El autismo a la luz del síntoma*
marie-Jean sauret**
Universidad de Toulouse II Le Mirail, Toulouse, Francia
* Traducción del francés a cargo de Sylvia De
Castro Korgi, profesora de la Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura de la Uni-
El autismo a la luz
del síntoma
L’autisme questionné
par le symptôme
Autism in light
of its symptoms
Es probable que haya un acuerdo
implícito para excluir el síntoma del
campo del autismo. Este artículo
busca, primero, fundar el asunto
del síntoma en el autismo y, en
su última parte, mostrar que si las
asociaciones de padres de familia y
las comportamentales se interesan
en el autismo es porque tienen la
idea —errada— de que los autistas
bien podrían ser tomados como
paradigma del sujeto sin síntoma
—sin singularidad ni resistencia de
ningún tipo—, que es aquello en
lo cual busca apoyarse el discurso
capitalista. De paso, hay que aprender cuáles son las soluciones de
tales autistas para habitar el mundo
contemporáneo.
Il est probable qu’un accord implicite se fasse pour exclure le
symptôme du champ de l’autisme.
L’article s’efforce d’abord de fonder
en droit la question du symptôme
dans l’autisme. Dans sa dernière
partie l’article montre que l’intérêt
pour l’autisme, de la part des associations de famille et des comportementalistes, tient à l’idée (fautive)
que les dits autistes pourraient bien
être pris pour paradigme du sujet
sans symptôme (sans singularité
ni résistance d’aucune sorte) dont
le discours capitaliste cherche à
se sustenter. Et du coup il y a à
apprendre des solutions des dits
autistes pour habiter le monde
contemporain.
It is likely that there is an implicit
agreement to exclude symptoms
from the field of autism. This article
hopes first to ascertain the matter
of symptoms in autism. Finally, it
shows that if parents and behaviorists are interested in autism, it is
because they have the (mistaken)
idea that autistic people could be
considered a paradigm of subjects
without symptoms (without singularity or any kind of resistance), which
is the very thing capitalist discourse
hopes to lean on. However, along
the way, we must learn what solutions could help autistic people live
in the contemporary world.
aparato psíquico,
autismo, enunciación, línea de
errancia, síntoma.
Appareil psychique,
autisme, énonciation, ligne d’erre,
symptôme.
Palabras clave:
Keywords: autism, enunciation, mark,
psychic apparatus, symptom.
mots-clés :
versidad Nacional de Colombia.
** e-mail: sauret@univ-tlse2.fr
| f e c h a d e r e c e P c i ó n : 11 / 0 6 / 2 0 12 . f e c h a d e a c e P t a c i ó n : 19 / 0 6 / 2 0 12 .
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá] issn : ( imPr e s o ) 1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
artículo de reflexión
235
E
Véase Jacques Lacan, Le séminaire de
1.
Jacques Lacan. Livre 23: Le sinthome
(1975-1976) (Paris: Seuil, 2005).
Véase Marielle Frayssinet, Autisme et
2.
schizophrénie, Thèse de psychologie sous
la direction de Jean-Claude Maleval,
Université de Rennes 2, juillet 2012.
3.
Véase Jean-Claude Maleval, L’autisme
et sa voix (Paris: Seuil, 2009).
Véase Henri Rey-Flaud, L’enfant qui
4.
s’est arrêté au seuil du langage (Paris:
Flammarion, collection Essai Poche,
2010); Henri Rey-Flaud, “Le démenti
autistique”, en Les enfants de l’indicible
peur. Nouveau regard sur l’autisme
(Paris: Aubier, 2010), 327-387.
5.
Ver el seminario en el sitio web de
la l’APJL (http://www.apjl.org/); véase
también Marie-Jean Sauret, “L’autisme
en débat”, en Jean-Daniel Causse et
Henri Rey-Flaud (éditeurs), Les paradoxes
de l’autisme (Toulouse: Erès, 2011).
236
l binomio síntoma-autismo no es corriente. En el campo del psicoanálisis,
el primer término es prácticamente reservado a la neurosis —o ampliado
a la psicosis en su aspecto de solución— lo que Lacan nos enseña a llamar
sinthome1. El segundo término parece caracterizar a un sujeto que apenas
sí merecería ese nombre —que quizás no dispondría de aparato psíquico— para el
cual, entonces, a fortiori, la cuestión del síntoma —y del sinthome— no se plantearía.
Querríamos mostrar que, a justo título, la cuestión se plantea efectivamente y que, sin
duda, hay mucho que ganar al interrogar el autismo a partir del síntoma.
