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Deuda ecológica y deuda externa

2011, Cadernos de Estudos Sociais

Las crisis económicas y políticas vinculadas a deudas externas ya se dieron desde Ia misma independencia de Ia América latina. En algunos momentos esas crisis fueron tan graves que Ilevaron a Ia intervención militar extranjera. Para ei continente en conjunto, Ia Deuda externa actual tiene más importancia aún, medida porejempio por ei porcentaje de los pagos de Deuda Externa respecto de los PiBs o respecto de los ingresos por exportaciones, que ia importancia que tuvo en esas épocas dei pasado. En cambio, Ia discusión sobre Ia cuantificación y reclamo de Ia Deuda Ecológica es muy reciente, empezó hace apenas diez aí%os. La Deuda Externa que se acumuló en los aíios 1970 1980 continúa teniendo un peso determinante en la política económica dela América Latina, a pesar dela aplicación de diversos esquemas para reducir su cuantía. Los pagos ya realizados son mayores que ei importe que se debía y sin embargo ei total de ia Deuda Externa ha seguido creciendo y alcanza en 1997 para ia América latina más de 600,000 miliones de dólares. Mientras Ia Deuda Externa es pues un problema conocido, Ia Deuda Ecológica es una idea nueva que este artículo anaiiza. Cualquier auditorio latinoamericano queda facilmente impresionado La prirnera versión de este articulo fue escrita para ei encuentro La Deuda Externa y ei Final dei Milenio, organizado en julio de 1997 en Caracas por ei Parlamento Latinoamericano. Agradezco ia invitación cursada a través de Gilberto Bueriafio dei CENAMB de ia Universidad Central de Venezuela y ias ideas e inforrnaciones de Alberto Acosta, Elizabetti Bravo, Carlos Larrea y Héctor Sejenóvich. La discusión sobre ia Deuda Ecológica fue iniciada hacia 1990 por diversos autores latinoamericanos como M.

Comercio ecologicamente desigual

Oro negro (que se exporta sin seguiria máxima enunciada en 1936 por Uslar Pietri, de «sembrailo» de nuevo para que genere un ingreso económica y ecologicamente sostenibie, y sin preocuparse de [os impactos ambientales iocaies ni dei aumento dei efecto invemadero); oro verde que ha sido rabado gratis y que ahora constituye ei objeto de los nuevos contratos de bioprospecciôn que otros ilaman biopirateria; oro bianco de Ias centraies hidroeléctricas que a veces (como Tucurui en Brasil) inundan zonas de selva, destruyen biodiversidad, despiazan a pobiaciones humanas y causan nuevas enfermedades, para producir kiiovatios para procesar bauxita y producir alumínio para exportar (Brasil subsidia ai Japón, ai regalar ei kwh a un centavo de dólar): oro amanho, en fin, producto que requiere movergrandes cantidades de materiales para obtenerpocos gramos, y cuya amalgama se hace aún con mercurio (ei mismo azogue de Huancaveiica que envenenaba a los mineros de Ia mita de Patosí). Quê larga historia de depredaclón de Ia naturaleza, no precisamente a causa de Ia presión de Ia pobiación humana sobre los recursos naturaies, sino a causa de ia presiôn de ias exportaciones. Se exporta más y más para poder pagar Ia Deuda Externa, tanto es asi que, sin atendera ia insustentabilidad ecológica de ias exportaciones, se sueie medir Ia importancia de ia Deuda Externa por ei cociente entre pagos por ei servicio de ia Deuda Externa e ingresos por exportaciones, concluyendo que ia Deuda Externa pierde importancia cuando disminuye ese cociente.

En ia actuai ola neoiiberai -que recuerda otras épocas en Ia historia de ia América latina republicana -reaparece ei viejo tema dei intercambio desigual. Se exporta más y más, ai final se quedan sin los recursos, y más endeudados que ai principio, como ie ocunió ai Perú en Ia era dei guano de 1540 a 1880. Cómo establecer una alternativa de desarroilo o una alternativa ai desarrolio que no esté basada en un comercio abusivo e insostenibie? Aunque un índice cuantitativo de exportaciones (es decir, cuántas toneladas se exportan) no revela efectos como Ia toxicidad de los materialesni ia desapaniciôn de biodiversidad, sin embargo en cierto modo si que indica ei impacto que esas economias exportadoras tienen sobre Ia naturaleza. Pues bien, en ias estadísticas de estos aros recientes comprobamos que ei índice cuantitativo de exportaciones (en toneladas) de América latina ha crecido considerablemente (Cuadro 1). Se logra aumentar ei valor de Ias exportaciones a base sobre todo de exportar más cantidad, en vez de exportar productos o servicios de mayor precio. QUADRO 1 indice de Quantum de Exportaciones de Bienes de América Latina (índice 1990 = 100) y Valor Monetario delas Exportaciones FOB (a precios constantes de 1990, miliones de dólares)

Quantum de Valor Exportaciones monetario

Ias exportâciones asiáticas, pero eso es un indicador monetario ecologicamente engaõoso ya que en cantidad física Ias exportaciones de América latina han aumentado algo así como 245% en quince aflos (Cuadro 1), y ei ritmo de crecimiento en Ia década de los aõos 1990 se ha acelerado ai diez por ciento anual.

Ese dato para ia América latina, que es parte de una tendencia general ai aumento cuantitativo dei comercio mundial, tiende a negar ia hipótesis de una «desmateriaiizaciófl» de ia economia mundial que algunos estudiosos dei «metabolismo industrial» de ias economias ricas han creído prematuramente descubrirya que, además dei índice de exportaciones en toneladas que muestra una tendencia creciente, deberíamos construir un segundo quantum index (que no existe aún en Ias estadisticas oficiales y que seguramente seria más creciente todavia), que indicara todo ei material que se transforma, destruye o mueve para lograr esas exportaciones. Por ejempio, para exportar una tonelada de alumínio hace falta un mayor insumo de bauxita y para sacar y trasportar ia bauxita hace falta mover mucho más material y destruir vegetacián, y esos impactos son independientes dei precio que alcance ei alumínio en los mercados. Para exportar un diminuto gramo de oro se destruye muchisima vegetación, se mueve mucha tierra y se contamina mucha agua. El cultivo dei café se ha hecho a veces a costa de Ia destrucción dei bosque original y dela erosión dei suelo, como ocunió en Brasil. Para exportar cocaína se erosiona mucha tierra (ai cultivarse Ia coca en pendientes y en condiciones precarias de tenencia) y los rios son contaminados con los insumos para su fabricación. Es decir, incluso los productos de alto predo y poco volumen, pueden indirectamente implicar grandes impactos ambientaies. Por ejempio, puede parecer una buena idea exportar papel o por lo menos pasta de papei, en vez de exportar chips o madera en roilo (como Brasil en comparacion con Chile), ya que esa exportación supone menor voiumen a mayor precio, supone un mayor «valor aiadido» en términos económicos, pero desde ei punto de vista ambiental ei impacto no es necesariamente menor porque sea relativamente menor ei volumen de exportaciones ya que posibiemente Ia destrucción de bosque nativo o ei impacto de Ias plantaciones de eucaliptos o coníferas sea ei mismo en uno u otro caso, habiendo además mayores externalidades dei proceso industrial (compuestos organociorados, mayor uso de energia en ia fabricación aunque menor uso en ei transporte).

