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Tendencias de Internet en Chile

En este estado del arte de internet en Chile, analizamos distintas dimensiones relevantes para su estudio y análisis, para entender el acceso y uso de esta tecnología como un fenómeno multidimensional y no lineal. En primer lugar, consideramos relevante –sobre todo en el contexto chileno- abordar las brechas digitales, no sólo entendidas como “acceso” o “no acceso” a la tecnología, sino en relación a la experiencia, habilidades tecnológicas y tipos de usos que le dan las personas para poder incorporar internet en distintas actividades de la vida cotidiana. En segundo lugar, describimos los usos de internet en Chile. En tercer lugar, abordamos el papel que juega internet en relación a actividades como el trabajo y el comercio, con énfasis en la realidad del país. En cuarto lugar, exploramos el rol que ha tenido internet en relación a la percepción de participación de las personas, específicamente en los asuntos públicos y en procesos políticos.

Accesos y usos de internet en Chile Arturo Arriagada arturo.arriagada@udp.cl Teresa Correa teresa.correa@udp.cl Facultad de Comunicaciones Universidad Diego Portales Introducción Los avances de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs), particularmente internet, han generado una nueva forma de organización mundial y han impactado la forma en que las personas se organizan, se comunican, generan y diseminan conocimiento e información. Se trata de un cambio económico y cultural en el cual el uso de las tecnologías ha creado canales de acceso a información y servicios, ha implicado mejoras en los sistemas económicos, productivos y educacionales, además de generar nuevos canales de comunicación, socialización y participación ciudadana (Cepal, 2013a; Cepal, 2013b; Chen y Wellman, 2003; Castells, 2001). En este contexto, las políticas públicas que promueven el acceso a nuevas tecnologías y específicamente a aumentar los niveles de conectividad están guiadas por la premisa de que una infraestructura inadecuada excluye a países e individuos del crecimiento económico y de la participación en una sociedad global (Castells, 2003; PNUD 2006, 2008). Este énfasis ha impulsado diversos esfuerzos del Estado por difundir las TICs en la población, entre ellos el programa Enlaces para proveer de conectividad a los colegios, Telecentros para entregar conexión en centros comunitarios y el Fondo de Desarrollo de las Telecomunicaciones para subsidiar la conexión de zonas rurales aisladas. En este estado del arte de internet en Chile, analizamos distintas dimensiones relevantes para su estudio y análisis, para entender el acceso y uso de esta tecnología como un fenómeno multidimensional y no lineal. En primer lugar, consideramos relevante –sobre todo en el contexto chileno- abordar las brechas digitales, no sólo entendidas como acceso o no acceso a la tecnología, sino en relación a la experiencia, habilidades tecnológicas y tipos de usos que le dan las personas para poder incorporar internet en distintas actividades de la vida cotidiana. En segundo lugar, describimos los usos de internet en Chile. En tercer lugar, abordamos el papel que juega internet en relación a actividades como el trabajo y el comercio, con énfasis en la realidad del país. En cuarto lugar, exploramos el rol que ha tenido internet en relación a la percepción de participación de las personas, específicamente en los asuntos públicos y en procesos políticos. Consideramos estas dimensiones de análisis como un punto de entrada para abordar el estudio de internet en Chile y que se complementan con trabajos de investigación previos a nivel local e internacional. De esta forma, futuras encuestas pueden profundizar en estas dimensiones y construir indicadores que consideren los múltiples factores que determinan la relación entre internet y las personas en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Para esto consideramos central abordar la evidencia en función de las diferentes brechas digitales que se observan en el país y que todavía constituyen un factor diferenciador entre aquellos que se relacionan con internet en distintos niveles y con distintos fines y aquellos que aún no acceden a esta tecnología. Las últimas mediciones mundiales sobre la difusión de internet arrojan que el 66,5% de la 1 población chilena es usuario de internet (ITU, 2013) . Las mediciones nacionales arrojan datos similares. La última encuesta de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Rivera, Lima y Castillo, 2012), el 71% de los encuestados ha usado internet el último año. Se trata de índices