Ejemplos
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En el teatro también los novios son pobres a veces, pero en tales casos la novia respectiva resulta princesa, y ella lo paga todo, y otras veces es el novio el que sale siendo hijo de un banquero riquísimo, algo tacaño y severo, pero que al fin se ablanda y todos quedan contentos.
Una de las avenidas que conducen a la plaza de Bolívar es conocida hoy mismo por el pueblo con el nombre de calle de Juan de la Coba, y en ella existe la casa que habitó el banquero.
Ricardo Palma
Convirtió en dinero sonante sus lujosos muebles y valiosas alhajas, depositando el total en casa de un comer- ciante que era por esos años, en que aun: no se conocían Ban- cos en el Perú, el banquero de la ciudad.
Porque sufría mucho aquella infeliz víctima de dieciocho años, que, soñando con un amor todo sensibilidad y delicadeza, se encontró unida, sin quererlo y sin saberlo casi, a un banquero materialote y soez, insolente como una onza y pletórico como las talegas de plata que almacenaba en la caja de sus caudales.
La boda fué uno de esos contratos brutales que se conciertan a espaldas de la ley, y que la ley sanciona luego tranquilamente. Dolores era hermosa, el banquero rico y los padres de la muchacha pobres y egoístas.
¡Bendita seas tú, Actriz de los Bufos, ídolo de mi amigo el instintivo repórter don Vicente, que con tu apetito de diamantes y el dominio que ejerces sobre él y el temor que sentí de que fuera a caer mi oro en tus rosadas manecitas, junto con los patacones de don Mariano, hiciste surgir en mi cerebro la idea de trasladar mis fondos a casa de los judíos!, pensaba subiendo la escalera monumental del escritorio de éstos. Un banquero judío sirve para todo...
Banco de las Artes Gráficas, S.A., igualmente propiedad de un prominente banquero mexicano y cuyo director general y titular de las acciones terminó en la cárcel por delitos cometidos en el manejo de la banca.
La familia de los dueños de la quinta se componía de un matrimonio joven, un hermano del marido, dos primas que pasaban temporada allí, y otro huésped, mozo también, Juanito Lucena, recién llegado de París, hijo de un opulento banquero.
Emilia Pardo Bazán
Y mientras ella sollozaba en un sillón del gabinete y la caritativa señora se daba a todos los demonios, el cojito, con el mismo traje con que le hallara el caritativo señor, durmiendo a la intemperie, llegaba a un solar, hecho casino por la muchachil golfería, y acercándose a un corro, donde una docena de hamponcillos jugaban a las cartas, gritaba triunfalmente: -Esta tarde soy yo el banquero.
En lo que respecta, por ejemplo, a los salarios, el obrero fabril inglés entrega semanalmente su salario al tendero, que lo envía todas las semanas al banquero; éste lo devuelve semanalmente al fabricante, quien vuelve a pagarlo a sus obreros, y así sucesivamente.
El mismo soberano no va a parar tan rápidamente a manos del banquero, ni retorna con tanta prontitud al capitalista industrial; por eso, en lugar del soberano necesario para poner en circulación cincuenta y dos libras esterlinas al año, para abonar un salario anual que ascienda a la suma de veinticinco libras se necesitan tal vez tres soberanos.
La pasión entre el viajero, Julio Morales, y la hermosa esposa del banquero había sido notada en la ciudad comercial, en un pequeño círculo de amigos; pero no adquirió proporciones de escándalo, gracias a la prudencia cautelosa del viejo, que supo despistar a la maledicencia y a la noble resignación de los enamorados, aviniéndose a una ausencia que pudo ser eterna.
Emilia Pardo Bazán
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