Recordemos Ia teoria latinoamericana dei empeoramiento de Ia reiación de intercambio, desarroilada por ei economista argentino Prebisch y Ia Cepal a partir de 1949. Esa teoria explicaba que los aumentos de productividad en ei sector de exportación de materias primas (mayor producción por trabajador gradas ai cambio técnico), se traducían en descensos de precios, ya que habia muchos competidores intemacionates que exportaban Ias mismas materias primas (a pesar de los intentos de formar carteles) y, por otro lado, los trabajadores eran pobres y vendian su trabajo barato, mientras que Ias importaciones de productos manufacturados no bajaban de precio en proporción a los aumentos de productividad, ya Ia estructura dei mercado era más oligopolista y los trabajadores, sindicalizados y sin apuros económicos ai estar bien pagados, conseguían aumentar sus salarios por lo menos en proporción ai aumento de ia productividad. Esa teoria está abierta a distintas objeciones. Por ejempio, durante aigunas épocas ias economias pueden crecer sobre Ia base de exportaciones de matadas primas, y esas economias abiertas pueden crear bases urbanas e industriales importantes (como revela ia historia de Buenos Aires hasta 1925). A eso se le ha Ilamado Ia step!e theory of growth, Ia teoria dei credmiento económico basado en ia exportación de materias primas, como en Canadá, Nueva Zelanda, Australia, los países escandinavos. Otra objeción es que también los productos industriales y los servicios están sometidos a presiones comerciales que hacen bajar sus precios, como ha ocurrido con los automóviles y con ia informática. Sin embargo, Ia teoria dei empeoramiento de Ia reiadón de intercambio (que dio ia base teórica para ia política latinoamericana de «sustitudón de importaciones»), toma a ser relevante en Ia presente ola exportadora neoliberai. Ahora, Ia nueva doctrina dei intercambio ecologicamente desigual recogerá esas antiguas ideas heterodoxas latinoamericanas y Ias complementará con un análisis de economia ecológica aunque esa discusión no será amparada por instituciones como ia Cepai. El debate sobre ei intercambio desigual va a reaparecer de Ia mano de Ia discusión ecologista, en ONG5 y también en revistas académicas y en universidades, tal vez en algunos grupos políticos y gobiemos, no sólo porque hay épocas en que realmente se da un deterioro de Ia relación de precios de exportación frente a los de importación (como Prebisch y Ia Cepai sealaron), no sólo, tampoco, porque se exportan muchas horas de trabajos mal pagados a cambio de pocas horas de trabajos bien pagados (como los economistas marxistas habían advertido), sino también porque ei intercambio es ecologicamente desigual. Se exportan productos siri en los precios los danos ambientales producidos local o globalmente, y siri tan siquiera contados. En esos daõos ambientates hay que incluir los daios a Ia saiud humana. Además, a menudo se exportan productos que ala naturaleza le ha tomado mucho tiempo produciry que se intercambian por productos o servidos de rápida fabricación.

A veces hay exportaciones que parecen ecologicamente sostenibles pero que tampoco lo son. El propio guano dei Perú era un recurso renovable que se exportó a un ritmo mayor que ei de su renovación. El guano es ei mismo recurso (aunque en un estadio posterior en ia cadena trófica) que Ia harina de pescado que también se exportó desde ei Perú de manera no sostenible en los aõos 1960 y 1970. Por ejemplo, ai exportar eucaliptos, ei precio no inciuye Ia pérdida de fertilidad dei sueto ni los efectos sobre Ia disponibilidad de agua. Pareceria que Ia exportacián agrícola es una actividad sostenible lograda por Ia fotosintesis de Ia energia solar, pero Ia exportación ileva incorporados nutrientes (por ejemplo, ei potasio de los bananos) que no son pagados por los precios delas exportaciones. Asi se da Ia paradoja que ia Argentina ha aparecido mucho tiempo, junto con Haiti, entre los países latinoamericanos que menos fertilizaban por hectárea ai haber recurrido a Ia fertilidad natural -pero no eternade Ia Pampa. Además, los cultivos de exportación suelen causar una simplifícacián de la biodiversidad.

Las economias latinoamericanas se apoyan considerablemente en un aumento de exportaciones de petróleo, gas, minerales como hierro, cobre, estaõo, oro, también maderas y piensos como Ia soja y Ia harina de pescado, y por eso se está habiando de una «reprimarizacián» de esas economias, pero eso no es muy novedoso, es un déjà vu económico que tiene consecuencias ambientales más graves aun que Ias de anteriores oleadas exportadoras. Incluso ias Ilamadas «exportaciones no tradicionales» resuitan ser también exportaciones de materias primas con alguna transforínaclón, como flores o camarones. Es cierto que algunas zonas de América latina, como Sao Paulo, escapan dela tendencia a Ia «reprimarización» (por ei contrario, son zonas de importaclón de energia y mateilales y de exportaclón de bienes industriales, como los automóviles, y de servicios). En contraste con Sao Paulo, otra zona dei Brasil, ei Norte, se convierte ahora en una regiãn de enormes proyectos nuevos de extracdón de minerales con líneas de transporte ferroviario directamente a Ia costa, según Ia antigua pauta de «enclaves» extractivos con escasos lazos con ia economia regional, y ia región dei Mato Grosso, ai sudoeste de Brasil, junto con Paraguay y ei oriente de Bolívia, se apronta para convertirse en zona de gran exportaciôn agrícola tal vez por Ia hidrovía Paraguay-Paraná, un proyecto muy polémico ambientaimente. Otras zonas de América latina son «falsamente» industrializadas, como Ia frontera mexicana con importaciones de insumos intermedios para ia maquila. incluso países ya bastante industrializados como Argentina o Chile se están «reprimarizando». Asi, con razón, Rayen Quiroga y sus colaboradores dei instituto de Ecologia Política de Santiago han descrito Ia economía de Chile como «El Tigre siri Seiva», pues una parte dei crecimiento económico chileno se basa en Ia exportadón acelerada de mineraies, de productos dela pesca y de lefia dei bosque nativo (como los alerces, por ejemplo, hechos astilias para Ia exportación ai Japón: los alerces han demorado centenares de aios en crecer).5

Los intentos redentes de organizar redes de «Comercio Justo» mediante Ia cooperación desde ei Norte con ei Sur (consumidores que, por ejemplo, están dispuestos a pagar un precio mayor por café «orgânico» importado) nacen de Ia voluntad de incorporar en los precios ciertos costos sociales y ambientales. Dicho ai revés, esos costos no están «intemalizados» en los precios que rigen en Ia producción y comercio habituales. Esos intentos de «Comercio Justo» son una seiai de Ia conciencia que empieza a nacer en algunos sectores minoritarios dei Norte de que ]os precios intemacionales no cubren tales costos y que para permitir que los productos exportados se produzcan con procesos de producción sostenibies ecológica y socialmente, hace falta pagar más.