Para este trabajo contamos con los autores que han intentado una evaluación
casi exhaustiva de tesis psicoanalíticas relativas al autismo, tales como Marielle
Frayssinet 2, Jean-Claude Maleval3, Henri Rey-Flaud4, así como de la investigación
realizada con Pascale Macary en el seminario felizmente titulado “La prueba por vía
de la clínica psicoanalítica”, algunos de cuyos resultados ya han sido publicados5.
Anotemos, finalmente, que es difícil hacer abstracción de la querella recurrente que,
al menos en Francia, opone a familias de autistas y especialistas de la psicología neurocomportamental al psicoanálisis.
De manera regular y violenta, en efecto, ciertas asociaciones de familias de autistas y de especialistas de terapias cognitivo-comportamentales —TCC—, la emprenden
contra con los psicoanalistas. Las quejas son siempre las mismas y ninguna explicación,
ninguna desmentida, ninguna respuesta logra callar su letanía. Últimamente la disputa
ha tomado un rumbo novedoso: los primeros han creado una corriente que apunta a
la erradicación del psicoanálisis de la universidad, han acudido a algún parlamentario
con el fin de hacer votar una ley que prohíba la práctica psicoanalítica con autistas, y
han movilizado contra el psicoanálisis muchos organismos estatales —Comité Nacional
Consultivo de Ética, Alta Autoridad de Salud—, si bien con un éxito mitigado, hay que
decirlo.
Los argumentos que se esgrimen contra el psicoanálisis son los mismos, desde
hace decenios: el psicoanálisis habría abusado de su posición dominante en los campos
social y de la salud para apropiarse, en su beneficio, de establecimientos y créditos de
funcionamiento; el psicoanálisis ignoraría que el autismo es una enfermedad biológica,
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
sería el responsable de un desastre educativo y culpabilizaría a los padres, sobre todo
a las madres, a las cuales haría responsables, desde Bettelheim, del funcionamiento
psicológico de su hijo.
No se trata de negar la existencia de sujetos que se caracterizan por el repliegue
sobre sí mismos —aloneless— y por la adhesión a la inmutabilidad del mundo que los
rodea — sameless—. No entraremos en la discusión entre Bleuler, por un lado, quien
ve en esos rasgos una característica de la esquizofrenia, y Kanner y Asperger, por otro
lado, quienes, de una manera ciertamente diferente, afirman así la existencia de una
forma autística de estar en el mundo.
Descartemos uno de los términos del conflicto: la determinación biológica
del autismo, afirmación motivada en el hecho de que las características autísticas son
presentadas por individuos en los cuales se observan accidentes biológicos diversos:
todas las regiones cerebrales están presentes y un número considerable de genes son
sospechosos, y esto sin hablar de otros innumerables factores, desde el gluten hasta
algún virus. La prudencia epistémica supondría que esta lista a la Prevert6 solo se tuviera
en cuenta si se la hallara únicamente en el autismo —lo que no es, evidentemente,
el caso—. El único punto en común entre esos elementos es el prejuicio biológico7
que preside su agrupamiento: en última instancia, que el funcionamiento psíquico
perturbado depende de un accidente biológico. Los autores habrían podido obtener
de esto otra conclusión: que al accidente biológico, cualquiera que fuera, es necesario
añadirle “algo” para que el sujeto responda “autísticamente”. Pero, ¿qué? Sin garantía de
una respuesta, la polémica gira en torno al hecho de saber si el autismo es reductible a
sus determinaciones biológicas: si sí, entonces, constituye una minusvalía. Pero incluso
en ese caso, ¿debería excluirse toda consideración de la dimensión sintomática?
6.
i
en el que lista una serie de elementos
Para el psicoanálisis —perdón por repetirlo incansablemente— el sujeto es aquel que
habla en lo humano. Esta es una manera de registrar su doble nacimiento: una vez
como organismo biológico —sano o enfermo—, y otra vez como sujeto hablante,
potencial o supuestamente. Si él acepta hablar, cae bajo el corte del Otro: está obligado
a plantearse la pregunta acerca de lo que es él y de lo que es para el Otro que preside
su entrada en el mundo. Desde el nacimiento, se confronta con el hecho de que el
lenguaje, no obstante su potencia simbólica, no puede más que representarlo: el real
de su ser se le escapa; literalmente le falta ser. Le pregunta entonces al Otro de qué es
él resultado: así, el humano espera su ser del Otro. Y ese Otro le proporciona un ser
hecho de palabras, un ser formateado, podría decirse: apellido, nombre, estado civil,
[el autismo a l a luz del síntom a]
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá]
Alusión a un poema de Jacques Prévert
heteróclitos y que termina en “Un
mapache”. Citado por Jacques Lacan en
“Función y campo de la palabra y del
lenguaje en el inconsciente freudiano”, en
Escritos 1 (México: Siglo XXI, 1990), 264.
