.a.mbio, año social
la memoria:
inter.cConstrucción
5, n. 6de
(2008),
43-61
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas
centroamericana
[ISSN:
1659-0139]
Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de
tres novelas centroamericana
Deborah Singer González1
“El presente puede ser inverosímil cuando es
demasiado fiel a los recuerdos”
Tatiana Lobo: “El corazón del silencio”
“…me invade la nostalgia por los tiempos difíciles
que viví, por el propósito claro que los animaba”
Gioconda Belli: “El país bajo mi piel”
“No se vuelve nunca a lo mismo, ni somos ya los mismos”
Carol Zardetto: “Con Pasión Absoluta”
Recepción: 14 de julio de 2008 / Aprobación: 19 de marzo de 2009
Resumen
Abstract
Este artículo busca indagar en
qué forma se aborda la recuperación
del pasado en la novela centroamericana, y qué mecanismos se ponen
en juego para superar experiencias
traumáticas. Con base en el análisis
de tres novelas de diferentes autoras,
me propongo demostrar que la memoria es un fenómeno dinámico en
permanente transformación: no es
construida por individuos particulares sino por todo el colectivo social.
En las tres novelas estudiadas se
observa que las imágenes aleatorias
estimuladas por los sentidos y los
This article tries to investigate the
way in which past is constructed in
Central American novel, and which
mechanisms are played out there
in order to overcome traumatic experiences. Based on the analysis of
three novels by three different female
authors, I try to demonstrate that
memory is a dynamic matter, not
constructed by particular individuals
but by the whole social collective.
In the three novels studied, random
images stimulated by senses and
objects are articulated and acquire
meaning through language. Besides
1
Pianista chilena. Obtuvo la Licenciatura en Interpretación Musical en la Universidad Católica de Chile.
Realizó estudios de posgrado en la Academia Estatal de Música de Friburgo, Alemania, y cuenta también con una maestría en Literatura Latinoamericana de la Universidad de Costa Rica. Actualmente es
estudiante del Doctorado en Estudios de la Sociedad y la Cultura, y se desempeña como docente en la
Escuela de Música de la Universidad Nacional, Costa Rica. Correo electrónico: dsinger_go@yahoo.es.
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objetos son articuladas y adquieren
significado a través del lenguaje. Así
mismo, la reconstrucción de la memoria se ve afectada dependiendo
de los patrones ideológicos involucrados; si éstos entran en conflicto
con el discurso oficial, se favorecerá
una amnesia institucionalizada. La
información acerca del pasado suele ser sabida “de antemano” por las
personas que recuerdan (memoria
colectiva); la memoria debe ser considerada patrimonio de la comunidad
en la medida que es esta última la
que la mantiene y transforma.
Palabras clave
Literatura centroamericana / memoria oficial / memoria colectiva /
amnesia generalizada.
it, reconstruction of memory is affected by ideological patterns; if these
patterns are in conflict with the official
discourse, an institutional amnesia
will result. The information about the
past is usually known “in advance” by
the persons who remember (collective memory); memory must be considered a community’s inheritance as
far as community keeps it and transforms it.
Keywords
Central American literature / official memory / collective memory / generalized amnesia.
Introducción
E
l fenómeno de la memoria ha sido motivo de reflexión desde épocas remotas. En la actualidad, las formas de aproximarse a ella son
variadas y las propuestas se mueven en un rango que va desde la
filosofía pura hasta el psicoanálisis y la investigación médica. La literatura no
ha quedado excluida de la construcción social de la memoria por ser una instancia que permite dar cuenta de los hechos del pasado y narrar la experiencia
de una colectividad. En el caso de Centroamérica, la última década del siglo
XX dejó atrás largos y sangrientos conflictos que sacudieron la región durante
años, lo cual favoreció un proceso de recapitulación de la historia que ha repercutido en la producción novelística.
44
Este artículo tiene por objetivo identificar los mecanismos involucrados en
la (re)construcción de la memoria, tomando como ejemplo tres novelas centroamericanas: “El corazón del silencio” de la chilena-costarricense Tatiana
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Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
Lobo,2 “Con Pasión Absoluta” de la
guatemalteca Carol Zardetto,3 y “El
país bajo mi piel” de la nicaragüense
Gioconda Belli.4 Si bien se trata de
novelas muy disímiles (las dos primeras son ficcionales aunque cuentan
con un referente histórico, la tercera
se propone hacer un recuento verídico de sucesos concretos), tienen
en común el objetivo de intentar reconstruir el pasado cercano (con su
carga de dolor y esperanza) desde
la perspectiva de las voces femeninas. Tanto el golpe militar en Chile, la
guerra sucia guatemalteca, como la
Revolución Sandinista en Nicaragua
-hechos históricos a los que aluden
las novelas de Lobo, Zardetto y Belli,
respectivamente- constituyen giros
violentos en los procesos políticosociales que han tenido consecuencias hasta el día de hoy no del todo
aclaradas. Ante ello cabe plantearse
diversas preguntas: ¿cómo construyen el recuerdo del pasado los sujetos que participaron (o no) en él?
¿Es la memoria un hecho estático y
definitivo o se trata más bien de un
fenómeno dinámico en permanente
transformación? ¿Qué tan personales o individuales pueden ser los
recuerdos? ¿Tienen reminiscencias
comunes las sociedades centroamericanas con aquellas localizadas en el
resto del continente? Esta última pregunta es relevante porque, si bien Ta-
tiana Lobo lleva gran parte de su vida
avecindada en Costa Rica, su origen
es chileno y su novela “El corazón del
silencio” transcurre en Chile.
A fin de contestar las diversas interrogantes planteadas consideraré dos
formas de construir la memoria: una
que se organiza a partir de imágenes
aleatorias que son desencadenadas
por medio de estímulos sensoriales,
y otra que se basa en el “archivo” de
recuerdos que el sujeto se propone
(en forma voluntaria) ordenar linealmente y de manera coherente. En
ambos casos el lenguaje opera como
herramienta fundamental para dar
una lógica interna a los recuerdos, y
en ambos casos entra en juego una
información conocida de antemano
por el grupo social completo: la memoria colectiva. Para aclarar este
último punto tomaré como marco de
referencia las investigaciones de los
psicólogos David Middleton y Derek
Edwards,5 quienes propusieron la
conceptualización de la memoria, no
como un hecho individual, sino como
un fenómeno socialmente compartido que se origina en el discurso.
