Juan F. GALLARDO LANCHO (Coord.)
AGUAS, SUELOS Y VEGETACIÓN
EN CUENCAS IBEROAMERICANAS
ÁGUAS, SOLOS E VEGETAÇÃO
EM BACIAS IBEROAMERICANAS
Red Iberoamericana
de Física y Química Ambiental
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Editores de este volumen:
ALEXANDRE MARCO DA SILVA, GRISELDA GALINDO
y JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ TURIEL
SOCIEDAD IBEROAMERICANA DE FÍSICA Y QUÍMICA AMBIENTAL
SALAMANCA (ESPAÑA)
COORDINADOR DE LA OBRA
Juan F. GALLARDO LANCHO (Presidente SiFyQA).
EDITORES
Alexandre MARCO DA SILVA, Griselda GALINDO y José Luis FERNÁNDEZ TURIEL
REVISORES
Han actuado como revisores (por pares, a veces un trío) anónimos de los artículos recibidos los siguientes
científicos: C. ALCARDE ALVARES, A. AFONSO MARTINS, J. BRAGA Do CARMO, J. CAMPO ALVES, L. CASATTI, S. DONINI MANCINI, F. A. DUPAS, J. D. ETCHEVERS BARRA, J. L. FERNÁNDEZ
TURIEL, G. GALINDO, J. F. GALLARDO LANCHO, C. GARCÍA IZQUIERDO, F. GARCIA OLIVA, E.
A. GUBIANI, A. C. HERRERO, R. JIMÉNEZ BALLESTA, M. De JULIO, G. J. De la LANZA ESPINO,
A. MARCO da SILVA, J. MARCOVECCHIO, G. MORENO MARCOS, M. PELÁEZ RODRIGUES, M. L.
PEREIRA ANTUNES, F. J. REY, A. RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, D. M. De SOUZA ABESSA, F. TOMAZINI
Da CONCEIÇÃO, I. TRANNIN y M. B. TURRIÓN NIEVES.
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ÍNDICE
Presentación ............................................................................................
23
Prólogo ....................................................................................................
25
Parámetros edáficos, hídricos y de cultivos en cuencas de la región
semiárida de Córdoba (Argentina). Parte I: Labranza convencional.
M. R. Ateca, A. M. Aoki y R. Sereno ........................................................
27
Proposta de protocolo para elaboração de banco de dados para rios
de bacias hidrográficas utilizando S.I.G. L.F. Cancian, A.F.M. Camargo
e S.F.B. Ferraz ..........................................................................................
55
Cambios en las propiedades edáficas de un Argiudol típico con agregado
de enmiendas orgánicas y producción hortícola. M. Elvira Conti, E.
Gómez, M. G. González, R. Comese y G. Moreno ....................................
71
Evaluación de una bentonita argentina y otra española productos de
tratamientos mecánicos para la potabilización de aguas. M.A. Fernández,
J. Pascual Cosp, R. Pérez Recuerda, M.C. Assiego Larriva y R.M.
Torres Sánchez .........................................................................................
85
Relación cronoespacial de la calidad de suelo y agua bajo producción
intensiva de ganado bovino. Olga S. Heredia, Hernán D. Mengoni y
John J. Márquez Molina ............................................................................
99
Físicoquímica das águas superficiais do Nordeste brasileiro: Relações com
a origem, os solos, e a vegetação. Implicações para a irrigação. J. C. Leprun,
M. Brossard e F. Barreto Rodrigues e Silva ................................................
121
Presencia de metales pesados en ecosistemas acuáticos: La biosorción
como técnica para su eliminación. Mª. Á. Martín Lara, G. Blázquez
García, I. L. Rodríguez Rico y M. Calero de Hoces......................................
151
Producción de hojarasca de bosques pertenecientes a una secuencia
sucesional de espinal mesopotámico (R. Argentina). C. A. Mendoza,
J. F. Gallardo Lancho, P. G. Aceñolaza, M. B. Turión Nieves y V. Pando ...
177
Contaminación de la zona lacustre de Xochimilco en la Ciudad de México.
V. Mugica, Y. Carreón, M. Gutiérrez, M. Torres y L. Noreña .....................
197
21
Servicios ecosistémicos de los bosques nativos del centro-Sur de Chile:
Cantidad y calidad de agua. C. E. Oyarzun .............................................
215
Materia orgánica natural del agua y su reactividad durante el proceso
de potabilización. F.J. Rodríguez Vidal, L.A. Marcos Naveira y L.A.
Núñez Recio .............................................................................................
233
Calidad de agua subterránea en el Partido de Esteban Echeverría (Cuenca
Matanza-Riachuelo (Buenos Aires, Argentina). M. De Siervi, S. Pool, M.L.
Kandrachoff, A. Silva Busso, A.F. de Iorio, S. Korol y A. Gallego .................
259
Diagnóstico ambiental del arroyo Sarandí (Buenos Aires, R. Argentina).
C. Speltini, M. C. Naser, G. Coppo, J. Machalec, N. Capato, M. Pía
Devescovi, C. Sánchez, A. Alonso y L. Flamini .........................................
277
Parámetros edáficos, hidrológicos y de cultivo en cuencas de la región
semiárida de Córdoba (Argentina). Parte II: Comparación de sistemas
de manejo del suelo. C.I. Vettorello, G.F. Esmoriz, R.L. Luque y R. Sereno .....
295
22
PRODUCCIÓN DE HOJARASCA DE BOSQUES PERTENECIENTES
A UNA SECUENCIA SUCESIONAL DEL ESPINAL MESOPOTÁMICO
(R. ARGENTINA)
Carlos A. Mendozaa, Juan F. Gallardo Lanchob, Pablo G. Aceñolazac,
María B. Turión Nievese y Valentín Pandof.
*Autor de correspondencia; a FCyT, Universidad Autónoma de Entre Ríos, Empalme
Neid, Villaguay 3240 (Entre Ríos, R. Argentina). <tatomen02@hotmail.com>.
b
C.S.I.C., IRNASA, Salamanca, España. E-mail: <juanf.gallardo@ csic.es>. cCICyTTP-CONICET y FCyT-UADER. Materi y España, Diamante 3105 (Entre Ríos,
R. Argentina). E-mail: <acenolaza@gmail.com>. eÁrea de Edafología y Química
Agrícola e Instituto Universitario de Gestión Forestal Sostenible. E.T.S.II.A.A.,
Campus Palencia. Univ. de Valladolid. Avda. Madrid, 57. Palencia 34071 (España).
E-mail: <bturrion@agrouva.es>. fDpto. de Estadística e Inv. Operativa. E.T.S.II.A.,
Campus de Palencia, Univ. de Valladolid. Avda. Madrid, 57. Palencia 34071 (España).
E-mail: <vpando@eio.uva.es>.