7.
Véase Marie-Jean Sauret, “Le
préjugé biologique”, en collectif,
Sciences et fictions (Rennes: PUR,
collection Clinique psychanalytique
et psychopathologie, 1999), 27-32.
marie-Jean sauret
issn : ( imPr e s o )
1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
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descripciones y explicaciones diversas, características familiares —“tienes la nariz de
tu abuelo”, “el carácter de tu madre”, etc.— Excepto que tal formateo no solo redobla
el fracaso del significante que busca nombrar lo real, sino que enseña al recién nacido
que el Otro le deja a su cargo su existencia de sujeto: nadie puede vivir en su lugar
—abandono, desatención, desamparo originario son, así, la suerte del lactante, ya lo
decía Freud—. Es verdad que en contrapartida de esta imposibilidad del Otro para
responder, este puede ofrecer lo que él mismo no tiene, es decir, de alguna manera,
su propia existencia, lo que perfila los contornos del amor…
Hay, por supuesto, un traumatismo del nacimiento, pero no por el hecho del
alumbramiento, como lo sostenía Otto Rank —esto puede transcurrir bien o transcurrir
mal, la activación de los pulmones es, sin duda, dolorosa— pero, cualquiera sea el
sufrimiento fetal u orgánico, el traumatismo está ligado al encuentro primero con el
Otro que marca el advenimiento del sujeto. Las consecuencias son fuertes —para
todo sujeto—, en efecto: soportar los significantes del Otro como tantas otras marcas,
estar dividido en razón de lo real de su ser, pagar ese amarre al Otro con una libra
de carne, estar enfrentado a la amenaza de ser el objeto de goce del Otro, tener que
arreglárselas con su propio goce en defecto o en exceso, encontrar la función de los
órganos en la imagen del cuerpo que recibe del Otro…
Existe una salida neurótica ante ese traumatismo: admitir el significante no
solamente para “parirse” él mismo, literalmente, como sujeto —representado por un
significante para otro significante—, sino también para construir su lazo con el Otro
bajo una modalidad que, castración obliga, lo pone a la distancia justa. El medio de
esta solución es el síntoma, o sea, lo que le permite al sujeto mantener al Otro a su
disposición sin tener que someterse a la suya8.
ii
8.
Véase Pierre Bruno, en Pierre Bruno
et Marie-Jean Sauret, Problèmes
de psychanalyse, symptôme et
savoir (Paris: APJL, 2006).
9.
Véase Rey-Flaud, L’enfant qui s’est
arrêté au seuil du langage.
238
Pero existe también la solución adoptada por aquel que, justamente, esconde su
enunciación del Otro. La esconde por temor a que la menor manifestación de sujeto
lo entregue de pies y manos atados a la glotonería del Otro. A este, fácilmente, lo
llamamos autista. Este es quien, según la bella expresión de Henri Rey-Flaud, “se
detiene ante el lenguaje”9. La fórmula merece, sin duda, un examen atento pues los
autistas, como cualquier niño, caen, a su nacimiento, bajo el efecto del lenguaje, y la
experiencia muestra que muchos de ellos son del todo capaces de pronunciar frases
perfectas en el momento oportuno —sin que uno sepa a ciencia cierta si tienen el
valor de enunciación o de repetición de enunciado simplemente—.
