ESPAÑA: LA CULTURA COMO ARMA DE VENTA
José Francisco RODRIGUEZ QUEIRUGA
Hace un poco más de un año, publiqué en linkedin “Tapas de España, tradición
universal”
(https://www.linkedin.com/pulse/tapas-de-espa%25C3%25B1atradicion-universal-francisco-queiruga/), donde presentaba la necesidad de
crear circuitos de pequeño comercio para puentear la crisis turística, de hotelería
y restauración que, como consecuencia del coronavirus, asola nuestras ciudades.
Como corolario de dicho artículo, expliqué el nacimiento de la tradición española
de las “Tapas”, las cuales, con el tiempo, se convirtieron en un elemento
indisociable y universalmente conocido y apreciado de nuestra cultura. Y cuando
hablo de cultura, me refiero a un aspecto que a menudo ignoramos en su
vertiente mercantil, o no valoramos como se debiera, pues nuestro país es
conocido en todo el globo, y de manera positiva, por su diversidad cultural, lo
que facilita nuestras relaciones comerciales. Por lo tanto, cuando se ataca
nuestra cultura y nuestros referentes culturales, sin aplicar una estrategia de
defensa activa, se destroza nuestra imagen y nuestro comercio, es decir, se
adelgaza nuestra finanza y se prepara la miseria de futuras generaciones.
Hace 30 años que vivo y trabajo en Francia, realizando saltos profesionales en
América y otros países de Europa, lo que me ha permitido constatar que la
cultura no solo determina las tendencias del comercio, también es el principal
vector de la influencia política y social de un país, antesala de una finanza
estable. La cuestión es ¿cómo convertir la cultura en dinero?
En las páginas que siguen, puede que encuentren algunas respuestas:
¿COMO UTILIZA FRANCIA SU CULTURA, PARA VENDER BIENES, CAPTAR
TURISTAS y ATRAER CAPITALES?
La cultura y la imagen:
El mercado francés es un mercado maduro y que presenta serias dificultades de
penetración cuando no se le analiza convenientemente. Ahora bien, a pesar de
sus dificultades y de sus aparentes rigideces, Francia continúa siendo un polo de
atracción interesante que se transforma a medida que se cruza con otras
culturas, lo que genera nuevas ideas, nuevas aplicaciones y nuevos productos
para nuevos consumidores y nuevas formas de consumo.
¿Es una característica exclusivamente francesa?
En absoluto, cada país tiene al menos una imagen asociada a su historia, dicha
imagen, para ser bien utilizada, debe ser positiva o convertirla en positiva, y
además, comercializarse intensivamente. La historia nos ofrece numerosos
ejemplos:
Estados Unidos, a través del Cine, la Conquista del Oeste y los Vaqueros ha
conseguido que los jóvenes europeos conozcan mejor la historia de
Norteamérica (una historia elaborada por ellos mismos, llena de errores, a veces
fruto de la ignorancia, otras, malintencionados, pero que de tanto repetirse, se
volvieron verdad para una gran parte del globo) que la propia, y sean capaces de
pagar por un pantalón vaquero etiqueta roja 501, cinco veces más que por otro
pantalón equivalente. El valor añadido generado por la marca USA es, en este
caso, enorme y se debe, en gran parte, a la intensiva comunicación audiovisual
y a una fuerte agresividad comercial, tanto en lo que se refiere a la distribución
como al lobbying político-cultural y jurídico.
Francia, a su manera, y con el fin de obtener rendimientos económicos de su
imagen, ha sabido mezclar existencialismo poético, urbanismo, arte y lujo,
generando una identificación de esos conceptos a su propio ser a través de
figuras que han marcado el pasado siglo: Chanel – Piaf - St-Germain - Catherine
Deneuve - Eiffel, y que han vendido y siguen vendiendo la imagen de Francia en
todo el globo.
Los alemanes han sabido asociar la imagen de hombres metódicos, trabajadores
y serios, a su industria, ya sea en el automóvil, en la química o en la farmacia,
con excelentes resultados. Por ejemplo, cuando apareció la publicidad televisiva
de SEAT Ibiza en Francia, los publicistas establecieron una oposición entre
diseño, energía, color y pasión española, frente a resistencia, seguridad y
mecánica alemana.