que si bien están entre los más altos de América Latina aún se sitúan bajo países desarrollados donde más del 85% de las personas usan internet (ITU, 2013). En tanto, las cifras de la Subsecretaría de Telecomunicaciones de Chile para el primer semestre de 2013 estiman que la penetración de internet fija o móvil por cada 100 habitantes ha aumentado desde 14% en 2009 a 44.4% en 2013 (Subtel, 2013). Este crecimiento ha estado liderado por 1 Usuario de internet es definido como una persona mayor de 2 años que ha usado internet en los últimos 30 días. 2 internet móvil (3G), el cual creció un 700% entre 2009 y 2013 (Subtel, 2013). Pese a estas cifras de acceso que revelan un importante aumento en los niveles de conectividad, Chile aún cuenta con importantes brechas digitales. I. Brecha digital La brecha digital ha sido tradicionalmente conceptualizada como la diferencia entre los que tienen y los que no tienen acceso a las tecnologías digitales (Van Dijk, 2006; Chen y Wellman, 2003). Bajo esta definición, en Chile aún existen importantes diferencias por factores sociodemográficos. Brecha urbano-rural: Latinoamérica es una región donde el acceso a internet se encuentra altamente concentrado en zonas urbanas y Chile es parte de la tendencia. Según las cifras de la encuesta Casen, si bien los niveles de conectividad han aumentado en las zonas rurales, la brecha urbano-rural se ha amplificado durante la última década. Por ejemplo, en 2003 mientras el 16% de los hogares en zonas urbanas tenía acceso a Internet, sólo el 2% de los hogares rurales estaba conectado. Según la última encuesta de 2011, el 44% de los hogares urbanos tenía acceso a internet y sólo el 16% de los hogares rurales estaba conectado (ver Figura 1). La cuarta encuesta de la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Rivera, Lima y Castillo, 2012) reveló que mientras el 75% de los encuestados de zonas urbanas había usado internet el último año, sólo el 41% de los entrevistados de zonas rurales lo había hecho. Figura 1: Porcentaje de conexiones por hogar (urbano-rural) Porcentaje 100 80 60 20 44 35 40 21 16 2 2 6 2003 2006 2009 Urbano 16 Rural 0 2011 Fuente: Casen, 2011 La brecha urbano-rural es particularmente relevante porque las zonas rurales se encuentran en desventaja no sólo debido a su infraestructura tecnológica sino también respecto de recursos económicos y educacionales tanto en países desarrollados como en los en vías de desarrollo (Castells, 2000; Salinas y Sánchez, 2009; Sunkel, 2006). Las zonas rurales son comunidades más vulnerables porque tienen mayores niveles de pobreza y peores resultados educacionales (Rambla, 2006), son las que sufren en mayor medida la migración de la población juvenil y las últimas en recibir los impactos del progreso tecnológico (PNUD, 2008). Esto exacerba la brecha urbano-rural dejando a estas comunidades rezagadas por diferencias socioeconómicas y porque no son comercialmente atractivas para las compañías de telecomunicaciones (LaRose, Strover, Straubhaar, & Gregg, 2007), lo cual resulta problemático debido a que superar barreras como la distancia geográfica para participar en los recursos independientemente de la localización sería mucho beneficioso para aquéllos que se encuentran aislados. Esto les permitiría acceder a oportunidades y recursos, promovería interacciones sociales y apego a la comunidad, disminuyendo las posibilidades de emigración y estimulando el desarrollo productivo (Gregg et al 2006; LaRose et al, 2007; Parker, 2000; Salinas y Sánchez, 2010; Sunkel, 2006). Brecha socioeconómica: En Chile, se han estudiado principalmente factores relacionados con variables socioeconómicas en el proceso de inclusión digital. Las cifras de conexión revelan importantes brechas por ingreso. Según la encuesta Casen 2011, mientras el 20% de los hogares del quintil I tienen 3 acceso a internet, esta cifra va paulatinamente aumentando hasta llegar al quintil V, donde el 69% de los hogares tiene conexión a la red (ver Figura 2). Figura 2: Porcentaje de conexiones por hogar según ingreso Porcentaje 100 69 80 60 40 48 20 30 36 20 0 I quintil II quintil III quintil IV quintil V quintil Fuente: Casen, 2011 Basándose en la encuesta de la Subsecretaría de Telecomunicaciones de 2010, Agostini y Willington (2011) estudiaron los determinantes de la conexión a internet en el hogar, ya sea a través de banda ancha fija o móvil. Los autores encontraron que el nivel de ingreso y la educación son importantes. U au e to del 1% de los ingresos en el hogar, aumenta la probabilidad de tener internet en 10%... (Además) si el jefe de hogar alcanzó la educación superior, la probabilidad