2
Lobo, Tatiana. El corazón del silencio. San
José: Ediciones Farben, 2004.
Quisiera aclarar que no es objetivo de este trabajo cuestionar la
veracidad o ficcionalidad de las afirmaciones contenidas en las tres novelas, ni hacer un análisis desde la
perspectiva de género, a pesar de
que las tres autoras son mujeres. Un
primer propósito del presente estudio
3
Zardetto, Carol. Con pasión absoluta. Guatemala: F&G Editores, 2005.
5
4
Belli, Gioconda. El país bajo mi piel. Barcelona: Plaza & Janés 2001.
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Mideleton, David y Edwards, Derek. “Recuerdo
conversacional: un enfoque sociopsicológico”.
En: Middleton, D. (comp.). Memoria compartida. Barcelona: Paidós, 1992, pp. 39-62.
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es dilucidar el rol que juega la memoria en la formación del sujeto. Un segundo propósito, es establecer si el
sujeto centroamericano enfrenta sus
recuerdos en forma particular, o si
podemos, por el contrario, identificar
puntos de encuentro entre todos los
sujetos sociales latinoamericanos.
Los mecanismos
múltiples de la memoria
Puesto que el tema de este artículo tiene que ver con la construcción de la memoria, el primer paso
que damos es acudir a la definición
“oficial” del término. El Diccionario
de la Real Academia Española6 define memoria como “la potencia del
alma por medio de la cual se retiene
y recuerda lo pasado”. Esta definición aparentemente no ofrece problemas; de hecho, corresponde a lo
que usualmente entendemos como
memoria: la facultad de la mentecerebro para codificar, almacenar y
recuperar información. Sin embargo, hay aspectos relacionados con la
memoria que no quedan del todo claros: ¿cómo compilamos e interpretamos esa información? ¿Se trata de
una actividad “del alma”? ¿Depende
exclusivamente de un individuo en
particular?
Muchos autores sostienen que
la memoria es un sistema sensorial y
perceptivo relativo a experiencias que
se generan externamente y provocan
46
6
Diccionario de la Real Academia Española.
Madrid: editorial Espasa-Calpe, 1970)
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comportamientos determinados. En
la vida cotidiana el bombardeo de estímulos es tan grande, que nos habituamos a la mayor parte de ellos y
nuestra vida transcurre sin prestarles
mayor atención, pero cuando el estímulo adquiere una significación especial por despertar emociones más
complejas y profundas, se produce
una sensibilización que activa los mecanismos de defensa del sujeto. Estos mecanismos provocan una paralización inicial, que es inmediatamente
seguida por el bloqueo (huir, negar) o
la confrontación.7 Los estímulos sensoriales suelen traer al presente imágenes del pasado que no necesariamente se quiere recordar, como les
ocurre a las protagonistas de “El corazón del silencio” y “Con Pasión Absoluta”, según se verá más adelante.
Sin embargo, para que la imagen en
cuestión forme parte de un recuerdo
coherente, es necesario que participe
el lenguaje verbal que le da estructura
a la experiencia vivida.
La memoria
compartida
David Middleton y Derek Edwards8
sostienen que la memoria no es una
facultad individual porque sus contenidos emergen de la experiencia social y se transmiten mediante códigos
7
Ortiz, Antonio. Introducción a la psicología
del aprendizaje asociativo, Madrid: Editorial
Biblioteca Nueva, 2000.
8
Middleton y Edwards, Op.cit.
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el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
compartidos por toda la comunidad.
Dicho en otras palabras, si bien cada
experiencia genera formas concretas
de recuerdo, tanto la lectura de la información como las estrategias mnemotécnicas están estrechamente
ligadas al medio social. La memoria se construye colectivamente de
acuerdo con el contexto histórico y
cultural en el que se mueve el grupo
humano en cuestión, de manera
que el recuerdo deja de ser propiedad de cada individuo en particular
y se transforma en un producto social. Las prácticas comunicativas
son fundamentales para la creación
de recuerdos compartidos, y estos
varían según los condicionamientos
históricos que acompañan al grupo
humano que recuerda. La memoria,
por lo tanto, no es un almacén pasivo
de experiencias pasadas sino más
bien una fuente de reminiscencias
que se manipula y transforma a partir
de las experiencias presentes.
La afirmación anterior es un fundamento clave de la propuesta planteada
por Middleton y Edwards para abordar el tema. Ambos investigadores desarrollaron diversos experimentos con
el objeto de observar de qué manera el recuerdo se construye colectivamente, y de esos experimentos
mencionaré tres. El primero de ellos
consistió en solicitarle a una clase de
adolescentes que reconstruya verbalmente la película “ET”. Los resultados
fueron reveladores. Los estudiantes
recurrían a mecanismos lingüísticos
para ratificar lo dicho por el compañero, o bien para pedir colaboración al
elaborar el recuerdo. De esta maninter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 43-61
era, surgían expresiones como: “¿no
es verdad”?, “sí, exactamente”, “¿qué
pasó con el otro personaje?” Los pensamientos de los estudiantes se formulaban, cuestionaban y justificaban
por medio de un discurso socialmente
compartido. El experimento demostró además que los criterios para recordar dependían de hacia adónde se
orientaba el habla.
El segundo experimento estudió
la dinámica de estudiantes en una
sala de clases. La profesora formuló
frente a los niños un resumen de la
materia que habían visto hasta el momento y explicó lo que se estudiaría
después. La investigación puso al
descubierto los juegos de poder involucrados en la reconstrucción de la
memoria: la profesora, como máxima
autoridad en el aula, daba la palabra
para que los alumnos recordaran lo
aprendido, disponía la organización
de la información aportada, y finalmente, hacía la recapitulación reconstructiva que llenaba los vacíos que
habían quedado y transformaba lo
confuso en un discurso organizado.