Los españoles hemos usado y abusado – muchas veces sin proponérnoslo - de la
imagen de sol, playa, toros, flamenco y “Farniente”, pero también tenemos otras
imágenes asociadas, muchas veces contradictorias y que demuestran un amplio
desconocimiento de nuestra idiosincrasia por parte de nuestros socios
comerciales europeos. Para muchos somos dormilones, trasnochadores y vagos,
pero también y a contrario, se nos atribuye la virtud de ser trabajadores y
corteses, que otros observadores transforman en soberbios, arrogantes e
incultos, para convertirnos un poco más tarde en seres agresivos, violentos o
crueles y volvernos, por arte de magia, creativos, con gran fuerza de voluntad y
unidos frente a la desgracia.
Las contradicciones son múltiples y sorprendentes. Para llegar a esos extremos
de inconsistencia en los escritos que tratan del carácter español, ha tenido que
existir un vector de opinión, no identificable solamente en una o varias personas,
pero si en un estado de opinión que ha marcado Europa y una parte de América
durante varios siglos. Hago referencia a la Leyenda Negra, aparecida en el S. XVI,
muy bien completada por las « cartas de viaje » de un buen número de ilustres
ciudadanos franceses, ingleses y holandeses, describiendo sin mirar lo que se
supone que tenían que ver en su visita al Ruedo Ibérico, cartas, que como la
famosa Leyenda Negra, no constituyen la mejor plataforma de comunicación de
una imagen positiva de España, no obstante, hasta en elementos tan negativos,
encontramos algo positivo, pues tanta contradicción hiperbólica en la
descripción de nuestro ser, implica necesariamente que suscitamos pasión y,
este elemento, debiera poder ser utilizado para encontrar los referenciales
culturales de nuestros socios europeos, recuperar nuestra imagen y mejorar el
índice de penetración de nuestros productos y servicios.
Estamos pues obligados a identificar nuestros referenciales positivos y negativos
en cada cultura con la que tengamos relaciones comerciales, dichos referenciales
pueden ser genéricos o sectoriales y deberían permitirnos elaborar una
estrategia de comunicación que ayude a nuestras empresas a vender, distribuir
e implantarse.
El caso francés
El caso francés es particularmente interesante pues además de representar un
mercado relativamente seguro y con buenas rentabilidades, sigue siendo una
referencia de vanguardia para nuevos mercados y para el propio mercado
español e hispanoamericano, es decir, estar presente en el mercado francés es
una puerta de entrada, con prestigio, en otros mercados.
Sectores y cultura. Diversidad de perspectivas:
Desde un punto de vista sectorial, en lo que se refiere a nuestra presencia en
Francia, debemos señalar, aunque haya otros sectores muy importantes, como
por ejemplo el del automóvil, el sector de la Industria AgroalimentarioGastronómica, tanto por su importancia en términos de volúmenes de venta
representados, como por su diversidad.
A pesar de las dificultades que algunos mercados presentan, como es el caso del
francés, las empresas españolas han ido ganando imagen y ennobleciendo
ciertos productos que durante muchos años habían sido banalizados o
ignorados, y esta ascensión de los últimos años se debe fundamentalmente al
uso de estrategias transversales que permiten realizar enlaces entre fenómenos
culturales, tradiciones, modos y estilos de vida, comunicación de los mismos en
los medios adecuados, productos y sistemas de distribución.
Todos conocemos el Jamón Ibérico y el Serrano, sus diferencias gustativas y
características esenciales de cada producto, así como sus precios. Ahora bien,
para el extranjero, nuevo consumidor, lo que para nosotros son diferencias
claras, para él, son matices que difícilmente pueden justificar las diferencias de
precio, por ello, antes de lanzar cualquier campaña comercial agresiva, sería
conveniente encontrar un referente en su propia cultura gastronómica que le
aproxime a nuestras diferencias y que le haga comprender las variaciones de
precio. En Francia, este referente, existe: la oposición Paté - Foie Gras es tan
fuerte y marcada en la cultura francesa que su utilización produce una
comprensión casi inmediata de la oposición Serrano-Ibérico. Aunque en este
punto las corporaciones profesionales españolas debieran hacer un trabajo
pedagógico suplementario, pues el francés medio no identifica bien la expresión
“Ibérico”, para él es pura y simplemente “Pata Negra”.