El comercio ecologicamente desigual nace pues de dos causas. En primer lugar, falta frecuentemente en ei Sur ia fuerza necesaria para lograr incorporar Ias extemalidades negativas locales en los precios de exportación. La pobreza Ileva a vender barato ei propio medio ambiente y Ia propia salud, aunque eso no signifique falta de percepción ambiental sino, simplemente, falta de poder económico y social para defender Ia salud y ei medio ambiente. En segundo lugar, ei tiempo natural necesario para producir los bienes exportados desde ei Sur es frecuentemente más largo que ei tiempo necesario para producir los bienes y servicios importados. AI haberse aprovechado ei Norte de un flujo de comercio ecologicamente desigual, éste es uno de los elementos que deben ser contabilizados en Ia Deuda Ecológica.

Condicionalidad ecológica y ((ajustes)): cómo darle Ia vuelta a Ia cuestión

Desde ei Sur se ha permitido que en ei campo ambiental ei Norte ocupe eso que en inglés se liama «the moral high ground», que desde países cuyo estilo de vida resulta ecologicamente no generalizabie ai mundo entero, se den lecciones impertinentes de cómo lograr Ia sustentabiiidad ecológica. Por ejemplo, que se reprenda a los pescadores mexicanos, venezolanos o colombianos porque matan delfines ai pescar atún para Ia exportación. El ievantamiento dei embargo atunero estadounidense que pesaba sobre México, Venezuela, Colombia y otros países latinoamericanos, trae a Ia actualidad este interesante caso de condicionalidad ambientai a Ias importaciones. El embargo se impuso porque los métodos de pesca de atún implicaban ia muerte de delfines. Para que se levante ei embargo definitivamente, ias flotas pesqueras de atunes deben abrirse a Ia inspección dei National Marine Fisheries Service de Estados Unidos, obligación que siri suelta un cierto tufilio de «ecocolonialismo». La industria pesquera de los países sometidos ai embargo, apoyada poria opinión pública, sostiene que ei embargo ha sido un disfraz de los intereses comerciales proteccionistas de Ia industria pesquera de Estados Unidos y de sus socios asiáticos.6 Fero ia mortandad de deifines es y ha sido cierta, cruel e innecesaria. No sólo Ias organizaciones ecologistas dei Norte sino también ias dei Sur han denunciado Ia matanza de delfines. Lo que sorprende más bien es Ia ceguera que existe en Estados Unidos (en ia opinián pública y en organizaciones ambientalistas) respecto de los impactos ambientales locales de otms importaciones como los productos de Ia minería y ei petróleo barato importado precisamente de países como Venezuela, México y también, ahora, Coiombia.

Cuando Austria intentó en 1992 imponer una etiqueta obligatoria a Ias importaciones de madera tropical para garantizar su procedencia de bosques manejados sosteniblemente, se enfrentã a ias protestas ante eI GATT de los gobiemos de Malaysia e indonesia siri fuertes aliados locales en esos países'. No obstante, ha habido casos en que se ha logrado yauna colaboración armoniosa y eficaz entre ONGs dei Norte y dei Sur para dificultar Ias exportaciones de productos dei Sur baratos y ambientalmente dafiinos, como por ejemplo ha ocurrido en 1997 con ei triunfo contra ia maderera Trillium en ei sur de Chile, cuyas concesiones para cortar lengas fueron anuladas judicialmente ante Ia satisfacción de los ecologistas chilenos y ia irritaciõn dei gobiemo de Eduardo Frei. La Trillium era ya bien conocida por sus depredaciones en ei noroeste de Estados Unidos. 6 Ojalá se avance por este camino de cooperación entre instituciones de Ia sociedad civil, por ejempio para lograr ei boycott desde ei Norte a ias importaciones de camarones que implican 6 El Nacional (Caracas), 1 agosto 1997.

Jordi Roca, «Globalización económica, mercado único europeo y problemática ecológica», Eundación Pere Ardiaca, Maastricht y ai Muro de Europa. Ed. Serbal, Barcelona, 1997, p. 48, cf. T. Lang y C. Hines, 8 miava proteccionismo, Barcelona, Anel, 1993.

Jonathan Friedland, «Chile lidera ia región con un nuevo mo'imiento ecológico», The Wall Street Joumal Americas, 26 marzo 1997, reproducido en diversos diailos lat1noamericanos. El articulo se hace eco de Ia alianza entre grupos ecologistas chilenos que representan ei ecologismo popular (como RENACE, Ia Red de Accián Ecológica) y Dougias Tornpldns, un multimilionanio estadounidense fundador de ia cadena de ropa Esprit de Corps y que abora está afincado en Chile donde pracüca sus creencias en Ia «ecologia profunda» ai haber comprado y protegido una enorme propiedad forestal en ei Sur. A esa alianza en Chile, se afiada ei apoyo de grupos en Estados Unidos. destrucción dei manglar y de ias formas sostenibles de vida en ei mangiar, para lograr en otros casos un sobreprecio que compense los costos de manejo sostenibie o que por lo menos permita pagar los costos de ia mitigación de daios causados por los procesos de produccián de ias exportaciones. Asi, en vez de protestar contra ia iimitaciôn a ias importaciones de atún, en vez de indignarse contra ei supuesto <(proteccionismo ambiental» dei Norte (que se aiiade ai proteccionismo habitual contra ias importaciones de azúcar o trigo o bananos dei Sur), más coherente seria insistir desde ei Sur en ias daõos ecológicos (iocaies y giobales) que está produciendo ei aumento dei comercio internacional de petróleo y gas, de minerales, de madera y de pasta de papel, e insistir también en los beneficios que los importadores han obtenido y siguen obteniendo ai no pagar esos daõos, beneficias que son parte de su creciente Deuda Ecológica.

El hectio es que Ia condicionaiidad, ya sea en ei âmbito financiero o en ei ambientai, se impone siempre desde los Estados hegemónicos mientras los Estados periféricos o dei Sur nunca son elios mismos sujetos que ia impongan. Eso explica ei habitual rechazo social de ia condicionalidad en estos países. Pero a veces, por ejempio cuando Ia cooperaclón internacional se condiciona ai respeto a los derechos humanos, puede ocurrir que ia sociedad civil de los países sometidos a condicionaiidad, a pesar de ser consciente de ia asimetria política e incluso de ia doble morai que se aplica, sea pragmaticamente favorabie a ia condicionaiidad para defenderse de sus propios gobiernos, aunque eso no deberia hacer olvidar ios abusos contra los derechos humanos dentro o fuera de sus fronteras por los propios Estados que imponen tal condicionalidad. 9 Consideraciones parecidas san aplicabies en mi opinión en ei campo ambiental.

