Probablemente el buey se creyó autorizado para ejercer funciones de pertiguero; porque, enfureciéndose de improviso, cogió entre las astas al escandaloso capitán y, lanzándolo al aire, lo arrojó de espaldas fuera de la iglesia. Después de esta
barrumbada se quedó el animalito como si tal cosa, y prosiguió muy pacíficamente su camino.
Ricardo Palma