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Perdón, Padre Pedro

2022, Perdón, Padre Pedro

Nací en el barrio de La Merced, en Oaxaca, centro para ser exactos. El Padre Pedro era el mero mero del templo y del barrio. No importa cuando nací, lo que importa es que soy de ese barrio, que en la colonia fue un barrio de indios por decreto de su majestad, el rey de España. ¿Alguien tenía que trabajar para los señores y señoras, no? Pero con el tiempo, después de consumada la Independencia, se fue volviendo un barrio clasemediero… Según el tío Juanito, que en realidad se llama Eduardo Lescas, nuestra bisabuela, doña Herminia, se gastó todos sus ahorros de maestra para comprar una casa en ese barrio. Yo creo que fue una buena inversión. La compró un 14 de julio de 1947, yo creo que la bisabuela era simpatizante de la Revolución Francesa… porque los Lescas se sienten descendientes de franceses, pero yo les he demostrado una y otras vez que

#Storytellin #Oaxaca #La Merced Perdón, Padre Pedro Por: Raúl Jiménez Lescas Templo de Nuestra Señora de La Mercedhttps://www.flickr.com/photos/jicito/10407734406 Nací en el barrio de La Merced, en Oaxaca, centro para ser exactos. El Padre Pedro era el mero mero del templo y del barrio. No importa cuando nací, lo que importa es que soy de ese barrio, que en la colonia fue un barrio de indios por decreto de su majestad, el rey de España. ¿Alguien tenía que trabajar para los señores y señoras, no? Pero con el tiempo, después de consumada la Independencia, se fue volviendo un barrio clasemediero… Según el tío Juanito, que en realidad se llama Eduardo Lescas, nuestra bisabuela, doña Herminia, se gastó todos sus ahorros de maestra para comprar una casa en ese barrio. Yo creo que fue una buena inversión. La compró un 14 de julio de 1947, yo creo que la bisabuela era simpatizante de la Revolución Francesa… porque los Lescas se sienten descendientes de franceses, pero yo les he demostrado una y otras vez que somos una mezcla de españoles y zapotecos, como casi todo México. Los franceses que derrotamos en la invasión, algunos se quedaron por ahí y la mayoría se fueron llorando a su país, algunos eran alemanes, otros belgas (los más perrones), austriacos y el grueso eran franceses. Costó 2 mil pesos de los de antes. La bisabuela, los sacó de sus senos, porque ahí los llevaba. No había tarjetas de débito ni cheques al portador. Eso dijo el tío Juanito y, yo, le creo. Doña Herminia era de mi edad, como una sesentona, pero, a diferencia de mí, que soy un desastre, ella se compró una casa para sus descendientes. Por eso siempre he admirado a mi bisabuela Herminia, que ni conocí, pero mi abuela Carmelita y mi madre Zoila hablaban maravillas de ella, claro sí les dejó una casota, pues quién no. La casa estaba en la calle de la Avenida Hidalgo número 90, pero cuando la ciudad creció se volvió el 1210. Estaba a la vuelta de la iglesia de la Merced y del mercado. Ahí convivimos por años… De hecho me acuerdo muy bien del mercado porque ahí se hacían las mejores memelitas del planeta y, no estoy exagerando, ya que Ucrania no come memelitas. Pero mis tías tenían diferencias entre ellas, unas decían que estaban deliciosas, otras que la gordita (literalmente gordita pero simpática) era una “cochina”. Sea como sea a mi las memelas de la gordita me fascinaban. Luego me di cuenta que me echaba ojitos, pero como yo era un niño, pues no entendía esos mensajes de las mujeres. Ahora lo entiendo, pero ya murió y murió haciendo las mejores memelas del mundo. Nunca la voy a olvidar. Así que ahí andaba el Padre Pedro. Era su parroquia, su iglesia y su barrio. Nos conocía a todos porque le confesamos nuestros pecados: padre confieso que he pecado… Yo no. Yo nunca pequé por eso nunca me confesé. Era un buen chico, medio cabrón o cabrón y medio, eso decía mi mamá. Un día me formé en la misa dominical para comerme el cuerpo de Cristo y, el Padre Pedro, me dijo: no puedes comer la hostia… Y le dije: ¿Por qué? Pues porque no me dices tus pecados… así que dejé ese acto de canibalismo de comer un cuerpo humano, aunque sea simbólico. Yo pensé que la relación entre el Padre Pedro y yo había empezado mal, bueno, a la distancia la veo así, pero era un buen tipo, alto, agradable, güero, simpático y se tiraba unos sermones mejores que Cristo en la Montaña. Además tenía un carro de carreras fabuloso que todos soñábamos con manejarlo, pero nunca nos dio un aventón. Mi madre siempre me mandaba a misa y me daba, creo, que un tostón para la limosna, pero yo me compraba dulces y el Padre Pedro, me veía que no ponía la limosa. Lo admiraba mucho porque era un buen padre… Pero entramos en conflicto por el Fútbol. Al