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
Así, para ilustrar esta prudencia con respecto a la enunciación, evocaría a aquel
adolescente presentado por H. Rey-Flaud, quien nunca había hablado, hasta el día
en que deja escapar el pastel que acababa de hacer: “yo tengo mierda en las manos”
—y que no volverá a hablar nunca más—. O aquel otro, de quien me ha hablado su
re-educadora, quien, cuando ella lo peina felicitándolo por su cabellera, le espeta el
eslogan publicitario: “¡porque yo lo valgo!” Sin duda, los dos muchachos extraen del
Otro, del significante, una forma pura de mensaje10: en ese sentido parecen más bien
detenidos en el umbral de la palabra que en el del lenguaje. Y nadie duda en nombrar
a los autistas llamados de ‘Asperger’, quienes demuestran, según algunos, performances
lenguajeras fuera de lo común, desarrollándose en el campo de las matemáticas, la
canción, la música, el dibujo, la técnica, etc., es decir, en lo que Pierre Bruno ha calificado de “Otro de síntesis” —él habla a veces con la voz, llamada precisamente síntesis,
de un computador—. Sin duda, un análisis de cada caso permite verificar si un sujeto
habla verdaderamente —pues el lenguaje matemático, por ejemplo, es un lenguaje
sin palabra, y lo mismo pasa, aunque en otro sentido, con el lenguaje musical—, o si
lo que hace el sujeto es reducir al Otro a un lugar del lenguaje sin palabra. De suerte
que habría dos categorías de autistas, según sea que rechacen su propia enunciación
al Otro o que arriesguen su enunciación porque el Otro es incapaz de hacerlo —no
siendo un sujeto, el Otro no sabría amenazar a nadie—.
No quita que esta polaridad de enunciaciones —del sujeto o del Otro—
duplique la impresión que se puede tener de los autistas, quienes, o se presentan
como “objetos” o se aventuran en nuestro mundo, y esto con un doble matiz. De una
parte, aquellos que dan un paso, e incluso varios, en nuestra dirección llevan la marca
de la indecisión con respecto a la enunciación. De otra parte, aquellos que parecen
sostenerse en una posición de “objetos” dan fe de tener una relación electiva con
otro objeto —por lo tanto, de algún modo subjetiva: no biológica, como en el caso
del instinto, y no física, como en el magnetismo—: ¡nadie ha visto jamás a un objeto
“poseer”, en el sentido estricto del término, a otro objeto!
En ese contexto, ¿dónde situar la lesión? No queda excluido que esta, por sus
consecuencias, hipoteque la posibilidad del sujeto de entrar en la escena del lenguaje:
en todos los casos, es susceptible de inmiscuirse —por sus consecuencias— entre él y
el Otro. Ciertamente, la lesión es capaz de afectar las capacidades motrices, cognitivas,
sensoriales del sujeto. Pero este último no responde ni a su hándicap, ni a sus lesiones:
responde al Otro con el cual la relación es tan fastidiosa, y contra quien ese fastidio
se mantiene añadiendo así una razón de más a la desconfianza que aquel le suscita.
A diferencia de lo que pasa con el cuerpo de la histérica que “habla” allí donde
el sujeto reprime, aquí deberíamos calificar de “incomplacencia somática” a esta
m arie-Je an saure t [el autismo a l a luz del síntom a]
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá]
issn : ( imPr e s o )
10. “Mensajes
de código y códigos de
mensaje se distinguirán en formas puras
en el sujeto de la psicosis, el que se basta
por ese Otro previo”. Jacques Lacan,
“Subversión del sujeto y dialéctica del
deseo en el inconsciente freudiano”, en
Escritos 2 (México: Siglo XXI, 1985), 786.
1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
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barrera “mútica” planteada entre el sujeto y el Otro. Agreguemos que el autista no está
impedido de manifestarse con lo que él es: incluso concebimos la hipótesis de que la
posición autística es una manera de (no) tratar esta cuestión. Salvo que, aun cuando
tenga una lesión o un hándicap, eso hace parte de su vida, se integra a su existencia,
es constitutivo de su respuesta11.
Esto es lo que nos conduce a considerar que el autista, incluso si ha podido
aventurarse en nuestro hábitat lenguajero, recula ante el segundo nacimiento: él se
sitúa entre dos nacimientos para no encontrarse en el entre dos-muertes.
En principio, el sujeto es “respuesta de lo real” al significante, respuesta de lo real
del primer nacimiento, real interpelado por el Otro que lo acoge. El sujeto es “encuentro
del significante”, en cuanto a que él lo encuentra: si él admite la representación, “lo real
de lo que él es” es literalmente rechazado. Hay aquí como una forclusión del pensamiento sobre lo real del ser que el sujeto debe admitir si quiere darse la oportunidad
de construir una respuesta realizándose como sujeto —este hecho va contra y, a la
vez, explica sin duda que la tradición filosófica, hasta Descartes, se haya ocupado de
la cuestión de saber cómo el pensamiento podría atrapar el ser “real” de las cosas, es
decir, dar cuenta sin resto del ser—12.
En otro comentario de este punto yo escribía:
El sujeto surge de este encuentro del S1 —un significante emitido por el Otro— al
mismo tiempo que llega a ser en lo real el desecho (a) como presentificando lo que de
él no se atrapa con el significante. En un sentido él está, de entrada, dividido entre el
S1 y el objeto a: división de la cual da fe el autista. Pero todo ocurre como si el sujeto
11.