La «condicionaiidad» es un concepto que se refiere en general no tanto ai medio ambiente o a ios derechos humanos como a ias condiciones que se imponen desde ei Banco Mundial y ei Fondo Monetario internacional antes de hacer préstamos o antes de renegociar Ia Deuda Externa. Es un concepto que se usó y se usa aún mucho más en ei contexto de ias políticas de «ajuste)) financiero que en un contexto ecológico o de derechos humanos. Cuando se imponen tales programas de estabilizacián, no sóio se trata de frenar Ia inflación (en principio, una buena idea) a veces suprimiendo brutalmente subsídios y congelando ingresos, sino que se trata también de bajar ei consumo interno de los países y aumentar ia exportación para poder pagar una parte de Ia Deuda Externa y así conseguir nuevos créditos para refinanciar ei resto. Tales programas de estabiiización pueden dar lugar a distintas consecuencias sociaies y ambientales, todas elias entreiazadas. Puede haber reacción popular contra Ia congelaclôn de los ingresos y ei aumento dei precio de bienes básicos y puede haber entonces represión, como en Ia masacre en Venezuela en febrero de 1989. Mediante programas especiaies puede intentarse aliviar ia situaclón de los más pobres. Otros programas especiales pueden atender a los daíios ambientaies ya que ei aumento de Ia pobreza puede agudizar algunos impactos arnbientales (uso de le,'ia para cocinaren zonas áridas, falta de agua para ia limpieza). Pero además ei pian de estabiiización en si mismo es causa de degradación ambientai porque ia necesidad de producir un excedente para equilibrarei balance exteriorde pagos, incluyendo pago de deuda e intereses, puede conseguirse bajando los salarios internos, o a través de una improbabie mejora de ia relación de intercambio externa, o por un aumento de ia eficiencia técnica que no haga aumentarei fiujo de energia y materiaies en ia economia o por último -y aqui es donde entra directamente ia cuestión ambiental -mediante ia expiotaciôn más intensa dei medio ambiente. Es decir, extemalizando costos e infravaiorando ei futuro. Esos factores se interrelacionan. Para escapar de Ia pobreza que ei programa de «ajuste)> impone ai tiempo que se paga ia Deuda Externa, una via es aumentaria exportaciôn de recursos naturales. Eso ayuda a explicar Ia política de aumento de exportaciones de petróleo de México, Ecuador o Venezuela, y en general ia gran expansión minera y maderera actual en ia América latina que degrada ei ambiente y además hace empeorar Ia retación de intercambio.

Supongamos que ei Sur necesita lecciones dei Fondo Monetario

Internacional y dei Banco Mundial (lecciones basadas en ei iiamado «Consenso de Washington») acerca de ia estabiiizaciôn financiera de sus economias inflacionarias, y supongamos incluso que los costos sociales y ambientates de tales «ajustes» pudieran ser evitados. Debería aceptarse ahora también que ei Norte imponga una «condicionaiidad ambiental» a sus préstamos o ai acceso a los mercados dei Norte? Hay dos líneas distintas de rechazo de esa «condicionaiidad ambiental». La primem es un poco tonta pero muy común: «ahí están esos gringos otra vez entrometiándose en nuestros asuntos, impidiendo Ia entrada de nuestros bananos o nuestro atún o nuestras maderas tropicales o nuestras fresas o flores porque dicen que esa producdón es anti-ecológica, y además dicen que no dan préstamos o renegocian Ia Deuda Externa a menos que cada proyecto de inversión ileve esa pendejada o cojudez dei estudio de impacto ambiental». La segunda línea de rechazo de Ia «condicionaiidad ambientai» parte de ia constatación que existe un ecologismo propio dei Sur, un «ecologismo de los pobres» que queda oculto para muchos ya que a menudo se expresa en lenguajes que no son ecologistas.

Desde ei Sur debería entenderse que ia amenaza mayor ai ambiente viene dei sobreconsumo dei Norte, que se beneficia de un intercambio ecologicamente desigual y dei uso gratuito de servidos ambientales de los que se apropia unilateralmente, lo que ha dado lugar a una Deuda Ecológica. Así pues, en vez de imponer unilateralmente una «condicionalidad ambiental» ai Sur, ei Norte debería pagar su Deuda Ecológica, y deberia «ajustar» sus finanzas a su economia productiva, y «ajustar» a su vez su economia productiva, que es de hecho muy destructiva y contaminante, a su propio espacio ambiental. Pero Ia cuestión es entonces: quién le pone ei cascabel dei «ajuste ecológico» a ias economias ricas? Quién se va a negar a financiar los deficits (exteriory fiscal) dela economia de Estados Unidos por razones ecológicas? La única manera de imponer ei «ajuste ecológico» ai Norte seria a través de unos precios de exportaciones de petróleo y otras materias primas que fueran más altos, dejando asimismo de proporcionar servidos ambientales gratuitos, y en general tal vez con un reglamentación internacional controlada por unas Naciones Unidas más democráticas y ecológicas.

Dei ecologismo popular hacia una globalización alternativa AI observarei profundo desinterés oficial en un país como Venezuela respecto dei aumento dei efecto invemadero, a pesar de ser un país (cuya política económica oficial Deva sin disimulos ei nombre de «apertura minera y petroiera») que exporta unos tres millones de barriles de petróleo ai dia (150 miilones de toneladas ai afio, es decir, casi ocho toneladas por persona) y que sufre impactos ambientaies enormes en ei lago de Maracaibo y va a sufrirlos dentro de poco en ei Deita dei Orinoco, ai observar que incluso los debates sobre ia conservaciôn de Ia biodiversidad silvestre parecen más intensos en ei Norte que en ei Sur ai ser protagonizados por organismos como Ia Unión internacional para ia Conservación de ia Naturaleza o ai World Wide Fund for Nature (con su dulce logotipo dei oso panda), deberíamos entonces aparentemente concluir que ias prioridades políticas y sociaies dei continente latinoamericano, no son ecológicas. Sin embargo, ia América latina contiene ia mayor biodiversidad dei mundo y toda ia América latina está sumamente involucrada en ei efecto invernadero, poria extracción cieciente de petróleo y gas peru también por ia parte considerabie que ie corresponde de los sumideros de carbono. Cómo explicar ia falta de debate respecto de esos dos temas centraies en Ia discusiôn ecológica internacional, efecto invemadero y biodiversidad, que fueron objetos de sendos acuerdos en ia conferencia de Rio de Janeiro de 1992? Se trata acaso de asuntos ajenos a los temas «reales» de Ia América latina, como Ia apertura exterior, Ia privatización de ia propiedad estatal, Ia corrupción, ia integración comercial, ei tráfico de drogas, ia pobreza, Ia desiguaidad, ei machismo, Ia Deuda Externa? Son Ias preocupaciones ecologistas en general, realmente ajenas a ia vida cotidiana y ai pensamiento latinoamericano?

Desde ai actual neoiiberaiismo que predomina en Ia América latina, pero también desde ei desarroilismo anterior basado en Ia «sustitución de importaciones» y desde ia izquierda de origen marxista aún impermeable hacia ei ecologismo (nôtese Ia deliberada ausencia de un enfoque ecologista en los programas de los partidos políticos representados en ei Foro de Saci Paulo), se ha visto ei ecologismo o ambientalismo como un lujo de los ricos más que como una necesidad de los pobres. Cuando ya se tiene de todo, se preocupa uno por Ias especies en extinción. Cuando ya ia família tiene uno o dos carros, se les ocurre a sus miembros pasearse en bicicleta [os domingos. Ese es ei lugar común: ]os pobres son demasiado pobres para ser «verdes». 10 En contra de esta opinión, quiero citar aqui unas 10 Ver una lista de autores que sostienen tal opinián y una critica de Ia tesis «postmaterialistai dei origen dei ecologismo, en J. Martinez Aliar, De (a economia ecológica ai ecologismo popular, icaria-Nordan, Barcelona-Montevideo, 1995 y con mayor extensión en Ramachandra Guha y J. Martinez Alier, Varieües of Environmentalism: Essays North and South, Earthscan, Londres, 1997.