de tener internet en el hogar es un 41% superior a la situación en que el jefe no recibió educación (Agostini y Willington, 2011, p. 15). En la misma línea, el costo de infraestructura de conexión también es determinante en las probabilidades de que el hogar esté conectado. Cerca de un tercio de los encuestados asegura que el costo es la principal razón para no estar conectado y otro tercio lo pone como la segunda razón (Agostini y Willington, 2010). Brecha generacional: La edad es tal vez uno de los factores estructurales más importantes puesto que adolescentes y adultos jóvenes tienden a estar más conectados que las generaciones mayores tanto en países desarrollados (Zickhur, 2010) como en países en desarrollo. En Chile, mientras el 86% de los jóvenes entre 18 y 24 años usan Internet, el 48% de la población en edad media (35-44) accede a la Web y sólo el 19% de las generaciones mayores (más de 55 años) hace lo mismo (WIP-Chile, 2011). En la misma línea, las últimas cifras de comScore (2014) establecen que el 60% de la audiencia online es menor de 34 años. Brecha de género: Aunque hay evidencia de que en países desarrollados la brecha de género en el acceso tecnológico se ha reducido (Meraz, 2008), en Latinoamérica se ha constatado que continúa dispar dejando a las mujeres en desventaja (Cepal 2013a). Investigaciones chilenas afirman que hombres jefes de hogar usan más internet que las mujeres jefas de hogar (Agostini y Willington, 2012). Aunque la definición de brecha como la diferencia e t e los ue tie e a eso los que o tienen a eso es útil pa a e te de las i e uidades e el a eso uso ási o a i te et, puede lle a a la conclusión de que una vez que las brechas de acceso se cierran, el uso de Internet se vuelve homogéneo en la población y el problema de la brecha digital está resuelto (Hargittai & Hinnant, 2008). Sin embargo, tener acceso a Internet es distinto a acceder a su contenido y a usarlo en forma efectiva (Newhagen y Bucy, 2004). De esta manera, mientras más gente está usando internet para comunicarse, buscar información e incluso contribuir con contenido, existe un creciente consenso entre académicos y autoridades públicas de que es necesario cambiar el foco de un concepto de acceso binario (diferencia entre los que tienen y no tienen acceso) a uno más avanzado y complejo. Por ejemplo, la oficina a cargo de los servicios gubernamentales online del Reino Unido reconoció esta necesidad una década atrás, 4 Promover que quienes continúen siendo no-usuarios se suban los primeros escalones en internet continuará siendo un desafío importante que guiará la política pública en los próximos años. Sin embargo, para que los individuos puedan aprovechar todos los beneficios de internet debemos ayudarlos a subir la escalera y pasar de actividades básicas como el correo electrónico hacia usos más avanzados (Office of e-Envoy, 2004). De esta manera, en la última década el concepto de brecha digital ha evolucionado. Hoy no sólo toma en cuenta el acceso físico y las variables sociodemográficas, sino también otros factores como la experiencia, la autonomía de uso, las habilidades digitales y los usos diferenciados de internet (ver, por ejemplo, de Haan, 2004; Newhagen & Bucy, 2004; Selwyn y Facer, 2007; Van Dijk, 2006). En esta misma línea, estudios recientes en Chile han concluido que ingreso, costo de servicios y acceso físico a o putado so ele a tes pe o o suficientes para explicar el fenómeno de la exclusión digital en Chile (Oliva, 2012, p.110). A continuación, se analizarán brevemente algunos factores relevantes en la inclusión digital: Experiencia y autonomía de uso: Ha sido ampliamente demostrado que la experiencia previa y directa con uso de banda ancha determinan la intención de adoptar banda ancha en el hogar (LaRose et al, 2007). A su vez, experiencia y frecuencia de uso también son predictores de un uso mayor y más complejo de internet (e.g., Gil-Garcia, Helbig, & Ferro, 2006). Por ejemplo, Agostini y Willington (2012) encontraron que en Chile, conocimiento de internet aumentaba las probabilidades de tener banda ancha. Pero experiencia también tiene que ver con los lugares de acceso y la autonomía de uso. Ha sido demostrado que a mayor cantidad de lugares desde donde una persona se puede conectar, mayor habilidad y uso de herramientas digitales (Correa, 2010; Hargittai y Hinnant, 2008). Sin embargo, los estudios han concluido en forma consistente que no todos los lugares tienen el mismo impacto. El acceso privado, en el hogar o trabajo, tiene mayor efecto en las intenciones de adoptar banda ancha y en las habilidades digitales porque proveen de mayor