Resumen: Se estudió la producción de hojarasca de una secuencia sucesional de tres bosques representativos del Espinal Mesopotámico (R. Argentina) durante el periodo 2009-2010. Se seleccionaron parcelas de una etapa
sucesional inicial dominada por Acacia caven (Bi); de un bosque secundario
colonizado por Prosopis affinis (Bs) en su etapa intermedia acompañado
por A. caven y Celtis tala; y un bosque primario con dominancia de P. nigra
(Bp) acompañada por A. caven, P. affinis y C. tala. Estas tres formaciones
forestales presentaron una producción de hojarasca de 1,14, 2,95 y 2,91 Mg
MS ha–1 año–1, respectivamente. El Bi mostró un patrón de aporte temporal
con un máximo durante el verano de 528 kg MS ha-1 a-1 para luego decrecer
significativamente durante el otoño, invierno y primavera, con valores de 241,
165 y 207 kg MS ha-1 a-1 respectivamente, sin diferencias significativas entre
sí. El Bs mostró un patrón temporal de aporte constante sin diferencias significativas entre estaciones. El Bp tuvo un aporte con diferencias significativas
entre estaciones, con aportes máximos y mínimos que oscilaron entre 846
y 598 kg MS ha-1 a-1 en verano y primavera respectivamente. Se observaron
aportes complementarios entre A. caven y C. tala en Bs y entre P. nigra y
C. tala en Bp; estas especies posibilitaron un aporte constante de residuos
orgánicos en sus respectivos bosques. Los aportes de hojarasca mostraron
que la relación hojas/tallo en los bosques fue decreciendo en el sentido de
la sucesión ecológica, siendo una menor proporción hojas/tallo indicador
de mayor madurez del bosque. La fracción correspondiente a flores implicó
siempre menos del 3 % de la hojarasca producida. Los frutos estuvieron mejor
representados en el Bi con porcentajes del mismo orden que la producción
de hojas (29 %), lo cual caracterizó a esta especie del género Acacia como
colonizadora. La evolución estacional de los aportes de hojarasca estuvo determinada por el ritmo de producción de las especies dominantes y por el efecto
177
de complementariedad entre ellas, siendo decreciente en el Bi, constante en
Bs y con escasa variación en Bp.
Palabras clave: Bosques semixerofíticos, secuencia sucesional, patrón de
aporte temporal, relación hoja/tallo.
Aboveground production of forest sites following a sucesional
forest transect in the ‘Espinal Mesopotámico’ (Argentina)
Abstract: Litter productions of three representative forest sites following a successional sequence in the ‘Espinal Mesopotámico’ (Argentina)
forests were studied during the 2009-2010 period. We selected one initial
stage plot dominated by Acacia caven (Bi); a secondary forest colonized
by Prosopis affinis (Bs), stage intermediate with A. caven and Celtis tala;
and a climax forest with dominance of P. nigra (Bp), accompanied by A.
caven, P. affinis, and C. tala. These three forest formations presented a
production of litter of 1.14, 2.95, and 2.91 Mg MS ha-1 year-1, respectively.
Bi showed a pattern of temporary production with a maximum during the
summer of 528 kg MS ha-1 y-1; after it decreased significantly during the
autumn, winter, and spring, with values of 241, 165, and 207 kg MS ha-1
MS y-1, respectively, without significant differences. The Bp had a contribution giving significant differences between stations, with maximum and
minimum contributions of 846 to 598 kg MS ha-1 y-1 during spring and
summer, respectively. Productions were balanced between A. caven and C.
tala in Bs, and P. nigra and C. Tala in Bp; these facts allowed to a constant
contribution of litters in their respective forests. The productions of leaf
litter showed that the forests leaf/stem relationship was decreasing in the
direction of the ecological succession, a smaller leaf/stem ration pointing
out a higher maturity in the forests studied. The organic fraction corresponding to flowers means only less than 3 % of the total produced litter.
Fruits were more abundant in the Bi, with percentages of the same order
that the production of leaves (29 %), which characterized this species of
the Acacia genus as a colonizing one.
Key words: Xerophitic forests, successional forest sequence, production
pattern, leaves/stem ratio.
INTRODUCCION
El Espinal es un ecosistema boscoso que se ubica entre los 28º y los 40º
de Latitud Sur, como un gran arco que envuelve por el oeste al Pastizal Pampeano y que se ubica al sur del Parque Chaqueño (R. Argentina) ocupando
una superficie estimada de 32.939.454 ha (Lewis et al. 2006). El Espinal
Mesopotámico en Entre Ríos comprende los bosques de la Provincia Fitogeográfica del Espinal, Distrito del Ñandubay (Cabrera 1994).
178
En muchas áreas de Entre Ríos se observa una intensa modificación del
Espinal Mesopotámico en el paisaje rural (Aceñolaza 2000) debido al avance
de la frontera agrícola que ha producido una importante disminución de la
superficie boscosa (Aceñolaza 2000; Muñoz et al. 2005; Arturi 2006) con
un patrón de heterogeneidad creciente (Chaneton 2005). Como consecuencia de ello los bosques primarios fueron transformados en una “secuencia
sucesional” caracterizada por bosques degradados o secundarios, debido a
un manejo ganadero inadecuado o la extracción de árboles con finalidad
maderera (centrado en la corta de Prosopis nigra) o de combustible como
leña (Acacia caven y P. affinis). Tras la desforestación y abandono de la
tierra de cultivos se establece una etapa sucesional inicial que está dominada
por un latizal de A. caven (Bi); posteriormente esta formación secundaria
es colonizada por P. affinis (Bs), con lo que puede decirse que se encuentra
en una etapa intermedia; y se considera que finalmente se alcanza el bosque
maduro con la aparición y dominancia de P. nigra, con lo que se restablece
el bosque primario (Bp; Lewis et al. 2006).
Siguiendo un gradiente topográfico las zonas altas e intermedias se han
destinado al uso agrícola, mientras que las bajas conforman relictos de bosque
nativo destinados al uso ganadero (Muñoz et al. 2005) por causa de su difícil
accesibilidad y el complejo laboreo de los suelos (en general del orden de los
Vertisoles) y su inundación temporal.
El conocimiento de la producción de hojarasca es de interés científico
ya que cumple con importantes funciones en la productividad forestal (Bray
y Gorham 1964; Ramírez et al. 2007; Aceñolaza et al. 2010). Además,
numerosos autores proponen el análisis del aporte de hojarasca al suelo,
ya que constituye una herramienta apropiada para estimar la productividad
forestal (Santa Regina et al. 1991, Haase 1999; Carnevale y Lewis 2001;
Zamboni y Aceñolaza 2004; Aceñolaza et al. 2006).
Gran parte de los residuos orgánicos que llegan al suelo como hojas,
ramas, flores, frutos y demás estructuras vegetales que conforman la hojarasca
tras su mineralización liberan bioelementos que pueden ser reabsorbidos
por las plantas, contribuyendo así al ciclo biogeoquímico. Esta liberación de
nutrientes, por tanto, está determinada en última instancia por las características genéticas de las especies, la variación anual de la composición de la
hojarasca, sus propiedades fisicoquímicas y por las condiciones ambientales,
determinando el ritmo de cesión de nutrientes en cada ecosistema forestal
(Aceñolaza et al. 2009)
El estudio de la hojarasca por fracciones, permite conocer las proporciones
de hoja y tallo de interés para determinar la madurez de los bosques (Martín
et al. 1993). En cuanto al estudio de la fracción fruto se podrán determinar
características asociadas a estrategias de dispersión o colonización de la
especie; y respecto a misceláneas es importante su cuantificación en bosques
silvopastoriles, permitiendo conocer el grado de invasión e introducción de
exóticas no deseadas (Sabattini et al. 2002).
