Neurociencia
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La neurociencia es el estudio de la estructura, función, desarrollo, química,
farmacología, y patología del sistema nervioso.
El estudio biológico del cerebro es una área multidisciplinar que involucra muchos
niveles de estudio, desde el nivel molecular hasta el nivel celular (neuronas
individuales), las asambleas y redes pequeñas de neuronas como las columnas
corticales, y las asambleas grandes, como las de percepción visual, incluyendo sistemas
como el córtex cerebral o el cerebelo, y el nivel más alto del sistema nervioso en
completo.
En este nivel más alto, intentos neurocientíficos combinan con ciencia cognitiva para
crear neurociencia cognitiva, una disciplina que al principio fue dominada totalmente
por psicólogos cognitivos. La neurociencia cognitiva apenas se está estableciendo
como una especialidad dinámica por derecho propio. Algunos científicos creen que la
neurociencia cognitiva proporciona una nueva manera de entender el cerebro y la
consciencia que podrá reemplazar la manera que se usa popularmente.
También es de gran valor agregar que los avances obtenidos en este campo por
algunos pioneros de los Laboratorios Tina-World, en Venezuela, han permitido el
estudio del cerebro humano y de su sinapsis cuántico-hormonal de carácter efímero a
nivel protoneuronal. Entre sus experimentos destaca el uso de voluntarios con
trastornos de personalidad y delirio de persecución que carecían totalmente del
contacto con la realidad. El caso mas famoso fue el del lingüista venezolano Trajano
Spartaco Ulises Barrios Arias, quien después de sufrir un accidente cerebro-vascular,
ingresa al ya mencionado laboratorio y se le practica una histerectomia del lóbulo
parental izquierdo, gracias a lo cual recuperó la movilidad de un 98% de su cuerpo
después de la intervención.
La neurociencia incluye temas tan diversos, como:
la operación de neurotransmisores en la sinapsis;
los mecanismos biológicos responsables del aprendizaje;
cómo los genes contribuyen al desarrollo neuronal desde la concepción;
la operación de redes neuronales;
la estructura y funcionamiento de redes complejas involucradas en la memoria
humana, la percepción, y el habla.
la estructura y funcionamiento de la conciencia humana.
Resumen
En este trabajo se discuten los enfoques de la neurociencia representada por Sperry
(1973), MacLean (1978) y Herrmann (1989. Sperry y colaboradores confirmaron la
especialización de los hemisferios cerebrales. Sus investigaciones permitieron
establecer que la capacidad de hablar, escribir, leer y razonar con números, es
fundamentalmente una responsabilidad del hemisferio izquierdo; mientras que la
habilidad para percibir y orientarse en el espacio, trabajar con tareas geométricas,
elaborar mapas conceptuales y rotar mentalmente formas o figuras, son ejecuta-das
predominantemente por el hemisferio derecho. MacLean presenta un modelo del
cerebro formado por tres elementos interrelaciona-dos, estos son: el cerebros
reptiliano, el sistema límbico y la neocorteza; ellos controlan la vida instintiva,
emocional e intelectual, respectivamente. Herrmann, por su parte, ha pro-puesto el
modelo del cerebro total, formado por cuatro cuadrantes, que determinan estilos
diferentes de procesamiento de in-formación en los individuos, aun cuando se admite
que el cerebro funciona como una totalidad integrada. Estos hallazgos tienen
implicaciones para el rediseño del currículo de la carrera de formación docente, para la
planificación de programas de entrenamiento para docentes en servicio, al mismo
tiempo que permiten fundamentar el diseño de estrategias instruccionales,
atendiendo a distintos estilos de aprendizaje y al desarrollo de la creatividad.
Palabras claves:
Neurociencias, neuroeducación, neuroaprendizaje
Introducción
Una de las explicaciones más recientes que se ha intentado sobre el comportamiento
inteligente ha sido formulada desde la perspectiva de la neurociencia (Beauport y Díaz,
1994); es decir, la disciplina que se encarga del estudio interdisciplinario del cerebro
humano, lo que ha derivado en una mayor comprensión acerca de la relación entre el
funcionamiento del cerebro y la conducta.
