas. Esto fue visto, por ejemplo, en la
primacía de AB (color marrón claro) como la categoría no marcada
frente a MB (marrón medio) en Atarco; en la prioridad de las cuerdas
colgantes sobre las cuerdas anilladas; y el primer año sobre el segundo
en el calendario bienal khipu en Chachapoyas. Pienso que vamos a ver
un uso mucho mayor de categorías no marcadas y marcadas cuando un
día seamos capaces de «leer» etiquetas de identificación en los llamados
khipus narrativos.2
Además de la dualidad y jerarquía, en la semiosis de los khipus
también hemos encontrado varios de lo que yo llamaría «elementos
multidenominados». Por ejemplo, esto aparece en las agrupaciones
de tres cuerdas de color en los khipus de Pachacamac y en el khipu
«cascada» (es decir, el par que contiene los khipus a manera de ceques);
las agrupaciones seriadas de cuatro cuerdas de color en los khipus que
componen la jerarquía contable de Puruchuco; y los khipus con seis de
cordeles con franjas de color del valle de Santa. Si bien vemos algunas
diferencias de espaciamiento y color bastante estables y fijas en las
agrupaciones de cuerdas, en este punto de nuestro estudio de los khipus
es difícil elaborar explicaciones convincentes acerca de la importancia
cultural y semiótica de estas diferencias – puesto que no podemos
traducir muchas de estas disposiciones estructurales en relatos narrativos
de los significados locales. Sin embargo, pienso que estos elementos
estructurales de registro en cordeles habrían constituido paradigmas de
gran alcance para la construcción de significado en estos dispositivos. En
este sentido, ellos representaron las características fundamentales de la
estructura que no solo fueron manipuladas por los custodios de cuerdas
en sus construcciones de significados, sino que al mismo tiempo daban
forma a esos significados. En resumen, hubo una reciprocidad entre el
formar y el ser formado. Las estructuras del imperio no fueron creadas
de nuevamente con cada nuevo registro en cuerdas; más bien, algunas
disposiciones, patrones o estructuras fueron continuamente reproducidas
y representadas mediante la construcción y manipulación de cordeles.
Estructura e historia en los khipus
281
Estos son algunos de los elementos estructurales – dual/binario,
jerárquico y de multidenominación – y lo que entiendo que han sido sus
significados en la semiótica de las estructuras de cordeles en los khipus.
Estos fueron algunos de los principios según los cuales los componentes
físicos y visuales de los registros en cuerdas fueron manipulados
diariamente por los khipukamayuqs en su performance de registro
y lectura de cordeles. Estos habrían presentado poderosos modelos de
cómo el mundo de las relaciones sociales y políticas en el Tawantinsuyu
era concebido y representado por los custodios de cuerdas. Es decir,
estos elementos habrían sido parte del aparato mental de producción de
significado por parte de los khipukamayuqs, y al mismo tiempo, habrían
constituido las estructuras que funcionaban y/o eran reconocidas de
manera significativa por los khipukamayuqs desde Cuzco hasta toda una
variedad de asentamientos a lo largo del imperio.
¿Qué tipo de «historia» es la historia de los khipus?
El título de este libro afirma ser una (no «la») historia del Tawantinsuyu.
Esto último sugeriría una aproximación tradicional «de la A a la Z»
de este último gran imperio de Sudamérica precolombina. De hecho,
durante mucho tiempo mi deseo ha sido producir una historia general
del imperio, y para ello, por primera vez en los estudios inkas (hasta
donde conozco), me baso en «fuentes primarias». Por fuentes primarias
me refiero, por supuesto, a una versión de la historia inka basada
en información proporcionada por los khipukamayuqs, que tenían
conocimiento de primera mano sobre las instituciones, estructuras y
acontecimientos que constituyeron el Tawantinsuyu, y que ellos mismos
registraron en sus dispositivos de cuerdas. Pero incluso si los lectores
fueran generosos y aceptaran que mi intención había sido la de escribir una
historia del Imperio inka basada en los khipus, sin duda se preguntarían:
¿qué tipo de historia realmente he producido? Después de todo, aquí no
he escrito nada acerca de individuos y eventos tales como la aparición del
primer rey inka, Manko Khapac, y sus hermanos de la cueva en Tambo
T’oko; ni sobre la invasión chanka, que se decía que había provocado la
expansión inka más allá del valle de Cuzco; ni de las grandes conquistas
del noveno inka, Pachackuti Inka Yupanqui, a lo largo de los Andes.
Si hubiera utilizado los registros khipus para escribir una historia
narrativa, lineal, basada en eventos, este libro de hecho constituiría una
contribución monumental a los estudios andinos. Lamentablemente, no
puedo decir que he logrado que se aproxime a esa clase de historia.
282
La historia inka en nudos
Ni siquiera estoy seguro de si dicho tipo de información sobre tales
personas o eventos está o no registrada en los khipus, aunque sospecho
fuertemente que sí lo está, y he argumentado persistentemente a favor
de tal escenario.3 Si tal historia existe en el registros de cuerdas, sospecho
entonces que reside en el tipo de khipus que describo en la introducción
de este libro como khipus narrativos no decimales. El estudio prolijo de
estos khipus tendrá que esperar hasta que alguien descifre el código de
los khipus.
En lugar del tipo de historia europea lineal basada en eventos del «gran
hombre», lo que aquí he producido es un relato en un estilo de escritura
de la historia que surgió en Francia a comienzos del siglo XX, conocido
como la historia de los Annales. ¿Qué es la historia de los Annales, y por
qué digo que este libro debería ser considerado parte de esa tradición de
escritura de la historia? Debo señalar, en primer lugar, que al decir que
he escrito una historia al estilo de los Annales no estoy afirmando haber
producido una historia a la vanguardia del discurso histórico. De hecho,
la historia de los Annales es un viejo estilo de escritura de la historia que
data de la década de 1920, y quedó bastante obsoleto hacia la década
de 1990. Así que si bien esto no es una «nueva historia» (eso es algo
completamente distinto), argumentaré que no deja de ser un tipo de
historia bastante adecuada para los tipos de información codificados en
los khipus, al menos en este gran corpus de muestras que contiene datos
administrativos, estadísticos y cuantitativos – con una pequeña cantidad
de información narrativa que vincula todos los datos.
Annales de la historia: evento, coyuntura y la longue durée
Los fundadores de la escuela de los Annales fueron los investigadores
franceses Marc Bloch y Lucien Febvre. La fundación, en 1929, estuvo
marcada por la publicación del primer número de una revista titulada
Annales: Histoire, Sciences Sociales. En un sentido más amplio, esto fue
la culminación de tendencias previas de largo plazo en los estudios
científicos históricos y sociales franceses, que se remonta a principios del
siglo XX. Jacques Revel ofrece el texto base en una obra de François
Simiand, titulada La method historique appliquée aux sciences sociales (1903).
Simiand se mostraba a favor de consignar la historia en el corazón de las
ciencias sociales, así como hacía advertencias tempranas contra la historia
narrativa positivista.4 La institucionalización de la tradición de los Annales
se produjo con la fundación de la Sixième Section de L’École Practique des
Hautes Études por Febvre, en París, en 1948.5 En 1975, esta institución
Estructura e historia en los khipus 283
fue conocida como L’École des Hautes Études en Sciences Sociales, nombre
con el que aún se le conoce hoy en día.6
Los objetivos de la historia de los Annales fueron producir «historias
totales» – no solo las historias de políticos y grandes personajes – así
como aprender de, y contribuir ampliamente a, los diversos campos
de las ciencias sociales. La noción principal era que «la historia ya no
está totalmente contenida en una construcción genealógica, en la cual
eventos anteriores explican los posteriores, y por lo tanto deben ser
reconstituidos con esmerada atención en sus orígenes más remotos. De
hecho, la historia solía ser una forma de aprendizaje obsesionada con
los orígenes».7 Desde sus primeros años, la historia de los Annales fue
antagónica a las tradicionales historias lineales/narrativas, modelo para
el que se trataba de una historia política en la que las naciones-Estado
(europeas) y sus élites (masculinas) fueron los principales actores y
agentes de cambio. En este sentido, he notado que los investigadores de
los khipus están inoculados contra la producción de historias narrativas,
en virtud de la circunstancia (desafortunada) que no hemos descifrado
nuestros registros narrativos en cuerdas, y por lo tanto, no tenemos la
capacidad de producir dichas narraciones.
En lugar de escribir historias lineales y narrativas, el enfoque de los
Annales «prefiere analizar las tendencias más profundas en vez de los
cambios superficiales, estudiar el comportamiento colectivo en vez de
las decisiones individuales, examinar los determinantes económicos
y sociales en lugar de las instituciones o decisiones gubernamentales.