Con el Aceite de Oliva, la aproximación al problema del reconocimiento del
aceite español en Francia como de calidad superior es delicada y sutil, pues los
franceses están convencidos de situarse entre los 4 primeros productores y
consumidores mundiales (El consumo medio de aceite de oliva por persona y
año en Francia es de 5 litros, frente a los 17 litros de España). Estas cifras nos
indican que el potencial de crecimiento es enorme, pero desgraciadamente para
los productores y exportadores, España no posee suficiente imagen de marca.
Dentro de las opciones posibles se encuentra la utilización estratégica del sector
Horeca (como hicieron los italianos con sus pizzerías), es decir, si España
consiguiese vender e introducir (la franquicia se presenta como una vía
inmejorable) su modelo cultural y su estilo de vida, que tanto adoran los más de
60 millones de turistas que visitan España cada año, el consumo a repetición de
las marcas españolas crearía un reflejo marca, y facilitaría la penetración de otras
marcas, por el efecto imagen o marca país.
Con el Vino, España ocupaba hasta hace poco buenas posiciones en el ranking,
pero nunca había desarrollado una política de imagen-marca-calidad, asociada a
calidad de vida, estilo de vida y salud, como se está empezando a hacer con el
aceite de oliva o el Ibérico. En este sentido, resulta interesante observar que
Francia es, en estos momentos, el campo de batalla de una lucha sin cuartel, en
el sector del vino; donde los vinos americanos están ganando posiciones gracias
a una política de referente cultural común. Es decir, el consumidor que aún no
llega a reconocer las marcas sí reconoce la uva utilizada (Cabernet-Sauvignon,
Merlot, Chardonnay) y las diferencias de precio.
En lo que se refiere al vino español, el consumidor francés reconoce la
Denominación de Origen Rioja y prácticamente nada más. En consecuencia, es
urgente que se alcance una armonización, tanto en Europa, como a nivel
mundial, de los referenciales distintivos de calidad comúnmente empleados
(D.O, Crianza, Reserva, ...) y a partir de ella, comunicar adecuadamente sobre la
relación entre precios, año, uva, región, denominación y procesos de creación,
embotellamiento y etiquetado. Estos elementos son esenciales para que se
puedan relanzar los vinos españoles, que cada vez más deben compartir el
Pódium del mercado francés con sus hermanos americanos. En esta lucha
destacan especialmente los vinos argentinos y chilenos, así como los de
California. Debemos decir que en México se ha iniciado una política de creación
de Consejos Reguladores para el Tequila, que se irá implantando poco a poco
para el conjunto de espirituosos.
Las conservas españolas ofrecen una diversidad y calidad que, sin lugar a dudas,
debieran permitirles inundar el mercado francés, no obstante, la realidad es
otra. El consumidor francés las desconoce completamente o las ignora (aun así,
el consumidor francés está cambiando, derivándose hacia nuevos conceptos de
contenido y presentación, sin ser consciente de que lo que busca el consumidor
francés es el concepto español de tapas, que representan variedad,
minimalismo, sofisticación y sibaritismo gastronómico a precios aceptables).
Estas circunstancias, en su conjunto, debieran conducir a los representantes del
sector a una reflexión de fondo sobre la adecuada estrategia comercial y,
consecuentemente, tomar las medidas pertinentes.
Resulta extraño que la primera potencia del mundo en conservas de pescado y
preparados del mar (España), no esté representada en un país vecino (Francia),
que es además su primer partenaire comercial y que para más inri detenta el
lábel mundial de país de la gastronomía.
Lo mismo ocurre con las cervezas españolas y muchas hispanoamericanas, con
la honrosa excepción de la cerveza mejicana Corona, que siendo la favorita del
expresidente Jacques Chirac, ha conseguido una extraordinaria introducción en
Francia. En lo que respecta a las españolas, como por ejemplo:
Estrella (Hermanos Rivera), debieran tomar nota de la estrategia desarrollada en
su momento por Cruz Campo, Lizarrán o por Cañas y Tapas en Francia (estas
marcas se han instalado como franquicias de restauración), estrategia que les ha
conducido a un éxito asombroso en muy poco tiempo, debido a la mezcla del
producto con un servicio asociado al modo de vida hispano: La cultura de los
pinchos y del tapeo. Desgraciadamente, el éxito de los inicios, no tuvo
continuidad, por motivos inherentes a la gestión.
Modo de vida e imagen país: Una perspectiva española
En relación con todo lo que acabamos de decir y con la fuerza del referencial
cultural asociado al modo de vida, España se beneficia de una imagen de marca
extraordinaria y que se repercute positivamente en un sector: HORECA.