Tal vez, uno de los resultados más relevantes de los trabajos de investigación que se
han realizado sobre este órgano consiste en haber descubierto que sus dos hemisferios
difieren significativamente en su funcionamiento. La naturaleza de esta diferencia ha
sido intensivamente estudiada desde la década de los año 50, particularmente por
biólogos, psicólogos, neurólogos y cirujanos.
Uno de los trabajos pioneros en está área ha sido realizado por Gazzaniga y
colaboradores (Gazzaniga, Bogen y Sperry, 1965; Gazzaniga y Sperry, 1967). De igual
forma, ha sido importante la contribución de autores tales como MacLean (1978) y
Herrmann (1989) entre otros.
Tales investigaciones han dado origen a diferentes interpretaciones acerca del
funcionamiento del cerebro. A continuación se presenta una síntesis de los hallazgos
más relevantes que al respecto reporta la literatura y se analizan sus implicaciones
para la educación.
La Investigación sobre los Hemisferios Cerebrales
Hasta mediado del Siglo XIX los investigadores todavía no habían advertido la
especialización de los hemisferios cerebra-les. Los primeros hallazgos, en este sentido,
se deben al médico francés Paul Broca y al neurofisiólogo alemán Carl Wernicke
(citado por Herrmann, 1989; Wittrock, 1977; Verlee, 1986), quienes a partir de sus
observaciones clínicas en pacientes con daños cerebrales llegaron a la conclusión de
que había una relación directa entre el daño de ciertas zonas del cerebro y la pérdida
de la capacidad de hablar. Específicamente, Broca observó, en 1985, que las lesiones
en cierta zona de la parte izquierda del cerebro producían, casi invariablemente,
trastornos en el habla, en tanto que ello no corría con las lesiones en la misma zona del
hemisferio derecho.
Posteriormente, en 1874, Wernicke identificó otra región, diferente a la ya descubierta
por Broca, relacionada con otro tipo de dificultad en el habla. De nuevo, constató que
el len-guaje sólo era afectado por una lesión en el hemisferio izquierdo. En ambos
casos, los investigadores determinaron que la incapacidad no estaba relacionada con
los músculos productores del habla, sino que cada zona intervenía en su proceso
mental básico necesario para la producción de un lenguaje articulado y con significado.
Los hallazgos anteriores no sólo permitieron confirmar la diferenciación funcional de
los dos hemisferios cerebrales, sino que hicieron pensar en el cerebro izquierdo
además, de ser diferente, era también superior al derecho, por el hecho mismo de
estar asociado con la capacidad de hablar. Así surgió la teoría de la dominancia
cerebral. Esta teoría parecía estar respaldada por el hecho de que en la mayoría de las
personas la mano derecha (controlada por el hemisferio izquierdo) es la dominante, lo
cual llevó a pensar que el hemisferio derecho no jugaba ningún papel importante en el
pensamiento.
Fue después de la Segunda Guerra Mundial que se llegó a determinar, en soldados con
lesiones cerebrales, que el daño de ciertas zonas del hemisferio derecho producía
dificultades en ciertas funciones del organismo. Verlee (1986) ha resumido tales
hallazgos en los términos siguientes:
Si bien los pacientes con lesiones en el hemisferio derecho conservan su
capacidad verbal, a menudo experimentaban una extrema distorsión espacial;
muchos tenían gran dificultad en encontrar los lavados (cuarto de baño) o bien
eran incapaces de hallar la sala de estar. Les costaba vestirse solos y era
frecuente que se pusieran prendas al revés o que metieran una extremidad en
la manga o pierna que no le correspondía. Los dibujos también denotaban
serios problemas con las relaciones espaciales, demostrando una gran
desorganización y distorsión de relaciones entre diversos elementos (p.26).