Un tercer experimento grabó
la conversación de una madre con
su hijo de cuatro años mientras comentaban las imágenes de diversas
fotografías familiares. La madre le
“enseñaba” al niño a recordar y explicar racionalmente la información
que ofrecía cada imagen fotográfica,
de modo que el niño pudiera dar un
sentido al pasado e interpretar las
identidades y las relaciones familiares
del presente.
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Los tres ejemplos mencionados
demuestran que el recuerdo es primordialmente colectivo, siendo el
contexto social, no un mero telón
de fondo frente al cual se recrea el
recuerdo, sino que en sí mismo es
parte de la memoria que se origina
por medio de la conversación. Como
afirma Alan Radley, la memoria se localiza “en el seno del discurso de las
personas hablando conjuntamente
sobre el pasado”.9 De acuerdo a lo
anterior, cualquier cosa que afirmamos de nuestro pasado resulta creíble, no por su veracidad, sino porque
se adecua a una realidad ya de antemano construida lingüísticamente.
Los recuerdos colectivos del
pasado son dinámicos y en su configuración juegan un rol preponderante los organismos estatales:
sistema educativo, organizaciones
culturales, aparato legal, prensa, etc.
Ellos son la base oficial de la creación
de la memoria social, determinan una
manera de pensar y validan lo que
puede ser dicho y recordado. Así el
Estado crea la memoria oficial. Por
el contrario, el olvido generalizado
se institucionaliza cuando los grupos
hegemónicos, en aras del mantenimiento de la estabilidad política, la
defensa de sus intereses particulares
y el desarrollo de procesos de reconciliación, se niegan a confrontar los
hechos del pasado que han provocado rupturas sociales. Esta tensión
entre la continuidad y la revisión del
pasado es resuelta por la autoridad
9
48
Radley, Alan. “Artefactos, memoria y sentido
del pasado. En: Middleton, D. (comp.). Memoria compartida. Barcelona: Paidós, 1992,
p. 63, 1992.
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gubernamental al decidir qué información será entregada a la opinión
pública, cómo debe ser interpretada
esa información, y qué elementos de
ella deben ser ocultados. Esta es
una de las formas en que se manifiesta el poder, según demostraba el
experimento de la sala de clases: quien controla la explicación del pasado
controla la proyección del futuro.
La construcción del recuerdo
compartido no sólo se hace a nivel
nacional, sino también dentro de
comunidades más pequeñas, como
es el caso de la familia. Las reuniones familiares favorecen la creación
de un sistema integrado de recuerdos, puesto que cada rememoración
aportada por sus miembros será el
origen de futuras reminiscencias. Al
evocar experiencias compartidas se
reinterpreta el pasado y se detectan
nuevos rasgos que modificarán el
contenido de los recuerdos futuros.
Indudablemente se genera la tensión
ya mencionada entre los aspectos inmutables del pasado y los elementos
de él que se conciben como transformables. De esta manera, la discusión cotidiana confronta visiones
contradictorias que cuestionan el
papel de los actores históricos. En
“El corazón del silencio”, la prima
(Aurelia) que había fungido por años
como segunda madre para Yolanda,
pierde el rango adquirido debido a
que es descubierta su complicidad
en los sangrientos hechos ocurridos
durante la dictadura. En la novela
“Con Pasión Absoluta” aparece el ex
general Ríos Montt intentando transmitir un mensaje democrático frente
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Construcción social de la memoria:
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a un conglomerado de votantes que
no olvida su responsabilidad en las
masacres sufridas por el pueblo guatemalteco. Por último, la novela “El
país bajo mi piel” cuestiona la figura
de Daniel Ortega, que deja de ser el
héroe revolucionario para transformarse en un político oportunista e
inescrupuloso. En general, los sujetos no pueden desprenderse de
su pasado y la colectividad se niega
a olvidar la responsabilidad que les
cabe en él.
El reencuentro con los
objetos del pasado
El retorno al hogar de la infancia
despierta recuerdos que han estado
dormidos por largo tiempo. Yolanda
(“El corazón del silencio”) regresa a
la ciudad que la vio crecer y reconoce
el paisaje que le resulta familiar: las
casas cubiertas por tejuelas de madera, las calles con sus rosales, el colegio jesuita, la iglesia, el lago con sus
dos volcanes. Del mismo modo, Irene (“Con Pasión Absoluta”) regresa a
Ciudad de Guatemala y se reencuentra con su antiguo barrio de aceras
agrietadas, la farmacia, la Foto Serra,
el bullicio, el tráfico, el polvo. Sin embargo, no se produce la cadena de
evocaciones nostálgicas que ambas
esperarían. Aunque el paisaje es
prácticamente el mismo (salvo la desaparición de un cine o la presencia
de un nuevo supermercado), el reencuentro despierta imágenes oscuras
que las hacen cuestionarse el retorno
porque “los espacios cambian, nunca se vuelve al mismo sitio”.10
El sujeto que regresa es un sujeto
escindido que intenta reconstruirse a
sí mismo por medio de la recuperación del tiempo y el espacio perdidos,
y en este proceso se destaca el reencuentro con los objetos que forman
parte del pasado. Todos nos movemos dentro de una esfera ordenada
de objetos materiales de los cuales
dependemos para obtener un sentido de ubicación espacio-temporal.11
A pesar de lo trivial que puedan parecer estos objetos, lo cierto es que
forman parte de una cultura material
que se extiende a todos los espacios
sociales porque influyen en la manera
en que el individuo define su propia
historia y la historia colectiva.
Los objetos además están ligados al fenómeno de la identidad,
sobre todo si van unidos a mitos e
ideologías concretas que perpetúan
el sistema y sus relaciones de poder.