frases escritas ya en 1991 por Hugo Bianco, un antiguo dirigente campesino en ei Perú quien era senador cuando Ias escribiô, frases que sintetizan en un lenguaje coloquial mi tesis dei «ecologismo de los pobres»: «A primera vista los ecologistas o conservacionistas son unos tipos un poco locos que luchan porque los ositos panda o Ias balienas azules no desaparezcan. Por muy simpáticos que le parezcan a ia gente común, ásta considera que hay cosas más importantes por Ias cuales preocuparse, por ejemplo, cómo conseguirei pan de cada dia. Algunos no los toman como tan iocos sino como vivos que con ei cuento de velar por ia supervivencia de algunas especies han formado «organizaciones no gubemamentaies» para recibirjugosas cantidades de dólares dei exterior ( ... ) Pueden ser verdaderas hasta cierto punto esas opiniones, sin embargo en ei Perú existen grandes rnasas populares que son ecologistas activas (por supuesto si a esa gente te digo «eres ecologista» pueden contestarme «ecologista será tu m...» o algo por ei estilo). Veamos: No es acaso ecologista muy antiguo eI pueblo de Bambamarca que más de una vez luchó valientemente contra Ia contaminación de sus aguas producida por una mina? No son acaso ecologistas los pueblos de lio y de otros valies que están siendo afectados porta Southem? No es ecologista ei pueblo de Tambo Grande que en Piura se levanta como un solo puflo y está dispuesto a morir para impediria apertura de una mina en su puebio, en su valie? Tarnbién es ecologista ia gente dei Vaile dei Mantaro que ha visto morir ias ovejitas, ias chactas, ei suelo, envenenados por los relaves de Ias minas y ei humo de ia fundición de La Oroya. Son completamente ecologistas Ias poblaciones que habitan ia seiva amazónica y que mueren defendiéndoia contra sus depredadores. Es ecologista Ia pobiación pobre de Lima que protesta por estar obiigada a bararse en Ias piayas contaminadas». 11

Lo que [os economistas liaman «externalidades», es decir los impactos negativos no recogidos por los precios dei mercado, a veces dan lugar a movimientos de resistencia que utilizan distintos ienguajes sociales) 2 Son movimientos que pocas veces se describen a si La República (Lima), 6 abril 1991. mismos como ecologistas, pero que en Ia realidad si lo son. Por ejempio, pueden ser movimientos sociales espontâneos como los que en aigunas ciudades de ia india han quemado en ei acto automóviles o autobuses que han atropeilado a trabajadores ciclistas, tan pobres que acuden ai trabajo en bicicleta para ahorrarse ei pasaje dei transporte público. Otro ejemplo mucho más conocido: Chico Mendes fue durante diez aiios un dirigente sindical de los recolectores de caucho en ei Acre en ei rincón occidental dela Amazonía de Brasil, cerca de ia frontera de Bolívia; Chico Mendes tenha vinculación con ei PT nacido dei movimiento obrem en Sao Paulo durante Ia dictadura militar y también con ei movimiento de «teoiogía de ia liberación», había aprendido a ieer en ia seiva con Ia ayuda de un refugiado dei Partido Comunista, y sóio supo que era ecologista un par de aiios antes de ser asesinado en diciembre de 1988, aunque lo había sido toda su vida ai oponerse a Ia privatizacián y depredación de Ia Amazonia a cargo de empresas madereras y ganaderas. No muy lejos dei Acre, en ]os tenitorios bolivianos dei Beni y Santa Cruz, hay en estos últimos tiempos indignadas protestas de comunidades originarias indígenas (como los guarayos, chiquitanos y ayoreos) contra ias concesiones forestales a empresas madereras, protestas que usan un vocabulario de derechos tenitoriales indígenas y no necesariamente un vocabulario explicitamente ecologista.13

Esos movimientos sociales que son movimientos ecologistas que no se presentan como tales, tal vez sean movimientos por acceso ai agua en zonas urbanas (si ei agua apenas ilega a baffladas pobres), o conflictos por ei agua entre Ia ciudad y ei campo como eI que ha surgido en ei valie de Cochabamba donde se perforaron pozos para Ia provisión de agua a Ia ciudad y ai bajar Ia capa freática se malograron los cultivos. En otros casos, como ocurre en Venezuela en Ia defensa en 1997 dela gran reserva forestai de Imataca de tres miilones de hectáreas contra ei Decreto 1850 que permite ia explotación de oro a cargo de concesionarias extranjeras (ia mayor parte mineras canadienses), se alían grupos indígenas (los pemones) con organizaciones ecologistas (como Amigransa), con antrópologos y sociólogos y hasta con diputados dei Parlamento, grupos que emplean varios distintos lenguajes sociales en ia misma causa, desde ias protestas en ias cailes de Caracas hasta recursos de nulidad contra ei Decreto 1850 ante ia Corte Suprema de Justiciai4 O son movimientos poria defensa dei manglar como medio de vida contra Ias empresas exportadoras camaroneras, movimientos que en ia costa dei Pacifico (desde Honduras hasta ei sur de Ecuador y ei norte de Perú) usan un lenguaje de defensa de Ias culturas afroamericanas.

Podriamos realizar un viaje por ia geografia latinoamericana, descubriendo caso tras caso de <(ecologismo de los pobres», muchos de elios nacidos de Ia resistencia ai actual boom minero, petrolero y maderero -que, insisto, parece negar en los hechos Ia tendencia a Ia desmateriaiizaciôn no ya solo, obviamente, de Ia economia latinoamericana sino también de Ia economia mundial. Hay en todo ei mundo movimientos ecologistas de resistencia que vinculan lo local con lo global y que, una vez que se percatan de que son ecologistas, se unen o fornian redes. Es una globalizaclón que se opone a ia globalización de Ia economia capitalista y de Ia cultura estadounidense, aunque utilice alguna de sus armas, como Ia Internet. Es una giobalización alternativa a Ia de Ias empresas ti-ansnacionales y los gobiemos. Asi, hay conflictos en diversos lugares dei mundo contra Ias pIantaciones de pinos o eucaliptos para exportados para Ia industria de pasta de papei pues como dice ei movimiento mundial en defensa de los bosques, «las plantaciones no son bosques». Hasta hace poco tiempo eI comercio de madera y de pasta de papel se hacia casi exclusivamente desde y hacia ei Norte (desde países como Canadá, Estados Unidos, Rusia, Finiandia) pero hoy en dia ei aumento dei consumo ileva a Ia industria dei papel ai Sur, a Brasil, Chile, Indonesia, Thailandia, Sudáfrica, y cuando se acaban los bosques nativos, se recurre a esos «monocuitivos» de pinos, eucaliptos o acacias. 15 Quienes defienden esos programas de plantaciones industriales de árboles intentan justificados porque ayudan a «contrarrestar ei efecto invemadero, ai servir como sumideros de carbono, o ai aliviar Ia presián sobre los bosques nativos ayudando asi a preservarias como depósitos de carbono», 16 de manera que Ia oposición local a tales plantaciones se ve involucrada en una discusión global sobre ei efecto invemadero.

Otra cuestión global, Ia preservación y valoración de Ia biodiversidad, se vincula también a crecientes conflictos locales. Así, hay una conciencia general en grupos indígenas en rincones de Ia Amazonía de Ia «biopirateria» de conocimiento puesta de manifiesto en litígios sobre patentes o intentos de patentes sabre atributos de plantas como Ia ayahuasca, Ia sangre de draga, eI jaborandi o Ia ua de gato, en paralelo aia indignación que produjeron hace pocos aios en Ia India los intentos de patentar algunas propiedades dei neem y existen redes intemacionates que advierten de lo que sucede y ayudan a Ia resistencia en tales casos.