Frédéric Dubas, Catherine ThomasAntérion, Le sujet, son symptôme,
son histoire. Études du symptôme
somatomorphe (Paris: Les Belles
Lettres, collection Médecine et
pudiera elegir entre situarse del lado del significante o situarse del lado del objeto. Una
escogencia análoga, y hasta una oscilación, se observa entre manía y melancolía: esta
última da cuenta de la verdadera naturaleza del objeto. Este último, más que un elemento
positivo, es un agujero a través del cual la búsqueda de ser empuja al melancólico —por
la pérdida de su existencia— y, sin duda, hay algo de esto entre posicionarse del lado
mujer o del lado hombre.
Sciences Humaines, 2012).
12.
Jacques Lacan, Séminaire. 12.
Problèmes cruciaux de la psychanalyse.
Leçon du 12 mai 1965. Inédito.
13.
Marie-Jean Sauret, “La fabrication
de l’autisme”, en Psychologie &
Education 2 (2012): 11-27.
240
¿No puede plantearse la hipótesis según la cual el sujeto que opta por el
autismo es aquel que no se decide por la forclusión —del significante que atraparía lo
real— del ser, sino que permanece fijado entre significante y objeto —una forclusión
al cuadrado en alguna medida—? ¿Es esta forclusión la que la menor enunciación de
su parte debe confirmar, a no ser que, de desenredarse, el Otro mismo pudiera dar
vida a la cadena significante?”13.
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
iii
¿Y el síntoma?
Al respecto, me pregunto si la relación que el autista profundo sostiene con las
huellas, las líneas de errancia, como las nombraba Fernand Deligny14, constituyen el
testimonio de un fracaso de la inscripción del significante, tal como las perspectivas
desarrollistas tienden a pensarlo, o si más bien se trata de una invención. Esta hará
recular el momento en el que habría que responder por el significante y llevarlo, vivo,
a lo real. Desde esta óptica, lo que consideramos espontáneamente como manifestación
de un hándicap, tendría la misma función que el síntoma: sostener un lazo, ciertamente
tenue, con el Otro y, a la vez, mantenerlo a distancia. La forma específica del síntoma
autista debería permitir al sujeto desenredarse para que su eventual enunciación y
aquella del Otro sean como el oso blanco y la ballena: que no tengan ningún chance
de encontrarse. Para esto se requiere ¡introducir un mundo —construido a mínima,
por las líneas de errancia— entre ambos!
Ese mundo es escritura, huellas. El sujeto del cual H. Rey-Flaud dice que se
detiene “al borde del lenguaje”, queda reducido a la escritura de ese borde: él se hace
letra, litoral. Es ese litoral lo que me parece claramente legible en las líneas de errancia
—recorridos repetitivos, en ocasiones fugas reiteradas, pero también estereotipias
motrices y vocales, manifestaciones ecolálicas—. Al menos una vez Fernand Deligny
calificó felizmente esas “líneas de errancia” de “líneas de existencia”.
Un caso, evocado en otra parte15, confirma la analogía entre esas huellas reales
y el aparato psíquico mismo, un poco como si este aparato psíquico “rechazado” por
el sujeto surgiera en lo real a la manera de los rayos schreberianos, en los cuales Freud
veía materializada su teoría de la libido: ¡al punto de reivindicar su prioridad por sobre
el delirio del presidente! De cierta forma, lo suprimido de lo simbólico en los casos
llamados de autismo —la operación psíquica de admisión del significante con sus
consecuencias— es puesto en escena en una suerte de acting out.
El caso de Vincent mostraría que el trabajo de retranscripción de huellas, al que
Rey-Flaud consagra su investigación, permitiría, en esa óptica —volver a— poner el
aparato psíquico en su lugar. Una de las líneas de errancia de este adolescente atraviesa
el taller a donde sus camaradas han sido invitados a hacer modelado. La actividad le es
prohibida, pues él se traga, engulle todo lo que encuentra —se trata de una avidez (un
goce, quizás) que no tiene nada que ver con el placer de comer—: y los educadores
temen que se intoxique con la pasta de modelar, por lo cual consideran la propuesta
de esta actividad inútil para el muchacho.
m arie-Je an saure t [el autismo a l a luz del síntom a]
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá]
issn : ( imPr e s o )
14.
Fernand Deligny, “Tracer-transcrire,
cartes et légendes”, en Œuvres
(Paris: l’Arachnéen, 2007), 809.