179
Como hipótesis de trabajo se plantea que el estado sucesional del bosque
determina el aporte de hojarasca, incrementando la fracción hojas/tallo y su
productividad total a medida que la sucesión ecológica avanza.
El estudio del aporte de hojarasca en bosques del Espinal Mesopotámico es
inédito por no existir antecedentes respecto a este ecosistema; resulta no sólo
de interés académico-científico sino que además productivo, por tratarse de
bosques asociados a la producción ganadera extensiva en sistemas silvopastoriles.
Los objetivos del presente trabajo son:
– A) Conocer los aportes de hojarasca en una secuencia sucesional de
degradación/recuperación de bosques típicos del Espinal Mesopotámico.
– B) Describir el patrón de aporte temporal estacional de los bosques.
– C) Comparar los aportes totales y por fracciones entre bosques y
especies.
MATERIALES Y METODOS
Área de estudio
El área de estudio se localizó en el Departamento Villaguay (Entre Ríos,
Argentina); la superficie comprende 1600 km2. Las parcelas de los bosques
seleccionados se ubicaron en las coordenadas 31º 47’ 59’’ S y 59º 11’ 38’’
O (Fig. 1).
Figura 1. Ubicación geográfica del área de estudio (31º 47’ 59’’ S y 59º 11’ 38’’ O;
Entre Ríos, Argentina). Se ha delimitado el área de estudio y la ubicación
de los bosques estudiados. Bi: Bosque inicial dominado por Acacia caven;
Bs: Bosque secundario dominado por Prosopis affinis; y Bp: Bosque
primario dominado por P. nigra.
180
En el área de estudio se ubican bosques en diferentes secuencias sucesionales de degradación/recuperación de su vegetación.
El clima es templado húmedo; las precipitaciones medias anuales en el
Departamento Villaguay son de 1000 mm año-1 con importante la variabilidad interanual (I.N.T.A, 2000); las lluvias se distribuyen a lo largo del año,
pero con incrementos en otoño y primavera La temperatura media anual
es de 16 ºC, siendo la media del mes más frío 11 °C (Julio) y del mes más
cálido 25 °C (Febrero; Fig. 2). Desde el punto de vista térmico se pasa de
una estación a la otra de forma gradual; pero es común en verano días con
temperaturas mínimas inferiores a 10 ºC y en invierno días con máximas
superiores a los 30 ºC.
Figura 2. Datos de medias normales de precipitación y temperatura en el Departamento Villaguay (Entre Ríos, Argentina).
El paisaje fue modelado por procesos morfogenéticos; actualmente
conforma una penillanura de relieves suavemente ondulados a planos con
microrrelieves en “gilgai” (De Petre y Stephan 1998).
Geológicamente durante el Cuaternario fue cuando se depositaron los
principales sedimentos de la Formación Hernandarias (Pleistoceno medio)
que conformaron los materiales parentales de origen lacustre-palustre de
los suelos del área de estudio, con altos contenidos de arcilla expandible
“montmorillonita”. Son suelos de textura arcillosa, profundos, con escaso
drenaje, con concreciones calcáreas a partir de los -90 cm y deficitarios en
P asimilable. Taxonómicamente los suelos del área de estudio corresponden al orden Vertisol, suborden Uderte, gran grupo Peluderte, subgrupo
Argico. Entre las características edáficas asociadas a la fertilidad de los
Vertisoles cabe destacar un pH levemente ácido (6,3 ±0,7); un contenido
de materia orgánica de 5,4 ±3,0 %, dependiendo del uso del suelo; el N
total suele ser de 3,6 ±0,4 g N kg-1 suelo; la capacidad de intercambio
181
catiónico de 35 ±4,5 cmol kg-1 de suelo); y el P asimilable alrededor de
7,0 ±2,6 mg P kg-1 suelo (I.N.T.A, 2000) lo que denota una insufiencia
general de P de los suelos.
La vegetación es característica de la Provincia fitogeográfica del Espinal,
Distrito del Ñandubay (Cabrera 1994); se caracteriza por la dominancia de
especies arbóreas xerófilas como Prosopis nigra (Griseb.) Hieron (Algarrobo
negro), P. affinis Spreng (Ñandubay), Acacia caven (Molina) Molina (Espinillo), Celtis tala Gillies ex Planch. (Tala), Aspidosperma quebracho-blanco
Schltdl. (Quebracho blanco), Geoffraea decorticans (Gillies ex Hook. &
Arn.) Burkart (Chañar), Schinus longifolius (Lindl.) Speg. (Molle), Scutia
buxifolia Reissek (Coronillo), Trithrinax campestris (Burmeist.) Drude
& Griseb. (Caranday), entre otras especies características (Burkart et al.
1999; I.N.T.A. 1990 y 2000). De ellas pertenecen a la familia Fabaceae
(con capacidad simbiótica de fijar N) las siguientes especies: P. nigra, P.
affinis, A. caven y G. decorticans.
Los bosques seleccionados son representativos de la heterogeneidad del
paisaje actual del Espinal Mesopotámico y para su determinación se realizó
una selección en base a la representatividad espacial de las unidades de
vegetación en todo el área utilizando una base fisonómico/florística (BraunBlanquet 1979; Lezama et al. 2006).
Característica de los bosques seleccionados para el estudio:
– a) Bosque monoespecífico de A. caven (bosque inicial: Bi); el cual
proviene de la colonización de ésta especie en un área de cultivo
agrícola abandonada en el año 1998.
– b) Bosque secundario mixto dominado por P. affinis con la presencia
de otras especies características como A. caven y C. tala (Bs) con
árboles de hasta 50 años.
– c) Bosque maduro mixto dominado por P. nigra acompañado de A.
caven, P. affinis y C. tala (bosque primario: Bp) con árboles de la
especie dominante de más de 80 años.
Los tres bosques en estudio son de dominio privado y están sujetos a uso
silvopastoril. Se realizan pastoreos continuos con ganado bovino.
La distancia entre ellos oscilo entre 7 y 20 km según el caso (Fig. 1) y
el área de estudio posee una altitud media de 40 m s.s.m. (I.N.T.A, 2000).
Las principales características dasométricos de las especies que conforman
el Bi, Bs y Bp se detallan en el Tabla 1.
182
Tabla 1. Se detallan la cobertura (Cob) en % de superficie /ha; diámetro a la altura
del pecho (DAP) en cm; área basal (AB) en m2; densidad (d) en individuos
por hectárea; la altura en m (h) y entre paréntesis (± error estándar).
Bosque
Especie
Bi
A. caven
61
A. caven
31
(±8)
28,4
P. affinis
37
(±6)
C. tala
12
A. caven
Bs
Bp
Cob.