Es así que la demografía, economía y sociología se han apoderado de
un campo cada vez más abandonado por sus habitantes tradicionales
– reyes, nobles, naciones y el teatro del poder en torno al cual nunca
dejaron de gravitar».8
El investigador a quien se le atribuye haber llevado la historia de los
Annales a su cumbre es Fernand Braudel, con sus obras monumentales
La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II (1949) y
el estudio de tres volúmenes Civilisation matérielle, économie et capitalism
(xve – xviiie siècle) (1967-1979). En el primer trabajo, Braudel inicia con
un estudio de Felipe II, pero termina con un análisis aún más amplio del
mundo mediterráneo en el siglo XVI. En este trabajo, Braudel «rechazó
la influencia de la persona en la historia, y por lo tanto gran parte de la
importancia de la historia política, a favor de una interpretación basada
en una consideración de las limitaciones físicas y materiales, una en la
que el individuo estaba subsumido por el medioambiente».9
Como señala Hufton, la dramatis personae de la historia del Mediterráneo
de Braudel son «cosechas de granos y cereales, enfermedades, tecnología
284
La historia inka en nudos
y transporte, dinero, vivienda y vestido»10 – tópicos que (a excepción del
dinero) no son del todo ajenos a los tipos de temas que he desarrollado
en este trabajo. En cuanto al énfasis de Braudel en el Mediterráneo
como actor, esto establece el enfoque de los Annales hacia la escritura
de la historia como particularmente apropiado para los historiadores
y antropólogos que trabajan en los Andes. El gran escenario andino –
concebido a partir de la diversidad de medioambientes y terrenos desde
los desiertos de la costa del océano Pacífico hasta las sierras andinas y hacia
los bosques tropicales de la Amazonía – ha jugado un papel importante
en la construcción de los relatos etnohistóricos y antropológicos de las
civilizaciones andinas del pasado y presente.
De hecho, el término lo andino, por el cual a menudo se menospreciaba
el enfoque histórico de algunos investigadores de las sociedades andinas,
lleva consigo la sensación de que estos estudiosos han llegado a ser seducidos
por el medioambiente andino (tanto como fue Braudel seducido por «el
Mediterráneo») y han proyectado una noción de inercia histórica en estas
sociedades que toma la forma de «continuidades culturales». De acuerdo
a esta caricatura, tales investigadores supuestamente imaginan que las
sociedades andinas son, y han sido desde hace mucho tiempo en un
pasado lejano, rígidas, estáticas e inmutables. Pienso que esta afirmación
básicamente señala que cualquier antropólogo o etnohistoriador que
reconoce y explora el significado e importancia de las similitudes entre
las sociedades y culturas pasadas y presentes en los Andes, revela una
ceguera voluntaria hacia los procesos sociales y culturales de persistencia
y cambio. Tiene que haber algo entre la celebración de Braudel hacia la
agencia del Mediterráneo y el menosprecio hacia los (etno)historiadores
andinistas, quienes de manera similar ven el entorno ambiental como un
elemento al que se le asigna una agencia, aunque ciertamente no un rol
determinante, en las historias de las sociedades que se sucedieron unas a
otras en este vertical y complicado medioambiente.
Otra gran contribución de Braudel a la tradición de los Annales,
además de suprimir el carácter individual como punto central de la
historia total tratando de integrar todas las ciencias sociales dentro del
ámbito de la historia, fue establecer una nueva comprensión de la cadencia
o escala del tiempo histórico. Es aquí donde los investigadores andinistas
pueden construir más fructíferamente una escuela de Annales evaluando
la información que se presenta en este libro como materia de estudio para
una historia del Imperio inka.
Braudel desarrolló una construcción temporal basada en dejar de lado
el llamado tiempo común – horas, semanas, años y siglos – dividiendo
el tiempo en un esquema tripartito compuesto por tres tipos de tiempo.
Estructura e historia en los khipus 285
Estos fueron: la longue durée, que es virtualmente un tiempo sin fronteras
que se extiende durante muchos siglos en los que la existencia humana
permaneció prácticamente sin cambios (el propio Braudel estaba
interesado en la longue durée desde el siglo XV hasta finales del siglo XVIII
en la historia del Mediterráneo); la moyenne durée, conocida comúnmente
como «coyuntura» (conjuncture en el manuscrito original), que en tiempo
común abarca generalmente de unos 50 años a un siglo, y a menudo
encapsula el tiempo de un ciclo comercial o un cambio demográfico,
o algún otro ciclo de cambio; y la courte durée o «evento», que puede
referirse a fenómenos tales como una buena o mala cosecha, cortas
depresiones industriales, o dislocaciones temporales, tal vez causadas por
una guerra o algún tipo de evento.11
El esquema tripartito de Braudel no solo proporciona una nueva
organización temporal a la narrativa del historiador, sino que la cadencia
o escala en que se produjeron los cambios también se convirtieron en
temas centrales, así como el reconocimiento de una jerarquía de valor
dentro del «flujo» de la historia. Esto implica aceptar que algunos
elementos de la sociedad – sus instituciones, modos de organización,
etc. – son fundamentales y solo cambian muy lentamente, o no cambian
(es decir, los elementos de la longue durée, que Braudel asoció con la
estructura – la «semiestabilidad» en torno a la cual todo gravita),12 mientras
que algunos acontecimientos históricos son eventos breves, de corta
duración, con significado local inmediato. Entre estos dos extremos
sucedieron las «coyunturas», fases o ciclos más largos durante los cuales
la sociedad se transformaba a una cadencia que podría ser mapeada en
periodos de tiempo perceptibles y dentro de ciclos medibles. El reto del
historiador era reconocer y tener en cuenta estas tres formas de tiempo y
no, por ejemplo (como la mayoría de historiadores solían hacer), dejarse
seducir por los acontecimientos de corto plazo. Como bien Braudel
se expresó sobre este desafío, «el problema para cualquier persona que
aborde la escena mundial es definir una jerarquía de fuerzas o corrientes
de movimientos particulares, y luego abordarlos como una constelación
total. En cada momento de esta investigación, uno tiene que distinguir
entre movimientos de larga duración y explosiones cortas, estas últimas
detectadas desde el momento en que se originan, mientras los primeros
se perciben a través del paso distante del tiempo».13
La noción de esta tripartición del tiempo histórico puede ser
extremadamente útil para los investigadores de khipus, puesto que permite
evaluar la importancia histórica y las diferencias en las valoraciones
jerárquicas de los datos registrados en los dispositivos detallados en los
capítulos anteriores.
286
La historia inka en nudos
Notas para una historia de los Annales del Tawantinsuyu
El khipu, al menos en su forma administrativa, registró datos cuantitativos
– estadísticas. Este era el tipo de material que cualquier historiador de los
Annales que se precie estaría encantado de tener como base para la escritura
de la historia. Creo que los andinistas – al menos aquellos a quienes nos
preocupa entender los khipus, o «descifrar el código» – hemos lamentado
por mucho tiempo la falta de material histórico. ¿Hemos estado buscando
en el lugar equivocado, o hemos subestimado la información disponible
para nosotros en estos maravillosos «cordones con nudos»? Si cambiamos
nuestra forma de pensar acerca de la información que tenemos y la colocamos
dentro de un paradigma de escritura de la historia que sea compatible con
los datos disponibles, en realidad podemos escribir la historia.
Pero por ahora al menos no creo que logremos este tipo de escritura de
la historia basada en los khipus, tratando de «intuir» cómo la información
narrativa podría haber sido registrada en los llamados khipus narrativos
(no decimales) – por ejemplo intentando «releer» las crónicas españolas
para recuperar historias de tipo narrativo registradas en los khipus.14 Más
bien, hasta que realmente descifremos los khipus, deberíamos explotar los
ricos depósitos de información disponibles en los khipus administrativos,
y trabajar con esos datos para lenta y laboriosamente construir una
crónica de detalles históricos, así como los principios fundamentales a
partir de los cuales comenzar a edificar la base de una historia indígena
del Imperio inka.
¿Cómo este estudio nos ha ayudado a hallar este camino? Debemos
tener en cuenta el tipo de jerarquización de valores en el registro en
khipus con diferentes datos temporales y de escala, desde los conceptos
y principios fundamentales de largo plazo hasta las acciones basadas
en eventos. Estas diferencias temporales pueden inferirse a partir de la
información en los khipus mismos y/o del contexto arqueológico donde
fueron recuperados. Los siguientes ejemplos entran claramente dentro
de los límites de tiempo y carácter cíclico descritos en la organización
tripartita del tiempo histórico de Braudel:
Longue durée: el uso de técnicas de construcción de cuerdas y textiles
como un medio de comunicación; el dualismo como principio de
organización del tiempo, espacio y estructura social; las diferencias
de color para indicar diferencias jerárquicas y de categoría, como
en la división de los cordeles de Atarco en AB (marrón claro)/
Hanan (parcialidad superior) versus MB (marrón medio)/Hurin
(parcialidad inferior), o la disposición de tres colores en los khipus
Estructura e historia en los khipus 287
ceques para señalar las categorías jerárquicas sociopolíticas collana,
payan y cayao.
