rumboso


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  • adjetivo

Sinónimos para rumboso

Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Ejemplos ?
Por los años de 1756 era virrey del Perú el conde de Superunda; oidor de la Real Audiencia de Lima don Gregorio Núñez de Rojas, y alcalde de este Cabildo don Juan Antonio de Palomares y de la Vega, Fernández de Córdova y Pérez de lo Ríos, vizconde y preboste de San Donás, barón de Urpín y señor de Verdalla, en los reinos de Irlanda, mozo gallardo, rico, afable y rumboso, condiciones que lo hacían muy querido y popular en la ciudad.
Cada vez que le veía recordaba este proverbio, que mi madre acostumbraba a decir: "Guárdate de los señalados de Dios." Solía echar algunos parrafitos conmigo, y en tanto escogía un descalabrado botín entre el revoltijo de hormas y rollos de cuero, me iniciaba con amarguras de fracasado en el conocimiento de los bandidos más famosos en las tierras de España, o me hacía la apología de un parroquiano rumboso a quien lustraba el calzado y que le favorecía con veinte centavos de propina.
-Supóngase vuesa merced -decía el fámulo- si el señor conde será rumboso, cuando me da quinientos pesos semanales para los gastos caseros.
Poniendo punto a las barbaridades del vicario, sigamos con nuestro rumboso marqués, y llámolo rumboso porque lo era y mucho el hombre que, cuando la ruina del Callao, hizo un donativo voluntario de cincuenta mil duros para socorrer a los desventurados, donativo que dejó boquiabiertos a todos los que en Lima disfrutaban fama de poseer gran caudal.
-¡Ya!¡Ya!. A tu edad fui yo rumboso y me sacaban de quicio los ojos negros. Gastaste como un Valle y gastaste bien, que a un Valle no le han de querer gratis y de cuenta de buen mozo como a cualquier zaragate.
-Amigo Dávalos -indicó el marqués, que en medio de sus apuros se preciaba de rumboso, y revolvía ya un pápiro de cinco entre los dedos-, se impone la contribución.
Inmediatamente le escribí a Dolores la causa de mi detención, participándole la noticia del brillante matrimonio que hacía Antonio. El matrimonio fue rumboso si no alegre.
Pide en la fonda lo mejor y más valioso; a los obsequiados, poco conocedores en libaciones y gastronomías elegantes, les saben a cuerno quemado estos menjurjes y bebistrajos de la extranjería; pero se defienden con los tamales familiares y el ron. Salen entre peneques y deslumbrados sin saber qué hacerse con este matrimonio tan incierto, pero tan educado y tan rumboso.
Pero su fama era bastante más vieja que todos sus convecinos, entre quienes el buen criterio no pudo nunca aclimatarse, y el tío Merlín era siempre listo y célebre ... Y por eso en el concejo se buscaba su opinión al tratarse de aceptar o no la oferta del rumboso madrileño.
El hombre hormiga muestra desde pequeñito lo que ha de ser cuando maduro: bien puede acariciarle la madre, ponerle miedo la nodriza, no ha de callar si no le dan dinero: tiene una alcancía, y en ella guarda los reales que le da su padrino los domingos, o recoge en el atrio de los templos en algún bautismo rumboso: en este punto está medio en quiebra el hombre hormiga desde que la autoridad ha puesto orden en este abuso que amagaba la tranquilidad del Estado.
Ahí está mi bolsa para el que se arriesgue a ganármela a punto menor. -Rumboso viene don Antonio -contestó Mendo Jiménez- y ¡por los cuernos del diablo!
Ya en 1565, y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vendían cuatro aceitunas por un real. Este precio permitía a un anfitrión ser rumboso, y desde ese año eran tres las aceitunas asignadas para cada cubierto.