DAP
(±12) 16,3
AB
d
h
(±5,4)
5,5
(±1,2) 373 (±54) 3,4 (±0,8)
(±6,5)
4,6
(±2,2) 233 (±37) 4,2 (±1,2)
37,2 (±11,4)
8,4
(±5,4) 227 (±48) 4,6 (±0,9)
(±5)
34,1 (±28,8)
3,8
(±2,5)
98
(±51) 4,3 (±2,3)
7
(±4)
21,4
(±7,4)
0,2
(±0,1)
97
(±32) 2,5 (±0,7)
P. affinis
15
(±9)
29,3
(±9,1)
2,4
(±2,1) 220 (±67) 3,1 (±1,1)
C. tala
23
(±7)
36,6
(±8,2)
2,1
(±1,7)
P. nigra
47
75
(±35) 4,7 (±1,7)
(±12) 42,4 (±12,7) 16,1 (±4,5) 158 (±49) 6,7 (±2,1)
Muestreo interanual
Por cada bosque (Bp, Bs y Bi) se censaron las especies arbóreas de 4
parcelas de 20x20 m2 dispuestas en distribución aleatoria. En el interior de
cada parcela todos los individuos se identificaron a nivel de especie, clasificándose como árboles aquellos con diámetro a la altura del pecho (DAP)
>5 cm y los de menor DAP se consideraron renuevos. Se midió el DAP con
cinta métrica, la altura (h) con clinómetro y se estimó la cobertura a partir del
promedio de los diámetros de copa con orientación N-S y E-O. Del interior
de las parcelas durante los dos años de estudio (2009 a 2010) se recogieron
muestras de hojarasca siguiendo la metodología propuesta por Gauch (1982)
y Aceñolaza et al. (2006).
Como criterios para la selección de los árboles para la colocación de
cajas bajo copa se eligieron aquellos individuos cuyos valores de DAP y
h fuesen cercanos a las medias de las parcelas evaluadas (Tabla 1). Las
coberturas medias (± error estándar) de los 4 individuos seleccionados por
especie fueron de 7,3 (±1,3) m2 de A. caven en el Bi; 11,6 (±2,1) m2
de A. caven en el Bs; 13,7 (±4,2) m2 de P. affinis en el Bs; 18,4 (±3,2) m2
de C. tala en el Bs; 5,8 (±1,7) m2 de A. caven en el Bp; 9,4 (±2,9) m2 P.
affinis en el Bp; 19,6 (±4,3) m2 de C. tala en el Bp y 27, 3 (±5,5) m2 de
P. affinis en el Bp.
Las cajas se colocaron en el campo en Diciembre de 2008 y el 20 de Enero
de 2009 comenzaron los muestreos (con frecuencia mensual) hasta el 22 de
183
Diciembre del 2010 (fecha en la que se hizo el último muestreo). Cada caja
cuadrada tenía una superficie de 0,25 m2, colocándose cuatro por especie
y se dispusieron sobre el suelo bajo la copa de los arboles; se contabilizó un
número total de 32 cajas; es decir, 4 en el Bi, 12 en el Bs y 16 en el Bp.
Las cajas se colocaron en el interior de las parcelas evaluadas dasonómicamente a una distancia media de 2 m del tallo (una por árbol, con orientaciones
de Este, Oeste, Norte y Sur por cada individuo de cada especie).
La hojarasca recolectada mensualmente se secó en estufa a 70 °C hasta
alcanzar peso constante; posteriormente se pesó y clasificó en las siguientes
fracciones: a) hojas; b) ramas; c) flores; d) frutos; y d) misceláneas (otro material vegetal o procedente de otras especies ya fueran arbóreas, arbustivas o
herbáceas, sin considerar las heces animales).
Los resultados se expresaron en kg materia seca (MS) ha–1 a–1.
Se determinó el peso total y por fracciones de la hojarasca de cada caja,
por especie y para cada bosque en función del tiempo. En cuanto al análisis
temporal se consideraron los aportes mensuales y estacionales. En cuanto a
las estaciones se tomaron como verano los aportes de los meses de (Enero,
Febrero y Marzo), otoño (Abril, Mayo y Junio), invierno (Julio, Agosto y
Septiembre) y primavera (Octubre, Noviembre y Diciembre).
Análisis estadístico
Se utilizó un modelo lineal mixto de análisis de la varianza con medidas
repetidas (McCulloch y Searle 2001), con dos factores intersujetos en un diseño
jerárquico (bosque y especie anidado en bosque) y tres factores intrasujetos
(año, estación y mes anidado en estación). Debido al efecto anidado de la
especie dentro del bosque el diseño resulta no balanceado para la estimación
del efecto principal de bosque. Se indican probabilidades de p >0,05 cuando
no hubo diferencias significativas o p <0,05 cuando hubo diferencias significativas (ya que el modelo estadístico incluyo un alfa de 0,05).
La estructura de varianzas del modelo lineal mixto contiene, por tanto,
48 parámetros de varianza que fueron estimados por el método de máxima
verosimilitud restringida (Bartlett 1937).
El modelo estadístico propuesto permitió estimar el aporte real de diferentes
bosques en función de la cobertura arbórea del bosque en su totalidad y la
cobertura relativa por especie en las tres parcelas consideradas representativas
del Espinal mesopotámico.
184
RESULTADOS
a. Datos correspondientes a escala bosque (Bi, Bs y Bp)
Producción total de hojarasca en bosques de una secuencia sucesional
(período 2009 a 2010).
Los aportes medios de hojarasca de los bosques oscilaron entre 1,14 Mg
MS ha-1 a-1 en el Bi (el menos productivo) a 2,95 Mg MS ha-1 a-1 en el Bs (el
más productivo). La producción del Bp quedó entre los extremos mencionados sin diferencias significativas respecto a Bs (p >0,05), aunque ambos se
diferenciaron significativamente del Bi (p <0,05; Fig. 3).
Análisis del patrón de aporte estacional en la producción de hojarasca
entre bosques.
Comparando los bosques entre estaciones (letras de significación en
mayúsculas, Fig. 4) se observó que durante el verano se encontraron diferencias significativas entre bosques (p <0,05). En el caso de Bs y Bp fueron
los que mayores aportes realizaron en verano sin diferencias estadísticas
entre ambos (p >0,05, con un aporte medio global de 0,82 Mg MS ha-1 a-1)
que se diferenciaron estadísticamente del Bi (p <0,05). El mismo patrón de
aporte se observó durante el otoño. Esto indica que tanto en el verano como
en el otoño las producciones en Bs y Bp fueron máximas, evidenciándose
una asociación entre máximos aportes y estados sucesionales intermedios
y avanzados.
Figura 3. Producción total de hojarasca por bosque (periodo 2009-2010). Resultados en kg MS ha -1 a-1; letras mayúsculas indican diferencias significativas
(p <0,05) entre bosques.
185
Por el contrario tanto en invierno como en primavera los Bi, Bs y Bp
mostraron diferencias significativas (p <0,05) en la producción total en los
tres bosques. En invierno los Bi, Bs y Bp aportaron 0,17, 0,64 y 0,76 Mg
MS ha-1 a-1 respectivamente, siendo el Bp quien realizó los mayores aportes;
mientras que en primavera el máximo aporte fue para Bs con aportes de
0,21, 0,76 y 0,60 Mg MS ha-1 a-1 para Bi, Bs y Bp respectivamente (Fig. 4).
Analizando el patrón de aporte temporal en cada bosque (letras de significación en minúsculas; Fig. 4) el Bi mostró un patrón de aporte decreciente
con un máximo en verano (528 kg MS ha-1 a-1) con diferencias (p <0,05)
respecto a los valores mínimos agrupados en otoño, invierno y primavera (sin
diferencias significativas entre sí; p >0,05). El Bs mostró un patrón temporal
de aporte constante sin diferencias entre estaciones (p >0,05). Y por último
en el Bp se observaron diferencias significativas entre estaciones (p <0,05)
con aportes máximos y mínimos que oscilaron entre 0,85 y 0,60 Mg MS
ha-1 a-1 en verano y primavera respectivamente (Fig. 4).
