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La Filosofía Como Crítica De La Estupidez

2016

Si la inteligencia es objeto de estudio, tambien lo debe ser su detractora, la estupidez, pues a la filosofia le corresponde examinar criticamente el razonar para abrir grietas en la seguridad de lo ya pensado y atreverse a ensayar nuevas refutaciones o provocaciones, alli donde la comodidad o la pereza intelectual da por supuesto lo ya dicho, lo establecido por el poder, unas veces por costumbre, otras por imposicion y otras por economia de pensamiento. En tal sentido, entendemos por estupidez no solamente la incapacidad para pensar y tomar decisiones por cuenta propia sino, tambien, la incapacidad para orientar nuestra propia vida en merito a ello. De modo que la filosofia como critica de la estupidez busca no solamente legitimar las destrezas racionales para enfrentar y resolver problemas, sino sobre todo, que ello nos indigne y nos mueva a poner continuamente nuestro saber al servicio de la vida y de las condiciones que la posibilitan.

LA FILOSOFÍA COMO CRÍTICA DE LA ESTUPIDEZ Jaime Araujo Frías*1 Universidad Nacional de San Agustín. Arequipa-Perú. Resumen Si la inteligencia es objeto de estudio, también lo debe ser su detractora, la estupidez, pues a la filosofía le corresponde examinar críticamente el razonar para abrir grietas en la seguridad de lo ya pensado y atreverse a ensayar nuevas refutaciones o provocaciones, allí donde la comodidad o la pereza intelectual da por supuesto lo ya dicho, lo establecido por el poder, unas veces por costumbre, otras por imposición y otras por economía de pensamiento. En tal sentido, entendemos por estupidez no solamente la incapacidad para pensar y tomar decisiones por cuenta propia sino, también, la incapacidad para orientar nuestra propia vida en mérito a ello. De modo que la filosofía como crítica de la estupidez busca no solamente legitimar las destrezas racionales para enfrentar y resolver problemas, sino sobre todo, que ello nos indigne y nos mueva a poner continuamente nuestro saber al servicio de la vida y de las condiciones que la posibilitan. Palabras clave: Indignación, razón, reflexión, razón, sentí-pensante. *Recibido: 07 de Octubre del 2013. Aprobado: 13 de Abril del 2014. Contacto: jaimearaujofrias@hotmail.com Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48. 2 La filosofía como crítica de la estupidez Introducción En el presente ensayo, producto de una reflexión algo arbitraria respecto a los cánones de la filosofía tradicional reducida a las aulas universitarias, intentaré deliberar, desde la reflexión filosófica, sobre la manera como está siendo gestionada nuestra sociedad, a esa manera tan peculiar, pero no por ello nueva, la he denominado “razón estúpida”. Por tal motivo, he dividido el trabajo en cuatro partes: la primera busca justificar el porqué de una crítica de la razón estúpida; en segundo lugar presento una delimitación conceptual de crítica, razón y estupidez, como guía para introducirnos en la reflexión; seguidamente expongo algunos ejemplos de ideas estúpidas; en la cuarta parte enfatizo que a la razón estúpida le subyace el divorcio entre lo sabido y lo sentido, pues históricamente la dimensión desiderativa ha sido separada del razonamiento práctico. Concluyo señalando que el quehacer filosófico hoy tiene que responder a los intereses que nuestros pueblos exhiben y demandan, esto es, una filosofía inspirada en la inquietud primigenia de la tradición filosófica antigua, senti-pensante, capaz de hacer de la filosofía un elogio de la conciencia humana. 1. ¿Por qué una crítica de la estupidez? La filosofía, escribe Gilles Deleuze (2002), sirve para contrariar. “Para detestar la estupidez, hace de la estupidez una cosa vergonzosa” (Deleuze, 2002. Pág. 149). Sin embargo, hoy pareciera no solo que la estupidez está perjudicando a la filosofía, sino que la práctica filosófica de algunos se ha convertido en un reverendo elogio a la estupidez. Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 3 Jaime Araujo Frías He tomado mi pluma como martillo y sigo mi camino. No soy un espejo para reflejar pasivamente la realidad; no soy un yogui para permanecer indiferente ante el sufrimiento y la alegría; no soy un comerciante para ir al mercado a vender mis ideas. Me sublevan la miseria, la explotación, la servidumbre, la ignorancia, la injusticia, la farsa, la mentira y el mimetismo intelectual (Mayorga, 1966, pág. 66) Escribía el filósofo peruano César Guardia Mayorga el siglo pasado. Hoy a comienzos del siglo XXI pareciera que nada de eso nos conmueve ni nos indigna, no porque las circunstancias sociales que dieron origen a su pluma hayan desaparecido, sino porque no vemos por el embotamiento mental o vemos pero no queremos quedar mal con nadie, porque “el hombre que en sociedades retrógradas habla y escribe con valerosa independencia, suscita recriminaciones y tempestades, aventurándose a sufrir los anatemas del sacerdote, los atropellos del mandón y los impulsivos arranques de la bestia popular” (Gonzales Prada, 2004, pág. 105). Si existen tratados y teorías críticas sobre la inteligencia, debería existir también un tratado crítico sobre su detractora: la estupidez. Creo, incluso, parafraseando a Antonio Marina (2005), que enseñarla como asignatura troncal en todos los niveles educativos produciría enormes beneficios (Marina, 2005, pág. 9). Los filósofos deberíamos ser los primeros interesados en declararle la guerra a esta pandemia, empezando por aplicarnos una buena dosis del antídoto, porque es nuestro deber hacerlo. Si la inteligencia es nuestra salvación, la estupidez es nuestra gran amenaza. Por eso, merece ser investigada (Marina, 2005, pág. 10), no por mera cuestión académica, sino porque nuestras sociedades actuales evidencian graves problemas que, en mi opinión, le exigen –como en otros tiempos– a la filosofía generar provocaciones, refutaciones y abrir grietas allí donde las cosas se dan por Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 4 La filosofía como crítica de la estupidez supuestas. Pues “si todos los filósofos hubieran filosofado en silencio, la humanidad no habría salido de la infancia y las sociedades seguirían gateando en el limbo de las supersticiones” (Gonzales Prada, 2004, pág. 104). De manera que, vista así, la filosofía es un servicio que debemos prestar a la sociedad, sobre todo en la reflexión crítica de los problemas más acuciantes que aquejan hoy a nuestros pueblos. Ahora bien, precisaré lo que entiendo por “crítica”, “razón”, “filosofía” y “estupidez” para adentrarnos a reflexionar sobre lo que aquí nos interesa. 2. ¿Qué es la filosofía? Sobre lo que es la filosofía se han dado muchas definiciones, incluso se ha dicho que todos los seres humanos filosofamos, confundiendo pensar con filosofar; no hay duda que somos seres pensantes y que de alguna manera, como ya lo había advertido Aristóteles al comienzo de su metafísica, “todos los hombres desean saber por naturaleza” (Aristóteles, 1980, pág. 5). Pero una cosa es pensar y otra es pensar crítica y coherentemente. Pues la filosofía es una práctica teórica, que tiene el todo como objeto, se sirve de la razón para intentar pensar el mundo y la propia vida, con la finalidad de pensar mejor para vivir mejor (Comte-Sponville, 2005, pág. 230). O, de otro modo, es un pensamiento racionalmente crítico de un género más o menos sistemático sobre la naturaleza general del mundo, sobre la justificación de las creencias, y sobre la conducción de la vida (Honderich, 2001, pág. 388). La filosofía se caracteriza por ser crítica de las ilusiones, de los prejuicios, de las ideologías. ¿Su arma? La razón. ¿Sus enemigos? La ignorancia, el fanatismo, el oscurantismo. ¿Sus aliados? Las ciencias. ¿Su objeto? La totalidad, o Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 5 Jaime Araujo Frías el hombre pero en el seno de la totalidad. ¿Su meta? El buen vivir, pero en el seno de la verdad (Comte-Sponville, 2002, pág. 15). Todo lo anterior nos permite la emancipación de ideas, creencias, costumbres atávicas y otros prejuicios socioculturales dañinos que han modelado las bases sobre las cuales se han cimentado nuestras sociedades. 