Coyuntura: la breve vida de Inkawasi (una historia de rango medio
con muchos eventos contables); los (presuntos) ajustes a lo largo
del tiempo en la jerarquía contable de Puruchuco; el ciclo bienal de
servicio laboral que sugiere el khipu calendárico de Chachapoyas;
el periodo de un siglo de duración entre la visita a San Pedro de
Corongo en el siglo XVI y la revisita en 1670; el posible khipu
chachapoya mostrando el colapso demográfico a lo largo de un
siglo.
Evento: la reunión de personas en una plaza central para ser censadas
(por ejemplo, en Atarco, Moyobamba, el valle de Santa; ver
el Capítulo 10); el cubrir khipus con ajíes, frijoles o maníes y el
derribar los muros encima de los khipus en el corredor de Inkawasi;
ocultar el morral de piel de venado lleno de khipus y otros objetos
rituales en la Casa del Khipu en Pachacamac; el tallar barras de
madera con imágenes de gente bebiendo chicha en keros para
sostener khipus; el transcribir el contenido del documento de la
revisita a San Pedro de Corongo en khipus; y el adjuntar las cuerdas
del khipu UR53B en posición frontal (R) mientras que las del khipu
UR53C se adjuntan en la posición posterior (V).
Todos estos hechos constituyen información histórica, desde la longue
durée de la dualidad en la organización social inka hasta el entierro
de un khipu debajo de una pila de frijoles negros en Inkawasi. Los
eventos son descritos usando verbos de acción – pedir, cubrir, ocultar,
tallar – mientras que la longue durée y los elementos coyunturales son
naturalmente caracterizados como acciones ya realizadas. Esto sugiere
que la importancia esencial de la coyuntura y la longue durée radica en
establecer los componentes básicos de la historia de una civilización.
Esto es cierto no solo para los inkas sino también para las civilizaciones
europeas.
Lo que para algunos puede ser obvio en la relación entre los tres
elementos de escala histórica, pero que sin embargo a menudo se pasa
por alto, es su calidad de «anidación» (nesting en el manuscrito original).
Muchos de los «eventos» discurren dentro del marco de tiempo más
largo de las fases coyunturales, o ciclos, y los múltiples eventos y ciclos
coyunturales yacen dentro de la gran extensión de la longue durée. Cuando
vemos, por ejemplo, dos pares de khipus atados juntos en el archivo de
Inkawasi, el acto o acciones de atar juntos estos registros en cordeles fueron
eventos – breves actos históricos. La consecuencia de estas acciones, sin
288
La historia inka en nudos
embargo, fue el establecimiento de pares de registros relacionados que
proporcionaron información histórica sobre las mercancías entrantes
y almacenadas. Presumiblemente las mercancías permanecieron en
el almacén durante algún tiempo (es decir, las circunstancias para un
ciclo o fase coyuntural), especialmente teniendo en cuenta las excelentes
condiciones de conservación en la costa sur de Perú. Y por último, este
emparejamiento de registros manifiesta el principio de dualidad, un
principio estructural generalizado de largo plazo, en la organización de
los objetos e instituciones, así como los valores de signos semasiográficos
en el universo inka. El profundo arraigo del principio de dualidad fue
reproducido incluso en acciones rápidas como el hilado de cuerdas, hacia
la derecha o izquierda (torsión en «S» o «Z») y el anudar cordeles con
nudos en «S» o «Z». Estas acciones de construcción «ejemplifican» – en los
breves actos de producción de cordeles – la profunda estructura histórica
y gravitacional de la dualidad en los cuerpos de los registros en cuerdas.
La historia inka obtenida a partir de los khipus, desde los elementos
de largo plazo hasta toda una serie de eventos, se construye con signos
históricos, o signos que detallan tanto datos estadísticos como identidades
(de categorías, estatus, etc.). Como dije en la introducción y como hemos
visto a lo largo de este trabajo, los signos de los eventos, acontecimientos
y principios registrados en los khipus, toman la forma de semasiógrafos
(signos con significado) en vez de fonógrafos o glotógrafos (signos con
sonido). Si bien todavía no podemos leer las maravillosas narrativas
registradas en estos dispositivos, los signos que hemos encontrado en los
khipus cuantitativos son, no obstante, inteligibles, y documentan eventos,
coyunturas y tendencias a largo plazo, así como los principios de la
historia inka. Descifrar estos signos revelará la historia del Tawantinsuyu
– y creo que aquí hemos dado los primeros pasos para ello.
Reflexiones finales
Como se señaló anteriormente, la escuela de los Annales de la historia,
cuyos principios y objetivos he tratado de emular en este estudio, ya
no está de rigeur entre los historiadores del siglo XXI. Por el contrario,
la historia de la escritura de hoy sigue habitualmente la escuela de la
«nueva historiografía», que comenzó emerger a finales de las historias de
los Annales de la década de 1970. Como señaló Braudel respecto a esta
tendencia hacia el final de sus años más productivos, los historiadores
seguían siendo atraídos por los eventos «momentáneos» a corto plazo (el
término tiene una resonancia particular en este caso) en contraposición a
Estructura e historia en los khipus 289
los procesos a largo plazo y las cualidades de los materiales coyunturales
y de la longue durée.
En toda lógica, esta orquestación de coyunturas, al trascender en sí,
debió llevarnos directamente a la longue durée. Pero por mil razones
esta trascendencia no ha sido la regla, un retorno al corto plazo se
está logrando incluso ahora ante nuestros propios ojos... El historiador
está, naturalmente, siempre dispuesto a actuar como un productor
teatral. ¿Cómo podría esperarse que renuncie al drama de los periodos
a corto plazo, y a todos los mejores trucos de un oficio tan antiguo?15
La nueva historiografía es una marca de «discurso como poder» de la
historiografía basada especialmente en la obra de Michel Foucault por
un lado, y los escritos particularistas de «descripción densa» de Clifford
Geertz.16 Las nuevas historiografías, construidas en torno a la retórica de
excepciones y particularidades, están muy lejos de las historias totales de
la tradición de la escuela de los Annales. Adrian Jones ha caracterizado
de manera sucinta la nueva tradición en un distinguido trabajo titulado
Word and Deed: Why a Post-Poststructural History is Needed, and How It
Might Look: «Las comparaciones fueron ahora disuadidas. Cada caso tenía
que ser diferente. Y la simplicidad y claridad rara vez eran apreciadas.
La historia era ahora retórica. La teoría y generalización de la muestra
fueron abandonadas. La tipicidad no volvería supuestamente a ser una
pregunta. Las verdades de la historia debían ser evocadas desde y por la
retórica, no a partir de análisis agregados de estructuras sociales».17
Jones lamenta la pérdida de la historia que busca los tipos de estructuras
y valores evocados en este pasaje. Sin embargo, él no celebra ni peticiona
a favor de las historias narrativas lineales del «gran hombre» europeo del
siglo XIX. Más bien, argumenta explícitamente a favor de una historia del
siglo XXI similar a la de la escuela de los Annales original, que buscó una
comprensión de los procesos históricos, por no mencionar las verdades
históricas, que podían ser compilados partir de estudios comparativos
agregados de grandes corpus de materiales.
Tampoco diría que esta nueva historia («post-postestructural») aborda
problemas de interés para los «nuevos» historiadores. Aún debemos, por
ejemplo, ocuparnos de preguntas sobre el discurso y el poder, pero tales
temas deben ser formulados de manera que permitan la comparación
entre casos, y que a su vez nos permita hacer afirmaciones significativas
acerca de la estructura y poder, de interés para las personas (no únicamente
los académicos) en todas las sociedades, pasadas y presentes. En el caso
de los khipus, por ejemplo, podemos reconocer que las extraordinarias
290 La historia inka en nudos
propiedades funcionales de los khipus vinculados y emparejados – es
decir, que ellos proporcionaron los medios para el control y supervisión
contable – son productos del principio estructural de dualidad, en el
que todo tiene su pareja natural (se entiende tanto «funcional» como
«estructural»).18 Visto desde esta perspectiva, los khipus pueden ser
entendidos como un medio para discursos de poder, pero el modo del
«discurso» – al menos el aspecto al que podemos acceder – no es verbal
ni retórico. Más bien, está constituido en los regímenes de control y
supervisión contables establecidos en los archivos khipus en lugares como
Inkawasi, y cuyos principios se reproducen en las prácticas contables
diarias de materiales concretos importantes para la vida – frijoles, ajíes y
todo un mundo de objetos manufacturados vitales para la acción cultural
y política humana.