En “El corazón del silencio”, la descripción de los objetos que viajaban
en las bodegas de los barcos que
transportaron a los colonos alemanes
(arados, azadones, semillas, martillos, sierras manuales, serruchos,
relojes de péndulo y máquinas de
coser) tiene por fin afianzar el rasgo
distintivo que la cultura oficial atribuyó al colono alemán: su voluntad de
trabajo y disciplina. Esa imagen del
colono alemán aún está fuertemente
10 Lobo, Op.cit., p. 37.
49
11 Radley, Alan, Op.cit., pp. 63-76.
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anclada en la memoria colectiva del
pueblo chileno, pero en la novela se
va deconstruyendo gradualmente
hasta dejar salir a la luz el lado oscuro
de los inmigrantes alemanes. Yolanda constata en la guía telefónica que
el mestizaje es tan fuerte, que “Hitler hubiera tenido mucho trabajo en
reconocer purezas raciales”.12 Este
comentario burlón se transforma al final de la novela en un insulto a su prima, que bien podría extenderse a la
colonia alemana en Chile por su apoyo al gobierno de Pinochet: “¡Ya no te
aguanto más, nazi de mierda!”.13
Además de afianzar rasgos identitarios, los objetos también ayudan a
mitigar la ruptura entre el presente y
las épocas remotas, sobre todo cuando las personas se aferran a ellos con
nostalgia del tiempo que pasó. Al
respecto, Alan Radley señala:
“Lo que ha sido desplazado no
es sólo el artefacto, sino la persona
como sujeto, de forma que el uso de
la propiedad como vehículo de tal
recuerdo es parte de una narrativa
cuyo propósito puede ser el restaurar una interrupción biográfica sufrida por el individuo en cuestión”.14
En “El corazón del silencio”, los
objetos que componen la casa de Aurelia evocan el tiempo de los colonos
alemanes y por esa razón adquieren
el carácter de piezas de museo que
contribuyen a reafirmar en Aurelia su
12
Lobo, Op.cit., p. 88.
13
Idem., p.203.
14
Radley, Op.cit., p. 67.
50
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noción de ser. Similar es el caso de
“El país bajo mi piel”, donde los objetos que en un tiempo fueron parte
importante del vestuario de la protagonista (el uniforme verde olivo, el
pañuelo rojinegro) son evocados con
nostalgia porque simbolizan la resistencia armada de un grupo específico de la población, en un pasado que
ya ha adquirido carácter mítico. En
la novela “Con Pasión Absoluta”, el
fogón, el comal, el café y los frijoles
están ligados al recuerdo compartido
de una vida en el campo llena de esperanzas pero también de necesidades no satisfechas.
Los estímulos
sensoriales y la
narración de la
memoria
El sujeto que regresa al pasado
se encuentra con un espacio desconocido que favorece su sensibilización ante los estímulos sensoriales.
Yolanda evoca (involuntariamente)
episodios de la infancia sólo por la
mera presencia de un aroma o una
visión. Todos los estímulos involucrados desencadenan imágenes asociativas que se transforman en narración
de una remembranza del pasado:
“La tela de la servilleta, la tela del
vestido de alguien que corría. No.
De algo que quizá estaba guardado
porque pudo oler el moho aunque
no era precisamente eso. La tela
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Construcción social de la memoria:
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corría porque la llevaba alguien en
la mano. La llevaba Oscar como un
trofeo, seguido por Melania que lloraba y gritaba”.15
En el párrafo anterior, el estímulo
es sensorial (la tela de la servilleta y
el olor a amoníaco) y provoca la dificultosa reconstrucción de una escena del pasado que se inscribe en
el marco de relaciones intrafamiliares
disfuncionales y tortuosas. La cadena de recuerdos desestabiliza a Yolanda porque la obliga a sumergirse
en una serie de incertidumbres del
pasado que la alejan de la seguridad
del presente. Yolanda se pierde en
los recuerdos pero la perspectiva de
mujer adulta la alerta del peligro y la
conduce a adoptar estrategias de autodefensa. Una de esas estrategias
es rescatar la memoria negada para
salvarse a sí misma del vacío, un vacío como aquel que proyecta la ventana de Melania a la luz de la luna:
“Vacío, hueco, tumba, tumba
colectiva, qué cosa horrorosa habría pasado en la población antes
de que la gente construyera ahí
sus tugurios. Disparos, hombres
uniformados moviéndose en la noche y después paladas de tierra
encima”.16
que ver con el recuerdo compartido.
¿Cómo puede el estímulo visual de
una ventana oscura desencadenar
recuerdos de un asesinato masivo
que no fue presenciado por la protagonista? Las conversaciones con
el taxista y el profesor de primaria le
dan indicios de la existencia de una
memoria que el pueblo mantiene viva
pese a que el resto de la sociedad
ha optado por el silencio. De esta
manera, Yolanda se apropia de esos
recuerdos, la visión de la ventana oscura los saca a la superficie, y el lenguaje termina de ordenarlos y darles
sentido. Por su parte, Irene (“Con Pasión Absoluta”) presencia una exhumación de cadáveres en Guatemala,
describe la forma en que los huesos
fueron hilvanados (“como las cuentas de un viejo collar”) y cómo diversos rituales religiosos tomaron parte
aquel día, pero “lo único claro era el
olor del pom y el calor de un fuego
encendido”.17 El estímulo sensorial
da paso al horror y el dolor. El dolor
quema, arrasa y no permite el olvido
de los muertos, aunque se trate de
muertos anónimos que jamás fueron
vistos por la protagonista: “Las voces
irrumpen en mi memoria. Trasquilan
mi relación con el mundo, quieren
cerrar las ventanas”.18
El vacío alude a la memoria negada. En realidad el vacío no es tal porque en la fosa común hay una verdad
oculta que debe salir a la luz. Pero la
cita anterior nos aproxima además a
otra faceta de la memoria que tiene
La sensibilización está implicada
en situaciones-límite que desestructuran al sujeto. La incapacidad de
afrontar una situación extrema puede desencadenar el colapso, como
15 Lobo, Op.cit., pp. 61-62.
17 Zardetto, Op.cit., p. 143.
16 Idem., p.161
18
51
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Idem., p.144.
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Deborah Singer González
le ocurre a Aurelia ante el cuerpo sin
vida de Marcelo, el primo desaparecido. El shock emocional es inmediatamente reprimido por medio de la “tarea práctica” de hacer desaparecer el
cadáver en el pantano, haciendo uso
de un esfuerzo colosal en un tiempo
que es percibido como infinito. El impulso de “salir, desnuda, a la calle, a
gritar barbaridades” es neutralizado
a través de la evocación de antiguos
juegos infantiles y la visión y el aroma
de las violetas que ella misma había
puesto sobre el cuerpo de su primo.