autonomía y permiten la experimentación (Correa 2010, 2011; de Haan, 2004; LaRose et al., 2007; Livingstone y Helsper, 2007). Habilidades: La literatura ha encontrado consistentemente que las habilidades digitales están directamente relacionadas con el número y la complejidad de las actividades que se realizan en internet (Correa, 2010; Livingstone y Helsper, 2007). Si bien la mayoría de los estudios basan la medición de habilidades en el autoreporte de los encuestados, se han desarrollado escalas para medir habilidades digitales que correlacionan con la medición de habilidades reales en laboratorios (Hargittai, 2002). Usando el nivel de conocimiento de palabras asociadas con internet (por ejemplo, spyware, malware, pdf, búsqueda avanzada, jpg), los estudios han encontrado que a mayor edad, menor nivel de habilidades. También han hallado que si bien hombres y mujeres no difieren demasiado en sus habilidades, las mujeres se perciben a sí mismas como menos competentes lo que afecta su comportamiento en la Web (Hargittai y Shafer, 2006). En Chile, sin embargo, el estudio de la habilidades digitales a través de encuesta ha encontrado que hay importantes diferencias por género y estrato socioeconómico incluso entre los jóvenes de 18 a 29 años, un grupo que ha crecido con mayor familiaridad con las tecnologías digitales e internet. Según muestra la Tabla 1, el promedio de habilidades digitales calculado a partir de un índice de conocimiento te ológi o do de sig ifi a ue o sa e ada sig ifi a ue sa e u ho ost ó ue los estratos socioeconómicos más bajos y las mujeres tenían menores habilidades digitales que los sectores de mayor estrato y los hombres (Correa, 2014). 5 Tabla 1. Promedio de habilidades digitales (medidas del 1 al 5) en jóvenes de 18-29 años Sexo Hombre Mujer Estrato socioeconómico ABC1 C2 C3 DE Promedio Desviación estándar 3,3 2,6 1,6 1,2 3,8 3,6 2,9 2,3 0,3 0,1 0,1 0,1 Fuente: Elaborado a partir de Encuesta UDP-Feedback 2013 Nota: Todas las diferencias de promedio son estadísticamente significativas (p ≤ , diferencia entre el segmento ABC1 y C2 , e epto la Usos diferenciados: La inclusión presenta distintos niveles que van desde un uso básico (como por ejemplo con la búsqueda de información), a uno avanzado donde el usuario es generador y diseminador de contenidos a través de redes sociales, blogs o páginas web (Livingstone y Helsper 2007). Estudios en el extranjero y en Chile han demostrado que los estratos socioeconómicos más altos tienen mayores grados de inclusión digital al usar aplicaciones más avanzadas para obtener información, educación, comunicación y acceso a servicios, mientras que aquéllos de estratos más bajos usan aplicaciones relacionadas con la comunicación y entretención (Agostini y Willington, 2010; Bonfadelli, 2002; Madden, 2003; Van Dijk, 2005). También habría diferencias por género. Las mujeres tienden a usarla más para comunicación mientras los hombres buscan información. Además, los hombres tienen a involucrarse con aspectos más técnicos y complejos como la creación de contenido y mantener su propio sitio web (Bonfadelli, 2002; Fallows, 2005). Si bien la literatura tradicionalmente sugiere que el desarrollo de habilidades digitales se manifiesta de forma lineal desde la búsqueda y consumo de información hasta creación de contenido (Livingstone y Helsper 2007, van Deursen, Peters y van Dijk 2013), el desarrollo de las plataformas y aplicaciones más actuales y amigables permiten comenzar a experimentar la tecnología desde plataformas que tradicionalmente han sido consideradas como más avanzadas, tales como las redes sociales. Aunque es un fenómeno reciente y poco explorado, hay resultados que lo apoyan. Por ejemplo, Bussenius y Palacios (2012) encontraron que la primera aproximación a internet que tienen poblaciones vulnerables tales como jóvenes en situación de calle en Santiago es a través del uso de Facebook. II. Usos de internet en Chile Actualmente existe una clara descripción sobre los usos de internet en Chile. Esto a través de los cinco estudios sobre acceso, usos, usuarios y disposición a pago por internet en zonas urbanas y 2 rurales del país, realizados por la Subsecretaría de Telecomunicaciones (Subtel) . Agostini y Willington (2011) con datos de las encuestas Subtel de 2008 y 2010 realizan una caracterización de los usos de internet en Chile. Son usuarios de internet –de acuerdo a la OECD- aquellas personas entre 15 y 75 años que han utilizado internet al menos una vez en el último año. La mirada sobre los usos permite abordar las razones que declaran las personas para usar/no usar internet, los tipos de usos y la frecuencia. Esto