Jones argumenta elocuentemente a favor del restablecimiento de un
tipo de historia que esté profundamente informada, comparativa, y que
busque construir explicaciones no solo de lo que ocurrió en el pasado,
sino también sobre el por qué, cómo y cuándo sucedió, y qué se puede
aprender de estas observaciones. En palabras de Jones:
La nueva historiografía nos presenta los mismos retos particularizantes
a los que se enfrentó la primera generación de Annales. Haríamos bien
en aprender de nuevo de su ejemplo. Su vieja historia de las ciencias
sociales sobresalió en abordar cuestiones vitales y compiladas de
alcance, tempo y poder. Su fallo fue su débil sentido sobre qué podría
conformar una estructura social, su materialismo. Si pudiéramos tener
más estudios de acciones compiladas, no solo estudios de discursos
particulares o acontecimientos – políticos, sociales, económicos
y culturales en su origen y naturaleza, estructurales en su diseño y
elaboración – podríamos constatar las hipótesis extraídas de estudios
completos de lo material e inmaterial, los teatros de lo particular.19
Espero haber logrado establecer las bases para escribir una historia
del Imperio inka que se ajusten a los muchos deseos que insistentemente
pide Jones a los historiadores para producir obras que sean comparativas,
amplias en su alcance, atentas a las cuestiones del poder, y profundamente
informadas a partir de copiosas descripciones de acciones compiladas.
Esto podría denominarse «la nueva historia de los Annales» de un antiguo
imperio sudamericano – Tawantinsuyu.
Estructura e historia en los khipus
291
APÉNDICE
Inventario de khipus
Colección/Locación
Nro.
reportado
Nro.
estudiado
ID en KDB
AS014
Europa
Amerika Museum, Cuijk, Holanda
British Museum, London, Reino Unido
Cambridge Museum of Archaeology and
Anthroplogy, Cambridge, Reino Unido
Deutsche Museum, Munich, Alemania
Ethnografiska Museum, Göteborg, Suecia
1
4
1
1
-
1
21
21
Ethnografiska Museum, Stockholm, Suecia
Ethnographic Museum, Antwerp, Belgium
Ethnology Museum, Vienna, Austria
Linden Museum, Stuttgart, Alemania
Lippisches Landesmuseum, Detmold, Alemania
1
1
1
1
3
-
Maiman Collection, Israel
Musée quai Branly, Paris, Francia
4
18
16
Musée d’Ethnographie, Geneva, Suiza
Museum Voor Landen Volk., Rotterdam, Holanda
2
1
1
1
4
320
1
155
1
-
2
10
2
21
-
Museum für Völkerkunde, Basel, Suiza
Ethnologisches Museum, Berlin, Alemania
Museum für Völkerkunde, Freiburg-Im-Breisgau,
Alemania
Museum für Völkerkunde, Hamburg, Alemania
Museum für Völkerkunde, Leipzig, Alemania
Museum für Völkerkunde, Dresden, Alemania
Museum für Völkerkunde, Munich, Alemania
UR113-UR129
(incluyendo
UR116A&B,
UR117A, B, C, D)
-
17
AS074-AS084;
UR188-192
AS085
AS029
AS086
AS097-AS189
(Including AS101
parts 1 and 2,
AS124 Detail 1,
AS130A&B,
AS162A&B,
AS182A&B;) UR
AS087/N3-96;
UR023-UR029,
UR057
Nro.
reportado
Nro.
estudiado
ID en KDB
Museum für Völkerkunde, Vienna, Austria
Náprstkova Muzeum, Prague, República Checa
1
1
2
1
AS208, UR083
AS211
National Museum, Copenhagen, Dinamarca
1
-
Niedersächsisches Landesmuseum, Hannover,
Alemania
Pitt Rivers Museum, Oxford, Reino Unido
Rijksmuseum voor Volkenkunde, Leiden, Holanda
4
4
AS010-AS013
3
3
3
UR056A, B, C
Tropen Museum, Amsterdam, Holanda
1
-
51
12
AS190-200, LL001
1
3
1
4
4
AS035A, B, C, D
Dallas Museum of Art, Dallas, TX
Field Museum of Nat. History, Chicago, Ill.
Furman University, Greenville, S.C.
Gregg Museum of Art & Design, NC State
University, Raleigh, NC
Haffenreffer Museum, Brown Univ., Bristol, RI
19
1
1
1
19
1
-
1
-
Harris, Leo J., St. Paul, MN
Herrett Center for Arts & Sciences, College of S.
Idaho, Twin Falls, ID
Hood Museum of Art, Dartmouth Coll., Hanover,
NH
Joslyn Art Museum, Omaha, NE
Krannert Art Museum, University of Illinois, Urbana,
IL
Llewellyn, C., Durham, NC
Lowe Museum of Fine Arts, University of Miami,
Miami, FL
Lowie Museum, University of California, Berkeley,
CA (Phoebe Hearst Museum of Anthropology)
1
1
1
-
AS213
3
3
1
1
1
-
AS214, AS215,
AS215F
AS212
1
6
6
7
7
Milwaukee Public Museum, Milwaukee, WI
Mint Museum, Charlotte, NC
Museum of Cult. History, UCLA, Los Angeles, CA
3
1
1
1
AS206
Museum of Science, Buffalo, NY
National Museum, Smithsonian, Washington, DC
3
1
3
1
AS207A, B, C
AS034
Newark Museum, Newark, NJ
Peabody Museum, Harvard University, Cambridge,
MA
1
15
15
Peabody Museum, Yale University, New Haven,
CT
Princeton University Museum, Princeton, NJ
1
1
1
-
Colección/Locación
América del Norte
American Museum of Natural History, New York,
NY
Beloit College, Beloit, MI
Brooklyn Museum, New York, NY
Bryn Mawr College, Bryn Mawr, PA
Carlos Museum, Emory Univ., Atlanta, GA
294
Apéndice
4
UR030, UR031A, B,
C
QU001 - QU019
AS210
UR059, UR134UR138
AS201-205, UR032UR033
AS030-AS033A, B,
C, D, E, F, G;
UR040-UR044
(?)
Nro.
reportado
Nro.
estudiado
ID en KDB
Royal Ontario Museum, Toronto, ON, Canadá
2
1
AS209
Staten Island Museum, New York, NY
Textile Museum, Washington, DC
University Museum of Archaeology and
Anthropology, University of Pennsylvania,
Philadelphia, PA
1
2
14
14
América del Sur
Acaray, Huaura Valley, Perú
Armatambo, Perú
Banco Central de Reserva del Perú, Lima, Perú
19
10
7
7
Bruning Museum, Lambayeque, Perú
Centro Mallqui, Leymebamba, Perú
Dauelsberg, P., Arica, Chile
Huaycán, valle de Lurín, Perú
Inkawasi, Proyecto Incahuasi, Cañete, Perú
1
32
3
22
34
22
3
29
Las Dunas Hotel, Ica, Perú
Museo Amano, Lima, Perú
2
4
4
Museo Bruning, Lambayeque, Perú
Museo de Arqueología Azapa, Arica, Chile
Museo Chileno (MCAP), Santiago, Chile
1
1
14
1
9
Museo de Ica, Ica, Perú
33
33
Museo “Jijon y Caamaño,” Quito, Ecuador
Museo Larco, Lima, Perú
Museo de la Nación, Lima
Museo Nacional de Arqueología, Antropología e
Historia, Lima, Perú
Museo Nacional de Arqueología, La Paz, Bolivia
2
5
1
35
2
5
12
3
-
Museo Oro, Lima, Perú
Museo de Pachacamac, Perú
Museo Puruchuco, Distrito de Ate, Perú
Museo Temple Radicati, Lima, Perú
Nuñez del Prado, O., Cusco, Perú
1
35
23
28
11
1
32
22
28
11
Rancho de S. Juan, Ica Valley, Perú
Soldi, A., Lima, Perú
2
3
2
3
Tambo Colorado, Perú
Universidad Nacional La Plata, La Plata, Argentina
4
2
-
Universidad San Martín de Porras, Lima
1
1
923
544
Colección/Locación
Total
AS015-AS028
(Including
AS026A&B)
UR051, UR052,
UR053A, B, C, D, E
UR001-UR022
AS069-AS071
UR256-280
(algunos números =
dos khipus)
0AS48-AS049;
UR037-UR038
UR058A&B
UR035, UR036,
UR084, UR130,
UR131A, B, C, D,
UR132, UR133
AS051-AS058;
UR139-UR164
AS036-AS037
UR045-UR049
AS038-AS047,
AS051, AS068
UR055
HP001 – HP032
UR060-UR082
UR085-UR112
AS059-AS067
(Including AS063
AS072-AS073
AS050, UR050,
UR054
UR156-159
UR39
Apéndice 295
Notas
Prefacio
1. A partir de la información registrada por los primeros cronistas de la Colonia
española, parece que los administradores de khipus eran todos hombres. Sin embargo, los
cordeles mismos podrían bien haber sido producidos por mujeres – especialmente por las
aqllas. Estas eran mujeres jóvenes que vivían en instalaciones estatales (aqllawasis), cuyas
vidas estaban dedicadas al servicio del Estado realizando tareas tales como el hilado, tejido y
preparación de alimentos y bebidas para festivales y banquetes de trabajo patrocinados por
el Estado (ver Silverblatt 1987).