15.
Alain Lacombe, “Faire communauté”,
en Psychanalyse 21 (2011): 105-112 ;
Marie-Jean Sauret, “L’autisme à la
lumière de l’interprétation des rêves”,
en Psychanalyse 22 (2011): 29-36.
1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
241
16.
Sigmund Freud, “Presentación
autobiográfica”, en Obras completas, vol. XX
(Buenos Aires: Amorrortu, 1980), 42.
242
Pero una educadora nota que Vincent detiene un momento su recorrido por
la sala antes de retomar su ruta. Ella decide entonces esperar a que pase y, día tras
día, intenta entrar en contacto retomando los ruidos con la boca que hace Vincent,
especie de golpes de lengua. Al término de cierto tiempo, Vincent y la educadora
“juegan” a enviarse esos ruidos como ecos. Cuando el contacto queda así establecido,
la educadora invita al muchacho a venir a una hora en la que la sala está vacía. El
adolescente obedece al punto. Entonces ella le ofrece la pasta de modelado. Vincent
la acepta y, en vez de devorarla, la aplasta y deposita en ella, con su dedo, un poco
de saliva sacada de su boca, como una huella de su paso. La escena se reproduce y,
además, las sesiones se hacen más ricas… ¿Qué pasó?
Me parece tener que admitir que la educadora le interpreta la detención de
su marcha en la sala como “deseo de pasta de modelar”, así que el sueño interpreta al
soñante. Todo ocurre como si ese deseo que ella le presta fuera acogido por Vincent:
más bien, ese deseo, así como en un sueño, es acogido como satisfecho por haber
sido enunciado —“el sueño es el cumplimiento disfrazado de un deseo reprimido”16 —.
Haciendo esto, la educadora, en efecto, hace pasar el deseo al inconsciente: de
algún modo, ella permitió el paso de la reiteración de las huellas con las líneas de
errancia, al uso de la huella para cifrar el goce —tanto como el sueño—. No se trata
ya de glotonería feroz, él la significa con una letra admitiendo de hecho una pérdida
de goce: y por ese hecho Vincent se encuentra en adelante dotado de una segunda
boca, al lado de la boca orgánica de la devoración, la boca para hablar —la que se
constituye al mismo tiempo que él extrae de ella el poco de saliva de la cual hace una
huella —efímera, ciertamente.
Deberíamos concluir que, en ese caso, el aparato psíquico permite mantener
juntos el organismo —la boca de la devoración—, el cuerpo —boca para hablar— y ya
el lenguaje —la huella utilizada para significar su paso junto al Otro—. Sabemos que
Lacan atribuye a Freud haber descubierto esta manera de anudar las dimensiones de
lo real, de lo simbólico y de lo imaginario con las que se fabrica el sujeto. Si bien Lacan
pensó por un instante que el aparato psíquico sería enseguida reducido al Edipo —del
que el psicoanálisis tendría que poder prescindir—, se sabe también que consideró
la cuarta dimensión en cuanto tal inalienable —salvo en la paranoia, y aun así…— y
operada por el síntoma. Tal es la razón por la cual la construcción psíquica que permite
al sujeto llamado autista aventurarse entre nosotros, me parece que ocupa el lugar del
síntoma y amerita ser considerado desde ese ángulo.
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Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
iv
Para abordar la última observación que quiero someter a discusión, reuniré varias
proposiciones de Lacan que me orientan. Esta, para empezar:
Saben la gran tontería que nos han inventado recientemente. Está la estructura y está la
historia. Las personas que fueron colocadas en el casillero de la estructura —yo lo estoy,
yo no fui quien se metió allí, sino porque me han puesto— se supone que escupen sobre
la historia. Es absurdo. Evidentemente, no hay estructura sin referencia a la historia.17
Y esta otra: “No es porque la verwerfung vuelve loco a un sujeto, cuando se
produce en lo inconsciente, que no reina, igual y con el mismo nombre que de donde
la toma Freud, que no reina sobre el mundo como un poder racionalmente justificado”18.
No es sino unos meses después que Lacan se explica a propósito de esta forclusión que
reinaría sobre el mundo. En efecto, el 6 de enero de 1972, en el curso de esas mismas
intervenciones que fueron reunidas bajo el título de “El saber del psicoanalista”, y que
fueron realizadas paralelamente al seminario “… O peor”19, Lacan enuncia:
Lo que distingue al discurso del capitalismo es esto: la verwefung, el rechazo, el rechazo fuera de todos los campos de lo Simbólico, con lo que ya dije que tiene como
consecuencia. ¿El rechazo de qué? De la castración. Todo orden, todo discurso que se
entronca en el capitalismo, deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas del
amor, amigos míos. Ven eso, eh? no es poca cosa!20
17.