complementa el foco de las políticas públicas destinadas a promover el acceso a internet. Entre los años 2008 y 2010, tomando como referencia al jefe de hogar, en 2008 un 44% de ellos declaraba usar internet, en tanto en 2010 la cifra llegó al 42% pese al aumento de las conexiones de banda ancha. De igual forma, tomando siempre como referencia a los jefes de hogar, los datos reflejan que a mayor edad, menores son los usuarios de internet, hay más usuarios hombres que mujeres, y a mayor nivel educacional son más los usuarios de internet (Agostini y Willington 2011). En relación a los 2 Los cinco estudios sobre acceso y usos de internet en Chile desarrollados por Subtel entre los años 2009 y 2013 están disponibles en: http://www.subtel.gob.cl/estudios-y-proyectos4 6 lugares de uso los jefes de hogar declaran utilizar internet principalmente en la casa y el trabajo, aunque es considerable el aumento del uso en el hogar en el año 2010. Los datos disponibles de la cuarta encuesta Subtel (2012) reflejan además las diferencias en la frecuencia de uso de internet entre aquellas personas de hogares urbanos y rurales. ¿Para qué usan los chilenos internet? Para comunicarse, para actividades de carácter productivo y recreativo. E el á ito de la e t ete ió es u ha úsi a % , e ideos . %, aja pelí ulas , % so las p i ipales a ti idades ue de la a los jefes de hoga . A la ho a de o u i a se, los p i ipales usos so e ia o e i i o eos ele t ó i os . % , hatea . % usa las edes so iales . % . Otros estudios también dan cuenta de usos similares en esta dimensión donde los encuestados no son solo jefes de hogar (por ejemplo, WIP Chile 2010). En relación a las actividades consideradas como productivas, las más mencionadas por los jefes de hogar son la ús ueda de i fo a ió . % , lee dia ios, e istas oti ias . % , ealiza t a sa io es a a ias . % (Agostini y Willington 2011). En la versión 2012, los datos dan cuenta de Los datos de la encuesta WIP Chile del año 2010 y que toma una muestra de usuarios de internet del gran Santiago refleja diferencias de uso entre jóvenes y adultos. Por ejemplo, si bien revisar el mail es una actividad que presenta niveles similares (64%) entre los usuarios de distintas edades. Aho a ie , e ot as a ti idades o o usa Fa e ook , isita edes so iales , a ega po la e , utiliza e saje ía i sta tá ea lee oti ias lo ales , ás de la mitad de los jóvenes entre 12 y 24 declaran hacerlo al menos una vez al día, en tanto a mayor edad menos personas declaran hacer las mismas actividades. Hay una brecha generacional en relación al uso de internet en Chile. Los jóvenes usan internet para comunicarse, entretenerse y buscar información, en cambio los adultos lo hacen para obtener información útil y para actividades de comercio electrónico (WIP Chile 2010). Los datos de la encuesta Subtel del año 2012 (ver tabla 2) muestran que las personas usan internet principalmente para realizar tareas , convirtiéndose en la actividad más importante tanto a nivel rural (16.7%) como urbano (23.4%) ta ié pa a realizar trabajos (13.8% población urbana y 9.6% población rural, respectivamente). 7 Tabla 2. Actividades para las cuales se ha utilizado internet en los últimos 12 meses* Fuente: Rivera,J; Lima, J.; y Castillo, E. (2012) con datos de encuesta Subtel (2012). 8 III. Internet, trabajo y comercio en Chile En Chile, la masificación de internet en el ámbito laboral ha traído consecuencias en dos ámbitos: el organizacional y en cómo las personas perciben que pueden hacer mejor su trabajo. Por ejemplo, de acuerdo a los datos de BIT Chile (2010) han existido importantes variaciones respecto a cómo internet ha generado impacto en la estructura de empresas a nivel organizacional. Si e u % de los e uestados o side a a ue ha ía a o dispe sió geog áfi a de la o ga iza ió de ido al uso de i te et, esa if a al a zó u %e . E elación al tele-trabajo (trabajo desde la casa) ocurre un fenómeno similar. En 2007 solo un 38% consideraba que internet pe itía ue ás e pleados t a aje desde la asa , esa if a llegó al % e . También se observan mayores niveles de satisfacción con el uso de herramientas colaborativas, un aumento en las habilidades TICs para los empleados, así como las necesidades de capacitación permanente fruto del constante desarrollo tecnológico de internet. Ahora bien, también las personas consideran que una o se ue ia de estos a ios ha de i ado e ue e ista ás e pleados f e te a la pa talla del computador. El ámbito laboral es considerado por las personas como un espacio relevante para acceder a internet y desarrollar habilidades en torno a esta tecnología (BIT Chile 2010). De igual