Existe también como ejemplo de ecologismo popular un orgullo agroecológico andino expresado a veces por dirigentes de organizaciones indígenas aymaras y quechuas que conocen Ias virtudes que tiene Ia agricultura tradicional, con su tarea de selección y adaptación de especies y variedades de plantas a lo largo de miles de aios ai clima y ala geografia difíciies de los Andes. Esos dirigentes ya no usan ei lenguaje de Ia «modemización», san capaces de enfrentarse mentalmente a Ia falsa competitividad de Ias exportaciones agrícolas subsidiadas de Estados Unidos y se sienten acreedores poria tarea de conservación e innovación in situ realizada por sus pueblos. Se sienten estafados porque, no habiendo cobrado nunca apenas nada por Ia cesián de semillas y conocimiento, ven ahora cómo se concede Ia propiedad intelectual en Estados Unidos a personas o instituciones sobre variedades de quinua u otras plantas. Hay conciencia en México de Ia sabiduría ecológica de Ia agricultura de ia milpa, hoy amenazada por Ias importaciones de maíz desde Estados Unidos bajo e? NAFTA (maíz híbrido, producido con recursos genéticos mesoamericanos gratuitos, y posiblemente con petróleo mexicano barato).

Cuando [os trabajadores que padecen esterilidad por eI uso dei nematicida DBCP en Ias plantaciones de bananos de Costa Rica, Ecuador u Honduras reciaman en cortes de Estados Unidos contra 00w Chemical y otras comparias, también están uniendo lo local con lo global, ai apoyar implicitamente ei movimiento internacional contra los pesticidas químicos y en favor de una agricultura más dirigida a Ia segurtdad alimentaria local que a Ias exportaciones baratas. 17 Y lo mismo vaie para ias protestas de Ias trabajadoras daõadas en Ia producción de flores para exportaclón.

Hay también protestas de los despiazados por represas hidroeléctricas que se conectan en redes de resistencia internacional. No se trata de defender unicamente Ia conservación de Ia naturaleza pura, como sucedió en ia oposicián a ias represas en ei Gran Cafón dei Colorado y otros lugares de Estados Unidos o Europa (en ei Danubio, por ejempio), sino de defendera Ia vez alas personas y a Ia naturaleza. Se oponen quienes se sienten afectados (los atingidos pelas barragens, en Brasil), siempre que puedan protestar ai existir cierto grado de democracia política (como en ia defensa dei Narmada en Ia India) y no cuando hay dictadura (como ocurió en tantos casos en Ia ex-URSS y en China, y hoy en dia en ia gigantesca represa de Ias Tres Gargantas en ei Yangtze). 18 A veces ias represas son para fomentar nuevas exportaciones (ei caso de Tucuruí en Brasil, también seguramente dei Bío-Bío en Chile) y otras veces (como Ias Tres Gargantas) son para ei desarrolio económico nacional aunque con jugosos contratos para empresas transnacionaies constructoras.

La red OiiWatch es otro ejempio de giobaiización alternativa. Esa red internacional recién naciô a finales de 1995 gracias ai esfuerzo dei grupo Acción Ecológica dei Ecuador que ha estado involucrado en Ia defensa de ia Amazonia ecuatoriana contra Ias empresas petroieras. La explotación de petróleo en ia Amazonía dei Ecuador, iniciada hacia 1970, que anunciô ai mundo una nueva frontera dei negocio petrolero, está ya ilegando a los supuestos parques naturales dei Yasuní y eI Cuyabeno y ocupa pues todo ei territorio amazónico dei estado. En Coiombia y en ei Perú ia frontera dei petróleo y dei gas también está avanzando rapidamente hacia dentro dei territorio amazônico. Los costos ambieritales de ia extracción de petróleo o gas en tales territorios son inestimables. Solamente Ia prospección sísmica inicial ya representa un impacto totalmente siri En Ecuador, ia resistencia de grupos indígenas como Los 1-luorani, uno de los más dificiles, ya menoscabada desde Ia década de los 1950 por misioneros evangelistas que despuás trabajaron en los ahos 1990 para Ia compaiiía estadounidense Maxus (como ia reverenda Rachei Saint), está siendo vencida ahora finalmente porfuncionarios de una compáila criolia y católica, ia YPF de Argentina. 19 La asimetría social y Ia enorme desigualdad de poder permiten a Ias compaiias petroleras corromper a algunos de los dirigentes de esos grupos indígenas amazônicos supervivientes a duras penas de 500 aios de peligros. Son grupos de unos pocos cientos, a lo más unos pocos miles de personas, sin olvidar además ei novedoso papel que abiertamente juegan algunos antropólogos ai servicio de Ias compai'iías petroieras. 20 Esa red OilWatch une Ia defensa local de los pueblos y de Ia naturaleza amenazados por Ia extracciôn dei petróleo y gas en ei Trópico en un movimiento global. Ai tiempo que se reclama contra Texaco o Ia Elf u Occidental, y también YPF y Pérez Companc de Argentina o Pemex o PDVSA, por los daios locales que producen en zonas tropicales o en otros lugares (como Neuquén en ia Argentina), lo local se vincula con lo global ai insistir que todo ese petróleo barato produce más dióxido de carbono ai quemarse en los lugares de importaciôn, ai igual que ei gas de extracción que es quemado eri los propios pozos. 21 Si OiiWatch denuncia a Shell por su actuación contra ei pueblo Ogoni en Nigeria, no olvida denunciar a Shell por su conducta en ei Perú que llevó indirectamente aia muerte de gran parte dei puebio Nahua y de esta manera OiiWatch, una incipiente red, da un complemento tropical y es más universalista que Greenpeace, cuyas valientes campafas contra Ia industria petroiera se han orientado hasta ahora aios daiios causados en ei Mar dei Norte, ei Atlântico Norte y Aiaska. Asi, Orinono Oiiwatch de Venezuela que abarca unas 40 organizaciones, publicó ei Ode octubre de 1997 una larga carta abierta ai Presidente Clinton en visperas de su visita ai pais, argumentando contra ei aumento previsto de exportaciones hasta 6 mbd., y ias agresiones contra ios Warao y otros grupos indígenas por compaiiías petroiífereas norteamericanas, haciendo notar ia incongruencia entre ei apoyo dei gobiemo norteamencano a esa política de apertura petroiera, y ias declaraciones de alarma de Clinton y Gore acerca dei cambio climático ei 6 de octubre en Washington en una conferencia sobre ei aumento dei efecto invemadero de preparacián a ia reunión de Kyoto.

