Camot o cuixot en Ciudadela, es una longaniza cocida negra y muy grasienta, prácticamente igual al camaiot mallorquín pero con un granulado menor.
La diferencia estriba en el sabor final, depende de los gustos se prefiere un método sobre otro. Cabe pensar que la fritura es más grasienta pero permite distinguir y realzar los sabores finales.
Katniss va al Quemador, (el mercado negro local) para hacer intercambios por dinero y por un poco de comida a Sae la Grasienta y se da cuenta de la insignia de Sinsajo.
No se debe incluir aceite o restos de comida grasienta, tratar de evitar los restos con mucha carne (ya que tardan mucho en descomponerse), lácteos y huevos no deben usarse para compostar porque tienden a atraer insectos y otros animales indeseados.
Tampoco se contentaba con la guitarra grasienta, sacrificada por el pulpero a las pasajeras expansiones poéticas y musicales de los gauchos ebrios; pobre guitarra pública, víctima resignada, paciente y sufrida confidente de payadores groseros, que más entendían de rajarla a golpes y de romperle las cuerdas, que de hacer vibrar lo que de alma le podía quedar.
El novio se había retirado, apareciendo pocos minutos después despojado de la levita, con un macarrónico batín de franela verde, en zapatillas, y calada una especie de gorra
grasienta, a pretexto de catarro y confianza; en realidad por no desmentir la añeja y groserísima costumbre de sentarse a la mesa cubierto.
Emilia Pardo Bazán
Puesto allí Loaysa, sacaba una guitarrilla algo
grasienta y falta de algunas cuerdas, y, como él era algo músico, comenzaba a tañer algunos sones alegres y regocijados, mudando la voz por no ser conocido.
Miguel de Cervantes Saavedra
La piel de la cara era fina y repugnante. La nariz abultada, roja, chorreante, asomaba sobre una bufanda grasienta y endurecida. Ropa sin nombre, trozos recosidos atados con cuerdas al cuerpo miserable, peleaban con el invierno.
Cierta fragancia
grasienta se desprendía de su ropa negra, y repentinamente inquieto lo consideré; después, sin conciencia de lo que decía, le pregunté: —¿No tiene la ropa sucia, usted?
Roberto Arlt
Bajo las camas de las carretas, sobre el caldeado colchón de polvo, con la charra embrocada a la cara, los carreteros duermen a pierna suelta. Por entre la abierta sesgadura de la camiseta grasienta, el velludo pecho se descubre.
Hubo un momento de silencio, durante el cual él la fue empujando hacia el fondo, donde estaba más oscuro y donde el olor de la lana
grasienta y de los cueros secos era más acre e incitante: y entonces, de golpe, brutalmente, ferozmente, en un impulso irresistible de bruto encelado, la cogió y la arrojó con fuerza sobre la bolsa de cerdas, blanco y cómodo lecho que la pareja conocía de tiempo.
Javier de Viana
Agachados sobre la oveja, de un tijerazo hacen saltar el copete, la lana de la cara, y atacan con dos manos y de punta la lana tupida de las espaldas. Gracias al calor que suaviza la lana grasienta, en pocos momentos, está todo el vellón en el suelo.