Los estudios revelaron, además, que el hemisferio derecho era superior al izquierdo en
la discriminación entre colores y formas, lo cual ocurría no sólo con el campo visual
sino también con los demás sentidos; por ejemplo, los pacientes con lesiones en el
hemisferio derecho tenían dificultad para discriminar cuál de dos presiones en el
cuerpo era más intensa o para saber con exactitud donde había sido pinchados con un
alfiler (discriminación táctil). También tenían problemas para familiarizarse con
laberintos cuando se les vendaban los ojos (VerLee, 1986). Los hallazgos antes
reportados sobre la especialización de los hemisferios cerebrales quedaron
confirmados con los resultados de las investigaciones de Roger Sperry y colaboradores
(Sperry, Gazzaniga y Bogen, 1969; Sperry, Bogen y Vogel, 1970; Sperry, 1973;
Gazzaniga, Bogen y Sperry, 1962, 1963, 1965, citados por Wittrock, 1977) del Instituto
Tecnológico de California, quienes en la década de los año 60 diseñaron la técnica de la
comisuroctomía (corte del cuello calloso) y la aplicaron, por primera vez, con gatos
para estudiar el funcionamiento de los dos hemisferios por separado. Los resultados
de tales investigaciones le permitieron a Sperry ganar un premio Nobel de Medicina en
1981.
Al aplicar la técnica anterior con sujetos epilépticos crónicos encontraron que la
comisuroctomía no alteraba la conducta de los pacientes; es decir, los sujetos
mantenían su comportamiento habitual o normal. Esto se explica porque en la mayor
parte de sus experiencias cotidianas, los dos hemisferios reciben el mismo tipo de
información. Sin embargo, cuando los investigadores manipularon la presentación de
información de modo que esta llegase sólo a un hemisferio, fue cuando se pudo
explorar la diferencia en el funcionamiento de los dos lados del cerebro.
Los resultados de estas investigaciones permitieron conocer muchos aspectos
relacionados con el control de la conducta, por ejemplo, que el lado izquierdo del
cuerpo está controlado principalmente por el hemisferio derecho, y que el lado
derecho está controlado, sobre todo, por el izquierdo. Por consiguiente, los estímulos
a partir de la mano, la pierna y el oído derecho son procesados primordialmente por el
hemisferio izquierdo y vice-versa. No obstante, los estímulos visuales son procesados
si-multáneamente por los dos hemisferios, ya que cada ojo envía información a ambos
lados del cerebro.
Otras investigaciones (Ver Gazzaniga, Bogen y Sperry, 1962, citado por Wittrock, 1977)
estuvieron orientadas a determinar el intercambio de información entre los dos
hemisferios. El primer resultado importante fue que tal intercambio quedaba
completamente interrumpido una vez efectuada la comisuroctomía. Sin embargo, se
encontró que la información sensorial (visual, táctil, auditiva, olfativa) presentada a un
hemisferio podía ser procesada en esa mitad del cerebro, aun cuando cada uno de
tales procesos fueron realizados fuera del campo consciente del otro lado del cerebro.
Esta observación confirmó los resultados preliminares obtenidos con sujetos animales
por Sperry y Col (1962, citado por Wittrock, 1977), pero estos resultados fueron más
dramáticos, puesto que es en el hemisferio izquierdo donde normalmente se procesa
el lenguaje natural y los mecanismos del discurso. Todos los procesos que se llevan a
cabo en este he-misferio pueden ser en forma verbal fácilmente descritos por los
pacientes; mientras que la información presentada al hemisferio derecho es
indescriptible. En consecuencia, fue sólo a través del uso de técnicas especiales de
evaluación desarrollados por estos investigadores con tal propósito, que se pudo
describir que el hemisferio derecho tiene una rica e independiente vida mental y que
es capaz de experienciar la mayoría de las actividades mentales que desarrolla el lado
izquierdo del cerebro (Gazzaniga, 1977).
En uno de los experimentos realizados con personas sanas se proyectó la palabra
"Spoon" (cuchara) en el campo visual izquierdo (hemisferio derecho); y cuando se le
preguntó al sujeto qué estaba viendo, no pudo responder. Sin embargo, usando la
mano izquierda, él fue capaz de identificar el objeto con referencia ("Spoon") dentro
de un grupo constituido por diferentes elementos, sin necesidad de ver dichos
elementos, simplemente fue capaz de reconocer la forma del objeto a través de la
sensación táctil. No obstante, cuando se le preguntó qué objeto tenía en la mano, su
respuesta fue: "no lo sé", lo cual llevo a la conclusión de que el hemisferio derecho si
bien es capaz de reconocer una palabra, en este caso el término "cuchara" y de
encontrar una cuchara real, pero no es capaz de describir su funcionamiento con
palabras.