Se trata, por supuesto, de la tradición cultural de ir de pinchos y tapas, conocida
y reconocida por todos los extranjeros que han visitado España. De los más de
60 millones de turistas que visitan España cada año, alrededor de 10 millones
son franceses, y todos sueñan con poder encontrar lo mismo en su tierra. Por
estas razones, desde hace años, ciertas formas de restauración francesas
intentan reproducir el esquema español, aunque por el momento con un éxito
relativo y pocas veces duradero. Los motivos de este desarrollo del sector
desprovisto de firmeza (que no ponen en duda la tendencia) son
fundamentalmente dos:
Dificultad de aprovisionamiento
El primero y quizás más importante de ellos, consiste en la dificultad de
aprovisionamiento adecuado que tienen los Bares y Bodegas que intentan
implantar la costumbre de Pinchos y Tapas entre su clientela, pues debido a su
desconocimiento de la cultura gastronómica española, necesitan comprar tapas
y pinchos preelaborados en semiconserva o congelados, representativos de lo
que se hace en España, pero también de lo que el inconsciente colectivo francés
identifica como típicamente español, no obstante, este tipo de producto
acabado no se encuentra en Francia, lo que obliga a estas pequeñas unidades de
negocio a solicitar a los importadores-distribuidores del sector HORECA, a que
realicen operaciones de importación de dichos productos por pequeños
importes. Como el mercado está atomizado y estos negocios tienen una duración
de vida corta, los principales importadores HORECA son reticentes a
comprometerse por los pequeños pedidos que dichos bares les hacen, lo que
obliga a estos últimos a utilizar vías de aprovisionamiento paralelas y que no
ofrecen garantías de seguridad alimenticia, lo que a medio plazo conlleva el
cierre de los establecimientos y frena el despegue de la naciente industria de
fabricación industrial de Pinchos y Tapas en España, cuyos responsables
encuentran grandes dificultades para negociar contratos de entrega de
mercancía en el extranjero, duraderos y rentables. Además, la falta de
homogeneidad en la calidad y el pirateo de conceptos, sin preocupación por el
servicio ni por la imagen país vehiculada, están permitiendo a las estructuras
autóctonas, como la de “Bar a Vin”, rehacerse una imagen innovadora al
absorber el concepto, no protegido, de Pinchos y Tapas y relanzarlo bajo un
esquema de servicio francés sin necesidad de importar el producto español
preelaborado, lo que sin duda está frenando el crecimiento de la fabricación y
comercialización de pinchos y tapas en Francia.
Este panorama gris, aún no es una realidad, pero pudiera llegar a serlo, para ello,
para compensar esta tendencia, existen probablemente varias soluciones,
aunque nosotros hemos encontrado sólo una, que tiene la ventaja de compensar
o de ayudar a eliminar el segundo motivo de debilidad en el desarrollo de este
sector, y que a continuación explicamos.
Inexistencia de circuitos ciudadanos y de elementos de identificación cultural
El segundo de los motivos que explican un desarrollo lento del sector es la falta
o inexistencia de circuitos ciudadanos y de elementos de identificación cultural
que transciendan lo puramente gastronómico, pues un restaurante, en un país
extranjero – y más aún en Francia – debe transcender el servicio de preparación
y entrega de platos, para vehicular un modo de vida, ensalzar una cultura o
culturas, hacer soñar, generar deseo y valorizar una imagen.
En lo que se refiere a los circuitos ciudadanos, la triste realidad es que nadie,
hasta ahora, ha realizado el mínimo estudio de geomarketing, en relación con
los hábitos de consumo. Observando el sector, he podido constatar que los que
se instalan aisladamente, aunque sea en una zona céntrica reputada, tienen
importantes transformaciones de clientela al cabo de un año de actividad, es
decir, que la buena clientela se desplaza a otras zonas, siendo substituida por
una clientela mediocre (en términos de gasto), que probablemente va
desapareciendo en un período de varios años (fenómeno de aparición, control
del espacio y creación de circuitos de los grupos urbanos informales y líderes, así
como del desplazamiento y disgregación de los mismos al cabo de varios años).