Aurelia debe vivir haciendo frente a dos realidades contradictorias:
el horror del asesinato de Marcelo, y
el pacto de silencio decretado por la
familia. Pero el horror no puede reconciliarse con la falsa ilusión de una
vida diaria en perfecto orden, de tal
forma que Aurelia opta por bloquear
la memoria y conjura la locura invocando a los fantasmas familiares. Sin
embargo, el recuerdo está latente, y
la llegada de Yolanda lo trae inmediatamente a la superficie.
El pacto de silencio
52
Ambas primas han optado por el
silencio para evitar un enfrentamiento. El recuerdo de hechos traumáticos no sólo mina la paz familiar, sino
también la paz de toda la sociedad,
por eso se ponen en funcionamiento
tantos mecanismos para bloquearlo.
El padre Paul, antiguo aviador nazi
responsable del bombardeo de un
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pueblo checoslovaco (y además violador del secreto de confesión), intenta combatir sus fantasmas a través
de la oración y las buenas acciones.
Miguel Cárcamo, responsable indirecto de la desaparición de sus compañeros y del asesinato de Marcelo,
neutraliza la memoria callando que la
tumba colectiva en realidad no existe,
con el fin de que los pobladores del
tugurio establecido posteriormente
en ese terreno, sean trasladados y
reciban sus casas nuevas. Todos escogen el silencio, y las vías de escape son múltiples: negación, evasión,
omisión. Hay una suerte de pacto
entre los involucrados que los impulsa a callar para ayudar a los más necesitados. Pero Yolanda, la visitante,
la que pronto se irá para recuperar
su ordenada vida cotidiana, siente el
irrefrenable deseo de aclarar los hechos aunque intuya el peligro:
“No sigas por ese camino, se dijo,
deja las cosas como están o vas a terminar muy mal”.19 De la misma forma,
Irene afirma: “El pasado abre su enorme boca, me traga. Quise borrarlo
y, ahora comprendo, me miraba de
regreso con su intangible reflejo”.20
El recuerdo está lleno de baches
que deben ser llenados, o, según
piensa Yolanda, el destino escribe
con letra gorda para que uno llene
con letra menuda. ¿Qué escollos
es necesario salvar para lograr llenar
con letra menuda? ¿No es la recapitulación del pasado un requisito ineludible?
19 Lobo, Op.cit., p. 181.
20 Zardetto, Op.cit., p. 69.
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Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
La memoria oficial
Uno de los medios más eficaces
para fortalecer los lazos de pertenencia de un grupo humano con el
espacio geográfico que habita, es la
creación de un pasado común. Ese
pasado forma parte de una memoria
oficial que sirve a los intereses de los
grupos de poder porque logra que el
sistema se reproduzca a sí mismo.
En “El corazón del silencio”, ya señalamos que Yolanda evoca con frecuencia el discurso mítico del colono
alemán, pero aunque ella fue criada
en ese ambiente, nunca formó parte de él porque sus rasgos físicos no
calzaban con el fenotipo europeo. El
sentido de no- pertenencia impulsa
al sujeto a abandonar el entorno que
habita en busca de nuevos horizontes. Yolanda viaja por el mundo sin
echar raíces en ninguna parte, y lo
que más la tranquiliza de su regreso
a Chile es precisamente la certeza de
que pronto partirá. Gioconda Belli,
por su parte, construye el relato de
“El país bajo mi piel” como un periplo
que se inicia en Nicaragua y se extiende por diversos lugares del mundo,
hasta terminar “dividida” entre Estados Unidos y su país natal. También
Irene (“Con Pasión Absoluta”) aclara
a su familia que está en Guatemala
“de paso” y apenas pueda saldrá de
ahí. Estas mujeres son extranjeras
en su propia tierra en la medida en
que logran romper con códigos sociales fuertemente anclados, como
el rol tradicional de esposa y madre
y la formación de un hogar estable.
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Todas optan por la emancipación,
asumiendo el riesgo que implica vivir
lejos del terruño:
“La inmensidad del mar apabulla a cualquiera. Navegar puede ser
terrible. Sin embargo, hay algo en
él que deja respirar”.21
Al respecto, cabe señalar que
muchos investigadores mencionan
como característica propia de la novela centroamericana el hecho que
el sujeto vive en una constante tensión por vivir en espacios geográficos
y tiempos diferentes, lo que se ve
agravado por el conflicto Norte-Sur.
Ramón Luis Acevedo22 destaca que
el sujeto aparece como ser inadaptado porque se desplaza en el espacio
e interactúa con diferentes culturas,
es decir, supera lo puramente regional para dar cauce a una perspectiva
más universal. En efecto, el fenómeno de la migración determina tanto la
autodefinición como la reconstrucción de la memoria, y la migración
es una característica que tienen en
común las protagonistas de las tres
novelas.
Gioconda, Irene y Yolanda regresan a su antiguo hogar cuando
la situación política de sus respectivos países se ha estabilizado. Pero,
¿qué concesiones hubo que hacer
para lograr la ansiada estabilidad?
21 Idem., p. 52.
22 Acevedo, Ramón Luis. “Orígenes de la nueva
novela centroamericana (1968-1980)”, Revista
La Torre (Universidad de Puerto Rico), año VIII,
n° 29, pp. 155-148, 1994.
ISSN: 1659-0139
53
Deborah Singer González
En el caso de Chile y Guatemala, los
agentes del gobierno democrático
y los miembros de la cúpula militar
acordaron en forma tácita no desenterrar viejas heridas con el propósito
de favorecer la plena reconciliación.
Lo que parecen olvidar es que la reconciliación sólo puede sostenerse
sobre la base de la verdad y el esclarecimiento, según afirma una indígena del altiplano guatemalteco:
“Hay gente que dice que debemos
perdonar, pero, ¿a quién se perdona
si ninguno dice: yo fui?”.23 Declarar
oficialmente leyes de punto final para
legitimar la impunidad no es una forma constructiva ni sostenible de superar los hechos controversiales o
deplorables del pasado.