Los resultados del experimento anterior apoyan el modelo de funcionamiento
hemisférico sugerido por los estudios de pacientes con lesiones cerebrales. La mano
derecha comunica con el hemisferio izquierdo verbal, y así el sujeto puede describir
verbalmente su contenido. La mano izquierda comunica con el hemisferio derecho,
pero puesto que la capacidad verbal de éste es limitada, el sujeto no puede dar una
respuesta verbal. Ello pone en evidencia que la falta de una respuesta verbal no indica
una carencia de conocimientos sino tan sólo una dificultad para expresar dicho
conocimiento verbalmente. Estos resultados sugieren que mientras el hemisferio
izquierdo presenta una mayor capacidad para procesar informar verbal que el
hemisferio derecho, éste es superior al primero en el manejo de las relaciones
espaciales.
En resumen, se podría decir que a través de las investigaciones en el área de la
neurociencia se ha podido establecer que muchas de las habilidades mentales
específicas son lateraliza-das; es decir, son llevadas a cabo, son apoyadas y
coordinadas en uno u otro de los dos hemisferios cerebrales. Así tenemos que la
capacidad de hablar, escribir, leer y de razonar con números es fundamentalmente
una responsabilidad del hemisferio izquierdo en muchas personas. Mientras que la
capacidad para percibir y orientarse en el espacio, trabajar con tareas de geometría,
elaboración de mapas mentales y la habilidad para rotar mentalmente formas o figuras
son ejecutadas predominante-mente por el hemisferio derecho.
La diferencia de procesamiento de los dos hemisferios puede ser establecida de la
manera siguiente: por una parte, el hemisferio izquierdo procesa secuencialmente,
paso a paso. Este proceso lineal es temporal, en el sentido de reconocer que un
estímulo viene antes que otro. La percepción y la generación verbales dependen del
conocimiento del orden o secuencia en el que se producen los sonidos. Este tipo de
proceso se basa en la operación de análisis. Es decir, en la capacidad para discriminar
las características relevantes, para reducir un todo a sus partes significativas.
El hemisferio derecho, por otra parte, parece especializado en el proceso simultáneo o
de proceso en paralelo; es decir, no pasa de una característica a otra, sino que busca
pautas y gestalts. Integra partes componentes y las organiza en un todo. Se interesa
por las relaciones. Este método de procesar tiene plena eficiencia para la mayoría de
las tareas visuales y espaciales y para reconocer melodías musicales, puesto que estas
tareas requieren que la mente construya una sensación del todo al percibir una pauta
en estímulos visuales y auditivos.
De acuerdo con VerLee (1986), lo que fundamentalmente dife-rencia a los dos
hemisferios cerebrales, en cuanto a las funcio-nes que realizan, es su estilo de
procesamiento de información. En este sentido, ella aclara que el hecho de que el
estilo de procesamiento del hemisferio izquierdo sea más eficiente cuando trata de un
tipo de información temporalmente organizada, como el lenguaje, no significa que el
lenguaje este situado en el lado izquierdo del cerebro. De la misma manera señala que
el pensamiento viso-espacial no radica en el hemisferio derecho, sino que éste se
especializa en una modalidad de proceso que percibe y construye pautas; en
consecuencia, es más eficiente en las tareas viso-espaciales.
La Teoría del Cerebro Triuno
La teoría del cerebro triuno propuesta por Maclean (1978, 1990) presenta otra visión
del funcionamiento del cerebro humano y sus implicaciones para la educación. Sin
embargo, esta conceptualización no es opuesta a la de la dominación cerebral; por el
contrario, la complementa y amplía. Esta teoría ha sido desarrollada a partir de
estudios fisiológicos realizados con animales. Maclean considera que el cerebro
humano está formado por tres cerebros integrados en uno. Estos cerebros son: (a) el
reptiliano; (b) el sistema límbico; y (c) la neocorteza. Cada una de estas áreas del
cerebro ejerce diferentes funciones que, en última instancia, son responsables por la
conducta humana.
El Cerebro Reptiliano
Esta parte del cerebro está formada por los ganglios basales, el tallo cerebral y el
sistema reticular. Es el responsable de la conducta automática o programada, tales
como las que se refieren a la preservación de la especie y a los cambios fisiológicos
necesarios para la sobrevivencia. Algunas veces, es denominado complejo reptiliano
porque es típico de los reptiles y tiene un papel muy importante en el control de la vida
instintiva.