Yo comento: el discurso capitalista se caracteriza por la forclusión de la
castración. Eso significa que la falta estructural es en él impensable: no hay falta que
no pueda ser colmada.
Lacan escribirá esto en el matema del discurso capitalista algunos años más
tarde, con ocasión de la conferencia de Milán21: en él invierte los términos del agente
y de la verdad propios del discurso del amo lo que, al modificar el sentido de las
flechas, hace de este el único discurso en el cual es accesible el lugar de la verdad;
otra flecha parte del producto, del objeto, que se liga al sujeto. Así, el discurso
capitalista promete al sujeto el objeto que aportaría integralmente la satisfacción
sin que haya ninguna otra cosa a saber —la verdad se encuentra a cielo abierto, sin
represión—. Esto es, me parece, lo que significa “rechazo, forclusión” de la castración.
Y ahí Lacan plantea una equivalencia entre forclusión de la castración y “rechazo
de las cosas del amor”.
[el autismo a l a luz del síntom a]
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá]
Jacques Lacan, Mi enseñanza
(Paidós: Buenos Aires, 2008), 90.
18. Jacques
Lacan, El saber del psicoanalista.
Charlas de Jacques Lacan en Ste.
Anne, 1971-1972 (Medellín: Sesgo,
s/f), 147. Las cursivas son del autor.
19.
Ibíd.
20. Jacques
Lacan, “Clase de enero
6, 1972”, en “Seminario 19. ...Ou
pire”. Inédito. Folio Views - Bases
documentales, versión digital.
21.
Véase Jacques Lacan, “Du discours
psychanalytique”, en Lacan en italie
(Milan: Editions La Salamandra, 1978).
marie-Jean sauret
issn : ( imPr e s o )
1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
243
S/
S2
S1
a
FIgURA 1. Discurso capitalista22
22. Tomado
de Jacques Lacan, “Conferencia
en Milán del 12 de mayo de 1972”.
Traducción de la versión original
disponible en la Ecole Lacanienne de
Psychanalyse, Francia. http://fr.scribd.
com/doc/55454317/CONFERENCIA-DELACAN-EN-MILAN-DEL-12-DE-MAYO-DE-1972.
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Ese discurso hace del capitalismo una civilización que secreta su propia
ideología, el cientismo, el cual pretende responder a las cuestiones esenciales —las
que conciernen a lo que da cuenta de la singularidad del sujeto— con los medios
de la ciencia. El cientismo secreta una antropología a través de la cual cada uno se
encuentra invitado a pensarse de un modo que sea compatible con la lógica del
discurso capitalista. En los hechos, se proponen muchas metáforas a los sujetos:
pensarse como un simple organismo —sometido al biopoder—, como una máquina,
más precisamente una máquina de tratamiento de la información, como una empresa
de sí mismo, pues al sujeto se lo evalúa, en todos los casos, desde el punto de vista de
las mismas características: útil, durable, flexible, rentable, económico, etc.
Habría que mostrar las muchas consecuencias del cientismo. De una
parte, esta antropología descalifica las teorías tradicionales del síntoma —incluidas
las del psicoanálisis—, obliga a pensar esos síntomas en términos de accidentes, de
disfuncionamiento, de trastornos, de lesiones diversas, privando a los sujetos de las
posibilidades de interrogarse sobre el sentido de lo que les ocurre. Seguidamente, los
sujetos desarrollarán síntomas de protesta, podría decirse, contra el formateo capitalista:
aquí encuentran lugar las patologías de consumo, del aburrimiento, hasta el inquietante
aumento del suicidio como último acto a disposición de ciertos sujetos para salvar su
existencia del ser de palabras impuesto por el Otro liberal. Sobre todo, tendríamos que
interrogarnos sobre las invenciones del sujeto para vivir en tiempos del capitalismo no
obstante su alistamiento al servicio de la sociedad de consumo, sea esto con o sin su
consentimiento —confrontar el problema de la servidumbre voluntaria—.
