y el Cármata cruel, el Cretón bravo, el escita ligero, el sombrío, feroz escandinavo que en las brumas polares de otro mundo
olfateaba el derrotero, fueron a prosternarse en sus altares!
Olegario Víctor Andrade
Y momentos después olfateaba, como sumido en delicioso éxtasis el Carambuco la enorme fuente de sopa que acababa de colocar sobre el limpísimo mantel Pepita la Tulipanes.
El cuerpo de éste se estremeció; y apagose de súbito el pálido brillo de sus ojos. Quedaron formando cruz acostados sobre la misma charca, que Canelón
olfateaba de vez en cuando entre hondos lamentos.
Eduardo Acevedo Díaz
Cierta noche que, según costumbre, rondaba por los patios y corrales del castillo por si olfateaba carne fresca, oyó que su nieto lloraba porque su madre quería pegarle por haber hecho una maldad, y también oyó la vocecita de Aurora, que pedía perdón para su hermano.
Y ya se presentía por ciertos indicios y hasta se olfateaba y casi se mascaba, merced al grato tufillo y a los vapores crasos que al través de pasadizos llegaban desde la cocina a la sala, que aquella noche iba a haber allí pavo en arrope, y no sólo refrescanda, sino papandina también, y de lo más delicado y costoso.
El, que en casa de Cooper coleaba ante la mandioca simplemente cocida, para no ofender a su amo, y
olfateaba por tres o cuatro lados el locro, para no quebrar del todo con la cocinera, conoció la angustia de los ojos brillantes y fijos en el amo que come, para concluir lamiendo el plato que sus tres compañeros habían pulido ya, esperando ansiosamente el puñado de maíz sancochado que les daban cada día.
Horacio Quiroga
Tembloroso, el caballo del matador,
olfateaba la tragedia: pero fue tranquilizado por las palabras sarcásticas: —No se asuste, amigo, que ese ya no ofiende a naides.
Ricardo Güiraldes
El, que en casa de Cooper coleaba ante la mandiocasimplemente cocida, para no ofender a su amo, y olfateaba por tres ocuatro lados el locro, para no quebrar del todo con la cocinera,conoció la angustia de los ojos brillantes y fijos en el amo que come,para concluir lamiendo el plato que sus tres compañeros habían pulidoya, esperando ansiosamente el puñado de maíz sancochado que lesdaban cada día.Los tres perros salían de noche a cazar por su cuenta--maniobra éstaque entraba en el sistema educacional del cazador;--pero el hambre,que llevaba a aquellos naturalmente al monte a rastrear para comer,inmovilizaba al fox-terrier en el rancho, único lugar del mundo dondepodía hallar comida.