2. Incluso he señalado (Urton 2003) que lo estaban haciendo – la producción de textos
– por medio de un código tecnológico de comunicación similar a lo que hace funcionar
una computadora – codificación binaria. Pero eso es un tema que se abordará más adelante.
Organización del libro
1. Estoy especialmente agradecido con Carrie J. Brezine por su ayuda con el estudio
de khipus en Gotemburgo, Suecia, así como en el Museo Temple Radicati, el Museo de
Sitio de Puruchuco y el Museo Regional de Ica en Perú; Alejo Rojas por su ayuda en
Leymebamba, Perú; Julio Saldaña y Yazmin Gomez C. por su ayuda en el estudio de los
khipus de Inkawasi; y Mettelise Hansen por sus asistencia en el Museo de Etnología de
Berlín.
Capítulo 1. ¿Qué podemos aprender acerca de los inkas a partir del estudio de los
khipus?
1. Ver Quilter y Urton 2002 y Urton 2002a.
2. Ver Urton 2014.
3. Es importante señalar que Purchas (como él mismo ha dicho) nunca viajó más de
«200 millas fuera de Thaxted en Essex, donde [él] nació» (Rawlinson 1931: xi). Tomó sus
relatos de viajes de narraciones en manuscritos que le dejó Richard Hakluyt (Helfers 1997;
y Rawlinson 1931).
4. Citado en Stephen Greenblatt 1991: 10.
5. Greenblatt 1991: 10.
6. Jack Goody y Ian P. Watt 27-68; ver la crítica de Goody y Watt en Halverson 1992.
7. Por ejemplo ver Claude Lévi-Strauss 1961: 291 para reflexiones incisivas sobre el
tema de escritura y el poder.
8. Ver Bauer 1997 para una excelente visión general de los trabajos anteriores
consultados por Cobo.
9. Por ejemplo Rowe 1946.
10. Ver Cobo 1979 y 1983.
11. Bernabé Cobo, History of the Inca Empire [1653] 1979): 94.
12. Las excepciones son Calancha [1638] 1974 y Garcilaso de la Vega [1609-1617]
1966, en ambos casos sus comentarios sobre el registro en cordeles son muy informativos,
pero ninguno avanza significativamente en la comprensión del registro en cuerdas más allá
de lo que podemos conocer a partir del estudio de los propios khipus.
13. Tierney 1997.
14. Ver Pärssinen y Kiviharju 2004, 2010.
15. Cobo, History, 43.
16. Cobo, History, 21; el énfasis es del autor.
17. Bauer y Dearborn 1995; Urton 1981.
18. Ascher y Ascher 1997; Urton 1997.
19. Ver Letchtman 1993.
20. Por ejemplo, ver cómo desfavorablemente Gelb (1963) y DeFrancis (1989) sitúan los
registros khipus en la escala mundial de sistemas de registro.
21. Ver Hyland 2003.
22. Garcilaso de la Vega, Royal Commentaries of the Incas [1609] 1966: 823-824.
23. Ver Boone y Mignolo 1994; Boone y Urton 2011.
24. Varios estudios recientes han documentado la persistencia de los registros en cuerdas
en la época colonial (Brokaw 2010; Curatola y Puente Luna 2013) e incluso hasta nuestros
días (Mackey 1970, 1990; Salomon 2004).
25. Urton 2003.
26. Como ya he informado en un estudio de las características de construcción de los
khipus en las colecciones de América del Museo Etnológico de Berlín (Urton 1994), los
nudos de los khipus están atados de dos maneras diferentes produciendo sea nudos en «S»
(donde el eje dominante se orienta desde el lado superior izquierdo hacia el inferior derecho
= \) o nudos en «Z» (donde el eje dominante se extiende desde el lado superior derecho
hacia el inferior izquierdo = /).
27. Andrews 1990; Mannheim 1998.
28. Hyland 2014: 643.
29. Hyland, Ware y Clark 2014: 190-91.
30. Hyland, Ware y Clark 2014: 189.
31. Como fue señalado anteriormente por Salomon (2004) y Urton (2003).
32. Por ejemplo, ver DeFrancis 1989.
33. Ver Sampson 1985: 29.
34. Hobsbawm 1997: 184.
35. Hobsbawm 1997: 185.
36. de la Vega, Royal Commentaries, 195.
37. Ver Foucault 2010: 48-49, 116-17.
38. Goody 1978.
39. Lechtman 1993: 244-79.
40. Salomon 2004.
41. Braudel 1980: 31.
42. Lévi-Strauss 1961: 286-297.
43. Ver D’Altroy 2015 y Kolata 2013 acerca de las formas de poder coercitivas y
hegemónicas en el Tawantinsuyu.
44. Ver Mackey et al. 1990.
45. Urton 1997: 96-97.
298
Notas
46. de la Vega, Royal Commentaries.
47. de la Vega, Royal Commentaries, 124-25.
48. Blas Valera, citado en de la Vega, Royal Commentaries, 274-75.
49. Por ejemplo, ver la maravillosa y poderosa novela de David Foster Wallace The
Pale King (El rey pálido), que trata el punto acerca de los contadores y la cultura de la
contabilidad con un efecto impresionante.
50. Ver por ejemplo, Hoskin y Macve 1986; Miller 1990; Miller y O’Leary 1987;
Stewart 1992.
51. Para poner en contexto las obras de Foucault ante la aparición de «New Histories of
Accounting» (Nuevas Historias de la contabilidad), ver Stewart 1992.
52. Agustín de Zárate, Historia del Descubrimiento y Conquista del Perú [1555] 1944: 28
(traducción del autor).
53. Fray Martín de Murúa, Historia General del Perú [1590] 2001: 360 (traducción del autor).
54. Kathryn Burns (2010) ha documentado estos procesos, especialmente a partir
del trabajo de notarios, en el archivo colonial de Cuzco con impresionante claridad y
comprensión.
55. Urton y Brezine 2011: 319-52.
56. Robson 1992: 693.
57. Robson 1992: 695; el énfasis es del autor.
58. Robson 1992: 697.
59. Robson 1992: 700; el énfasis es del documento original.
Capítulo 2. Una breve introducción al Tawantinsuyu – el Imperio inka
1. Para ello, ver D’Altroy 2015; Shimada 2015; y Urton y von Hagen 2015.
2. Ver Cherkinsky y Urton 2014.
3. Por ejemplo, ver Brokaw 2010; Pärssinen y Kivijarhu 2004 y 2010; Urton 1990.
4. Ver Urbano 1981; Urton 1990.
5. Para estudios sobre mitos del origen de los inkas, especialmente que procedan de
registros khipus, ver Julien 2000 y Urton 1990.
6. Ver especialmente Covey 2006; Bauer y Covey 2002; Kosiba de 2012.
7. Bauer y Covey 2002.
8. Ver Splitstoser 2014 para el posible origen de la propia tradición wari.
9. Ver Urton 2014.
10. Ver Kosiba 2012 acerca de la naturaleza de estos procesos de transformación en un
entorno local cerca de Cuzco.
11. Ver Bauer y Covey 2002; D’Altroy 2015; Shimada 2015.
12. Ver Arkush 2011.
13. Guilmartin 1991; Restall (2003) quita énfasis a la importancia de las diferencias en el
armamento como explicación para el éxito en la conquista española, dando igual o mayor
importancia a la introducción de enfermedades europeas, la desunión entre las poblaciones
indígenas, y otros factores.
14. Julien 1988: 257-79.
15. Murúa, Historia General, 384-85; Rowe 1958.
16. Bray 2015.
17. Zuidema 1964.
18. He analizado esta disposición en Pacariqtambo, el legendario lugar de origen de los
inkas; ver Urton 1990.
19. Felipe Guamán Poma de Ayala, El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno [15831615] 1980.
20. Pärssinen 1992; Wedin 1965.
21. de la Vega, Royal Commentaries, 764-765; el énfasis es del autor.
Notas 299
22. Cobo, History, 211-17.
23. Murra 1980.
24. Murra 1983.
25. Ver D’Altroy y Earle 1992; D’Altroy y Hastorf 1984, 2001; y LeVine 1992.
26. Ver Urton y Chu 2015.
27. de la Vega, Royal Commentaries, 270-289; el énfasis es del autor.