forma, las personas consideran que la presencia de internet en el trabajo es una motivación para el uso de la tecnología. El círculo social en el trabajo (compañeros y jefes) tiene un rol importante en el desarrollo de habilidades para usar internet. Las personas declaran aprender en el uso nuevos conocimientos para sacar mayor provecho al uso de internet. Asimismo, los compañeros de trabajo son relevantes para compartir y entregar información sobre cómo usar la tecnología. El mismo estudio BIT Chile da cuenta que existe una diferencia de género en relación al papel que juega internet en el trabajo. Por ejemplo, las madres del grupo socioeconómico C2C3 no mencionan el trabajo como un espacio relevante de aprendizaje de internet. Internet también ha sido considerada como una tecnología fundamental para potenciar el desarrollo del comercio. A nivel de usuarios y no usuarios de internet en Chile se observan diferencias en relación a esta dimensión, la que se puede evaluar a través de los niveles de confianza que manifiestan las personas en los servicios online. La encuesta WIP Chile (2010) refleja que entre los usuarios de internet hay mayor confianza en servicios online como comprar y vender por internet, hacer transacciones bancarias y trámites online en servicios públicos y estatales. Aquellos que no son usuarios de internet presentan niveles de desconfianza mayores que los usuarios activos. Estas diferentes percepciones de confianza para realizar actividades comerciales en internet también se ven afectadas por el nivel socioeconómico de las personas y la edad. Por ejemplo, a mayor edad son mayores los niveles de desconfianza en los servicios online, especialmente en el grupo entre 45 y 64 años de edad. Lo mismo ocurre en relación al nivel socioeconómico de las personas, siendo los grupos D y E quienes presentan mayores niveles de desconfianza. Datos recientes de la cuarta encuesta Subtel de 2012 (Rivera, Lima y Castillo, 2012) dan cuenta de los bienes y servicios que las personas –tanto de población urbana como rural- compraron en el último año a través de internet (ver figura X). Se observa que en la población urbana que los principales ie es o se i ios ad ui idos a t a és de i te et fue o e uipos de audio, TV ele t odo ésti os % , Ti kets/ ese as pa a e e tos . %, opa, zapatillas a tí ulos depo ti os . % . E el caso de las personas de población rural, las compras fueron principalmente opa, zapatillas a tí ulos depo ti os . , e uipos de o puta ió . %, e uipos de audio, TV ele t odo ésti os (28.7%). Tabla 3. Tipos de bienes o servicios que personas compraron por internet en los últimos 12 meses (población urbana y rural)* 9 *Solo quienes compraron por internet en el último año Fuente: Rivera,J; Lima, J.; y Castillo, E. (2012) con datos de encuesta Subtel (2012). IV. Internet y participación política Las consecuencias de la masificación en el acceso a internet en Chile se han visto reflejadas en distintos ámbitos de la vida cotidiana. Un ejemplo de aquello se da en la relación de los ciudadanos con servicios y organismos gubernamentales. Los niveles de confianza de las personas en los servicios online gubernamentales (servicios públicos o estatales) y las páginas web del gobierno están en márgenes similares (38% y 49%, respectivamente) (WIP Chile 2010). Estos niveles de confianza también son parecidos a la evaluación de servicios online de empresas privadas como los bancos. En otro ámbito, la dimensión de participación política también se ha visto afectada por la masificación y el acceso a internet, tanto a nivel mundial como en el caso chileno. En este contexto, además de ser una tecnología para la comunicación y circulación de ideas y contenidos a bajo costo, internet opera como un espacio para la interacción y la expresión política. En los últimos años se ha puesto énfasis en la relación existente entre las nuevas tecnologías, especialmente las redes sociales como Facebook, y la participación política (Valenzuela et al., 2008; Valenzuela, Arriagada y Scherman, 2014). En este contexto, el uso de Internet por parte de las personas—y sus diversos modos de participación política online— estarían reconfigurando ciertas prácticas cívicas y la concepción tradicional de democracia representativa (Couldry, et. al, 2010; Coleman, 2008). De igual forma, el consumo de información online puede complementar y reforzar los mecanismos institucionales de participación como el voto (Norris, 2000). 