Padre Pedro no le gustaba ese deporte, pero nosotros éramos niños que nos fascinaba jugar a la pelota, casi como brasileños, pero éramos oaxaqueños. Entonces jugamos al Fut en el atrio, cuando quitaron el mercado. El Padre se iba de su iglesia a no sé dónde, unos dicen que era mujeriego, otros que tenía un rancho, pero a mi nada me consta. Me consta que me regañaba pero lo demás, pues no me consta. Estábamos jugando cuando llegó el Padre Pedro y nos sacó del atrio, muy enojado: esta es la casa de Díos Padre no una cancha de Fut. Tomamos el balón y nos fuimos. Así un día tras día, de lunes a lunes… Nunca entendimos las razones. Éramos necios como Gabino Barrera. Después se enojó conmigo el Padre Pedro porque me hice monaguillo de la Iglesia de San Agustín. ¿Pero cómo? Ese es otro barrió y otra iglesia. Al primo Gus le dio por ser monaguillo y me emboló. Total… no le daba gusto al Padre Pedro… A mi me gustaba mucho lo que hacía con el día de la Samaritana. Mi mamá me mandaba con jarras de a litro por el agua… Se lucía el Padre Pedro… pero después de ir dos veces a recoger agua, decía: dile a tu mamá que no abuse. Siempre observaba a sus feligreses y pues, yo era medio manchado con el Padre Pedro. Pero definitivamente me fascinaba su interpretación de las 7 palabras (¿son 7?). Nos ponía como romanos y luego hacía temblar el templo cuando el Nazareno muere. Era algo increíble… Y mi papá me decía: vamos a nadar… siempre le gustaba nadar y en especial en la Semana Santa, pero yo estaba en la iglesia escuchando al Padre Pedro. Luego nos dio por jugar al Fut en la calle, otras veces a jugar a las canicas en el zaguán de la casa, luego jugar al béisbol… en fin éramos polifacéticos o no sé qué. Le entraban todos, los tíos, los primos, los vecinos… Eran torneos de barrio. Mi mamá me decía: no te juntes con César porque es un vago… ¿Todos éramos unos vagos de la calle? Yo creo que sí, unos más vagos que otros, pero vagos de la calle. Nos gustaba andar en la calle, jugar en la calle, andar en la calle y, para colmo, en Hidalgo 1210, había una piedra donde vagiábamos. Ahí pasaban horas, hablando, chismeando y, entonces sí, ya veía a las mujeres pasar. Como era también la casa un taller mecánico, ya ven, los mecánicos decían cosas inapropiadas a las mujeres que pasaban… La verdad no me acuerdo… pero creo que muchas mujeres se daban la vuelta para no pasar por el 1210. Había una vecina que usaba minifalda y se movía como bailando al Rock. Y todos esperaban a que pasara. Ella se daba vuelo… Y le decían cosas… Pero como yo era un niño, no le encontraba chiste ver pasar a una mujer en mini, pues a mi sólo me interesaba el Fut. ¿Ustedes creen que le iba a decir esas cosas al Padre Pedro? Luego se enojó conmigo porque no fui a la doctrina ni hice la “Primera Comunión” en La Merced. Yo no sé porque mi madre me mandó a la doctrina a la iglesia de Las Nieves y ahí hice mi primera comunión. Por ahí anda una foto que jamás voy a publicar, verdad. Recuerdo que me dieron tamales: de amarillo, de mole, de verde, de chepil (que me fascinan)... Ahí sí me confesé: tiré todos mis pecados en el oído del padre: me como 4 memelitas, juego al fut y hago enojar al Padre Pedro, me gustan “Los Bicles”, soy vago de la calle, en fin un desastre de niño, pero buena gente no he matado a nadie y mi defecto más grandes es que Amo a Lennon. Le juro Padre que no vi la minifalda de mi vecina, por Dios, se lo juro. Ok. Hijo reza 4 Padres Nuestros y 4 Aves Marías. ¿Sí lo sabes, verdad? Sí, padre. Así que hice mi primera comunión. Y un día se enojó conmigo porque le dije: Padre, porque sí Jesús es Nazareno, la iglesia está en Roma… Uy… me dijo de todo yo creo que “rasgó mi dolor con sus dedos y me mató suavemente con su sermón”. Me dijo ya no vengas a esta casa sagrada de Díos. Pero yo no entendí las razones porque estaba en la pubertad y no medía las consecuencias. Así que fui a verlo y le dije: Padre. Estoy leyendo a un filósofo que se llama Karl Marx y dice que la “religión es el opio de los pueblos”. Obvio me corrió a patadas de la iglesia. Yo, la neta no sé a qué sabe el opio, porque tomo mezcal. Tampoco sé sus efectos pues nunca he fumado opio, pero el tal alemán tenía razón. Y esa fue la última vez que lo vi, porque me fui a la UNAM en 1979 a estudiar y no supe más de él. Yo creo que era un buen tipo, mi mamá decía que era mujeriego, pero no me consta; otros decían que era ricachón, pero tampoco me consta. Me consta que me regañaba y creo, la verdad, que tenía razón. Nunca debía jugar a la pelota en la casa de Díos, debí hacer la casa del fútbol pero no se me ocurrió. Ya es tarde. Padre Pedro, perdón. Lo hice enojar mucho y no fue mi intención.