En consecuencia, este cerebro no está en capacidad de pensar, ni de sentir; su función
es la de actuar, cuando el estado del organismo así lo demanda.
Desde un punto de vista evolutivo, el cerebro reptiliano es el más primario y está muy
relacionado con la piel y con los poros. Esta área del cerebro controla las necesidades
básicas y la reacción de "luchar o volar", la cual se refiere a los cambios en el
funcionamiento fisiológico que acompañan al estrés o a la amenaza.
El complejo reptiliano, en lo seres humanos, incluye conductas que se asemejan a los
rituales animales como el anidarse o aparearse. La conducta animal está en gran
medida controlada por esta área del cerebro. Se trata de un tipo de conducta instintiva
programada y poderosa y, por lo tanto, es muy resistente al cambio.
En el cerebro reptiliano se procesan las experiencias primarias, no-verbales, de
aceptación o rechazo. Aquí se organizan y procesan las funciones que tienen que ver
con el hacer y el actuar, lo cual incluye: las rutinas, los valores, los hábitos, la
territorialidad, el espacio vital, condicionamiento, adicciones, rituales, ritmos,
imitaciones, inhibiciones y seguridad. En síntesis, este cerebro se caracteriza por la
acción.
El Sistema Límbico
De acuerdo con Maclean, el segundo cerebro está representa-do por el sistema límbico,
cuya función principal es la de controlar la vida emotiva, lo cual incluye los
sentimientos, el sexo, la regulación endocrina, el dolor y el placer. Anatómica-mente
está formado pro los bulbos olfatorios, el tálamo (placer-dolor), las amígdalas
(nutrición, oralidad, protección, hostilidad), el núcleo hipotalámico (cuidado de los
otros, características de los mamíferos), el hipocampo (memoria de largo plazos), el
área septal (sexualidad) y la pituitaria (directora del sistema bioquímico del
organismo). Puede ser considerado como el cerebro afectivo, el que energiza la
conducta para el logro de las metas. El desbalance de dicho sistema conduce a estados
agresivos, depresiones severas y pérdida de la memoria, entre otras enfermedades.
La investigación en esta área parece apoyar la noción de que toda la información que
penetra al organismo es supervisada y controlada por el sistema límbico, lo cual
constituye una función vital para la sobrevivencia (Ver Restqak, 1984).
La Neocorteza
El tercera cerebro está constitutivo por la neocorteza, la cual está conformada por los
dos hemisferios en donde se llevan a efecto los procesos intelectuales superiores. De
allí que la neocorteza se la identifique, también, como el cerebro que rige la vida
intelectual.
La neocorteza se convierte en el foco principal de atención en las lecciones que
requieren generación o resolución de problemas, análisis y síntesis de información, del
uso del razona-miento analógico y del pensamiento crítico y creativo.
Las dos características básicas de la neocorteza son: (a) la "visión", la cual se refiere al
sentido de globalidad, síntesis e integración con que actúa el hemisferio derecho; y (b)
el análisis, que se refiere al estilo de procesamiento del hemisferio izquierdo, el cual
hace énfasis en la relación parte-todo, la lógica, la relación causa-efecto, el
razonamiento hipotético y en la precisión y exactitud.
La Teoría del Cerebro Total
Herrmann (1989), basado en los estudios previos sobre la dominancia cerebral (Sperry,
1973) y en la teoría del cerebro triuno (Mac Lean, 1978); así como en los resultados de
sus propias investigaciones, utilizando equipos de retroalimentación biológica
(biofeedback) y de electroencelografía, ha replanteado el problema de la dominancia
cerebral (Ruiz-Bolívar y Cols., 1994). El ha propuesto la teoría del cerebro total que se
ex-presa en un modelo que integra la neo corteza (hemisferios derecho e izquierdo)
con el sistema límbico. Concibe esta integración como una totalidad orgánica dividida
en cuatro áreas o cuadrantes, a partir de cuyas interacciones se puede lograr un
estudio más amplio y completo de la operatividad del cerebro y sus implicaciones para
la creatividad y el aprendizaje.