Anabella Acevedo24 señala que
la literatura está inmersa en los procesos históricos del país, de manera
que en Centroamérica los hechos de
violencia han dado forma a ese sujeto migrante que supera las fronteras
nacionales, niega el discurso oficial y
mantiene viva la memoria herida. Habría que agregar que el fenómeno no
es propio de Centroamérica y fácilmente podemos extenderlo a todo el
continente. Lo que ciertamente podemos afirmar es que estas prácticas
discursivas buscan alcanzar la verdad, por eso las huellas del pasado
23
54
Zardetto, Op.cit., p. 143.
24 Acevedo, Anabella. “La estética de la violencia:
reconstrucciones de una identidad fragmentada”. En: Temas centrales. Primer simposio
Centroamericano de Prácticas Artísticas y
Posibilidades Curatoriales Contemporáneas,
2001, pp. 97-107.
inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 43-61
están en constante revisión, lo que
desestabiliza el discurso oficial.25
En las tres novelas notamos que
la verdad se transforma en un bien
con el cual es posible negociar. En
“El corazón del silencio”, la existencia de una fosa común en el lugar
donde se levanta un tugurio tiene
como efecto la promesa del gobierno
de trasladar a los pobladores a una
urbanización con mejores condiciones físicas. La fosa en cuestión no
existe, pero todas las partes que lo
saben acuerdan renunciar a divulgarlo con tal de favorecer a los pobres.
El silencio es la mejor opción para todos, y ciertamente es posible callar,
pero ¿cómo evitar el recuerdo?
La tensión entre lo que “debe”
ser recordado y la persistencia de la
memoria alternativa provoca que la
historia se reescriba. El olvido colectivo se transforma así en proyecto de
Estado porque todos quieren la estabilidad, nadie quiere el conflicto. Las
versiones disidentes deben ser acalladas. Al respecto, Irene afirma:
“Soy mestiza, pertenezco a una
raza que no acepta su historia. Vivo
al ritmo de otro calendario que marca los mismos días, fui educada
para adorar otros dioses, lo cual implica que veo la vida con otros ojos.
Vivo como han vivido en este país
los de mi raza: ignorantes, ciegos,
indiferentes a una forma de entender las cosas que se agita y palpita
como corazón de esta tierra”.26
25
Arias, Arturo. Gestos ceremoniales. Narrativa centroamericana 1960-1990. Guatemala:
Artemis-Edinter, 1998, pp. 1-55.
26
Zardetto, Op.cit., pp. 141-142.
ISSN: 1659-0139
Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
La memoria en el
discurso
Middleton y Edwards27 afirman
que las personas construyen versiones de los hechos toda vez que se
refieren a ellos, y para eso se valen
de recursos lingüísticos como la petición de colaboración, la ratificación
y la inferencia. Los diálogos entre
Aurelia y Yolanda están plagados de
silencios y omisiones; ambas mujeres
quieren evitar tocar el tema de la desaparición de Marcelo para ahorrarse
un enfrentamiento. Sin embargo, el
mismo discurso se encarga de llenar
los baches de la memoria para dar
forma a una narración medianamente
coherente. Así ocurre mientras observan la foto del hermano de Melania:
“-qué se hizo, dónde está ahora,
-en el campo,
-se casó,
-sí, tiene un montón de nietos, a
veces viene en el verano, su mujer
tiene parkinson,
-la deja con alguna hija, supongo,
-con la menor, los otros son
varones”.28
A partir de los datos referidos por
Aurelia, Yolanda infiere que la esposa
del hombre en cuestión es atendida
por una de sus hijas. Ya se ha visto
que el vínculo inferencial tiene como
meta llenar los huecos de coherencia narrativa. Pero el objetivo implícito del diálogo anterior es introducir
27
Middleton y Edwards, Op.cit.
28
Lobo, Op.cit., p. 49
en el tema a Melania, porque Melania
constituye el nexo con el recuerdo de
Marcelo. Melania, por su parte, optó
por aislarse del mundo situándose en
el corazón del silencio, en una región
en la que se encuentra a salvo de la
memoria y el olvido.
La revisión de las fotos de la familia también resulta reveladora porque
las fotos median entre el presente y
el pasado. La ausencia de fotos de
Marcelo termina por convencer a
Yolanda de que su prima ha decidido borrarlo de la memoria. Sin embargo, al hablar de las fotografías las
primas elaboran nuevos significados
de las imágenes y las vivencias evocadas. Se produce un encuadre de
los hechos con el posterior reordenamiento que dará origen a nuevas
remembranzas:
“-Esa es la Colombina,
-cuál Colombina,
-la yegua mansa en la que todos
aprendimos a montar,
-pensé que te referías a la que va
encima,
-pero si es la tía Gabriela,
Cierto, lo que pasa es que como la
foto es tan chica no se le distingue
bien la cara”.29
La (re)construcción del recuerdo
queda sentada con la ratificación de
Yolanda (“cierto”), que además justifica su equivocación. Pero el recuerdo
no necesariamente se fija a través de
un diálogo. Irene escucha un torrente
de recuerdos por parte de su madre
mientras las dos están sentadas en la
cama de la abuela agonizante:
55
inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 43-61
29
Idem, p. 48
ISSN: 1659-0139
Deborah Singer González
“La voz de mi madre era un río
de palabras, una cascada de palabras, una lluvia. Yo, el amplio recipiente que recibía en silencio esa
andanada de recuerdos, su torrente
de tiempo perdido”.30
Los patrones
ideológicos
involucrados en la
reconstrucción del
pasado
Los procesos que controlan la
memoria están determinados por patrones ideológicos que garantizan la
permanencia del orden social y las
relaciones de poder. Para demostrar
esta tesis me basaré principalmente
en la novela “El país bajo mi piel”
porque en ella se manifiesta más claramente; sin embargo, se trata de
un fenómeno que es posible detectar de manera universal. La novela
de Gioconda Belli está escrita como
memoria autobiográfica en la que los
recuerdos cumplen la función de (re)
construir al sujeto del discurso (la autora- narradora), y a la vez, ordenar
linealmente los sucesos relacionados
con la gestación, triunfo y derrota de
la Revolución Sandinista.