1-lay una creciente oia de reciamaciones por cuestiones iocales con implicaciones giobaies (donde ei discurso ecológico global apoya a lo local), que ias grandes compaiiías mineras transnacionaies (Rio Tinto Zinc, Placar Dome, Mitsubishi, etc.) no podrán eludir, como tampoco pueden evadirse de ias protestas ias compaôías mineras locales (cuya produccián va por supuesto a ia exportación) como Codelco en Chile (que es estatal y que tiene intereses y confiictos no sólo en Chile sino también en otros países como Ecuador), o Comsur en Bolívia (en ei departamento de Potosi) que es privada y que contamina ios rios ai verter sus desechos siri ei daõo que causa a famílias que viven de Ia agricultura y que utilizan esos cursos de agua para ei regadío. Los grupos iocaies que protestan y actúan contra Ias compaiiias mineras pueden apoyarse en redes internacionaies como MíneWatch cuya razón de existir es precisamente esa proiiferación de conflictos. Una de ias posibles actuaciones es iniciar juicios en ios países de residencia legai de ias compaõias transnacionaies por los dafos causados en otros lugares. Asi, hay un intento de juicio contra ia Southern Peru Copper Corporation en cortes de Estados Unidos, iniciado desde ilo poria terribie contaminación que aiií se sufre, y también hay otro intento de juicio contra Freeport McMoran por su actuación en Irian Jaya. Es habitual que ios gobiemos (como ei dela india en ei caso de Union Carbide y Bhopai, ei de Ecuador con ei intento de juicio a ia Texaco, eI de Perú con ia Southem) insistan en tales casos en ia jurisdicción soberana nacional, paro creo que ese nacionalismo no promueve ia justicia social ni ia justicia ambiental.

Tales intentos de obtener indemnizaciones por «extemalidades internacionales» son ingredientes interesantes para ei cálculo de los «pasivos ambientales», Ia suma de los cuales nos daria un elemento para ei cálculo dela Deuda Ecológica.

Impuestos ecológicos: cómo darle Ia vueita ai asunto Estados Unidos importa Ia mitad dei petróleo que consume y Ia tendencia es creciente. Para cumplir los vagos compromisos alcanzados en Rio de Janeiro en junio de 1992, en su primer mandato ei gobiemo de Clinton y Gore propuso introducir un pequeio impuesto, Ia BTU-tax, sobre Ia energia de los combustibles fósiles, para encarecer algo su precio y para disminuir su demanda y por tanto Ias emisiones de CO2 que es ei principal gas con efecto invemadero. Ese impuesto, ai igual que Ia eco-tax europea (que iba a suponer hasta 10 dólares por barril de petróleo), no se ha aplicado, aunque hay una leve tendencia a cambiar ei sistema fiscal hacia impuestos sobre ei uso de materiales y energia. En algunos países europeos (Suecia, Holanda) ya está vigente una pequetia eco-tax de explícita intencionalidad ambiental sobre uso de energia de combustibles fósiles, que es adicional a ]os otros impuestos que ya existen sobre ei uso de petróleo. 22 Para cada pais individualmente, ei introducir Ia eco-tax puede implicar una pérdida de competitividad, y de ahi Ia demora en Ia reforma fiscal ecológica. En otras palabras, si introducir impuestos ecológicos perjudica ia competitividad, eso significa que esa supuesta competitividad se basa en parte en Ia extemalizaclón de costos ambientales y en ei aumento, por tanto, de ia Deuda Ecológica que ya deben los países ricos y competitivos. impositivo internacional, de manera que esos impuestos ecológicos fueran recircuiados hacia [os países exportadores de petróleo, gas o carbón para mejorar en eiios ia situacián social (en aqueilos que son pobres) y Ia eficiencia energética (en todos elios). O podria pensarse en algo más radical: que fueran los propios países exportadores de combustibies fósiles los que, en vez de oponerse e incluso boicotear como hasta ahora cualquiernegociaclón sobre ei aumento dei efecto invemadero, colocaran ellos mismos, en Ia fuente, un impuesto ecológico que aumentara su precio. Es decir, exportar menos a mayor precio (aunque manteniendo subsídios ai gas para cocinar), para así contribuir a una reducciôn dei efecto invemadero. Naturalmente, haria falta un acuerdo colectivo, en ei marco de Ia OPEP o de un cartel similar, pero para los gobiemos y tal vez Ia opinión pública de esos países exportadores de petróleo, gas o carbón, ha resultado más cómodo no enfrentarse ai Norte y negarse a aceptarei aumento dei efecto invemadero, dividiendo así lamentablemente a los países dei Sur?3 Esta división dei Sur favorece Ia inacción dei Norte, aunque algunos países de! Sur, como Bangia Desh, o pequetias islas como Ias Maldivas, estarán en grave riesgo por ei cambio climático y están sujetos por tanto a una verdadera agresión exterior contra su seguridad ambiental, y otros, como Ia india, tendrían mucho que ganar con una inmediata distribución equitativa entre todos los humanos de los derechos a los sumideros de carbono unida a un compromiso de reducción de emisiones en los países que producen mayor cantidad por persona.

Hay dilemas que deben ser resaltados: por ejemplo, en ei Ecuador se plantea ampliarei actual oleoducto de ia Amazonia a ia costa o incluso construir un segundo oleoducto, incrementar ia extracción de petróleo de unos 350,000 barriles diarios a 500,000 y contribuir así en Ia medida de sus fuerzas a Ia deforestación amazónica y a Ia quema dei petróleo en los países que lo importan, contribuyendo por ambos motivos ai cambio climático, que va a suponer un pequet'io aumento dei nível dei mar, que posiblemente va a tener repercusiones muy negativas en Ia ya difícil vida de Guayaquil. En ei Brasil, por ejemplo, cuya competente diplomacia podría tener un papel importante en Ias negociaciones sobre cambio climático, ha predominado más bien una actitud defensiva frente a Ias denuncias intemacionales acerca de ia deforestación amazônica, en vez de destacar ai papel que ei Brasil puede jugar como sumidero de carbono conservando los bosques primarios y fomentando ei crecimiento de bosques secundados permanentes, también por ia producciôn de cafia de azúcar para combustibie que sustituya ai petróleo, y por Ia parte de Ia absorción océanica de CO2 que le correspondería (que, desde luego, seria muy distinta si esa parte fuera proporcional a Ia poblaclôn o propocional ai teriitorio, pero que en cualquier caso hasta ahora es apropiada gratuitamente porei Norte). Mientras no cambie en Ia América latina Ia percepción social y política respecto dei incremento dei efecto invemadero, mientras los temas ecológicos globales no sean vistos desde Ia perspectiva dei ecologismo popular por aqueilos que influyen en ias agendas políticas, va a ser difícil poner en ia mesa internacional de discusión ei tema de Ia Deuda Ecológica.

Cuantificación y reclamo de ia Deuda Ecológica

Si desde ei Sur una parte de ia opinión pública y ai menos algunos gobiemos, adoptaran Ia perspectiva dei «ecologismo popular», entonces se podría avanzar en ei reclamo ai Norte de ia Deuda Ecológica. No se trata de cambiar Deuda Externa por Naturaleza (como ha ocurrido en algunos casos que en conjunto no han supuesto en términos financieros ni ei uno por ciento de Ia Deuda Externa de Ia América latina), 24 sino ai contrario, dar por cancelada Ia Deuda Externa que se debe ai Norte a cuenta de ia Deuda Ecológica que ei Norte debe ai Sur. Cuánto debe exactamente? No creo que ei argumento dependa de una cuantificaciôn exacta, que es por otro lado irnposibie (por ejemplo, ai exportar madera dei bosque tropical húmedo, se ha perdido y se pierde biodiversidad que no está tan siquiera inventariada, mucho menos es pues valorabie en dinero). Paro aunque no pueda hacerse una cuantificación exacta, si que es necesario estabiecer [os rubros principales y unos ciertos órdenes de magnitud, para impulsar Ia discusián.