3. ¿Qué es crítica? Definimos la palabra “crítica” como: el arte de juzgar la bondad, la belleza o la verdad de las cosas. Es sabido que la palabra "crítico" tiene su raíz en el griego y alude al juzgador o juez, y la terminación “-ica” significa "lo relativo a". Etimológicamente tenemos que "crítico" es lo relativo al juicio, lo cual nos lleva a colegir que tener un pensamiento crítico significa que alguien tiene la capacidad para juzgar una situación adecuadamente, no solo en función de una mente estructurada y lógica sino, también, como se señala en el libro Pensamiento Crítico (2005), con base en unos valores y principios éticos y en un manejo adecuado de las emociones (Espíndola Castro J. & Espíndola Castro. M., 2005, pág. 9). En este sentido, entendemos por crítica la depuración de ideas que no solo embotan el pensamiento sino, además, la dimensión desiderativa del ser humano: sentimientos y emociones. Puesto que todo cuanto piensa y siente acerca de los problemas y qué hacer con respecto a ellos es un cerebro situado y condicionado por un conjunto de circunstancias sociales (Mora, 2007, pág. 37). En consecuencia, pensar críticamente no solamente requiere destrezas racionales para detectar los problemas sino, sobre todo, que ello nos mueva, nos indigne y nos impulse a poner Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 6 La filosofía como crítica de la estupidez constantemente nuestro saber al servicio de la vida y en oposición a todo lo que obstaculice o niegue la plena satisfacción de la misma. 4. ¿Qué es la estupidez? Es difícil definir la estupidez por las diferentes connotaciones que a menudo se le ha dado, sin embargo, es fácil darnos cuenta cuándo lo que se dice o hace es una acción estúpida. Bastaría ver algún programa de televisión para recibir una cátedra de estupideces, leer algunos de los diarios que circulan en nuestro medio, escuchar algún discurso político, o leer algún libro oscuro e ininteligible de filosofía de los que abundan en las librerías. Tabori (1999) había advertido que: “algunos nacen estúpidos, otros alcanzan el estado de estupidez, y hay individuos a quienes la estupidez se les adhiere. Pero la mayoría son estúpidos no por influencia de sus antepasados o de sus contemporáneos, sino por un arduo trabajo individual” (Tabori, 1999, pág. 6). De otro lado, Marina señala que la estupidez o el fracaso de la inteligencia, como prefiere llamarlo, es: “aquella acción incapaz de ajustarse a la realidad, de comprender lo que pasa o lo que nos pasa, de solucionar problemas individuales o sociales y que causa daño a la sociedad con el fin de sacar un beneficio” (Marina, 2005, pág. 9). Estoy de acuerdo con esta aproximación a la estupidez, puesto que considero que no hay razón teórica sin consecuencias prácticas, esto es, que la estupidez cumple su cometido allí donde no solamente se piense mal o no se piense, sino allí dónde Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 7 Jaime Araujo Frías se actúe de la misma manera o, sabiendo, no se actúe o se actúe de manera contraria. Ahora bien, dada las aproximaciones conceptuales, una crítica de la razón estúpida es un enjuiciamiento al conjunto de saberes y consecuencias prácticas que hacen daño a la sociedad y que son presentadas y predicadas como verdades al servicio del bien de la misma. En consecuencia, nadie puede negar que mantener un comportamiento o idea de inutilidad comprobada sea claramente un proceder estúpido (Marina, 2005, pág. 25). Veamos algunos ejemplos: En necesario construir más cárceles para acabar con la delincuencia Hoy gracias a las investigaciones se sabe que el efecto que produce el castigo es contrario a lo que se persigue o, como señala Richard Wilkinson y Kate Pickett, citando al psiquiatra James Guilligan: “la manera más efectiva de convertir a una persona no violenta en violenta es mandarla a prisión” (Wilkinson & Picket, 2009, pág. 178). Pues, nuestros sistemas de justicia criminal –agregan– “están funcionando sobre la base de un grave error, que consiste básicamente en creer que el castigo sirve para prevenir o inhibir la violencia, cuando es el estímulo más poderoso que se