Figura 4. Producción total de hojarasca por bosque y estación (periodo 2009-2010).
Resultados en kg MS ha -1 a-1. Letras mayúsculas indican diferencias significativas (p <0,05) entre bosques por estación y minúsculas diferencias
significativas entre estaciones por bosque (p <0,05).
b) Datos correspondientes a una escala de especies
Análisis del patrón de aporte temporal de hojarasca por especies en
cada bosque
Se realizó un análisis de patrón de aporte temporal considerando los
aportes medios por estación, ya que las medias mensuales no mostraron
186
un patrón definido y no se correlacionaron significativamente con los datos
climáticos de precipitación y temperatura (Tabla 2).
En el Bi A. caven mostró un patrón de producción temporal decreciente, registrando su máximo aporte en verano con 0,53 Mg MS ha-1 a-1
(significativamente diferente p <0,05 respecto a las demás estaciones). En
el Bs P. affinis tuvo un aporte constante sin diferencias significativas entre
estaciones (p >0,05), mientras que A. caven y C. tala mostraron patrones
de aporte opuestos entre estaciones y complementarios en el ritmo de caída
anual (Tabla 2).
En el Bp el patrón de aporte entre P. nigra y C. tala fue complementario
al igual que el observado en el Bs; mientras que P. nigra mostró máximos
en verano-primavera, C. tala tuvo máximos aportes en otoño-invierno, mostrando ambas especies diferencias significativas en relación a los máximos y
mínimos aportes (p <0,05; Tabla 2).
Comparando el aporte de A. caven entre bosques se observó que en los
Bp y en Bi tuvo un patrón de aporte decreciente, mientras que en el Bs tuvo
máximos aportes tanto en verano como en primavera.
En el caso de P. affinis el Bp mostró un patrón de aporte constante similar
al manifestado en Bs, con baja productividad en el Bp debido a la competencia
y dominancia que ejercen P. nigra y C. tala.
C. tala en los Bs y Bp tuvo un patrón de aporte típico de especie caducifolia, con picos de producción otoñales en ambos ecosistemas.
Comparando la producción de hojarasca por estaciones entre las especies
de la secuencia sucesional de bosques se observaron diferencias significativas
entre especies y entre estaciones y especies (Tabla 2).
Análisis de la producción por fracciones de hojarasca entre bosques
En cuanto a la producción por fracciones las hojas contribuyeron con
valores anormalmente bajos en todos los casos, teniendo máximos en C.
tala en el Bp (con una media de 0,65 Mg MS ha–1 a–1) y mínimos (media
6,3 kg MS ha–1 a–1) en A. caven en el Bp con diferencias significativas entre
ambos (p <0,05; Tabla 3).
La fracción tallos tuvo contribuciones muy dispares que oscilaron entre un
máximo aporte de P. nigra de 0,71 Mg MS ha–1 a–1 y un mínimo de 76 kg
MS ha–1 a–1 en A. caven (ambas especies correspondientes al Bp) con diferencias significativas entre sí (p <0,05; Tabla 3); sin embargo, estos aportes
representaron un 59 y 52 % del total aportado respectivamente.
La contribución de flores en los bosques estudiados es residual; se destaca
el mayor aporte que realizó C. tala en el Bs con 26 kg MS ha–1 a–1 diferenciándose estadísticamente de los demás aportes; en este caso la máxima
productividad se correspondió con la mayor representación de la fracción
flores entre especies (siendo del 3 %).
187
Tabla 2. Valores medios mensuales (± error estándar) de aportes de hojarasca (kg MS ha -1 año -1) de A. caven; P. affinis, C. tala y P. nigra según los bosques
(Bi, Bs y Bp), durante cada año de estudio (2009 y 2010). Referencias de m.e. (media estacional) y sd (sin datos).
Bi
Especie
n
Año
Enero
Febrero
Marzo
Abril
Mayo
Junio
Julio
Agosto
Septiembre
Octubre
Noviembre
Diciembre
Total
188
Bosque
48
2009
210,0 (±25,6)
228,1 (±17,6)
146,8 (±24,1)
50,8 (±12,2)
24,4 (±12,2)
109,8 (±12,2)
48,8 (±14,4)
79,3 (12,5)
79,3(±13,7)
42,7 (±12,2)
48,8 (±8,2)
61 (±7,2)
1329,8 (±86,9)
48
2010
170,1 (±24,4)
164,1 (±21,4)
134,2 (±24,3)
91,5 (±18,3)
106,7 (±18,3)
100,7 (±23,1)
61 (±9,2)
36,6 (±12,2)
24,4 (±9,2)
67,1 (±11,4)
79,3 (±12,4)
109,8 (±14,4)
A. caven
m. e.
527,8 Aa (±84,7)
241,3 Cb (±30,2)
164,5 Bb (±26,5)
206,8 Bb (±29,3)
951,6 (±75,4)
1140,3 A (±98,2)
48
2009
192,2 (±34,1)
170,5 (±32,1)
77,5 (±35,2)
89,9 (±15,5)
60,9 (±17,1)
56,9 (±13,4)
43,4 (±26,5)
68,2 (±34,5)
93,0 (±27,5)
49,6 (±21,7)
65,1 (±21,7)
86,8 (±21,7)
1054,0 (±94,3)
48
2010
49,6 (±13,1)
68,2 (±34,1)
93,0 (±34,1)
58,9 (±36,5)
71,3 (±26,5)
49,6 (±16,5)
27,9 (±31,0)
37,2 (±27,9)
27,9 (±27,9)
161,2 (±49,6)
102,3 (±49,6)
161,2 (±21,7)
908,3 (±83,1)
A. caven
m. e.
Bs
323,4 Ba (±55,4)
193,4 Cb (±58,3)
149,8 Bb (±75,5)
315,3 Aa (±66,5)
981,9 B (±128,8)
48
2009
83,6 (±32,7)
99,9 (±24,7)
64,4 (±27,8)
79,2 (±18,5)
96,2 (±23,5)
83,6 (±25,7)
106,9 (±36,4)
81,8 (±31,5)
148,0 (±22,1)
88,8 (±25,9)
85,1 (±23,4)
81,4 (±26,7)
1106,3 (±96,1)
48
2010
85,1 (±31,8)
118,4 (±42,6)
99,9 (±37,8)
79,2 (±24,9)
91,0 (±35,5)
76,0 (±18,2)
72,0 (±33,3)
92,5 (±36,7)
29,6 (±15,7)
75,8 (±19,2)
83,3 (±28,4)
62,9 (±28,2)
959,4 (±136,1)
48
2009
61,6 (±8,2)
73,2 (±12,7)
65,6 (±11,2)
74,4 (±6,0)
70,8 (±16,5)
80,4 (±25,7)
99,6 (±11,0)
128,4 (±19,5)
72,0 (±9,2)
57,6 (±8,4)
55,2 (±12,7)
51,6 (±18,7)
891,6 (±37,6)
48
2010
54,8 (±7,9)
58,8 (±10,1)
58,0 (±7,8)
109,2 (±34,7)
184,8 (±23,7)
124,8 (±25,8)
50,0 (±10,8)
54,0 (±7,6)
35,2 (±9,6)
68,8 (±9,2)
69,6 (±7,2)
99,2 (±14,5)
966,0 (±26,8)
48
2009
14,8 (±5,6)
14,7 (±6,7)
20,3 (±6,8)
13,3 (±2,8)
10,5 (±2,8)
4,2 (±2,8)
5,6 (±4,9)
4,2 (±3,8)
6,3 (±4,9)
10,5 (±4,9)
48
2010
18,8 (±6,3)
32,2 (±7,1)
14,0 (±5,7)
9,1 (±3,7)
16,1 (±5,2)
20,3 (±4,3)
15,4 (±6,9)
9,1 (±5,2)
5,6 (±3,7)
4,9 (±6,3)
P. affinis
m. e.
