Sonrisas y lágrimas de Robert Wise, es un musical basado en los años 30, justo antes de empezar la segunda guerra mundial. Dirigida con un ritmo majestuoso y sosegado, y de un modo personal y propio, confecciona un precioso musical lleno de magia, alegría y tristeza con 5 oscars, entre ellos el de mejor película que la avalan como una obra inolvidable. Realizada de modo eclipsante y excepcional, tiene un resultado extraordinario y maravilloso que no pasa de moda.
La fotografía, es sensacional y naturista, con imágenes bellas y lumínicas que están repleta de detalles vistosos y coloristas que son alusivos, además de confortantes y encantadores. La música, es deleitosa y variada, con canciones conocidas y hermosas llenas de armonías espléndidas que cautivan con mezcla de sonidos alentadores y tranquilizadores, en un sobresaliente acompañamiento musical. Y los planos y movimientos de cámara, completan un magnífico trabajo técnico con el acertado uso de los panorámicos, naturistas, aéreos, reconocimiento, seguimiento, generales, detalles y travellings.
Las actuaciones, son remarcables y cumplidoras. Con Julie Andrews carismática y sensible, Christopher Plummer con carácter y convicción, y espléndidos acompañamientos de Richard Haydn, Eleanor Parker, Peggy Wood, Heather Menzies, Charmian Carr, Anna Lee y Marni Nixon. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones evocadores y bien trabajadas con ropas elegantes y distinguidas, que junto con unos impolutos decorados te transportan al momento y lugar en una sobresaliente dirección artística.
El guion, es entrañable y excepcional, gracias a una historia agradable y atractiva que tiene una definición admirable y maravillosa, cautivando a toda la familia al mezclar el drama con el musical. Ya que, aunque el fuerte del film se centra en las canciones, tiene un argumento dulce y emotivo que lo acompaña con mucho acierto. Y que está llevado a cabo, con una narrativa sugerente e impoluta, gracias a un lenguaje clásico y equilibrado, muy apropiado al ser familiar y amable.
Para finalizar, lo considero un musical inmortal e indispensable en el séptimo arte, por cumplir fielmente a su título y por cautivar con su música y coreografías infantiles llenas de ternura. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, música, vestuarios, caracterizaciones y narrativa que hacen de Sonrisas y lágrimas, uno de los musicales a tener en cuenta para los cinéfilos buscadores de las mejores obras del género.

El salario del miedo de Henri Georges Clouzot, es un thriller dramático y de aventuras y una de las obras indispensables del director. Dirigida con un ritmo calmado y tranquilo, y con un estilo valiente y arrojado, tiene una trama asfixiante que mantiene el suspense de manera asombrosa, gracias a una historia sencilla pero implacable y arrolladora. Realizada de forma inteligente y perspicaz, tiene un resultado insuperable y soberbio que gustará a cualquier cinéfilo.
La fotografía en blanco y negro, es evocadora y maravillosa, gracias a unas imágenes idóneas y magistrales que son rica en matices sensacionales y atractivos para el film. La música, es inquietante y más bien escasa, usada en pocas ocasiones y con sonidos clásicos al principio y al final de la película, para no distraer al espectador de la interesante trama. Y los planos y movimientos de cámara, utiliza mucho el detalle y los primeros y primerísimos planos para acrecentar la tensión, y también los habituales reconocimiento, seguimiento, cámara en mano, avanti, retroceso, subjetivos y generales en una variada y sobresaliente labor técnica.
Las actuaciones, son admirables y fulgentes. Con interpretaciones de Yves Montand que está carismático y con personalidad propia, Charles Vanel creíble y convincente, y notables acompañamientos de Vera Clouzot, Peter Van Eyck, Folco Lulli, William Tubbs, Dario Moreno y Jo Dest. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes y humildes, que son naturales al igual que los decorados que te transportan al lugar en cuestión.
El guion, escrito por el mismo director junto con Jerome Geromini, está lleno de intriga y suspense, gracias a una sencilla e interesante trama que es absorbente y apasionante para el espectador, con un argumento sustancioso y escalofriante que mantiene al público pegado al asiento durante todo el transporte, haciéndole sentir la amenaza de su trabajo y la desilusión de los protagonistas que tienen en sus vidas para aceptarlo. El cual es llevado a cabo, con una narrativa común y sugerente además de expresiva, para trasmitir en todo momento lo que sienten.
Concluyendo, la considero una obra imperecedera e indispensable en el séptimo arte, por ser absorbente y penetrante en una historia sencilla pero que mantiene eficazmente al espectador pegado al asiento. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, planos, movimientos de cámara y narrativa que hacen de El salario del miedo, un film soberbio y excepcional, y por supuesto una cinta de visión obligada, para cualquier cinéfilo buscador de las mejores películas de la historia del séptimo arte.