conoce hasta el momento” (Wilkinson & Picket, 2009, pág. 179). Las investigaciones demuestran que la desigualdad es una de las causas principales del aumento de la delincuencia y que la protección de los derechos vitales son una condición para la paz: en el sentido de que en su ausencia, o en ausencia de sus garantías, la convivencia degenera, por un lado, en la violencia y en la opresión de Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 8 La filosofía como crítica de la estupidez los más fuertes y, por otro lado en la resistencia y la revuelta de los más débiles (Ferrajoli, 2011, pág. 62). La intervención del Estado es un peligro para el desarrollo económico de un país Esto ha sido desmentido con datos históricos. Se sabe que países tales como Estado Unidos e Inglaterra (supuestas patrias del libre mercado) obtuvieron mejores resultados cuando el Estado llevaba la batuta que en el periodo de reformas orientadas al libre mercado (Chang, 2012, pág. 88). En ese sentido, se señala que es necesario que el gobierno desempeñe un papel, no solo rescatando la economía cuando los mercados fallan y regulándolos para evitar el tipo de fracaso que acaban de experimentar países como España, Grecia y Francia. Porque las economías, para ser eficientes y no concentrar la riqueza en manos de unos cuantos, necesitan un equilibrio entre el papel de los mercados y el papel del gobierno (Stiglitz, 2010, pág. 10). Todos los países ricos se enriquecieron mediante políticas de libre mercado. En la historia se ha demostrado que prácticamente todos los países actualmente ricos, incluidos Gran Bretaña y Estados Unidos, se enriquecieron gracias a mezclas de proteccionismo, subvenciones y otras políticas que hoy en día ellos mismos aconsejan no adoptar a los países en vías de desarrollo (Chang, 2012, pág. 88). No cabe duda que las consecuencias de una filosofía de libre mercado que condena la intervención estatal en la economía es impulsar la rivalidad de los Estados, que se enfrentarán para controlar recursos que ninguna institución tiene la responsabilidad de controlar (Gray, 2000, pág. 34). Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 9 Jaime Araujo Frías La cualidad de un sistema político se mide por su Producto Interno Bruto, cuyo aumento acabará por beneficiar también a los más pobres Ocurre en cambio que el simple aumento de la riqueza, como sea, genera en todo caso el crecimiento de la desigualdad, cuya percepción más allá de ciertos límites es aún más intolerable que la pobreza (Ferrajoli, 2011, pág. 67). En esta línea tenemos, por ejemplo, que países con altos ingresos de Producto Interno Bruto, como Singapur, Estados Unidos y Reino Unido, son también países con mayor desigualdad social. El crecimiento económico y el aumento de la renta media han dejado de contribuir de forma sustancial al bienestar general de los países ricos (Wilkinson & Pickett, 2009, pág. 33). En consecuencia, los problemas sociales se relacionan con la desigualdad y no tanto con el Producto Bruto Interno. Sin embargo, la práctica de nuestros políticos cada vez tiende a enfrentar los problemas aisladamente de las causas que los originan, sabiendo de antemano que la desigualdad es una de sus principales causas. Todo esto nos advierte que lo que sabemos respecto de un determinado problema está muy lejos de lo que hacemos para resolverlo. ¿Qué es lo que lleva a nuestras autoridades a hacer exactamente lo contrario de lo que las investigaciones sugieren? La incapacidad para indignarse y actuar en consecuencia con lo sabido, aunque ello implique quedar mal con unos cuantos, aquellos que dicen que las cosas están bien como están y que, por tanto, no podemos hacer nada para cambiarlas. Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 10 La filosofía como crítica de la estupidez 5. El divorcio entre lo sabido y lo sentido Ahora bien, si reflexionamos sobre cómo está siendo gestionado el mundo o cómo están siendo gestionados nuestros países, caeremos en cuenta de que están diseñados precisamente para la estupidez o para el fracaso de la inteligencia. No solo porque el espectáculo crónico de la desigualdad, el hambre, la pobreza, la injusticia, la corrupción política, etc., socave toda posibilidad de condiciones para la vida, sino también porque la racionalidad que pretende hacer frente a dicho escenario ha olvidado que “no hay razón práctica sin sentimientos” (Camps, 2011, pág. 13). Los sentimientos son el ingrediente básico de todo posible conocimiento capaz de trasformar individuos y sociedades, así lo vivieron los grandes hombres y mujeres que transformaron la historia, su práctica cotidiana no se redujo a la sola reflexión y el conocimiento de la realidad sino que, sobre todo, desearon vivir en coherencia con lo que conocían como bueno para la sociedad y rechazaron lo que era aberrante para el bien de la población. Así pues, afirma Francisco Mora: “la emoción es el motor que nos mantiene vivos, es la energía interna que enciende nuestros pensamientos y nuestras conductas alrededor de la supervivencia” (Mora, 2004, pág. 87). En este sentido, sostenemos que la filosofía no puede prescindir de la parte afectiva y emotiva del ser humano como ha sucedido con la filosofía oficial, sino que más bien debe ser potenciada, vitalizada por la dimensión desiderativa. Sin embargo, esto de ninguna manera implica contraponerla a la razón, sino mostrar que la razón necesita de los sentimientos para entrar en marcha y los sentimientos Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 11 Jaime Araujo Frías necesitan de la luz de la razón para no perderse en la gratificante aventura del pensamiento. En consecuencia, el solo conocer no basta, es necesario actuar de acuerdo con lo conocido; conocer las causas de la pobreza, el hambre, la contaminación ambiental, la desigualdad no es suficiente para acabar con ello, es urgente el sentimiento de indignación y acciones de rechazo para acabar con la misma. Un abogado no es justo porque conozca la justica, un periodista no es veraz porque conozca la noticia de primera mano, un economista no es equitativo por conocer cómo se debe distribuir las riquezas, así como tampoco un filósofo es una amante del saber si lo sabido no va acompañado de lo sentido para construirse a sí mismo y provocar con su vida y su discurso trasformaciones en su entorno. En este sentido, vale una crítica de la razón estúpida, la cual es, como hemos argüido, una desvinculación de la razón y los sentimientos, para dar lugar a un quehacer filosófico senti-pensante capaz de vincular razón y emoción, pensamiento y sentimiento, en una época donde el sistema, incluida la filosofía, “divorcia la emoción del pensamiento, como divorcia el sexo y el amor, la vida íntima y la vida pública, el pasado y el presente” (Galeano, 2008, pág. 90). Conclusión La filosofía como crítica de la estupidez es una forma de orientar el pensamiento críticamente hacia pensar la vida y vivir el pensamiento, desmintiendo los discursos impostores e ideas sin correlación con los problemas que aquejan a nuestros pueblos; que busca la autonomía del ser humano respecto de las estupideces que el pensamiento débil nos inventa. Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 12 La filosofía como crítica de la estupidez En consecuencia, es urgente promover la práctica del filosofar como una actitud, como una manera senti-pensante de vivir, exigente y rigurosa consigo misma y con la sociedad, haciendo de ella un conocimiento incitador al servicio de la vida de las grandes mayorías explotadas y engañadas y una amenaza para los victimarios, puesto que la actividad filosófica no consiste simplemente en la escritura y en la palabra, sino en la acción comunitaria y social al servicio de los intereses que nuestros pueblos exhiben y demandan (Hadot, 2010, pág. 87). Y lo que hoy exhiben y demandan es una filosofía inspirada en la inquietud primigenia de la tradición filosófica antigua, senti-pensante, capaz de hacer de la filosofía un elogio de la conciencia humana. Revista Fogón de Descartes ISSN 2339-3858. Segundo Número. Año. 2014. Pp. 35-48 13 Jaime Araujo Frías Referencias bibliográficas Aristóteles (1980). Metafísica, I. 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