278,0 Ba (±66,1)
252,0 Bca (±69,8)
268,0 Ba (±89,9)
239,1 Aba (±79,4)
1037,1 B (±153,7)
C. tala
m. e.
185,9 Cb (±21,4)
322,6 Ba (±22,6)
219,1 Bb (±29,2)
200,9 Bb (±25,7)
928,4 B (±49,8)
12,6 (±5,1)
13,3 (±4,7)
7,0 (±5,6)
11,2 (±7,4)
132,3 (±10,9)
A. caven
m. e.
Bp
57,5 Ea (±8,9)
36,8 Eb (±6,8)
48
2009
36,0 (±7,0)
18,0 (±8,5)
6,0 (±5,8)
18,0 (±6,0)
48
2010
96,0 (±12,5)
36,0 (±13,5)
22,5 (±9,7)
12,0 (±9,7)
23,1 Db (±8,1)
15,0 (±5,8)
9,0 (±6,0)
25,5 (±10,5)
42,0 (±5,0)
22,5 (±11,3)
27,0 (±5,5)
29,7 Cb (±10,1)
21,0 (±12,4)
15,0 (±9,5)
13,5 (±9,8)
36,0 (±6,2)
19,5 (±8,2)
31,5 (±15,2)
161,7 (±12,7)
147,0 D (±17,2)
12,0 (±10,5)
9,0 (±7,2)
18,5 (±12,9)
13,5 (±11,2)
199,5 (±19,0)
P. affinis
108,0 Da
(±19,9)
m. e.
59,5 Db (±14,7)
72,0 Cab (±17,4)
54,2 Cb (±21,6)
388,5 (±23,0)
293,7 C (±37,1)
48
2009
101,2 (±11,4)
117,3 (±13,8)
34,5 (±7,9)
75,9 (±9,2)
82,8 (±12,4)
98,9 (±16,7)
317,4 (±18,4)
156,4 (±16,1)
41,4 (±12,5)
55,2 (±16,1)
48,3 (±18,1)
39,1 (±17,2)
1166,1 (±42,1)
48
2010
78,2 (±14,7)
82,8 (±16,5)
163,3 (±15,8)
142,6 (±14,7)
124,2 (±11,0)
266,8 (±8,5)
135,7 (±15,7)
140,3 (±13,6)
27,6 (±9,2)
69,0 (±20,7)
32,2 (±18,3)
92,0 (±9,5)
1354,7 (±32,4)
C. tala
m. e.
288,9 Bb (±29,2)
394,7 Aa (±23,8)
408,7 Aa (±27,2)
167,4 Bc (±32,7)
1259,7 A (±56,8)
48
2009
50,5 (±37,6)
47,0 (±26,2)
38,8 (±7,1)
68,7 (±18,8)
47,0 (±16,2)
58,2 (±12,5)
91,7 (±22,9)
101,0 (±27,2)
75,2 (±24,9)
61,7 (±32,9)
84,6 (±36,2)
102,8 (±30,2)
831,9 (±56,8)
48
2010
291,4 (±32,3)
220,9 (±27,3)
131,6 (±33,1)
108,1 (±34,5)
56,4 (±23,4)
79,9 (±33,6)
75,8 (±18,3)
107,5 (±35,9)
70,5 (±21,3)
169,2 (±41,3)
141,0 (±44,2)
131,6 (±45,7)
1588,,6 (±97,9)
P. nigra
m. e.
391,3 Aba
(±58,7)
212,3 Cb (±45,9)
260,2 Bab (±54,7)
346,5 Aa (±67,9)
1210,4 A (±114,7)
Tabla 3. Producción de hojarasca considerando las principales fracciones del aporte (hojas, tallos, flores,
frutos y misceláneas), por bosque y especie (en kg MS ha-1 a-1 ±error estándar) y la relación
hojas/tallo (H/t); se indica también el porcentaje relativo (debajo, en negritas y cursiva). Letras
mayúsculas diferentes indican diferencias significativas (p <0.05) entre filas.
Bosque
Especie
Bi
A. caven
A. caven
Bs
n
Año
Hojas
Tallos
Flores
Frutos
Misceláneas
Total
H/t
48
2009
301,3 (±24,4)
186,9 (±36,9)
10,1 (±3,1)
446,6 (±31,0)
298,9 (±38,2)
1243,8 (±76,9)
1,6
48
2010
388,0 (±56,1)
203,5 (±43,9)
14,3 (±4,1)
212,2 (±52,0)
213,5 (±24,4)
1036,5 (±85,4)
1,9
media
344,7 C
(±67,1)
195,2 C
(±54,9)
12,2 B
(±6,1)
329,4 A
(±61,0)
256,2 A
(±42,7)
1140,3 A
(±98,2)
1,8
%
30,2
17,1
1,1
28,9
22,5
100
48
2009
201,5 (±96,5)
437,1 (±89,2)
12,4 (±2,1)
80,7 (±21,0)
227,3 (±27,2)
959,0 (±104,3)
0,5
48
2010
251,1 (±86,8)
477,4 (±92,3)
15,5 (±1,1)
71,2 (±28,0)
191,2 (±31,2)
1006,4
(±112,4)
0,5
media
226,3 C
(±108,5)
457,3 B
(±102,3)
14,0 B
(±2,8)
76,0 B
(±31,0)
209,3 A
(±37,2)
981,9 B
(±128,8)
0,5
%
23,1
46,6
1,4
7,7
21,3
100
48
2009
455,1 (±69,5)
312,9 (±98,4)
7,4 (±1,2)
59,2 (±7,0)
255,3 (±24,4)
1089,9
(±124,1)
1,5
48
2010
407,0 (±93,6)
288,6 (±101,4)
sd
sd
277,5 (±14,1)
973,1 (±36,8)
1,4
media
431,1 B
(±103,6)
305,3 C
(±118,4)
3,7 C
(±3,7)
29,6 B
(±12,7)
266,4 A
(±44,4)
1037,1 B
(±153,7)
1,4
%
41,5
29,4
0,4
2,9
25,7
100
48
2009
484,8 (±27,0)
196,8 (±18,4)
25,0 (± 0,7)
39,4 (±10,1)
152,4 (±11,4)
898,4 (±33,6)
2,5
48
2010
534,0 (±33,6)
200,4 (±31,4)
26,6 (±0,5)
29,0 (±9,0)
168,0 (±10,2)
958,0 (±26,8)
2,7
media
509,4 B
(±42,0)
198,6 C
(±38,4)
25,8 A
(±1,2)
34,2 B
(±12,0)
160,2 B
(±14,4)
928,4 B
(±49,8)
2,6
P. affinis
C. tala
A. caven
%
54,8
21,4
2,8
3,7
17,2
100
48
2009
18,4 (±4,9)
70,0 (±12,8)
sd
5,6 (±1,5)
50,4 (±4,1)
143,4 (±16,9)
0,3
48
2010
25,0 (±12,4)
81,9 (±10,1)
1,4 (±0,4)
sd
43,4 (±7,2)
151,7 (±15,7)
0,3
media
21,7 E
(±15,4)
76,0 D (±16,8)
0,7 (±0,7) C
2,8 (±2,8) C
46,9 C (±9,1)
147,0 D
(±17,2)
0,3
%
14,8
51,7
0,5
1,9
31,9
100
2009
60,5 (±17,5)
128,5 (±24,5)
sd
sd
70,5 (±11,0)
259,5 (±34,0)
0,5
0,5
0,5
48
Bp
P. affinis
C. tala
48
2010
88,0 (±23,0)
174,5 (±31,0)
sd
1,5 (±0,3)
61,5 (±14,5)
323,5 (±36,1)
d
media
74,3 D
(±33,0)
151,5 C
(±36,0)
sd
0,8 C (±0,8)
66,0 C
(±19,5)
293,5 (±37,1)
C
%
25,3
51,5
sd
0,3
22,4
100
48
2009
579,6 (±36,1)
338,1 (±47,9)
sd
36,8 (±13,0)
247,0 (±29,9)
1201,5 (±42,1)
1,7
48
2010
724,5 (±45,6)
276,0 (±51,2)
2,3 (±0,7)
41,4 (±21,0)
259,0 ± 22,2)
1303,2 (±45,3)
2,6
media
652,0 A
(±50,6)
307,1 B
(±52,9)
1,2 C (±1,2)
39,1 B
(±23,0)
253,0 A
(±32,2)
1259,7 A
(±56,8)
2,1
%
51,7
24,4
0,1
3,1
20,1
100
0,5
48
2009
288,0 (±72,9)
621,7 (±88,1)
0
24,7 (±4,7)
117,5 (±51,1)
1051,9
(±126,9)
48
2010
327,7 (±57,4)
797,7 (±95,1)
32,9 (±1,7)
22,3 (±17,0)
188,0 (±45,2)
1368,6
(±192,7)
0,4
media
307,9 C
(±103,4)
709,7 A
(±108,1)
16,5 B