Veamos con más detaile Ia negociación sobre ei cambio climático tal como se plantea actualmente. El dióxido de carbono es ei principal gas con efecto invemadero, y Ias emisiones actuales exceden mucho Ias posibilidad de absorcion de los ocêanos y de Ia nueva vegetación, de manera que ia concentraciôn de CO2 en Ia atmósfera ha pasado de 280 ppm a 360 ppm actualmente. La decisiôn de Ia Unión Europea, a discutir en Kyoto en diciembre de 1997, es permitir que esa concentraciári aumente hasta 550 ppm, lo que supondria -se diceunos dos grados centígrados más de temperatura (con mucha incertidumbre ai respecto, y más aun respecto de los efectos locales).25 Las emisiones por persona y afio en Estados Unidos son dei orden de 5 ton de carbono, en Europa Ia mitad, pera en ia india no liegan a 0.3 ton C. El promedio mundial es de alrededor de 1 ton O por persona.26 El volumen total de emisiones aumentará tambiért por ei aumento demográfico. Europa ha propuesto para Ia negociación en Kyoto en diciembre de 1997 una leve reducción en Ias emísiones europeas respecto dei nível de 1990, y Estados Unidos ni tan siquiera eso.

Puede argumentarse que, antes de comprometerse en reducir Ias emisiones de CO2, hay que expiotar a fondo Ia reducción de otros gases de efecto invemadero (como los CFCs, que han sido emitidos mayormente por ios países ricos pero cuya emisión ya está disminuyendo ai estar prohibidos por sus efectos sobre ia capa de ozono, o ei metano que, en Ia parte que proviene de vertederos de basura, podría ser reciciado baratamente bacia Ia combustión, disminuyendo así mucho ei efecto que tiene directamente como gas de efecto invemadero). En los casos de «impiementación conjunta» experimental que hasta ahora existen de reducción de emisiones o de absorción adicional de CO2 (es decir, ei pago por absorción o reducciãn de emisiones de carbono en otros países, acreditándose esa disminucián de carbono a ia cuenta dei país o empresa que financia ei proyecto, como ei caso de ia FACE holandesa y sus plantaciones de pinos y eucaliptos en Ecuador), los castos por tonelada de carbono se estiman en unos pocos dólares, pero esas san ias más baratas oportunidades actuaies. A pesar de esas políticas piausibles, ias emisiones de CO2 son ya excesivas y van a aumentar y por tanto su cancentración en ia atmósfera va a ser cada vez mayor.

Los sumideros como los océanos y ia nueva vegetaclón, no absorben cantidades fijas; se da por ejempio ei afecto de ia ilamada «fertilizaclôn con CO2», una metáfora que describe ei mayor crecimiento de ias plantas si hay más CO2 en ia atmósfera y condiciones adecuadas de humedad y temperatura. Paro ei consenso representado por ei IPCC (Panei Internacional sobre Cambio Climático) es que ias trayectorias actuales lievan a un gran aumento de concentraclõn de CO2 en Ia atmósfera, por lo menos ai doble. Si ei objetivo de reducción fuera, por ejempio, mantener ia concentracián de CO2 en Ia atmósfera ai nivei actuai (lo que significa aproximadamente una reducción anual de 3000 miliones de tons C respecto de ias emisiones actuales, es decir, una reduccián a ia mitad), entonces ei costo marginal de esa reducciôn lograda gracias a cambios tecnológicos o por un decrecimiento económico (o ai costo de ia absorcián adicional por nueva vegetación) seria mucho más alto que en los experimentos actuales de «impiementación conjunta». Costa Rica ha considerado ya emitir bonos de absorción de CO2 que serian comprados por empresas eléctricas o cementeras u otras industrias extranjeras que pueden verse obligadas a reducir emisiones de CO2, o que también podrían ser comprados por gobiemos dei Norte a nombre de sus ciudadanos. La oferta de tales sumideros adicionales puede ser grande en relaclón a Ia demanda actual, cuando se atiadan países más grandes que Costa Rica, y su precio seria bajo dada ia escasa voiuntad actual de reducir emisiones, paro si hubiera objetivos mundiales de reducción considerabies, un precio piausible de talas bonos seria por lo menos de 20 dólares por tonelada de carbono. Ai no reducir Ias emisiones, ai exponer ai resto dei mundo a los daiios dei aumento de efecto invemadero, ai usar derechos de propiedad de facto sobre todos ios sumideros de carbono, los ciudadanos de los países ricos nos hemos venido ahorrando un dinero cuya cantidad puede ser más o menos calculada: esa es una parte de nuestra Deuda Ecológica.

Otros servidos ambientaies, de reciciaje de nutrientes por ejemplo, de formaclón dei suelo, de defensa de zonas costeras, de evaporación dei agua, de depuración de aguas en humedaies, etc. han estado también fuera dei mercado, y afortunadamente han sido gratuitos. Pero no todos los humanos tiene acceso equitativo a esos servicios. La falta de equidad ha sido obvia en ei acceso a los recursos genéticos dei Sur(donde hay los centros originaies de biodiversidad agrícola y donde hay también ia mayor biodiversidad «silvestre»), cuya aportación no remunerada ai valor mercantil de Ia agricultura y a Ia medicina podria caicuiarse, aunque en este caso ei mayor valor está todavia en ei futuro y por tanto en ei cálculo interviene ia cuestión de ia tasa de actualización o descuento que se aplique para calcular ei valor presente de ias opciones que se perderán en ei futuro poria «erosiôn genética» actual. El reclamo de los Derechos de los Agricultores (reconocidos poria FAO aunque sin efectos prácticos), es decir, Ia compensación a ias agricultoras y agricultores tradicionales por su trabajo de conservación e innovación como fitomejoradores desde mucho tiempo atrás, es parte de Ia Deuda Ecológica (ya que nunca se ha pagado nada o casi nada por ias semilias -y ei conocimiento sobre elias -recogidas en ia agricultura tradicional y que iuego han servido para ai desarroilo de semilias comerciaies). Tampoco se ha pagado nada o casi nada por ei conocimiento de plantas medicinales. Pero Ia cesión voluntaria o involuntariamente gratuita que no es después aprovechada comercialmente, no deberia devengar derechos. Asi, por ejemplo, no se reclamaria deuda por ei uso de ia yuca de América en Ia alimentaciôn de los africanos, pero si porei uso dei cacao o ei caucho de América en ias piantaciones de ias colonias inglesas. Dado ei trasiego internacional de plantas y animales domésticos después de 1492, y también de los conocimientos sobre elios, puede parecer a primera vista que no vaie Ia pena estabiecer saldos deudores y acreedores, pero ia propia distiibución de Ia biodiversidad en ei mundo hace sospechar que ei flujo de información gratuita ha sido más bien dei Sur ai Norte que dei Norte ai Sur mientras que ia información comercializada (semiilas «mejoradas», medicinas patentadas) es más bien dei Norte ai Sur. Para decido en términos actuales, hay seguramente una considerable Deuda Ecológica por TRIPS y por patentes que hubieran podido existir y que no fueron pagados.