3 Desde el año 2009, la Universidad Diego Portales ha desarrollado una serie de encuestas con el fin de abordar la relación entre el uso de internet de los chilenos –especialmente de grupos más jóvenes- y sus niveles de participación política. En su versión 2012, la e uesta Jó e es Pa ti ipa ió incluyó una muestra tanto de jóvenes de 18 a 29 años como de adultos de 30 a 39 años. Un 39% de los jóvenes entre 18 y 29 años utiliza las redes sociales para expresar su opinión sobre los asuntos públicos. De igual forma, este grupo presenta altos niveles de participación en manifestaciones en la vía pública. Además de ser un espacio para la expresión, también las redes sociales en línea operan como proveedores de información sobre temas públicos para los jóvenes (ver figura 3). Por ejemplo, en 2011 3 Estas encuestas, en sus distintas versiones, tienen las siguientes características: encuestas cara a cara en hogares, 1.000 casos en regiones Santiago, Valparaíso y Concepción. Las bases de datos y cuestionarios están disponibles en: www.cip.udp.cl 10 las redes sociales fueron el medio más utilizado para informarse sobre las movilizaciones estudiantiles después de la televisión y la conversación con cercanos. Además, 7 de cada 10 personas entre 18 y 29 años recibió información sobre el tema a través de Facebook y Twitter. Esto se diferencia del grupo conformado por aquellas personas entre 30 y 39 años donde sólo un 48% se informó sobre el conflicto estudiantil a través de las redes sociales. Los datos de esta encuesta muestran que a mayor edad es distinta la aproximación al uso de redes sociales. Por ejemplo, existe un grupo conformado por aquellos jóvenes entre 18 y 29 años que utiliza estas plataformas tanto para informarse como para expresarse sobre los asuntos públicos. En tanto, un grupo de mayor edad (30-39 años) si bien se expresa en estas plataformas, a la hora de informarse opta por los medios de comunicación tradicionales como la televisión, la radio y la prensa escrita. Interesantes son las diferencias que aparecen entre jóvenes de 18 y 29 y adultos entre 30 y 39 años en el uso de Facebook. Si bien ambos grupos utilizan Facebook para relacionarse con amigos, a la ho a de su i e la es o pa ti i fo a ió el p i e g upo % lo ha e o a o f e ue ia ue el segu do % . Lo is o o u e a la ho a de opi a so e te as políti os iudada os % 39%, respectivamente). Aparte de ser un espacio de comunicación, también para una mayoría considerable del grupo conformado por jóvenes de 18 a 29 años, Facebook opera como un espacio para la expresión y el intercambio de opiniones sobre los asuntos públicos (ver figura 4). Figura 3: Participación social de jóvenes y adultos en Chile 2012 Fue te: E uesta Jó e es Pa ti ipa ió . Dispo i le e : www.cip.udp.cl Figura 4. Actividades en Facebook (personas entre 18 y 39 años) Fue te: E uesta Jó e es Pa ti ipa ió . Dispo i le e : www.cip.udp.cl 11 La i estiga ió desa ollada o los datos de la e uesta Jó e es Pa ti ipa ió e t ega interesantes hallazgos para el caso chileno. Por ejemplo, el consumo de noticias en medios de comunicación y medios sociales como Facebook, están relacionados positivamente con la disposición a votar de los jóvenes (Scherman y Arriagada, 2012). Ahora bien, tomemos como ejemplo dos importantes movilizaciones ocurridas durante 2011: el movimiento estudiantil y las protestas en contra del proyecto HidroAysén. En el caso de las movilizaciones estudiantiles, 8 de cada 10 jóvenes entre 18 y 29 años conversó sobre el tema con otras personas, pero un 45% difundió información en redes sociales. En el caso de HidroAysén, un 42% de los jóvenes entre 18 y 29 años compartió información relacionada con el proyecto en plataformas como Facebook o Twitter. Scherman, Arriagada y Valenzuela (2013) concluyen con estos datos que aquellas personas con una cuenta activa en estas redes sociales tienen una mayor probabilidad de participar en actos de protesta y movilizarse. El consumo de noticias en medios de comunicación tradicionales presenta bajos niveles de asociación con las prácticas de participación política de los jóvenes en el movimiento estudiantil y en las protestas contra HidroAysén. Al contrario, son los medios de información en línea, como blogs y sitios de noticias, los que sí tienen u a i ide ia positi a e esas prácticas (Scherman, Arriagada y Valenzuela, 2013: 197). Una conclusión relevante de este trabajo es que no siempre el uso de medios sociales para protestar –en el caso de las movilizaciones estudiantiles e HidroAysén– está determinado por valores culturales y políticos de las personas. De esta manera, concluyen, estos medios se convierten en un espacio para la amplificación y masificación de sus demandas y de las protestas en las que participan. Al comparar los resultados de todas las versiones de la encuesta que