28. Por ejemplo, para la antigua Sumeria, ver Nissen, Damerow y Englund 1993.
29. Ver Urton y Brezine 2011.
30. Ver Conklin 2002.
31. Locke 1923; Pereyra 2001: 115-23.
32. Ver también Urton 1997, 2003.
33. Ascher y Ascher 1997: 151-52; Urton 2003.
34. Ver Quilter y Urton 2002; Urton 1998, 2002b.
Capítulo 3. Notas en cuerdas para describir un pueblo de la época Inka en la costa
sur de Perú
Este artículo incluye material revisado y expandido de G. Urton, «La administración
del estado inca por medio de los quipus», en Señores de los Imperios del Sol, editado por
Krzysztof Makowski (Lima: Banco de Credito, 2010), 105–109.
1. Agradezco a Helmut Schindler por su ayuda y amable hospitalidad durante mi
visita de dos semanas al Museum für Völkerkunde, en Múnich, durante el verano de 2004.
También expreso mi profundo agradecimiento a Carrie Brezine, quien me proporcionó
la información y análisis estructural inicial del khipu UR28 cuando era administradora del
Khipu Database Project. La subsecuente interpretación y análisis de ese khipu, en la forma
presentada en este capítulo, es del autor.
2. Las descripciones tabulares completas de UR28 y otras muestras de este grupo
vinculado (es decir, UR23, UR24, UR27, UR28, UR29 y UR57) se pueden encontrar
en la sección «Data Tables» del website del Harvard University Khipu Database (http://
khipukamayuq.fas.harvard.edu/).
3. Ver Pärssinen 1992: 381-9.
4. Turner 1996.
5. Murra 1975.
6. de la Vega, Royal Commentaries, 331.
Capítulo 4. El calendario de los ancestros
Este capítulo incluye material sustancialmente revisado de G. Urton, “A Calendrical and
Demographic Tomb Text from Northern Peru”, Latin American Antiquity 12, nro. 2
(2001): 127–147.
1. Siguiendo a Lerche (1995), voy a observar las siguientes convenciones ortográficas
con respecto a la forma de escribir el nombre de la cultura y la región geográfica en
discusión en este volumen. “Chachapoya” (así como “chachapoya” con minúscula en
caso de gentilicio, “chachapoyas” si es plural) se utilizará para referirse a las personas, o al
grupo étnico, así como a la unidad política prehispánica (probablemente un cacicazgo), y
la cultura que aquí se examina. “Chachapoyas” (siempre con mayúscula y “s” al final), tal
como se escribe en la mayoría de mapas contemporáneos de la región, se utilizará para
nombrar a la región geográfica en la que se asentó el grupo étnico prehispánico y de inicios
de la Colonia llamado Chachapoya.
300 Notas
2. Church y von Hagen 2008.
3. Ver Urton 2001, 2008b.
4. En cuanto a la condición de los khipus al momento de su descubrimiento, de
acuerdo a Adriana von Hagen (en conversación con el autor, 1999), los khipus fueron
hallados esparcidos entre los escombros dejados después de que el sitio fuera saqueado y
alterado. Varios khipus, que ahora están almacenados como muestras individuales, fueron
hallados originalmente atados en manojos de khipus vinculados. Estas agrupaciones fueron
desatadas por el personal del Centro Mallqui puesto que en ese momento se consideró que
era un paso esencial para la limpieza y conservación de los khipus. Además, un khipu –
(que alguna vez fue) una magnífica muestra compuesta por unas 266 cuerdas colgantes de
algodón teñidas colocadas en un palo de madera tallada – fue lavado con detergente por
la esposa del hacendado cuyos obreros descubrieron (y saquearon) el sitio funerario de la
Laguna de los Cóndores. Este último khipu es ahora casi totalmente blanco.
5. Ver Lerche 1999.
6. Smith y Good 1982: 10-11, 31-33.
7. Ver Church y von Hagen 2008; y Schjellerup 1997: 70-73.
8. Para estudios arqueológicos de los sitios asociados a la cultura Chachapoya y
Chachapoya-Inka en la región de Leymebamba y la Laguna de los Cóndores, ver
Horkheimer 1958; Langlois 1939-1940; Reichlen y Reichlen 1950; Ruiz Estrada 1970; y
Schjellerup 1997.
9. Ver Doyle 1988; Salomon 1995.
10. Isbell 1997.
11. Doyle 1988: 110.
12. Doyle 1988: 68.
13. Doyle 1988: 61, 117, 135-137.
14. Otra colección arqueológica de khipus de la que tenemos buenos datos de
procedencia y contexto arqueológico es la de Puruchuco en la costa central de Perú (ver
Mackey 1990). Ver la discusión de esta colección en el Capítulo 5.
15. El código que actualmente se usa en el Centro Mallqui, en Leymebamba, Perú, para
el khipu que aquí he llamado UR6 es CMA 625/LC1-254. Sin embargo, en el verano de
1999, este mismo khipu fue denominado como CMA 1889/LC1.052 en el inventario del
museo. El personal del museo del Centro Mallqui cambió el número de acceso del khipu
UR6 entre los veranos de 1999 y 2000. Al usar la nomenclatura que comienzan con UR
(= Urton) para los khipus en esta colección, estoy siguiendo la convención establecida por
los pioneros del estudio de khipus, Marcia y Robert Ascher (ver especialmente Ascher
y Ascher 1978). Cada khipu estudiado por los Ascher es designado en su informe con
la nomenclatura AS (= Ascher), indicando de este modo a los futuros investigadores la
fuente(s) de las mediciones y observaciones realizadas a las muestras en cuestión.
16. Para estudios previos sobre posibles valores calendáricos codificados en khipus, ver
Nordenskiold 1925a y 1925b, y Zuidema 1989.
17. Para discusiones generales sobre este aspecto de la cultura Inka, ver Duviols 1973;
Platt 1986; Urton 1997; y van de Guchte de 1996.
18. Cummins 1988: 124.
19. Schjellerup 1997: 46.
20. Lerche 1995: 58-61.
21. Schjellerup 1997: 64.
22. Ver Julien 1988 y Murra 1982.
23. Ver Murra 1982.
24. Schjellerup 1997: 315-16.
25. Espinoza Soriano 1967: 299.
26. Biblioteca Nacional del Perú (Lima) A585, fol. 93r, publicado en Espinoza Soriano
1967: 299.
27. Schjellerup 1997: 40, 318.
Notas 301
28. Ver Remy, 1992: 72-79 y Urton 1997.
29. Juan Polo de Ondegardo, De los errores y supersticiones de los indios, sacados del tratado
y averiguación que hizo el Licenciado Polo [1585] 1916: 146-47.
30. Juan de Matienzo, «Gobierno del Perú» [1567] 1967: 55; el énfasis es del autor.
Capítulo 5. Construyendo los registros del palacio de Puruchuco, valle de Lima
Este capítulo incluye material revisado y expandido de G. Urton y C. J. Brezine, «Khipu
Accounting in Ancient Peru», Science 309 (2005): 1065–1067; y Urton y Brezine,
«Information Control in the Palace of Puruchuco: An Accounting Hierarchy in a Khipu
Archive from Coastal Peru», en Variations in the Expression of Inka Power, editado por R.
Burger, C. Morris y R. Matos Mendieta (Washington, DC: Dumbarton Oaks Research
Library, 2007), 357–384.
1. Jiménez Borja 1973; Villacorta Ostolaza 2004.
2. Jiménez Borja 1956, 1988.
3. Cock y Goycochea Díaz 2004.
4. Eeckhout 2012: 217; Patterson 1983; Shimada 1991.
5. Bueno Mendoza 1974-1975: 173.
6. Alberto Bueno Mendoza, notas de campo, Museo de Sitio de Puruchuco, 2004.
7. Mackey 1970: 65-66.
8. Ver Urton y Brezine 2005, 2007.
9. Ver Urton y Brezine 2005.
10. Para descripciones de otros ejemplos de seriación de colores, ver Radicati 2006: 155264 y Salomon 2004: 252-255.
11. Mackey 1970.
12. A menudo digo a mis alumnos que esta diferencia es como la que existe entre las
matemáticas «exactas» que uno hace cuando calcula sus impuestos basados en nuestros
propios recibos (= nivel I a II) frente a las cuentas rectificadas que uno finalmente reporta al
gobierno (= nivel II a III). Lo ideal sería que estos valores sean los mismos; sin embargo, en
la práctica, a menudo difieren.
Capítulo 6. Contabilidad para el oráculo
Este capítulo incluye material revisado y expandido de G. Urton, Quipus de Pachacamac
(Lima: Ministerio de Cultura, 2014).
