Estamos muy alarmados los ciudadanos por la ola delictuosa, porque nos asaltan en cualquier lugar, en las casas, en las calles, en los restaurantes, en las iglesias, en los autobuses, en las ciudades y fuera de las ciudades.
Sin duda que estamos en una era de despertares, de resurrecciones, de pueblos, de fuerzas y de esperanzas; sin duda, Presidente, que esa ola que usted anuncia o que anunció y sigue anunciando en esa entrevista a la que me he referido, Un grano de maíz, se siente y se palpa por toda la América Latina.
La veo espesarse, dulce sombra caída del cielo: ahoga la ciudad como una ola inaprensible e impenetrable, oculta, borra, destruye los colores, las formas; oprime las casas, los seres, los monumentos, con su tacto imperceptible.
Fuiste un ensueño de gasa; fuiste una gasa en la brisa... Te vi flotar en la bruma que tu blancura aureola, como un boceto de espuma sobre un pedestal de ola.
Fondo Editorial Pampeano. Santa Rosa, 1994. Scheuber Marfa Victoria "Historia conmigo (Desde la ola)". Fondo Editorial Pampeano. Santa Rosa, 20 01.
Y al rodar del tranvía, que apresuraba su marcha, el vacilar de la luz de la linterna que se proyectaba sobre los vidrios nublados por el cielo del aire exterior, Revenga quería dominar una tristeza inconsolable, una amargura que le inundaba como
ola de hiel.
Emilia Pardo Bazán
Son pocos los que ordenan con reflexión su vida y sus ocupaciones; los otros, a razón de los objetos flotantes en un río, no van, son llevados (Esta frase proviene de Horacio Odas,III, 29, 33 seg.); unos son sostenidos y mantenidos por una ola suave, otros son arrastrados por una (ola) más furiosa, otros, una (ola) próxima a la ribera los deja con curso fangoso, otros una corriente impetuosa los lanza al mar.
Sin duda alguna, el mismo misterio que llevó a “EL CONSERVADOR” –el otro diario entonces importante de la ciudad –a no ocuparse de la tragicómica y resonante mascarada de los “VOLUNTARIOS DE ORIBE”. ¡No era prudente “HACER OLA…”!
He venido a cobrarme con tu vida la vida de mi noble hermano... Una
ola de sangre subió hasta las sienes de Rahutia. Dominó su cólera, y dijo: -Haz salir a ese esclavo, y te diré mucha cosas.
Roberto Arlt
Bajó el puente y en el patio Entróse sin ceremonia Un hombre que dijo á voces Desde el caballo que monta. ---¡Ola alcaide! vuestros amos Llegan mañana á estas horas.
Y mi canción irá sola hacia donde tú te pierdes... donde ella pase, la ola tendrá un dolor de aguas verdes... No sé si me olvidarás ni si es amor este miedo; yo solo sé que te vas, yo solo sé que me quedo.
Apelando a su voluntad, estranguló la
ola de emoción que se le subía a los ojos, y, entristecido, fatigadísimo, habló como a través de un sueño, con palabras muy pesadas: -Que Alá me condene si eres inocente...
Roberto Arlt