Caen de los sauces las dormidas arpas Por impalpable mano arrebatadas; La selva entona de la patria historia Los no aprendidos salmos inmortales; Al beso de la luz se alza la guerra, Y brotan de la tierra Palpitantes recuerdos á raudales. En luminosa ebullición sonora, Los átomos alados
Nadan en luz en torno de la aurora.
Juan Zorrilla de San Martín
Es penosos, pero conveniente, aclarar que los Juegos no son oportunidad de lucimiento personal, ni en lo interno ni en el exterior; dentro de México sabemos que es esfuerzo de todos y si logramos éxito, el éxito será también de todos; en el exterior nuestros nombres nadan significan.
Después de una breve etapa larval, durante la cual nadan libremente los moluscos y los corales, se establecen en los lugares en donde existen residuos esqueletizados, a los cuales se adhieren firmemente, palpitando con una vida incipiente de rigidez, para seguir alimentándose de lo que hay alrededor de ellos y desarrollarse paulatinamente.
Cantaba sobre los hijos del Mar que llevan sus rebaños de gruta en gruta, cargando los ternerillos al hombro; cantaba acerca de los tritones, que tienen largas barbas verdes y pechos velludos, y hacen sonar sus retorcidas caracolas cuando pasa el Rey; cantaba sobre el palacio del Rey que es todo de ámbar, y su techo es de claras esmeraldas, y el pavimento está formado de resplandecientes perlas; y cantaba sobre los jardines del Mar, donde los grandes abanicos de coral se balancean todo el día, y los peces nadan alrededor como pájaros de plata, y las anémonas se cogen a las rocas y en la arena amarilla florecen con grandes corolas rojas.
Él refiere: “A los fatigados novillos hacia los litorales curvados había arreado, cuando el Sol, altísimo en la mitad del cielo, tanto hacia atrás mirara como restarle viera, y una parte de las reses en las arenas rubias había inclinado sus rodillas, 355 y de las anchas aguas, tumbada, las llanuras contemplaba; parte con pasos tardos por aquí deambulaba y por allá; nadan otros y con su excelso cuello emergen sobre las superficies.
Vuestros padres, por el contrario, nadan en la opulencia, y por avaros que fueran, no titubearán en pagar el rescate de su hija.» Estas palabras, y otras parecidas, que continuamente le repetían, no lograron calmar el dolor de la joven; por el contrario, con la cabeza entre las rodillas, lloraba sin cesar.
Uno, arranca melodiosos acordes de su sonora concha; otro, con una tela de seda, le protege de los ardores del importuno sol; otro sostiene un espejo frente a los ojos de la diosa; otros nadan bajo el agua, dando impulso a su carroza...
Hasta que una rayita muy inteligente dijo de pronto: — ¡Ya está! ¡Qué vaya los dorados! ¡Los dorados son amigos nuestros! ¡Ellos nadan más ligero que nadie! — ¡Eso es! —gritaron todas—.
La necesidad le enseñó, obstante, lo que importaba hacer: se puso entre dos vacas, asió sus cuernos con ambas manos y se dejó llevar tan cómodo y sin fatiga, como en una carreta, pues es de saber que las vacas nadan más y mejor que los hombres, y sólo ceden en esto a las aves de agua y a los peces, por lo cual no se cuenta de vaca ni de buey que jamás se ahogue, como no se le ablande la pezuña con el sobrado remojo.
Así es que el juez más duro, el procurador más incrédulo y el usurero más empedernido llegan pocas veces a creer en la vejez del corazón y en la corrupción de las miradas cuando los ojos del hombre nadan aún en un fluido puro y cuando su frente no tiene aún arrugas.
En un estudio reciente, se comprobó que los grandes tiburones blancos de California emigran a un área entre Baja California y Hawái conocida como "el Café del Tiburón Blanco", donde pasan al menos 100 días al año antes de volver a Baja California. En el viaje, nadan despacio y se sumergen a unos 900 m de profundidad.
Se distingue a las células acrocontas, que nadan con su flagelo o flagelos por delante, de las opistocontas, donde el cuerpo celular avanza por delante del flagelo.