Cada una de las áreas cerebrales o cuadrantes realiza funciones diferenciadas. Así, el
lóbulo superior izquierdo (Cuadrante A) se especializa en el pensamiento lógico,
cualitativo, analítico, crítico, matemático y basado en hechos concretos. Por su parte,
el lóbulo inferior izquierdo (Cuadrante B), se caracteriza por un estilo de pensamiento
secuencial, organizado, planificado, detallado y controlado; el lóbulo inferior derecho
(Cuadrante C) se caracteriza por un estilo de pensamiento emocional, sensorial,
humanístico, interpersonal, musical, simbólico y espiritual. Finalmente, el lóbulo
superior derecho (Cuadrante D), se destaca por su estilo de pensamiento conceptual,
holístico, integrador, global, sintético, creativo, artístico, espacial, visual y metafórico.
Las cuatro áreas antes señaladas se recombinan y forman, a su vez, cuatro nuevas
modalidades de pensamiento, estas son: (a) realista y del sentido común formado por
las áreas A y B (hemisferio izquierdo); (b) idealista y kinestésico, constituido por las
áreas C y D (hemisferio derecho); (c) pragmático o cerebral, conformado por los
cuadrantes o áreas A y D; y (d) instintivo y visceral formado por las áreas B y C (sistema
límbico).
Herrmann llega a la validación de su modelo a partir del análisis factorial de las
respuestas de un cuestionario aplicado a una muestra de más de 100.000 ciudadanos
norteamericanos. Dicho cuestionario estaba formado por ítemes que representaban
las diferentes funciones cerebrales que típicamente utilizan los individuos en
situaciones académicas, laborales, de recreación y de la vida diaria. En cada caso, se le
pide al sujeto indicar su preferencia por tal o cual función, a objeto de identificar cuál
es la tendencia de su dominancia con respecto a cada cuadrante.
La muestra estudiada por Herrmann indica que el 6% de los sujetos tenían una
dominancia simple, es decir, su estilo de pensamiento estaba claramente enmarcado
en uno de los cuatro cuadrantes; el 60% tenía una dominancia doble; o sea que su
estilo de pensamiento se ubica por igual en algunas de las siguientes posibles
combinaciones: A-B; C-D; A-D; A-C y B-C. El 30% tenía dominancia triple; es decir, su
estilo de pensamiento era múltiple y caía en algunas de las siguientes posibilidades: AB-C; B-C-D; C-D-A y D-A-B; mientras que sólo el 3% tenía cuádruple dominancia. De
acuerdo con esta estadística, el 94% de los sujetos tenía dominancia en más de un área
de pensamiento.
En una de las aplicaciones del modelo del cerebro total se ha encontrado que existe
una relación claramente definida entre el tipo de dominancia y la preferencia
ocupacional. Al respecto, Herrmann ha reportado que las personas que tienen
dominancia primaria en el cuadrante A, tienden a seleccionar ocupaciones tales como:
ingeniero, médico, abogado, banquero, físico, químico, biólogo y matemático, entre
otras.
Las personas que tienen dominancia en el cuadrante B, prefieren ocupaciones tales
como las de: planificador, administrador, gerente y contador. Los del cuadrante C, se
ubican en ocupaciones como: maestro, comunicador social, enfermero y trabajador
social; mientras que quienes tienen dominancia en el cuadrante D, se deciden más por
las siguientes ocupaciones: arquitecto, pintor, literato, compositor, diseñador gráfico,
escultor y músico.
Hasta aquí se ha presentado una descripción breve de las características más
resaltantes de los tres modelos de funciona-miento cerebral reportados en la literatura
(bio-hemisférico, cerebro triuno y cerebro total). A continuación se discutirá la
importancia que los hallazgos reportados en la literatura de la neurociencia tienen
para la educación.
Implicaciones Educativas
Lateralidad y Aprendizaje
Uno de los aprendizajes que emergen de la presentación anterior es que existen dos
modalidades de pensamiento: una ver-bal y otra no-verbal, representadas por los
hemisferios cerebra-les izquierdo y derecho respectivamente. No obstante, los sistemas educativos de la mayoría de las sociedades occidentales tienden a privilegiar el
desarrollo del hemisferio izquierdo. Esta tendencia puede ser claramente observada
cuando se constata que las áreas curriculares que tienen mayor énfasis en la escuela
elemental son las de: lectura, escritura y aritmética; dejando de esta manera la otra
mitad de la potencialidad del individuo con una posibilidad de desarrollo bastante
limitada, por decir lo menos.
