Uno sobresale en el ditirambo, otro en los elogios, éste en las canciones destinadas al baile, aquél en los versos épicos, y otro en los yambos, y todos son medianos fuera del género de su inspiración, porque es ésta y no el arte la que preside a su trabajo.
Al apurar al hiel de estas verdades, miramos las creencias adoradas convertidas en locas necedades con adornos de
baile engalanadas.
Antonio Plaza
Unos balazos estremecieron el ambiente y corrió el grito de ahí vienen los pronunciados. Hombres y mujeres salieron huyendo del gran salón de baile, pero muchos cayeron heridos.
Era visible la intención de la pregunta. Fingimos no escucharla y por la noche hubo un gran
baile a bordo. Mi primo Luciano, a especial pedido de miss Mariana y del radiotelegrafista, fue puesto en libertad.
Roberto Arlt
¡Un fandango! --Sí..., sí..., ¡fandango! ¡
Baile nacional! --Lo siento mucho, hijos míos; pero no me es posible tocar la corneta. --¡Usted, tan amable!...
Pedro Antonio de Alarcón
IV Cuántas horas hacía que erraba solo en medio de máscaras silenciosas en aquel hangar abovedado como una iglesia, y era una iglesia, en efecto; una iglesia abandonada y secularizada era aquella amplia sala de ventanas ojivales, la mayoría medio tapiadas, entre sus columnas adornadas y encaladas con una espesa capa amarillenta donde se hundían las flores esculpidas de los capiteles. ¡Extraño baile en el que no se bailaba y en el que no había orquesta!
A continuación las muchachas hubieron de bailar, primero bailes sencillos, luego zapateados, y bien que lo hacían; finalmente, vino el
baile artístico.
Hans Christian Andersen
En los salones de
baile, los instrumentos de metal rugían la matchicha y a su ritmo vivaz y canallesco desfilaban las parejas, arrastrando los pies sobre el entarimado, estrechamente enlazadas por el talle, rojas las mejillas, sudorosas las frentes, y en los ojos un apetito animal de vivir y de gozar, un hambre feroz de placeres.
Vicente Blasco Ibáñez
Ora sonaban melodías del primer
baile, un minueto y una polca, ora notas suaves y melancólicas que hacían asomar las lágrimas a los ojos del anciano.
Hans Christian Andersen
La generala llevaba su diario, en el que registraba cada
baile y cada tertulia a que había concurrido, así como las visitas de todos los forasteros.
Hans Christian Andersen
La generala estuvo luego ocho días sin que le doliera la cabeza. Mas aquel
baile no fue el único, en perjuicio de la salud de Emilia.
Hans Christian Andersen
Pasó el verano, llegó el invierno y nuevamente se habló de don Jorge. Era bien visto, y se le recibía en los lugares más encumbrados; el general hasta se encontró con él en un
baile de la Corte.
Hans Christian Andersen