VII Sin acústicas altivas resonaron sus lamentos y surcaron sollozantes la Babel de sus adentros para fundirlo de enigmas en los vocablos dispersos por su maldición altruista. Y la tímida asechanza de sus lágrimas furtivas asomó su rostro umbrío entre los pálidos
tintes de campanarios perversos.
Antonio Domínguez Hidalgo
Ibsen y Ravachol le ayudan, cada cual a su modo; cae el primer magistrado de Francia herido por el puñal de Cesáreo Santo, y escribe Suderman La dama vestida de gris, donde la abnegación y el amor a la familia toman tintes de sentimientos grotescos, sin que el final de cuento de hadas, agregado por el novelista a su obra, como un farmaceuta hábil, echaría jarabe para dulcificar una pócima que contuviera estricnina, alcance a disimular el acre sabor de la letánica droga.
Sus mismos pensamientos, por otra parte, eran de tintes oscuros, y, si miraba al funcionario que tenía al lado, sentía que le sobrecogía ese terror que la ley y sus ejecutores infunden a veces hasta en los más inocentes.
El cielo está teñido de un ligero color amarillento, ni una nubecilla empaña su risueño confín: el ruiseñor canta sus amores: abre su cáliz la rosa; saltan de flor en flor las mariposillas ostentando su ropaje de mil tintes; que no de otro modo vaga el alma de ilusión en ilusión en la deliciosa mañana del amor primero.
Lo que inocente pasatiempo al niño, fue a ti lección; así naturaleza fía al atento estudio sus arcanos, o un acaso felice los revela, De los siete colores la familia, si toda se reúne, el brillo engendra de la radiante luz; y si con varia asociación sus varios tintes mezcla, ya del metal el esplendor produce, ya el oro de la mies que el viento ondea, ya los matices que a la flor adornan, ya los celajes que la nube ostenta, y de los campos el verdor alegre, y el velo azul de la celeste esfera; su púrpura el racimo, y su vistosa cuna de nácar le debió la perla.
La labor de Paulino Martínez era una labor de paz; aconsejaba al acatamiento a las autoridades hasta un grado sublimemente candoroso, y a pesar de ello, la Dictadura le persigue y le hiere casi como a un revoltoso o a un mitotero; porque la tiranía es la tiranía, y nunca podrá ser la niñera cuidadosa de ningún movimiento que tenga ni remotamente,
tintes de liberación.
Práxedis G. Guerrero
Regresaron, aunque éste permaneció en París, como una precaución. Con los tintes traídos de América, frente al espejo fue cambiando su imagen hasta quedar convertida en una nueva Jean Harlow.
-dijo-, aquí cerca de esa morada, donde mi alma vagara eternamente en busca de la suya. Miró hacia el oriente, que comenzaba a teñirse con los rosados tintes de la mañana.
Los suaves destellos de la aurora alumbran tu alba frente, antes que el melodioso canario la salude con sus trinos desde lo alto de las palmeras; el sol te comunica su pompa y brillantez, y el crepúsculo de la tarde esos tintes vagos como los pensamientos de la infancia, pálidos como la luz de la luna al sumergirse en el ocaso.
Mas de pronto, la hoguera empezó a palidecer cual si llegara el día y la luz del sol ofuscase el vigor de su lumbre; los pastores miraron en torno y creyeron que de repente al aurora aparecía por todos los confines del cielo, y se acercaba a ellos con sus tintes de rosa.
Se hizo un silencio bastante largo durante el cual admiré aquel rostro divino, sobre el que la media luz filtrada a través de las cortinas de seda arrojaba tintes encantadores, y admiré también aquellos hermosos cabellos de oro, no sueltos como en la víspera, sino alisados sobre las sienes y cogidos en la nuca.
Pues, una aproximación creciente y fecunda de orientales entre sí y de orientales con montevideanos; el trasiego de habitantes de una región del país a otra; el olvido de los “pagos” y de las “querencias” de tintes característicos; el debilitamiento general y feliz de las tendencias y pasiones localistas y, en su consecuencia, el aumento progresivo del núcleo oriental con desmedro de los núcleos locales y diferenciados de Salto, de Cerro Largo o de Soriano.