Ana Patricia Rodríguez,31 al referirse a las autobiografías de Gioconda
56
30
Zardeto, Op.cit., p. 133
31
Rodríguez, Ana Patricia. “Memorias del devenir: Belli, Cardenal y Ramírez cuentan su historia”. En: Antípodas, XIII-XIV, pp. 89-97, 20012002
inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 43-61
Belli, Ernesto Cardenal y Sergio Ramírez, señala que la memoria siempre está condicionada por un planteamiento ideológico; las historias se
reinterpretan y reinventan según las
posiciones que priman en el presente, por lo que la memoria nunca es
un texto definitivo. Efectivamente,
la novela de Belli prioriza la narrativa
histórica para solidificar el sentido de
pertenencia a la nación nicaragüense y a los principios ideológicos del
movimiento sandinista. La memoria
está estrechamente ligada a la ideología, pero ello no debe ser interpretado como la mera simpatía hacia
una tendencia política determinada;
la fuerza de la ideología radica en que
los sujetos recuperan su pasado sin
alejarse demasiado de las creencias
y prácticas sociales del entorno en
el que se desenvuelven. La ideología es un complejo que le permite al
sujeto transformarse en un ente retórico capaz de pensar y cuestionar el
sistema, pero tanto la naturaleza de
los argumentos como la forma retórica que adquieren están determinados culturalmente, según intentaré
demostrar.
La autora-narradora de “El país
bajo mi piel” hace un breve repaso de
los numerosos intentos por parte de
Estados Unidos de invadir Nicaragua,
ese “pequeño y rebelde país, donde
las guerras parecían no detenerse
nunca”,32 porque la nación del norte
pretendía ejercer un control efectivo
sobre toda la zona. Sin embargo, la
potencia norteamericana no contaba
con la resistencia de Augusto César
32
Belli, Op.cit., p. 23,
ISSN: 1659-0139
Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
Sandino “cuyo ejército de guerrilleros campesinos desarrapados se
les convirtió en una pesadilla”.33 El
“pequeño y rebelde país” y “los guerrilleros campesinos desarrapados”
constituyen imágenes míticas que
ya forman parte del imaginario nicaragüense. Esto es de gran relevancia porque al recrear verbalmente
un suceso se suele utilizar lugares
comunes del lenguaje, de manera
que el hablante se hace eco de las
opiniones cotidianas que expresa la
comunidad (lo mismo ocurre con las
opiniones ya señaladas acerca de la
colonia alemana en Chile). Los grupos nacionales crean su propia historia a partir de lo que un “nosotros”
hizo en épocas pasadas, y a los protagonistas de antaño se los eleva a la
categoría de héroes míticos (Sandino,
el Ché Guevara).
La historia se asienta en nociones
que son parte del sentido común y
se aceptan sin discusión, lo cual no
debe sorprendernos porque nacemos
inmersos en una cultura específica y
nuestras formas de hablar necesariamente reproducen ciertos órdenes
sociales. La novela de Gioconda Belli
rescata los aspectos dignificados del
pasado reciente nicaragüense, con lo
que reafirma los valores ideológicos
de su propia comunidad. Si existe
una moralidad implícita en el discurso
de la narradora, esa moralidad se extiende a la población, de manera que
tanto la narradora como el pueblo logran liberarse de la responsabilidad
por los excesos cometidos durante la
Revolución:
“El actuar de la Revolución se
fue endureciendo paulatinamente.
Cuando los grupos económicos
poderosos y la ultraizquierda desafiaron las reformas revolucionarias,
unos porque afectaba sus intereses, los otros porque querían cambios más radicales, la solución no
fue dar cabida a sus críticas, sino
excluirlos y hasta ocasionalmente
encarcelarlos. En vez de forjar un
pacto social, intentamos imponer
el nuevo orden porque suponíamos
que era la única manera de ser fiel a
la mayoría empobrecida”.34
La voz que rememora y reflexiona
describe la complejidad del proceso
revolucionario, pero, si bien predomina
una visión crítica, finalmente se impone la validación. La autora-narradora
acepta su responsabilidad en los hechos, pero al mismo tiempo establece una prudente distancia, condena
los errores de la cúpula sandinista y a
la vez se queja de no haber formado
parte de ella. Los excesos descritos
son seguidos inmediatamente de una
justificación: “La Revolución prohibió
los ajusticiamientos sumarios, pero
no pudo impedir algunos”.35
La dirección sandinista reprodujo
el modo de hacer gobierno “a puerta
cerrada” que tanto había sido criticado. Al denunciarlo, Gioconda Belli se
transforma en adalid de un principio
moral que defiende la transparencia
y una forma democrática de hacer
política; la rememoración, por lo tanto, está recreando representaciones
sociales compartidas, y las reflexio34
Idem, p. 363
35
Idem, p. 347
57
33
Idem., p.23
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Deborah Singer González
nes contenidas en el texto no son tan
personales como la autora-narradora
quisiera creer. Habrá que examinar
otras novelas escritas en el período
posterior a la Revolución para establecer si existe una constante en el
análisis crítico de los hechos que llevaron al ascenso y caída del sandinismo.
Belli reconstruye linealmente los
recuerdos, y la interpretación que
hace de ellos no se aleja de las premisas básicas de su cultura. Por ejemplo, el conjunto de características que
destaca de los líderes sandinistas son
las que la sociedad más valora: el valor, la generosidad, la solidaridad, el
liderazgo y el aura mesiánica. Todos
son atributos netamente masculinos,
lo que entra en contradicción con el
afán de la autora-narradora de proponer una sociedad libre de machismo donde las mujeres no sean marginalizadas y enviadas “de vuelta a la
cocina”. Una contradicción similar
se presenta entre el anhelo de emancipación y la autovaloración a partir
de la mirada de los hombres:
“Los hombres me observaban con miradas de lascivia”.36 “El
agregado cultural, por su parte, se
alisaba los bigotes negros mirándome con una mirada viscosa que
me daba gana de sacudirme la ropa
y salir corriendo de allí”.37 “De ese
momento en adelante todo intento
de disfrazar sus intenciones de seducirme se evaporó. Me lanzó una
avalancha verbal de promesas y
cumplidos”.38 “Divertida, me percaté de que Fidel intentaba repetidamente aproximarse a mi. Apenas lo
lograba, sin embargo, nos rodeaban
de nuevo”.39
El discurso de la igualdad de género se resquebraja por la insistencia
en el atractivo erótico que la protagonista ejerce sobre los hombres.