(±12,7)
23,5 B
(±23,0)
152,8 B
(±61,1)
1210,4 A
(±114,7)
0,4
%
25,4
58,6
1,4
1,9
12,6
P. nigra
(s.d.: Sin datos)
189
100
Los máximos aportes de frutos estuvieron representados por A. caven
en el Bi con una media de 0,33 kg MS ha–1 a–1. En el caso de A. caven los
frutos en relación al total representaron un 29, 8 y 2,0 % en los Bi, Bs y Bp
respectivamente.
Por último la fracción miscelánea en los bosques estudiados fue máxima
en el caso de P. affinis en el Bs sin que se establezcan diferencias significativas (p >0,05; Tabla 3) respecto a A. caven en los Bi y Bs, y C. tala en el
Bp. Los mínimos aportes se registraron en A. caven y P. affinis en el Bp.
Las mayores proporciones de hojas/total aportados fueron de 55 y 52 %
en C. tala de los Bs y Bp, lo cual se corresponde con la producción de una
especie caducifolia; en contraposición con A. caven (con características de
semicaducifolia) que, además, presentó crecimiento y desarrollo limitado en
el Bp, aportando solo un 15 % de hojas.
DISCUSIÓN
Aporte aéreo anual de hojarasca
En los bosques estudiados las producciones de hojarasca globales son algo
menores de la estimación universal de 5,6 Mg MS ha–1 a–1 (Brinson et al.
1980) para bosques templados-cálidos. Sin embargo, todos los bosques aquí
estudiados superan el valor de 0,3 Mg MS ha–1 a–1 indicado por Carnevale y
Lewis (2001) para otros bosques subtropicales mesotérmicos del Norte de
Argentina.
Se sostiene que hay una relación entre el incremento de la productividad
a medida que la sucesión ecológica avanza (Eviner 2004) y, en concordancia con ello, tanto el Bs como el Bp fueron los bosques de mayor aporte
anual diferenciándose significativamente del Bi. Sin embargo, hubiera sido
esperable una máxima productividad en el Bp, pero no presentó diferencias
estadísticas respecto a Bs; ello podría deberse a que, efectivamente, el Bp es
un bosque maduro que ha estabilizado su productividad con mayor riqueza y
cobertura especifica respecto al Bs; ello confirma la hipótesis de trabajo con
la salvedad de que la productividad en ecosistemas del Espinal Mesopotámico
se estabiliza a partir del estado sucesional Bs.
Los tres bosques estudiados pueden diferenciarse significativamente de
acuerdo con las contribución de las fracciones hojas y tallos (de interés para
caracterizar bosques correspondientes a una sucesión); así la relación hojas/
tallo ha sido utilizada como índice de madurez en bosques (Martín et al.
1993). Se analizó la relación hojas/tallo por especie y bosque como índice de
madurez y se observó que oscila mucho entre especies, con valores altos en
algunos casos (v. g., de 1,8 para A. caven en el Bi, 1,4 para P. affinis y 2,6
para C. tala en el Bs; o una media de 2,1 para C. tala en el Bp) a valores en
torno al 0,5 en otros (v. g., A. caven en los Bs y Bp, y P. affinis o P. nigra
190
en el Bp); todo ello podría estar relacionado con el grado de dominancia o
desarrollo de estas especies a cada uno de los bosques.
Si bien la contribución de hojas suele superar ampliamente al aporte de
tallos (Gallardo et al. 1989; Drake et al. 2010) en los bosques del Espinal
Mesopotámico se observó una relación inversa entre la citada relación hojas/
tallo y estado sucesional de los bosques (valores medios en la relación hojas/
tallo de 1,8, 1,5 y 0,8 para los Bi, Bs y Bp respectivamente). Posiblemente
estos resultados se deban a que las características de las especies aquí estudiadas son xerófiticas (con una baja relación hojas/tallo) con crecimiento
lento y características de leñosas. En función de lo expuesto se rechaza la
hipótesis de que los estados sucesionales avanzados incrementan los aportes
de la razón hojas/tallo.
En relación a esto A. caven en el Bp fue la que mayor proporción de
tallos aportó, con una relación de hoja/tallo 0,3; con 0,5 en el Bs y con 1,8
en Bi. Esto podría deberse a que ésta especie (con características de colonizadora), en función de las condiciones de crecimiento (estado sucesional)
produce mayor o menor proporción de tallos. Dicha especie en el Bp mostró una productividad limitada y un crecimiento limitado por la dominancia
de P. nigra y C. tala, lo cual podría estar asociado a una escasa biomasa
fotosintética y elevada proporción de tallos seniles. En contraposición a lo
anteriormente descrito la misma especie en el Bi (donde es dominante) tuvo
la menor proporción en cuanto al aporte de tallos (17 %) debido, en gran
parte, a la falta de competidores leñosos (y quizás mayor disponibilidad de
nutrientes), lo cual se expresó en un crecimiento activo con mayor biomasa
fotosintética y menor proporción de tallos seniles.
