La lógica lo quería; si la gran Idea era problema, ensueño tal vez, la mujer ensueño era fenómeno pueril, vulgaridad fortuita en el juego sin sentido y sin gracia de las fuerzas naturales...
Defendía a Wagner a gritos en el Real, sin oír, ni dejar oír a los demás lo mismo que estaba alabando. Era la musa de la vulgaridad del día, del sufragio universal de la tontería ambiente.
Sensible es tener que decirlo; pero procede de este hecho de causas que prueban, entre mil acontecimientos semejantes, la ligereza del espíritu humano. Ante todo, no es extraño a esto la vulgaridad del objeto principal que ha servido de base a los primeros experimentos.
También le aburría aquel rebaño humano, de
vulgaridad monótona; también se le puso en la boca del estómago el canónigo aquel, de tan buen diente, de una alegría irritante y que ocupaba en la mesa redonda el mejor puesto.
Leopoldo Alas
-Que con la mantilla dejaría usted de ser un tipo lindísimo y de pura raza santanderina, para confundirse con la vulgaridad de las señoritas más o menos cursis.
Incluso los autores más insignificantes se asemejan cuando menos al gran au- tor del cielo y de la tierra en que después de concluir su jornada de trabajo suelen decir para sí: «y vio que cuanto él había hecho era bueno.» : Los dos principios fundamentales de la llamada crítica histórica son el postulado de la vulgaridad y el axioma de la mediocridad.
Pero si estas declaraciones no sirven para seducir a los cautos, prueban más y más que Súñer y Capdevila no es, por dondequiera que se le mire, otra cosa que una vulgaridad miserable que ha elegido la blasfemia y el escándalo por arma para hacerse célebre, como a imitación de otro racionalista francés de triste memoria, pudo en haber dado en comerse arañas crudas en salones y corrillos; un loco que se entretiene en escupir al cielo, sin reparar en que le mancha el rostro su propia saliva...
Narrando y narrando llególes el turno a los cuentos de brujería y de duendería. ¡Y aquí el extasiarse mi alma! Todo lo hasta entonces oído, que tanto me encantara, se me volvió una
vulgaridad. ¡Brujas!...
Tomás Carrasquilla
Evidentemente, un matrimonio. Él, un marido cualquiera, y tal vez por su mercantil
vulgaridad y la diferencia de años con su mujer, menos que cualquiera.
Horacio Quiroga
con sus novelas de viva voz, y, se lo confieso, por muchos días me hizo abandonar el libro; pero en la lucha, que era natural que dentro de mí mantuviera mi vulgaridad materialista y grosera de burguesa honrada, con la hembra excepcional que ibamos descubriendo, me acordé de lo que había visto en los primeros capítulos de aquel libro extraño...
Y al caer la noche sobre las montañas y sobre el río, la neblina crepuscular dijérase que desprendía emanaciones de paz campestre, de poesía familiar, de amor sosegado, algo de repetición, de vulgaridad.
(¿Y no quemaban brujas, padre?)— Hubo en el Peni muchos •portugueses judaizantes, que sufrieron el justo rigor de la •Inquisición.- (Conque, jusíOy ¿eh?)— Es una vulgaridad tamaña •decir que la Inquisición encadenaba el pensamiento, y otras •sandeces por el estilo.— (Sandez es, en pleno s'glo xix, echarse »á hacer la apología de tribunal tan maldecido.)— Fuera de los •portugueses, raros fueron los castigados severamente en el •Perú.— O Hola I ¿Nos lo dice su paternidad, ó nos lo cuenta?)— • Nosotros, por respeto á tan santa y hiinhechora institución (¡ata- »ja!