Por una parte asume la libertad de
decidir sobre su propio cuerpo: “Nacida en un país mojigato y castrador,
me sentía francamente libre, dueña
de mi cuerpo y sobre todo, de mi
curiosidad”,40 pero al mismo tiempo
obliga a su cuerpo a ceñirse al clásico rol de objeto del deseo. Por la
misma razón, las relaciones de pareja
de la protagonista funcionan como
variables desestructuradoras que la
hacen fluctuar entre lo sublime y lo
infernal. Sólo en las últimas páginas
la autora se libera del efecto nocivo
del amor de los hombres, debido a
que para entonces ha logrado establecer una relación de pareja sólida
y estable, perfectamente afín al ideal
occidental.
Por otra parte, el presente que organiza la argumentación hace una lectura crítica del pasado para afirmarse
a sí mismo, de modo que el pasado
es a la vez socavado y perpetuado.
La tensión con las imágenes recordadas ponen en perspectiva aquellas
del presente que en algún momento
se transformarán en recuerdo futuro:
38
Idem, p. 275.
36
Idem, p. 68.
39
Idem, p. 290-
37
Idem, p. 130.
40
Idem, p. 90.
58
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Construcción social de la memoria:
el anhelo de esclarecimiento a la luz de tres novelas centroamericana
“El futuro es una construcción que
se realiza en el presente, y por eso
concibo la responsabilidad con el
presente como la única responsabilidad seria con el futuro”.41
El libro concluye con la afirmación
“no es que uno mismo vea todos
sus sueños cumplidos; sino seguir,
empecinados, soñándolos”.42 Este
es un lugar común del discurso occidental que postula el deber del ser
humano de comprometerse con la
realidad y persistir en la lucha por los
ideales. Visto así, las memorias no
proponen un futuro esencialmente
diferente de lo que hay en estos momentos; a lo más, proponen rescatar
lo positivo que dejaron los años de
lucha para eventualmente llevarlo a la
práctica más adelante. ¿No constituye ello una prueba más de que las
memorias son determinadas por la
ideología?
Conclusiones
Hemos visto que la memoria es
un proceso reconstructivo que se
manifiesta condicionado por factores
que se interpretan de acuerdo con las
prácticas comunicativas de la cultura
en juego. La reconstrucción del pasado hace posible la vida diaria y las
relaciones interpersonales porque,
contrariamente a la creencia popular,
41
Idem, p. 411.
42 Ibidem.
inter.c.a.mbio, año 5, n. 6 (2008), 43-61
la memoria no es un fenómeno que
depende de cada individuo en particular sino de toda la colectividad, y
es la colectividad (la familia, la sociedad) la instancia que crea, mantiene o
transforma los recuerdos. En el proceso de rescate del pasado emerge
una información sabida de antemano
por todo el grupo social; de hecho,
las protagonistas de las tres novelas
analizadas mencionan situaciones en
las que no necesariamente participaron, pero forman parte ya de la memoria colectiva.
Tanto en “El corazón del silencio” como en “El país bajo mi piel”
y “Con Pasión Absoluta” el referente
político e histórico es muy fuerte, de
manera que el rescate de la memoria implica revivir hechos del pasado
profundamente dolorosos para toda
la comunidad. Aun así, las tres protagonistas aceptan el reto de enfrentar
los recuerdos, y al hacerlo reafirman
el “yo” interno que asume el riesgo
y las consecuencias que puede tener
la revelación de la verdad. Yolanda,
Irene y Gioconda son mujeres que
rompen con los convencionalismos
sociales y se relegan a un autoexilio
en países del primer mundo. El regreso a sus lugares de origen implica
un desplazamiento que despierta el
sentido de no-pertenencia (Belli en
menor grado). Este es provocado
por la desfamiliarización con el espacio físico y temporal que encuentran,
pero también por la hipocresía y el cinismo que priman a la hora de escribir
la historia de los sucesos sangrientos
recientes. Las tres protagonistas tienen un espíritu crítico que se rebela
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contra el silencio de los organismos
estatales y de la sociedad entera.
La memoria oficial dispone qué
debe rescatarse del pasado y cómo
debe interpretarse la información recabada. Hemos visto que, a pesar
de que el sujeto que recuerda puede rebelarse contra esa disposición
y aportar una lectura crítica de los
hechos, y a pesar de que puede hacer suyas las voces marginales que
aportan una visión disidente, el discurso que reconstruye siempre estará regido por patrones ideológicos
de los que no puede liberarse. Sin
embargo, en estas tres novelas observamos una denuncia del efecto
nocivo que el silencio, la omisión y la
mentira tienen sobre el cuerpo social.
Desde esta perspectiva, asumen una
posición fuertemente política.
60
Las tres mujeres abogan por el
rescate crítico de la memoria, porque
una comunidad real siempre debe
estar en proceso de revisar y re-explicar su pasado para permitir la proyección hacia el futuro. Los aspectos
discutibles pueden y deben ser objeto de cuestionamiento a fin de evitar
la amnesia institucionalizada. En los
últimos veinte años se generalizaron
en nuestro continente los procesos
de paz, pero todos ellos llevaron una
trampa dentro de sí que tiene relación con el no esclarecimiento de los
episodios traumáticos a fin de favorecer la plena reconciliación. Contrariamente a esta postura, las voces
narrativas en las tres novelas están
guiadas por una motivación que supera el mero recuento y organización
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del recuerdo: se yerguen como la
conciencia que clama por la verdad,
por una efectiva reconstrucción de
la memoria para cimentar sobre una
base sólida la proyección de un futuro en el cual impere la justicia.
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