En el mismo sentido P. affinis con características de especie dominante
en el Bs tuvo proporción hojas/tallo de 1,4 y de 0,5 en Bp, lo cual denota
(al igual que A. caven) las limitaciones impuestas por las especies dominantes
en un estado sucesional que la obliga a estabilizar su productividad.
Con los máximos valores de la relación hojas/tallo se expresó C. tala con
valores de 2,6 y 2,1 en los Bs y Bp evidenciando su máximo potencial en Bs
donde posiblemente compite mejor con P. affinis que con P. nigra en el Bp.
Los máximos aportes de frutos fueron registrados en A. caven en el Bi,
con notable variación interanual entre los aportes durante los años 2009 y
2010. Entre las causas asociadas a estas importantes diferencias interanuales
podrían destacarse la permanencia del fruto en copa durante un tiempo prolongado y sus posteriores aportes aleatorios en función de factores climáticos
(como, por ejemplo, velocidad del viento), influyendo también las variaciones
plurianuales en la fructificación asociadas al ciclo reproductivo propios de la
especie (‘vecería’). Las diferencias en los aportes relativos de frutos en A. caven
(que representaron un 29, 8,0 y 2,0 % en los Bi, Bs y Bp respectivamente
podrían explicarse a partir de la necesidad de maximizar la productividad
en frutos (muy evidente en el Bi) que aseguren su éxito reproductivo y la
191
colonización de los sitios desforestados o degradados (Durán et al. 2005;
Harvey et al. 2007).
La fracción miscelánea en los bosques estudiados fue máxima en P. affinis
en el Bs y mínima en A. caven y P. affinis en el Bp. La productividad de esta
fracción está asociada a la presencia/ausencia de especies exóticas, lo cual
depende fundamentalmente del manejo del sistema de pastoreo en cada bosque.
Los aportes de misceláneas máximos en A. caven y mínimos en P. nigra en
el Bp podrían explicarse si se considera el efecto de competencia por luz y
nutrientes entre especies exóticas y árboles del bosque nativo, evidenciando
mayor vulnerabilidad a la invasión bajo una misma situación de manejo en el
caso de A. caven (al poseer menor cobertura respecto a P. nigra en el Bp).
La relativamente alta contribución de la fracción misceláneas (en torno al
20 %) en la producción (de acuerdo con Aceñolaza et al. 2009) es esperable en bosques mixtos al existir estrato arbustivo con especies de la familia
Asteraceae; además en estos bosques (con aprovechamiento silvopastoril) el
estrato arbustivo se encuentra directamente asociado a un manejo inadecuado
de pastoreo continuo, favoreciendo la aparición de arbustos motivado por la
presión de la herviboría selectiva que ejerce el ganado.
Patrón temporal del aporte de hojarasca
Factores climatológicos tales como precipitación, viento o temperatura
influyen netamente en el patrón del aporte aéreo. Respecto a la relación del
patrón de aporte de hojarasca estacional y las variables ambientales Aceñolaza et al. (2009) observaron correlaciones significativas entre producción
de hojarasca y la oscilación del nivel de altura del río Paraná en bosques
de la llanura aluvial de la cuenca del Paraná (R. Argentina). En bosques del
Espinal Mesopotámico y se realizó este análisis y no se encontraron correlaciones significativas entre los aportes mensuales y factores climáticos tales
como precipitación y temperatura descritos en el diagrama ombrotérmico;
quizás la limitación de contar con un registro de tan sólo dos años de aporte
de hojarasca limite la manifestación de patrón de aporte mensual definido.
Analizando los aportes totales de las especies y los bosques por estaciones
se pudieron describir patrones definidos para cada caso. Se observó un aporte
de pico estival, diferenciándose estadísticamente de las demás estaciones (p
<0,05) en A. caven en los Bi y Bp, y en P. affinis en el Bp; ello concordó
con estudios similares realizados en el bosque mediterráneos en los cuales se
encontró que la sequedad estival puede acelerar la abscisión de hojas (Santa
Regina et al. 1997; Piao et al. 2006), estando condicionado el patrón de
producción anual de hojarasca en los bosques de robles caducifolios (Quercus
pyrenaica); lo mismo fue observado en bosques de encina (Q. rotundifolia).
Particularmente en A. caven del Bi el pico de aporte estival indicó que la
estación seca (manifiesta en el mes de Febrero; véase diagrama ombrotérmico)
afectó significativamente a esta especie en el Bi (diferenciándose significativamente
192
de los demás bosques), lo cual está asociado a una menor cobertura relativa
que incide en una mayor evapotranspiración, acentuándose el estrés hídrico
debido a las máximas temperaturas, originando máximos aportes estivales
en concordancia con lo indicado por Santa Regina et al. (1997).
En coincidencia con Jeffrey et al. (2007) se observó complementariedad
de los aportes de hojarasca entre especies, tanto en el Bs como en el Bp.
Durante el ritmo de caída anual se observaron aportes son complementarios
en P. nigra y C. tala en el Bp, y en A. caven y C. tala en el Bs. En términos
globales los aportes individuales de las especies posibilitaron un aporte constante de residuos orgánicos a lo largo del ciclo anual en los Bs y escasamente
variable en el Bp (aunque con alguna diferencia significativa entre estaciones).
CONCLUSIONES
Las principales conclusiones derivadas de los datos discutidos son:
La productividad en Ecosistemas de Espinal Mesopotámico se estabilizó
a partir del estado sucesional Bs.
La evolución estacional de los aportes de hojarasca en la secuencia sucesional de bosques está determinada por el ritmo de producción de la especie
dominante, siendo decreciente en el Bi, constante en el Bs y con alguna
esporádica diferencia significativa en el Bp.
La relación hojas/tallo en bosques es un buen indicador del estado sucesional de los bosques semixerófilos del Espinal Mesopotámico, indicando que
a menor proporción hojas/tallo mayor madurez del bosque.
Se encontró que las producciones de hojarasca de los bosques semixerófilos
del Espinal Mesopotámico están por debajo que las propuestas para bosques
templados-cálidos, aunque son superiores a las encontradas en los bosques
subtropicales mesotérmicos.
Los aportes de flores representan un porcentaje muy bajo en el aporte
total anual de hojarasca (inferior al 3 %).
Los mayores aportes de frutos están asociados a una estrategia de colonización (como lo muestra A. caven en el Bi) y los mayores aportes de
misceláneas a la invasión de exóticas asociadas a manejos inadecuado del
sistema silvopastoril.
Agradecimientos:
A la financiación parcial otorgada mediante el Proyecto PIDA–2009 de la
U.A.D.E.R.; también a A. Caropressi y M. Benedetti por su colaboración en el
tratamiento de las muestras. Este trabajo ha sido posible gracias al Programa
Erasmus Mundus y al Convenio establecido entre la Universidad de Valladolid
y la U.A.D.E.R., además de la estancia del primer autor en el IRNASa/C.S.I.C.
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