Todo ocurre, en efecto, como si, con el capitalismo, la metáfora que Freud
postula en el principio de la civilización hubiera cedido su lugar a otra. En efecto, Freud
hace nacer la humanidad con la sustitución de la fuerza bruta por el Derecho —y la
justicia—. Él se interesa, sin embargo, en el hecho de que la fuerza bruta exige una
satisfacción directa, que esta no puede ser íntegramente sublimada. Para preservar
de esta a la sociedad, entonces, una parte de la sexualidad es sublimada, a su vez,
bajo la forma del amor al prójimo. Pero, como sea que se lo haga, la sexualidad y la
agresividad exigirán siempre lo que es suyo. Así se explica el hecho de que la sociedad
no cese de perfeccionarse, de inventar soluciones para preservar a la comunidad y, a la
vez, dar una salida satisfactoria a la pulsión. Ahora bien, con el capitalismo, el Cálculo
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
sustituye al Derecho, la Economía pretende reducir las relaciones entre las personas
a su dimensión mercantil. Y la regla de la evaluación generalizada pretende que sea
posible la sumisión íntegra de lo humano al Cálculo, sin objeción —sin síntoma—, sin
protesta —sin palabra—, sin resto —sin goce imposible—.
Es en este contexto que debe situarse la querella que hace estragos en Francia,
por lo menos entre quienes sostienen las teorías comportamentales del autismo y
los psicoanalistas, hasta alcanzar la forma comunitarista que los primeros dan a su
reivindicación. Podría ser que el autismo se convierta en una suerte de laboratorio
destinado a validar la concepción maquinista de lo humano de la que tiene necesidad
el capitalismo —un sujeto sin síntoma entera y únicamente educable—. Pero esto
reviste una última paradoja.
Desde las primeras páginas de “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”23,
Lacan evoca el hecho de que en cierta forma no podría haber funcionamiento
“maquinista” del sistema significante, y da esta razón:
Esa cuadratura es sin embargo imposible, pero sólo por el hecho de que el sujeto no
se constituye sino sustrayéndose a ella y descompletándola esencialmente por deber a
la vez contenerse en ella y no llenar en ella otra función que la de falta. El Otro como
sede previa del puro sujeto del significante ocupa allí la posición maestra, incluso antes
de venir allí a la existencia […] como Amo absoluto. Pues lo que se omite en la chatura
de la moderna teoría de la información es que no se puede ni siquiera hablar de código
si no es ya el código del Otro, pero es ciertamente de otra cosa de lo que se trata en
el mensaje, puesto que es por él como el sujeto se constituye, por lo cual es del Otro
de quien el sujeto recibe incluso el mensaje que emite.24
Sigue la frase que ya he citado y sobre la cual quiero llamar de nuevo la
atención: “Mensajes de código y códigos de mensaje se distinguirán en formas puras
en el sujeto de la psicosis, el que se basta por ese Otro previo”25. La frase no parece dar
lugar a otra posición subjetiva distinta de la psicosis —el Otro previo con la psicosis, el
Otro desplegado con la neurosis—: pero, ¿acaso el autista no podría ser considerado
como un sujeto que, ciertamente, se las ve con este Otro previo pero que buscaría
desactivarlo —de donde la estructura de denegación claramente señalada por los
autores? El psicótico admite usar el lenguaje —ser representado por un significante
para otro— incluso si tiene dificultades para simbolizar su desaparición bajo el significante, a falta de la operación simbólica de la castración: su propia desaparición
se le devuelve bajo la forma de la alucinación de su propia muerte. El autista, por su
parte, no lo admitiría. Lo hemos evocado al comienzo: él borraría la enunciación, la
suya o aquella del Otro. De donde se explica su gusto por las máquinas. Al menos, él
[el autismo a l a luz del síntom a]
Desde el Jardín de Freud [n.° 12 , Enero - Diciembre 2012 , Bogotá]
23. Lacan,
“Subversión del sujeto
y dialéctica del deseo en el
inconsciente freudiano”, 786.
24. Ibíd.
25. Ibíd.
Las cursivas son del autor.
marie-Jean sauret
issn : ( imPr e s o )
1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 235-247.
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estaría suficientemente adaptado a nuestra sociedad, esta de la que Lacan sostiene lo
ya citado: “No es porque la verwerfung vuelve loco a un sujeto, cuando se produce
en lo inconsciente, que no reina, igual y con el mismo nombre que de donde la toma
Freud, que no reina sobre el mundo como un poder racionalmente justificado”26. De
una parte, el llamado autista se presenta sin síntoma porque él hace síntoma del Otro
del capitalismo. De otra parte, ¡y esto es el colmo! nosotros podríamos aprender de
él cómo sobrevivir en esta época…
b ibliogr afía
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26. Véase
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