1. Shimada 1991.
2. Ver Díaz y Vallejo 2004.
3. Ver Díaz 2008.
4. Eeckhout 2012: 217; Patterson 1983; Shimada 1991.
5. Por ejemplo, Bueno Mendoza 1990; Eeckhout 2012; y Pereyra 2006.
6. Alberto Bueno Mendoza 1990: 100.
7. Pillsbury 1996; sobre el mullu en Pachacamac, ver Díaz y Vallejo 2004: 297-298.
8. Bueno Mendoza 1990: 100.
9. Hernando Pizarro, A los Señores Oydores de la Audiencia Real de Su Magestad [1533]
1920: 175.
10. Bueno Mendoza 1974: 173.
11. Eeckhout 2012: 219.
12. Eeckhout 2012: 217.
13. Peter Eeckhout 2004, 2008.
302 Notas
14. Eeckhout, Inca Storage, 218.
15. Eeckhout 2012: 221.
16. Para esto último, ver Urton 1991.
17. Urton y Chu 2015.
18. Eeckhout 2012: 220.
19. Eeckhout 2012: 222.
20. Ver Urton 2005.
21. Ver Urton 2005 y 2009a.
22. Ver Urton y Brezine 2011.
23. Ver Urton 1998.
Capítulo 7. Iconografía de embriaguez
1. Ver Urton 1994; ver también Loza 1999.
2. El khipu VA 24370a-b fue estudiado por los Ascher; su código de identificación es
AS106 y AS107. Fue re-estudiado por Urton como UR1106 y UR1107.
3. Es posible que el ave fuera concebida para ser leída como yendo en ascenso,
directamente hacia arriba. Sin embargo, me parece más probable que haya sido concebida
para ser leída como un ave que se está lanzando o sumergiendo, probablemente en el agua
(debido a la superficie irregular, a manera de agua, en la parte inferior del marco en el que
el ave fue tallada).
4. Ver Loza 1999: 66-67 acerca de la general falta de buena información sobre la
procedencia de las muestras de Berlín.
5. Ver imágenes de piqueros lanzándose, que se parecen mucho a la imagen tallada en
un lado del khipu; buscar en Google: «diving booby (bird)». Esta identificación de aves fue
originalmente sugerida por Adriana von Hagen.
6. VA 24371 fue estudiado por los Ascher: AS 124; re-estudiado por Urton como UR
1124.
7. Ver Meyerson 1993.
8. Ver Allen 1982.
9. VA 16636 fue estudiado por los Ascher: AS 140; re-estudiado por Urton como UR
1140.
10. Cummins 2002.
11. Bray 2003.
12. VA 16635 fue estudiado por los Ascher: AS 136; re-estudiado por Urton como UR
1136.
13. Cobo, History, 196-197.
Capítulo 8. ¿Cómo eran los khipus ceques?
Este capítulo incluye material revisado y expandido de G. Urton, «La administración
del estado inca por medio de los quipus», en Señores de los Imperios del Sol, editado por
Krzysztof Makowski (Lima: Banco de Crédito, 2010), 97-101.
1. Bauer 2004; D’Altroy 2015; Zuidema 1990.
2. En Code of the Quipu: Databooks (https://courses.cit.cornell.edu/quipu/data/as59.
pdf), Ascher y Ascher señalan que el investigador cuzqueño Oscar Núñez del Prado tenía
once khipus en su poder en el Cuzco en la década de 1970. Sin embargo, los Ascher dicen
que se trataba de muestras que Dorothy Menzel llevó y depositó en Cuzco, procedentes de
sus excavaciones en Quebrada de la Vaca, en Chala, en la costa sur de Perú.
3. Ver Zuidema 1964; Wachtel 1977; Pärssinen 1992.
Notas 303
4. Por ejemplo, Polo Ondegardo [1571] 1916: 56-7.
5. Polo Ondegardo, citado en Bauer 1997: 287.
6. Ver Bray 2015.
7. Zuidema 1977.
8. Zuidema 1964.
9. Bauer 1998.
10. Hay una diferencia de interpretación entre los investigadores sobre si el orden
jerárquico de los ceques en ambos suyus de Hanan Cuzco funcionaba en sentido horario,
y ambos de Hurin Cuzco en sentido anti-horario (Zuidema 1964: 9, 51 y 1977: 252),
o si aquellos de Chinchaysuyu (en Hanan Cuzco) eran los únicos que iban en sentido
anti-horario, y aquellos de los otros tres suyus iban en sentido horario (D’Altroy 2015:
269). En este trabajo he optado por seguir la primera propuesta, que es la interpretación
de Zuidema. Sin embargo, el punto crítico de mi interpretación acerca de la relación
entre los posibles aspectos del registro en khipus del sistema de ceques – sin entrar en las
grandes complejidades de la literatura colonial respecto al sistema de ceques – es que hay
una oposición complementaria entre algunos ceques cuya jerarquía funcionaba en sentido
horario y algunos que iban en sentido anti-horario.
11. Bauer 1997.
12. Urton 2005.
13. Ver Urton 2003.
14. Bauer 1997.
15. Ver Zuidema 1982a y 1982b, y Urton 1990.
Capítulo 9. Contabilidad en el almacén del rey
1. Por ejemplo, Larrabure y Unanue 1904; Harth-Terré 1933.
2. Ver Hyslop 1985.
3. Cieza de León, citado en Hyslop 1985: 9.
4. Cieza de León, citado en Hyslop 1985: 11-12.; el énfasis es del autor.
5. D’Altroy y Earle 1992: 182.
6. Hyslop 1985: 14.
7. Ver Urton y Chu 2015.
8. Hyslop 1985.
9. Alejandro Chu, en conversación con el autor, 2014.
10. Urton y Chu 2015.
11. Cobo, History, 211.
12. Cobo, History, 211.
13. Urton 2009a.
14. Ver Urton 2009a.
15. Dadas las dificultades para obtener fechas absolutas para las muestras inkas con la
técnica de datación AMS (C14); ver Cherkinsky y Urton 2014.
Capítulo 10. Contando cabezas en el Tawantinsuyu
Este capítulo incluye material revisado y expandido de G. Urton, «Censos registrados en
cordeles con ‘Amarres’: Padrones poblacionales pre-Hispánicos y coloniales tempranos en
los khipus inkas», Revista Andina 42 (2006): 153–196.
1. Pedro de Cieza de León, El Señorío de los Incas [1553] 1967: 62 (traducción del
autor).
2. Fray Martín de Murúa, Códice Murúa - Historia y Genealogía, de los Reyes Incas del
304 Notas
Perú del Padre Mercenario Fray Martín de Murúa (Códice Galvin) [1590] 2002: 204 (traducción
del autor).
3. José de Acosta, Natural and Moral History of the Indies [1590] 2002: 349-50.
4. de la Vega, Royal Commentaries, 267, 273, 274-275.
5. Cobo, History, 194-195.
6. No obstante, ver Radicati, 1979; Julien 1988; Urton, 2001; y Urton y Brezine 2005.
7. Murra 1975; Murra 1980: 112; Platt 2002; Urton 1998.
8. Salomon 2004.
9. Julien 1988; Murra 1982.
10. Ver Pärssinen y Kiviharju 2004 y 2010.
11. Vargas Ugarte 1959.
12. Ver Brokaw 2010.
13. Urton 1998.
14. Cook 1992.
15. Webster’s Dictionary 1978, s.v. «census» (censo).
16. De hecho, a partir de los trabajos del proyecto Harvard Khipu Database, hemos
determinado que el número 1, que en el khipu es representado mediante el nudo en forma
de «8», es el valor más común registrado en estos dispositivos (C. Brezine, en conversación
con el autor, 2005).
17. Por ejemplo, ver Marshack 1991.
18. Ver Locke 1923; Ascher y Ascher 1997; y Urton 1994 y 2003.
19. Por ejemplo, ver Céspedes del Castillo 1946; y Guevara-Gil y Salomon, 1994.
20. Cook 1981, 1992.
21. Martín de la Riva Herrera, La Conquista de los Motilones, Tabalosos, Mayna y Jíbaros
[1654] 2003.
22. Loredo [1549] 1958; Murra 1982; Pärssinen y Kiviharju 2004.
23. Por ejemplo, Cook 1978; Helmer 1955-1956; Loredo [1549] 1958.
24. Málaga Medina 1974; Mumford 2012; Ramírez 1996: 112-120.
25. Guevara-Gil y Salomon 1994.
26. Málaga Medina, Las reducciones.
27. Ver los datos tabulares en: http://khipukamayuq.fas.harvard.edu/DataTables.html;
ver Ascher y Ascher 1978.
28. Agradezco a Carrie Brezine, administradora del Harvard Khipu Database, tanto por
el desarrollo de la base de datos así como por la producción de gráficos a partir de los
datos censales en khipus y documentos coloniales discutidos en este documento. Brezine
también produjo las pruebas de bondad de ajuste de chi-cuadrado para las comparaciones
entre la visita colonial y los khipus mostrados en las Figuras 10.2-10.9.