“Si existiesen circuitos de Bares de Tapas, bien identificados, en zonas bien
localizadas y con distancias cortas, a pie, entre cada uno, el fenómeno de
cansancio rápido de la buena clientela, que antes evocamos, no se produciría,
gracias a la posibilidad de alternar en una misma, zona, bajo un mismo concepto
que puede ser nacional o simplemente lingüístico, pero en un marco
gastronómico-cultural distinto. De esta manera, se introducirían ciclos largos en
los períodos de vida de los establecimientos y un considerable incremento de los
fondos de comercio”. Esta situación permitiría dar credibilidad al proyecto de
crear una asociación de Compras animada por estos establecimientos, y ello se
traduciría en una mayor facilidad de negociación con los especialistas del sector
Horeca, para que importen las tapas solicitadas por el público, pues habría un
volumen suficiente de producto importado, por pedido.
Indudablemente, la fabricación y exportación española e hispanoamericana de
productos alimenticios se vería positivamente afectada y los pequeños
establecimientos de vinos y tapas, se convertirían en verdaderos embajadores
de nuestra particular cultura hispánica, que unos 10 millones de franceses viven
cada año, en la península ibérica y otros tantos en el conjunto de los países
hispanoamericanos. Experiencias en las que no cesan de soñar, a su regreso a
Francia.
Aunque para ello, y pocos se hayan dado cuenta, hace falta que todos los países
del mundo hispano se pongan a fabricar y a distribuir tapas preparadas,
precocinadas, congeladas y en semiconserva, por conceptos genéricos,
regionales, nacionales o de estación y que el acabado final de dichos productos
necesite, además – con el fin de hacer presentaciones de productos por
categorías – inputs complementarios como vinagre, aceite, pimientos, vinos,
licores, …. etc.
La introducción en la restauración de las Tapas, produce un efecto de valor
añadido sobre la imagen, ayuda a generalizar una costumbre y ayuda a vender
aisladamente los productos que componen las tapas, lo que supone inducir a la
Gran Distribución y a la Distribución Especializada y Selectiva a comprar dichos
productos para ofrecérselos a un público que los demanda.
El éxito en el sector HORECA vendrá dado por las ganas de copiar nuestro modo
de vida, y el éxito en las otras redes de Distribución vendrá condicionado por el
éxito en el sector HORECA.
En conclusión, La asociación de cultura, modo de vida, turismo, gastronomía,
producción industrial, restauración y gran distribución, imagen país positiva en
el sector y una buena comunicación y planificación estratégica, son las bases del
éxito a medio plazo de este gran sector que vio la luz por primera vez en España.
Si además, añadimos a los aspectos señalados una adecuada estrategia fiscal,
como en el ejemplo que a continuación describimos, la penetración de este
sector, con un margen comercial amplio, estaría asegurada:
En este sentido, podemos imaginar un circuito ciudadano creado por una gran
marca, con 4 o 5 franquiciados y a una distancia máxima entre cada uno de 5
minutos de marcha. Teniendo en cuenta los problemas estructurales del
mercado francés, y sobre todo del parisino, imaginamos una unidad matriz
generadora de la parte gastronómica y 4 unidades de reducidas dimensiones que
solo ofrecen al consumidor el producto prefabricado, acompañando la entrega
de elementos culturales diferenciadores (música, baile, pintura, diseño de
mobiliario y del espacio, vestidos, conocimiento de los productos y de su historia,
así como un comportamiento servicial y empático).
Todas las unidades de venta deben estar conectadas por intranet y ofrecer, como
decíamos antes, solo el servicio de entrega y no el de fabricación o cocina,
permitiéndoles por ello, evitarse los conflictos de evacuación de humos y olores,
y además, beneficiarse de un tipo de IVA reducido, de 5,5% y no el “normal” de
20,0%, que sufre la mayor parte de los restaurantes, excepción hecha de los
“Fast-food”, que todo el mundo conoce.
Bien analizados los puntos antes explicados, consideramos que no atacarse al
mercado francés sería un crimen de lesa majestad.
Extractos del libro "Francia, un modelo para Europa y una revolución
permanente", publicado por EAE Ediciones y distribuido por MOREBOOKS y
AMAZON. Autor: José Francisco Rodríguez Queiruga, presidente de ULYSSE SAS
y de la Chambre de Commerce Latino-Américaine de Francia. Partner de ICB
Consulting, Embajador de red Mundo Atlántico y Caballero de la Real Orden de
Caballeros de María Pita
https://www.amazon.com/Francia-modelo-Europa-revoluci%C3%B3npermanente/dp/3659036153
J. F. R. QUEIRUGA