Nueve cartas a Berta de Basilio Martín Patino, es un drama basado en los años 50. Dirigida con un ritmo plácido y calmado, y con un estilo personal y propio, consigue una obra sencilla pero profunda al mostrar los sentimientos e inquietudes de un joven que no es feliz en su país a la vuelta de Inglaterra después de conocer y enamorarse allí de una chica española de familia exiliada. Realizada de modo impecable y correcto, tiene un resultado particular y natural que gusta ver.
La fotografía en blanco y negro, es moderna para la época, con imágenes hermosas y evocadoras que son confortantes y magistrales en una labor estéticamente decorativa y original. La música, es alusiva con canciones de la época como twist y sonidos de piano clásicos y variados que completan una bella y rítmica labor musical, que es atractiva por sus melodías agradables en un sutil y propio acompañamiento de la trama. Y los planos y movimientos de cámara, usa el avanti y retroceso, reconocimiento, retroceso, primeros planos, panorámicos, cámara en mano y fotografías tal cual para plasmar la visión del joven en una España, que le resulta reprimida y atrasada en pensamientos y actitudes.
Las actuaciones, son inherentes y cumplidoras. Con intachables interpretaciones de Emilio Gutiérrez Caba, Elsa Baeza, Montserrat Blanch, Mary Carrillo, Antonio Casas y José María Casaux entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios y caracterizaciones sugestivos al ser elegantes y estilosos de la época en cuestión, al ser llevados con formalidad en una apropiada dirección artística que te transporta al momento. Y destacando también, un montaje dividido en los nueve capítulos que son las cartas que le envía a Berta.
El guion, escrito por el mismo director es personal e íntimo, argumentado de manera profunda e interesante que lo vuelven muy verosímil al mostrar la desilusión de un joven cuando vuelve a su país, estando este bien trabajado en detalles. Y que es llevado a cabo con una narrativa, que es explicativa con la voz en off del protagonista, mostrando con decaimiento su desesperanza, y siendo esta bastante extensa y desde luego impecable y equilibrada.
En conclusión, la considero una obra interesante y bien trabajada en el drama español, por estar dividida en capítulos y por mostrar con acierto lo perdida que estaba la juventud de entonces cuando volvían a una España reprimida y fascista después de descubrir mundo. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, planos, movimientos de cámara, montajes, vestuarios y narrativa que vuelven a Nueve cartas a Berta, en un film personal, distinto y pesimista en el cine español, que se abría paso en un momento difícil de su historia.

La señora Miniver de William Wyler, es un drama basado en una familia inglesa de clase media en la II guerra mundial. Dirigida con un ritmo majestuoso, es personal y subjetiva, muy propia de Wyler por su emotividad sincera, realizada de modo excelente y soberbio, y con una definición admirable y extraordinaria que gustará a todos, en especial por su discurso final.
La fotografía en blanco y negro, es sugerente, bella y cuidada en detalles, con imágenes confortantes y encantadoras que están estéticamente trabajadas con armonía, y realizadas con un gran uso de los claroscuros, lo que le valió el oscar. Y la música, es hermosa y agraciada, hábil en su acompañamiento durante casi todo el film, con sonidos idóneos y apaciguadores en los momentos emotivos y oportunos.
Las actuaciones, son naturales, verosímiles y espontáneas. Con Greer Garson espléndida, sincera y encantadora en un oscarizado papel, Walter Pidgeon auténtico y carismático, Teresa Wright sentida y emotiva ganadora del oscar por mejor actriz de reparto, y Richard Ney con carácter y personalidad propia. Realizando también oportunas interpretaciones Henry Travers, Dame May Whitty y Henry Wilcoxon por su enorme y alentador discurso final. Empleando para todos ellos, unos vestuarios y caracterizaciones elegantes, esmerados y distinguidos, en una correcta dirección artística.
El guion, es entrañable, conmovedor y cercano, además de emotivo y agradable por tener en su interior una historia bella y hermosa, que realiza una oportuna mezcla de pesimismo y esperanza para calar en el espectador, y lo consigue de modo excepcional. Empleando para ello, una narrativa clásica, impoluta y amable, la cual gusta por ser acogedora, natural y sugestiva, sobre todo cuando la usa Greer Garson en su papel principal.
Para finalizar, cabe resaltar positivamente, los planos y movimientos de cámara personales, de reconocimiento, panorámicos, avanti y retroceso cuidados en detalles y estéticamente admirables. Y unos efectos especiales competentes para la época, admirables y creíbles en las escenas de batallas que sorprenden al espectador por su verosimilitud.
Por lo que, en líneas generales, la considero una obra inolvidable e indispensable, tanto en la filmografía del director como en el séptimo arte en general, con 6 oscars que la avalan como un gran film. Recomendable por su excelente dirección, guion emotivo, actuaciones naturales, fotografía cautivadora, bella música e impoluta narrativa que la convierten en un clásico irrepetible de visión obligada para cualquier cinéfilo clásico, el cual se sentirá conquistado por una gran obra sin igual, conmovedora, sincera y emotiva.

El gran dictador de Charles Chaplin, es una comedia satírica sobre el nazismo y Hitler. Dirigida con un ritmo dinámico, consigue realizar su primera y mejor obra sonora de forma portentosa y maravillosa, con un resultado impecable, mezclando el humor y el dramatismo.
Las actuaciones, son entrañables y carismáticas por parte de Charles Chaplin y Paulette Goddard, con interpretaciones expresivas y deslumbrantes tanto en momentos de humor, como en las partes dramáticas. Con una narrativa ingeniosa e hilarante, gracias a unos diálogos graciosos y cómicos, llevados a cabo con gran espontaneidad, y emotiva e inolvidable en el discurso final, que paso a la historia como uno de los mejores del cine.
El guión, del mismo Chaplin, es original y único, provocador como pocos en su momento, no deja a nadie indiferente por la burla hacia Hitler y el nazismo. Y la música, también de Chaplin, es emotiva, bella y profunda acompañando magistralmente la acción.
Para terminar, destacar tanto los vestuarios evocadores y ocurrentes que conseguirán las risas de todos, y unos efectos conseguidos y competentes para la época, también llevados a cabo con el ingenio suficiente para hacer reír a toda la familia.
Por lo que en líneas generales, es una comedia perfecta, totalmente imperecedera y esencial dentro del séptimo arte, por hacer sentir y emocionar a todos, con una obra que mezcla de forma sobresaliente el humor y lo dramático, para llegar directo al corazón.