En general, la noción de que existen dos modalidades late-rizadas de pensamiento
sugiere que la enseñanza, ya sea a través de conferencia o de la imitación, afecta
primariamente a uno de los dos hemisferios. Por lo tanto, el aprendizaje de cualquier
área de contenido será más afectivo en la medida en que se activen ambas
modalidades, mediante la presentación diversificada de dicho contenido y a través de
la utilización de un currículo que estimule el desarrollo de ambos hemisferios de
manera balanceada.
El sobre-énfasis del sistema educativo en el desarrollo del área lógico-verbal ha hecho
aparecer, erróneamente, a dicha área como la determinante en el aprendizaje escolar;
sin embargo, esta aparente superioridad del hemisferio izquierdo en el área lógicoverbal, no implica necesariamente superioridad en otras áreas, como la viso-espacial,
por ejemplo. De hecho existen individuos que, por diferentes razones, están más
orientadas hacia un tipo de procesamiento de información verbal; mientras que otros
son más eficientes cuando trabajan con información no-verbal.
Estimulación del Hemisferio Derecho
Una de las enseñanzas que los educadores deben aprender, de los hallazgos reportados
sobre la investigación en el área de la neurociencia, es que la efectividad de la
instrucción aumenta en la medida en que el contenido se presenta no sólo en la
modalidad verbal tradicional (estímulo al hemisferio izquierdo) sino también en la
modalidad no verbal o figural (gráfica, imaginal, pictórica u otra), lo cual contribuirá a
estimular el hemisferio derecho.
Lo anterior lleva a plantear la necesidad de utilizar en el aula de clase una estrategia
instruccional mixta que combine las técnicas secuenciales, lineales, con otros enfoques
que permitan a los alumnos ver pautas, hacer uso del pensamiento visual y espacial, y
tratar con el todo, además de las partes. Al respecto, se podría utilizar las siguientes
estrategias de enseñanza: el pensamiento visual, la fantasía, el lenguaje evo-cador,
metáfora, la experiencia directa, el aprendizaje multisensorial y la música (ver Ver Lee,
1986)
Cerebro Triuno y Educación
Como ya se ha señalado, Mac Lean (1978, 1990) en su teoría del cerebro triuno
interpreta el cerebro como un sistema formado por tres subsistemas: el reptiliano, el
límbico y la neocorteza, los cuales interaccionan permanentemente para la producción
de la conducta. Esta conceptualización enfatiza una visión holísticas del
comportamiento en términos de sus procesos determinantes; de allí que considere que
no es apropiado un estudio de dicho comportamiento a partir de los procesos parciales
cognitivo o motivacionales que lo producen, sino como una totalidad. En consecuencia,
comprender esta conceptualización del funciona-miento del cerebro tiene importantes
implicaciones para la educación, por cuanto le puede servir al docente como base
teórica para una interpretación más adecuada del proceso interactivo que ocurre en el
aula de clase y para desarrollar un sistema de instrucción integrado que tome en
cuenta las diferentes áreas del cerebro.
Para ilustrar el planteamiento anterior, Nummela y Rosengren (1986) plantean que se
puede dar el caso de que un niño pudiera estar vivenciando un sentimiento de ira
debido a una pelea con uno de sus compañeros, al mismo tiempo que podría estar
tratando de comprender una instrucción compleja para la realización de una tarea.
Este tipo de situación no es nueva; sin embargo, en el pasado su tratamiento era
generalmente por separado; por ejemplo, el área afectiva era tratada
independientemente de la dimensión cognitiva y viceversa.
Numera y Rosengren consideran que toda nueva información, o aprendizaje en
general, envuelve un contenido emocional o está asociado con algún contexto
emocional. De allí que cuando un docente quiere que un alumno aprenda algo, el
sentimiento del estudiante hacia el educador, la escuela y la materia, interaccionan con
su habilidad para procesar la nueva información.
Por ejemplo, un estudiante que perciba el ambiente o clima de la clase como inseguro,
hostil o amenazante, en lugar de estimulante, excitante o retador, experimentará una
interferencia emocional en su intento por aprender.