se realiza desde 2009 encontramos que los medios sociales online operan como tecnologías de la participación entre los jóvenes. Por ejemplo, es considerable el aumento que presenta la expresión de opiniones en las redes sociales. Si bien esto puede ir de la mano con el aumento en el acceso a estas plataformas, el peak se alcanzó en 2011. Ese año el 44% de los jóvenes declaraba expresar su opinión en estas plataformas, en tanto en 2009 la cifra llegaba al 25%. En años posteriores, estos porcentajes no disminuyen de manera considerable (42% en 2013). Estos datos reflejan que durante las movilizaciones estudiantiles toda la información -y la expresión- que circuló en los muros de Facebook y a través de Twitter fue útil para validar socialmente esos espacios. Dicho de otro modo, después de las movilizaciones estudiantiles, tecnologías como los medios sociales online ya son parte de la caja de herramientas que tienen los jóvenes a través de las cuales se comunican, se expresan y participan de los asuntos públicos. Independiente de las preguntas de investigación e hipótesis, diversos trabajos realizados con los datos de esta serie de encuestas llegan a una conclusión similar. Son preocupantes las diferencias socioeconómicas existentes entre aquellos que usan e incorporan al ejercicio de su ciudadanía los medios sociales en línea y aquellos que no lo hacen. Así queda de manifiesto que estamos frente a una desigualdad informativa y considerables diferencias de capital tecnológico entre los chilenos. Más allá de la brecha digital entre aquellos que tienen acceso a Internet y diversas plataformas de comunicación digital, el problema es que estas diferencias reflejan la escasez de recursos para expresar y participar de los asuntos públicos que tienen las personas en estas plataformas. Aquellos que ahora no lo hacen –ya sea por no tener acceso o por no desarrollar esa capacidad de involucramiento a través de estas plataformas– están en una situación de desventaja frente a quienes han desarrollado esas habilidades. ¿Qué ocurre si el sistema político incorpora esas formas de participación? ¿Cómo imaginan y practican su ciudadanía aquellas personas que perciben como bien valorado –social y políticamente– el uso de los medios sociales en línea versus aquellos que no? 12 Conclusión En este estado del arte sobre internet en Chile han presentado una serie de estudios y evidencia empírica nacional e internacional en relación al papel que juega internet en distintas dimensiones de la vida cotidiana. En la primera parte se presentaron diversas distinciones en relación a la brecha digital para poder abordar el fenómeno desde una mirada multidimensional. Así es posible o se a ue el o epto de e ha digital ha e olu io ado a o solo se efie e a la dife e ia e t e aquéllos que tienen acceso o no a una conexión a Internet, sino a distintas dimensiones que involucran experiencia, autonomía de uso, habilidades y tipos diferenciados de usos. En la segunda sección se analizaron los usos de internet en Chile y la centralidad que adquiere esta tecnología en los procesos de comunicación, producción y entretención de las personas, así como las brechas generacionales existentes en cada dimensión. En tercer lugar, se analizó el impacto que ha tenido Internet a nivel local en el mundo del trabajo y el comercio. Se presenta evidencia que da cuenta de las percepciones que tienen las personas respecto al impacto de internet en las organizaciones y en su forma de realizar el trabajo. En la cuarta parte, se analizó el papel que juega internet –específicamente las redes sociales online- en la participación y expresión política de las personas. Se presentó evidencia e investigaciones tanto a nivel local como internacional para abordar el fenómeno. La evidencia y discusión presentada da cuenta de la relevancia que sigue teniendo la existencia de distintas brechas digitales en el contexto chileno. Es de gran relevancia poder desarrollar instrumentos para recolectar información que den cuenta de la complejidad y multidimensionalidad de esas brechas. Con ello será posible diseñar e implementar políticas públicas focalizadas con el fin de integrar a las personas a la sociedad de la información y el conocimiento. 13 Referencias Agostini, C. y Willington, M. (2010) Radiografía de la brecha digital en Chile: ¿Se justifica la intervención del Estado? Revista de Estudios Públicos Vol 119. 5-32 Agostini, C. y Willington, M. (2011). Acceso y uso de internet en Chile. ILADES-Georgetown University working papers. Universidad Alberto Hurtado. Agostini, C. y Willington, M. 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