29. Auto de Consulta y acuerdo con los capitulares de Moyobamba y prácticos de las provincias
de los tabalosos 1654 (Lima: Archivo General de Indias (AGI) 57, #19-f), folios 1r-15v; see
también la Riva Herrera 2003.
30. Church 1996; Inge Schjellerup et al. 2001.
31. Auto de Consulta, fol. 6r.
32. Para el registro completo, ver Riva Herrera 2003: 138-143.
33. Por ejemplo, el nudo y variación direccional adjunta, las diferencias de color, etc.;
ver Conklin 2002; Urton 1994, 2003.
Capítulo 11. ¿Contabilidad de colapso demográfico?
1. Ver Church y von Hagen 2008; Kauffmann Doig y Ligabue 2003; Schjellerup 1997;
von Hagen 2002b.
2. Schjellerup 1997: 78.
3. Ver Guillén 1999; Lerche 1999; von Hagen 2002a y 2002b; von Hagen y Guillén 1998.
Notas 305
4. Ver Urton 2001, 2003, 2005.
5. Urton 2001.
6. Urton 2008.
7. Arellano 1999; Ascher y Ascher 1997.
8. A. von Hagen, en conversación con el autor, 1998.
9. Ver Cook 1992.
10. Gibson 1966: 63.
11. Schjellerup 1997: 78; Adriana von Hagen 2002b: 246.
12. Cook 1981: 185.
13. Ver Adamska y Michczynski 1996; y Cherkinsky y Urton 2014.
14. Mi agradecimiento a Warren Church por proporcionarme las calibraciones de
fechas derivadas de los análisis C14 hechos al material de la Laguna de los Cóndores.
15. Schjellerup 1997: 74-79.
16. Ver Urton 2001.
17. Church 2006 : 470; de la Vega, Royal Commentaries, 478-479.
18. Church 2006: 474; Church y von Hagen 2008; von Hagen 2002a: 10.
19. de la Vega, Royal Commentaries, 478-479.
Capítulo 12. Khipus de una “Revisita” colonial al valle de Santa
1. Agradezco a la Dra. Carrie J. Brezine, quien ayudó en el año 2005 con el estudio
del archivo khipu del valle de Santa, que se encuentra en el Museo Radicati-Temple en
Lima, Perú. También agradezco al Dr. Manuel Burga, que aquel año era rector de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, quien nos dio permiso para estudiar los khipus
de la colección Radicati. Gracias también a Luis Felipe Villacorta, quien facilitó nuestra
investigación en Lima en 2005. También agradezco a Pavlo Kononenko, quien, como
asistente del proyecto Harvard Khipu Database, jugó un papel decisivo en la investigación
de los khipus del valle de Santa, sobre la que se basan los resultados descritos en este capítulo.
Asimismo, quiero expresar mi agradecimiento por una beca de investigación de la National
Science Foundation en 2011-2012 (BCS-1111489), que hizo posible el minucioso análisis
de los khipus registrados en la base de datos del Harvard Khipu Database, incluyendo
muestras del archivo del valle de Santa, sobre el que se basa este estudio. Todos los datos
relativos a las muestras aquí presentadas se pueden encontrar en el website del proyecto
Khipu Database: http://khipukamayuq.fas.harvard.edu/.
2. Ver Hyland 2014; Mackey 2002; y Salomon 2004.
3. Ver Zevallos Quiñones 1991.
4. Ver Pärssinen 1992; Rostworowski y Remy 1992.
5. Zevallos Quiñones 1991: 64; el énfasis es del autor.
6. «Los dhos Ynds recuaies del repartimo del Apallasca reducidos en el dho pueblo de
san pedro de corongo deuen pagar en el dho tercio de navid deste dho año trecientos y
sesenta y siete ps quarto Rs y un quartillo» (Zevallos Quiñones 1991: 61).
7. «Se cobren los d[ic]hos tributos del d[ich]o tersio de Navidad deste presente año de
mil y ss/os y setenta con que antes de empeçar su cobrança se pregone esta repartición en el
d[ic]ho pueblo de San Pedro de corongo en la lengua española, y en la gen[era]l del ynga en
dia de fiesta a ora de missa junta la gente de manera que todos lo entiendan, y cada uno sepa
lo que deve pagar y lo ponga por quipo» (Zevallos Quiñones 1991: 64; el énfasis es del autor).
8. Radicati de Primeglio 2006; ver Urton 2006.
9. Radicati de Primeglio 1964: 106-107.
10. Radicati de Primeglio 1964: 107.
11. Locke 1923; ver también Ascher y Ascher 1997.
12. Dado que los khipus son densas matrices de hilos y nudos, su descripción completa
en el formato de registro estándar es también densa y extremadamente compleja (ver Urton
306 Notas
2003: 165-167). Por lo tanto, no es práctico reproducir en un estudio de esta naturaleza
las tablas descriptivas completas correspondientes a los seis khipus del valle de Santa. No
obstante, estos datos están disponibles en el website del proyecto Harvard Khipu Database
(http://khipukamayuq.fas.harvard.edu/DataTables.html).
13. Ver Ascher y Ascher 1978.
14. Por ejemplo, ver Cook 1981: 49; Rostworowski y Remy 1992: 1-48; también ver
Keith 1976: 23, quien utiliza estimaciones de los multiplicadores entre 6 y 10.
15. Por ejemplo, ver la tasa del virrey Francisco de Toledo, Tasa de la visita general de
Francisco de Toledo [1582] (1975).
16. Por ejemplo, ver Toledo, Tasa de la visita general.
17. En la mayoría de los casos, había tres llaves de las cajas de comunidad. Tal como señala
el documento estudiado por Ana María Presta (1991: 257), las tres llaves fueron custodiadas
por: el cacique principal; el corregidor (principal autoridad administrativa española); y el
escriba o «quipocamayo».
18. Garci Diez de San Miguel, Visita hecha a la Provincia de Chucuito por Garci Diez de
San Miguel en el Año 1567 [1567] 1964: 53.
19. Julien 1987: 62.
20. Presta 1991: 237-38.
21. Presta 1991: 245.
22. «Pero he tenido por evidente hacer diferencia entre ellos en general sino igualarlos
para que el repartimiento en particular de la gruesa de la dicha tasa se han de hacer como
dicho es / ayuden los que mas aprovechamientos tuvieren a los que tuvieren menos y a
los susodichos se les cargare mas tasa y a la que restare se reparta y paguen por iguales
partes los demas indios que no tuvieren las dichas comodidades. Si a los dichos caciques y
demas indios y al corregidor no le pareciere que hay causas suficientes para que no paguen
uno mas que otro o todos por iguales partes midiendo bien que no sea causa el pagar con
desigualdad que los ricos disipen sus haciendas y los pobres dejen de ser ricos por no pagar
su tasa porque respecto de esto remito al dicho Corregidor para que con parecer de los
dichos caciques de este repartimiento lo haga en la forma que mejor acordare y estuviere a
los dichos indios con tanto que no se entienda que por la demasia que hay se cargue mas a
los ricos por lo que se ha de descargar a los pobres no venga a sumar mas de lo que suma la
gruesa de esta tasa y hecho el dicho repartimiento lo hagan / publicar de manifiesto que lo
entiendan todos los indios que han de pagar la dicha tasa y les advierta a todos y a cada uno
de ellos de las dichas parcialidades y ayllos que no han de pagar mas tasa y que todo lo que
mas ganaren y adquirieren ha de ser para ellos mismos» (Presta 1991: 255).
23. El desinterés foráneo acerca de los finos aspectos de la organización local en las
comunidades andinas ha sido generalizado a largo de los siglos, extendiéndose incluso hasta
nuestros días (ver Urton 1992: 235).
24. Por ejemplo, ver Salomon 2004.
Capítulo 13. Estructura e historia en los khipus
1. Franquemont y Franquemont 2004: 179.
2. Ver Urton 2003.
3. Por ejemplo, Urton 1998.
4. Revel 1978: 11-12.
5. Furet 1983: 390.
6. He tenido la suerte de ser invitado a impartir cursos de corta duración sobre la
historia inka en la École des Hautes Études (Escuela de Altos Estudios) en dos ocasiones,
gracias a las amables invitaciones de mis colegas Nathan Wachtel y Gilles Rivière.
7. Furet 1983: 395.
8. Furet 1983: 399.
Notas 307
9. Hufton 1986: 209.
10. Hufton 1986: 211.
11. Hufton 1986: 210-11.
12. Braudel 1980: 33.
13. Braudel 1980: 34.
14. Por ejemplo, Julien 2000.
15. Braudel 1980: 30.
16. Jones 2000.
17. Jones 2000: 531-532.
18. Ver Urton 1997.
19. Jones 2000: 541.
308 Notas
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