Tras su vuelta a casa, a pocas fechas de la Navidad, sus hijos empezaron a comprar regalos propios de esos días. Tras mucho pensar, a su hija mayor se le ocurrió que regalarle una pequeña mascota podría ser positivo para ella, y así fué...el día de Reyes y por primera vez en su vida, la señora recibió un regalo viviente: un canario en su jaula (supuestamente era macho) y aunque en un principio se sorprendió,lo acogió con gusto.

El canario era joven y nacido en cautividad, y cada vez que la señora recibía la visita de sus hijos y nietos, comenzaba a hablar con alegría y felicidad de los progresos del pajarito.Se llamaba Piolín,como el de los dibujos de la Warner.
Todas las mañanas, cogía la jaula del salón y la llevaba a la cocina, y lo posaba sobre la mesa mientras ella se tomaba su desayuno. Le sacaba a la terraza, le hablaba, le miraba y remiraba...

-----¿No sabes? ¡¡El pájaro ha puesto un huevo!!
-----Mamà....es imposible, es un macho
-----¡¡¡Pues yo te digo que ha puesto un huevo!!!!!
-----Joé, pues lo compramos como macho,manda huevos....nunca mejor dicho!
----- Pues es una hembra, ya ves tú,por eso no cantaba y sólo piaba.
Pasó de llamarse Piolín a Piolina, ja,ja... y siguió poniendo huevos de vez en cuando.
Empezó a sacarla de la jaula con la puerta de la terraza cerrada, y la dejaba un ratito volar en el salón. Se fué acostumbrando a entrar luego ella sóla a la jaula y entonces la señora cerraba la puerta, se convirtió en un ritual, ella decía que era para que estirase un poco las alas.
----¡Mamá! Cualquier día como sigas haciendo eso se te va a escapar,¡verás! y luego te llevarás
un disgusto.
----¡Que no,que ya estoy pendiente de cerrar las puertas,decía ella!

----No puedes andar metiendo y sacando al pájaro de la jaula así, no es como sacar un perro...
Pues ni caso...Este Verano, hace cuatro días, sacó el pájaro al balcón y por despiste dejó la puerta de la jaula abierta,y el pájaro vio el cielo azul sin barrotes por medio y se escapó.
Su marido y su hijo lo buscaron,pero fué en vano...y la señora se llevó un disgusto muy gordo.
El hijo, sin pensárselo dos veces, un par de días después le trajo otro a casa. Supuestamente otro macho ¡ ya se verá! No es lo mismo,pero ha comenzado el ritual de nuevo: le habla, le susurra,le lleva a la cocina a la hora del desayuno, esperemos que ésta vez no deje la puerta abierta.
Piolina estuvo con ella diecisiete meses, y le dió mas de diecisietemil sonrisas ¡eso seguro!
Parece mentira lo que un animalillo tan chiquito puede hacer por una persona...
Este es un cuento real, la protagonista: mi madre, y como no...¡Piolina! ¿Dónde estará?