Por su parte, Lozanov (1978) ha señalado que existen barre-ras para aprender, las
cuales actúan como filtros emocionales que determinan la aceptación o rechazo de la
nueva información por parte del estudiante. Estas barreras actúan como alarmas que
se activan automáticamente, con un propósito de auto-protección y están relacionadas
con fuentes externas de estímulos o con los estímulos propiamente dichos.
Lozanov piensa que la barrera surge cuando el estudiante percibe una falta de
confianza en el docente: (a) como persona o como autoridad; (b) en cuanto a la
habilidad intelectual y dominio del contenido de la lección; o (c) en relación con cualquiera pregunta que pueda estar reñida con cuestiones religiosas o morales o con
sistemas de creencias. El considera que estas barreras existen en forma permanente,
tanto a nivel consciente como inconsciente, y cuando un estudiante las vivencia el foco
de la atención se desplaza desde la lección y el profesor, hacia los sentimientos y
fantasías internas.
La investigación en esta área parece apoyar la noción de que los sentimientos y el
aprendizaje son inseparables, lo cual plantea la necesidad de que los docentes sean
más sensibles a las barreras emocionales del aula de clase que potencialmente
amenaza la calidad de la instrucción. En consecuencia, los docentes deben propiciar un
clima psicoafectivo agradable, armónico y emocionalmente cálido que haga propicia
una efectiva interacción docente-alumnos, y alumno-alumnos.
La enseñanza principal que los educadores deben derivar de esta teoría del cerebro
triuno es la conveniencia de desarrollar estrategias instruccionales integradas, basadas
en una nueva conceptualización del proceso de enseñanza-aprendizaje, que tome en
cuenta que el alumno puede vivenciar el aprendizaje a diferentes niveles al mismo
tiempo, incluyendo el nivel inconsciente, y que estos procesos están en permanente
actividad; es decir, los tres cerebros (reptiliano, límbico y neocorteza) influyen
complementariamente en la efectividad del aprendizaje.
Cerebro Total y Educación
Del modelo de Herrmann se pueden deducir tres implicaciones principales para la
educación. En primer lugar, el mismo podría ser utilizado como criterio para diseñar e
instrumentar políticas de selección de estudiantes para la carrera de formación
docente. Ello permitiría admitir alumnos mejores dotados para el estudio y desarrollo
de la profesión de educador.
En segundo lugar, como criterio para la administración del currículo en la carrera de
formación docente. Esto permitiría formar teórica y metodológicamente en este
campo, a los estudiantes de formación docente.
En tercer lugar, como criterio para fundamentar programas de entrenamiento de
docentes en servicio; de esta manera los educadores se capacitarían para orientar el
diseño y la práctica instruccional, de acuerdo con los postulados de este modelo, lo cual
contribuiría a mejorar la calidad de la enseñanza y del aprendizaje.
Conclusión
De la exposición anterior se derivan dos conclusiones básicas, ellas son:
1. La neurociencia constituye un nuevo paradigma que permite analizar y
explicar el comportamiento humano inteligente, desde tres perspectivas
teóricas diferentes, pero que, al mismo tiempo, son complementarias. La
característica más destacada en cada uno de los modelos presentados es la
holonomía.
Esta condición se expresa en el mecanismo de funcionamiento del cerebro en el cual
relaciona las partes con el todo; es decir, existen hemisferios, áreas o cuadrantes que
cumplen funciones específicas, que caracterizan el comportamiento humano, pero
éste, a su vez, requiere de todo el cerebro, para operar de manera óptima.
2. Los hallazgos de la neurociencia tienen implicaciones para la teoría y la
práctica educativa. En el rimer caso, al ofrecer explicaciones novedosas que
permiten profundizar en el conocimiento acerca de las condiciones bajo las
cuales el aprendizaje puede ser más efectivo.
Desde el punto de vista de la práctica educativa, porque permitiría fundamentar el
diseño de estrategias instruccionales no convencionales dirigidas a atender las
diferentes dimensiones y el desarrollo de la creatividad.
Referencias
1. Austin de Beauport, E., y Díaz de Melasecca, A. (1994). Las tres caras de la
mente. Caracas: Galac, S.A.
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El Autor
Carlos Ruiz Bolívar, PhD